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Otras lógicas

La puesta en valor de la diversidad


cultural: implicancias y efectos
Claudia Briones*

En un tiempo de globalización, el objeto de estudio


más revelador, más cuestionador de las pseudocertezas
etnocéntricas o disciplinarias es la interculturalidad
García Canclini (2004: 101)

Resumen
La puesta en valor de la diversidad cultural: implicancias y efectos
Assesment of cultural diversity: implications and effects

Este texto se centra en identificar diversas formas de concebir la diversidad cultural y la interculturalidad, desde
diferentes enfoques y en perspectiva histórica, y enuncia los posibles puntos de partida más fructíferos para
encarar la construcción de sociedades donde la interculturalidad devenga horizonte de significación y acción con
potencialidad emancipatoria.

Abstract

This text revolves around the identification of diverse forms of conceiving cultural diversity and interculturality
from the different approaches and in historical perspective. Also, it announces the most fruitful possible starting
points to face the construction of societies where interculturality becomes a meaningful horizon of action with
freeing potential.

Résumé

Ce texte est centré sur l'identification des diverses manières de concevoir la diversité culturelle et l'inter culturalité,
depuis différentes approches et en perspective et dans une perspective historique, en énonçant les possibles
points de départ les plus avantageux pour faire face à la construction de sociétés où l'inter culturalité devienne
horizon de signification et action avec potentialité émancipatrice.

Palabras clave

Diversidad cultural, interculturalidad.


Cultural diversity, interculturality.

__________________________________________________
*
Profesora Titular de la Universidad de Buenos Aires, e investigadora del CONICET (Argentina).

Revista Educación y Pedagogía, vol. XIX, núm. 48, Mayo - Agosto de 2007 37
La puesta en valor de la diversidad cultural: implicancias y efectos

Introducción Un lugar desde donde mirar

L
ejos de ser una experta en etnoedu- Que el mundo en que vivimos y los seres hu-
cación, mi experiencia antropológica manos que lo habitamos somos heterogéneos
de trabajo con el pueblo Mapuche en es casi un dato de sentido común. Menos
Argentina me llevó a interesarme en los dere- transparente es qué significa y qué consecuen-
chos de los pueblos originarios, y en la géne- cias trae esa heterogeneidad, pues cualquier
sis y operatoria de formaciones de alteridad manera de representarla ya es fruto de proce-
que ejercen distintas resistencias a un reco- sos de significación. Lo interesante en todo
nocimiento pleno de esos derechos. Con base caso es que vivimos en una época en que ha-
en esta experiencia, no estoy en condiciones blamos de tal heterogeneidad mayormente
de discutir desde un punto de vista pedagó- como diversidad cultural y biodiversidad. Más
gico la pertinencia de distintas propuestas de interesante aún, que desde el reporte “Nues-
tra diversidad creativa” de la Unesco de 1995
interculturalidad. Tampoco provengo de un
(Unesco, 1997), hasta las propagandas de Coca
país con amplia experiencia comparativa en
Cola y de los Colores Unidos de Benetton,
la discusión, diseño y ejecución de proyectos
sugieren que las diferencias no son un pro-
en esta área. A pesar de —o quizá gracias a—
blema, sino un valor, un recurso, un capital,
ambas limitaciones, sí estoy un poco más en-
incluso un derecho. Asociado a esto, va en-
trenada en identificar factores que complican tonces la idea de que la diversidad cultural y
las posibilidades de diseñar ordenamientos la biodiversidad deben ser gestionadas y ad-
político-jurídicos que hagan lugar a la hete- ministradas. Por tanto, conceptos como los de
rogeneidad de nuestras sociedades. multiculturalismo, interculturalidad y seguridad
ambiental surgen como cuestiones de agenda
Me voy a centrar entonces en identificar, des- política y materia de políticas públicas tanto
de mis propias experiencias y lecturas, distin- nacionales como internacionales.
tas formas de concebir la diversidad cultural y
la interculturalidad, explicitando primero des- Coloco los conceptos de diversidad cultural y
de qué enfoque abordo estos dos conceptos. biodiversidad a la par, simplemente para llamar
Introduzco después una breve historia sobre la atención a dos niveles de reconocimiento
los procesos que han llevado a ver la diversi- de la importancia de la heterogeneidad que,
dad cultural como un valor, para poner en si bien son distintos, se van entramando para
contexto algunas de las características y condi- las mismas épocas. Por compartir, además,
cionamientos de época en que nos toca pen- contextos de transformación más amplios,
sar estos temas. Examino a continuación for- ambos se han venido resignificando, inter-
mas contrastadas de definir estos temas que referenciando e interfiriendo mutuamente de
se vienen debatiendo en mi país, como ejem- maneras complejas (Ulloa, 2004). Su examen
plos a partir de los cuales identificar desde en paralelo nos dice menos de cambios en las
heterogeneidades representadas, que de trans-
qué ejes de análisis conviene analizar las
formaciones de época en las maneras de
implicancias y efectos de esas distintas formas
entramar el sistema-mundo, con base en nue-
de pensar la diversidad cultural y la intercul-
vas formas de acumulación del capital, y de
turalidad. Comparto, por último, lo que me
dirimir y concebir desafíos y amenazas geopo-
parecen son los puntos de partida más fructí- líticos a escala planetaria. Aunque sería enton-
feros para encarar la construcción de socie- ces imperioso trabajarlos juntos, por razones
dades donde la interculturalidad devenga de tiempo y competencia me centro aquí en
horizonte de significación y acción con po- rastrear sólo algunas implicaciones del prime-
tencialidad emancipatoria. ro de ellos. Me ceñiré, más específicamente, a

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aquellas de sus significaciones que remiten a pendientes de las miradas, economías y


la idea de que cada país —o el planeta, por geopolíticas metropolitanas de puertas afue-
caso— se entrama a partir de la convivencia ra—, la diversidad cultural, que hasta no hace
de grupos / sociedades / pueblos con culturas mucho era vista como un lastre para el desa-
tan propias y diferentes como valiosas. rrollo, pasó a ser proclamada como valor po-
tencial.
Para entender esta puesta en valor de la di-
versidad cultural, entonces, para examinar las Entiendo que este doble movimiento de pen-
implicancias y efectos que esa valorización sar la diversidad cultural menos como dato
conlleva en términos de alentar políticas y de la realidad que como construcción socio-
reordenamientos de los acuerdos de “convi- histórica —menos como realidad natural que
vencia entre grupos y culturas diferentes”, como concepto que, siendo fruto de la histo-
sugiero un doble movimiento. ria, se disputa en la historia—, permite, por
un lado, pensar dinámicamente la dimensión
Primero, el de tomar la diversidad cultural no cultural de los procesos socioeconómicos, polí-
como mero dato de la realidad, sino como una tico-jurídicos e ideológicos y, por otro, iden-
construcción sociohistórica, esto es, como for- tificar los verdaderos puntos de fricción y los
ma de entender la heterogeneidad humana posibles puntos de acuerdo en torno a distin-
del mundo, que no existe por fuera de repre- tas propuestas de reconocimiento del valor
sentaciones culturales sobre lo que esa hete- de la diversidad cultural. Paso entonces a his-
rogeneidad es, significa o implica. Hablamos toriar a continuación algunos aspectos del
de representaciones que involucran no sólo a proceso, para luego examinar sus implicancias.
quienes son rotulados como “diversos” y
a quienes fijan políticas al respecto, sino tam-
bién a las mismas ciencias sociales, que se pien- La puesta en valor de la diversidad cul-
san como proveedoras de herramientas y ex- tural: una historia posible (entre otras)
plicaciones sobre (y para) unos y otros. En
otras palabras, de formas conflictivas de pro- No pretendo emprender aquí una genealogía
ducción de lo social que tienen, a su vez, sus detallada de los complejos procesos que han
propias genealogías. Por tanto, de un campo ido poniendo en valor la diversidad cultural,
que, referido antes que nada a formas de pen- porque sería imposible intentar agotar proce-
sar lo social en vez de a “características de lo sos con dimensiones geopolíticas, económi-
social”, no está al margen de disputas hege- cas, ideológicas, jurídicas, y hasta mediáticas
mónicas sobre cuál es la mejor forma de re- y militares, cuyas resonancias atraviesan y
presentar simbólicamente —la darstellung de enlazan arenas tanto internacionales, cuanto
Marx— y representar políticamente —como nacionales y también locales. Antes bien, me
vertretung marxiana (Spivak, 1988: 288-289)— conformo con presentar una historia intere-
ese campo, sea para aminorar o sea para re- sada en el presente, que se limita a señalar
vertir relaciones de subordinación e irrespeto dos umbrales relevantes en la gestación de sig-
valorativo. nificaciones que se encuentran visiblemente
activas en muchas de las iniciativas que hoy
El segundo movimiento apunta a poner la debaten mejores y peores formas de dar cabi-
emergencia de esas distintas formas de con- da a la diversidad cultural. Me refiero, por un
cebir y representar la diversidad en contextos lado, al surgimiento de lo que se ha dado en
más amplios, que nos permitan entender, por llamar “las políticas de la identidad” y, por
ejemplo, porqué, en países como los nuestros otro, al de esas nuevas retóricas que, comen-
—discriminadores de puertas adentro y de- zando a ver la cultura / lo cultural como pa-

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trimonio y capital social, la convierten en una verse no ya como cuestión de la esfera priva-
vía o pivote para promover un “desarrollo da o como complicación de la esfera pública a
sustentable” y batallar contra diversas formas ser superada con el tiempo, sino como proble-
de “vulnerabilidad”. ma a ser proactivamente encarado para garan-
tizar gobernabilidad. Al interior de los países
Primer umbral centrales, el multiculturalismo emerge como
respuesta hegemónica a esos movimientos y
Paradójicamente, la llamada Guerra Fría trans- reclamos (Taylor, 1992). Apunta a implementar
currió en contextos de alta temperatura, no políticas de acción afirmativa, con el cometi-
sólo por la amenaza permanente de una nue- do de recrear ambientes propicios para una
va escalada bélica planetaria de prosapia nu- igualdad potencial de resultados que la igual-
clear, sino por coexistir en los países centrales dad de oportunidades pregonada por los dis-
con un reordenamiento de las relaciones de cursos de ciudadanía homogénea no alcanza-
colonialismo ultramarino —por los procesos ba a garantizar.
de descolonización de Asia y África— y de
colonialismo interno —por la migración Aunque ese multiculturalismo pueda ser de-
de contingentes de las excolonias a las finido de varias maneras y con diversos alcan-
metrópolis y por la emergencia al interior de ces (véase, por ejemplo, Kincheloe y Steinberg,
ciertos países centrales de luchas por los 1999), en contextos como Estados Unidos pa-
derechos civiles (Briones, 1998). El recuerdo rece pensarse inicialmente como una salida
de “fines de los años sesenta y principios de temporaria que duraría hasta que la igualdad
los setenta” como época de tanta creatividad de derecho quedara acompañada por una
como convulsión, no parece ajeno al surgi- nivelación de hecho. Como política pública,
miento de distintos movimientos (indianistas, sus fundamentos parecen enfatizar más los
feministas, Black Power, de liberación nacio- efectos que las razones históricas de la discri-
nal, etc.) que pusieron en jaque ciertas certe- minación y la desigualdad, y las soluciones
zas globales y nacionales en distintas partes provistas operan más sobre las emergencias
del planeta. Entre ellas, la de que la moderni- contemporáneas de una historia desagencia-
zación en marcha no siempre lograba conju- da, que sobre sus huellas encarnadas como
rar lealtades étnicas que se pensaban atávicas condicionamientos estructurales.
o anacrónicas (Geertz, 1973), y la de que las
promesas de una ciudadanía homogénea al En todo caso, pareciera que, en sus versiones
interior de Estados-nación modernos, conden- más banales, la idea de hacer espacio a la di-
sadas a menudo en ideas de “crisol de razas”, versidad cultural como característica de la
reproducían más desigualdades y diferencias esfera pública va propiciando ideas de socie-
de las que afirmaban remedar (Glazer y dad concebidas a modo de archipiélagos o
Moynihan, 1975). mosaicos étnicos. Estas ideas resultan proble-
máticas no sólo porque evocan una fragmen-
Allanando el camino de lo que con el tiempo tación o pura diferencia, que nunca se pone
serían llamados “nuevos movimientos socia- en relación con otros factores que también
les”, la escenificación de demandas desde aparejan heterogeneización —por ejemplo,
políticas alternativas de identidad presupone diferencias de clase social—, sino también
y crea una crisis que resulta de poner en duda porque promueven una falsa imagen de se-
estructuras “tradicionales” y explicativas de paración o aislamiento entre las distintas mi-
membresía y pertenencia en términos de cla- norías, cuyas “diferencias” se reconocen como
se, partido o Estado-nación (Mercer, 1991). “legítimas”. Esta aceptación se basa, a la vez,
Desde las instancias definidoras de políticas en una autocomplaciente y asimétrica noción
globales y nacionales, la diversidad empieza a de “tolerancia”, que no busca poner en ten-

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sión visiones alternativas del mundo vía su del lenguaje antirracista de respeto a las dife-
debate en el espacio público. Más bien, subya- rencias culturales, pero adopta una visión
ce una idea de coexistencia como derecho a la esencializante de las diferencias, para reafir-
exposición / tematización pública de los pa- mar límites y supremacías culturales.
trimonios culturales de los diferentes, y un
foco de acción concentrado en políticas de Segundo umbral
empleo y acceso a la educación.1
Progresivamente, distintas instancias acaeci-
A partir de estas experiencias, mi hipótesis es das en las décadas del ochenta y del noventa
que, en contextos donde las diferencias o di- —como la sanción por las Naciones Unidas
visorias culturales se ven como infranquea- del “Decenio para la Cultura y el Desarrollo”
bles, tiende a prevalecer un modelo de mul- (United Nations, 1984) o el “Decenio de los
ticulturalismo que tematiza, en vez de negar Pueblos Indígenas” (Naciones Unidas, 1994)—
o silenciar, los efectos de esas divisorias como muestran que la cultura comienza a verse y
clave de gobernabilidad, pero no logra hacer- promoverse a escala global como un valor de
las porosas ni negociarlas de manera que por sí, y por ende, un recurso para el desa-
remonten el modelo de la política como jue- rrollo y un derecho inalienable. Las diferen-
go de suma cero que presuponen y crean. Es cias culturales no se piensan ya temporarias,
decir, modelos donde prima la idea de que sino capital social permanente, sobre cuya
para que unos ganen algo, otros necesariamen- base se pueden dirimir diversas cuestiones
te deben perder o resignar algo. La conflicti- que van desde la promoción de poblaciones
vidad que así se instala no sólo tiende a etni- vulnerables, hasta la administración selectiva
cizar como minoría a las mayorías sociológicas de la multiculturalidad según la lógica de la
de un determinado contexto —permitiendo transnacionalización económica (Yúdice, 2002).2
que, en un contexto como Estados Unidos, Hablamos de un campo en el que mientras
las reacciones tomen formas que, por ejem- los organismos multilaterales de finan-
plo, reivindican “los derechos de los rubios ciamiento pueden instar a los Estados a que
de ojos azules”—, sino que puede eventual-
mente evolucionar a lo que Susan Wright […] los pueblos indígenas no sufran
(1998) caracteriza como el racismo cultural de efectos adversos durante el proceso de
la Nueva Derecha británica, que se apropia desarrollo […] y que reciban beneficios

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1 Rachel Sieder (2004) argumenta que ciertas variantes del indigenismo latinoamericano ya anticipaban algunas de
las características del multiculturalismo como mero reconocimiento de diferencias culturales que debían ser toma-
das en cuenta para propiciar una integración más eficaz. No descarto que, en ciertos casos nacionales, este recono-
cimiento se haya tematizado más explícitamente. Aún así, pocas veces las políticas estatales indigenistas latinoame-
ricanas gestionaron una “convivencia multicultural” como la buscada en ciertos países centrales a partir de la
década del sesenta.
2 Sostiene Yúdice que hoy “es casi imposible encontrar declaraciones que no echen mano del arte y la cultura como
recurso, sea para mejorar las condiciones sociales, como sucede en la creación de la tolerancia multicultural y en la
participación cívica a través de la defensa de la ciudadanía cultural y de los derechos culturales por organizaciones
similares a la UNESCO, sea para estimular el crecimiento económico mediante proyectos de desarrollo cultural
urbano y la concomitante proliferación de museos cuyo fin es el turismo cultural” (Yúdice, 2002: 24-25). En un
marco donde la cultura como recurso deviene pretexto expeditivo para el progreso sociopolítico y el crecimiento
económico, prosigue el autor (p. 23), está operando “una nueva división internacional del trabajo cultural que
yuxtapone la diferencia local a la administración y la inversión transnacionales” (p. 16). Esta nueva división del
trabajo anuncia una economía política que concretamente puede implicar “la explotación del trabajo ‘inmaterial’
(por ejemplo, la ‘vida’ que las poblaciones subalternas aportan a la clase profesional-gerencial y a los turistas en las
ciudades globales de hoy) y, además, la transformación de artistas e intelectuales en los gerentes de esa expropia-
ción, llevada a cabo bajo el disfraz del trabajo ‘centrado en la comunidad’” (p. 51).

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La puesta en valor de la diversidad cultural: implicancias y efectos

sociales y económicos que sean cultural- nismos internacionales y agencias multilatera-


mente compatibles, les que apelan a metáforas disciplinantes como
la de “riesgo país”, para controlar a países
comprometiéndose —como reza la Operativa deudores díscolos a quienes se conmina a re-
4.10 del Banco Mundial— sólo a financiar pro- ducir gastos, poner sus cuentas en orden pero,
yectos basados “en la plena consideración de simultáneamente, a contraer créditos para
las opciones preferidas por los pueblos indí- promocionar a sus poblaciones vulnerables;
genas involucrados” (World Bank, 2001), la Estados-nación que, con mayor o menor vo-
trigésimo tercera Conferencia General de luntad y convicción, definen formas más o
la Unesco ha aprobado recientemente una menos negociadas de implementar políticas
“Convención sobre la protección y promoción de reconocimiento de su heterogeneidad in-
de la diversidad de las expresiones cultura- terior y de su distribución asimétrica de ri-
les” que libera a las industrias culturales de queza y, por ende, de vulnerabilidades; pue-
las reglas del comercio internacional para pro- blos o segmentos societales que demandan
teger los bienes culturales y evitar que sean que reconocimientos y derechos constitucio-
tratados como una mercancía más.3 nalmente sancionados devengan efectivos con
base en metodologías participativas, así como
Son, por tanto, muy distintas las agencias variados equipos y organizaciones no guber-
involucradas y proyectos que se generan des- namentales (ONG) de apoyo.
de este nuevo paraguas ideológico. Son aún
mayores las presiones políticas que apuntan No podría ilustrar aquí la complejidad de es-
a abrir o cerrar ese paraguas en una u otra tos escenarios y las mejores o posibles mane-
dirección, en un contexto geopolítico para- ras de maniobrar en ellos para dar cabida a
dójico. Y decimos “paradójico” para señalar estilos, trayectorias y concepciones pensadas
que la valoración positiva de la diversidad cul- en y desde distintos países o pueblos de Lati-
tural va de la mano de la construcción de fun- noamérica, en vez de simplemente copiar o
damentalismos de distinto signo, como ene- traducir propuestas globales. Mantener este
migos centrales de una proclamada necesidad debate anclado en nuestras realidades me pa-
de democratización global —construcción que rece vital pues, a pesar de tendencias genera-
casualmente apela a ideas culturizadas como les y paradojas de época compartidas, en cada
la de “Choque de civilizaciones”—. También país y región se han ido procesando agendas
para señalar que el creciente reconocimiento multilateralmente fijadas para la gestión de la
de derechos culturales especiales ha corrido diversidad, desde trayectorias propias de in-
parejo con la diseminación de una guberna- serción en el sistema mundo que dejan dis-
mentalidad neoliberal (Gordon, 1991), que ha ponibles distintos márgenes de maniobra para
apañado una cada vez mayor conculcación o oponerse a presiones globales, así como tam-
retracción de los derechos económico-socia- bién desde formaciones de alteridad históri-
les universales de amplios contingentes de la camente sedimentadas que ejercen sus pro-
población mundial. pias fricciones al nuevo sentido común de la
época (Briones, 2005). Esto es, si bien hay di-
Por simplificar este complejo campo, empe- lemas compartidos, ha habido procesos de
ro, sí diríamos que intervienen, en él, orga- conformación de Estados-nación y de neoli-

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3 En su preámbulo, este nuevo convenio afirma que la diversidad cultural es “una característica inherente a la
humanidad”, un “móvil esencial para el desarrollo sostenible” y un elemento “indispensable para la paz y
la seguridad local, nacional e internacional”. Reconocida “la importancia de los conocimientos tradicionales como
fuente de riqueza material e inmaterial”, así como “la importancia de la cultura en la cohesión social”, se establece
la necesidad de garantizar su protección y promoción (Unesco, 2005).

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beralización “a la argentina”, “a la chilena” o indígenas, enfatizando su carácter de


“a la colombiana” que requieren análisis si- instrumento de integración (Ley Fede-
tuados. ral de Educación 24.195, 1993).

Lo que en todo caso me gustaría compartir, La lengua y cultura indígenas aparecen en-
son ciertos aprendizajes acerca de dónde mi- tonces como objetos a preservar, rescatar e
rar y hacia dónde apuntar al momento de ver incluso fortalecer, no tanto por su valor intrín-
qué ponen en juego distintas propuestas que seco o por lo que significan para la reproduc-
usan las ideas de diversidad cultural e intercultu- ción de los pueblos indígenas, sino como me-
ralidad como signos ideológicos clave. Es un dios para otros fines. Además de mostrar la
aprendizaje realizado a partir del análisis de unidireccionalidad de la noción de “pluralis-
legislaciones que recogen propuestas de edu- mo” que se impulsa, esta forma de ver a las
cación en la diversidad y de educación lenguas y culturas indígenas como “instru-
intercultural y bilingüe como derecho consti- mento de integración” sugiere que, en el fon-
tucional de los pueblos originarios en Argen- do, aún prima la antigua idea —materializa-
tina, así como de contrapropuestas y discu- da en la Ley Nacional Indigenista (Ley 23302,
siones emanadas de los mismos pueblos 1985)— de que los indígenas son “habitantes
originarios, equipos de apoyo y académicos incompletos”, a ser transformados para de-
en el país. Aunque parte de esos análisis están venir ciudadanos plenos. Aunque este marco
contenidos en otra parte (Briones, 2002; Brio- queda por debajo del piso de reconocimiento
nes et al., 2006), los retomo brevemente aquí fijado constitucionalmente, prevalece en el
para emprender luego una sistematización de sentido común de muchos funcionarios (GE-
los ejes de lectura que ayudan a pensar —se- LIND, 1999).
gún creo— por dónde pasan las diferencias
sustantivas en la forma de conceptuar ambas En otros casos, la “interculturalidad” se re-
nociones y qué consecuencias aparejan tales duce básicamente a habilitar un espacio esco-
diferencias. lar para que cada cual haga lo que por tradi-
ción quiera hacer, sin modificar demasiado la
oferta educativa para los no indígenas. Esta
Implicancias y efectos de propuestas va- concepción puede tomar la forma de una “re-
riadas: algunos ejemplos paración histórica”, que da cabida a la expre-
sión de identidades y valores silenciados en
Al decir que los conceptos diversidad e intercul- la esfera pública, sin revisar las reglas de jue-
turalidad son conceptos disputados, nos refe- go de este ámbito de interacción. Esta idea
rimos a que, para algunos, por ejemplo, “in- vacía de “reparación” se traduce, por ejem-
terculturalidad” básicamente significa hacer plo, en propuestas de incorporación de
uso de las lenguas y culturas de los pueblos hablantes nativos de las comunidades a las
indígenas para facilitar su integración a los escuelas públicas locales, para impartir una
valores de una identidad nacional que se si- cantidad limitada de horas de clase sobre len-
gue pensando en singular. Por ejemplo, en el gua y cultura indígena, pero sin apoyar su
marco de fomentar una “convivencia plura- trabajo desde un programa de capacitación
lista y participativa”, la Ley Federal de Edu- sostenida, ni revisar el currículo en su con-
cación compromete al Estado argentino —en junto, ni definir la articulación entre los dos
su artículo 34— a promover “tipos” de docentes. En el corto plazo, inicia-
tivas de este tipo pueden juzgarse desde el
[…] programas, en coordinación con las axioma del sentido común: “peor es nada”. A
pertinentes jurisdicciones, de rescate y futuro, sin embargo, la escasa o despareja pro-
fortalecimiento de lenguas y culturas ductividad de esta forma de emprendimientos

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—donde los capacitadores comunales quedan — No está limitada al nivel de educación ini-
librados a su suerte y a la predisposición de cial, sino que es un desafío permanente
maestros no indígenas para trabajar juntos— en todos los niveles educativos, incluso el
puede convertirse en otro de los tantos pro- universitario.
yectos por cuyo fracaso se responsabilice una
— No sólo está limitada a la cultura, porque
vez más a los mismos indígenas. no puede haber interculturalidad cuando
el Estado niega otros derechos, como el
En este contexto, es interesante traer aquí las derecho al propio espacio territorial don-
discusiones y conclusiones del panel sobre de las culturas y los pueblos florecen.
interculturalidad del Primer Encuentro Na-
cional de Educación e Identidades “Los pue- — No sólo es un tema que afecte a “los otros
blos originarios y la escuela”, realizado bajo la diferentes”, porque todos estamos cultural-
coordinación de la Mesa de Trabajo de los mente constituidos y vivimos en socieda-
Pueblos Originarios, la Confederación de Tra- des entramadas a partir de diferencias y
bajadores de la Educación de la República desigualdades que jerarquizan y estigma-
Argentina y la Universidad Nacional de Luján, tizan selectivamente la diversidad cultu-
ral de nuestras sociedades.
el 26 y 27 de septiembre de 2003. En este foro,
y ante el recurrente confinamiento de las de — No sólo está limitada al sistema de educa-
todas formas aún escasas y acotadas propues- ción pública formal, pues debe entender-
tas oficiales de interculturalidad al ámbito de se como proyecto y responsabilidad del
la educación pública y el bilingüismo, se arri- conjunto, y como derecho a ser garanti-
bó al entendimiento de que la intercultura- zado por el Estado (Briones, 2003).
lidad:

— No sólo está vinculada a la enseñanza de Organizando la mirada


dos o más lenguajes, porque pone en jue-
go prácticas, relaciones, patrimonios, me- Cuando vemos que lo más recurrente es la
aparición de muy distintas maneras de enca-
morias, creencias y saberes que van más
rar y de proponer políticas y proyectos igual-
allá de los lenguajes empleados y requie-
mente amparados en un mismo concepto,
ren de los docentes mantener relaciones
al menos dos cuestiones surgen como impor-
no estereotipadas con el conocimiento.
tantes para dar mayor densidad a nuestros
— No sólo es “permitir que los alumnos y las debates.
comunidades se manifiesten cultural-
mente”, sino construir, desde y para las 1. Así como la diversidad no es un dato de la
diferencias, un trabajo de concientización realidad, sino una forma social de hablar
sobre historias de subestimación y una de ella, es más potente pensar que la in-
terculturalidad no es simplemente una con-
práctica de derechos humanos.
ducta que se sigue o no, una práctica que
— No es sólo una responsabilidad del docen- se aprende o no, un ordenamiento que se
te, sino de toda la comunidad educativa. logra o no de una vez y para siempre, sino
un horizonte de significación que nos per-
— No sólo es cuestión de elaborar un currículo mite pensar que las cosas siempre pueden
intercultural, pues debe verse como un ser mejores. Es, por tanto, una idea políti-
conjunto de estrategias pedagógicas que ca que opera como utopía concreta, pues
se vayan modificando y moviendo a tra- nos mueve a actuar. Por ende, aquí la cues-
vés del campo educativo para evitar ser tión pasa por definir para quiénes y en qué
cooptadas. sentidos apuntamos a mejorar las condi-

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ciones de vida, y por revisar constantemen- que la definen como vía para “elevar el
te los logros para expandirlos. Para nivel de vida” de ciertos sectores vulnera-
ejemplificarlo de manera sencilla, un arre- bles de la población.
glo intercultural que pueda hacer más sa-
— Como forma de relación que estimula la
tisfactorias las relaciones entre grupos que
tolerancia, entendida como coexistencia
se piensan diferentes culturalmente, no
cortés de los diferentes en los espacios
asocia de manera necesaria interacciones
comunes. Las interacciones buscadas se
mejores al interior de cada grupo en lo que
basan en un respeto que no requiere ma-
respecta a crear espacios de expresión de yores transformaciones de lo que cada
su heterogeneidad interior. cual piense, aunque sí amplía las diferen-
cias que se pueden escenificar en ámbitos
2. Los contrastes sustantivos entre diversas de interacción, limitando, al mismo tiem-
propuestas se examinan mejor a la luz de po, la denostación abierta de las diferen-
dos ejes de análisis que permiten poner en cias en la esfera pública. Prima así la idea
perspectiva los distintos horizontes de sig- de que la sociedad es un mosaico de gru-
nificación que alientan propuestas varia- pos distintos, y de que las conductas coti-
das. Me refiero a cómo se conciben las re- dianas deben guiarse por lo “políticamen-
laciones sociales, y se define lo que es la te correcto”. Subyace la idea de que unos
cultura / lo cultural. A este respecto, mi im- deben consentir que las peculiaridades de
presión es que la visibilidad de estos dos “los otros” se muestren de manera noto-
ejes es despareja. Esto es, como la intercul- ria. Este tipo de relaciones es el que pre-
turalidad parece una falencia o logro que domina en variantes de multiculturalismo
se hace patente en las interacciones, resul- hegemónico que Turner (1993) denomina
ta más sencillo ver y disputar los implíci- multiculturalismo de la diferencia. Una va-
tos acerca de las relaciones sociales promo- riante menos condescendiente de esta for-
vidas y buscadas, que los presupuestos ma de relación enfatiza la necesidad de
acerca de lo que cada cual entiende por “dar” participación a los diferentes en la
cultura / lo cultural. gestión de sus propios intereses, lo que re-
quiere compromisos activos de algunos
Simplificando el argumento y pasando en lim- para garantizar esos espacios, más que
pio las propuestas y debates antes comenta- redefinir la forma misma en que esos es-
dos, vemos que los mismos presuponen y pacios se estructuran, condicionando los
crean al menos tres tipos distintos de relacio- tipos y amplitud de la participación. Se
nes sociales, en tanto la interculturalidad pue- apoya en la idea de que la participación,
de verse: por sí misma, con base en una racionali-
dad comunicativa de índole habermasiana
— Como forma de relación que posibilita que (Habermas, 1989), neutraliza los conflictos
los otros, los distintos, aprendan a aseme- de intereses —visión que, por ejemplo,
jarse a lo que se define como “nosotros” o prima en la Operatoria 4.10 del Banco
alcancen el nivel esperado para ese “no- Mundial.
sotros” cívico. Aquí la interculturalidad se — Como forma de relación basada en inter-
toma como medio para satisfacer otros fi- cambios horizontales, simétricos y recí-
nes, como el de la integración, y no como procos, en tanto matiz faltante, escasa o
una nueva forma de pensar la conviven- insatisfactoriamente desarrollado por la
cia colectiva. Es la visión que ha predomi- socialidad vivida. Esto requiere cambios de
nado en lo que llamamos indigenismo lati- todos en distintos espacios, y revisar los
noamericano, y perdura hasta el día de hoy arreglos y acuerdos sociales de conviven-
en propuestas contemporáneas focalizadas cia más amplios.

Revista Educación y Pedagogía, vol. XIX, núm. 48, Mayo - Agosto de 2007 45
La puesta en valor de la diversidad cultural: implicancias y efectos

En cuanto a la posibilidad de abordar la inter- taculturales recrean relaciones de asimetría


culturalidad prestando atención a las nocio- material y simbólica. Por eso devienen dispo-
nes de cultura involucradas, ¿cuáles son las sitivos centrales en los procesos de construc-
posibilidades de la antropología de aportar ción de hegemonía, haciendo que no sea del
miradas que triangulen e incluso desafíen vi- todo inusual que propuestas de intercultu-
siones que su propio discurso ha ayudado a ralidad en apariencia en conflicto, compartan
alimentar? y reinscriban estándares metaculturales pa-
radójicamente compartidos.
En su último libro, Néstor García Canclini
(2004) sintetiza alternativas en este campo, Así, una visión extendida pasa por ver la cul-
identificando en el conjunto de las ciencias tura / lo cultural como dominio específico de
sociales cuatro vertientes contemporáneas de la vida (aspectos marcados, productos) y
problematización de un concepto que se aca- como patrimonio más visible en ciertos gru-
ba postulando como instancia en la que cada pos (los diferentes), pero no como dimensión
grupo organiza su identidad, o como ámbito que, por ejemplo, también atraviese lo que
simbólico de la producción y reproducción sea que se denomine “racionalidad de merca-
de la sociedad, o como espacio de conforma- do” o “racionalidad política” (Briones, 1996b).
ción del consenso y la hegemonía, o como Desde esta lectura, que desmarca como acul-
dramatización eufemizada de los conflictos turales y, por tanto, invisibiliza los lugares de
sociales. Me parece importante sumar a esto poder desde donde se define la universalidad,
la idea de que la cultura / lo cultural es, ade- prevalece la idea de que la diversidad cultu-
más y paralelamente, un hacer preñado de ral tiene una entidad objetiva y que la inter-
reflexividad, esto es, que tiene la propiedad culturalidad consiste en dar cabida selectiva
de ser un medio de significación que puede en los espacios públicos a las diferencias cul-
tomarse a sí mismo como objeto de predica- turales. Desde esta forma de acotar la cultura
ción (Briones y Golluscio, 1994). Es decir, nues- / lo cultural, se tiende, por ejemplo, a ver como
tro hablar sobre la cultura es una práctica cul- cultural lo que se enseña, pero no el cómo se
tural, un hacer culturalmente informado y lo enseña. Se tiende también a marcar algu-
condicionado. Entonces, lo que se puede ad- nos grupos como poseyendo un plus cultural
vertir desde esta mirada es que, como proce- que se explica como “particularismo”, mien-
so disputado de construcción de significacio- tras que se invisibiliza la dimensión cultural y
nes, toda cultura produce su propia metacul- contingente de la supuesta racionalidad de
tura (Urban, 1992), esto es, su propio régimen ordenamientos compartidos, cuya petición
de verdad (Foucault, 1980) acerca de lo que es de universalidad se apoya en esta invisibili-
cultural y lo que no lo es. En este sentido, zación. En este marco, la “interculturalidad”
es siempre un hacer cultural —por ende, con- tiende a verse como una concesión que favo-
tingente— lo que hace que ciertos aspectos se rece a, o merecen, sólo algunos —en este caso,
naturalicen y definan como a-culturales, mien- los pueblos indígenas, las minorías cultura-
tras algunos se marquen como atributo parti- les, etc.— y tiene poco que ver con lo que ocu-
cular de ciertos otros, o se enfaticen como pro- rre a ciudadanos no “étnicos” o culturalmente
pios, o incluso se desmarquen como cultura desmarcados.
general / universal o compartida, jugando in-
cluso a reconocer la relatividad de la cultura Ahora bien, las “particularidades culturales”
de algunos como para reclamar universalidad o las culturas como todos integrados, podrán
para la de otros y viceversa (Briones, 1996a). eventualmente ser valoradas como falentes y
Al convertir explícita o implícitamente a ser vistas, por ejemplo, como lastre a la mo-
la cultura “propia” y “ajena” en objetos de la dernización, o podrán ponderarse de manera
representación cultural, esas nociones me- positiva, deviniendo un “capital social” a par-

46 Revista Educación y Pedagogía, vol. XIX, núm. 48, Mayo - Agosto de 2007
Otras lógicas

tir del cual se puede, por ejemplo, lograr un car cuestiones equivalentes. Aún así, también
desarrollo sustentable. Claro que una u otra permite visibilizar la posibilidad tanto de
entrada produce efectos dispares. No obstan- sostener como de revisar lo que en cada mo-
te, ambas convergen en un punto central, que mento y lugar se defina como innegociable e
es el de adscribirse o promover nociones de inasimilable, sin apelar a rígidos estándares
diversidad cultural que tienden a quedar des- de autenticidad que, por lo general, son más
pojadas de toda determinación geopolítica y, descalificadores de quienes reclaman recono-
por ende, se tornan banales. Se puede enton- cimiento de tradiciones alternativas propias.
ces reconocer que hay superposición entre di- Permite incluso tomar esto como evidencia de
ferencia cultural y vulnerabilidad o inequidad, que, además de ser un derecho humano, la
pero no necesariamente desmontar los meca- diferencia cultural deviene una dimensión
nismos que enlazan estas cosas. constitutiva y no antagónica de la ciudadanía
civil, equivalente a la libertad de expresión y
Distinto es el panorama que emerge cuando de pensamiento.
vemos la cultura / lo cultural como dimen-
sión constructiva, constitutiva y creadora de
todos los aspectos de la vida que, además Recapitulando
de contingente, comunicable, cambiable y po-
rosa, es campo de disputa hegemónica al Apuntando entonces con esta presentación a
interior y entre grupos que organizan su iden- promover debates, termino compartiendo qué
tidad en torno a lo que juzgan “diferencias atributos tendría que tener para mí una inter-
culturales”. Desde este encuadre, las fronte- culturalidad que operara como horizonte de
ras de diferencia sociocultural se ven como significación y de posibilidades apto para pro-
efecto de procesos de interacción, confronta- mover ciudadanías activas y más emancipa-
ción y negociación que administran tanto lo doras, esto es, ciudadanías cuya capacidad de
que se considere universalmente compartido, articular “universos diferentes” surja de con-
como lo que se considere innegociable e inasi- templar tanto la posibilidad de consensuar
milable (García Canclini, 2004). Más impor- acuerdos “universales”, como la de poner en
duda su inmanencia.
tante aún, esas fronteras se empiezan a ver
como límites oposicionales “dentro de” cier-
Pienso en una interculturalidad que fomente
tos contenidos y no como mero límite “de”
relaciones horizontales, simétricas y recípro-
contenidos culturales (Friedman, 1993). Esto
cas (PEBI - CRIC, 2004: 123), menos como vía
es, como modos alternativos de concebir y
para suspender todo antagonismo (lo que es
practicar la educación, la religiosidad, los in- imposible), que como vía para estimular a-
tercambios económicos o la política, que se prendizajes continuos y mutuos. Retomando
pueden pensar recíprocamente para impreg- ideas de Paulo Freire, aprendizajes en térmi-
narse mutuamente o distanciarse, y no como nos de reconocer las muy distintas asimetrías
religiones, sistemas de educación, economías y desigualdades que han anclado histórica-
o culturas políticas necesaria y perpetuamen- mente y siguen anclando “la diversidad cul-
te desligadas. tural”, y de objetivar los también distintos
privilegios que esas asimetrías y desigualda-
Por un lado, este encuadre torna esas fronte- des recrean entre grupos y dentro de cada
ras conmensurables, porque, en definitiva, uno de ellos, para que la capacidad de convi-
hablamos de desacuerdos por dentro y no por vir con los diferentes permita confrontar con
fuera de ciertos contenidos. Por otro, no mi- los antagónicos.
nimiza la conflictividad inherente que esas
fronteras tienen, porque, en definitiva, remi- Una interculturalidad que, en vez de atrin-
ten a diferentes maneras de entender o expli- cherarse en diferencias sueltas, parta de re-

Revista Educación y Pedagogía, vol. XIX, núm. 48, Mayo - Agosto de 2007 47
La puesta en valor de la diversidad cultural: implicancias y efectos

conocer que todo colectivo y ser humano tie- interculturalmente constituidos, aunque sea
ne potencialidades y vacíos (PEBI - CRIC, cierto que esa constitución dependa menos
2005: 29), y que la promoción de sus fortalezas, de nuestro libre albedrío que de una hibrida-
así como la superación de sus limitaciones, ción entendida no como indeterminación total,
dependen tanto de estar abiertos a aprender sino como “combinación de condicionamien-
de otros, como de bregar para que las convic- tos específicos” que recrean a unos más que a
ciones propias que parezcan más adecuadas otros como más diferentes, desiguales y des-
para la convivencia del conjunto sean toma- conectados (García Canclini, 2004: 151).
das por los demás.
Por ello veo que uno de los principales desa-
Una interculturalidad sabedora de que las fíos pasa por dar mayor visibilidad y cabida
“medidas culturales” no pueden por sí mis- práctica a este atravesamiento múltiple que
mas resolver injusticias económicas y políti- nos constituye, para poder, por un lado, nom-
cas, pero también de que cualquiera de estas brar y explorar las causas y efectos de esos
injusticias está culturalmente inscripta. condicionamientos, y, por otro, direccionar
nuestra capacidad de agencia hacia la cons-
En definitiva, una interculturalidad prepara- trucción de mapas de significado y lugares
da para reconocer que otro lugar clave donde de apego que, en vez de atenazar, desplieguen
dirimir qué tipo de acuerdos de convivencia sensibilidades afectivas (Grossberg, 1992) in-
queremos, apareja plantearse no sólo qué tipo terculturales. Desplegar sensibilidades afec-
de relaciones sociales se busca promover y qué tivas interculturales convertiría las intersec-
estándares metaculturales conviene adoptar ciones que nos constituyen en lugares de
para que la cultura / lo cultural no se convier- fortaleza y no de debilidad, y alentaría insta-
ta en una camisa de fuerza, sino también de- laciones estratégicas más potentes para bata-
finir qué ideas de persona corresponde tomar llar contra el silenciamiento de diferencias le-
como soporte de la diversidad, como sujeto y gítimas, la reproducción de desigualdades
objeto de una interculturalidad que no insidiosas y la existencia de desconexiones
esencialice o cosifique sus formas de hacer y inhabilitantes. En otras palabras, pensarnos
pensar, y que posibilite que ciertos acuerdos como personas en las que ya conviven varios
interculturales devengan praxis, esto es, trans- mundos, nos predispone a constituirnos en
formadores de conductas en vistas a la transfor- sujetos interculturales en nuestro hacer y
mación de las estructuras objetivas. agencia, más allá de las adscripciones cultu-
rales que articulemos como centrales en nues-
A este respecto, cabe advertir que los siste- tra pertenencia.
mas de identidad tienden a operar desde re-
gímenes de verdad que rigidizan los límites Pensarnos como sujetos interculturales per-
sociales y plantean las fronteras de diferen- mitiría también entender que esas adscrip-
cias culturales como dicotómicas y cerrada- ciones culturales no son un factor externo que
mente contrastivas. Sin embargo, todos los colisiona con nuestra ciudadanía, sino una
seres humanos —y los pueblos originarios más dimensión tan inherente a ella como la civil,
que otros, por razones que bien describe la política y la social, lo que facilita buscar for-
García Canclini (2004: 49)— tenemos experien- mas de intersecar esas dimensiones, en vez
cias desde ambos lados de esas fronteras, por de verlas como excluyentes o en inevitable
nuestros orígenes, nuestros desplazamientos, conflicto. Creo, además, que hablar de dimen-
la escolarización, o por el peso de las indus- siones inherentes a la ciudadanía, más que de
trias culturales y los medios de comunicación tipos de ciudadanía, desmitificaría la idea
masiva. En este sentido, más allá de lo que los de que sólo algunos, los diferentes, tienen cul-
sistemas de identidad pregonen, estamos tura, y ayudaría a hacer explícita cuál es la

48 Revista Educación y Pedagogía, vol. XIX, núm. 48, Mayo - Agosto de 2007
Otras lógicas

norma desmarcada que se toma como univer- idea de discrepancias abre un espacio que nos
sal / normal. La interculturalidad no sería enton- dispone a la posibilidad de transformar lo que
ces un derecho de algunos sino de todos, aunque pensamos. Y decíamos también que, en esto,
paralelamente se haría manifiesto —y éste es un darnos a todos el mismo permiso de mante-
punto importantísimo de recalcar— que es un de- ner nuestras convicciones, pero también de
recho que ha sido y es más conculcado para algu- cambiar reflexivamente de opiniones, valores
nos que para otros. y prácticas, constituye una base interesante
para pensar nuestra humanidad común, así
Si retomamos el epígrafe con que este artícu- como nuestro derecho a convivir en y con he-
lo empieza, diría que si las dimensiones civil, terogeneidad.
política y social de la ciudadanía se ven como
complementables, mientras la dimensión cul-
tural se ve como conflictiva, es porque es esta Referencias biblio y cibergráficas
última dimensión la que más pone en entre-
dicho la certeza de una universalidad que “Alientan la protección de los bienes culturales”, La
opere para todo tiempo y lugar. Apostar a Nación, argentina, 21 de octubre de 2005, [en línea],
poner en entredicho una certeza semejante disponible en: http://www.lanacion.com.ar/cultura/
no comporta negarnos a definir ciertas uni- nota. asp?nota_id=749308&origen=premium), fecha
versalidades que guíen nuestros sucesivos de consulta: 21 de octubre del 2005.
acuerdos de convivencia, sino que busca ha-
Briones, Claudia, 1996a, “Culturas, identidades y fron-
cernos concientes, en cada momento, de su
teras: una mirada desde las producciones del cuarto
contingencia y, por ende, de sus beneficios, mundo”, Revista de Ciencias Sociales, Universidad
pero eventualmente también de sus costos. Nacional de Quilmes, Argentina, núm. 5, pp. 121-33.

Como movimiento tendiente a promover lu- _, 1996b, “(Lo esencial es invisible a los ojos)n: críme-
gares de apego e instalaciones estratégicas nes y pecados de (in)visibilidad asimétrica en el con-
ancladas en sensibilidades afectivas intercultu- cepto de cultura”, Publicar, Colegio de Graduados en
rales, la interculturalidad que imagino se Antropología, Buenos Aires, año 5, vol. 6, pp. 7-36.
distancia de relativismos agoreros que ame-
drentan con advertencias de crisis de valores _, 1998, La alteridad del “cuarto mundo”. Una decons-
trucción antropológica de la diferencia, Buenos Aires,
y fragmentación, que justifican descompro-
Ediciones del Sol.
misos, o que promueven ideas de la política
como juego de suma cero. Alienta simplemen- _, 2002, “Viviendo a la sombra de naciones sin som-
te a tomar conciencia de que nuestros valores bra: poéticas y políticas de (auto)marcación de ‘lo
pueden cambiar con el tiempo y no crean per- indígena’ en las disputas contemporáneas por el de-
tenencias fijas y excluyentes. Si este ejercicio recho a una educación intercultural”, en: N. Füller,
deviene emancipador, no lo es tanto porque ed., Interculturalidad y política. Desafíos y posibilidades,
anule el conflicto, sino porque nos permite Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú e Ins-
estar abiertos a intercambiar distintas mane- tituto de Estudios Peruanos, pp. 381-412.
ras de ver las cosas y a generar nuevos len-
guajes y símbolos comunes para hablar de _, 2003, “Conclusiones del Panel 3: ‘Interculturalidad:
Un concepto en discusión’ del 1er. Encuentro Nacio-
lo que nos acerca y de lo que nos distancia,
nal de Educación e Identidades: Los Pueblos Origi-
de lo que compartimos y acordamos, así como de
narios y la Escuela”, Universidad Nacional de Luján,
lo que vayamos a mantener como discrepan- 26 y 27 de septiembre, m.i.
cias legítimas. Y decíamos en otra parte
(Briones et al., 2006) que tal vez sea mejor ha- _, 2005, “Formaciones de alteridad: contextos globales,
blar de discrepancias que de “diferencias cul- procesos nacionales y provinciales”, en: C. Briones,
turales” cosificadas y naturalizadas, pues la ed., Cartografías argentinas. Políticas indigenistas y

Revista Educación y Pedagogía, vol. XIX, núm. 48, Mayo - Agosto de 2007 49
La puesta en valor de la diversidad cultural: implicancias y efectos

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Referencia
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Facultad de Educación, vol. XIX, núm. 48, (mayo-agosto), 2007, pp. 37-51.

Original recibido: marzo 2007


Aceptado: abril 2007

Se autoriza la reproducción del artículo citando la fuente y los créditos de los


autores.

Revista Educación y Pedagogía, vol. XIX, núm. 48, Mayo - Agosto de 2007 51
52 Revista Educación y Pedagogía, vol. XIX, núm. 48, Mayo - Agosto de 2007
Otras lógicas

Ustedes y nosotros, diferentes mas no


inferiores... La construcción de un
proyecto educativo indígena en
Colombia*
Graciela Bolaños**

Resumen
Ustedes y nosotros, diferentes mas no inferiores... La construcción de un proyecto
educativo indígena en Colombia
You and Us, different but not inferior… The construction of an indigenous educational
project in Colombia
En este texto se presentan los procesos desarrollados en torno al proyecto educativo que desde el Consejo Regional
Indígena del Cauca (CRIC) se viene gestionando desde hace más de treinta años en contextos culturales de las
comunidades indígenas, en específico el trabajo del Programa de Educación Bilingüe Intercultural (PEBI) y los
Proyectos Educativos Comunitarios (PEC), con el fin de lograr el fortalecimiento político de dichas comunidades
mediante la educación.

Abstract

The processes Developed around the educational project are presented in this article. They have been run for more
than 30 years by the Regional Indigenous Council of Cauca (CRIC) in cultural contexts of indigenous communities.
Aiming at achieving political strength in these communities through education, the work of the Program of
Bilingual Education (PEBI) and the Communitarian Education Projects (PEC) are highlighted.

Résumé

Dans ce texte on présente les processus développés autour du projet pédagogique que depuis le Conseil Régional
indigène du Cauca (CRIC) on est en train de gérer depuis plus de trente ans dans des contextes culturels des
communautés indigènes, particulièrement le travail du Programme d'Éducation bilingüe Interculturel (PEBI) et
les Projets de pédagogiques de la Communauté (PEC), afin d'obtenir l'encouragement politique de ces communautés
au moyen de l'éducation.

Palabras clave

Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), Programa de Educación Bilingüe Intercultural (PEBI), Proyectos
Educativos Comunitarios (PEC), educación propia, escuelas comunitarias, formación de maestros indígenas,
investigación.
Regional Indigenous Council of Cauca (CRIC), Program of Bilingual Education, Communitarian Education
Projects, self-education, community schools, formation of indigenous teachers, research.

__________________________________________________
* Esta ponencia fue presentada en el Primer Seminario Internacional de (Etno) Educación, multiculturalismo e
Interculturalidad, realizado en la ciudad de Bogotá, del 1.o al 4 de noviembre de 2005, en la Biblioteca Luis Ángel Arango.
** Educadora social, integrante del equipo que coordina el Programa de Educación Bilingüe e Intercultural del CRIC
desde su creación en 1978. En la actualidad es asesora del Programa, en el componente de educación superior
(Universidad Autónoma, Indígena, Intercultural —UAIIN).
E-mail: gracielabolanos@yahoo.com.mx

Revista Educación y Pedagogía, vol. XIX, núm. 48, Mayo - Agosto de 2007 53
Ustedes y nosotros, diferentes mas no inferiores... La construcción de un proyecto educativo indígena en Colombia

E
l Consejo Regional Indígena del Cauca la situación lingüística y educativa, para
(CRIC) desde hace más de treinta años trazar políticas desde los mismos pueblos
viene construyendo una propuesta de (CRIC, 2005).
educación pertinente a los contextos cultura-
les de las comunidades indígenas, a sus Lo importante es que sea un movimiento po-
problemáticas, a sus necesidades y a sus proyec- lítico, y no un movimiento exclusivamente pe-
ciones y esperanzas. ¿Qué es la educación para dagógico, el que llegó a estas conclusiones. Se
el CRIC? ¿En qué difiere su proyección edu- soñaba entonces con impulsar una educación
cativa en comparación con la educación ofi- no alienante, no sólo con la perspectiva de
cial? ¿Cómo puede ser la educación una humanizar las relaciones en el salón de clase,
herramienta política?, son las preguntas fun- sino frente a la misma comunidad. Más allá
damentales que rigen, desde los primeros del objetivo de transformar la escuela misma,
años, el trabajo del Programa de Educación se buscaba que la comunidad se apropiara de
Bilingüe Intercultural (PEBI). ella, que la viera como parte de su cotidiani-
dad. Si la escuela pertenece a la comunidad, de-
Las carencias de la educación oficial, el divor- bía ser, además, un eje fundamental para
cio entre la escuela y la política comunitaria, desarrollar la lucha política de la gente, una
la falta de valoración de la cultura indígena, la herramienta de concientización y organiza-
ausencia de respeto por las autoridades co- ción. La escuela no se la pensaba en sí misma,
munitarias (es decir, los Cabildos), el silencio sino en relación con lograr el fortalecimiento
de la lengua indígena dentro de los salones de político de la comunidad mediante ella. De ahí
clase, el autoritarismo de los maestros y la en- que el CRIC se considera un movimiento de
señanza que desconoce y menosprecia el educación de masas no escolarizado. Cuando
entorno cultural, entre otras, llevaron a las co- en el PEBI se habla de la construcción colecti-
va de la educación, es en ese sentido.
munidades organizadas a replantear la edu-
cación desde un nuevo perfil. En este senti-
do, el V Congreso del CRIC, concluyó:
Las primeras escuelas comunitarias
— Fortalecer la lucha por la cultura y por los
Para conocer y desarrollar la educación en esta
cabildos [significa crear] poder para cons-
perspectiva, en las comunidades que habían
truir y controlar nuestra propia autono-
sostenido luchas por la tierra, es decir, luga-
mía como indígenas y como explotados
res críticos en donde había avances organi-
(Comisión de Educación, 1978). zativos, se crearon escuelas comunitarias
propias, constituidas ante todo como labora-
— La educación no está en manos de las co- torios para, desde allí, construir los criterios,
munidades, está en manos del Gobierno y fundamentos y referentes de la educación
de la Iglesia, y su contenido no beneficia indígena. De este modo, se estableció una es-
nuestros intereses. Se hace indispensable cuela en La Laguna, Siberia —territorio multi-
crear el PEBI para investigar una propuesta étnico en donde se presentaba un riesgo emi-
educativa indígena como base de la bús- nente de pérdida del idioma nasa yuwe, y
queda de autonomía. donde se libraba una fuerte lucha de los terra-
jeros por recuperar los territorios de resguar-
— Los criterios de educación exigen que los do—, en Vitoyó (Jambaló), Potrerito (Toribío),
maestros sean bilingües, que se investigue El Canelo (Popayán), El Chimán —en la co-
en las comunidades sobre su historia y su munidad guambiana— y Las Delicias (Bue-
cultura, y que se recojan estas experien- nos Aires). Además, las comunidades nasa
cias. Asimismo, se requiere que se analice (paeces), la guambiana, coconuco, totoró y

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Otras lógicas

muchas otras se sumaron al proceso de cons- La selección y formación de los maestros


trucción educativa, en un ambiente de resis-
tencia cultural y una clara relación de Este tipo de educación exige crear nuevos ti-
interculturalidad, entendida como el diálogo pos de maestros, formados sin los prejuicios
de saberes, valores, expectativas y la construc- de las escuelas normales, líderes surgidos de
ción de utopías alrededor de los sueños co- la misma comunidad. El perfil de estos maes-
lectivos. tros es muy diferente al del maestro de la es-
cuela oficial: son agentes políticos de cambio
cultural, político y educativo. En general, en
Carácter comunitario de las escuelas
los maestros oficiales es tradicional el desco-
nocimiento de la identidad cultural de los es-
El objetivo de las escuelas es contextualizar la
educación desde la cotidianidad, es decir, ge- tudiantes. Esa actitud no encaja con el maes-
nerar una educación para defenderse colectiva- tro que las comunidades quieren: hablante de
mente como indígenas y no una educación para su lengua, orgulloso de su origen, conocedor
superarse individualmente —que es el supues- de su historia, interesado por conocer otras
to objetivo de la escuela oficial—. Pensar des- culturas —en el buen sentido de enriquecer
de las realidades comunitarias significa que su cultura y, desde luego, contribuir al enri-
en la escuela se reflexiona y se investiga en quecimiento de los otros—. Este perfil de
torno a los problemas políticos, sociales, eco- maestro no encaja con la institucionalidad co-
nómicos y culturales del territorio. La comuni- lombiana, la cual sólo lo vino a reconocer hace
dad participa en la construcción misma de la muy poco, al abrir las puertas a ese nuevo
escuela. perfil a partir de la legislación etnoeducativa.
Sin embargo, sigue siendo un cuello de bote-
Las mismas comunidades indígenas, trabajan- lla lograr la voluntad política del Estado para
do en concierto con la organización regional, disponer de los recursos necesarios para im-
generan las pautas orientadoras de esas escue- plementar esta política. Aún seguimos en la
las comunitarias, contribuyendo en particu- brega de lograr mejores condiciones para ob-
lar en la selección de los temas a tratar, en la tener la formación de un maestro que se con-
conformación de los criterios para el uso y vierta en el amigo e interlocutor del niño o
valoración de las lenguas, en definir los perfi- niña, que tenga un fuerte arraigo en su cul-
les de los maestros, y de las personas y comu- tura o que investigue y dinamice con su prác-
nidades a formar, en la relación que debe ha- tica pedagógica todos los hilos del tejido cultu-
ber entre la escuela y la comunidad, y en la ral, condición indispensable para que la
orientación de las actividades y metodologías. educación cumpla con el papel social para
El PEBI orienta y asesora la formación del la cual ha sido creada.
maestro y hace el seguimiento a la escuela y
al desarrollo de todo el proceso para el diseño
de la educación comunitaria.
La investigación como estrategia central
Así, las comunidades fueron participando
progresivamente en múltiples asambleas para El proceso de recuperación cultural se da me-
direccionar el rumbo de la educación. Nin- diante la investigación, eje central del proce-
guna escuela se abre sin el consejo y decisión so y estrategia que permite que la escuela se
de los mayores y también del thë’ wala (médi- abra a la comunidad.
co tradicional entre los indígenas nasa, auto-
ridad espiritual). La importancia de abrir la Se hacen ejercicios de lectoescritura para pro-
escuela bajo la responsabilidad de la comuni- bar los problemas que se presentan en el
dad es un criterio que toma cuerpo a medida proceso, y mejorar y capacitar en esas técni-
que la escuela se va apropiando. cas. La escritura sirve, además, para reflexio-

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Ustedes y nosotros, diferentes mas no inferiores... La construcción de un proyecto educativo indígena en Colombia

nar sobre y profundizar en las problemáticas estudio, como la investigación en el campo


y temas posibles de la comunidad —como de las lenguas, la socialización y desarrollo del
campos del saber de la cultura. niño, las pedagogías que subyacen al interior
de las culturas y las propuestas, la historia,
El médico tradicional, los dirigentes y los sa- los elementos indispensables para entender
bios se han vinculado a estos procesos del la multiculturalidad y, sobre todo, el contexto
redefinir quiénes somos, interactuando de interno y externo para proyectar desde allí
diversa manera con el fin de lograr mejores relaciones de interculturalidad.
condiciones para orientar a la juventud y a la
niñez.
La producción de materiales educativos
Pero la investigación también implica la vin-
por las comunidades
culación de los niños en los procesos producti-
vos de la comunidad. Por ejemplo, desde el
La participación comunitaria en la educación,
principio se han hecho huertas experimenta-
mediante la producción colectiva de los ma-
les en las escuelas, logrando la participación
teriales que se usan en las escuelas, es otro de
de los dirigentes comunitarios en el proceso
los elementos que marcan el carácter de la
y articulando desde esta dinámica los conoci-
educación propia. La tarea principal es reto-
mientos de los mayores. En algunos casos, se
han recurrido a procesos de organización es- mar el sentir de la comunidad y tener en cuen-
pecífica, por ejemplo, de las mujeres, para así ta el lenguaje de los niños. Esto se logra me-
vincular la producción al proceso investigativo diante talleres de producción de materiales,
de la escuela. en los cuales participan padres de familia, ni-
ños, maestros y los asesores del PEBI. Esta ela-
Se trata entonces de una investigación cen- boración de materiales implica la generación
trada ante todo en una actitud de búsqueda, de una metodología que recoja principalmen-
de descubrimiento, de generación de condi- te el sentir de la comunidad, es decir, el cono-
ciones para la construcción de nuevos enfo- cimiento interno, y la reelaboración y reapro-
ques; por tanto, no se habla de la investiga- piación de elementos de otras culturas y
ción en los parámetros propios del desarrollo conocimientos que se consideran universales.
académico. Son temas de uso común en estos materiales
las concepciones de tierra, territorio, política,
La investigación se da en diversos niveles, comunidad, al igual que la pedagogía. Se parte
desde la práctica pedagógica cotidiana con los de un amplio bagaje de temáticas y diversas
niños, donde se parte de orientarlo para que maneras de presentación: oral, audiovisual,
él mismo sea quien descubra elementos, los escrita (cartillas, textos, boletines, revistas,
articule y desde allí construya sus conceptos murales, videos). En su lenguaje, estos mate-
y, por ende, sus pensamientos, hasta la forma riales conjugan el uso del espacio, la articula-
más genérica de desarrollo de conocimiento ción de imágenes, el diseño, además del texto
en las culturas. De allí la gran importancia de oral o escrito propiamente, en busca de una
la vivencia, la acción y la práctica, expresada articulación coherente con la cosmovisión y
en las diversas cosmovisiones y de cierta ma- la estética de cada cultura.
nera dinamizada en las reflexiones a partir de
la escuela o formas de acceso al saber.
Evaluación comunitaria y periódica
La investigación es también realizada por los
maestros y los miembros del equipo de edu- Los comuneros asisten a talleres para capaci-
cación, para soportar los fundamentos, enfo- tarse en la generación de ideas para crear nue-
ques, selección y construcción de planes de vos currículos, para que esas escuelas sean

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