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SUMARIO

FEBRERO 2019 | Tomo 107 / 2 (nº 1.241)

ESTUDIOS
Inmortalidad: ¿Podemos? ¿Debemos?
¿Queremos?
Carlos Gómez-Virseda Martínez, S.J. 103

¿Se puede vencer a la muerte? Los avances


de la ciencia. Los límites de la medicina
Daniel Carnevalli Ruiz 117

Saber que vamos a morir puede iluminar


la vida
Enrique Climent, S.J. 133

Vencer “en cristiano” a la muerte


Nurya Martínez Gayol 147

LAS MUJERES Y LA MISIÓN DE LA IGLESIA


Mujeres en marcha para construir
otro mundo posible
Mª del Mar Magallón 163

LOS LIBROS
Recensiones 177
SalTerrae
SalTerrae
SalTerrae
Revistade
Revista
Revista deTeología
de Teología pastoral
Teologíapastoral
pastoral
de la
de la Compañía de
Compañía de Jesús
deJesús en
Jesúsen España
enEspaña
España

Revista mensual
Revista mensual de dedivulgación
divulgacióncientífica
científica
sobre
sobre teología,
sobre teología, Iglesia,
teología, Iglesia, sociedad,
Iglesia,sociedad, familia,
sociedad,familia, psicología.
familia,psicología.
psicología.

en1912
Fundada en
Fundada 1912

ISSN:1138
ISSN:
ISSN: 1138---1094
1138 1094
1094

Año 106
Año107
105
Número 1.225
1.239
Número 1.241
DICIEMBRE
SEPTIEMBRE 2018
2017
FEBRERO 2019
DIRECTOR:
José Ramón Busto Saiz, sj
Maldonado, 1 / E-28006 Madrid
Tfno.: + 34 91 78 11 349
E-mail: jrbusto@salterrae.es / revistasalterrae@salterrae.es

CONSEJO DE REDACCIÓN:
Antonio Allende (Delegado de Educación SJ)
Ana Berástegui Pedro-Viejo (Universidad Pontificia Comillas)
Junkal Guevara (Facultad de Teología de Granada)
Diego Molina (Facultad de Teología de Granada)
José Mª Rodríguez Olaizola (Grupo de Comunicación Loyola)
Pedro Rodríguez Panizo (Universidad Pontificia Comillas)
Abel Toraño Fernández (Maestro de Novicios - San Sebastián)
Javier de la Torre (Universidad Pontificia Comillas)

COLABORADORES HABITUALES:
Dolores Aleixandre – Patxi Álvarez de los Mozos
Virginia Cagigal - Miguel Campo – Adela Cortina
Cipriano Díaz Marcos – José Mª Fernández Martos
Jesús García Herrero - José Ignacio García Jiménez
José Antonio García Rodríguez – Pedro José Gómez
Luis González-Carvajal – Pablo Guerrero – Daniel Izuzquiza
Severino Lázaro – Mariola López – Mª Dolores López Guzmán
Luis López-Yarto – Mª del Carmen Massé
Juan Manuel Martín Moreno – Fernando Millán
Francisco Ramírez – Jon Sobrino – Gabino Uríbarri
101

PRESENTACIÓN

En los últimos tiempos aparecen, con cierta frecuencia, libros, artículos


y reportajes sobre la cantidad de dinero que se está invirtiendo en inves-
tigación sobre el alargamiento de la vida. A veces se hacen afirmaciones
impactantes que pronostican que en no muchos años morirse será opcio-
nal. Se habla de detener el reloj del envejecimiento, del fin de la muerte,
a la vez que se describen procesos de regeneración celular, la solución de
enfermedades y se dan datos y estadísticas sobre lo que se espera que se
alargue la esperanza de vida en unos pocos años… Aunque pueda parecer
ciencia-ficción, es cierto que los avances médicos de las últimas décadas
nos han conducido a una situación inimaginable hasta hace poco. Hoy
es normal llegar a edades que en otras épocas eran excepcionales. Quizás
llegue una época en que vivir hasta los cien años sea demasiado poco.
Ese horizonte invita a reflexionar. Para abordar esta reflexión desde di-
versos puntos de vista, médico, antropológico y teológico, la revista SAL
TERRAE ofrece en este número los siguientes artículos:
Carlos Gómez-Vírseda Martínez, S.J. expone las distintas tecnologías que
se están desarrollando con el propósito de que la muerte llegue a ser solo
opcional: la criónica, la transferencia mental, la nanotecnología... Pero
¿hay algo de verdad en estas promesas y esperanzas? Este artículo pasa
revista a la posibilidad técnica de alcanzar la inmortalidad y se fija en sus
implicaciones éticas y antropológicas.
Daniel Carnevali Ruiz parte del hecho de que la esperanza de vida en mu-
chos países ha crecido en las últimas décadas de modo vertiginoso hasta
el punto de que se puede llegar a vislumbrar un futuro no muy lejano

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donde el hombre pueda vivir más años reduciendo los habituales acha-
ques de la vejez e incluso revertir la senilidad. Analiza los desafíos que ello
puede plantear: cambios en la estructura social y ecológica, expectativas
personales y desafíos morales en cada etapa vital, así como consecuencias
económicas. Es necesaria una reflexión profunda para alcanzar nuevos
consensos sociales, morales, filosóficos y antropológicos.
Enrique Climent Carrau, S.J. desde su experiencia personal atendiendo a
personas enfermas y mayores, para quienes la muerte es una expectativa
cercana, nos habla de las actitudes a desarrollar por quienes tienen que
acompañar los últimos años de vida de otras personas y también de las
actitudes con las que esas mismas personas pueden afrontar sus últimos
años.
Nurya Martínez-Gayol Fernández aborda la cuestión de cómo vencer la
muerte, pero no desde la medicina sino desde la fe. El cristiano vence
la muerte incorporándose a la muerte de Cristo y a su modo de vivirla. Es
posible vencer a la muerte descubriendo la dimensión de eternidad que
nos habita, perdiendo la vida al entregarla e incorporando la muerte a la
existencia al vivir la vida no como posesión sino como don.
Finalmente, dentro de la serie de este año dedicada a las acciones de las
mujeres en la misión de la Iglesia, Mª Mar Magallón Soneira presenta,
en un primer momento, las diferentes realidades que las mujeres viven y
desarrollan en el ámbito de la intervención social y plantea luego algunas
contribuciones significativas que los valores asignados tradicionalmente
a lo femenino aportan a la construcción de un mundo más equitativo,
inclusivo y sostenible.

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ESTUDIOS
Inmortalidad: ¿Podemos?
¿Debemos? ¿Queremos?
C arlos G ómez -V írseda M artínez , S.J.*

Fecha de recepción: noviembre de 2018


Fecha de aceptación y versión final: enero de 2019

Resumen
En los últimos años se han multiplicado las voces que aseguran que la inmortali-
dad pronto será alcanzable por el ser humano. En unas décadas, aseguran, morir
será opcional. Diversas tecnologías están siendo desarrolladas con este propósito:
la criónica, la transferencia mental, la nanotecnología... ¿Cuánto hay de reali-
dad en sus promesas y predicciones? Este artículo realiza una reflexión a través
de tres preguntas sucesivas: ¿podemos? ¿debemos? ¿queremos? Así, se detiene en la
posibilidad técnica de alcanzar la inmortalidad y realiza un breve apunte sobre
sus implicaciones éticas y antropológicas.
Palabras clave: inmortalidad, longevidad, técnica, ética, antropología.

Immortality: Can we ? Should we ? Do we want to ?

Summary
Assertions that immortality will soon be within the reach of humans have gained
ground in recent years. Dying, they claim, will be optional within several decades.
A range of technology is being developed to this effect: cryonics, mind transfer, and
so forth. How much truth lies in their promises and predictions? This article reflects

* Médico y máster en bioética, estudiante de teología. carlosgvirseda@jesuitas.es

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on the concept from the perspective of three successive questions: can we? should we?
do we want to? Thus, it delves into the technical possibility of attaining immortality
and touches briefly on its ethical and anthropological implications.
Key words: Immortality, longevity, technique, ethics, anthropology.

Y el último enemigo que será vencido es la muerte.


1 Cor 15,26.

Ser inmortal es un sueño tan antiguo como la humanidad misma. De


hecho, hay quien afirma que todo lo que llamamos civilización, es decir,
el arte, la ciencia, la cultura, la religión, etc. son fruto de nuestra continua
lucha contra la muerte.
La pregunta por la muerte y su sentido recorre la historia humana revis-
tiéndose de diferentes formas. Todas las religiones tratan de responder de
una u otra manera a este gran enigma –sea a través de la reencarnación
en las tradiciones orientales, sea a través de alguna forma de resurrección
individual en las religiones nacidas del judaísmo, como el cristianismo o
el islam. También la historia de la filosofía está plagada de páginas dedica-
das a este tema: de Platón a Feuerbach, de Tomás de Aquino a Nietzsche.
Resulta especialmente significativo cómo la búsqueda de la inmortalidad
aparece en innumerables mitos y relatos, antiguos y contemporáneos. Se
puede reconocer en los ritos funerarios del antiguo Egipto y en la epo-
peya mesopotámica de Gilgamesh. Lo encontramos disperso por todo el
globo, en las culturas más remotas: en los grupos vedas de la India, en
los nativos de la América precolombina y en los antiguos emperadores
chinos. En Europa adquirió muchas veces la forma de una búsqueda sa-
grada: la de la Panacea Universal, el Elixir Vital o la Fuente de la Eterna
Juventud. Son todas leyendas que recogen el deseo humano de alcanzar la
inmortalidad de una vez para siempre. También hoy es un tema presente
en películas tan populares como El Señor de los Anillos o en Lobezno de la
factoría Marvel. En definitiva, parece que el sueño de vencer a la muerte
es algo muy propio del ser humano que tiende a aparecer de un modo u
otro en cada época y cultura.

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Cuando la medicina se convirtió en una disciplina científica, basada en


la experiencia y en los datos empíricos, la enfermedad y la muerte fueron
vistas progresivamente como un problema técnico que se podía resolver.
Por esta vía, se ha conseguido retrasar la mortalidad de forma lenta pero
constante en los últimos 150 años. Dicho esto, conviene reconocer que
gran parte de este éxito no se debe al desarrollo de la medicina en sí mis-
ma, sino a la mejora de las condiciones de vida, la salubridad del agua, las
medidas de higiene, etc. En cualquier caso, los datos globales ponen de
manifiesto una tendencia creciente y consolidada de la esperanza de vida.
Ello da lugar a una especie de confianza ciega en el progreso continuo de
la ciencia en general y la medicina en particular1. De forma espontánea,
se presupone que cualquier obstáculo en este progreso podrá resolverse
gracias a una nueva técnica. En esta línea, aparecen una serie de persona-
jes públicos que afirman que no está lejos el momento en que la muerte,
“el mayor enemigo de la humanidad”, será vencida.
Básicamente existen tres mecanismos por los cuales el hombre puede
morir: la enfermedad, un traumatismo físico y el envejecimiento. Y hoy
existen numerosos proyectos científicos luchando en cada uno de estos
frentes: la genética, la criónica, la nanotecnología, la inteligencia artifi-
cial, etc. Se trata de tecnologías que avanzan a un ritmo frenético, en las
cuales es difícil hacerse una idea de cuánto hay de realidad en sus prome-
sas y predicciones.
Este artículo pretende aclarar algunas de estas cuestiones siguiendo un
orden lógico. En primer lugar, nos preguntaremos si podemos. Es decir,
si técnicamente existe la posibilidad de ser inmortales. En segundo lugar,
se planteará la pregunta sobre si debemos. Esto es, si admitida la posibili-
dad técnica, ésta implica automáticamente que se debe llevar a cabo. En
tercer lugar, habrá que preguntarse si queremos. Es decir, si realmente la
sociedad querría dar este importante paso, con todas las consecuencias
que ello supondría. Se trata de una pregunta de corte antropológico que
nos remite a qué es el ser humano y qué estamos llamados a ser.

1. Un buen ejemplo de ello es el libro: Y. N. Harari, Sapiens. De animales a dioses:


Una breve historia de la humanidad, Debate, Barcelona 2014.

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Técnicamente, ¿podemos?

Antes de entrar en el análisis de las distintas técnicas que persiguen la in-


mortalidad, conviene hacer una breve aclaración terminológica. Por una
parte, la eternidad se refiere a uno de los atributos divinos por los que
se afirma que Dios no tiene ni principio ni final. Pensar la eternidad es
imposible bajo las categorías espacio-temporales en las que funciona la
razón humana, sin embargo, la teología siempre ha defendido una forma
de existencia única para Dios, que consistiría precisamente en la eterni-
dad2. Por otra parte, la inmortalidad implica tener un inicio, pero no un
final. Supone nacer, pero no morir nunca. La fe cristiana, por ejemplo,
afirma que el hombre puede gozar de una vida eterna cuando alcanza la
resurrección, pero obviamente, no es esto en lo que piensan los científicos
“futuristas” que trabajan en gerontología y antienvejecimiento. Éstos más
bien persiguen la amortalidad, un neologismo que afirma la posibilidad
de nacer y no morir de forma natural. Recoge una situación hipotética en
la que la medicina sería capaz de revertir de forma constante los efectos
del envejecimiento, de modo que la muerte sólo pudiera llegar a través
de un traumatismo violento3. Según sus predicciones, es posible alcanzar
la longevidad indefinida, que no equivale a una vida de senectud infinita,
sino a la posibilidad de vivir de forma saludable durante el tiempo que
voluntariamente se desee. Ahora bien, ¿es esto posible?

Situación actual

Actualmente, la esperanza de vida de los países más desarrollados se sitúa


en torno a los 84 años y la media mundial es de 72 años. Aunque la dife-
rencia entre países es escandalosa (el país con una esperanza de vida más
baja es Sierra Leona, con 52 años de media), lo cierto es que esta distancia

2. Para profundizar en el concepto de eternidad desde la antropología teológica,


se puede leer una síntesis en A. Cordovilla (ed.), La lógica de la fe. Manual de
teología dogmática, Comillas, Madrid 2013, 191.
3. A. de Grey, «The singularity and the Methuselarity: similarities and differences»:
Studies in Health Technology and Informatics (2009), 149:195-202.

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tiende a reducirse4. Hasta la fecha, la persona registrada más longeva es


una mujer francesa que llegó a alcanzar 122 años y 164 días5. Dicho esto,
¿cuáles son las líneas de investigación actuales que se están explorando
para aumentar la longevidad humana? Existen principalmente dos cam-
pos con aplicación directa en el diagnóstico y tratamiento de diversas
enfermedades, cuyos resultados son prometedores a medio plazo.
El primero es el campo de la ingeniería genética. Dado que ya es rela-
tivamente fácil y barato secuenciar el ADN de una persona, esta técnica
se está aplicando en el diagnóstico precoz de enfermedades hereditarias,
como la diabetes o determinados tipos de cáncer, así como en el trata-
miento personalizado, adaptado a cada paciente y cada enfermedad. En
este sentido, los gobiernos británico y estadounidense han anunciado que
pretenden secuenciar gratis el genoma de entre 500.000 y un millón de
ciudadanos, con el fin de iniciar un programa de medicina de precisión
en 20226. La medida es controvertida y abre un necesario debate sobre el
uso y la privacidad de esos datos.
Una segunda tecnología que ya se está aplicando con éxito es la Inteli-
gencia Artificial en el tratamiento de datos. La empresa estadounidense
IBM ha desarrollado una aplicación médica, conocida como Dr. Watson,
que está alcanzando niveles humanos en la detección de cánceres y en
análisis radiológicos7. El empleo de Big Data en el campo de la medicina
predictiva permitirá correlacionar información entre patologías y estilo
de vida. Posteriormente, a través de potentes sistemas informáticos se
podrá llegar al diagnóstico más probable y proponer el mejor tratamiento
basándose en la experiencia acumulada a nivel global. En esta línea ya
están invirtiendo empresas como Google X, que ha creado una división
llamada Verily, centrada precisamente en la encrucijada entre salud, datos
y tecnología8.

4. http://data.worldbank.org/indicator/SP.DYN.LE00.IN (2/10/18)
5. http://www.guinnessworldrecords.com/world-records/oldest-person (2/10/18)
6. https://www.technologyreview.com/s/609897/500000-britons-genomes-will-be-
public-by-2020-transforming-drug-research/ y https://allofus.nih.gov/ (2/10/2018)
7. https://www.ibm.com/watson/health/ (2/10/2018)
8. https://verily.com/ (2/10/2018)

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Más allá de estos programas, que luchan contra diferentes tipos de enfer-
medades, existen científicos que se centran específicamente en la lucha
contra el envejecimiento y en la búsqueda de la longevidad indefinida.
Sostienen que el enfoque actual para tratar las afecciones crónicas es in-
adecuado por fragmentario y que sería mejor atacar directamente el pro-
pio envejecimiento, del cual derivan la mayoría de las enfermedades que
resultan mortales en los países desarrollados. Proponen que el envejeci-
miento sea considerado en sí mismo una enfermedad y no un proceso
natural, de modo que se destinen más recursos para acabar con esta con-
dición que mata cada día a 150.000 personas9.
Es cierto que existen científicos que han logrado multiplicar por cuatro la
vida media de las moscas de la fruta (Drosophila melanogaster) y hasta diez
veces la de gusanos nematodos (C. elegans)10. Y aunque estas técnicas no
sean directamente aplicables a los seres humanos, algunos “futuristas” sos-
tienen que la inmortalidad será alcanzable antes de 2050. Afirman provo-
cativamente que el primer ser humano que vivirá 1000 años ya ha nacido11.

Los puentes hacia la inmortalidad

Frente a la incredulidad de la masa científica y social, los defensores de la


inmortalidad citan una célebre frase atribuida al filósofo Schopenhauer:
“Toda verdad atraviesa tres fases: primero es ridiculizada; segundo, recibe
violenta oposición; tercero, es aceptada como evidente”. De este modo,
invocan diversas razones para afirmar la posibilidad real de alcanzar la
inmortalidad en un corto periodo de tiempo.
En primer lugar, se apoyan en el crecimiento exponencial de la ciencia.
Según esta aseveración, el progreso científico no es aritmético (1,2,3,4…)

9. https://rejuvenaction.wordpress.com/reasons-for-rejuvenation/aubreys-trump-
cards/ (2/10/2018)
10. https://www.faculty.uci.edu/profile.cfm?faculty_ID=5261 y https://uams-tripro
files.uams.edu/profiles/display/127822 (2/10/2018)
11. https://www.ted.com/talks/aubrey_de_grey_says_we_can_avoid_aging?lan
guage=es (2/10/2018)

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sino geométrico (1,2,4,8,16…). Esto es debido a que los cambios son


acumulativos y los nuevos descubrimientos potencian y aceleran los si-
guientes. Podemos reconocer este patrón en el desarrollo de muchas nue-
vas tecnologías, por ejemplo, el Proyecto Genoma Humano. Éste se ini-
ció en 1990 y en los primeros siete años no se logró secuenciar más que el
1% del ADN humano. A este ritmo se habría tardado siglos en completar
y algunos expertos alertaron de la inviabilidad del proyecto. Sin embargo,
gracias a la acumulación de datos y a las nuevas tecnologías, se comenzó
a duplicar cada año el porcentaje estudiado. Así, se logró secuenciar un
2% en 1998, un 4% en 1999, un 8% en 2000, y así sucesivamente, hasta
que el proyecto se vio concluido en 2004. Otro ejemplo, que experimen-
tamos en nuestra vida diaria y confirma este patrón, es la famosa Ley de
Moore, según la cual la capacidad de los sistemas informáticos se duplica
aproximadamente cada dos años. Con todo, se debe ser prudente frente a
este tipo de generalizaciones, pues muchos otros proyectos científicos no
avanzan a un ritmo exponencial y sufren bloqueos o desaceleraciones. Se
puede poner como contraejemplos la búsqueda del bosón de Higgs o la
vacuna contra el VIH.
En segundo lugar, los defensores de la longevidad indefinida celebran la
irreversibilidad del proceso, toda vez que grandes compañías como Ama-
zon, Apple, Facebook, IBM o Microsoft han entrado en el mundo de la
medicina. La lógica de mercado de estas compañías impulsará una indus-
tria que no se detendrá hasta amortizar las inversiones. Además, gracias
a la competencia internacional, estos avances estarían casi garantizados,
pues si un país se detiene por razones legales o éticas, otro país tomará la
delantera y se verá copando un nicho de mercado sumamente deseable.
Sujeto a estas convicciones, el gerontólogo y “futurista” Aubrey Grey pro-
pone una estrategia de tres puentes hacia la vida indefinida12. El primer
puente consiste simplemente en adquirir un estilo de vida saludable que
aumente las posibilidades de beneficiarse del segundo puente. Así, si uno
sigue una dieta sana, realiza ejercicio físico, evita el alcohol y el tabaco,

12. R. Kurzweil y T. Grossman, Fantastic Voyage: Live long Enough to live forever,
Rodale Inc. 2004.

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etc. tendrá más posibilidades de beneficiarse de las nuevas tecnologías que


están por llegar. El segundo puente, será accesible en la década de 2020.
Para entonces, la medicina personalizada será una realidad gracias a la
democratización de tecnologías como la secuenciación genética. Final-
mente, el tercer puente será viable en la década de 2030 y es el que logrará
la longevidad indefinida gracias a la nanotecnología y la inteligencia arti-
ficial. Este modelo de los tres puentes puede parecer demasiado ingenuo
y optimista, puesto que no deja de basarse en tecnologías futuribles. Pero,
¿en qué consisten exactamente estas tecnologías?

La tecnología del futuro

Las líneas de investigación que están recibiendo mayor atención y finan-


ciación son, básicamente, las siguientes:
La primera línea es la regeneración de telómeros en las células somá-
ticas. Los telómeros son unos “capuchones” que protegen el ADN y se
van acortando con cada división celular. Por ello, las células somáticas
humanas tienen un número definido de posibles divisiones (el llamado
límite de Hayflick), al final de las cuales envejecen y mueren. Algunos
científicos investigan la posibilidad de incrementar la longevidad a través
de sustancias que aumenten la producción de telomerasa, una enzima
capaz de regenerar los telómeros y evitar así el envejecimiento celular.
Una segunda línea pretende subsanar el daño celular a nivel molecular.
En primer lugar, se intenta prevenir el daño mediante dietas de restric-
ción calórica experimentales. Se ha comprobado que, sometidos a dietas
con un aporte energético extremamente bajo, algunos animales aumen-
tan su longevidad por diversos mecanismos de regulación metabólica. Y
los daños celulares que aun así se produjeran, podrían remediarse con
nanotecnología, esto es, a través de pequeños “robots microscópicos” que
reparasen selectivamente las moléculas susceptibles.
La tercera línea es la criónica, una técnica por la cual se congela (o más
bien se vitrifica) a un ser humano con el fin de “descongelarle” en el
futuro, cuando exista la técnica para llevarlo a cabo. Los dos principales

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centros estadounidenses, el Cryonics Institute de Detroit y el Alcor Life


Extention Foundation de Arizona, afirman haber conservado ya a más de
1.000 pacientes y ofrecen otros servicios como la conservación de anima-
les domésticos. El precio varía entre 200.000 dólares para criopreserva-
ciones de cuerpo entero y 80.000 dólares para neuropreservaciones13. És-
tas últimas conservan sólo la cabeza, con la esperanza de que, en el futuro,
se pueda transferir la mente a una máquina o reconstruir el cuerpo entero
gracias a la biotecnología. Otros centros similares se han abierto reciente-
mente en Alemania, Argentina, Australia, Canadá, China y Rusia.
Finalmente, la cuarta línea de investigación es la transferencia mental.
Esta línea apuesta por alcanzar la “singularidad tecnológica”, el momento
en el cual la Inteligencia Artificial supere definitivamente a la inteligencia
humana. A partir de ahí, se cree factible codificar la mente humana en
circuitos eléctricos y transferirla a un potente ordenador. Todos los cono-
cimientos, recuerdos, experiencias y sentimientos serían independientes de
un cuerpo biológico mortal y quedarían a salvo en una máquina, pudiendo
ser transferidos, ampliados, duplicados, implantados en otro cuerpo, etc.

Voces críticas

Es evidente que estas tecnologías no son realizables a día de hoy y se basan


en predicciones muy inciertas. Como toda literatura científica, ésta debe
ser leída críticamente, contrastando sus fuentes y verificando sus afirma-
ciones. Por ello, a pesar de que las tesis de los llamados “futuristas” están
conociendo una amplia difusión a través de libros, entrevistas, blogs, etc.
muchas voces críticas lamentan el que generen falsas expectativas e insi-
núan que esconden un puro interés lucrativo14.
De hecho, algunas de las universidades y científicos citados por estos per-
sonajes a la hora de defender sus teorías, se han desvinculado categórica-

13. https://www.longecity.org/forum/page/index.html/_/articles/cryonics
(2/10/2018)
14. https://elpais.com/elpais/2017/11/30/ciencia/1512038754_183575.html
(2/10/2018)

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mente de los mismos. Algunos científicos que investigan en el campo de


la longevidad no están de acuerdo con la ligereza con la que se usan sus
trabajos y sus nombres. Acusan a los “futuristas” de hacer pseudociencia,
rellenando con imaginación los huecos que el trabajo científico riguroso
no es capaz de explicar o predecir. Ello nos pone en guardia a la hora de
ponderar estas teorías con un espíritu crítico.

Éticamente, ¿debemos?

En síntesis, no es posible dar una respuesta definitiva acerca de la posi-


bilidad técnica de vencer a la muerte. Seguramente, las predicciones de
alcanzar la inmortalidad en un corto periodo de tiempo son poco soste-
nibles, pero es cierto que estamos en un momento único de aceleración
tecnológica, en el que una sola década equivale a cambios que antes tar-
daban siglos en ocurrir. Esta nueva situación coloca a la ética y al derecho
frente a la difícil tarea de seguir el ritmo frenético que marca el progreso
científico. Cada nuevo descubrimiento abre posibilidades insospechadas
a las que, como sociedad, no da tiempo a responder.
Los expertos en ética, aquellos que reflexionan sobre lo que es bueno para
el ser humano, a duras penas son capaces de atisbar las implicaciones
de los nuevos descubrimientos científicos. Y cuando estos problemas se
debaten en foros interdisciplinares, resulta muy difícil llegar a solucio-
nes satisfactorias, dada su enorme complejidad y la aparición de intereses
científicos, económicos, políticos, etc. El mismo desafío se cierne sobre
los legisladores. Es sumamente difícil elaborar, discutir y aprobar leyes en
campos que avanzan a gran velocidad y además lo hacen a nivel global,
sobrepasando las fronteras nacionales.
Ante estas dificultades, hay quien zanja el debate pidiendo que se deje
libertad a la ciencia para aplicar toda tecnología que suponga beneficios
para el ser humano. Dicho de otro modo: si quiero hacer un bien y tengo
la tecnología para hacerlo, ¿por qué debería frenarme? El problema es que
toda tecnología puede tener efectos secundarios que no se sospechaban, o
puede ser mal empleada, etc. Por ello, es necesaria la ética, que debe pon-
derar cuidadosamente los riesgos y beneficios de cada técnica y decidir si

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debe ser desarrollada y aplicada. La experiencia histórica nos anima a ello,


por muy complicado que esto parezca.
Existe un caso paradigmático en la historia de la ciencia sobre la necesi-
dad de este “control ético”. Ocurrió a mediados de la década de 1970.
Entonces, la comunidad científica, a través de una carta firmada por el
premio nobel Paul Berg y otros relevantes científicos del momento, pidió
una moratoria para elaborar una legislación internacional que asegura-
se el buen uso de la técnica del ADN recombinante15. Algo similar ha
ocurrido recientemente con una nueva técnica de edición génica cono-
cida como CRISPR-Cas916. Se reconocen sus posibilidades terapéuticas
en el tratamiento de enfermedades –tales como la diabetes o la fibrosis
quística– pero se pide un tiempo para estudiar las consecuencias a largo
plazo antes de aplicarla a humanos. Los defensores de estas técnicas argu-
mentan que el balance riesgo-beneficio, presente en toda investigación, es
netamente positivo; otros eticistas, en cambio, advierten del peligro que
supone manipular el genoma humano y se preguntan si esto no supone
una violación de su dignidad fundamental. Se abre aquí la cuestión sobre
qué es el ser humano; qué puede ser modificado en él sin que pierda su
esencia o su naturaleza; qué nos hace diferentes de otros seres vivos y
porqué somos dignos de derechos y deberes. Éstas son las cuestiones an-
tropológicas a las que se ve conducido todo debate en profundidad y que
se abordan brevemente a continuación.

Antropológicamente, ¿queremos?

Finalmente, hemos alcanzado el verdadero núcleo del problema. Pues


parece cuestión de tiempo que la ciencia nos ofrezca posibilidades insos-
pechadas, si no la inmortalidad misma, sí otras mejoras tecnológicas que
nos hagan plantearnos qué queremos ser los seres humanos.

15. P. Berg et al, «Potentital Biohazards of Recombinant Molecules»: Science 185


(1974), 303
16. https://es.unesco.org/news/grupo-expertos-unesco-pide-prohibicion-edicion-
del-adn-humano-evitar-inmoral-manipulacion (2/10/2018)

Sal Terrae | 107 (2019) 103-115


114 carlos gómez-vírseda martínez, sj

Para algunos la respuesta es sencilla: todo lo que se pueda, todo lo que


esté a nuestro alcance. Hablan sin tapujos de trans-humanismo, de post-
humanismo, del Homo deus que sustituirá al Homo sapiens17. Esas son las
promesas que ofrecen las páginas de libros “futuristas” y se han converti-
do en un fenómeno de ventas mundial. En su libro La muerte de la muer-
te, José Luis Cordeiro afirma acerca del envejecimiento: «Podemos evitarlo
ya, y debemos evitarlo ahora. Es nuestra responsabilidad moral, nuestro de-
ber ético, nuestro compromiso histórico»18. En definitiva, supone rendirse al
“imperativo tecnológico” y sostener que el ser humano no debe dudar en
emplear cualquier tecnología beneficiosa que esté a su alcance. Presagian
un futuro optimista, siempre creciente, donde los problemas que surjan
serán resueltos con nuevas tecnologías aún desconocidas.
Otros, en cambio, alertan de las terribles consecuencias que la inmorta-
lidad traería e imaginan un futuro sombrío: el problema de la superpo-
blación, la necesidad de control de la procreación humana, la escasez de
recursos y la contaminación ambiental, la inequidad en el acceso a esta
técnica o su control por una élite; y así, un largo etcétera. Estos temores
son la base de muchas novelas y películas que reciben el nombre de disto-
pías, es decir, sociedades ficticias que resultan indeseables en sí mismas.
Se pueden ver como ejemplos en la literatura 1984 de George Orwell o
Un mundo feliz de Aldous Huxley; y en el cine Blade Ranner, Matrix o
V de Vendetta.
Probablemente, lo más sabio sea defender, como siempre, la prudencia
del término medio. Es decir, buscar el equilibrio en nuestra actitud ha-
cia las nuevas tecnologías entre un miedo desmesurado y un optimismo
ingenuo. Uno puede dejarse llevar por la corriente tecnófila o enrocarse
en posiciones tecnófobas… o intentar aportar algo al debate con juicio y
discernimiento.

17. Homo Deus. Breve historia del mañana es el título de la continuación de Sapiens,
con la que Yuval Noah Harari logró más de un millón de ventas en una treintena
de idiomas.
18. J. L. Cordeiro y D. Wood, La muerte de la muerte. La posibilidad científica de
la inmortalidad física y su defensa moral, Deusto, Bilbao 2018, 277.

Sal Terrae | 107 (2019) 103-115


inmortalidad: ¿podemos? ¿debemos? ¿queremos? 115

Al hacerlo, nos veremos confrontados con las preguntas más hondas del
ser humano. Porque, en realidad, nunca había tenido el hombre tanto
poder para cambiar el entorno y hasta su propia naturaleza. Por ello,
es necesario preguntarse qué nos hace auténticamente humanos. Y cabe
plantearse si en la respuesta incluimos algo que tenga que ver con nuestra
finitud y nuestra propia limitación. He aquí la clave.
La antropología cristiana define al hombre como criatura, como un ser
creado por Dios, pero justo por ello, no-Dios. Eso incluye límite, finitud,
vulnerabilidad y mortalidad. Pero es precisamente nuestra condición de
criatura finita y vulnerable la que nos hace capaces de amar y ser amados.
Es precisamente porque nuestro tiempo es limitado, por lo que se pue-
de vivir cada momento como una oportunidad. Es precisamente porque
nuestra vida es finita, por lo que tiene sentido aquello que consideramos
más humano: el amor, la libertad, la individualidad. Son éstas, palabras
mayores que requieren ser sopesadas en toda su profundidad. Y son las
que, en forma de historia de salvación, pueblan las páginas de la Biblia.
La Palabra de Dios que tiene en el centro algo tan desconcertante como
el misterio de la muerte y la resurrección del Hijo de Dios. Por algo será.

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117

¿Se puede vencer a la muerte?


Los avances de la ciencia.
Los límites de la medicina
D aniel C arnevali R uiz *

Fecha de recepción: noviembre de 2018


Fecha de aceptación y versión final: enero de 2019

Resumen
Retrasar la muerte es una vieja aspiración del ser humano. En el siglo XX la es-
peranza de vida al nacer ha subido desde los 50 a los 80 años en muchos países,
y sigue creciendo en el siglo XXI. La ciencia y la medicina es responsable de este
hecho, aunque solo parcialmente. Las recientes investigaciones acerca de los meca-
nismos biológicos del envejecimiento y el control de los mismos hacen vislumbrar
un futuro próximo donde podamos vivir más años, más años sin ser viejos, o hasta
revertir la senilidad. Ello plantea múltiples retos desde todos los ámbitos, que la
sociedad debe analizar: Cambios en la estructura social y ecológica, expectativas
personales y desafíos morales en cada etapa vital, y consecuencias económicas:
¿quién financia un mundo de viejos, o de jóvenes añosos? ¿quién accederá al
beneficio del avance científico? ¿cómo sostener la convivencia? ¿cómo comprender
la dependencia mutua?... Es necesaria una reflexión profunda y alcanzar nuevos
consensos sociales, morales, filosóficos y antropológicos.
Palabras clave: envejecimiento, esperanza de vida, ciencia y sociedad.

Can death be conquered?


Scientific progress . The limits of medicine

* Médico internista. Jefe de Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario


Quironsalud Madrid. Profesor asociado, Facultad de CC de la Salud (Grado de
Medicina). Universidad Europea de Madrid. daniel.carnevali@quironsalud.es

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118 daniel carnevali ruiz

Summary
Putting the brakes on death is an age-old longing of human beings. Life expec-
tancy at birth rose from 50 to 80 years old in many countries over the 20th cen-
tury, and continues to increase in the 21st century. This can be fathomed, albeit
in part, by science and medicine. Recent research on the biological mechanisms
of aging and how they can be monitored show a glimpse of a foreseeable future
where we can live longer without getting old or where the aging process can even
be reversed. This possibility poses multiple challenges across all spheres that must
be analysed by society: Changes in the social and ecological structure, personal
expectations and moral challenges at each stage of life, as well as economic con-
sequences: who finances a world of elders or aged youth? who will reap the ben-
efits of scientific progress? how can coexistence be sustained? how should mutual
dependency be understood? It is crucial to give serious thought to this concept
and reach new consensuses of a social, moral, philosophical and anthropological
nature.
Key words: aging, life expectancy, science and society.

Todos nos enfrentaremos a la muerte. A todos nos igualará, aunque cada


uno muera en un momento y de una manera diferente. Además de vivir
la mejor vida posible, desde los inicios de la humanidad, el hombre ha
intentado luchar contra su destino fatal universal, con la intención de re-
trasarlo. La esperanza de vida al nacer era inferior a los 50 años hasta bien
entrado el siglo XX en todo el mundo. Dejada a su evolución natural, la
longevidad de la especie humana era ésa, al igual que la esperanza de vida
de un abedul se estima en unos 100 años o la de una mosca doméstica
unos 28 días. El ser humano ha luchado para modificar su longevidad.
Pero los logros se han hecho esperar. La mortalidad materno-infantil, las
guerras, el hambre, las epidemias y las enfermedades infecciosas comunes
segaban las vidas de millones de personas, por lo que un humano podía
considerarse afortunado y que había llegado a una vida plena si alcanzaba
los 50 ó 60 años de edad. De todas formas, alcanzado ese límite, no era
raro observar individuos que podían sobrevivir hasta los 70, 80 o incluso
excepcionalmente hasta los 100 años. Aún no sabemos si hay una edad

Sal Terrae | 107 (2019) 117-130


¿se puede vencer a la muerte? los avances de la ciencia 119

límite para el ser humano1. La situación ha cambiado rápidamente en


la segunda mitad del siglo XX y primeros años del XXI. Vemos como se
ensancha la parte superior de la pirámide de población (la llamada tercera
edad, por encima de los 65 años, igual en hombres que en mujeres) en
todos los países. La epidemia de senilidad en sociedades como la nuestra
genera a la vez un sentimiento de general satisfacción y orgullo (pues no
nos morimos antes de tiempo) y muchos desafíos y quebraderos de cabe-
za a los responsables sociales y políticos, a los individuos y a las familias.
Y la tendencia sigue al alza.
La revolución científico-tecnológica y el desarrollo económico han con-
seguido elevar la esperanza de vida al nacer hasta los 80 o más años en
la mayoría de los países ricos. En los últimos decenios, incluso en los
países con escasos recursos las posibilidades de llegar a edades similares
están aumentando de manera acelerada. Las causas son múltiples. Uno
podría pensar, de modo simplista, que son los avances biomédicos los
responsables de este incremento de la longevidad media del ser huma-
no, pero hay que mencionar sobre todo a la ingeniería, la agricultura
intensiva, la industria alimentaria y el comercio global, la educación, la
higiene, la política, y el progreso en la disminución de las desigualdades
sociales y la mejora de la cohesión social, pues tienen más influencia en
este hecho que el mejor control de las enfermedades por los médicos.
Es de justicia reconocer a cada área su mérito. Es conocida la asociación
entre desarrollo socioeconómico o cultural y el aumento de la esperanza
de vida. Ésta aumenta rápidamente cuando se dan condiciones de paz y
desarrollo, mucho antes de que se implementen tecnologías sanitarias o
médicas de vanguardia, asegurando condiciones de vida y seguridad físi-
ca, y suficiencia alimentaria en la población general. Citaré dos ejemplos:
En un estudio de 1994, se estimó que a los cuidados médicos se les puede
atribuir únicamente un 17-18% del incremento de la esperanza de vida
en Estados Unidos y Reino Unido a lo largo del siglo XX2, y en otro
trabajo más reciente, se ha calculado que los cambios socioeconómicos y

1. G. Abril, ¿Vamos a vivir 140 años? El País Semanal, 17 octubre 2017.


2. J. P. Bunker et al. Improving health: measuring effects of medical care. The Mil-
bank Quarterly 1994; 72:225-258.

Sal Terrae | 107 (2019) 117-130


120 daniel carnevali ruiz

políticos acaecidos tras la caída del muro de Berlín fueron responsables de


una rápida disminución de las diferencias en las tasas de mortalidad pre-
coz entre la Alemania Occidental y del Este y entre Alemania y Polonia3.
Dentro del campo estrictamente sanitario, el desarrollo e implementa-
ción global de las vacunas y el uso de los antibióticos en la segunda mitad
del siglo XX han evitado más muertes prematuras que ningún otro avan-
ce médico individualmente considerado. En 2017 se han vacunado más
de 116 millones de niños de los más de 130 millones que han nacido, una
cobertura nunca antes alcanzada4. En el campo de la geriatría, son mu-
chos los estudios que demuestran beneficios de estilos de vida saludables
sobre la morbimortalidad. En los últimos tres decenios se ha realizado un
progreso espectacular en algunas disciplinas médicas, que han aumentado
la expectativa vital de personas con problemas de salud que tradicional-
mente se consideraban insuperables o suponían límites infranqueables
para la vida. Pondré algunos ejemplos:
– Los trasplantes de órganos han supuesto una nueva oportunidad
para muchas personas destinadas a morir por insuficiencia de és-
tos (trasplantes de riñón, corazón, hígado, pulmón, páncreas…).
El mejor conocimiento de la inmunidad, el desarrollo de medica-
mentos antirrechazo, los sistemas de soporte vital avanzado en las
unidades de cuidados intensivos, y el avance de las técnicas qui-
rúrgicas han permitido aprovechar órganos de personas fallecidas
para otras personas que los necesitan. Incluso se pueden realizar
trasplantes de donantes vivos cuando ello no compromete la vida
de los donantes. La supervivencia post trasplante cardiaco, renal
o hepático es de más de 10 años. La investigación en tejidos y
órganos artificiales es inmensa y podrá ofrecer en un futuro próxi-
mo alternativas a algunos trasplantes sin necesidad de depender
de órganos de personas fallecidas. Por otra parte, la obtención y

3. E. Nolte, R. Scholz, V. Shkolnikov, M. Mckee. The contribution of medical care to


changing life expectancy in Germany and Poland. Soc Sci Med 2002;55(11):1905-21.
4. STRATEGIC ADVISORY GROUP OF EXPERTS ON IMMUNIZATION.
2018 Assessment Report of the Global Vaccine Action Plan. Geneva, World Health
Organization, 2018. (WHO/IVB/18.11). License: CCB Y-NC-SA 3.0 IGO.

Sal Terrae | 107 (2019) 117-130


¿se puede vencer a la muerte? los avances de la ciencia 121

utilización de células madre con potencial de desarrollar células es-


pecializadas de distintos tejidos es ya una realidad en el mundo de
la onco-hematología y algunas enfermedades metabólicas. En sín-
tesis, se parte del conocimiento de que todas las células somáticas
tienen la misma dotación genética (46 cromosomas) que codifica
la información necesaria para el desarrollo y especialización celular.
Normalmente, una vez se especializa una célula no tiene posibili-
dad de revertir esta especialización, pero se han detectado algunas
células llamadas “madre” en el individuo adulto que conservan aún
la posibilidad de diferenciación hacia distintas estirpes celulares. Su
uso clínico, junto a factores que estimulan su diferenciación espe-
cífica, consigue sustituir algunas funciones orgánicas (por ejemplo,
repoblar la médula ósea de un paciente con leucemia tratada con
quimioterapia a dosis que de otra manera sería letal).
– El conocimiento médico se ha socializado gracias a Internet. Cual-
quier médico tiene acceso inmediato a las últimas novedades de la
investigación, extendiendo el beneficio del saber científico de ma-
nera viral. Filtrar, valorar y contextualizar la información científica
es cada día más importante. Los buenos médicos, además de pro-
fesionales sabios y expertos, deben ser buenos integradores de la
ingente información científica que se genera diariamente.
– Las cirugías cardiacas y la utilización de prótesis cardiacas (stents,
válvulas, marcapasos, desfibriladores, corazón artificial) son ya ru-
tina en la mayoría de los países industrializados, y ello permite
que una gran culpable de la mortalidad anticipada actual, la enfer-
medad cardiovascular, haya disminuido o retrasado su pronóstico
fatal.
– El desarrollo de la biología molecular y las dianas terapéuticas ba-
sadas en el conocimiento del genoma, ponen cada día a disposi-
ción de los médicos y pacientes nuevos medicamentos para el trata-
miento de múltiples enfermedades, como el cáncer, o el sida. Hay
millones de personas que han sobrevivido al cáncer, y son millones
las personas que viven con el VIH con una esperanza de vida casi
igual a la de personas no infectadas por este virus mortal.

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122 daniel carnevali ruiz

– La enfermedad mental ha sufrido una revolución gigantesca gracias


al desarrollo de la psicofarmacopea, que mejora las condiciones de
vida y alarga la expectativa vital de tantos enfermos mentales, anti-
guamente abocados a un rápido deterioro físico y mental.
– En los últimos años se habla de una medicina “personalizada”,
donde el clínico puede conocer con precisión molecular si una en-
fermedad debe ser tratada con un determinado medicamento, an-
ticipando la probabilidad de respuesta al mismo, y hasta diseñando
estrategias individualizadas de tratamientos o fármacos a la medida
de cada uno.
– Las modernas técnicas de análisis de laboratorio o de imagen clí-
nica son capaces de diagnosticar múltiples procesos para los que
la cirugía y otras terapias (radioterapia, medicamentos) pueden
ofrecer una posibilidad curativa en fases de desarrollo precoz o
antes de que sean clínicamente evidentes; estas técnicas son apli-
cadas a programas de medicina preventiva y detección precoz de
múltiples tumores (por ejemplo, mama, colon, pulmón,…), u
otras enfermedades (programas de cribado neonatal de hipoti-
roidismo o fenilcetonuria, despistaje de enfermedades infecciosas
en el embarazo, diabetes mellitus, detección y control de factores
de riesgo cardiovascular –hipercolesterolemia, hipertensión arte-
rial–, etc.)
– La medicina neonatal, incluyendo la cirugía intraútero, consigue
sacar adelante a fetos o recién nacidos que antes eran inviables, y
casi sin secuelas a largo plazo. Cuando lo normal es nacer a las 40
semanas de gestación, vemos con natural orgullo cómo fetos de
hasta 22 semanas o menos consiguen sobrevivir fuera del útero.
– La medicina ha abandonado la perspectiva exclusivamente curativa
propia de la primera mitad del siglo XX. La medicina preventiva es
ya una parte esencial de la actividad de los médicos en todas las es-
pecialidades, mejorando la detección y control de factores de ries-
go de enfermedades prevalentes. Se promueven políticas sanitarias
que extienden estilos de vida saludable –dieta mediterránea, ejer-
cicio regular, reducción de exposición a tabaco, alcohol, drogas y

Sal Terrae | 107 (2019) 117-130


¿se puede vencer a la muerte? los avances de la ciencia 123

otros tóxicos, políticas de seguridad en el medio laboral, reducción


de accidentes domésticos y de tráfico, etc...– Se ha generalizado el
examen de salud en personas sanas, el diagnóstico y control de la
hipertensión arterial, la hipercolesterolemia, o la diabetes mellitus,
la osteoporosis, etc. Cada día hay más personas asintomáticas con
múltiples diagnósticos y terapias crónicas, que evitan o retrasan
enfermedades y muertes precoces. El médico ya no espera al pa-
ciente sintomático, pues le diagnostica y trata en fases presinto-
máticas. Los recursos sanitarios consumidos en la atención al indi-
viduo sano son enormes. El worried well patient es habitual en las
consultas. A veces se genera en la población una ilusa percepción
de que todas las dolencias son previsibles, y de que “alguien” tiene
la responsabilidad de evitarlas, detectarlas o controlarlas a tiempo
de evitar el daño. Ante la llegada de la enfermedad, surgen a veces
planteamientos del tipo: “¿Qué he hecho yo que me haya provo-
cado este problema? o más aún, ¿qué no he hecho, o no me han
hecho? ¿qué podría haberlo evitado? ¡Alguien tiene la culpa de esto!
¡Alguien es responsable y debería asumirlo!”
– Yendo más lejos, los investigadores están desentrañando los me-
canismos biológicos implicados en el envejecimiento. El tema es
complejo, pues envejecer es el resultado de procesos psicosociales
y biológicos múltiples e interrelacionados. Menciono algunos de
ellos, en el plano celular, por su importancia y porque cada uno
de ellos ha generado importantes líneas de investigación, con el
fin de poder manipular, retrasar o revertir el envejecimiento5:
• La inestabilidad genética durante la vida (mutaciones que se
producen y se acumulan en el ADN como efecto de errores
aleatorios en la maquinaria enzimática replicativa celular, algu-
nas de ellas asociadas a la expresión de proteínas defectuosas que
inciden en el deterioro de órganos y tejidos) se ha relacionado
con los cambios biológicos que promueven el envejecimiento.

5. C. López-Otín, M. Blasco, L. Partridge, et al. The hallmarks of aging. Cell


2013;153(6):1194-1217.

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124 daniel carnevali ruiz

Algunos tratamientos destinados a promover la reparación del


ADN podrían ser beneficiosos para disminuir la senilidad.
• El estudio de los telómeros, la parte final de los cromosomas,
con secuencias de ADN repetitivas implicadas en la estabilidad
celular y los procesos de muerte celular programada o apoptosis.
• Alteraciones epigenéticas (ciertas mutaciones en las proteínas
reguladoras del ADN, por ejemplo, las histonas del núcleo
celular se han asociado a fenómenos de aceleración del enve-
jecimiento, algunas de ellas con posibilidades de intervención
terapéutica, ya probadas en ratones).
• La alteración de la proteostasis (la autorregulación y función de
las proteínas) se ha asociado a cambios genéticos, daño tisular y
envejecimiento prematuro. Se han diseñado algunas estrategias
para su modificación en algunas especies de organismos senci-
llos, y algunos mamíferos, consiguiendo alargar su expectativa
de vida.
• La senescencia celular, es decir, la acumulación de productos
metabólicos celulares, que genera la activación de señales in-
flamatorias crónicas, deterioro genético celular o activación de
la apoptosis, implicado en la aparición de múltiples procesos
previamente calificados como degenerativos o asociados a la
edad de modo fatalista (arteriosclerosis, osteoporosis, deterioro
cognitivo, hasta las “arrugas” faciales…)
• Cambios en la regulación del metabolismo celular inducidos
por los alimentos. Existen múltiples líneas de investigación –y
de mercado potencial– con las llamadas dietas antienvejeci-
miento, con inversiones millonarias.
• Cambios en el metabolismo y la genética mitocondrial. Las mi-
tocondrias son estructuras en el citoplasma celular, encargadas
de la gestión de la energía. Son por así decirlo, el centro de com-
bustión donde se genera la energía necesaria para las distintas
funciones celulares. Tienen material genético propio (ADNm)
que funciona independiente del ADN del núcleo celular.

Sal Terrae | 107 (2019) 117-130


¿se puede vencer a la muerte? los avances de la ciencia 125

Cambios en el ADNm y de determinadas proteínas mitocon-


driales se han relacionado con la pérdida de función y senes-
cencia celular, y su modificación podría ofrecer estrategias de
detención o regresión del envejecimiento.
• Pérdida de función y agotamiento de las células madre. Se están
investigando fármacos que eviten la pérdida de dichas células
con el objetivo de mantener una provisión de las mismas capaz
de contribuir a la reparación de los tejidos dañados por el paso
del tiempo.
• Cambios en la comunicación celular, mediante sustancias que
actúan como señales entre los distintos tejidos, como factores
inflamatorios, citocinas u hormonas que actúan localmente o a
distancia, amplificando las señales de daño tisular o acelerando
el deterioro de los tejidos por la edad. Se están investigando ya
fármacos que puedan modificar la síntesis y acción de dichos
mediadores intercelulares.

En los próximos años se impondrá la evidente realidad de la prolongación


de la longevidad de la especie humana, con innumerables retos asociados,
sociológicos, políticos, económicos, sanitarios, morales… En este terre-
no, la humanidad se verá sorprendida: Seremos más longevos… Es lo
que queríamos, y ahora ¿qué? La pregunta provoca múltiples reflexiones.
Algunas cuestiones se suscitan desde la óptica de la medicina, y ello sin
querer cerrar el discurso, que es más amplio de lo que se podría enunciar
en estas páginas. La sociedad ha de hacer un gran esfuerzo de reflexión
global sobre cómo afrontar las oportunidades, retos y dificultades que
plantea una población envejecida y a la vez llena de “jóvenes añosos”.

¿Qué dilemas suscita el avance de la medicina en lo referente al retra-


so de la muerte más allá de los límites actuales?

Lo primero es pensar si deberíamos considerar la prolongación de la ex-


pectativa de vida como problema. Nadie quiere morir antes de tiempo.
Pero ¿qué significa eso? ¿Antes de qué tiempo? ¿El tiempo de poder dis-

Sal Terrae | 107 (2019) 117-130


126 daniel carnevali ruiz

frutar de la vida? Porque si vivir más años significa, con los estándares
actuales, tener más probabilidades de vivir más tiempo sometidos a las
limitaciones de la biología, posiblemente pocos querrán vivir muchos
más años sabiendo la elevada probabilidad asociada a la edad senil de pa-
decer deterioro cognitivo progresivo, limitaciones visuales, auditivas, de
locomoción, o de cualquier otro tipo, y altísima también la probabilidad
de perder la autonomía a medida que vamos escalando la pendiente de
la pirámide de población. Pero llegado el momento, pocos son los que
quieren dejar la vida. No querer ser viejos no equivale a querer morir si
llegamos a vernos viejos. Nos asusta con toda lógica la vejez y su posible
deterioro biológico, físico y mental asociado, o perder la autonomía per-
sonal, que se ha convertido en el gran ídolo al que adorar. Aceptar que
dependemos unos de otros desde el nacimiento a la muerte, para algunos
puede ser tanto como rebajar la categoría del ser humano a un ser infra-
humano que no merece la pena vivir ni sostener. Tan es así, que pronto
se nos dará a elegir poder acabar legalmente con la vida, utilizando pre-
cisamente el sistema sanitario que debería tratar de protegerla (suicidio
asistido, eutanasia) si nuestra autonomía y/o funcionalidad personal se
nos vuelve insoportable como consecuencia de dicho deterioro6. Algunos
podrían ver esta opción hasta como un imperativo ético, por una supues-
ta solidaridad con el sufriente; o por evitar ser una carga para otros – los
familiares o la sociedad en su conjunto–, por parte del sufridor. Vivir más
años con limitaciones, además de ser una carga personal, se volverá un
motivo de culpa por no pedir acabar ya con ello y, sin embargo, elegir
seguir vivo, aunque dependiendo de los demás.
La imagen bucólica del viejo en perfectas condiciones es rara y se vive
como excepción jubilosa cuando se tienen más de 80 años. Si vivir más
significa poder disfrutar más años de vida activa creativa, autónoma y
consciente, posiblemente todos nos apuntaríamos. La investigación va
en esa línea, es decir, no solamente se trata de que vivamos más, sino que
el proceso biológico de deterioro físico y mental asociado a la edad se

6. GRUPO PARLAMENTARIO SOCIALISTA DE CORTES GENERALES.


Proposición de Ley Orgánica de regulación de la eutanasia. Congreso de los Dipu-
tados, 3 de mayo de 2018.

Sal Terrae | 107 (2019) 117-130


¿se puede vencer a la muerte? los avances de la ciencia 127

pueda prevenir o revertir. Entonces, podríamos ser personas de 90 o 115


o más años viviendo en cuerpos con biologías mejoradas, como de 40 ó
60 años, por ejemplo. Ya no es ciencia ficción. Parece que en cuestión de
unos pocos años lo podremos conseguir. La investigación está en marcha,
y ya sabemos la vertiginosa carrera de los científicos y el suculento boca-
do económico que supondrá para las empresas que lideren este proceso.
La sociedad cambiará tanto y tan rápidamente que es difícil de imaginar
siquiera. Los esquemas mentales acerca de las etapas de la vida y las expec-
tativas de realización personal en cada una de ellas cambiarán (infancia,
juventud, madurez, vejez) e incluso la definición de vejez cambiará. Si sé
que puedo vivir por ejemplo hasta los 130 años en buenas condiciones,
¿qué prisa tengo en crecer, madurar, trabajar, tener hijos…? ¿cómo esta-
bleceremos las prioridades vitales, cómo nos organizaremos socialmente,
qué sentido tendrá la familia y cómo se organizará? Son preguntas no
contestadas. Ya hay pensadores que han publicado auténticos best sellers
reflexionando acerca de estas cuestiones tan provocativas7.
Desde otro punto de vista, también complejo, se plantea la cuestión so-
cial: ¿quiénes podrán acceder a los beneficios de los mencionados avances
científicos? ¿sólo los ricos, los que viven en países desarrollados, los que
paguen por ello, los que hayan nacido en sitios donde la sanidad provea
de semejantes beneficios? No es difícil de imaginar. De hecho, ya ocurre.
La probabilidad de sobrevivir al cáncer, al sida, a un infarto de miocar-
dio, o a un parto difícil, es superior en un país rico que en uno pobre;
y dentro de un país rico, es más alta en personas con cultura y recursos
económicos que sin ellos, aunque existan sistemas sanitarios de acceso
universal, como el nuestro, que reequilibran las cosas en cierta medida.
Las diferencias de supervivencia impuestas por las enfermedades son im-
portantes en función de la cuna. ¿Cómo no entender que ello condiciona,
al menos en parte, el flujo migratorio global actual? Y esas diferencias se
incrementarán cada vez más si no hay un consenso global de cuál es el
mínimo común denominador de lo que significa vivir humanamente con
dignidad. La Declaración Universal de los Derechos Humanos habrá de

7. Y. N. Harari. Homo Deus. Breve historia del mañana. Ed. Debate, 2016.

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128 daniel carnevali ruiz

ser reescrita, pues no se trata de afirmar de manera abstracta el derecho a


la vida, la libertad o la educación, sino que habrá que consensuar qué y
cuánta vida, qué libertad, qué nivel de educación, o qué estándar de vi-
vienda nos corresponden como legado mínimo digno a cada ser humano,
y cómo orquestamos un consenso social que garantice llegar a ese mínimo
antes de seguir “explorando las estrellas”.
El discurso moral por otra parte, en el terreno individual, no se debe
reducir a aceptar acríticamente lo que es natural como algo bueno en
sí mismo por ser natural (parece un eslogan publicitario), y rechazar o
poner en suspenso lo que sea artificial, como tantas veces se ha hecho a
lo largo de la historia. Ese suele ser un discurso maniqueo y demagógico:
No hay nada más natural que morirse en el parto… o de un infarto de
miocardio, y nadie defendería dejar de atender dichos asuntos por ser
“antinatural” una cesárea o un cateterismo… Es preciso discutir con ma-
yor profundidad el tema, y llegar a un consenso sobre lo que es prudente,
proporcional, realmente humano, y justo en lo concerniente a la atención
médica. Mirar por los individuos, pero también por las sociedades. Lo de
siempre: ¿El progreso va en contra o a favor del ser humano? Los defenso-
res del efecto contagio defenderán el progreso a toda costa pues los bene-
ficios se irán extendiendo a capas cada vez más extensas de la población,
aunque siempre los ricos podrán beneficiarse antes y con mayor amplitud
de los frutos de las investigaciones.
Otra cuestión separada es quién sostiene económicamente esta empresa.
Si el límite de vida laboral sigue anclado en los 65-70 años, y sigue siendo
escaso el recambio generacional, ¿cómo sostener la ingente proporción de
personas añosas económicamente dependientes que conviven con un sec-
tor productivo cada vez menos amplio y con vidas laborales (y por tanto
contributivas) más cortas? No se trata solo de garantizar las pensiones, va
mucho más allá. El coste de la sanidad crece a medida que envejece una
población. Por el aumento de la demanda, y porque la tecnología sanita-
ria es cada vez más sofisticada, y más cara de implementar. Los sistemas
sanitarios y los responsables políticos y gestores de los mismos llevan años
devanándose los sesos para optimizar los gastos y redistribuir los recursos.
La cartera de servicios sanitarios hasta hace pocos años era creciente en

Sal Terrae | 107 (2019) 117-130


¿se puede vencer a la muerte? los avances de la ciencia 129

paralelo al desarrollo de la ciencia. Pero el avance científico es mucho


más rápido que el progreso económico. Los países apenas pueden asumir
el coste exponencialmente creciente de los avances médicos, mientras la
economía, si crece, lo hace linealmente y a paso lento. Es difícil incluir
cada logro científico-tecnológico en el catálogo de servicios de los siste-
mas públicos de salud, por lo que se impone analizar detalladamente el
beneficio social de la innovación, no solo el individual, y establecer por
consenso lo que se considera un gasto aceptable, al menos con dinero pú-
blico. Como ejemplos, citaré dos debates recientes: ¿Los procedimientos
de fertilidad artificial “a la carta” se deben costear con fondos públicos?
¿Los nuevos medicamentos (normalmente de altísimo coste) deben ser
utilizados siempre, por el hecho de disponer de ellos, a cargo del erario
público? En España hemos tenido en los últimos años un debate inte-
resantísimo acerca de cómo establecer las prioridades para tratar a las
personas infectadas por el virus de la hepatitis C: Se han cruzado argu-
mentos médicos, sociales, y de oportunidad política, además de cómo las
administraciones pueden influir o acotar el beneficio de la industria pri-
vada, que pone en el mercado los fármacos o la tecnología (un ejemplo, la
cirugía robótica)8. Se menciona que las empresas privadas arguyen como
justificación para el precio de los fármacos o dispositivos la recuperación
de la inversión empleada en la investigación y desarrollo de los mismos,
aunque se sabe que mucha de la investigación básica está sostenida con
fondos públicos.

A modo de conclusión: Persiste el debate entre progreso científico,


moral individual y justicia social

El ser humano por primera vez se asoma a una era en la que podría alcan-
zar el mito de la ¿eterna? juventud y la investigación biomédica está apre-

8. ORGANIZACIÓN MEDICA COLEGIAL Y CONSEJO GENERAL DE


COLEGIOS OFICIALES DE MÉDICOS. Jornada-debate sobre hepatitis C: La
hepatitis C según pacientes, profesionales sanitarios, industria farmacéutica y par-
tidos políticos. 5 de marzo de 2015. Disponible en: https://www.youtube.com/
user/OMCtelevision

Sal Terrae | 107 (2019) 117-130


130 daniel carnevali ruiz

tando el acelerador para conseguirlo. En pocos años será probable dispo-


ner de estrategias terapéuticas que retrasen o reviertan el envejecimiento.
La Medicina suma un nuevo fin a sus tradicionales objetivos de curar al
doliente, aliviar el sufrimiento y prevenir la enfermedad y la muerte pre-
matura; ahora se añadirá la posibilidad de mantener la juventud y evitar
el deterioro asociado al paso de los años, que ya no se vivirá como destino
inevitable. La demanda es infinita, pues todos seremos ávidos clientes po-
tenciales de este nuevo mercado. ¿Quién no querría mantenerse en buen
estado de salud por más años, evitar el declive asociado a la vejez y alejar
cada vez más la muerte?

Sal Terrae | 107 (2019) 117-130


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Las primeras escaramuzas apostólicas de Ignacio en España, a excepción de


Manresa y Barcelona, le acarrearon muchos disgustos, y los problemas que le
causaron le persiguieron hasta París y Roma. Con la aprobación de los Ejer-
cicios por parte de Paulo III, en 1548, los disgustos y los ataques no cesaron.
Esta obra recoge las defensas o apologías que entonces se hicieron. Y, sobre
todo, presenta traducidos por primera vez al castellano los ataques de Mel-
chor Cano y la «Censura» que Tomás de Pedroche presentó al tribunal de la
Inquisición, así como la extensa defensa que en contra de la misma redactó
Jerónimo Nadal.

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¿Cómo evangelizar hoy de modo lúcido, incisivo y fecundo? Esta parece hoy
la pregunta del millón en nuestra Iglesia occidental. Este libro intenta una
respuesta, en su vertiente teórica y práctica. Teología, cultura y pastoral, en
su íntima interrelación, han de ir de la mano en la propuesta evangelizadora.
Una Iglesia misionera ha de resolver adecuadamente ante todo tres desafíos
mayúsculos en nuestra cultura: inculturarse sin perder por ello el tenor pro-
pio de la fe cristiana, responder a la demanda religiosa de nuestra cultura y
generar identidad y pertenencia eclesial sana en el marco del individualismo
posmoderno.

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133

Saber que vamos a morir puede


iluminar la vida
E nrique C liment C arrau , S.J.*

Fecha de recepción: diciembre de 2018


Fecha de aceptación y versión final: enero de 2019

Resumen
Desde la experiencia personal vivida, en la Comunidad-Enfermería jesuita de
Alcalá de Henares, mostrar nuestro intento de acompañar la enfermedad y la
muerte de nuestros enfermos y mayores. Acompañar la muerte en beneficio de
la vida. Señalando cuatro “tiempos previos, de espera, de la aceptación, y de la
angustia. Mediante el escuchar, crear un ambiente, agradecer y respetar. Co-
municar al lector, con una cierta ternura y humor, la entrañable humanidad
de nuestros compañeros que Dios acoge. Y tomando conciencia de que, algunos
de nuestros compañeros, murieron tiempo antes de entrar en procesos finales de
demencia, Alzheimer, dolores imposibles de aguantar (paliativos y sedación)
Palabras clave: humanidad, escucha, agradecimiento, silencio, esperanza

Embracing death can illuminate life

Summary
From personal experience, in the Jesuit nursing community of Alcalá de Henares,
showing our intent to accompany the illness and death of the sick and elderly.
Accompanying death to benefit life. Distinguishing four stages: times gone by,
time spent waiting, time for acceptance and time of distress. By means of listen-
ing, creating an environment, giving thanks and showing respect. Sharing with

* Rector del Colegio Mayor y Seminario Pontificio Comillas. eclimentcarrau@


gmail.com

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134 enrique climent carrau, s.j.

the reader, through tenderness and humour, the cherished humanity of our fellow
men and women whom God embraces. And recognising that some of them died
before entering the final stages of dementia, Alzheimer, unbearable pain (pallia-
tive and sedation).
Key words: humanity, listening, thanks, silence, hope

Desde mi experiencia personal

Nueve años como Superior de la comunidad jesuita de Alcalá de Henares


y Director de la Enfermería (septiembre 2008-2017) con 18 habitaciones
para jesuitas mayores o enfermos, la mayoría en situación de casi total
dependencia. Comunidad con una media de edad elevada (en torno a
los 83 años). En estos nueve años he celebrado 65 funerales, con 65 ho-
milías. He sufrido, he llorado mucho, he acompañado los últimos días
o las últimas horas de amigos muy queridos. En la tranquilidad de sus
habitaciones en la comunidad y, en la asepsia necesaria de la habitación
hospitalaria, incluso en esa especie de orfandad del box de urgencias.
He acompañado en silencio perplejo episodios de tremenda rebeldía con-
tra el dolor, la enfermedad y la muerte. He asistido haciéndome presente
con delicadeza, una caricia o una palabra que era oración, a largas horas
de espera paciente y de agonía. Con admiración ante “el arte del bien
morir” de unos y la sorprendente realidad de pobrezas y debilidades casi
escandalosas de otros.
He vivido la necesaria profesionalización de nuestras enfermerías. Se pue-
de afirmar que, desde los años 90 del siglo pasado ha habido una len-
ta pero eficaz transformación de nuestras enfermerías. A la vez suceden
cambios que no afectan solamente a la modernización del mobiliario y el
equipamiento, se intenta una comprensión más profesional del cuidado
del residente y una espiritualidad más congruente con la teología de la
vida religiosa renovada en los años del postconcilio.
Cercanía al enfermo o mayor y, a la vez, ventanas abiertas por las que
penetre la realidad. Hoy día, nuestras comunidades y enfermerías no son
islotes aislados, alejados del discurrir sociopolítico y religioso de la vida

Sal Terrae | 107 (2019) 133-145


saber que vamos a morir puede iluminar la vida 135

real. Quizás la clausura de otros tiempos lo fuera. Hoy no lo es y no lo


deseamos. Recuerdo que en visita del Delegado para la Tercera Edad y
su Comisión Técnica a la residencia/comunidad de Alcalá de Henares
se nos indicaba: “no podemos limitarnos a mejorar y cuidar los aspectos
sanitarios técnicos, hay que favorecer y cuidar las demás dimensiones de
la persona: aspectos humanos, socio-religiosos”1. Conocer debilidades,
fortalezas y necesidades. Si queremos acompañar a nuestros enfermos
tendremos que escuchar lo que necesitan.
Pienso que no todo el mundo vale para este servicio, se requiere un cierto
carisma para estar allí, para escuchar incluso lo que no se dice y el enfer-
mo sufre por no saber expresarlo; reverenciar, acompañar la soledad que
se agudiza en esos momentos, acoger la angustia creciente, contemplar
en silencio reverente los trayectos depresivos por los que pasa el enfermo
terminal, “saber y gustar” y sufrir en silencio ese momento privilegiado.
Acompañar de forma que se pueda afirmar: “La muerte no tiene por qué
ser una tragedia”. Y, puede, quizá, en su dureza hablarnos de esperanza.
El profesor Javier de la Torre nos dice: “En una cultura donde la muerte es
tabú, se ha producido afortunadamente un cambio con la aparición en el
s. XX de alternativas ‘marginales’ al morir, común en los hospitales, como
son los hospicios y los cuidados paliativos… Nacen de la toma de concien-
cia de la necesidad de un cuidado holístico e integral del paciente…”2.
La contemplación misericordiosa de la realidad llevó a la Madre Teresa a
la apertura de las Casas de acogida de moribundos y ancianos abandona-
dos, como espacios propicios a una muerte pacífica. Otras organizaciones
del ámbito cristiano se han sentido llamadas a la misma tarea y el papa
Francisco, en la bula de la Misericordia, anima a recorrer este camino, y
nos redescubre el valor de las obras de misericordia: “la Iglesia será llamada
a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a
vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida

1. Acta de la visita de esta Comisión Técnica a la residencia/comunidad de Alcalá


de Henares (18-19 de abril de 2015)
2. Javier de la Torre, Pensar y sentir la muerte. El arte del buen morir. San Pablo,
Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 2012, p. 249

Sal Terrae | 107 (2019) 133-145


136 enrique climent carrau, s.j.

atención... Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a no-


sotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad
y de la fraternidad”3.
Requiere sujeto, conciencia y la situación “de las cabezas” para acompañar
un trayecto donde se sostiene la vida y lo que significa y con qué lenguaje
nos comunicamos.
“Lo peor, las cabezas”. Hace ya muchos años al salir de una reunión en
la residencia de San Luis (Villagarcía de Campos, Valladolid) pregunté a
un Hermano enfermero de mucha experiencia: llevas casi treinta años en
esta tarea, qué es lo más difícil de sobrellevar, “las cabezas” me contestó.
Creo que, en aquel momento, no percibí la profundidad de aquella afir-
mación tan escueta.
Ahora lo entiendo muy bien y lo comparto. En estos últimos años, por di-
versas causas y entre ellas, la abundancia de cuidados médicos y la atención
positiva que reciben los enfermos, se da un progresivo alargamiento vital
que media entre la jubilación y la muerte. El enfermo empeora y, como es
lógico, recibe todos los cuidados y, con frecuencia, la enfermedad se vuelve
crónica, la muerte se dilata; se generan, entonces, procesos de deterioro
grave de la persona, con la aparición paulatina de demencias y otros tipos
de enfermedades mentales; se agrava el Alzheimer en los que lo padecen y
se quiebra el equilibrio psicológico: obsesiones de todo tipo, alteraciones de
personalidad y demencias. El cuadro final es muy duro de sobrellevar: gri-
tos y malas respuestas, relaciones ambiguas hacia las enfermeras y cuidado-
ras, actitudes muy poco ejemplares en jesuitas que en su vida normal fueron
educados, generosos y, con una entrega a Dios y a los hermanos plena. El
ambiente de la enfermería se enrarece y repercute en el equipo sanitario y
en los jesuitas. Acompañar esta situación es muy agotador y uno mismo se
siente débil, muy vulnerable. Sí, “lo peor las cabezas”.
El P. Adolfo Nicolás, S.J. en su visita a Andalucía como P. General de la
Compañía de Jesús no pudo visitar a los enfermos de la comunidad de
Málaga y les envió este mensaje:

3. Papa Francisco, Misericordiae Vultus, n. 15.

Sal Terrae | 107 (2019) 133-145


saber que vamos a morir puede iluminar la vida 137

“Soy consciente, por otra parte, que en una enfermería el sufrimiento


corporal abunda. Y que cuando abunda, muchos de ustedes encuen-
tran dificultad en orar. Muchos creen incluso que no pueden orar.
Pues bien, Oriente me ha enseñado que no es así. Que la oración más
real se dará en toda la persona, que el cuerpo también ora y acompa-
ña –apoyando o dificultando– la oración. Por eso creo firmemente
que cuando el dolor o la desazón corporal nos hacen pensar que no
oramos, es solamente la mente que no puede pensar, o concentrarse o
sentirse en comunicación con el Señor. En esos momentos es el cuer-
po el que ora en su dolor y su angustia. La mente calla, pero el cuerpo
llama, grita, le pide al Señor una cercanía mayor que alivie el pesar y
alegre el corazón”4.

Lo que expresa el P. Nicolás nos iluminó para acompañar situaciones do-


lorosas que sufren los enfermos cuando lo que, con la mejor intención
hacemos por ayudarles, nos deja situaciones crónicas y degenerativas. La
ciencia consigue alejar el momento de la muerte por hidratación, nutri-
ción artificial y otros tratamientos. Y, al final, el médico te deriva al hospi-
tal, entorno que acentúa la soledad y, con alguna frecuencia, la inevitable
sedación. Acompañamos allí al enfermo testigos de una situación muy
ambigua: deseas el alivio de los dolores, pedimos tratamientos paliativos
(opiáceos, morfinas)5, sedación incluso; a la vez, deseas que al enfermo le
llegue una palabra afectuosa, que sepa que estás allí, a su lado a través de
una caricia, pero ignoras si ese mensaje llegará a la persona querida, ya se-
miinconsciente. Son emociones muy duras, pura entraña de humanidad.
De ninguna manera este final es general. Hay enfermos que mantienen
una exquisita vida interior, expresan presencia de Dios a través de la paz
y serenidad con la que aceptan sus limitaciones, ofrecen sus dolores en
silencio y agradecen las atenciones que reciben. Después me referiré a
esos casos.

4. Nota manuscrita 9 de noviembre 2011


5. “La Comisión Técnica piensa que tenemos poco desarrollados estos cuidados y
que tampoco tenemos claros lo que se entiende por tales”. Delegado de la Ter-
cera Edad: Carta a los equipos de jesuitas de las comunidades-enfermería (17 de
julio de 2016), pg. 3.

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138 enrique climent carrau, s.j.

La ambigüedad del lenguaje. Atención a los engaños del lenguaje. En el


ambiente de nuestra sociedad de occidente, la palabra muerte resulta mo-
lesta, ineducada, es poco oportuna cualquier alusión a la muerte. Incluso
aquella imagen tan nuestra de la familia reunida en casa acompañándose
mutuamente por la pérdida de un ser querido, que ha recibido la atención
y los cuidados necesarios en el hogar es casi un recuerdo del pasado. Se
fallece en la frialdad de un hospital, acompañado con dificultad por la
familia y amistades, a veces sólo en un box, en la UCI, o en la habitación
esperando el comienzo de la sedación.
Esta cultura nos invade, está en el aire y la respiramos; lleva, con fre-
cuencia, en suspensión este tipo de mensajes de banalidad, ocultación y
materialismo que aspiramos sin darnos cuenta. Una cultura hedonista, de
la publicidad, del espectáculo, del miedo a la muerte. Asimilamos todo
ello. El profesor Javier de la Torre, en el estudio ya citado, señala: “una
característica actual de nuestra cultura es el destierro de la vivencia central
cristiana del sufrimiento redentor, del asociar el sufrimiento propio por
amor al sufrimiento de Cristo que dio su vida por amor y por aliviar todo
sufrimiento y enfermedad”6.
Lo he visto en mí, en otros jesuitas y en el ámbito de cuidadoras y enfer-
meros. Lo he vivido en el lenguaje: silencios, eufemismos que dulcifican
realidades duras como “cáncer, o muerte”, decimos “sí, el Padre nos ha
dejado”, “se fue apagando…”. Cuesta expresar al enfermo, sin maquillar-
los, determinados resultados de un análisis o las opiniones tajantes de un
médico que temo depriman al enfermo. Como si el enfermo no fuera un
adulto, religioso, además, capaz de recibir una noticia grave. Y no fuera
necesario dejarle, pues es derecho suyo, el tiempo consciente para poder
despedirse, asumir en peso su vida y su propia muerte. “Sería un mal ser-
vicio anular o camuflar este momento, que hay que afrontar con verdadero
compañerismo”7.

6. Javier de la Torre, Pensar y sentir la muerte. El arte del buen morir. San Pablo,
Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 2012, p. 223
7. Doc. cit. Carta a los equipos de jesuitas de las comunidades-enfermería (17 de
julio de 2016), p. 4.

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saber que vamos a morir puede iluminar la vida 139

1. Un saber que ilumina “los tiempos previos”. Escuchar

Nos preguntamos cuándo sabemos de modo nuevo, distinto, existencial que


la muerte está ahí, cerca y, “para mí”. Un cambio de destino, un accidente,
la muerte de alguien cercano, caer en la cuenta de la edad que tengo y la
enfermedad que sufro; todo ello me señala una realidad: estoy en lista y la
posibilidad de la muerte no es una ficción, me aproximo al momento de-
finitivo. Lo voy haciendo mío y como todavía mi cabeza funciona, com-
prendo que es momento de hacerse cargo de la totalidad de la vida. Ha
dejado detrás actividad y compromisos. Se abre un espacio de reflexión,
de silencio fecundo. Ahora se puede preguntar con lucidez qué me queda
por hacer: valorar la vida que tengo, aprovechar el tiempo, pedir perdón al
Señor y a mis hermanos, arreglar mis papeles, testamentos y dineros. Es
éste el cuadro habitual de nuestras comunidades-enfermerías. Estamos en
el tiempo previo. El momento de la escucha propia y de los otros.
Acompañar a la persona mayor o enferma requiere, sobre todo “escu-
char”. Escuchar con paciencia y tiempo. “El arte de la escucha es el arte
de la espera”. Escuchar significa generar confianza en el otro y mostrarle
una aceptación incondicional. No vale cualquier momento ni cualquier
espacio… Es esencial escoger el momento adecuado para comunicarse
y saber ir más allá de lo que el enfermo nos dice o intenta expresar. Me
impresionó lo que contaba un misionero con larga experiencia en África:
en un centro para niños discapacitados en Burundi había un cartel con la
siguiente frase: ‘Escuchamos lo que el otro no puede decir’.
Ponemos el acento en la comunicación y en la escucha. Quien tenemos
delante no es un enfermo, anciano, deteriorado, con Alzheimer… Cuida-
do con la generalización, con la caricatura. La única manera de evitarlo:
Tiempo y dedicación sin prisas, capacidad de ponerse en el lugar del
mayor y del enfermo, entenderlo, tratar de comprender qué pasa por su
mente, cómo y por qué se siente así, con sus creencias, sus valores, perso-
nalidad, historia…
El enfermo, el anciano tiene historia y conviene conocerla: familia y
su relación con ella (pasada y presente). Tiene apellidos… Experien-
cias vitales que hayan podido marcarle: ha vivido una guerra, ha sido

Sal Terrae | 107 (2019) 133-145


140 enrique climent carrau, s.j.

secuestrado, ha vivido muy sólo; Hermano o Padre; ha sido superior;


ha tenido cargos de responsabilidad; ha sido un jesuita bueno, anónimo
(cocinero, comprador, profesor universitario); con gran cantidad de rela-
ciones (alumnos, relaciones pastorales, confesor…), etc., etc.
Nuestro enfermo, anciano desea ser valorado, estimado, querido por
lo que fue y, por lo que es actualmente. Las rarezas de carácter en una
situación tan dolorosa pueden hacernos olvidar que fue una persona ge-
nerosa, entregada, brillante, capaz… y ¡buena gente!
Nuestro enfermo, anciano atraviesa diversas fases de su enfermedad y
conviene saber dónde se encuentra: esas situaciones afectan a su carácter,
a su modo de relacionarse, a sus respuestas, a sus faltas de considera-
ción… A sus momentos de angustia, de pronto se toma conciencia de la
cercanía de la muerte, del dolor, del aislamiento y limitación, la casi total
dependencia de otros…
Nuestro enfermo, anciano tiene vida interior, experiencia espiritual,
fe, sentido de pertenencia a la Compañía. Puede haber sido fecunda,
integradora…Ahora está acrisolada por la prueba, el rechazo, la rebel-
día…O se está viviendo una pacificación interior consciente y envidiable.
Con una suerte de entrega generosa de lo propio y un sano desapego por
tantas cosas…
Cuidar debe tener en cuenta la espiritualidad: vida interior, relación con
la transcendencia (Dios), con lo demás, con el mundo, consigo mismo.

2. Un saber que ilumina “los tiempos de espera”. Crear un ambiente

De los tiempos previos, nos aventuramos a un espacio más delicado: a


“los tiempos de espera”. Tiempos que pueden alargarse, la enfermedad se
hace crónica. Así funciona nuestra compleja naturaleza humana ante la
tremenda aventura de la muerte. Y, sin embargo, en esa espera difícil y
entrañablemente humana se puede dibujar “mapa para ir al cielo” (así
lo define un seminarista, habitual de nuestra casa de Alcalá).
Preparase a morir, sí… pero se puede disfrutar del tiempo de espera. El P. Ló-
pez Azpitarte, S.J., recordaba a un simpático jesuita sevillano, por encima

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saber que vamos a morir puede iluminar la vida 141

de los 90 años, que no podía ni siquiera levantarse ya de la cama. Cuando


él iba a visitarlo le solía repetir con frecuencia: “Le pido a Dios que venga
a recogerme cuando quiera, pero que no tenga prisa”.
En el ambiente de la enfermería que yo he vivido, se respira, más bien, el
deseo de facilitar a nuestros enfermos una suficiente calidad de vida. En
lo espiritual, en las actividades lúdicas o de mantenimiento se pretende
generar un “aceptable sentirse bien” en casa. Con una suficiente apertura
al mundo real, lectura de los periódicos y facilidad para las visitas de fa-
miliares y amigos.
No se trata de olvidar la realidad de la muerte, está frente a nosotros y la
hace presente el fallecimiento de cualquier compañero. Pero yo repetía
con frecuencia: A la casa de Alcalá no se viene a morir, se viene a vivir y vivir
con gozo y aprovechamiento hasta que el Señor nos llame”.
Y, la verdad es que vivimos momentos inolvidables. En Navidades, Se-
mana Santa y verano se cierra el Colegio Mayor y Seminario Pontificio
Comillas. Nosotros recibíamos algunos seminaristas y sacerdotes. Uno
de ellos, dominicano, excelente sacerdote, guitarrista (Diócesis de San
Francisco de Macorís). A media mañana, en la enfermería, y siempre que
había ocasión, abríamos un espacio de comunicación y aprovechamos la
presencia del sacerdote dominicano para que se presentase él y su dióce-
sis. Lo hizo con la guitarra y cantando. Primero, el himno del seminario;
después explicó la importancia de la música en la cultura dominicana y,
más tarde, vino el milagro: convenció a unos treinta jesuitas mayores y
enfermos para que fueran el coro de un merengue dominicano. Debían
cantar “ay, mamá Inés, ay, mamá Inés”, con alegría, con ritmo. Teobaldo
hacía el solo. Y, el milagro se produjo una y otra vez. Enfermeras, cui-
dadoras y yo, ¡admirados! Había vida, alegría, aunque no fuéramos el
Orfeón Donostiarra.
Teníamos los lunes a las 17.15h. “Lectio divina… en comunidad”. Hasta
las 18.00h. Más de treinta jesuitas rezando juntos, las hojas preparadas a
la entrada de la Capilla de Comunidad desde las 17.00h. con una música
suave de fondo. Los jesuitas iban llegando. Los andadores a la puerta de
la Capilla, y las sillas de ruedas bien ordenadas. Pequeña introducción,
proclamación de la Palabra, explicación por mi parte y silencio. Cuando

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142 enrique climent carrau, s.j.

quedaban diez minutos invitaba a la oración común: al comentario breve,


a la petición breve… y terminar con una oración litánica. Cuando pasa-
ban jesuitas jóvenes o seminaristas les invitaba a participar y a colaborar
en la tarea de acompañar andadores o traer carritos. Con mucha frecuen-
cia me comentaban: “se respira vida, comunidad, esperanza…”. Calidad
de vida espiritual.
Favorecer las relaciones entre enfermos y mayores y resto de la comu-
nidad. Y lo mismo con visitantes, sean jesuitas de otras comunidades,
familiares y amigos. Al jesuita que viene a la casa de Alcalá “a preparase
a morir” de manera que dice a sus sobrinos que no puede salir a comer
con ellos fuera de casa… se le sugiere que “a la casa de Alcalá no se viene
a morir, se viene a vivir y vivir con gozo y aprovechamiento hasta que el
Señor nos llame”. Y, así fue. Tiempo glorioso, contento con el oficio que
le propuse “Zarzuelero Mayor”, asesor del Superior para la zarzuela de los
viernes. Todos los días había un Programa de 17.00 h. Los lunes, Lectio;
martes miércoles y jueves documentales y cine de diversos géneros. Los
viernes, zarzuela, Siempre ante una buena pantalla de TV: “para que los
cegatos vean mejor y los sordos puedan escuchar.
En este ambiente de cuidado de la calidad de vida del enfermo/mayor
se aprecian procesos que sacan a superficie lo que la persona tiene en su
interior. Soy testigo del proceso de varios enfermos de Alzheimer que
paulatinamente iban perdiendo su capacidad de razonar y, por tanto, su
autonomía personal. Pero médicos y enfermeras comentaban “cómo se
nota lo que fueron, la corrección de su conducta, su expresión tranquila,
aunque su mirada ya no tuviera brillo, chispa”. Aparecían las esencias del
espíritu. Y yo, que conocía su historia previa, daba gracias a Dios por
estos jesuitas. Uno de los seminaristas, en un seminario sobre la teología
de la muerte, se refirió a que, los enfermos y mayores de Alcalá, con sus
particulares caminos dibujaban un “mapa para ir al cielo”. Y, no todos
los ‘caminos’ eran fáciles, los había tortuosos, imprevisibles, muy sufrien-
tes y, quizás de aparente sin sentido.
En otras ocasiones la entraña humana del enfermo jesuita aparece más que
en las palabras, en los gestos. Preparándose a la muerte, haciendo lo que
se ha hecho siempre: servir a los hermanos. Toda la mañana colaborando

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saber que vamos a morir puede iluminar la vida 143

en la enfermería y no había ganado el pan que se le iba dar. Con la con-


ciencia de que nada se merece que todo es gratuidad de Dios, de la Com-
pañía de Jesús. Me parecía el ejemplo del “pobre de Yahvé”.
También la limitación que trae la enfermedad facilita el cambio de acti-
tudes. Quien era incapaz de romper sus rutinas para atender un huésped
en su casa y que, de ninguna manera quería ser destinado a la enfermería,
responde al Provincial, que le llama convencido de que tendrá que sacar-
lo de allá, diciéndole que se queda en Alcalá, que se ha dado cuenta de
lo bien que está allí. Consciente de la muerte cercana supo disfrutar los
tiempos de espera tan bien que me insinuaba sonriente: “vaya purgatorio
que me espera”.

3. Un saber que ilumina “los tiempos de la aceptación”. Agradecer

Ejemplo de jesuitas entregados a su tarea. Entregado a sus hermanos y


con mucho dolor en su cuerpo. Poco a poco y, después de una operación
de “abrir y cerrar” porque nada se podía hacer, llegó el tiempo de la acep-
tación y fue con ‘mayúscula’, en el abandono. Sus silencios, la ausencia de
queja, expresaba “lo que tú quieras, el abandono”. Guardo una imagen
preciosa de nuestro enfermo, le tuve que poner una vigilancia permanen-
te, y el que he llamado “pobre de Yahvé” cubría una hora de media ma-
ñana. Me dijo “tranquilo, Padre”, yo rezaré el rosario a su lado. Volví a los
veinte minutos, nuestro enfermo dormía plácidamente y el acompañante
también, unidos por el rosario. Imagen de la ternura.
En otras ocasiones la aceptación era en ‘minúscula’ por el carácter de la
persona. Verá el lector en qué estaba lo minúsculo. Le preguntaba por la
mañana: “qué tal, cómo estás”. “Mal”, era la respuesta. “Peleado con el
Jefe que siempre quiere tener razón”. Poco a poco fue perdiendo fuerzas.
Le dije si quería que le llevásemos al hospital y me dijo que no. Lo en-
tendí. Preparamos la Unción. El enfermo sentado frente a mí, a nuestro
alrededor enfermeras y otros jesuitas. Recé con el ritual: “Señor Jesús, te
pedimos por nuestro enfermo, que si es tu voluntad le devuelvas la salud”.
El enfermo dijo con contundencia: “¡no quiero!”. Yo como le conocía
muy bien y nos queríamos mucho, seguí adelante: “Y le sean perdonados

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144 enrique climent carrau, s.j.

sus muchos pecados…”. “¡Eso sí, eso sí quiero!” nos dijo. Dos semanas
murió, con muchas molestias y una inmensa paz.

4. Un saber que ilumina “los tiempos de la queja y de la angustia”.


Respetar en silencio

Qué podemos hacer para acompañar las situaciones imposibles por la


queja constante, las culpas siempre está fuera de la persona que, sufre en
realidad, y nos hace sufrir a toda la enfermería. Situaciones distintas: al-
guna proviene de una personalidad apenas troquelada por la formación y
la vida cotidiana; otras del mal carácter, que no se ha modelado a tiempo
y, ahora, cuando faltan las fuerzas no se inhibe el egoísmo dominante, la
necesidad de protagonismo.
Me impresiona muy especialmente el enfermo buen hombre, espiritual y
con muchos años de servicio misionero en lugares muy pobre, difíciles.
De pronto se le nota un cambio profundo: se queja, fuertemente an-
gustiado y muy deprimido. Sé que nuestro enfermo es consciente de la
muerte cercana, le aterra y no quiere estar solo. Las noches son terribles,
llamadas continuas a las enfermeras, al servicio de noche. Soledad y an-
gustia de la muerte próxima.
Cómo acompañar estos tiempos de angustia y soledad. Lo primero es la
cercanía personal, casi física, sentarse en su cama, acariciarle, transmitir
un incondicional “aquí me tienes, estoy contigo”. Me ha ocurrido, en más
de una ocasión, aviso de las enfermeras de madrugada, subir, sentarme
junto al enfermo, hablar con cariño, hacerle presente que puede dejarse
en las manos providentes de Dios y diez minutos más tarde, el enfermo
dormido y yo de vuelta a mi cuarto. Otras veces no hay descanso, los
dolores son tan intensos que sugieres al médico o a la enfermera el con-
suelo del tratamiento paliativo. Y el sufrimiento es un elemento humano,
necesario y cotidiano. El sufrimiento de nuestros enfermos hay que dis-
minuirlo en lo posible, pero importa mucho hacerles caer en la cuenta
de su papel salvador. Mi experiencia dice que el enfermo y el enfermo
jesuita, desde luego, termina prefiriendo la verdad y ser llevado al terre-
no de su más profunda identidad, donde puede reencontrarse con sus

Sal Terrae | 107 (2019) 133-145


saber que vamos a morir puede iluminar la vida 145

opciones fundamentales. Y, desde esta perspectiva recuperamos ya hace


años el tradicional “ora por la Iglesia y la Compañía”.
Acompañar la muerte en beneficio de la vida de nuestros enfermos y
compañeros mayores me llena de vida (regalo, gracia, don del Espíri-
tu, humanidad, consolación) a mí, el primero. Me preguntaban ¿es muy
dura, es agobiante la vida en Alcalá con tanta relación con el dolor y la
muerte? Sí; es verdad, pero nos permite asomarnos a la máxima debilidad
y a la pobreza, orilla donde mejor se entiende la paternidad del Dios Pa-
dre de nuestro Señor Jesús.

Sal Terrae | 107 (2019) 133-145


Pedro Trigo
La Pascua de Jesús orada
según los Evangelios
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304 págs.

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La Pascua de Jesús es la culminación de su vida y por eso, al consumarla,


revela su sentido. Jesús no muere de muerte natural, sino ajusticiado por el
representante de Roma, acusado por los líderes religiosos judíos. Su muerte
es una injusticia y un aparente fracaso. La manera en que vive Jesús su pasión
da la medida de su humanidad: muere llevándonos en su corazón, echándose
en los brazos de su Padre cuando siente que lo ha abandonado y pidiéndole
perdón por sus asesinos.
Se ofrece a los lectores una contemplación creyente y pausada de este miste-
rio al hilo de los relatos evangélicos.

Apartado de Correos, 77 - 39080 Santander (ESPAÑA)


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147

Vencer «en cristiano» a la


muerte
N urya M artínez -G ayol F ernández , aci *

Fecha de recepción: diciembre de 2018


Fecha de aceptación y versión final: enero de 2019

Resumen
En este artículo nos vamos a interrogar sobre cómo vencer la muerte desde la fe.
El cristiano vence la muerte incorporándose a la muerte de Cristo y a su modo de
vivirla. Desde este punto de partida es posible descubrir que la muerte se vence:
viviéndo (descubriendo la dimensión de eternidad que nos habita), amado (es
decir, entregando la vida) y muriendo (incorporándola en la vida como proceso).
Una existencia vivida en la fe, esperanza y amor va configurando la posibilidad
de una muerte libre, creyente, expectante y amante. Una muerte que solo puede
interpretarse como caída en manos del Dios que abraza y plenifica nuestra vida
y nuestros sueños.
Palabras clave: vida, eternidad, plenitud, deceso.

Defeating death through christianity

Summary
This article will investigate how death can be conquered through faith. Chris-
tians defeat death by embracing the death of Christ and his way of approaching
it. On this basis, we discover that death can be conquered: by living (discovering
the dimension of eternity that inhabits us), by loving (that is, devoting our life
to God) and by dying (integrating it into life as a process). An existence lived
in faith, hope and love shapes the possibility of a free, believing, expectant and

* Profesora de Teología en la Universidad P. Comillas. ngayol@comillas.edu

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148 nurya martínez-gayol fernández, aci

loving death. A death that can only be interpreted as falling into the hands of the
God who embraces and fulfils our life and dreams.
Key words: life, eternity, plenitude, death.

¿Cómo vencer una muerte que parece que nos da alcance como un sino
en un tiempo que no hemos programado y en un lugar tal vez inespera-
do? ¿Se trata de una fatalidad ante lo único que nos resta es una pasiva
aceptación?
Morir es un acontecimiento que nos define. El ser humano es el único
viviente que no solo muere, sino que lo sabe. Morir es cesar, pero morir
es también morirse. Siendo la certeza más incuestionable de nuestra exis-
tencia deberíamos incorporarla con naturalidad, contar con ella como
algo obvio y, sin embargo, nos llena de extrañeza, la vivimos con sorpresa
y nos causa estupor.
Límite de todo límite, contemplado como instante mortal, el morir es la
negación de todo fenómeno. Ahora bien, comprendido como aconteci-
miento humano, término de una persona espiritual, extiende su «presencia
axiológica a lo largo de toda la vida»1. Por ello, la forma como una perso-
na se sitúa ante la muerte tendrá mucho que ver con su modo de pensar,
valorar y vivir la vida, así como con la manera en la que experimenta su
carácter pronóstico, e imagina el después de la muerte.
El ser humano es futurizo. Proyectarse hacia adelante en el tiempo, an-
helar, soñar lo venidero es una característica que lo define en lo que es
(E. Bloch). Pero no sólo es capaz de lanzarse hacia el futuro, sino también
de anticiparlo en su presente, un presente construido y sostenido por las
memorias de sus experiencias pasadas.
El creyente participa de esta doble constitución futuriza y anamnésica y las
radicaliza en su presente. Sabe que su futuro ha sido liberado, por un amor
plenificador y reconciliador, del azar de un destino juguetón y del vértigo
de la nada; como sabe que no son ni la casualidad, ni un cruce de estrellas

1. K. Rahner, Sentido teológico de la muerte, Herder, Barcelona 2010, 49.

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vencer «en cristiano» a la muerte 149

los que han determinado su origen, sino un amor creador. En este contexto
puede acoger con seriedad, pero sin estupor, la pregunta por la muerte, por
su propia muerte, por la de los suyos, por la de la humanidad.

1. Cristo ha vencido a la muerte

Vivimos en una sociedad que convive cotidianamente con la muerte a


través de los medios de comunicación, del cine, la literatura…, pero que
busca expulsarla compulsivamente de su vida ordinaria, o al menos si-
tuarla lo suficientemente lejos para que no le afecte.
La muerte se nos presenta como un fenómeno difícil de vivir, complejo
para entender, confuso para juzgar, disruptor y radicalmente paradójico.
Es cierto que a lo largo de la historia la relación del ser humano con la
muerte ha ido cambiando, desde una muerte domada o amaestrada, a
la muerte prohibida o invertida2, pero el modo como asumimos la muerte
no es una cuestión puramente antropológica, o sociocultural; o al menos
no lo es únicamente.
El creyente se sabe viviendo en una economía de pecado. El humus en
el que se desarrolla su existencia es el de una sociedad marcada por lo
que denominamos «estructuras de pecado», es decir, condensaciones ins-
titucionalizadas de las consecuencias del mal que, con mayor o menor
libertad, perpetramos al prójimo y al mundo y que se van convirtiendo en
modos normales de actuar y de vivir, en hábitos destructores que vamos
incorporando, apenas sin tomar conciencia de ello.
La fe cristiana, desde siempre, ha vinculado la cuestión de la muerte y el
pecado. Sin detenernos en esta cuestión, lo que parece cierto es que el su-
jeto de la humanidad pecadora se experimenta esclavo de la muerte: no la
entiende, la sufre como violencia, no la acepta, se revela. Podríamos decir
que se experimenta «presa» de la muerte.
Pero hubo un hombre, Jesús de Nazaret, que vivió la muerte como un
acto supremo de libertad (Jn 10,18) y de liberalidad, como un acto de

2. Ph. Aries, La muerte en Occidente, El acantilado, Barcelona 2000.

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150 nurya martínez-gayol fernández, aci

fe (Lc 23,46), de esperanza en el Dios de los vivos, y un acto de amor en


la entrega a los hermanos (Jn 15,13). Se establece así un nuevo paradig-
ma del morir. No como visibilidad de la culpa, como pena del pecado,
o violencia pasiva sufrida, sino como un acto de fe, esperanza y amor;
un acto de libertad; un tránsito, un paso, pascua a la forma definitiva de
existencia.
A partir del acontecimiento Cristo, de su muerte y resurrección, la muerte
cristiana es con-morir con Cristo, para con él resucitar (cf. Rom 6,8). Esto es
lo que quiere decir que hemos sido salvados con su muerte de la muerte
(Ef 1,7; Rom 6,4). No se trata de que ya no muramos, puesto que segui-
mos muriendo. Pero ya no somos esclavos de la muerte, o al menos, no
deberíamos de serlo, porque se nos ha brindado la posibilidad de incor-
porarnos a ese modo de abrazar la muerte que es el de Cristo. No solo a
contemplar su muerte, como modelo de un cristiano «bien morir». Sin
olvidar esta dimensión, a lo que se nos invita es a participar en su muerte
y su modo de afrontarla.
Si toda la existencia cristiana es un proceso de conformación con Cristo
que comienza con el bautismo, incorporándonos al Cuerpo místico de
Cristo, y culmina con la resurrección, en la que lo seremos a su Cuerpo
glorioso, la muerte es el penúltimo rasgo de este proceso de asimilación. Entre
la muerte mística del bautismo y la física del deceso, el cristiano vive este
con-morir-con-Cristo en la participación de la eucaristía, que actualizando
el misterio de su muerte y resurrección se torna una verdadera escuela del
bien vivir y del bien morir, y en la que aprendemos a incorporar cada una
de las pequeñas muertes cotidianas que jalonan nuestra vida.
La vida de Jesús fue un constante «desvivirse» por los demás, un continuo
«perder la vida» en cada gesto, en cada encuentro…, para que otros tu-
vieran «vida en abundancia» (Jn 10,10). En la Eucaristía celebramos esta
entrega suya que, impulsada por la fuerza del amor, toca el extremo del
don: «hasta la muerte». Al comulgar el cuerpo de Cristo, somos transfor-
mados por él en su Cuerpo, en «un cuerpo que se entrega». De ahí que
para quien participa en la eucaristía, consciente de aquello que realiza,
cuando llegue la muerte, sea posible vivirla como lo que es: inclusión
en la de Cristo y en el modo como la afrontó. Esta muerte, no podrá ser

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vencer «en cristiano» a la muerte 151

contemplada como pena del pecado, sino como un co-morir con Cristo
que nos abre a co-vivir con él.
Concluyendo. La muerte de Jesús establece un nuevo paradigma del mo-
rir para el ser humano, con el que este vence la muerte atravesándola,
vence a la muerte muriendo, y haciéndose así poseedor de la Vida.

2. ¿Cómo vence el cristiano a la muerte?

a) Viviendo

No hay otra vida más que esta y es eterna


A partir del acontecimiento Cristo, la salvación ha sido incoada en la
tierra. Lo eterno ya nos habita, el nuevo eón ya está aquí; todo ha sido ya
redimido, rescatado, renovado, aunque «todavía no» hayamos alcanzado
la plenitud a la que somos destinados, ni la salvación se haya extendido a
toda la realidad y a toda la humanidad. Esto quiere decir que no existe un
«más allá», absolutamente ajeno, distante y extraño a nuestro «más acá».
Si diverso, si transformado, aun sin conocer exactamente cómo. Por lo
tanto, en sentido propio, deberíamos afirmar que «no hay otra vida». Esta
vida, nuestra vida presente, entretejida de pasado, de experiencias, de re-
laciones, y propendiendo siempre hacia adelante es la que es/será eterna.
El evangelio de Juan es diáfano en este sentido. La vida está en el Logos
(Jn 1,4). El Logos se ha encarnado con una finalidad: darnos vida y ésta
en abundancia (Jn 1,14; Jn 10, 10). Recibir esa vida es una especie de
«nuevo nacimiento» (Jn 1,13; Jn 3,5). A partir de este nuevo nacimiento,
esa vida se convierte en una realidad actual, es ya poseída. El germen de
este nuevo nacimiento es la fe; de modo que «el que cree, tiene la vida»
(Jn 6,36.40.54.47) o «la vida eterna», que son en Juan magnitudes abso-
lutamente equivalentes.
Por lo tanto, la vida es sólo una y esa vida es eterna. Esa única vida la vivi-
mos en dos estadios: un estadio terreno, temporal e histórico, cuyo origen
está en la fe [disposición de encontrarnos con el infinito en lo finito, con
lo eterno en lo temporal]; y un estadio escatológico, meta-histórico, donde

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152 nurya martínez-gayol fernández, aci

la fe se conmutará en visión [comunión, intercambio vital con el Dios


eterno]. La muerte es ese acontecimiento «de paso» que nos sitúa en el
estadio de definitividad3.
En cristiano, se vence la muerte atravesándola como acontecimiento que
pone fin a la fase de lo cambiante, de lo temporal, al tiempo de las de-
cisiones rectificables, y nos introduce en lo eterno. Este adentrarse en el
estadio escatológico no deja atrás lo vivido, lo que nos ha conformado y
constituido, e incorpora también todo aquello deseado que no logramos
realizar.
Además, esta vida que nos aguarda abrazará en su eternidad no solo al ser
humano con su historia, sino a la naturaleza como parte del proyecto ori-
ginario de Dios para con todo lo creado (cf. Ap 21,1; Is 65,17; 2Pe 3,13).
Pues si nuestra vida camina hacia una situación de consumación y de
plenitud tendrá que ser alcanzada en todas sus dimensiones y en las rela-
ciones que le son constitutivas: con Dios, con los demás y con el mundo.
De ahí que la vida eterna no pueda ser pensada sino como salvación del
ser humano entero –es su unidad dual corporal y espiritual– (Resurrec-
ción); salvación de la humanidad (Comunión de los santos) y salvación
de la entera realidad (Nueva Creación). Si esto va a ser, entonces quiere
decir que puede ser ya. Si la vida eterna es esta vida llevada a su plenitud,
entonces no es posible que todo lo aguardado esté allá y nada acá. La
vida que esperamos está vitalmente anudada con el modo en que vivimos
nuestro hoy.

La vida configuradora de la muerte


Nuestra vida, esa existencia que se va desenvolviendo a lo largo del tiem-
po, es la que configura «esa otra fase», de esta misma vida, que será eterna
por participación en la eternidad divina.
El ser humano, una vez creado y puesto en la vida, se hace a sí mismo y no
sólo en su trayectoria biográfica, se hace –como decíamos– proyectiva-
mente: en la expectativa, en sus sueños y deseos, también en sus conflictos.

3. Cf. J. L. Ruiz de la Peña, La Pascua de la Creación, BAC, Madrid 1996, 200.

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vencer «en cristiano» a la muerte 153

Se hace en la autenticidad y en la inautenticidad. «Podemos imaginar esta


vida como la elección de la otra, la otra como la realización de ésta»4.
Dios nos ha creado como co-creadores. Nos ha regalado el máximo grado
de libertad que cabe concebir en una criatura (y con ello de responsabi-
lidad): la posibilidad de elegir quiénes queremos ser. No nos ha hecho de
una vez para siempre, no somos estructuras cerradas y estáticas, somos
apertura, somos proyecto. Dios no diseña un partner a su gusto y medida,
sino que nos da la capacidad de decidir por nosotros mismos quién es ese
sujeto que va a entrar en diálogo con él.
Si lo que seremos definitivamente colma todo lo realmente querido, si
es eso lo que será, entonces podemos decir que, de algún modo, esta-
mos «amenazados de eternidad». Frente a esta realidad, la muerte deja de
aparecer en nuestro horizonte como una condena, pues a lo que estamos
«verdaderamente condenados» es a «ser de verdad y para siempre lo que
hemos querido»5.
Si se piensa bien, caeremos en la cuenta de que lo temible no es la muer-
te como sustractora de nuestro presente, sino la inusitada gravedad que
adquieren las cosas de esta vida, pues «todo aquello que creíamos fugaz
devenir, evanescencia, viene a resultar que ahora está “amenazado” por la
perdurabilidad de un para siempre»6.
Obviamente no queremos decir que la eternidad sea el simple fluir de
nuestro tiempo hacia el futuro y que la vida eterna no sea más que la
proyección de lo que nosotros mismos hemos construido y deseado a lo
largo de la existencia, aun cuando todo ello haya sido sostenido por la
gracia. Entraríamos en contradicción con lo más nuclear de la fe cristiana,
el hecho de que la salvación es gracia gratuita, es don. Pero este don no
se nos da si nosotros no lo acogemos; y esa acogida no tiene lugar sólo al
final de nuestras vidas en una especie de férreo juicio forense vinculado a
la muerte, cuya realidad es deudora más de nuestra proyección que de la

4. J. Marías, Antropología metafísica, Alianza Ed., Madrid 1987, 223.


5. Ibid.
6. Ibid.

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154 nurya martínez-gayol fernández, aci

idea bíblica de un juicio, que es de justificación y no de ajusticiamiento, y


de una justicia de Dios que supera siempre nuestras categorías y medidas
humanas (SS, 43).
La salvación es la gracia con la que Dios está deseando colmar nuestras
vidas hasta el borde, para que alcancen su realización más plena y para
entrar en la definitiva comunión con él. Pero el recipiente que ha de
ser colmado es nuestra vida, esa que hemos ido construyendo a lo largo
del tiempo. La salvación es tal que lo que Dios desborda y plenifica no
son meramente nuestros logros, siempre pequeños, siempre sometidos a
nuestra contingencia y a nuestro pecado, sino nuestros deseos, los más
verdaderos, los más hondos. Todo aquello que somos, y todo aquello que
hubiéramos querido sinceramente ser pero que por nuestra finitud no
alcanzamos a serlo. Todo ello madurado, purificado, sanado, reordenado
y renovado7, todo eso constituirá nuestra vida, en esa fase en la que será
ya propiamente «vida eterna». Seremos lo que somos, purificados de todo
aquello en lo que hemos pactado con el mal, deshumanizando y des-
mundanizando el mundo; y seremos «con los otros» y «con el mundo»,
seremos «en Cristo» y a través de él con Dios.
En síntesis. El cristiano vence a la muerte viviendo, en la medida que
descubre la dimensión de eternidad que habita su presente y pone en ella
el empeño de su existencia.

b) Amando

El amor, gestador de eternidad


La fe en la Creación es la fe en un Dios que da el ser de una forma absolu-
tamente gratuita y por puro amor. El amor es siempre biógeno, generador
de vida, de ahí que decir que Dios es creador es lo mismo que afirmar
que Dios crea para la vida. Crea para la vida y no se desentiende de ella,
la sostiene y se cuida de ella (cf. Sb 1,13-14; 11,24-26). Crea para una

7. Este es el significado y contenido de ese estado de purgación que llamamos


purgatorio.

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vencer «en cristiano» a la muerte 155

vida eterna. Alfa y omega, principio y fin se anudan en el tema de la vida


y del amor.
De ahí que la idea de una esperanza de vida más allá de la muerte emerja
en el A.T. al hilo de la cuestión del martirio. Lo que está en juego para
el hombre bíblico no es un interrogante sobre el futuro, ni tan siquiera
un deseo de superar la muerte buscando la inmortalidad. Se trata de un
asunto estrictamente teológico. Son la fidelidad y el honor de Dios los que
se ponen en cuestión ante la muerte del justo. En el segundo libro de los
Macabeos estalla la pregunta y brota la respuesta: a quien ha sido fiel a
Dios hasta la muerte, Dios le será fiel hasta la vida8. Esta seguridad les
ayuda a afrontar la muerte en la confianza de ser recuperados para la vida
(2Mac 7,29). Pero habrá que aguardar hasta la resurrección de Jesús, para
que el presentimiento veterotestamentario de que «el amor es más fuerte
que la muerte» (Cant 8,6) se manifieste con toda su fuerza.
El amor verdadero es siempre ilimitado e incondicionado y su dinamismo
entraña una promesa de eternidad. La resurrección cumple esta promesa
mostrándose justamente como «amor más fuerte que la muerte». El amor
demanda la resurrección y la fundamenta. Aquel que murió por amor
de todos demanda la resurrección de todos. Pero si todo amor auténtico
promete y lleva en sí implícita una llamada a la perennidad, el amor de
Dios es el único que además de desearla y prometerla puede darla. Porque
nuestro amor la desea, pero choca con nuestra propia limitación e inca-
pacidad de darla.
Por lo tanto, el que el «hombre sea un ser para la muerte» –como afirma
Heidegger– no es toda la verdad. El hombre no es para la muerte, sino para la
vida. Y el modo de vencer a la muerte como destino último y definitivo se
llama amor. Amor como la prueba más rotunda de la inmortalidad del yo.

La inmortalidad dialógica
Si Dios crea por amor y el amor promete perennidad, la vida surgida del
amor de Dios habrá de ser eterna. Y porque Dios es fiel a sí mismo, y

8. Cf. J.L. Ruiz de la Peña, op. cit., 82-84

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156 nurya martínez-gayol fernández, aci

porque su segunda obra –salvación– continúa la primera –creación–, por


eso la resurrección no es una nueva creatio ex nihilo, sino una creatio ex
creatione. El mundo nuevo de Dios no es un mundo número dos, sino la
renovación de este mundo. De ahí que el concepto resurrección solo pue-
da concebirse, si es posible forjar un pensamiento que ponga en relación
de continuidad nuestra vida presente con la vida más allá de la muerte.
Esto explica el recurso del pensamiento cristiano al concepto inmortali-
dad del alma que, ante la evidencia de la desaparición del cuerpo, brinda
un vínculo de continuidad entre el ser humano histórico y el resucitado.
La fe en la resurrección no excluye, ni se opone a la esperanza en la in-
mortalidad, pero supone una manera diferente de pensarla respecto a la
concepción dualista griega, que parecía exigir la desaparición del cuerpo
para que el alma alcanzara su plena realización.
La resurrección nos dice que el ser humano sobrevivirá «él mismo», con
todo aquello que le hace ser él, pero ni por su propio poder, ni porque
naturalmente sea inmortal, sino porque Dios le ha conocido y le ha ama-
do, y no puede perecer totalmente9. La inmortalidad cristiana es una
inmortalidad donada. Como decíamos más arriba: «la inmortalidad del
hombre se funda en su relación con Dios cuyo amor crea la eternidad»10.
Hablar de inmortalidad no es afirmar simplemente no-poder-morir sino
señalar el resultado de la relación de diálogo que el creador ha establecido
con cada criatura al suscitarla a la existencia. «La mera indestructibilidad
del alma, por sí sola, no podría dar un sentido a una vida eterna, no po-
dría brindarnos una vida verdadera. La vida nos llega del ser amados por
Aquél que es la Vida; nos viene del vivir con Él y del amar con Él»11.
El cristiano vence la muerte, porque alguien ya la ha vencido por él, co-
nociéndole y amándole; y en la medida que acoge y responde este amor se

9. «La forma bíblica de la inmortalidad ofrece una concepción completamente


humana y dialógica de la inmortalidad»: J. Ratzinger, Introducción al cristianis-
mo, Sígueme, Salamanca 1976, 313.
10. Ibid., 294.
11. Benedicto XVI, Homilías sobre el año litúrgico, Cuadernos Phase 166, Barcelo-
na 2007, 56.

Sal Terrae | 107 (2019) 147-160


vencer «en cristiano» a la muerte 157

hacer partícipe de esa eternidad que le sostiene definitivamente en la exis-


tencia. Ahora bien, esta no se vive aisladamente. La resurrección tiene un
sujeto colectivo, la entera humanidad constituida en el Cuerpo de Cristo
total. No venceríamos a la muerte si aquellos a los que amamos, aquellos
que forman parte de nuestras vidas no fueran recuperados también para
la vida, así como todos cuantos nos han precedido y con su esfuerzo y
sufrimiento han sostenido la historia y el mundo. No vencemos la muerte
solos, siempre la vencemos «con otros»

c) Muriendo

Pero como ya hemos dicho, el cristiano también vence la muerte murien-


do su propia muerte incorporándose en la de Jesús y afrontándola a su
modo. ¿Cómo?

Entregando la vida
De la vida de Jesús se sigue que el problema del cristiano no es la inmorta-
lidad o la pervivencia postmortal, sino otro muy distinto, a saber, entregar
la vida para dar vida, como hizo el Maestro.
Lo que Jesús manifiesta a lo largo de toda su vida, y de forma especial en
su muerte, es que la vida entregada mata al que la entrega, pero esa vida
no se pierde, sino que alcanza a sus destinatarios a través de la resurrec-
ción, mostrando así que el vínculo de amor que la motiva es más fuerte
que la propia muerte.

Muriendo al solipsismo
La muerte, como cesación, como instante mortal, es algo que cada ser hu-
mano vive solo; sin embargo, no es ausencia de relación sino, justamente,
el acontecimiento que pone al ser humano de una forma definitivamente
nueva en relación con Dios, con los otros y con el mundo. En este sentido
a la muerte se la vence muriendo al encerramiento en uno mismo, que nos
deja cercados por un estatuto de finitud, y abriéndonos a la alteridad del
«otro» y del mundo.

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158 nurya martínez-gayol fernández, aci

La muerte nos introduce en ese ámbito en el que todos se revelarán a cada


uno como parte del propio yo en la comunión del nosotros, donde vivir
en plenitud no podrá comprenderse sino como convivir12. Vencemos la
muerte cada momento en el que el amor nos descentra en el cuidado y
la compasión por el otro, y cuando nos impulsa a renovar la relación con
las cosas creadas situándolas en la dinámica de gratuidad y reconciliación
propia de la Nueva Creación.

La muerte configuradora de la vida


Solo muriendo el cristiano es capaz de vencer la muerte, porque solo asu-
miendo su presencia en medio de su vida, esta será verdaderamente vida.
La muerte pone fin a mi tiempo, acaba con esta fase de mi vida, pero en
último término, es ella la que me permite vivir y tener vida. En este sen-
tido afirmamos que es «configuradora de la vida».
La muerte da valor a la vida. El hecho de vivir con los días contados les
otorga mayor valor. El dramatismo que acompaña la finitud de la vida
acrecienta la importancia de cada instante. Pues si nuestra vida es aquel
ámbito donde arraiga toda otra realidad, su limitación multiplica su valor
intrínseco. Por eso la persona que asume su precariedad tratará de vivir
con hondura cada momento y se centrará en lo que considere más impor-
tante para no desperdiciar ese recurso escaso y valioso que es vivir.
Una vida ilimitada postergaría nuestros proyectos sine die, los vaciaría de
intensidad y de concreción pues siempre habría un «para más adelante».
Así pues, «la muerte no solo limita negativamente la vida, sino que le da
una configuración»13. El horizonte de mortandad delimita nuestro perfil
vital. Una vida sin contorno fácilmente se derramaría en una inmensidad
etérea y sin contrastes. Por otra parte, solo si la muerte nos trae la defini-
tividad –en el proceso de construcción de nosotros mismos– estaremos
en situación de reconocer a nuestros actos temporales una consistencia y
una validez real. Si a lo largo de la vida el hombre ha mirado cara a cara
a su muerte y ha respondido a la exigencia de autenticidad que de ella se

12. Cf. J.L. Ruíz de la Peña, op. cit., 217-220.


13. J. Marías, La felicidad humana, 327.

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vencer «en cristiano» a la muerte 159

sigue, cuando llegue no hará más que desvelar la definitividad cobrada,


porque «la muerte es la emergencia irreversible del propio destino, no en
un acto nuevo, sino en tanto que recapitulación de la historia personal»14.

3. La muerte, el último acto de fe, esperanza y amor 15

Terminamos como comenzamos, afirmando que el cristiano vence la


muerte viviéndola con Cristo y como Cristo. Puede hacerlo porque es un
ser libre y todo lo que le acontece, sea ofertado, decidido, o impuesto por
las circunstancias, el prójimo o su propia constitución personal, es sus-
ceptible de ser acogido, integrado y elegido, convirtiéndolo en cauce de
su propia libertad. También ante la muerte, y más que en cualquier otro
lugar, es invitado a mirar a Cristo y asentir y consentir con él a la verdad
más paradójica y profunda de su existencia: «mi vida nadie me la quita, yo
la doy libremente» (Jn 10,18); invitado a convertir la muerte en un «ejer-
cicio de libertad que desde la entraña más profunda le permite reaccionar
ante lo último, identificando la muerte que viene (“lo sé”), reaccionando
ante la muerte presente (aceptando y asumiendo su protagonismo, y su
verdad), eligiéndola como “acto supremo de libertad”, y expresándola en
la palabra, el gesto y la acción»16.
Es entonces cuando podemos decir que vencemos la muerte, y hacer-
lo viviéndola como el acto más definitivo y profundo de nuestra existencia
cristiana. Si esta consiste en caminar hacia la conformación con Cristo,
creyendo en el Dios que se nos revela, esperando al Dios que se nos pro-
mete y amando al Dios que nos ama, la muerte aparecerá en el horizonte
de nuestra vida como la posibilidad de realizar el más radical acto de fe,
esperanza y caridad.
De ahí que, los que mueren en la fe sean «muertos en Cristo», en pri-
mer lugar, porque su existencia la vivieron «en él», pero no menos

14. J.L. Ruíz de la peña, op. cit. 305.


15. Cf. N. Martínez-Gayol, «Virtudes teologales» en A. Cordovilla (ed.), La lógi-
ca de la fe, UPComillas, Madrid 2013, 750-752.
16. O. González de Cardedal, Sobre la muerte, Sígueme, Salamanca 2002, 71.

Sal Terrae | 107 (2019) 147-160


160 nurya martínez-gayol fernández, aci

porque su morir mismo fue «en Cristo». Por esta razón la muerte puede
ser comprendida como «una magnitud axiológica que domina nuestra
vida entera, pero también como una acción»17 y no sólo una pasión in-
fligida externamente ante la cual el individuo no puede hacer nada. Esta
muerte entendida como acción que culmina un proceso, y vivida como el
definitivo acto de fe, esperanza y amor, es el acontecimiento que por su
capacidad para hacer presente la totalidad de la existencia, concentra toda
acción personal de la vida.
Por la gracia de la muerte de Cristo, el cristiano puede actuar la muerte, a
lo largo de toda su vida, como una disposición confiada y una disponibi-
lidad abierta a Dios (fe), como una espera de vida aún donde todo parece
oscuridad y vacío (esperanza) y como amor que responde a aquel que «me
amó y se entregó por mí» (Gál 2,20). Es creyendo, esperando y amando
como se trasforma la muerte y, en la medida en que fe, esperanza y amor
la penetran, esta se torna el modo de existir más propio y realizado de la
vida cristiana en el presente eón: el de la rendida obediencia de la fe, de
la esperanza que permanece contra toda esperanza y del desapego de la
gratuidad del amor.
Pero en la medida también, en que esta muerte puede concebirse como
el término consumador de la vida misma, la triada se alza como configu-
radora de una muerte libre, creyente, expectante y amante, que reúne la
existencia personal en un solo y único gesto de disponibilidad en el que
dicha muerte sólo puede interpretarse como caída en manos de Dios18.

17. Cf. K. Rahner, Sentido teológico de la muerte, Herder, Barcelona 1965, 76.
18. Ibid.,79-80.

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Luis González-Carvajal
El credo explicado
a los cristianos
un poco escépticos
(Y a los escépticos un poco
cristianos)
P.V.P.: 12,00 E
160 págs.

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No estamos ante un comentario más al Credo. El título de este libro explica


perfectamente su nota más característica: Está dirigido a «los cristianos un
poco escépticos»; es decir, a aquellos que piensan y –precisamente por pen-
sar– tienen dificultades con el Credo.
Se trata de un libro, en definitiva, que responde a aquel deseo del barón von
Hügel de conseguir «una Iglesia intelectualmente habitable».
Su lectura resulta grata, con una mezcla bien dosificada de erudición, clari-
dad expositiva, espiritualidad, amenidad... e incluso algunas notas de humor.

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Enzo Bianchi
El arte de elegir
El discernimiento
P.V.P.: 14,00 E
136 págs.

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En la vida, toda persona se ve a menudo enfrentada a una elección. Pero,


¿cómo sabemos si estamos eligiendo el bien o el mal, la vida o la muerte? La
respuesta es clara, por medio del arte del discernimiento. El discernimiento
ha estado siempre presente en la vida monástica y en la espiritualidad igna-
ciana. Don del Espíritu Santo, los padres del desierto lo consideraban «la
más alta de todas las virtudes». Por ello, advierte el autor, es preciso volver
a ejercitarse en este arte tan esencial para la vida cristiana, o la vida sin más.
El libro nos ofrece consejos útiles y valiosos para que nuestra existencia fruc-
tifique y se convierta en un «amén» sincero y convencido a la voluntad del
Señor.

Apartado de Correos, 77 - 39080 Santander (ESPAÑA)


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163

LAS MUJERES Y LA MISIÓN DE LA IGLESIA

Mujeres en marcha
para construir otro mundo
posible
Mª M ar M agallón S oneira *

Fecha de recepción: diciembre de 2018


Fecha de aceptación y versión final: enero de 2019

Resumen
El artículo presenta las diferentes realidades que las mujeres viven y desarrollan
en el ámbito de la intervención social y posteriormente plantea algunas contribu-
ciones significativas que los valores asignados tradicionalmente al rol femenino1
pueden aportar al trabajo por la construcción de un mundo más equitativo,
inclusivo y sostenible.
Palabras clave: vida, resilencia, redes, acción social, valores femeninos

Women on track to building


another possible world

Summary
The article outlines the different realities experienced and shaped by women
within the scope of social intervention before discussing how the values tradition-

* Directora de ALBOAN, ONG jesuita. m.magallon@alboan.org


1. En el texto, me referiré a ellos también como valores femeninos.

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164 mª mar magallón soneira

ally associated with the female role2 can help build a fairer, more inclusive and
sustainable world.
Key words: life, resilience, networks, social action, feminine values

Hablar de mujeres y acción social supone abordar un extenso campo de


actuación que cuenta con diversos ángulos de visión en función del lugar
donde nos ubiquemos. Según su rol, las mujeres pueden ser partícipes en
la ejecución de la intervención social, beneficiarias de estas iniciativas o
claves en el desarrollo de sus propias comunidades y en el cambio social.
Vaya por delante que, para facilitar la lectura de este artículo, utilizaré tér-
minos genéricos como “mujeres”, “valores femeninos” o “roles de mujeres
y hombres”. Ello no significa que considere que todas las mujeres somos
iguales o que los valores femeninos son únicamente propiedad nuestra.
Sin embargo, no podemos obviar que, de manera genérica, las mujeres
y los hombres hemos ido definiendo nuestras identidades a lo largo de
generaciones en base a unos roles promovidos socialmente que nos han
hecho desarrollar unos valores con más intensidad que otros. Es desde
esta perspectiva desde donde abordo mi reflexión.

1. Las mujeres, agentes partícipes en la ejecución de la acción social

La participación de las mujeres en los ámbitos de intervención social ha


sido un fenómeno recurrente en nuestra historia. La beneficencia y las
obras caritativas permitieron a muchas mujeres salir de sus ámbitos do-
mésticos para acceder a lugares públicos. Lo que hace siglos se enmarcaba
en la Misión de la Iglesia, hoy ha trascendido a las organizaciones e ins-
tituciones públicas y privadas. Actualmente, las grandes multinacionales
cuentan con fundaciones de acción social y las grandes fortunas destacan
por su filantropía, pero sigue siendo habitual que sean las mujeres (prime-
ras damas, esposas de altos mandatarios, actrices, modelos, etc.) quienes
se distingan especialmente por llevar a cabo labores humanitarias.

2. They will also be referred to as female values in the article.

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mujeres en marcha para construir otro mundo posible 165

Esta realidad se traslada también a la composición de los equipos de las


organizaciones sociales. Si miramos al personal contratado, en las ONGs
de cooperación las mujeres representan el 67%3 de las plantillas y dicho
porcentaje se eleva a un 78,4%4 si ampliamos la mirada al conjunto del
Tercer Sector en España. En el caso del voluntariado (un espacio de acti-
vidad muy propio del sector) la tendencia se mantiene y, por ejemplo, en
cooperación internacional, las mujeres representan el 64,7% del total5.
Si observamos la distribución de género en los puestos de gobierno y los
equipos directivos de las entidades, la situación cambia. En el caso de las
fundaciones (figura jurídica más frecuente para las entidades sociales re-
ligiosas) los patronatos están compuestos mayoritariamente por hombres
(el 69,6%) pero los equipos directivos continúan presentando, aunque en
menor porcentaje, una mayoría de mujeres (el 56,4%)6.
En cualquier caso, ¿a qué se debe esta mayoría de mujeres en el ámbito
social?
Sin duda, la razón principal se encuentra en sus propios intereses. Son ellas
las que deciden hacia dónde enfocar su carrera profesional o a qué dedicar
su tiempo libre. Todavía hoy, las jóvenes se inclinan en mayor proporción
por las carreras de humanidades, salud y ciencias sociales7, competencias
que son las más requeridas para trabajar en las entidades de acción social.
Esta realidad se asienta en la propia identidad femenina, muy marcada en
su proceso de socialización por los valores del cuidado de otras personas y
la atención a la comunidad. El trabajo social les permite dar continuidad

3. Congde, “Fotografía de las ONGD españolas: su trabajo y ámbitos de actuación.


Resumen ejecutivo”, Coordinadora de organizaciones de cooperación para el de-
sarrollo, 2017, p. 18.
4. Plataforma del Tercer Sector, “El Tercer Sector de Acción Social en 2015: Impacto
de la crisis” p. 54.
5. Congde, Op. cit., p. 17.
6. Ibíd. p. 47.
7. Según el Informe de la OCDE, “Panorama de la educación 2018” las jóvenes
representan el 77% de los graduados en educación secundaria dirigida a las
especialidades de salud y servicios sociales.

Sal Terrae | 107 (2019) 163-176


166 mª mar magallón soneira

a ese rol de cuidadoras y esto les reporta satisfacción y sentido, aun en de-
trimento de unas condiciones salariales peores que las de otros sectores de
actividad8, menores oportunidades de promoción profesional y un menor
reconocimiento profesional de su trabajo ya que esta actividad laboral, muy
vinculada al voluntariado, no es considerada socialmente de igual forma
que otros sectores profesionales vinculados al sector privado lucrativo. En
definitiva, las mujeres, en general, priorizan las labores de cuidado (familiar
o social) por encima de los ingresos económicos o la proyección profesional
o pública. Y, conforme a ello, el ámbito de la intervención social es un espa-
cio al que se sienten “vocacionadas” de forma más natural que los hombres.
En resumen, podemos afirmar que son las mujeres quienes protagonizan
el quehacer de la acción social en el mundo, aunque este protagonismo se
diluye, en parte, en los órganos de gobierno de las instituciones.

2. Las mujeres, beneficiarias de las acciones de intervención social

Acerquémonos ahora al otro lado de la moneda. Cuando miramos el


mundo en su globalidad, observamos que las desigualdades de género
atraviesan y se refuerzan con otras desigualdades existentes en base a la
edad, clase social, capacidad, raza, origen étnico, orientación sexual o
estatus migratorio. Son múltiples desigualdades y formas de discrimina-
ción que se cruzan entre sí y provocan que las mujeres sufran con mayor
intensidad las vulneraciones de derechos humanos que también afectan
a los hombres.
A continuación, destaco algunas cifras que nos ayudan a visibilizar esta
realidad de desigualdad dentro de las propias dinámicas de exclusión:
• En el mundo existen 758 millones de personas adultas analfabetas;
de ellas, dos tercios son mujeres9.

8. Esta cuestión plantea el debate sobre si la precariedad del tercer sector sería la misma
si fueran mayoritariamente hombres quienes estuvieran implicados.
9. UNESCO, “Rendir cuentas en el ámbito de la educación: cumplir nuestros compro-
misos, resumen del informe de seguimiento de la educación en el mundo, 2017/18”,
UNESCO, p. 47.

Sal Terrae | 107 (2019) 163-176


mujeres en marcha para construir otro mundo posible 167

• Según el mismo estudio, de los 57 millones de niñas y niños sin


escolarizar en el mundo, el 63% son niñas. Si nos focalizamos en
la escuela primaria, 15 millones de niñas en edad escolar nunca
tendrán la oportunidad de aprender a leer o escribir, en compa-
ración con los 10 millones de niños que tampoco dispondrán
de ella10.
• Por cada 100 hombres de 25 a 34 años de edad que viven en situa-
ción de pobreza extrema existen 122 mujeres en su misma situa-
ción. Este rango de edad corresponde al periodo de maternidad y
crianza, que coloca a las mujeres en situaciones de mayor vulnera-
bilidad que a los hombres11.
• A nivel mundial, las mujeres representan solo el 13% del total de
las personas propietarias de tierras12, aunque son mayoritariamente
ellas las que trabajan en la agricultura familiar. La propiedad de la
tierra es un recurso económico clave, profundamente vinculado
con el acceso, el uso y el control de otros recursos económicos y
productivos.
• El cambio climático tiene un impacto desproporcionado en las
mujeres y las niñas y niños, dado que es 14 veces más probable que
fallezcan durante un desastre natural que los hombres13.

Así mismo, hay vulneraciones de derechos que sufren específicamente las


mujeres y las niñas por causa de su género. Estas son, entre otras14:
• Restricciones del derecho a decidir sobre sus propias vidas: en
18 países los esposos pueden impedir legalmente que sus esposas

10. ONU, “Hacer las promesas realidad. La igualdad de género en la Agenda 2030
para el desarrollo sostenible”, ONU Mujeres, 2018, p.21, en línea, http://www.
unwomen.org/es/digital-library/publications/2018/2/gender-equality-in-the-
2030-agenda-for-sustainable-development-2018.
11. Ibíd. p. 20.
12. Ibíd. p. 21.
13. Ibíd. p. 21.
14. Ibíd. p. 20.

Sal Terrae | 107 (2019) 163-176


168 mª mar magallón soneira

trabajen; en 39 países las hijas y los hijos no tienen los mismos


derechos hereditarios y 49 países carecen de leyes que protejan a las
mujeres de la violencia en el hogar.
• Violencia física y sexual: la violencia es la expresión más extrema y
dolorosa del abuso de poder de una persona sobre otra, anulando
su capacidad de expresión y su libertad. En el mundo, el 19% de
las mujeres y niñas de entre 15 y 49 años de edad han experimenta-
do violencia física o sexual por parte de su pareja en los últimos 12
meses. La violencia muestra su rostro más devastador en la trata de
personas para fines sexuales (71% mujeres y niñas15) y en el uso del
cuerpo de la mujer como arma de guerra (en la guerra del Congo
una de cada cinco mujeres ha sido violada).
• Matrimonios precoces: a nivel mundial, 750 millones de mujeres
y niñas han sido forzadas a contraer matrimonio antes de cumplir
los 18 años de edad. Este fenómeno, además de atentar contra el
derecho a decidir su propio futuro, acarrea una serie de graves pro-
blemas para el desarrollo de las menores, como son la salida del
sistema escolar o los embarazos de riesgo a edades tempranas.
• Mutilación genital femenina: en todo el mundo, 200 millones de
mujeres y niñas la han sufrido.
• Desatención en embarazos y partos: a nivel mundial, 303.000 mu-
jeres murieron en 2015 por causas relacionadas con el embarazo.
Gran parte de estas muertes podrían haberse evitado de haberse
contado con una atención médica y una alimentación adecuada.

Esta realidad desigual, incluso en situaciones de vulnerabilidad comu-


nitaria, requiere que las acciones de desarrollo tengan en cuenta las ne-
cesidades específicas de las mujeres y las niñas y consideren el impacto
diferenciado que las intervenciones producirán en los distintos miembros
de la familia. Veámoslo con un ejemplo: un proyecto de suministro de
aguas a un municipio africano mejorará evidentemente la calidad de vida

15. UNDOC, “Informe Global sobre Trata de personas, 2016”, UNODC.

Sal Terrae | 107 (2019) 163-176


mujeres en marcha para construir otro mundo posible 169

de todo el núcleo familiar, pero, si acercamos el foco, descubriremos que


será más beneficioso para las mujeres y las niñas, que son las que van a
buscar el agua en más del 80% de las ocasiones. La disposición de agua
canalizada en las propias viviendas les evitará el esfuerzo diario de ir al
pozo, reducirá las situaciones de riesgo de agresión que pueden sufrir en
el trayecto y disminuirá el tiempo destinado al cuidado del resto de la
familia por problemas de insalubridad de agua.
Por tanto, cuando hablamos de los grupos prioritarios a los que dirigir
nuestras acciones de desarrollo y apoyo social, las mujeres y las niñas re-
quieren una atención especial por presentar unas necesidades específicas
y encontrarse entre los grupos con mayor riesgo y vulnerabilidad por el
simple hecho de ser mujeres.

3. Las mujeres protagonistas del cambio, la lucha y el desarrollo

“Quiero romper el mito de las mujeres africanas de senos flácidos con tres
niños en la espalda y un plato vacío en las manos. Quiero echar abajo el
mito de que somos víctimas todo el tiempo. Aun como víctimas, sobrevi-
vimos. Somos mujeres fuertes que sufrimos mucho, y a pesar de eso nos
mantenemos de pie.” Leymah Gbowee (nigeriana, Premio Nobel de la
Paz, 2004)

Es impresionante constatar cómo una historia de violencia y discrimina-


ción permanente a lo largo de siglos no ha conseguido apagar la pasión
y la energía que las mujeres guardan en su interior. Gracias a mi trabajo,
he tenido la oportunidad de acercarme a lugares oscuros, terribles, donde
la explotación y la destrucción campan a sus anchas. En esos espacios de
muerte, la vida siempre aflora y las mujeres son, en muchos casos, quienes
alumbran los signos de esperanza, al igual que María Magdalena cuando
encontró el sepulcro abierto.
En el mundo del desarrollo, el rol clave que juegan las mujeres ha experi-
mentado una evolución a lo largo de los últimos decenios. De ser conside-
radas “destinatarias pasivas”, que se encargaban de la crianza y se beneficia-
ban automáticamente de las acciones de desarrollo destinadas a la familia,

Sal Terrae | 107 (2019) 163-176


170 mª mar magallón soneira

pasaron a ser piezas clave del desarrollo de sus familias y sus comunidades.
Según estudios realizados por el Banco Mundial, las ayudas gestionadas
por mujeres repercuten más fácilmente en el bienestar de los hogares: los
beneficios obtenidos por las actividades generadoras de ingresos se destinan
a la educación de los menores o a la mejora de la alimentación; la educación
de las mujeres disminuye la mortalidad infantil y los problemas de salud…
Considerando estas potencialidades, se ha ido incrementando la carga de
responsabilidad de las mujeres añadiendo a su tradicional rol reproductivo
el rol productivo. Esto conlleva riesgos importantes de agotamiento para
ellas si no se consideran sus necesidades específicas.
Sin embargo, el papel que la mujer juega como motor del cambio social
supera con creces la visión “utilitarista y práctica” de los discursos sobre
el desarrollo. El despliegue de valores tradicionalmente femeninos, ama-
sados a lo largo de siglos en la cotidianeidad oculta de las paredes de los
hogares, constituyen una fuente de inspiración que no hace sino enrique-
cer y profundizar los procesos de desarrollo y de lucha por la equidad, la
inclusión y la sostenibilidad.
A partir de las realidades a las que me he acercado y del conocimiento de
otras iniciativas que están en marcha, me gustaría resaltar algunas diná-
micas generadas a partir de estos valores. Su despliegue es, a mi juicio, im-
prescindible para avanzar en el cambio que necesita nuestra humanidad.

a. La defensa de la vida, ante todo

En gran parte del mundo, el motor que mueve a las mujeres para levan-
tarse cada día y seguir adelante es luchar porque sus hijos e hijas tengan
un futuro mejor. En todas las culturas, son mayoritariamente las mujeres
quienes se quedan con los menores cuando el hombre se va (por abando-
no del hogar, conflictos armados o migración económica); quienes se en-
cargan del cuidado de las personas mayores o enfermas y, en los tiempos
de precariedad, también son las primeras que renuncian a su plato y a su
dignidad con tal de llevar algo a casa. Como cuidadoras natas, este foco
se amplía más allá de sus familias al conjunto de la comunidad y a la pro-
tección de los bienes de la Madre Tierra. Las mujeres defienden la vida de

Sal Terrae | 107 (2019) 163-176


mujeres en marcha para construir otro mundo posible 171

todas y de todos, reclaman la paz en situaciones de conflictos violentos y


protegen a la Creación (con la que mantienen un vínculo especial) frente
al poder depredador del modelo de desarrollo económico que predomina
en nuestro mundo.
La identidad de la mujer está fuertemente vinculada a la preservación de
la vida. Una Vida entendida en su significado más amplio, la vida de los
hijos y las hijas, de las parejas, de los mayores, la vida del río, del bosque,
de la Tierra. En muchas ocasiones, es la vida de los “otros” antes que la
propia. Las mujeres son “seres para y de los otros”16. Este abandono de sí
mismas es muchas veces causa de su agotamiento y baja autoestima, pero
también es la capacidad que les permite poner su vida en juego en defensa
de la vida de otras y otros. Y, entonces, las reconocemos como mujeres
valientes.
Una vez nos colocamos estas gafas, afloran a nuestra memoria muchos
relatos de mujeres defensoras de la Vida. La liberación del pueblo de Is-
rael comenzó gracias a las parteras Sifra y Pua que protegieron la vida de
Moisés; la cananea se arrastró delante de Jesús por la salud de su hija; Etty
Hillesum, joven judía que se presentó voluntariamente en un campo de
concentración expresaba en su diario “no deseo mi seguridad, quiero ser,
en cada lugar, una pequeña parcela de fraternización con aquellos que
llamamos enemigos”; Berta Cáceres, una lideresa indígena hondureña
conocida como la guardiana de los ríos fue asesinada por defender los
bienes de la casa común; las Patronas en Veracruz preparan bolsas de co-
mida para lanzárselas a los grupos de migrantes que viajan a lomos de “La
Bestia” camino de Estados Unidos… Estos son sólo algunos de los relatos
de vida que han superado las tinieblas de la historia, pero todas y todos
podemos reconocer especialmente en mujeres de nuestra familia ese don
del cuidado y la protección de la vida de otros y otras por encima de sus
intereses personales.
En los tiempos que nos ha tocado vivir, para hacer frente a las dinámi-
cas poderosas del modelo económico imperante, necesitamos personas

16. F. Basaglia, Mujer, locura y sociedad, Universidad Autónoma de Puebla, 1983.

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172 mª mar magallón soneira

generosas capaces de poner la vida de los grupos excluidos y de la casa


común por delante de la propia vida. Las vidas entregadas de millones de
mujeres anónimas a lo largo de la historia interpelan nuestro subjetivismo
exacerbado y nos inspiran en esta tarea.

b. La resiliencia: fortaleza que no desfallece

“Teníamos dos opciones, estar calladas y morir o hablar y morir, y decidi-


mos hablar”. Malala Yousafzai.

No hay expresión menos afortunada que identificar a las mujeres con


el sexo débil (expresión que a veces sigue empleándose de forma velada
cuando hablamos de las mujeres únicamente como sujetos vulnerables
que necesitan de protección). La realidad que contemplamos contradi-
ce repetidamente esta expresión. Tras siglos de represión y exclusión, las
mujeres siguen rebelándose contra las injusticias y denunciando con de-
terminación los abusos que sufren.
Las sobrevivientes a la violencia la encaran mediante la denuncia pública
y el uso de los canales legales (cuando existen y si no, luchan por crear-
los). No se conforman con las injusticias que viven. Cada vez son más las
que toman la palabra y relatan sus historias. Mujeres valientes que están
dispuestas a volver a remover su sufrimiento para poder ayudar a otras
compañeras. Ante la fuerza de la violencia, ellas emplean la tenacidad de
la palabra y de la ley.
Las mujeres permanecen ante el dolor ajeno, no le dan la espalda. Al igual
que María y las otras mujeres aguantaron al pie de la cruz de Jesús, son
con frecuencia las madres, esposas y hermanas las que acompañan en los
hospitales, las que entierran a sus muertos, las que consuelan y abrazan a
quien sufre.
La violencia no tiene la última palabra con muchas de ellas. Son mujeres
resilientes que se levantan una y otra vez a pesar de las vulneraciones de de-
rechos que sufren cotidianamente. En la República Democrática del Con-
go, la violencia sexual se usa como arma de guerra y alcanza cotas de bru-
talidad insospechadas. Son muchas las mujeres y las niñas que son violadas

Sal Terrae | 107 (2019) 163-176


mujeres en marcha para construir otro mundo posible 173

en varias ocasiones a lo largo de su vida17. En su país, la violación no solo


tiene secuelas físicas y psicológicas muy graves; además, conlleva el recha-
zo de sus maridos y de la comunidad y, en muchos casos, embarazos que
alumbran bebes no deseados. El nivel de sufrimiento es tan insoportable
que a veces acaba con ellas, pero, misteriosamente, en algunas ocasiones las
sobrevivientes se levantan una y otra vez para acompañar a otras víctimas,
denunciar a sus agresores y luchar contra la impunidad.
¿De dónde nace esa fortaleza para resistir? ¿Cómo es posible que la vida
emerja en situaciones tan duras? La resistencia nace de la indignación
(“ni una más”) y del deseo de que el futuro sea mejor para sus hijas e
hijos (“quiero que a mi hija no le ocurra lo que me ha pasado a mí”). Es
una fuerza que brota de manera sencilla desde la vulnerabilidad, aflo-
ra sin tambores ni trompetas. El sufrimiento que han experimentado se
convierte en activismo. No son super-mujeres todopoderosas, en muchos
casos son frágiles, vulnerables, son mujeres rotas que en su debilidad en-
cuentran su fuerza (al igual que Pablo de Tarso). Sus vidas son lugar sa-
grado, espacios habitados por una Vida que supera nuestras expectativas
y obra milagros insospechados. Ante ellas, en medio del dolor, la admi-
ración y el agradecimiento brotan de manera sorprendente y espontánea.
Decía Saramago que “resistir sin esperanza es la suprema dignidad del ser
humano”. Hay rincones del mundo donde la esperanza apenas se vislum-
bra. Ellas, allí, siguen resistiendo.

c. La unión que hace la fuerza

La construcción de redes de solidaridad es un rasgo muy característico de


las estrategias que emplean las mujeres para afrontar los desafíos que se
encuentran. Son redes de todos los tamaños: locales, nacionales o inter-
nacionales. Las mujeres de la Plaza de Mayo, las del vaso de leche en Perú
o las compañeras de Synergie en el Congo son algunos ejemplos. En mu-
chos casos, desde su orientación práctica, las redes nacen para atender una

17. Basado en el diagnóstico realizado por ALBOAN en el marco del programa


Mieza para el empoderamiento de la mujer africana en contextos de movilidad.

Sal Terrae | 107 (2019) 163-176


174 mª mar magallón soneira

necesidad urgente en el entorno como puede ser mejorar la alimentación


de los menores o atender a las mujeres congoleñas que sufren la violencia
sexual en los Kivus. En otras ocasiones sirven para proteger a las personas
o a la creación (en la India, el movimiento Chipko andolan, “abrázate
a los árboles”, fue creado por un movimiento de mujeres). Por último,
algunas redes se crean para denunciar situaciones de vulneraciones de
derechos humanos. Así nació en su momento el movimiento sufragista o
actualmente el #metoo.
Las redes tejen solidaridades entre mujeres de distintas procedencias y
orígenes y de ellas nacen nuevos corajes y fuerzas. La unión les permite
visibilizar con más claridad las realidades de exclusión y violencia que
viven y les ayuda a sostener las actividades que ponen en marcha para
paliarlas. Pero, por encima de todo, las redes les permiten afrontar con
mayor decisión y seguridad situaciones que de modo individual les resul-
tarían más peligrosas.

4. ¿Cómo sumarnos como Iglesia a la corriente de vida que brota de


las mujeres?

Muchas personas y organizaciones de Iglesia se encuentran dispersas por


el mundo acompañando y conviviendo con los pueblos y las comunida-
des excluidas. Nuestro quehacer en todos los ámbitos –social, educativo,
económico, pastoral, político…– tiene un impacto claro en sus procesos,
luchas y oportunidades y, al mismo tiempo, la vida compartida con estos
grupos tiene un poder transformador sobre nuestras personas e institu-
ciones. Acompañar la vulnerabilidad nos hace vulnerables también y, por
ello, nos convierte en mejores personas y mejores instituciones para con-
tribuir a la transformación que necesita nuestro mundo.
Las dinámicas desarrolladas desde los valores femeninos nos interpelan
a todas, mujeres y hombres, y nos animan a renovar nuestras personas y
nuestras entidades sociales y eclesiales. A la luz de sus aportes, señalo a
continuación algunas claves que pueden ayudarnos revisar nuestras prác-
ticas para responder mejor a la misión que nos convoca: la mesa compar-
tida para toda la humanidad.

Sal Terrae | 107 (2019) 163-176


mujeres en marcha para construir otro mundo posible 175

• Es urgente reubicar nuestras prioridades y poner la vida de todas


las personas y de la Creación en el centro del sistema. Como señala
el papa Francisco en su encíclica Evangelii Gaudium (n.53), tene-
mos que poner un límite claro para asegurar el valor de la vida hu-
mana. “Hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión
y la inequidad”.
• Vivamos conscientes de nuestra propia vulnerabilidad y debilidad.
Sólo desde nuestra fragilidad podremos crear hermandad real y
acompañar mejor a quienes viven en la exclusión.
• Necesitamos cultivar una espiritualidad de la resistencia18 que nos
permita hacer frente al poder avasallador del mercado y abra po-
sibilidades de cambio. Una espiritualidad que conforme personas
sólidas, con valores afianzados que se plasmen en estilos de vida
austeros y coherentes. Personas generosas, capaces de anteponer los
intereses de los grupos excluidos por delante de los suyos propios,
dispuestas a resistir y a mantenerse en el compromiso por la justicia
y la equidad.
• Apreciemos, visibilicemos y reconozcamos públicamente el trabajo
y el compromiso de las mujeres en los distintos contextos en los que
participan. Entre otros muchos, me gustaría señalar aquí el papel
que muchas congregaciones religiosas femeninas jugaron en las anti-
guas misiones, acompañando a los sacerdotes hasta lugares recóndi-
tos. Ellas pasaron las mismas penurias y muchas dejaron también su
vida allá, pero han pasado inadvertidas en la historia de la Iglesia.
• Reivindiquemos y confiemos en el valor transformador que habita
en la cotidianeidad. En los gestos sencillos se gestan las revolucio-
nes sostenibles y el cambio cultural que urge a nuestra humanidad.

Creo que los valores del evangelio armonizan plenamente con lo que he
ido señalando en esta reflexión. Las raíces en las que se asienta nuestra

18. Término acuñado por el Consejo Mundial de las Iglesias en el Foro Social Mun-
dial de Porto Alegre, 2003.

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176 mª mar magallón soneira

fe están inspiradas en estas dinámicas de defensa de la vida, resistencia


y unión. No son nada nuevo. Sin embargo, la realidad de desigualdad y
exclusión que hoy vivimos evidencia que nuestras prioridades y nuestras
prácticas se han ido deslizando hacia otros terrenos. Nos hemos asentado
en suelos resecos que solo manan leche y miel para unos pocos.
Necesitamos revitalizar la Tierra y cuanto la habita. Para esta labor, los
valores femeninos cultivados por muchas mujeres anónimas a lo largo de
los siglos son un humus del que nos podemos nutrir. Abramos los ojos, la
mente y el corazón para descubrir y acoger lo que nos brindan.
Gracias compañeras por cuidarnos, por resistir y por invitarnos a tejer
redes de solidaridad con vosotras.

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177

LOS LIBROS

RECENSIONES

Calduch-Benages, N., (coord..), Mujeres de la Biblia, PPC, Madrid,


2017, 125 pp.

Calduch-Beneges, miembro de la Su esclava Agar está entretejida a su


Pontificia Comisión Bíblica y docto- historia en el relato del Génesis. Sara
ra en Sagrada Escritura, ha reunido a significa en hebreo princesa. Será la
biblistas de todo el mundo para pro- mujer más recordada en el Nuevo
fundizar en diez figuras femeninas Testamento. Sara es estéril y vivía
del Antiguo Testamento. Conocer a prisionera de su propio cuerpo y de
sabias e ilustres antepasadas de la Bi- su propia alma. La esterilidad era una
blia es un camino apasionante y un humillación en la Antigüedad. Sara
desafío para todos los creyentes. se lamenta a Dios. Acompaña a Abra-
Estas mujeres tienen un origen hán durante su travesía por el desier-
común: son personajes bíblicos no to, y decide resolver la cuestión de la
históricos. Son figuras de la creación infertilidad. Presenta a su esclava de-
literaria que aportan nuevos modelos lante de su marido para tener un hijo.
de fe y esperanza en Dios. Siguiendo Agar es el símbolo de todos los escla-
el orden cronológico según aparecen vos. Pablo la menciona para simboli-
en la tradición bíblica, estos persona- zar la debilidad humana. A pesar de
jes atestiguan la autoridad femenina. las dificultades, Dios la salva y le da
La sabiduría en acción. Transformada lo que necesita. Agar da un nombre
en gestos y palabras. Todas ellas es- personal a Dios: Dios de la visión. Su
tán presentes en las narraciones más encuentro con el Señor modificó su
conocidas del Antiguo Testamento vida. Otra figura interesante es Rut,
–Sara, Agar, Tamar, Miriam, Débora, ella aparece en la genealogía del Evan-
Ana, Betsabé, Rut, Ester y Judit–. La gelio de Mateo. Una mujer moabita
primera matriarca de Israel es Sara. y extranjera que simboliza la bondad

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178 los libros

de Dios. Rut cumple su juramento En conclusión, este libro es una


de fidelidad según el orden patriar- muestra de la riqueza de perspecti-
cal de la sociedad. Su compromiso va vas de la teología feminista. En las
más allá de la muerte de su marido. últimas décadas, la investigación
Acompaña a Noemí, su suegra, a su sobre las mujeres ha ampliado esta
tierra. Allí se casó con Boaz gracias historia oculta en la tradición. Un
a una nueva interpretación de la ley, par de ejemplos son suficientes para
y así Noemí, que había huido de la iluminar la presencia femenina y
ciudad de Belén por una hambruna, enriquecer la imagen de Dios. Re-
vuelve a ser integrada en su familia comiendo este libro para cualquier
natal. Finalmente, otra de las figuras persona que desee aprender más so-
es Débora, profetisa y esposa. Es sím- bre las figuras veterotestamentarias.
bolo de la maternidad espiritual. Esta El lector puede optar por profun-
mujer se abandona al querer divino, dizar en las huellas de un personaje
y conduce a los israelitas a la victoria. y sorprenderse con su sagacidad y
Todo lo que hace y dice es por inspi- astucia para resolver los aconteci-
ración divina. Su estrategia y modo mientos. Son historias que antici-
de actuar es permanecer en Dios. La pan las palabras de Cristo: He ven-
única verdad es el poder del Señor; cido al mundo. (Jn. 16,33)
frente a Él nada valen ni armas ni es-
trategias humanas. Marta Sánchez

Pallarés Molíns, E., La Felicidad. Asequible y sostenible, Mensajero,


Bilbao 2018, 252 pp.
En nuestros mejores deseos, la ves tu atención a otras cosas, vendrá y
felicidad se repite sistemáticamente suavemente se posará en tu hombro”.
como lo más valioso que podemos Al igual que el amor, es una reali-
ofrecer a los demás y a nosotros dad trascendente, vital e inapresable.
mismos: ¡Que seas muy feliz!, ¡Feliz No es difícil equivocarse, perderse,
año!, ¡Feliz Navidad!... desencantarse… Por eso, para tran-
La felicidad es la máxima aspi- sitar por esos caminos, siempre viene
ración de la persona humana y, sin bien contar con sabias y experimen-
embargo, como escribía Thoreau, tadas orientaciones.
“es como una mariposa, cuanto más la El autor, doctor en Psicología y
persigues, más te eludirá; pero, si vuel- consultor psicológico de la Universi-

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recensiones 179

dad de Deusto, aborda el tema desde de colofón, lo dedica a profundizar


múltiples perspectivas (psicología, en ello.
filosofía, sociología, neurociencia, A lo largo del libro, va exponien-
espiritualidad…). Este enfoque in- do las claves básicas de los más di-
terdisciplinar y la actualización de versos aspectos: los diferentes modos
su bibliografía con la incorporación y resultados de medir la felicidad; la
de los últimos estudios científicos, íntima unión de esta con las relacio-
le permiten ofrecer una atractiva nes interpersonales, con las circuns-
panorámica global donde muestra, tancias sociopolíticas y culturales,
sintetizadas, las aportaciones más re- con los rasgos de la propia persona-
levantes de las diversas ciencias. lidad, edad y género; con los bienes
Desde esta visión de conjunto, ar- materiales y espirituales…
moniza e integra las dos tradiciones Desde el principio, advierte del
clásicas sobre la felicidad: la hedonía error de considerar la felicidad como
(placer) y la eudemonía (el compro- una realidad accesible en la misma
miso, el sentido de la vida). De este medida para todos. En los capítulos
modo, va más allá de la felicidad centrales, siguiendo a Seligman, re-
entendida como euforia, emocional- sume los tres factores determinantes
mente intensa y breve; y se centra, de la felicidad: genética y tempera-
como indica el subtítulo, en la felici- mento, circunstancias de la vida y
dad duradera y estable (sostenible) y al actividades intencionales y volunta-
alcance de todos (asequible). rias. Los dos primeros condicionan-
Esta obra, dividida en veinte tes son más difíciles de controlar o
capítulos, comienza con un breve modificar. El tercero, el de las acti-
recorrido por la historia del pensa- vidades y actitudes libremente elegi-
miento occidental, desde la filosofía das, es el ámbito donde es importan-
griega hasta nuestros días, para su- te una buena formación para optar
brayar la centralidad de la felicidad, por lo más conveniente.
considerada como aspiración última Por ello, en los últimos capítulos,
por todas las generaciones. señala las estrategias más adecuadas
A continuación, describe las tres para aumentar el nivel de felicidad.
características básicas de la verdade- Una vez más, el amor, las relaciones
ra felicidad: placer, compromiso y altruistas, se muestran como el factor
sentido de la vida. Vivir la vida con clave para ser feliz; muy por encima
sentido es la forma más compleja de de los bienes materiales o la salud.
felicidad, supone autotrascenderse. Es una obra de divulgación y,
Por eso, el último capítulo, a modo como buen profesor, conjuga el ri-

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180 los libros

gor científico con la claridad expo- mentada visión de conjunto, permite


sitiva. La sencillez prima sobre la al lector hacerse idea del estado de la
erudición; y el resultado es un texto cuestión y convierte este texto en un
accesible a todo tipo de público. referente entre los de su género.
El valioso aparato crítico ofrecido
al final de la obra, unido a la funda- M.ª Dolores de Miguel Poyard

Garrido, J, Sobre la muerte y el más allá. Consideraciones cristianas, Sal


Terrae, Maliaño (Cantabria) 2017, 182 pp.

Con este título, se podrían es- El autor, apoyado en diversas dis-


perar elucubraciones sobre cómo es ciplinas (teología espiritual, ciencias
la vida más allá de la muerte. Y, sin humanas, psicología, pastoral…),
embargo, al autor le interesa subra- propone una antropología bíblica
yar que ni lo sabe ni tiene demasiado y purifica la fe de falsas creencias y
interés. concepciones míticas de un más allá
Vivir la vida desde la Resurrec- del que poco se puede saber.
ción, saber que resucitaremos con Como pastoralista experimen-
Dios es lo único importante; el cómo tado, es consciente de que algunas
es irrelevante para quien se abando- de sus afirmaciones pueden resul-
na confiado en su Misericordia. tar desconcertantes. Cuesta romper
Aborda el tema de los novísimos inercias, recomponer esquemas.
(muerte, juicio, infierno y gloria) “¿Cómo puede uno nacer de nuevo
desde la perspectiva existencial y siendo ya viejo? –preguntó Nicode-
fundamentado en lo nuclear de la mo–. ¿Acaso puede entrar por se-
escatología cristiana: el aconteci- gunda vez en el vientre de su madre
miento histórico de la Resurrección, y volver a nacer?” (Jn 3,4).
inseparable de la Parusía. Desde su profunda experiencia
Esta segunda venida, consuma- personal de Dios, conjuga dos po-
ción de la historia, suplicada ardien- los en apariencia irreconciliables: la
temente en la Revelación “¡Ven, Se- fidelidad a la fe católica y la confian-
ñor Jesús!” (Ap. 22,20), hoy parece za en el antropocentrismo cultural.
olvidada o incluso temida o recha- “Una fe que no se hace cultura es una
zada; y, sin embargo, sin la Historia fe no plenamente acogida, no total-
de la Salvación, la escatología deja de mente pensada, no fielmente vivida”
ser cristiana. (Juan Pablo II).

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recensiones 181

El resultado es una obra lúcida anima a establecer verdaderos lazos


y liberadora, anclada en el Espíritu, afectivos con el Dios de la Alian-
siempre nuevo, siempre joven. Só- za. Unidos a Él, la vida nueva en
lidamente fundamentada, dialoga el Espíritu nos permite contemplar
respetuosamente con esta sociedad la cautivadora densidad de la pro-
occidental tan celosa de su autono- pia existencia, abierta a la plenitud
mía. Desde la Encarnación, antro- de Dios. La aparente opacidad de
pocentrismo y teocentrismo se dan la realidad diaria brilla en todo su
la mano. Nuestro Dios, Señor de la esplendor, transfigurada y trascen-
historia, se hace presente en nuestra dida por la Gracia de Dios. “En Él
propia historia, habitada por Él de vivimos, nos movemos y existimos”.
eternidad. En cada Eucaristía participamos, de
Las paradojas, la tensión entre modo incomparable, del cielo ofre-
contrarios son inherentes a la exis- cido ya aquí en la tierra.
tencia humana, cuya vida se debate La muerte ha sido definitivamen-
continua y dramáticamente entre el te vencida, vivimos ya desde ahora la
ya sí pero todavía no. El autor cons- vida eterna. La muerte corporal de
truye su discurso equilibradamente, la criatura, “la hermana muerte”, es
subrayando la unidad en la diferen- el abrazo definitivo con Él; la única
cia. Vivimos en Dios, pero Él nos muerte verdaderamente dramática
trasciende. Presenta los novísimos es el pecado, con su desoladora pri-
tanto desde la antropología (la per- vación de la Gracia de Dios.
sona humana ante estas realidades Nos encontramos ante una obra
últimas) como desde la espirituali- de madurez, sabiduría esenciada de
dad (la esperanza teologal). toda una vida de contemplación y
En el peregrinaje existencial de misión. La fe del pastor se manifiesta
cada persona concreta, la vida teolo- sencillamente en su oración final; en
gal y concretamente la esperanza en este camino nos acompaña María, a
Dios es clave en la relación con Él. quien tantas veces hemos invocado:
Sin ella, la fe solo sería un conjunto “Ruega por nosotros pecadores, ahora y
de creencias; y el amor, una moral. en la hora de nuestra muerte”.
El autor, convencido de la nece-
sidad de personalizar la propia fe, M.ª Dolores de Miguel Poyard

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182 los libros

Ávila Blanco, A., Acompañamiento pastoral, Ediciones PPC, Madrid


2018, 391 pp.

Este libro tiene su origen remoto este libro, que se agrupan en cuatro
en una asignatura sobre cuestiones partes, cada una de las cuales abor-
de psicología pastoral. Su prepa- da una temática concreta e intenta
ración, dice A. Ávila «me planteó responder a las cuestiones que esta
cómo abordar la inmensa literatura temática plantea. La primera está
sobre diferentes tipos de acompaña- dedicada a la fundamentación del
miento y la toma de conciencia de la acompañamiento en una triple di-
escasez de obras complexivas capa- rección: teológico-pastoral, históri-
ces de fundamentar teológicamente ca y psicológica. La segunda parte
la tarea, y de aportar instrumentos aborda los medios de los que se sir-
básicos con lo que llevar a cabo cual- ve el acompañamiento pastoral. La
quier tipo de acompañamiento». tercera y la cuarta analizan los di-
La lectura de diferentes obras y ferentes tipos de acompañamiento:
la reflexión compartida con alumnos la tercera está dedicada a los acom-
hizo caer en la cuenta al autor de la pañamientos denominados «sama-
revolución tan fenomenal que venía ritanos» y los que hacen referencia
ocurriendo en este campo en el últi- al crecimiento y la maduración hu-
mo siglo, tanto a causa de las aporta- mana; y la cuarta, a los acompaña-
ciones de las ciencias humanas como mientos específicos para el ejercicio
a causa del cambio eclesial. Entrar en de la vida cristiana en respuesta a la
el estudio de estos cambios y aporta- llamada que Dios nos hace a cada
ciones permite fundamentar la firme uno de los creyentes.
convicción de que el acompañamien- Es probable que la expresión
to pastoral no es una moda del tiem- «acompañamiento pastoral» pue-
po actual, sino que, con nombres da prestarse a algunas confusiones:
diferentes, es una acción de la Iglesia ¿qué es el acompañamiento pas-
presente desde sus orígenes, que ha toral? ¿Dónde se fundamenta teo-
ido adquiriendo formas y denomi- lógica y eclesialmente? ¿Cuál es su
naciones distintas (cuidado pastoral, campo de acción? ¿Es una nueva
cura de almas, dirección espiritual, forma de nombrar a la dirección
etc.), pero que está en la esencia mis- espiritual? ¿Cómo desarrollarlo en
ma del ser cristiano. pleno respeto a esa pluralidad y en
Todo esto, de una forma u otra, coherencia evangélica con el contex-
está presente en los capítulos de to social plural, en el que conviven

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recensiones 183

diferentes concepciones ideológicas los mismos sentimientos de Cristo


y religiosas? ¿Quiénes han de ser sus Jesús (Flp. 2,5), hunde sus raíces en
agentes: clérigos, profesionales, cual- la forma de ser y de vivir de Jesús,
quier creyente…? ¿Cuál ha de ser su que «ungido por Dios con la fuerza
capacitación? del Espíritu Santo, pasó haciendo el
Estas y otras muchas preguntas bien y curando a todos los oprimi-
se abren ante nosotros al comen- dos por el diablo, porque Dios esta-
zar la presente obra. A. Ávila va a ir ba con él» (Hch 10,38).
dando respuesta y desarrollándolas a Mención especial merece la cuar-
lo largo de todo el libro. Entiende ta y última parte en la que aborda
el acompañamiento pastoral como los acompañamientos específicos
una tarea amplia y abarcadora, con para el ejercicio de la vida cristiana,
límites no siempre precisos, que tie- que van mucho más allá de lo que
nen su origen en las mismas acciones clásicamente se ha entendido por
realizadas por Jesús, el buen pastor, y dirección espiritual. De ahí que el
que hace referencia a la preocupación autor dedique un primer capítulo al
sentida y expresada por los cristianos estudio del cambio de paradigma al
hacia el otro, el prójimo, especial- que, conscientemente o no, estamos
mente hacia aquel que necesita de siendo sometidos, para en un segun-
cualquier manera nuestra presencia do capítulo abordar los diferentes
fraterna, tanto por motivos de cre- tipos de acompañamiento, que van
cimiento personal y espiritual como de de los que ocurren en un contex-
a causa de los problemas materiales, to de primer anuncio misionero a los
morales, psicológicos, situaciones de que se realizan desde la fraternidad
exclusión, angustia, miedo (Evange- con aquellos cristianos que intentan
lii Gaudium 169-173). mantenerse fieles a la vocación cris-
Así pues, el acompañamiento tiana en las cosas pequeña y grandes
pastoral, que es un ministerio de de su vida diaria (El acercamiento a
compasión cuya fuente y motiva- los alejados y la acogida a los que se
ción es el amor de Dios, es una ca- acercan a la fe, El acompañamiento de
tegoría inclusiva. Con él se designan los que se inician en la fe, acompañar
acciones que se realizan en campos el ejercicio de la vida cristiana).
tan diferentes como son los recogi- Este no es un libro dirigido a te-
dos en las obras de misericordia. El rapeutas ni tampoco exclusivamente
acompañamiento pastoral, siguien- a los que tradicionalmente se han
do la recomendación del Apóstol, denominado «directores espiritua-
que nos invita a tener entre nosotros les», aunque sin duda tanto unos

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184 los libros

como otros pueden encontrar en él estudio, a partir de las aportaciones


muchos elementos que les serán de de la psicología pastoral, sobre el
utilidad. Sus destinatarios principa- acompañamiento pastoral, con el fin
les son los agentes de pastoral, hom- de dotar a aquellos que desarrollan
bres y mujeres que, en situaciones esta tarea de una serie de criterios e
y de formas muy diferentes, acom- instrumentos que les permitan me-
pañan a otros desde el servicio y la jorar su labor.
fraternidad. Para ello, lo que preten-
de Antonio Ávila es desarrollar un Lázaro Sanz Velázquez

El Padrenuestro de Martin Lutero, Traducido y comentado por Rafael


Lazcano, San Pablo, Madrid 2018, pp. 174.

El martes de Carnaval (24 de que trate nuevamente El Padrenues-


febrero) de 1517 Lutero finaliza su tro –publicado una vez por mis bue-
serie de sermones sobre el Decálogo. nos amigos– a fin de expresarme con
Inicia entonces, como un ciclo de mayor claridad aún y prestar, al mis-
cuaresma, una serie sobre el Padre- mo tiempo, un buen servicio a mis
nuestro, recogida por Johann Sch- adversarios, si esto fuese posible. Mi
neider, y la publica en alemán. Tras intención siempre ha sido ser útil a
un inesperado éxito se suceden las todos y no perjudicar a nadie».
ediciones, lo que no agrada a Lutero, De aquí que decida componer su
pues no cree conveniente que, cual- propia publicación sobre el Padre-
quiera que sea la intención de los nuestro, destinada al pueblo común
promotores, sus obras se divulguen (el título exacto será «Exposición/
sin control: «No sé por qué andan Explicación del Padrenuestro en len-
mis palabras y sermones circulando gua popular, para uso de los laicos
por todas partes, cuando hay tantos sencillos»). A tal fin, reemprende la
libros que merecen ser dados a co- exposición del Padrenuestro en di-
nocer para provecho del pueblo; ni ciembre de 1518, incluyendo en su
puedo explicarme que, por virtud audiencia a los niños u otras gentes
de Dios, haya de verme envuelto en no educadas. La obra resultante se
esta cuestión, porque unos por amis- publica el 5 de abril de 1519, y una
tad y otros por lo contrario, todos vez más obtiene una gran aceptación
captan cuanto digo y luego lo divul- en diversos países, siendo elogiada
gan. Esta situación me ha llevado a por su carácter espiritual y popular.

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recensiones 185

Este ensayo de lectura espiritual trica, dado que ignorar a Cristo es


ofrece una síntesis esencial para la tanto como ignorar las Escrituras, y
meditación del Padrenuestro. Je- la apertura del corazón del hombre a
sús es presentado como Maestro la verdad de la palabra de Dios. Este
de oración. Enseña a sus discípulos camino hermenéutico, novedoso y
cómo dirigirse a Dios Padre, una vez revolucionario en su época, frente a
preparados para entenderlo, de una una comprensión del texto bíblico
manera sencilla, directa y luminosa: que en muchas ocasiones se fijaba en
«Se ha de orar usando pocas pala- deducciones arbitrarias con la pre-
bras, pero disponiendo de muchos tensión de encontrar en cada pasaje
y profundos pensamientos y senti- los cuatro sentidos (histórico, sim-
mientos». Sin malabarismos herme- bólico, moral, y místico), constituye
néuticos Lutero hace una interpre- la nueva vía de la reflexión teológica
tación del Padrenuestro mediante el y de renovación de la espiritualidad
análisis lingüístico y contextual, los emprendida por Lutero, ajeno a las
comentarios patrísticos y un amplio especulaciones escolásticas y al «me-
repertorio de ideas sobre el hombre canicismo» o ritualización de rezos
y los sentimientos religiosos. Su ob- y plegarias. Defiende, con todos los
jetivo se centra en la presentación «doctores de la Sagrada Escritura
del núcleo doctrinal de cuanto quiso que la oración, por carácter y natu-
decir Cristo en cada una de las siete raleza, no es sino la elevación de los
peticiones, en el contenido y sentido sentimientos o el corazón a Dios».
de la plegaria «más elevada y subli- p. 31.
me», «en la oración verdaderamente En El Padrenuestro se ventilan
espiritual, íntima y sincera que es importantes cuestiones. Unas de
el Padrenuestro», desgranando cada tipo filológico, otras de rango teo-
una de sus peticiones sin perder de lógico, antropológico y espiritual,
vista la unidad, interpretando cada cuyo estudio y comentario realiza
una de sus partes desde las fuentes con la certeza de quien no desea
bíblicas y su contexto crítico, con el tergiversar las enseñanzas de Cris-
ánimo de ampliar la perspectiva pas- to, sino advertir lo que las palabras
toral. quieren decir y aquello que signifi-
Lutero apuesta por una herme- can para los cristianos en aquellas
néutica renovadora de las verdades circunstancias. Se proponía, en úl-
cristianas, asentada en tres pilares: la timo término, una explicación bien
argumentación a partir de la Sagrada trabada con lugares escriturísticos de
Escritura, la mentalidad cristocén- aquellos puntos claves para Lutero:

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186 los libros

la manifestación de la gloria de Dios se publicó en 1946. Rafael Lazcano


y el acatamiento de la voluntad divi- nos ofrece una versión con notables
na por parte del hombre, la peque- mejoras, incorporando la traducción
ñez y la debilidad humanas, la falta de la última parte del comentario,
de firmeza para resistir la prueba que ausente en la edición de Gutiérrez
Dios pone a los elegidos, y la nece- Marín. Otra novedad es la inclusión,
sidad de pedir a Dios Padre su favor en las correspondientes citas a pie de
y ayuda. «La obra se ajusta al género página, de los pasajes bíblicos, tan-
exegético divulgativo, o de teología to explícitos como implícitos, y las
bíblica espiritual, cuyo discurso en- fuentes patrísticas empleadas por
cuentra respaldo en las Escrituras Lutero. Añade, asimismo, Lazcano
y en los escritores de la antigüedad algunas notas explicativas que faci-
cristiana, con especial atención a san litan una mejor contextualización
Agustín». del comentario sobre la oración del
Manuel Gutiérrez Marín fue el Señor.
primero en traducir al español esta
obra de Lutero, cuya segunda edición Lázaro Sanz Velázquez

Uriarte, J. M., El Espíritu Santo. Vida para la Iglesia y el mundo, Sal


Terrae, 2018, 134 pp.
Uriarte fue obispo de San Se- mos que realizar gestos y acciones
bastián y presidente de la Comisión que eleven el tedio moral que se res-
Episcopal del Clero. Su gran expe- pira en tantas partes del mundo. El
riencia pastoral y teológica se refleja exceso de información, el confort y
en estas páginas. Un opúsculo escri- el individualismo contribuyen a una
to con el deseo de hacer presente al pérdida de la esperanza personal. El
Espíritu Santo en la vida cotidiana materialismo embota la ilusión de
del fiel. la verdadera alegría. Toda persona
Comienza presentando a la Ter- necesita saber para qué vivir. Sólo la
cera Persona de la Trinidad como el esperanza y el amor dan sentido a
motor de la conversión individual la vida humana. A medida que Dios
y comunitaria. Su tarea es discreta es reducido a silencio y expulsado de
en la Historia de la Iglesia. El papa los espacios públicos, la capacidad
Francisco nos recuerda que todos los humana para sobreponerse al su-
cristianos estamos fortalecidos por frimiento se oscurece en el corazón
los dones del Espíritu. Todos tene- del hombre. En un mundo donde

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recensiones 187

la “cultura de la muerte” se alza con ble de cada persona. Es el alimento


fuerza, los no creyentes encuentran del alma. Abre la mirada del creyen-
dificultades para explicar el problema te para descubrir lo bello de la vida.
del mal. La falta de diálogo es uno Da consuelo en los momentos de
de los mayores problemas en nues- desánimo. Uriarte anima a fijarse en
tra sociedad. A la luz de la fe, la vida María. Una mujer singular que fue
moderna revela un anhelo de la espi- moldeada por el Espíritu Santo. Ella
ritualidad. Todo cristiano tiene que supo permanecer fiel a Dios, aun en
hablar con Cristo a corazón abierto. medio de su dolor al pie de la cruz.
Participar en los sacramentos de la Es necesario actualizar y combatir la
Reconciliación y la Eucaristía y otros miseria material y moral del mundo
medios para sentir la presencia de desde lo cotidiano: en la casa, en el
Dios en su vida. Cuando el presbíte- trabajo…o en la calle.
ro alza las manos en la misa, este ges- Un libro breve y sencillo para
to simboliza la invocación al Espíritu sentir la presencia del Espíritu Santo
de toda la asamblea. Ser cristiano en en la vida. Uriarte escribe de forma
solitario es misión imposible. Todas clara y accesible a todos. Recomien-
las comunidades eclesiales se estruc- do esta obra a todo creyente que de-
turan en torno a tres principios: for- see renovar su esperanza en Cristo.
mación, oración y compromiso. El
Espíritu ensancha lo bueno y lo no- Marta Sánchez

Bermejo, J. C., Counselling Humanista. Cómo humanizar las relaciones


de ayuda, y propuestas sobre el amor en familia, San Pablo, Madrid,
2018, 180 pp.
Bermejo, doctor en Teología pas- lugar en Barcelona en el 2015 y está
toral sanitaria, divulga un nuevo mé- extendiéndose en España. Vivimos
todo de acompañamiento para for- en una sociedad compleja a nivel
mar a profesionales en las relaciones moral y es fácil reaccionar com-
de ayuda. Personas acreditadas para pulsivamente. Dentro del contexto
promover el bien de otros. Apasio- educativo, uno de los desafíos de los
nadas por construir un mundo con profesores es aliviar el sufrimiento
menos sufrimiento. de sus alumnos. Muchos se reco-
El counselling es el arte de rein- nocen vulnerables. El counselling
ventarse. El primer congreso tuvo puede evitar caer en el agotamiento

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188 los libros

emocional dentro del ámbito edu- otra persona. Sentir las amarguras y
cativo y en otros ámbitos. A dife- alegrías de otras personas. Para ello
rencia del coaching, el profesional es necesario evitar los juicios mora-
del counselling intenta promover al lizantes. Los seres humanos tenemos
máximo la autonomía de la perso- la libertad de dar un significado a
na. Adquirir las destrezas necesarias lo que nos acontece, la libertad de
para adaptarse a las situaciones más ser uno mismo con luces y sombras.
efectivamente. Vivir los aconteci- Este es el requisito necesario para
mientos cotidianos de forma sana ayudar a otros. Ayudar a otra perso-
y armoniosa a nivel físico, emotivo, na es como hacer magia. Es apren-
social y espiritual. Una persona vive der de los propios traumas. Trans-
sanamente cuando experimenta paz formarse uno mismo para promover
en su interior. La clave del profesio- esperanza en las situaciones donde
nal para realizar una ayuda eficaz es hay mayor vulnerabilidad. En el arte
promover una alianza terapéutica. del counselling no existen normas.
Una relación entre las dos partes ba- Promueve relaciones de ayuda más
sada en la confianza y la esperanza humanas, para tejer entre todos una
de conseguir aquello que se desea. la cultura de la responsabilidad y del
Conviene que el profesional refuerce cuidado del planeta.
sus actitudes y potencialidades per- En definitiva, Bermejo ha sabido
sonales para enseñar a otros sobre el ofrecer una obra sencilla, didáctica y
cuidado de uno mismo y responsa- entretenida destinada a promover el
bilidades en el cuidado de la crea- bien de la persona. Orientada prin-
ción. Profundizando en la psicología cipalmente a profesionales del ám-
humanista de Carl Rogers, Bermejo bito sanitario y educativo. Un libro
destaca tres actitudes básicas a desa- clave para aprender cómo ayudarse
rrollar por el profesional: la empatía, uno mismo y ayudar a otros en el rit-
la autenticidad y la consideración mo vertiginoso de la vida cotidiana.
positiva. La capacidad de ser sensible
y darse cuenta de los sentimientos de Marta Sánchez

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REVISTA SAL TERRAE


Instrucciones para los autores

1) La revista Sal Terrae acepta trabajos originales, no publicados previamente ni


aceptados para su publicación en el mismo o en otro idioma. Los trabajos ori-
ginales serán escritos en lengua castellana, pudiendo incluir citas textuales en
otros idiomas. Deben presentarse totalmente terminados y deberán adaptarse a
las instrucciones dadas por Sal Terrae.
2) La revista Sal Terrae acepta trabajos originales sobre estas temáticas: teología (pas-
toral, bíblica, espiritual, moral, práctica), Iglesia, familia, sociedad, psicología.
3) Los manuscritos recibidos serán evaluados por el director de la revista y, en
ocasiones, por un miembro del consejo de redacción de la revista. Su (s) dicta-
men (es) será (n) comunicado (s) al autor. Los trabajos aceptados quedan como
propiedad de la revista Sal Terrae y no podrán ser reproducidos sin su expresa
autorización (parcial o totalmente). Antes de su publicación, los autores de los
originales aceptados ceden en exclusiva a la revista Sal Terrae los derechos de ex-
plotación de los que son titulares, pudiendo Sal Terrae publicarlos en cualquier
soporte, así como ceder dichos derechos de explotación a un tercero.
4) Los autores de los trabajos recibirán una remuneración, su trabajo en formato
pdf y dos ejemplares del número correspondiente de la revista.
5) La extensión de los artículos solicitados será de un mínimo de 24.500 y un
máximo de 25.500 caracteres (con espacios), notas a pie de página incluidas.
Serán enviados en formato digital, en cualquier versión de Word,
a revistasalterrae@salterrae.es.
6) En la primera página de los artículos se incluirá:
Título del artículo.
Nombre, apellidos, ocupación (es) principal (es) del/de la autor/a y correo
electrónico.
Fecha de finalización del trabajo.
Un resumen o sumario del artículo en castellano de entre 80 y 110 palabras
y una lista de palabras clave en número no superior a cinco, que no podrán
coincidir con las del título del artículo.
7) La revista Sal Terrae se encargará de traducir al inglés el título del artículo, el
resumen o sumario y las palabras clave.

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8) Se recomienda utilizar estas fuentes tipográficas: «Times New Roman» para


Windows (o «Times» para Macintosh), tamaño 12 (texto) y tamaño 10 (notas
a pie de página).
9) Los criterios que deben seguirse a la hora de elaborar las notas a pie de página
son:
a) Al citar libros: 1) inicial (es) del nombre (con punto) y apellido (s) del
autor en letra Versalita, dejando un espacio entre la inicial y el/los ape-
llido (s); 2) título y subtítulo (si lo tiene) en letra cursiva; 3) nombre de la
editorial en letra redonda; 4) lugar y fecha de publicación en letra redonda
y sin coma entre ambas (si existe número de edición de un libro, se cita,
por supuesto a partir de la segunda, en superíndice, justo a continuación
del año de edición); 5) número (s) de página (s) citada (s), sin que le (s)
preceda (n) p. / pp.
Nota 1: Escríbase el nombre de la ciudad en que se publica el libro en el
idioma en que éste está escrito.
Nota 2: Cuando se citen dos o más libros del mismo autor, sustitúyase, a
partir de la segunda cita, la inicial del nombre y el/los apellido (s) por ID.
Esta nota vale también para los apartados b, c y d de estas instrucciones
para autores.
Ejemplo:
D. Aleixandre, Las puertas de la tarde. Envejecer con esplendor, Sal Terrae,
Santander 20093, 170-175.
b) Al citar artículos de revista: 1) inicial (es) del nombre (con punto) y ape-
llido (s) del autor en letra Versalita, dejando un espacio entre la inicial y el/
los apellido (s); 2) título en letra redonda y entre comillas («»); 3) nombre de
la revista en cursiva, precedido por dos puntos (:); 4) número del volumen de
la revista; 5) año de publicación entre paréntesis y coma (,) detrás; 6) número
(s) de página (s) citada (s), sin que le (s) preceda (n) p. / pp.
Ejemplo:
G. Barbiero, «“Un cuore spezzato e affranto tu, o Dio, non lo disprezzi”.
Peccato dell’uomo e giustizia di Dio nel Sal 51»: Ricerche storico-bibliche 19
(2007), 157-176.
c) Al citar artículo en obra colectiva o voz de diccionario: 1) inicial (es)
del nombre (con punto) y apellido (s) del autor en letra Versalita, dejando
un espacio entre la inicial y el/los apellido (s); 2) título del artículo o voz
en letra redonda y entre comillas («»); 3) precedidos por coma (,) y en,
inicial (es) del nombre (con punto) y apellido (s) del autor/editor del libro

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o diccionario en letra Versalita, dejando un espacio entre la inicial y el/los


apellido (s); 4) ed./eds. entre paréntesis (ed./eds.); 5) título y subtítulo (si
lo tiene) del libro o diccionario en letra cursiva; 6) nombre de la editorial
en letra redonda; 7) lugar y fecha de publicación en letra redonda y sin
coma entre ambas (si existe número de edición de un libro, se cita, por
supuesto a partir de la segunda, en superíndice, justo a continuación del
año de edición); 8) precedido por coma (,) y espacio, número (s) de página
(s) citada (s), sin que le (s) preceda (n) p. / pp.
Ejemplo:
A. Wénin, «David roi, de Goliath à Bethsabée. La figure de David dans
les livres de Samuel», en L. Desrousseaux – J. Vermeylen (eds.), Figures de
David à travers la Bible, Cerf, Paris 1999, 75-112.
d) Al citar referencias electrónicas, se siguen los criterios de a, b y c, y se
añade: 1) después de autor, título, etc., y precedida y seguida por coma: en
línea; 2) dirección web; 3) día de la consulta (entre paréntesis).
Ejemplo:
J. P. Fokkelman, Narrative Art and Poetry in the Books of samuel I.
King David, Van Gorcum, Assen 1981, en línea,
http://www.salterrae.es/catalogo/index.php
(consulta el 14 de febrero de 2010).
10) Formato de abreviaturas de referencia habituales: Ibid. / op. cit. / art. cit. / cf. /
cap. / ss. / n. (número) / nota / vol. /vols.
11) Otras indicaciones: Los textos sangrados van entre comillas. Se acentúan las
mayúsculas. Se usan comillas bajas y, solo dentro de éstas, las comillas al-
tas (Ejemplo: «Juan dijo: “Lo sé”»). Las citas bíblicas, según estos ejemplos:
Mt 6,1-3 / Mt 6,1-3.12-14.
12) En acentos, puntos, signos de puntuación, etc., síganse las normas de la Real
Academia Española (http://www.rae.es/rae.html).

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