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com/multimedia/opinion-de-noam-chomsky-sobre-la-marihuana/
el alcoholismo, que a su vez es más dañino que el uso de cocaína o de heroína, las cuales son más
perjudiciales que el cannabis. Si al número de muertes producidas por los productos nocivos aspirados
por los fumadores se suman las causadas en los fumadores “pasivos” – aunque el número de éstos sea
difícil de determinar – es casi seguro que el efecto letal global de la nicotiana tabacum supere al de todas
las demás drogas, en su conjunto. Sería, pues, bastante lógico perseguir con más empeño a los
Supóngase, dice Chomsky, que Colombia, China o cualquier otro país reclamasen su derecho a
establecer bases militares en México, con el fin de fumigar y destruir las plantaciones de tabaco que
EEUU tiene en Carolina del Norte o en Kentucky, cultivadores tradicionales de esta planta. El plan se
completaría con el bloqueo de las zonas productoras, mediante la acción de las fuerzas navales y aéreas,
y con el envío de inspectores que comprobasen la total eliminación de tales plantaciones. Con todo esto
se pretendería impedir el tráfico de tabaco hacia los países que sufren sus efectos.
Es evidente que esta suposición no es verosímil en la realidad, y no sólo porque el tabaco en la mayoría
de países, no es una sustancia prohibida y muchas drogas sí lo son. Sin embargo, ante su lógica
implacable, lo que habría que preguntarse es por qué ocurre así. Por qué EEUU, que dice sentirse
afectado negativamente por las drogas que le llegan desde el sur del río Grande, se atribuye con
naturalidad el derecho a desplegar sus ejércitos en Colombia para combatir a los cultivadores de coca de
la zona, y no es siquiera concebible que ningún otro país pudiera hacer nada parecido si afectara a sus
Para Chomsky, la respuesta es sencilla y tiene una base indiscutible: la mentalidad imperial que subsiste
en EEUU, y que está tan enraizada en el pensamiento de esta nación que pasa inadvertida. Hecho que
también subsiste, aunque a menor escala, en muchos otros países occidentales – como es fácil observar
en Europa.
Sin embargo, los resultados hasta ahora obtenidos parecen no justificar el esfuerzo empeñado. La “guerra
contra el narcotráfico” dura ya más de cuatro décadas en Colombia y se ha intensificado en los últimos
diez años: ni el consumo ni el tráfico de drogas han disminuido. Las razones que ofrece Chomsky no
dejan lugar a dudas. Varios estudios bien fundamentados muestran que la prevención y el tratamiento de
la adicción a las drogas son mucho más eficaces que las medidas de fuerza utilizadas en esta guerra
interminable. Y que el tratamiento preventivo o curativo de los drogadictos – los consumidores en este
negocio – tiene un rendimiento coste/eficacia que mejora en más de 20 veces a los ataques efectuados
contra los cultivadores – el lado proveedor – en la “guerra química” desencadenada para destruir los
Según Chomsky, sólo hay dos hipótesis que permitirían explicar la situación actual y que se resumirían en
alogo así como: “O los dirigentes de EEUU han sido sistemáticamente insensatos durante 40 años, o la
finalidad de la guerra contra el narcotráfico es muy distinta a la que se proclama”. Excluida la hipótesis de
la insensatez, sólo queda sospechar cuáles puedan ser las verdaderas razones de esa supuesta guerra.
http://www.jornada.unam.mx/2009/09/22/index.php?
section=politica&article=003n1pol
Ofrece Chomsky conferencia magistral en la Sala Nezahualcóyotl
Guerra, drogas y política, elementos del mundo bipolar
Todo Estado poderoso descansa en especialistas en apologética, llamados
intelectuales
Las elecciones en EU, montajes espectaculares
En 1939 planificadores estadunidenses calcularon que fuera cual fuese el resultado de la Segunda Guerra,
Estados Unidos se convertiría en una potencia global, señaló ChomskyFoto Marco Peláez
La relación de Washington con La Habana, otro tema que abordó ChomskyFoto Marco Peláez
Periódico La Jornada
Martes 22 de septiembre de 2009, p. 3
¿Qué lecciones nos han dejado dos décadas de una realidad mundial unipolar?
Noam Chomsky disertó ayer por la tarde largamente sobre esta pregunta y dejó en
oídos del auditorio ideas sorprendentes, en una conferencia magistral en la Sala
Nezahualcóyotl, transmitida en vivo por TV Unam y 12 televisoras públicas y
universitarias que se enlazaron para enviar la señal a Aguascalientes, Hidalgo,
Michoacán, Morelos, Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí, Tlaxcala, Yucatán,
Durango y Nuevo León, además de por La Jornada on line.
O la idea de que la invasión estadunidense a Panamá, en 1989, hoy apenas una nota
a pie de página para muchos, fue en realidad la señal de que Wa-shington iniciaba, a
través de la ficción de la guerra contra las drogas, una nueva etapa de dominación,
cuando apenas habían pasado algunas semanas de la caída del Muro de Berlín.
Un segundo punto, que no hay que olvidar, lo expresó Adam Smith. Él se refería a
Inglaterra, la potencia más grande de su tiempo, pero sus observaciones son
generalizables. Smith observaba que los principales arquitectos de políticas públicas en
Inglaterra eran los comerciantes y los fabricantes, quienes se aseguraban de que sus
intereses fueran bien servidos por tales políticas, por gravoso que fuera el efecto en
otros –incluido el pueblo de Inglaterra– y pese a la severidad que tuvieran para quienes
sufren la salvaje injusticia de los europeos en otras partes.
Smith fue una de esas raras figuras que se apartaron de la práctica normal de retratar
a Inglaterra como una potencia angelical, única en la historia del mundo, dedicada sin
egoísmo al bienestar de los bárbaros. Un ejemplo revelador, en estos términos exactos,
es un ensayo clásico de John Stuart Mill, uno de los más decentes e inteligentes
intelectuales occidentales, en el que explicaba por qué Inglaterra tenía que culminar su
conquista de la India en aras de los más puros fines humanitarios. Lo escribió justo en el
momento de mayores atrocidades de Inglaterra en la India, cuando el verdadero fin de
una mayor conquista era permitir a Inglaterra apoderarse del monopolio del opio y
establecer la más extraordinaria empresa de narcotráfico en la historia mundial, y así
obligar a China, con lanchas cañoneras y venenos, a aceptar las mercancías de
fabricación británicas, que China no quería.
La plegaria de Mill es la norma cultural. La máxima de Smith es la norma histórica.
Como muestra Ferguson, esta teoría es un mecanismo muy bueno para predecir
políticas públicas durante un periodo largo.
Entonces, para lo ocurrido en 2008 debimos haber anticipado que los intereses de las
industrias financieras tendrían prioridad para el gobierno de Obama. Fueron sus
principales provedoras de fondos y se inclinaron mucho más por Obama que por
McCain. Y así resultó ser. El semanario de negocios Business Week se ufana ahora de
que la industria de las aseguradoras ganó la batalla por la atención a la salud, y de que
las instituciones financieras que crearon la crisis actual emergen incólumes y aun
fortalecidas, tras un enorme rescate público –lo que acomoda el escenario para la
siguiente crisis–, apuntan los editores. Y añaden que otras corporaciones aprendieron
valiosas lecciones de estos triunfos y ahora organizan grandes campañas para frenar la
aprobación de cualquier medida relacionada con energía y conservación (por suave que
sea), con pleno conocimiento de que frenar esas medidas negará a sus nietos cualquier
posibilidad de supervivencia decente. Por supuesto, no es que sean malas personas, ni
son ignorantes. Ocurre que las decisiones son imperativos institucionales. Quienes
deciden no seguir las reglas son excluidos, a veces en formas muy notables.
Los operadores políticos están siempre muy conscientes de que con frecuencia el
público disiente profundamente, en algunos puntos, de los arquitectos de las políticas
públicas. Entonces, las campañas electorales evitan ahondar en cualquier punto y
favorecen las consignas, las florituras de oratoria, las personalidades y el chismorreo.
Cada año la industria de la publicidad otorga un premio a la mejor campaña
promocional del año. En 2008 el premio se lo llevó la campaña de Obama, derrotando
incluso a las computadoras Apple. Los ejecutivos estaban eufóricos. Se ufanaban
abiertamente de que éste era su éxito más grande desde que comenzaron a promocionar
candidatos cual si fueran pasta de dientes o fármacos que asocian con estilos de vida,
técnicas que cobraron fuerza durante el periodo neoliberal, primero que nada con
Reagan.
En los cursos de economía, uno aprende que los mercados se basan en consumidores
informados que eligen racionalmente sus opciones. Pero quien mire un anuncio de
televisión sabe que las empresas destinan enormes recursos a crear consumidores
uniformados que eligen irracionalmente sus opciones. Los mismos dispositivos
utilizados para derruir mercados se adaptan al objetivo de socavar la democracia,
creando votantes desinformados que tomarán decisiones irracionales a partir de una
limitada serie de opciones compatibles con los intereses de los dos partidos, que a lo
sumo son facciones competidoras de un solo partido empresarial.
La máxima de Adam Smith tiene algunas excepciones, que son muy instructivas. Un
ejemplo contemporáneo importante son las políticas de Washington hacia Cuba desde
que ésta obtuvo su independencia, hace 50 años. Estados Unidos es una sociedad que
goza de una libertad poco común, así que contamos con buen acceso a los registros
internos que revelan el pensamiento y los planes de los arquitectos de las políticas
públicas. A los pocos meses de la independencia de Cuba, el gobierno de Eisenhower
formuló planes secretos para derrocar al régimen e inició programas de guerra
económica y de terrorismo, cuya escala fue aumentada bruscamente por Kennedy, y que
continúan en varias formas hasta nuestros días. Desde el inicio, la intención explícita
fue castigar lo suficiente al pueblo cubano para que derrocara al régimen criminal. Su
crimen era haber logrado desafiarpolíticas estadunidenses que databan de la década de
1820, cuando la doctrina Monroe declaró la intención estadunidense de dominar el
hemisferio occidental sin tolerar interferencia alguna de fuera ni de dentro.
Unas semanas después de la caída del Muro de Berlín, Estados Unidos invadió
Panamá. El propósito era secuestrar a un delincuente menor, que fue llevado a Florida y
sentenciado por crímenes que había cometido, en gran medida, mientras cobraba en la
CIA. De valioso amigo se convirtió en demonio malvado por intentar adoptar una
actitud desafiante y salirse con la suya, al andarse con pies de plomo en el apoyo a las
guerras terroristas de Reagan en Nicaragua.
Todo lo anterior pasó muy en silencio, apenas si se notó. Pero para quienes confían
en entender el mundo, es bastante ilustrativo.
Como pretexto para una intervención, fue útil invocar una guerra a las drogas, pero
como pretexto es muy estrecho. Se necesitaba uno de más arrastre. Rápidamente las
elites se volcaron a la tarea y cumplieron su misión. Declararon una revolución
normativa que confería a Estados Unidos el derecho a unaintervención por razones
humanitariasescogida por definición, por la más noble de las razones.
Conforme el momento unipolar se iluminó, otra cuestión que se puso al frente fue el
destino de la OTAN. La justificación tradicional para la organización era la defensa
contra las agresiones soviéticas. Al desaparecer la Unión Soviética se evaporó el
pretexto. Las almas ingenuas, que tienen fe en las doctrinas del momento, habrían
esperado que la OTAN desapareciera también; por el contrario, se expandió con rapidez.
Los detalles revelan mucho acerca de la guerra fría y de lo que siguió. A nivel más
general revelan cómo se forman y ejecutan las políticas de los estados.
A medida que se colapsó la Unión Soviética, Mijail Gorbachov hizo una pasmosa
concesión: permitió que una Alemania unificada se uniera a una alianza militar hostil
encabezada por la superpotencia global, pese a que Alemania por sí sola casi había
destruido Rusia en dos ocasiones durante el siglo XX. Sin embargo, fue un quid pro
quo,un esto por aquello, una reciprocidad. El gobierno de Bush prometió a Gorbachov
que la OTAN no se extendería a Alemania oriental, y que desde luego no llegaría más al
oriente. También le aseguró al mandatario soviético que la organización se
transformaría en un ente más político. Gorbachov propuso también una zona libre de
armas nucleares desde el Ártico al Mar Negro, un paso hacia una zona de paz que
eliminara cualquier amenaza a Europa occidental u oriental. Tal propuesta se pasó por
alto sin consideración alguna.
Poco después llegó Bill Clinton al cargo. Muy pronto se desvanecieron los
compromisos de Washington. No es necesario abundar sobre la promesa de que la
OTAN se convertiría en un ente más político. Clinton expandió la organización hacia el
este, y Bush fue más allá. En apariencia Barack Obama intenta continuar la expansión.
Un día antes del primer viaje de Barack Obama a Rusia, su asistente especial en
Seguridad Nacional y Asuntos Eurasiáticos informó a la prensa:No vamos a dar
seguridades a los rusos, ni a darles ni intercambiar nada con ellos respecto de la
expansión de la OTAN o la defensa con misiles.
El lingüista Noam Chomsky, crítico del imperialismo, disertó ayer en Ciudad UniversitariaFoto Marco Peláez
Largas filas en torno a la Sala Nezahualcóyotl, en el Centro Cultural UniversitarioFoto María Meléndrez Parada
Desde los primeros días posteriores a la guerra fría, se entendía que Europa
occidental podría optar por un curso independiente, tal vez con una visión gaullista de
Europa, del Atlántico a los Urales. En este caso el problema no es un virus que
pueda diseminar el contagio, sino una pandemia que podría desmantelar todo el sistema
de control global. Se supone que, al menos en parte, la OTAN intenta contrarrestar esa
seria amenaza. La expansión actual de la alianza, y los ambiciosos objetivos de la nueva
organización, dan nuevo empuje a esos fines.
La elección del tiempo para implantar la Operación Guardián no fue para nada
accidental. Los analistas racionales anticiparon que abrir México a una avalancha de
exportaciones agroindustriales altamente subsidiadas tarde o temprano socavaría la
agricultura mexicana, y que las empresas mexicanas no aguantarían la competencia con
las enormes corporaciones apoyadas por el Estado que, conforme al tratado, deberían
operar libremente en México. Una consecuencia probable sería la huída de muchas
personas a Estados Unidos junto con quienes huyen de los países de Centroamérica,
arrasados por el terrorismo reaganita. La militarización de la frontera fue un remedio
natural.
Sean cuales fueren la historia y las realidades económicas, los inmigrantes han sido
siempre percibidos por los pobres y los trabajadores como una amenaza a sus empleos,
sus modos de vida y su subsistencia. Es importante tener en cuenta que la gente que hoy
protesta con furia ha recibido agravios reales. Es víctima de los programas de manejo
financiero de la economía y de globalización neoliberal, diseñados para transferir la
producción hacia fuera y poner a los trabajadores a competir unos con otros a escala
mundial, bajando los salarios y las prestaciones, mientras se protege de las fuerzas del
mercado a los profesionales con estudios. Los efectos han sido severos desde los años
de Reagan, y con frecuencia se manifiestan de modos feos y extremos, como muestran
las primeras planas de los diarios en los días que corren. Los dos partidos políticos
compiten por ver cuál de ellos puede proclamar en forma más ferviente su dedicación a
la sádica doctrina de que se debe negar la atención a la salud a los extranjeros ilegales.
Su postura es consistente con el principio, establecido por la Suprema Corte, de que, de
acuerdo con la ley, esas criaturas no son personas, y por tanto no son sujetos de los
derechos concedidos a las personas. En este mismo momento la Suprema Corte
considera la cuestión de si las corporaciones deben poder comprar elecciones
abiertamente en lugar de hacerlo de modos más indirectos: asunto constitucional
complejo, porque las cortes han determinado que, a diferencia de los inmigrantes
indocumentados, las corporaciones son personas reales, de acuerdo con la ley, y así, de
hecho, tienen derechos que rebasan los de las personas de carne y hueso, incluidos los
derechos consagrados por los tan mal nombradosacuerdos de libre comercio. Estas
reveladoras coincidencias no me provocan comentario alguno. La ley es en verdad un
asunto solemne y majestuoso.
En el punto más candente de la crisis de los misiles cubanos, un asesor de alto rango
del gobierno de Kennedy expresó muy bien algo que hoy es una diferencia básica entre
George Bush y Barack Obama. Los planificadores de Kennedy tomaban decisiones que
literalmente amenazaban a Gran Bretaña con la aniquilación, pero sin informar a los
británicos.
En ese punto, el asesor definió larelación especial con el Reino Unido. “Gran
Bretaña –dijo– es nuestro teniente”; el término más de moda hoy sería socio. Gran
Bretaña, por supuesto, prefiere el término en boga. Bush y sus cohortes se dirigían al
mundo tratando a todos como nuestros tenientes. Así, al anunciar la invasión de Irak,
informaron a Naciones Unidas que podía obedecer las órdenes estadunidenses, o
volverse irrelevante. Es natural que una desvergonzada arrogancia así levante
hostilidades.
Obama adopta un curso de acción diferente. Con afabilidad saluda a los líderes y
pueblos del mundo comosocios y únicamente en privado continúa tratándolos
como tenientes, como subordinados. Los líderes extranjeros prefieren con mucho esta
postura, y el público en ocasiones queda hipnotizado por ella. Pero es sabio atender a
los hechos, y no a la retórica o a las conductas agradables. Porque es común que los
hechos cuenten una historia diferente. En este caso también.
Tecnología de la destrucción
Estos planes forman parte de una política más general de militarización de América
Latina. El entrenamiento de oficiales latinoamericanos se ha incrementado
abruptamente en los últimos 10 años, mucho más allá de los niveles de la guerra fría.
El pretexto es la guerra contra las drogas, pero es difícil tomar eso muy en serio, aun
si aceptáramos la extraordinaria suposición de que Estados Unidos tiene derecho a
encabezar unaguerra en tierras extranjeras. Las razones son bien conocidas, y fueron
expresadas una vez más a fines de febrero por la Comisión Latinoamericana sobre
Drogas y Democracia, encabezada por los ex presidentes Cardoso, Zedillo y Gaviria. Su
informe concluye que la guerra al narcotráfico ha sido un fracaso total y demanda un
drástico cambio de política, que se aleje de las medidas de fuerza en los ámbitos interno
y externo e intente medidas menos costosas y más efectivas.
También América Latina comienza a liberarse por sí sola de este yugo. Los
esfuerzos estadunidenses por militarizarla son una respuesta a estos procesos,
particularmente en Sudamérica, la cual por vez primera desde las conquistas europeas
comienza a enfrentar los problemas fundamentales que han plagado el continente. He
ahí el inicio de movimientos encaminados a la integración de países que
tradicionalmente se orientaban hacia Occidente, no uno hacia el otro, y también un
impulso por diversificar las relaciones económicas y otras relaciones internacionales.
Están también, por último, algunos esfuerzos serios por dar respuesta a la patología
latinoamericana de que son los estrechos sectores acaudalados los que gobiernan en
medio de un mar de miseria, quedando los ricos libres de responsabilidades, excepto la
de enriquecerse a sí mismos. Esto último es muy diferente de Asia oriental, como se
puede medir observando la fuga de capitales. En Asia oriental tales fugas se han
controlado con mucha fuerza. En Corea del Sur, por ejemplo, durante su periodo de
rápido crecimiento, la exportación de capitales podía acarrear la pena de muerte.
http://actualidad.rt.com/actualidad/view/116580-chomsky-drogas-negros-eeuu-
criminalizar
Chomsky: "Las drogas son un instrumento de EE.UU. para criminalizar a los pobres"
Publicado: 10 ene 2014 10:48 GMT | Última actualización: 10 ene 2014 10:49 GMT
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El analista político estadounidense Noam Chomsky opina que la guerra contra las
drogas en EE.UU. es "un fraude total" y fue utilizada principalmente para criminalizar a
las minorías raciales.
Hay cosas que "la clase dirigente blanca liberal no quiere que formen parte de la
historia", afirmó Chomsky en una conferencia con estudiantes sobre los logros del
movimiento estadounidense por los derechos civiles. Uno de esos aspectos se refiere a
la criminalización de la vida de las personas pertenecientes a la raza negra.
Chomsky subraya que "el instrumento que se utilizó para recriminalizar a la población
negra fueron las drogas". "La guerra contra las drogas es un fraude, un fraude total. No
tiene nada que ver con las drogas. […] En lo que ha sido exitosa la guerra contra las
drogas es en criminalizar a los pobres. Y los pobres en EE.UU. resultan ser en su
mayoría negros y latinos", indica el analista estadounidense.
Chomsky incluso llegó a calificar la guerra contra las drogas como "una guerra de
razas". "Es una guerra de razas. Casi en su totalidad; desde el principio, las órdenes
dadas a la Policía de cómo lidiar con las drogas fueron: 'No hace falta ir a los suburbios
y detener al corredor de bolsa blanco que esnifa cocaína por la tarde, sino que hay que ir
a los guetos, y si un chico tiene un porro en su bolsillo, meterlo en prisión'. Así que todo
empieza con la acción policial, no de la propia Policía, sino de las órdenes que se les
dan", subraya el experto.
El analista concluyó que aunque no se puede negar "el gran logro del movimiento por
los derechos civiles" del país, no hay que pasar por alto el hecho de que "puso en
marcha fuerzas que podrían tratar de revertir cambios conseguidos con el fin de
defender los privilegios de clase”.
http://druglawreform.info/es/sala-de-prensa/ultimas-noticias/item/1164-la-guerra-
contra-las-drogas-fracaso?pop=1&tmpl=component&print=1
Entre los participantes también estuvo Ernesto Zedillo, ex mandatario de México, donde hubo
más de treinta mil muertos desde que el gobierno de Felipe Calderón lanzó su guerra contra el
narcotráfico, en diciembre de 2006. El negocio de las drogas ilegales en México mueve, según
el secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, 60.000 millones de dólares al
año. Y esto sin contar el dinero de las armas que los capos narcos de los distintos carteles
compran legalmente en Estados Unidos y contrabandean luego a su país.
Las personalidades europeas que asistieron a Ginebra fueron la ex presidenta suiza Ruth
Dreifuss, el noruego Thorvald Stoltenberg, ex alto comisionado de la ONU para los Refugiados,
y el español Javier Solana, ex alto representante para la Política Exterior y de Seguridad de la
Unión Europea. Richard Bransen, dueño de la multinacional Virgin, también fue de la partida.
Aunque no participaron de las reuniones el último Premio Nobel de Literatura, el peruano Mario
Vargas Llosa, y el escritor mexicano Carlos Fuentesforman parte de esta nueva comisión.
“Estados Unidos ha tenido una misma política por muchas décadas y esta etapa de la guerra
contra las drogas ya lleva casi 40 años de total prohibición y de llevar a la cárcel a todos los
consumidores y los traficantes. Es una política que no está mostrando resultados”, afirmó
Gaviria ayer en conferencia de prensa. Cardoso puso los números de esta política: “En Estados
Unidos hay quinientas mil personas presas por delitos de drogas, la mayoría son pobres y
negros, lo que también demuestra los prejuicios asociados”.
El ex mandatario brasileño reclamó más información y educación “de forma que la gente
disponga de elementos para usar su libertad y para saber que la droga hace daño”. En este
sentido, insistió en que el usuario problemático de drogas debe ser tratado como “un enfermo
al que hay que ofrecerle salud”. Y en este diagnóstico coinciden todos los integrantes de esta
nueva comisión, quienes sostienen que las evidencias empíricas y las pruebas científicas
aconsejan dar mayor importancia a la prevención y a la reducción de los daños derivos del uso
de drogas.
Los ex presidentes Cardoso, Gaviria y Zedillo encabezan desde abril de 2008 la Comisión
Latinoamericana sobre Drogas y Democracia. Desde entonces insisten en lo que las Oficina
contra las Drogas y el Delito de las Naciones Unidas admitió recién el año pasado: el fracaso de
la guerra contra las drogas. “El tema se ha transformado en un tabú que inhibe el debate
público por su identificación con el crimen, bloquea la información y confina a los consumidores
de drogas a círculos cerrados donde se vuelven aún más vulnerables a la acción del crimen
organizado”, dice una de las evaluaciones de esta comisión latinoamericana.
El lunes pasado, antes de la primera reunión en Ginebra, los organizadores comentaron que
entre los temas por analizar estaba la eliminación de “las sanciones penales por la posesión de
marihuana para uso personal”. También se buscaba resolver “la polarización” que divide “los
bloques de la legalización y la prohibición”, en torno de “una discusión esclarecedora”. Otro
punto fue el debate sobre los riesgos y las ventajas de distinguir entre el tráfico y el comercio
en pequeña escala.
En Brasil, este último punto motivó la semana pasada la salida del funcionario designado por
Dilma Rousseff para conducir la Secretaría Nacional de Políticas Sobre Drogas, Pedro
Abramovay. Como ocurrió en Ecuador, donde el presidente Rafael Correa liberó a miles de
“mulitas”, Abramovay también propuso excarcelar a pequeños traficantes de drogas. Sólo que a
él le costó el cargo.
“En muchos países el daño causado por la prohibición de las drogas en términos de corrupción,
de violencia y de violación de los derechos humanos supera con creces el daño causado por las
drogas”, consideraron los organizadores de la Comisión Global de Políticas sobre Drogas el
mismo lunes. También se instaron a revisar “el sistema de control de drogas de la ONU” y “las
diferentes respuestas nacionales”, teniendo en cuenta los “desafíos de la Justicia penal” si
asume que “erradicar la producción y criminalizar el consumo no reducen el tráfico y el
consumo”.
Otro de los objetivos de la reunión en Ginebra fue recabar datos sobre los cambios en los
últimos 50 años en la producción, transporte y venta de drogas ilegales, a partir del enfoque
meramente represivo, y los delitos asociados: “El blanqueo de dinero, el tráfico de armas, la
corrupción y el riesgo de socavar instituciones democráticas”. Mientras se debatía en Suiza, la
secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, viajó a México para apoyar económica e
ideológicamente al gobierno local en su guerra contra las drogas.
Calabrese aseguró que hay un punto “que se les escapa a todos” dentro de la discusión sobre la
prohibición absoluta de las drogas, que rige en casi todo el planeta: “Cuando el vulgo, la gente
común, empieza a aceptar un tema como usual, este caso la droga, se terminó la prohibición,
básicamente, por falta de cumplimiento. Hace 25 años, el 99 por ciento de la población creía
que el uso drogas estaba mal y debía ser combatido, pero hoy hay un sector enorme, gente de
menos de 30 años, que en su mayoría entiende que no es tan grave”.
Reprimir es una forma cómoda de no dar el debate, dijo el especialista, quien entiende que una
buena parte de la sociedad y de los gobiernos latinoamericanos siguen apostando a la solución
violenta del conflicto. “Yo creo que Lula (Da Silva) pudo tener la mejor de las intenciones al
aprobar que se entre militarmente a tres favelas para perseguir a los narcos, pero son mil las
favelas en Río de Janeiro. El tema es más complejo de lo que se piensa”, aseguró. La otra parte
del problema sigue siendo económica: “La guerra siempre es un negocio”.
http://pijamasurf.com/2012/05/la-guerra-antidrogas-tiene-un-proposito-diferente-al-anunciado-
noam-chomsky/
DROGAS
En una charla espontánea con motivo del 45° aniversario de la revista académica
NACLA (North American Congress On Latin America), Noam Chomsky aseguró el
pasado 12 de mayo en Nueva York que el fracaso de la llamada “guerra contra las
drogas” es ya internacional, pues sus efectos adversos se extienden por todo el
continente americano, incluyendo a Estados Unidos, y a ámbitos de la vida que van
más allá de la criminalidad y lo jurídico.
“No creo que la guerra contra las drogas sea un fracaso: tiene un propósito diferente al
anunciado”, sentenció Chomsky.
L A P Á G I N A D E CHOMSKY
11 de mayo de 2000
La guerra contra (algunas de) las drogas
ZNET
Justo cuando la guerra contra las drogas era anunciada con gran fanfarria en
septiembre del 89, la Cámara de Comercio de los EE.UU. (U.S. Trade
Representative) sostuvo una audiencia en Washington para considerar la
solicitud de la industria tabacalera de imponer sanciones a Tailandia, como
desquite por sus esfuerzos para restringir las importaciones de tabaco desde
los EE.UU. y su publicidad. Acciones así por parte del gobierno de los
EE.UU. ya le han metido a la fuerza este letal narcótico adictivo a los
consumidores de Japón, Corea del Sur y Taiwán, con los costos humanos ya
descritos.
Aquí tenemos la mayor historia sobre drogas del día. Imaginémonos los
fabulosos titulares: "El gobierno de los Estados Unidos es el principal
vendedor de drogas del mundo". Con seguridad vendería periódicos. Pero la
historia pasó virtualmente no reportada, y sin ninguna pista sobre sus obvias
conclusiones.
Otro aspecto del problema de las drogas, el cual también recibió poca
atención, es el papel de vanguardia del gobierno de los EE.UU. en la
estimulación del tráfico de drogas desde la Segunda Guerra Mundial. Esto
pasó en parte cuando los EE.UU. dieron inicio a su tarea de posguerra de
minar la resistencia anti-fascista, y el movimiento sindical se convirtió en un
importante objetivo.
Noam Chomsky
Chomsky transmitía con enorme sabiduría que dicha guerra contra las
drogas “fue diseñada para trasladar la concepción de la guerra de Vietnam,
de lo que nosotros les estábamos haciendo a los vietnamitas, a lo que ellos
nos estaban haciendo a nosotros. El gran tema a finales de los 60 en los
medios, incluso los liberales, fue que la guerra de Vietnam fue una guerra
contra Estados Unidos. Los vietnamitas estaban destruyendo a nuestro país
con drogas. Fue un mito fabricado por los medios en las películas y la
prensa. Se inventó la historia de un ejército lleno de soldados adictos a las
drogas que al regresar se convertirían en delincuentes y aterrorizarían a
nuestras ciudades. Sí, había uso de drogas entre los militares, pero no era
muy diferente al que existía en otros sectores de la sociedad. Fue un mito
fabricado. De eso se trataba la guerra contra las drogas. Así se cambió la
concepción de la guerra de Vietnam a una en la que nosotros éramos las
víctimas”.
Por eso no me sorprende que, todo ello, nos haga, si más no, mirar con
desconfianza a Estados Unidos y a su estrategia por legalizar, tanto a nivel
medicinal como recreativo, el cannabis. Solo nos queda esperar y ver si,
dentro de 50 años, algún otro erudito hará reflexiones acerca de la cuestión
con la experiencia y perspectiva que solo puede dar el tiempo.