El que educa es un zorro, sabe muchas cosas y el que aprende es un erizo, sabe
una sola, esa lucha poética que se da en los procesos de transmisión de
conocimientos lo hace ag partir de un intercambio de ideas.
Las clases del siglo XXI no deben ser las del siglo XX y es por esto que los
docentes deberían replantearse el proceso pedagógico de una manera capaz de
entender y comprender cuáles son las dinámicas sociales y cuáles son los
intereses de los estudiantes.
Por su parte enseñar, inicia siempre del amor y más en los procesos iniciales
dónde los pedagogos son casi siempre segundos padres a los que los niños
confieren la confianza y estima, el resguardo y el afecto del profesor sentí-
pensante es de vital importancia para analizar todos estos fenómenos en un
ejercicio de aprender, el enriquecimiento desde el proceso de educar es mucho
más grande que el de aprender.