Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Hace muchos, muchos años… o tal vez no tantos, existía un oculto pero bello pueblo, en el
cual sus habitantes tenían características muy especiales, todos pertenecían únicamente a
tres familias, cada familia era reconocida porque tenían cualidades específicas. La familia
“Lomás Pronto” estaba integrada por seres diminutos que en su mano llevaban un gran reloj
que los acompañaba a todos lados; siempre tenían prisa, corrían de un lado a otro porque
había infinidad de actividades que tenían que resolver y sus familias tenían la misma
dinámica.
Cada día se levantaban a las 4 a.m., pensaban que dormir era una pérdida de tiempo y por
tal motivo desde temprana hora se aseaban, se vestían y estaban preparados para salir de
sus casas, llegaban a sus trabajos y eran imparables, a veces si lograban detenerse un
momento se sentían cansados; aunque pensaban que esa sensación era inaceptable; por
tanto buscaban hacer más y más cosas para evitar esos pensamientos de cansancio.
En el pueblo, las tres familias perviven con diferencias aunque su ambiente prioritariamente
es cordial o al menos eso pensaban. Un buen día, una gran tormenta llegó al pueblo y los
habitantes tuvieron que permanecer en sus casas durante una, dos, tres… y 20 noches. La
tormenta estaba acompañada de grandes ráfagas de viento y a veces ese viento perturbaba,
parecía que el viento hablaba y los habitantes del pueblo empezaron a escuchar murmullos
en los cuales los mensajes no eran tan positivos, poco a poco entre familias empezaban a
desconfiar, y había una necesidad imperiosa de salir. “Lomás rápido” realmente vivió una
experiencia desagradable al inicio, sin actividades por hacer, sin un reloj que los guiara
comenzaron a sentir que algo en su cuerpo se transformaba y que en realidad comenzaba a
ser agradable la sensación de tranquilidad y letargo, comenzaron a tener largas pláticas
entre ellos y curiosamente se daban cuenta de lo poco que se habían conocido en tantos
años. El más pequeño de los integrantes les dijo -¿Se acuerdan del conejo blanco de Alicia en
el país de las maravillas?- así estamos casi siempre, corriendo a todos y al mismo tiempo a
ningún lugar y -¿saben algo? –les dijo, me agrada detenerme, es diferente.
En la casa de “Lomás Lento”, la situación era distinta, la monotonía de las actividades era
cada vez mayor, es cierto, ellos disfrutaban de permanecer en silencio, en soledad,
tranquilos aunque eso ya era demasiado. Uno de sus integrantes extrañaba poder disfrutar
del aire, y empezó a sentir un enorme deseo por hacer muchas cosas, correr, saltar, se había
dado cuenta que la contemplación a veces cansada y justo eso, le estaba pasando. Esta
familia si se conocía, aunque anhelaban la presencia de sus vecinos del pueblo, escuchar el
bullicio, y se podría decir que extrañaban a quienes vivían saturados de actividades aunque
también las carcajadas así como felicidad de los seres inusuales.
LAS TRES FAMILIAS.
UN CUENTO PARA TÍ.
La tercera familia disfrutaba las carcajadas en su casa, casi siempre era todo divertido. Hasta
que empezaron a pasar los días y sin poder salir las cosas ya no eran agradables. Algo curioso
les sucedía, las emociones comenzaron a cambiar, ellos que jamás habían sentido tristeza,
enojo o miedo podían por momentos sentirlos, al principio esa situación les desconcertaba
aunque bastó algunos minutos y horas para pudieran adaptarse e incluso les gustaba. Sobra
decir, que estos integrantes también extrañaban al resto del pueblo porque todos estaban
apartados en tres grandes secciones. Era como si de repente se dieran cuenta que también
los otros los complementaban. A través de las ventanas podían observarlos; sin embargo, no
era lo mismo. Así pasaron los soles y las lunas… hasta que un amanecer el milagro ocurrió. La
tormenta por fin había terminado, las nubes se fueron y el cielo se podía contemplar en su
máximo esplendor.
Todos los habitantes salieron emocionados y distintos, comenzaron a abrazarse entre ellos,
daban las gracias de poder verse nuevamente, poder tocarse y poder escuchar las diversas
voces que antes habían sido rutinarios las cuales ahora eran como un gran canto que
estremecía sus corazones, eran sabedores de lo diferentes y complementarios que eran.
Cada habitante se percibía único, importante y valioso, ¿su tiempo? Sobra decir, que no están
ubicados ni antes ni después sino en su indescriptible “ahora”, solamente pueden observar
su
pasado o prever su futuro cuando así lo requieren, sin que eso ocupe sus horas y sus días.
¿Sabes? Al final nuestro cuerpo es como ese bello pueblo, y estos habitantes también se
encuentran en nosotros, a veces nos juegan bromas o empiezan a acelerarnos a un ritmo que
no es sano, por momentos nos piden hacer pausas, pensar, tomar respiros y en ocasiones nos
permiten disfrutar la vida con gratitud y diversión.
Tal como la vida, esta historia permite conocernos a través de los demás, reconocer nuestros
propios recursos, usándolos responsablemente y no para los demás sino para uno mismo,
siendo conscientes de que uno mismo puede generar esas tormentas que conllevan caos,
aunque al final permiten hacer una limpieza interna.
EL FIN.