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Dígame Juan, si es que sos vos; como esas hojas al

viento, que en el camino se elevan, siguiendo el


pulso del tiempo. Dígale Juan a la pena, que haga lo
mismo y remonte vuelo.
Si a veces somos tan sólo, ese fulgor pasajero, de
las estrellas que caen, y se nos vuelven deseo.
Dígale Juan a la pena que si se enciende se apague
luego.
Así nos lleva la vida, por laberintos de viento.
Diga que están los amigos, las noches largas,
el vino bueno; y las canciones que anidan y
vuelven todo tan verdadero.
Ud. ya sabe mi cumpa, el sol fugas en el río que
aquí nos tiene cantando, y pasa como un latido.
Dígale Juan a la pena que no se quede, que haga lo
mismo.
Así nos lleva la vida…

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