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TEMA:
SEMINARIO
SUSTENTANTES MATRÍCULA
Dorkiris Acosta C. 100535263
Estefany Lizardo 100497977
Carolyn Paredes 100581212
ENTREGADO A:
Ramón Racero Lantigua
FECHA DE ENTREGA:
11 / 11 / 2019
Nagua Prov. María Trinidad Sánchez Rep. Dominicana
Origen, Evolución y Formación de la lengua castellana en la península ibérica
Desde tiempos remotos, la península ibérica ha sido escenario de numerosos
asentamientos de culturales muy distintas, colonizaciones y conquistas por parte de
pueblos con procedencias muy diversas: fenicios, griegos, cartagineses, romanos,
visigodos, musulmanes y, por último, cristianos. Es precisamente esto lo que
convirtió a España en una verdadera encrucijada de culturas que, durante mucho
tiempo, impidió que existiera una identidad nacional con la misma lengua
dominante.
Antes de la llegada de los fenicios, en la península ibérica se encontraban los
vascos, los tartesios y los íberos, cuyo aporte al idioma español fue mínimo,
desapareciendo tras el proceso de conquista. Pero tampoco los fenicios implantaron
una cultura común, ya que sus objetivos tenían más que ver con intereses
comerciales. Lo que si dieron es nombre al país, i-schephan-im (tierra de conejos).
Término que terminaría derivando en Spania y posteriormente en Hispania bajo el
poder de los romanos.
Los griegos llegarían en el siglo VII a. C. pero no estarían más de 100 años en
España, por lo que contribuyeron muy poco a la lengua. Las 3.000 palabras del
griego que han ido evolucionando pero que forman parte de la lengua que hablamos
hoy, curiosamente llegaron por la puerta del latín, cuando los romanos conquistaron
Hispania. Además, indirectamente, la influencia de la cultura griega en el país ha
sido considerable.
A partir del siglo III, las fronteras del Imperio Romano empezaron a debilitarse y los
visigodos aprovecharon para entrar en Hispania, reinando durante tres siglos. Su
legado cultural es casi insignificante. En cambio, el de los árabes fue considerable,
tanto en el terreno de las letras y de la lengua como de las ciencias. Actualmente,
nada menos que 4.000 palabras de nuestro idioma se las debemos a ellos. Eso sí,
lo que no se vio afectada fue la estructura del lenguaje que, aunque se iba legando
cada día más del latín, siguió conservando su esencia.
La topografía y la constante labor de resistencia de los cristianos del norte mantuvo
a estas poblaciones aisladas, lo que dio lugar al desarrollo de numerosos dialectos
romances que fueron evolucionando desde el latín vulgar de la zona central del
norte de Hispania. Con la caída del imperio Romano, los habitantes de la época
dejaron de hablar el latín culto y el latín que se hablaba era una mezcla de algunas
lenguas romances hispánicas, como la astur, la aragonesa, la gallego-portuguesa y
la catalana.
Finalmente, una de ellas terminaría imponiéndose, así como la región en la que se
hablaba, Castilla, que pasaría poco a poco de señorío leonés a reino con identidad
propia, extendiendo sus fronteras considerablemente y consolidando su poder. Un
territorio donde la arabización fue insignificante o nula.
De esta forma, el castellano antiguo empezaría su andadura hasta la actualidad.
1. Pueblos prerromanos: iberos, tartesios, fenicios, cartagineses. Fueron
conquistados por otros posteriormente. Los restos que han dejado forman parte
del sustrato, es decir, son palabras, sufijos, expresiones que han quedado en
nuestra lengua. Los cartagineses, por ejemplo, le dieron nombre a la península.
La llamaron Hispania, tierra de conejos.
2. Romanos. El latín que nos llegó fue el latín vulgar, o sea, el latín que hablaban
los soldados. Las palabras que proceden del latín directamente se
llaman patrimoniales. En algunos casos han dado lugar a cultismos o
semicultismos. Spiritum > espíritu, vésperam> víspera, fructier-era> fructífero. A
veces conviven un cultismo con una voz patrimonial: femina > hembra, fémina.
A través del latín nos han llegado palabras helénicas (música, pedagogía,
didácticos, huérfano).
3. Los visigodos fue el pueblo que venció a los romanos. Nos ha quedado de ellos
algunas palabras (yelmo, fieltro, espuela, albergue, Álvaro). También el
sufijo iego: palaciego, mujeriego.
4. Los árabes. Importantísima la influencia árabe- atalaya, zaga, alcaide, alguacil,
albacea- y muchas otras palabras pertenecientes a diversos campos
semánticos: costumbres, guerra, comercio, tareas de campo, alimentos.
5. Dialectos históricos: a) Gallego-portugués: Muy importante desde el punto de
vista literario. Después, cuando se separa el Reino de Portugal, se limita a
Galicia. b) Asturleonés: antigua lengua de la Reconquista, que al principio tenía
la capital en Oviedo y después en León.
Desaparece ante el avance del Castellano. Actualmente ha quedado
el bable, uno de sus dialectos. c) El castellano. Fue al principio uno de los
dialectos, pero después se adueñó de la meseta, lo que facilitó que sobresaliera
del resto. d) Navarro-aragonés: la importancia política del reino de Aragón llegó
hasta finales de la Edad Media, luego sucumbió ante el avance castellano. Hoy
queda reducido al Pirineo de Huesca. e) Catalán: los catalanes participaron en
la expansión del reino de Aragón, lo que facilitó que se extendiera su lengua.
Formación y desarrollo de la lengua castellana en américa
Entender el origen del idioma español es fundamental para reconocer las diferencias
sutiles del español que se habla en las distintas regiones. En el siglo XV, Cristóbal
Colón navegó hacia América y consigo llevó el idioma castellano.
A pesar de los esfuerzos de los españoles por imponer la lengua a los nativos, el
mero predominio en cantidad hizo que el idioma se mezclara con los dialectos
locales. Particularmente, los nativos mexicanos y peruanos pudieron influenciar de
manera significativa el idioma que se habla actualmente en Latinoamérica.
La gramática de Bello llevaba por título Gramática Castellana para el uso de los
americanos. Fue la primera que se hizo pensando en el genio del pueblo castellano.
Bello se apartó de las reglas latinas que no había tomado en cuenta el pueblo de
Castilla para inventar su idioma.
Y fue tan exacto en su enfoque que la Real Española adoptó su texto como el mejor
concebido para darle al mismo español normas idiomáticas. Y empezamos a hablar
en el idioma en que estuvieron redactadas las proclamas de Bolívar, los discursos
de Santander, los periódicos de Nariño, las constituciones del Orinoco y de Cúcuta
y cuanto documento fue produciéndose para crear la república. Castellanamente se
había formado el nuevo idioma, siguiendo normas que están en el Quijote. Explican,
por ejemplo, que para la dignidad humana la libertad vale tanto como la honra y que
por la libertad puede ofrecerse hasta la vida.
Este lento proceso envuelve al mismo tiempo una evolución del idioma que se va
siendo cada vez más republicano y democrático. Como es de esperarse, al estallar
la libertad y llegar a la independencia absoluta, la lengua se hace más suelta y
eficaz, encuentra un ámbito más abierto, se hace elocuente y toma una entonación
nueva y sonora. Lo que es obvio es que solo dentro de los 200 años últimos, se
puede encontrar una expresión completamente auténtica, por ser enteramente libre.
Podría decirse del castellano en América que no se han escrito discursos más
hermosos que los de José Martí, ni noches más hondas que las de Silva, ni se han
derramado lágrimas como las de Efraín, todo en un castellano de república. Fuera,
quizás, de la Academia