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Vida política en la Antigua Roma

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En la ""Antigua Roma"" las menores" eran las reglas de la comunidad romana arcaica, las
costumbres y usanzas que hacían del romano un cives (ciudadano) si las seguía con
respeto, siendo ésta la mayor herencia dejada por los progenitores y a transmitir a los
descendientes. En su totalidad eran también símbolo de integridad moral y del orgullo de
ser de costumbres helenizantes.

Índice

 1El poder de la tradición


 2La tradición en la vida política
 3La religión en la vida política
 4La constitución republicana
 5Referencias
 6Véase también
 7Bibliografía

El poder de la tradición[editar]
El Mos maiorum es el concepto básico del tradicionalismo romano. Era un código no
escrito del que los romanos derivaron sus normas sociales. Estas costumbres eran
distintas de las leyes que se registraban por escrito. La ley regulaba algunos aspectos
positivos en la vida cotidiana romana, pero las costumbres tradicionales, en virtud de
la auctoritas maiorum ("el prestigio o respeto de los antepasados"), formaba la mayor parte
de las reglas de conducta en Roma.1
Ése era el resultado de siglos de desarrollo antes de que los romanos desarrollaran las
leyes escritas. Las costumbres se crearon a principios de la historia de Roma, ya que se
necesitaban para servir a funciones específicas de la sociedad. Sin embargo, la
importancia de algunas prácticas tradicionales y rituales arcaicos decayó de la conciencia
colectiva progresivamente a lo largo de la historia de la República. Las Lupercalia, por
ejemplo, un festival que se celebraba en Roma cada 15 de febrero, fue malinterpretado en
la época de Augusto, a finales del siglo I a.C. En algunos casos, el uso de ciertas prácticas
simplemente menguó dentro de la sociedad, tales como la práctica de los matrimonios
por confarreatio. Estos matrimonios arcaicos fueron abandonados debido a la rigidez de la
unión. A pesar de de la incomprensión o poca relevancia de algunas de estas costumbres,
la importancia de todo el conjunto del Mos maiorum nunca estuvo en peligro de sufrir la
misma suerte.
Tanta era la importancia de lo tradicional dentro del mundo romano que llegaron a utilizar
la auctoritas maiorum para validar los avances sociales, el progreso.2 Suetonio relata un
edicto de los censores del 92 a. C., que dice: «todo lo nuevo que se hace en contra de los
usos y las costumbres de nuestros antepasados, no parece ser correcto».3 Esta
declaración refleja el conservadurismo feroz de los romanos, sello distintivo de su
sociedad.

La tradición en la vida política[editar]


La participación en la vida pública de la Antigua Roma conformó una parte dominante en la
vida de los ciudadanos nobles de la República.4 La vida pública incluía la política, lo militar,
la ley y también el sacerdocio. En la política, el cursus honorum se convirtió en la vía
normal de progreso.5 La observancia estricta de éste fue considerada como convencional,
aunque en ocasiones, sin embargo, hubo ciertas desviaciones del cursus. Lucio Apuleyo
Saturnino y Cayo Servilio Glaucia, en asociación con Cayo Mario y sus leyes, rompieron la
tradición mediante la búsqueda de tribunados consecutivos. El mismo Cayo Mario rompió
la tradición aceptada por la élite romana. No sólo era un homo novus, sino que Mario
obtuvo siete consulados, muchos de ellos de forma consecutiva, contra las más estrictas
leyes tradicionales. Estas cifras contrastan, por ejemplo, con la carrera de Cicerón, que
siguió el cursus honorum estrictamente y manteniendo una gran cantidad de apoyos para
los intereses de la aristocracia y los valores ancestrales que él mismo vigilaba. Cicerón
logró la fama gracias a sus habilidades oratorias en calidad de defensor y fiscal en los
tribunales.6

Cicerón acusando a Catilina en el Senado romano. fresco del siglo XIX.

El Derecho estaba estrechamente ligado al cursus honorum y a las magistraturas que un


ciudadano podía aspirar a alcanzar. Las clases altas eran las que más conocimiento
poseían de la ley y de la oratoria (ya que las dos eran parte vital y habitual en su
educación), por lo que las funciones de acusación, defensa, e incluso el cargo de juez
(pretor) estaban destinadas a los ricos. Estas funciones tradicionales de la clase alta
permitían asumir a sus miembros cierta responsabilidad pública. Pero aunque existían una
gran cantidad de responsabilidades en la vida civil, también se esperaba de todo buen
ciudadano un buen servicio en el ejército, como era común en todo el mundo antiguo.
Otro aspecto clave dentro de la política romana era la competencia.7 Para todo ciudadano
romano, «la esencia de la vida era la competición, y la riqueza y los votos eran las
medidas socialmente aceptadas para calibrar el éxito».8 La vida de un romano era una
constante lucha para superar los logros de sus ancestros y los logros de los demás. La
República, tanto en sus principios como en la vida diaria, era una meritocracia. La libertad,
para los romanos, estaba basada en la dinámica de la competencia constante.9
Competencia regida, eso sí, por las normas inviolables del Mos maiorum. Para ser un buen
político había que lidiar constantemente contra la competencia y contra la tradición,
además de tener talento, dedicación, dinero y contactos. La meritocracia, a pesar de ser
despiadada, servía para hacer que solamente los ricos se pudieran permitir una carrera
política.10

La religión en la vida política[editar]


A diferencia de la religión occidental moderna, los romanos no segregaron jamás las
prácticas religiosas de las del servicio al Estado. Mantuvieron la práctica de sus ancestros
indoeuropeos de dejar el sacerdocio vinculado al Estado. La religión romana estaba
compuesta por diferentes cultos al frente de los cuales estaban los sacerdotes, quienes al
mismo tiempo podían ocupar un cargo público y/o militar. De hecho, el cargo de sacerdote
estaba considerado como un cargo público al que la nobleza podía optar, celebrándose
sus pertinentes elecciones. Los sacerdotes romanos eran muy diferentes a los actuales
cristianos, ya que podían tener su familia, optar a las magistraturas del estado e incluso
combatir en el ejército.

La constitución republicana[editar]
Donde se observan mejor los ideales políticos romanos es en la propia constitución de la
República. Ésta, al basarse en el Mos maiorum, fue en gran medida no escrita, no
codificada, y estuvo en constante evolución. En lugar de crear un gobierno que fuera
principalmente una democracia (como en la antigua Atenas), una aristocracia (como en la
antigua Esparta), o una monarquía (como en Roma, antes y después de la República), la
constitución romana mezcló estos tres elementos, creando así tres ramas de gobierno
separadas.11 El elemento democrático tomó la forma de las asambleas legislativas, el
elemento aristocrático tomó la forma del Senado, y el elemento monárquico tomó la forma
de los Cónsules.

Lictores. El gran sueño de todo político romano era ser precedido por lictores, lo que significaba que
estaba ocupando un cargo público relevante.

La fuente última de la soberanía en esta antigua república, como en las repúblicas


modernas, fue el populus (pueblo). El pueblo de Roma se reunía en asambleas legislativas
para aprobar leyes y elegir a los magistrados ejecutivos.12 Éstos, una vez elegidos, se les
admitía de forma automática en el Senado (de por vida, a no ser que cometieran traición u
ofensas graves y fueran expulsados). El Senado logró la preponderancia en los asuntos
políticos de Roma, mientras que los senadores presidían los tribunales. Los magistrados
tenían la obligación de cumplir la ley y los decretos del Senado, aunque presidían sus
reuniones y las de las asambleas legislativas. Un complejo conjunto de frenos y
contrapesos se estableció entre estas tres ramas, a fin de minimizar el riesgo de la tiranía
y la corrupción y para maximizar la probabilidad de un buen gobierno.13 Sin embargo, la
separación de poderes entre las tres ramas del gobierno no era absoluta. Además, no era
común el uso frecuente de varios dispositivos constitucionales que estaban en armonía
con el genio de la constitución romana.14 Una crisis constitucional comenzó en el
año 133 a. C., como resultado de las luchas entre la aristocracia y la gente común. Esta
crisis condujo finalmente al colapso de la República romana y la subversión en una forma
mucho más autocrática de gobierno que más tarde se llamó el Imperio romano. TONY
MONTANA

Referencias[editar]
1. ↑ Cf. TOM HOLLAND, Rubicón: Auge y caída de la República romana, 1º ed., pp. 32 y 51.
2. ↑ Idem, 1º ed., p.32.
3. ↑ Suetonio, De Claris Rhetoribus, I.
4. ↑ CICERÓN, Sobre la República, I, 1-9.
5. ↑ TOM HOLLAND, Rubicón: Auge y caída de la República romana, 1º ed., pp. 146-147.
6. ↑ Idem, cap. 5.
7. ↑ Lucrecio (2.11-13) nos dice que lo que de verdad caracterizaba la vida política en Roma
era «el choque de inteligencias, la lucha por la preeminencia, el trabajar día y noche sin
descanso por alcanzar la cumbre de la riqueza y el poder.»
8. ↑ TOM HOLLAND, Rubicón: Auge y caída de la República romana, prefacio.
9. ↑ Salustio, en su Conjuración de Catilina (1,7), nos dice: <<es casi increíble cuán grandes
fueron los logros de la República una vez la gente hubo ganado su libertad, tal era la
pasión por la gloria que ardía en el corazón de todos los hombres>>.
10. ↑ TOM HOLAND, Rubicón: Auge y caída de la República romana, cap. I.
11. ↑ Polibio, Historias, VI, 11-18.
12. ↑ Idem, VI,15.
13. ↑ Idem, VI, 15-18.
14. ↑ Frank Frost Abbott , A History and Description of Roman Political Institutions, cap. 44.

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