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E s u n a
obra de una i m p o r t a n c i a crucial.»
Sir L a u r e n s v a n d e r Post
A n n e B a r i n g , p s i c o a n a l i s t a j u n g u i a n a , f u e m i e m b r o d e la
International A s s o c i a t i o n for Analytical P s y c h o l o g y hasta
2 0 0 1 y h a c o e s c r i t o c o n A . H a r v e y The Mystic Vision y The
Divine Feminine. J u l e s C a s h f o r d e s t u d i ó f i l o s o f í a y l i t e r a t u r a .
Gran e x p e r t a en m i t o l o g í a , s i m b o l i s m o y folklore, ha
p u b l i c a d o The Moon: Myth and Image y t r a d u c i d o l o s
himnos homéricos.
El Á r b o l d e l Paraíso
Anne Baring
Jules Cashford
El mito de la diosa
Evolución de una imagen
Prólogo de
Sir L a u r e n s v a n d e r P o s t
Traducciones de
Andrés Piquer
Susana Pottecher
Francisco del R í o
Pablo A. T o r i j a n o
Isabel U r z á i z
Ediciones Siruela
Este libro sólo puede ser comercializado y distribuido en España
Prólogo
Sir L a u r e n s v a n d e r P o s t
Prefacio
El m i t o d e la diosa
P r i m e r a p a r t e . La d i o s a m a d r e y su hijo-amante
1. El o r i g e n : la d i o s a m a d r e p a l e o l í t i c a
2. La g r a n d i o s a n e o l í t i c a d e l c i e l o , la t i e r r a y las a g u a s
3 . C r e t a : la d i o s a d e la v i d a , d e la m u e r t e y d e la r e g e n e r a c i ó n
4. La E d a d d e l B r o n c e : la d i o s a m a d r e y su hijo-amante
5. I n a n n a - I s h t a r : d i o s a m e s o p o t á m i c a d e las g r a n d e s a l t u r a s
y las g r a n d e s profundidades
6. Isis d e E g i p t o : r e i n a d e l c i e l o , la t i e r r a y el inframundo
7. T i a m a t d e B a b i l o n i a : la d e r r o t a d e la d i o s a
8. D i o s a s d e G r e c i a : G e a , H e r a , A r t e m i s y A t e n e a
S e g u n d a p a r t e . El m a t r i m o n i o sagrado
9. D i o s a s d e G r e c i a : A f r o d i t a , D e m é t e r y P e r s é f o n e
10. C i b e l e s : la g r a n d i o s a d e A n a t o l i a y R o m a
1 1 . La E d a d d e l H i e r r o : Y a h v é - E l o h i m , el g r a n d i o s p a d r e
12. La d i o s a o c u l t a e n el a n t i g u o Testamento
13. E v a : la m a d r e d e t o d o v i v i e n t e
14. M a r í a : el r e t o r n o d e la d i o s a
1 5 . S o f í a : m a d r e , hija y n o v i a 691
16. El m a t r i m o n i o s a g r a d o d e la d i o s a y el d i o s : la r e u n i ó n
d e la n a t u r a l e z a y el e s p í r i t u 745
Apéndices
A p é n d i c e 1. T i e m p o s p r e h i s t ó r i c o s 773
A p é n d i c e 2. L o s E v a n g e l i o s c r i s t i a n o s 775
A p é n d i c e 3 . La p é r d i d a d e la t r a d i c i ó n y d e las i m á g e n e s
d e la S a b i d u r í a d i v i n a , el E s p í r i t u s a n t o y la r e i n a d e l o s c i e l o s 779
Notas 785
Bibliografía 817
P r o c e d e n c i a de las i m á g e n e s 837
í n d i c e de c o n t e n i d o s 845
Prólogo*
Ésta es una obra larga, pero n o le sobra ni una página. Es una obra de una i m p o r
tancia crucial, de e n o r m e relevancia en lo q u e concierne a una necesidad tan acucian
te c o m o desatendida: la del replanteamiento de nuestro acercamiento a la historia.
C o m o archivo del pasado, la historia se nos ha relatado casi en su totalidad en t é r m i
nos de los acontecimientos que c o m p o n e n su superficie; en cierto sentido, ésa es su
parte menos relevante. La historia se desarrolla en dos niveles, u n o manifiesto y otro
profundo. Este último, irrefrenable pero n o del todo explícito, exige que le dejemos
manifestarse; esto se deduce claramente del m o d o en que construimos nuestras vidas
en el m u n d o exterior y de los fracasos y desastres que se han producido precisamente
porque n o se reconoce del todo este acontecer oculto, interior; porque n o se le o t o r
ga el lugar debido en el espíritu h u m a n o y en sus sociedades.
N i n g u n a dimensión de la historia es más verdadera que el tratamiento al que las s o
ciedades de dominación masculina han sometido a la mitad femenina del espíritu h u
m a n o ni que lo inadecuado de su reconocimient o y desarrollo en nuestras culturas y
civilizaciones. El resultado de este abandono, que persiste hoy en día, lo encontramos
en el desmoronamiento de los valores afectivos y sentimentales de la vida, así c o m o en
la búsqueda incansable del racionalismo masculino, que parece ser el elemento d o m i
nante de los sistemas actuales.
Ante nosotros tenemos, por fin, una obra cuyo carácter pionero la dota de una tras
cendencia inmensa. M u c h o s hombres imaginativos han realizado incursiones admira
bles en esta dimensión desconocida, explorándola; en este sentido han llevado a cabo
una labor fundamental c o m o pioneros. Pero dicha labor nunca se ha realizado c o m o es
debido: por mujeres, p o r lo femenino a la búsqueda de lo femenino, igual que n o s o
tros hemos buscado lo masculino en los orígenes remotos de la vida en la tierra y en
nuestra progresión hacia esta época nuestra, tan i m p o n e n t e y tumultuosa.
Eso es justamente lo que han h e c h o Jules Cashford y A n n e Baring. Han retrocedi
do todo lo posible en la historia y desde ahí han trazado una línea hasta nuestros días.
Tienen un gran relato que contarnos, u n relato que nos llega justo a tiempo, ya que la
9
pérdida de ese acontecer femenino es lo que nos ha obligado a enfrentarnos al p r o b l e -
ma más acuciante y peligroso de nuestra época: el de la explotación y el rechazo de
nuestra madre, la tierra, nuestra madre a quien se le ha arrebatado la gran reserva de
vida que había preparado para nosotros; a quien, además, se le niega con insistencia ca-
da vez mayor la oportunidad de hacer más.
La totalidad de la historia se cuenta p o r primera vez, que yo sepa, en estas páginas.
Es la historia terrible, y a la vez extrañamente sugerente, de lo femenino, todavía i n -
victo y animoso. Todos estamos llamados a rendirle h o n o r y obediencia si n o q u e r e -
mos desvanecernos también c o m o tantas otras culturas en el laberinto del pasado a tra-
vés del cual las autoras siguen este hilo dorado. A nuestras espaldas, se a m o n t o n a n en
el h o r i z o n t e los escombros de civilizaciones que n o han conseguido renovarse, que, de
alguna manera, se han rendido ante el desafío que suponía trascender sus polos o p u e s -
tos a través de la combinación equilibrada de lo masculino y lo femenino, creando, p o r
m e d i o de esa u n i ó n , algo más grande que la suma de sus partes.
10
Prefacio*
11
míticas rigen las culturas de forma implícita; a partir de este principio, ¿a qué c o n c l u -
siones llegábamos acerca de una cultura en particular, c o m o la nuestra, que o bien n o
poseía o bien n o reconocía una imagen mítica del principio femenino? El que en n i n -
guna época se haya desacralizado la naturaleza c o m o en la nuestra c o m e n z ó a parecer-
nos u n h e c h o cada vez m e n o s casual: en general, la tierra ya n o se percibe por instin-
to c o m o u n ser vivo, c o m o antaño; o al m e n o s eso parece demostrar la misma
existencia de la polución (término que, en su acepción original, designaba la profana-
ción de lo sagrado). Y es también nuestra la época en que el c u e r p o entero de la tie-
rra corre u n peligro de magnitud desconocida en la historia de nuestro planeta.
Analizar la manera en que se perdió el mito de la diosa se convirtió, por consi-
guiente, en el segundo objetivo de este libro: cuándo, d ó n d e y c ó m o surgieron las i m á -
genes del «dios»; c ó m o se relacionaban entre sí la diosa y el dios en culturas y épocas
anteriores. P r o n t o q u e d ó claro que a partir de la mitología babilónica (c. 2000 a. C.) la
diosa c o m e n z ó a asociarse casi exclusivamente con la «naturaleza» c o m o fuerza caótica
que debe ser sometida. El dios, p o r su parte, adoptó el papel de someter o p o n e r o r -
den en la naturaleza desde su polo contrario, el del «espíritu». Sin embargo, esta o p o -
sición n o había existido hasta entonces, así que era necesario colocarla en el contexto
de la evolución de la consciencia. U n a manera de c o m p r e n d e r este proceso consiste en
considerarlo c o m o la disminución progresiva de la participación de la naturaleza; se p o -
sibilita así una independencia cada vez mayor de los fenómenos naturales, además de la
transferencia gradual a la h u m a n i d a d de la «vida de la naturaleza». Parece que así fue
c o m o la h u m a n i d a d y la naturaleza terminaron p o r colocarse en polos opuestos. Este
f e n ó m e n o de polarización podría considerarse una primera etapa de este proceso, q u i -
zás hasta una etapa inevitable. Sin embargo, n o define de forma absoluta los dos tér-
minos que antes fueron sólo u n o . Por otra parte, las estructuras de pensamiento que se
iniciaron a finales de la Edad del Bronce y a principios de la Edad del Hierro están t o -
davía tan presentes en nuestras vidas que nos vimos obligadas a recordarnos continua-
m e n t e que dicha polarización n o es intrínseca a la manera en que debemos reflexionar
acerca de estos términos.
N o s sorprendió, por lo tanto, descubrir hasta qué p u n t o nuestra religión o m i t o l o -
gía (según el p u n t o de vista) judía y cristiana había heredado las imágenes paradigmá-
ticas de la mitología babilónica, en particular la oposición entre el espíritu creativo y la
naturaleza caótica, además del hábito de construir nuestro pensamiento a partir de tér-
minos opuestos, en general. Sin ir más lejos, encontramos estos esquemas en la creen-
cia generalizada de que el m u n d o espiritual y el físico pertenecen a especies diferentes;
dicha creencia, asumida de forma irreflexiva, separa la m e n t e de la materia, el alma del
cuerpo, el pensamiento del sentimiento, el intelecto de la intuición y la razón del ins-
tinto. Si, además, el polo «espiritual» de estas categorías duales se valora más que el p o -
lo «físico», ambos términos caen en una oposición tal que es casi imposible volverlos a
reunir sin antes disolverlos.
12
Llegamos a la conclusión de que el principio femenino, c o m o expresión válida de
la santidad y unidad de la vida, llevaba perdido los últimos 4.000 años. D i c h o p r i n c i -
pio se manifiesta en la historia mitológica c o m o «la diosa», y en la historia cultural apa-
rece en los valores otorgados a la espontaneidad, el sentimiento, el instinto y la i n t u i -
ción. H o y en día n o hay, formalmente hablando, dimensión femenina alguna de lo
divino en la mitología judía y cristiana; nuestra cultura está articulada a partir de la i m a -
gen de u n dios masculino que se sitúa más allá de la creación y que la ordena desde el
exterior, en vez de estar en el interior de la misma, c o m o lo estuvieron las diosas m a -
dre antes que él. El resultado inevitable de esta situación es el desequilibrio entre los
principios masculino y femenino, que trae consigo consecuencias fundamentales para
la forma en que creamos nuestro m u n d o y en que vivimos en él.
N o s dimos cuenta, además, de que a pesar de la desvalorización que pudiese sufrir
el degradado mito de la diosa nunca desaparecía, sino que continuaba existiendo de
forma oculta, escondido bajo imágenes a las que, especialmente en la tradición j u d e o -
cristiana, n o se permitía una expresión vital y espontánea. En la mitología griega, p o r
ejemplo, Zeus «se casaba» con las antiguas diosas madre, una tras otra; éstas continua-
ban d o m i n a n d o por derecho propio t o d o lo referente a los partos, la fertilidad o la
transformación espiritual, a u n q u e al final debían rendirle cuentas al mismo dios padre.
En la mitología hebrea la diosa se hizo clandestina, p o r así decirlo. Se ocultó en los dra-
gones del caos, Leviatán y B e h e m o t , cuya destrucción nunca fue total, o en el inevi-
table atractivo de Astarté, la diosa cananea prohibida, o, de forma más abstracta, en
Sofía, la personificación femenina de la «sabiduría» de Yahvé, y en la Sekiná, personi-
ficación femenina de su «presencia». A pesar de ser h u m a n a y de la maldición que r e -
cayó sobre ella, Adán dio a Eva el n o m b r e desechado de las diosas madre de antaño:
«madre de todo ser viviente». Este n o m b r e adquirió, sin embargo, un significado fatal-
m e n t e nuevo y limitado; la asunción en c u e r p o y alma al cielo de la virgen María c o -
m o «reina» n o se reconoció hasta los años cincuenta del siglo XX, debido a su c o n d i -
ción de «segunda Eva». Pero su importancia ha ido en a u m e n t o a lo largo de los siglos,
es indudable que en respuesta a una necesidad n o satisfecha de muchas personas.
Tal y c o m o pretendemos demostrar, el mito de la diosa continuó influyendo en t o -
dos estos casos en la visión del m u n d o prevaleciente de la época. Sin embargo, al ser
contrario a la doctrina formal, su acción debía ser necesariamente implícita e indirec-
ta, c o m o la de cualquier actitud que n o llega a ser plenamente consciente. Esto impli-
caba que su presencia, n o reconocida pero persistente, a m e n u d o distorsionaba hasta las
expresiones más sublimes del prevaleciente mito del dios. Parecía claro que el princi-
pio femenino era un aspecto de la conciencia h u m a n a que n o podía ni debía ser erra-
dicado; era necesario, por lo tanto, devolverlo a la consciencia y restaurarlo a una si-
tuación de plena complementariedad para con el principio masculino, si se quería
alcanzar un equilibrio armonioso entre estas dos maneras esenciales de experimentar la
vida.
13
Pero, entonces, ¿dónde se hallaba hoy el m i t o de la diosa? S o r p r e n d e n t e m e n t e , r e -
surgió en cuanto volvimos la mirada hacia los descubrimientos de las «nuevas» ciencias.
Fue c o m o si el antiguo mito emergiese de nuevo bajo una nueva forma; n o c o m o la
imagen personalizada de una deidad femenina, sino c o m o lo q u e dicha imagen repre-
sentaba: una visión de la vida c o m o t o d o sagrado en la que toda forma de vida, unida
en una relación mutua, participaba; en la que t o d o participante estaba «vivo» desde u n
p u n t o de vista dinámico. C o m e n z a n d o por Heisenberg y Einstein, los físicos afirma-
ban que, en términos de la física subatómica, el universo sólo podía entenderse c o m o
u n t o d o ; que esta unidad se expresaba en modelos redundantes de relación; que el o b -
servador quedaba necesariamente incluido en el acto de la observación. D e forma ca-
racterística, muchas de las imágenes que pertenecían al antiguo m i t o de la diosa e x -
presaban estas mismas conclusiones. La red de t i e m p o y espacio que la madre diosa
tejió antaño a partir de su vientre eterno se había convertido en la «red cósmica» que
relacionaba entre sí toda forma de vida; recordemos a las diosas del Neolítico, enterra-
das j u n t o con husos de rueca, pasando p o r las hilanderas del destino griegas, hasta lle-
gar a María. Todas las diosas madre nacieron del mar: desde la N a m m u sumeria, pa-
sando por la Isis egipcia, la Afrodita griega, hasta la María cristiana, cuyo n o m b r e
significa «mar» en latín. Esta imagen había vuelto a instalarse en la imaginación bajo la
forma del «océano de energía» del «orden implícito».
Desde una perspectiva mitológica, p u e d e también percibirse el m i t o de la diosa en
los intentos de muchos seres h u m a n o s de vivir de una forma nueva, p e r m i t i e n d o que
su sentimiento de participación con la tierra afecte a la manera en que piensan sobre
ella, a la manera en que actúan respecto a ella; siendo conscientes, en suma, de la n e -
cesidad apremiante de aprehender el m u n d o c o m o unidad. Einstein es el portavoz de
esta necesidad: «Con la división del átomo, t o d o ha cambiado salvo nuestra forma de
pensar: vagamos a la deriva hacia un desastre sin precedentes».
Sin embargo, la imagen mítica p r e d o m i n a n t e en la época, que podríamos definir
c o m o la del «dios sin la diosa», continúa siendo el fundamento del m i s m o paradigma
oposicionista y mecanicista que refutan los descubrimientos científicos más recientes.
Esto significa que dos aspectos esenciales de la m e n t e h u m a n a están en desacuerdo. El
afirmar que las imágenes míticas tienen una importancia tan grande para todas las áre-
as de la experiencia humana p u e d e parecer excesivo; sin embargo, los descubrimien-
tos de la psicología profunda han demostrado lo radicalmente que nos influyen y nos
motivan los impulsos que se fraguan p o r debajo del umbral de la conciencia, tanto en
nuestra vida personal c o m o en nuestra vida colectiva c o m o miembros de la raza h u -
mana. N o podemos, p o r lo tanto, permitirnos que la tendencia p r e d o m i n a n t e de p e n -
samiento nos deje indiferentes. Es necesario hacer u n intento p o r avanzar más allá de
nuestra herencia mitológica, de la misma manera en que tratamos de analizar con cier-
ta perspectiva nuestra herencia individual: nuestra familia en particular, nuestro clan,
nuestro país.
14
U n a forma de devolver el mito de la diosa al ámbito de la con$ciencia es relatando
de nuevo las historias que las gentes han narrado a través de los milenios, recorriendo
la cadena continuada de imágenes a través de diferentes culturas a partir del año 20.000
a. C , agrupándolas para que la unidad que yace tras ellas pueda desvelarse. Sólo e n -
tonces podrá esta tradición abandonada, infravalorada, pero aparentemente inextingui-
ble, hablar por sí misma. Esto es lo que h e m o s tratado de hacer, con la esperanza de
que la visión de la vida c o m o u n todo sagrado, que se encarna en las manifestaciones
más sublimes del mito de la diosa, pueda ser relacionada con el mito del dios; c o n t r i -
buiríamos, de esta manera, al nuevo m o d o de pensamiento que Einstein proclamaba
c o m o necesario.
C o m o decidimos centrarnos en la tradición occidental, n o h e m o s h e c h o n i n g ú n i n -
tento por narrar las historias de la India, de África o del Lejano O r i e n t e . Esta es, o b -
viamente, una limitación, pero el libro ya es lo suficientemente extenso. Los lectores
hallarán quizá paralelismos y puntos de contraste que contribuyan a u n motivo verda-
deramente universal.
Unas breves palabras acerca del mito. C o m o señalaba el principal experto en m i t o -
logía, Joseph Campbell, el mito es u n sueño que t o d o el m u n d o tiene, al igual que t o -
do el m u n d o sueña con sus propios mitos personales: «El sueño es el mito personali-
zado; el mito es el sueño despersonalizado»:
Los mitos del hombre han prosperado por todo el mundo habitado, en toda época y bajo
toda circunstancia; han sido la fuente de inspiración viva de lo que sea que haya surgido a par-
tir de las actividades del cuerpo y de la mente humana. N o sería excesivo afirmar que el mito
es la abertura secreta a través de la cual las energías inagotables del cosmos se vierten sobre las
manifestaciones culturales del ser humano. Religiones, filosofías, artes, las formas sociales del
hombre primitivo e histórico, los descubrimientos fundamentales de la ciencia y de la tecnolo-
gía, las mismas imágenes oníricas que inflaman nuestro sueño, se forman a partir del círculo bá-
sico y mágico del mito'.
Los mitos son los relatos de la raza h u m a n a que arrastramos con nosotros hacia el
futuro al soñar. D e hecho, señala Jung, «en el mejor de los casos se sigue soñando el m i -
2
to y se le da forma moderna» .
Antaño, en la Edad del Bronce, el «matrimonio sagrado» de la diosa y el dios sim-
bolizaba la unión de los principios femenino y masculino. Consistían en una c e r e m o -
nia ritual que colaboraba, se creía, a la regeneración de la naturaleza. ¿ N o será posible,
contando con el elevado nivel de consciencia que se ha alcanzado cuatro mil años des-
pués, recrear en la imaginación humana el m i s m o tipo de comprensión intuitiva q u e
15
se representaba en el pasado mediante una participación inconsciente? El fin sería el
mismo: la renovación de la vida creativa. ¿Cuáles serían los ropajes m o d e r n o s de este
sueño antiguo? El volver a colocar a lo femenino en una relación de c o m p l e m e n t a r i e -
dad para c o n lo masculino ¿haría posible el nacimiento de una nueva mitología del u n i -
verso c o m o u n t o d o armonioso y vivo? ¿La naturaleza y el espíritu, tras tantos mile-
nios de separación, de nuevo aprehendidos c o m o un t o d o único, sin dualidad?
16
El mito de la diosa
Primera parte
La d i o s a m a d r e y su hijo-amante
1. La d i o s a d e L a u s s e l ( b a j o r r e l i e v e e n r o c a ,
c. 2 2 . 0 0 0 - 1 8 . 0 0 0 a. C , 43 c m d e a l t u r a . D o r d o ñ a , Francia)
1
E l o r i g e n : la d i o s a m a d r e paleolítica*
21
Mapa 1. D i s t r i b u c i ó n d e las figurillas d e la d i o s a
en la P a l e o l í t i c o
Hace m u c h o tiempo, 20.000 años o más, apareció la imagen de la diosa sobre u n
amplio territorio, extendiéndose desde los Pirineos al lago Baikal de Siberia. Estatuas
de piedra, hueso y marfil, diminutas figuras de cuerpos largos y pechos caídos, r e d o n -
deadas imágenes maternales cuyas formas abultadas anticipaban el nacimiento, efigies
con signos arañados en ellas —líneas, triángulos, zigzags, círculos, redes, hojas, espirales,
agujeros—, elegantes formas q u e surgían de la roca, pintadas de ocre rojo, t o d o ello ha
sobrevivido a través de las ignotas generaciones de seres h u m a n o s que compusieron la
historia de la humanidad.
¿En qué m o m e n t o de la historia del h o m b r e aparecieron estas imágenes sagradas?
El fuego se descubrió hace alrededor de 600.000 años. ¿ Q u é pasó en los años, a p r o x i 7
24
de distancia de la gran cueva de Lascaux, donde aún cubren sus paredes las más brillan-
tes de estas pinturas-, una estatua femenina de 43 cm de altura contempló alguna vez el
valle (figura 1). Los escultores del Paleolítico la cincelaron en piedra caliza con utensi-
lios de sílex y colocaron en su m a n o derecha u n c u e r n o de bisonte en forma de luna
creciente, con muescas de los trece días de la fase creciente de la luna y de los trece m e -
ses del año lunar. C o n su m a n o izquierda apunta hacia su vientre grávido. Su cabeza se
inclina hacia la luna creciente, dibujando una curva que conecta la fase creciente de la
luna con la fecundidad del útero humano, y que pasa p o r sus dedos, posados sobre su
vientre, para ascender, a través del ángulo que forma su cabeza, hasta el cuerno creciente
de su mano. D e esta manera se reconocen las pautas de relación que vinculan el orden
celeste y el terrestre.
A 161 k m hacia el sur, en las laderas de los Pirineos, en u n lugar llamado Lespugue,
reposó desde milenios en una zanja cubierta de barro la delicada escultura que m u e s -
tra la figura 2. D e sólo 14 cm de altura, fue esculpida en el marfil de u n m a m u t . N o
tiene manos ni pies y sus piernas se afilan hasta formar una punta; parece, pues, que es-
tuvo clavada en la tierra, o que se fijó sobre una base de madera, para que pudiese p e r -
manecer erguida d o n d e pudiera ser vista. La parte superior de su pecho se aplana p a -
ra formar una curva, que se eleva hacia una cabeza casi serpentina que se inclina hacia
delante, de m o d o que su frágil cuerpo subraya su capacidad para dar a luz y p r o p o r -
cionar alimento.
Sus brazos descansan sobre sus pechos, que p e n d e n , alargados, y que se funden con
su vientre pleno y redondeado; sus nalgas y muslos están desproporcionadamente abul-
tados, c o m o si contribuyesen también al acto de dar a luz. Sus pechos y nalgas dan la
sensación de ser cuatro huevos que transporta en el n i d o de su cuerpo gestante. Diez
líneas verticales han sido trazadas desde debajo de sus glúteos hasta la parte trasera de
sus rodillas, dando la impresión de ser las aguas del parto que caen profusamente de la
matriz, c o m o la lluvia. Las diez líneas sugieren los diez meses lunares de la gestación
en el útero.
¿En qué nos basamos para defender que estas esculturas de mujer son de diosas, y
n o simplemente bellezas de la tribu local, o las jóvenes de la cueva de al lado? E n p r i -
25
2. D i o s a de
L e s p u g u e , vista
frontal y p o s t e r i o r ,
(estatua de marfil
de m a m u t , 20.000-
1 8 . 0 0 0 a. C , 14 c m
de altura. A l t o
Garona, Francia)
m e r lugar, n o parece que los artífices de las estatuas tuviesen la intención de reflejar
fielmente la naturaleza, a n o ser que asumamos que los artistas paleolíticos carecían del
sentido de la proporción para las hembras humanas, mientras que poseían u n exquisi-
to talento para la de los animales. Si para describirlas se utiliza esa expresión cautelosa,
«Escultura de una mujer», que se encuentra habitualmente en las placas de los museos,
se pasa por alto el simbolismo que supone el estructurar todas las partes del c u e r p o de
una manera tan coherente y consistente. D a d o que la totalidad del c u e r p o se c o n c e n -
tra en el drama del nacimiento, lo que relatan éstas y muchas otras figuras es la histo-
ria de c ó m o se origina la vida.
La figura femenina es la única evidencia que poseemos en cada caso. P o d e m o s in-
terpretar que representa a una mujer particular, o a todas las mujeres en general; o bien
a una mujer a cuyas características específicas se ha dotado de sentido ritual, convir-
tiéndolas en u n medio que trasluce algo que supera lo que cualquier mujer particular
es o hace. N o se ha encontrado ninguna figura masculina similar. ¿Por qué se otorga-
ría una dimensión ritual, entonces, a la figura de una mujer, o más precisamente, a la
figura de una mujer dando a luz? Al llegar a este p u n t o abandonamos la evidencia y
c o m e n z a m o s la interpretación.
26
El misterio del cuerpo femenino es el misterio del nacimiento, que es también el
misterio de lo n o manifiesto convirtiéndose en manifiesto en la totalidad de la natura
leza. Esto trasciende con creces el c u e r p o femenino y la mujer c o m o soporte de esta
imagen, pues el c u e r p o de la hembra de cualquier especie nos conduce, a través del
misterio del nacimiento, al misterio de la vida misma.
Si admitimos el significado religioso de estas figuras, n o p o d e m o s simplemente eti
quetarlas c o m o «ídolos de fertilidad»: la palabra «ídolo» trivializa invariablemente el ca
rácter numinoso de la experiencia religiosa, en tanto que sólo se utiliza para designar
las formas de culto de otros pueblos, y la palabra «fertilidad» pasa por alto también, de
forma llamativa, el h e c h o de que muchas personas de nuestro t i e m p o rezan a la virgen
María para que les conceda hijos. D e m o d o similar, denominarlas «estatuillas de Venus»
- c o m o ocurre en las expresiones Venus de Laussel o Venus de Lespugue, que son los
nombres que se les suele dar— es reducir la universalidad de u n p r i m e r principio - l a
madre— al n o m b r e de la diosa romana del amor, que era p o r entonces sólo una diosa
entre otras muchas, todas ellas suplantadas t i e m p o atrás p o r el dios padre en tanto que
soberano, si no creador, del m u n d o . D e m o d o que, para intentar devolver a las figuras
del Paleolítico su propia dignidad original, preferimos designar esas imágenes sagradas
de los poderes del universo que dan vida, alimentan y regeneran con el n o m b r e de
«diosa madre», o simplemente «diosa».
N o vamos a intentar definir lo «sagrado» y lo «numinoso», ya que son términos que
apuntan a una realidad última que es única para cada persona, cuyo significado c o m -
3 . C a b e z a de diosa (marfil de
m a m u t , c. 2 2 . 0 0 0 a. C , 3,65 cm
d e a l t u r a . B r a s s e m p o u y , Las
Landas, Francia)
27
partido atraviesa, sin embargo, los milenios para cambiar imperceptiblemente en cada
era. Lo importante es que en todas las culturas, ya sea su organización simple o c o m -
pleja, hallamos una experiencia de dimensiones sagradas. Esto sugiere que lo sagrado n o
es una etapa en la historia de la consciencia, sino u n elemento de la estructura de la cons-
ciencia que pertenece a todos los pueblos de todas las épocas. Es, pues, parte del carác-
ter de la raza humana, quizá la parte esencial. Por eso es crucialmente necesario para la
comprensión de ese otro aspecto del ser h u m a n o que consiste en haber nacido en u n
m o m e n t o particular, dentro de una familia específica, incluida en u n determinado g r u -
p o tribal. Si aceptamos que las imágenes de otras culturas tienen argumentos igualmen-
te válidos para acceder a la dimensión de lo sagrado, es m e n o s probable que pasemos
por alto las similitudes entre nuestras propias imágenes numinosas y las de los demás.
La escultura más antigua de una diosa - c . 22.000 a. C— es la que parece más m o -
derna; de ella sólo se ha conservado una pequeña cabeza (figura 3). Esculpida en m a r -
fil de m a m u t , mide sólo 3,65 c m de altura, y sus facciones son finas y delicadas: u n c u e -
llo largo enmarcado por cabellos lisos, cejas y nariz m u y pronunciadas, y el diseño de
una red cincelada de forma precisa sobre la totalidad de su larga cabellera. Proviene de
Brassempouy, en la región francesa de las Landas.
La d i o s a m a d r e c o m o f u e n t e c r e a t i v a d e vida
Al volver la mirada, miles de años después, hacia estas figuras, las más antiguas, p a -
rece c o m o si la madre hubiese sido la primera imagen de vida para la humanidad. Esto
debe remontarse a los tiempos en que los seres h u m a n o s se reconocían c o m o hijos de
la naturaleza, vinculados con todas las cosas, formando parte del todo. P u e d e parecer
asombroso que los pueblos que vivían entonces hablasen ya u n lenguaje que aún hoy
nos resulta inteligible. N o obstante, si exploramos el arte de aquel tiempo desde la
perspectiva del presente, desde las tradiciones más complejas q u e h e m o s conocido des-
pués, parece que muchas de estas imágenes del culto de la diosa madre, de las que t u -
vimos noticia más tarde, tuvieron aquí su más temprana manifestación. Imágenes de
parto, del acto de amamantar, y del de recibir al m u e r t o de nuevo en el útero para su
renacimiento, se suceden tanto en el Paleolítico c o m o en el Neolítico, 10.000 años más
tarde, y 5.000 años después en la Edad del Bronce y la del H i e r r o . Se hallan presentes
incluso en la cultura occidental, en los cultos que rodean a la virgen María. N o causa
sorpresa que esas imágenes de la diosa aparezcan a lo largo de la historia humana: t o -
das ellas expresan una visión similar de la vida en la tierra, en que la fuente creativa de
la vida se concibe en la imagen de una madre y en que la h u m a n i d a d siente que ella
misma, y el resto de la creación, son hijos de la madre.
Si nos trasladamos del oeste al este, encontramos a la diosa de Willendorf en Austria
(figuras 4 y 5). M i d e 11 c m únicamente, pero parece e n o r m e . H e c h a de piedra caliza,
28
4. D i o s a de W i l l e n d o r f , vista frontal (piedra
c a l i z a , 2 0 . 0 0 0 - 1 8 . 0 0 0 a. C , 11 c m d e a l t u r a .
esta figura está grávida de fertilidad, tan enraizada en la tierra que parece parte de ella.
La pesadez centrípeta de su cuerpo —senos, vientre y muslos caen para formar u n círcu-
lo, y los brazos descansan sobre los grandísimos pechos henchidos— forma u n contraste
marcado con la cabeza, ajena al resto, y sus anotaciones talladas de forma precisa. La p e -
culiar cabeza bulbosa está formada verticalmente por siete capas, cada una de ellas r e -
corrida por hendiduras horizontales que le dan toda la vuelta, semejando siete círculos
alrededor de la cabeza. El n ú m e r o siete -siete son los días que c o m p o n e n u n cuarto del
ciclo lunar, y siete son los planetas- podrían ser casual, pero era sin duda u n n ú m e r o sa-
grado de la totalidad 15.000 años más tarde, durante la Edad del Bronce (c. 3500 a. C ) .
El seno que mana es la imagen esencial de la confianza en el universo. Incluso el
más tenue diseño estelar fue visto alguna vez c o m o gotas iridiscentes de leche m a n a n -
do del pecho de la diosa madre: la galaxia q u e t e r m i n ó por denominarse Vía Láctea.
En la estatuilla de marfil de Pavlov, cerca de Dolní Vestonice, en la República Checa
(figura 6), los pechos son el centro principal de significado y se ha hecho abstracción
de t o d o lo demás para que el tema central de la lactancia lo incluya todo. Las líneas tra-
zadas alrededor de la parte exterior de los pechos y las líneas horizontales que se e x -
tienden debajo de los mismos dirigen la atención hacia la fuente sagrada. Parece i n -
29
creíble que cuando esta imagen fue encontrada en 1937 se describiese c o m o p o r n o -
3
grafía plástica «del diluvio» (es decir, de la época glacial o antediluviana) .
La extraña diosa oscura de la figura 7, encontrada cerca de u n hogar también en
Dolní Vestonice, se talló en barro y hueso pulverizado y fue cocida a fuego. Su cara
posee dos hendiduras que se inclinan hacia arriba p o r ojos y u n trazo hacia abajo por
nariz. C u a n d o el barro estaba h ú m e d o , se hicieron en lo alto de su cabeza cuatro agu-
jeros para sostener flores, hojas o plumas, constituyendo su «pelo», o «tocado»; una ima-
gen ésta que quizás explore la manera en que crecen las plantas. U n a vez más, es la sen-
sación de fecundidad lo que predomina: la forma del c o l m a d o p e c h o colgante,
prolongada por la amplia curva progresiva de sus caderas y vientre, con u n gran aguje-
ro p o r ombligo resaltando el cordón umbilical y que, posiblemente, esté en lugar de la
vulva, que n o aparece. Puesto que sus piernas t e r m i n a n en una punta, debió también
ser colocada erguida en el suelo, o sobre una peana, o transportada en la mano.
La diosa c o m o fuente creativa de la vida se representó frecuentemente de m o d o abs-
tracto con la figura de un triángulo (figura 8), o con una clara división de las piernas
abierta al inicio del vientre. Existen más de cien imágenes paleolíticas de la vulva sólo
en Francia, indicando que las historias de la diosa que da a luz eran tan familiares que
podían ser reconocidas de inmediato. Algunas veces las vulvas tienen semillas y brotes
dibujados sobre o j u n t o a ellas; o, incluso, se les ha dado el m o v i m i e n t o susurrante del
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agua, sugiriendo que se reconocía al útero cósmico c o m o la fuente del m u n d o vegetal
y también de las aguas de la vida. E n la figura 8, la serie ondeante de dibujos en forma
de galones grabada en el marfil podría representar las marcas de las alas de u n pájaro, o
de las líneas ondulantes del agua.
En el colgante bifurcado de hueso de la figura 9, de nuevo de Dolní Vestonice, se
hace abstracción del cuerpo para constituir u n símbolo, cuyo significado se concentra
en la ranura profundamente marcada desde d o n d e nacen las «piernas». Más de 10.000
años más tarde, el grabado en hueso de Teyjat, de la D o r d o ñ a (figura 10) parece una
evolución de esta imagen: la figura es también abstracta, a u n q u e más fácilmente r e c o -
nocible c o m o una diosa. Posee una diminuta cabeza y h o m b r o s angulares; u n diseño
sinuoso recorre el perfil del cuerpo y se han tallado sobre el m i s m o unas curiosas for-
mas rectangulares. La vulva, o el útero, ha sido representado p o r u n óvalo doble bajo
el cual se han dibujado dos líneas horizontales; la hendidura tallada entre las piernas afi-
ladas resalta aún más esta parte del cuerpo.
Más hacia el este, en Siberia, se descubrió en Mal'ta, cerca del lago Baikal, u n lu-
gar de enterramiento extraordinario, que data de c. 16.000-13.000 a. C. En este lugar,
además de catorce animales sepultados, se encontraron al m e n o s veinte figuras de d i o -
sas de hueso de mamut. Todas medían entre 3,2 y 13,3 cm, y parece que una de ellas
estaba vestida con la piel de u n león.
31
9. C o l g a n t e de marfil
( c . 2 0 . 0 0 0 a. C . Dolní
Vestonice, República Checa)
10. D i b u j o de diosa tallado en
h u e s o ( c . 1 0 . 0 0 0 a. C . Teyjat,
Francia)
1 1 . D i o s a tallada en marfil
d e m a m u t ( 1 6 . 0 0 0 - 1 3 . 0 0 0 a. C .
Mal'ta, Siberia)
La d i o s a c o m o pájaro
El pájaro que surge de un cielo lejano ha sido siempre un mensajero del misterio,
encarnación visible de u n m u n d o invisible. E n m u c h o s de los mitos de la Edad del
Bronce, el huevo cósmico del universo fue puesto p o r la madre-pájaro cósmica.
C u a n d o se abrió comenzaron a existir el tiempo y el espacio. La cuenta de marfil h a -
llada en Dolní Vestonice que p u e d e contemplarse en la figura 12 es la pieza central de
u n collar de cuentas tallado en el marfil de u n diente de m a m u t . T i e n e u n cuello lar-
go, sin cara, y dos pechos, que también podrían ser las alas de un pájaro, p o r q u e el sig-
n o del galón en forma de doble uve grabado en ellas se parece a las marcas estriadas de
muchas aves, c o m o las ranuras que se encuentran en los bordes inferiores de la estatua.
Es precursora de figuras similares del Neolítico (10.000-3.500 a. C ) ; por entonces el
p o d e r y la protección de la única diosa madre se ha diferenciado de forma clara en las
32
12. C u e n t a de c o l g a n t e
(ampliada) de marfil de
m a m u t , c o n forma de
cuello alargado,
perforada c o n un agujero
y con dos pechos
g r a b a d o s c o m o alas
(20.000 a. C , 2,5 c m d e
altura. D o l n í Vestonice,
República Checa)
13. D i o s a p á j a r o c o n
pechos y galones
( t e r r a c o t a , c. 6000 a. C .
Sesclo, Tesalia, Grecia)
tres regiones del cielo: las aguas superiores, la tierra, y las aguas inferiores o subterrá-
neas. D e las pruebas que nos brinda el arte se deduce que la noción de «inframundo»,
con sus connotaciones de oscuridad, amenaza y ausencia de vida, n o estuvo presente
antes de las conmociones y la anarquía de la Edad del Bronce tardía. La diosa de las
aguas superiores es en el Neolítico la diosa pájaro que favorece la lluvia que da la v i -
da, al igual que, según se creía incluso en tiempos m u y posteriores, el tiempo atmos-
férico era provocado por las aves, que podían también ser un signo del tiempo veni-
dero. La cigüeña que en el folclore lleva al bebé p o r el aire fue antaño la Cigüeña que
traía de nuevo la primavera, el renacimiento del año. La diosa neolítica de la figura 13
tiene cabeza de pájaro; en ocasiones, posee también u n cuerpo de ave con alas. Su
cuerpo puede transformarse en los pucheros y los jarrones que contienen las aguas de
la vida; su cara de pájaro nos observa desde los mismos, y torrentes de lluvia resbalan
por sus superficies.
Estas dos imágenes están separadas p o r cerca de 15.000 años. A ú n así, ambas y m u -
chas otras más han recorrido incontables kilómetros y siglos, transportadas por tribus en
constante movimiento hacia nuevas tierras, o reproducidas, más oscuramente aunque de
un m o d o semejante, por las generaciones sucesivas que experimentaron la misma n e c e -
sidad de articular un sentimiento parecido. El debate en t o r n o a si algunas imágenes r e -
currentes proceden de una fuente c o m ú n , o si su repetición es espontánea y se debe a
características constantes en la naturaleza de la psique humana, es prácticamente irreso-
luble desde el m o m e n t o en que se consideran posibles ambas alternativas. C u a n d o h a -
blamos aquí de imágenes arquetípicas, estamos asumiendo que, incluso si una imagen
fuese, por así decirlo, transportada físicamente de u n lugar a otro (y muchas sin duda lo
fueron), n o habría captado la imaginación de los pobladores de cualquier nuevo empla-
33
14. Estatuilla
f e m e n i n a de carbón
( c . 1 4 . 0 0 0 a. C,
4,4 c m de altura.
Petersfels, Alemania)
15. Grabado de una
figura femenina
con huevo cósmico
(c. 18.000-14.000
a. C . Fontales,
Francia)
La c u e v a c o m o ú t e r o d e la d i o s a madre
Hace escasamente cien años nadie sabía que h u b o vida h u m a n a en la época en que
el m a m u t lanudo deambulaba por los páramos helados que cubrían casi toda Europa y
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Asia. Se sucedieron entonces los descubrimientos asombrosos de las cuevas paleolíticas
del norte de España y del sudoeste de Francia: p r i m e r o , Altamira (1879); luego, La
Pasiega (1911), Les Trois Fréres (1972), Tuc d ' A u d o u b e r t (1914), N i a u x , Les
Combarelles, Pech-Merle y Lascaux (1940), p o r m e n c i o n a r sólo las más conocidas.
Capa tras capa, cuidadosamente levantadas del suelo de esas cavernas, han revelado u n
flujo continuo de vida en su interior que se extiende a lo largo de u n lapso inmenso
de tiempo. Las excavaciones en El Castillo, p o r ejemplo, en el n o r t e de España, han
mostrado que el h o m b r e de Neandertal (Homo sapiens Neanderthalensis), que precedió
al h o m b r e m o d e r n o (Homo sapiens sapiens), vivió aquí antes del período interglaciar
4
R i s s - W ü r m , esto es, antes del 186.000 a. C. D u r a n t e el siglo pasado se han descubier-
to más de cien cuevas decoradas, echándose abajo teorías anteriores sobre guerreros ca-
zadores que prácticamente n o eran h u m a n o s , acechando en los albores de la historia y
d u r m i e n d o intranquilos en las profundidades del corazón h u m a n o .
La historia de una gran diosa primigenia se relata en las cavernas del sudoeste fran-
cés a través del arte y de los rituales que tuvieron lugar en su interior. D u r a n t e al m e -
nos 20.000 años (del año 30.000 al 10.000 a. C ) , parece que la cueva paleolítica fue el
lugar más sagrado, el santuario de la diosa y la fuente de su p o d e r regenerador. Entrar
en una de esas cavernas es c o m o adentrarse en otro m u n d o , en u n m u n d o que está den-
tro del cuerpo de la diosa. Para aquellos que hubiesen vivido en u n m u n d o sagrado, la
actual forma ahuecada habría simbolizado su vientre q u e t o d o contiene, que traía al
m u n d o a los vivos y acogía de nuevo a los muertos. La cueva, c o m o lugar de transfor-
mación, era el nexo que enlazaba el pasado y el futuro de los hombres y mujeres que
vivían en su parte anterior y celebraban sus ritos religiosos en las profundidades de su
santuario interior. Al fondo de la cueva se colocaban las piedras que representaban las
almas de los muertos que renacerían de su matriz. Su imagen se esculpió en las pare-
des exteriores; en las interiores se pintaron animales machos y hembras, que pudieron
haber encarnado los diferentes aspectos de su ser, así c o m o los artistas chamanes que
podían escuchar su voz en la voz del animal.
Justo antes de 1914, en la región de Ariége del sudoeste de Francia, se descubrió u n
vasto complejo de cuevas laberínticas a 18 m bajo tierra. Campbell indica que esta c u e -
va-laberinto, que se extiende desde Tuc d ' A u d o u b e r t hasta Les Trois Fréres, se utilizó
durante al menos 20.000 años y constituyó u n o de los centros de religión más i m p o r -
5
tantes, si n o el mayor, del m u n d o .
Todas estas cuevas paleolíticas, magníficamente decoradas, fueron protegidas por u n
acceso m u y difícil. Al trasladarse de la luz del día a una completa oscuridad, resulta i m -
posible no sentir un escalofrío de temor y sobrecogimiento cuando se recorre el mismo
camino hacia el corazón de la tierra que la gente realizaba hace 30.000 años. Ellos ú n i -
camente contaban con lámparas de piedra hueca, con mechas de ramitas de enebro, y
aceite de grasa animal para alumbrarse. ¿De d ó n d e sacaron la valentía para deslizarse y
arrastrarse por estrechos pasajes laberínticos, respirando entrecortadamente, recorriendo
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16. Interior
d e la g r a n
cueva de
Lombrives,
cerca de
Tarascon-
sur-Ariége,
Francia
La sala en la que ahora nos hallamos es gigantesca. Dejamos que la luz de las lámparas ilumi-
ne techos y paredes; una habitación majestuosa... y allí, finalmente, están los dibujos. Del techo
al suelo, toda una pared se halla cubierta de grabados. La superficie ha sido trabajada con herra-
mientas de piedra, y allí vemos desfilar las fieras que vivieron en aquel tiempo en el sur de Francia:
el mamut, el rinoceronte, el bisonte, el caballo salvaje, el oso, el asno salvaje, el reno, el glotón,
el buey almizclero; también aparecen los animales más pequeños: la lechuza, blanca como la nie-
ve; liebres y peces... Y uno ve dardos por todas partes, precipitándose sobre la caza. Una verda-
6
dera estampa de cacería; la imagen de la magia de la caza .
D e n t r o de las cuevas, las alargadas estalactitas que pendían desde el techo hasta el
suelo, así c o m o las redondeadas estalagmitas que surgían del suelo, posiblemente hayan
36
inspirado el arte escultórico. Además, al observar y escuchar el constante goteo del
agua sobre la roca, es posible que los moradores de la cueva estableciesen la conexión
entre lo que está encima con lo que está debajo c o m o símbolo de una relación u n i -
versal entre el cielo y la tierra. Al menos ciertas cuevas presentaban unas formas que
estaban cargadas de significado: en Pech-Merle, en Francia, sin ir más lejos, se pinta-
ron puntos rojos y negros alrededor de las estalactitas, transformándolas así en pechos.
André Leroi-Gourhan, el especialista pionero del Paleolítico en Francia, que anali-
zó cientos de pinturas y esculturas de un gran n ú m e r o de cuevas, propuso que las fi-
guras y los signos podrían dividirse en las categorías de lo que denominaba «femenino»
y «masculino»; percibió además un énfasis fundamental, a u n q u e m u y complicado, en
el «emparejamiento» de fuerzas situadas en polos opuestos. N o todos los animales de
cuantos sabemos que vivían en la época se retrataban; p o r lo tanto, aquellos que se h a -
bían seleccionado especialmente —concluyó él— se elegían p o r su papel dramático en
una mitología específica, siendo los actores principales el bisonte y el caballo. Lo que
resulta fascinante es su siguiente observación: las figuras, animales y signos que inter-
pretó c o m o femeninos estaban situados en una posición central, que era claramente «el
7
corazón y núcleo especial de las cuevas» . Sin embargo, los animales y signos masculi-
nos complementaban los signos femeninos: o se colocaban a su alrededor, o bien figu-
raban sólo de forma periférica, dispuestos en las entradas estrechas que daban al san-
8
tuario o en los estrechos túneles del fondo .
La d i o s a c o m o luna
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1 7 . Las fases d e la l u n a
Existía una trinidad de diosas que se halló en la cueva de Abri du R o e aux Sorciers,
en Angles-sur-l'Anglin, fechada entre los años 13.000 y 11.000 a. C. Tres e n o r m e s d i o -
sas se esculpieron en la roca de la cueva, resaltándose de forma definitiva su capacidad
para dar a luz y desapareciendo de la vista sus cabezas y la parte superior de sus cuer-
pos. Las tres figuras se hallan de pie sobre u n bisonte, recordándonos a la diosa de
Laussel, que sujetaba el c u e r n o de bisonte c o m o imagen de la luna creciente; su figu-
ra se esculpió cerca de 10.000 años antes. ¿Son éstas las diosas de las tres fases visibles
de la luna que en épocas posteriores asumieron nombres y papeles diferentes? Laurens
van der Post considera al bosquimano africano una de las razas más antiguas de la tie-
rra. El nos cuenta la historia de c ó m o , cuando iba viajando j u n t o a ellos, de n o c h e y
con una larga j o r n a d a por delante, se asombró al ver q u e t o d o el m u n d o estaba bai-
lando y nadie se iba a dormir. C u a n d o les preguntó la causa de tal proceder, le repli-
caron que bailarían toda la n o c h e p o r q u e la luna comenzaba a menguar: «Debemos d e -
9
mostrarle cuánto la queremos, o n o regresará», le dijeron .
Hay cuentos sobre la luna por t o d o el m u n d o , y en m u c h o s de ellos su r i t m o cícli-
co representa u n patrón que se siente c o m o parte de la vida h u m a n a también; u n sen-
timiento que se plasmó en la escultura de la diosa de Laussel. E n las fases rítmicas de
luz y oscuridad, las tribus del Paleolítico debieron de percibir un patrón de crecimiento
y decadencia siempre renovado, y ello les proporcionaría confianza en la vida. E n la fa-
se creciente de la luna, sentirían crecer la vida y experimentarían el crecimiento de sus
propias vidas; es posible que con luna llena se maravillasen del incremento de la vida
que se desborda para dar lugar a nueva vida; en la fase m e n g u a n t e lunar, se lamenta-
rían p o r la retirada de la vida, la marcha de la diosa; y en la oscuridad de la luna n u e -
va, debieron de haber deseado ardientemente el r e t o r n o de la diosa y de su luz.
Comenzarían a confiar en la reaparición de la luna creciente con el paso del t i e m p o y,
p o r lo tanto, a reconocer la oscuridad c o m o el t i e m p o de espera previo a la reapari-
ción de la nueva vida. Mediante la experiencia de la m u e r t e sintieron quizás que eran
acogidos de nuevo en el oscuro vientre de la madre, y posiblemente creían que volve-
rían a nacer, c o m o la luna.
Esta experiencia permitió que en ellos brotase la capacidad de percibir la vida a tra-
38
vés de imágenes. La oscuridad n o era antagonista de la luz, ni t a m p o c o lo era la m u e r -
te de la vida; era un aspecto del ser de la diosa madre. C u a n t o existía, ellos mismos i n -
cluidos, era una expresión de la diosa. Todo, p o r lo tanto, constituía una imagen q u e
confirmaba la relación que les unía a ella. D e esta capacidad para experimentar la vida
a través de imágenes surgió la creatividad inagotable de la humanidad. El m i t o fue la
expresión de esta experiencia primordial.
El espléndido libro de Alexander Marshack, The Roots of Civilization, muestra c ó m o
los pobladores paleolíticos utilizaban un sistema de notación lunar ya desde el año 40.000
a. C. Esto nos permite percibirlos c o m o más cercanos a nosotros, y nos impulsa a valo-
rar su inteligencia y sus habilidades más de lo que hemos hecho hasta ahora. E n 1963,
Marshack examinaba u n libro que versaba sobre los logros tecnológicos gracias a los cua-
les los seres humanos pudieron viajar a la luna en una nave espacial; sin embargo, sus es-
tudios le dejaron con la sensación de que algo faltaba en el informe arqueológico. Le dio
la impresión de que la humanidad n o podía haber inventado «de pronto» la escritura, las
matemáticas, la astronomía. ¿Qué fue lo que ocurrió antes de la Edad del Bronce que fa-
cilitó las bases para esos descubrimientos «repentinos»? Sus pesquisas le llevaron hasta una
pieza de hueso de Ishango, cerca de las fuentes del Nilo. Examinándola atentamente, i n -
tuyó que las líneas grabadas en ella podían ser notaciones lunares. Lo que sigue es tan fa-
buloso c o m o la historia de cualquier gran descubrimiento. Las notaciones lunares que
encontró en hueso, piedra, cornamenta y figuras de diosas debieron —pensó— establecer
las bases del descubrimiento de la agricultura, el calendario, la astronomía, las matemáti-
cas y la escritura. En tal caso, todos estos logros se habrían desarrollado a lo largo de i n -
mensos períodos de tiempo y no «de pronto», c o m o habíamos asumido:
Parece ser que en un tiempo tan lejano como el año 3 0 . 0 0 0 a. C , el cazador de la era gla-
cial de Europa occidental utilizaba ya un sistema de notación evolucionado, complejo y sofis-
ticado, una tradición que parece haber tenido entonces miles de años. Parece que también lo
utilizaban otros tipos de hombres modernos, como el hombre de Combe Capelle, de la cultu-
ra Gravetiense oriental checoslovaca y rusa, así como otros pueblos y subculturas en Italia y en
España... La tradición parece haberse extendido tanto que nos asalta la pregunta de si podría re-
montarse al período del hombre de Neandertal... Estos hechos son tan nuevos e importantes...
Suscitan profundas preguntas acerca de la inteligencia evolucionada y las habilidades cognitivas
10
de la especie humana .
39
ridad lunar se incluye c o m o parte esencial del ciclo c o n t i n u o de la luz, se hace n e c e -
saria la capacidad de m a n t e n e r en la m e n t e una imagen de lo q u e n o es, de hecho, v i -
sible. Meandros y espirales (ver p. 43) constituyen la evidencia de u n p e n s a m i e n t o abs-
tracto y, más tarde, en la cerámica del Neolítico, las imágenes de una cruz de cuatro
brazos representan las cuatro fases de la luna.
C u a n t o observaban los pueblos del Paleolítico era definido p o r u n r i t m o estacio-
nal. Si miraban al cielo, veían las aves emigrar y retornar, entre ellas la grulla, el ganso,
la garza y el cisne. Veían al salmón r e m o n t a r la corriente en los grandes ríos en m o -
m e n t o s determinados del año. C o n t e m p l a b a n las secuencias del brotar, florecer y dar
fruto de los muchos y diferentes tipos de árboles, así c o m o la caída de la hoja. Veían la
gestación y el nacimiento, el crecimiento y la m u e r t e de toda clase de animales en u n
r i t m o previsible. Sus propias vidas seguían los mismos modelos rítmicos, c o m o una es-
tación sucede a otra. En verano seguían a los animales y sus vidas se centraban en la
caza. En invierno, cuando los días eran más cortos y los fríos árticos dificultaban la ca-
za, la vida se concentraba en t o r n o a las cuevas, d o n d e iban perfeccionando el arte de
hacer herramientas. Había, pues, una estación para construir herramientas y otra para
hacer uso de ellas; una para transformar pieles en ropa y mantas, y otra para matar a los
animales que suministraban dichas pieles. En verano debían disfrutar del calor, más i n -
tenso, y de la expansión de la vida. E n invierno, alrededor del fuego, probablemente
se contaban las historias que nos han llegado en forma de mitos, leyendas y cuentos de
hadas. Sus rituales estaban sintonizados con las estaciones y aseguraban la fertilidad de
los animales, el éxito de la caza y la supervivencia al frío terrible del invierno. Las h a -
bilidades que desarrollaron observando las fases de la luna y el m o v i m i e n t o circular de
las estrellas, las historias que contaban para acompañar estos rituales, todo ello expresa
el instinto específicamente h u m a n o para establecer analogías entre los diferentes ó r d e -
nes y dimensiones de la vida. Esta capacidad de pensamiento analógico debió de ser lo
que les permitió percibir la relación entre el orden celeste, simbolizado p o r la luna, y
el orden terrestre que veían a su alrededor.
La luna era indudablemente la imagen central de lo sagrado para estos pueblos p r i -
mitivos; su r i t m o dual, constante y cambiante, les proveyó de u n p u n t o de orientación
desde el que medir diferencias, concebir patrones y establecer asociaciones. Su p e r p e -
t u o regresar a los propios orígenes los impulsó a r e c o m p o n e r lo que en apariencia se
había h e c h o pedazos. En todas las mitologías hasta la Edad del H i e r r o (c. 1250 a. C.)
se percibía la luna, gran luz brillando en la oscuridad de la n o c h e , c o m o una de las imá-
genes supremas de la diosa, el p o d e r unificador de la madre de todo. Ella era la m e d i -
da de los ciclos temporales y de las conexiones e influencias celestes y terrestres.
Gobernaba la fecundidad de la mujer, las aguas del mar y todas las fases de crecimien-
to y decrecimiento. Las estaciones se sucedían en secuencias, al igual que las fases de la
luna. Constituía una imagen perdurable tanto de la regeneración en el tiempo c o m o
de la totalidad atemporal: lo que se perdía aparentemente con la luna m e n g u a n t e , se
40
0p & 0
18. Interpretación
o
oo t e s q u e m á t i c a (a p a r t i r
de u n análisis
microscópico) de
las m a r c a s t a l l a d a s
del r e f u g i o de roca
de Blanchard que
o o
r it *
l i e • •• indican los trazos
q u e e s t r u c t u r a n la
^ $ ( Q Q G CÓQ forma serpentina
La d i o s a d e la m u e r t e y d e l renacimiento
Hace más de cien mil años, durante el período interglaciar Pviss-Würm (186.000-
75.000 a. C ) , las sepulturas del h o m b r e de Neandertal, que precedieron a las del Homo
sapiens sapiens, en la Edad de Piedra, sugieren que la consciencia humana ya había desa-
rrollado la capacidad para reconocer la m u e r t e y otorgarle el rango de u n misterio que
requiere la realización de rituales en su honor. Se han encontrado cuerpos, algunos de
60.000 años de antigüedad, colocados en posición fetal, de cara al este —la dirección por
la que salen la luna llena, la última luna creciente y el sol—, cubiertos de flores y salpica-
dos con tinte de ocre rojo que imitaba, quizás, la renovación de la sangre y el bullir de
la fuerza vital para la nueva vida".
C u a n d o el signo de la vulva aparece inciso en u n disco lunar y se halla en una t u m -
41
19. D i s c o lunar hecho
de un d i e n t e de mamut
( a m p l i a d o ) , ( c . 2 0 . 0 0 0 a. C .
Brno, República Checa)
ba (figura 19), es posible que exista una coincidencia de significados por la que la v u l -
va que da la vida se convierte en el útero del renacimiento. ¿Simboliza también esta
incisión el lapso de los tres días de oscuridad que transcurren entre la m u e r t e de la vie-
ja luna y su renacimiento c o m o cuarto creciente del nuevo ciclo? Ciertamente, el m o -
délo lunar sugiere que los seres h u m a n o s , cuando morían, se desvanecían c o m o la lu-
na del m u n d o de los vivientes, quizás para renacer en otro m u n d o , a lo mejor para
regresar a éste. Aquí, la matriz de la diosa vuelve a tomar posesión de la vida que ha
dado para que ésta pueda renacer de nuevo.
El lugar de e n t e r r a m i e n t o de Mal'ta, en Siberia, m e n c i o n a d o a n t e r i o r m e n t e (ver
p. 31), es también interesante: muestra las figuras de la diosa colocadas en m e d i o de
muchas de las imágenes que la rodean siempre en tiempos m u y posteriores: el pájaro y
el pez, el m e a n d r o y la espiral, y los animales salvajes que le dieron el n o m b r e de «dio-
sa de los animales» o «señora de las bestias». J u n t o a las veinte diosas diminutas había
una placa de marfil con el diseño de una espiral en una cara, y tres serpientes con ca-
bezas semejantes a cobras grabadas en la otra (figuras 20 y 21). A su lado se encontra-
ron u n g r u p o de seis pájaros de marfil, cisnes o gansos, tallados en vuelo (figura 22) y
u n pez de marfil, con el diseño p u n t e a d o de u n laberinto o de u n meandro grabado
en u n o de sus costados. También se halló el bastón de marfil de u n chamán y los es-
queletos de catorce animales sepultados ritualmente j u n t o al c u e r p o de u n niño de cua-
tro años de edad, t u m b a d o en posición fetal, de cara al este, para renacer con el sol. La
ceremonia de sepultura del niño se nos manifiesta en la cueva profusamente coloreada
de rojo y en la cuidadosa decoración del p e q u e ñ o c u e r p o : una corona de marfil de m a -
m u t alrededor de la frente, con brazaletes a j u e g o y u n collar de cuentas de marfil, de
la que p e n d e u n colgante con forma de pájaro volando.
El lugar de enterramiento de Mal'ta, ocupado entre los años 16.000 y 13.000 a. C ,
es similar a los descubiertos en Rusia. Este es, sin embargo, especialmente significati-
vo porque, c o m o afirma Campbell, era «el centro crucial de una secuencia cultural ar-
caica continua que se remonta, p o r un lado, hasta el refugio de roca auriñaciense de
42
2 0 . (arriba, izquierda) Hebilla
o placa c o n d i s e ñ o en espiral
( c . 1 6 . 0 0 0 - 1 3 . 0 0 0 a. C , 14 c m
de l o n g i t u d . Mal'ta, Siberia)
2 1 . (arriba, derecha) Reverso
d e la p l a c a , q u e m u e s t r a tres
serpientes
2 2 . (abajo) Ganso o cisne volando,
tallado en marfil (c. 16.000-13.000
a. C . M a l ' t a , Siberia)
Laussel, y, por otro, conecta con la danza del búfalo de los indios pies negros del siglo
2
X I X d. C.»' . En el Paleolítico existía u n territorio i n t e r m e d i o entre Siberia y Alaska
que los pueblos de la Edad de Piedra atravesaron para pasar a las Américas.
ida e s p i r a l y e l meandro
43
23. Meandro inciso sobre
u n brazalete de marfil de
m a m u t ( c . 2 0 . 0 0 0 a. C .
M e z i n , o e s t e de U c r a n i a )
Desde los Pirineos hasta el lago Baikal, ante nosotros están las pruebas de una mitología de
la Edad de Piedra tardía, en la que resalta sobre las demás la figura única de la diosa desnuda...
Ella era una patrona del nacimiento y de la fecundidad casi con seguridad. En esa Paleolítico
ella fue de modo específico la diosa de la caza, pero también, aparentemente, de la vegetación...
El enterramiento de MaFta sugiere que ella era también quien recibía a los muertos y liberaba
4
sus almas a un nuevo nacimiento' .
44
Nuestros presupuestos sobre la naturaleza h u m a n a , en particular nuestras creencias
sobre la capacidad humana para vivir en armonía con el resto de la naturaleza y formar
u n m u n d o pacífico, se relacionan de forma crucial con la cuestión de si realmente sa-
bemos o no crear una manera mejor de ser. Si sostenemos que los seres h u m a n o s son
y siempre han sido prioritariamente cazadores y guerreros, es más posible que pasemos
por alto la evidencia de lo contrario y concluyamos q u e la agresividad guerrera es i n -
nata. N o se ha encontrado prueba alguna de que los pueblos del Paleolítico c o m b a t i e -
15
ran entre sí . Es c o n m o v e d o r descubrir que nuestros antepasados paleolíticos tienen al-
go que enseñarnos, específicamente acerca de c ó m o h e m o s malinterpretado su arte, y
por lo tanto sus vidas, forzándolos a ajustarse a una perspectiva que corresponde a la
del siglo XX.
Es interesante el m o d o en que están relacionados los dos falsos conceptos. En p r i -
m e r lugar, las estatuillas de la diosa fueron clasificadas originariamente c o m o arte e r ó -
tico o pornográfico, una concepción que sería impensable si el principio femenino es
reconocido c o m o sagrado o, por decirlo de forma coloquial, si «dios» fuese madre t a n -
to c o m o padre, esto es, si nuestra imagen de la deidad contuviese las dos dimensiones,
masculina y femenina. En segundo lugar, se asumió que las numerosas formas de palos
y líneas grabadas en piedra y huesos y pintadas sobre las paredes de las cuevas eran ar-
mas para la caza, o signos masculinos, pero, tras u n atento examen microscópico, q u e -
dó demostrado que eran plantas, hojas, ramas y árboles. D e nuevo el descubrimiento
se debe a Marshack, quien llamó la atención del m u n d o sobre las figuras de las diosas
y del cálculo lunar, desviándose de la opinión predominante que veía esos dibujos c o -
m o «objetos masculinos» y «signos puntiagudos». Significativamente, tanto la potencia-
lidad simbólica de las figuras femeninas dando a luz c o m o los millares de formas de la
vida vegetal se han excluido durante los últimos 3.000 años de las categorías de lo sa-
grado. C o m o R i a n e Eisler ha observado en su importante libro, The Chalice and the
Blade: Our History, Our Future, el arte paleolítico «habla a favor de tradiciones psíqui-
cas que debemos comprender si es que hemos de saber n o sólo qué fueron y qué son
16
los humanos, sino también en qué pueden convertirse» .
Los animales
45
24. Bisonte bramando,
c o n pinas y plantas (cabeza
d e c i e r v a e n el r e v e r s o ) ,
(grabado realizado en un
« c u c h i l l o » o u n a «lima» d e
m a r f i l d e m a m u t , c. 10.000
a. C . C u e v a d e La V a c h e ,
Ariége, Francia)
Cuando visitamos una cueva pintada, penetramos en un santuario donde han tenido lugar
ceremonias sagradas durante miles de años, dirigidas sin duda por los grandes iniciados de la
época, e introduciendo a novicios cuando eran llamados a recibir, a su vez, la necesaria ins-
17
trucción fundamental para dirigir sus vidas .
¿Cuál era la naturaleza del vínculo entre h u m a n o s y animales que hace de este ar-
te algo tan conmovedor? C u a n d o más gruesas eran las capas de hielo y el suelo era t u n -
dra congelada, sólo la carne podía mantener la vida, p o r lo que las tribus paleolíticas
tenían que cazar animales para sobrevivir. Los animales también les proveían de pieles
y pelaje, que proporcionaban a los pueblos calor, refugio y vestiduras. Sus huesos, col-
millos y cornamenta dieron a la gente el material necesario para construir h e r r a m i e n -
tas y p o d e r grabar o pintar sus imágenes sagradas, los instrumentos para p o d e r calcular
el paso del tiempo y hasta las agujas para coser sus ropas. Los huesos de los animales,
sus dientes y garras se transformaron en collares y su grasa suministró aceite para los
candiles. Los animales debieron de ser percibidos c o m o la encarnación del p o d e r divi-
no, el d o n de la vida para la tribu. ¿Eran los animales vistos c o m o los poderes genera-
tivos de la diosa que garantizaban la continuidad de la vida? Es posible que ya se c o n -
siderasen expresiones diferentes de la realidad que t o d o lo abarca de la gran diosa
madre, la cual se halla esculpida fuera de las cuevas que contenían en su interior, en sus
paredes de aspecto uterino, imágenes de la desconcertante variedad de formas que ella
había parido.
La identidad entre los animales y los animales h u m a n o s se q u e b r ó en algún m o -
m e n t o a lo largo de los últimos tres millones de años c u a n d o u n nuevo tipo de pensa-
m i e n t o apartó a la humanidad del resto de la naturaleza. Pero en el arte de las cuevas
46
este vínculo antiguo fue r e m e m o r a d o y forjado de nuevo. A lo mejor, en los rituales
celebrados en las cuevas, la gente experimentaba de nuevo la espontaneidad de la vida
animal en ellos, que fue sacrificada con el nacimiento de la conciencia que reflexiona
acerca de sí misma.
Los animales parecían vivir el m o m e n t o sin ser conscientes aparentemente de u n fi-
nal, pero conocían el m o d o de armonizarse c o n las estaciones. Puesto que parecían res-
p o n d e r a ritmos invisibles, también podían encarnar las almas de los antepasados triba-
les, de aquellos que vivían en «el tiempo onírico» de la eternidad. N o existía evidencia
escrita del pasado, por lo que únicamente la m e m o r i a h u m a n a podía proporcionar a la
tribu el sentimiento de la continuidad. Mas la m e m o r i a tribal se revisa de c o n t i n u o a
medida que avanzan las generaciones, y los años, décadas y centurias pasados se c o m -
p r i m e n en historias de los orígenes y se funden con el tiempo sagrado —lo que suce-
dió una vez, en otro t i e m p o - cuando se llevaron a cabo las proezas que dieron lugar al
nacimiento del tiempo presente. Las historias transmitidas de generación en generación
debieron de crear los orígenes de la tradición tribal. C o n t a n d o y bailando las historias,
al volver a representar el mito primordial, ponían en contacto el «tiempo onírico» del
pasado inmemorial con u n presente sacralizado.
En 1989 unos indios brasileños, cuyas naciones habían vivido en la jungla amazóni-
ca sin ser perturbadas durante muchos siglos, si n o milenios, describieron su propia e x -
periencia en términos m u y similares: el gran jefe de la nación, que soñó el destino de
los suyos en los orígenes, declaró entonces que había llegado el m o m e n t o en que la
tribu debía actuar para p o n e r a salvo la selva y su hogar c o m ú n . Ahora, c o m o sus ár-
boles y animales habían sido destruidos, los ancianos de la tribu n o podían soñar más,
y sin esos sueños la tribu perdería su camino. Talar la jungla y darles ganado para que
paste sobre la hierba mutilada les proporcionaría ú n i c a m e n t e «sueños de vaquero», n o
los sueños adecuados que guíen correctamente. Sólo sus propios animales, que, al igual
que ellos mismos, pertenecen a la selva virgen, p u e d e n darles sus «sueños». C o m o e x -
plicación los indios añadieron, en u n lenguaje que el jefe Seattle habría comprendido,
que los animales eran sus hermanos y los ríos sus venas; ellos fluían con su sangre; si se
bloqueasen o se encerrasen en presas, se frenaría el flujo de la sangre en sus venas y e n -
8
tonces el corazón se pararía' .
La sensibilidad paleolítica n o parece m u y alejada de este entender. Es probable, p o r
lo tanto, que los animales dibujados sobre las paredes de las cuevas hayan sido persona-
jes de historias que se contaron una y otra vez desde el principio. D e este m o d o , algu-
nos animales podrían haberse transformado en animales totémicos esenciales para el
sueño de la tribu; quizás incluso soñarían para la tribu c o m o sus espíritus ancestrales y
hablarían a los chamanes en trance, proporcionando al pueblo su sentido de unidad e
identidad.
Al concluir el Auriñaciense (30.000-25.000 a. C.) habían desaparecido el m a m u t la-
nudo, el rinoceronte, el oso de las cavernas y el león de las cavernas, probablemente
47
1
25. O s o herido
(c. 16.000-12.000
a. C . C u e v a L e s
Trois Fréres, A r i é g e ,
Francia)
48
y lanzas atraviesan sus ijadas y de su boca fluye sangre. Esta imagen habitualmente se
entiende c o m o parte de u n ritual de caza d o n d e se dibuja al oso con las heridas que se
espera producirle con el fin de asegurar el éxito de la cacería: u n ejemplo arcaico de
satisfacción de un deseo mediante la magia. A esta idea se le añade otra que va más allá,
la de que el dibujo es en sí u n rito propiciatorio con el que se aplacaba la ira del ani-
mal y se concedía a la tribu atrapar a la bestia sin t e m e r u n castigo. El carácter c o m -
pletamente laico de este tipo de interpretaciones debería alertarnos de su impropiedad.
Si, por otro lado, acabar con esa vida fuese c o m p r e n d i d o c o m o la ruptura del orden
sagrado, entonces el grabado de la imagen sacrificial del oso serviría para u n doble p r o -
pósito: prepararía a la tribu para la monstruosidad de la matanza del animal, y al mis-
m o tiempo pediría honorablemente al m i s m o que diese su consentimiento para ser m a -
tado. En esta última interpretación, el dibujo constituye u n acto ético: rinde h o n o r al
vínculo entre el h u m a n o y el animal, así c o m o al de ambos con la totalidad. E n la p r i -
mera interpretación, sin embargo, la pintura es sólo u n recurso de supervivencia. Es
importante n o confundir los dos tipos de acción ni aplicar de nuevo nuestras propias
simplificaciones a la interpretación de la historia, asumiendo que el sentimiento p r e -
dominante hacia el oso era el interés propio.
Si nos imaginamos a nosotros mismos de regreso a u n m u n d o en d o n d e toda la v i -
da está interrelacionada, sería u n «delito de sangre» arrebatarle la vida a un «hermano»
y, desde el m o m e n t o en que los seres h u m a n o s y los animales constituyen parte de una
misma unidad, ello ha de ser expiado mediante u n ritual cuidadosamente efectuado.
C u a n d o se mata a un animal, lo «Uno» es herido. Algunos cuentos de hadas narran la
historia de u n animal al que u n héroe ha de matar, obedeciendo al mandato del p r o -
pio animal. El lo mata con pena y, para su asombro, el animal se transforma en u n h e r -
m a n o desaparecido tiempo atrás, o en u n príncipe apresado en una forma animal a cau-
sa de un encantamiento. Podría ser que esto fuese una antigua historia paleolítica
donde la bestia a la que se le ofrecen los ritos debidos renace c o m o ser h u m a n o y o c u -
pa de nuevo su lugar j u n t o a su h e r m a n o . La relación entre el h o m b r e cazador y el ani-
mal cazado no es simple, ciertamente, puesto que, de las muchas figuras humanas h a -
lladas con animales en el arte del Paleolítico superior, ninguna lleva armas, a pesar de
que muchas visten algún tipo de ropaje ceremonial o llevan objetos simbólicos, ya sea
cubiertos con pieles de animales o desnudos.
En las cuevas de los Pirineos descubiertas hasta ahora, hay sólo treinta grabados o
pinturas de u n león o de una leona —una proporción diminuta en relación c o n el b i -
sonte o el caballo—, y de éstas, cuatro se hallan en Les Trois Fréres y una, grabada en
u n fragmento de costilla, pertenece a la cueva de La Vache, en Ariége. A la leona de
Les Trois Fréres (figura 26) se le ha dado el lugar de mayor importancia; está colocada
de frente a quien se acerque al santuario más profundo de la cueva. En tanto que a n i -
mal más feroz y «rey y reina de las bestias», el león, c o m o guardián, debió de inducir
más respeto que ningún otro. En contraste con los otros animales, la leona n o está ta-
49
liada de perfil sino de frente. Sus penetrantes ojos parecen estar retando a quien se dis-
ponga a entrar en la cueva sagrada, c o m o si custodiase los misterios contra los n o ini-
ciados. E n tiempos posteriores, los leones son los guardianes de los templos por t o d o
el m u n d o y en todas partes se concibe a la diosa sentada sobre u n t r o n o de leones, des-
de en la Anatolia del séptimo milenio a. C , hasta en la E u r o p a del segundo milenio
d. C , en la figura de la virgen María (ver capítulo 14, figura 21).
U n tercio de todos los animales de la cueva son caballos; más de 600 pinturas en t o -
tal. Bisontes, uros, toros y bueyes salvajes constituyen cerca de otro tercio. E n t o r n o a
u n d é c i m o del total de los animales son venados o ciervas. D e m o d o extraño, los r e -
nos, q u e fueron cazados j u n t o al m a m u t lanudo y cuyos huesos han sido encontrados
profusamente en Lascaux, apenas aparecen en las pinturas. Ello hace que nos p r e g u n -
temos la razón por la que el caballo, el bisonte, los toros (o uros) se representaban más
q u e cualquier otro animal. Por supuesto, debieron haber p e r m a n e c i d o cerca de los h u -
manos y fueron esenciales para la supervivencia de éstos, mas también debieron pose-
er u n carácter mítico. Son todos animales poderosos y de gran fertilidad, y los cuernos
del bisonte y del toro, con la forma de la curva de la luna creciente, p u e d e que sim-
bolizaran las fuerzas regeneradoras de la vida, que más tarde tomarían una forma mas-
culina c o m o toro o c o m o dios. Es posible que el mito de la Edad del Bronce que r e -
lacionó el toro con la m u e r t e y la resurrección cíclica de la fuerza vital a través de la
luna se originase en esta época, 15.000 años antes, y que p r i m e r o hubiese adoptado la
imagen de la diosa que sujeta en la m a n o u n c u e r n o de bisonte, c o m o aparece en
Laussel. Este mito fundamental se tratará en el capítulo 4.
Al caballo es posible que se le haya otorgado u n significado sagrado similar (figura
28). M u c h o s cuentos de hadas narran la historia del caballo c o m o voz q u e guía, c o n -
50
27. C a b e z a de un gran t o r o salvaje
n e g r o ( c . 1 5 . 0 0 0 - 1 2 . 0 0 0 a. C . Cueva
de L a s c a u x , D o r d o ñ a , Francia)
28. Y e g u a c o n plantas o ramas
(c. 1 5 . 0 0 0 - 1 2 . 0 0 0 a. C . Cueva
de Lascaux, D o r d o ñ a , Francia)
51
ojos o situando los cuernos o c o r n a m e n t a para completar la forma dada p o r la natura-
leza misma. Hay m u y pocos pájaros o peces en relación con otros animales, y n i n g ú n
reptil. Pero todos ellos aparecen exquisitamente grabados en las varas chamánicas, ca-
yados o bátons de commandement, cuyo uso preciso nos es todavía desconocido. Poseen
u n agujero r e d o n d o en u n extremo, en ocasiones en el lugar del ojo del animal o del
pájaro.
El chamán
Por encima de la multitud bulliciosa de animales en Les Trois Fréres, destaca la fi-
gura alargada y sobrecogedora de lo que se d e n o m i n a n o r m a l m e n t e «el hechicero» o
«maestro animal» (figura 29), de la que dejó constancia, c o m o hizo con todos los ani-
males del santuario, el padre Breuil. M i d e 76 cm de altura y 38 cm de ancho, y es la
52
29. «Animal de
poder» bailando
( c u e v a de Les T r o i s
Fréres, A r i é g e ,
Francia)
única pieza de toda la cámara que ha sido pintada —con pintura n e g r a - de m o d o que
sobresale especialmente entre las demás. Podría tratarse del animal de poder, que está
allí para transmitir a la tribu enseñanzas acerca del m u n d o animal, y que constituye el
origen de la figura que más tarde se convertiría en «señor de las bestias». Sólo sus pies
danzantes son claramente humanos. El cuadro en su conjunto confunde por la sensa-
ción que producen lo h u m a n o y lo animal; n o sabemos si se trata de u n animal con
pies humanos, o de u n h u m a n o vestido de animal. T i e n e los ojos grandes y redondos
de u n león o de un b u h o , cuernos y orejas de venado, y las dos patas delanteras alza-
das de león o de oso. Posee genitales de felino y rabo de caballo o de lobo. La «barba»
suelta es en sí misma c o m o la melena de u n león, y parece humana sólo por la mirada
numinosa de los ojos que la enmarcan, pues lo más llamativo de este magnífico ser, p a -
recido a u n dios, es su expresión, que parece fijarse en ti y en el más allá, c o m o si nos
invitase a adentrarnos en una dimensión insondable. ¿Es el ancestro animal, el alma de
53
la tribu o la encarnación de nuestra propia h u m a n i d a d animal? Sus pies están posados
firmemente sobre el suelo, posibilitando la postura erguida, una de las características
que nos distingue de forma definitiva de los animales. A u n q u e parece estar bailando,
su cara se halla fija, c o m o si nos pidiese que penetrásemos el sentido de su misterio;
¿quizás la paradoja que supone ser h u m a n o s y animales al m i s m o tiempo?
El baile sagrado era otra manera de evocar el alma animal de la humanidad. La h u e -
lla de pies formando u n círculo ha sido descubierta en las cuevas de Tuc d ' A u d o u b e r t
y de Montespan en el sudoeste francés. H o m b r e s y mujeres vestidos con pieles de ani-
males pudieron haber bailado aquí los rituales de caza y fertilidad centrados en deter-
minados animales, c o m o el oso, el caballo y el bisonte (figura 30). El estudio de las cul-
turas supervivientes de la Edad de Piedra ha mostrado lo vital q u e es el m a n t e n i m i e n t o
de una relación viva entre las costumbres humanas y los poderes invisibles de la vida
encarnados en los animales. La danza del laberinto cretense, q u e evoca el misterio de
la m u e r t e y del renacimiento, el baile griego de los coribantes (bailarines rituales) al
nacer el dios, el baile del oso de los indios siux y la danza de la mantis de los b o s q u i -
manos, todas ellas y muchas otras apuntan a la transmisión desde u n pasado r e m o t o de
la tradición del baile sagrado que traía consigo la renovación de la vida. Los t a m b o r i -
leos de los pies h u m a n o s en períodos posteriores eran parte de u n ritual de fertilidad y
los bailarines enmascarados constituían u n m e d i o deliberado de aproximarse a las ca-
pas más profundas de la psique, d o n d e tenía lugar la r e u n i ó n estática de la naturaleza
h u m a n a y la animal.
C u a n d o se entra en la gran rotonda de Lascaux, se halla a primera vista la figura de
un animal con grandes óvalos y arcos dibujados en su costado y dos cuernos rectos, c u -
ya longitud es igual a la mitad de su c u e r p o (figura 31). H a sido d e n o m i n a d o «bestia
hechicera» y «el doble unicornio», c o m o para expresar la incredulidad propia del siglo
XX ante la posibilidad de que tal animal haya existido en cualquier lugar, excepto en
la imaginación humana. Su vientre preñado cuelga hasta el suelo, a u n q u e t o d o el p e -
so del c u e r p o oscila en u n m o v i m i e n t o que va hacia arriba y hacia fuera, gracias al
efecto que provocan los cuernos desplegados y mediante la colocación en línea para-
lela del vientre y de la cornamenta. Esto crea una asociación inequívoca entre la vida
visible y nueva que se halla dentro del c u e r p o y la «vida» invisible y nueva que se h a -
lla más allá de la última punta de los cuernos. ¿Son estos cuernos entonces la imagen
de una visión que es proyectada? ¿Está el animal señalando el camino hacia los vuelos
chamánicos que tienen lugar en zonas más profundas de la cueva d o n d e se provoca el
nacimiento, de forma simbólica, de una nueva visión?
E n la parte más secreta de la misma cueva en Lascaux, en el fondo de un pozo de
5 m, yace un h o m b r e con cabeza y manos de pájaro, podría tratarse de u n chamán en
trance, volando c o m o u n ave, c o m o hacen otros chamanes de tiempos posteriores y
mejor documentados. Se han ofrecido numerosas interpretaciones diferentes de la ex-
traña configuración de h o m b r e , pájaro, bisonte y r i n o c e r o n t e de Lascaux (figura 32),
54
30. Chamanes
b a i l a n d o (c. 14.000
a. C . C u e v a d e
Les T r o i s Fréres,
Ariége, Francia)
3 1 . (abajo) Animal
con cuernos
prolongados
(c. 15.000-12.000
a. C . C u e v a d e
Lascaux, Dordoña,
Francia)
d o n d e la detallada interrelación de las figuras sugiere que se estaba contando una his-
toria concreta. El h o m b r e pájaro yace estirado en el suelo c o n el p e n e erecto, una m a -
n o de ave señalando al bisonte a su izquierda y la otra al pájaro a su derecha, que se h a -
lla debajo, posado en lo alto de u n cayado o de u n palo. El e n o r m e búfalo está herido
55
32. Escena de
c h a m á n , pájaro,
bisonte y
rinoceronte
(c. 15.000-12.000
a. C . C u e v a de
Lascaux, Dordoña,
Francia)
mortalmente, con sus entrañas cayendo al suelo en cascada; bajo su cola erguida, una
lanza, el arma que lo hirió, abarca t o d o su cuerpo, desde el ano hasta el vientre, c o m o
si hubiese atravesado el c u e r p o y hubiera sido lanzada desde algún lugar o por alguna
persona que n o figura en la imagen. La punta de la lanza apunta hacia el cayado cere-
monial, que está en el suelo, del h o m b r e pájaro. En el extremo izquierdo, u n r i n o c e -
ronte, q u e n o está colocado de frente a la escena, eleva su cola hacia arriba; bajo la mis-
ma aparecen seis puntos negros, que sugieren una excreción reciente.
Si somos capaces de percibir qué provocan las líneas del dibujo a los ojos de quien
lo contempla, caemos en la cuenta de que, sea cual sea la perspectiva desde la que nos
adentramos en la imagen, nos vemos arrastrados en u n proceso circular que u n e entre
sí al bisonte, al pájaro y al h o m b r e pájaro en u n significado único. El ave en lo alto del
largo palo o bastón ocupa la parte central del dibujo, que mide 2 m de largo. El pája-
ro c o n d u c e directamente a la m a n o ave del h o m b r e dibujado sobre él; la mano, a su
vez, lleva a la cabeza ave del h o m b r e , sugiriendo que el h o m b r e , al m o r i r el bisonte,
ha asumido el espíritu del pájaro que sobrevuela largas distancias hacia regiones desco-
nocidas; se trata del ropaje metafórico de los chamanes de todos los tiempos.
Los bosquimanos describen en términos similares u n ritual chamánico d o n d e el
animal dotado de poder es un alce:
56
dida que el moribundo alce libera su potencia, el chamán la absorbe y se adentra en el trance.
El alce que se está muriendo es una metáfora del chamán «moribundo» que está empezando a
ser como un alce. El alce es la fuente del poder del hombre y el chamán usa este poder para
23
entrar en trance .
57
33. Escultura de bisonte
del M a g d a l e n i e n s e (c.
1 2 . 0 0 0 a. C , 10 c m d e
l o n g i t u d . C u e v a d e La
Madeleine, sudoeste de
Francia)
Al pasar extáticamente el puente «peligroso» que une los dos mundos, y que sólo los muer
tos pueden afrontar, el chamán demuestra, por una parte, que es «espíritu», que ya no es un ser
humano, y trata, por otra parte, de restaurar la comunicación que existía in illo tempore entre es
26
te mundo y el Cielo .
58
mismos en vehículos de esa fuente, creadores de la forma viviente c o m o la fuente misma.
Leroi-Gourhan, que ha dedicado su vida a comprender el simbolismo del arte de las c u e -
vas, dice de Lascaux: «Tras esta decoración podemos percibir hasta qué punto toda la c o -
munidad estaba involucrada; mantenía a unos cuantos artistas de gran talento durante las
largas semanas que pasaban preparando el andamiaje, el material que utilizaban c o m o p i n -
28
tura y la iluminación» .
Mitología paleolítica
A partir de una consideración del arte paleolítico, la primera pregunta que surge es
la siguiente: ¿por qué a la diosa madre sólo se la esculpía, y n o se la pintaba, en las p a -
redes de la cueva? ¿Cuál era su relación con los animales que habían sido pintados, p e -
ro n o esculpidos? U n a inferencia de este h e c h o evidente es que había dos tipos funda-
mentales de visión en la cultura de la Edad de Piedra. U n a de ellas se expresa en piedra,
hueso y marfil de m a m u t —los elementos perdurables en los que las esculturas de la d i o -
sa madre fueron talladas, tanto cinceladas en la misma estructura de la cueva de roca,
c o m o modeladas en pequeñas estatuas en los lugares de enterramiento. La otra se e x -
presa mediante la pintura en las paredes interiores de las cuevas, d o n d e reviven los ani-
males, d o n d e se dramatizaba el ritual de la caza y se reflexionaba sobre el mismo, y
d o n d e los chamanes h u m a n o s y animales ofrecen los ritos de iniciación.
¿Podemos deducir de esto que originalmente n o había uno, sino dos mitos básicos:
el de la diosa y el del cazador? Las figuras gestantes de las esculturas hacen pensar que
el mito de la diosa madre tenía que ver con la idea de fertilidad y la naturaleza sagra-
da de la vida en todos sus aspectos, y p o r lo tanto c o n la de transformación y renaci-
miento. Por contraste, el mito del cazador estaba relacionado sobre todo con el drama
de la supervivencia; la acción de matar c o m o u n acto ritual llevado a cabo para vivir.
La primera historia se centra en la diosa c o m o la imagen eterna del todo; la segunda,
en la humanidad que, en tanto que cazadora, ha de quebrar de continuo esta unidad
para poder vivir la vida cotidiana de la temporalidad. Estas dos historias, ambas parte
esencial de la experiencia humana, tienden a escindirse c o m o reacción ante dos ins-
tintos humanos aparentemente diferentes: el instinto que impulsa a establecer relacio-
nes y significados, y el instinto de supervivencia. Parecen, entonces, contar historias d i -
ferentes e incluso m u t u a m e n t e excluyentes. E n una, la vida y la m u e r t e se reconocen
c o m o fases de u n proceso eterno; en la otra, la m u e r t e del animal y del ser h u m a n o
pierde su relación con el t o d o y deja de ser sagrada, es decir, la m u e r t e adquiere u n ca-
rácter final, y nuestra experiencia de la vida se hace trágica.
En la historia de la diosa madre, el cazador h u m a n o y los animales cazados están
ambos contenidos en una visión. Hay una continuidad de asociación en la que los dos,
cazador y cazado, participan, con lo que el m i t o del cazador se incluye, en última ins-
59
tancia, en el mito de la diosa j u n t o con todos los demás aspectos de la vida que for-
m a n parte del todo. Este es el simbolismo de las pinturas del interior de la cueva ex-
perimentada c o m o el útero de la diosa. Pero, desde el interior de la historia del caza-
d o r - q u e versa sobre la vida mortal en el tiempo—, p u e d e llegar a olvidarse que sus
cimientos están en el mito de la diosa. E n el mito del cazador, animales y seres h u m a -
nos compiten por la supervivencia y la vida del u n o implica a m e n u d o la m u e r t e del
otro. Las dos historias se ven entonces c o m o opuestas. C u a n d o esto ocurre, la c o n e -
xión con la dimensión invisible de la que provienen tanto la vida c o m o la m u e r t e , y
que santifica a ambas, se pierde. El mito de la diosa contiene el m i t o del cazador, p e -
ro este último n o puede contener al primero.
La presencia del chamán en la cueva indica que los pueblos del Paleolítico sabían lo
vital que era para el bienestar de la tribu n o olvidar la relación esencial entre estas dos
historias y, quizá también, el continuar explorando los diversos m o d o s en que puede
entenderse su relación. Los chamanes mediaban entre dos m u n d o s de experiencia h u -
mana y sus vuelos a la oscuridad tenían lugar necesariamente en la zona más secreta de
la cueva, d o n d e los límites ordinarios de la percepción podían ser más fácilmente tras-
cendidos. Allí eran capaces de rememorar, o «re-membrar», la relación fundamental
entre estos dos mitos y de rendir h o n o r a la necesidad esencial de asociar la caza con
una visión más profunda del todo. Semejante interpretación p u e d e ayudar a explicar la
gran importancia de los rituales de caza, incluso en ciertas tribus de hoy en día.
D e este m o d o , el mito de la diosa expresaba lo que podríamos llamar la visión m o -
ral de la era. Se mantuvo durante miles y miles de años, y adquirió consistencia en el
Neolítico al incluir tanto la regulación de la vida vegetal y animal c o m o los ciclos es-
tacionales de la luna y el sol, del mes y del año. Pero a mediados de la Edad del Bronce
(c. 2000 a. C ) , con las continuas invasiones de las tribus guerreras nómadas provenien-
tes de los antiguos terrenos de caza de las estepas del Paleolítico, el m i t o de la diosa
perdió su lugar central en el sentimiento moral de la h u m a n i d a d y se debilitó la c o n e -
x i ó n vital entre el mito del cazador y el mito de la diosa; a m e n u d o dio la sensación
de perderse. La vida temporal se separó de la visión de eternidad, c o m o la parte que
se desgaja del todo.
D u r a n t e la Edad del Bronce, el antiguo mito del cazador creció hasta convertirse en
el m i t o del héroe guerrero; llegó a ocultar con su sombra al m i t o de la diosa, que gra-
dualmente se relegó a la psique inconsciente de la humanidad. A ú n así p o d e m o s hallar
el perdido mito primordial diseminado p o r las imágenes simbólicas, los mitos y las fá-
bulas de cada civilización, con frecuencia n o reconocido, sus distintas manifestaciones
a m e n u d o desconectadas entre sí, pero siempre presente. La diosa, y la visión de la t o -
talidad que encarna su imagen, n o se ha perdido, sino que ha q u e d a d o ocultada por las
reivindicaciones apremiantes de la otra historia, la del m i t o del cazador y su necesidad
de sobrevivir.
Podemos, entonces, recuperar aún el mito perdido de la diosa a través de sus imá-
60
genes. Dondequiera que encontremos la cueva, la luna, la piedra, la serpiente, el ave o
el pez; la espiral, el meandro y el laberinto; los animales salvajes —el león, toro, bison-
te, ciervo, cabra y caballo—; los rituales que tratan de la fertilidad de la tierra, de los ani-
males y de los seres humanos, y el viaje del alma a otra dimensión, estamos en presen-
cia de la imágenes que antaño representaron el m i t o original. Existen c o m o testimonio
vivo en la psique humana de su visión de la unidad de la vida, originalmente imagi-
nada c o m o la diosa madre que da a luz las formas de vida que son ella misma. Pues la
psique, c o m o escribe Jung, «no es de hoy»:
S u e d a d c u e n t a m u c h o s m i l l o n e s d e a ñ o s . P e r o la c o n c i e n c i a i n d i v i d u a l es s ó l o la i n f l o r e s -
c e n c i a y f r u c t i f i c a c i ó n e s t a c i o n a l q u e n a c e d e l p e r e n n e rizoma s u b t e r r á n e o , y esa i n f l o r e s c e n c i a
y f r u c t i f i c a c i ó n se e n c u e n t r a e n el m e j o r a c o r d e c o n la v e r d a d c u a n d o i n c o r p o r a a su c á l c u l o la
2 9
e x i s t e n c i a del rizoma, p u e s la r e d d e raíces es la m a d r e d e t o d o .
61
i
dada por cada m i e m b r o de la raza h u m a n a , j u n t o con todas las otras características fí-
sicas, mentales y espirituales en virtud de las cuales nos proclamamos h u m a n o s . D e es-
ta idea se deduce que una experiencia de la especie nunca se pierde, sino que se trans-
mite a miembros futuros de la humanidad, al igual que los procesos instintivos y
aprendidos más básicos. La consecuencia lógica es que, en cualquier t i e m p o particular,
la experiencia de las generaciones más arcaicas, así c o m o , en efecto, toda la historia de
la humanidad, está de alguna manera siempre viva en la psique, c o m o parte del ser h u -
mano. Es ésta una asunción del m i s m o tipo que la que Laurens van der Post hace c u a n -
do nos pide que busquemos al b o s q u i m a n o que hay en nosotros mismos"'.
Podríamos imaginar una analogía geológica para el inconsciente colectivo en que la
capa más antigua de la psique consistiese en los millones de años de vida animal ins-
tintiva. Tras ella, la primera y más antigua capa cultural sería la de la experiencia pale-
olítica, seguida de la capa correspondiente al Neolítico, seguida de la de la Edad del
Bronce, y así a través de las eras hasta el presente; la capa superficial del siglo XX sería
31
aún accesible a lo que llamamos m e m o r i a «viva» . J u n g sugiere con una metáfora di-
ferente que la totalidad de esta conciencia h u m a n a podría ser descrita c o m o :
62
38. Serpientes en una placa 39. Diosa y dios c o n cuernos,
(c. 1 6 . 0 0 0 - 1 3 . 0 0 0 a. C . M a l ' t a , j u n t o a un árbol y una serpiente
Siberia) ( s e l l o c i l i n d r i c o s u m e r i o , c. 2 5 0 0
a. C . )
40. A d á n , E v a y la S e r p i e n t e 41. C a d u c e o ( g r a b a d o s u i z o
( g r a b a d o e s p a ñ o l e n m a d e r a , 976) en madera, 1615)
un ser humano colectivo, más allá de la singularidad sexual, más allá de la juventud y la vejez,
del nacimiento y la muerte, y dispondría de una experiencia humana poco menos que inmor-
tal de uno a dos millones de años. El presente significaría para él lo mismo que un año cual-
quiera del siglo XX antes de Jesucristo, tendría sueños seculares y, gracias a su incalculable ex-
periencia, sería un pronosticador incomparable. Porque habría vivido incontables veces la vida
del individuo, de las familias, de las tribus y de los pueblos, y poseería como algo intrínseco el
32
ritmo del nacimiento, del desarrollo y de la muerte .
D e ser esto cierto, o válido c o m o metáfora, n o es sorprendente que haya rastros del
antiguo m i t o de la diosa diseminados p o r cada religión del m u n d o , y que sea recorda-
do o recreado de nuevo para analizar este sueño particular de la vida en la tierra.
Siempre que aparezca una composición de piedras en forma circular, espiral o serpen-
tina, c o m o en Stonehenge o en Avebury, o dondequiera que se haya señalado una c u e -
va o una cripta c o m o lugar de revelación o de nacimiento, ahí está la tradición de la
diosa madre, quien durante al m e n o s 25.000 años fue concebida c o m o origen y c o m o
destino: la que da la vida y la morada de los muertos; la que transforma la vida que sa-
có de sí misma y que t o m ó de nuevo para sí, en u n ciclo temporal tan p e r p e t u o y c o n -
tinuo c o m o la luna.
D e las galerías laberínticas de las cuevas paleolíticas al laberinto trazado en el suelo
de la catedral de Chartres, hay una distancia de veinticinco milenios en t i e m p o lineal,
pero una identidad de imágenes simbólicas que anula el paso de los siglos. Las aves v o -
lando del lugar de enterramiento de Mal'ta conectan con la diosa pájaro del Neolítico,
al igual que con las palomas pertenecientes a la diosa sumeria Inanna, a la Isis egipcia,
a la Afrodita griega, y con la paloma del Espíritu Santo. El ave en lo alto de u n b á c u -
lo de chamán en Lascaux (figura 34) prefigura la paloma del arca de N o é , y también la
que se acurruca e n el regazo de la diosa griega Perséfone en el siglo V a. C. (figura 35),
o el pájaro posado sobre el cetro de María del siglo XII d. C. (figura 36), y el cuadro
de la paloma de la Anunciación, del siglo V (figura 37).
La serpiente de la placa de Mal'ta (figura 38) reaparece con el árbol de la vida su-
merio, que se halla detrás de la diosa (figura 39), y más tarde se dirige a Eva desde el
árbol del c o n o c i m i e n t o del bien y del mal (figura 40). Serpientes entrelazadas forman
el jeroglífico del dios sumerio Ningizzida, al igual que la espiral del caduceo del dios
griego H e r m e s , guía de las almas (figura 41), y se enrosca una serpiente también al bá-
culo de Esculapio, dios griego de la curación.
Desde la danza de los chamanes en Les Trois Fréres, pasando p o r el baile del labe-
rinto de Creta, hasta el baile circular de los discípulos de Cristo en los Evangelios g n ó s -
ticos, hay una línea de transmisión continua con implicaciones m u c h o más amplias pa-
ra nuestra concepción de la psique humana de lo que se ha reconocido. La luna
creciente en la m a n o de la diosa de Laussel señala hacia la luna creciente de la cabeza
de la babilónica Astarté del 200 a. C. (figuras 42 a y b) y, de nuevo, a la luna creciente
64
4 2 . (a) D i o s a de Laussel
( 2 2 . 0 0 0 - 1 8 . 0 0 0 a. C . ) y
(b) Astarté con luna
c r e c i e n t e s o b r e su c a b e z a
( s i g l o II a. C . B a b i l o n i a " )
43. Virgen María con
luna bajo sus pies (La
glorificación de la Virgen,
G e e r t g e n t o t St J a n s , 1490)
1
q u e yace bajo los pies de María (figura 43). Desde el santuario cueva paleolítico con
los animales pintados en las paredes hasta el establo de Belén con el buey y el asno, des-
de la antigua diosa madre hasta la virgen María, corre u n m o d e l o de asociación anti-
guo y extraordinario que p u e d e trazarse sólo mediante el c o n o c i m i e n t o de la imagen
simbólica. En el Neolítico, con el descubrimiento del cultivo y del arte de la agricul-
tura, c o m o veremos en el capítulo 2, estas imágenes exploran una nueva dimensión del
m i t o de la diosa.
Si abrigamos la idea de J u n g sobre el ser h u m a n o de dos millones de años de anti-
güedad —mujer y hombre— que está presente en cada u n o de nosotros, entonces la v i -
sión paleolítica aún nos es accesible en la actualidad. Pues, c o m o escribió Jung: «Nada
de cuanto pertenece a la psique, o es parte de ella, se pierde nunca. Para vivir plena-
m e n t e tenemos que inclinarnos, tender las manos y traer de nuevo a la vida los nive-
les más profundos de la psique a partir de los cuales ha evolucionado nuestra cons-
34
ciencia presente» .
66
2
La g r a n d i o s a neolítica
d e l c i e l o , la t i e r r a y las aguas*
Tú sabes que estoy esperando el retorno de la Luna, para poder regresar a mi hogar, para
poder visitar a mi gente y escuchar todos sus relatos, para poder escuchar las historias que cuen
tan. La gente de la llanura escucha las historias de quienes viven lejos... Y yo puedo sentarme
al sol, sentarme a escuchar las historias que vienen de allí, historias que vienen de lejos. Porque
una historia es como el viento: viene de un lugar lejano, y la sentimos.
11 Kabbo el Bosquimano'
67
r
5.
1. D e c o r a c i ó n de
jarrón con dibujos
de serpientes y un
diseño en forma de
útero que contiene
una figura femenina
(jarrón Cucuteni
c l á s i c o t a r d í o , c.
4 0 0 0 a. C . Noreste
de Rumania)
68
3
habitar t o d o del año. D u r a n t e el Mesolítico, o E d a d d e Piedra M e d i a - s e calcula q u e
entre el 10.000 y el 8000 a. C—, las tribus a ú n eran cazadoras y recolectoras, a u n q u e
c o m e n z a b a n a asentarse y a sembrar semillas d e g r a n o . E n t r e el 10.000 y el 8000 a. C ,
la E d a d de Piedra s u p e r i o r y la inferior se e n c u e n t r a n y fusionan, y u n a f o r m a d e v i -
da arcaica, q u e había estado e n uso a lo largo d e incontables miles de años, se t r a n s -
f o r m a g r a d u a l m e n t e e n u n a q u e parece más p r ó x i m a a la nuestra.
El m o v i m i e n t o de la conciencia e n el N e o l í t i c o es d e diferenciación y d e prolife-
ración, mas n o hay pérdida del sentido original d e u n i d a d , q u e se estudia ahora d e m a -
nera explícita a través del m i t o de la diosa. La diosa m a d r e del N e o l í t i c o es u n a i m a -
g e n que, d e m o d o más o b v i o q u e antes, inspira u n a p e r c e p c i ó n del universo c o m o
totalidad viva, sagrada y orgánica, e n la q u e la h u m a n i d a d , la tierra y toda la vida t e -
rrestre participan c o m o «sus hijos». C o m o gran m a d r e , preside c o m o diosa d e la vida,
la m u e r t e y la r e g e n e r a c i ó n sobre toda la creación, c o n t e n i e n d o e n sí m i s m a t a n t o la
vida de las plantas, c o m o la d e los animales y los seres h u m a n o s . Existe u n r e c o n o c i -
m i e n t o i d é n t i c o de la relación esencial entre u n o r d e n invisible, q u e g o b i e r n a las fases
rotatorias d e la luna, y u n o visible, terrenal, e n c a r n a d o antes e n los ciclos d e la vida
h u m a n a y animal, y ahora e n los de las estaciones y e n el del a ñ o agrícola.
La espiral a s c e n d e n t e y d e s c e n d e n t e sobre el ú t e r o gestante d e la diosa de 6.500 años
2 . La dama de Pazardzik
(civilización balcánica oriental,
c. 4 5 0 0 a. C . C e n t r o de
Bulgaria)
69
3. Imágenes neolíticas
d e la l u n a
70
m a n t o s de las diosas Á r t e m i s y A t e n e a , c i n c o m i l a ñ o s d e s p u é s (ver capítulo 8, figu-
ras 10, 11 y 19).
Los p u e b l o s de aquel t i e m p o n o p u d i e r o n h a b e r d e j a d o de e x p e r i m e n t a r la a n a l o -
gía entre el curso d e sus propias vidas y el de las semillas q u e , plantadas e n la tierra, se
gestaban y volvían a e m e r g e r c o m o g r a n o verde y d o r a d o . Los rituales q u e evocaban
el n a c i m i e n t o , q u e lloraban la m u e r t e y q u e c e l e b r a b a n el r e n a c i m i e n t o del m a í z m u e s -
tran cuan vital era esta analogía para la i m a g i n a c i ó n h u m a n a , p u e s situaba a la r e g e n e -
ración en el n ú c l e o de la vida. El p a t r ó n cíclico, d u r a n t e el q u e crecía la vida invisible
para tornarse visible, y decrecía la vida visible hasta volverse invisible d e n u e v o , p o d í a
seguirse ahora en el ciclo anual d e la siembra y la siega, del m i s m o m o d o e n q u e a n -
tes se le r e c o n o c í a e n el ciclo m e n s u a l de la luna. La fuente secreta d e la vida p e r m a -
necía todavía invisible: el ú t e r o oscuro de la diosa paleolítica había sido la cueva t e m -
plo; ahora estaba e s c o n d i d o en las profundidades de la tierra. Los seres h u m a n o s a ú n
n a c e n de ella, se a l i m e n t a n d e ella y son a c o g i d o s de n u e v o p o r ella. S i e m b r a n la s e -
milla en su vientre y la recolectan c o m o la sustancia d e su c u e r p o , transformándola
ellos m i s m o s en p a n . Las plantas, la fruta, los cultivos y los animales q u e dan la leche,
los huevos, la carne, la lana y las pieles son t o d o s hijos d e ella, al igual q u e los seres h u -
m a n o s , p o r lo q u e t o d o s son sagrados.
las mujeres y la sacralidad femenina se elevan a primera categoría. Desde el momento en que
las mujeres toman parte decisiva en el cultivo de las plantas, se convierten en las dueñas de los
campos cultivados, lo cual eleva su posición social y crea instituciones características, como por
71
ejemplo la matrilocación, por la que el marido quedaba obligado a vivir en la casa de su m u -
7
jer .
72
4 . La d i o s a
entronizada de
Szegvár (cultura
T i s z a , c. 5000
a. C , 22 c m de
altura. Sudeste
de Hungría)
5. M o d e l o de
arcilla de un
templo con
cabeza de pájaro
(restaurada),
decorado con
meandros
( c . 5 0 0 0 a. C.
Sudoeste de
Rumania)
73
L
D u r a n t e m u c h o s siglos se c o n s i d e r ó el N e o l í t i c o u n p e r í o d o oscuro y b o r r o s o , p e
ro el trabajo de n u m e r o s o s arqueólogos en las últimas décadas ha c o m e n z a d o a resca
tarlo. A m e d i d a q u e se h a n h e c h o más precisos los m é t o d o s de datación, se ha situado
en u n pasado más r e m o t o . A h o r a parece q u e h u b o centros aislados d e cultura n e o l í t i
ca ya e n el 7000 a. O , e n lugares tan apartados e n t r e sí c o m o E u r o p a oriental, el sur
de Turquía, E g i p t o , Palestina, M e s o p o t a m i a y el valle del I n d o . El p a n o r a m a q u e está
e m e r g i e n d o es el de u n a única m a t r i z cultural q u e subyace y relaciona entre sí todas
estas áreas diferentes. Se h a n e n c o n t r a d o estatuillas y esculturas casi idénticas d e la d i o
sa en E u r o p a oriental y en el valle del I n d o (en u n lugar llamado M e h r g a r h ) . Q u i e n
hubiese r e c o r r i d o la larga distancia q u e separa estos lugares e n t r e sí habría r e c o n o c i d o
las imágenes y c o m p r e n d i d o su significado, incluso a pesar d e n o e n t e n d e r el lenguaje
de u n a tribu diferente, pues en esta etapa de la e v o l u c i ó n de la consciencia n o había
dioses tribales, sino ú n i c a m e n t e u n a diosa u m v e r s a l m e n t e adorada.
Las implicaciones q u e conlleva el d e s c u b r i m i e n t o d e estas culturas a l t a m e n t e desa
rrolladas del N e o l í t i c o todavía n o han i n f o r m a d o la f o r m a de pensar general d e n u e s
tra época; seguimos c r e y e n d o q u e la «cuna» d e la civilización fueron la S u m e r y el
E g i p t o de la E d a d del B r o n c e . E n el m u n d o del arte siguen llamándose «ídolos» a las
imágenes d e las diosas neolíticas y paleolíticas, o se p e r c i b e n c o m o las más arcaicas e x
presiones del arte abstracto, a m e n u d o sin n i n g ú n c o n o c i m i e n t o de su significado, ni
de la relación q u e m a n t i e n e n c o n otras i m á g e n e s anteriores o posteriores.
E n la última década, el trabajo de u n solo i n d i v i d u o ha d e v u e l t o u n a de estas c u l
turas a la vida, t r a n s f o r m a n d o c o m p l e t a m e n t e n u e s t r o e n t e n d i m i e n t o d e u n a fase d e
i m p o r t a n c i a vital de la e v o l u c i ó n h u m a n a . L o q u e H e i n r i c h S c h l i e m a n n h i z o p o r
Troya y A r t h u r Evans p o r Creta, lo ha h e c h o Marija G i m b u t a s p o r el N e o l í t i c o , d e
s e n t e r r a n d o los tesoros de esa civilización s o r p r e n d e n t e m e n t e rica y avanzada q u e ha
d e n o m i n a d o «la vieja Europa». Su a m p l i o estudio e i n t e r p r e t a c i ó n d e las i m á g e n e s p r o
p o r c i o n a n u n a visión única de las i m á g e n e s simbólicas de u n a cultura neolítica q u e flo
reció entre el 7000 y el 3500 a. C.
E n sus dos libros, Diosas y dioses de la vieja Europa y El lenguaje de la diosa, G i m b u t a s
analiza detalladamente el arte neolítico y calcolítico de la vieja E u r o p a . Esta área i n
cluye H u n g r í a , la ex Yugoslavia central y m e r i d i o n a l , Bulgaria, R u m a n i a y Austria
oriental. Se e x t i e n d e p o r el n o r t e hacia el sur d e la antigua C h e c o s l o v a q u i a y el n o r t e
de Polonia y, p o r el este hasta Kiev, e n U c r a n i a . Hacia el sur incluye el sur d e Italia y
Sicilia, Malta, Grecia, Creta, y las islas Cicladas, J ó n i c a s y Egeas, además d e la r e g i ó n
costera occidental de Turquía. El legado d e esta civilización a la p o s t e r i o r d e C r e t a y
de Grecia y, a través de éstas, a la nuestra, es incalculable; la escultura y p i n t u r a d e la
vieja E u r o p a del N e o l í t i c o constituyen la p r u e b a e v i d e n t e de u n a transmisión d e i m á
genes del Paleolítico a la E d a d del B r o n c e . Ello c o n e c t a dos p e r í o d o s de la historia q u e
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n o se h a b í a n p u e s t o e n relación c o n a n t e r i o r i d a d , ofreciendo u n a i m a g e n de c o n t i -
n u i d a d d e la tradición h u m a n a cuya f o r m a c i ó n era antes imposible.
Se h a n d e s c u b i e r t o en cerca de 3.000 lugares a p r o x i m a d a m e n t e 30.000 miniaturas
esculpidas e n barro, m á r m o l , h u e s o , c o b r e y oro. U n g r a n n ú m e r o d e recipientes r i -
tuales, santuarios, altares e i n s t r u m e n t o s de sacrificio, vasijas pintadas, objetos c o n ins-
cripciones, y m o d e l o s de templos realizados en barro, además de los templos en sí, c o n s -
tituyen el legado de u n a civilización genuina. El centro de a t e n c i ó n de esta cultura, hasta
ahora desconocida —escribe G i m b u t a s - , era la figura d e u n a diosa «que encarnaba el
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p r i n c i p i o creativo c o m o fuente y dadora de todo» .
Los fascinantes libros de esta autora revelan la m a t r i z cultural q u e subyace a las c i -
vilizaciones europeas m e d i t e r r á n e a s y d e P r ó x i m o O r i e n t e . L o q u e ella ha d e s c u b i e r - '
t o e i n t e r p r e t a d o es equivalente a los d e s c u b r i m i e n t o s d e otras culturas neolíticas, c o -
m o la d e Catal H ü y ü k en Anatolia y las de las c o m u n i d a d e s del valle del I n d o . Antes
d e q u e se sincronizaran las dataciones realizadas c o n r a d i o c a r b o n o (este p r o c e d i m i e n -
t o se d e s c u b r i ó e n 1952) y las calculadas a través d e los anillos q u e se f o r m a n en los
troncos de los árboles (dicha sincronización r e v o l u c i o n ó la cronología del material
prehistórico) se creía q u e el i m p u l s o cultural se había e x t e n d i d o hacia el oeste desde
P r ó x i m o O r i e n t e , en particular desde E g i p t o y S u m e r , d u r a n t e los milenios c u a r t o y
tercero a. C . Pero el estudio de la vieja E u r o p a d e m u e s t r a q u e ésta era u n a cultura a u -
t ó n o m a desarrollada paralelamente a otras culturas de P r ó x i m o O r i e n t e y de Anatolia
entre el s é p t i m o m i l e n i o y el c u a r t o m i l e n i o a. C . P o r otra parte, la asombrosa v a r i e -
dad, riqueza y el p r o p i o v o l u m e n del material r e c o p i l a d o de la vieja E u r o p a s o b r e p a -
san c o n creces c u a n t o ha sido e n c o n t r a d o hasta ahora e n otras culturas neolíticas.
E n la civilización d e la vieja E u r o p a , los a s e n t a m i e n t o s c r e c i e r o n hasta c o n v e r t i r -
se e n p u e b l o s y éstos e n p e q u e ñ a s ciudades q u e a c o g í a n a varios miles de personas.
S u c e d i ó m u c h o s miles de años antes de q u e nada s e m e j a n t e o c u r r i e s e en el n o r t e y
el oeste de E u r o p a - i n d u d a b l e m e n t e d e b i d o al d o m i n i o c r e c i e n t e q u e se a d q u i r i ó d e
la a g r i c u l t u r a - , y alcanzó su cúspide e n el q u i n t o m i l e n i o a. C . T o d o tipo d e h a b i l i -
dades, c o m o la elaboración de cerámicas y las técnicas d e trabajo de la piedra y del
c o b r e —incluida la f o r m u l a c i ó n d e u n a escritura lineal r u d i m e n t a r i a en el sexto m i l e -
n i o a. C—, alcanzaron u n e x c e l e n t e nivel antes incluso d e q u e despuntase la S u m e r
d e la E d a d del B r o n c e . U n a d e cada cien estatuillas d e la vieja E u r o p a llevaba incisa
esa escritura, c o m o t a m b i é n r e c i p i e n t e s , platos y, e n los h u s o s , el disco q u e sirve d e
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eje y q u e estabiliza su m o v i m i e n t o .
Tan avanzada estaba esta civilización q u e d u r a n t e largo t i e m p o nadie s u p o cuan a n -
tigua era. E n otras palabras, si u n a cultura se consideraba «avanzada», se asumía, c o n b a -
se en u n m o d e l o m u y preciso de e v o l u c i ó n lineal, q u e era tardía, antes q u e t e m p r a n a ;
cercana, p o r definición, a la nuestra. La cultura balcánica d e V i n c a , p o r ejemplo, en la
q u e se hallaron más de 2.000 estatuillas, se e t i q u e t ó c o m o colonia r o m a n a o griega, h a s -
ta q u e el p r o c e d i m i e n t o de datación p o r r a d i o c a r b o n o dio c o m o fechas precisas las
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6 . (a) Eje de huso
decorado con escritura
primitiva (civilización
balcánica oriental,
c. 4 5 0 0 a. C . ) y (b)
recipiente llano inscrito
c o n escritura primitiva
(cultura de V i n c a , c.
5 0 0 0 a. C . O e s t e de
Bulgaria)
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p u e b l o s —como ha a p u n t a d o E i s l e r - n o llevan lanzas, espadas ni relámpagos, ni se h a n
hallado sepulturas de jefes e s p e c i a l m e n t e lujosas q u e sugieran u n a o r g a n i z a c i ó n j e r á r
quica de la sociedad c o n líderes p o d e r o s o s y u n a p o b l a c i ó n sumisa. N o existen i m á g e
nes q u e celebren la g u e r r a , ni siquiera q u e la r e p r e s e n t e n . M á s b i e n , incontables ilus
traciones de la naturaleza atestiguan el sentido q u e estos p u e b l o s t e n í a n d e la belleza y
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d e la santidad d e la v i d a . El p r i n c i p a l p r o p ó s i t o d e la vida n o era, e v i d e n t e m e n t e , c o n
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quistar, saquear ni pillar, ni la relación c o n lo d i v i n o era de m i e d o y d e o b e d i e n c i a .
E n c u a n t o a la relación entre mujeres y h o m b r e s e n la vieja E u r o p a , las p r u e b a s ar
q u e o l ó g i c a s indican q u e a p a r e n t e m e n t e n o había u n a s u p e r i o r i d a d social d e los h o m
bres sobre las mujeres y que, e n general, la d i s t r i b u c i ó n d e los b i e n e s e n sus c e m e n t e
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rios a p u n t a a u n a sociedad igualitaria y c l a r a m e n t e n o patriarcal . O b s e r v a G i m b u t a s
q u e ésta era u n a sociedad matrilineal, e n la q u e la d e s c e n d e n c i a y la herencia se t r a n s
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m i t í a n a través de la m a d r e y e n la q u e las mujeres j u g a b a n u n papel esencial e n los
ritos religiosos:
La g r a n m a d r e : d i o s a d e la v i d a ,
d e la m u e r t e y d e la regeneración
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7 . (a) Diosa
encinta con cabeza
de columna
( c . 5 0 0 0 a. C.
Cementerio
de Cernavoda,
Rumania) y
(b) diosa con
brazos plegados
( m á r m o l , c. 6000
a. C . Z o n a del
Egeo)
más adelante e n las diosas cicládicas d e las islas del E g e o . Estas figuras están hechas d e
barro, m á r m o l blanco, h u e s o , e incluso d e oro. A lo largo de a p r o x i m a d a m e n t e 4.000
años n o varía su estilo más q u e m u y l i g e r a m e n t e y d e f o r m a gradual, c u l m i n a n d o su
evolución e n las figuras cicládicas, q u e nos son más familiares, del tercer m i l e n i o a. C .
Las tallas fueron colocadas en santuarios y t u m b a s de f o r m a individual, e n parejas y
hasta p o r docenas. G i m b u t a s i n t e r p r e t a los brazos cruzados d e las diosas c o m o el m o -
d o típico en q u e se e n t e r r a b a al m u e r t o e n los c e m e n t e r i o s de la vieja E u r o p a . Los b e -
bés y niños se depositaban d e n t r o de u r n a s c o n f o r m a d e h u e v o , c o n los brazos fuer-
t e m e n t e apretados contra el c u e r p o , c o m e n t a la autora. Esta p o s i c i ó n fetal e n la u r n a
matriz r e p r o d u c e la del p e q u e ñ o e n el ú t e r o d e su m a d r e . T a m b i é n se llenaban de c o -
lor rojo recipientes e n m i n i a t u r a y se c o l o c a b a n e n las t u m b a s , c o m o sangre q u e d e -
17
volvería al p e q u e ñ o a la vida .
Todavía n o existe distinción alguna entre la diosa q u e trae la vida y la q u e trae la
m u e r t e , c o m o habría e n la E d a d del B r o n c e , p u e s la t e n d e n c i a del N e o l í t i c o , al igual
q u e la del Paleolítico, era e x p e r i m e n t a r ambas c o m o u n a u n i d a d , a través de la i m a g e n
de la gran m a d r e en t a n t o q u e totalidad d e vida y m u e r t e . Solían colocarse en las t u m -
bas figuras d e la diosa, t r a n s f o r m a n d o la e x p e r i e n c i a d e la m u e r t e e n una d e r e n a c i -
m i e n t o a otra d i m e n s i ó n . Se hallaron discos q u e sirven d e ejes d e husos j u n t o a las e s -
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8. D i o s a b i c é f a l a ( c u l t u r a de
V i n c a t e m p r a n a , c. 5000-4800
a. C . S u d o e s t e d e Rumania)
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h e r m a n a s : las m e s o p o t á m i c a s Inanna y Ereskigal, p o r e j e m p l o , o las egipcias Isis y
Neftis, diosas d e la luz y d e la oscuridad, q u e j u n t a s c o m p o n e n la totalidad.
La d i o s a pájaro:
la s e ñ o r a d e las a g u a s superiores
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dial de la p r o p i a diosa. Esta t r a d i c i ó n se c o n t i n u ó e n E g i p t o , d o n d e el jeroglífico q u e
representaba a la diosa del cielo, N u t , era u n j a r r o d e agua, y e n M e s o p o t a m i a , d o n d e
se esculpió u n a diosa q u e sostiene e n sus m a n o s el r e c i p i e n t e d e la vida, q u e es ella m i s -
m a (ver capítulo 4, figura 5). M u c h o s recipientes están provistos d e p e c h o s alzados y
están d e c o r a d o s c o n m e a n d r o s y zigzags, q u e significan los m o v i m i e n t o s del agua y los
dibujos q u e f o r m a la misma. T a m b i é n simbolizan a la m a d r e del cielo, cuya lluvia cae
c o m o leche d e sus p e c h o s (figura 9). Jarras d e agua pintadas y decoradas c o n p e c h o s
aparecen profusamente e n la C r e t a de la E d a d del B r o n c e .
El pájaro era la vida de las aguas, la epifanía d e la diosa percibida c o m o los p r o f u n -
dos abismos acuosos del espacio c ó s m i c o y c o m o los mares y ríos, p o z o s s u b t e r r á n e o s
y arroyos. El pájaro q u e sobrevuela la tierra a g r a n altura y el pájaro q u e n a d a e n las
aguas q u e descansan sobre la tierra enlazaban dos d i m e n s i o n e s q u e n o constituían el
e l e m e n t o p r o p i o d e los seres h u m a n o s , p e r o q u e los r o d e a b a n p o r arriba y p o r abajo.
La i m a g e n del ave, para q u i e n ambas d i m e n s i o n e s c o n s t i t u y e n el e l e m e n t o p r o p i o , h a -
cía de las aguas superiores y las inferiores u n a sola d i m e n s i ó n , o f r e c i e n d o la i m a g e n d e
u n m u n d o unificado.
La diosa pájaro c o m o aquella q u e trae la vida aparece c o m o u n a i m a g e n c o m p u e s -
ta de mujer y pájaro, r e m a r c á n d o s e su largo y esbelto cuello y su c u e r p o en f o r m a d e
h u e v o ; unas imágenes q u e nos son familiares desde el Paleolítico. La i m a g e n d e la d i o -
sa pájaro c o m o creadora p r i m o r d i a l p e r d u r a d u r a n t e u n o s 25.000 años, del t r i g é s i m o al
q u i n t o m i l e n i o a. C , d e s c e n d i e n d o hasta todas las civilizaciones posteriores, especial-
m e n t e a las de Creta y B e o c i a e n Grecia. La diosa t o m a el aspecto d e diversas aves: g r u -
10. C a b e z a de diosa
p á j a r o ( c . 6 0 0 0 a. C ,
a l t u r a 6,1 c m . Aquileion,
Tesalia)
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lia, cisne, s o m o r m u j o , pato, ganso, p a l o m a y l e c h u z a . La figura 10, descubierta p o r
G i m b u t a s e n Tesalia e n 1973, muestra u n a d e las más m e m o r a b l e s de estas i m á g e n e s .
La diosa está t a m b i é n representada c o m o u n j a r r ó n c o n los rasgos de u n ave, o c o m o
una mujer q u e lleva la máscara de u n pato, o de algún ave acuática.
La vasija o recipiente se c o n v i e r t e t a m b i é n e n u n a i m a g e n de la m a t r i z d e la diosa,
de la q u e m a n a n las aguas dadoras de vida. Su lluvia, l e c h e o agua está esbozada c o m o
diseño de líneas paralelas, serpentinas u o n d u l a n t e s (figura 12), y zigzags, espirales, o
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signos en forma de M ' . Los galones simbolizan las alas o p i c o d e u n pájaro, aves e n
vuelo, o la estela o n d u l a n t e q u e deja u n pájaro al m o v e r s e p o r el agua. A ñ a d e G i m b u t a s
q u e la V de los galones es t a m b i é n u n jeroglífico del t r i á n g u l o genital y de la vida q u e
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e m e r g e del ú t e r o de la diosa . El j a r r o o r e c i p i e n t e c o m o s í m b o l o d e la diosa pájaro se
muestra e x p l í c i t a m e n t e e n la figura 13, d o n d e se perfila su cara sobre el cuello del r e -
cipiente y las ráfagas d e lluvia h a c e n de alas e n la d e c o r a c i ó n del c u e r p o .
P o d e m o s seguir las huellas de la tradición, antiquísima, q u e relaciona a la diosa y el
pájaro, a través de la civilización egipcia, s u m e r i a , m i n o i c a y griega. Las figuras de la
egipcia Isis c o n su h e r m a n a Neftis custodian el sarcófago del faraón, c o m o dos pájaros
de grandes alas (ver capítulo 12, figura 4). La g o l o n d r i n a y la p a l o m a son sagradas p a -
ra la diosa sumeria I n a n n a y la egipcia Isis, y el cisne y el ganso p e r t e n e c e n a Afrodita
(ver capítulo 9, figuras 4, 5 y 7). E n sus facetas c o m o diosa q u e trae la m u e r t e y la r e -
generación, aparece la diosa pájaro en la diosa s u m e r i o - b a b i l ó n i c a Inanna-Istar flan-
queada p o r lechuzas, m o n t a d a sobre u n par d e l e o n e s (ver capítulo 5, figura 30), y c o -
m o la esfinge egipcia q u e custodia la t u m b a d e los faraones. Isis t o m a t a m b i é n la f o r m a
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d e u n m i l a n o q u e devuelve a su m a r i d o m u e r t o a la vida a b a n i c á n d o l o c o n sus alas i n -
mensas. La lechuza, pájaro d e la diosa A t e n e a , sigue s i e n d o la mensajera d e la m u e r t e
y el c o n s u e l o d e los afligidos hasta el día d e hoy. Sus r e d o n d o s ojos m i r a n fijamente
desde las vasijas y j a r r o n e s neolíticos, al igual q u e hacían e n la cueva paleolítica de Les
Trois Fréres. H a b i t u a l m e n t e están marcadas c o n incisiones e n zigzag, o c o n los signos
d e la red d e la fuerza d e la vida. E n el siglo XV a. C , se depositaban crisálidas y figu-
ras d e la diosa b u h o e n las t u m b a s abovedadas y las sepulturas q u e f o r m a b a n galerías
subterráneas e n la Grecia m i c é n i c a .
A u n q u e e n la tradición j u d e o c r i s t i a n a la p a l o m a es p r e e m i n e n t e m e n t e el ave de la
epifanía, q u e descubre de la tierra y señala del fin del diluvio e n la historia d e N o é , y
q u e constituye el s í m b o l o del Espíritu Santo d u r a n t e el b a u t i s m o de C r i s t o y e n
Pentecostés, h a c e m u c h o t i e m p o q u e se ha p e r d i d o la asociación original e n t r e la p a -
l o m a y la diosa. A ú n así, existen m u c h a s historias de doncellas cisne y d e pájaros p a r -
lantes entretejidas e n los c u e n t o s d e hadas de E u r o p a q u e p o d r í a n p r o v e n i r de estos
t i e m p o s antiguos: la princesa cisne (y su h o m ó l o g o n e g r o ) e n el ballet El lago de los cis-
nes, el ganso del h u e v o de oro, y la m a d r e oca de las representaciones teatrales n a v i d e -
ñas inglesas q u e se basan e n c u e n t o s d e hadas.
El h u e v o
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15. I m á g e n e s del huevo,
a ñ o s 1 6 0 0 0 - 1 5 0 0 a. C:
(a) Mujer ave c o n nalgas
en f o r m a de huevo
(Neolítico balcánico
oriental, inicios del sexto
m i l e n i o a. C.
Proximidades de Sofía,
Bulgaria), (b) estatuilla
con un espacio h u e c o de
f o r m a d e h u e v o e n las
nalgas y una serpiente
enroscándose alrededor
d e las m i s m a s (Neolítico
balcánico central,
c o m i e n z o s del sexto
m i l e n i o a. C . N o r t e de
la e x Y u g o s l a v i a ) , (c)
figura e s c u l p i d a con
nalgas en forma de huevo
( c . 1 4 . 0 0 0 a. C . Petersfels,
Alemania), (d) diosa
sentada de cuello
cilindrico y nalgas en
f o r m a de h u e v o (cultura
de V i n c a , c o m i e n z o s del
s e x t o m i l e n i o a. C ) , (e)
d o b l e h u e v o e n el
interior del útero de una
estatuilla c o n m o t i v o s de
huevos dobles incisos por
delante y por detrás
(finales del quinto
m i l e n i o a. C . Ex
Moldavia soviética), (f)
serpientes enroscándose
sobre huevos dobles
(Cucuteni tardío,
m e d i a d o s del cuarto
m i l e n i o a. C . Ucrania
occidental), (g) diseño
de un pájaro c o n un gran
h u e v o e n su i n t e r i o r ,
pintado sobre un jarrón
m i n o i c o ( c . 1 4 5 0 a. C .
Creta)
B r o n c e de S u m e r , E g i p t o y Creta. El r e c u e r d o de este m i t o p e r d u r a e n la c o s t u m b r e d e
los h u e v o s d e Pascua, así c o m o e n el c u e n t o de viejas d e la cigüeña q u e trae al n i ñ o .
El h u e v o c o m o ú t e r o es u n a d e las i m á g e n e s favoritas d e los artistas d e la vieja
E u r o p a . H u e v o s dobles e n el i n t e r i o r de las nalgas d e la diosa (figuras 15 a y b) las h i n -
c h a n , d á n d o l e s formas r e d o n d e a d a s q u e i n d i c a n gestación y q u e se estrechan hasta for-
m a r u n a cabeza alargada en u n e x t r e m o y unas piernas afiladas e n el otro. Las diosas
pájaro se esculpen r e m a r c a n d o de f o r m a especial el c u e r p o c o n f o r m a d e h u e v o .
Estilizados h u e v o s a d o r n a n i n n u m e r a b l e s vasijas, e n t r e m e z c l a d o s de f o r m a i n t r i n c a d a
c o n el s i m b o l i s m o del agua y d e la serpiente (figura 15 f). Las esculturas paleolíticas y
los dibujos abstractos d e las paredes d e la cueva se t r a n s f o r m a n aquí e n estatuillas y r e -
cipientes cuyas formas van e v o l u c i o n a n d o g r a d u a l m e n t e hasta convertirse e n las jarras
y e n o r m e s tinajas, o pithoi, de la C r e t a m i n o i c a . La figura 15 g m u e s t r a u n a j a r r a c r e -
tense c o n u n pájaro q u e c o n t i e n e u n h u e v o . La diosa, el h u e v o , el ave y la s e r p i e n t e
son cuatro e l e m e n t o s inseparables e n las i m á g e n e s míticas de la vieja E u r o p a .
El d i m i n u t o a m u l e t o paleolítico de Petersfels (figura 15 c; ver t a m b i é n capítulo 1,
figura 14), labrado e n u n p e d a z o de c a r b ó n , es u n a d e las i m á g e n e s más antiguas de la
diosa pájaro c u y o c u e r p o c o n t i e n e u n h u e v o . La figura d e la cultura d e V i n c a del
N e o l í t i c o (figura 15 d), c o n su c u e r p o en f o r m a d e h u e v o y cuello alargado y cilin-
d r i c o , c o n t i n ú a la tradición a l t a m e n t e esquematizada d e la diosa paleolítica. La a n d r o -
ginia de la diosa —la u n i ó n d e formas femeninas y m a s c u l i n a s - se representa de m o d o
e x a c t o e n el cuello alargado y e n el c u e r p o e n f o r m a d e h u e v o q u e c o m p a r t e n las i m á -
genes d e Petersfels y d e V i n c a , a pesar de existir e n t r e ellas u n a separación d e u n o s
8.000 años.
16. D i s e ñ o de h u e v o útero
( c . 4 0 0 0 a. C . N o r e s t e de
Rumania)
86
La d i o s a pez
87
1
La d i o s a serpiente:
la d i o s a d e las a g u a s inferiores
88
1 9 . La dama de Sitagroi,
c o n una espiral d o b l e o
dos serpientes grabadas
s o b r e el v i e n t r e
( c . 4 5 0 0 a. C . Sitagroi,
Macedonia)
20. Figura andrógina
de cabeza fálica y
d i s e ñ o de serpiente
s o b r e el ú t e r o
( c . 4 5 0 0 a. C . Sitagroi,
Macedonia)
89
21. Espirales serpentinas con formas vegetales
y serpientes (mediados del cuarto m i l e n i o a. C.
Oeste de Ucrania)
90
24. Diosa beocia
con laberinto y
pájaros acuáticos
( s i g l o VIII a. C.)
25. Diosa beocia
con útero en forma
de pez, animales
y pájaros (siglo
VIII a. C.)
La d i o s a d e la v e g e t a c i ó n
26. F o r m a v e g e t a l e n el
interior de un h u e v o o de una
vulva (jarrón p i n t a d o , marrón
oscuro sobre rojo anaranjado,
C u c u t e n i t a r d í o , c. 4 0 0 0 a. C.
O e s t e de Ucrania)
27. Figura de diosa gestante
c o n un r o m b o inciso sobre el
v i e n t r e ( c . 4 5 0 0 a. C , 10 c m
de altura. C e n t r o de Bulgaria)
91
2 8 . D i o s a d e la v e g e t a c i ó n con
cabeza de cerda (cultura de
V i n c a , c . 4 5 0 0 a. C , 9 cm de
altura. O e s t e de Rumania)
29. Diosa cerda egipcia,
precursora de Isis
( c . 3 0 0 0 a. C.)
92
arrojaban cerdos a fosas y se d e s e n t e r r a b a n los restos del c e r d o ofrecido en sacrificio el
año anterior. E n los Misterios eleusinos se s u m e r g í a e n el m a r a l e c h o n e s q u e eran sa-
crificados después, en representación, quizá, de la vida vieja q u e tenía q u e m o r i r para
q u e el iniciado pudiese renacer.
La d i o s a d e l o s a n i m a l e s
El oso
93
30. D i o s a y b e b é c o m o osa madre
y su c a c h o r r o ( c u l t u r a d e Vinca,
c . 4 5 0 0 a. C , 5,7 c m d e altura.
Kosovska Mitrovica, ex Yugoslavia)
La cierva
94
a
31. ( > b) Cuencos
pintados, quizá con
dibujos de ciervas
en forma de luna
creciente (cuarto
m i l e n i o a. C . Oeste
de U c r a n i a ) y ( c )
cuenco pintado con
un diseño de formas
a c
crecientes,
posiblemente
cuernos, y un diseño
c e n t r a l d e la c r u z
lunar (Cucuteni
tardío, c o m i e n z o s del
c u a r t o m i l e n i o a. C .
N o r o e s t e de Ucrania)
El p e r r o
95
1
La m a r i p o s a y la abeja
96
33. Grabados de
mariposas sobre jarrones
del N e o l í t i c o (cultura de
la c e r á m i c a l i n e a l , quinto
m i l e n i o a. C . Ex
Checoslovaquia)
34. Friso
parcialmente
reconstruido de
la d i o s a a b e j a (?),
pintado sobre un
jarrón (c. 6400-6200
a. C . Otzaki,
Tesalia)
97
recerle irresistible al o b s e r v a d o r a t e n t o ; 4.000 años después, e n la C r e t a m i n o i c a , la d i o -
sa y sus sacerdotisas, vestidas de abejas, fueron representadas b a i l a n d o j u n t a s e n u n s e -
llo d e o r o sepultado j u n t o a los m u e r t o s . La c o l m e n a era su ú t e r o y a lo m e j o r t a m -
b i é n u n a i m a g e n del i n f r a m u n d o . C o n p o s t e r i o r i d a d reaparece e n las t u m b a s c o l m e n a
26
de M i c e n a s .
La i m a g e n más antigua d e la diosa e n forma de abeja está grabada c o n muescas q u e
f o r m a n p u n t o s sobre u n a estilizada cabeza de t o r o del oeste de U c r a n i a (figura 35).
M u e s t r a la asociación más antigua e n t r e la abeja y el t o r o —imágenes a m b a s de r e n o v a -
c i ó n - , q u e más adelante será básica e n las mitologías griega y cretense. F u e creencia
c o m ú n en Grecia y en R o m a la idea de q u e la abeja nacía del e s q u e l e t o d e u n t o r o sa-
27
crificado y de q u e a m b o s p e r t e n e c í a n al p o d e r r e g e n e r a d o r d e la l u n a .
El dios
98
36. Falo de barro (c. 6000
a. C . T s a n g l i , Tesalia)
99
39. (a) Diosa y (b) dios
( c u l t u r a T i s z a , c. 5500-5000
a. C . S u d e s t e d e Hungría)
100
4 0 . D i o s a ( c . 5 0 0 0 a. C ,
11,3 c m de altura. Cernavoda,
41. D i o s ( c . 5 0 0 0 a. C , 11,3 cm
de altura. C e r n a v o d a , este de
4 2 . Los amantes de Gumelnitsa
(civilización balcánica oriental,
c. 4 5 0 0 a. C , 6,8 c m d e altura.
Casciorele, Rumania)
103
43. D i o s a pájaro (escultura en
m á r m o l , c. 2 7 0 0 - 2 4 0 0 a. C.
Península de Gallipoli)
44. Diosa cicládica (escultura en
m á r m o l , cultura de K e r o s - S i r o s , c.
2 5 0 0 a. C.)
lización de las piezas. Desapareció el uso de los colores brillantes en casi todos los territorios eu
ropeos, excepto en Grecia, las Cicladas y Creta, donde las tradiciones de la vieja Europa con
2íi
tinuaron durante tres milenios más, hasta el 1500 a. C.
104
Mapa 3, Primera oleada
( c . 4 3 0 0 - 4 2 0 0 a. C ) . Las
flechas s e ñ a l a n las r u t a s
m á s i m p o r t a n t e s d e las
invasiones principales
d e las p r i m e r a s
incursiones kurgánicas
en las c u l t u r a s d e la
vieja E u r o p a , de
Karanova, Vinca,
Lengyel y Tiszapolgar
Mapa 4. Tercera oleada
( c . 3 0 0 0 - 2 8 0 0 a. C ) . Las
flechas y áreas en
sombra muestran las Ege
i n c u r s i o n e s tardías de MAR e^
los p u e b l o s kurganes, MEDITERRÁNEO
d e s d e las e s t e p a s (zonas
orientales que aparecen
r a y a d a s ) y d e s d e las
culturas entremezcladas
(área o b l o n g a d e l centro
d e l m a p a ) . La flecha
discontinua indica una
p o s i b l e ruta hacia
Irlanda
3400-3200 a. C , 3000-2800 a. C.) c a m b i a r o n el c u r s o d e la p r e h i s t o r i a e u r o p e a , al i m -
p o n e r u n a cultura q u e era «estratificada, pastoril, n ó m a d a y o r i e n t a d a a la guerra» s o -
30
bre u n a cultura q u e era «agrícola y sedentaria, igualitaria y pacífica» . Su sistema social
estaba j e r a r q u i z a d o y d i r i g i d o p o r los más p o d e r o s o s varones, y su sacerdocio era m a s -
culino. Practicaban sacrificios h u m a n o s y animales, e l i g i e n d o para ello p a r t i c u l a r m e n -
te el caballo, e i n m o l a n d o vivos a las viudas e hijos d e sus jefes m u e r t o s j u n t o c o n ellos.
Los p u e b l o s d e la cultura d e la diosa c o n t a r o n c o n escasa defensa frente a los inva-
sores q u e eran más altos, más fuertes, m e j o r a r m a d o s y j i n e t e s , c o n lo q u e s u c u m b i e -
31
r o n a ellos de m o d o g r a d u a l . Los p u e b l o s k u r g a n e s se e x p a n d i e r o n hacia el sur e n la
planicie m a c e d o n i a y e n Anatolia occidental, c o n s t r u y e n d o ciudadelas y e n o r m e s m u -
rallas de piedra en su c a m i n o , d e las q u e las de murallas d e M i c e n a s y T i r i n t o son u n
e j e m p l o tardío. U n a vez q u e se estableció la ruta d e la invasión, t u v o lugar u n a m i g r a -
32
c i ó n c o n t i n u a d e nuevas g e n e r a c i o n e s q u e reforzó los t r a s t o r n o s culturales . Las inva-
siones dorias, q u e d e s t r u y e r o n finalmente la civilización m i n o i c a , c o n s t i t u y e r o n quizás
la última fase de u n p r o c e s o h i s t ó r i c o iniciado tres mil años antes. Las i m á g e n e s cícli-
cas y lunares de la cultura de la diosa fueron reemplazadas g r a d u a l m e n t e p o r d i v i n i d a -
des p r e d o m i n a n t e m e n t e masculinas y la mitología solar d e los p u e b l o s k u r g a n e s , o b i e n
se fundieron c o n estas últimas e n u n a convivencia, a m e n u d o difícil, q u e fue t r a n s m i -
tida a las culturas griega y celta posteriores. L o q u e se desarrolló p o s t e r i o r m e n t e , c.
2500 a. C , c o n c l u y e G i m b u t a s , fue u n a «mezcla d e dos sistemas míticos, el p r o p i o d e
33
la vieja E u r o p a y el i n d o e u r o p e o » .
Se nos ha e n s e ñ a d o q u e nuestras p e r c e p c i o n e s más sublimes p r o v i e n e n d e la civili-
zación griega. Sin e m b a r g o , los orígenes de los logros artísticos d e los griegos, e n su
b ú s q u e d a d e u n m o d o de vida en a r m o n í a c o n la vida del universo, son 6.000 años más
antiguos. N o s o t r o s s o m o s los d e s c e n d i e n t e s , a través d e la E d a d del B r o n c e y la E d a d
del H i e r r o , d e dos visiones del m u n d o a b s o l u t a m e n t e diversas, cuyas mitologías h a n d e
ser diferenciadas antes de q u e el legado de su largo conflicto p u e d a transformarse.
platal H ü y ü k , Anatolia
106
45. D i o s a madre d a n d o a luz entre
leones o leopardos (escultura de
t e r r a c o t a , c . 6 0 0 0 - 5 8 0 0 a. C .
S a n t u a r i o e n e l N i v e l II, C a t a l
Hüyük)
107
46. Restauración
d e l r e l i e v e d e las
diosas gemelas y
su h i j o imaginado
c o m o un toro
( c . 5 8 0 0 a. C .
S a n t u a r i o VI.14,
Catal Hüyük)
47. Santuario
minoico con
palomas
( c . 1 5 0 0 a. C.)
108
48. F i g u r a e n m á r m o l b l a n c o d e la d i o s a dual
( s a n t u a r i o v i . A . 10, C a t a l Hüyük)
4 9 . Las d o s d i o s a s y el t o r o ( c . 5 8 0 0 a. C.
Reconstrucción d e las p a r e d e s n o r t e y e s t e
del s a n t u a r i o VII.8, C a t a l Hüyük)
109
5 0 . La d i o s a q u e da a l u z ( c . 5 8 0 0 a.
C . R e s t a u r a c i ó n d e las p a r e d e s norte
y oeste del santuario VI.A.10, Catal
Hüyük)
La d i o s a q u e d a a l u z
con cabeza y cuerpo de perfil, su largo cabello flotando al viento tras ella. Brazos y piernas es
tán extendidos y sus extremos acortados, intensificándose así la impresión de movimiento v e
38
loz. La diosa parece estar corriendo, bailando o haciendo piruetas...
110
51. Diosa de cabello
ondeante ( c . 6 1 0 0 a. C.
Pared este del santuario
Vil.31, Catal Hüyük)
5 2 . Las p i n t u r a s d e buitres
m á s a n t i g u a s ( c . 6 1 0 0 a. C.
Pared norte y este del
santuario vil.8, Catal
Hüyük)
111
53. Pintura de dos
l e o p a r d o s (c. 5.900
a. C . P a r e d norte
del santuario de los
leopardos V1.B.44,
Catal Hüyük)
La d i o s a d e l o s a n i m a l e s
112
54. Diosas m a d r e e hija,
con joven dios y leopardos
( c . 5 8 0 0 a. C . C a t a l Hüyük)
5 5 . (abajo, derecha) Diosa
de marfil ( c . 1500 a. C .
Micenas)
La d i o s a d e la v e g e t a c i ó n
113
56. C o p i a de una pintura de
i n s e c t o s y f l o r e s e n las
paredes del santuario VI.B.8
( 6 0 0 0 a. C . C a t a l Hüyük)
57. Mariposa, imágenes
rituales de cuatro brazos, y
d o s «diosas» c o n líneas de
energía o agua fluyendo
e n t r e e l l a s ( c . 5 8 0 0 a. C.
Santuario vi.A.66, Catal
Hüyük)
58. R e c o n s t r u c c i ó n d e la
pared norte y este del
s a n t u a r i o VII.1, c o n pinturas
de textiles similares a kílims
e n las p a r e d e s ( c . 6 1 0 0 a. C .
Catal Hüyük)
114
no. E n m a r c a n d o las susodichas formas de flor e insecto, y el d i s e ñ o en forma de c o l -
m e n a , había dos líneas d e huellas d e m a n o ; la s u p e r i o r era d e c o l o r rosa y n e g r o ; la i n -
ferior, rosa y blanca.
Para nuestra sorpresa, la labor d e tejido de kílims p o d r í a retrotraerse 8.000 años; las
pinturas de las paredes de los santuarios i n d i c a n q u e ya p o r e n t o n c e s se trataba de u n
arte m u y desarrollado en Catal H ü y ü k y q u e las p i n t u r a s de las paredes se copiaron de
los kílims tejidos, y n o al revés. U n o de los más tardíos d e estos kílims, p i n t a d o de c o -
lores brillantes sobre u n fondo color beis, es tan c o m p l i c a d o c o m o u n kílim tejido m o -
4
derno ". Q u i z á s en los santuarios p e n d i e s e n kílims d e las paredes y p u e d e q u e éstas es-
tuvieran tapizadas literalmente con los colores y c o m p l e j o s diseños q u e a ú n se tejen
hoy en Turquía. Algunas d e las paredes están cubiertas casi p o r e n t e r o c o n estos dise-
ños (figura 58), c o m o si los artistas q u e los p i n t a r o n estuviesen c o l g a n d o u n a única p i e -
za de tejido a l r e d e d o r d e t o d a la estancia. Es posible q u e los diseños hayan c a m b i a d o
m u y p o c o a través de los m i l e n i o s y q u e en aquel t i e m p o , al igual q u e en la actualidad,
cada n u d o contase u n a historia.
Ciertos santuarios d e c o r a d o s c o n i n t r i n c a d o s m o d e l o s g e o m é t r i c o s e i m á g e n e s flo-
rales parecen h a b e r estado reservados exclusivamente a mujeres, q u e p o d r í a n haberlos
decorado, pues se han e n c o n t r a d o s sus paletas c o n restos d e los colores utilizados para
41
pintar las paredes enterradas j u n t o a ellas .
El d i o s
115
verada c o n la d e ella, c o m o p u e d e observarse de la relación del n i ñ o t o r o c o n la diosa
q u e da a luz. Las d i m i n u t a s estatuillas c u e n t a n u n a historia d e los diversos aspectos de
las vidas d e las deidades, q u e es t a m b i é n una historia d e los episodios c a m b i a n t e s del
ciclo vital d e las estaciones, los cultivos y las vidas de los seres h u m a n o s en relación c o n
12
la vida más g r a n d e q u e los contenía" .
C o m o p r i n c i p i o m a s c u l i n o q u e e m e r g e de la diosa, el dios aparece bajo la f o r m a
d e u n t o r o en los santuarios. En las estatuillas se le representa c o n la f o r m a de u n m u -
c h a c h o —quizás una figura c o n n o m b r e y función definida en u n a historia—, c o m o en
la figura 54, d o n d e se sienta sobre u n l e o p a r d o . T a m b i é n se le representa c o m o u n c a -
z a d o r q u e lleva u n s o m b r e r o de piel d e l e o p a r d o y se sienta sobre u n toro. E n la figu-
ra 59, es el hijo de la diosa; en la 60, su c o n s o r t e . D e f o r m a q u e cada deidad, diosa y
dios, tenía dos aspectos: m a d r e e hija, hijo y c o n s o r t e . La u n i d a d esencial de estas c u a -
tro figuras se muestra en el relieve m a g n í f i c a m e n t e tallado en el q u e la diosa y el dios
se abrazan y la diosa lleva en brazos a su hijo (figura 61). Mellaart c o m e n t a q u e «la d i o -
41
sa p e r m a n e c e igual, mientras q u e el varón aparece o c o m o m a r i d o o c o m o hijo» , u n
d r a m a este al q u e se vuelve más adelante en el m i t o de la E d a d del B r o n c e de la diosa
m a d r e y su h i j o - a m a n t e .
N o existen p r u e b a s d e q u e Catal H ü y ü k fuese c o n q u i s t a d o p o r invasores, p e r o p a -
rece q u e la civilización desapareció en el sexto m i l e n i o a. C . Los fragmentos q u e se han
d e s e n t e r r a d o dejan u n a i m a g e n sugerente de los tesoros q u e aún p o d r í a n yacer e s c o n -
didos bajo la planicie de Konya o bajo otros e m p l a z a m i e n t o s q u e todavía n o se hayan
d e s c u b i e r t o . M a s incluso estos fragmentos se a ñ a d e n , c o m p l e t á n d o l a , a la i m a g e n de la
116
cultura neolítica en u n escenario d o n d e le fue posible e v o l u c i o n a r sin ser p e r t u r b a d a .
Más aún, la vitalidad y fuerza d e esta cultura p o d r í a n h a b e r servido d e f u n d a m e n t o p a -
ra la pervivencia del c u l t o de la diosa m a d r e en Anatolia, q u e analizaremos en el c a p í -
tulo 10.
Los megalitos
44
Las piedras gigantescas de la cultura megalítica esparcidas p o r E u r o p a se y e r g u e n
c o m o preguntas sin respuesta ante cualquier i n t e n t o de s u m e r g i r s e en el pasado c o n
una m e n t e m o d e r n a . C o m o o b s e r v ó Eliade, «la desacralización caracteriza la e x p e -
riencia total del h o m b r e n o religioso de las sociedades m o d e r n a s » y p o r ello nos es más
difícil «reencontrar las d i m e n s i o n e s existenciales del h o m b r e religioso d e las sociedades
45
arcaicas» . Lo q u e h e m o s p e r d i d o es su creencia de q u e la vida del c o s m o s y de la v i -
da de la h u m a n i d a d constituyen una sola vida. D e f o r m a q u e p o d e m o s a p r o x i m a r n o s
a la intencionalidad de esos p u e b l o s sólo si tratamos d e ver a través de sus ojos: e x p e -
r i m e n t a n d o el suelo q u e pisaron y el aire q u e respiraron c o m o p e r t e n e c i e n t e s a u n
m u n d o q u e era t o t a l m e n t e sagrado. Incluso ahora, pocas personas p u e d e n m i r a r p i e -
dras c o m o las de Callemsh (figura 62), p o r e j e m p l o , sin sentirse p r o f u n d a m e n t e c o n -
movidas p o r ellas.
62. Las P i e d r a s d e
C a l l e n i s h ( c . 2001)
a. C . Isla d e Lewis)
1 . '¡tj-jmf
117
E n algún m o m e n t o a lo largo del q u i n t o m i l e n i o a. C , y p o s t e r i o r m e n t e , p u e b l o s
c o n c o n o c i m i e n t o s considerables d e ingeniería, g e o m e t r í a y a s t r o n o m í a levantaron p i e -
dras gigantes para f o r m a r círculos, alineaciones y cámaras m o r t u o r i a s ; t o d o ello r e q u e -
ría u n a cantidad extraordinaria de t i e m p o , trabajo y c o n o c i m i e n t o s d e c o n s t r u c c i ó n .
Malta parece h a b e r sido u n a isla e s p e c i a l m e n t e sagrada: e n ella se e n c u e n t r a n las ruinas
de hasta treinta t e m p l o s . Las sobrecogedoras alineaciones pétreas d e C a r n a c , en
Bretaña, c u e n t a n c o n unas 3.000 piedras colocadas e n p o s i c i ó n vertical y dispuestas e n
filas q u e abarcan casi 4 k m . Es posible q u e f o r m a s e n p a r t e d e u n o b s e r v a t o r i o l u n a r o
de la vía procesional de u n r i t o estacional d e s c o n o c i d o . Las piedras de Avebury, e n
Wiltshire, estuvieron a n t a ñ o dispuestas de m o d o q u e f o r m a s e n la silueta d e u n a ser-
p i e n t e e n o r m e c o n dos «huevos» e n el i n t e r i o r de su v i e n t r e (figura 69). La colina d e
Silbury (ver pp. 125-126), q u e constituía p a r t e de este t e m p l o lineal, es la estructura
prehistórica más alta de E u r o p a . M i c h a e l D a m e s la describe c o m o u n a efigie d e la d i o -
46
sa «dispuesta c o n u n a deliberación formidable» .
S t o n e h e n g e (ver p. 126) f o r m a b a p a r t e del c o m p l e j o del t e m p l o de A v e b u r y y, a u n -
q u e sabemos q u e se sucedieron tres fases de c o n s t r u c c i ó n - l a p r i m e r a e n t o r n o al 2800
a. C . y la última alrededor del 1500 a. C—, el g r a d o real d e su i m p o r t a n c i a a s t r o n ó m i -
47
ca sólo se p u e d e s u p o n e r a ú n h o y e n día . E n c u a l q u i e r caso, su c o n s t r u c c i ó n c o n s t i -
t u y ó s e g u r a m e n t e u n a tarea sacramental significativa para t o d a la c o m u n i d a d , c o m o la
c o n s t r u c c i ó n de C h a r t r e s , cuyas piedras se r e m o l c a r o n e n carros tirados p o r ricos y p o -
bres j u n t o s . Es m u y i m p r o b a b l e q u e el l e v a n t a m i e n t o y e m p l a z a m i e n t o d e estas i n -
mensas piedras haya sido u n a tarea i m p u e s t a al p u e b l o p o r u n a casta sacerdotal p o d e -
rosa y autocrática e m p e ñ a d a e n m a n t e n e r su p o d e r m e d i a n t e sus conocimientos
a s t r o n ó m i c o s . Interpretar la c o n s t r u c c i ó n de t e m p l o s d e esta m a n e r a es ver el pasado
neolítico a través del velo d e nuestros p r o p i o s prejuicios culturales.
La gran m a d r e era el foco espiritual d e la cultura megalítica d e E u r o p a o c c i d e n t a l ,
c o m o lo fue de las culturas neolíticas d e la vieja E u r o p a y d e Catal H ü y ü k . El p r o f e -
sor G l y n D a n i e l escribe q u e los c o n s t r u c t o r e s d e las t u m b a s megalíticas de E u r o p a o c -
cidental
estaban imbuidos de fe religiosa, eran los fieles de una diosa cuya mirada nos fulmina desde la
vasija y desde el ídolo de hueso, desde las sombras oscuras de las paredes de la tumba, y cuya
imagen se retuerce para incorporarse a la geometría de las placas portuguesas de pizarra y los ri-
4
cos grabados de Gavrinis (Bretaña) y de N e w Grange (Irlanda) ".
118
a. C . y, en G r a n Bretaña e Irlanda, hacia el final del q u i n t o . L u e g o , e n t o r n o al 4500 a.
C., c o m i e n z a a aparecer la práctica de la sepultura colectiva a lo largo d e las costas s u -
deste y oeste d e la Península Ibérica, e n G r a n B r e t a ñ a y, cerca d e 500 años después, e n
Irlanda.
Se han hallado t u m b a s q u e nos revelan el ritual d e la sepultura colectiva e n lugares
tan distantes entre sí c o m o Irlanda, la Península Ibérica y Malta; a ú n p u e d e n visitarse
los grandes t e m p l o s de piedras y las t u m b a s d e los t e m p l o s q u e se e r i g i e r o n en Irlanda,
Gran Bretaña, Malta y Bretaña entre el 3500 y el 1500 a. C . El m i s t e r i o d e sus o r í g e -
nes n o se ha resuelto del t o d o . Templos y t u m b a s p o d r í a n h a b e r sido construidas p o r
navegantes q u e se aventuraban más allá del M e d i t e r r á n e o r e c o r r i e n d o la costa o c c i -
dental europea, trayendo c o n ellos los c o n o c i m i e n t o s g e o m é t r i c o s y a s t r o n ó m i c o s
aprendidos de otras culturas; p o d r í a n haberlas c o n s t r u i d o c o m u n i d a d e s agrícolas del
Neolítico ya asentadas e n E u r o p a occidental, o u n o s y otras d e f o r m a c o n j u n t a . Y c a -
be la posibilidad de q u e los p u e b l o s megalíticos d e E u r o p a o c c i d e n t a l fuesen los h e r e -
deros culturales de sus antepasados paleolíticos. (La cámara d e piedra megalítica c o n
forma de «celda» de c o l m e n a en la t u m b a c o r r e d o r p u e d e e n t e n d e r s e c o m o la p r i m e -
ra articulación de u n t e m p l o , q u e p o r sí m i s m o p u e d e percibirse c o m o u n a f o r m a e x -
teriorizada, realizada e n piedra, de la cueva paleolítica. El «techo de la cueva» p o d r í a
reconocerse e n las piedras planas colocadas de f o r m a h o r i z o n t a l sobre las piedras e r -
guidas para formar u n pasadizo; c u a n d o se r e c u b r e n de tierra, c o m o lo estuvieron m u -
chas, la zona oscura encerrada recrea la e x p e r i e n c i a u t e r i n a de la cueva. El t e m p l o n o
nos es «dado», c o m o la cueva; los p r o p i o s seres h u m a n o s c o n s t r u y e n ahora la cámara
de piedra c o m o ú t e r o de la diosa d o n d e depositan a sus m u e r t o s a m o d o d e simiente
de la cual brotará la vida nueva.)
Francia posee más d e 5.000 t u m b a s megalíticas desplegadas e n u n a línea q u e va d e
Bretaña al M e d i t e r r á n e o . D e todas ellas, la t u m b a c o r r e d o r o t u m b a t e m p l o de
119
64. Figuras de diosas incisas
en cámaras m o r t u o r i a s (c.
4 0 0 0 - 3 0 0 0 a. C . F r a n c i a y
España)
120
rcu'idad q u e sobrevive al paso del t i e m p o . A h o r a d a m o s a esta realidad el n o m b r e de
«eternidad» pero, t a n t o en el N e o l í t i c o c o m o e n el Paleolítico, p u d o haberse c o n t e n i -
d o antaño en la i m a g e n d e la diosa. La piedra simbolizaba el ser esencial: el alma o el
espíritu de la vida a n i m a d a n o sujeta a la d e s c o m p o s i c i ó n , q u e proseguía bajo toda apa-
riencia y más allá d e ella. «El culto megalítico a los m u e r t o s - c o m e n t a Eliade— parece
incluir n o sólo la certeza de la supervivencia d e las almas, sino, p o r e n c i m a d e t o d o , la
confianza en el p o d e r de los ancestros, así c o m o la esperanza de q u e p r o t e g e r á n y a y u -
51
darán a los vivos» . Se creía q u e los m e n h i r e s , o piedras verticales, eran la «morada» o
«cuerpo» de los m u e r t o s , cuyas almas, al ser invocadas, «habitarían» la piedra erigida p a -
ra recibirlas. La creencia en q u e las piedras p o d í a n p r o v o c a r la fertilidad t i e n e su o r i -
gen en la idea de q u e el espíritu del antepasado «animaba» la piedra; se m a n t i e n e has-
ta nuestros días en la c o s t u m b r e de las mujeres d e tocar o frotarse contra la piedra para
aumentar las posibilidades d e quedarse embarazadas. P o r e n c i m a de t o d o , el erigir la
piedra constituye u n acto r e m e m o r a t i v o . U n e c o lejano de esta creencia original p e r -
dura en nuestra c o s t u m b r e d e marcar el lugar d e sepultura d e los m u e r t o s con una lá-
pida o, en el caso de los caídos en c o m b a t e , c o n u n m o n u m e n t o c o n m e m o r a t i v o q u e
se halla a m e n u d o en el c e n t r o de pueblos o aldeas.
La piedra triangular levantada al final d e la t u m b a c o r r e d o r ha d e s c o n c e r t a d o a n u -
merosos a r q u e ó l o g o s . Su forma sugiere una colina o m o n t í c u l o , la i m a g e n d e la diosa
misma, el lugar sagrado d e la vida. U n diseño d e g a n c h o s u h o c e s se halla inciso en
ella, parecido a o t r o q u e se e n c u e n t r a e n m u c h o s m e n h i r e s diosa de otros lugares de
Francia y de toda la vieja E u r o p a . Estos diseños a u m e n t a n en n ú m e r o a m e d i d a q u e se
ensancha la piedra. Los dos g r u p o s están divididos p o r u n espacio central m a r c a d o p o r
un diseño oval, al q u e G i m b u t a s ha identificado c o m o u n a vulva. El g a n c h o o la h o z
es tan parecido d e forma a u n a serpiente y tan u b i c u o en las i m á g e n e s neolíticas q u e
121
6 6 . La g r a n piedra
d e la c á m a r a
sepulcral de
La T a b l e des
Marchands
( c . 4 0 0 0 - 3 0 0 0 a. C.
Locmariarquer,
Bretaña)
122
badas en la superficie d e una gran losa de piedra. D u r a n t e el resto del a ñ o el i n t e r i o r
del t e m p l o p e r m a n e c í a a oscuras. El ritual c e l e b r a d o c o n m e m o r a b a p r o b a b l e m e n t e la
acción del sol al fertilizar el «cuerpo» de la tierra, despertándola de su s u e ñ o invernal
al ciclo r e n o v a d o d e la vida. Podría t a m b i é n haberse tratado de u n ritual para la r e g e -
neración de los m u e r t o s , d o r m i d o s c o m o el i n v i e r n o , pues en todas las i m á g e n e s n e o -
líticas la m u e r t e es inseparable de la r e g e n e r a c i ó n .
En G r a n Bretaña h a n sobrevivido, o al m e n o s se sabe q u e han existido, cerca d e 900
123
ABVRY
69. D i a g r a m a de A v e b u r y tal
y c o m o l o d i b u j ó sir T i l o m a s
S t u k e l e y en 1740
124
7 0 . La i m a g e n d e la c o l i n a
de Silbury c o m o diosa
125
ñ o q u e surgía de su ú t e r o . Al elevarse la luna en el cielo, su reflejo tocaba su p e c h o ,
c o m o si pusiese en m a r c h a el a m a m a n t a m i e n t o d e su hijo. L u e g o , c u a n d o la luna s u -
bía a ú n más e n el cielo, la «leche» era liberada, y el foso se volvía o p a c o c o n la luz l u -
nar. O b v i a m e n t e se necesitaba u n a n o c h e clara para q u e tuviese lugar este drama; de
haberla, el m o m e n t o tenía q u e ser n u m i n o s o para t o d o s los q u e veían su colina dar a
luz y sabían q u e , c o n el «corte» del c o r d ó n umbilical, se daba la señal para q u e c o -
m e n z a s e la siega: el n i ñ o se había gestado e n el m o n t í c u l o d e tierra d u r a n t e los meses
de c r e c i m i e n t o q u e seguían a la siembra d e la semilla.
S t o n e h e n g e es el más espectacular de los t e m p l o s megalíticos. I n e v i t a b l e m e n t e , ha
atraído más a t e n c i ó n q u e el resto p o r q u e es el más c o m p l e t o d e los t e m p l o s q u e nos
q u e d a n . Pero, de h e c h o , había varios t e m p l o s c o n s t r u i d o s en S t o n e h e n g e y lo q u e p o -
d e m o s ver h o y son sólo fragmentos del ú l t i m o d e ellos, l e v a n t a d o en t o r n o al a ñ o 1500
a. C . El p r i m e r t e m p l o se e r i g i ó cerca del 2800 a. C . c o n u n a o r i e n t a c i ó n d e tipo l u -
nar, según se cree, p e r o fue r e e m p l a z a d o a l r e d e d o r del 2400 a. C . p o r u n s e g u n d o t e m -
plo c o n o r i e n t a c i ó n solar.
Los t e m p l o s de N e w G r a n g e , A v e b u r y y S t o n e h e n g e , así c o m o el gran m o n t í c u l o
de Silbury, revelan q u e el cielo c o n s t i t u y ó u n m i s t e r i o d e incalculable fascinación p a -
ra los p u e b l o s neolíticos y paleolíticos. Inspiró sus m i t o s , e s t i m u l ó su inteligencia y r e -
g u l ó sus ritos y fiestas. Existen suficientes p r u e b a s para c o n f i r m a r q u e la sociedad q u e
c o n s t r u y ó estos t e m p l o s vivía inmersa en u n universo i m a g i n a d o c o m o una diosa y e s -
t u v o i n m e n s a m e n t e p r e o c u p a d a p o r participar en sus r i t m o s terrestres y celestes. Los
profesores A l e x a n d e r T h o m y G e r a l d H a w k i n s han s u g e r i d o q u e el c o n o c i m i e n t o g e o -
m é t r i c o y a s t r o n ó m i c o d e los p u e b l o s megalíticos podría h a b e r sido m u c h o más a m -
plio de lo q u e hasta ahora se ha i m a g i n a d o . Al vivir tan p r ó x i m o s a la tierra y el cielo,
t u v i e r o n la o p o r t u n i d a d de observar los m o v i m i e n t o s d e la l u n a , del sol y de las estre-
llas, y de erigir piedras para q u e les facilitase ver y m e d i r d e m o d o más preciso. N o hay
razón para s u p o n e r q u e el c o n o c i m i e n t o a s t r o n ó m i c o desarrollado en el Paleolítico
s i m p l e m e n t e desapareció en el N e o l í t i c o ; es m u c h o más p r o b a b l e q u e se ampliase y e x -
tendiese.
Malta
126
71. F i g u r a d e la d i o s a
( c . 3 0 0 0 a. C . Malta)
7 2 . D i o s a ( c . 6 0 0 0 a. C.
Catal Hüyük)
127
73. Plano de los
t e m p l o s de Ggantija,
Gozo
128
74. Sacerdotisa
o diosa
durmiente
(arcilla marrón
con trazos de
ocre rojo, c.
3 8 0 0 - 3 6 0 ( 1 a. C
£1 Hipogeo,
Malta)
129
75. (a) Altar pilar y ( b ) detalle
d e l « á r b o l d e la v i d a » (templo
de Hagar Q i m , Malta)
130
i l u m i n e n nuestras m e n t e s civilizadas. A b a n d o n a r í a m o s t a m b i é n la t e r m i n o l o g í a c o n -
descendiente d e «ídolos», d e «estatuillas d e Venus», o d e «cultos d e fertilidad». Eisler ha
c o m e n t a d o q u e «la e c o n o m í a agraria neolítica fue la base del desarrollo d e la civiliza-
ción q u e a lo largo de miles d e años c o n d u c e a n u e s t r o t i e m p o . Y casi u m v e r s a l m e n -
te, aquellos lugares en d o n d e se llevaron a c a b o los p r i m e r o s g r a n d e s avances en t e c -
nología social y material c o m p a r t i e r o n u n a característica e n c o m ú n : el c u l t o a la
5
diosa» ". G i m b u t a s dota a esta i m a g e n d e vida e n la c o n c l u s i ó n d e su libro El lenguaje
de la diosa:
131
1 . D i o s a d e la d o b l e h a c h a ( s e g u n d o milenio
a. C . P a l a c i o d e M i n o s , C n o s o s , Creta)
3
C r e t a : la d i o s a d e la vida,
d e la m u e r t e y d e la regeneración*
T r a d u c c i ó n de Susana P o t t e c h e r .
133
graba r e p o s a n d o e n forma de abeja, o d e pie sobre su m o n t a ñ a c o n l e o n e s , o e l e v a n -
d o sus brazos - l a s alas d e la diosa p á j a r o - , o sentada bajo el árbol d e la vida ofrecien-
d o su fruto a sus sacerdotisas. F u e adorada c o m o g r a n m a d r e d e la vida, la m u e r t e y la
r e g e n e r a c i ó n , diosa d e los animales, señora del m a r y d e los frutos d e la tierra.
A n t a ñ o , C r e t a estuvo cubierta d e grandes b o s q u e s d e robles, cipreses y abetos, d e
los q u e h o y n o q u e d a rastro. A diferencia d e S u m e r y E g i p t o , C r e t a n o tenía n e c e s i -
dad d e i m p o r t a r m a d e r a para c o n s t r u i r sus palacios de c o l u m n a s y d e varios pisos, o las
e m p u ñ a d u r a s de c e d r o de sus hachas de b r o n c e c e r e m o n i a l e s . El agua d e las c u m b r e s
nevadas d e las m o n t a ñ a s fluía s i e m p r e hasta sus llanuras. N u n c a faltó c o m i d a ni h u b o
dificultad e n q u e creciese. M a n a d a s d e ovejas, bueyes y cerdos pastaban e n las llanuras.
Los barcos cretenses e x p o r t a b a n miel, aceite d e oliva, pescado, fruta y t o d o tipo d e
hierbas aromáticas p o r t o d o el M e d i t e r r á n e o . Los palacios cretenses eran espaciosos; a
m e n u d o c o n t a b a n c o n varias alturas y n u m e r o s o s patios; estaban d e c o r a d o s exquisita-
m e n t e c o n i m á g e n e s florales y m a r i n a s , c o n escenas de la vida d e los pájaros y c o n a n i -
males i m a g i n a r i o s , hachas d e d o b l e filo, la rosa y el lirio. C u e r n o s de t o r o f o r m a b a n
los frisos de los palacios t e m p l o y la cerámica cretense estaba a d o r n a d a c o n pinturas i n -
trincadas q u e representaban t o d o s los aspectos d e la vida natural. E n su arte p r e d o m i -
na u n a alegría q u e n o se e n c u e n t r a en n i n g u n a otra cultura c o n t e m p o r á n e a de
P r ó x i m o O r i e n t e . «En el arte m i n o i c o - e s c r i b e el e r u d i t o de la cultura clásica C a r i
3
Kerényi— el h o m b r e n u n c a carece d e gesto» .
H . A. G r o e n e w e g e n - F r a n k f o r t , en su libro Arrest and Movement, captura la geniali-
dad del arte cretense del s e g u n d o m i l e n i o a. O :
El arte cretense ignoró la aterradora distancia que hay entre lo humano y lo trascendente
que podría impulsar al hombre a buscar refugio en la abstracción y a crear una forma para lo
significativo remoto, alejado del espacio y del tiempo; igualmente ignoraba la gloria y futilidad
de los actos humanos individuales, sujetos al tiempo y al espacio. En Creta los artistas no dota-
ban de sustancia al m u n d o de los muertos haciendo abstracción del m u n d o de los vivos, ni in-
mortalizaban hazañas portentosas, ni manifestaban una humilde aspiración a la atención divina
en los templos de los dioses. Aquí, y sólo aquí (en contraste con Egipto y Próximo Oriente),
se desatendía el anhelo humano de atemporalidad, aceptándose la gracia de la vida de la forma
más completa que el m u n d o ha conocido. Pues vida significa movimiento, y la belleza del mis-
mo se tejía en la red intrincada de formas vivas que denominamos «escenas de naturaleza»; se
revelaba en los cuerpos humanos llevando a escena sus serios juegos, inspirados por una pre-
sencia trascendente, actuando en libertad y con moderación, sin objetivo último, como el mis-
4
m o tiempo cíclico .
134
2. D i o s a s e r p i e n t e del Neolítico
( t e r r a c o t a , c. 4 5 0 0 a. C ,
14,5 c m de altura. Kato
Ierapetra, Creta)
3. Diosa m i n o i c a con serpientes
( o r o y m a r f i l , c . 1 6 0 0 - 1 5 0 0 a. C ,
16,5 c m de altura. Cnosos,
Creta)
nes fabulosos y nadie podía saber a ciencia cierta q u e su visión poética era t a m b i é n v e r -
dadera en t é r m i n o s históricos.
D u r a n t e el p r i m e r c u a r t o del siglo XX, q u é e m o c i o n a n t e d e b i ó d e ser c u a n d o el a r -
q u e ó l o g o sir A r t h u r Evans levantó los estratos d e más d e cuatro milenios d e historia
d e j a n d o al d e s c u b i e r t o una civilización a p a r e n t e m e n t e tan m á g i c a c o m o H o m e r o h a -
bía insinuado. C o m e n z a n d o p o r el palacio d e C n o s o s , c e n t r o d e esta cultura, las e x c a -
vaciones revelaron c i n c o grandes c o m p l e j o s palaciegos, cuya vida finalizó abrupta-
m e n t e en el 1450 a. C . d e b i d o a u n t e r r e m o t o , el s e g u n d o de dos, cuya intensidad fue
m a y o r q u e la del p r i m e r o ; p o r q u e , e x a c t a m e n t e bajo estas r u m a s , se hallaban las de los
otros palacios, c o n s t r u i d o s en t o r n o al 2000 a. C . y destruidos p o r u n t e r r e m o t o en el
1700 a. C . M e z c l a d o s c o n los e s c o m b r o s de piedras y tierra d e sendos niveles, a p a r e -
cieron fragmentos d e cerámica pintada, mosaicos b r i l l a n t e m e n t e coloreados, sellos d o -
rados c o n figuras danzantes, gargantillas de abejas y mariposas, urnas decoradas c o n
delfines en p l e n o v u e l o , serpientes y flores en espiral, d i m i n u t a s estatuas y grandes
c u e r n o s de toro, y estatuas d e diosas. T o d o s estos e l e m e n t o s r e u n i d o s c o m p u s i e r o n la
i m a g e n de u n a cultura de g o z o , gracia y elegancia q u e d u r a n t e cientos de años se c e n -
t r ó en t o r n o al culto a u n a gran diosa.
Evans d e n o m i n ó a esta cultura «minoica» e n referencia al rey M i n o s del q u e habla
H o m e r o , y distinguió d e n t r o de ella tres p e r í o d o s fundamentales: m i n o i c o t e m p r a n o o
«prepalatino», hasta a l r e d e d o r del 2000 a. C ; m m o i c o m e d i o o «palatino t e m p r a n o » ,
del 2000 al 1600 a. C ; y m i n o i c o tardío o «alto palatino», del 1600 al 1150 a. C . E n el
135
p e r í o d o m i n o i c o m e d i o , los m i n o i c o s utilizaron u n a escritura jeroglífica y, más tarde,
u n a escritura lineal (llamada «lineal A»), q u e aún n o h a sido descifrada. La civilización
alcanzó su cima e n la p r i m e r a fase del p e r í o d o m i n o i c o tardío, e n t r e 1600 y 1450 a. C ,
c u a n d o se establecieron relaciones c o n los m i c é n i c o s , p u e b l o s arios o i n d o e u r o p e o s
q u e c o n s t r u y e r o n M i c e n a s en la Grecia c o n t i n e n t a l . Estos trajeron c o n s i g o u n a e s c r i -
tura c o n o c i d a c o m o «lineal B», una forma arcaica de g r i e g o , q u e n o se descifró hasta
1953, y q u e desveló los n o m b r e s de p r e c i s a m e n t e aquellos dioses y diosas q u e el m i t o
g r i e g o clásico siempre había situado allí: «Al Z e u s d i c t e o , aceite»; «A la d a m a del
L a b e r i n t o , una jarra d e miel»; «A la señora d e At(h)ana...». Los m i c é n i c o s p a r e c e n h a -
b e r oscilado entre C r e t a y Micenas, a b s o r b i e n d o y a d o p t a n d o g r a d u a l m e n t e la cultura
m i n o i c a c o m o propia, antes de asentarse ahí pasado el a ñ o 1450 a. C , c u a n d o u n a s e -
rie d e violentos t e r r e m o t o s y m a r e m o t o s provocados p o r una e r u p c i ó n volcánica en la
isla d e Tera, hacia el n o r t e , p r o v o c ó el d e r r u m b a m i e n t o d e t o d o s los palacios. La l l e -
gada de otra oleada d e invasores, los d o r i o s , e n el 1150 a. C . acabó c o n esta civiliza-
ción.
A diferencia d e m u c h a s de las culturas de su e n t o r n o , la isla d e C r e t a n o fue inva-
dida en los 1.500 años q u e van del 3000 al 1500 a. O , p o r lo q u e ofrece u n a p e r s p e c -
tiva única sobre c ó m o e v o l u c i o n ó sin trastornos u n a sociedad neolítica para c o n v e r t i r -
se en u n a sociedad d e la E d a d del B r o n c e , p e r o m a n t e n i e n d o su creencia en la u n i d a d
de la vida. A pesar d e q u e la sociedad m i n o i c a , si se h a c e u n cálculo p o r fechas, c o -
r r e s p o n d e desde el p u n t o de vista c r o n o l ó g i c o a la Edad del B r o n c e (3500-1250 a. C ) ,
4 . G r i f o s d e la sala
del t r o n o del
palacio de Minos
( c . 1 4 5 0 a. C.
Cnosos, Creta)
136
5 . C u e r n o s d e la c o n s a g r a c i ó n : ( a ) Catal
Hüyük, A n a t o l i a , s é p t i m o m i l e n i o a. C ,
( b ) V i n c a , v i e j a E u r o p a , q u i n t o m i l e n i o a. C.
y ( c ) d i o s o s , s e g u n d o m i l e n i o a. C.
137
6. D i o s a s e r p i e n t e minoica
( l o z a , c . 1 6 0 0 a. C , altura
34 c m . C n o s o s , Creta)
7. D i o s a s e r p i e n t e minoica
( l o z a , c . 1 6 0 0 a. C . Cnosos,
Creta)
138
8. D i o s a s e r p i e n t e c o m o vasija
( c . 2 3 0 0 a. C . K ú m a s a , Creta)
139
círculo. A pesar de ser t a m b i é n el n ú m e r o siete el de los «planetas» visibles, ésta es p r o -
b a b l e m e n t e u n a n o t a c i ó n l u n a r de series y m e d i d a s ; de f o r m a q u e el sentarse sobre el
regazo d e la diosa —y a ello invita la pieza superpuesta sobre su túnica— sería e x p e r i -
m e n t a r el t i e m p o sostenido p o r la e t e r n i d a d , y la e t e r n i d a d revestida d e t i e m p o . P u e s
la propia diosa, al sujetar las dos serpientes, se sitúa más allá d e su o p o s i c i ó n ; o, más
b i e n , es ella la q u e c o n t i e n e los dos polos d e la dualidad, e v i t a n d o q u e se separen y q u e
f o r m e n , p o r lo tanto, el tipo de o p o s i c i ó n q u e nuestra consciencia m o d e r n a a s u m e c o -
m o inevitable. H a b l a m o s ahora del objetivo d e reconciliar y d e trascender los c o n t r a -
rios - y a sean éstos vida y m u e r t e , t i e m p o y e t e r n i d a d , o u n i d a d y m u l t i p l i c i d a d - , mas
estas i m á g e n e s nos p i d e n q u e c o n t e m p l e m o s la posibilidad d e u n t i p o diferente de r e a -
lidad: u n a en la q u e (por c o n t i n u a r e n el lenguaje d e la i m a g e n ) las dos partes de una
dualidad son p e q u e ñ a s , p o r así decirlo, e n relación c o n el U n o q u e las sostiene a a m -
bas e n la palma de la m a n o .
E n ocasiones la diosa serpiente t o m a la f o r m a de r e c i p i e n t e , c o m o el de la figura 8
q u e fue hallado en K ú m a s a j u s t o fuera de las t u m b a s , d a n d o a e n t e n d e r q u e fue dise-
ñada para-verter libaciones para los m u e r t o s . Las serpientes fueron u n m o t i v o c o n s t a n -
te en el arte m i n o i c o , enroscadas alrededor de vasijas, u r n a s y j a r r o n e s , c o m b i n á n d o s e
c o n las formas fluidas d e las criaturas marinas, y hasta c r e a n d o las formas circulares del
disco q u e se halló e n el palacio de Festos.
La d i o s a d e la d o b l e hacha
140
9. Jarrón c o n h a c h a s dobles
( c . 1 4 0 0 a. C . C n o s o s , Creta)
Mochlas)
141
11. Diosa de doble hacha
j u n t o al á r b o l d e la v i d a
( s e l l o m i c é n i c o , c . 1 5 0 0 a. C.)
142
1 2 . D i o s a s u r g i e n d o d e la t i e r r a ( s e l l o e n forma
d e c u e n t a d e o r o , c . 1 5 0 0 a. C . T i s b e , Beocia)
1 3 . 'El nacimiento de Erictonio. G e a , d i o s a d e la
tierra, s a l i e n d o de ésta c o n n i ñ o ( p i n t u r a sobre
j a r r ó n , c. s i g l o V a. C.)
143
14. D i o s a o sacerdotisa sentada, sujetando
e n las m a n o s g a v i l l a s d e t r i g o o c e b a d a roja
( f r e s c o m i c é n i c o , s i g l o x i l l a. C.)
144
15. D e m é t e r ( C e r e s ) , d i o s a d e la c o s e c h a ,
s u j e t a n d o t r i g o e n las m a n o s ( h e l é n i c o , relieve
d e t e r r a c o t a , s i g l o n i a. C . M a g n a Grecia)
145
1 6 . Descenso de la diosa (pintura micénica,
c. 1 8 0 0 a. C.)
1 7 . Retorno de la diosa (pintura micénica,
c. 1 8 0 0 a. C.)
La d i o s a abeja
146
A q u í , abeja, t o r o y l u n a están u n i d o s e n el s i m b o l i s m o d e la r e n o v a c i ó n . E n C r e t a
t a m b i é n la abeja significó la vida q u e p r o v i e n e d e la m u e r t e , c o m o el escarabajo e n
E g i p t o . P o s i b l e m e n t e p o r esta r a z ó n , el anillo sello d e o r o d e la figura 18 se c o l o c ó
en una t u m b a . A q u í a la diosa abeja —la figura c e n t r a l q u e d e s c i e n d e a la tierra e n -
tre serpientes y l i r i o s - le están r i n d i e n d o c u l t o sus sacerdotisas, q u i e n e s , d e m o d o
característico, a d q u i e r e n la m i s m a f o r m a q u e ella, l e v a n t a n d o t o d a s sus «manos» e n
el gesto t í p i c o d e la epifanía. La miel se utilizaba para e m b a l s a m a r y p r e s e r v a r los
c u e r p o s d e los m u e r t o s ; algunas d e las g r a n d e s tinajas, o pithoi, encontradas en
C n o s o s se utilizaban para a l m a c e n a r m i e l . La i m p o r t a n c i a d e la a p i c u l t u r a para los
m i n o i c o s está d o c u m e n t a d a en los jeroglíficos e n lineal A , d o n d e ya existen dibujos
de c o l m e n a s p r o p i a m e n t e dichas, t e s t i m o n i o s d e u n a h i s t o r i a q u e se r e m o n t a p r o b a -
b l e m e n t e hasta el N e o l í t i c o . La g e m a d e ó n i c e d e C n o s o s (figura 19) m u e s t r a a la
diosa abeja l l e v a n d o e n la cabeza los c u e r n o s d e t o r o , c o n el h a c h a d o b l e d e n t r o d e
su c u r v a t u r a . Los p e r r o s - p o s t e r i o r m e n t e los p e r r o s del i n f r a m u n d o , p e r t e n e c i e n t e s
a H é c a t e y a A r t e m i s - son alados y v u e l a n tan p r ó x i m o s a la diosa q u e sus alas, a p r i -
mera vista, p a r e c e n las d e ella. La diosa c o n f o r m a d e abeja, figura 20, está tallada e n
u n sello d e esteatita amarilla t r i f a c e t a d o ; los o t r o s lados t a m b i é n m u e s t r a n la cabeza
y las partes delanteras d e otros dos p e r r o s . La p o s i c i ó n d e la figura r e c u e r d a a la d i o -
sa p a r i e n d o d e C a t a l H ü y ü k , q u e a p a r e n t e m e n t e había p a r i d o tres t o r o s (ver c a p í t u -
lo 2, figura 50).
La miel t a m b i é n j u g ó u n papel fundamental e n los rituales de a ñ o n u e v o de los m i -
noicos. El a ñ o n u e v o se iniciaba en Creta a c o m i e n z o s del solsticio d e verano, c u a n d o
las temperaturas alcanzaban los m á x i m o s . El veinte de j u l i o era el día en q u e se alzaba
la gran estrella Sirio en c o n j u n c i ó n c o n el Sol, al igual q u e en S u m e r y en E g i p t o . E n
estos últimos países se trataba e x p l í c i t a m e n t e d e la estrella d e la diosa (Inanna en S u m e r ,
1 8 . E s c e n a d e e p i f a n í a c o n la
diosa abeja, sacerdotisas y
n i ñ o en un c a m p o de lirios
(sello de anillo de o r o , c.
1450 a. C . H a l l a d o e n un
sepulcro en Isopata, próximo
a Cnosos)
19. D i o s a abeja c o n perros
alados (gema de ónice,
c. 1 5 0 0 a. C . C n o s o s , Creta)
20. D i o s a en forma de abeja
(sello en f o r m a de cuenta
d e e s t e a t i t a a m a r i l l a , c. 2 4 0 0 -
2 2 0 0 a. C.)
147
e Isis en E g i p t o ) , y los palacios t e m p l o m i n o i c o s de C r e t a estaban o r i e n t a d o s hacia ella.
La salida d e Sirio daba fin a u n ritual d e cuarenta días a lo largo del cual se recogía la
miel de las c o l m e n a s en la o s c u r i d a d de cuevas y b o s q u e s . La miel e n t o n c e s se fer-
m e n t a b a , t r a n s f o r m á n d o s e e n h i d r o m i e l , licor e m b r i a g a d o r q u e se bebía e n los ritos
extáticos q u e p u d i e r o n h a b e r c e l e b r a d o el regreso d e la hija d e la diosa c o m o c o m i e n -
zo del n u e v o año, igual, quizá, q u e en la escena dibujada e n el sello d e la d o b l e hacha
de la figura 11. T o d o s estos ritos se hallan presentes e n los m i t o s dionisíacos de la Grecia
clásica; el p r o p i o D i o n i s o tiene su o r i g e n en C r e t a , d o n d e se le llamaba el dios toro.
Este m i s m o animal se sacrificaba al salir la estrella de Sirio, y las abejas eran c o n s i d e r a -
das la f o r m a resucitada del t o r o m u e r t o y t a m b i é n las almas d e los m u e r t o s . Kerényi
c o m e n t a q u e esta fiesta q u e celebraba la salida de Sirio, q u e iniciaba el a ñ o n u e v o , fue
p o r ello elevada al nivel d e u n «mito d e zoé (la vida i n d e s t r u c t i b l e ) : e n el m i t o del des-
17
p e r t a r d e las abejas a partir d e u n animal m u e r t o » [tr. cast., p. 42]. (El t é r m i n o g r i e -
g o zoé, f u n d a m e n t a l , se discutirá e n el capítulo 4.)
Este intenso d r a m a d e epifanía sugiere q u e , a d e m á s d e estas c o n n o t a c i o n e s , el z u m -
b i d o de la abeja era c o n s i d e r a d o la «voz» de la diosa, el «sonido» de la creación. Virgilio,
p o r p o n e r u n e j e m p l o , al describir el r u i d o d e aullidos y golpes q u e se p r o d u c í a para
18
atraer las abejas, dice: « H a c e n e n t r e c h o c a r los c í m b a l o s d e la gran m a d r e » . Las t u m -
bas de M i c e n a s tenían f o r m a de c o l m e n a s , al igual q u e el onfalós de Delfos en la Grecia
clásica, d o n d e reinaba A p o l o j u n t o c o n su principal sacerdotisa oracular, la Pitia, lla-
m a d a «abeja deifica». E n el h i m n o h o m é r i c o a H e r m e s , escrito en el siglo VIH a. O , el
dios A p o l o se refiere a tres v i d e n t e s femeninas c o m o si fuesen tres abejas o doncellas
abejas, q u i e n e s , c o m o él m i s m o , practicaban la a d i v i n a c i ó n :
148
Hay algunas [Suertes o] Hados,
hermanas de nacimiento, doncellas,
tres de ellas, adornadas con alas veloces.
Sus cabezas están salpicadas
de blanca harina de cebada
y hacen sus moradas
bajo los acantilados del Parnaso.
Enseñaban el arte adivinatorio lejos de mí,
el arte que yo solía ejercer
alrededor de mi ganado
19
cuando todavía era un muchacho .
La d i o s a d e l n u d o sagrado
149
23. N u d o s a g r a d o ( c . 15(10 a. C . C n o s o s , Creta)
24. H a z de j u n c o s c o m o «Lazo» de Inanna
( c . 3 0 0 0 a. C . Sumer)
25. Sacerdotisa minoica con nudo sagrado
( f r e s c o , c . 1 5 0 0 a. C . C n o s o s , Creta)
150
26. (a y b ) J a r r o n e s m i n o i c o s m o s t r a n d o una figura con
la d o b l e h a c h a y e l n u d o s a g r a d o , ( c ) vasija e g i p c i a con
figura e n f o r m a d e ankh, (d y e) sellos minoicos
m o s t r a n d o n u d o s s a g r a d o s y (f) n u d o sagrado minoico
s i m i l a r al ankh egipcio
151
p o . E n E g i p t o el s í m b o l o d e la vida eterna, d e n o m i n a d o ankh, q u e las diosas y los d i o -
ses sostenían c o m o signo de su divinidad, tiene u n a f o r m a s e m e j a n t e al n u d o ; e n o c a -
siones aparece c o m o una figura h u m a n a q u e sujeta dos b á c u l o s en las «manos», c o m o
e n el j a r r ó n p i n t a d o d e la figura 26 c.
La d i o s a d e l o s animales
152
adoración, m i e n t r a s ella t i e n d e su b á c u l o hacia él, r e c o n o c i é n d o l e . Él parece h a c e r u n
gesto de saludo, o resguardar sus ojos para protegerse del carácter n u m i n o s o de su p r e -
sencia. (¿Será éste, acaso, el o r i g e n ritual del saludo?) Podría tratarse d e u n fiel, o más
bien de u n j o v e n dios, p u e s t o q u e se h a n e n c o n t r a d o m u c h a s estatuillas de figuras de
j ó v e n e s varones en esta postura, lo q u e indica algún t i p o d e relación ritual c o n la d i o -
sa. El l e ó n , en t a n t o q u e i m a g e n de la diosa de la m u e r t e y de la r e g e n e r a c i ó n , se h a -
lla representado d e f o r m a aislada en el anillo sello d e la vida d e u l t r a t u m b a (figura 35).
La d i o s a pájaro
153
29. D i o s a pájaro (c. 1400-1200
a. C . T i r i n t o , c e r c a de
Micenas)
30. Diosa con corona de
p a l o m a s y c u e r n o s de toro
( c . 1 4 0 0 - 1 2 0 0 a. C . Cnosos,
Creta)
31. Diosa con corona de
a m a p o l a s ( c . 1 4 0 0 a. C.
Cnosos, Creta)
3 2 . G e s t o s de epifanía desde
e l P a l e o l í t i c o h a s t a la C r e t a de
la E d a d d e l B r o n c e : ( a ) Escena
paleolítica, (b) figura egipcia
neolítica con brazos alzados
( c . 4 0 0 0 - 3 5 0 0 a. C ) , (c)
jeroglífico d e l ka egipcio,
(d) sello micénico con diosa
y a d o r a d o r e s ( c . 1 5 0 0 a. C . ) y
(e) santuario funerario minoico
c o n f i g u r a e n su interior
realizando un gesto de epifanía
(1 1 0 0 - 1 0 0 0 a. C.)
154
La tradición del gesto simbólico d e los brazos alzados t u v o su o r i g e n e n el
Paleolítico y se m a n t u v o d u r a n t e el N e o l í t i c o , p r o l o n g á n d o s e hasta el E g i p t o de la
Edad del B r o n c e (figura 32). E n E g i p t o , el gesto d e los brazos levantados constituía u n
jeroglífico para el ka, la i m a g e n del alma m a y o r d e la p e r s o n a , q u e se reunía c o n el al-
ma individual (el ba) tras la m u e r t e . La i m a g e n del ka era el pájaro b e n n u o fénix, al
cual e n ocasiones se d e n o m i n a b a «madre»: «Mira q u e y o estoy tras ti, soy tu t e m p l o ,
25
soy tu m a d r e , p o r siempre jamás» . U n a figura egipcia neolítica fechada e n el 3500 a.
C. (figura 32 b) t o m a la m i s m a forma q u e el jeroglífico p o s t e r i o r (figura 32 c). La fi-
gura q u e se halla en el i n t e r i o r del santuario m i n o i c o , quizás el fallecido h o m b r e o m u -
jer, hace el m i s m o gesto q u e las del sello de la figura 32 d.
N o existe d u d a acerca d e q u e los m i c é n i c o s «veían» a sus diosas, de la m i s m a for-
ma en q u e en la tradición cristiana la g e n t e «ha visto» a la v i r g e n M a r í a . La veían en lo
alto de las m o n t a ñ a s , en lo p r o f u n d o d e las cuevas laberínticas, e n u n bosquecillo, n a -
vegando en su barca curvada o m o n t a d a e n u n t o r o sobre las olas del mar. D e b i e r o n
adorarla c o n el m i s m o gesto q u e la j o v e n i m a g e n masculina de la figura 27, s u b i e n d o
trabajosamente las empinadas laderas c o n sus ofrendas hasta sus santuarios en las c u m -
bres de las m o n t a ñ a s , buscándola en las cuevas o en bosquecillos d e roble y olivo. Es
posible q u e vislumbrasen su f o r m a e n la luz clara y brillante de la primavera y del o t o -
ño, c u a n d o d e los valles surgían misteriosos reflejos q u e relucían e n las colinas. K e r é n y i
c o m e n t a q u e los relatos acerca de las religiones antiguas n o h a c e n suficiente h i n c a p i é
en la facultad visionaria de la naturaleza del h o m b r e , q u e c o n el paso d e los siglos ha
ido haciéndose cada vez más rara; h o y se la considera u n a a n o m a l í a , antes q u e lo n o r -
mal: «La visión y el m i t o , la epifanía y la m i t o l o g í a se influyeron y se e s t i m u l a r o n m u -
t u a m e n t e , d a n d o lugar a i m á g e n e s de culto. E n la relación del h o m b r e c o n los dioses,
sin e m b a r g o , la epifanía goza d e u n a p r i o r i d a d q u e se f u n d a m e n t a en la i n m e d i a t e z d e
26
toda visión verdadera» .
La naturaleza ritual d e lo q u e p o d r í a m o s llamar vida cotidiana p u e d e observarse e n
el tipo de i n s t r u m e n t o s sagrados q u e servían para las tareas ordinarias d e la vida. La v a -
sija de la figura 33, p o r ejemplo, está f o r m a d a a i m a g e n d e la diosa c o n p e c h o s h u m a -
nos y la cabeza y el p i c o de u n pájaro. La a p e r t u r a en f o r m a de p i c o c o n el ojo, la d e -
coración e n f o r m a de collar del «cuello» del j a r r ó n , y los p e c h o s erguidos delineados
con p u n t o s transforman el simple acto d e echar agua e n u n a ofrenda d e leche del c u e r -
p o n u t r i c i o d e la diosa m a d r e : agua trasformada e n agua d e vida. El carácter sagrado
de la vasija, o la vasija en t a n t o q u e c u e r p o r e c e p t á c u l o d e la diosa, se muestra en la e s -
cultura prepalatina de la diosa y su «niño» (figura 34); el «niño» es el j a r r ó n más p e -
q u e ñ o , cuya apertura es la única vía de entrada al c u e r p o d e la diosa. El diseño en for-
ma de red está dibujado en el c u e r p o y recuerda el del vestido de la diosa s e r p i e n t e
(figura 6).
155
33. D i o s a pájaro c o m o vasija
( c . 1 5 0 0 a. C . Tera)
3 4 . La d i o s a d e M i r t o s (2400-2200
a. C . M i r t o s , Hieropetra)
La d i o s a d e la regeneración
156
egipcias, d o n d e u n a p r o c e s i ó n similar c o n d u c e a la p e r s o n a m u e r t a ante el dios Osiris.
En la c e r e m o n i a egipcia, el dios T h o t —que tiene la cabeza de u n pájaro de p i c o largo,
la i b i s - anota el resultado del j u i c i o , d u r a n t e el q u e se ha pesado en u n a balanza el c o
razón de la persona y la p l u m a d e la verdad, i m a g e n d e la diosa M a a t . A q u í , y esto es
interesante, los asistentes q u e se dirigen al grifo s e n t a d o en el t r o n o del j u i c i o t a m b i é n
poseen cabeza d e pájaro. Tras el grifo está la diosa, al igual q u e suele situarse Isis tras
Osiris, sentado.
El p e r r o en la raíz del árbol, m u y p a r e c i d o a u n p e r r o salchicha, recuerda, en p r i
m e r lugar, al p e r r o guardián n e o l í t i c o d e la vieja E u r o p a c u s t o d i a n d o el árbol d e la v i
da; t a m b i é n al chacal A n u b i s , q u e en E g i p t o guía las almas de los m u e r t o s , a n t i c i p a n
do al p e r r o C e r b e r o , q u e en la mitología griega p e r t e n e c e a H é c a t e , diosa del
inframundo. D e n t r o de las raíces del árbol hay unas formas oblongas d i m i n u t a s q u e p a
recen brotes de plantas, i m á g e n e s de la nueva vida en p r e p a r a c i ó n . Si, s i g u i e n d o el ges
to de la diosa, a s u m i m o s q u e la pareja fallecida ha satisfecho el tribunal del j u i c i o , r e
presentado p o r el grifo de aspecto de esfinge, la pareja e n t o n c e s pasaría a la p a r t e
superior del sello, d o n d e d e b e n enfrentarse al i m p r e s i o n a n t e p o d e r de la diosa, s i m b o
lizado en el d e s p r o p o r c i o n a d a m e n t e i n m e n s o l e ó n . Descansa éste sobre una especie d e
plataforma sostenida p o r sendas figuras femeninas. En actitud de reposo y vigilancia,
guarda los misterios d e la diosa, c o m o lo hacía en la cueva paleolítica de Les Trois
Fréres. D e la parte s u p e r i o r del árbol j u n t o al l e ó n b r o t a n ramas de hiedra, c u y o c r e
cimiento e n espiral y verdes hojas p e r e n n e s son la i m a g e n simbólica de la i n m o r t a l i d a d
de la vida, a n t i c i p a n d o «la rama dorada» de Virgilio (Eneida, 6).
La pareja está ausente d e la p a r t e s u p e r i o r derecha d e la escena, d o n d e d o m i n a el
león, mas reaparece felizmente j u n t a al otro lado del t r o n c o del árbol - c o m o si el r i t o
157
d e paso o c u r r i e s e a través del c u e r p o del l e ó n - y allí el gesto d e epifanía d e la m u j e r
p o d r í a ser expresión d e a s o m b r o y g o z o a n t e su n u e v o estado t r a n s f o r m a d o , tan p a r e -
cido al anterior. Sentada sobre u n a rama, q u e n o apartada d e ellos, c o m o antes, se h a -
lla la diosa m i n o i c a y otra figura c o n la q u e parece estar s o s t e n i e n d o u n a «animada c o n -
versación», en palabras d e Evans, mientras revolotean sobre su cabeza dos mariposas.
Prosigue Evans:
El significado simbólico de éstas, por lo demás, se resalta con la aparición, por encima de
ellas, de dos pequeños objetos que muestran rastros de cabezas en el extremo y unas protube-
rancias con forma de gancho a un lado; bien podríamos reconocer en ellos a las dos crisálidas
correspondientes... Situadas como están aquí en relación con sus formas de crisálida, es difícil
explicarlas de otra manera que no sea como alusión al resurgir del espíritu h u m a n o tras la
muerte.
Difícilmente puede dudarse, además, de que hagan referencia a las dos figuras juveniles que
aparecen al lado de ellas en el anillo, y de que han de ser consideradas símbolos de su reanima-
ción con vida nueva... Vemos aquí, reunidos por el poder dador de vida de la diosa y simbo-
27
lizado por crisálidas y mariposas, a una joven pareja a la que la muerte había separado .
La d i o s a y el toro
158
36. Cabeza de toro
m i n o i c o ( c . 1 5 0 0 a.
C)
37. Toros
micénicos echando
brotes, con planta
c r e c i e n d o e n el
centro (sello de
cristal de u n anillo,
c. 1500 a. C.)
159
Dos d i o s a s y el niño
3 8 . D o s d i o s a s y el n i ñ o (escultura
e n m a r f i l , c. 1 3 0 0 a. C . Micenas)
160
sa de las g r a n d e s profundidades, y D u m u z i , el dios m u e r t o y resucitado, q u e p e r t e n e -
30
ce a a m b a s . Esta «divina familia» ha aparecido ya e n la cultura neolítica d e Catal
H ü y ü k ; reaparece más tarde e n la Grecia clásica y, a ú n más adelante, e n las i m á g e n e s
cristianas de santa A n a , la «abuela», y de su hija María c o n el n i ñ o Jesús, q u e se r e p r e -
senta a m e n u d o t r e p a n d o p o r el regazo d e una al de la otra (ver capítulo 14).
El h i j o - a m a n t e d e la diosa
161
zas u n ritual en q u e los p r i m e r o s frutos d e la cosecha se ofreciesen a la diosa. Las c i u
dades cretenses n o estaban cercadas p o r murallas d e defensa, y n i n g u n a d e sus c r e a c i o
nes artísticas celebra o representa la guerra o la violencia, e x c e p t u a n d o algún q u e otro
casco y unas espadas q u e se hallan h o y en el m u s e o d e H e r a k l i o n . A ú n así, n o es p r o
bable q u e fuesen c o m p l e t a m e n t e ajenos a la actividad propia del g u e r r e r o , si h e m o s de
creer las fechas p r o p o r c i o n a d a s p o r el h i s t o r i a d o r g r i e g o Tucídides, q u e m e n c i o n a en
el siglo V a. C . al rey M i n o s c o m o el p r i m e r d i r i g e n t e q u e a d q u i r i ó u n a m a r i n a p o d e
rosa y q u e m a n t u v o u n a paz firme e n el E g e o . M a s , p r o t e g i d o s p o r el mar, los m i n o i
cos n o estuvieron expuestos a la eventualidad d e ser atacados p o r t o d o s los flancos p o r
p u e b l o s guerreros, c o m o lo estuvieron s u m e r i o s y egipcios; y a pesar de q u e los m i c é
nicos trajeron consigo una cultura más combativa p a s a d o el siglo XV a. C , fue sólo c o n
la invasión de los d o r i o s , en el siglo XII a. C , c u a n d o el s e n t i d o cretense de soberanía
finalmente se p e r d i ó . La única calamidad sufrida p o r los m i n o i c o s fueron los t e r r e m o
tos, p r o d u c i é n d o s e al m e n o s tres p o r siglo; p r e s u m i b l e m e n t e fueron experimentados
c o m o f e n ó m e n o s p e r t e n e c i e n t e s al d o m i n i o d e la gran diosa.
C i e r t a m e n t e , c u a n d o el j o v e n dios y la diosa se r e p r e s e n t a n j u n t o s , tal y c o m o apa
recen e n los sellos, la relación entre ellos n o es d e igualdad, sino d e servicio; el dios
r i n d e el h o m e n a j e necesario a u n p o d e r mayor. Parecería q u e el dios, c o m o sus formas
162
animales d e toro, m a c h o cabrío y carnero, era a ú n el «hijo» de la diosa, p e r s o n i f i c a n d o
la fuerza dinámica del c r e c i m i e n t o , q u e , c o m o el árbol, d e b e m o r i r cada a ñ o , s u m e r -
giéndose e n el c u e r p o de la diosa para renacer d e ella e n la siguiente p r i m a v e r a . D e e s -
ta m a n e r a e n c a r n a la f o r m a de vida q u e t i e n e q u e cambiar, m i e n t r a s q u e ella p e r m a -
n e c e c o m o el p r i n c i p i o de vida q u e n u n c a m u e r e y q u e se renueva de c o n t i n u o a través
de sus formas cambiantes. Willetts, en su obra Creían Cults and Festivals, c o m e n t a q u e
el dios «representa el e l e m e n t o de d i s c o n t i n u i d a d , de c r e c i m i e n t o , d e s c o m p o s i c i ó n y
renovación e n el ciclo vegetal, de la m i s m a m a n e r a e n q u e la diosa representa la c o n -
tinuidad. Al participar de la m o r t a l i d a d d e la semilla, es u n dios q u e m u e r e de f o r m a
33
anual» . Éste es el «dios del año», q u e m u e r e y r e n a c e a n u a l m e n t e , y c u y o r e n a c i m i e n t o
se celebraba e n las cuevas d e las m o n t a ñ a s , así c o m o , c o n toda probabilidad, en el la-
b e r i n t o del palacio t e m p l o d e C n o s o s .
E n el anillo m i n o i c o d e o r o de la figura 41, u n d i m i n u t o j o v e n dios q u e sostiene
un báculo está d e s c e n d i e n d o del cielo, delante d e u n a c o l u m n a q u e señala u n s a n t u a -
rio de d o n d e crece el árbol d e la vida. La diosa, a cuya espalda crecen plantas, le da la
bienvenida, quizá c o m o espíritu d e la nueva vida q u e está r e g r e s a n d o d e los cielos, p o -
siblemente en forma d e lluvia. E n el sello m i c é n i c o d e la figura 42, la i m p o n e n t e d i o -
sa se sienta en su t r o n o ante el árbol d e la vida, m i e n t r a s u n j o v e n esbelto, o u n dios,
sosteniendo u n cayado o cetro, se yergue ante ella, i n c l i n á n d o s e l i g e r a m e n t e hacia atrás.
Su m a n o apunta hacia ella, mientras la d e ella, c r u z á n d o s e c o n la de él, lo señala a él;
es c o m o si estuviesen u n i d o s p o r las m a n o s , enlazados c o m o p o r u n n u d o . Parecería
que se trata de una plasmación exacta de la relación d e la diosa c o n su h i j o - a m a n t e ,
que será el t e m a d e los m i t o s de la E d a d del B r o n c e en S u m e r y en E g i p t o .
Este drama podría estar representado e n el sello m i c é n i c o d e la figura 43: la diosa
está de pie en el centro, g o l p e a n d o sus muslos en la actitud tradicional d e d u e l o , y su
163
4 3 . (arriba, izquierda) Diosa, joven
d i o s y s a c e r d o t i s a j u n t o al á r b o l d e la
v i d a ( s e l l o m i c é n i c o , c . 1 5 0 0 a. C.)
4 4 . (arriba, derecha) Joven dios con
árbol y m a c h o cabrío del q u e brotan
r a m a s ( s e l l o m i c é n i c o , c . 1 5 0 0 a. C.)
45. (abajo) H e r a c l e s m a t a n d o al t o r o
cretense (pintura sobre jarrón griego,
c. 5 3 0 - 5 1 0 a. C.)
164
La « d a m a del laberinto»
165
1
166
A p o l o , d e d i c a n d o u n a estatua d e la diosa q u e le había d a d o A r i a d n a . J u n t o a sus a c o m -
pañantes, ejecutó u n a danza i m i t a n d o los senderos circulares del l a b e r i n t o , e n r o l l a n d o
el hilo de A r i a d n a hacia el c e n t r o y de vuelta hacia fuera, la d i r e c c i ó n d e la i n v o l u c i ó n
y de la m u e r t e , seguida d e la e v o l u c i ó n y del n a c i m i e n t o . Se llamaba la danza d e la g r u -
lla p o r las sinuosas vueltas del cuello de estos pájaros e n sus rituales d e a p a r e a m i e n t o , y
quizá t a m b i é n p o r el h e c h o d e q u e el r e t o r n o de las grullas a n u n c i a b a la primavera;
36
Teseo la d a n z ó g i r a n d o e n t o r n o al altar de c u e r n o s . H a b í a u n a danza d e la grulla e n
Troya y, en t i e m p o s r o m a n o s , Virgilio tacha u n baile q u e se llamaba el «juego d e Troya»
37
de s e r p e n t e a n t e c o m o las curvas del l a b e r i n t o c r e t e n s e . Esta danza se c o n v i r t i ó en el
p r o t o t i p o de los p r i m e r o s bailes cristianos, e n los q u e el M i n o t a u r o se c o n v i r t i ó en el
Satán del i n f r a m u n d o y Teseo en C r i s t o , q u e lo v e n c e para regresar l u e g o a la vida, tra-
y e n d o consigo la vida eterna para t o d o s . Los l a b e r i n t o s d e C h a r t r e s y de A u x e r r e r e -
velan la persistencia de este s i m b o l i s m o i n m e m o r i a l .
La l e y e n d a del Minotauro
167
1
168
4 8 . T e s e o m a t a n d o al M i n o t a u r o (copa
d e A p o l o d o r o , 5 1 0 a. C . C h i u s i , Italia)
49. M a t a n z a ritual del t o r o (sello minoico
e n f o r m a d e c u e n t a d e o r o , c. 1 4 0 0 - 1 100 a. C.)
169
blo. Podría h a b e r algo d e verdad histórica e n este relato, a pesar de vislumbrarse a tra-
vés d e la perspectiva y d e los valores de u n a cultura diferente. Frazer c o n j e t u r a q u e «el
t r i b u t o de siete j ó v e n e s y siete doncellas q u e los atenienses d e b í a n enviar a M i n o s ca-
da o c h o años, tenía alguna c o n e x i ó n c o n la r e n o v a c i ó n del p o d e r del rey d u r a n t e o t r o
40
ciclo d e igual d u r a c i ó n » .
Si m i r a m o s al t o r o c o m o lo h a b r í a n h e c h o los m i n o i c o s , p e r c i b i m o s la e n c a r n a c i ó n
sagrada d e la fuerza vital, q u e el rey t a m b i é n e n c a r n a b a en su p e r s o n a en t a n t o q u e h i -
j o - a m a n t e d e la diosa. Al final de o c h o años, los p o d e r e s sagrados del m o n a r c a n e c e s i -
taban renovarse, y mientras q u e e n otros t i e m p o s y lugares d e t e r m i n a d o s ello requería
q u e se sacrificase al rey e n el m á x i m o a p o g e o d e su p o d e r , aquí el t o r o p o d r í a s u p l a n -
tarle. Si los prisioneros políticos atenienses estaban i n v o l u c r a d o s e n este ritual d e algu-
na m a n e r a , ello explicaría su repulsa hacia el h o m b r e - t o r o d e la m u e r t e .
Frazer, q u i e n p r i m e r o e x p u s o esta idea, explica q u e :
U n ciclo de ocho años es el período más corto al final del cual el sol y la luna van realmente
al mismo ritmo, tras solaparse, por así decirlo, durante la totalidad del intervalo. Así, por ejemplo,
41
sólo una vez cada ocho años coincide la luna llena con el día más largo, o con el más corto .
La tradición claramente implica que, al final de cada ocho años, los poderes sagrados del rey
precisaban ser renovados mediante el trato con la deidad, y que, sin tal renovación, él habría
perdido su derecho al trono. Podemos suponer que, entre las ceremonias solemnes que marca-
ban el comienzo o el final del ciclo de ocho años, el matrimonio sagrado del rey con la reina
42
jugaba un papel importante .
170
que tuviese lugar el m a t r i m o n i o sagrado. La c e r e m o n i a nupcial se llevaba a c a b o sin l u -
43
gar a dudas c o n el ropaje y las máscaras del t o r o y la vaca, al igual q u e e n E g i p t o .
Pasífae, la reina sacerdotisa, u n i é n d o s e al rey sacerdote, ella e n el i n t e r i o r d e la vaca y
él oculto e n el toro, respondería a esta d e s c r i p c i ó n , c o m o lo haría el M i n o t a u r o c o n su
c u e r p o de h o m b r e y cabeza de toro. Al «casarse» la reina sacerdotisa c o n el rey sacer-
dote, ella se transformaba e n diosa y él e n su h i j o - a m a n t e , y a través de esta u n i ó n se
regeneraba la tierra. Este m a t r i m o n i o entre reina sacerdotisa y rey sacerdote era t a m -
bién una i m i t a c i ó n en la tierra del m a t r i m o n i o q u e tenía lugar e n los cielos, c u a n d o el
sol y la luna regresaban, después de u n ciclo de o c h o años, a «la m i s m a celeste cámara
44
nupcial d o n d e se e n c o n t r a r o n p o r vez p r i m e r a » .
Solía relacionarse al t o r o c o n la luna a través d e la f o r m a d e l u n a creciente de sus
c u e r n o s , c o m o forma masculina d e la diosa lunar. Hasta este m o m e n t o p a r e c e c o m o si
el p r i n c i p i o fertilizador e n c a r n a d o en el t o r o se pusiese e n relación c o n el p o d e r vital
del sol, antes que, c o m o en t i e m p o s anteriores, c o n el r o c í o d e la luna, cuya n a t u r a l e -
45
za fructífera se renueva cada n o c h e . El h e c h o d e q u e el t o r o p e r s o n i f i q u e al sol antes
q u e a la luna refleja el p r o c e s o de c r e c i m i e n t o , c o n d u c e n t e a la i n d e p e n d e n c i a , del p o -
der m a s c u l i n o g e n e r a d o r de la diosa a n t a ñ o a n d r ó g i n a . Este p o d e r g e n e r a d o r , i m a g i -
n a d o p r i m e r o c o m o u n animal c o n c u e r n o s y después c o m o el hijo de la diosa, p u e -
de ahora e n c o n t r a r s e c o n ella c o m o su a m a n t e . Tras su m a t r i m o n i o sagrado, el a m a n t e
ha de ser sacrificado para renacer de ella c o m o su hijo, e n la i m a g e n de la r e n o v a c i ó n
constante. E n t o d o P r ó x i m o O r i e n t e a n t i g u o este sacrificio se representaba en el ritual
de matanza del toro. El sacrificio del t o r o constituía u n acto p r o p i c i a t o r i o para la fase
oscura d e la luna, del sol y del año, q u e garantizaba el regreso de la luz en el cielo y
de la fertilidad e n la tierra.
Los sellos y frescos de C n o s o s sugieren q u e , antes d e la m a t a n z a del toro, se i n v o -
caba el p o d e r m á g i c o del animal m e d i a n t e los saltos q u e m u c h a c h o s y m u c h a c h a s d a -
ban p o r e n c i m a d e su l o m o . El riesgo de m o r i r p a r e c e desaparecer ante el g o z o d e la
danza, y se sugiere q u e se trataba de sacerdotes y sacerdotisas s o m e t i é n d o s e a u n r i t o
de iniciación para entrar al servicio de la diosa q u e presidía el ritual. Las mujeres del
fresco de C n o s o s (figura 50) t i e n e n la piel blanca y la d e los h o m b r e s es roja, al igual
q u e o c u r r e en los frescos egipcios. U n a m u j e r está a p u n t o d e saltar p o r e n c i m a del t o -
ro, estirando sus m a n o s retorcidas para alcanzar su c u e r n o izquierdo, mientras q u e otra
p e r m a n e c e a la espera para recibir el c u e r p o del saltador v a r ó n , q u e ha c o m p l e t a d o a
medias su «salto mortal». La figura única en oro y marfil de la figura 51, q u e sólo al-
canza 17,5 c m de altura, representa a la diosa o a su s u m a sacerdotisa vestida c e r e m o -
n i a l m e n t e c o m o saltadora del t o r o ; su expresión es la d e absorta c o n c e n t r a c i ó n , c o m o
si estuviese e n posición para dar el salto acrobático sobre los c u e r n o s del animal.
Parece, pues, m u y plausible q u e lo más i m p o r t a n t e d e los rituales d e C n o s o s fuese
el m a t r i m o n i o sagrado (figura 52), y este significado subyacente se transmite de f o r m a
implícita e n la historia del M i n o t a u r o , a través del s i m b o l i s m o d e los n o m b r e s . Lo q u e
171
50. Saltadores de
toro, hombre y
mujer (fresco, c.
1 5 0 0 a. C . Cnosos,
Creta)
5 1 . (abajo, izquierda)
La d i o s a como
saltadora del toro
(críselefantina, c.
1 6 0 0 a. C , 17,5 cm
de altura. Se afirma
q u e fue encontrada
en C n o s o s , Creta)
5 2 . (abajo, derecha)
El matrimonio
sagrado (¿Teseo y
' • ! | V | i ' i I 11 11 I 1 1 i . Ariadna?), (pintura
e n u n a j a r r a , c. 7 0 0
a. C . Heraklion)
172
tiene lugar, m i t o l ó g i c a m e n t e hablando, en la leyenda es u n ciclo d e m a t r i m o n i o s sa-
grados entre el sol, c o m o toro, y la luna, c o m o princesa o sacerdotisa. C a d a u n o de los
cinco «matrimonios» —Zeus, el toro, c o n E u r o p a ; M i n o s , hijo del toro, c o n Pasífae; el
toro de Posidón c o n Pasífae; Teseo, hijo de P o s i d ó n , el toro, c o n Ariadna; y, más a d e -
lante, Dioniso, el toro, c o n A r i a d n a - simbolizan el m a t r i m o n i o del sol c o n la luna c o -
m o ciclo sin fin. Incluso c u a n d o parece i n t e r r u m p i r s e este ciclo, c o m o c u a n d o Teseo
abandona a Ariadna, D i o n i s o , el toro, o c u p a su lugar y c o m p l e t a el ritual.
Todos los n o m b r e s f e m e n i n o s de la leyenda t i e n e n c o n n o t a c i o n e s lunares, y los
masculinos tienen c o n n o t a c i o n e s solares. El n o m b r e de E u r o p a significa «la de amplios
ojos». Su m a d r e se llamaba Telefasa, «la q u e brilla a lo lejos», o A r g í o p e , «la d e blanca
faz»; su padre era el rey Fénix, q u e significa el c o l o r rojizo del sol. Kerényi coitienta al
respecto: «En otras palabras, la cara de ambas, m a d r e e hija, era la d e la luna»*'. En
Creta, E u r o p a se casó c o n el rey Asterión, c u y o n o m b r e significa «rey d e las estrellas».
Es interesante el n o m b r e d e M i n o s p o r q u e recuerda al m o n a r c a M e n e s , el p r i m e r rey
dinástico de E g i p t o (2850 a. C.) y t a m b i é n a M i n , dios e g i p c i o de la fertilidad y del
crecimiento, representado e n las procesiones p o r u n t o r o b l a n c o q u e precedía la i m a -
gen itifálica del dios. M i n llevaba t a m b i é n u n mayal q u e se utilizaba para separar la s e -
milla de la cascara, c o m o Osiris, cuya semejanza c o n M i n o s en t a n t o q u e j u e z de los
muertos es llamativa. Es t a m b i é n posible q u e M i n o s fuese el n o m b r e de u n a dinastía,
pues su nieto se llamaba I d o m e n e o , q u e lleva la m i s m a raíz de M i n o s en el centro. El
n o m b r e «Min» podría h a b e r significado «el q u e trae la fertilidad», p o r el dios egipcio
de la fertilidad, p o s i b l e m e n t e siguiendo la c o s t u m b r e egipcia d e los faraones, q u e aña-
dían el n o m b r e d e sus dioses al suyo p r o p i o , c o m o , p o r p o n e r u n e j e m p l o , T u t A n k
A m u n . Pasífae, la esposa d e M i n o s , t i e n e u n n o m b r e q u e significa «la q u e para t o d o s
reluce», siendo ella m i s m a la hija de H e l i o , el sol, y d e Perséis —uno d e los n o m b r e s de
la diosa luna e n la genealogía d e H e s í o d o - , q u e era la m a d r e d e H é c a t e y la q u e dio
su n o m b r e a Perséfone. E n algunas versiones del relato, al M i n o t a u r o t a m b i é n se le d e -
nominaba A s t e n o («estrella»), el n o m b r e del m a r i d o d e E u r o p a , el rey d e C r e t a .
Ariadna, o r i g i n a l m e n t e Ariagne, significaba «sagrada y pura», u n superlativo de H a g n é ,
que era un n o m b r e d e Perséfone en su papel d e reina del i n f r a m u n d o (de d o n d e p r o -
viene la palabra inglesa hag, «bruja»). El o t r o n o m b r e d e A r i a d n a era Aridela, «la visi-
ble de lejos», q u e se refería a su transformación e n u n a d i a d e m a de estrellas en el c i e -
47
lo j u n t o a su m a r i d o , D i o n i s o , el t o r o .
173
Esta relación esencial entre los m o d o s d e ser m a s c u l i n o y f e m e n i n o es el aspecto más
fundamental, quizá, d e lo q u e se está analizando a través d e las historias d e diosas y d i o -
ses. Pero, v o l v i e n d o a la etapa histórica e n q u e se sitúa este d r a m a arquetípico, p o d e m o s
afirmar q u e Teseo, el de la heroica hazaña, deja atrás a A r i a d n a , la d e la luna, e n los b r a -
zos d e la última e n c a r n a c i ó n del dios t o r o ; p o r su parte, él se aleja en su barco, sin car-
gas n i obstáculos, hacia la tierra d e la libertad, sin saber q u e lleva el hilo lunar firme-
m e n t e sujeto en su interior. Pues allí, en Atenas, e n c o n t r a r á a la diosa A t e n e a , la del
e s c u d o y la serpiente, a A r t e m i s , la de los animales, y a D e m é t e r , la del d o r a d o maíz.
Allí estará t a m b i é n Perséfone, la hija de D e m é t e r , q u e sostiene las antorchas del infra-
m u n d o , Afrodita cabalgando sobre su ganso y su cisne, y H e r a , «la de ojos d e vaca», con
su esposo, Z e u s el toro. Y, finalmente, Gea, diosa d e la tierra, q u e dio a luz a t o d o s ellos.
C r e t a nos ha dejado u n a visión única de la vida c o m o c e l e b r a c i ó n del h e c h o de es-
tar vivo, y u n a i m a g e n igual d e la m u e r t e , c o n lo q u e vida y m u e r t e se e x p e r i m e n t a n
c o m o u n t o d o sagrado. Es c o m o si la vida se viviese e n u n solo suspiro d e g o z o y a s o m -
b r o ; d o n d e , c o m o en la infancia y en los m o m e n t o s d e epifanía, la naturaleza y el fun-
d a m e n t o d i v i n o del ser f o r m a n u n a sola u n i d a d . ¿Podría tratarse de u n a m e r a c o i n c i -
dencia el q u e las gentes d e C r e t a viviesen d u r a n t e miles d e años e n a r m o n í a c o n los
r i t m o s d e la naturaleza, e x p e r i m e n t a d a c o m o u n a g r a n diosa, y q u e t a m b i é n viviesen
en paz? El m i t o d e la diosa alcanza su c u l m i n a c i ó n aquí, antes d e su declive gradual e n
las culturas de la E d a d del B r o n c e d e P r ó x i m o O r i e n t e y d e su e x t i n c i ó n casi c o m p l e -
ta e n la E d a d del H i e r r o . Pues C r e t a fue la h e r e d e r a directa d e la visión neolítica, q u e
había persistido relativamente i m p e r t u r b a d a sobre la tierra d u r a n t e m u c h o s milenios.
C o n el fin d e la civilización m i n o i c a y m i c é n i c a , se p i e r d e u n a visión única del m o d o
e n q u e p o d í a h a b e r c o n t i n u a d o e v o l u c i o n a n d o la c o n s c i e n c i a h u m a n a . Parece claro
q u e e n la isla la naturaleza h u m a n a n o era g u e r r e r a , p e r o , p o r o t r o lado, la defensa y el
ataque se estaban c o n v i r t i e n d o en la n o r m a en otras partes del m u n d o . Tribus n ó m a -
das q u e r e n d í a n c u l t o a dioses tribales d e la t o r m e n t a , del v i e n t o , del t r u e n o y del fue-
go v o l c á n i c o se a b r i e r o n c a m i n o p o r la vía del c o m b a t e hasta las tierras de otros p u e -
blos, sin sensibilidad alguna para c o n las a r m o n í a s sutiles de la vida agrícola n i los
rituales religiosos q u e d e s t r u y e r o n . E n este m o m e n t o el dios y su r e p r e s e n t a n t e d i v i n o
sobre la tierra, el rey g u e r r e r o , c o m i e n z a n a o c u p a r el c e n t r o del escenario. N o es d e
extrañar q u e , m u c h o s siglos más tarde, la Grecia clásica mirase hacia atrás a C r e t a c o -
m o a u n a perdida E d a d de O r o , hallando en ella la inspiración d e sus dioses y diosas.
174
4
La E d a d d e l Bronce:
la d i o s a m a d r e y su hijo-amante*
T r a d u c c i ó n de Susana P o t t e c h e r .
175
m o r i r , y q u e cae a u n a o s c u r i d a d d e n o m i n a d a el «inframundo». Esta separación se r e -
fleja en la naturaleza m e d i a n t e una pérdida d e luz y d e fertilidad. La diosa desciende
para v e n c e r a la o s c u r i d a d ; para q u e el ser a q u i e n ama p u e d a regresar a la luz, y la v i -
da p u e d a proseguir.
E n S u m e r , el n o m b r e de la diosa es I n a n n a ; baja al m u n d o inferior para e n c o n t r a r -
se c o n su h e r m a n a Ereshkigal, reina del i n f r a m u n d o . Al regresar al m u n d o superior,
envía a D u m u z i , su c o n s o r t e , «señor del abismo», a sustituirla e n su lugar. Su n o m b r e
e n Babilonia es Istar, la q u e viaja a n u a l m e n t e para despertar a su h i j o - a m a n t e , T a m m u z ,
d e su s u e ñ o e n la o s c u r i d a d bajo tierra y r e c o n d u c i r l o arriba a la luz. E n E g i p t o , la d i o -
sa Isis, casada c o n su h e r m a n o esposo, Osiris, lo p i e r d e c u a n d o m u e r e a m a n o s de su
h e r m a n o Seth. La tierra entera q u e d a baldía hasta q u e lo e n c u e n t r a y vuelve a reunir
todas las partes d e su c u e r p o d e s m e m b r a d o . E n C a n a á n , el dios Baal se a d e n t r a en el
i n f r a m u n d o para enfrentarse c o n el p o d e r de la m u e r t e , personificado en M o t , su h e r -
m a n o . M o t le v e n c e , y la h e r m a n a de Baal, la diosa A n a t h , baja b u s c a n d o su c u e r p o
para darle sepultura. L u e g o , ella misma acaba c o n M o t , esparciéndolo c o m o g r a n o p o r
los c a m p o s . E n Grecia, la diosa D e m é t e r pierde a su hija, Perséfone, atrapada p o r el
dios del i n f r a m u n d o , H a d e s , q u e la aparta de la luz para casarse c o n ella en la o s c u r i -
dad inferior. El luto d e D e m é t e r deja a la tierra sin a l i m e n t o , y sólo c u a n d o regresa a
ella su h e r m a n a , en p r i m a v e r a , la tierra se h a c e fructífera y da e n ofrenda el m a í z q u e
da la vida.
Más adelante, los m i t o s de la Edad del H i e r r o c u e n t a n una historia similar acerca
d e Cibeles y Atis, y d e Afrodita y A d o n i s . La diosa C i b e l e s a m a a u n m u c h a c h o pas-
tor, q u e es hijo de u n rey, p e r o él se e n a m o r a d e una ninfa. Llevado a la locura p o r la
celosa diosa, Atis se castra a sí m i s m o c o n u n a piedra. M i e n t r a s la diosa lo llora, brota
de su c u e r p o u n p i n o y crecen flores de su sangre. La diosa griega Afrodita pierde a su
a m a n t e , el h e r m o s o A d o n i s , s e ñ o r de la v e g e t a c i ó n , q u e es c o r n e a d o hasta la m u e r t e
p o r u n jabalí mientras cazaba en los b o s q u e s . A h o r a ya n o es la propia diosa q u i e n le
rescata, sino q u e t i e n e q u e pedirle a Z e u s q u e le p e r m i t a volver a la vida d e p r i m a v e -
ra a o t o ñ o , la estación fértil de la tierra. F i n a l m e n t e , Jesús, hijo de la m a d r e virgen,
María, m u e r e y d e s c i e n d e al infierno d u r a n t e tres días, el n ú m e r o d e días de o s c u r i d a d
en los q u e n o hay luna. E n el m i t o cristiano, C r i s t o es «rescatado» p o r su padre en los
cielos, mas, al igual q u e los otros, su regreso c o i n c i d e c o n la fecha d e r e g e n e r a c i ó n de
la tierra. La Pascua se celebra el d o m i n g o q u e sigue a la p r i m e r a luna llena tras el e q u i -
n o c c i o de primavera, d e f o r m a q u e la r e s u r r e c c i ó n d e C r i s t o , al igual q u e las q u e la
p r e c e d e n , refleja t a m b i é n el c a m b i o del i n v i e r n o a la primavera.
La estructura de esta historia p u d i e r a haberse inspirado en la relación de la h u m a -
nidad c o n la luna. D u r a n t e incontables m i l e n i o s , los seres h u m a n o s habían visto crecer
su luz hasta llegar a la p l e n i t u d , para dar paso a la o s c u r i d a d y renacer de esta última
una y otra vez, en u n r i t m o c o n s t a n t e q u e d e b i ó d e parecerles e t e r n o . E n el Paleolítico,
la luna p r o p o r c i o n ó a los p u e b l o s el t i e m p o : la secuencia, la d u r a c i ó n y la r e c u r r e n c i a .
176
1. E s c r i t u r a c u n e i f o r m e s u m e r i a ( p r i m e r a p i e d r a , h e c h a d e b a s a l t o negro,
del zigurat de U r - N a m m u , f u n d a d o r d e la t e r c e r a d i n a s t í a d e U r , c . 2 1 0 0 a. C .
La i n s c r i p c i ó n d i c e l o s i g u i e n t e : « P a r a I n a n n a , s e ñ o r a d e E a n n a , su s e ñ o r a ,
Ur-Nammu, p o d e r o s o v a r ó n , rey de U r , rey de S u m e r y A c a d , construyó
y r e s t a u r ó su t e m p l o p a r a e l l a » )
2. Escritura jeroglífica egipcia que muestra a m a r i d o (Shery) y mujer (Kherta)
c o n o f r e n d a s ( c o r n i s a d e falsa p u e r t a d e l s e p u l c r o d e l I m p e r i o A n t i g u o , IV
d i n a s t í a , c . 2 5 7 5 - 2 4 6 7 a. C . Saqqara)
177
i
178
des dramas míticos q u e expresan la misteriosa analogía e n t r e la vida d e la luna, la de las
plantas y la de los seres h u m a n o s . El participar e n estos rituales p r o p o r c i o n a b a la c o n
fianza en q u e , de la m i s m a f o r m a q u e a la o s c u r i d a d sigue la luz, el r e n a c i m i e n t o sigue
a la m u e r t e . Toda vida, p o r lo tanto, c o n t i e n e u n a p r o m e s a de r e n o v a c i ó n . El m a t r i
m o n i o sagrado, e n d o n d e la diosa m a d r e , c o m o novia, se u n e a su hijo, c o m o a m a n t e ,
vuelve a p o n e r e n c o n e x i ó n s i m b ó l i c a m e n t e los dos «mundos» d e zoé y bíos, y es esta
u n i ó n la q u e regenera la tierra.
La c u l t u r a d e la d i o s a e n la E d a d d e l B r o n c e temprana
179
El m i t o d e la diosa se e x t e n d i ó desde la vieja E u r o p a hasta el valle del I n d o ; u n es-
t u d i o detallado de sus i m á g e n e s debería incluir el valle del I n d o y la India c o m o u n
c o n j u n t o . La civilización del valle del I n d o , c o n sus dos g r a n d e s ciudades, M o h e n j o -
D a r o al sur y H a r a p p a e n el n o r t e , se hallaba en p l e n o florecimiento antes del 2500 a.
C . Poseía n u m e r o s a s características en c o m ú n c o n S u m e r y E g i p t o , p e r o parece haber
t e n i d o u n nivel de vida más alto. Existe evidencia d e q u e las ciudades del valle del I n d o
y S u m e r m a n t u v i e r o n estrechos contactos comerciales e n t r e sí d u r a n t e el c u a r t o y ter-
cer m i l e n i o a. C , y q u e se i n t e r r u m p i e r o n d u r a n t e el p e r í o d o d e las invasiones arias.
Se h a n hallado sellos idénticos allí y e n E s h n u n n a , e n M e s o p o t a m i a , y t a m b i é n e n el
2
a n t i g u o E l a m (Irán), q u e datan de antes del 2300 a. C . C a m p b e l l llama la a t e n c i ó n s o -
bre la universalidad de las i m á g e n e s míticas q u e fueron e v o l u c i o n a n d o d e E u r o p a o c -
cidental hasta Asia, ya q u e - c o m o indica este a u t o r - e n c o n t r a m o s las mismas i m á g e -
nes simbólicas en el E g e o y en la India: la diosa c o m o vaca y l e o n a , el árbol d e la vida,
y el dios, c o n s o r t e d e la diosa, cuyo animal es el t o r o y c u y o d e s t i n o está ligado a las
fases crecientes y m e n g u a n t e s de la luna. La evidencia sugiere q u e existía u n a m i t o l o -
gía central cuya m a t r i z era el P r ó x i m o O r i e n t e a n t i g u o , y q u e fue transportada en a m -
bas direcciones a través de la tierra y el mar, p r o b a b l e m e n t e e n el c u r s o d e actividades
3
comerciales . Las dos i m á g e n e s asombrosas d e las figuras 3 y 4 —una p r o v e n i e n t e del l u -
gar d o n d e Anatolia oriental linda c o n Siria y, la otra, del valle del Indo— m u e s t r a n una
c o n t i n u i d a d n o sólo c o n las i m á g e n e s más antiguas d e la diosa del Paleolítico, sino t a m -
b i é n c o n las diosas pájaro y serpiente neolíticas d e la vieja E u r o p a .
E n el c u a r t o m i l e n i o a. O , a ú n se e x p e r i m e n t a b a a la naturaleza c o m o n u m i n o s a ,
4
esto es, c o m o u n m i s t e r i o arrollador t a n t o sagrado c o m o vivo . C a m p b e l l evoca esta
cualidad de la consciencia c u a n d o señala q u e «no es q u e lo d i v i n o esté e n todas partes,
5
es q u e lo d i v i n o lo es t o d o » . E r a n los rayos del sol, la subida y bajada d e las aguas de
los ríos, el brillo de las estrellas, la violencia d e las aguas torrenciales, la gran y e m a de
la palmera d e dátiles, los verdes brotes del maíz, el árbol frutal, las uvas d e la viña. E r a n
la atracción e n t r e el varón y la h e m b r a , el r u g i d o a t r o n a d o r de las t o r m e n t a s , la lluvia
d a d o r a de vida y el t e r r o r d e v o r a d o r de la bestia d e presa. Eran la salud y la e n f e r m e -
dad, la vida y la m u e r t e . La energía n u m i n o s a d e t o d o s estos p o d e r e s era «nombrada»
p o r los s u m e r i o s y egipcios a través de dioses y diosas q u e se manifestaban en esas d i -
ferentes formas de vida.
Paralelamente t u v o lugar u n a gran explosión d e c o n o c i m i e n t o a m e d i d a q u e se d e s -
c u b r i e r o n la escritura, las matemáticas y la a s t r o n o m í a . F u e c o m o si la m e n t e h u m a n a
h u b i e s e revelado d e r e p e n t e u n a nueva d i m e n s i ó n d e sí m i s m a . Estos d e s c u b r i m i e n t o s
se iniciaron e n t r e el sacerdocio, p e r o a m e d i d a q u e el r i t m o de la vida se aceleró para
integrarlos, afectó a t o d o s los m i e m b r o s d e la sociedad. E n estas culturas, la h u m a n i -
dad parecía estar al b o r d e d e u n a nueva era; sin e m b a r g o , d u r a n t e los siguientes 2.000
años, S u m e r fue sacudida hasta sus c i m i e n t o s p o r c i e r t o a c o n t e c i m i e n t o cataclísmico.
¿Qué ocurrió?
180
5. La d i o s a I s t a r sosteniendo
un j a r r ó n c o n las a g u a s d e
la v i d a ( c . 1 8 0 0 a. C.
Palacio de M a r i ,
Mesopotamia)
6. S e t i I r e c i b i e n d o el c o l l a r
s a g r a d o d e la d i o s a Hathor
( b a j o r r e l i e v e , XIX d i n a s t í a ,
c. 1300 a. C.)
181
La mutación cultural de mayor importancia y alcance de este tipo en la historia de la raza
humana fue la que transcurrió en Mesopotamia en t o m o a la mitad del cuarto milenio a. C ,
cuando se erigieron... una constelación de ciudades estado gobernadas por reyes, de acuerdo
con u n a noción de orden cósmico y ley derivada de una observación de los cielos sistemática
y prolongada a través de los tiempos. Templos altísimos, símbolos de una imagen nueva del
universo, hicieron su aparición en este tiempo; fueron los primeros ejemplos de arquitectura
monumental de la historia de la civilización. En el interior de los recintos de estos santuarios,
los miembros de un nuevo tipo de sacerdocio altamente especializado y observador de los cie-
los inventaron, en t o m o al 3200 a. C , la escritura, la notación matemática (la sexagesimal y la
decimal), así como los comienzos de u n a verdadera ciencia exacta de observación astronómi-
ca... Este concepto, que cambió la vida, de un orden político y social basado en el firmamen-
to, alcanzó a Egipto alrededor del 2 8 5 0 a. C , con la fundación de la I dinastía; a Creta, por u n
lado, y a la India, por el otro, aproximadamente hacia el 2500 a. C
Las i m á g e n e s d e las constelaciones, de los meses del a ñ o , de las horas y d e los se-
g u n d o s q u e a ú n m a r c a n el paso del t i e m p o e n el siglo XX son la h e r e n c i a de los des-
c u b r i m i e n t o s s u m e r i o s q u e se llevaron a c a b o h a c e casi 5.500 años.
La s e p a r a c i ó n d e la naturaleza
182
mientras q u e los dioses padre c o m i e n z a n a t e n e r p r o t a g o n i s m o . E r i c h N e u m a n n , e n su
libro The Origins and History of Consciousness, analiza este m o v i m i e n t o c o m o u n desa-
7
rrollo inevitable y licito de la historia d e la consciencia h u m a n a . Sin e m b a r g o , esta
progresión «natural» se aceleró i n d u d a b l e m e n t e , y se distorsionó c o n frecuencia d e b i -
do a lo súbito del i m p a c t o de los p u e b l o s venidos al P r ó x i m o O r i e n t e , q u e t e n í a n u n a
visión de la vida c o m p l e t a m e n t e distinta. Las i m á g e n e s d e la diosa c o m i e n z a n a p e r d e r
su capacidad d e inspiración; g r a d u a l m e n t e el p r i n c i p i o m a s c u l i n o a s u m e u n papel c a -
da vez más d i n á m i c o . Es c o m o si la energía liberada d u r a n t e este t i e m p o d e c a m b i o s
tumultuosos condujera al d e s c u b r i m i e n t o de n u m e r o s o s tipos d e habilidades nuevas,
que a su vez amplían la i m a g e n d e los «poderes» d e los q u e derivan. C a d a aspecto del
quehacer h u m a n o v i e n e a estar bajo el g o b i e r n o d e u n a diosa o d e u n dios particular;
se invoca su ayuda a m e d i d a q u e se a ñ a d e n actividades nuevas a las antiguas. Las diosas
y dioses «madre» y «padre» e n g e n d r a n «hijos» e «hijas», y u n e l a b o r a d o sistema d e p a -
rentesco divino y de m a t r i m o n i o s m i x t o s c o n e c t a los n u e v o s d e s c u b r i m i e n t o s del r e i -
no h u m a n o c o n las deidades originales d e la fuente d e la vida, y e n última instancia
con la diosa m a d r e . N o obstante, nuevos m i t o s d e c r e a c i ó n , d o n d e el dios padre j u e g a
un papel fundamental, e m p i e z a n a hacer s o m b r a a los a n t i g u o s .
S u m e r y E g i p t o a p o r t a n la p r i m e r a evidencia escrita del m i t o d e la separación e n -
tre el cielo y la tierra, q u e iba a sentar las bases d e las teologías e n la E d a d del H i e r r o .
Ya n o se da i m p o r t a n c i a a la creación q u e surge de u n a diosa m a d r e , sino a u n dios q u e
separa a sus padres y q u e inicia, p o r lo tanto, el «proceso» d e creación. El m i t o s u m e -
rjo de creación más a n t i g u o c u e n t a la historia d e N a m m u , diosa de las aguas p r i m o r -
diales, q u e trajo al m u n d o la m o n t a ñ a cósmica A n Ki, cielo y tierra. A n y Ki trajeron
al m u n d o u n hijo, Enlil (dios del aire o del aliento), q u e separó el cielo de la tierra y se
llevó a la tierra, su madre, para desposarla.
183
7. El d i o s e g i p c i o S h u (aire) s e p a r a n d o a N u t
(cielo) y a G e b (tierra), (pintura egipcia,
detalle del papiro de G r e e n f i e l d , c . 1 0 0 0 a. C.)
184
] 0 y, c o m o aire, m a n t i e n e al cielo alejado d e la tierra, c r e a n d o u n espacio e n t r e ellos.
Esto podría e n t e n d e r s e c o m o i m a g e n del n a c i m i e n t o d e la consciencia, q u e provoca la
existencia de la dualidad y libera el p r o c e s o de creación (figura 7).
En Menfis, el m i t o d e la creación se centra e n el dios P t a h , cuya esencia divina se
creía q u e p e n e t r a b a toda creación, e n la analogía d e la m e n t e y el c o r a z ó n d a n d o vida
al c u e r p o : él «pensó en su corazón» t o d o c u a n t o existe, y su l e n g u a dio la palabra al
pensamiento de su c o r a z ó n :
185
í
p o r e j e m p l o , frenar el d e s b o r d a m i e n t o d e u n río, c ó m o g o b e r n a r u n a c i u d a d d e m u -
c h o s miles d e personas, o el m o d o d e defenderla de u n b á r b a r o e n e m i g o . A q u í el an-
t i g u o instinto cazador se desvía del animal y se e n c a u z a hacia las nuevas exigencias de
supervivencia. La a c c i ó n h e r o i c a del i n d i v i d u o d o t a d o era necesaria e n todas las esfe-
ras de la vida, y el i n d i v i d u o h e r o i c o se c o n v i e r t e e n el «guía d e la h u m a n i d a d e n ge-
1 5
neral», c o m o afirma N e u m a n n , d e f i n i e n d o la tarea q u e finalmente habrá d e cumplir
t o d o i n d i v i d u o . La a p a r i c i ó n del m i t o del h é r o e traslada el foco d e a t e n c i ó n d e la gran
r u e d a de la naturaleza, expresada c o m o el m i t o d e la diosa, al « m u n d o c o m o c e n t r o del
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universo, el p u n t o sobre el cual se y e r g u e el h o m b r e » . Es posible observar q u e lo que
d e n o m i n a m o s m i t o del cazador en el Paleolítico se ha c o n v e r t i d o ahora e n el m i t o del
héroe.
Hacia finales de la Edad del Bronce y, de modo más intenso, en los albores de la Edad de
Hierro (c. 1250 a. C. en el Próximo Oriente), la antigua cosmología y las mitologías de la dio
sa madre fueron transformadas, reinterpretadas y, en gran medida, hasta suprimidas de forma ra
dical por aquellos guerreros patriarcales tribales, inesperados intrusos, cuyas tradiciones nos hai
llegado principalmente a través del Antiguo y N u e v o Testamento y de los mitos de Grecia. D o
matrices geográficas extensas fueron las tierras de origen de estas oleadas de guerreros insur
gentes: para los semitas, los desiertos siroárabes, donde, como nómadas errantes, pastoreaban re
baños de cabras y ovejas y más tarde dominaron al camello; y, para las estirpes helenoarias, la
extensas planicies de Europa y del sur de Rusia, donde apacentaban sus manadas de ganado '
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donde pronto domesticaron al caballo .
186
yor n ú m e r o , e n M e s o p o t a m i a , Anatolia y las tierras q u e se p r o l o n g a n hacia el este, h a s
ta el valle del I n d o . Al m i s m o t i e m p o , las tribus semitas se trasladan a M e s o p o t a m i a y
a C a n a á n desde los desiertos siroárabes. Los d e s c e n d i e n t e s d e los viejos cazadores p a l e
olíticos, e n sus tribales tierras originales d e las vastas y verdes estepas del n o r t e d e los
mares N e g r o y Caspio, se h a n c o n v e r t i d o ahora e n g u e r r e r o s . P o d e m o s trazar sus r u
tas de conquista a m e d i d a q u e aparecen c o m o hititas e n Anatolia y Siria; matamos, h u -
rritas y casitas en M e s o p o t a m i a ; aqueos, y después d o r i o s , e n Grecia; y arios e n el v a
18
lle del I n d o . D o n d e q u i e r a q u e penetrasen se establecían c o m o la casta d o m i n a n t e , y
su aparición q u e d a marcada p o r la estela de devastación q u e van d e j a n d o a su paso: s ó
lo en Anatolia se saquearon y q u e m a r o n unas 300 ciudades, Troya e n t r e ellas (c. 2300
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a. O ) , y el m i s m o sistema se repitió- desde Grecia hasta el valle del I n d o . Existe esca
so rastro del m i t o d e la diosa q u e m i t i g u e la barbarie de este c o m p o r t a m i e n t o , o q u e
reúna las partes c o n el t o d o . Más b i e n , el t o d o está v i o l e n t a m e n t e f r a g m e n t a d o y las
partes se c o l o c a n e n o p o s i c i ó n la una c o n la otra, u n a situación de conflicto q u e h a
p e r d u r a d o hasta el día de hoy. El eco de la m i t o l o g í a de la guerra, q u e e s c u c h a m o s e n
el Mahabharata, e n la Ilíada, y en el A n t i g u o T e s t a m e n t o , p r o v i e n e de esas m i g r a c i o n e s
de la E d a d del B r o n c e .
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(1800 a. C.) es famoso p o r su c ó d i g o d e leyes. O t r o g r u p o de a m o r r e o s c o n q u i s t ó la
c i u d a d de J e r i c ó cerca del 1450 a. O , dejándola e n ruinas; fueron l u e g o sucedidos p o r
los cananeos, q u e los siguieron a Palestina y Siria. Los h e b r e o s c o n q u i s t a r o n a su vez a
los cananeos, p e r o s u c u m b i e r o n ante los asirios (580 a. C ) , q u e h a b í a n tomado
Babilonia e n el 1100 a. O , e x t e n d i e n d o su i n m e n s o i m p e r i o sobre sus aterrorizados v e -
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cinos .
Pero, m u c h o antes d e ser c o n o c i d o s p o r sus n o m b r e s tribales, los semitas habían
e m i g r a d o a M e s o p o t a m i a llevando c o n ellos sus r e b a ñ o s d e cabras y ovejas y c o n v i -
v i e n d o quizá, en t i e m p o s anteriores, c o n sus h a b i t a n t e s d e m o d o más pacífico q u e sus
sucesores. Los dioses de los semitas h a b i t a b a n e n las n u b e s y sobre las c u m b r e s de las
m o n t a ñ a s y arrojaban t r u e n o s , c o m o los dioses d e los arios. M a s t a m b i é n poseían en
gran m e d i d a el carácter d e dioses tribales, p r o t e g i e n d o cada u n o a u n g r u p o tribal c o n -
creto y, más tarde, a u n a ciudad.
A m b o s p u e b l o s invasores i n t r o d u j e r o n la idea d e u n a o p o s i c i ó n e n t r e los p o d e r e s de
la luz y d e la oscuridad, i m p o n i e n d o esta p o l a r i d a d sobre la perspectiva más antigua en
la q u e el t o d o c o n t e n í a a las dos, luz y o s c u r i d a d , e n u n a relación siempre fluctuante.
E n sendas mitologías hay evidencia de u n a desacralización de la naturaleza y d e la v i -
da h u m a n a , q u e contrasta d e f o r m a llamativa c o n la a c t i t u d del granjero neolítico, que
vivía e n estrecha p r o x i m i d a d c o n la tierra y las leyes rítmicas d e la diosa e n t a n t o q u e
i n m a n e n t e s a toda f o r m a d e vida. La creencia e n la separación absoluta e n t r e la h u m a -
nidad y la deidad es contraria a la visión del a g r i c u l t o r n e o l í t i c o , y t a m p o c o es típica
de Sumer, p o r lo q u e p o d e m o s p r e g u n t a r n o s , ¿ q u é es lo q u e p r o v o c ó su existencia?
¿Fue la dureza de la existencia en el desierto y e n las estepas lo q u e i n d u j o a las tribus
n ó m a d a s el s e n t i m i e n t o de q u e la h u m a n i d a d estaba c o n d e n a d a a estar enfrentada a los
p o d e r e s d e la naturaleza y a ser siempre d e r r o t a d a p o r ellos? La perspectiva vital s e m i -
ta g a n ó supremacía e n M e s o p o t a m i a a m e d i d a q u e las tribus del desierto se establecie-
r o n e n el n o r t e d e S u m e r y alcanzaron el d o m i n i o político t a m b i é n sobre el sur.
Trajeron a la literatura de la E d a d del B r o n c e u n s e n t i d o p r o f u n d o d e la futilidad de la
vida, del carácter definitivo d e la m u e r t e , y u n a c o n v i c c i ó n f u n d a m e n t a l de la culpa-
bilidad h u m a n a .
C o m o c o n s e c u e n c i a d e las invasiones arias y semíticas, las actitudes ante la vida y la
m u e r t e se alteraron r a d i c a l m e n t e , e n t a n t o q u e se sentía q u e n o se p o d í a confiar e n la
vida, y la m u e r t e violenta se c o n v i r t i ó en la n o r m a antes q u e e n la e x c e p c i ó n . Así, u n a
relación c o n la naturaleza d e m u c h o s miles d e años d e a n t i g ü e d a d sufrió u n a c o n m o -
c i ó n , al dejar de sentirse la g e n t e segura e n sus aldeas y buscar refugio p r i m e r o e n p e -
queñas ciudades y l u e g o e n grandes ciudades cercadas c o n m u r o s i n m e n s o s . U n n u e -
vo g r u p o social, el de los g u e r r e r o s , h i z o su a p a r i c i ó n , y el a n t e r i o r g r u p o de granjeros,
25
tan e s t r e c h a m e n t e u n i d o , se c o n v i r t i ó e n p o c o más q u e e n siervos . D e h e c h o , el ca-
rácter general de la mitología cambia a m e d i d a q u e t a n t o diosas c o m o dioses se c o n t a -
gian de la ética guerrera, ratificando las acciones bárbaras de u n o s reyes cuyas a m b i -
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ciones territoriales los arrastran a ú n más a la c o m p u l s i ó n d e la c o n q u i s t a y a esclavizar
a otros p u e b l o s . Eliade escribe q u e ahora «la p e r s e c u c i ó n y m a t a n z a d e u n animal sal-
vaje se c o n v i e r t e en el m o d e l o m í t i c o para la c o n q u i s t a d e u n t e r r i t o r i o y de la f u n d a -
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ción de u n estado» .
Las m i g r a c i o n e s tribales c a m b i a r o n el carácter d e la E d a d del B r o n c e t e m p r a n a y
tuvieron u n efecto d u r a d e r o e n la evolución de la consciencia de las civilizaciones q u e
vinieron a c o n t i n u a c i ó n . Su legado pervive en actitudes d o m i n a n t e s y estructuras de
respuesta ante la vida q u e n o h a n sido cuestionadas, y q u e t i e n e n todavía h o y u n a i n -
fluencia c o n t r o l a d o r a de la psique. E n t a n t o q u e esto c o n s t i t u y ó u n c a m b i o p r o f u n d o
a peor, resulta esencial distinguir entre la visión y los valores d e las tribus arias y s e m i -
tas, y los de aquellos pueblos q u e habían sido agricultores asentados d u r a n t e miles d e
años, en apariencia de forma más o m e n o s pacífica. N a d a m e n o s q u e nuestra visión d e
la naturaleza h u m a n a está e n j u e g o . ¿ H e m o s de a t e n d e r a los valores d e estas tribus n ó -
madas c o m o específicos de su propia experiencia d e la vida, o c o m o representativos d e
toda la raza h u m a n a ? Si t o m a m o s la ética de conquista q u e trajeron c o n s i g o c o m o u n
rasgo p r o p i o d e una consciencia tribal específica, e n t o n c e s n o es n e c e s a r i o generalizar
esta visión de la vida, c o n c l u y e n d o q u e la naturaleza h u m a n a es i n n a t a m e n t e agresiva y
combativa.
C o m o herederos d e ambas experiencias, la del N e o l í t i c o y la d e la E d a d del B r o n c e
(se d e s c o n o c e , i n e v i t a b l e m e n t e , q u é p r o p o r c i ó n g u a r d a n e n t r e sí), t e n e m o s dos «almas
históricas» d e n t r o d e nosotros, una c o n la visión d e la vida q u e prevaleció antes de la
Edad del B r o n c e , y la otra, fraguada en el crisol d e aquella edad aterradora. Es posible
que hayamos aceptado, de f o r m a aerifica q u e sólo u n a d e esas visiones es intrínseca a
la naturaleza h u m a n a —el paradigma de «los vencedores»— antes q u e p r e g u n t a r n o s si fue
algo q u e nos fue i m p u e s t o h a c e t a n t o t i e m p o q u e ahora parece «natural».
El o r d e n del patriarcado
189
ba basado e n el p a r a d i g m a d e la c o n q u i s t a y d e la o p o s i c i ó n : u n a visión d e la vida y,
p a r t i c u l a r m e n t e , d e la naturaleza, c o m o u n «otro» a q u i e n conquistar. El m u n d o m a -
nifiesto era p e r c i b i d o c o m o i n t r í n s e c a m e n t e separado del m u n d o n o manifiesto, q u e
a h o r a se situaba fuera o más allá de la naturaleza, e n el r e i n o d e los dioses t r a s c e n d e n -
tes. E s c r i b e C a m p b e l l al respecto:
Ahora está perfectamente claro que antes de la violenta irrupción acaecida en la Edad del
Bronce tardía y la Edad del Hierro temprana, en los viejos lugares de culto del m u n d o antiguo,
por parte de los nómadas ganaderos por el norte y, por el sur, por los semitas pastores de ove-
jas y cabras, había prevalecido en ese m u n d o una visión de la naturaleza y de las necesidades de
la vida esencialmente orgánica, vegetal y no heroica que resultaba completamente repugnante
para aquellos bravos para quienes la lanza de combate y el pillaje, y no la paciente labor de la
tierra, eran fuentes de riqueza y gozo. En los anteriores mitos y ritos de la madre se rendía h o -
menaje conjuntamente y por igual a los aspectos más luminosos y más oscuros de la variada rea-
lidad que es la vida, mientras que en los mitos patriarcales posteriores, orientados al varón,
cuanto es bueno y noble se atribuía a los nuevos y heroicos dioses, ahora convertidos en amos,
dejándose a los poderes originales de la naturaleza únicamente el carácter de oscuridad, a lo que
se añadió ahora un juicio moral negativo. Pues, como demuestra una evidencia de magnitud
considerable, los órdenes social y mítico de las dos formas de vida opuestas eran antagónicos.
D o n d e se había venerado a la diosa como dadora y sustentadora de la vida, además de como
devoradora de muertos, se había concedido a las mujeres, en tanto que sus representantes, una
posición soberana en la sociedad y en el culto. A este tipo de orden de costumbre cultual y so-
cial bajo dominación femenina se le denomina, de m o d o amplio y general, el orden del dere-
cho de madre. Y en oposición al mismo, sin cuartel, se halla el orden del patriarcado, con un
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ardor de recta elocuencia y una furia de fuego y espada .
190
posas. Los varones h e r e d a b a n d e sus padres, m i e n t r a s q u e las hijas n o recibían nada y
hasta p o d í a n ser vendidas c o m o esclavas p o r padres y h e r m a n o s El n a c i m i e n t o de u n
hijo varón se recibía c o m o u n a b e n d i c i ó n , m i e n t r a s q u e u n a hija p o d í a ser a b a n d o n a
da a la m u e r t e . A pesar d e q u e el estado semítico d e B a b i l o n i a ratificase, e n el famoso
código de H a m m u r a b i (1800 a. C ) , las p r i m e r a s leyes s u m e r i a s e n relación c o n el l u
gar de la mujer, se p r o d u c e u n m a r c a d o d e t e r i o r o tras el tercer m i l e n i o a. C , q u e m a
nifiesta la afirmación d e la actitud semita sobre la actitud s u m e r i a . A ello le d i e r o n m a
yor í m p e t u las c o s t u m b r e s de los pueblos arios, q u e carecían de sacerdotisas y trataban
a las mujeres c o m o sirvientas o bienes m u e b l e s .
del sentido de la vida que cada hombre siente en su propio pecho... Argumentando en apa-
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rienda desde sus propias sensaciones, concibe la vida como una energía de tipo indestructible
que, al desaparecer de una forma, debe necesariamente reaparecer en otra, aunque en la nueva
forma no necesite ser inmediatamente perceptible para nosotros; en otras palabras, infiere que
la muerte no destruye el principio vital, ni siquiera la personalidad consciente, sino que mera-
mente transforma ambas en otras formas, que no son menos reales porque eludan habitualmente
3
la evidencia de nuestros sentidos ".
¿Me pedís que labre el suelo? ¿Voy a coger un cuchillo y a hundírselo en el seno a mi ma-
dre? En tal caso, cuando esté muerto, no me recogerá en su seno. ¿Me pedís que cave y arran-
que piedras? ¿Voy a mutilar sus carnes para llegar hasta sus huesos? En tal caso, yo no podría
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entrar en su cuerpo para nacer de nuevo .
192
pintaban c o n él los c u e r p o s esculpidos d e las diosas, c o m o la de Laussel. Esto sucedía
p o r q u e se percibía la sangre c o m o la propia fuerza d e la vida y t a m b i é n p o r q u e a p a r e -
cía c u a n t i o s a m e n t e en los misterios del p a r t o d e las mujeres. Los ritos d e las tribus p r i -
mitivas de cazadores t a m b i é n actuaban a partir d e la suposición de q u e n o existe tal c o -
sa c o m o la m u e r t e . C a m p b e l l explica lo siguiente:
193
tierra. E n el m i t o d e la g r a n m a d r e , la pérdida y el e n c u e n t r o d e su h i j o - a m a n t e o h i -
j a parecía n e c e s a r i o para proseguir la r e g e n e r a c i ó n . Si se identificaba a la g r a n m a d r e
c o n el ciclo d e la luna, q u e es p e r m a n e n t e e inalterable, y al hijo o a la hija c o n las fa-
ses individuales q u e c r e c e n y m e n g u a n , su d e s a p a r i c i ó n p o d r í a haberse i n t e r p r e t a d o
c o m o u n «sacrificio» d e r e t o r n o a la m a d r e q u e p e r m i t í a q u e el ciclo volviese a c o -
m e n z a r otra vez. Al representar la fase oscura literalmente, la práctica tribal sería matar
y descuartizar u n a v í c t i m a «sagrada» q u e personificaba la l u n a m o r i b u n d a , c o m o i m a -
g e n d e la vida m o r i b u n d a , s e p u l t a n d o las partes del c u e r p o e n la tierra, la m a d r e , para
asegurar q u e el p r i n c i p i o de la vida persistiese y q u e las cosechas volvieran a brotar. Es
significativo q u e e n el m i t o d e Osiris se d e s m e m b r a e n catorce trozos, el n ú m e r o de
días d e la luna m e n g u a n t e . D e m o d o similar, el m i t o del descenso a las entrañas d e la
ballena (Jonás) o al i n f i e r n o (Jesús) - h a b i t u a l m e n t e r e p r e s e n t a d o m e d i a n t e las fauces
abiertas d e u n g r a n m o n s t r u o - dura i n v a r i a b l e m e n t e tres días, el n ú m e r o d e días en
q u e desaparece la luna y está n e g r o el cielo.
Si i n t e n t a m o s e n t e n d e r q u é es lo q u e ha fallado e n el p e n s a m i e n t o q u e c o n d u c e al
sacrificio h u m a n o o animal, p o d r í a m o s localizarlo e n el c o n t e x t o d e la irrevocable d e -
s o r i e n t a c i ó n d e la h u m a n i d a d al darse c u e n t a del h e c h o d e la m o r t a l i d a d . Es ése el m o -
m e n t o e n q u e n a c e el espíritu. Hasta e n t o n c e s n o hay u n a u n i ó n d e espíritu y n a t u r a -
leza; sólo u n a simple u n i d a d i n c o n s c i e n t e d e sí m i s m a . D e esta f o r m a se alzan j u n t o s
la naturaleza y el espíritu, e n la esperanza d e q u e el espíritu redimirá a la naturaleza q u e
se p i e r d e e n el m i s m o acto d e ser percibida. El acto d e la h u m a n i d a d de t o m a r c o n s -
ciencia d e q u e es u n a criatura distinta del animal y d e las plantas r o m p e la totalidad del
o r d e n d i v i n o al dividir la consciencia e n la dualidad del q u e p e r c i b e y de lo percibido.
C o m o dice H e s í o d o : « C u a n d o los dioses y los h u m a n o s se separaron, se creó el sacri-
34
ficio» . Esta separación d e la naturaleza, la c o n d i c i ó n del n a c i m i e n t o d e la consciencia
h u m a n a , se e x p e r i m e n t a c o m o h e r i d a q u e nos insta c o n s t a n t e m e n t e a c o m p r e n d e r
nuestra relación c o n la naturaleza, y a curar la separación q u e hay e n n o s o t r o s m i s m o s
e n t r e nuestra naturaleza «humana» y nuestra naturaleza «animal».
U n a de las vías ilusorias d e tratar de sanar la h e r i d a es mirar hacia fuera e n busca de
la i m a g e n d e la totalidad q u e reúna las partes. M i e n t r a s sea i n c o n s c i e n t e esta herida,
t a n t o la totalidad original c o m o la p a r t e d e s m e m b r a d a se proyectan e n i m á g e n e s e x -
ternas q u e c o n t i e n e n los dos aspectos del ser total de la h u m a n i d a d . La gran m a d r e ser-
vía de i m a g e n d e la totalidad originaria de la h u m a n i d a d , y su hijo era la i m a g e n de la
p a r t e separada de la totalidad q u e fue a n t a ñ o t o d o . C u a n d o el ciclo de la l u n a se e x -
p e r i m e n t a d e m o d o m í t i c o , la parte, q u e es el hijo, m u e r e y se r e ú n e c o n la totalidad,
n a c i e n d o u n a nueva p a r t e de la u n i ó n . El m i t o p r o p o r c i o n a t r a n q u i l i d a d d e q u e la
m u e r t e n o es el final, sino u n a m e r a fase de u n ciclo m a y o r . Este m i t o , y todas las i m á -
genes d e la diosa, p u e d e verse c o m o la respuesta a la necesidad h u m a n a de p e r t e n e c e r
a la totalidad y al m i e d o de acabar aislado de ella i r r e v o c a b l e m e n t e . Los rituales de sa-
crificio, ya sean animales o h u m a n o s , servían e n t o n c e s al p r o p ó s i t o d e restablecer el
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s e n t i m i e n t o p e r d i d o de u n i d a d , p e r o n u n c a p u d i e r o n c o n s e g u i r curar p e r m a n e n t e -
m e n t e la herida; p u e s , c o m o indica la e x p e r i e n c i a d e la psicología profunda, e n t a n t o
se proyectasen las i m á g e n e s y representasen los ritos literalmente, n o se r e c o n o c e r í a la
herida y n i n g u n a c u r a c i ó n verdadera p o d í a t e n e r lugar.
E n los rituales de sacrificio, los seres h u m a n o s , c o m o bíos, al representar el sacrifi-
cio ellos m i s m o s c o n u n a víctima d e t e r m i n a d a , están e n peligro de identificarse i n -
c o n s c i e n t e m e n t e c o n la zoé, q u e es el m a y o r riesgo q u e conlleva c u a l q u i e r a p r o x i m a -
ción a lo n u m i n o s o . Los aterradores leones q u e c u s t o d i a n la entrada a la cámara i n t e r i o r
de la cueva paleolítica, c o l o c a d o s p o s t e r i o r m e n t e a la entrada d e los t e m p l o s , están allí
de m o d o expreso c o m o advertencia: n o traspases el u m b r a l c o n u n a m e n t e literal. E n
tanto q u e leones, esfinges, grifos, y otras fieras y bestias enigmáticas t i e n e n a ú n el p o -
der de aterrorizar, n o se ha h e c h o todavía la transición d e la r e p r e s e n t a c i ó n literal a la
c o m p r e n s i ó n simbólica. Si n o se presta a t e n c i ó n a esta advertencia, bíos se identifica
con zoé, y la p a r t e se olvida d e q u e sólo es u n a p a r t e y a s u m e c o m o p r o p i o el o r d e n a -
m i e n t o de la vida, tras decidir q u e su m i s t e r i o p u e d e resolverse e n sus p r o p i o s t é r m i -
nos. El ser h u m a n o es liberado e n apariencia de la c o m p l e j i d a d de la c o n d i c i ó n h u m a -
na al j u g a r el papel d e la deidad.
Mientras q u e este sacrificio se vivía i n d u d a b l e m e n t e e n u n estado d e éxtasis m í t i -
co, c o m o acto sagrado e n q u e el p u e b l o «ayudaba» a su diosa o a su dios, p u e d e r e c o -
nocerse, en c a m b i o , c o m o u n a forma de c o m p e n s a c i ó n del s e n t i m i e n t o d e i m p o t e n -
cia frente a fuerzas q u e n o se p o d í a n c o m p r e n d e r ni controlar. E n c o n s e c u e n c i a , el acto
del sacrificio e n el q u e u n ser h u m a n o m a t a a o t r o p u e d e ser c o m p r e n d i d o de f o r m a
óptima c o m o s í n t o m a de u n d e s o r d e n radical de la psique, en el q u e la p e r s o n a , o la
tribu, se arroga los p o d e r e s d e la deidad. E n el lenguaje d e la psicología, esto es u n a
defensa i n c o n s c i e n t e c o n t r a el m i e d o , expresada e n el d o b l e reflejo de la «negación» y
de la «inversión»: « N o t e n g o m i e d o y soy poderoso». C o n C a m p b e l l , d e n o m i n a r e m o s
35
a esto «inflación mítica» , y c o n s i d e r a r e m o s la práctica del sacrificio la expresión c o -
lectiva más antigua d e lo q u e se ha d a d o en llamar e n este siglo «psicosis». La psicosis
es la última defensa c o n t r a el t e r r o r i n c o n s c i e n t e .
E n el ritual d e sacrificio los seres h u m a n o s p r o y e c t a n y canalizan su m i e d o a la
m u e r t e en u n h o m b r e o animal específico, c o n lo q u e la m a t a n z a d e este particular ser
vivo es al m i s m o t i e m p o la de sus propios m i e d o s , p u e s la m u e r t e del o t r o sustituye a
la de estos últimos. Si, d e o t r o lado, el m i e d o se h a c e c o n s c i e n t e , se aclara q u e es d e
creación propia y q u e n o existe e n la naturaleza d e las cosas, p o r lo q u e es el m i e d o
m i s m o lo q u e ha de ser «sacrificado». D e p o d e r h a c e r tal cosa, q u e d a n r e u n i d o s c o n el
t o d o del q u e su p r o p i o m i e d o los había separado. O b v i a m e n t e , e n t a n t o q u e m e c a n i s -
m o de advertencia, el m i e d o es esencial para preservar la vida, p e r o c u a n d o su o b j e t o
n o es u n peligro específico, sino la idea d e la m u e r t e , se distorsiona la señal original,
q u e d a n d o confundidas u n a m u e r t e particular y la «muerte» m i s m a .
195
El sacrificio del rey dios: r i t u a l regicida
196
Lo q u e es más interesante, e n o p i n i ó n d e Frazer, es q u e el rey, h o m b r e , m u j e r o
animal s e l e c c i o n a d o para el sacrificio p o d r í a t a m b i é n ser visto c o m o u n c h i v o e x -
p i a t o r i o q u e c o n su m u e r t e alejaría todas las aflicciones d e la c o m u n i d a d : e n f e r m e -
dad, h a m b r u n a e influencias malévolas. Éstas e r a n p r i m e r o transferidas r i t u a l m e n t e a
la víctima sacrificial y l u e g o se d e s t e r r a b a n o e x o r c i z a b a n c o n su m u e r t e . Frazer s u -
giere q u e quizás h u b o a n t a ñ o dos rituales separados y q u e , e n a l g ú n m o m e n t o , se
combinaron:
Hemos visto, por un lado, que ha sido costumbre matar al dios humano o animal con el fin
de salvar a su vida divina del debilitamiento provocado por las mermas de la edad. Por otro la-
do, hemos visto que ha sido costumbre el organizar una expulsión general de males y pecados
una vez al año. Ahora, si se le ocurriese a las gentes combinar estos dos usos, el resultado sería
el empleo del dios que muere como chivo expiatorio. Originalmente él era asesinado, no para
quitar los pecados, sino para salvar la vida divina de la degeneración de la ancianidad; pero,
puesto que en cualquier caso se le tenía que dar muerte, es posible que la gente pensase que
podría aprovechar la oportunidad para cargarle con el peso de sus pecados y sufrimientos, para
39
que pudiera llevárselos consigo al mundo desconocido de ultratumba .
El carácter divino del animal o del hombre se ha olvidado y se le viene a ver meramente
como una víctima ordinaria... Cuando una nación se civiliza, si no cesa todo sacrificio huma-
no, al menos selecciona como víctimas sólo a los miserables a quienes se daría muerte en cual-
quier caso. Así, se puede confundir en ocasiones la matanza de un dios con la ejecución de un
4
criminal ".
E l s a c r i f i c i o e n la E d a d d e l Bronce
197
8. R e c o n s t r u c c i ó n d e l arpa
d e l r e y ( c . 2 5 0 0 a. C.
T u m b a s reales de Ur)
198
tisas y m u c h o s sirvientes de la c o r t e o del t e m p l o , i n c l u y e n d o aurigas, músicos y sol
dados. E n la más elaborada d e estas t u m b a s , el m o n a r c a , d e n o m b r e A - b a r - g i , t u v o s e
senta y c i n c o personas q u e m u r i e r o n c o n él o al p o c o t i e m p o d e su m u e r t e , y la r e i
na, de n o m b r e S h u b - a d , v e i n t i c i n c o :
Encontramos cinco cuerpos tendidos uno j u n t o al otro, en una zanja poco profunda y en
pendiente... Luego, bajo ellos... a otro grupo de cuerpos, los de diez mujeres, cuidadosamente
dispuestos en dos hileras; llevaban tocados de oro, lapislázuli y cornalina, así como elaborados
collares de cuentas. Al final de la hilera se hallaban los restos de un arpa magnífica... de cuya
parte delantera sobresalía una espléndida cabeza de toro labrada en oro con ojos y barba de la
pislázuli; sobre los restos del arpa yacían los huesos del arpista coronado de oro...
En un extremo, sobre los restos de un féretro de madera, yacía el cuerpo de la reina, con
una copa de oro cerca de la mano y la parte superior de su cuerpo completamente oculta por
una masa de cuentas de oro, plata, lapislázuli, cornalina, ágata y calcedonia, largas tiras de estas
piedras y metales que, al colgar de un collar, formaban una capa que le llegaba hasta la cintura,
41
rematada por una amplia banda de cuentas tubulares de lapislázuli, oro y cornalina...
La g u e r r a c o m o s a c r i f i c i o ritual
199
9 . La e s t e l a d e N a r a m Sin
( c . 2 3 0 0 a. C . S u s a ) . Naram
S i n , d e A c a d , p o r t a n d o la
c o r o n a de c u e r n o s de un dios
tras la v i c t o r i a s o b r e los
Lullubianos. U n cautivo en
el c e n t r o p a r e c e h a b e r sido
lanzado hacia abajo
La d e g e n e r a c i ó n d e la d i o s a madre
La i m a g e n de la u n i d a d , e n c a r n a d a en la diosa d e la vida y la m u e r t e , n o s o b r e v i -
vió a la amarga e x p e r i e n c i a d e la carnicería de la g u e r r a , y se p r o d u j o u n a t r a n s f o r m a -
c i ó n radical en la i m a g e n de la diosa. La g r a n m a d r e fue a s u m i e n d o g r a d u a l m e n t e dos
funciones separadas: la vida y la m u e r t e ya n o se c o n s i d e r a b a n dos aspectos c o m p l e -
m e n t a r i o s d e su totalidad divina, sino dos realidades opuestas, m u t u a m e n t e e x c l u y e n -
tes. La u n a traía esperanza y g o z o , la otra, t e r r o r y desesperación. Las aguas de debajo
d e la tierra, q u e a n t a ñ o estaban repletas del p o d e r g e n e r a t i v o de la diosa, se r e d u j e r o n
ahora a u n ú n i c o río d e m u e r t e , o a u n i n f r a m u n d o estéril d e p o l v o y o s c u r i d a d .
N e u m a n n , e n su libro The Great Mother, ha d e s c r i t o a la diosa m a d r e c o m o e n t i d a d d i -
vidida en dos funciones opuestas desde el p r i n c i p i o : «positiva» y «negativa»; la «buena»
42
m a d r e q u e da vida, y la m a d r e «terrible» q u e la q u i t a . P e r o esta diferenciación d e f u n -
ciones n o fue así en los p r i m e r o s milenios, d o n d e p a r e c i ó existir u n a e x p e r i e n c i a de
200
totalidad previa a estas distinciones. Es i m p o r t a n t e n o i n t r o d u c i r e n nuestra lectura de
las edades del Paleolítico y del N e o l í t i c o aquellas distinciones q u e a c e p t a m o s sin p e n -
sar, p o r haberlas h e r e d a d o d e la E d a d del B r o n c e . La diferencia radical e n t r e la « b u e -
na» m a d r e y la «terrible» p e r t e n e c e más b i e n al p a r a d i g m a oposicionista d e las tribus
arias y semíticas, q u e fue i m p u e s t o , y g r a d u a l m e n t e a c e p t a d o , sobre los p u e b l o s q u e
conquistaron. La evidencia del N e o l í t i c o de la q u e p o d e m o s h o y d i s p o n e r muestra q u e
esta o p o s i c i ó n n o existió siempre. G i m b u t a s insiste e n q u e «no había u n a i m a g e n ais-
lada de la m a d r e terrible; los aspectos d e vida y m u e r t e se hallaban entrelazados de m a -
nera intrincada... La (vieja) diosa m a d r e e u r o p e a , al igual q u e la sumeria N i n h u r s a g ,
43
daba la vida a los m u e r t o s » .
A partir de, a p r o x i m a d a m e n t e , el 2000 a. C , asirios y babilónicos representaron el
inframundo c o n t o d o lujo d e detalles espantosos. Los m u e r t o s consignados a sus r e -
giones se c o n v i r t i e r o n e n espíritus i m p o t e n t e s , c o n d e n a d o s a la existencia más m í n i m a
que la m e n t e h u m a n a p u e d a imaginar. E n el Poema de Gilgamesh, E n k i d u narra su s u e -
ñ o del i n f r a m u n d o :
Allí está la casa donde se sienta la gente en la oscuridad; polvo tienen por comida y barro
por carne. Vestidos como pájaros con alas para cubrirse no ven la luz, se sientan en la oscuri-
dad. Yo entré en la casa del polvo y vi a los reyes de la tierra, desechadas sus coronas para siem-
pre; gobernantes y príncipes, todos los que vistieron alguna vez coronas reales y rigieron el
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mundo en la antigüedad .
201
1
La d i o s a d e la guerra
Rendid reverencia a la reina de las mujeres, la mayor de todos los dioses; ataviada de gozo
y de amor, está llena de ardor, encanto y alegría voluptuosa; sus labios son dulces, en su boca
está la vida; la felicidad es mayor cuando ella está presente. Su aspecto glorioso, los velos ex-
50
tendidos sobre su cabeza, su silueta maravillosa, sus ojos brillantes .
51
Ella se c o n v i r t i ó en «señora d e las p e s a d u m b r e s y d e las batallas» . U n h i m n o b a b i -
l ó n i c o la invoca c o n las palabras de: «¡Oh, estrella d e la l a m e n t a c i ó n ! , a los h e r m a n o s
e n paz i n d u c e s a pelear entre sí, y sin e m b a r g o otorgas la amistad c o n s t a n t e . Poderosa,
52
señora de las batallas q u e d e r r i b a m o n t a ñ a s » . La diosa a h o r a lleva m i e d o al c o r a z ó n y
la d e s t r u c c i ó n a los q u e son llamados e n e m i g o s ; ella b e b e la sangre de las víctimas que
fueron antes sus hijos.
P r o c l a m a la I n a n n a sumeria:
202
E n E g i p t o t a m b i é n surgió u n a espantosa i m a g e n d e la diosa e n u n a historia d e la
matanza de la h u m a n i d a d . A la diosa egipcia S e k h m e t se la i m a g i n a b a c o m o u n a l e o -
na «cuya m e l e n a desprendía el h u m o del fuego, c u y o l o m o era del c o l o r d e la sangre,
55
cuyo semblante resplandecía c o m o el sol, cuyos ojos d e fuego brillaban» . U n d o c u -
m e n t o d e cerca del 2000 a. C . narra la historia d e c ó m o la diosa n o p u d o ser d e t e n i d a
en su masacre de la raza h u m a n a . Los dioses, para salvar a la h u m a n i d a d , o r d e n a r o n q u e
se preparasen siete mil jarras de cerveza, a las q u e se les a ñ a d i ó u n p o l v o rojo de m o -
do q u e pareciese sangre h u m a n a , y l u e g o este l í q u i d o se d e r r a m ó sobre los c a m p o s . Al
alba la diosa vio su reflejo e n él, se lo b e b i ó t o d o y regresó intoxicada a su palacio c o n
lo q u e se salvó la h u m a n i d a d .
Inflación mítica
203
C a m p b e l l define el estado de inflación mítica c o m o «la exaltación del e g o e n la pos-
56
tura d e u n dios» . Los i n d i v i d u o s a s u m e n los p o d e r e s y a t r i b u t o s q u e creen q u e per-
t e n e c e n a la divinidad, hasta el p u n t o d e creer q u e dicha d e i d a d está e n c a r n a d a en sus
propias personas, o q u e están llevando a c a b o el deseo d e la m i s m a . E n la E d a d del
B r o n c e s u c e d i ó c o n el rey Sargón, «el p o d e r o s o rey, m o n a r c a de Acad». La leyenda na-
rra q u e n a c i ó de u n a sacerdotisa del t e m p l o y d e p a d r e d e s c o n o c i d o , y q u e fue eleva-
d o al r a n g o d e rey e h i j o - a m a n t e p o r la diosa Inanna-Istar, c o n v i r t i é n d o s e así en el di-
r i g e n t e de los «pueblos d e cabeza negra»:
Sargón, rey de Acad, vicerregente de Inanna (Istar), rey de Kish, pashishu de Aun (dios de
los cielos), rey de la tierra, gran ishakku de Enlil (dios del aire): la ciudad de Uruk golpeó y sus
murallas destruyó. C o n el pueblo de Uruk batalló y los aplastó. C o n Lugalzagesi, rey de Uruk,
batalló y lo capturó y encadenado lo condujo a través de la puerta de Enlil. Sargón de Agadé
luchó contra el hombre de U r y le venció; su ciudad él aplastó y sus murallas ha destruido.
E-Ninmar golpeó y sus murallas destruyó, y su territorio entero, desde Lagash al mar, golpeó.
Y lavó sus armas en el mar. C o n el hombre de U m m a batalló y le aplastó y golpeó su ciudad
204
y destruyó su muralla. A Sargón, rey de la tierra, Enlil no dio adversario alguno; desde el alto
mar al bajo mar, Enlil le entregó todas las tierras'*.
La « g r a n inversión»
205
A comienzos del tercer milenio a. C , el miedo siempre presente a la hambruna ya no era
el principal recordatorio de la precariedad de la condición humana. La muerte súbita a espada
en las guerras o en ataques realizados por bandidos se equiparó al hambre como amenaza igual-
mente temible... Hasta donde llega nuestro juicio, el cuarto milenio y los tiempos que lo pre-
cedieron habían sido moderadamente pacíficos. N o se desconocían las guerras y los ataques, pe-
ro no fueron constantes ni dominaron la existencia. En el tercer milenio parecen haberse
convertido en algo habitual. Nadie estaba a salvo... reinas y grandes damas, al igual que sus hu-
mildes hermanas, se enfrentaban a la continua posibilidad de encontrarse viudas al día siguien-
60
te, arrancadas del hogar y de la familia y convertidas en esclavas en alguna casa bárbara .
206
conquistados c o m o la furia o el o d i o d e u n dios, y se asociaba a la fuerza del v i e n t o
huracanado.
D e E g i p t o , cerca del 2200 a. C, p r o v i e n e el siguiente l a m e n t o d e u n h o m b r e , e n
diálogo c o n su alma, q u i e n anhela la m u e r t e c o m o liberación del h o r r o r d e la vida:
207
1
208
5
Inanna-Istar:
diosa m e s o p o t á m i c a de las grandes
alturas y las g r a n d e s profundidades*
T r a d u c c i ó n de Andrés Piquer.
209
1
1. I n a n n a como
reina del cielo y
d e la t i e r r a (sello
cilindrico, período
A c a d i o , c. 2334-2154
a. C.)
210
naban c o n rosas y rosetones. U n h i m n o s u m e r i o se dirige a I n a n n a c o m o g r a n señora
del cielo:
211
2 . La d i o s a sumeria
y su h i j o (período
A c a d i o , c. 2 3 3 4 -
2 1 5 4 a. C.)
Sumer
La i m a g e n c o m p u e s t a de la diosa s u m e r i a I n a n n a y su e q u i v a l e n t e semítica e n
Babilonia, Istar (que p o s t e r i o r m e n t e se convertiría e n la g r a n diosa d e Asiría), e m e r -
ge d e los p o e m a s e h i m n o s q u e h a n sido t r a d u c i d o s c o n t a n t o esfuerzo a lo largo del
p r e s e n t e siglo, a partir d e los materiales extraídos d e excavaciones a r q u e o l ó g i c a s d u -
r a n t e el siglo pasado. H a c e c i e n t o c i n c u e n t a años n a d i e había o í d o hablar de S u m e r
y a u n h o y en día p o c o s c o n o c e n el e s p l e n d o r d e la c u l t u r a s u m e r i a , q u e floreció en
el c u a r t o y tercer m i l e n i o a. C . E n la actualidad existen u n a s 30.000 líneas d e e s c r i t u -
ra s u m e r i a , la m a y o r p a r t e e n f o r m a p o é t i c a , q u e h a n sido traducidas d u r a n t e los ú l -
t i m o s cuarenta años. H a y e n t r e ellas a l r e d e d o r d e 29 relatos épicos y a p r o x i m a d a m e n t e
8
200 h i m n o s , así c o m o c o l e c c i o n e s de p r o v e r b i o s . Y a u n así n o son más q u e u n frag-
m e n t o de t o d o lo q u e q u e d a p o r d e s c u b r i r e n las tablillas q u e , todavía sin traducir,
212
Mapa 5. P r i n c i p a l e s ciudades
de M e s o p o t a m i a y Egipto
( c . 2 5 0 0 - 1 0 0 0 a. C.)
p e r m a n e c e n enterradas e n los sótanos d e los m u s e o s y bajo las arenas del desierto ira-
q u í . La p a r t e q u e c o n o c e m o s a p u n t a d e f o r m a t e n t a d o r a a m i t o s q u e a ú n n o s son des-
c o n o c i d o s . Sin e m b a r g o , n u e s t r o c o n o c i m i e n t o d e I n a n n a p r o c e d e d e esa p e q u e ñ a par-
te. El «descenso d e I n a n n a al inframundo» - q u e relata quizá el más interesante d e todos
los m i t o s s u m e r i o s - a n t e c e d e e n 1.000 años a u n p o e m a similar q u e describe el des-
censo de Istar. La existencia del m i t o a n t e r i o r sólo p u d o ser revelada c u a n d o se descu-
b r i e r o n u n a serie de tablillas e n N i p p u r , u n a d e las ciudades sumerias septentrionales
q u e p o s t e r i o r m e n t e p e r t e n e c i e r o n al i m p e r i o b a b i l ó n i c o y más tarde al i m p e r i o asirio.
¿Por q u é es S u m e r tan i m p o r t a n t e ? El a n t i g u o y el n u e v o T e s t a m e n t o están cuaja-
dos d e i m á g e n e s q u e p r o c e d í a n o r i g i n a l m e n t e d e S u m e r y q u e llegaron a la cultura j u -
día p o r m e d i a c i ó n d e las culturas babilónica, asiría y cananea. Sólo E g i p t o p u e d e c o m -
p e t i r c o n el influjo persistente d e S u m e r . M u c h o más tarde - y m u c h o más al o e s t e - la
m i t o l o g í a d e griegos y r o m a n o s es testigo del l e g a d o d e las i m á g e n e s sumerias. Hacia
el este, la rica mitología del h i n d u i s m o y del b u d i s m o m a h a y a n a c o m p a r t e ciertos ras-
gos c o m u n e s c o n la m i t o l o g í a sumeria. A u n q u e los detalles n o son a ú n del t o d o cla-
9
ros , el d e s c u b r i m i e n t o de S u m e r constituye u n a revelación. N a d i e ha transmitido la
e m o c i ó n q u e los a r q u e ó l o g o s e x p e r i m e n t a r o n al e x p l o r a r las ciudades enterradas de
M e s o p o t a m i a d e f o r m a más gráfica q u e S m i t h , q u e d e s c u b r i ó e n N i p p u r las tablillas
de q u e c o n t i e n e n el relato del D i l u v i o ; q u e Layard, q u e excavó N í n i v e ; y q u e Woolley,
q u e sacó a la luz el tesoro de los e n t e r r a m i e n t o s d e U r .
Los orígenes de los s u m e r i o s y de su l e n g u a , q u e n o es ni semítica ni i n d o e u r o p e a ,
son todavía u n misterio. Sin e m b a r g o , la fusión d e su energía e i n t e l e c t o c o n la m i t o -
logía y las habilidades técnicas de los p u e b l o s indígenas ya asentados e n el sur de
M e s o p o t a m i a p r o d u j o u n a reacción cuyos efectos aceleraron el c r e c i m i e n t o d e todos
los aspectos de la vida cultural de P r ó x i m o O r i e n t e . El sistema d e escritura q u e inven-
taron y su c o s m o l o g í a fueron tan r e v o l u c i o n a r i o s q u e allí d o n d e alcanzaba su influjo se
p r e c i p i t a b a n el desarrollo d e la literatura, el d e r e c h o , las m a t e m á t i c a s , la astronomía y
el registro r i g u r o s o d e archivos y de relatos. El área e n t o r n o a Basora, e n la frontera
e n t r e Irán e Irak, fue a n t a ñ o testigo del n a c i m i e n t o d e esta civilización prodigiosa c u -
ya influencia se e x t e n d i ó hasta Anatolia, E g i p t o y el valle del I n d o . W o o l l e y resalta la
1 0
intensidad del influjo s u m e r i o sobre E g i p t o a c o m i e n z o s del c u a r t o m i l e n i o a. O La
cultura s u m e r i a , ya floreciente e n esa época, e v o l u c i o n ó p r i n c i p a l m e n t e e n el sur de
M e s o p o t a m i a , e n las ciudades de U r , U r u k , Lagash, Larsa y E r i d u —esta última la más
reverenciada, p u e s t o q u e se trataba d e la más antigua d e las c i n c o y se creía q u e era a n -
t e r i o r al D i l u v i o . Bajo el zigurat d e la III dinastía d e E r i d u se e n c o n t r a r o n los restos de
diecisiete t e m p l o s y las p r u e b a s d e r a d i o c a r b o n o h a n situado entre el 5000 y el 4900 a.
C . el t e m p l o más a n t i g u o d e U r u k , q u e se c o n v i r t i ó e n la ciudad de I n a n n a " .
M á s hacia el n o r t e de S u m e r se e n c o n t r a b a n las ciudades d e N i p p u r , Acad,
Babilonia, Sippar y Kish, habitadas p r i n c i p a l m e n t e p o r los p u e b l o s semíticos, q u e ya
estaban asentados en la zona. E n u n p r i n c i p i o a c e p t a r o n la supremacía d e sus vecinos
214
meridionales, p e r o l u e g o iniciaron u n a larga l u c h a p o r el p o d e r c o n t r a las ciudades d o -
minadas p o r los s u m e r i o s . F i n a l m e n t e , c. 1750 a. C , las ciudades del n o r t e se h i c i e r o n
con el control bajo el liderazgo de H a m m u r a b i y el sur s u m e r i o fue eclipsado. La t r a n -
sición de una coexistencia pacífica a la rivalidad y a la g u e r r a es u n a crónica d e terror,
devastación y, finalmente, del a g o t a m i e n t o de gentes y d e recursos; circunscrita p r i -
mero a las fronteras d e S u m e r , dicha g u e r r a t e r m i n ó p o r rebasarlas, hasta el m o m e n t o
en que Asiría se c o l o c ó e n posición p r e d o m i n a n t e (c. 1100 a. C.) y cayó sobre sus v e -
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cinos «como l o b o sobre el r e b a ñ o » .
Los babilónicos, c o m o acabaron p o r ser llamados los seguidores de H a m m u r a b i ,
conservaron la lengua, la mitología, la literatura y el sistema de enseñanza d e los s u -
merios, t r a d u c i é n d o l o s a su propia l e n g u a , el acadio. Los t r a n s m i t i e r o n p o r todo
P r ó x i m o O r i e n t e , d i f u n d i e n d o así d u r a n t e los dos m i l e n i o s siguientes la cultura s u m e -
ria p o r Anatolia, Asiría y C a n a á n . P o r lo t a n t o , m u c h o s d e los m i t o s , h i m n o s y relatos
que a p a r e n t e m e n t e p e r t e n e c e n a la cultura asiría o c a n a n e a p u e d e n ser d e h e c h o 3.000
años más antiguos; c o n t o d o , c o n s t i t u y e n tan sólo u n a p e q u e ñ a p o r c i ó n de lo m u c h o
que aún q u e d a p o r descifrar y descubrir.
Así fue c o m o Istar, la gran diosa de Babilonia, h e r e d ó la iconografía y los dramas
rituales de su antecesora y coetánea sumeria, I n a n n a ; se d e s c u b r i ó q u e la historia del
Diluvio, q u e hasta hace p o c o se creía exclusiva del a n t i g u o T e s t a m e n t o , era asiría; l u e -
go se c o n c l u y ó q u e era babilónica y finalmente q u e era s u m e r i a . Los a r q u e ó l o g o s , p e r -
plejos, leyeron c ó m o Asurbanipal, - e l ú l t i m o rey d e Asiría, q u e g o b e r n ó en el siglo VII
a. C - , o r d e n ó grabar estas palabras e n las tablillas de arcilla halladas e n las ruinas d e
Nínive, capital d e su i m p e r i o : «Yo c o m p r e n d o las palabras enigmáticas d e las i n s c r i p -
ciones de piedra de los t i e m p o s anteriores al Diluvio». F u e así c o m o el tesoro d e la c u l -
tura sumeria fue d e v u e l t o a u n m u n d o q u e o y ó hablar p o r p r i m e r a vez d e su diosa
Inanna, q u e e s c u c h ó la saga d e s c o n o c i d a d e su h é r o e G i l g a m e s h , u n relato q u e p u d o
haber sido c a n t a d o e n las cortes griegas en t i e m p o s d e H o m e r o , 2.000 años después de
la época e n q u e Gilgamesh vivió.
La mitología de las diosas y dioses s u m e r i o s p a r e c e reflejar la difícil fusión de al m e -
nos cuatro culturas distintas. R e ú n e la iconografía d e u n p u e b l o q u e adoraba a la gran
madre, e s t r e c h a m e n t e relacionado c o n la tierra y el agua, c o n o t r o tipo de i c o n o g r a -
fía, c o m p u e s t a d e i m á g e n e s de dioses del cielo y d e la m o n t a ñ a q u e g o b i e r n a n el c i e -
lo, el aire y la t o r m e n t a . P u e d e n e n c o n t r a r s e muestras d e la iconografía de la diosa m a -
dre hasta e n la cultura de El O b e i d , p e r t e n e c i e n t e a u n p u e b l o d e s c o n o c i d o q u e se
asentó en la z o n a ya en el sexto m i l e n i o a. C . y c o n s t i t u i d o p o r alfareros y artesanos d e
e n o r m e talento.
Aparte de t o d o aquello, estaba la cultura d e los s u m e r i o s p r o p i a m e n t e dichos, q u e
se llamaban a sí m i s m o s el p u e b l o «negro» o «de cabeza oscura». S e g ú n se cree, llega-
ron en algún m o m e n t o de la segunda m i t a d del c u a r t o m i l e n i o a. O , p r o c e d e n t e s d e
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una región q u e aún n o ha sido identificada c o n p r e c i s i ó n . E n tercer lugar, estaban los
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p u e b l o s semíticos d e l e n g u a acadia, q u e se situaron p r i n c i p a l m e n t e e n la z o n a septen-
trional d e S u m e r , a d e m á s d e otras tribus semíticas q u e se infiltraron d e m a n e r a conti-
n u a d a e n M e s o p o t a m i a desde los desiertos árabe y sirio al sur y al oeste. P o r ú l t i m o
S u m e r fue invadida p o r tribus i n d o e u r o p e a s (arias), q u e d e s c e n d i e r o n del n o r t e e in-
t r o d u j e r o n el carro d e g u e r r a tirado p o r caballos y el devastador p o d e r del g u e r r e r o ;
caballo. Infligieron e n S u m e r e n el tercer m i l e n i o a. C , o antes incluso, la m i s m a des-
t r u c c i ó n q u e o c a s i o n a r o n en la vieja E u r o p a y e n culturas tan lejanas al oeste c o m e
Anatolia y Grecia y tan r e m o t a s al este c o m o el valle del I n d o .
Todas estas distintas tribus trajeron c o n s i g o sus propias divinidades. P o d e m o s escu-
char los distintos ecos de la iconografía del dios y la diosa en el p a n t e ó n s u m e r i o , que
refleja t a n t o la tensión q u e los enfrentaba c o m o el m a t r i m o n i o los unía. La llegada de
tribus q u e a d o r a b a n a dioses celestes explica e n g r a n m e d i d a la p o d e r o s a t r i n i d a d su-
m e r i a de dioses - A n , Enlil y E n k i - y el progresivo avance d e Enlil, dios del cielo, has-
ta alcanzar la supremacía. Su ciudad era N i p p u r y su p o d e r , q u e era el p o d e r de la pa-
labra creadora, está presente tras la i m a g e n del dios p a d r e bíblico, Yahvé. Estos dioseí
se s u p e r p o n í a n a u n a tradición i g u a l m e n t e fuerte c e n t r a d a en la diosa, q u e derivaba de
los p u e b l o s neolíticos sedentarios d e El O b e i d . La c o m p a r a c i ó n e n t r e S u m e r e Indi;
n o es algo descabellado: e n India los invasores arios r e p r i m i e r o n , p e r o n o consiguieror
extinguir, la cultura de la diosa y el g e n i o d e sus artistas y d e sus poetas visionarios; tra:
la devastación inicial se alzó u n a nueva civilización q u e i n t e g r ó e l e m e n t o s d e amba:
culturas en u n a c o s m o l o g í a y u n a filosofía q u e se asentaban sobre i m á g e n e s d e unidac
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propias de la cultura a n t e r i o r ' .
La p o s i c i ó n privilegiada de las mujeres e n S u m e r d u r a n t e el c u a r t o m i l e n i o a. C . ]
a c o m i e n z o s del tercero sugiere q u e el influjo s e m í t i c o y / o i n d o e u r o p e o sólo comen-
zó a ganar t e r r e n o d u r a n t e la segunda m i t a d del tercer m i l e n i o a. C . El D r . S a m u e
N o a h K r a m e r , g r a n estudioso de la cultura s u m e r i a , señala q u e a l r e d e d o r del 2400 a
C . «hay indicios q u e d e m u e s t r a n q u e la m u j e r s u m e r i a era igual al h o m b r e , t a n t o so-
15
cial c o m o e c o n ó m i c a m e n t e , al m e n o s e n t r e las clases superiores» . P e r o posterior-
m e n t e , c u a n d o el influjo semítico acadio del n o r t e se v u e l v e p r e d o m i n a n t e , la posiciói
d e las diosas e n relación c o n los dioses y la de las mujeres e n relación c o n los h o m b r e
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se d e g r a d a ' . E n S u m e r , m u y p r o b a b l e m e n t e , las tradiciones centradas e n divinidade
masculinas q u e los distintos recién llegados trajeron c o n s i g o c u b r i e r o n y reinterpreta-
r o n c o n t i n u a m e n t e u n a tradición a n t e r i o r c e n t r a d a e n el c u l t o a la diosa. Esto explica-
ría p o r q u é parece h a b e r dos «capas» d e mitología: u n a más antigua, d o n d e la diosa e
lo principal; otra más reciente, d o n d e c o m i e n z a a d o m i n a r el dios.
K r a m e r c o m e n t a q u e Ki, la m a d r e tierra, «no p u d o seguir s i e n d o a d o r a d a come
m a d r e de Enlil, el dios q u e t e r m i n ó p o r convertirse en la divinidad p r i n c i p a l del pan-
t e ó n s u m e r i o . E n vez de ello fue c o n c e b i d a p o r los t e ó l o g o s (c. 2400 a. C.) c o m o 1;
« h e r m a n a mayor» de Enlil». Parece q u e el papel d e m a d r e tierra de Ki le fue arrebata
7
d o p o r Enlil' . M u c h o ha d e investigarse todavía antes d e q u e p u e d a aclararse c ó m o )
216
3 . D i o s a s u m e r i a e n su trono
c o n c o r o n a astada, árboles
s a g r a d o s y a v e s ( c . 1 8 0 0 a. C .
Ur)
217
d e p a r t i c i p a r e n el d e c u r s o cíclico d e la t i e r r a a e n t r e g a r s e a u n a o b s e r v a c i ó n a ú n más
precisa del d e c u r s o cíclico d e las estrellas e n el cielo. F u e esto lo q u e d i o a la cultu-
ra s u m e r i a e n el c u a r t o m i l e n i o a. C . su c a r á c t e r específico y llevó al cultivo de su
g e n i o m a t e m á t i c o . Los s u m e r i o s n o i n v e n t a r o n la i d e a d e la t r a s c e n d e n c i a d e los dio-
ses o d e u n o r d e n celeste i n m u t a b l e q u e regía el t e r r e s t r e , p u e s t o q u e la r e l a c i ó n de
la t i e r r a c o n el sol y la l u n a ha sido d e s d e s i e m p r e la base d e esta idea, p e r o la dota-
r o n d e u n m a r c o m i t o l ó g i c o q u e influyó e n t o d a s las c u l t u r a s p o s t e r i o r e s . A este
m a r c o a ñ a d i e r o n u n a e s t r u c t u r a m a t e m á t i c a d e a s o m b r o s o a l c a n c e y p r e c i s i ó n . Los
ciclos del t i e m p o celeste se alinearon m i n u c i o s a m e n t e c o n el paso del t i e m p o en la
tierra, i n c l u s o c o n el r i t m o del p u l s o del c u e r p o h u m a n o , d e m o d o q u e la h u m a n i -
d a d , al «sintonizar» los ciclos de su p r o p i a v i d a y d e la vida d e la t i e r r a c o n los ciclos
i n m e n s a m e n t e m a y o r e s del t i e m p o c ó s m i c o , p u d o n o sólo d e s c u b r i r su lugar y su pa-
p e l e n el u n i v e r s o , sino t a m b i é n c o o p e r a r c o n las «fuerzas» invisibles d e la naturale-
za q u e o r d e n a b a n su r e l a c i ó n oculta.
C a m p b e l l c o m e n t a este desarrollo r e v o l u c i o n a r i o :
U n salto enorme y decisivo que superó los límites de todas las historias y particulandades
locales tuvo lugar en Mesopotamia en el cuarto milenio a. C , durante el período de construc-
ción de los zigurats, esas torres templo escalonadas, símbolo del axis mundi, que en la Biblia son
caricaturizadas en la Torre de Babel. El salto tuvo lugar desde la geografía hasta el cosmos, más
allá de la luna [...] Los sacerdotes que en esa época observaban el firmamento nocturno fueron
los primeros del m u n d o en descubrir que existe una regularidad matemática en la trayectoria
celeste de las siete esferas visibles —el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno-,
j u n t o con la del Zodiaco. Y con esto vio la luz la idea de un orden cósmico, discernible mate-
máticamente; la traducción desde esa revelación divina en orden propio de la vida humana civi-
lizada sería la labor de una clase sacerdotal gobernante [...] T o m ó forma una vasta concepción
del universo como ser viviente, como gran madre dentro de cuyo vientre existían todos los
2
mundos, tanto el de la vida como el de la muerte ".
218
neja exultación p o r la r i q u e z a y el g o z o del m u n d o material; c o n t o d o , ya alberga e n -
tre sus versos la inversión de la iconografía neolítica d e la cultura d e la diosa:
El t e m p l o sumerio
219
de sacerdotes o sacerdotisas) ascendían a la cúspide y la diosa o el dios descendía hasta
ella; los escalones o la r a m p a en espiral se c o n v e r t í a n e n u n a n u e v a i m a g e n del s e n d e -
ro entre la tierra y el cielo. El t e m p l o e v o l u c i o n ó a partir del establo de vacas y el apris-
c o d e ovejas, i m á g e n e s del c u e r p o d e la diosa: e r a n el s a n t u a r i o d e su r e b a ñ o sagrado,
d o n d e tenían lugar los g r a n d e s misterios de la fertilidad. Se desarrolló l e n t a m e n t e has-
ta convertirse e n la t o r r e espiral del zigurat q u e , c o m o m o n t a ñ a sagrada, seguía siendo
símbolo del c u e r p o d e la diosa. C o m o e n la m i t o l o g í a h i n d ú , el t e m p l o simbolizaba la
22
m o n t a ñ a cósmica p r i m o r d i a l q u e existía antes d e la c r e a c i ó n del cielo y d e la tierra .
E n N i p p u r , c o m o observa Levy,
el templo era llamado la casa de la montaña, pero también el vínculo entre cielo y tierra (Dur
an ki) [...] Este vínculo, como el pilar del árbol, unía cielo y tierra; el zigurat era concebido por
lo tanto como una especie de escala de Jacob cuyas sendas eran externas, una escalera que lue-
go ascendía piso tras piso en espiral; de manera que la forma de aproximarse al estado divino
23
propia del megalítico era elevada hacia el cielo .
La d i o s a Inanna
220
5. C a b e z a d e a l a b a s t r o ( c . 3 1 0 0
a. C . U r u k ) . El r e c i n t o del
t e m p l o d e I n a n n a era llamado
Eanna, o «casa d e l c i e l o » y f u e
allí d o n d e se e n c o n t r ó esta
V
magnífica y realista c a b e z a de
alabastro, q u e p u e d e ser u n a
i m a g e n d e la d i o s a o d e u n a
reina q u e f u e s e su s u m a
sacerdotisa
221
6. D i o s a c o n c a b e z a de
s e r p i e n t e y su h i j o e n brazos
( c . 4 0 0 0 - 3 0 0 0 a. C . Ur)
7. B u d a s e n t a d o s o b r e los
a n i l l o s d e la g r a n diosa
serpiente Mucalinda y
p r o t e g i d o p o r el capuchón
de sus c a b e z a s (período
S r i v i j a y a , c . s i g l o XIII d. C.
Tailandia)
222
dos q u e el abismo» (24, 29), n o podía saber q u e esta i m a g e n procedía o r i g i n a l m e n t e d e
N a m m u , la diosa m a d r e p r i m o r d i a l del abismo acuático, c u y o i d e o g r a m a era el mar.
Sin e m b a r g o , el e c o d e la diosa sumeria reverbera a través d e los versículos bíblicos q u e
describen la naturaleza y los atributos d e la sabiduría. Parece q u e a la Biblia le faltase
u n estrato e n t e r o d e m i t o l o g í a q u e , de recuperarse, indicaría la p r o c e d e n c i a original de
sus libros sapienciales. La iconografía del a r q u e t i p o f e m e n i n o está ahí, p e r o n o hay u n a
auténtica i m a g e n de la propia diosa. Sólo q u e d a n fragmentos d e lo q u e a n t a ñ o fue u n a
cosmología definitiva derivada de la diosa m a d r e y d e la u n i ó n cósmica e n t r e dios y
diosa. H e m o s de mirar hacia la mitología india, el g n o s t i c i s m o y la cabala para dar c o n
la i m a g e n d e la diosa desaparecida, y c o n la n o c i ó n de la u n i d a d p r i m o r d i a l e n t r e d i o -
sa y dios q u e a n t a ñ o existió e n la E d a d del B r o n c e e n S u m e r y e n E g i p t o , p e r o q u e n o
es intrínseca a la mitología d e la cultura j u d e o c r i s t i a n a .
K r a m e r escribe acerca de N a m m u q u e sus «amplios p o d e r e s c o m o diosa del m a r
fueron cedidos a la divinidad masculina E n k i , q u e fue e n t o n c e s designado hijo d e
28
N a m m u p o r los teólogos» . L o más probable es q u e E n k i (Ea, en acadio) fuera t i e m -
p o atrás su c o n s o r t e , c o m o t a m b i é n p u d o h a b e r sido hijo y c o n s o r t e de Ki, la diosa d e
la tierra, p u e s t o q u e su n o m b r e significa «señor tierra». Era la personificación de la sa-
biduría, y al parecer h e r e d ó esta a t r i b u c i ó n p o r ser hijo de N a m m u . P o s t e r i o r m e n t e
223
9. C u e n c o de esteatita labrado q u e muestra
a la d i o s a d e las s e r p i e n t e s y a la d i o s a d e la
regeneración ( c . 2 7 0 0 - 2 5 0 0 a. C . K a f a j e , Irak)
224
10. F r i s o del t e m p l o de El O b e i d , q u e muestra
l o s s a c e r d o t e s y e l g a n a d o s a g r a d o d e la d i o s a
I n a n n a j u n t o a la p u e r t a d e s u t e m p l o (c. 3000
a. C.)
225
11. D i n t e l del t e m p l o de El O b e i d , que
muestra un ave c o n cabeza de l e ó n y unos
c i e r v o s ( c . 3 0 0 0 a. C.)
226
12. D i o s a m a d r e c o n su h i j o (sellos cilindricos,
c. 2 3 0 0 - 2 0 0 0 a. C.)
A m e n u d o se habla de I n a n n a c o m o de u n a diosa j o v e n , p e r o t a m b i é n a s u m e o
c o m p a r t e m u c h o s aspectos del papel de K i - N i n h u r s a g c o m o gran m a d r e ; es la e n c a r
nación viviente d e u n m i t o e n mayor m e d i d a q u e lo fue la diosa a n t e r i o r y su m i t o l o
gía incluye el cielo además d e la tierra. Su título «reina d e cielo y tierra» revela los ras
gos de la g r a n m a d r e neolítica, c u y o ser era vida y m u e r t e , y e n este papel se refleja e n
las grandes diosas d e la E d a d del B r o n c e , Isis y Cibeles, c o n las q u e c o m p a r t e su c a
rácter lunar. P o r q u e I n a n n a es, p o r e n c i m a de t o d o , u n a diosa l u n a r q u e da la vida c o
m o luna creciente para l u e g o arrebatarla c o m o luna m e n g u a n t e . A u n q u e se e n c a r n a
227
t a m b i é n e n las estrellas m a t u t i n a y vespertina y e n Sirio, t o d o s los m i t o s q u e giran al
r e d e d o r de ella se entrelazan c o n este m o t i v o lunar. Las d i m e n s i o n e s l u m i n o s a y o s c u
ra d e su p o d e r , el t o c a d o c o n c u e r n o s y el b a s t ó n d e serpientes, su h i j o - a m a n t e m u e r
t o y resucitado, q u e d e s c i e n d e a n u a l m e n t e al i n f r a m u n d o y v u e l v e a a s c e n d e r de él
sugieren, t o d o s ellos, u n a m i t o l o g í a lunar.
C o m o p o s e e d o r a d e los me, las tablas de la ley sumerias, e n c a r n a el p r i n c i p i o d e la
justicia, derivado de la idea del dualismo d e la fuerza l u n a r q u e p u e d e equilibrar la a c
c i ó n de dar la vida c o n la d e quitarla. E n c a r n a el aspecto cíclico del t i e m p o , t a n t o en
calidad de diosa de la vida y d e la m u e r t e c o m o e n su faceta d e diosa de la fertilidad.
Su mitología gira a l r e d e d o r d e la c o n e x i ó n trazada e n t r e las fases l u m i n o s a s y oscuras
d e la luna y la alternancia rítmica d e la fertilidad y esterilidad d e la tierra. Es alternati
v a m e n t e v i r g e n creadora y m a d r e o esposa d o l i e n t e , a l t e r n a t i v a m e n t e la q u e trae la v i
da y la q u e trae la m u e r t e . C o m o virgen, lleva d e n t r o d e sí la totalidad d e la vida, la
totalidad del ciclo lunar. El carácter triple de la diosa c o m o m a d r e , esposa y h e r m a n a
del j o v e n dios refleja la t r i n i d a d d e las fases lunares l u m i n o s a s . La cuarta fase, oscura,
está personificada e n la mitología s u m e r i a p o r la h e r m a n a de I n a n n a , Ereshkigal, reina
del i n f r a m u n d o . E n la m i t o l o g í a h e b r e a , Lilith h e r e d a el papel del aspecto o s c u r o de la
capacidad de la vida para retirar las formas q u e h a c r e a d o ; e n Grecia es H é c a t e , reina
d e la n o c h e .
La virginidad h a sido siempre u n a i m a g e n asociada a la g r a n m a d r e e n su aspecto
d e diosa lunar. La diosa v i r g e n es la vida m i s m a y la vida, al igual q u e los ciclos de la
luna, nace de sí m i s m a sin necesidad d e u n i ó n c o n algo e x t e r n o . La virginidad de la
diosa n o tenia nada q u e ver c o n la «pureza» sexual e n el sentido q u e se le ha d a d o en
nuestra cultura. La diosa es v i r g e n p o r q u e lleva d e n t r o d e sí su p r o p i o p o d e r de ferti
lización; la vida fluye desde el «mar» d e su ú t e r o hasta manifestarse e n u n flujo inter
m i n a b l e . La virginidad d e b e e n t e n d e r s e c o m o u n s í m b o l o q u e describe u n a d i m e n s i ó n
metafísica -zoé— d o n d e los dos aspectos de la diosa, el falo fertilizador m a s c u l i n o y el
ú t e r o f e m e n i n o de la gestación, se u n e n e n u n abrazo p e r p e t u o , fuente d e vida. La v i
da q u e nació de ella y q u e ella volvió a a c o g e r e n su s e n o es su hijo —bios— p o r siem
pre. U n p o e m a sugiere q u e la diosa es el aspecto i n t e r n o o el rostro o c u l t o d e los d i o
ses masculinos q u e dan f o r m a a su existencia invisible:
madre que engendra soy yo, dentro del Espíritu moro y nadie me ve.
En la palabra de An moro y nadie me ve.
En la palabra de Enlil moro y nadie me ve.
35
En la palabra del templo sagrado moro y nadie me ve .
228
m o faceta oscura d e la g r a n m a d r e lunar, llora p o r su h i j o - a m a n t e la vida q u e está a
p u n t o d e m e n g u a r . C o m o gran m a d r e , I n a n n a es el resplandor d e la luna l u m i n o s a , la
que trae el rocío; p e r o t a m b i é n es el apagarse y desvanecerse d e d i c h o resplandor e n la
luna oscurecida. Las i m á g e n e s d e la p a l o m a , pájaro b l a n c o lunar, y la g o l o n d r i n a la r e -
presentan e n el papel de dadora de vida y fertilidad; el e s c o r p i ó n y la víbora e n la a c -
ción de arrebatarla. E n c a r n a s e n t i m i e n t o s t a n t o amables c o m o llenos de o d i o , t a n t o el
a m o r c o m o la cólera. S i e m p r e c a m b i a n t e , es a la vez s i e m p r e la m i s m a ; sucesivamente
«radiante, t o n a n t e , destructiva, desafiante, dispensadora de j u i c i o s , b o n d a d o s a , g e n e r o -
sa, pacífica, sanadora, erótica, decidida, dotada d e d i s c e r n i m i e n t o , sabia, t r a s c e n d e n t e ,
llena de a m o r , fértil, gozosa y e t e r n a m e n t e j o v e n » " . T o d o s ellos son m a n e r a s d e ser q u e
se «veían» e n la luna. I n a n n a es la implacable ley d e la vida, q u e la h u m a n i d a d e x p e r i -
m e n t a c o m o sino. H o m b r e s y mujeres le rezaban b u s c a n d o c o m p a s i ó n , c o m o algunos
rezan hoy a María:
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y señora gobernante de la hueste del cielo:
ilustre es tu nombre... oh, divina luz,
resplandeciente en excelso esplendor sobre la tierra;
38
heroica hija de la luna, oh, escucha...
E n el g r a n p o e m a d e su descenso al i n f r a m u n d o , I n a n n a c o m o luna es el p r i n c i p i o
vital q u e busca su p r o p i o sacrificio y renace d e su p r o p i a oscuridad. E n el m i t o acadio
posterior, Istar d e s c i e n d e al i n f r a m u n d o para despertar a su h i j o - a m a n t e , T a m u z , y lo
trae d e vuelta c o m o n u e v o ciclo vital. C u a n d o Istar está e n el i n f r a m u n d o , la fuerza
q u e impulsa la fertilidad desaparece: «El t o r o n o m o n t a a la vaca, el b u r r o n o se incli-
39
na sobre la b u r r a . . . , el h o m b r e d u e r m e e n su c u a r t o , la m u j e r d u e r m e sola» . Inanna,
e n la p e r s o n a d e su h i j o - a m a n t e , es d e n u e v o el p r i n c i p i o vital q u e m u e r e c o m o c e r e -
al y se r e g e n e r a c o m o semilla q u e e n c i e r r a la p r o m e s a del a l i m e n t o para h o m b r e s y a n i -
males.
Sus t e m p l o s estaban a d o r n a d o s c o n g r a n d e s c u e r n o s e n f o r m a d e l u n a creciente,
i m a g e n d e la capacidad d e la luna para fertilizar la tierra y, c o m o la vaca, para n u t r i r a
su p r o g e n i e . C o m o g r a n m a d r e , era la vaca q u e alimentaba a sus hijos c o n l e c h e tan
blanca c o m o la luna; y c o n esta leche a m a m a n t a b a a los reyes d e la tierra, q u e eran sus
hijos «especiales». E n u n a tierra d o n d e los rayos abrasadores del sol o c a s i o n a b a n la
m u e r t e d e la v e g e t a c i ó n , los frescos rayos lunares p r o p o r c i o n a b a n el refrescante y —así
lo creían los s u m e r i o s - fertilizante rocío. Istar era llamada «llena d e rocío». La leche, el
agua, el s e m e n , la lluvia y el rocío estaban relacionados c o n la faceta de la l u n a c o m o
fuente d e vida. Existía u n a tradición s u m e r i a , neolítica e n su iconografía, q u e veía el
cielo c o m o la diosa y las n u b e s cargadas d e lluvia c o m o sus p e c h o s , semejantes a las
ubres de u n a vaca. C o m o la diosa neolítica del cielo, I n a n n a c o m o reina del cielo era
la diosa d e la lluvia q u e hacía crecer el g r a n o :
230
14. S e l l o que
m u e s t r a el r o s t r o
de I n a n n a , su flor o
imagen estelar en
forma de roseta de
o c h o puntas, y los
p o s t e s d e las p u e r t a s
d e su t e m p l o (c.
3 0 0 0 a. C . Tell
Agrab)
4
Inanna y el l e ó n q u e aparece j u n t o a ella, debajo del t r o n o o bajo su p i e ' son p r u e b a
de q u e es diosa d e los animales e indican q u e d e s c i e n d e d e la diosa neolítica, al igual
que K i - N i n h u r s a g .
La entrada al establo o aprisco de I n a n n a era la entrada al ú t e r o del q u e procedía
t o d o ser vivo; la diosa regia este lugar c o m o pastora d e ovejas y vacas. La entrada esta-
ba marcada p o r u n a p u e r t a especial, s i m b ó l i c a m e n t e la vulva de la diosa. E n épocas más
antiguas había dos gavillas de j u n c o s de e x t r e m o s c u r v a d o s a la p u e r t a del establo d e la
diosa K i - N i n h u r s a g . P o s t e r i o r m e n t e se c o n v i r t i e r o n e n u n a de las imágenes p r i n c i p a -
les q u e m a r c a n la presencia d e Inanna. Se e r g u í a n a cada lado de la entrada del t e m p l o ,
o aparecían c o n los rebaños y manadas de la diosa, o en su barca de j u n c o s e n forma
de luna creciente. C o m o se v i o en el capítulo 3, en S u m e r significaron lo m i s m o q u e
el n u d o sagrado en C r e t a . E n ocasiones, la gavilla de j u n c o s se estilizó hasta transfor-
marse en u n a sola vara c o n espirales, q u e finalmente se convertiría en el árbol sagrado
42
que se plantaba e n el r e c i n t o del t e m p l o de la diosa . Esta es u n a de las i m á g e n e s más
antiguas del árbol de la vida. U n a cuerda, a la q u e se le daba f o r m a de curva, c o n e c -
taba entre sí las gavillas de j u n c o s ; este e l e m e n t o , q u e c o m e n z ó siendo u n a p a r t e n a t u -
ral del establo, se estilizó hasta convertirse en luna creciente. La luna creciente fue o r i -
ginalmente u n a i m a g e n de la propia diosa, y lo sigue siendo, p e r o t a m b i é n acabó p o r
asociarse a su c o n s o r t e , el t o r o celestial, cuyos c u e r n o s e n forma de luna creciente
adornan t a n t o el t o c a d o del dios c o m o el d e la diosa.
C o m o reina de la tierra, I n a n n a era la diosa del cereal y la vid, d e la palmera d a t i -
lera, del cedro, del s i c ó m o r o , del olivo y del m a n z a n o ; t o d o s ellos eran epifanías d e la
43
diosa . U n o de estos árboles siempre se plantaba en su t e m p l o c o m o s í m b o l o d e su c a -
pacidad para dar la vida. Sus principales i m á g e n e s animales eran el l e ó n y la vaca; la p a -
loma y la g o l o n d r i n a , q u e d e n u e v o la relacionan c o n la diosa pájaro neolítica, c o n s t i -
tuyen sus i m á g e n e s c o m o ave. La víbora y el e s c o r p i ó n , c u y o m o r d i s c o o picadura
traen la m u e r t e , al igual q u e la serpiente y el d r a g ó n , revelan su c o n e x i ó n c o n la face-
ta de la diosa neolítica ligada al i n f r a m u n d o ; p e r o t a m b i é n c o n N a m m u , la diosa ser-
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p i e n t e del abismo. C o m o diosa de la fertilidad, «la verde», «la d e la espesura florecien-
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te» , I n a n n a era la pastora, «reina de establo y aprisco», q u e vigilaba el aprisco de o v e -
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jas y el establo de vacas - s u «útero»— y el r e b a ñ o sagrado d e su t e m p l o .
El i n t r i n c a d o sistema de canalización de aguas q u e d ó bajo su p r o t e c c i ó n p o r q u e t o -
dos los cultivos y animales d e p e n d í a n d e ellas. T o d o lo q u e crecía e n los c a m p o s o era
r e c o g i d o de los frutales y la vid estaba d e n t r o d e su j u r i s d i c c i ó n . E n sus altares se c o -
cía u n tipo especial d e p a n , q u e l u e g o se convertía e n pasteles llamados «los pasteles
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h o r n e a d o s de la diosa I n a n n a » . Los pasteles eran s í m b o l o d e ella m i s m a , o f r e c i é n d o -
se bajo la f o r m a de los frutos de su c u e r p o para a l i m e n t a r a sus hijos. El t r i g o o la c e -
bada y el p a n q u e se fabricaba c o n la harina m o l i d a , el v i n o , la cerveza, los dátiles y t o -
dos los frutos eran la sustancia m i s m a d e la diosa y su cosecha se a c o m p a ñ a b a c o n
rituales q u e , c o m o o c u r r í a c u a n d o se h o r n e a b a n los pasteles sagrados, celebraban estas
i m á g e n e s d e a l i m e n t o y transformación m e d i a n t e la asimilación del «cuerpo» d e la d i o -
sa. C o m o los j u n c o s q u e crecían j u n t o al agua t a m b i é n eran p a r t e d e su fertilidad, y
c o m o se usaban para fabricar el estilo e m p l e a d o p o r los escribas s u m e r i o s para escribir
en sus tablillas de arcilla, I n a n n a a veces deja e n u n s e g u n d o p l a n o a la diosa N i d a b a ,
p a t r o n a del arte de la escritura, de la literatura y d e la i n t e r p r e t a c i ó n d e los sueños.
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los templos, de las q u e sólo se conservan fragmentos; éstas sugieren la existencia de u n a
cosmología q u e p u d o h a b e r sido tan i n t r i n c a d a c o m o p r o f u n d a . C o n la diferenciación
del c o n c e p t o original de la u n i d a d de la vida e n u n a m u l t i t u d de diosas y dioses i n d i
viduales, y finalmente c o n la i m a g e n del ú n i c o dios t r a s c e n d e n t e q u e se desarrolló c o n
el j u d a i s m o y el cristianismo, se perdió esta c o n c e p c i ó n d e la u n i d a d de la vida.
Inanna e Istar eran las diosas del a m o r sexual y la fertilidad y u n o de sus títulos era
«hieródula del cielo». H i e r ó d u l a es u n t é r m i n o d e o r i g e n g r i e g o q u e significa «tarea sa
grada», «sirviente de lo sagrado». El t é r m i n o «ramera» o «prostituta», usado f r e c u e n t e
m e n t e para describir a las sacerdotisas de I n a n n a e Istar, ya n o expresa el carácter sacro
original de su servicio a la diosa, a u n q u e el significado original d e la palabra «prostitu
ta» fuera «sustituir a alguien». Las sacerdotisas q u e prestaban servicio e n los t e m p l o s de
Inanna e Istar, m e d i a n t e sus u n i o n e s sexuales c o n los h o m b r e s q u e a c u d í a n a celebrar
u n ritual sagrado, se erigían e n hilos c o n d u c t o r e s d e la vida creadora de la diosa.
233
La i m a g e n del papel d e I n a n n a e Istar c o m o h i e r ó d u l a del cielo se r e m o n t a a la idea
neolítica d e q u e el m o d o d e ser característico d e la g r a n m a d r e era la p r o c r e a c i ó n .
A m b a s diosas son llamadas vírgenes, p e r o dicha v i r g i n i d a d n o aludía a u n a c o n d i c i ó n
física, sino a la c o n t i n u i d a d del estado de capacidad creativa de la diosa, p r o p i c i a d o p o r
la u n i ó n d e sí m i s m a c o n s i g o misma, y a q u e la fertilidad e n t o d o s los aspectos d e la
creación era su epifanía. E n esta é p o c a las ideas metafísicas t o m a b a n c u e r p o e n el acto
sexual llevado a c a b o d e f o r m a ritual d e n t r o del p r o p i o r e c i n t o del t e m p l o , p o r q u e la
fertilidad d e la vida h u m a n a , animal y vegetal d e p e n d í a del c u m p l i m i e n t o d e este r i -
tual e n u n lugar sagrado d o n d e h o m b r e s y mujeres p a r t i c i p a b a n m á g i c a m e n t e e n la g e -
n e r a c i ó n d e vida d e la diosa.
Es difícil para nuestra fragmentada consciencia c o m p r e n d e r este a c t o d e participa-
c i ó n . El acto sexual y el p a r t o eran dos canales a través d e los cuales la energía divina
d e la diosa se d e r r a m a b a e n la vida. Istar p r o c l a m a b a : «Yo c o n v i e r t o al m a c h o e n h e m -
bra. Yo soy la q u e engalana al m a c h o para la h e m b r a ; y o soy la q u e engalana a la h e m -
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bra para el m a c h o » . A través de la sexualidad se traía la vida al m u n d o ; era u n acto sa-
g r a d o . T a m b i é n era sagrada p o r q u e el éxtasis q u e la a c o m p a ñ a b a era la e x p e r i e n c i a más
50
cercana al estado d e g o c e asociado a la existencia divina d e los dioses y las diosas . Por
esta razón, el acto sexual e n las p r i m e r a s civilizaciones era u n ritual d e participación,
u n acto m á g i c o de fertilidad. Era expresión d e lo d i v i n o p o r q u e , al entregarse c o m -
p l e t a m e n t e al instinto sexual despertado p o r la diosa, h o m b r e s y mujeres se ofrecían
c o m o vehículos d e su fuerza generativa. Las sacerdotisas d e I n a n n a e Istar, m e d i a n t e su
u n i ó n c o n los h o m b r e s q u e acudían al t e m p l o , les p r o p o r c i o n a b a n u n a e x p e r i e n c i a e x -
tática q u e era, p o r así decirlo, la «vida» d e la diosa. El sacrificio d e la virginidad d e una
j o v e n a la diosa llevaba la sexualidad al r e i n o d e lo sagrado t a n t o para la m u j e r c o m o
para el h o m b r e q u e perseguía la u n i ó n sexual c o n la diosa a través d e su sacerdotisa,
51
p o r q u e la sexualidad d e a m b o s n o era «suya», sino q u e p r o c e d í a d e la diosa . C o m o
explica Woolley, «la devota p o n í a al servicio d e la divinidad su virginidad, la cual, c o -
m o d e m u e s t r a n a b u n d a n t e s artículos d e las leyes, n o era m e n o s preciosa para la mujer
52
s u m e r i a q u e para otras» . Los h o m b r e s castrados, q u e t a m b i é n servían a la diosa c o m o
sacerdotes, le ofrecían su sexualidad c o m o sacrificio para suscitar nueva vida, u n a p r á c -
tica q u e sería transmitida a los sacerdotes de C i b e l e s y a los d e las diosas cananeas. Este
sacrificio q u e d a reflejado e n el v o t o d e celibato d e los sacerdotes d e la Iglesia católica
romana.
U n a de las funciones d e la suma sacerdotisa, c o n o c i d a c o m o E n t u , era asumir el pa-
pel d e la diosa e n la u n i ó n ritual del m a t r i m o n i o sagrado, en las q u e el rey representa-
ba el papel d e su c o n s o r t e , personificando al h i j o - a m a n t e de la diosa. Es posible que
las u n i o n e s llevadas a cabo e n el t e m p l o fueran el o r i g e n de la creencia d e q u e la as-
c e n d e n c i a d e los hijos d e ellas nacidos era m i t a d divina y m i t a d h u m a n a , c o m o era el
caso d e G i l g a m e s h . S a r g ó n I era el hijo de u n a s u m a sacerdotisa y u n padre d e s c o n o -
cido, al q u e él m i s m o llama «jardinero». «Jardinero» era u n e p í t e t o de los reyes q u e asu-
234
mían el papel del h i j o - a m a n t e en el r i t o del m a t r i m o n i o sagrado. La historia d e Sargón
sugiere q u e los reyes s u m e r i o s eran literalmente los hijos, consortes y padres d e las s u
53
mas sacerdotisas, q u e personificaban a la diosa y presidían su t e m p l o .
El papel d e una suma sacerdotisa q u e d a ilustrado p o r u n a n o t a b l e serie d e p o e m a s
escritos a m e d i a d o s del tercer m i l e n i o a. C . p o r u n a m u j e r q u e fue sacerdotisa, p r i n
cesa y poetisa. Su n o m b r e era E n h e d u a n n a , hija del p r i m e r rey Sargón de A c a d (c. 2350
54
a. C ) . Su h i m n o a I n a n n a , llamado Exaltación d e I n a n n a constituye el e j e m p l o más
antiguo q u e se c o n o c e d e la poesía de u n a m u j e r q u e t a m b i é n fue suma sacerdotisa, y
es interesante q u e dedicase su gran ciclo de p o e m a s a I n a n n a y n o a los dioses A n o
N a n n a . La influencia de E n h e d u a n n a se hace p a t e n t e en el h e c h o de q u e , m u c h o d e s
pués de su m u e r t e , sus h i m n o s se c o p i a r o n y cantaron e n los t e m p l o s de I n a n n a e Istar.
Su estilo literario es tan característico q u e es posible q u e salgan a la luz en el futuro
235
otros p o e m a s d e su p r o d u c c i ó n . Su p o e m a , e n c o n j u n t o , resalta d e f o r m a novedosa la
función d e g e n e r a d a d e la diosa e n la guerra h u m a n a , antes q u e retratar a la diosa en su
función original de dadora d e vida; revela además c ó m o los dioses A n y Enlil habían
intensificado su d o m i n i o sobre el p a n t e ó n s u m e r i o e n d e t r i m e n t o d e la diosa.
17. Sellos c i l i n d r i c o s q u e m u e s t r a n a I n a n n a -
Istar c o m o r e i n a del cíelo
236
yor significado e n las civilizaciones de la E d a d del B r o n c e , t a n t o en C r e t a y e n E g i p t o
c o m o en S u m e r , t a m b i é n estaba asociada específicamente a I n a n n a e Istar, al igual q u e
59
ciertas constelaciones, c o m o Virgo y E s c o r p i o .
La historia de c ó m o I n a n n a se acabó c o n v i r t i e n d o e n u n a diosa l u n a r p r o c e d e del
segundo enlace de Enlil c o n u n a diosa llamada Ninlil, n o m b r e q u e significa «señora a i -
re». Tras ser violada p o r Enlil, dio a luz a N a n n a , el dios d e la luna, q u e a su vez se c a -
só c o n N i n g a l , diosa de la luna. T u v i e r o n dos hijos, I n a n n a , c u y o n o m b r e significa r e i -
na luna o señora luna, y U t u , el dios del sol. Así, e n esta genealogía, q u e parece ser
una racionalización a p o s t e r i o r i de su existencia, I n a n n a es la tataranieta de N a m m u y
la bisnieta d e K i - N i n h u r s a g . E n esta mitología, I n a n n a t o m a u n carácter más i n d i v i -
dual y es la p r i m e r a diosa o dios q u e c o n o c e m o s q u e sufre c o m o si fuera h u m a n a y
que p u e d e , p o r lo tanto, expresar el drama m i s t e r i o s o d e la c o n d i c i ó n h u m a n a . U n
h i m n o se dirige a ella c o m o diosa de la luna y l u c e r o del alba:
I n a n n a c o m o d i o s a d e la tormenta
237
1 8 . I n a n n a , c o n la c o r o n a
astada, luna c r e c i e n t e y
l u c e r o del alba, montada
s o b r e s u d r a g ó n d e la
tormenta
19. Inanna-Istar, coronada
por una estrella y c o n el
a r c o e n la m a n o , i m a g e n de
S i r i o , j u n t o al á r b o l d e la
vida (sello cilindrico
n e o a s i r i o , c. 7 0 0 a. C.)
238
61
p e o posterior, más q u e del i m a g i n a r i o neolítico, más a n t i g u o . Los sellos cilindricos
que llevan la i m a g e n d e u n a diosa q u e sostiene el rayo e n la m a n o , d e pie sobre u n d r a -
gón, p u e d e n estar r e p r e s e n t a n d o a I n a n n a , p u e s t o q u e e n los h i m n o s a m e n u d o se h a -
ce referencia a ella c o m o «el dragón». El v e n e n o q u e fluye d e la b o c a del d r a g ó n p u e -
62
de ser la fuerza destructiva de la t o r m e n t a o la i n u n d a c i ó n . El d r a g ó n y las aguas
torrenciales de la i n u n d a c i ó n t a m b i é n aparecen e n la poesía c o m o metáforas d e la fuer-
za devastadora de la guerra p o r q u e , a partir del tercer m i l e n i o a. C , I n a n n a e Istar se
convirtieron e n diosas d e la guerra.
E n el sello de la figura 18 I n a n n a cabalga sobre el l o m o de su d r a g ó n alado. El d r a -
gón vomita el t o r r e n t e de la i n u n d a c i ó n o de la t o r m e n t a o, p o s i b l e m e n t e , los desas-
tres de la g u e r r a . La diosa está c o r o n a d a y vestida c o n su túnica d e flecos habitual y s e -
ñala hacia la luna creciente y la estrella. U n l e ó n sigue al d r a g ó n .
M u c h o s siglos después d e borrarse t o d o r e c u e r d o d e S u m e r , en la literatura g n ó s -
tica de los p r i m e r o s siglos de la cristiandad figura u n p o e m a l l a m a d o «El t r u e n o , m e n -
te perfecta» (ver capítulo 15, pp. 713-715). La a n t i g u a i m a g e n de la diosa sumeria y b a -
bilónica, c u y o p o d e r arquetípico se expresaba e n el r u g i d o del t r u e n o , aparece aquí
integrada en la iconografía d e la diosa c o m o personificación d e la sabiduría, i c o n o g r a -
fía q u e se había ido desarrollando d u r a n t e los m i l e n i o s trascurridos. ¿ C ó m o p u d o p r e -
servarse la antigua i m a g e n intacta d u r a n t e u n p e r í o d o d e t i e m p o tan i n m e n s o ?
Inanna-Istar se identificaba t a m b i é n c o n Sirio, la «estrella del arco». E n el h e r m o s o
sello asirio de la figura 19 la diosa sujeta el arco q u e simbolizaba su epifanía c o m o Sirio.
En las puntas d e las flechas y la aljaba q u e sostiene e n c o n t r a m o s estrellas; u n a de ellas
descansa sobre su c o r o n a . Bajo sus pies aparece u n l e ó n . La salida d e Sirio e n c o n j u n -
ción c o n la del sol d u r a n t e el m e s de j u l i o a n u n c i a b a la ardiente sequía y el calor m o r -
tífero de los meses de v e r a n o , c u a n d o t o d o lo visible se agostaba y m o r í a y las gentes
de S u m e r eran golpeadas p o r la doble flecha del h a m b r e y la e n f e r m e d a d . C o m o Sirio,
Inanna era la fuerza q u e m e d i a n t e la sequía, la e n f e r m e d a d , la g u e r r a y la m u e r t e d e s -
truía la tierra y a sus hijos. Pero su capacidad d e traer la m u e r t e q u e d a equilibrada p o r
la palmera, el árbol d e la vida. Esta era la é p o c a e n q u e su «hijo», la vegetación de la
tierra, era sacrificado y descendía al i n f r a m u n d o a esperar el m o m e n t o d e la r e g e n e r a -
ción.
I n a n n a c o m o d i o s a d e la g u e r r a
239
d e los aspectos más significativos del S u m e r d e la E d a d del B r o n c e es q u e su d e s a r r o -
llo estuvo u n i d o al desarrollo d e la práctica d e la g u e r r a . Las p e q u e ñ a s aldeas se c o n -
v i r t i e r o n e n p u e b l o s y los p u e b l o s e n grandes ciudades d e elevada p o b l a c i ó n . El t e r r i -
t o r i o c o r r e s p o n d i e n t e a u n a ciudad c o m e n z ó a e n t r a r e n c o n t a c t o c o n el d e otra y de
este m o d o estalló la rivalidad entre ciudades. La sociedad s u m e r i a c o m e n z ó a sufrir de
f o r m a cada vez más frecuente los trastornos d e las guerras e n t r e reyes obsesionados c o n
el afán de fama y r e n o m b r e , o e m p e ñ a d o s e n establecer el d o m i n i o del sur sobre el
n o r t e o viceversa; parece q u e fue este p r o c e s o el q u e dio o r i g e n a la i m a g e n d e la d i o -
sa de la g u e r r a . Invasores d e fuera de S u m e r , q u e asolaban los valles fluviales desde el
n o r t e y el este, c o n t r i b u y e r o n a i n c r e m e n t a r esta e x p e r i e n c i a terrorífica de sus h a b i -
tantes, q u e n o c o n o c í a n paz duradera y e n c u a l q u i e r m o m e n t o p o d í a n ser asesinados,
p e r d e r a sus c ó n y u g e s o a sus padres o ser c o n v e r t i d o s e n esclavos.
Así, las colosales murallas de U r u k q u e G i l g a m e s h levantó e n el tercer m i l e n i o a.
C . dan t e s t i m o n i o de la necesidad de una defensa c o n t r a el e n e m i g o , p r o c e d e n t e t a n -
t o del i n t e r i o r c o m o del e x t e r i o r de S u m e r . T e n í a n 13 k m de largo, casi 6 m d e altu-
ra y 4,5 m d e espesor, así c o m o unas 900 torretas situadas cada 12 m . Sólo tenían dos
puertas, u n a al n o r t e y otra al sur. La g u e r r a era ensalzada c o n e n t u s i a s m o creciente c o -
m o m o d o d e vida p r o p i o d e reyes y héroes. La diosa era invocada c o m o «patrona» de
la g u e r r a , y este papel se transmitió a las diosas d e culturas posteriores: las d e Asiría,
C a n a á n y Grecia, e incluso a la María cristiana.
La i m a g e n de I n a n n a c o m o diosa de la g u e r r a es c o n casi total seguridad la fuente
240
2 1 . Istar c o m o d i o s a d e la g u e r r a , d e p i e
s o b r e su l e ó n ( r e l i e v e a s i r i o , c . 8 0 0 a. C .
Tell Asmar)
241
carácter n u r n i n o s o d e la figura d e la g r a n diosa; carácter n u m i n o s o del q u e , d e forma
o m i n o s a , se apropia el rey c o n í m p e t u p r o p o r c i o n a l m e n t e mayor. Istar r e a l m e n t e se ha
c o n v e r t i d o e n diosa de la m u e r t e c u a n d o se dirige a A s a r a d ó n , rey de Asiría: «Soy Istar
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d e Arbela. Desollaré a tus e n e m i g o s y te los entregaré» .
I n a n n a y las leyes
se describen en los documentos literarios como «buenos», «puros», «sagrados», «grandes», «no-
bles», «precisos», «innumerables», «eternos», «imponentes», «intrincados», «intocables»; podían
ser «presentados», «dados», «tomados», «sostenidos», «alzados», «reunidos», «vestidos» (como una
prenda), «ceñidos al costado», «dirigidos», «perfeccionados»; las divinidades podían sentarse so-
bre ellos, apoyar en ellos sus pies, cabalgar sobre ellos; podían incluso ser metidos en una bar-
6
ca y llevados de una ciudad a otra *.
242
d e r e c h o p u e d e p e r t e n e c e r l e e n calidad d e diosa lunar. Seis veces envía E n k i a su e m i -
sario, c o n m o n s t r u o s espantosos, para q u e traiga d e vuelta a E r i d u los me, y seis veces
Inanna, c o n la ayuda d e su c o m p a ñ e r o N i n s h u b u r , c o n s i g u e escapar a b o r d o de su
«barco del cielo» c o n su carga preciosa. Indignada, clama:
243
Mi padre me dio el cielo, me dio la tierra;
yo, la reina del Cielo soy yo.
¿Hay dios alguno que pueda competir conmigo?
Enlil me dio el cielo, me dio la tierra;
¡yo, la reina del cielo soy yo!
M e ha dado la soberanía,
me ha dado el oficio de reina,
me ha dado la batalla, me ha dado el combate,
me ha dado la inundación, me ha dado la tempestad,
ha puesto el cielo como corona sobre mi cabeza,
ha atado la tierra a mi pie como sandalia,
ha ceñido la sagrada vestimenta de los me en torno a mi cuerpo,
73
ha puesto el cetro sagrado en mi mano .
La d i o s a y su hijo-amante
244
r
Su sede era el punto central de la tierra; su follaje era el lecho de la madre primigenia. Al c o -
razón de su casa sagrada que extiende su sombra como bosque al que no ha penetrado ningún
77
hombre; ahí (está el hogar de) la madre poderosa que cruza el cielo; en su centro estaba Tamuz .
245
2 3 . La d i o s a y s u c o n s o r t e , e l dios
d e l c e r e a l ( s e l l o c i l i n d r i c o , c. 2 3 0 0 a. C.)
2 4 . La d i o s a r e c i b e al d i o s d e l grano
( s e l l o c i l i n d r i c o , c . 2 3 0 0 - 2 0 0 0 a. C.)
2 5 . D u m u z i c o m o el Pastor
( s e l l o c i l i n d r i c o , c. 3 2 0 0 -
3 0 0 0 a. C ) . Dumuzi aparece
entre dos ovejas. Las
c o l u m n a s de j u n c o s
e s t i l i z a d a s d e I n a n n a —sus
ashcrim— e n m a r c a n la escena
y el rosal c r e c e d e un
e n o r m e jarro de piedra
246
2 6 . El Carnero en el matorral
( c . 2 5 0 0 a. C . T u m b a s reales
de U r )
247
Los p o e m a s q u e tratan del cortejo de I n a n n a y D u m u z i se c u e n t a n e n t r e los más
h e r m o s o s de la literatura s u m e r i a . Están llenos d e h u m o r y t e r n u r a y sus i m á g e n e s ani
m a n la historia, q u e resulta tan vivida h o y e n día c o m o d e b i ó d e serlo e n t o n c e s . E n el
a m o r de I n a n n a p o r D u m u z i y e n el q u e él sentía p o r ella, los p o e t a s p a r e c e n expresar
el m u t u o a m o r entre h o m b r e s y mujeres, exaltado e n el m i t o d e la diosa y su c o n s o r
te hasta convertirse e n u n a relación cósmica. E n u n o d e los p o e m a s acerca del cortejo
I n a n n a abre a D u m u z i la p u e r t a de su casa:
I n a n n a le dijo:
Lo que yo te diga
que el cantor en canto lo teja.
Lo que yo te diga
que fluya de oreja a boca,
82
que pase de viejos a jóvenes .
El m a t r i m o n i o sagrado
248
2 7 . El m a t r i m o n i o s a g r a d o ( s e l l o cilindrico
q u e m u e s t r a una pareja en una c a m a , c o n un
e s c o r p i ó n b a j o la m i s m a , p e r í o d o Dinástico
A n t i g u o , c . 2 8 0 0 a. C.)
249
Abraza a su amado esposo.
La sagrada Inanna lo abraza.
El trono en el gran santuario se vuelve glorioso
como luz del día.
El rey, como el dios sol,
riqueza, dicha y abundancia ante él prosperan.
U n banquete de cosas buenas disponen ante él,
el pueblo de cabeza oscura prospera ante él.
(...)
El rey recibe adecuada provisión de comida y bebida.
La madre divina, terrible dragón del cielo, recibe adecuada
provisión de comida y bebida.
El templo resplandece, el rey se alegra.
Día tras día el pueblo está con abundancia satisfecho,
4
la madre divina, terrible dragón del cielo, se alegra" .
E I n a n n a dice:
Me llevó a su jardín.
Mi hermano, Dumuzi, me llevó a su jardín.
Paseé con él entre los árboles erguidos.
En pie con él estuve entre los árboles caídos,
j u n t o a un manzano me arrodillé como es debido.
250
Ante mi hermano que cantando venía,
que ante mí se alzó de entre las hojas de los chopos,
que a mí vino en el calor del mediodía,
ante mi señor Dumuzi
hice manar plantas de mi vientre.
Puse plantas ante él,
hice manar plantas ante él,
puse grano ante él,
hice manar grano ante él.
5
Hice manar grano de mi vientre" .
251
E I n a n n a dijo:
El ha brotado; ha florecido;
es lechuga plantada j u n t o al agua.
Es aquel a quien mi vientre más quiere.
252
El que acaricia, ardiente e impetuoso, mi ombligo,
el que acaricia mis suaves muslos,
es aquel a quien mi vientre más quiere,
8
es lechuga plantada j u n t o al agua ".
O t r o p o e m a , i g u a l m e n t e r i c o e n i m á g e n e s sexuales, m u e s t r a la estrecha c o n e x i ó n
entre sacerdote, rey y pastor y la simbología del t o r o :
253
recubrí mi boca de ámbar de dulce olor,
pinté mis ojos con kohl.
El d e s c e n s o de Inanna
254
3 0 . El r e l i e v e d e B u r n e y , p l a c a d e t e r r a c o t a d e Inanna-
Istar, c o n l e o n e s , buhos y la v a r a y la c u e r d a d e medir
( c . 2 3 0 0 - 2 0 0 0 a. C , 4 9 , 5 c m d e a l t u r a y 37 c m d e ancho)
Es probable q u e la i m a g e n d e t e r r a c o t a d e la figura 30 sea la de I n a n n a e n su papel
d e diosa del cielo, la tierra y el i n f r a m u n d o , reina d e las g r a n d e s alturas y d e las g r a n -
des profundidades. Tal vez sea la i m a g e n más i m p o r t a n t e d e sus i m á g e n e s q u e ha so-
brevivido desde la é p o c a s u m e r i a . Su a u t e n t i c i d a d n o parece p o n e r s e e n d u d a y h a si-
d o fechada p o r Frankfort, q u e c o m e n t a su e x q u i s i t o m o d e l a d o , e n el ú l t i m o tercio del
9
tercer m i l e n i o a. C. "
La diosa está esculpida d e frente al a d o r a d o r q u e se le acerque, al igual q u e los l e o -
nes y los b u h o s q u e m o n t a n guardia a su d e r e c h a e izquierda. Lleva u n a c o r o n a de cua-
tro gradas astadas y su cabello e n m a r c a su cara y está r e c o g i d o e n u n m o ñ o . Lleva u n
collar alrededor del cuello. T i e n e alas, q u e i n d i c a n su relación c o n el cielo y la d i -
m e n s i ó n celestial y q u e están pintadas a l t e r n a t i v a m e n t e e n n e g r o y rojo, c o m o las de
los b u h o s a derecha e izquierda. Su c u e r p o presenta restos de p i n t u r a o c r e roja e n t o -
da su superficie. Sus pies c o n garras descansan sobre l e o n e s , y los leones a su vez des-
cansan sobre la m o n t a ñ a sagrada, q u e identifica el d i s e ñ o d e escamas q u e b o r d e a la par-
te inferior de la escultura.
La palabra sumeria para b u h o es ninna y el n o m b r e N i n - n i n n a q u e recibe la diosa
91
bajo su f o r m a de b u h o significaba «divina señora b u h o » . E n los textos antiguos la pa-
labra acadia kilili t a m b i é n se refiere a N i n - n i n n a ; I n a n n a e Istar c o m p a r t í a n este apela-
tivo. (Quizás kilili sea la f o r m a original d e la q u e deriva Lilith, a q u i e n m u c h o más tar-
de, en é p o c a bíblica, se le llama «buho» y «lechuza». Parece c o m o si la Lilith de la
mitología h e b r e a fuese u n a i m a g e n distorsionada d e la diosa s u m e r o a c a d i a , p u e s t o que
e n las historias narradas acerca de ella siempre se resaltan sus p o d e r e s mortíferos.) A lo
largo de la civilización neolítica, el b u h o es u n a i m a g e n d e la diosa del m u n d o más allá
d e la m u e r t e . Los leones y las aves son las epifanías más antiguas de la diosa, descu-
biertas p o r p r i m e r a vez e n el Paleolítico, y l u e g o e n Catal H ü y ü k y la vieja E u r o p a ; le
llamativo de la placa s u m e r i a es q u e las r e ú n e e n u n a magnífica p r o c l a m a c i ó n . A la lu2
de la iconografía neolítica a partir d e la cual e v o l u c i o n ó la m i t o l o g í a d e la E d a d del
B r o n c e , esta figura deja entrever d e f o r m a n o t a b l e u n clima d e creencias e n el q u e la
i m a g e n d e la diosa todavía n o se había e s c i n d i d o e n los aspectos celestial y d e m o n í a c o ,
en el l u m i n o s o y el oscuro. Al c o n t r a r i o , unifica el m u n d o s u p e r i o r y el inframundo:
la majestad de la presencia d e I n a n n a n o es fuente d e terror, sino de inspiración.
E n el p o e m a del «Descenso de Inanna» resultan e s p e c i a l m e n t e llamativas las imáge-
nes d e r e g e n e r a c i ó n . O í m o s a Ereshkigal a p u n t o d e dar a luz en el m u n d o subterrá-
n e o ; ¿a q u i é n devuelve la vida si n o es a I n a n n a ? Es c o m o si I n a n n a , e n t a n t o q u e dio-
sa d e la vida, necesitase llevar a cabo este pasaje a través de sus propias profundidade:
para p o d e r reunirse c o n su aspecto s u b t e r r á n e o . Tras estas poderosas i m á g e n e s está e
m i t o lunar, en el q u e la luz d e b e s u m e r g i r s e e n las tinieblas para p o d e r reaparecer er
el siguiente ciclo. Las dos h e r m a n a s , unidas, r e p r e s e n t a n el t o d o , los «rostros» unifica-
dos de la gran m a d r e . U n a es la luz; la otra, la o s c u r i d a d q u e «mata» la luz, p e r o que
sin e m b a r g o la devuelve a su lugar e n los cielos llegado el n u e v o ciclo. Ereshkigal es 1:
256
luna oscurecida q u e «mata» a su h e r m a n a p e q u e ñ a , q u e la despoja d e sus prendas a m e -
dida q u e desciende al i n f r a m u n d o a través d e las siete etapas o días d e la l u n a m e n -
guante, q u e la cuelga de u n clavo o estaca d u r a n t e los tres días d e la o s c u r i d a d e n los
que n o hay luna. I n a n n a es devuelta a su e s p l e n d o r p l e n o a m e d i d a q u e asciende d e las
regiones oscuras, atravesando las etapas o días de la l u n a creciente. D e esta f o r m a se
muestra c ó m o la vida e m e r g e d e las tinieblas.
La historia babilónica del descenso de Istar tiene u n a variedad d e rasgos q u e son d e
gran interés. U n jabalí salvaje hiere m o r t a l m e n t e a T a m u z , h i j o - a m a n t e de la diosa, y
ésta d e s c i e n d e al i n f r a m u n d o para despertarlo del s u e ñ o q u e lo m a n t i e n e h e c h i z a d o .
Exige q u e se le p e r m i t a la entrada p o r las puertas del i n f r a m u n d o d e f o r m a más i m p e -
riosa q u e I n a n n a .
Al igual q u e Inanna, Istar atraviesa las siete puertas e n su descenso, es despojada de
sus vestidos y llega desnuda a presencia de la diosa del i n f r a m u n d o . M á s adelante se le
devuelve, en siete pasos, su a t u e n d o glorioso de reina del cielo y la tierra. Mientras está
en el inframundo, d u r a n t e los tres días de oscuridad, es c o m o si la superficie del m u n d o
hubiese caído bajo el p o d e r de u n hechizo. Se d e t i e n e la fertilidad; t o d o se s u m e en u n
profundo sueño. Es inevitable evocar la iconografía de la Bella D u r m i e n t e , a u n q u e en la
historia de Istar y T a m u z es el «príncipe» q u i e n se q u e d a d o r m i d o y la «reina» q u i e n lo
despierta y r o m p e el hechizo. ¿Fue esta historia el o r i g e n del c u e n t o de hadas cuya p r i n -
cesa lunar, j u n t o c o n sus padres y corte, se queda d o r m i d a e n su d e c i m o q u i n t o c u m -
pleaños y es despertada p o r el príncipe, q u e le devuelve la vida a ella y a toda la corte?
257
t r o n o j u n t o al m a n z a n o sagrado d e su t e m p l o . I n a n n a fija el ojo de la m u e r t e sobre él
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y lo elige para q u e o c u p e su lugar . Los galla g o l p e a n a D u m u z i c o n hachas y p u ñ e t a -
zos y el dios reza p i d i e n d o ayuda al dios del sol, U t u , h e r m a n o d e I n a n n a , q u e lo c o n -
vierte en serpiente; así escapa d e sus p e r s e g u i d o r e s . Llama a su h e r m a n a , G e s h t i n a n n a ,
y le c u e n t a u n s u e ñ o q u e ha t e n i d o . El s u e ñ o p r e d i c e su p r o p i a m u e r t e y G e s h t i n a n n a
llora al escucharlo. Los siete galla se acercan d e n u e v o y D u m u z i v u e l v e a p e d i r ayuda
a U t u , q u e esta vez lo c o n v i e r t e en u n a gacela q u e h u y e al aprisco d e su h e r m a n a en
busca de refugio. G e s h t i n a n n a , i n f o r m a d a del d e s t i n o d e D u m u z i , llora y «su d o l o r c u -
93
b r i ó el h o r i z o n t e c o m o u n a túnica» . Los galla e n c u e n t r a n a D u m u z i y el p r i m e r o de
ellos golpea su mejilla c o n u n clavo. L o atrapan:
258
31. Sacrificio de un rey o h i j o - a m a n t e (sello
c i l i n d r i c o , c . 2 3 3 0 a. C.)
97
de haya y sauce . R e s u l t a n o t a b l e q u e casi setenta años después d e q u e sir L e o n a r d
Woolley excavase estas t u m b a s en U r , todavía n o se haya e n c o n t r a d o e n M e s o p o t a m i a
nada c o m p a r a b l e a su r i q u e z a o su e s p l e n d o r cultural. W o o l l e y las fechó i n i c i a l m e n t e
en 3500 a. O , p e r o h o y e n día la fecha está fijada e n 2500 a. C . D a n sensación de ser
m u c h o más antiguas, e n p a r t e p o r su carácter ú n i c o y e n p a r t e p o r q u e n o hay referen-
cia a ellas e n n i n g ú n t e x t o c o n o c i d o . El ú n i c o c o n t e x t o e n el q u e p u e d e n situarse es
en el del m i t o del dios sacrificado. N o sabemos c u á n d o dio c o m i e n z o esta tradición
del sacrificio ritual o c u á n d o o p o r q u é desapareció. T a n sólo s a b e m o s q u e e n fechas
posteriores, en el t e m p l o d e M a r d u k e n Babilonia, todavía se llevaba a cabo s i m b ó l i -
c a m e n t e el sacrificio del rey e n u n ritual e n el q u e el sacerdote golpeaba la cara de é s -
te, le despojaba de las galas propias d e su cargo y le obligaba a efectuar u n a «confesión
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negativa» de todas las malas acciones q u e n o había c o m e t i d o . Si la fuerza del golpe
hacía q u e al rey se le saltasen las lágrimas, esto se c o n s i d e r a b a u n presagio de q u e la t i e -
rra daría una b u e n a cosecha; una vez más, se revela el s i m b o l i s m o l u n a r del rocío y la
h u m e d a d . Es posible q u e el ritual consistente en g o l p e a r al rey fuese u n vestigio del
drama ritual del descenso d e Inanna a los Infiernos, e n q u e los galla q u e p e r s i g u e n a
99
D u m u z i , su h i j o - a m a n t e , lo golpean en la mejilla c o n u n clavo .
Los e x p e r t o s en el m u n d o s u m e r i o h a n b u s c a d o p r u e b a s d e sacrificios h u m a n o s y
han tratado d e hallar referencias literarias del ritual arcaico d e la i n m o l a c i ó n d e la c o r -
te del rey en el m o m e n t o d e su m u e r t e (una nueva i m a g e n de la c o r t e q u e «se q u e d a
dormida»), p e r o la mayoría d e los textos n o se r e m o n t a n a este p e r í o d o tan antiguo. E n
la época del rey U r - N a m m u (alrededor de 2100 a. C ) , s a b e m o s q u e la esposa del rey,
259
sus hijos y sirvientes n o lo a c o m p a ñ a b a n al m u n d o s u b t e r r á n e o ; c o m o nos c u e n t a u n
p o e m a , los l a m e n t o s d e sus parientes llegaban hasta él, y el rey, a su vez, alzó su voz en
10
largo y a m a r g o llanto ". Sin e m b a r g o , C a m p b e l l a p o r t a p r u e b a s para d e f e n d e r la tesis
- b a s a d a e n F r a z e r - de q u e antes del 2500 a. C . los reyes eran sacrificados r i t u a l m e n t e
cada o c h o años e n el g r a n a ñ o , en su papel d e dios d e la v e g e t a c i ó n , y j u n t o c o n la su-
m a sacerdotisa o reina q u e personificaba a la diosa"".
M u c h o s d e los bellos l a m e n t o s de la literatura s u m e r i a y babilónica están inspirados
e n la c o n g o j a d e Inanna-Istar, la m a d r e , esposa y h e r m a n a de D u m u z i - T a m u z . Los r i -
tos d e d u e l o y b i e n v e n i d a al dios resucitado son v i r t u a l m e n t e los m i s m o s e n ambas c u l -
turas. D e ahí p a r e c e n haberse e x t e n d i d o p o r t o d o P r ó x i m o O r i e n t e y el M e d i t e r r á n e o .
E n todas partes se celebraba r i t u a l m e n t e el m i s m o m i t o d e la diosa v i r g e n c u y o h i j o -
a m a n t e m u e r e u n a m u e r t e d e sacrificio y resucita después d e q u e ella parta al infra-
m u n d o e n su b ú s q u e d a .
E n 3000 a. C . el e q u i n o c c i o de primavera, q u e m a r c a b a el inicio del a ñ o s u m e r i o ,
tenía lugar bajo el signo d e Tauro, el toro. La g r a n estrella Sirio entraba e n c o n j u n c i ó n
c o n el sol e n t o r n o al p r i m e r o d e mayo, c u a n d o más frondosa era la v e g e t a c i ó n . Sirio
e n t o n c e s desaparecía d e la vista hasta q u e se alzaba n u e v a m e n t e e n c o n j u n c i ó n c o n el
sol a m e d i a d o s d e j u l i o . El m e s de d u e l o c o n s a g r a d o al hijo sacrificado d e la diosa - e l
sexto m e s del a ñ o , c o n o c i d o c o m o m e s del llanto p o r Tamuz— tenía lugar después de
q u e se h u b i e s e n c o s e c h a d o el cereal y los d e m á s cultivos e n t r e m e d i a d o s d e j u n i o y
1 2
m e d i a d o s d e j u l i o " . La reaparición d e Sirio c o n la salida del sol a n u n c i a b a la m u e r t e
del dios de la v e g e t a c i ó n , h e r i d o p o r los «rayos abrasadores» d e este ú l t i m o . Es posible
q u e el regreso de Sirio t a m b i é n marcase el m o m e n t o e n q u e la diosa debía descender
al m u n d o s u b t e r r á n e o e n busca d e su h i j o - a m a n t e . C u a n d o el m a n z a n o , la p a l m e r a da-
tilera, la vid y el cereal d a b a n muestras de vida r e n o v a d a , el dios volvía. Existían m u -
c h o s h i m n o s d e l a m e n t o p o r el dios y se a c o m p a ñ a b a n d e música d e flauta. La forma
más antigua de m ú s i c a d e t e m p l o era la d e flauta y los h i m n o s de t e m p l o más antiguos
se llamaban «canciones c o n flauta» ( I r s h e m m a ) . A veces era la diosa c o m o m a d r e , a v e -
ces c o m o esposa y a veces c o m o h e r m a n a , q u i e n se l a m e n t a b a p o r el dios sacrificado.
A q u í , I n a n n a se l a m e n t a d e la m u e r t e d e su esposo, D u m u z i :
260
O t r o l a m e n t o d e I n a n n a , q u e p u e d e referirse a la p é r d i d a d e D u m u z i o a la p é r d i -
da de la posición q u e a ella m i s m a le c o r r e s p o n d í a e n el p a n t e ó n divino, o incluso a la
destrucción de su t e m p l o p o r la guerra, se dirige a Enlil, dios del aire:
El ave tiene su nido, pero en cuanto a mí, mis crías están desperdigadas;
el pez descansa en agua en calma, pero en cuanto a mí, no existe lugar en el que yo pueda
descansar;
el perro se arrodilla en el umbral, pero yo, yo no tengo umbral;
el buey tiene establo, pero yo, yo no tengo establo;
la vaca tiene donde acostarse, pero yo, yo no tengo donde acostarme;
la oveja tiene redil, pero yo, yo no tengo redil,
104
las bestias tienen donde dormir, pero yo, yo no tengo donde dormir .
1 5
Las mujeres d e la ciudad participaban e n el l u t o ritual p o r el dios perdido " , tal vez
e n t o n a n d o las palabras d e d u e l o pronunciadas p o r su m a d r e y esposa. Mientras había
106
«perdido» la vida, el dios era llamado «el pastor q u e ha dejado a sus ovejas» . C o m o e n
107
los ritos de la m u e r t e de A d o n i s m u c h o después e n Siria y Grecia , se ponía u n a efigie
de madera del dios e n u n b o t e o balsa q u e se dejaba flotar e n las aguas. Según se h u n -
día, D u m u z i - T a m u z descendía al inframundo. Tal vez las mujeres pusiesen e n el agua p e -
108
queñas balsas adornadas c o n hojas de lechuga verde o b e r r o . El siguiente l a m e n t o d e
Istar anticipa de forma curiosa el dolor de la virgen María p o r su hijo m u e r t o :
261
tas i m á g e n e s reaparecen e n el gnosticismo d e los p r i m e r o s siglos d e la era cristiana,
c u a n d o el alma tiene q u e ser «despertada» de su s u e ñ o e n el «inframundo» d e la tierra
para q u e p u e d a volver a su «hogar» e n el m u n d o celestial. La iconografía del m i t o ar-
0
caico se traspone así al c o n t e x t o del alma h u m a n a " .
El inframundo
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m a n a , a m e d i d a q u e se aleja más y más del s e n t i m i e n t o d e u n i d a d y santidad d e la v i
da. U n a d i m e n s i ó n d e la existencia q u e n o p u e d e ser vista o percibida c o n los s e n t i
dos, q u e es invisible y p o r lo t a n t o i n c o m p r e n s i b l e , se llena del m i e d o a la m u e r t e q u e
se proyecta sobre el «espacio» c o m o formas o seres d e m o n í a c o s . La m u e r t e c o m i e n z a a
ser tratada c o m o algo final y absoluto y n o c o m o u n r i t o d e paso entre dos d i m e n s i o
nes en el sentido e n q u e fue imaginada p o r los egipcios. C u a n t o m a y o r es la b r e c h a
q u e separa lo c o n o c i d o de lo d e s c o n o c i d o , la fase l u m i n o s a d e la fase oscura d e la v i
da, y c u a n t o mayor es su asociación c o n el b i e n y c o n el mal, más terrorífica se v u e l
ve la d i m e n s i ó n p o s t e r i o r a la m u e r t e y más d e m o n í a c a la actividad d e sus divinidades
y emisarios. C o n la Lilith hebrea y c o n la i m a g e n cristiana del i n f i e r n o y el diablo nos
llega el legado final d e este terror.
T o d o esto h a c e a u n más significativo el m i t o s u m e r i o del descenso d e I n a n n a , p u e s
to q u e ella, reina del cielo y de la tierra, u n a diosa j o v e n y radiante engalanada c o n t o
dos los «poderes» p r o p i o s de su posición, desea e x p e r i m e n t a r esa d i m e n s i ó n d e s c o n o
cida del i n f r a m u n d o . « A b r i e n d o su oído» a las g r a n d e s profundidades, realiza el viaje
c h a m á n i c o al rostro o c u l t o de la vida para o b t e n e r u n a c o m p r e n s i ó n más profunda d e
sus misterios. El viaje de I n a n n a parece reflejar la necesidad en u n a cultura d e u n r i
tual q u e la r e c o n e c t e c o n sus raíces psíquicas: c o n el i n f r a m u n d o . Su descenso n o es
sólo u n a dramatización de los antiguos rituales asociados al ciclo lunar q u e habían i n
fluido en la conciencia h u m a n a d u r a n t e tantos m i l e n i o s ; t a m b i é n dramatiza la inicia
ción a u n a d i m e n s i ó n t e m i d a q u e se c o n c e b í a c o m o g e o g r á f i c a m e n t e r e m o t a respecto
del m u n d o «superior» l u m i n o s o de la vida cotidiana y d e las p r e o c u p a c i o n e s prácticas.
N o hay r a z ó n alguna q u e nos p e r m i t a s u p o n e r q u e los sacerdotes y sacerdotisas q u e
ritualizaban este m i t o e n forma de drama i g n o r a s e n su significado c o m o rite d'entrée e n
una d i m e n s i ó n q u e ya se estaba v o l v i e n d o r e m o t a y terrorífica para la c o n c i e n c i a h u
mana. Era u n a iniciación hacia la consciencia d e q u e la m u e r t e n o es contraria a la v i -
263
da, sino u n aspecto esencial d e su totalidad y, m á s a ú n , el pasaje hacia u n «nuevo» c i
clo d e la vida. El descenso d e I n a n n a al i n f r a m u n d o y su regreso del m i s m o tras s o
m e t e r s e a su h e r m a n a ofrecían a la cultura s u m e r i a el p a r a d i g m a de «las grandes p r o
fundidades» c o m o c o n t r a p a r t i d a esencial de «las g r a n d e s alturas».
264
6
Isis de Egipto:
r e i n a d e l c i e l o , la t i e r r a y el inframundo*
* T r a d u c c i ó n de Andrés Piquer.
265
dos y h u m a n i d a d n o era i n c o m p a t i b l e c o n q u e fuese t a m b i é n u n a hija de la diosa del
cielo, N u t , q u e t u v o cuatro hijos c o n G e b , el dios d e la tierra. Isis f o r m a b a p a r t e , p o r
lo tanto, de la cuarta g e n e r a c i ó n de dioses y diosas q u e e n el p r i n c i p i o surgieron de las
i n f o r m e s aguas.
Al p r i n c i p i o t o d o era agua y el agua lo era t o d o , y el n o m b r e de las aguas era N u n .
Y d e las aguas p r i m o r d i a l e s del gran a b i s m o c o m e n z ó a alzarse u n a colina; era el « m o n -
266
tículo del p r i m e r m o m e n t o » y fue el p r i m e r m o m e n t o d e luz. Y el n o m b r e d e la alta
colina era A t u m , el «completo». Esto s u c e d i ó e n el p r i n c i p i o , y s u c e d i ó cada día al n a -
cer el sol del a b i s m o p r i m o r d i a l d e la n o c h e , y cada a ñ o al resurgir la tierra d e e n t r e las
aguas de la i n u n d a c i ó n del N i l o . C u a n d o la gran i n u n d a c i ó n se retiraba, p e q u e ñ a s c o -
linas de l o d o se alzaban del agua oscura, h a c i é n d o s e más y más altas. D e ellas c o m e n -
zaban a brotar plantas, los insectos se arrastraban y volaban sobre su superficie, aves y
animales se posaban y a n d a b a n sobre ellas y los h u m a n o s p o d í a n e n c o n t r a r u n lugar
«donde estar de pie o sentarse». Así, t o d a la vida provenía de las ricas y vivas aguas p a r -
das del N i l o , c o m o había s u c e d i d o en el p r i n c i p i o .
Cada a ñ o el N i l o m u e r e y renace, y t o d o E g i p t o c o n él. A m e d i a d o s de j u n i o , e n
t o r n o al solsticio de verano, el N i l o parece irse para siempre, evaporado e n la tierra y el
aire, reducido a la mitad de su tamaño. Pero j u s t o c u a n d o parece q u e la vida n o p u e d e
m e n g u a r más, c u a n d o los c a m p o s están secos y p o l v o r i e n t o s , el g a n a d o sediento y d e l -
gado y el p u e b l o c o n s u m i d o p o r el h a m b r e , el N i l o c o m i e n z a a estremecerse y a m e -
drar, l e n t a m e n t e al principio, p e r o t o m a n d o fuerzas hasta q u e se lanzan a la carrera sus
aguas tumultuosas y s ú b i t a m e n t e desbordan sus riberas, y el agua se d e r r a m a sobre los
kilómetros de tierra llana y reseca q u e r o d e a n a m b o s lados del río. E n t r e j u l i o y o c t u b r e
el m u n d o vuelve a su estado originario, al estado desde el q u e se o r i g i n ó y se originará
de nuevo toda la vida. E n o t o ñ o el nivel de las aguas baja, la i n u n d a c i ó n retrocede y los
campos fertilizados están preñados de vida, listos para la siembra de n o v i e m b r e .
El a n t i g u o E g i p t o se o r i e n t a b a c o n relación al N i l o , q u e fluía hacia el n o r t e en d i -
rección al mar, trayendo agua para q u e t o d o el m u n d o bebiera; allí d o n d e n o llegaba
había m u e r t e , p o r q u e a a m b o s lados de la n e g r a y fértil tierra se e x t e n d í a el á r i d o d e -
sierto: p á r a m o s rocosos de arena seca, devastados p o r el sol, d o n d e nada crecía. Pero las
arenas estaban siempre en m o v i m i e n t o , m o v i é n d o s e hacia la tierra h ú m e d a , siempre
dispuestas a invadir los c a m p o s cultivados. El contraste e n t r e la vida y la m u e r t e era o m -
nipresente. Era u n a c o n t e c e r d i n á m i c o de fuerzas e n conflicto; la vida m a n t e n í a u n a r -
tístico equilibrio e n t r e contrarios: demasiada agua, y los canales y presas se colapsaban;
poca agua, y el p u e b l o sufría h a m b r e .
El s e n t i m i e n t o d e q u e las aguas eran el o r i g e n d e la vida, reflejado e n el flujo c o n -
t i n u o del N i l o , fue c o m ú n a todas las historias d e la c r e a c i ó n e n E g i p t o . A partir de ahí
c o m e n z a r o n las divergencias en distintos lugares: Menfis, H e l i ó p o l i s , H e r m ó p o l i s ,
Tebas, Edfú y D e n d e r a , todas ellas i m a g i n a r o n la o r d e n a c i ó n del universo de u n m o -
do l i g e r a m e n t e distinto, d a n d o a los dioses y diosas u n a v a r i e d a d de n o m b r e s , s u p e r -
1
p o n i é n d o l o s , m e z c l á n d o l o s y separándolos, sin q u e ello generase conflictos . Había dos
centros principales de d o c t r i n a religiosa, u n o e n Menfis, c o n el dios P t a h q u e creó el
m u n d o m e d i a n t e la palabra, y otro en H e l i ó p o l i s , la c i u d a d del sol. Isis p e r t e n e c í a e n
un p r i n c i p i o a la cosmología d e H e l i ó p o l i s , g e n e r a l m e n t e aceptada c o m o la o r t o d o x a
e inscrita en los textos de las pirámides, p e r o q u e n o se consideraba la única correcta
e x c e p t o en la propia H e l i ó p o l i s .
267
A t u m , q u e v i e n e al m u n d o c o m o tierra e m e r g i d a y c o m o luz, e n g e n d r a a S h u , de
s e x o m a s c u l i n o (aire, vida, espacio, luz), y a Tefnut, d e sexo f e m e n i n o ( h u m e d a d , o r -
d e n ) , q u e da a luz a N u t (cielo) y G e b (tierra). S h u e n t o n c e s eleva a su hija N u t (la
diosa del cielo) alejándola d e su h e r m a n o G e b (el dios d e la tierra) y sujetándola a fin
d e q u e p u e d a dar a luz a las estrellas; «alzándolas d e n u e v o hacia ella», S h u las deja n a -
vegar a lo largo del c u e r p o acuático d e su hija, el cielo. ( C o m o alternativa, otros es-
critos relatan q u e el dios del sol, R a , dio a luz a S h u y a Tefnut. C o n ello n o se alude
a u n ser separado de R a , sino a la manifestación visible d e A t u m c o m o R a . ) A h o r a q u e
los e l e m e n t o s p r i m o r d i a l e s del universo están e n su lugar, q u e d a relacionarlos c o n el
m u n d o h u m a n o . Es aquí d o n d e c o m i e n z a esta historia.
La h i s t o r i a de Isis y Osiris
A h o r a , (en t i e m p o s i n m e m o r i a l e s ) , N u t y G e b e n g e n d r a r o n a Osiris y e n el m o -
m e n t o de su n a c i m i e n t o se alzó una voz q u e decía: «El s e ñ o r d e t o d o avanza hacia la
luz». El s e g u n d o día nació A r u e r i s (llamado el H o r u s m a y o r ) ; al tercer día, Set, p e r o ni
e n el m o m e n t o ni en la m a n e r a debidos, p o r q u e c o n u n g o l p e se a b r i ó paso a través
del c o s t a d o de su m a d r e y salió de u n salto; al c u a r t o día n a c i ó Isis e n las r e g i o n e s q u e
están s i e m p r e h ú m e d a s ; y, al q u i n t o día, Neftis. J u n t o c o n sus padres y abuelos y A t u m
eran d e n o m i n a d o s la E n é a d a , los n u e v e dioses y diosas. N a c i e r o n e n u n p e r í o d o sa-
g r a d o , e n el intervalo de c i n c o días q u e q u e d a r o n sueltos e n t r e u n a ñ o (de 360 días) y
el siguiente, intervalo q u e había g a n a d o T h o t e n u n a partida d e damas c o n la luna.
Neftis se c o n v i r t i ó e n la esposa de Set, p e r o Isis y Osiris se a m a b a n incluso e n la o s -
c u r i d a d del v i e n t r e d e su m a d r e antes d e nacer.
Osiris se c o n v i r t i ó en el p r i m e r rey d e E g i p t o y el c r e a d o r d e la civilización, ense-
ñ a n d o a su p u e b l o el arte de la agricultura y el c u l t o a los dioses, «estableciendo la j u s -
2
ticia a lo largo d e las dos riberas del N i l o » . E n s e ñ ó a los egipcios a plantar t r i g o y c e -
bada, a recolectar fruta de los árboles y a cultivar la vid, y antes d e su t i e m p o las razas
del m u n d o habían sido simples salvajes. C u a n d o viajó a e x t e n d e r sus enseñanzas p o r
otras n a c i o n e s , Isis g o b e r n ó e n su ausencia atenta y p a c í f i c a m e n t e .
P e r o Set, el h e r m a n o perverso d e Osiris, tenía envidia d e su v i r t u d y su fama. Así
q u e c o n s t r u y ó u n arcón del t a m a ñ o d e su h e r m a n o y u n a n o c h e e n palacio, d u r a n t e
los festejos, h i z o q u e se trajera a la sala el cofre r i c a m e n t e d e c o r a d o y p r o m e t i ó c o m o
b r o m a dárselo a q u i e n encajase en él p e r f e c t a m e n t e . C u a n d o Osiris se t e n d i ó e n su i n -
terior, al p u n t o surgieron setenta y dos conspiradores q u e clavaron la tapa del arcón, lo
sellaron c o n p l o m o f u n d i d o y lo arrojaron al N i l o . D e s d e ahí flotó hasta el mar.
Isis, vencida p o r la aflicción, se c o r t ó el pelo, se vistió c o n ropas de d u e l o y buscó
p o r todas partes, N i l o arriba y N i l o abajo, p r e g u n t a n d o a t o d o s los q u e se e n c o n t r a b a
si habían visto el arcón. S u c e d i ó q u e algunos n i ñ o s q u e j u g a b a n j u n t o al río h a b í a n vis-
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to p o r q u é b o c a del N i l o había salido al mar. Isis d e s c u b r i ó q u e las olas se habían l l e -
vado el arcón hasta la costa de Biblos, e n Fenicia. Allí lo habían d e t e n i d o s u a v e m e n t e
las ramas d e u n árbol ericáceo, q u e r á p i d a m e n t e creció a su a l r e d e d o r r o d e á n d o l o p o r
todos los lados, d e m o d o q u e quedaba o c u l t o p o r c o m p l e t o . Tan h e r m o s o y fragante
era el árbol q u e el rey y la reina del lugar o r d e n a r o n talarlo y convertirlo e n u n a c o -
lumna del palacio.
Luego, Isis llegó a Biblos y se situó j u n t o a u n o de los p o z o s de la ciudad, c u b i e r -
ta con velos y vestida de l u t o , c o n su divinidad disfrazada y sin hablar a nadie. C u a n d o
algunas de las doncellas de la reina fueron al p o z o , las saludó a m a b l e m e n t e y c o m e n z ó
a trenzar sus cabellos, e x h a l a n d o tan maravillosa fragancia q u e , c u a n d o v o l v i e r o n al p a -
lacio, la reina Astarté olió el perfume de las trenzas y, tras m a n d a r q u e se le trajese la
1
extranjera, la a d m i t i ó e n su casa y la h i z o n o d r i z a d e su hijo .
La gran diosa dio de m a m a r al n i ñ o de su pulgar y n o d e su p e c h o , y p o r la n o c h e
lo c o l o c ó en u n fuego para q u e m a r t o d o lo q u e e n él fuera m o r t a l . L u e g o , trasfor-
mándose en g o l o n d r i n a , voló alrededor de la c o l u m n a , c a n t a n d o t r i s t e m e n t e . Pero s u -
cedió q u e u n a n o c h e la reina Astarté, al ver a su p e q u e ñ o hijo y a c i e n d o entre las lla-
mas, g r i t ó de f o r m a espantosa y en ese preciso instante despojó a su hijo para siempre
del tesoro de la vida i n m o r t a l .
Isis e n t o n c e s reveló su a u t é n t i c a naturaleza y p i d i ó q u e se le entregase la c o l u m n a
que sujetaba el t e c h o . La bajó y, tras cortar la m a d e r a del árbol, sacó a la luz el sarcó-
fago de Osiris e s c o n d i d o e n el interior. C u a n d o Isis lo vio, se abalanzó sobre él c o n
un alarido tan i n t e n s o q u e el más p e q u e ñ o d e los hijos d e la reina m u r i ó d e m i e d o .
E n t o n c e s , llevándose al hijo mayor, Isis se e m b a r c ó r u m b o a E g i p t o c o n el a r c ó n
(aunque, c o m o le p a r e c i ó q u e el río estaba d e m a s i a d o r e v u e l t o y q u e hacía d e m a s i a -
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d o v i e n t o , se e n o j ó y secó su c o r r i e n t e ) . E n c u a n t o llegó a u n lugar d e s é r t i c o d o n d e
p u d o estar sola, a b r i ó el cofre; r e c o s t a n d o su rostro s o b r e el rostro d e su h e r m a n o , lo
b e s ó y lloró. (Sin e m b a r g o , de r e p e n t e se a p e r c i b i ó d e la presencia del n i ñ o q u e la o b -
servaba y le l a n z ó u n a m i r a d a d e tal g r a v e d a d q u e el p e q u e ñ o m u r i ó d e m i e d o al ins-
tante.)
S e g ú n algunos, mientras Isis revoloteaba a l r e d e d o r d e la c o l u m n a e n f o r m a de g o -
l o n d r i n a , c o n c i b i ó a su hijo H o r u s , e n g e n d r a d o p o r Osiris. Pero, según otros, fue
c u a n d o Isis yacía e n la barca sobre su m a r i d o c u a n d o c o n c i b i ó a su hijo; t r a n s f o r m á n -
dose e n u n m i l a n o , se c e r n i ó sobre él c o n t e r n u r a , d e v o l v i é n d o l o a la vida c o n el ba-
tir de sus fuertes alas:
270
Luego, Isis e s c o n d i ó el cofre q u e c o n t e n í a el c u e r p o d e Osiris e n los lejanos p a n t a -
nos del delta, mientras q u e ella se dirigió a B u t o para cuidar d e su hijo, H o r u s .
U n a n o c h e Set estaba c a z a n d o jabalíes salvajes a la luz d e la l u n a llena c u a n d o d e s -
cubrió el cofre entre los j u n c o s . D e s p e d a z ó el c u e r p o e n c a t o r c e trozos y los d i s e m i -
nó p o r t o d o el país, cada u n o e n u n lugar diferente, y p u d o incluso h a b e r arrojado el
falo de Osiris al N i l o . C u a n d o Isis se e n t e r ó d e esto, t u v o q u e buscar n u e v a m e n t e a su
marido, n a v e g a n d o p o r los p a n t a n o s e n u n a barca d e papiro. Esta vez, su h e r m a n a
Neftis, h e r m a n a esposa d e su m a l v a d o h e r m a n o Set, la a y u d ó , j u n t o c o n el hijo d e
Neftis, A n u b i s , q u e tenía cabeza de chacal. A n u b i s había sido e n g e n d r a d o p o r Osiris,
que una n o c h e m u y oscura c o n f u n d i ó a Neftis c o n Isis. H a y q u i e n dice q u e ésta es la
razón p o r la q u e Set odiaba t a n t o a Osiris. El p e q u e ñ o H o r u s , c o n cabeza de' h a l c ó n ,
ya tenía edad suficiente para ayudar t a m b i é n , y se les u n i ó T h o t , el dios d e la luna, q u e
tenía cabeza de ibis y podía t o m a r la f o r m a d e u n b a b u i n o .
Así, gracias al p o d e r d e d i s c e r n i m i e n t o de T h o t y al intuitivo olfato de A n u b i s , j u n -
tos e n c o n t r a r o n todas las partes de Osiris e x c e p t o el m i e m b r o genital, q u e había sido
engullido p o r u n pez. D o n d e q u i e r a q u e Isis e n c o n t r a b a u n t r o z o del c u e r p o d e Osiris,
lo enterraba c o n t o d o el ritual q u e se le d e b e a u n dios, ritos q u e se celebrarían e n
Egipto a partir de e n t o n c e s . F a b r i c ó u n a réplica del falo p e r d i d o para sustituirlo y lo
consagró c o n gran c e r e m o n i a . H a y q u i e n dice q u e los ritos funerarios eran tan solo
formales y q u e Isis r e u n i ó todas las partes c o n c u i d a d o y c o n ellas f o r m ó u n a m o m i a ,
envuelta en ajustados vendajes de lino, m e d i a n t e la m a g i a t r a n s f o r m a d o r a de A n u b i s en
su papel d e sacerdote embalsamador. E n t o n c e s Isis volvió a abanicar el c u e r p o m u e r t o
con sus alas y Osiris revivió para convertirse e n el s e ñ o r d e la e t e r n i d a d . A h o r a o c u p a
el trono del i n f r a m u n d o c o n t o d o p o d e r y majestad e n la sala de las dos verdades, d o n -
de juzga las almas de los m u e r t o s . Estas se pesan e n u n o d e los platillos d e u n a b a l a n -
za; el otro lo o c u p a la p l u m a de la verdad d e la diosa M a a t , a c u y o cargo están las l e -
5
yes del universo .
271
m u e r t e , p e r o la diosa lo liberó. H o r u s , enfurecido c o n su m a d r e , le c o r t ó la cabeza, p e
ro T h o t la sustituyó p o r la d e una vaca.
Set (en u n a politización abrupta, a u n q u e habitual, d e la d i m e n s i ó n mítica) acusó
e n t o n c e s a H o r u s d e ser ilegítimo y el conflicto e n t r e ellos se trasladó a los derechos
de h e r e n c i a . E n t i e m p o s anteriores la herencia se transmitía p o r línea m a t e r n a , lo que
habría d a d o a Set, h e r m a n o d e Isis, preferencia sobre H o r u s ; p e r o ahora, d e c i d i ó el
consejo, tenía q u e ser p o r línea p a t e r n a . H o r u s fue declarado h e r e d e r o legítimo, se afir
m ó el p r i n c i p i o patrilineal y H o r u s fue c o r o n a d o c o m o n u e v o rey. Pasado el m o m e n
to d e confusión, se obligó a q u e Set sirviera al n u e v o o r d e n : las fuerzas caóticas sin r e
g u l a c i ó n del universo q u e d a b a n ahora d o m i n a d a s e, incluso más, puestas e n relación
272
5. Osiris como
presencia guardiana
d e la e t e r n i d a d ,
s u j e t a n d o el cayado
y el m a y a l , aparece
junto a dos ojos
weájat de H o r u s (XX
dinastía, c. 1190-1085
a. C . T u m b a de
S e n n e j e m , D e i r el
Medina, Tebas)
273
L u e g o , H o r u s viajó al i n f r a m u n d o para transmitir las novedades a Osiris y para des-
p e r t a r l o y «poner su alma e n m o v i m i e n t o » . Le d i o c o m o o b s e q u i o el ojo a r r a n c a d o en
la c o n t i e n d a , q u e devolvió a Osiris la vida e t e r n a y pasó a ser c o n o c i d o c o m o el ojo
wedjat, el ojo d e la e t e r n i d a d , llamado el «completo», q u e protegía d e t o d o d a ñ o (figu-
ra 5). C u a n d o Osiris revivía, el espíritu d e la vida y del c r e c i m i e n t o se despertaba y c o -
m e n z a b a el n u e v o a ñ o .
R e s u l t a e x t r a ñ o q u e e n t o d o E g i p t o n o h u b i e r a u n t e x t o c o m p l e t o d e la historia
de Isis y Osiris. A lo largo del p e r í o d o d e 3.000 años e n el q u e se n a r r ó el relato, los
textos se refieren s o l a m e n t e a episodios aislados, c o m o si se asumiese q u e el c o n o c i -
m i e n t o del m i t o e n t e r o era p a r t e de la cultura. Esto p u e d e a p u n t a r a u n a tradición oral
(a la q u e o r i g i n a l m e n t e p e r t e n e c i e r o n t a m b i é n la Ilíada y la Odisea d e H o m e r o ) ; si un
m i t o se consideraba central en u n a cultura, n o habría necesidad de registrarlo p o r es-
crito. El d r a m a d e la m u e r t e y el r e n a c i m i e n t o d e Osiris se escenificaba cada año en
las representaciones teatrales mistéricas de A b i d o s , p o r lo q u e la historia p u d o h a b e r si-
d o transmitida, c o m o u n arte o habilidad, d e g e n e r a c i ó n e n g e n e r a c i ó n . La historia más
c o n t i n u a y c o m p l e j a p r o c e d e nada m e n o s q u e d e P l u t a r c o , u n escritor g r i e g o del siglo
II d. C . del q u e se sabe q u e visitó E g i p t o al m e n o s e n u n a ocasión. P u e s t o q u e todas
las fuentes egipcias c o r r o b o r a n la versión d e P l u t a r c o , p u e d e ser considerada fiel al o r i -
ginal, a u n q u e t a m b i é n se d e m u e s t r a c l a r a m e n t e q u e g r i e g o s y egipcios hablaban un
lenguaje m i t o l ó g i c o diferente.
Esta historia es, en u n sentido, u n m i t o d e la realidad invisible q u e subyace y hace
inteligibles las obras de lo q u e llamaríamos naturaleza, q u e es t a m b i é n para los e g i p -
cios, en ú l t i m o t é r m i n o , el d r a m a de la naturaleza h u m a n a . Es e n esencia u n m i t o de
la i n m a n e n c i a , p o r q u e los dioses y las diosas d e E g i p t o se manifestaban e n la creación
y c o m o creación, c o n múltiples esferas d e manifestación, t a n t o diferenciadas c o m o m u -
tuas. D e este m o d o , las d i m e n s i o n e s múltiples del m u n d o f e n o m é n i c o se p o n í a n e n re-
lación c o n el s e n t i m i e n t o h u m a n o y era posible explorar el lazo místico q u e unía a la
h u m a n i d a d c o n la naturaleza.
Osiris, p o r e j e m p l o , cobra vida c o n la crecida del N i l o , el cereal q u e g e r m i n a , la
luna creciente, y e n t o d o lo q u e es afirmativo e n la naturaleza y e n los seres h u m a n o s .
M u e r e c o n la m e n g u a del N i l o , el cereal agostado, la l u n a m e n g u a n t e y t o d o lo que
s u c u m b e a la ignorancia y a la violencia y la d e s t r u c c i ó n . La crecida del N i l o también
se veía c o m o las lágrimas d e Isis, pues c u a n d o la diosa lloraba al p e r d i d o Osiris, las lá-
g r i m a s cayeron e i n c r e m e n t a r o n las aguas del N i l o , h u m e d e c i e n d o el c u e r p o reseco e
i n e r t e d e su h e r m a n o esposo. Se decía q u e Isis hacía q u e el N i l o creciera y se desbor-
dase, q u e hacía q u e «medrase en su estación». El escritor g r i e g o Pausanias da la si-
g u i e n t e explicación: «Los egipcios celebran en h o n o r d e Isis la fiesta c u a n d o d i c e n que
ella está afligida p o r Osiris. E n este t i e m p o el N i l o c o m i e n z a a subir, y m u c h o s del lu-
gar dicen q u e lo q u e h a c e crecer el río y regar las tierras d e labor son las lágrimas de
s
Isis» . La diosa se manifestaba c o m o la estrella Sothis, t a m b i é n llamada Sirio y la estre-
274
6. I s i s , c o n c a b e z a d e v a c a ,
a p a r e c e c o m o la e s t r e l l a
S o t h i s , q u e t r a e la
inundación que hace crecer
las p l a n t a s . El p á j a r o del
a l m a se a l z a s o b r e el c e r e a l
c o m o alma liberada de
O s i r i s ( t e m p l o d e Isis
e n la i s l a d e File)
275
celebraban la crecida del N i l o , p o r q u e incluso e n é p o c a d e P l u t a r c o la a c c i ó n d e ve:
ter el agua dulce del N i l o e n u n cofrecillo d e o r o c o n m o t i v o d e la i n u n d a c i ó n e
12
a c o m p a ñ a d a de «un g r i t o d e los presentes c o m o si Osiris fuera e n c o n t r a d o » .
Es necesario marcar la diferencia e n t r e Osiris y M i n , dios d e la cosecha, c u y o de
era la vitalidad del c r e c i m i e n t o . El d o n d e Osiris era la r e a n i m a c i ó n o resurrecciói
a u n q u e , p u e s t o q u e el cereal ha d e m o r i r para vivir d e n u e v o , a m b o s están claramei
te c o n e c t a d o s . Las plantas c o m i e n z a n a crecer c u a n d o se eleva el alma d e Osiris; son
alma d e Osiris «apresurándose en ascender» (figura 6). Osiris es el m i s t e r i o lunar, el di
venir cíclico en q u e la o s c u r i d a d p r e c e d e al resurgir d e la luz y la vida; p o r su part
M i n es el m i s t e r i o solar, la fuerza vital q u e está o n o está presente, representada a mi
n u d o p o r u n t o r o b l a n c o o p o r u n h o m b r e itifálico, q u e t i e n e más e n c o m ú n ce
H o r u s . Era a M i n a q u i e n se dedicaban las fiestas d e la cosecha, c u a n d o su estatua
llevaba e n procesión p o r las calles, a c o m p a ñ a d a d e u n a caja d e plantas d e l e c h u g a (m
tarde se convertiría e n la planta d e los ritos del A d o n i s g r i e g o ) . D e m a n e r a simila
H a p i , el dios del N i l o c o n p e c h o s f e m e n i n o s q u e d e r r a m a su agua del N i l o de dos j ;
rras, se identificaba a m e n u d o c o n Osiris, p e r o n o era u n a figura q u e reflejase p o r
m i s m a el d r a m a cíclico del N i l o . Osiris, p o r el c o n t r a r i o , m e d r a b a y m e n g u a b a .
La indefensión d e Osiris mientras la tierra m u e r t a espera a ser revivida es el objei
de u n o de los más c o n m o v e d o r e s d e los textos d e los sarcófagos. E n él, Isis y Nefti
las dos h e r m a n a s q u e hablan c o n u n a sola v o z , lo llaman d e vuelta a la vida:
¡Ay, indefenso!
¡Ay, indefenso dormido!
¡Ay, indefenso en este lugar que tú no conoces pero yo sí conozco!
Mira, te he encontrado (echado) sobre tu costado,
el gran desvanecido.
«¡Ay, hermana!», dice Isis a Neftis,
«Éste es nuestro hermano,
vamos, levantemos su cabeza,
vamos, (juntemos) sus huesos,
vamos, reunamos sus miembros,
vamos, demos fin a todo su dolor,
para que, en la medida en que podamos, deje de sufrir.
¡Que empiece a alzarse la humedad para este espíritu!
¡Que a través de ti se llenen los canales!
¡Que a través de ti se creen los nombres de los ríos!
¡Osiris, vive!
¡Osiris, que el gran desvanecido se levante!
Yo soy Isis».
«Yo soy Neftis.
276
Sucederá que te vengará Horus,
sucederá que Thot te protegerá
-tus dos hijos de la gran corona blanca-
sucederá que la compañía escuchará.
Entonces tu poder será visible en el cielo
y sembrarás el caos entre los dioses (hostiles),
porque Horus, tu hijo, ha tomado la gran corona blanca,
arrebatándosela a aquel que actuó contra ti.
Entonces tu padre Atum dirá: "¡Ven!".
13
¡Osiris, vive!»
277
7. I s i s , c o n e l t r o n o s o b r e la c a b e z a , g u a r d a a R a m s é s III desde
u n e x t r e m o d e s u s a r c ó f a g o (XX d i n a s t í a , c . 1 1 9 4 - 1 1 6 3 a. C.)
278
8 . N e f t i s , c o n la c a s a s o b r e la c a b e z a , g u a r d a a R a m s é s III desde
e l o t r o e x t r e m o d e su s a r c ó f a g o (XX d i n a s t í a , c. 1 1 9 4 - 1 1 6 3 a. C.)
279
9. U n s a c e r d o t e riega
el c u e r p o d e Osiris
del cual está brotandc
t r i g o . B a j o el dios
aparecen los signos
ankh d e la v i d a y el
c e t r o was d e la
prosperidad divina
(bajorrelieve, templo
t o l e m a i c o d e Isis e n
la i s l a d e File)
J U I lia 1 Aft I ü
280
m o se llamaban, indicaban q u e el difunto resucitaría del m i s m o m o d o q u e Osiris r e -
sucitaba en el g r a n o . La m i s m a tradición reaparece e n los rituales griegos d e A d o n i s ,
en que, j u n t o c o n la efigie del dios, se arrojaban al m a r p o r c i o n e s d e tierra sembradas
con plantas de c r e c i m i e n t o rápido.
Los escritores clásicos tardíos hablan de u n a antigua tradición e n la q u e Isis recogía
los m i e m b r o s dispersos de Osiris e n u n serón d e aventar, y l o c i e r t o es q u e e n é p o c a
romana se llevaba u n cesto en las procesiones d e Isis, u n a c o s t u m b r e e x t e n d i d a p o r t o -
do el i m p e r i o . U n o d e los textos de las pirámides c o m p a r a al rey c o n Osiris, c o m o g r a -
no q u e vuela hacia los cielos e n t r e las n u b e s de paja c u a n d o se avienta el g r a n o :
281
transporta el sarcófago d e Osiris y lleva la barca del dios solar, R a (al igual q u e el as
n o , animal d e Set, lleva a C r i s t o e n su viaje d e Betania a Jerusalén), el dios es u n a ima
g e n transformada a través d e la p e r c e p c i ó n , u n m o d e l o d e c ó m o relacionarse c o n cual
q u i e r e l e m e n t o antagonista d e la vida. Al p r i n c i p i o Osiris n o c o n o c í a la naturaleza di
su h e r m a n o , p o r lo q u e cayó e n su t r a m p a (al igual q u e e n el Rey Lear, E d g a r n o co
nocía a E d m u n d ) . C u a n d o H o r u s revivió a Osiris, le d i o el p o d e r de c o n o c e r a Set -
d e ese m o d o establecer c o n él u n a relación a d e c u a d a :
Horus ha atrapado a Set, lo ha puesto debajo de ti para que pueda levantarte. Rugirá
debajo de ti como un terremoto...
Horus ha hecho que lo reconozcas en su auténtica naturaleza,
no dejes que se te escape;
ha hecho que lo tomes de la mano,
22
no dejes que se te escape .
E n este conflicto, Isis representa el papel del m e d i a d o r . Sin ella —queda implicado-
Set ganaría en el p r i m e r e n f r e n t a m i e n t o ; Osiris sería d e r r o t a d o y triunfaría la anarquía
P e r o c u a n d o se reanuda la lucha, c u a n d o H o r u s está g a n a n d o , la diosa deja ir a Sel
T h o t t a m b i é n m a n t i e n e viva esta d i n á m i c a d e o p u e s t o s , a y u d a n d o a la p a r t e q u e v
p e r d i e n d o a fin de m a n t e n e r u n equilibrio creativo. C a m p b e l l c o m e n t a : «Representando
de f o r m a m i t o l ó g i c a la dialéctica inevitable d e la t e m p o r a l i d a d , d o n d e t o d o aparece pe
pares, H o r u s y Set están siempre e n conflicto; m i e n t r a s q u e e n la esfera de la eterni
23
dad, más allá del velo del t i e m p o y el espacio, d o n d e n o hay dualidad, son u n o » .
Isis reconcilia aquí los opuestos sin acabar c o n su o p o s i c i ó n . Pero antes, c u a n d o 1
historia representa el d o l o r universal p o r Osiris y la caída d e todas las cosas hacia su di
solución a este lado del velo, Isis personifica el p o d e r del a m o r del universo, q u e resu
cita a la vida d e la m u e r t e , y el acto d e a m a r e n la naturaleza h u m a n a , q u e llena de be
lleza p o r igual al a m a n t e y al a m a d o :
282
Te amo más que a toda la tierra,
y tú no amas a nadie como a tu hermana».
283
Osiris son, desde l u e g o , u n a i m a g e n de la luz d e s m e m b r a d a d e la l u n a q u e Isis vuelve
a u n i r c o m o l u n a creciente, el día d e la r e s u r r e c c i ó n , s i m b o l i z a d o p o r la e r e c c i ó n de la
c o l u m n a djed. A q u í es, n u e v a m e n t e , la «madre» esencial de su r e n a c i m i e n t o ; ocupa
s i m b ó l i c a m e n t e su lugar c o m o ciclo p e r p e t u o d e la l u n a y e t e r n a fuente d e las formas
de vida, zoé, mientras q u e Osiris y H o r u s , c o m o dos aspectos d e u n m i s m o principio,
c o m p a r t e n el papel d e las fases de vida y m u e r t e d e la manifestación de esa fuente, bíos,
en el m i t o egipcio. Osiris, c o m o t o d o s los dioses del m i t o d e la diosa y su h i j o - a m a n -
te, se e n c a r n a e n el toro, al igual q u e H o r u s , hijo del dios, q u e , e n u n m i t o asociado,
es llamado «toro de su madre».
La e r e c c i ó n d e la c o l u m n a o pilar djed desde su p o s i c i ó n y a c e n t e h o r i z o n t a l hasta la
vertical erguida (figura 10) constituía la c u l m i n a c i ó n d e los ritos de Osiris celebrados
el día a n t e r i o r al c o m i e n z o del n u e v o año, q u e era t a m b i é n el día de la fiesta del Sed,
284
1 1 . Isis (a la
izquierda) y Neftis
(a la d e r e c h a ) ,
arrodilladas, ayudan
al s o l a a l z a r s e d e la
c o l u m n a djed. Seis
babuinos lo celebran
( p a p i r o d e A n i , XVIII
d i n a s t í a , c. 1 2 5 0 a.
C.)
285
toda la vegetación, es p e r p e t u o ; y p o r esta r a z ó n el cereal volvería a crecer hacia arr
ba, hacia la luz. E n ocasiones la c o l u m n a se dibuja c o m o u n árbol d e ramas p o d a d
( c o m o sucederá más tarde c o n la c r u z cristiana, ver capítulo 14, figura 30), lo q u e p
cuerda al árbol e r i c á c e o q u e r o d e a b a el sarcófago d e Osiris e n Biblos. Simboliza el á
bol de la vida c o m o eje del m u n d o . C o m o indica la ilustración, n o cabe d u d a d e qi
la c o l u m n a debía de ser tan pesada y difícil d e levantar c o m o u n árbol a u t é n t i c o . L
cuatro líneas h o r i z o n t a l e s , q u e quizá fueron o r i g i n a l m e n t e las ramas superiores del á
bol, aluden a los cuatro cuadrantes del h o r i z o n t e , q u e t a m b i é n abarcan las dios
H a t h o r y N u t . Tras levantarse la c o l u m n a djed, se ataba a su a l r e d e d o r u n n u d o de t>
la o cuero, llamado tit, y se vestía a la c o l u m n a c o m o si fuese u n a estatua, en u n a c
r e m o n i a llamada «la ofrenda de telas». El tit era u n e m b l e m a d e Isis, p o r lo q u e la con
b i n a c i ó n d e djed y tit simbolizaba la u n i ó n d e Osiris e Isis, u n a restauración de
a r m o n í a tal y c o m o existió e n los orígenes. La i m a g e n d e la e r e c c i ó n t a m b i é n r e m
m o r a la p r i m e r a vez q u e la colina alta ( A t u m ) se alzó d e e n t r e las aguas de N u n c o n
la p r i m e r a «isla» d e consciencia; p u e d e representarse este a c o n t e c i m i e n t o original, r
n o v a d o cada día c u a n d o el sol (Ra) se alza d e la n o c h e ( A t u m - R a ) , c o m o si surgie
d e la c o l u m n a m i s m a .
E n la figura 11 el sol descansa e n t r e dos brazos q u e f o r m a n el signo del ka - e l abr
zo divino q u e sostiene t o d a cosa, p e r s o n a o d i o s - , q u e surge del ankh o vida i m p e r
cederá, a su vez creada p o r la c o l u m n a djed, d e la q u e p r o c e d e . Isis y Neftis, c o n su pr
sencia nutricia, asisten a la fuerza vital d e la c o l u m n a djed hasta q u e ésta se manifies'
Las diosas realizan, a su vez, el gesto de epifanía del ka, r o d e a n d o c o n sus brazos el am
necer. Los b a b u i n o s , de u n a m a n e r a más simple, saludan al sol n a c i e n t e - c o m o lo :
g u e n h a c i e n d o h o y e n d í a - p a r l o t e a n d o e x c i t a d a m e n t e e n la sabana africana. E n u
fusión d e personajes e identidades m u y propia de E g i p t o , el sol era R a o R e , el di
solar, la manifestación visible d e A t u m (a m e n u d o c o n o c i d o c o m o A t u m - R a ) ; H o r
era la luz solar, q u e atraviesa el cielo c o m o u n h a l c ó n , y q u e a m e n u d o se fundía
H o r u s - R a , p o r lo q u e el a m a n e c e r era t a m b i é n la r e s u r r e c c i ó n d e Osiris. El Libro
los muertos —traducción habitual del título d e la o b r a - era, más l i t e r a l m e n t e , «los caj
28
tulos acerca de la e m e r g e n c i a p o r el día» :
286
1 2 . N e f t i s e I s i s e n la s u p e r f i c i e i n t e r n a d e l a s p u e r t a s d e l tercer
santuario de T u t a n k a m o n ( c . 1 3 2 5 a. C ) . E n e l e s p a c i o e n t o r n o a s u s
c u e r p o s a p a r e c e i n s c r i t a la p r o m e s a d e v i d a e t e r n a p a r a e l r e y , que
1
a c o m p a ñ a r á al d i o s s o l a r R a e n s u b a r c a p o r e l c i e l o "
287
hundiéndote en el polvo con la barca vespertina del sol.
Sales y te pones; subes con Isis,
31
ascendiendo con la barca matutina del sol .
Orígenes de Isis
288
1 3 . P e c t o r a l d e o r o e n f o r m a d e Isis alada ( d i n a s t í a E t í o p e 3 ,
c . 7 1 0 - 6 6 3 a. C . T u m b a c u s i t a d e l r e y A m a r i n a t a k i - l e b t e , Nuri,
Sudán)
289
14. Isis y N e f t i s c o m o d i o s a s s e r p i e n t e . S u s n o m b r e s aparecen
i n s c r i t o s f r e n t e a e l l a s ; l l e v a n las c o r o n a s d e l b a j o y d e l alto
Egipto, respectivamente (XIX d i n a s t í a , c . 1 3 0 0 a. C . Tumba
d e S e t i I, v a l l e d e l o s R e y e s , Tebas)
290
tenecen a la m i s m a esfera d e s e n t i m i e n t o según la cual las fuerzas d e r e n o v a c i ó n p e r -
petua de la naturaleza q u e d a n ilustradas p o r la c o n s t a n t e fertilidad del cerdo. Isis suje-
ta una escalera en la m a n o , lo q u e sugiere los niveles d e la t r a n s f o r m a c i ó n y recuerda
además las escaleras q u e se p i n t a b a n a los lados d e las t u m b a s para q u e el alma ascen-
diera al cielo. M á s adelante, la virgen M a r í a recibe el apelativo d e «puerta del cielo» y
la i m a g e n de la escalera reaparece en el m i t o d e Sofía.
Al igual q u e el m i l a n o , la serpiente y el c e r d o , la existencia divina t a m b i é n se m a -
nifestaba en la vaca, el toro, el chacal, el c o c o d r i l o , el gato, el h a l c ó n , el gavilán, el b u i -
tre, la garza, el e s c o r p i ó n , el carnero, el sapo y el escarabajo p e l o t e r o , entre otros, así
c o m o en criaturas c o m p u e s t a s y en animales y aves i m a g i n a r i o s . El gran e g i p t ó l o g o
H e n r i Frankfort señala q u e esta asombrosa v a r i e d a d sugiere «que se sentía u n a r e v e -
rencia religiosa subyacente hacia t o d a la vida animal», hasta tal p u n t o q u e «los a n i m a -
17
les en sí m i s m o s poseían significado religioso para los egipcios» . Es posible q u e esto
surgiese de la p e r c e p c i ó n d e la alteridad sagrada d e los animales: «Los animales n u n c a
cambian y especialmente e n este aspecto p a r e c e n participar —en u n g r a d o d e s c o n o c i -
1
do para el h o m b r e - d e la naturaleza f u n d a m e n t a l d e la creación» ". Frankfort ha m o s -
trado el carácter d o m i n a n t e de la creencia egipcia e n la i n m u t a b i l i d a d del universo; d e
291
a c u e r d o c o n esta idea, el ú n i c o gran a c o n t e c i m i e n t o t u v o lugar e n los orígenes, cuan-
d o el m u n d o e m e r g i ó , d e m a n e r a q u e t o d o el o r d e n c ó s m i c o y social t o m a c o m o re-
39
ferencia aquella «primera vez» .
La alteridad de los animales se observaba d e f o r m a m u y particular y minuciosa; no
p o d e m o s e n t e n d e r c ó m o la fuerza creadora q u e es Isis p u e d e manifestarse e n u n cer-
d o , u n a s e r p i e n t e y u n a cabra - o e n la mitología egipcia e n g e n e r a l - sin analizar la per-
c e p c i ó n q u e los antiguos egipcios tenían d e los animales d e su e n t o r n o . P o r p o n e r tan
sólo u n ejemplo, el e g i p t ó l o g o francés R . A. Schwaller d e L u b i c z y su esposa, Isha, ex-
plican q u e el dios A n u b i s (hijo d e Neftis y Osiris), q u e c o n d u c e a los m u e r t o s al in-
f r a m u n d o y q u e es llamado el «juez» y dios d e la t r a n s f o r m a c i ó n , tiene cabeza d e cha-
cal p r e c i s a m e n t e p o r q u e el chacal es el animal q u e evita q u e la c a r n e d e otros animales
q u e d e fuera del ciclo de la vida, p o r q u e es capaz de c o m e r l a c u a n d o n i n g ú n o t r o ani-
mal lo es. El chacal desgarra su c o m i d a e n pedazos y los entierra, d e s e n t e r r á n d o l o s j u s -
to e n el m o m e n t o a d e c u a d o para c o m é r s e l o s . Así, el chacal transforma la c a r n e putre-
facta e n a l i m e n t o d a d o r de vida. «Lo q u e sería v e n e n o s o para p r á c t i c a m e n t e cualquier
otra criatura, e n él se c o n v i e r t e e n u n e l e m e n t o d e la vida m e d i a n t e u n a transforma-
40
c i ó n de los e l e m e n t o s q u e están o c a s i o n a n d o la m i s m a d e s c o m p o s i c i ó n » .
A n u b i s es q u i e n equilibra la balanza c u a n d o c o r a z ó n del difunto se pesa para deci-
dir si el alma es digna d e entrar a presencia d e Osiris; es el j u e z e n c a r g a d o d e pesar por-
q u e , al c o m e r , el chacal distingue c o n e x a c t i t u d los e l e m e n t o s capaces d e transformar-
se d e los q u e n o lo son. P o r la m i s m a razón, e n lo rituales de e m b a l s a m a m i e n t o los
intestinos del difunto se p o n e n bajo el c u i d a d o d e A n u b i s , cuya i m a g e n está pintada en
el j a r r o q u e los c o n t i e n e tras la m u e r t e . El m i s m o p r i n c i p i o entra e n j u e g o c u a n d o Isis
t o m a la f o r m a de u n m i l a n o para revitalizar a Osiris. El m i l a n o aparece a ojos del via-
j e r o m o d e r n o c o m o u n d e p r e d a d o r c a r r o ñ e r o d e e n o r m e s alas, p e r o p r e c i s a m e n t e es-
to q u i e r e decir q u e el m i l a n o p u e d e c o m e r c a r n e q u e otras aves y animales n o p u e d e n
ingerir, y p o r lo t a n t o p u e d e r e d i m i r el alma del ciclo vital desde el p u n t o más alejado
d e su e n c a r n a c i ó n . D e este m o d o , la brisa creada p o r el batir d e sus grandes alas en el
m o m e n t o en q u e agarra su presa se c o n v i e r t e e n hálito d e vida. D e s d e esta perspecti-
va, t a m b i é n logra e n t e n d e r s e el significado de la i m a g e n del b u i t r e c o m o diosa de la
m u e r t e y d e la r e g e n e r a c i ó n d e Catal H ü y ü k . Así, e n todas las manifestaciones d e dio-
ses y diosas c o m o animales, aves, reptiles e insectos se d e b e r e c o r d a r esta veneración
precisa y práctica p o r el a c o n t e c e r sagrado d e la naturaleza.
P o r c o n s i g u i e n t e , las historias e imágenes q u e d a n vida a estas manifestaciones p u e -
d e n e n s e ñ a r n o s m u c h o sobre la naturaleza del s i m b o l i s m o . La diosa S e k h m e t , por
e j e m p l o , t i e n e u n a magnífica cabeza d e leona, y lleva sobre ella el sol r o d e a d o p o r el
u r e o , la cobra q u e escupe fuego, c o m o i m a g e n d e energía p o d e r o s a m e n t e c o n c e n t r a -
da - p o d e m o s percibirla e n el l e ó n , en el sol abrasador, en la cobra q u e e s c u p e y, p o -
t e n c i a l m e n t e , en los seres h u m a n o s - y, c o m o i m p l i c a n las i m á g e n e s , la fuerza misma
de su c o n c e n t r a c i ó n p u e d e volverse destructiva si se yerra el b l a n c o ( c o m o e n la histo-
292
1 6 . La d i o s a S e k h m e t , de
cabeza de l e ó n , sentada con
el d i s c o s o l a r y e l ureo
s o b r e la c a b e z a ( e s t a t u a de
g r a n i t o n e g r o , XXII d i n a s t í a ,
c. 9 3 0 a. C . T e m p l o de
Mut, Karnak)
293
17. Isis, p i n t a d a e n oro,
c o n el t r o n o d e o r o sobre
la c a b e z a , arrodillada
s o b r e el e m b l e m a de o r o ,
s u j e t a e l a n i l l o d e la
eternidad (sarcófago de
Amenhotep I I , c. 1427-
1 4 0 1 a. C . T u m b a de
Amenhotep [Amenofis]
II, v a l l e de l o s Reyes,
Tebas)
1 8 . ( p . 295, izquierda) Isis
e n u n t r o n o , c o n el r e y
S e t i I e n su r e g a z o (XIX
d i n a s t í a , c. 1 3 0 0 a. C.
T e m p l o d e S e t i I,
Abidos)
19. (p. 295, derecha) Isis
a m a m a n t a n d o a Seti I
(XIX d i n a s t í a , c. 1300
a. C . T e m p l o d e S e t i I,
Abidos)
Isis c o m o trono
294
diosa m a d r e y u n sacerdote c o m o su rey c o n s o r t e , se construía e n f o r m a d e m o n t a ñ a .
En E g i p t o la p i r á m i d e t a m b i é n simbolizaba la colina p r i m i g e n i a .
En u n a e x t e n s i ó n de este simbolismo, el regazo d e la diosa Isis se c o n v i r t i ó en el
trono real de E g i p t o , d e m o d o q u e subir al t r o n o equivalía a sentarse en su regazo, y
m a m a r de su p e c h o equivalía a recibir el a l i m e n t o d i v i n o q u e otorgaría al rey las c u a -
lidades de la realeza y garantizaría su d e r e c h o a g o b e r n a r : «El t r o n o " h a c e " al rey», c o -
m o dicen m u c h o s de los textos, y ya en la I dinastía u n faraón se llamaba a sí m i s m o
4
«hijo de Isis» ". Así, Isis es la m a d r e del rey, q u e g o b i e r n a la tierra en su lugar c o m o h i -
j o suyo. Así era c o m o se percibía el o r d e n c ó s m i c o del universo e n relación c o n el o r -
den social de los seres h u m a n o s —»el d e r e c h o d i v i n o d e los reyes», c o m o nosotros lo
d e n o m i n a m o s . Pero, c o m o nos recuerda Frankfort, o f r e c i é n d o n o s u n a i m p o r t a n t e v i -
sión del p e n s a m i e n t o mítico, n o p u e d e decirse q u e
295
Isis fuera originalmente el trono personificado, ni que el trono adquiriese una calidad trascen-
dental por ser concebido como madre. Ambas nociones están fundamentalmente interrelacio-
nadas, y el pensamiento mitopoético expresa dicho vínculo como identidad. El trono hacía ma-
nifiesta una fuerza divina que convertía a uno de varios príncipes en un rey capacitado para
gobernar. La reverencia experimentada ante esta manifestación de poder se articuló en la ado-
43
ración de la diosa madre .
Isis y Hathor
296
denada de la creación: la diosa m a d r e , q u e p r o d u c e la vida desde su interior, la d e f i e n -
45
de, m a n t i e n e y alimenta c o n su leche e t e r n a , y la rodea p o r t o d o s los lados .
U n paralelo más entre Isis y H a t h o r se deriva del h e c h o d e q u e ambas diosas t i e n e n
un hijo llamado H o r u s . E n cada caso se trata d e u n a figura a p a r e n t e m e n t e distinta, p e -
ro con u n n o m b r e c h o c a n t e m e n t e i d é n t i c o (a veces se los distingue c o m o H o r u s el
mayor y H o r u s el m e n o r ) . El n o m b r e de H a t h o r significa «casa de H o r u s » , y expresa
una sensación concreta: el d o r a d o h a l c ó n solar, H o r u s , el dios del sol, al volar del este
hacia el oeste entraba cada n o c h e p o r la b o c a d e H a t h o r , y renacía de ella c o m o hijo
suyo cada día. Era, p o r lo t a n t o , su hijo recién n a c i d o p o r la m a ñ a n a , c u a n d o la luz r o -
ja de la aurora simbolizaba la sangre del p a r t o d e su m a d r e ; tras ganar fuerzas a lo lar-
go del día, se convertía e n su c o n s o r t e adulto p o r la tarde, c u a n d o la n o c h e negra del
c u e r p o estrellado d e la diosa lo engullía. E n u n c a m b i o d e metáforas característica-
m e n t e a b r u p t o , H o r u s , el sol, el ave de presa, t a m b i é n era l l a m a d o «toro d e su madre»;
c o m o todos los hijos-amantes de la diosa m a d r e , era a m a n t e d e su m a d r e y se c o n v e r -
tía así en padre de sí m i s m o .
297
20. Hathor surge
d e la m o n t a ñ a
occidental, dentro
d e la c u a l hay
construida una
c a p i l l a t u m b a ; las
e s t r e l l a s d e la noche
e s t á n s o b r e su
c u e r p o y el menat
p e n d e d e su cuello;
a p a r e c e a n t e 'un
c u e n c o de flores de
l o t o , la flor d e la
q u e s a l i ó el s o l p o r
p r i m e r a v e z ; el
alado ojo wedjat
d e H o r u s o f r e c e su
protección d e s d e lo
alto (pintura sobre
p a p i r o , c. 1 0 0 0 a. C . )
298
D e t o d o s m o d o s , u n o n o p u e d e resistirse a p r e g u n t a r si es éste el m i s m o H o r u s
que fue hijo d e Isis y O s i r i s . O , más a ú n , si el n i ñ o p e q u e ñ o q u e Isis a m a m a n t ó e n
los p a n t a n o s creció hasta c o n v e r t i r s e e n el h a l c ó n q u e c r u z a b a el cielo v o l a n d o c o -
m o sol, y q u e l u e g o se c o n v e r t í a e n el p e q u e ñ o hijo d e H a t h o r p o r la m a ñ a n a . Tal
vez podría hablarse d e historias paralelas q u e se c r u z a n e n los p u n t o s d e g r a n i n t e n -
sidad. Si se da p r e p o n d e r a n c i a a las i m á g e n e s , u n a h i s t o r i a habla d e Isis y O s i r i s , a
quien se llamaba el t o r o ; su hijo se llamaba H o r u s y c r e c i ó hasta c o n v e r t i r s e e n el
halcón d o r a d o del sol. O s i r i s , «el más g r a n d e d e los occidentales» se identificaba c o n
el sol q u e se p o n e al oeste, c o n la tarde, c o n el ayer y c o n t o d o lo pasado. T o d o e s -
to se identificaba a su vez c o n el p a d r e m u e r t o del faraón vivo. P o r o t r o lado, H o r u s ,
el hijo, se identificaba c o n el sol n a c i e n t e del este, c o n la m a ñ a n a , c o n el día de hoy,
con el p r e s e n t e y c o n el faraón vivo e n el t r o n o . Este p a n o r a m a d e c o m p l e j i d a d c a -
si i n s o p o r t a b l e se h a c e m á s claro si u n o se da c u e n t a d e q u e Osiris y H o r u s son s u s -
t a n c i a l m e n t e dos aspectos d e u n a m i s m a figura: lo viejo y lo n u e v o , el m o r i r y el r e -
nacer. A partir d e aquí u n o p u e d e i m a g i n a r s e la historia e x t e n d i é n d o s e hasta el cielo,
que es H a t h o r ; ésta se»convierte» e n t o n c e s e n la m a d r e p o r m e d i o de la cual lo v i e -
j o se r e n u e v a , y su «Casa d e H o r u s » e n el v e h í c u l o d e t r a n s f o r m a c i ó n d o n d e m u e r e
y renace el sol. Así, p o r la tarde, c u a n d o el día ha pasado, H o r u s , c o m o O s i r i s , es el
toro d e H a t h o r , y p o r la m a ñ a n a O s i r i s , c o m o H o r u s , r e n a c e a la luz del día q u e l l e -
ga. E n este p u n t o p o d e m o s decir q u e H a t h o r e Isis t a m b i é n se h a n f u n d i d o en u n a
sola figura.
La naturaleza i n t e r c a m b i a b l e de H a t h o r e Isis aparece e n este h i m n o de creación,
d o n d e el hijo de la luz o el dios solar n o se llama R a ni H o r u s , sino Ihy:
299
y lo hallé en el Punt. Construí allí una casa, en la ladera
5
donde mi madre reside bajo sus sicómoros ".
Salve sobre salve a ti, expresiones de júbilo para ti, oh, dorada...
¡Única gobernante, ureo del propio señor supremo!
Misteriosa, la que da a luz a los seres divinos,
forma los animales, los modela como le place, diseña los hombres...
¡Oh, madre!... Luminosa que hace retroceder la oscuridad,
que ilumina a cada criatura humana con sus rayos,
salve, grande de muchos nombres...
¡Tú, de quien surgen los seres divinos
bajo este nombre tuyo de Mut-Isis!
¡Tú, que permites que la garganta respire, hija de R e ,
que te escupió de su boca bajo este nombre tuyo de Tefnut!
¡Oh, Neith, que apareció en tu barca bajo este nombre tuyo de Mut!
¡Oh, madre venerable, tú, que derrotas a tus adversarios
bajo este nombre tuyo de Nekhbet!
¡Oh, tú, que sabes dar buen uso al corazón,
tú, que triunfas sobre tus enemigos bajo este nombre tuyo de Sekhmet!
Es la dorada... La señora de la embriaguez, de la música, de la danza,
del incienso, de la corona de las jóvenes,
a quien aclaman los hombres porque la aman.
Es el oro de los seres divinos, que viene al m u n d o en su estación,
en el mes de Epiphi, el primer día de la luna creciente,
en la fiesta de «ella es liberada»...
El cielo lo celebra, la tierra está llena de alegría,
51
el castillo de Horus se regocija .
300
21. N u t c o m o vaca
celeste, sostenida
p o r S h u , l l e v a n d o la
barca d e l s o l (XIX
d i n a s t í a , c. 1 3 0 0 a.
C . T u m b a d e S e t i 1,
£.4
valle de los Reyes,
Tebas)
.s
i:
Isis y Nut
301
y***** *******
2 2 . La d i o s a d e l c i e l o , Nut
e n g u l l e y da a l u z al d i o s
del sol, c u y o s rayos caen
sobre Hathor, que
r e p r e s e n t a el horizonte
(relieve p i n t a d o de un
t e c h o , c. 1 1 6 a. C . - 3 4 d. C .
T e m p l o de Hathor,
Dendera)
302
23. N a c i m i e n t o del sol
(detalle del m u r o norte,
c á m a r a f u n e r a r i a d e la
t u m b a d e R a m s é s V I , XX
d i n a s t í a , c. 1 1 5 0 a. C . Valle
de los R e y e s , Tebas)
D e s d e la perspectiva matriarcal, N u t es la f o r m a f e m e n i n a d e N u n , el o c é a n o p r i m o r
dial q u e t o d o lo abarca; es la inmutable, la d u r a d e r a , el r e c e p t á c u l o fundamental. El sol,
la luna y las estrellas son sus hijos temporales y p e r e c e d e r o s , q u e se alzan y caen c o n las
mareas de su c u e r p o (figura 22). D e s d e la perspectiva patriarcal, p o r el c o n t r a r i o , el dios
del sol es el centro, el ser p r i m a r i o ; viaja e n su barca p o r el «abismo acuoso del cielo»,
representado c o m o el c u e r p o d e la vaca celeste q u e lo trasporta más q u e lo genera (ver
figura 21). O él es la epifanía d e la q u e es testigo t o d a la creación, c o m o se expresa e n
la figura 23 m e d i a n t e el gesto gozoso d e los brazos alzados en ofrenda a su r e n a c i
miento.
E n esta visión d e la o r d e n a c i ó n de la creación, N u t ya n o es f o r m a l m e n t e la m a d r e
del dios solar, R a , la manifestación visible de A t u m , el c o m p l e t o ; es su nieta. Se trata
de u n a inversión de papeles q u e nos es familiar desde la é p o c a de S u m e r y de Babilonia,
a u n q u e e n E g i p t o a m b o s roles coexisten sin la necesidad de elegir entre a m b o s .
R u n d l e Clark sugiere q u e el p u n t o de vista matriarcal era el más arraigado e n las g e n
tes del p u e b l o , mientras q u e eran p r i n c i p a l m e n t e los sacerdotes q u e f o r m u l a b a n las e n -
303
54
señanzas religiosas quienes defendían el p u n t o de vista patriarcal . La historia d e la sa-
lida del sol c a m b i a d e u n a m a n e r a bastante radical desde el p u n t o d e vista patriarcal: el
enrojecerse d e la aurora ya n o se considera la sangre del p a r t o d e la m a d r e , sino la san-
gre d e la s e r p i e n t e de la oscuridad, Apofis (o A p e p ) , a q u i e n el sol ha d a d o heroica-
m e n t e m u e r t e . C o m o Set, la serpiente p u e d e ser h e r i d a , p e r o n u n c a t o t a l m e n t e des-
truida; cada n o c h e renace, al igual q u e el sol renace c o n cada a m a n e c e r . E n la figura
24, i m a g e n q u e es u n p r o d i g i o d e equilibrio, Set alancea a Apofis, q u e es otra d i m e n -
sión d e sí m i s m o , mientras q u e el sol p e r m a n e c e s e n t a d o e n su barca. Esta i m a g e n de
conflicto nos es b i e n c o n o c i d a p o r otras culturas d e la E d a d del B r o n c e y la E d a d del
H i e r r o , y pasó a Grecia y R o m a c o m o el m i t o d e la d e r r o t a d e las fuerzas de la oscu-
ridad a m a n o s del dios d e la luz.
Fuese c o m o fuese c o n c e b i d o el sol, N u t , c o m o cielo n o c t u r n o , n u n c a a b a n d o n ó su
papel central e n el c u i d a d o de aquellos cuyos días h a b í a n t e r m i n a d o . A p a r e c e d e for-
m a r e c u r r e n t e e n los sarcófagos; a m e n u d o hay u n a i m a g e n suya e n el fondo, o r i e n t a -
da hacia arriba, y otra e n la cara i n t e r n a d e la tapa, o r i e n t a d a hacia abajo, para q u e el
difunto p u e d a e n verdad reposar en el a m o r o s o abrazo d e la m a d r e celestial y ser d e -
v u e l t o al c u e r p o d e la diosa, c o m o el sol p o r la n o c h e , a fin d e renacer a la aurora de
la e t e r n i d a d :
304
2 5 . E l s a r c ó f a g o c o m o ú t e r o d e la d i o s a N u t , el
a l m a d e l d i f u n t o a t r a v i e s a e l c u e r p o d e la d i o s a
p a r a r e n a c e r c o m o el s o l ( f o n d o d e un
s a r c ó f a g o , c . s i g l o VII a. C.)
Isis y Maat
305
•
El principio de la armonía es una ley cósmica, la voz de dios. Sea cual sea el desorden q
el hombre o los accidentes naturales fortuitos puedan provocar, la naturaleza, por sí sola, v i
verá a ponerlo todo en orden a través de las afinidades (la consciencia que habita en todas
cosas). La armonía es la ley a priori escrita en toda la naturaleza; se impone a nuestra intelige
59
cia, pero en sí misma resulta incomprensible .
306
2 6 . La d i o s a M a a t e n e l d i n t e j q u e e n m a r c a la e n t r a d a d e la
t u m b a de N e f e r t a r i , e s p o s a de R a m s é s II, A n u b i s a p a r e c e sobre
l o s m u r o s d e a m b o s l a d o s (XIX d i n a s t í a , c . 1 2 9 0 - 1 2 2 4 a. C.)
He venido a ti, soy Thot, mis dos manos unidas para transportar a Maat.
...Maat está en todo lugar que te pertenezca... Te alzas con Maat,
vives con Maat, unes tus miembros a Maat, haces que Maat
repose en tu cabeza para que pueda sentarse sobre tu frente.
Te haces joven de nuevo ante la visión de tu hija Maat,
vives del perfume de su rocío.
Maat se lleva como un amuleto en tu cuello, reposa sobre tu pecho,
los seres divinos te recompensan con Maat, pues conocen su sabiduría...
Tu ojo derecho es Maat, tu ojo izquierdo es Maat...
tu carne, tus miembros son Maat...
tu comida es Maat, tu bebida es Maat...
307
27. El rey Seti I hace la
ofrenda de Maat (XIX
dinastía, c. 1300 a. C .
T e m p l o de Seti I, Abidos
308
64
Maat en su corazón» , e n t o n c e s T h o t lo llevaba ante Osiris, señor del i n f r a m u n d o y
de la vida e t e r n a , detrás d e q u i e n estaban Isis y Neftis. E n la figura 28, el ojo alado de
H o r u s sujeta en sus garras de ave la p l u m a de M a a t y se la acerca a Osiris, q u e e n c a r -
na a M a a t e n el i n f r a m u n d o . Las aguas p r i m o r d i a l e s de N u n yacen bajo el t r o n o d e
Osiris, y de ellas nace el l o t o (que florece al sol d e la m a ñ a n a c o n v i r t i é n d o s e , p o r lo
tanto, e n la flor cósmica original cuyos pétalos se a b r i e r o n para revelar el sol q u e , en
aquel instante, se alzó y e c h ó a volar p o r el cielo). Los cuatro hijos de H o r u s , q u e sos-
tienen los cuatro p u n t o s cardinales del universo, se apoyan sobre la superficie de la flor,
a u n q u e en última instancia se apoyan en N u n .
La idea de M a a t equivale a los me de S u m e r , y p o s t e r i o r m e n t e al tao de la filosofía
china, al dharma de India y a sofía de la literatura sapiencial del a n t i g u o T e s t a m e n t o y
de la tradición gnóstica cristiana; quizá t a m b i é n sea equivalente al «reino de los cielos»
tal y c o m o Jesús e m p l e a el t é r m i n o en los Evangelios sinópticos, y al «reino» de los
Evangelios gnósticos. T o d o s estos t é r m i n o s se refieren de diferentes maneras a u n a i m a -
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2 9 . Isis s a l u d a a R a m s é s III m i e n t r a s u n a s i s t e n t e s o s t i e n e la
p l u m a de M a a t ( t u m b a de A m e n h i r k h o p s h e f , hijo de Ramsés
I I I , XX d i n a s t í a , c. 1 1 6 3 - 1 1 5 6 a. C . V a l l e d e l a s Reinas)
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La d i o s a de los m i l nombres
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Diosa d e la p a l a b r a d e l poder
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A q u í la serpiente es el p o d e r activo d e Isis, u n aspecto d e sí m i s m a e n relación c o n
R a , al q u e la diosa da forma. A d e m á s , el m i s t e r i o q u e rodea el n o m b r e secreto del «al-
tísimo» anticipa el carácter i m p r o n u n c i a b l e del n o m b r e santo de Yahvé e n la tradición
hebrea. A veces Isis era llamada esposa de R a o m a d r e d e R a o, de f o r m a a ú n más c o m -
prensible, la contrapartida femenina del abismo d e agua p r i m i g e n i o , c o m o N u t , f u e n -
te de toda la vida. Su p o t e n c i a mágica p e n e t r ó e n todas las r e g i o n e s d e la i m a g i n a c i ó n :
la vida en la tierra, la vida de las alturas, d e los cielos, y la vida d e las profundidades,
del i n f r a m u n d o .
Madre e hijo
T o d o el día, mientras atendía a sus necesidades, añoraba a mi pequeño. Cuando volví, es-
perando abrazarlo, encontré a mi hermoso Horus dorado, mi inocente niño sin padre, tendido
en el suelo con agua manando de sus ojos y saliva cayendo de sus labios. Su cuerpo estaba iner-
te, su corazón estaba débil, los pulsos de su cuerpo no latían. Grité diciendo: «¡Aquí estoy, aquí
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estoy!», pero el niño estaba demasiado débil para contestar .
«¡No temas, divina Isis!, ¡y tú, Neftis, no te lamentes! He bajado del cielo con el aliento de
la vida para curar al niño, para alegría de su madre». T h o t pronuncia las palabras mágicas de p o -
der, Horus se recupera, y luego, el dios ha de irse: «Pero me esperan para partir en la barca de
6
la tarde y para zarpar luego en la barca de la mañana» *.
313
E n u n relato similar, la propia Isis cura la picadura del escorpión. A u n q u e la histo
narra el drama de la picadura del hijo de otra persona, en lugar del propio, la sensaci
de pérdida es c o m ú n a ambas. Tras la m u e r t e d e Osiris, Set apresa a Isis y la obliga a ti
bajar en u n a hilandería. (A la luz del papel de la gran m a d r e c o m o hilandera del desti
a partir de sí misma, esto cobra u n significado especial.) Pero T h o t la ayuda a escapar, <
ciéndole q u e se esconda e n los pantanos. Así q u e , en c o m p a ñ í a de siete escorpiones,
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diosa parte hacia la ciudad cocodrilo q u e se encuentra al b o r d e de los pantanos. D e ca-
mino, cierta rica señora le cierra la puerta en la cara, mientras q u e una chica p o b r e del
pueblo de pescadores la invita a su h u m i l d e hogar. A h o r a bien, a los escorpiones, sus c o m -
pañeros, esto les ofendió e n o r m e m e n t e y u n o se deslizó bajo la puerta y picó al hijo de
la mujer rica. Desconsolada, la señora se arrepiente de lo q u e hizo e Isis la p e r d o n a :
Entonces Isis le gritó diciendo: «¡Ven a mí! Ven ante quien posee el secreto de la resurrec-
ción. Soy una hija, bien conocida en su pueblo, que puede expulsar el veneno con su hechizo...».
Así pues, Isis puso las manos sobre el niño para aliviarlo mientras éste boqueaba, tratando de res-
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pirar. «¡Oh, veneno de Tefen, ven, mana al suelo!... Q u e el niño viva y el veneno muera...»
¡Ay, Horus, hijo mío! Postrado por la fiebre en un lugar solitario. Allí no hay agua, ni tam-
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poco estoy yo. Q u e se me traiga agua de entre las riberas de un arroyo para apagar el fuego .
Ay, niño pequeño!, ¡ay, hijo mío! ¿Estás ardiendo, pajarito mío?, ¿tienes demasiado calor,
ahí en el arbusto? T u madre no puede estar contigo, ni hay hermana que te abanique, ni n o -
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driza que te asista .
La Isis helenística
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U n h i m n o a Isis, c o m p u e s t o en g r i e g o e n C i m i e n u n a fecha tan tardía c o m o el
glo II d. C , c o n c i b e a la diosa c o m o la p o r t a d o r a , e n t r e otras, d e las v i r t u d e s q u e ]
b i t u a l m e n t e se atribuían a M a a t , c o m o el o r d e n a m i e n t o c o r r e c t o del universo, el es
b l e c i m i e n t o d e la ley (función t a m b i é n asignada a la D e m é t e r griega) y la implantac:
de la p e r c e p c i ó n m o r a l e n los seres h u m a n o s : «Dispuse q u e lo v e r d a d e r o fuese coi
d e r a d o b u e n o » . Está escrito e n f o r m a narrativa c o m o si Isis estuviese h a b l a n d o y
igual q u e sucede en Plutarco, algunas divinidades egipcias h a n sido sustituidas p o r
correlatos griegos; h a n pasado al m e n o s 3.000 años tras la p r i m e r a m e n c i ó n del n o
bre d e la diosa e n la I dinastía:
316
Hice que lo bello y lo vergonzoso se distinguieran por naturaleza.
Dispuse que nada fuera tan temible como un juramento.
He puesto al que conspiraba contra otros en manos de aquel contra quien conspiraba.
Establecí castigos contra los que obran injusticia.
Decreté misericordia para los suplicantes.
Protejo (u honro) a los guardias virtuosos.
Conmigo prevalece el derecho.
Soy la reina de los ríos, de los vientos y del mar.
Nadie recibe honores sin que yo lo sepa.
Soy la reina de la guerra.
Soy la reina del rayo.
Encrespo el mar y lo calmo.
Estoy en los rayos del sol.
Cuando me plazca, también esto acabará.
Conmigo todo es razonable.
Libero a los cautivos.
Soy la reina de la navegación.
Hago navegable lo innavegable cuando me place.
Creé los muros de las ciudades.
Me llaman legisladora [thesmóforos, como Deméter].
Saqué a la luz islas desde las profundidades.
Soy el señor de las tormentas de lluvia.
Venzo al destino.
El destino me escucha.
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¡Salve, Egipto, que me alimentaste!
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del cristianismo. A p u l e y o , q u e escribía e n latín, identifica a Isis c o n C e r e s , Venus
Proserpina en t a n t o q u e diosa del t r i g o y los cultivos. N o s c u e n t a c ó m o los sistros
seguían a g i t a n d o hasta q u e salía el sol d u r a n t e las fiestas celebrados e n su t e m p l o
R o m a . Pausanias t a m b i é n nos habla de las fiestas d e Isis en T i t o r e a , d o n d e cualqui
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profano q u e los viera n o vivía para c o n t a r l o .
A p u l e y o era b u e n c o n o c e d o r d e las leyes, a d e m á s d e iniciado e n los Misterios
Isis. E n su libro El asno de oro, Isis se aparece a L u c i o ; la diosa va a transformarle de ;
n o e n h o m b r e , e n lo q u e constituye u n a precisa metáfora d e iniciación:
Aquí me tienes, Lucio; tus ruegos me han conmovido. Soy la madre de la inmensa natu:
leza, la dueña de todos los elementos, el tronco que da origen a las generaciones, la supreí
divinidad, la reina de los Manes, la primera entre los habitantes del cielo, la encarnación ún
de dioses y diosas; las luminosas bóvedas del cielo, los saludables vientos del mar, los silenc
desolados de los infiernos, todo está a merced de mi voluntad; soy la divinidad única a qui
venera el m u n d o entero bajo múltiples formas, variados ritos y los más diversos nombres. I
frigios, primeros habitantes del orbe, me llaman diosa de Pessinonte y madre de los dioses; s
Minerva Cecropia para los atenienses autóctonos; Venus Pafia para los isleños de Chipre; Di;
Dictymna para los saeteros de Creta; Proserpina Estigia para los sicilianos trilingües; Ceres Ac
para la antigua Eleusis; para unos soy J u n o , para otros Bellona, para los de más allá Rhamnu:
los pueblos del sol naciente y los que reciben sus últimos rayos de poniente, las dos Etiopía
los egipcios poderosos por su antigua sabiduría me honran con un culto propio y me conoc
por mi verdadero nombre: soy la reina Isis. H e venido por haberme compadecido de tus d
gracias; heme aquí favorable y propicia. Déjate ya de llorar, pon fin a tus lamentos, desecha
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pesimismo; ahora, por mi providencia, empieza a amanecer el día de tu salvación .
Los misterios egipcios, desde los de las p r i m e r a s dinastías hasta los más tardíos, p
t e n e c i e n t e s al r e i n o N u e v o se celebraban e n secreto e n las cámaras internas de los te
píos, c u y o acceso estaba p r o h i b i d o a la g e n t e ordinaria. E n ellos se escenificaba la ]
sión d e Osiris, su vida, la f o r m a e n q u e m o r í a , su necesidad d e p r o t e c c i ó n en
i n f r a m u n d o , la ayuda de Isis y Neftis y del resto d e las diosas y dioses, y su r e s u r r
ción, e n la cual participaba t o d o el universo. C o m o fiesta q u e marcaba el paso de
año, su historia d e b i ó de servir d e inspiración a t o d o aquel q u e anhelase ser l i b e n
e n cualquier sentido. U n a inscripción e n u n a d e las t u m b a s dice: «Esto será útil tai
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para u n h o m b r e aquí en la tierra c o m o para c u a n d o haya m u e r t o » .
Pero e n el relato d e los misterios p r e s e n t a d o p o r A p u l e y o , m u c h o s siglos despt
si n o u n m i l e n i o , el c e n t r o d e a t e n c i ó n se h a desplazado hasta Isis. La historia de El
no de oro se c u e n t a desde el p u n t o d e vista d e u n i n i c i a d o (a diferencia de las histoi
sobre los Misterios d e Eleusis, q u e p r o c e d e n d e sacerdotes cristianos), de f o r m a q u e
q u e d a eclipsado el e s p l e n d o r de las c e r e m o n i a s . Lucio, c u y o n o m b r e significa «luz», 1
bía sido c o n v e r t i d o e n asno; c u a n d o «el sol brilló a m e d i a n o c h e » , se reveló la luz
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3 3 . Isis c o n s e r p i e n t e s (moneda,
s i g l o 1 a. C . Egipto)
del seno de las aguas, surge un divino rostro cuya mirada infundiría respeto a los mismos dio-
ses; luego, poco a poco, salió el cuerpo entero; agita violentamente las aguas y se planta i n m ó -
vil ante mis ojos. ¡Qué maravillosa aparición! Trataré de daros una idea, suponiendo que la p o -
breza del lenguaje humano o la propia divinidad quieran hacer posible la descripción
suministrándome todos los recursos de la más expresiva oratoria.
En primer lugar su rica y larga cabellera, un tanto rizada, caía suavemente sobre su escote
divino en ondulaciones sueltas y dispersas. Una corona de variadas clases de flores e irregular-
mente dispuestas ceñía, como remate, su cabeza; en su centro y coincidiendo con la frente ha-
bía un disco plano que, como un espejo, o mejor dicho, cual luna simbólica, reflejaba una blan-
ca claridad. A derecha e izquierda, el disco descansaba sobre las anillas de unas víboras a punto
de incorporarse, y para mayor realce colgaban por encima unas espigas como atributo de Ceres.
Su túnica multicolor, de un finísimo lienzo, pasaba del más esplendoroso blanco al oro del aza-
frán más florido, y luego al más vivo granate de la rosa. Pero lo que ante todo y sobre todo des-
lumhraba mis ojos era su manto de un oscuro tan intenso que irradiaba reflejos de puro negro.
Ese manto envolvía su busto pasando bajo el hombro derecho y cubriendo el izquierdo a ma-
nera de escudo; uno de sus extremos caía en artísticos pliegues hasta rematarse en su orla infe-
rior con unos graciosos flecos.
Todo el remate bordado y hasta el lienzo de fondo estaba sembrado de radiantes estrellas,
319
3 4 . Isis a m a m a n t a a H o r u s
e n su r e g a z o ( e s t a t u a de
c o b r e , 2 0 4 0 - 1 7 0 0 a. C.)
y, en el centro de ese firmamento, una luna llena desprendía rayos de fuego. Ello no impedí
sin embargo, que sobre el vuelo del insigne manto se hubiera añadido un nuevo bordado ce
una corona integrada por toda clase de flores y de frutas. Los atributos que llevaba la diosa en
muy diversos: en la mano derecha tenía un sistro de bronce cuya plancha fina y moldeada
manera de cinturón circundaba unas varillas que al ritmo de la triple cadencia de su brazo era
tían un sonoro tintineo. De su mano izquierda colgaba una naveta de oro, a cuya asita, en
parte más saliente, servía de remate un áspid con el cuello en alto y extraordinariamente hii
chado. Sus divinos pies llevaban como calzado unas sandalias confeccionadas con hojas de pi
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mera, el árbol de la victoria .
320
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Tiamat de Babilonia:
la d e r r o t a d e la diosa*
321
1 . La d e r r o t a d e la d i o s a
m a d r e T i a m a t p o r el d i o s
Marduk (sello cilindrico,
c . s i g l o s IX-VIII a. C.)
322
herente a la naturaleza, sino q u e se halla fuera o más allá d e ella; llega incluso a c o n -
vertirse en fuente d e la naturaleza. Así, u n n u e v o significado se i n t r o d u c e e n el l e n -
guaje: el espíritu se t o r n a creativo y la naturaleza se t o r n a creada. E n este n u e v o t i p o
de m i t o la creación es resultado de u n a acción divina q u e establece el o r d e n a partir
del caos.
P o d e m o s considerar estos m i t o s c o m o relatos n a r r a d o s p o r la h u m a n i d a d e n distin-
tos m o m e n t o s d e su e v o l u c i ó n ; a m b o s explorarían, desde este p u n t o d e vista, distintos
m o d o s de existir e n el universo. Pero nuestra tradición j u d e o c r i s t i a n a , q u e ha h e r e d a -
do ú n i c a m e n t e el m i t o del dios, presenta i m p l í c i t a m e n t e el m i t o d e la dualidad d e es-
píritu y naturaleza c o m o «dado», c o m o i n h e r e n t e al m o d o d e ser d e las cosas. Pero es-
te dualismo, c o m o h e m o s visto, n o siempre estuvo p r e s e n t e . A d e m á s , su o r i g e n en la
historia h u m a n a se ha p e r d i d o para la consciencia: e n las culturas patriarcales en las q u e
el dios padre se adoraba c o m o creador ú n i c o n o sobrevivió r e c u e r d o a l g u n o cuya for-
ma p u e d a r e c o n o c e r s e de las i m á g e n e s anteriores d e la diosa m a d r e c o m o creadora.
Las raíces mitológicas de las tres religiones patriarcales d e r i v a n del Enuma elish, c o -
n o c i d o en t o d o el m u n d o a n t i g u o . La historia más antigua e n la q u e u n dios h é r o e v e n -
ce a u n d r a g ó n es s u m e r i a ; sin e m b a r g o , el p o e m a é p i c o b a b i l ó n i c o , más feroz, fue el
que cautivó la i m a g i n a c i ó n d e la E d a d del H i e r r o . O r i g i n a r i a m e n t e , c o m o sugiere
Frazer, el p o e m a p u d o constituir la celebración m i t o l ó g i c a d e la llegada de la p r i m a -
vera e n Babilonia, c u a n d o el dios solar vencía a la g r a n s e r p i e n t e o d r a g ó n , i m a g e n d e
los ríos t o r t u o s o s y de las fieras i n u n d a c i o n e s torrenciales del i n v i e r n o q u e c o n v e r t í a n
2
la llanura babilónica e n u n caos a c u o s o . El dios e n c a r n a b a las fuerzas d e la creación y
la diosa serpiente las fuerzas d e la destrucción. La g r a n batalla e n t r e a m b o s volvía a r e -
presentarse cada primavera, c u a n d o las fuerzas creativas y destructivas se enzarzaban y
el resultado de su e n f r e n t a m i e n t o parecía p e n d e r d e u n hilo. El p u e b l o esperaba, lleno
de angustia, la aparición d e la tierra seca entre las aguas y la c o n f i r m a c i ó n de la v i c t o -
ria del dios e n el cereal q u e c o m e n z a b a a brotar. El Enuma elish, q u e significa « c u a n d o
en lo alto», se recitaba a n u a l m e n t e para «ayudar» a la v i c t o r i a del s e ñ o r dios M a r d u k a
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