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¿SEGUIR LA LEY ES SIEMPRE SER JUSTO?

Por: Gabriel Padilla B.

INTRODUCCIÓN

Sócrates, quizás el más grande filósofo de todos los tiempos, ha decidido aceptar el
veredicto de un tribunal que le ha condenado a muerte bajo la falsa acusación de
corruptor de la juventud. Su amigo y discípulo Critón intentará disuadirle de tal
decisión, pero el gran filósofo la mantendrá y justificará haciendo uso de su conocida
capacidad de razonamiento. Sócrates sostendrá que no cumplir con la sentencia que le
ha sido impuesta sería un acto de injusticia que atentaría, no solo contra su
pensamiento y forma de vivir, sino contra la ley que ha aceptado seguir como
ciudadano ateniense. Para Sócrates, un ciudadano ateniense debe ser virtuoso, justo y
legal. Es claro que para Sócrates virtud, justicia y legalidad son sinónimos. En este
ensayo reconozco el valor de la argumentación socrática y menciono algunas
enseñanzas que esta nos deja para nuestra vida. A continuación, sostengo, valiéndome
de un ejemplo proveniente de nuestra realidad histórica actual, que las leyes
establecidas por ciertos estados no son, ni justas ni virtuosa, y, muy por el contrario,
violan la dignidad humana que Sócrates siempre intentó defender. Inicialmente, haré
un seguimiento de la secuencia argumentativa Socrática, para luego dar apoyo a mi
idea, basándome en un ejemplo de la realidad latinoamericana.

LOS TRES MOMENTOS DE LA ARGUMENTACIÓN SOCRÁTICA

Primer momento: Critón, discípulo y amigo cercano Sócrates intenta convencerle de


que huya y no cumpla la sentencia de muerte que le ha sido impuesta. El discípulo
intenta mostrar al maestro que la opinión de la mayoría puede ser generadora de
grandes males, de allí que no habría que atenderla. Bien puede pensarse que la
opinión de la mayoría que Critón desestima es justamente la que apoya la sentencia
que ha sido impuesta a Sócrates. Ante tal idea sostiene Sócrates que lo importante no
es lo que diga la mayoría sino lo que digan aquellos que son justos y virtuosos. Vemos
que Sócrates diferencia el valor de lo dicho por la mayoría, de lo dicho por unos pocos
que son en verdad justos y virtuosos. Interesante esta distinción, y enseñanza, en un
mundo en que el número de “likes” define el valor de un contenido mediático, dicho
numero define, hoy por hoy, cuánto valemos.

Segundo momento: Una vez queda establecido que la opinión de la mayoría no define
lo que debe ser considerado como justo y virtuoso queda dicho, en mi opinión, que la
mayoría procedería intentando evadir el juicio dado por la ley. Ante la posibilidad de
fuga o destierro Sócrates responde que aún en los momentos más difíciles el hombre
debe responder a estos manteniendo las opiniones justas, buenas y virtuosas que ha
seguido a lo largo de su vida. Sócrates no se acomoda a las circunstancias y mantiene
firmes las ideas que ha mencionado toda su vida, ideas que definen lo que según su
pensamiento debe ser un hombre justo y bueno. Otra enseñanza: Los valores e ideales
no deben ser modificados por las circunstancias, pues si lo son, los perdemos.

Sócrates, aún al enfrentar la muerte lo hace de manera sabia. Lo que le preocupa no es


vivir, sino vivir de manera incorrecta. En el apartado 48b dice: “No hay que considerar
lo más importante el vivir, sino el vivir bien”. ¿De qué sirve pues una vida indigna?
Una enseñanza más del gran filósofo. Lo que importa no es vivir, sino vivir bien, esto
quiere decir, vivir de acuerdo a las virtudes que siempre se han valorado. Entonces,
sólo vale la pena vivir, si se vive de manera honrada y justa.

Tercer momento: Queda claro que para Sócrates no vale la pena vivir si no es de
manera justa, honesta y virtuosa. Esta idea le hace preguntar a Critón: ¿qué es vivir
honrada y justamente? Sócrates contesta: es vivir siguiendo la ley. Y para Sócrates,
como ciudadano de Atenas, seguir la ley significaba atenerse a esta sin que importara
su bienestar. Ser ateniense, y no un salvaje, era entonces acogerse a lo que la ley que
la ciudad establecía. Otra enseñanza más: si se aceptan unas condiciones que
determinan una forma de vivir justa y honrada, hay que cumplirlas, o, de no hacerlo
somos unos malhechores.

Ser justo es entonces para Sócrates seguir unas leyes que hacen parte de un contrato
que se acepta cumplir, si se quiere ser ciudadano de Atenas. Queda dicho por Sócrates
que quien acepta la ley no puede torcerla para su beneficio. También dice el filósofo a
su discípulo que el que acepta la ley ateniense no puede reaccionar con la ley del “ojo
por ojo”, es decir, si usted me pega, yo le pego. El ateniense no es un salvaje que sigue
la ley del Talión.

Ha quedado mencionado por Sócrates que seguir la ley es ser coherente con una
postura vital y es ser justo, honrado y bueno. Pero, ¿es esto siempre cierto? Ya he
dicho que Sócrates con su argumentación nos ha dado unas enseñanzas increíbles que
podemos utilizar en nuestro mundo actual, pero, ¿su argumentación es aplicable a
toda realidad? o lo era sólo a la realidad ateniense? En mi opinión, hay circunstancias
que invalidan la argumentación Socrática, pues hay situaciones en que la ley no es
justa. Podemos ve, por ejemplo, que, en el caso de las dictaduras, las leyes del estado
no obedecen a la justicia, al bien común y a la virtud.

¿SON LAS LEYES DEL ESTADO SIEMPRE JUSTAS Y VIRTUOSAS?

Sócrates ha dicho que quien acepta ser un ciudadano ateniense debe seguir las leyes
de la ciudad, leyes que son supuestamente buenas y justas. Es sorprendente entonces
que las leyes, a quienes Sócrates pone a hablar, se separen del estado y digan: “si te
vas ahora, te vas condenado injustamente no por nosotras, las leyes, sino por los
hombres” (54c). Y, ¿es que acaso las leyes atenienses no han sido creadas por los
hombres? Se puede pensar a partir de la argumentación socrática que las leyes
pueden ser injustas pues no dependen de los hombres. Entonces, ¿de quien dependen?
¿De los dioses? ¿Acaso estos pueden también ser injustos? Me pregunto: ¿qué sentido
tienen las leyes si no son en sí mismas justas? ¿Vale la pena entonces, obedecer unas
leyes que no siguen la justicia y la virtud que Sócrates desea honrar para ser fiel a su
forma de vida y a su condición de ciudadano de Atenas?

Atenas tenía leyes que el ciudadano debía cumplir, pero, ¿toda ley dictada por cierta
ciudad o estado es necesariamente justa y virtuosa? En mi opinión, encontramos
respuesta a esta pregunta en múltiples momentos históricos de la humanidad. Para no
ir muy lejos podemos atender el caso de la denominada República Bolivariana de
Venezuela, la cual surgió de un grito popular genuino, justo y honesto, y se convirtió
en una dictadura que mata y persigue a quien no se somete a sus leyes. ¿Es entonces
un mal ciudadano quien se opone a un estado como ese, el cual impone leyes a su
antojo y para su propio beneficio, sin pensar en el bien común? En mi opinión, el que
un estado viole los derechos de sus ciudadanos valiéndose de leyes que crea a su
antojo demuestra que no toda ley debe ser obedecida.

A manera de conclusión me permito decir que, si bien yo podría ser acusado por
Sócrates de ser un sofista que amolda la verdad y la ley, considero que hay situaciones
en que la valiente postura del gran filósofo no debe ser la actitud a seguir, es el caso de
las dictaduras, ya sea de derecha o izquierda.

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