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LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA Y LA REPRESIÓN

"... con motivo de las próximas fiestas navideñas y para expresar nuestros
férvidos y cordiales votos de una felicísima Navidad... unidos pues a Su
Excelencia y a quienes le acompañan en la dura y riesgosa tarea de servir a la
patria aun a costa de la propia vida, esta Comisión Permanente saluda a Su
Excelencia con la más distinguida consideración y la promesa de humildes y
diarias oraciones al Señor..."

Carta de Navidad de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA)


al General Jorge Rafael Videla.
Diciembre de 1976.

Es conocida la mentira --mil veces repetida-- de los jerarcas eclesiásticos de “no meterse
en política”, y que es parte de la puesta en escena del esquema ideológico mediante el
cual se presentan como seres pertenecientes a un limbo de contornos celestiales,
ubicado más allá del bien y del mal.

La terquedad de la vida, sin embargo, nos muestra que una de las prácticas más
insidiosas de la política es la ejercida por la ensotanada jerarquía, cultora de los más
radicales extremismos cuando de la defensa de privilegios clasistas se trata.

Y dado que no puede sobrevivir un dominio, sea éste personal, grupal o social sin ejercer
la fuerza sobre los dominados, ese ejercicio requiere a su vez de aparatos especializados
en la búsqueda de información para reprimir a quienes con su actividad pongan en
peligro al dominio.

El Vaticano, cabeza del consorcio mundial conocido como Iglesia


Católica, constituyó en 1566 un servicio de espionaje conocido
entonces como “Santa Alianza” y luego como “La Entidad”.
Iniciador de ese aparato fue Antonio Michele GHISLIERI,
conocido como Pío V, quien antes de ser electo Papa fue
Comisario General de la Inquisición romana, cargo desde el cual
hizo asesinar a protestantes valdenses en Italia. Por razones
políticas excomulgó a la reina inglesa Elizabeth I y reprimió
ferozmente a católicos ingleses, con el objetivo de entronizar a la
católica reina de Escocia, María ESTUARDO.

Pero las actividades de los aparatos represivos eclesiásticos no se


limitan a detectar y perseguir a sus adversarios externos, sino
también a quienes dentro de su organización investigan, proponen y actúan a favor de
los oprimidos, como es el caso de la “Teología de la Liberación”, cuyos voceros han
sido objeto de procesos iniciados por la Congregación para la Doctrina de la Fe
(organismo sucesor del Santo Oficio o Santa Inquisición), en cuya dirección estuvo el
cardenal Joseph RATZINGER (hoy Papa Benedicto) desde 1981, acerca de lo cual puede
leerse más detalladamente en “LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA Y EL AUTORITARISMO”,
http://www.soberania.org/Archivos/jerarquia_eclesiastica_autor.pdf.
LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA Y LA REPRESIÓN

“La Entidad” ha tenido como jefes a Ludovico LUDOVISI, Lorenzo MAGALOTI, Paluzzo
PALUZZI, Bartolomeo PACCA, Annibale ALBANI y Luigi POGGI, entre otros, bajo cuyas
órdenes han sido ejecutadas operaciones encubiertas, se han cometido asesinatos, se ha
financiado a grupos terroristas y se ha lavado dinero, tareas encargadas a sus diferentes
unidades de operaciones, incluyendo las de ejecución como el “Círculo Octogonus” o el
de los “Hábitos Negros”.

Desde 1903 el trono papal es ocupado por Giuseppe Melchiorre SARTO, quien escoge el
alias de Pio X y en las postrimerías de su mandato constituye el “Sodalitium Pianum”
(Liga de San Pío V), tarea encomendada al Monseñor Umberto BENIGNI. El Programa de
la organización es un canto al sectarismo católico y entre sus misiones está la de
perseguir a cualquier sacerdote que cuestione al poder papal.

Para 1939 es nombrado Papa el Cardenal


Eugenio María Giovanni PACELLI, quien
había ejercido funciones en Alemania y
tenía muy buenas relaciones con el III
Reich. Para su reinado papal adopta el
alias de Pío XII.

El mundo se hallaba sumido en el horror


de la Segunda Guerra y en Italia existía
un poderoso movimiento obrero,
vinculado al partido comunista, sobre quienes descansaba buena parte de la resistencia
contra el fascismo, situación que preocupaba tanto al Vaticano como al gobierno
estadounidense, cuyo aparato de espionaje y terrorismo de Estado era la Oficina de
Servicios Estratégicos [O. S. S., por sus siglas en inglés] al mando del general William
DONOVAN, y su representante en Roma era James Jesus ANGLETON.

La jerarquía vaticana con Pio XII a la cabeza enlaza con ANGLETON,


quien era católico practicante, la misión de impedir a cualquier costo el
acceso de los comunistas al poder y favorecer en tal sentido a la
Democracia Cristiana. “La Entidad”, con el nada desdeñable apoyo
financiero del gobierno estadounidense, pone a funcionar sus recursos y
permite a ANGLETON acceso al servicio de información del Vaticano en
Italia, con lo que cada párroco y sacerdote informaba sobre las
actividades de los comunistas en sus diócesis. El Vaticano evaluaba la
información, la transmitía a ANGLETON y éste la enviaba a Washington.

Y esa infraestructura de espionaje y prevención contrarrevolucionaria


fue muy útil cuando, ya instalado el Tribunal Internacional en Nuremberg, el
Departamento de Estado de los E. E. U. U., y la jerarquía vaticana reclutaron y
protegieron a criminales de guerra nazis para ponerlos a su servicio en lo que se conoce
como la “Operación Paperclip”, referida en traducción que hicimos hace unos cinco años
(ver “MEMORIAL DE ATROCIDADES DE LA C. I. A.” http://www.aporrea.org//a6140.htm)

En Europa la estrecha vinculación de la jerarquía eclesiástica con el nazismo era evidente


y de ello quedó bastante material escrito y fotográfico, como el que reproducimos.

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Cuando el fascismo se impone en España bajo el


liderazgo de FRANCO, el Papa Pío XII envía un
mensaje a la Nación española, algunos de cuyos
párrafos reproducimos:

El Vaticano bendijo así a un “Jefe de Estado y su ilustre Gobierno” que sumieron a


España en el más lóbrego oscurantismo mediante una feroz dictadura militar con la
activa complicidad del “celante Episcopado y su abnegado clero”, que aún hoy justifica
las aberrantes ejecutorias fascistas del franquismo y sus continuadores.

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En mayo de 1945, al saberse la muerte de HITLER, la prensa española católico-


franquista le dedicó un panegírico que entre otras cosas decía:

"Adolfo Hitler, hijo de la Iglesia Católica,


murió mientras defendía al cristianismo".

Y:

"Sobre sus restos mortales se yergue su victoriosa imagen moral.


Con el triunfo del mártir,
Dios le da a Hitler los laureles de la victoria".

Y el “Catecismo Patriótico español”, publicado en Salamanca en 1939, enseñaba a los


fieles: "El Caudillo es como la encarnación de la patria y tiene el poder recibido
por Dios para gobernarnos..."

El Jefe de Estación de la CIA en Roma para 1952 era William COLBY,


quien estableció una extensa red de informantes en cada congregación
y tribunal Vaticano, lo que permitía a la organización de espionaje
estadounidense obtener datos inmediatos y de fuentes vivas de
cualquier país mediante los informes regulares que los sacerdotes
envían a Roma. Y de acuerdo al análisis de esos informes, el gobierno
estadounidense adelantaba las políticas requeridas, muchas de ellas
operaciones de terrorismo de Estado consideradas por el Papa "tristes
pero necesarias acciones".

Muere Pío XII y en octubre de 1958 es elevado al trono vaticano el


Cardenal Ángelo Giuseppe RONCALLI, quien escoge el alias de Juan
XXIII y apenas asume el cargo comienza a introducir cambios
importantes como la universalización del Colegio Cardenalicio, la
convocatoria al Concilio Vaticano II en enero de 1959 y la asunción de
una perspectiva distinta para la paz mundial (encíclica “Pacem in
terris”, 11 de abril de 1963)

Juan XXIII sostenía que la cruzada contra el comunismo era un fracaso


y llamó al obispado italiano a mantenerse neutral en cuestiones
políticas; ordenó así mismo dar término al libre acceso que la CIA tenía
al Vaticano, lo que llenó de pánico al gobierno estadounidense pues
además de su apertura en lo religioso, el nuevo Papa había dado
comienzo a una política de acercamiento con el Este de Europa.

El cardenal milanés Giuseppe Battista MONTINI proporciona a la CIA una lista de


sacerdotes estadounidenses considerados no suficientemente anticomunistas y éstos son
hostigados por el gobierno, obligados en muchos casos a dejar su país y emigrar a
Latinoamérica, mientras la CIA ponía en ejecución un plan denominado “Money Project”,
mediante el cual donaron generosas sumas a instituciones católicas, pagaban vacaciones
a curas y monjas que manifestaban su apoyo a las políticas estadounidenses y
obsequiaban costosas “delicatesses” a los jerarcas eclesiásticos italianos.

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En los Estados Unidos la individualidad clerical más identificada con el Departamento de


Estado era el Arzobispo de Nueva York, Cardenal Francis
SPELLMAN, quien promocionó a Ngo Dinh DIEM como
presidente de Viet-Nam del Sur y fue Vicario General de
las Fuerzas Armadas estadounidenses, donde era
llamado “el General de los soldados de Cristo”.

La Estación CIA en Roma informa al Departamento de


Estado, en 1963, que el Vaticano establecería relaciones
diplomáticas plenas con la Unión Soviética e
inmediatamente el director de la organización de
espionaje estadounidense fue a Italia y en audiencia con
el Papa utilizó sus recursos para convencerlo de la
necesidad de abandonar su política de acercamiento a
Moscú por el peligro que para la religión entrañaba, pero
el pontífice le respondió que su misión era conducir a la iglesia a cumplir con un deber
primario: eliminar la pobreza y la negación de los derechos humanos; erradicar los
barrios pobres y la miseria y poner fin al racismo y la opresión, a cuyo fin hablaría con
quien lo ayudara, incluso con los soviéticos.

El Papa muere en junio de 1963 “de un cáncer que progresó rápidamente" [¡milagro
en el Estado de por sí milagroso!] y en la sucesión corresponde el trono al cardenal
MONTINI [dos “milagrosas casualidades” a la medida de las necesidades de la CIA],
quien adopta el apodo de Paulo VI y apenas dos días después de su nombramiento se
reúne con John KENNEDY, quien visitó Roma acompañado del Director de la CIA, John
MCCONE, y desde entonces las relaciones del Vaticano con el Departamento de Estado de
los Estados Unidos mejoraron sensiblemente y la CIA recuperó el terreno que había
perdido en el corto reinado de Juan XXIII; tanto, que para la jerarquía vaticana era más
importante el Jefe de Estación en Roma que el mismo Embajador.

Uno de los más activos agentes del espionaje y operador político del vaticano es Luigi
POGGI, entonces Encargado de la misión que en Túnez negociaba el modus vivendi con
Roma, quien jugará papel importante en la situación latinoamericana en los años
ochentas.

Por los años sesentas el Continente latinoamericano está cundido de gobiernos militares
y civiles monitoreados desde el Departamento de Estado, y uno de sus gobiernos más
cercanos en la región es el de Venezuela, donde hay miles de presos políticos y los
cuerpos represivos --amparados en una permanente suspensión de garantías
constitucionales-- no cesan en su tarea de secuestrar, allanar universidades, cerrar
medios de comunicación y asesinar a desempleados, obreros, campesinos y estudiantes,.

Al interior de la iglesia, aparato de dominio que no escapa a las confrontaciones de la


lucha de clases, se manifiesta la contradicción y hay sacerdotes que se identifican con los
sectores populares, pero no así la cúpula eclesiástica, cuyos representantes apoyan
abiertamente a la parte gubernamental y por extensión a los explotadores de trabajo
ajeno y a los terratenientes.

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Para legitimar la represión, el gobierno


organizó una especie de Comisión
Inquisitorial, en la que tuvieron
actuación destacada los jerarcas de la
iglesia, de las Fuerzas Armadas y de los
cuerpos policiales como la Dirección
General de Policía (DIGEPOL) y el
Servicio de Inteligencia de las Fuerzas
Armadas (SIFA), responsables de
torturas, muertes y desaparición de
personas.

Y en los campos antiguerrilleros, en


jerga militar llamados “Teatros de
Operaciones”, instalados bajo asesoría
directa de los “Boinas Verdes” del
ejército estadounidense, nunca faltaba
un doctor en medicina --que indicaba si un preso torturado aguantaba más los
“interrogatorios”-- ni un cura que colaborara con los torturadores tratando de minar la
moral revolucionaria de los militantes allí secuestrados con promesas o abiertas
amenazas, artes en los que son muy diestros.

Citamos el testimonio de uno de los tantos secuestrados en el campo antiguerrillero de


Cabure, en el Estado Falcón, tomado de “LOS CACHORROS DEL PENTÁGONO”, Fondo
Editorial “Salvador de la Plaza”, Colección “Rocinante”, 1973, escrito por Ángel Raúl
GUEVARA:

“Nos trasladaron al local vecino. Al frente vimos una bodega, completamente desmantelada,
como si estuviera abandonada. Tropezamos a nuestro paso con un cura regordete, de aspecto
saludable, de vientre redondeado, tez blanca y de baja estatura. Se había situado junto a una
mesita, sobre la cual estaba colocada una maleta de cuero abierta, de fondo rojo y en su
interior se divisaba un crucifijo. Delante de nosotros teníamos al Padre Petit muy afanado en
acelerar los preparativos para oficiar una misa. A su lado un «Cazador», bastante joven y de tez
blanca como el cura, pero delgado y de baja estatura, fungía muy serio el oficio de sacristán.
Muy próximos al sacerdote se situaron los tenientes Zavarce y García Gimón y el Comandante
«Tony». Muy cerca de los oficiales se encontraba un digepol que habíamos oído mentar por el
apelativo de «El Bachaco». A nuestro alrededor había un círculo de fuego. Pude contar a veinte
«Cazadores» armados de fals que se mantenían en actitud de alerta. Nos hicieron formar cuatro
filas de diez personas cada una. En ellas predominaban los campesinos, vestidos con sus telitas
ordinarias, casi descalzos y con sus mansas miradas. El cura dio comienzo a su acto litúrgico…

(…) Al fin dio comienzo a su sermón. Poca atención pusimos al contenido de su perorata.
Aquella salmodia no nos inspiraba interés. Más bien nos provocaba repulsa y animadversión. Sin
duda, se trataba de un sermón soporífero que actuaba en nosotros como una anestesia. El cura
nos atiborró de imprecaciones.

— «Hijos míos, aún todavía tenéis tiempo de reflexionar y arrepentiros de vuestros pecados.
Tenéis todavía tiempo de enmendar vuestras vidas y rectificar vuestro camino equivocado. Dios,
Nuestro Señor, es infinitamente bueno, infinitamente generoso, y él os perdonará vuestros
pecados. Y, las autoridades aquí presentes, por medio del trato, se encargarán de demostraros
la falsedad de la causa por la cual lucháis vosotros inútilmente»”. Páginas 65-66.

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Fue conocido en esos años que la iglesia de Pueblo Nuevo de la Sierra era utilizada como
sitio de reclusión y torturas por el Ejército y la DIGEPOL, con la anuencia y el silencio
cómplice de la jerarquía eclesiástica.
Y también fue público que la única visita hecha a los Teatros de Operaciones en Lara por
el Obispo de esa entidad, Críspulo BENÍTEZ FONTÚRVEL, fue para abrazar a Rómulo
BETANCOURT y bendecir a los militares y civiles que mantenían a decenas de
venezolanos bajo secuestro y sometidos a torturas.

Durante más de una década el país se vio sacudido por una represión que desconoció las
normas elementales de los tan nombrados “derechos humanos”, con policías que
secuestraban no solo a militantes políticos, sindicales, estudiantiles y sociales sino
también a los familiares de ellos para chantajearlos y obligarlos a entregarse.

Y esa represión no respetó límites de hogares, universidades, locales partidistas ni


sindicales.

Y hubo asesinatos como el de los estudiantes liceístas GUERRA y MILLÁN, masacrados


por militantes de Acción Democrática o el de Domingo SALAZAR, fusilado por un
“Cazador” del ejército en el interior de una universidad, para nombrar solo dos casos.

De seguidas algunos titulares de la época.

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La jerarquía eclesiástica se alineaba


con los represores, con los
desconocedores de los derechos
humanos y en última instancia con la
clase dirigente, pues como
históricamente ha sido, la lucha era
de explotados contra explotadores,
de dominados contra dominadores.

Recordemos que como resultado del


Concilio Vaticano [y lo que
probablemente causó la prematura
muerte de Juan XXIII] hubo un resurgir de las posiciones internas en la iglesia a favor de
luchar junto a los sectores sociales sometidos a la explotación, a la miseria y al dominio.

En 1968 se reunió la Conferencia de Medellín, uno de cuyos acuerdos rezaba:


“El Episcopado Latinoamericano no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias
sociales existentes en América Latina, que mantiene a la mayoría de nuestros pueblos en una
dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria. Un sordo clamor brota de
millones de hombres, pidiendo a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte”.

Pero ese Episcopado, en su determinante mayoría, estaba sujeto a la política vaticana,


subsidiaria a su vez de los lineamientos que desde el Departamento de Estado de los
Estados Unidos marcaban los causantes de esas injusticias sociales criticadas por los
sacerdotes partidarios de la Teología de la Liberación.

ÁNGEL C. COLMENARES E. NOVIEMBRE DE 2008 PÁGINA 9 DE 19


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Y esa situación se profundiza a partir de 1978 con la llegada al trono papal del Cardenal
Karol Józef WOJTYLA, quien escoge el alias de Juan Pablo II.

El responsable de “La Entidad” es el cardenal Luigi POGGI, quien


además de las relaciones con la CIA establece contactos con el
MOSSAD israelí elevando la capacidad de operaciones de la
organización vaticana, cuyo apoyo a la dictadura militar argentina
fue total e incluyó buenos negocios, como la venta de misiles
“Exocet” (Operación “Pez Volador”), mediante una empresa
llamada “Bellatrix”, en la cual el Banco Vaticano tiene más del 50%
de acciones. Y con los beneficios de esa venta fue financiada la
campaña de Lech WALESSA en Polonia por Luigi POGGI, en
operación conjunta con la CIA, dirigida entonces por William
CASEY.

En cuanto a la participación de la jerarquía eclesiástica argentina en apoyo a la dictadura


militar, hay bastante material en diversas páginas de la red que incluye los asesinatos de
sacerdotes no comprometidos con el fascismo de los patronos, los terratenientes, los
jerarcas eclesiásticos y los militares.

Adjuntamos referencia al juicio a que ha sido sometido el jerarca eclesiástico Cristian


Federico VON WERNICH, condenado a perpetuidad por los crímenes que cometió.

Citamos parte del documento de cargos:

“Le imputa el Señor Fiscal Crous a Cristian Federico Von Wernich la complicidad primaria en la
privación ilegal de la libertad agravada y tortura de Elena de la Cuadra y Héctor Baratti; la
sustracción, retención y ocultamiento, supresión de estado civil y falsedad ideológica de los
documentos públicos destinados a acreditar la identidad de la hija de éstos nacida en cautiverio
que recibió de sus padres el nombre de Ana Libertad; también la
complicidad primaria en la privación ilegal de la libertad agravada y
tortura de Luis Velasco, Néstor Bozzi, Ricardo San Martín, Jorge
Andreani, Analía Maffeo. Liliana Galarza y su hija María Mercedes,
Osvaldo Lovazzano, Alberto Canciani, un Comisario de la policía de
la provincia de Buenos Aires que había sido trasladado desde
Tandil, una joven que estaba en la Brigada de Investigaciones de La
Plata del cual se desconoce su identidad, Jorge Fernando Fanjul
Mahia, Cristina Bustamante, Cecilia Luján Idiart, Domingo Héctor
Moncalvillo, María del Carmen Morettini, María Magdalena Mainer,
Pablo Joaquín Mainer, Nilda Susana Salomone, Carlos Alberto
Zaidman, José María Llantada, Eduardo Kirilovsky, Jorge Gilbert,
Héctor Mariano Ballent, Ramón Miralles, Juan Ramón Nazar, Alberto
Liberman y Luis Larralde; de igual modo -al menos como cómplice
secundario por promesa anterior- en la privación ilegal de la libertad de Ricardo Antonio Sanglá,
Rodolfo Emilio Pettiná y Héctor Oscar Manazi, según lo denota la actividad que desplegara en su
visita a la casa de Trenque Lauquen en La Plata, lugar en el cual coaccionó a la señora Elena
Taybo de Petinná para que deje de buscar a su hijo y desista de realizar denuncias ante la
CIDDHH de la OEA, bajo riesgo de que sus demás hijos, o ella misma corriera la misma suerte
que el joven desaparecido.- también le imputa el Señor Fiscal la condición de partícipe primario
o secundario según la discriminación efectuada anteriormente, en el homicidio calificado de
aquellos que no han reaparecido en especial los de María del Carmen Morettini, Cecilia Luján
Idiart y Domingo Héctor Moncalvillo.”

ÁNGEL C. COLMENARES E. NOVIEMBRE DE 2008 PÁGINA 10 DE 19


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Como consta en el documento, el fascista ensotanado, quien era Capellán de la Policía de


la Provincia de Buenos Aires, participó activamente en detención, tortura, muerte y robo
de hijos de sus víctimas.

En cuanto al Nuncio Papal, el cardenal Pío LAGHI, transcribimos dos de sus opiniones y el
testimonio de víctimas del terrorismo de Estado practicado por los gobiernos militares en
el sur del Continente, bajo la tutela del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

"... Hay una coincidencia muy singular y alentadora entre lo que dice el Gral. Videla de ganar
la paz y el deseo del Santo Padre para que la Argentina viva y gane la paz..."
Mons. Pío Laghi (Nuncio Papal)
17-06-1976

"... el país tiene una ideología tradicional y cuando alguien pretende imponer otro ideario
diferente y extraño, la nación reacciona como un organismo con anticuerpos frente a los
gérmenes, generándose así la violencia... en este caso habrá de respetarse el derecho hasta
donde se pueda..."

"... los valores cristianos están amenazados por la agresión de una ideología que es rechazada
por el pueblo. Por eso cada uno tiene su cuota de responsabilidad, la Iglesia y las FF.AA.; la
primera está insertada en el Proceso y acompaña a la segunda, no solamente con sus
oraciones, sino con acciones en defensa y promoción de los derechos humanos y la patria..."
Mons. Pío Laghi (Nuncio Papal)
Declaraciones en Tucumán.
27-06-1976

“Un episodio escandaloso involucra al delegado del Papa en


la Argentina, quien además de elogiar a los represores dijo
que había que respetar el derecho hasta donde se pudiera.
Numerosos sacerdotes fueron confidentes y asesores de los
militares y varios de ellos visitaban a diario los campos de
concentración, donde los prisioneros estaban maniatados
-muchas veces con alambres de púas-, tabicados,
bárbaramente torturados. Allí justificaban a los represores
y presionaban a los prisioneros para que se declararan
culpables y delataran a compañeros, amigos, familiares.

Los represores estaban plenamente identificados con la Iglesia Católica. Al comenzar el


Operativo, Vilas entregó su bastón de mando a la Virgen de la Merced. No fue otra cosa que un
plagio al general Belgrano, quien ofrendó el suyo a esa virgen en agradecimiento por la victoria
patriota sobre los españoles en la Batalla de Tucumán.

En la Escuelita de Famaillá, primer campo de concentración del Operativo, torturaban a los


prisioneros con la «Misa criolla» como música de fondo para silenciar los alaridos de los
martirizados por la Inteligencia del Ejército.

Apenas iniciado el Operativo, Vilas se reunió con las dos máximas jerarquías católicas: Blas
Victorio Conrero, arzobispo de Tucumán y Juan Carlos Ferro, obispo de Concepción, a quienes
les pidió «su colaboración en la lucha». La respuesta fue inmediata: «los altos prelados
eclesiásticos -reveló Vilas- accedieron a mi petición y algunos sacerdotes modernistas fueron
retirados de la zona».

A partir de esa reunión y de las decisiones adoptadas por la jerarquía católica, los represores y
los sacerdotes iniciaron una tarea conjunta que no conoció límites.”
Tomado de http://desaparecidos.org/notas/2007/10/arg-la-iglesia-tambien-complic.html

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En la ofensiva que el Departamento de Estado y el Vaticano desarrollaron contra los


pueblos de Centroamérica, que incluyó asesinato de sacerdotes y monjas, uno de los
enlaces más importantes será el mismo cardenal LAGHI, ahora como Nuncio Papal en
Washington.

Cuando el Congreso estadounidense obligó al presidente a firmar la ley que prohibía a la


CIA y al Departamento de Defensa apoyar a las fuerzas paramilitares de la Contra, la
jerarquía católica nicaragüense fue decisiva para que la CIA continuara
financiando a la contrarrevolución.

El arzobispo nicaragüense Miguel OBANDO y BRAVO utilizó la valija


diplomática del Vaticano para hacer llegar a la Contra el dinero que
fluía a través del teniente coronel Oliver NORTH, miembro del Estado
Mayor del Consejo Nacional de Seguridad estadounidense, coordinador
de todo el negocio sucio de compra-venta de armas,
adquisición/distribución de drogas, sabotaje y asesinatos políticos en toda
Centroamérica, tarea que en su conjunto estaba bajo la dirección del Embajador John
Dimitri NEGROPONTE (ver “LOS MÉTODOS DE LA C. I. A.” en
http://www.soberania.org/Archivos/METODOS%20DE%20LA%20CIA.pdf)

Otra operación política importante de “La Entidad” en el sur del Continente fue la
desarrollada en Chile para garantizar impunidad a su protegido, PINOCHET, en la que
tuvo destacada actuación el Nuncio Papal, Ángelo SODANO, a
cuyo fin fue sustituido el Arzobispo de Santiago, Raúl SILVA
HENRÍQUEZ, por Juan Francisco FRESNO LARRAIN, mucho más
“amistoso” con los militares.

Pero como decíamos antes, la organización vaticana no solo


trabaja para detectar enemigos en lo externo, sino que su labor
se extiende a la búsqueda y detección de quienes al interior de
la iglesia se interesan por leer trabajos como los de Gustavo
GUTIÉRREZ MERINO, Leonardo BOFF o Jon SOBRINO, por ejemplo, implacablemente
perseguidos por la jerarquía vaticana, especialmente por Juan Pablo II y Josef
RATZINGER, el actual ocupante del trono romano.

Y es precisamente uno de los jerarcas de la


iglesia venezolana que se empeña en mentir
en cuanto a su “no participación política”
quien fungió aquí como perseguidor de
quienes leían las ideas expuestas por estos
representantes de la Teología de la
Liberación, como podemos enterarnos en
testimonio escrito por una víctima de esa
persecución, Oscar PICARDO JOAO, en un
artículo titulado Amissio theologum,
Habemus Papam, del cual copiamos algunos
párrafos y cuyo texto puede ser leído
completo en http://archive.laprensa.com.sv/20050427/opinion/181484.asp#Imprimir.

ÁNGEL C. COLMENARES E. NOVIEMBRE DE 2008 PÁGINA 12 DE 19


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“Al inicio de los ochenta, me encontraba estudiando filosofía en un recinto tridentino, dirigido
por el celoso arzobispo de Valencia (Venezuela) Mons. Luis Eduardo Henríquez Jiménez, Padre
Conciliar de Vaticano II; él vigilaba personalmente la ortodoxia de la formación sacerdotal, y
además, enseñaba la asignatura Ministerio Sacerdotal. El
desempeño de su curia arquidiocesana, su liturgia, su
seminario, su clero y su quehacer pastoral reflejaban un
paisaje tan solemne como Anselmiano...

En esa época, ya teníamos las listas informales de autores


prohibidos, asociados a tratamientos de la fe heterodoxos, y
había dos categorías: Teólogos de la Liberación (G. Gutiérrez,
L. Boff, C. Boff, J. Sobrino) y Teólogos Progresistas o
Protestantes Alemanes (J. B. Metz, J. Moltmann, K. Rahner,
R. Bultmann, W. Pannemberg, H. U. Von Baltasar, H. Küng, y
J. Ratzinger).

Como suele suceder, al prohibir estos autores, fueron los más


consultados en la biblioteca, y nuestro poco ponderado
arzobispo solicitaba al bibliotecario los controles de fichas
bibliográficas; fue así, cuando un día, ya en mi último año de
filosofado fui llamado por una comisión de la curia (el rector Mons. Reynaldo del Prette,
monseñor William Guerra y el P. Jesús Guitián) para «examinarme en la fe» debido a mis
favoritos y heréticos autores leídos, particularmente por dos: «El rostro materno de Dios» de
Leonardo Boff y «Teología e Historia: notas sobre el dinamismo histórico de la fe» de un tal
Joseph Ratzinger, y también por escribir algunos ensayos perversos sobre «el cristo histórico y
el cristo de la fe», acusándome de falsas dicotomías y dualismos escatológicos...”

¿Qué autoridad moral tienen estos seguidores de SAVONAROLA, de HITLER, de


MUSSOLINI, de FRANCO, de VIDELA y de PINOCHET para andar dragoneando de
libertad de pensamiento, de humanismo y de amor al prójimo?

Todavía están frescos en la memoria de los venezolanos los rostros sonrientes y felices
de los jerarcas eclesiásticos que el 11 de abril de 2002 apoyaron el desconocimiento de
todas las instituciones políticas, jurídicas y morales del país.

ÁNGEL C. COLMENARES E. NOVIEMBRE DE 2008 PÁGINA 13 DE 19


LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA Y LA REPRESIÓN

Y por allí andan, como si nada hubieran hecho, emitiendo opiniones acerca de lo humano
y lo divino y posando de lo que nunca han sido.

ÁNGEL C. COLMENARES E. NOVIEMBRE DE 2008 PÁGINA 14 DE 19


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Este discurso del militante político debe ser desmontado, pues debería explicar primero a
quiénes ha hecho el petróleo “la vida fácil”.

• ¿Es un ataque por mampuesto a la Misión “Barrio Adentro”, que a pesar del sabotaje y la
descomposición interna ha demostrado que es posible garantizar la salud a quienes
tradicionalmente no tuvieron derecho a ella, aun cuando los ingresos petroleros nunca han
dejado de fluir en Venezuela desde 1920?

• ¿O es una crítica malsana a la proliferación de centros educativos que dan posibilidad de


ingresos y estudios a los hijos de obreros, campesinos y desempleados, posibilidad que
pocas veces tuvieron independientemente del precio del barril de petróleo?

• ¿Es el rechazo a la existencia de “MERCAL”, que a pesar de las corruptelas y vicios


burocráticos ha significado un gran apoyo a las víctimas de las manipulaciones monetarias
y del abuso de los especuladores y ha garantizado parcialmente el suministro de alimentos
de la cesta básica para mucha gente, incluyendo a la estupidizada clase media, que habla
pestes pero no le hace ascos a comprar carne a siete bolívares el kilogramo?

Creemos que es todo eso y algo más, pues el militante político que pronuncia el discurso
es, socialmente hablando, hijo de la burguesía valenciana, que por muchos años ha
venido entrecruzando apellidos y prejuicios sociales, razones por las cuales Valencia ha
sido históricamente señalada como cuna de una godarria excluyente, soberbia y
oportunista, teatro de la batalla decisiva para la victoria militar contra la corona española
pero también antro de la conspiración contra la política integracionista que BOLÍVAR
intentaba aplicar para enfrentar el apetito hegemónico estadounidense.

Porque para la burguesía toda inversión social es “un derroche” del dinero que
consideran suyo ya que según ellos sólo su clase tiene la sabiduría para invertir y el
gusto exquisito para disfrutar.

ÁNGEL C. COLMENARES E. NOVIEMBRE DE 2008 PÁGINA 15 DE 19


LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA Y LA REPRESIÓN

De allí la torcida versión que este militante, continuando a sus reaccionarios antecesores,
da del socialismo, pues como dice Leonardo BOFF de la iglesia católica actual: “Siento
que predominan hoy burócratas de lo sagrado que repiten las viejas fórmulas que nadie
adopta porque poco tienen que ver con la vida y no generan esperanza”.

Y es que la jerarquía eclesiástica, como parte de los Aparatos Ideológicos del Estado,
intenta mantener la idea de que la sociedad, tal como es ahora, no debe cambiar porque
así es el designio divino, como resumía Giuseppe Melchiorre SARTO (Pío X) en 1903 (Fin
dalla prima), citando a Gioacchino PECCI, cuyo seudónimo era León XIII, en su Encíclica
Quod Apostolici muneris:

"I. La sociedad humana, tal como Dios la ha establecido, está compuesta por elementos
desiguales, como desiguales son los miembros del cuerpo humano; hacerlos todos iguales es
imposible, pues supondría destruir la propia sociedad.

II. La igualdad entre los diversos miembros de la sociedad consiste únicamente en que todos los
hombres tienen su origen en Dios Creador, han sido redimidos por Jesucristo y deben ser
juzgados y premiados o castigados por Dios según la medida exacta de sus méritos o
deméritos.

III. De aquí viene que esté de acuerdo con el orden establecido por Dios que haya en la
sociedad humana reyes y súbditos, patronos y obreros, ricos y pobres, sabios e ignorantes,
nobles y plebeyos, los cuales, unidos todos por un vínculo de amor, se ayuden mutuamente a
conseguir su último fin en el Cielo y, sobre la tierra, su bienestar material y moral."

Ideas que ya expresaba ARISTÓTELES en su “Política”, Libro I, Capítulo I, para justificar


al esclavismo. Claro que en ese “orden establecido por Dios”, a militantes como DEL
PRETTE tocó un lugar como intelectual del dominio, no de obrero ni de plebeyo.

ÁNGEL C. COLMENARES E. NOVIEMBRE DE 2008 PÁGINA 16 DE 19


LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA Y LA REPRESIÓN

Por eso detestan al análisis que el marxismo hace de la sociedad capitalista; por eso
temen al socialismo revolucionario, lo falsifican y rodean de hedores satánicos, de terror
infernal.

Porque las herramientas del materialismo histórico vuelven patas arriba a las
imposiciones políticas y económicas disfrazadas de mensajes divinos.

Porque una fuerza política clasista, que haga un diagnóstico propio de la sociedad y con
base en él presente un plan alternativo de producir y distribuir los bienes, también tendrá
la capacidad de responder a las patrañas politiqueras, aunque éstas se vistan de
“filosofía” y se oculten tras humaredas místicas.

Porque cuando los trabajadores, y en primera línea los obreros, se reconozcan como
clase y asuman su rol político, hasta ese día tendrán ocasión de engañar y manipular los
servidores del capital como el ensotanado militante copeyano de extrema derecha
Reinaldo DEL PRETTE.

ÁNGEL C. COLMENARES E. NOVIEMBRE DE 2008 PÁGINA 17 DE 19


LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA Y LA REPRESIÓN

Adjuntamos una caricatura del “sentido social”, tal como lo entienden algunos curas, y que hemos tomado de
la revista estadounidense “MAD”, ejemplar 143 de junio de 1971, páginas 29-30. El tiempo ha transcurrido,
pero la situación planteada es idéntica.

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LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA Y LA REPRESIÓN

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