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Amnesia Disociativa Psicogénica.

Es un componente tan común en los trastornos disociativos que podrían considerarse un


diagnostico redúndate. Sin embargo, hay casos en los que esta amnesia es la característica
predominante y, por tanto, constituye el diagnostico principal.

El diagnostico de amnesia Disociativa psicogénica, se aplica cuando una pérdida de


memoria personal que no puede explicarse en base al olvido normal ni es debida a
enfermedad o daño cerebral. Se trata de una amnesia retrograda que en algunos casos
afecta solo algún acontecimiento traumático, mientras que en otros puede cubrir un
periodo de tiempo más amplio.

Janet propuso cuatro categorías para describir las distintas formas en que podrían
manifestarse esta anomalía.

1. Amnesia Localizada: Es la más común y consiste en un fallo de recordar hechos


que ocurrieron durante un tiempo específico.
2. Amnesia Selectiva: Existen recuerdos parciales de hechos que ocurrieron en este
periodo.
3. Amnesia Generalizada: Perdida completa de la memoria del pasado.
4. Amnesia Continua: se extiende desde un punto concreto del pasado hasta el
presente.

Al igual que algunos otros trastornos disociativos de la amnesia psicogénica se puede


considerar como reacciones infrecuentes pero distintivas a estresores graves como
violaciones, accidentes catastróficos. Puede ser un síntoma del trastorno por estrés
postraumático diagnosticado es el DSM- IV dentro de los trastornos de ansiedad.

Fuga Disociativa.
Se caracteriza por un estrechamiento de la conciencia errado lejos del entorno habitual
con amnesia posterior a lo ocurrido. La persona parece tener un buen contacto con el
ambiente y normalmente se comporta de un modo apropiado aunque a veces presenta
desinhibición, pude darse la prueba de identidad o asociación de otra identidad, su
duración puede ser variable desde horas o varias semanas.

Los estados de fuga muestran marcadas diferencias en incidencia y presentación entre


culturas (Sargent, 1957) y suelen estar específicamente relacionados con estresores
importantes, como en los trastornos por estrés postraumático. Pero nuevamente nos
volvemos a encontrar aquí con un vacío de información sobre su incidencia, prevalencia
o diferencias en cada sexo.
Fisher distinguía tres tipos de fuga disociativa.

1. Amnesia para la propia historia personal, acompañada de un cambio personal


de identidad
2. Amnesia acompañada por la pérdida de identidad personal, pero no en el
cambio de identidad.
3. Una regresión a un periodo anterior de la propia vida, con amnesia.

La recuperación de la fuga suele presentarse como una consciencia espontanea de la


situación. Algunos pacientes experimentan un apercibimiento repentino de su identidad
original; en otros, en cambio, el apercibimiento se refiere a que no saben quiénes son
cuando alguien les pregunta (por ejemplo, la policía). Cuando la situación se resuelve, el
paciente normalmente.

Trastorno de identidad (Personalidad Múltiples)


Es una condición infrecuente, pero conocida debido a la fascinación producida en literatos
y directores de cine. Este trastorno parece iniciarse invariablemente en la infancia, pero
no llama la atención hasta mucho más tarde. A demás, suele diagnosticarse con mucha
más frecuencia en mujeres que en varones, y aunque suele decirse que su prevalencia es
muy baja, llegando a calificarlo como un trastorno raro, los datos parecen sugerir que no
es tan infrecuente como se pensaba. La personalidad múltiple es el único trastorno de
personalidad especifico que es diagnosticado como trastorno mental (Tyrer, 1989). La
rapidez y reversibilidad de los cambios, que pueden llegar hasta cien identidades en el
mismo individuo en diferentes momentos (Barlow y Duran, 2001), separa facilmente este
trastorno de los trastornos de personalidad, que muestran rasgos duraderos desde la
adolescencia.
Según el DSM-IV-TR (2002), los criterios que se deben cumplir para realizar este
diagnóstico son:
a) Presencia de dos o más identidades distintas o estados de personalidad (cada uno con
sus pautas relativamente constantes de percibir, relacionarse y pensar sobre el ambiente
y sobre el yo).
b) Por lo menos, dos de estas identidades o estados de personalidad toman el control de
la conducta de la persona de forma recurrente.
c) Incapacidad para recordar información personal importante que es demasiado extensa
como para ser explicada por un olvido ordinario.
d) No es debida a los efectos directos de una sustancia (por ejemplo, blackouts —lagunas
de memoria por intoxicación alcohólica o conducta durante la intoxicación por alcohol—
o de una condición médica general —por ejemplo, ataques epilépticos parciales
complejos—. Nota: en los niños los síntomas no son atribuibles a compañeros de juego
imaginarios o a otros juegos con fantasía).

Se diferencian en que en el DSM-III-R no se hablaba de identidades, sino de


personalidades, y se ubicaba en primera posición dentro de los trastornos disociativos.

La personalidad múltiple es el único trastorno de personalidad especifico que es


diagnosticado como trastorno mental.

Según Taylor y Martin (1944); señalaron las características que distinguían a estas
personalidades

1. La cualidad general de la personalidad como un todo.


2. El ajuste social.
3. La identidad sexual.
4. Las diferencias en lenguaje, edad o destreza.
5. La anestesia en una o más modalidades sensoriales o parálisis en uno o más
miembros.
Ellenbernger (1970) clasifica este trastorno en tres categorías.
 La primera se refiere al caso más usual, en el que se dan personalidades múltiples
sucesivas, con amnesia simétrica o asimétrica (en función de si las personalidades
conocen o no a las otras y comparten sus memorias).
 La segunda es el caso más infrecuente de personalidades simultaneas.
 La tercera se refería a agrupaciones de personalidades.
Una personalidad puede seguir funcionando, pensando, sintiendo, aunque sea la otra la
que controle la vida mental en ese momento. Este estado se denomina coconciencia
La despersonalización

Este trastorno fue descrito por Kirshaber (1872) y cuyo término fue introducido por Dugas
y Moultier (1911), designa un cambio particular en la consciencia del sí mismo, en el cual
el individuo siente como si fuera irreal, es decir el paciente pierde el sentido de la realidad
que tenía de sí mismo o del entorno.
La despersonalización es difícil de describir tanto para el clínico como para el paciente.
Este a veces inicia sus intentos de descripción con afirmaciones inseguras, tales como “a
veces pienso que debo estar loco” o “pensará que soy muy raro cuando le digo esto,
pero...”, a lo que sigue una lista titubeante y confusa de experiencias desagradables que
el paciente cree que son únicas, y es incapaz de construir metáforas que le satisfagan. En
clasificaciones previas la despersonalización se incluía entre las neurosis, y según Tyrer
señala que la despersonalización parece un poco fuera de lugar dentro de los trastornos
disociativos, y qué si este término no hubiese sido abolido en la clasificación americana,
este no estaría todavía allí.
caso
mujer de 22 años experimentaba ataques de despersonalización a partir de una caída de
su padre producida por vértigo y de un accidente de tráfico de su marido. Cuando llegó
al hospital se sintió helada y entumecida, escuchaba las voces como distantes, sin
respuesta emocional. El episodio persistió durante un año, durante el cual se sentía
separada de sí misma y alejada del mundo. Era capaz de llevar a cabo sus actividades
usuales, pero solo con esfuerzo, y sufría de frecuentes síntomas y molestias en el
estómago.

parece asociarse comúnmente con distorsiones en la sensación y percepción, cambios en


la experiencia del tiempo personal, memoria intensificada del pasado personal y cambios
en la imagen corporal.

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