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Técnicas básicas de Enfermería

Profesora: Amaia Goikoetxea. Alumno: Juan Cruz

Síndrome del Cuidador Quemado.

El síndrome del cuidador quemado es uno de los términos


regularmente escuchados cuando se habla de las personas que
tienen la responsabilidad del cuidado de alguien que padece una
enfermedad y consiste en un estado de agotamiento físico,
emocional y mental que puede estar acompañado por un cambio de
actitud que va desde positivo y atento a negativo y despreocupado.
Suele ocurrir cuando el cuidador no obtiene la ayuda que necesita,
o si intenta hacer más de lo que es capaz ya sea física o
financieramente.
Los cuidadores que experimentan este síndrome pueden experimentar fatiga, estrés,
ansiedad y depresión. Algunos cuidadores pueden además llegar a sentir culpabilidad si
invierten tiempo con ellos mismos en lugar de con las personas que cuidan.

Síntomas del cuidador quemado

Los síntomas de este síndrome son muy similares a los síntomas del estrés y la
depresión. Algunos de ellos son:

A nivel físico A nivel psicológico y emocional.


 Enfermarse más a menudo.  Aislamiento frente a amigos y
 Cambios en los patrones de sueño. familiares.
 Cambios en el apetito, el peso o ambos.  Cambios repentinos de humor.
 Dificultad para concentrarse.  Pérdida de interés en actividades que
 Uso excesivo de alcohol y/o medicamentos para antes se disfrutaban.
dormir.  Irritabilidad.
 Dificultad para concentrarse y/ o problemas de  Sentirse deprimido, irritable,
memoria desesperado e indefenso.
 Molestias digestivas, palpitaciones  Tendencia a la procrastinación.
 Sentimientos de querer provocarse
daño a sí mismo o a la persona bajo
su cuidado.

Causas

El burnout (agotamiento) del cuidador tiende a producirse cuando los cuidadores se


encuentran tan ocupados en el cuidado de los demás que descuidan su propia salud
emocional, física y espiritual. Esto hace que las demandas que experimenta los
cuidadores sobre su cuerpo, mente y emociones le parezcan abrumadoras, lo que a su
vez les conduce a la fatiga y la desesperanza y, por último, al agotamiento.
Otros factores que pueden conducir a este síndrome son:

 Confusión de roles: para algunas personas tiende a ser difícil el separar su


papel de cuidador de su papel de cónyuge, amante, hijo, amigo, etc.
 Expectativas poco realistas: gran parte de los cuidadores esperan que su
participación tenga un efecto positivo en la salud y la felicidad del paciente.

En algunos casos esto es realmente cierto, pero en el caso de los pacientes que
padecen una enfermedad progresiva, como por ejemplo el Parkinson o el
Alzheimer, esto resulta poco realista.

 Falta de control: los cuidadores pueden llegar a sentir frustrados por la falta de
dinero, recursos, así como por sus carencias de habilidades para planificar,
administrar y organizar eficazmente la atención de sus queridos.

 Demandas poco razonables: algunos cuidadores se imponen cargas


irrazonables sobre ellos mismos, por considerar que la responsabilidad de
proporcionar cuidados es exclusiva de ellos.

 Otros factores: muchos cuidadores al no reconocer que están sufriendo


agotamiento terminan llegando a un punto en el que no pueden funcionar de
manera efectiva o incluso pueden llegar a enfermar.

Estrategias para evitar el “Síndrome del Cuidador Quemado”.

 Buscar a alguien de confianza para hablar sobre los sentimientos y


frustraciones que se experimentan.
 Proponerse metas realistas y aceptar que se puede necesitar ayuda con el
cuidado.
 Adoptar una actitud realista con relación a la enfermedad de la persona bajo su
cuidado en caso de que se trate de una enfermedad progresiva.
 Reservar tiempo para sí mismo para emplearlo en el propio cuidado.
Entendiendo que cuidarse es una necesidad absoluta para cuidar
efectivamente a otros.
 Acudir a un profesional (terapeuta, trabajador social, enfermeras, doctores,
TCAE) cuando se necesite enfrentar problemas físicos o emocionales.
 Aprovechar los servicios de cuidado de relevo para descansar.
 Educarse en el conocimiento de la enfermedad que padece la persona bajo su
cuidado a fin de ofrecer un cuidado más eficaz.
 Alimentarse bien, realizar ejercicio y dormir las horas suficientes.
 Centrar la atención en las cosas que se pueden controlar.
 Celebrar los pequeños logros recordando que cada esfuerzo realizado es
importante.

FUENTES CONSULTADAS:
https://www.webmd.com/women/caregiver-recognizing-burnout#2-4
https://www.sane.org/the-sane-blog/caring-for-others/avoiding-carer-burnout
https://www.helpguide.org/articles/stress/caregiver-stress-and-burnout.htm
https://knowalzheimer.com/el-sindrome-de-sobrecarga-del-cuidador-o-cuidador-
quemado/
5 estrategias para prevenirlo
El síndrome del cuidador quemado, como comúnmente se conoce al
síndrome de sobrecarga del cuidador, es un estado de agotamiento
físico, emocional y mental que ocurre en personas que asumen el
rol de cuidar a un ser querido durante un largo periodo de tiempo,
como en el caso de los cuidadores de personas con Alzheimer.
El día a día con una persona afectada de Alzheimer requiere de
atención y cuidado 24 horas al día, todos los días del año. Es una
situación para la que nadie está preparado, que agota física y
emocionalmente, y que puede llevar a que el cuidador se sienta
sobrepasado.
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Alzheimer"
Aparecen entonces algunos síntomas que suelen ser indicios de la
sobrecarga, como cansancio persistente, problemas del sueño,
consumo de psicofármacos, irritabilidad, aislamiento social o altos
niveles de estrés y ansiedad.
El síndrome del cuidador quemado representa un riesgo para la salud
del cuidador y puede afectar a la atención que este proporciona a su
ser querido.
Desde la Fundación Pasqual Maragall ofrecemos cinco
recomendaciones para prevenir o aliviar el síndrome de sobrecarga
del cuidador:
1. Conocer la enfermedad ayuda a controlar mejor la
situación
Entender cómo la enfermedad afecta a la persona con Alzheimer
ayuda a comprender mejor sus reacciones y a adoptar la actitud y
tomar las decisiones más adecuadas en cada momento.
Conocer cómo evoluciona el Alzheimer hará que nos podamos
preparar mejor para los cambios progresivos que se irán produciendo.
Comprender las dificultades a las que la persona afectada se enfrenta
evitará que planteemos exigencias y expectativas poco realistas,
evitando así la sensación de frustración que puede derivarse de la
interacción con ella.
2. Aprender a pedir ayuda
Siempre se habla de la importancia de que el cuidador cuente con
apoyos suficientes para evitar la sensación de sobrecarga. Sin
embargo, en muchas ocasiones el cuidador no sabe cómo pedir esa
ayuda o siente que “está mal” solicitarla, bien porque considera que el
cuidado de su ser querido es responsabilidad absolutamente suya o
porque piensa que nadie lo cuidará como ella/él lo hace.
Es importante reconocer la importancia de solicitar ayuda y saber
pedirla, especificando con claridad qué es lo que se necesita y dando
información específica, incluso instrucciones concretas, para facilitar la
labor a quienes van a prestar esa ayuda.
3. Reconocer y expresar los sentimientos
Expresar lo que se siente, incluyendo emociones negativas como
frustración o ansiedad, ya sea a un familiar cercano, a un amigo o a
los miembros de un grupo de apoyo que están pasando por una
situación semejante, puede ayudar a disminuir la sensación de
aislamiento del cuidador.
Reconocer e identificar los sentimientos es un primer paso para
aprender a gestionarlos adecuadamente. Adquirir habilidades o
estrategias para manejar las propias emociones participando, por
ejemplo, en terapias o grupos de apoyo con otros cuidadores, puede
resultar de mucha utilidad.
Una comunicación abierta en el seno familiar también puede ayudar a
fortalecer los vínculos familiares y sociales y a aliviar el estrés que
experimentan los cuidadores.
4. Aprender estrategias para manejar los síntomas del
Alzheimer
Uno de los factores que más contribuye a la sensación de sobrecarga
del cuidador son los cambios de conducta en la persona afectada.
Los síntomas conductuales hacen referencia a problemas como la
apatía y la ansiedad, la agitación, las alteraciones del sueño, las
conductas inapropiadas, los delirios (ideas falsas que no cambian a
pesar de la evidencia en contra de ellas) o las alucinaciones (la
persona ve, oye o siente cosas que no existen).
Hay que estar atento a ellos, ya que a menudo pueden manejarse
realizando algunas modificaciones en el entorno, físico y humano, de
la persona afectada. Ante conductas problemáticas que impliquen un
cambio importante en el comportamiento habitual de la persona, es
necesario contar con la opinión del médico para descartar algún
malestar físico que quizás no es capaz de expresar.
Existen también recursos, como terapias o formaciones específicas,
que ofrecen a los cuidadores apoyo y herramientas para gestionar la
enfermedad, como es el caso de los grupos terapéuticos para
cuidadores que ofrece la Fundación Pasqual Maragall
5. Dedicar tiempo al autocuidado
Absorbido por las tareas que le demanda su rol, el cuidador corre el
riesgo de ignorar sus propias necesidades a nivel físico, psicológico y
social, lo que acaba agravando la sensación de sentirse sobrecargado
o “quemado”.
Cuidarse a sí mismo es un aspecto importante del abanico de
responsabilidades del cuidador y para ello necesita disponer de
tiempo. En este sentido es muy aconsejable que el cuidador procure
dedicar tiempo a conversar con amigos y familiares, mantener una
alimentación saludable, dormir las horas necesarias, realizar actividad
física de forma regular, practicar técnicas de relajación y visitar al
médico oportunamente.
El síndrome del cuidador quemado es un riesgo potencial para la
salud de las personas dedicadas a cuidar a un ser querido con
Alzheimer. Conocer la enfermedad, contar con ayuda, romper el
aislamiento y el autocuidado favorecerá el bienestar y la calidad de
vida del cuidador y facilitará que pueda seguir respondiendo a las
grandes demandas que conlleva su rol.

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