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Los dos libros que son objeto de esta reseña participan, de manera explícita el editado por Mabel
Moraña e Ignacio Sánchez-Prado, y tangencialmente el de Parvati Nair, en la discusión que los
giros emocional y afectivo están suscitando en las Ciencias Sociales y las Humanidades. En ambos
casos, las reflexiones teóricas se relacionan con prácticas artísticas producidas en Latinoamérica.
Mi comentario crítico sobre estos dos trabajos está organizado en dos partes. En primer lugar,
propongo un examen de la intervención que emociones y afectos, en tanto que categorías analíti-
cas diferenciadas (una circunstancia, como veremos, no exenta de polémica), están efectuando
en las Humanidades y las Ciencias Sociales. A continuación, me ocupo de dos cuestiones que
surgen de la lectura de ADifferent Light: The Photography of Sebastião Salgado y de El lenguaje de las
emociones. Afecto y cultura en América Latina. Por un lado, las implicaciones teórico-metodológi-
cas del cuestionamiento de algunos de los postulados básicos de la epistemología moderna (a
saber, la estructura binaria que opone las emociones a la razón y las devalúa respecto a esta)
y, por otro, las preguntas que la dimensión afectiva plantea respecto del alcance político de las
prácticas artísticas.
Pero antes de tratar específicamente los tres aspectos que acabo de mencionar será muy útil
para las lectoras una breve descripción del mapa temático de estos dos volúmenes.
En A Different Light Parvati Nair lleva a cabo el primer estudio en profundidad del trabajo del
fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, organizado desde 1986 en series de foto-ensayos que
retratan desplazamientos humanos a escala planetaria, inducidos por varias dimensiones de la
modernidad (colonialismo, industrialización y globalización). Solo en su último proyecto aún en
curso, Génesis, ha abandonado un interés de décadas en las migraciones para llevar a cabo un
registro de comunidades y ecosistemas no devastados por los efectos del capitalismo. Para
examinar este vasto corpus de fotografía documental, Nair divide su libro en cinco capítulos. En
el primero,“The Moving Lens. Abiding Concerns and Photographic Projects,”se traza un recorrido
cronológico por los distintos contextos sociales, culturales, políticos y económicos en los que
se insertan las distintas series fotográficas que incluyen, entre otras, las conocidas Workers: An
Archaeology of the Industrial Age, Terra y Migrations. El segundo capítulo,“Engaging Photography.
Between the Aesthetic and the Documentary,” trata de la relación entre estilos y efecto político
que Nair analiza tanto a la luz de la influyente polémica entre Benjamin y Adorno como de los
comentarios críticos provocados por el trabajo de Salgado. A continuación, en “Eye Witness. On
Photography and Historiography,” la fotografía se entiende como un archivo que interrumpe
la temporalidad lineal de la imaginación histórica dominante a partir de una interpelación
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emocional que, como veremos más adelante, Nair califica de crucial tanto para la movilización de
un tiempo discontinuo como para el vínculo entre estética y ética. El vínculo entre ética y estética
atraviesa A Different Light como un motivo recurrente y lo abordaré en más detalle en la tercera
sección de esta reseña. El cuarto capítulo, “Just Regard. On Photography, Aesthetics, and Ethics,”
retoma varias de las cuestiones desarrolladas con anterioridad para reformularlas en términos de
las condiciones de posibilidad estética y cognitiva de una ética de la visión, definida como
respuesta a la alteridad. Por último, en“The Practice of Photography. Toward a Polity of the Planet,”
Nair regresa a la intersección de estética, ética y política para mantener que la operatividad de estas
tres dimensiones depende, según las teorizaciones de Rancière y Merleau-Ponty, de una poética
de lo sensible y la percepción que, en sus efectos políticos, Nair conceptualiza como “polity.”
El lenguaje de las emociones. Afecto y cultura en América Latina es una compilación de traba-
jos presentados en el congreso “Reading Emotions in Latin America,” celebrado en 2011 en la
Universidad de Washington. Este volumen colectivo se inicia con una breve presentación de
Ignacio Sánchez-Prado. Sigue el texto de la sesión plenaria titulado “La batalla de las ideas y las
emociones,” a cargo del antropólogo mexicano Roger Bartra, y se cierra con un postscríptum de
Mabel Moraña titulado“El afecto en la caja de herramientas.”Los textos que componen El lenguaje
de las emociones se agrupan en cuatro secciones temáticas: “Afectividad, globalidad y política,”
“Género, afecto y ficción,” “Expresión musical y emocionalidad” y “Textualidad, afecto y esfera
pública.” El enfoque metodológico preferente consiste en un close reading de diversas prácticas
literarias (novela, correspondencia, memorias) y, en casos concretos, espacio urbano, cine, moda
y escena política. Me referiré a este aspecto metodológico en la segunda sección de la reseña.
muy sugerentes de las expresiones, representaciones y flujos emotivos que anudan lo global y lo
local en Latinoamérica. En estos ejemplos, al contrario de lo que sucede en la argumentación de
Bartra, Latinoamérica no se convierte en“la excepción emocional,”sino que más bien se pretende
deconstruir esa dimensión, sin duda imbricada con estructuras discursivas, desde la especificidad
de su ubicación geo-política.
En la sección inicial de esta reseña indicaba la pertinencia de reparar en las maniobras
metodológicas a las que recurre la crítica cultural preocupada por el examen de emociones y
afectos. En primer lugar me gustaría detenerme en la equivalencia entre emoción y afectividad
que activa, ya desde el propio título, El lenguaje de las emociones. Afecto y cultura en América
Latina. Como he señalado antes, existe actualmente una fuerte tendencia a favor de disolver las
aparentes diferencias entre reacciones corporales con distintos grados de carga cultural. Según
esta posición, el cuerpo es un constructo bio-psico-social significante y establecer diferencias
semióticas no serviría sino como un corte analítico provisional. En este sentido, ni el título ni el
hecho de que todos los capítulos del volumen usen ambas nociones de manera intercambiable,
cuando lo que todos ellos también plantean es una historia cultural de las emociones, puede
considerarse un problema. Lo que sí resulta más problemático es, como sucede en varios trabajos,
explicitar un compromiso teórico con Spinoza, Deleuze y Massumi – tres de los nombres más
influyentes de los Estudios de la Afectividad que insisten en el excedente no discursivo de los
cuerpos en movimiento en contacto con otros cuerpos y actores – para a continuación desarrollar
análisis de deconstrucción emocional. Este punto nos conduce, de hecho, a las aproximaciones
metodológicas desde la crítica cultural. En el Lenguaje de las emociones. Afecto y cultura en América
Latina, el enfoque prevalente es el análisis textual de prácticas literarias y fílmicas. Esta decisión
convierte los exámenes llevados a cabo en deconstrucciones discursivas del andamiaje emocional
de un texto o, en otras ocasiones, en formas de historia cultural de la emocionalidad desde el
punto de vista de la producción textual. Ambos enfoques son adecuados pero también es impor-
tante ocuparse de otras instancias de la economía afectiva: sus condiciones de producción, los
circuitos de distribución, las situaciones para su recepción. Sólo así delimitaremos con eficacia el
campo cultural desde una comprensión de la emocionalidad como economía de acumulación de
valor que no reside en los objetos sino que es el efecto de su circulación y contacto con otros
objetos y cuerpos (Ahmed 2004, 11).
Precisamente porque para dar cuenta de la dimensión emocional no podemos limitarnos
al close reading, A Different Light: The Photography of Sebastião Salgado, el libro de Parvati Nair,
constituye un ejercicio muy valioso que, de manera notable, apenas recurre al análisis textual.
A Nair le interesa fundamentalmente abordar el cruce entre estética y política en el trabajo de
Salgado. Con este fin entiende que una lectura emocional, no tanto de la textualidad de las
imágenes sino de las fuerzas de interpelación afectiva que movilizan entre sus públicos, es una
buena opción de intervención analítica. La mirada etnográfica de Nair se detiene allí donde podría
comenzar una hermenéutica de la ideología de la forma: “As I leaf through the initial pages of
Workers, I encounter the gaze of Edna Aparicia da Silva. A Brazilian sugarcane worker, she sits in
the middle of the cane field on what must be a makeshift stool during her lunch break […]. Like
so many of Salgado’s subjects, Edna looks out at me from the photograph, across the numerous
geographical, social, political, and economic frames that divide her world from ours”(119 y 120).
Y se desplaza del close reading a un ejercicio de análisis de los conflictos discursivos que ha gene-
rado la tensión entre estética y ética del trabajo de Salgado en la prensa especializada y, muy
productivamente, hacia una reflexión profunda a propósito de la energía afectiva que la imagen
fotográfica disemina. Ahora bien, ¿cuáles son las consecuencias más allá de la representación?
¿Cómo funciona esta energía de la afectividad? ¿Cuál es el significado de su fuerza performativa?
En definitiva, ¿qué hacen las emociones puestas en circulación en escenarios culturales? Abordaré
estas preguntas a continuación.
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Los capítulos de El lenguaje de las emociones. Afecto y cultura en América Latina que directa o
indirectamente tratan de estas cuestiones parecen coincidir con Parvati Nair en afirmar que los
procesos estéticos despliegan una auténtica política de las emociones. Esta es la tesis que informa,
en El lenguaje de las emociones, el análisis de Adela Pineda Franco sobre la capacidad afectiva de
la proyección de un documental cinematográfico – según lo relata Martín Luis Guzmán en El
águila y la serpiente – durante la revolución mexicana: “El documental incita en los especta- dores,
por una suerte de contagio, una emoción social. Sus reacciones afectivas constituyen un gesto de
subversión política frente a los objetivos propagandísticos del documental” (249). De manera que
estas reacciones afectivas, al contrario de lo que postulan las interpretaciones de la irracionalidad
no letrada, se convierten en formas de conocimiento y acción infrapolíticas en tanto que se
configuran como ocultas y latentes respecto de los discursos políticos autorizados (Scott 2000).
En A Different Light, Nair convierte esta discusión en uno de los pilares centrales de su libro. Su
interés no es, como acabo de indicar para El lenguaje de las emociones, la indagación de los impulsos
políticos contenidos en la emocionalidad subalterna, sino la reflexión alrededor de esta
pregunta:“Is the aesthetic necessarily divorced from the activist? Or can they be reconciled? Is not
the aesthetic somehow tied to the ethical, the political?” (128). Nair identifica un debate sobre la
despolitización de los procedimientos de estilización en el arte para, en realidad, apuntar allí donde
el estilo abre un vacío de significado que, siguiendo a Barthes, denomina punctum: “that [which]
arouses a visceral reaction in the viewer” (129). Esta suspensión simbólica que, de acuerdo con
Rancière, Nair entiende como una interrupción en la distribución de lo sensible, disuelve el dilema
moderno entre política y estética. En una sociedad saturada de imágenes, los afectos que pueden
movilizar trabajos como el de Salgado tienen la capacidad de forzarnos a ver (235) y rescatarnos
de la indiferencia ante el dolor de los otros (desde luego, Regarding the Pain of Others, el título
de Sontag, forma parte del excelente trabajo intertextual a lo largo de A Different Light) para
fomentar a través del asombro – una emoción crucial en procesos de auto- conciencia crítica
(Ahmed 2004, 178–83) – distintas formas de alteridad. La propuesta de Nair de reconfigurar la
experiencia estética más allá del orden de la representación (de su deconstrucción ideológica) en
función de sus elementos emocionales abre un horizonte de investigación muy inquietante en
sintonía con varios de los trabajos más provocadores que la Teoría de los Afectos está produciendo
en el campo de la Cultura Visual (O’Sullivan 2011).
Referencias
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Helena López
Programa Universitario de Estudios de Género, Universidad Nacional Autónoma de México
hlgo@hotmail.com
© 2016 Helena López
http://dx.doi.org/10.1080/14701847.2015.1193334
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