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Resumen- Laura Acevedo Ruiz

Las Bacantes- Eurípides

Personajes: Dionisio, dios. Coro de Bacantes. Tiresias, adivino ciego. Cadmo, padre de
Penteo rey de Tebas. Sirviente, a las órdenes de Penteo. Mensajero. Otro mensajero. Ágave,
hija de Cadmo y madre de Penteo.

Comienza la tragedia con el dios Dioniso que trata de establecer su culto en Tebas, pero se
encuentra ante el rechazo de Penteo, rey de la ciudad, quien niega la divinidad de Dionioso
creyéndolo farsante, razón por la que condena las fiestas en honor de Baco (Dionisio) por
creerlas libertinas e inmorales, pues las mujeres tebanas conducidas por Baco a las
montañas cercanas (el Citerón) para que le rindan culto (libaciones, danzas, preces),
desnudas o envueltas en pieles, danzan frenéticamente en compañía de las bacantes

Penteo, difama al dios que amenaza con establecer nuevos ritos, pretendiéndolo combatir y
se niega a aceptar los ruegos de su padre.

Sin embargo, Cadmo y Tiresias, ambos viejos, contra los decretos de Penteo, acuden al
bosque a rendir tributos al nuevo dios, pues creen que es peligroso desobedecer los
mandatos de los dioses. Suplican al rey a aceptar a Dioniso pero Penteo cree a Dionisio un
impostor extranjero, lo encarcela. Dionioso se libera y logra hacer que Penteo lo siga al
Citerón, donde permanecen las bacantes, pues el rey alberga el deseo de exterminarlas.
Penteo es descubierto, y despedezado en principio por su propia madre.

Por último, las bacantes solamente se dejan guiar por los deseos del dios Dioniso, y que
permanecen fuera de sí durante toda la obra, salvo al final, cuando Ágave, la madre de
Penteo, cae en conciencia de ser asesina de su hijo.

Agamenón- Esquilo

Comienza con la aparición de un Vigia en la azotea del palacio de los Atridas en Micenas
para que anuncie la llegada de su rey, Agamenón, con una antorcha cuando este haga su
aparición y empiecen el festejo de la victoria.
Clitemnestra, esposa de Agamenón, ha planeado su muerte en venganza por el sacrificio de
su hija, Ifigenia. Durante los diez años que ha durado la ausencia de Agamenón,
Clitemnestra estableció una relación adúltera con Egisto, el primo de Agamenón, y
descendiente de una rama desheredada de la familia, que está decidido a recuperar el trono
que cree que legalmente le pertenece.

Agamenón aparece entonces en un carro de guerra y es saludado por Clitemnestra con un


discurso enigmático, justificando su descendencia como esposa y señora, pero oculta su
adulterio con Egisto. Con astutas intenciones invita al rey a entrar en su palacio y lo expone
presuntuosamente como un gran vencedor, ordena que se extiendan tapices de color
púrpura bajo los pies del héroe.

Agamenón protesta por temor a suscitar la envidia de los dioses, pero termina cediendo por
los argumentos de su mujer Clitemnestra y por su propio orgullo, convencido de que puede
desafiar a los hombres y a los dioses. La esclava Casandra espera ante la puerta, que
Agamenón ha traído consigo de Troya. La reina, le da seguridad para que su derecho de
hospitalidad no sea sospechoso.

En una escena llena de intenso dramatismo, Casandra, poseída por el delirio profético,
predice el asesinato del rey y Casandra, luego se oye un grito de Agamenón que ha sido
mortalmente golpeado por su mujer. Clitemnestra aparece entonces en escena, manchada
de sangre, con el hacha en la mano, y anuncia:

“lo golpeo dos veces, y allí mismo entre un grito y un grito se desploma. Cuando está ya en
el suelo, un tercer golpe le doy, ofrenda de Zeus, de bajo tierra, protector de los muertos.
Ya caído, su espíritu vomita; exhala, entonces, un gran chorro de sangre, y me salpica con
negras gotas de sangrante escarcha. Y yo me regocijo…”(la,1390)

Ha vengado la sangre de su hija Ifigenia, a quien Agamenón sacrificó para obtener los
vientos de Tracia. Entonces la reina no se avergüenza de declarar su amor por Egisto e
intenta justificar su acción alegando que es el genio vengador de la raza el que ha
alimentado esta sed de venganza. Pero el coro de ancianos, que ha estado presente en todas
estas escenas, manifiesta su fe en Zeus y en la inminencia de que se haga justicia suprema

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