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El primer nivel del control de NOx, en el caso de las calderas, sería un quemador de baja
producción de NOx. Estos quemadores están diseñados para operar a temperaturas más bajas,
con el propósito de reducir al mínimo la formación térmica de NOx; su efecto estriba en dar lugar,
de manera deliberada, a una operación ligeramente ineficiente, por la que se produce un aumento
en las emisiones de monóxido de carbono (CO) pero también una disminución en las de NOx. Otra
forma de controlar las emisiones de NOx es la reducción selectiva no catalítica que consiste en
inyectar amoniaco o urea en el escape para que reaccionen con los NOx y formen nitrógeno y
agua. Sin la ayuda de un catalizador, la temperatura de esta reacción es muy alta (760 a 815 °C),
por lo que la reducción selectiva no catalítica es efectiva sólo en un intervalo de temperatura
relativamente elevado y reducido. La reducción catalítica selectiva (SCR, por sus siglas en inglés),
ilustrada en la gráfica 1, es uno de los controles de NOx más eficaces para las fuentes de
combustión. El catalizador permite que ocurra una reacción eficiente a temperaturas menores,
por lo general de entre 260 y 480 °C, dependiendo del tipo de catalizador.
las tecnologías tradicionales existentes para el control de las emisiones de los hidrocarburos
livianos pueden mencionarse la retención sobre lechos de material adsorbente que luego deben
tratarse y disponerse; la combustión térmica que busca convertirlos en materiales inocuos o
menos perjudiciales como sugiere De Nevers (1998)