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Analisis Ley Arias
Analisis Ley Arias
La doble instancia es una garantía general del debido proceso que está
consagrada en el artículo 31 de la Constitución colombiana, y asegura
que toda decisión judicial pueda ser apelada ante un juez
independiente y de superior jerarquía.
La doble conformidad, por su parte, es una manifestación del derecho
al debido proceso de quien es condenado en un proceso penal, y está
consagrada en el artículo 29 de la Constitución.
La narrativa política
Pero en este punto, la discusión pasa de lo jurídico a lo político. Ante los
medios y la opinión pública, el Centro Democrático ha hecho de la liberación
del exministro Arias una cuestión de honor. Ha acudido a la propaganda y
diversas formas de lucha política, alegando que el exministro es víctima de
una injusticia, maquinada y ejecutada por el gobierno Santos en contra de
Uribe y sus aliados.
También ha dicho que Arias no es un delincuente —aunque fue condenado
por el tribunal de mayor jerarquía en Colombia, de acuerdo con la legislación
vigente—; que no se ha robado un peso —a pesar de que no fue condenado
por eso—; ni es un prófugo de la justicia —aunque salió del país para eludir
las consecuencias de una condena penal—. Según la narrativa uribista, Arias
dejó Colombia para pedir asilo en Estados Unidos, pues es un perseguido
político, quien fue condenado de forma ilegal por un tribunal manipulado por
Santos.
En el caso de Arias, el lenguaje jurídico permite construir un relato político,
según el cual un régimen abusivo y arbitrario, el de Santos, pervirtió el Estado
de derecho y acabó con la separación de poderes con el fin de perseguir a
Uribe y destruir su legado.
En ese relato, Uribe y su partido son las víctimas y los defensores de los
derechos humanos y la legalidad. Parece que ese relato ha invertido algunas
prioridades: los partidos de oposición, que en el pasado denunciaron los
abusos del uribismo en contra del Estado de derecho y las garantías
constitucionales, ahora defienden el orden y la seguridad jurídica, no hace
mucho tan valiosos para los uribistas.
Más allá de la situación jurídica de Arias, en este caso está en juego el control
del relato político y la definición de la agenda de la legislatura que acaba de
comenzar. Para Uribe se trata de una oportunidad para “lavar” su imagen,
sobre la cual ha pesado la sombra de la corrupción como forma de gobernar.
Varios de sus ministros y colaboradores más cercanos han sido condenados
por la justicia penal por actos graves de corrupción, de abuso de poder y de
colusión con grupos criminales. El caso Arias es la oportunidad de imponer la
idea de que todo se trató de una conspiración urdida por Santos.
Lo que a su vez permite ocultar otros puntos clave de la narrativa: Arias no
fue condenado por la Corte Suprema por “robar dinero”, sino por permitir que,
saltándose las normas y controles, aliados políticos y personas con poder se
apropiaran de recursos del Estado destinados a otros fines.
Esta decisión no fue tomada de forma aislada por un tribunal cooptado por el
santismo y sesgada en contra de Uribe. La decisión fue respaldada, al menos,
por cuatro autoridades más:
El expresidente, senador, líder del Centro Democrático y jefe natural de Arias (quien
está preso en Estados Unidos y solicitado en extradición por Colombia) lanzó una
cascada de trinos en los que anuncia la agenda legislativa de su partido y el proyecto
que desde ya está levantando una polvareda es el que buscará “que se conceda la
doble instancia retroactiva en la Corte Suprema”. Desde ya la iniciativa está siendo
bautizada: la ley Andrés Felipe Arias.
El alto tribunal explicó en su auto que la intención de Arias es que le sea derogada
la sentencia condenatoria del 16 de julio de 2014 por la vía de concedérsele el
recurso de apelación contra ella. De modo que logre revocar el pedido de extradición
de que es objeto ante los Estados Unidos. Sin embargo, le recuerdan al exministro
que el Acto Legislativo 1 de 2018 no incluyó ningún mandato específico frente a la
cosa juzgada asociada a las sentencias condenatorias dictadas en única instancia
por la Corte Suprema de Justicia. "Ni siquiera consagró un régimen de transición y
en esa medida, en lo que importa para el presente caso, está fuera de lugar
demandar que se aplique retroactivamente a casos anteriores que se juzgaron y
fallaron con plena sujeción a la ley vigente", precisó el auto de la Corte Suprema.
Ese es, precisamente, el escollo que tendría que sortear el proyecto de ley que
acaba de anunciar el expresidente Álvaro Uribe. A la iniciativa se le auguran ácidos
debates en el Congreso por tener nombre propio y porque de prosperar generaría
nada menos que un sismo jurídico que afectaría todas las sentencias condenatorias
que profirió la Corte Suprema hasta que se creó la segunda instancia. Entre 2007 y
2017, la Corte Suprema de Justicia ha emitido al menos 152 decisiones
(condenatorias o absolutorias). Allí entra toda la parapolítica, la yidispolítica y los
jefes de carteles de corrupción, como Iván Moreno Rojas o Juan Carlos Martínez
Sinisterra. Posterior a esta fecha, el alto tribunal ha emitido decisiones definitivas a
algunos protagonistas del cartel de la toga y de Odebrecht, expedientes que también
podrían terminar reabiertos. Es decir, está en juego toda una historia de decisiones
de la Corte Suprema de Justicia.
ANALISIS 2ORILLAS.
La segunda instancia
El Estado colombiano acogió las recomendaciones de la Corte Interamericana de
derechos Humanos y las decisiones del Comité de DD.HH. de la ONU y legisló sobre
este tema emitiendo el acto legislativo No. 01 del 18 de enero de 2018 el cual
estableció que la Sala Especial de Instrucción de la Sala Penal de la Corte Suprema
de Justicia investigue y acuse ante la Sala Especial de Primera Instancia de la
misma Sala Penal a los aforados, quienes sean condenados pueden apelar ante la
Sala Penal de la Corte.
El problema que se presenta es que esta disposición únicamente aplica para los
procesos que se encuentran vigentes o en curso al momento de su expedición;
razón por la cual no existiría recurso alguno contra la sentencia condenatoria que
fue dictada en única instancia al tenor de las leyes al momento de la condena en el
año 2014.
Límite de las leyes en el tiempo
La Corte Constitucional en Sentencia C-619/01 analizó este fenómeno y expuso:
“En relación con los efectos de la ley en el tiempo la regla general es la
irretroactividad, entendida como el fenómeno según el cual la ley nueva rige todos
los hechos y actos que se produzcan a partir de su vigencia.
Ley-efectos sobre situaciones jurídicas en curso
Cuando se trata de situaciones jurídicas en curso, que no han generado situaciones
consolidadas ni derechos adquiridos en el momento de entrar en vigencia la nueva
ley, ésta entra a regular dicha situación en el estado en que esté, sin perjuicio de
que se respete lo ya surtido bajo la ley antigua.
Tránsito de legislación-efectos/ley-situación jurídica extinguida/ley-situación jurídica
en curso.
Las situaciones jurídicas extinguidas al entrar en vigencia una nueva ley, se rigen
por la ley antigua. Cuando no se trata de situaciones jurídicas consolidadas bajo la
vigencia de la ley anterior, sino de aquellas que están en curso en el momento de
entrar en vigencia la nueva ley, ni de derechos adquiridos en ese momento, sino de
simples expectativas, la nueva ley es de aplicación inmediata. La aplicación o efecto
general inmediato de la ley es la proyección de sus disposiciones a situaciones
jurídicas que están en curso al momento de su entrada en vigencia. El efecto
general inmediato de la nueva ley no desconoce la Constitución, pues por consistir
en su aplicación a situaciones jurídicas que aún no se han consolidado, no tiene el
alcance de desconocer derechos adquiridos.
La naturaleza de una disposición no depende del lugar en donde aparece incluida,
sino de su objeto. Si dicho objeto es la regulación de las formas de actuación para
reclamar o lograr la declaración en juicio los derechos sustanciales, la disposición
será procedimental, pero si por el contrario ella reconoce, modifica o extingue
derechos subjetivos de las partes, debe considerarse sustantiva. Para no contrariar
la Constitución, la ley procesal nueva debe respetar los derechos adquiridos o las
situaciones jurídicas consolidadas al amparo de este tipo de disposiciones
materiales, aunque ellas aparezcan consignadas en estatutos procesales.”
El problema se presenta entonces cuando se trata de leyes de naturaleza procesal
o adjetiva, caso en el cual la nueva ley debe respetar los derechos adquiridos o las
situaciones jurídicas consolidadas. Pero abra también que tener en cuenta si la
sentencia es condenatoria o absolutoria.
Cosa juzgada en materia penal
La persona cuya situación jurídica haya sido definida por sentencia ejecutoriada o
providencia que tenga la misma fuerza vinculante, no será sometida a nueva
investigación o juzgamiento por los mismos hechos, salvo que la decisión haya sido
obtenida mediante fraude o violencia, o en casos de violaciones a los derechos
humanos o infracciones graves al derecho internacional humanitario, que se
establezcan mediante decisión de una instancia internacional de supervisión y
control de derechos humanos, respecto de la cual el Estado colombiano ha
aceptado formalmente la competencia.
En consecuencia la cosa juzgada es una institución jurídica procesal mediante la
cual se otorga a las decisiones plasmadas en una sentencia y en otro tipo de
providencias, el carácter de inmutables, vinculantes y definitivas.
Pero es importante advertir que existen diferencias si se trata de sentencia
absolutoria o condenatoria; para la primera opera el de non bis ídem, que implica la
imposibilidad de ser procesado penalmente por conductas ya juzgadas, salvo los
delitos lesa humanidad. En el segundo caso existe la posibilidad de la acción de
revisión, la cual procede en los siguientes casos:
1. Cuando se haya condenado a dos (2) o más personas por un mismo delito que
no hubiese podido ser cometido sino por una o por un número menor de las
sentenciadas.
2. Cuando se hubiere dictado sentencia condenatoria en proceso que no podía
iniciarse o proseguirse por prescripción de la acción, por falta de querella o petición
válidamente formulada, o por cualquier otra causal de extinción de la acción penal.
3. Cuando después de la sentencia condenatoria aparezcan hechos nuevos o surjan
pruebas no conocidas al tiempo de los debates, que establezcan la inocencia del
condenado, o su inimputabilidad.
4. Cuando después del fallo absolutorio en procesos por violaciones de derechos
humanos o infracciones graves al derecho internacional humanitario, se establezca
mediante decisión de una instancia internacional de supervisión y control de
derechos humanos, respecto de la cual el Estado colombiano ha aceptado
formalmente la competencia, un incumplimiento protuberante de las obligaciones
del Estado de investigar seria e imparcialmente tales violaciones. En este caso no
será necesario acreditar existencia de hecho nuevo o prueba no conocida al tiempo
de los debates.
5. Cuando con posterioridad a la sentencia se demuestre, mediante decisión en
firme, que el fallo fue determinado por un delito del juez o de un tercero.
6. Cuando se demuestre que el fallo objeto de pedimento de revisión se fundamentó,
en todo o en parte, en prueba falsa fundante para sus conclusiones.
7. Cuando mediante pronunciamiento judicial, la Corte haya cambiado
favorablemente el criterio jurídico que sirvió para sustentar la sentencia
condenatoria, tanto respecto de la responsabilidad como de la punibilidad.
Dicho esto tenemos entonces que no hay necesidad de hacer una ley a la medida
del exministro Arias existiendo mecanismos legales en caso de que procediera su
revisión.
No obstante desde el punto de la dogmática jurídica penal “la aplicación retroactiva
de la ley penal favorable estaría esencialmente vinculada no al principio de la
seguridad jurídica, sino a cuestiones propias del principio de proporcionalidad. La
vigencia del principio de proporcionalidad funcionaría como fundamento y límite
para una correcta y oportuna (ya no necesaria ni obligatoria) aplicación retroactiva
de la ley penal favorable”. (1) Ángel Rodríguez Urbina
Teniendo en cuenta la complejidad de esta temática hemos invitado al Profesor
Guido Mauricio Ramos Torres, miembro del Centro de Pensamiento Libre, quien
cuenta con una amplia experiencia como Docente en distintas Universidades; es
Master en derecho penal y criminología, especialista en instituciones jurídico
penales y en investigación y juzgamiento en el S P A entre otras actividades
académicas y publicaciones de carácter doctrinal y académico. Pero su gran pasión
es su oficio como abogado Litigante con cerca de 30 años de experiencia.
Desde la Dogmática Penal el eminente penalista tiene una visión algo diferente a la
que hemos expuesto y que desarrollamos de la siguiente manera:
Carlos lagos (C.L): ¿Cuál fue la figura jurídica por medio de la cual Arias recobró su
libertad durante el proceso?
Guido Ramos (G.R): La libertad que él adquirió fue incondicional, es decir sin
ninguna condición pues le fue revocado legítimamente la detención preventiva al
caerse el argumento de necesidad que la soportaba, cual es preservación de la
prueba o no obstrucción a la justicia, dado que toda la prueba incluso la de defensa
se había practicado, entonces ya no había prueba que proteger, el error si se quiere
y que aprovechó la defensa fue haber aplazado los alegatos finales, pues eso facilitó
dicha revocatoria.
(C.L): ¿Cuál es tu posición sobre el proyecto de la segunda instancia, estando en
firme la sentencia?
(G.R): En cuanto a la segunda instancia, eso está bien, todo ciudadano en Colombia
tiene ese derecho, debido a que se considera que ningún Juez es infalible. Es una
garantía universal de derechos humanos que los aforados no tienen porque no
tener, al punto que hoy por hoy ya existe para todos. Entonces si ese proyecto pasa
y el congreso lo aprueba con retroactividad, pues que se les aplique para que esas
sentencias que fueron de única instancia finalmente tengan visos de justicia y total
legalidad. Ahora ello no quiere decir que los van a absolver podrían ser confirmadas.
El peligro está en las intromisiones políticas y de corrupción pero eso es otra cosa.
Lo cierto es que la doble instancia es un derecho reconocido universalmente como
parte del debido proceso que es a su vez un derecho humano.
(C.L): ¿El hecho de haberse ido del país y no presentarse después de la sentencia
afectaría los beneficios o subrogados procesales?
(G.R): Cuando se fue del país no tenía ningún impedimento. Y si decidió no atender
la condena inicialmente, también era su derecho, la gente puede decidir presentarse
o no a cumplir una sanción, peor si las condiciones carcelarias, en nuestro país son
terribles. Es el Estado el que tiene las herramientas, instituciones y especialmente
el deber para hacer cumplir las sanciones.
Respecto de beneficios como todo colombiano tiene derecho a que si se cumplen
los requisitos para su concesión se le otorguen. En nada influye hoy por hoy el
comportamiento de prófugo, para la domiciliaria por mitad de pena, art. 38 G Código
Penal ni para libertad condicional art. 64 ibídem. Solo son requisitos objetivos que
si se cumplen no hay forma de impedirlo.
Considero que fue condenado ejemplarmente, y tiene derecho a utilizar cualquier
mecanismo en su defensa y en su favor como cualquier otra persona. Que este
proyecto hoy tenga nombre propio es otra cosa.
Algo más, independientemente de todo un País que garantice más los derechos
humanos, aquí es el debido proceso, es mejor visto en el entorno internacional.
Lo que si hay que reclamar es transparencia y no interferencia de ninguna índole en
la recta administración de justicia.
Los jueces deben decidir con objetividad, buscando la verdad y la justicia, dice la
norma sobre imparcialidad. Pero la verdad con que se decide no es la real, es la
formal o procesal, es decir, lo que llegó al proceso, entonces es distinta a la que se
percibe en la sociedad y por lo mismo la justicia es diferente a la que quisiera
siempre la sociedad. Lo que para el derecho es justo para la sociedad no puede
serlo siempre. Ej. Una absolución por que las pruebas fueron ilegales, para el
derecho la absolución es justa, para la gente del común no.
Hasta aquí la entrevista.
Lo que en el fondo reclaman los defensores de Andrés Felipe Arias es por qué no
se le da el mismo tratamiento benigno en cuanto apenas del demás corrupto. La
respuesta correcta es que no debe reducir la pena a Arias sino no exigir o demandar
de la justicia la mayor diligencia en los procesos contra la corrupción en Colombia.
La doble moral de los Colombianos se puede evidenciar cuando pedimos con afán
cárcel y condenas ejemplares para los ladrones de la calle y somos complacientes
con los Corruptos que son los que realmente tienen sumido al país en la miseria
robándose 50 billones de pesos al año según fuentes de la Contraloría.
Otro capítulo que llama la atención dentro de este melodrama es que a pesar de la
orden del Juez que legalizó la captura de enviarlo a la cárcel de la Picota, el INPEC
determinó que Arias seguirá en la escuela de caballería del Cantón Norte.
Aquí vale la pena preguntarse si los clubes o casinos militares son centros de
reclusión.
La respuesta es que todos los corruptos deberían estar en los centros de reclusión
dispuestos para ese fin, de esta manera se prevendría de manera eficaz la comisión
de esta clase de delitos y de alguna manera al trasladar a estos privilegiados,
indirectamente se mejorarían las condiciones de los demás presos; pues
recordemos que el ius puniendi (Derecho de Castigar) es selectivo.
Surge entre los líderes de opinión otra pregunta: ¿por qué no se le da este mismo
tratamiento preferencial incluso a otros exministros del gabinete como Sabas Pretelt
de la Vega y el exministro de salud Diego Palacio Betancourt, entre otros altos
dignatarios del llamado gobierno de la seguridad democrática?
La respuesta puede ser aún más dramática o preocupante y pareciera tener
sustento en el eslogan de la campaña presidencial de quien hasta llamaron Uribito,
“el del presidente” (¿eterno?). ¿Será que a pesar de todo esto se considera que
Andrés Felipe Arias es aún presidenciable?
El último capítulo de esta Novela tiene que ver con la intervención del presidente
Iván Duque quien no tardó en reafirmar que Arias es una persona que “No se ha
robado un peso” y que en ese sentido apoya el proyecto de ley que plantea la
segunda instancia para casos de cosa juzgada.
Se le olvida a Duque que el peculado en favor de terceros equivale a robar para
terceros, o para sí mismo si esos terceros aparecen posteriormente financiando su
campaña política o en el pasado habían financiado la de su mentor. Como dice el
analista político antioqueño Gilberto Tobón Sanín, este es un Robín Hood pero al
revés.