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La aceptación expresa de la herencia exige forma escrita y supone un negocio jurídico

en cuanto se trata de una declaración de voluntad dirigida a producir el efecto de la


adquisición de la herencia, pero no es necesario que la declaración de aceptar esté
contenida en un documento ad hoc, lo que sí es esencial es la forma expresa.
De otra parte, la validez de la aceptación es independiente de la del acto que la contiene; si
dicho acto es declarado nulo, podrá subsistir la manifestación de la voluntad de aceptar, la cual
sólo podrá ser atacada por sus propias causas de nulidad.

La aceptación de una herencia produce efectos personales y efectos patrimoniales.

-Efectos personales o extrapatrimoniales: el heredero tiene la misión de continuar los


derechos e intereses personales del causante; de ahí que :

El heredero esté legitimado activa y pasivamente para iniciar o proseguir ciertas


acciones de estado, honor y buen nombre del causante.

Los actos del causante se reputan propios del heredero y no puede impugnarlos.

Entre causante y heredero hay identidad de personas en sentido procesal a los


efectos de estimar la presunción de cosa juzgada.

-Efectos patrimoniales:

-Efectos generales:

 El heredero deviene titular de todas las relaciones de que lo era


el causante, salvo las personalísimas.
 El heredero entra en el disfrute y posesión de los bienes
hereditarios.
 El heredero ocupa el lugar del causante en las relaciones
contractuales, en los términos del artículo 1257 del CC y puede
ejercitar todas las acciones reales y y personales que tenía su
causante respecto de otros.

-Efectos especiales. Hay otros efectos especiales que dependen de la forma de


aceptación:

 En el caso de aceptación pura y simple se produce una confusión


de patrimonios, de ahí que se extingan en este caso todas las
relaciones existentes antes de la sucesión entre el causante y el
heredero.
 En el caso de aceptación a beneficio de inventario, existe
separación absoluta de patrimonios.
cuando hay aceptación expresa, estamos ante un negocio jurídico en el que la declaración de
voluntad produce sus efectos sin necesidad de encontrarse con otra voluntad; la voluntad del
instituyente y la del heredero sólo son coincidentes en el sentido de tratarse de voluntades
superpuestas en distinto plano temporal, por eso no es un contrato entre el causante y el
heredero. En definitiva, como dice la Sentencia nº 204/2005 de TS, Sala 1ª, de lo Civil, 21 de
Marzo de 2005 [j 2] la aceptación de herencia es un acto de voluntad no recepticia, que no
impide la concurrencia de otros coherederos, mediante la cual el designado como heredero
universal confirma tal condición.

La aceptación de herencia es un acto de voluntad no recepticia, que no impide la concurrencia


de otros coherederos, mediante la cual el designado como heredero universal confirma tal
condición. La función jurídica es la de adherirse al llamamiento efectuado por el testador, lo
que forzosamente ha de ser respetado y no actuando como instrumento, aunque sea público,
para modificarla o alterarla y por tanto su valor jurídico en este aspecto es totalmente ineficaz,
ya que lo que predomina y ha de respetarse es la voluntad del causante de disponer de sus
bienes por testamento, en la forma en que se exprese y dentro de la legalidad.

De otra parte, la validez de la aceptación es independiente de la del acto que la contiene; si


dicho acto es declarado nulo, podrá subsistir la manifestación de la voluntad de aceptar, la cual
sólo podrá ser atacada por sus propias causas de nulidad.

Es irrevocable. Dice el artículo 997 CC que:

la aceptación y la repudiación de la herencia, una vez hechas, son irrevocables, y no


podrán ser impugnadas sino cuando adoleciesen de algunos de los vicios que anulan el
consentimiento, o apareciese un testamento desconocido, que debe entenderse
revocatorio del que sirvió de base a la aceptación.
Como dice la Sentencia nº 295/2003 de TS, Sala 1ª, de lo Civil, 28 de Marzo de 2003 ,la
norma de irrevocabilidad de la aceptación y de la repudiación de la herencia, es una
norma imperativa cuya aplicación no puede ser eludida por la parte una vez emitida la
declaración de voluntad en que consiste, ni puede ser dejada sin efecto por actos o
declaraciones de voluntad en contrario, cualquiera que sea la proximidad en el tiempo
entre estos actos o declaraciones de voluntad y la repudiación de la herencia. Lo
señala con claridad la SAP Pontevedra 135/2018, 21 de Mayo de 2018 [j 8] al decir: ya
obedezca al principio de semel heres semper heres o bien se trate de una expresa
aplicación de la prohibición del venire contra factum proprio, es lo cierto que la
aceptación, una vez hecha, expresa o tácitamente, es irrevocable (art. 997 CC). Desde
una perspectiva técnica se entiende que esa irrevocabilidad deriva de ser un acto
unilateral no recepticio, de modo que una vez que se ha producido el acto jurídico
queda ya perfeccionado, de suerte que emitida la declaración de voluntad vincula a su
autor

No debe confundirse irrevocabilidad, con la posible impugnación por las causas


generales de impugnación de todo acto o negocio jurídico.

Sin embargo, la Resolución de la DGRN de 21 de abril de 2017 [j 9] afirma que no es


incompatible el principio de irrevocabilidad de la aceptación y renuncia de la herencia
con la posibilidad de subsanación de una manifestación hecha en ese sentido siempre
y cuando la segunda no encubra una revocación de la renuncia; pero es un caso
concreto; puede verse la solución contraria, por el transcurso del tiempo entre la
renuncia y la pretendida rectificación, en la resolución de la DGRN de 18 de mayo de
2017.

Ha de ser total: lo expresa el artículo 990 CC:

La aceptación o la repudiación de la herencia no podrá hacerse en parte, a plazo, ni


condicionalmente.

«La nulidad de pleno derecho es imprescriptible según la doctrina dominante, pero no


parece que, una vez declarada la nulidad pueda reclamarse sin límite temporal alguno
la restitución de cantidades percibidas por el predisponente. No sería
sistemáticamente descabellado aplicar a esta acción de restitución el plazo de cuatro
años del artículo 1301. La remisión del artículo 9 a las reglas de la nulidad contractual
podría entenderse hecha a este precepto situado justamente en un capítulo del Código
Civil que lleva ese título. A mi juicio la ineficacia que corresponde a una nulidad de
pleno derecho relativa es análoga a la llamada anulabilidad . No se trata de una
anulabilidad tal como la entiende la doctrina dominante, sino de una nulidad que
solamente puede hacer valer el adherente, pero que no requiere una sentencia.
Tampoco se trata de una ineficacia que se produzca por el ejercicio de un derecho
potestativo, porque es de pleno derecho. En cualquier caso parece que la prescripción
aplicable a la restitución de las cantidades indebidamente percibidas no podría
exceder del plazo de una acción de enriquecimiento, que es el general de las acciones
personales .

Al Tribunal Supremo en la Sentencia de 25 de marzo de 2013 no le falta razón en declarar


imprescriptible la acción de simulación, ahora bien, solo lo debería haber hecho en cuanto a
los efectos declarativos pero no en relación con los efectos restitutorios de la misma, los
cuales, en nuestra opinión, estarían sujetos al plazo de prescripción general de las acciones
personales de 15 años (hoy en día 5 años, tras la reciente reforma del art. 1964 del Código
Civil), por aplicación de lo previsto en el artículo 1964 del Código Civil, puesto que sin lugar a
dudas el artículo 1930 del Código Civil declara la prescriptibilidad de los derechos y acciones de
cualquier clase que sean, sin que los efectos restitutorios de la nulidad se encuentren dentro
de las acciones imprescriptibles que la Ley declara como tales.

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