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eee ue InstrTUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E Historia Sergio Rail Arroyo Garcia Dinicron General Di: ANTROPOLOGIA E HIsToRIA int Martin Directors Sergio Lépet Alonso ‘SrcRETARIO AcADEMICO Ma, Antonieta Cervantes Leandro DIMsiON DE Poscrao Ma. Edit Romero Herndndex ‘SUBDIRECCION DE EXTENSION AcADEMICA BeNEMERITA UNIVERSIDAD AUTONOMA DE PUEBLA Enrique Doger Guerrero RECTOR Guillermo Nares Rodriguez SECRETARIO GENERAL Roberto Herndndez Oramas DiRECTOR DEL LA FACULTAD De Fitosorta y Leas Ernesto Licona Valencia CooRDtNApor DEL CENTRO DF Esrupios DE LA CIUDAD. PRIMERA EDICION 2001 ‘Curpavo DE La Epicion Ma, Edit Romero Hernandez Katia Vanessa Lépez Gonzalez, DistXo ¥ FORMACION Hilda Jiménez, Reséndiz PoRTADA ‘Sucesiin de signos, Wassily Kandinsky. Tinta china y temple sobre papel, 41 x 50; 1931. COLABORACION FSPECIAL Kony Vergara Romant (traduccién articulo de Michel Maffesoli) D.R.@ Instituto Nacional de Antropologfa ¢ Historia Escuela Nacional de Antropolog(a ¢ Historia Periférico Sur y Zapote s/n, Col. Isidro Fabela, México, D.E, C.P. 14030. ISBN 970-18-8153-2 | Esta publieacién no podrd ser eproducida ni total ni parcialmente, incluyendo el disefio de la porcada, como tampon pedel see almacenada, ranimitid o urilizada de manera lgan pos ningin medio, ya sea clectsSnico, Gulnico, mecinico, 6ptico, de grabacién, electrogréfico o de oto tipo, sin Ia autorizacién por escrito de la ENAH y BUAP. Inpice IntRopuccION PRIMERA PARTE ENFOQUES TEORICO METODOLOGICOS Horizontes del imaginarlo. Hacia un reencuentro con sus tradiciones investigativas Abilio Vergara Figueroa Escuela Nacional de Antropologta ¢ Historia, México Delo imaginario alo « ficcional total » Mare Augé Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, Paris Elimaginario social Michel Maffesoli La Sorbonne, Parfs-V, Parfs Seaunpa Parte INVESTIGACIONES Imaginarlos: estética cludadana Armando Silva Universidad Nacional de Colombia, Bogor4 La imaginabilidad de un territorio a partir de la oralidad yeldibujo Ernesto Licona Valencia Benemérita Universidad Auténoma de Puebla, Puebla Ciudad de presencias: dimensiones evaluativas y sensoriales enlas evocaciones dela cludad de México Miguel Angel Aguilar — Rail Nieto Ménica Cinco Universidad Auténoma Metropolitana-Iztapalapa, México Construyendo imaginarios y simbolos urbanos desde los «lugares» José H. Fuentes Gomez Universidad Auténoma de Yucatén, Mérida pag. 5 pag. 11 pag. 85 pag. 97 pag. 107 pag. 131 pag. 165 pag. 195, INTRODUCCION “Conserve mds recuerdos que si tuviera mil afios” Charles Baudelaire “Los sueftos siguen brotando a pesar de los poemas que los expresan” Gaston Bachelard En los tiltimos aos, antropélogosy practicantes de otras disciplinas sociales han aceptado incorporar en su reflexién y actividad investigativa a las poderosas fuerzas del imaginario—estructurantes de lo real y de las practicas sociales—. El imaginario, tema marginal que era visto tras una sonrisa comprensiva, ha legitimado progresivamente su pertinencia como objeto de estudio. El objetivismo consideraba como un ejercicio insulso 0 un desperdicio de tiempo a la estructuracién imaginaria del mundo —que puede investigarse en las pulquerias, en lossalones de billar o en el templo que alberga alos estigmatizados; en las configuraciones significativas de la miseria, del miedo y la desesperacién; desde la condicién estigmatica y desde el orgullo y el poder—, porque la imaginacién, més queun ejercicio cixcunscrito que puede abandonarsea voluntad, més que un estado de las almas sofiadoras, es Ia condicién del hombre; es la existencia humana. Hoy en dia, el imaginario no es considerado algo prescindible: los estudios del simbolismo ya no pueden eludir la exploracién de ese espacio donde se producen los sentidos, pues la estructuracién de los pliegues y rugosidades del mundo —aungue algunos lo imaginen liso, sin hendiduras, prominencias intersticios, ni profundidades diversas— no serfa posible sin intervencién del imaginario. Tampoco se podrfan comprender esos pliegues sin abordar los flujos mediante los cuales un significance remite a otra cosa que “naturalmente” no le corresponde, como lo hacen la metéfora, la metonimia, el stmbolo y toda estructuracién significativa humana que se realiza en y por el imaginatio. Este libro presenta esa problemética desde diversos angulos. El primer articulo es una revisién delas disciplinas sociales que han estudiado el imaginario, aun sin llamarlo asf; analiza algunas corrientes y autores que han trabajado esta dimensién de estructuracién de lo social y, ademas, funciona como una pequefia gula para buscar las fuentes, reconocer algunas de sus categorfas y establecer sus Introduccion debates fundamentales, Le siguen textos de cardcter teérico que articulan las caiegorfas referentes ala simbolizacién del mundo temporal y espacial —con sus Sifersntes estratos-—, tanto para uso cotidiano como excepeional, asf como para cepentar las inverrelaciones entre lo que se considera “ficcién gratuite” 0 “fantas{a” fen el articulo de Marc Augé), que embellece nuestras vides ¥ nos semite al cosmos. La imagen mental es In materia prima del imaginario con la que éste “con: figura” sintagmes versatiles —porque se mueven entre las cristalizaciones de las representacionessocialesy las mentalidades y entre las innovaciones centelleantes eee ntenibles-. El imaginario nos libera en y de es condiciones circunscritas y estructurales y eambién nos sojuega; con él desplegamos ess doble, antagénica w jnseparable posibilidad de distanciarnos de nuestra inmediate2, de distinguir fo que exed —aqut y ahora— y al mismo tiempo wnir, entender, com prender y legitimar lo distante, para nuestro gozo o sufrimiento. La imagen puede ser un peligro pata las estructuras conocidas —como et concepto—j [a sociedad y el individuo acutan para domarla o potenciarla segiin sa emos de repulacién que —lamentable o felizmente— no la pueden aoe wolat a orientar definitivamente. La persecucién de aimagen tiene una larga Hetoria en la iconoclasia [como se verden el artfcule de Michel Maffesoli], pero tbién en los suetos ¢ insomnios indomados que obligan a tocar aquellas puertas que trabajan mediante la repeticién y el martilleo —semejante al ivsical—- para hacer poesia o construir nuestros fantasmas, Otro campo inexplorado que el imaginario domina es el de les chismes y el rumor; Ja inet ilited o la certeza sblo pueden ser comprendidas desde Ia estructuracién imaginal, criterio de verdad que nos hace actuar desde una posicién semejante. Las fancasmagorias y la elaboracién estética de las ciudades [en el texto de “Armando Silva] se estructuran con mecanismos semejantes: confirman el deseo o el temor y se posesionan de nuestras orientaciones espaciales y temporales, de © cata memoria y olvidos, de nuestros afectos y Fobias, Su fuerza radica en esa gnorme capacidad para encadenatse con cualquier cosa, incluso con auestras actividades més (ix) racionales. La producci6n imaginal se hace social cuando es comunicada, el cual es un momanke decisive para mantener el impulso inicial porque si ste no se controla puede pasar a una existencia social cuya prolongacién la realiza el simbolo, en ss Introduccion quien el imaginario deposita su sentido, modelado f . or la cultura, Narraci a y valoraciones [en el articulo de Miguel Angel “Aguilar, Ratil Nieto y [Snica Cinco y en el de José Fuentes], as{ como dibujos [con Emesco Licona} se constituyen en la concrecién social de las emergencias individuales, pugnando porladuracién ya extensién social, pero én como luzy sombra de nuestros ; 1, también com: pasos y miradas. __ En Prancia, principalmente, existe ya una extensa tradicién de estudios del imaginario, En México hay un intento creciente por explicar sisuaciones-I(mi ave, colecia ° Undividualmenss, estén surgiendo. Asf, quienes investigan tos relacionados con el riesgo, la diferencia, las catdstrofes o la enfermedad terminal as{ como con la insegutidad y Ja pérdida de referentes, se acercan asus gorias, a sus autores y a sus probleméticas. En este sentido, este libro proporcions Insenimmentov'eedticas pans Ia formulacién de'nueros probleme El presente libro es una coedicién entr i Elpr. ‘ela Escuela Nacional de Antropol ¢ Historia (ENAH), la Benemerita Universidad Auténoma de Pils Canty cuca a el apoyo del conacyt. Expresa las actividades académicas y de ae s ones de ne Centro de Estudios de la Ciudad (perteneciente a Itnea de investigacidn “Metrdpolis, imaginarios, simb retéricas utbanas”, de | sual de iiiios de wias wa as”, de maestria en Antropologfa Social de la Divisidn de Abilio Vergara Figueroa Ernesto Licona Valencia Parte ENFOQUES TEORICO METODOLOGICOS Horizontes del imaginario. Hacia un reencuentro con sus tradiciones investigativas Abilio Vergara Figueroa* Introduccion Imaginemos que estamos participando en un evento académico, entre colegas, discutiendo “cosas” serias. Luego imaginemos que pasamos a un receso, al descanso de la comida o ya de plano terminamos las sesiones del seminario y estamos en pequefios grupos comentando entre risas lo que ha ocurrido, sin las amarras del discurso elaborado que impone el lugar y la institucién académica, ejerciendo un poco nuestro otro yo, de amigos. En este momento podremos reftnos de nuestros temas, apodar a algunos por sus obsesiones y reiteracione nos deslizamos hacia un campo en el que jugamos mas libremente con nuestro otro rol social, pero ademas le encontramos atistas chistosas a lo que hacemos con rigor, racionalidad y sistematicidad. Pero también imaginemos el camino inverso. Imaginemos que refmos en una reunién entre amigos —no necesariamente académicos —, yasea visitando una casa, un parque, el campo. De las pliticas chistosas y del humor diverso que escenifica nuestros posicionamientos y percepciones del entorno, surgen ideas que alimentan un tema en formacién y que aspiran a continuar nuestra biograffa académica. Qué tienen en comiin estas practicas, que de entrada parecieran dirigirse a rutas opuestas? ¢Cémo se articulan ambas acciones en un proyecto vital y/o académico? Gilbert Durand [1961, 1998] propone el concepto de nivel, tomado del filésofo rumano Stéphane Lupasco, que puede ayudarnos a observar ambos movimientos y ubicar la actividad imaginaria en su interrelacién con las otras actividades y funciones de la mente y la cultura, En realidad, las dos situaciones que relato son mucho mds cotidianas de lo que las hace aparentar la imagen formal del académico y sus rituales, Las barreras que se han construido para separarlas han tenido en el racionalismo “utensiliar” y en el objetivismo el sustento argumentative més importante. A ellas se han sumado otras que los roles ¢instituciones sociales adscriben como précticasapropiadasy queencuentran en su separacién y distanciamiento la garantia de calidad y de excelencia. *Escuela Nacional de Antropologia @ Historia, México 12 Abilio Vergara Figueroa ite entender no solamente su coexistencia sino El concepto de nivel perm a influencias. Segiin Lupasco, en un campo, objeto 0 también sus posibles j sujeto determinad in términos de , Sicién diurno-nocturno y esquizofténico-mistico daria cuenta de esta polaridad que ee ena ee sintético, para cuys formulacién también se apays en Mircea Blade, au través del estudio de los mitos de combate y reposo en grupos indigenas, “muestra bien que emergen dos taxonom{as posibles de estos ‘pensamientos salvajes’ que osclan de un dualismo radical.) a una colncidentia eppesitoriam donde los opuestos eoexisten gracias a una retcera opcién”, y su ven segin Lupasco, lo plural rechaza lo exclusivo. De esta forma, no solamente po sea nuestros paseos por los pasillos de los congresos o las escuelas y nuestros el He risas sobre temas serios como descansos, sino también como cxpicios donde fermenta lo opuesto. Ast también podemos comprender por qué un individuo el horéscopo. ‘ reesei ao lado, ex esuente observar lx duda 0 el cuestonamienso la necesidad de investigar sobre los imaginatios; muchos lo dicen explfcitamente: “som temas raros”, 22 qué conducen? Es una actitud que atin tiene vigencia en medios académicos vinculados a las ciencias sociales, en especial penclen antropologia “objerivista” que prefiere los “datos duros” y cree s6lo en lo que ve. En este libro se sostiene que Ta fuerza de las tepresentaciones imaginarias e constitutive, porlo que es insulso prepuntarse x estas imégencs son ono reales? 0 corresponden a una objetividad, pues su fuerza no viene de esa re scidn—con algiin supuesto referente—, sino de su capacidad de construir Basa “nental colectiva y poseer luego una cierta fuerza de coaccién u obligacién”,” y que, como dice Jérome Monnet [1993:10] La mayor part del tempo somos impregnados de tal manera delas representaciones dominantes, que el contacto con Ia realidad concreta s6lo nos proporciona lo elementos que confirman la imagen previa. ara sefalor que existe uno Moteso (1999278) ocude ol socislogo quebecquense Fomand Dumont para sefalr aus, existe une “eulture primera” (Yen la que nacamos sn preccupamos") junto 0 una eultura segunda” ("é30 cue me ogregaa ungrupe particular), a que se da @postrior. Dri que ene ilo entre ornbasprocesamos nde prudencis eresbolams en nuestros lapeus, simplemente aparesemes en nucsias Incoherencios” ‘Roger Collis {1998:169, obligacién que tombién puede adult la forma de deseo. De igual Forma, pore Max Weber fa comunicacién y la inteligibilidad son posibles porque les hor conductas y ese sentido condiciona, regula 0 determina sus intercambios. Horizontes del imaginario, Hacia un reencuentro con sus tradiciones investigativas No obstante, porla otra via, dichas representaciones hegeménicas conviven y pugnan con lo que Durand llama “emanaciones” o centelleos sin fin, que la horadan y cuestionan buscando instituir, En el proceso de construccién del concepto de imaginario, ha sido fundamental diferenciarlo de la memoria —pues lo imaginado y lo rememorado no son lo mismo—, porque como afirma Gilbert Durand [1982:18], sibien la memoria colorea le imaginacién de residuos a posteriori, no es menos cierto que existe una esencia propia de lo imaginario que diferencia el pensamiento del poeta, del pensamiento del cronista o del memoralista. Hay una facultad de lo posible quees necesario estudiar por medios distintos ala introspeccién bergsoniana, siempre sospechosa de regresidn. E insiste en esa Facultad creativa de la produccién imaginaria, frente a una cierta vocacién “teproduccionista” dela memoria, de cuya naturaleza Halbwachs habla tambign como produccién. El otro escollo, construido porel racionalismo, fue el de asociarlo a lo fantasioso y engafioso, un obstéculo para el conocimiento y la accién, En esta direccién, la definicién que elabora Starobinski [1974:137) para la imaginacién aporta sustantivamente a su conocimiento: Tnsinuada en la percepcién misma, mezclada con las operaciones de la memoria, abriendo alrededor de nosotros el horizonte de lo posible, escoltando el proyecto, el temor, las conjeturas, la imaginacién es mucho més que una facultad para evecar imagenes que multiplicarfan cl mundo de nuestras percepciones directas; es un poder de separacién gracias al cual nos representamos las cosas alejadas y nos distanciamos de las realidades presentes. A lo que habria que adjuntar el concepto de conjuncién —que es el mecanismo de la construccién simbélica y metaférica—, pues considerar slo el poder de separacién, Iz hace deudora o cautiva del objeto; porque la conjuncién permite unir “cosas” ausentes, dispares, lejanas, y hace presencia dela ausencia y ausencia del estar aqui, contiguo. Asumir la potencialidad de la conjuncién como una forma de pensamiento (Lakoff y Johnson, 1991] — frente a quienes la consideran solamente un tropo— tiene una implicacién fundamental para el enfoque de lo social, pues, por ejemplo, nos remite a una imaginacién dindmica del espacio y del tiempo, que marca la diferencia cultural. Por otro lado, el imaginario social se muestra como un factor efectivo de control de la vida colectiva ¢ individual, es decir, es un factor de ejercicio del poder; por consiguiente, como también lo reconoce Jacques Le Goff para las 14 Abillo Vergara Figueroa mentalidades, es el lugar de los conflicts sociales, y al mismo tiempo, cuestién que estd en juego en esos conflictos. Es por ello que uno de los objetivos centrales de quienes poseen el poder es ejercer su control, tanto de su reproduccién como de su difusidn, puesto que, como dice Bronislaw Baczko [1991:30]: su manejo asegura, en distintos niveles, un impacto sobre las conductas y actividades individuales y colectivas, permite canalizar las energias, influiren las clecciones colectivas en situaciones cuyas salidas son tan inciertas como imprevisibles. Una de las fanciones de los imaginarios sociales consiste en la organizacién y el dominio del tiempo colectivo sobre el plano simbélico. Intervienen activamente en la memoria colectiva, para lo cual [...] a menudo los acontecimientos cuentan menos que las representaciones imaginarias a las que ellos mismos dan origen y encuadran. Tal vez, los imaginarios sociales operan todavia mds vigorosamente en la produccién de visiones del futuro, en especial en la proyeccién sobre éste de obsesiones y fantasmas, de esperanzas y de suefios colectivos. Pata Baczko, las utopfas no son abstracciones intelectuales separadas de la practica social, al contrario, son producto de los eventos histéricos ylo que es més importante, son condiciones que intervienen activamente y tienen una eficacia real.) Los imaginarios se constituyen asf en una potencia para laaccién y también en un pesado fardo que puede ser utilizado por la maquinaria del poder. Este cap{tulo del libro presenta, de manera breve, las tradiciones tedricas y las investigaciones que se vinculan a lo imaginario desde la antropologfa, la historia, la sociologfa y la psicologfa social, tratando de mostrar las Ifneas fundamentales que se desarrollaron y los nexos que entre ellos pueden establecerse. En este sentido, el presente capitulo pretende funcionar como un croquis que oriente lecturas y motive nuevas preguntas, a partir de los aportes de: 1) la historia de las mentalidades, 1) de Ja teorla de las representaciones sociales y 111) de las teorfas del imaginario. Esta exploracién tiene por finalidad preparar el terreno para la comprensién de la produccién simbélica. De manera sucinta, el croquis de este trabajo puede ser presentado bajo el siguiente esquema: 3 Korl Monnheim, en su libro ideologie y utopla, distingue estos dos conceptes y adjudico a la utopia la "tendencia" o tronsformar lo realidad vigente en otra mejor, en concordancia con una concepcién ut6pico, que de alguna forma también es producto de la imaginacién, 4 Que dialoge con las concepciones que estudian la diferencia bajo el concepto de: Cultura Popular: Hegemonto, Resistencia-Confrontacién Coherencia y Creatividad- Autonomia. Horizontes del imaginarlo, Hacia un reencuentro con sus tradiclones Investigativas TIEMPO FRAGMENTARIDAD CONSENSO, DEPENDENCIA COTIDIANO. Historia de las > mentalidades* AUTOMATICO Representaciones COTIDIANO ESTEREOTIPADO sociales FRAGMENTARIDAD DEPENDENCIA Thuapitdrios ty DINAMISMO CREATIVIDAD INTERACCION PODER INSTITUTIVO Lahistoria de las mentalidades se desarrolla bajo las categorlas fundamentales del tiempo y del consenso y puede entenderse mejor a partir de una dislogo posterior con las teorfas del conflicto que han desplegado sus crfticos. La teoria de las representaciones sociales da prioridad a la praxis y a las interacciones cotidianas o rutinarias asociadas a formas de concebir lo real, que sirven asu vez como el sustento —explicacidn y/o justificacién— de la accién y la existencia. En ambas corrientes es fundamental el papel sobresaliente del sentido comin como esquema productor de la realidad y la relacién social. Las teorfas de lo imaginario enfatizan en la capacidad creativa de la imaginacién, la que no solamente se vincula a la ficcién o al arte sino a todas las actividades del quehacer humano, incluida la ciencia y la construecién de la realidad. Sus categortas fundamentales son las de imaginario radical, trayecto antropolégico, nivel, entre otras, Conceptian Ia actividad imaginaria mediada por los esquemas productivos, que al mismo tiempo de dinamizar las representaciones, sirven también para guardar coherencia, es decir, conservar la relacién social, que tiene que ver con lh construccién social del espacio y el tiempo. Los elementos tedricos y metodolégicos que aproximan a los imaginarios, entre otros, son; a)las fuentesa las queacuden son diversas, plurales, précticamente no hay nada que no pueda ser estudiado desde estas perspectivas; 5) postulan, con diferente nivel de explicitacién, la transdisciplinaridad, en la que la colaboracién entrela antropologia, lahistoria, la sociologiay la psicologia social es fundamental, eincorporando también la retdrica, la geografia, el psicoandlisis, la historia de las religiones, etcétera; c) la construccién del tiempo y del espacio, a través de una simbolizacién que condiciona la visién del mundo y de las prdcticas; y 4) una 15 16 Abillo Vergara Figueroa postura contrapuesta frente al objetivismo racionalista que pretendia seta actores sociales “desnudos” y consideraba lo simbélico como una a iit prescindible y a la ldgica y la oposicién binaria® como el sustento de todo iento y actividad mental. a pee extelsentidoy:podemos Veb-que:los autores que estas tradiciones reclaman como sus precursores, predecesores o fundadores, se caracterizan por haber puesto en relieve una condicién més flexible a Ja determinacién y en la mayorfa de los casos, a cuestionar el poder de las estructuras, para resaltar la funcién de la dimensién “inmaterial”, “dindmica” y “procesual 5 la condicidn humana, articulando procesos individuales y Be a creatividad y la determinacién 0 el condicionamiento hist6rico 0 biogrAfico, asi como dotando de fuerza a las construcciones imaginarias. Entre estos autores destacan: Georg Simmel, Max Weber, Emile Durkheim, Gaston Bachelard, Stéphane Lupasco, Lévy-Bruhl, Sigmund Freud, Jean Piaget, entre otros, quienes si bien adjudican poder diferenciade a las estructurt esquemas productivos, arquetipos y disposiciones, gooveresn en la fucpeade los imaginarios y representaciones, que se expresan a través del lengua} simbdlico, en la constitucién del mundo en que vivimos. Quizé un cement adicional nos pueda servir para entender mejor us propucstasy proximida i. sus criticos han esgrimido argumentos proveniences desde el sees coherencia, y en muchos casos, desde la légica han mostrado ie “impertinencia” con Ia condena a la “hibridacién”, la “impureza” y le “incoherencia” de dichas construcciones imaginarias. i las mentalidades: la duraci6n, la lentitud, la inercia : saan es «historia de la lentitud de la historia Jacques Le Goff 1, Una breve historia Lahistoria de lo automético ylo cotidiano (como lo define Le Goff), lt historia de lasmentalidades, aquella que utilizalos aportes dela sotropolgjac—plicipalmente la simbélica— y que se opone a la historia politica por privilegiar los gram is personajes y sus hazafias y a la historia econémica, por su tendencia estructurista, #Quizé uno de los ejem; mas brillantes de una construccién que supera este alle eselque pose muiea a Gorter ci jonde no solamente muestra un caso ejemplar de Jacques Le Goff en E/ nacimiento de! purgatorio 1981], donde i p semplonge Horizontes de! Imaginario. Hacia un reencuentro con sus tradiciones investigativas no estd tinicamente representada por la historiograffa francesa, pero tiene allf a los que la iniciaron, la desarrollaron y encumbraron. Las ottas historias surgidas en otros paises, como Inglaterra o Estados Unidos, se han desarrollado y desplegado siempre en didlogo fructificante y refiriéndose a ella, No repetiré la hiscoria de los debates espectficos que se han desarrollado en —y frente a— lo que se ha llamado la Escuela de los Annales, ni realizar un nuevo balance de una trayectoria que ha tenido ya sus varias historias ¢ historiadores.6 Se propone aqu{ establecer una ruta para introducir las teméticas y las formas en que fueron abordadas y que nos conduzca a escructurar las vecindades y Perspectivas con los estudios sobre lo imaginario y lo simbdlico: me interesan principalmente las formas de abordar su objeto y sus probleméticas, Peter Burke, autor de una breve historia critica de los Annales, establece un mapa de los posicionamicntos de los integrantes de este grupo: En el centro del grupo estén Lucien Febvre, Marc Bloch, Fernand Braudel, Georges Duby, Jacques Le Goff y Emmanuel Le Roy Ladutie. Cerca del borde se encuentran Emnest Labrousse, Pieite Vilar, Maurice Agulhon y Michel Vovelle, cuatro distinguidos historiadores cuyo compromisocon un enfoque marxista de lahistoria—particularmente fuerte en el caso de Vilar— los coloca fuera del cfrculo interior. En el borde o més alld del borde, estén Roland Mousnier y Michel Foucault [...] [Burke, 1999:1 q. Pueden discutirse algunos olvidos y posicionamientos; no obstante, parece un buen mapa para observar su desarrollo, dada la complejidad de su historia. En 1929 se funda la revista Annales d’bistoire économique et coviale, la que define la historia como explicativa y problematica, y abandona los temas cldsicos para estudiar a vida cotidiana y las estructuras, de manera global, interdisciplinaria y comparativa. En lo que se ha conocido como el “giro antropoldgico”, la historia miré con intensidad hacia la antropologia cultural y simbélica bajo la influencia deMarcel Mauss, Frazer, Lévy-Bruhl, Malinovisky, entre otros,’y posteriormente deriva en una hibridacién mayor que deviene en una nominacién que refleja la situacién y el proceso: antropologia histérica o historia antropoldgicaeincorporan otros nombres como los de Erving Goffman, Victor Turner, Pierre Bourdieu y Michel De Certeau (Burke, 2000:81 y ss}. Entre la década de los treinta y el primer lustro de los cuarenta, la historia de la Historia sefiala dos nombres fundamentales: Mare Bloch (1886-1944) y Lucien Febvre (1897-1956). El primero escribid Los reyes taumaturgos en 1924, {Entre otros, Duby[1992}; Alberto y Grusinski [1979]; Le Goff (19791; Chartier [1992]; Burke [1999, 2000); Lloyd (1996). *Y antes conla influencia de Durkheim, principalmente en el libro de Mare Bloch, La sociedad Feudol, donde utiliza conceptos como cohesién soclal y conciencia colectiva, y realiza tipologias y comparaciones. 18 Abilio Vergara Figueroa y Febvre, El problema de la incredubidad en el siglo xvi la religidn de Rabelais en 1942, libros que se convirtieron en punto de referencia fundamental para la escritura de la nueva historia, Bloch buscaba las causas de por qué Ja gente continuaba creyendo enel “milagro de lacaricia real”, aun cuando sus curaciones no tenfan el efecto restauradors mientras que Febvre sostenia que el “utillaje mental”® de aquel periodo no posibilitaba a incredulidad, al no existir las categorlas mentales ni las palabras para crear un pensamiento opuesto al hegeménico, que permitiera una nueva cosmovisién. Ambos fueron discipulos delantropélogo Lucien Léry-Bruhl—quien investigaba la mentalidad primitiva— y serin los protagonistas de una verdadera revolucién en Ja escritura de la historia. Esta emergencia de un nuevo objeto de la historia tuvo antecedentes en los afios finales del siglo x1X, principalmente en los aportes de la antropologia, la exnologia y la sociologla.? Sin embargo, la historia de las mentalidades aparece con una identidad propia en la década de los sesenta, ptincipalmente en Francia. Solange Alberro [1979:18] sefiala que esta identidad esté definida por la crisis generadaporla introduccién de “infinidad de aparatos que aportan comodidades en la vida cotidiana, que conllevan un elemento innovador en la relacién entre sujeto-objeto: Ia idea de obsolescencia inmediata. Este fenémeno parece que introdujo un desfase en las modificaciones de Ia “cultura material” y la “mentalidad”, pues ésta se modifica més lentamente que aquélla. Asimismo, sefiala como antecedente (y condicién de surgimiento) la emergencia de movimientos que miran hacia el “pasado estabilizador”: “Ya que no se puede acelerar el ritmo de evolucién de la mentalidad, se mira hacia atrds, hacia las ra(ces, en sus formas mds nebulosas, més inocentes, més ingenuas”, siendo sus manifestaciones el naturalismo, el hipismo, el retorno de la magia, eteétera. ‘También sefiala como una de sus causas “una respuesta a la difusién popular de la antropologia”, ya que “si seadmiten las diferencias de los papties o de las tribus amazénicas, deben admitirse también las diferencias culturales en los pafses europeos” [ibid]. Para los fines de esta investigacién, me interesan més cercanamente los trabajos de lo que se ha llamado la “tercera generacién” de los Annales —que surge luego del 68— y también algunos otros, que no estando quiz4 en el centro del movimiento ni préximos en términos espaciales y de tradicién académica, Puede definirse aproximadamente como “aparato conceptual” Seguin Chartier (1992:20] rifleroal estada dela lengua, en au léico su setts, os hertemientas vel engucle centfico dsponbles, tembién “l ‘apoyo sensible del pensomiento” que es el sistema de las percepciones [..". Refiere a vocabulario,sintexs, lugares comunes, marcos légicos y concepciones del espacio y del tiempo. 9Gruzinski [1979]; Le Goff [1979]; Burke [1999]. Horizontes det imaginario. Hacla un reencuentro con sus tradiclones investigativas desarrollaron temas y probleméticas vinculadas a los aspectos subjetivos, imaginarios y simbélicos. Estas investigaciones han sido objeto de critica y debates, fundamentalmente en lo que se refiere a su pretensién abarcativa, Robert Mandrou [1965] y Genevitve Bolléme [1971] estudiaron la literatura de folleterfa de venta ambulante (colportage), que inclufa “unos cuantos grabados, como almanaques, vida de santos, narraciones de milagros u oraciones” y eran difundidos por vendedores en dreas rurales. Mandrou la caracterizé como literatura de evasidn y concluyé que alimenté en el pueblo una visién fatalista del mundo y para él, estos “libros anénimos” tuvieron un enorme éxito de “aculturacién victoriosa”; mientras que para Bolléme la cultura popular es auténoma y original, y su estudio insiste en el proceso de lectura. Bollame dice: “la historia sin autor ¢s finalmente una historia que se comenta con las palabras del lector, [...] al limite, la historia que escucha o que lee el lector, es nada més que la que él quiere que se le cuente(...]” [Gruzinski, 1979]. Michael Foucault (1961 y 1973} a través del andlisis de la locuray el proceso penal a Pierre Rivitre —asesino de su madre, het mana y hermano—, concluye que es imposible abordar las culturas subalternas. Dice que frente a la locura (folie), se separa a los locos, se construye una barrera ideolégica, social y fisica, y se les describe con cédigos que no les correspondens y el historiador es igual de ajeno por pertenecer al orden que los excluye e indica que nunca lograremos “conocer la locura en s{ misma”. Frente al asesino (Riviere), Foucault sefiala que el texto en el que explica cémo les dio muerte y por qué no pertenece a un “orden enunciable” y que mds bien se expresa a través de dicho matricidio como contestacién alla sociedad de la que es un excluido. Esta postura es calificada por Carlo Ginzburg [2000:22] como “irracionalismo estetizante”, que construye una alteridad incomprensible, haciendo que sélo “las victimas de la exclusién social se convierten en depositarias del tinico discurso radicalmente alternativo alas mentiras de la sociedad establecida”, acusindolo de un populismo “de signo contrario”, un “populismo negro”. Desde otra perspectiva, Mijail Bajtin [1990} sefiala que la cultura popular se opone a la cultura dominance y que ésta se caracteriza por la seriedad y el dogmatismo; no obstante, entre ambas existen interinfluencias reciproces, ‘Lo posicién de Bollme, no obstante, es mas compleja que esta esquematizacién, Cito en extenso para llustrarla: “cExiste escriture viva © ingenua en literatura excepto lo voluntad de encontrarla, voluntad que forzesamente se desvia dentro de las trampas del lenguaje —el peligro de todos los peligros, decia Heidegger—, de las que el sujeto no puede escaparse y donde él pasa su vida prisionero de esta lengua- espejo, preacuptindose indefinidamente de él, en exhibirse también dejando detrés suyo esta especie de tumba (donde estd enterrado); la obra de arte, es decir, lo que resta es el lugarde la batalla que ha librado?; eperdié? égané?” [Bollame, 1990:200], 19 Abilio Vergara Figueroa Estudia al carnaval como tema central de Ja cultura popular, que exalta la fertilidad y Ia abundancia, as{ como la inversién de los valores y las normas, de las jerarquias establecidas como su cje fundamental, el que se asocia a una concepcién cdsmica del tiempo, puesto que esa la vez destructor y regenerative. El cuerpo es también ubicado en esta dimensién y las jerarquias y valoraciones para sus componentes son estudiadas en su profundidad interpretativa, como simbolos y metéforas de una relacién propia dela cosmovisién, es decir, més alld de las circunstancias en las que se expresan. j R, Uno de los representantes més destacados de la lamada “tercera generacién de los Annales y que consolida la nominacidn de historia de las mentalidades, es Georges Duby,!? uno de cuyos aportes es haber remarcado —en su prictica investigativa yen sus recomendacionesmetodoligicas—la necesidad decolaboracién con las otras disciplinas sociales. Lo cierto es que el propio Duby reconoce en Mare Bloch la génesis de este enfoque, pues él subrayaba la importancia de considerar la “atmésfera mental” para comprender los procesos histéricos. Duby (1919-1996) precisa que el estudio de las mentalidades no puede divorciatse del estudio de las materialidades en las que se concretizan, pues las primeras “suceden en la cabeza”, la que est sujeta a un cuerpo!” y no es amputable. Esta propuestaes semejantealade Duranden el trayecto antropoldgico. La indisolubilidad de cuerpo y mente también se proyecta a individuo-sociedad. El autor de El tiempo de las catedrales ha contribuido significativamente a. este nuevo enfoque de la historia, as{ como a una manera de narrar y concebirla bajo la mirada poética, del imaginatio, del suetio, También lo ha hecho ampliando considerable mente las problematicas que van de la historia econdmica y social — en sus trabajos iniciales—, al de las mujeres —Damas delsiglo xu, el arte —Arte romntico gético—, el miedo, al que dedica dos libros —Elaito mil y Afto 1000, aio 2000, la huella de nuestros miedos—, o reintroduciendo el acontecimiento en Eldomingo de Bouvinesy la historia biografica con Guillermo el Mariscal. Uno de sus trabajos fundamentales también es Los tres drdenes 0 lo imaginario del feudalismo, en el que aborda los pilares de la estructura organizativa medieval significados por clérigos, caballeros y villanos. th Jacques Le Goff (1924) ha sido junto con Duby, uno de los més importantes innovadores de la historia, El se ha esforzado por despejar esa imagen de la Edad Media como Age de ténebres ytratar de proponer una imagen “ni negra ni dorada’, analizando su historia desde los més diversos 4ngulos, con métodos también " Bectriz Rojas [2000], autora de una importante antologia de sus trabajos, dice que es él quien “de alguna forma le dio nombre”. Espacio privilegiado de la simbolizacién. Horizontes del imaginario. Hacla unreencuentro con sus tradiciones investigativas Plurales y creativos, como lo atestiguan sus numerosas publicaciones que bien tratan de mercaderes y banqueros, intelectuales, el purgatorio, la identidad comparada, santos, ciudades, lo maravilloso, entre otros." Como un ejemplo de innovacién al interior de Ia Ecole tenemos las biograffas de San Luis y San Francisco de Asis —en las que conjuga “el relato con el andlisis, la historia colectiva con la vida de un hombre” y rescata un género que “no gustaba’, el biogréfico, donde también pone a prueba las fuentes y la informacién que ella “muestra”, ubicando, por ejemplo, que los materiales oficiales referidos a Louis 1%, més que mostrar su vida, presentaban la imagen que su entorno pedia {Le Goff, 1996]. Maurice Agulhon (1926) fue discfpulo de Ernest Labrousse, al principio trabaja la historia social de La Provence para luego pasar ala historia politica, por un lado y a la etnografica, por otro, cuyo derrotero puede ilustrarse a través de sus obras: La République au village, Le Cercle dans la France bourgeoise, 1810- 1848, tide d'une mutation de sociabilird —fue él quien masifics la palabra “sociabilidad” en Francia, a cravés del estudio de sociedades de amigos, confraternidades, logias, jaranas y carnavales, entre otros (Burke)—o Marianne au combat WVimaginaire et la symbolique républicaines de 1989 % 1880), contribuyendo también a la ampliacién de “temas” historiables, En esta direccién apuntan las investigaciones de Emmanuel Le Roy Ladutie, quien ha trabajado leyendas medievales, asi como “gestos simbélicos de la vida social, especialmente los ritos de vasallaje” y se ubica en la psicologia histérica como en el estudio de El carnaval de Romans, una suerte de “psicodrama que da acceso alas creaciones del inconsciente”. Otros temas tratados por este historiador son los de las brujas y herejes. Pertenece a estos tiltimos el estudio Montaillow, donde utiliza técnicas antropolégicas —toma las respuestas de 25 individuos como encuestas etnogréficas— en semejanza con los estudios monogréficos de Ja antropologfa [Burke, 2000]. EI historiador italiano Carlo Ginzburg (1939), desde la “microhistoria” cultural, reflexiona acerca de la pertinencia de fuentes novedosas” y encuentra, jaa noissonce du purgatcire (1981), La viele Europe et fa notre (1994), Marchands et hanquiers du Moyen Age (1956), Saint Louis (1996), Pour amour des villes (1997), Pensar ia historia (1977), El orden de la ‘memoria (19771, Lo maravilioso y lo cotidiano en el Occidente medievel, entre otros, [Burke sefiala que en este trabajo “hace uso de un marco ampliomente marsista” y que el crecimiento de to conciencio politica se debe 0 fe conjuncién de los “abusos contra el derecho comiin” ya la “ampliacion del horizonte cultural, debido o la difusién de la alfabetizacién” [1999.88] i7Alreferirse alos materiales con quetrabaja el uicio al molinere Menccclo, acusado por lo Inquisicién, dice: “incluso disponemos de péginas autégrafas y de una listo parcial de sus lecturas (soblo, en efecto, leer y escribie)*, sin embargo, realiza una critica acerca de otros fuentes, por ejemplo las eseritas por miembros de las élites 0 funcicnarios, o os que calfica de fuentes dablemente indirectos: escritas y escritas por “individuos vinculados més 0 menos abiertamente a Ia cultura deminante” [2000:17). 22 Abilio Vergara Figueroa en las respuestas de los benandanti —practicantes de un culto agrario a quienes los inquisidores consideraron brujos— [Ginzburg, 1972] discursos no “atravesados” por el discurso oficial y que “traslucian un profundo niicleo de creencias populares sustancialmente auténomas” (2000:23]. Asimismo, en el discurso de defensa que despliega el molinero Menoccio, interrogado por la Inquisicién, también encuentra “un caudal no explorado de creencias populares, de oscuras mitologias campesinas” [ibid.], y el autor de Ojazos de madera encuentra estos relatos asociados a un cierto “radicalismo religioso y un naturalismo de tendencia cientifica, hasta una serie de aspiraciones utépicas de renovacién social”, que si bien nos remiten a la existencia de un discurso similar en cfrculos intelectuales, no obstante conservan originalidad. Sin embargo, habria que sefialar que Ginzburg significa en la escritura de la historia, un caso relativamente distinto al de la historia de las mentalidades, pues como dice Roger Chartier, él no “disuelve la singularidad individual en las regularidades de lo colectivo no obstante que apunta a enunciar una verdad general” [ibid.:148], a pesar de ello con esta historia amplié los horizontes teméticos y quizd comparta con Le Goff y Duby aquella caracter(stica que le atribuye el autor de E! mundo como representacién, quien a su vez valora su trabajo en cuanto redefinicién de una historia que utiliza “indicios y conjeturas”. Finalmente, tenemos desde otra perspectiva el aporte a esta mirada cultural de la historia en los trabajos de Robert Darnton, cuya obra La gran matanza de los gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa (1984), ha sido un éxito editorial sin precedentes. La claboracién de este libro es de alguna forma significativa del didlogo entre las tendencias de la escritura de la historia, pues Darnton, en los setenta, bajo la influencia de Clifford Geert, convierte su seminario de historia de las mentalidades en un “Seminario de historia y antropolog(a” e incursiona en la meca de la renovacién de la historia del siglo xx (Francia) en una incursién que él mismo supone “debié ser arriesgada”. En este libro, ef historiador real fuentes y trata de estudiar no solamente qué pensaban los franceses del siglo xv, sino “cémo pensaban”, as{ como su construccién del mundo, sus emociones y la adjudicacién de significaciones; aunque la critica (Chartier, 1991 y Ferndndez, 1991] considere dificil una adaptacién de las técnicas de tratamiento de las fuentes y del andlisis antropolégico a los documentos histéricos y ademas dude de la “transparencia” de los textos a los que el historiador se enfrenta, as{ como lo “arriesgado” que es concluir galicidad a partir de ellos. a innovaciones en el tratamiento de las Horizontes del imaginario. Hacia un reencuentro con sus tradiciones investigativas 2. Mentalidades:un esquema Para ensayar una definicién de la situacién —vista ya la complejidad de posturas al interior de la Evole— y desarrollar el trasfondo de las problemdticas que la historia de las mentalidades trabaja, se utilizard la propuesta por Jacques Le Goff ensutexto “Les mentalités. Une histoire ambigie” (tomado de Alberro y Gruzinski, 1979:57-61]. Para Jacques Le Goff, le mentalidad es equiparable a lo cotidiano y lo automatico, Es lo que escapa a los sujetos individuales de la historia porque es revelador del contenido impersonal de su pensamiento; es lo que comparten César y el iltimo soldado de sus legiones; San Luis y el campesino de sus dominios; Cristobal Colén yel marinero de sus carabelas [Le Goff, 1979:57]. Déndole asf el sentido de nticleo generador comtin, mds que de contenidos y formas uniformes. Posteriormente revisard este caréctet y lo matizard al proponer diferencias al interior de una misma sociedad y época. Un elemento destacado —y hasta cierto punto paradéjico— de la propuesta de esta cortiente hist6rica es la ubicacién de sus probleméticas de estudio en un contexto de dualidad referencia: a) caracterizar —no en todos los casos esto es explicito— el tipo de relacién existente entre la cultura popular y la cultura de lites y, 6) el tipo de fuerza que los elementos simbélicos y rituales tienen en las relaciones intra ¢ intergrupales, asf como en la constitucién de la sociedad. Por ejemplo, el autor de Pensar la istoria sefiala que la reaccién popular frente a la peste es una [.«] interpretacién secular ¢ inconsciente de los pensadores cristianos, desde San Agustin hasta Santo Tomds de Aquino y se explica por la ecuacién “enfermedad=pecado”, elaborada por los clérigos de la Alta Edad Media, pero pasa por alto todas las articulaciones légicas, todas las sutilezas del razonamiento, para conservar slo el molde burdo de la idea {Le Goff, 1979:57]. “Interpretacién secular € inconsciente” que trae “abajo” (rebaja) cl pensamiento cristiano (sistemético) que ancla en una especial configuracién de equivalencia “pecado=enfermedad”. Esta estrategia popular es comin a las otras esferas de la cultura y puede encontrarse en la ropa, la comida, los bailes, la lengua, etcétera, y muestra un lazo compartido que es la referencia a esa version elevada, sistemética y ornamentada por “sutilezas” de razonamiento, decoracién, complejidad y otras distinciones a los que referirdn, en camino difusionista, al caracterizar un estilo de época que comparten todos. Hay, aparentemente, detrés de esas muestras diversas —muchas de ellas calificadas de grotescas y caricaturizadas— una “mente ordenante” que puede ser equiparada al esquema, 23 a4 Abilio Vergara Figueroa la estructura y quiz, en dimensiones més reducidas, a las disposiciones. Eso que, en lacritica de Lloyd [1996], equivaldrfa a adjudicar unicidad alos griegos frente alos chinos. En esta distincién demarcativa, Le Goff adjudica a subdisciplinas de la historia la tarea de estudiarlas: la historia de los eruditos a la historia de las ideas; lade historia de las mentalidades se ocupa de esas interpretaciones “inconscientes yseculares”, que depositadasen el “molde burdo” que sdloaprehendelaidealljana, que sin embargo no la “extrafia” a la total alteridad: por algo comparten el estilo de época y la mentalidad, cuando en esa doble vfa penetra en el inconsciente 0 emerge en su significacién social y publica. En segundo lugar, si bien la mentalidad supone un esquema generador comtin, ella esté conformada por fragmentos reconocibles, por lo que la historia de las mentalidades debe realizar en primer lugar. una bisqueda arqueolégica de los estratos y pedazos dearqueopsicologia [...] y luego —ya que estos restos estén arreglados en coherencias mentales— el desciframiento de sistemas psiquicos semejantes al bricolage intelectual en el que Lévi-Strauss reconoce el pensamiento salvaje [Le Goff, 1979:58]. MENTALIDADES SISTEMAS DE PENSAMIENTO, 8 " 2 PRESTIGIOSO 2 # ‘ASE DoMINANTE! a a gt é a oy LUGARES, 3 Cts ACTORESY = a §5 MEDIC z Z 36 DEPRODUCCION g os 28 Ba a 8E 3 & Fo 8 g 88 LUGARES COMUNES 3 Q §o PEDAZOS-FRAGMENTARIO 5 A 8 ‘Arvegladosen Coherencias Mentles E BZ Lenn z B © ———_+ HISTORIA DE LALENTITUD DE LA HISTORIA + Econ 197. | Pareciera que en la propuesta de Le Goff emergieran restos en su doble acepeldn: pedazosy residuos, fragmentacién y resonancia. Luego de esta operacién de desciframiento que articula, sefiala que “lo que parece privado de rafces, nacido de la improvisacién y del reflejo, gestos maquinales, palabras irreflexivas, Horizontes del imaginarto. Hacia un reencuentro con sus tradiciones investigativas procede de lejos y atestigua la larga resonancia de sistemas de pensamiento” (i6id.:58], La palabra resonancia parece también buscar la literalidad del eco, como figura que pretende dotarel sentido del cardcter parcial de su representacién, pero también quizd aspira a expresar su proyeccién mds alld de la enunciacién: aquello que queda atin cuando Ja emisién ya acabé, que es también una caracter{stica fundamental del simbolo. La profundidad temporal, la persistencia, [a inercia, as{ como el sefialamiento de ritmos diferenciados de los distintos componentes de la historia, caracterizan su propuesta: La historia de las mentalidades obliga al historiador a interesarse més de cerca en algunos fenémenos esenciales de su campo: las herencias, cuyo estudio ensefia la continuidad, las pérdidas, las rupturas (de dénde, de quién, de cuando provienen este rasgo mental, esta expresién, este gesto?); la tradicién, es decir, los procesos de produccién mental de las sociedades, los desfasamientos, productos del retraso de las mentes para adaptarse al cambio y del desigual ritmo de evolucién de los diferentes sectores de la historia; campo de andlisis privilegiado para la critica de las concepciones lineales de la historia. La inercia, fuerza histérica primordial, que depende mds de las mentes que de la materia, ya que es més 4gil que aquellas [...] Historia de las mentalidades, historia de la lentitud de la historia [s6id.] La propuesta de Le Goff encierra una estremecedora concepcién del tiempo que poetiza la lencitud y la inercia, “fuerza histérica primordial”, En esta estructura jerarquizada, descendiente,'* su génesis y difusidn se aprehenden a partir de centros de elaboracién, de medios creadores y vulgarizadores, de grupos y de oficios intermediarios. El palacio, el monasterio, el castillo, las escuclas y las cortes, alo largo de la Edad Media son los centros en donde se crean las mentalidades. El mundo popular elabora o recibe sus modelos en sus propios centros de produccidn de las mentalidades: el molino, la herrerfa y la taberna. Los medios de comunicacidn de masa son los vehiculos y las mattices privilegiadas de las mentalidades: el sermén, Ia imagen pintada o tallada son, antes de la Galaxia Gutemberg, las nebulosas en donde se cristelizan las mentalidades (i6id.:59] Obsérvese que se introduce la posibilidad de “propios centros” de las clases populares, sin embargo, la distincibn entre “creadores y vulgarizadores” pareciera debilitar su capacidad actorial, aunque plantea también que el “mundo popular "Tendrla que hacer mia lo “irritacién” de Agulhon en esta perspectiva que cbservo implicita en mi manera de narrary exsminar las formas en que se enfocan los relaciones entre cultura populory deminante. Aguihon 11994:103} dice, ol sugerir la conveniencia de estudiar los gallos de campanatio, que "contribuirla @ Introducir un poco de precisién en el inevitable e irritonte debate acerca de 1a influencia (énula?, éuperficiol?, éprofunda?) de los superestructuras juridicos e ideolégicas nacionales sobre las realidades culturoles de base en las diversas regiones de Francia”. 25 26 Abillo Vergara Figueroa elabora y recibe sus modelos”. Sin embargo, esta lectira de la propuesta de Le Goff quizé también reproduce las limitaciones de una mirada exclusivamente vertical bajo la metéfora de la espacialidad arquitecténica: las bases del edificio podemos transformarlas y de lo popular podemos pasar al inconsciente, no necesatiamente de este sector sino del conjunto social, matizando asf una lectura lineal, que nos remite al esquema de Freud adaptado por Durand. Esta propuesta integra elementos que han estado ausentes en los andlisis de la cultura, es decir, el enfoque simulténeo hacia los espacios de produccién, circulacién y consumo quesuponecietrael cfrculoy define también la permanencia y las modificaciones, como por ejemplo ha demostrado Roger Chartier [1992] con la lectura, Le Goff también asume conciencia de las implicaciones de la duracién como caracterfstica de la mentalidad: ello lo enfrenta a cémo enfocar la cuestién del cambio, pues como ¢l bien lo dice, Es muy espinoso también el estudio de las transformaciones de las mentalidades. 4Cudndo se deshace una mentalidad, cudndo surge otra? No es ficil aprehender lo nuevo en este campo de permanenciasy de resistencia. Aqu{ el estudio de los eopoi” debe aportar una contribucién decisiva (ob. cft.:59 y sl. Habla de la eficacia de los “lugares comunes” 0, por el contrario, de investigar cudndo “se vuelve inoperante”. Lugar comin que espacializa lo conocido, pero més atin, metaforiza el compartimiento y la obviedad, pero que en su propia explicitacién viene atravesado por la devaluacién, la cual inicia la prescindencia que antecede a su ineficacia significativa. Las propuestas anteriores plantean consideraciones metodoldgicas que implican todo el proceso de investigacién, pues, por ejemplo para el medievalista no son las ideas de Santo 'Tomds de Aquino o de San Buenaventura las que rigieron las mentes a partir del siglo xi1, sino nebulosas mentales en que desempefiazon un papel de ecos deformados de sus doctrinas, fragmentos empobrecidos y palabras fuera de contexto, Sin embargo, el historiador tiene que ir mis alld de la localizacién de ideas adulteradas dentro de las mentalidades. La historia de las mentalidades no puede desarrollarse sin que esté extrechamente relacionada con la historia de los sistemas culturales, de los sistemas de creencias y de valores y del utillaje intelectual dentro de los cualesseelaboraron y evolucionaron. En este aspecto, la historia podré beneficiarse mucho con Ia aportacién de la etnologfa [ibid.:60]. Nebulosas mentales, ecos deformados a ideas adulteradas que desde el fondo de la degtadacién se reencuentran yarticulan en “coherencias” que nos conducen '/Del griego "topos", lugar comiin (nota del traductor) Horizontes del imaginario, Hacia un reencuentro con sus tradiciones Investigativas a la “mente” estructurante que se halla en los sistemas culturales, sistemas de cteencias y el utillaje de la época, que bajo el desciframiento del historiador cultural, recupera su eficacia y funciona automética y mecdnicamente en la vida cotidiana. Finalmente, Le Goff reconoce las mentalidades como un espacio de lucha, de contradiccién: Eminentemente colectiva, Ia mentalidad parece independiente de las vicisitudes de las luchas sociales. Sin embargo, serfa un grave error separarla de las estructuras y de Ia dinémica social. Al contrario, representa un elemento capital de las tensiones y luchas sociales, La historia social estd jalonada con mitos donde se manifiesta el papel de las mentalidades en una historia que no es undnime ni inmévil. Existen mentalidades de clase junto a mentalidades comunes (fbid.:60 y s], que matizando la uniformidad abre un conjunto de interrogantes hacia los estudios de la diversidad y la creacién. 3. Las definiciones problemdaticas Una de las impresiones extendidas es que las problematicas que aborda la historia de las mentalidades refieren a supervivencias, arcafsmos y alo itracional. Las cosmovisiones de grupos no integrados.a la légica racional aparecerfan en la mira de estos cazadores de “extrafiezas” que de alguna forma estarfan especializados en sacar a luz. lo oscuro, lo subterraneo y que a la vez “viene de lejos”. Esta imagen no necesariamente busca invalidarla, aunque en la practica académica reproduzca los mismos prejuicios cotidianos, y condiciona la actitud hacia ella: muchos se asoman por estas tematicas con afan participativo en el sentido de involucrarse més literariamente, otros para marcar distancias de la contaminacién de este mundo que se conceptiia “extrafio” para la propia prdctica cientifica. El punto de partida fundamental dela construccién del objeto histérico para la historia de las mentalidades deriva de una postura hacia dos elementos fundamentales de la construccién social de la realidad: el tiempo —que remite a la permanencia, la duracién— y el simbolismo —que refiere a la relacién social—, ambos definidos por el compartimiento, criterio basico dela condicién social. Para Duby [1993:99], por cjemplo, tras las diferencias y los matices individuales subsiste una especie de residuo psicoldgico estable, hecho de juicios, de conceptos y creencias a los quese adhieren en el fondo todes los individuos de la misma sociedad. 27 28 Abillo Vergara Figueroa Cuya trama “estable” integra una extensidn social ylargaduracién, mientrasque “juicios®, “conceptos” y “creencias” manifiestan la construccién desentido vinculante. Esta afirmacién —adhieren en el fondo todos— es matizada por Duby cuando sefiala que en una determinada sociedad coexisten varios “tesiduos” psicolégicos y que eran susceptibles de modificacién con el transcurrir del tiempo, aseveracién que esté asociada metodoldgicamente a la necesidad de estudiar las materialidades que las soportan y que son, a sve, estructutadas por ellas. Sefiala que las materialidades se encarnan en los acontecimientos: allf encuentran su valor como objeto de estudio histérico, refiriendo a lo que es caracteristica y funcién de los simbolos. Sin embargo, criticos como Lloyd han cuestionado esta propensién alo que podrfamos llamar “generalizacién caracterizante”, pues dice que si fuera cierta la existencia de una mentalidad para toda una sociedad, ésta producirfa un ser monstruoso: Cuando después tenemos en cuenta los patrones de creencia, comportamientos y actitudes tradicionales en vigor (delos que nadie se libraba en su sociedad, mas que en Ia nuestra propia), Ia “mentalidad” con la que acabastamos no serfa sélo un hibrido, sino un monstruo (Lloyd, 1996:45). En este sentido quiza sea necesario remitir la lectura de esta afirmacién al concepto de niveles en Lupasco (ver Durand y su erftica al “tercero excluido”). Asimismo, observar con Lépez Austin que “ni ain individualmente puede expresarse que en una cosmovisién exista la perfecta coherencia légica, La cosmovisién del més riguroso cientifico esté plagada de incongruencias” (1996:470). En cuanto su definicién, con fines referidos al trabajo de investigacién histérica, Duby entiende por mentalidad: el conjunto borroso de imagenes y decertezas no razonadasal cual se refieren todos los miembros de un mismo grupo. La observacién ha de centrarse en ese fondo comiin, ese nticleo por debajo delo quecada uno podria imaginar y decidir [Moya, 1996:64]. Sefiala como campo de investigacién el estudio del instrumental mental: el lenguaje, las formas de percepcisn, los sistemas de informacién, educacién, los mitos y las creencias. Después de reconocer las diferencias en su tso—unos lo refieren a actitudes, ideas ¢ intereses recurrentes, mientras que otros le otorgan implicaciones més Se refiriere a la sociedad griega Horizontes del imaginario. Hacia un reencuentro con sus tradiciones investigativas profundas— y luego de reflexionar acerca dela validezo invalidez de la hipétesis de Sapir y Whorf de la determinacidn del lenguaje sobre el pensamiento y, por otro lado, dela universalidad —o no— dela I6gicaen la construccién de nuestros pensamientos —como la de no contradiccién y la del tercero exeluido—, uno de los criticos mds agudos de la nocién de las mentalidades, G.E.R. Lloyd [1996], asume que la necesaria légica que permite la inteligibilidad no justifica, por ejemplo, la separacién de sociedades pre-logicas y Iégicas que remitirfan a mentalidades cualitativamente diferentes. Lo anterior encierra una paradoja, pues si se acepta que hay universales logicos, las mentalidades situadas, es decir caracteristicas desociedadeso periodos histéricos, son insostenibles. No obstante, habria que matizar la argumentacién desplegada por Lloyd, en cuanto que uno de sus referentes es la contaminacién que produce el tréfico de signos, que por ejemplo realizan los magos, al combinar los signs provenientes de fuentes diversas, cuando los “mentalistas” pretenden situar dicho cardcter en los esquemas que “asimilan” inclusive lo desconocido, en semejanza con lo planteado por los tedricos de las representaciones sociales. Para Gruzinski la nocién de mentalidad es ambigua, por lo que propone analizarla desde la relacién entre cultura populary cultura dominante, él seftala que: este enfoque es preferible a tratar de definir lo que es la mentalidad, pues la relacién entre cultura “popular” y cultura dominante pone en evidencia que una mentalidad no s6lo corresponde a tina época, sino también y sobre todo a un grupo social y/o cultural [1979:26]. Atin cuando en esas diferencias se puedan encontrar ciertas proximidades. En este sentido, un inicial uso del concepto “folclor” estuvo ligado, de alguna manera, a la forma en que se conceprtian las mentalidades: esta cultura, perteneciente a las lamadas “clases bajas”, la sindicaban por ser una “mala asimilacién” de los productos de la cultura de las clases dominantes y se caracterizaba por “caética y desorganizada”; mientras que el concepto de cultura popular posibilitaba dotarle de una condicién mas sistemitica, creativa y proyectiva. En este sentido, una de las aportaciones que también contribuyeron a la critica de la perspectiva de las mentalidades fue la propuesta de Antonio Gramsci y la de la denominada “Escuela Italiana”, con A. Cirese [1979], Lombardi Satriani [1988], entre otros, encontrando aqui implicaciones de orden politico. Por otro lado, una tradicién con la que sus criticos hacen dialogar a la historia de las mentalidades es con el estudio de las ideologias: "Ver, por ejemplo: Gramsci (1976). 29 30 Abilio Vergara Figueroa Una ideologia es un sistema de representaciones, 0 sea, un conjunto de represen- taciones (pueden ser imagenes, mitos, ideas, conceptos) con légica y rigor propios, provisto de una existencia y de un papel histérico dentro de una sociedad dada; ademds, tal sistema es objeto de enunciacién explicita y formal [Althusser, 1976:41, cit. en Gruzinski, 1979:41]. Aqui existe una pretensién doble: aJsituar a la ideologfa-como un posicionamiento social, es decir, que remitea sujetos interesados y que contradice ala pretensién transclasista de las mentalidades, y 4) la diferenciacién a partir del cardcter légico y con “rigor propio” que tiene la ideologfa. La ideologfa ha sido objeto de varias modificaciones en sus diversas conceptuaciones, De manera breve podemos sefialar que para Karl Mannheim —Ideologia y utopta— ella tiene dos acepciones: la primera de un sentido més particular, de cardcter més psicolégico, en la que se califica de “mentirosas” las aseveraciones del rival; y la segunda mds general, que dice que toda afirmacién es condicionada por una situacién social, concluyendo que todos los puntos de vista deben ser analizados desde un punto de vista ideolégico. Es a Carlos Marx a quien se le reconoce haber elaborado “la primera teorfa sociolégica” dela ideologfa. En ella, el autor de El capital, muestra dos matices: el primero —en La ideologta alemana— postulala condicién de “falsa conciencia” que caracterizarfa a las “sociedades alienadas” y la segunda, desde una perspectiva més general, designaa la ideologla como las “formas de la conciencia social” que familiarizan el mundo, organizan la vida y son constitutivas de toda sociedad. La primera definicién es deudora de la creencia de queen el futuro dela humanidad existe una sociedad transparente a s{ misma, que supere la vigente, escindida en clases sociales. El segundo articula andlisis circunscritos—El 18 brumario de Luis Bonaparte— con anilisis globales —Crttica de la Economia Politica— y define una propuesta de mayor alcance. En términos de Thompson [1993], Marx habla pasado de una conceptuacién “critica” de la ideologta a una “neutral”, aunque este paso no sea reconocible para muchos de sus seguidores. Gruzinski sefiala que las expresiones mas directas de laideologta se encuentran enlos textos eclesidsticos como tratados de cura de almas, sermonarios, biograffas de santos y venerables, vidas ejemplares, asf como en los textos jurfdicos, en las fiestas y los rituales: “pues las ceremonias traducen visualmente la representaci6n ideoldgica que una sociedad pretenda dar de s{ misma” [1979:46]. Si bien este autor refiere a las “expresiones” de la ideologia, a partir de estas concreciones podemos observar que las teméticas abordadas por ambas posturas pueden coincidir a nivel empftico. Metodoldgicamente, se plantea que para la historia de las mentalidades no hay nada que desde el punto de vista de la investigacién pueda considerarse secundario ‘Horlzontes del Imaginario. Hacia un reencuentro consus tradiciones investigativas oprescindible: lo imporcantees descubriry definir susentido y la relacién que guarda con el conjunto. En este sentido, la transformacién de la escritura de la historia no sélo se daen Jos estilos y las tematicas, sino también en una expansién enorme de las fuentes y sus relaciones. Por ejemplo, Ginzburg [2000:24 y s} sefiala que: en algunosestudios biogrdficos seha demostrado que en un individuo mediocre, carente en s{de relieve y por ello representativo, pueden escrutarse, como en un microcosmes, las caracterfsticas de todo un estrato social en un determinado periodo histérico. Los estudios de los imaginarios y de las representaciones sociales acusan semejante cardcter y encuentran su objeto de investigacién en los fenémenos y objetos “humildes”. Il. De las representaciones colectivas a sociales 1. Las fuentes Cuando Serge Moscovici*® delimita el objeto de investigacién de las representa- ciones sociales, lo sefiala como el estudio de la difusién de los saberes, la relacién entreel pensamiento ylacomunicacién y el origen del sentido comtin, [Moscovici, 1997:80], sefialando a su vez que su propuesta se ubica en el crucero de un conjunto de conceptos tanto sociolégicos como psicolégicos.”" El concepto de representaciones sociales surge del de representaciones colectivas de Durkheim, que Moscovici reformula desde Ia articulacién de lo psicolégico y lo social, otorgdndole un cardcter més dinémico al privilegiat el papel de las interacciones en los procesos de cambio recreacién y la influencia reciproca de los interactuantes en dichos procesos de significacién. Desde esta perspectiva es visible la familiaridad y las deudas tedricas con algunos clasicos de la sociologia, la psicologta ylaantropologfa, como Durkheim, Simmel, Weber, Piaget, Freud, entre otros. No obstante, es el primero quien ha ejercido la mayor influencia, aunque la reconceptuacién de la categorla durkheniana de representaciones colectivas es uno de los ejes de construccién de Moscovici, Jodelet, Abric, Sperber, etcétera, Al realizar un breve recotrido sobre dichas influencias, encontramos en Simmel una relacién estrecha entre la posibilidad de distanciamiento del individuo de lo inmediato y su necesidad de representarlo, y cémo estas representaciones condicionan en diverso grado las formas que adquieren los ‘ampliomé fundador de este campo de investigacién. 2\ Agregarla también conceptos antropolégicos. 31 Abilio Vergara Figueroa grupos y las maneras en que acttian reciprocamente.-Es por ello que el autor de La filosofta del dinero ve en las representaciones sociales “una suerte de operador que permite cristalizar las acciones entre los grupos y formar la ‘unidad superior’ que es la institucién (partido, iglesia, etcétera)” [#bid.:81] y permice también pasar de un nivel individual a un nivel institucional y colectivo, Para Max Weber, las representaciones son a la vez. un cuadro de referencia y un importante vector de la accidn de los individuos. Weber sefiala que: estas situaciones colectivas que forman parte del pensamiento cotidiano o del pensarniento jurfdico (o de otro pensamiento especializado) son representaciones de algo que, por una parte pertenece al ser y por otra parte al deber ser; flota en la cabeza de los hombres reales (no solamente de los jueces y los Funcionarios, sino también del “publico”) segiin el que orientan su actividad. Estas estructuras como rales tienen una importancia causal considerable, frecuentemente dominante, por la naturaleza del desarrollo de la actividad de hombres reales [Moscovici, 1997:81]. Aqut podrfa ejemplificarse con las concepciones que tienen las personas del por qué obedecer a la autoridad —porque “siempre ha sido asi” (tradicional) o, contrariamente, porque “posce cualidades extraordinarias” (carismética)—, lo que define la fuerza y el cardcter que tienen dichas autoridades y las variaciones de estabilidad politica. En esta direccidn, se puede establecer la existencia de un espacio de saber comtin enlasociedad, que tiencel poderde anticipar, prescribiry programar el comportamiento de los individuos. Este saber no serfa exclusivo de un sector, por lo tanto no corresponderiaa un saber especializado y serfa compartido —en su estructura, aunque no necesariamente en sus componentes— por una comunidad amplia, Durkheim introduce en el andlisis social el concepto de mentalidades y representaciones colectivas, define sus contornos y le da capacidad explicativa. Separa las representaciones colectivas de las individuales, ast como los conceptos de las percepciones 0 imagenes (éstas son individuales, variables y emportées dans un flot ininterrompu). Mientras que el concepto es universal e impersonal: es cémo la sociedad se piensa a s{ misma, piensa su experiencia propia, por lo que debe ser homogénea y compartida por los miembros del grupo, quienes a su vez comparten una lengua. Para Durkheim las representaciones colectivas tienen por funcién preservar Ios lazos entre los miembros de una comunidad,” prepararlos a obrar y pensar de manera semejante, por lo que una de sus caracteristicas es su durabilidad y el ejercicio de presién sobre los individuos. Equivale, por su dimensién, ala nocién de sistema, tiene el poder de penetrar cn los individuos y, desde afuera, de 22 "A a fois homogane et convaignante, elle préserve ce ion entre les hommes, qui lo rend colectve” [Moscovici, 1997:90] Horizontes del Imaginarlo. Hacia un reencuentro con sus tradiciones investigativas imponerse. Moscovici [#bid.:82] critica esta exterioridad de la presién, o por lo menos su exclusiva ubicacién fuera, y sefiala que con frecuencia las presiones no vienen solamente del exterior sino del interior. Durkheim distingue las mentalidades individualesde las colectivas ¢ indica como caracteristicas las siguientes diferencias: INDIVIDUAL CoLEctIva variable estable efimera reproductiva fluctuante permanente imagen-percepcién. concepto Asimismo, el autor de El suicidio remarca su carécter comtin, su facturacin colectiva—que nuestro autor adjucica su elaboracién por una intelligence unique— donde todos los miembros de unacomunidad “se encuentran” y vienen a“alimentarse” ya diferencia de las representaciones individuales, que son afectadas por los “més débiles cambios” que ocurren en su entorno o su interior, las mentalidades colectivas sélo pueden ser afectadas por eventos “desuficiente gravedad” [Durkheim, 1968:609]. Desconcierta, dice Moscovici, la constante alusién a esa inteligencia vinica, que ordena lo individual, que tiene cierta autonomiay quese combinay transforma segin sus propias reglas. Moscovici sefiala que es més importante su cardcter dindmico que su cardcter colectivo. Este autor indica que aunque podamos calificar de delirantes las situaciones —que son las cotidianas, frecuentes— en las que el individuo “adjunta” a los datos percibidos elementos de su intuicién y sensibilidad, y proyecta sus sentimientos ¢ impresiones en dichas cosas, esta misma caracterizacién habria que atribuirla alas representaciones colectivas (también delirantes) entre las que las representaciones religiosas no son sino una muestra “de una ley general” y, por lo tanto, “el medio social —rout entier— nos parece poblado de fuerzas que, en realidad, no existen mds que en nuestro espiritu” [ibid.:325]. Una de sus tesis centrales fue la indisolubilidad entre la personalidad y el sistema social, que puede sintetizarse en la concepcidn durkheniana del hombre como miembro de “una comunidad moral”, caracterizada por su normatividad legftima, su externalidad —pues antecede a los individuos y est4 “mds alld y mds acd” de ellos— y la intersubjetividad, porque la compartimos. Manifestando una diferencia importante, Moscovici [1999] apuntaque uno delos aspectos centrales de las representaciones sociales es que permite a la gente aproximarse a la posibilidad “de pensar de antemano” y que en los movimientos sociales la genite no s6lo muestra o expone su situacién sino que “anticipa algo” y también que ellas permiten crear vinculos para afirmar esta representacién del a4 | Abillo Vergara Figueroa facuro y en funcién de ese pensamiento comin, movilizan sentimientosy operan en el “intercambio conversacional”. i Por otro lado, Lévy-Bruhl dice que es necesario renunciar a llevar de antemano las operaciones mentales a un tipo tinico, en cualquier sociedad considerada, ya explicar todas las representaciones colectivas por un mecanismo psicolégico y Igico tinico. Si bien es cierto que existen sociedades humanas que se diferencian entre ellas por su estructura, como los “animales sin vértebras se diferencian de los vertebrados”, es indispensable el estudio comparado de los diversos tipos de mentalidades colectivas. ; , Elautor de La mentalidad primitiva hace una diferencia entre mentalidades primitivas y civilizadas: Mentauipapes PRIMITIVAS MENTALIDADES CIVILIZADAS * Orientadas hacia lo sobrenatural + Ejercicio riguroso de inteligencia - reflexién * Buisqueda légica (informal) * Relaciones misticas entre las cosas, impermeable a la informacién ¢ Indiferencia a la contradiccién Causa-explicacién Lévy-Bruhl en su obra Las finciones mentales en las soviedades primitivas, publicada en 1951, define la concepcién primitiva de la conjuncién de los seres del universo como un entramado. Dice que en las representaciones colectivas de Ja mentalidad primitiva, los objetos, los seres y los fendmenos pueden estar “de una manera incompresible para nosotros”, a la misma ver ellos mismos y otra cosa, De una forma no menos incomprensible, ellos emiten y reciben las fuerzas, virtudes, cualidades o acciones m{sticas que los hacen sentirse fuera de s{ mismos, sin dejar de estar donde ellos estén [Moscovici, 1997:85]. Este autor sefiala que para esta mentalidad primitiva no es obligatorio negar un término para afirmar su contrario (0 al revés), puesto que el uno y los otros, lo mismo y el otro, comparten una estructura no por una relacién causal o légica, sino por el principio de participacién, el cual reemplaza al principio de no-contradiccién de la Iégica racional. Por otro lado, a diferencia de Durkheim, Lévy-Bruhl no repara en las diferencias entre conceptos ¢ imagenes ni entre mentalidades particular y colectiva. Asimismo, establece una coherencia entre sentimientos y razonamientos Horizontes del Imaginario. Hacla un reencuentro con sus tradicionesinvestigativas pues, por ejemplo, un individuo puede tomar su sombra por su alma, ya que para los primitivos no es una creencia sino una percepcidn: “la sombra es ei alma”, por Jo quellas representaciones hacen brotarlos hechos; las diferentes sociedades que se representan de manera diferenciada, “también habitan mundos diferentes” [ibid.:86). En esta misma direccién, Moscovici invoca el andlisis de Jean Piaget para sefialar un tipo de pensamiento que no se inscribe en la légica racionalista. El nifio, dice el psicélogo y epistemélogo suizo, atribuye una realidad corporal a aquello que imagina o inventa, por lo que el “objeto” que tiene en la cabeza y aquél que se halla en el exterior no son més que uno para él, puesto que hay una confusién entre el signo y el significado. Por ejemplo, dice, maldecir es amenazar la existencia y tapar el nombre del sol es apagatlo. Bajo este orden nace lo que Ilama el sentimiento de “participacién” por el cual el nombre del objeto “va y viene de aquél a su cabeza”, causando que confunda interior y exterior. De la misma manera, el nifio cree que los suefios se encuentran en las cosas, en su habitacién, en la cabeza, antes de estar en el propio pensamiento, por lo que el suefio es una voz.que estd ala vez dentro y fuera de él, Piaget indica que “el nifio es realista porque presupone que el pensamiento esté ligado a su objeto, que los nombres estan ligados a las cosas nombradas y que los suefios son exteriores” [ibid]. Piaget plantea diferencias frente a Durkheim y subraya que, si bien existen Jas presiones colectivas, ellas conviven con la cooperacién y no siempre tienen la fuerza que el autor de Las formas elementales de la vide religiosa les adjudica. La cooperacién produce un tipo de representacién propia e influye en una diferente “naturaleza” de las interaccionesy opera “como un factor determinante de los modelos de pensamiento y de percepcidn, de las discusiones y justificaciones”. Piaget sefiala, ademds, que para los nifios no sélo existe el modelo de la sociedad adulta y critica que Durkheim reglige entidrement Vexistence des sociétés spontantes d'enfants et des faits relatifs au respect mutuel™ [Piaget, 1932:412], por lo que no sdlo hay que considerarlas presiones sociales, sino también la cooperacién.™ Porsu parte, Moscovici [1997:91] sefiala que se conocen sociedades fundadas sobre la presidn y otras sobre la cooperacién y que cada una tiene sus respectivas tepresentaciones. 2 "Descuida completamente la existencia de asociasiones esponténeas de niios y los hechos relatives a su respeto mutuo" (traduccién de! autor) 24Claro esté que también la cooperacién puede interpretarse como una presién, pero no necesariamente, si ‘tomamos en considerocién que es posible intervenir en la construccién de las representaciones yla institucién de los imaginarios. 35. Abilio Vergara Figueroa Por tanto, podemos establecer una suerte de equivalencia, por una parte, entre esta mentalidad caliente, mistica y participante que Lévy-Bruhl nos ha mostrado y, por otra parté, la mentalidad més fria, sensible a la contradiccién, que sale de las operaciones formales y de relaciones de cooperacién. Una es sociocéntrica, la otra es mds bien descentrada; unaes dominada por las relaciones entre los hombres, la otra por las relaciones con el objeto. ‘Aunque si proyectamos esta demarcacién hacia la concepcién moderna de lademocraciay de la ciudadania, esta caracterizacién también es relativa y puede invertirse en lo referente a la prioridad de las relaciones que fortalecen y promueven, por lo menos en el discurso, con la institucién. Otra de las fuentes de donde abreva Moscovici es Freud, de quien sefiala que al descubrir que la pardlisis verdadera sigue las vias de una anatom(a cientifica y que la parélisis histérica, las vias de una anatom(a “calcada” del saber popular, pone en evidencia la fuerza de las representaciones. Realiza observaciones semejantes sobte la eficacia de los tratamientos ps{quicos, donde las creencias y prestigios son de primordial importancia [#bid.:92). En esa direccién, Freud acude al sentido comin, a los proverbios, leyendas y relatos populares para la intespretacién de los problemas que aborda. Freud también adjudica a los factores inconscientes, registrados en la infancia, la fuerza més decisiva en la conceptuacién y vivencia sexuales. Sefiala que si bien en la adolescencia puede haber “develamientos” importantes, asi como en a adultez, lo que sucede es que reviven las huellas, que han devenido inconscientes, “del primer periodo de interés por el sexo”. Moscovici remarca el cardcter social de las teorfas sexuales de los nifios: “...] naciendo de un didlogo relanzado porel deseo del espectadory de la astucia delos actores” (ibid.:94}. Los adultos dicen menos de lo que saben, los nifios dicen mas de lo que saben: el “malentendido” se acrecienta y el contexto puede acumular complicaciones 2 partir de la dificultad para decir “la verdad” y esta situacién se representa y esta representacién actita en nuestras actuaciones. En este sentido, uno de los aportes de Freud que Moscovici resalta para el estudio de las representaciones sociales— es la conceptuacién de la interiorizacién, porque, por encima de todo, dice, “este fulgurante estudio de Freud pone en evidencia el trabajo de interiorizacién que cambia ¢l patrimonio colectivo en informacién individual y marca el cardcter de la persona. En otras palabras, ella nos muestra por qué proceso, ignorado hasta la fecha, las representaciones pasan de la vida de todos a la vida de cada uno, del nivel consciente al nivel inconsciente [ébid.:94]. Aqu/ se encuentra una aproximacién a una de las funciones fundamentales del simbolo [Turner, 1966] que hace deseable una obligacién. Horizontes del imaginario. Hacia un reencuentro con sus tradiciones investigativas 2. Lapropuesta Para presentar las propuestas centrales de esta teorla, partiré de dos definiciones de representacién social formuladas por dos de sus més reconocidos exponentes: Serge Moscovici y Denise Jodelet. Para el primero [1961], las representaciones sociales son sistemas sociales de valores, ideas y prdcticas que tienen por funciones: 2) establecer un orden que posibilite a las personas orientarse frente a sf, a la sociedad, al medio ambiente y dominarlo, adaptarse a ella, a estar conformes y 6) posibilitar lacomunicacién entre los miembros de una comunidad al proveerles los cédigos que permiten el intercambio social, capaciténdolos para clasificary nombrar. Denise Jodelet [1989], define las representaciones sociales como “una forma de conocimiento socialmente elaborada y compartida, que tiene un lado practico y concurre a la construccién de una realidad comunal de tun conjunto social”. Ambos coinciden en que las representaciones sociales tienen por funcién atribuir sentido a la realidad, definir y orientar los comportamientos, aunque ellas se nos presenten como “un mundo instituido” y producen en la interaccién un “efecto de realidad inmediata”. Es un modelo interno que da forma a la realidad y opera como esquema de clasificacién, explicacién y evaluacién. Para Moscovici es fundamental la capacidad ordenante y su consecuente condicién_posibilitadora: estableciendo un orden, las personas se orientan y entienden su comunicacién, la que a su vez retroalimenta las dos acciones anteriores. Jodelet subraya la condicién cognoscitiva y su construccién social, ademas de coincidir en su practicidad y capacidad estructurantede lo social. Para ambos, las representaciones sociales “elaboran los comportamientos” y hacen “inteligibles la realidad fisica y social”. Laubicacién del objeto, tanto como elemento empitico y como construccién teérica, se establece a partir de un didlogo con el saber sistemdtico y la praxis, en cuyo intervalo se las ubica. Para Jodelet [1984:472] son conocimientos que “se constituyen a partir de la experiencia articulada con las informaciones, conoci- miento y modelos de pensamiento” trasmitidos por la tradicién y la educacién formal, as como por los medios de comunicacién. Los sujetos no estén determinados de manera absoluta por las presiones sociales y ellos reconstruyen y recrean lo que reciben a través de la experiencia vital, cuya realizacién se desarrolla en una comunidad cultural determinada, por ello, la representacién social “porta la marca del sujeto y de su actividad”, % Esta fecha, como la indicada para Moscovici, refiere a la primera formulacién. En este caso ambas definiciones son tomadas del libro cotectivo coordinodo por Denise Jodelet en edicién de 1997. 37 — Horizontes delimaginarlo, Hacia un reencuentro con sus tradiciones investigativas Abllio Vergara Figu Como proceso, segtin Moscovici, las representaciones sociales median entre el concepto y la percepcién, pero no se conforman con una condicién intermediaria, sino constituye un proceso que transforma al concepto y a la percepcidn —instancias intelectual y sensorial, respectivamente— en “algo intercambiable, de tal manera que se engendran recfprocamente”. Las representaciones sociales estén constituidas por: a VALOR DE VERDAD Y CIENCIA VALOR DE REALIDAD REPRESENTACION REPRESENTACION Y REALIDAD —la informacién, que significa el capital cultural individual y grupal; —laactitud, es decir qué y cémo se haces — qué configura una representacién social que indica qué se cree y/o cémo se interpreta. DE LAS rr ss ESTATUTO EPISTEMOLOGICO La articulacién de los diferentes factores constitutivos de las representaciones ' sociales posibilita construir una suerte de “teorfa social pragmatica” —estructurada y ligada a comportamientos— que permite familiarizar lo extrafio ordenando los nuevos fenémenos, eventos, imagenes y objetos, conjurando lo peligroso y lo desconocido. En este sentido, son una suerte de esquemas generadores de respuestas, interpretaciones y explicaciones y permiten establecer un orden, aun en tiempos de crisis. En este punto aparecen elementos que las aproximan hacia la teorfa de las ideologias o la conceptuacién de la cosmovisin [Lépez Austin, 1996:15 y ss}. Eneste sentido, las representaciones sociales estén constituidas por elementos informativo-cognitivos, ideolégicos, normativos, por creencias, valoresy actitudes, opiniones ¢ imagenes que se organizan o estructuran para “hablar” sobre la realidad, generalmente relacionadas ala accién, la interaccién y la reflexidn. Esto Gltimo no es compartido por todos los que se adhieren a esta teorfa o participan en su formulacién, Veremos mas adelante cémo es posible pensar la reflexién y el ensofiamiento social desde una perspectiva mds amplia, cuando se analice lo concerniente a los imaginarios, La antropologfa y la psicologfa, dice Moscovici, ven una comparacién y una genealogia de las formas cognitivas, yendo del pensamiento mitico al pensamiento cientifico, del conocimiento folclérico al racional o del pensamiento operativo concreto al pensamiento formal: “la psicologfa social se esfuerza por asir el movimiento opuesto, el que se produce bajo el efecto de la masa o en el curso de la comunicacién”; observa los procesos de transformacién que sufren, en su estructura y contenido, durante la circulacién, por ello es central la interaccién para el andlisis. Esto se fundamenta en que el “medio” en el que se realizan las representaciones sociales involucra decisivamente a la prdctica y la [OBJETO ae LLcsaee DESABER } "MODELIZACION SENTACION, c CONSTRUCCION 7 [SUJETO | DE LAS rk ss ‘COMPROMISO PSICO-SOCIAL PRACTICA EXPERIENCIA DE ACCION FUNCIONES DE LAS RR. $8. EFICACIA DE LAS RR. SS. FORMA (REPRE: PROCESOS Y ESTADOS |__ perestos —! El espacio de estudio de las representaciones sociales QUIEN SABE DESDE DONDE? {QUE Y COMO SABEMOS? {SOBRE QUE Y CON QUE EFECTO? COMUNICACION CULTURA LENGUAJE Y Y CIRCULACION DE LAS rr ss SOCIEDAD CONDICIONES DE PRODUCCION %Habria que matizar esta observacién en tanto que la antropologta simbélica no elabora esa direccién del proceso del conocimiento. Abilio Vergara Figueroa interiorizacién, asf como su objetivacién: “nada se convierte en realidad social si no tiene una cierta inscripcién cultural, lo que quiere decir inscripcién en las creencias de la gente” [Moscovici, 1999], lo cual lo convierte en “realidad viviente”, es decir “una realidad de relaciones y una realidad de accién” (ibid. ] ‘Asi, la realizacién de las representaciones sociales tiene la posibilidad de ir mas alld de sus circunstancias pragmiticas, : A pesar que estos autores subrayan el cardcter préctico de las representaciones sociales, ya quese ubican en ese terreno, denominado sentido comin y de resolucién de problemas cotidianos, este “sentido prictico” no las reduce a fa condicién de conductay accién, sino que articula diferentes niveles de comprensién de la realidad y define una postura, una posicién y una “filosofia” frente y en la realidad. De esta forma, ellas funcionan como factor fundamental de construccién de la pertenencia social, tanto en el nivel de compartimiento de cédigos, por la interiorizacién de précticas, experiencia y de modelos de conducta y de pensamiento, como en el nivel discursive de construccién més explicita de la identidad. El contenido de una representacién social se organiza segiin determinados patrones de jerarquizacién, clasificacién y coherencia que construye cada grupo 0 comunidad. Sus funciones pueden sinietizarse en las siguientes: 1. Constituyen la realidad a partir de conjuntar informacién, experiencia y afectividad. Este proceso se estructura de manera selectiva y configura la actitud y Ia accién frente a ella, Las representaciones sociales tienen una pretensién de realidad, aunque ellas son su representacién, y esto se da por la naturalizacién. Estimulan a hacer cosas porque el mundo es como ellas dicen que es, de este modo configuran la mirada y la accién, i 2, Legitiman las précticas y la significacién al ubicar a acci6n, las creencias y la interpretacién en el campo de lo obvio y lo inherente a la realidad: las acciones y los discursos aparecen “emanando” del escenatio y terminan siendo la realidad, por su naturalidad, transparencia y practicidad [Geertz, 1994:107 y ss].” 3, Esta naturalizacién se produce por la elaboracién de discursos que proveen la facultad de orientarse en dicha realidad y operan tanto en la previsin como en la explicacién, as{ como en los intercambios. Estos discursos estén marcados por a) la situacién de la comunicacién, 6) la pertenencia social y ¢) su finalidad [Jodelet, 1984]. 4, Proveen esquemas productivos que posibilitan familiarizar el mundo y asimilar lo desconocido, Sin embargo, este proceso no significa siempre producit la sensacién de control o dominio de la situacién (y més atin del horizonte): las Aqui es necesaria una aclarocién: Geertz elabora estas tres caracteristices para el sentido comtin, que hago extensive a los representaciones por sus semejanzas, Horizontes del imaginario, Hacla un reencuentro con sus tradiciones Investigativas representaciones sociales tienen también un componente importante de produccién de inseguridad, de temor y de conflicto. Muchos fenémenos, objetos, sujetos y hechos pueden articularse y producir un espacio en el que mora el peligro y la incertidumbre, Este carécter desconcertante ha sido descuidado en las formulaciones teéricasy en lasinvestigaciones empiricas, aunque iltimamente se viene superando en estudios referidos al siDA y al miedo, entre otros. 5.- Sittian 2 los individuos y grupos permitiendo configurar su identidad personal y social, doténdole de esquemas para compararse con los otros y formular sus diferencias, semejanzas, oposiciones, valoraciones. Jean-Claude Abric [2001] sefiala que “la representacién produce un sistema de anticipaciones y expectativas”, por lo que la interaccién es determinada por la representacién, yuelve la “realidad conforme a la representacién”. 6.- Da justificacin de las acciones y actitudes asumidas tanto en el didlogo interior como ante los otros. Tiene relacién con la funcién de legitimacién y su accién es posterior. Puede, por ejemplo, acompafiar a las hostilidades hacia otros y operar como argumento de dichos antagonismos [ibid.:2001]. Por otro lado, debemos observar las fuentes de emergencia de las representa ciones sociales y las formas en que ellas operan. En primer lugar, para la mayorfa de los autores sefialados, las representaciones sociales tienen su causal fundamental en dos procesos convergentes: el primero, fragmentariedad y dispersién de la informacién, y el segundo, la concentracién o focalizacién de los hechos que se producen desde una jerarquizacién de sus valoraciones; hay que sefialar que esto no ocutre en una sola direccién y que hay idas y vueltas. Hay hechos a los que se mira con mayor detenimiento e intensidad, asi como también es frecuente que no contemos con informacién amplia y precisa. De estas dos circunstancias se desprende un tercer proceso: lo que Moscovici denomina “presién de inferencia” que continuamente nos impulsa a responder —y muchas veces “sobre la marcha”, “en todo momento”— a los desafios de la interaccién social. Aqu{ se entra hacia el terreno de la relevancias sociales, asi como a sus modificaciones y permanencias —ligado a momentos de crisis 0 no— en Los diferentes sectores sociales. La convivencia social implica que todos debamos tener opinién sobre lo que acontece 0 se dice, que todos debamos decidir, tomar posicién més avin cuando los problemas 0 temas ponen en cuestidn la definicién de la situacién y su proyeccién estructural. La presién deviene en juzgamiento y puede reordenar las posiciones de los interactuantes. Dos son los mecanismos o procesos de construccién de las representaciones sociales que muestran el paso de lo social al nivel del conocimiento y cémo éste configura lo social. Estos mecanismos se definen como objetivacién y anclaje. Antes de presentar sus caracterfsticas se debe sefialar que la investigacién de la Al Abilio Vergara Figueroa, que surgen estas dos categor{as elaboradas por Moscovici refiere ala popularizacién del psicoandlisis, es decir a las formas en que los sectores populares imaginan, conceptiian y representan al psicoandlisis. 2) La objetivacién sigue un proceso que, iniciéndose en el Ambito del conocimiento sistematico —cuya presencia global es mds bien fantasmal—, procede a la captacién —por mecanismos de seleccién propios del sector social— y descontextualizacién de elementos de dicho sistema inicial, que segtin Jodelet se produce obedeciendo a criterios culturales normativos, por lo que se retiene en congruencia, para seguir con Ja formacién del nucleo figurativo?® que al articularlo jerérquicamente en la experiencia procede a su naturalizacién, via la formacién de imagenes de consistencia. Es un proceso mediante el cual se materializan entidades abstractas en cosas, se concretizan en objetos; no esté de mas subrayar que estas cosas dicen otras cosas, pues diversos procesos metaféricos y metonimicos hardn el trabajo de asociacién significativa interaccional. 2) El anclaje, remite a un proceso de ubicacién contextual en el espacio representacional y social en el queactiian las representaciones —“enraizamiento” o insercién en el sistema que tecepciona—, es decir de construccién de las redes significativas para lo objetivado, por lo que deviene en imagen y fuerza operante eintegrada, através deun proceso de insercién dominado por las estructuras pre- existentes. Esto no implicarfa necesariamente la invalidacién de procesos subversivos o de disconformidad, El anclaje tambign se define como el proceso mediante el cual categorizamos, clasificamos y nombramos los objetos, los hechos y las personas, es deci, convertimos en familiar, propio, transformando lo desconocido. Este proceso incluye dos modalidades que bien podrfan categorizatse también como “momentos”: 1. Insercién social, que procesa las redes de los sujetos y se ancla en la realidad social, y 2. Insercién cognitiva en el capital simbdlico y cultural, individual y grupal. El contexto tedrico mediante el cual Moscovici formula este mecanismo de produccién de las representaciones sociales es la reformulacién de la relacién supuestamente lineal o causal del est{mulo-respuesta, ya que para este autor ambos pueden ser caracterizados como una unidad de interaccién indisoluble. Para Jodelet representarse algo es dar el estimulo y la respuesta de manera indiferenciada y conjunta, No hay estimulo “puro”: si no es cultural, no se le reconocerfa. Partiendo de las propuestas de Moscovici y Jodelet, Jean-Claude Abric [ibid desarrolla lo que denomina “la teorfa del nuicleo central”, que precisa el 28 Moscovici también lo llama "modelo figurative" y Abric “nticleo central”. Horizontes del Imaginario. Hacia un reencuentro con sus tradiciones investigativas mecanismo de “enfoque”® que el proceso de objetivacién desarrolla. Para este autor, “toda representacién esté organizada alrededor de un nticleo central”, que opera como estructurante, lo que vale decir que genera y organiza los elementos constitutivos determinando los lazos en a insercién social y cognoscitiva. Estas caracteristicas definen otra: que ¢s el elemento més estable y garantiza la conti- nuidad y sus transformaciones significan cambios radicales en la reptesentacién. Lanaturaleza de ese micleo central esté determinada por la naturaleza del objeto representado, la relacién quemantiene el grupo y el sujeto con ély por los valores y normas que rigen a tal relacién y al grupo. 3. Los problemas Las criticas hacia esta teorfa han sido diversas en lo referente a su coherencia interna, su productividad para la comprensién de los fenémenos sociales y su relacién con el objeto empirico. A este ultimo nivel, por ejemplo Bourdieu, Chamboredon y Passeron la acusan de depender de las “ingenuidades de las filosofias del consenso”. A este respecto, algunas de la observaciones planteadas frente a las representaciones sociales tienen como referente principal la relacién que ellas establecen con la ciencia, Ia ideologia y el arte, es decir, con los sistemas “elaborados” de la produccién de la sociedad.” Dario Péez [1986] plantea cuatro caracteristicas principales de las representaciones sociales: 1) Privilegiar, seleccionary retener algunos hechos relevantes del discurso ideolégico concernientes a la relacién (del) sujeto en interaccién, o sea descontextualizar algunos rasgos de este discutso. 2) Descomponer este conjunto de rasgos en categorfas simples, naturalizando y objetivando los conceptos del discurso ideolégico referente al sujeto en grupo. 3) Construir un “mini-modelo” 0 teorla implicita, explicativa y evaluativa del entorno a partir del discurso ideol6gico que impregna al sujeto. 4) El proceso reconstruye y reproduce la realidad otorgéndole un sentido y procura una guia operacional para la vida social, para la resolucién de los problemas y conflictos." Si examinamos estas caracterfsticas, buscando los criterios desu formulacién, podremos observar que el punto de partida es a definicién delas representaciones a partir de una ubicacién topoldgica que desciende (al parecer degradéndose) # Ver también a Armando Silva [1992]. Como sefialé antes, es importante recordar uno visidn opuesta que desarrollaron Gramsci, Cirese, Lombardi Striani, entre etros. 3) En: wawrencolombio.com 43 44 Abilio Vergara Figueroa desde la cima de un sistema prestigioso o institucionalizado —ideologla y, para el caso de Moscovici, el psicoandlisis— a una articulacién de fragmentos operados “por el sujeto en interaccién®. Esta mirada adjetiva la produccién significativa al sefialar que las categorfas son simples, circunscribiéndolo a la accién (sujeto en grupo), asi como al calificarlo de “guia operacional” y quesitve para la “resolucién de problemas” subrayando su pragmatismo. No sistemdtica, fragmentaria, descontextualizada —del entorno en que dichos conceptos fueron creados—, apegada a la praxis, sin pretensién de distanciamiento —como si ocurtiera en las bellas artes o en las ensofiaciones utépicas—, las representaciones sociales parecen cuestionar los avances de un debate que, al parecer, para Lévi-Strauss habrfa concluido en El pensamiento salvaje [1962]. Mds adelante se verd cémo las propuestas de Durand y Castoriadis complejizarén esta mirada y la recuperan a la praxis de la devaluacién. Es cierto que la teorfa formulada por Moscovici remarca esa condicién; no obstante volvemos hacia un debate antiguo sobre el estado (dependiente o auténomo) de las culturas populares que observamos también cuando vimos, en la historia de las mentalidades, las diferencias de posicién entre Genevitve Boll&me, Robert Mandrou y Mijail Bajtin. La condicién elegida configura la “calidad” de la produccién representativa, pues la dependencia lleva a calificarla como “degradada”, “simple”, “naif”, mientras que considerarla auténoma conduce a resaltar su “creatividad”, “autenticidad” y “riqueza”. A pesar delas implicaciones metodolégicas, teéricas y politicas de una toma de posicidn, ésta puede reproduci las mismas condiciones que caracterizan a las representaciones: al enfocar hacia un determinado campo de su expresién y funcionamiento, la teorla que pretende explicarla puede fragmentar o globalizar a los mecanismos utilizados por los sujetos “objeto” de dichas teorfas —cuando van de la “objetivacién” al “anclaje”— que al ser afectados por la centralidad del micleo ordenador de una representacién, descuidan la articulacién que puede modificar la significacién cualitativamente. Una cosmovisién que (se) focaliza en el cuetpo, [ver Gargantiia y Pantagruel en Rabelais, o cuerpo y cosmos en Lépex Austin] que invierte el sentido (negativo) de las secreciones o el ser humano que encuentra su par entre los animales y une su destino a él, obviamente no muestran fragmentaridad ni simpleza, ain cuando en la préctica se movilicen, precisamente, fragmentos. El mismo Péez resalta otras caracteristicas que orientan su enfoque: 4) Formalismo, por el empleo sistemitico de estereotipos lingiifsticos, que tienen como estilo verbal la reiteracién y Ia redundancia, y que es un conocimiento traducido a esquemas comunes. Horizontes det imaginario. Hacia un reencuentro con sus tradiciones Investigativas 4) La conclusién es conocida y definida de antemano, la que prima sobre el razonamiento, buscando reafirmar y demostrar dicha conclusién. ¢) Desarrollan un tipo de causalidad fenoménica, simple y mixta, con tendencia “fuerte” a inferir relaciones causa-efecto. 4) Razonamiento por analoglay con econom{a de medios, tomando al parecido por explicacién, siendo la analog(a lo que permite integrar lo nuevo. ¢) Retoma pedazos del discurso cientifico y filoséfico, sin articulacién al original, “les imponen un uso y significacién corriente”.*? En este sentido podemos encontrar diferencias relativas con Moscovici, pues éste concede también fuerza renovadora a las acciones y experiencias, porque el conjunto de “conceptos, declaraciones y explicaciones” —que constituyen también las representaciones sociales— se originan en la vida cotidiana, en el curso de “comunicaciones interindividuales”, matizando la “normatividad legitima” durkheniana, Asimismo, este autor, si bien las equipara al “sentido comtin”, no deja de mencionar que ellas constituyen un sistema, una de cuyas expresiones son los mitos. Por otro lado, se le critica también el resaltar el consenso. Al conceptuar también que las representaciones tienen vida propia y que cada miembro, en cada momento “debe conformarse a ella”, remarca el lado conservador, pues los prepara para “pensar y actuar uniformemente”; sin embargo, debemos observar que el mismo Moscovici incorpora en su formulacién la posibilidad de un pensamiento “que anticipa” y que el sustento de un-movimiento social es “la transformacién de las ideas, del saber, del conocimiento en tepresentaciones sociales compartidas”, algo asf como un interiorizar colectivo que cree en “una tradicién polfticamente estable”. En esta direccién, Dan Sperber [1997:147] dice que, en una “perspectiva epidemioldgica”,* laexplicacién deun hecho cultural, es decir de la distribucién de una representacién, no es buscar dentro de un mecanismo global, sino en el encadenamiento de micro mecanismos: {Cudles son los factores que llevan a un individuo a expresar una 2 ibid. »8Seria necesario ampliar la reflexi6n acerca de lasdifciles Interacciones entrelo “social yo individual”, que el propio Moscovic! acusa perder el "dominio". En el libro Dissensions et Consensus publicado en 1992 con Willem Doise, afirma que no son los individuos quienes forman el consenso, sino e! propio proceso de formacién del consenso que los transforma, tanto a los Individuos como a los grupos. Esta tesis lo aproxima de nueva cuenta a Durkheim, sin embargo, no seria justo no ver en ella un matiz procesual que lo vuelve a alejar del autor de Los reglas de! método sociolégico. Este autor define la representaciones culturoles bojo las figuras endémica y epidemictigica, por su duracién y su extensién respectivomente. Sin embargo, hace una precisién que establece la especifcidad de la cultura: mientras que ls virusy las becterias se mantienen y duplican, los representaciones culturoles se transforman. Sin embargo, de este ultimo nivel indica que algunas tronsformaciones pueden anulor 0 las otras y ast conservarse. 45 46 Abillo Vergara Figueroa representacién mental bajo la forma de representacién publica? {Qué representa- ciones mentales son llevadas a construir los destinatarios? ¢Qué transformaciones de contenido entrafia este proceso de comunicacién? ;Qué factores y condiciones hacen posible la comunicacién repetida de ciertas representaciones? ;Qué propiedades generales, a propésito de un contexto particular, poseen las representaciones, capaces de guardar un contenido relativamente estable en dicho proceso de comunicacién repetida? El autor de El simbolismo en general, sefiala que respondiendo a dichas interrogaciones es como podemos aspirar a explicar verdaderamente un hecho cultural, pues para él, un “estudio epidemiolégico” busca la explicacién causal de macrofenémenos culturales en el encadenamiento de microfenémenos de la cognicién y de la comunicacién. ‘ Por titimo, parece que aun el conocimiento antropoldgico puede estar tefiido por los esquemas que operan en la formulacién de las representaciones sociales, pues muchas veces asumimos la significacién como explicacién, no obstante que asignar una significacién no es explicar, porque el significado noes causa. Esta afirmacién pone en cuestién nuestras formas de aproximarnos en nuestras investigaciones, las preguntas que formulamos y mds ain las respuestas que ellas buscan, pues las “grandes preguntas” antropolégicas pueden ser también la carnada de lo que esperamos confirmar para regocijarnos. IIL. Imaginacién, imaginario, hacia el simbolismo 1, Elimaginario radicat Cornelius Castoriadis [1985:7] sefiala que el imaginario debe ser distinguido radicalmente de los usos que lo asocian constitutiva y estructuralmente con lo “especular”, puesto que aun sien él hay presencia “reproductiva”, es también construccién de sistemas de clasificacién, no siempre racionalmente elaboradas, que no obstante guardan eficacia y “coherencia” en su construccién como en sus uisos. Este autor sefiala que el imaginario “no es la imagen de”, sino “creacién incesantey esencialmente indeterminada (social-hist6rica y pslquica) de figuras/ formas/imégenes, a partir de las cuales solamente puede referirse a algo”. El imaginario no tiene un objeto a reflejar, sino descos a proyectar, y en todo caso, a claborar mediante el simbolismo. 25Para Sperter, lo publicacién de una representacién mental le hace representacién social, mientras que la extension y permanencia la hace representacién cultural. -Horizontes del imaginarlo. Hacla un reencuentro con sus tradiclonesinvestigativas Este pensador griego ha desarrollado su propuestaen debate con el marxismo, el psicoandlisis, el estructuralismo y con el funcionalismo. Su proposicién ha influido en la antropologia, la sociologfa, la historia y la polftica, porque permite establecer un abordaje a uno de los mecanismos fundamentales de la “institucién delasociedad”, porsu posicién frente alo social-histérico y porsu conceptuacién del imaginario radical, que siendo institutor es instituido. Algunos ejes de su propuesta son: —lo imaginario no refiere a algo, es decir no “representa”; — su “presencia” se reconoce a partir de sus “efectos”, por su peso en la vida cotidiana social; — es centro o nticleo organizador/organizado (“imaginario radical”), que constituye una atmésfera o una “personalidad” de una época; y — ubica al imaginario radical en el dinamismo ps{quico y las relaciones sociales: imaginacién radical ¢ imaginatio social 0 sociedad instituyente, que surgen del caos-abismo-sin fondo. Castoriadis plantea que existen significaciones que tienen una independencia relativa de los significantes que son su soporte, que pueden corresponder al orden de lo percibido, al de lo racional o al del imaginario, los cuales tienen relacién permanente y continua, pero que deben ser observados de manera diferenciada en el andlisis. Sefiala que en el caso del imaginario, el significado al que enviael significante es prdcticamente inasible, y por definicién, su “modo de ser, es un modo de no- set”. A diferencia de lo racional, donde esta distincién puede ser también oscura, porque la palabra, el “término” que designa un concepto, es una “cosa” y el concepto mismo es otra; sin embargo, en el caso de! imaginario, el asunto es menossimple, porque el imaginario se da, o se hace visible “por sus consecuencias, sus resultados, sus derivaciones”. Dirfamos que, entonces, produce mds que tepresentar, tiene un sentido proyectivo mds que retrovisor. Su punto de partida para la ubicacién de lo imaginario es su conceptuacién integralista de la condicién humana, por lo que cualquier actividad no puede ser calificada de solamente refleja o solamente técnica, ni de ser exclusivamente inconsciente, ni tampoco “podrfan continuar un segundo si se le exige un saber exhaustivo”, que dé cuenta detenida de su forma de operar y del objeto de su operacién, y que esto es as{ tanto para las actividades més “triviales” como para las consideradas més racionales, académicas o “elevadas”. Es este campo el que ocupa lo imaginario, pero no sélo como “intersticio”, sino como presencia organizadora y organizada, 2**[...] porque ellos no re-envion a nada real, a nada recional...” (Castoriadis, 1985:201) 47 Abilio Vergara Figueroa Esta condicién se explicita cuando analiza el cardcter de la praxis, a la que califica como actividad consciente, que s6lo puede darse en la lucidez, pero que a pesar de apoyarse en un saber, es siempre fragmentaria y provisional, porque no puede invocar, para su realizacién, todo ese saber del sujeto y, por otro lado, porque ella misma es fuente de conocimiento y, por ende, causal de variacién continua, El concepto de “imaginario radical” es central en su propuesta y sefiala aquella capacidad de “hacer suzgir como imagen algo que no es, ni que fue”. Es desde este concepto que establece la relacién con la historia, lo social y lo psico- légico. “El imaginario radical, dice, es como lo social-histérico y como psigue- soma, Como social-histérico, es rio abierto del colectivo anénimo; como >psiqué-soma.es flujo representativo-afectivo-intencional” (béd.:493) Al primero Jo denomina imaginario social y al segundo imaginacién radical, ambos se caracterizan porque lo instituido és recibido/alrerado constantemente, noséloen Ia actividad consciente de reflexividad, sino fundamentalmente en la praxis; por ello siempre habré descontento e ilusién y en la aceptacién surgiré el desacato y la indignacién, Edgar Morin [1993:49]considera el acontecimiento mds importante, en lo que nomina “proceso de re-pensamiento” de Castoriadis, la formulacién del imaginario radical (que realiza entre 1964 y 1965): Miencras muchos han considerado al imaginario como irrealidad, eflorescencia, superestructura, Castoriadis ve al imaginario en la raiz. misma, en la fuente de todo lo que se instituye o se crea, tanto en el psiquismo como en el devenir sociohistérico. No es la superestructusa, sino lo contrario, aquello que es anterior alas estructuras. Esa categoria que permite escaparal determinismo y al racionalismo pataaprehender Jo que es genésico en el hombre y en Ia sociedad. El imaginario radical serfa aquello que nos diferencia de los animales, porque os seres humanos se definen, ante todo, no por el hecho de queellos son racionales, sino porqueestin provistos de “una imaginacién radical”, puesto que “la imaginacién se sittia en la rafz de lo humano: sociedades, instituciones, normas politicas y morales, filosofia, obras estéticas” [Redker, 2000:27]. La consecuencia de esta propuesta esla facultad de autoconstruccién dela sociedad, locual tiene implicaciones politicas: “los hombres y las sociedades son autoconstrucciones”. La mayor parte de las civilizaciones son heterénomas porque esconden este autoengendramiento. Algunos han corrido el riesgo de la autonomfa, Es en la Grecia antigua que, por primera ver, los hombres (los andlisis sublimes de Séfocles lo ilustran) toman conciencia del origen simplemente humano de las grandes significaciones (imaginarias) que estructuran la vida social; de este descubrimiento, verdadera ruptura histérica, brotarfan la politica (“la puesta en cuestién de las instituciones existentes y de su transformacién por una accién Horizontes del imaginario. Hacia un reencuentro con sus tradiciones investigativas colectiva deliberada”) y la filosofia (“Ja puesta en cuestién de las representaciones y de las significaciones instituidas y de su transformacién por la actividad reflexiva del pensamienso”) [ibid.:27 ys]. No obstante, atin hoy, en las represen- taciones colectivas las formaciones sociales son “racionalizadas” en el sentido de naturalizadas, mostrando esa eficacia simbélica de lo social. Para Castoriadis, lo social-histético esté en perpetuo flujos sin embargo, sélo estableciendo figuras “estables” puede adquirir “visibilidad” —a y para si misma—, siendo esta figura la que marca la institucién de la sociedad. Ella puede aparecer “mds tarde” invocada como personalizante de la sociedad, esgrimida como argumento de poder, de invariacién, de proyecto fundamental(ista), etcétera, sin embargo, es esa sociedad que la instituye y con ella se instituye. Sefiala que “en su reflexividad impersonal, quees también una dimensién de su modo de ser, la figura “estable” primordial es lainstitucién” . Considera que cada sociedad y cada cultura, més atin cada época, se constituye y constituyen sus problemas y sus soluciones, en funcién de un imaginario central que es propio a dicha sociedad y periodo. Segiin Gilbert Durand y la antropologéa simbélica, por ejemplo para Victor Turner, es en la simbolizacin que adquiere visibilidad y estabilidad. Ese flujo se manifiesta en el “despliegue” que realiza la sociedad en una “multiplicidad de formas organizativas y organizadas” y, “de entrada, como creacién de un espacio y deun tiempo (de unaespacialidad y de una temporalidad) que le son propios” y que puebla de una multitud de objetos naturales y humanos, cuyos vinculos se estructuran circunstancial o mas permanentemente por la sociedad, Las formas organizativas son “consideradas y sostenidas siempre sobre unas propiedades inmanentes del ser-asf del mundo”; pero puntualiza esta facturacién al sefialar su. dinamismo: Pero estas propiedades son re-creadas, elegidas, filtradas, puestas en relacién y sobre todo: dotadas de sentido por la institucién y las significaciones imaginarias de la sociedad dada (Castoriadis, 1993:27]. Dicho imaginario central mitologiza la sociedad de una manera dindmica: eslainstitucién de la sociedad quien determina lo quees “real” ylo quenoes, aquello que tiene sentido y lo que no lo tiene, pues “toda sociedad es un sistema de interpretacién del mundo y aquf todavia el término “interpretacién” es superficial e impropio. Toda sociedad es una construccién, una constitucién, una creacién de un mundo, de su propio mundo [1986:226-7]. Entre estas instituciones facturadas y estabilizadas considera: los lenguajes, la definicién de la “realidad” y de la “verdad”, las maneras de hacer, el trabajo, la regulacién sexual, permisisn/prohibicién, “llamadas a dar la vida por la tribu © por la nacién”. 49 Abillo Vergara Figueroa, Esta Ifnea de reflexién nos conduce a repensar lo real, que “estd en y por este flujo representativo de la psiguis, por lo tanto, qué es una ‘cosa’ en need é no es siempre que una cosa relativa a toda suerte de condicionamientos de aquél que la observa” [Castoriadis, 1985:318]. La psiquis como imaginacién radical “hace surgir una ‘primera’ representacién a pattir de una no-representacién, ¢ isin a partir de nada” [ibid:386]. Esta facultad se encuentra con lo instituido donde toma forma singular —la diferencia cultural— y est4 implicada por Ia institucién como internalizacién de lo social creado, que de alguna forma debilita ese dinamismo. Lainternalizacién, entendida también como sublimacién, no sig) solamente “incorporat” objetos sociales, sino fandamentalmente traslormer creat y obtener placer por ello, asimismo, permite conectar lo individual con 0 social, puesto que la socializacién suministra el sentido que las pulsiones demandan, procurdndole un mundo privado, reconocido. : Ladiferencia entre la psiquéindividual y el imaginario social es que éste tiene algo de espectfico y auténome, aun cuando ambos se apuntalan, En ese “fondo de “caos-abismo-sin fondo” en el hacer hist6rico, la sociedad instituye sin cesar nuevas posiciones, nuevas formas de sociedad, nuevos mitos y en determinadas circunstancias engendra sus instituciones y estructuras sociales, que resistirdn, por un cierto petiodo al caos (creacién-destruccién). Sin embargo, una . surgidas algunas significaciones imaginarias pueden acceder a la condicién de verdad y resistiral tiempoy a las transformaciones, por ejemplo la democracia. jaginario y lo simbdlico ag nee ...(Dieu) il est plutdt leur condition de posibilisd et ce qui “fais que ces images sont des images “de Diew Castoriadis Castoriadis sefiala que todo lo que se nos presenta en el mundo, como los actos reales, individuales o colectivos, como el trabajo 0 el consumo, la guerra, el amor, Josnumerosos productos materiales, sinlos que ninguna sociedad puede sobrevivir, “no son (no siempre, no directamente) més que s{mbolos. Sin embargo, los unos y los otros son imposibles fuera de una red simbélica” [1975:162].°* Esta pro- » smo por Ia insttucién d mn ha perdido, fundamentalmente en 7A pesor de que este optimismo per lo insttuctén de formas nusvas se . te Kermacién de oquelle que loha B. Thompson [1993] llame “Ia comunidad virtual de les receptores” 0 cuclquler forma de resemantizacién que reoliza el consumo cultural lo econemia, las érdenes de detencién de los jueces. Considerado de esta manera, es posible temer por que su abarcatividad debilite lo eficacia del concepto. Horizontes del imaginario. Hacia un reencuentrocon sus tradiciones investigativas puesta nos permite discutir las relaciones y diferencias del imaginario y del simbolismo a los que, si bien conceptia como deudores de la historia, los diferencia en sus poderes y alcance. Entonces, el imaginario tiene necesidad del simbolo para expresarse, para salir de su condicién de virtualidad, “para existir”. Continuando en esta linea, sefiala que el simbolismo requiere la capacidad imaginaria, porque el simbolo “presupone la capacidad de ver una cosa que ella no es, de verla otra”, en asociacién complementaria con el imaginario que tiene la facultad de poner “una cosa y una relacién que no existen”, y por otro lado, no se han dado a la percepcidn (“imaginario ultimo o radical”), y establece que esuna rafz. comin “la capacidad elemental ¢ irreductible de evocar una imagen” [ibid.:178). La influencia 0 el poder mds decisivo del imaginario sobre lo simbélico puede observarse en que el simbolismo supone la capacidad de poner entre dos términos una “relacién permanente” de tal manera que uno representa al otro..? Aqui es necesaria la “participacién” de la funcién imaginaria para “evocar” la funcién “propia” del significante y activar el sintagma hacia donde apunta el simbolismo. La relacién entre ambos es procesual y constitutiva ala vez, por lo que para entender su construccién y relaciones, “es necesario entrar en los laberintos de la elaboracién simbélica de lo imaginario en el inconsciente”, estableciendo una estrecha relacién constitutiva entre ambos. Esta diferencia estd asociada a la capacidad estructurance del imaginario. Castoriadis [ibid.:199] dice: Algo que no esté para representar otra cosa, que es antes que todo una condicién operante de toda representacién ulterior, que sin embargo ya existe en el modo de representacibn: el fantasma fundamental del sujeto, su escena nuclear (nosu “escena primitiva’), donde existe aquello que constituye al sujeto en su singulatidad: su esquema organizador-organizado y que no existe en la simbolizacién, pero si en la presentificacién imaginaria encarnada y operante. Esta tiene el poder constitutive de un sistema relacional y articulador, el cual posibilita separar y unir interior-exterior: origen de gesto y de percepcidn, reparticién de roles arquetipicos ¢ imputacién otiginaria de rol al sujeto mismo, valorizacién y desvalorizacién, fuente de significacién simbélica ulterior [...] un estructurante-estructurado [ibid.:200). Dios aparece como el ejemplo més caracteristico de la diferencia entre lo simbélico y lo imaginario, en tanto sefiala que Dios no es ni una significacién de * Castoriadis acota que solomente en el pensamiento avanzado, e! significante, el significado y esta ligazén, son mentenidos como separados y unidos a la ver, 51 52 Abilio Vergara Fiqueroa Jo real ni de lo racional, que caracterizarian al simbolo o al conocimiento cient{fico occidental: iI no es simbolo de otra cosa,” pues, por ejemplo, los creyentes pueden evocarlo, referirsele con la ayuda de simbolos, que no seria mas que el “Nombre”: pero para ellos, y para nosotros que consideramos este fenémeno histético constituido por Dios y paralos que creen en Dios, sobrepasa infinitamente al “Nombre”, es otra cosa [ibid.:197] ¥ luego concluye que Dios “es una significacién imaginaria”, porque Dios no son las imagenes que un pueblo puede construir de él, tampoco los nombres que le pueden atribuir; es més bien una significacién central, organizaci6n en un sistema de significantes y significados, aquello que sestiene la unidad “de cruce” de unos y otros, aquello que permite, también, la extensidn, la multiplicacién, la modificaci6n. Y esta significacién, que no es ni algo percibido (real) ni de un pensamiento (racional), es una significaci6n imaginaria [/bid.). Enesta perspectiva, lasociedad construye a sus miembros y se realiza a través de la sublimacién: Desde el punto de vista psiquico la fabricacién social del individuo es un proceso hist6rico a través del cual la psiquises constrefiida (sea de una manera brutal o suave, es siempre por un acto que violenta su propia naturaleza) a abandonar (nunca totalmente, pero lo suficiente en cuanto a necesidad y uso social) sus objetos y mundo inicial ya investir unos objecos, un mundo, unas reglas que estan socialmente instituidas, En esto consiste el verdadero sentido del proceso de sublimacién. El requisito minimo para que el proceso pueda desarrollarse es que la insticucién ofrezca a la psique un sentido —otro tipo de sentido que el protosentido de la némada psiquica— [Castoriadis, 1993:28]. En éste se inserta y da formaa su insercién, De esta manera, la sublimacién transforma en propios los objetos de la institucién social, reemplaza —u obliga arcemplazar—lo ptivado-libidinal por as valoraciones instituidas y los convierte en factores de placer para s{ mismo [ibid.:1989]. Esta caracterfstica tiene seme- janza con una de las propiedades adjudicadas al simbolo por Turner, es decir, hacet deseable algo que en algun momento pudo haber sido obligatorio, 0 que, desde otra perspectiva, ¢s arbitrario-exterior y no “natural-interior”. En esta direccién enfoca al poder, cuya eficacia se verifica en la “naturalizacién” de sus constrefiimientos, preformando ala gente, de suerte que pors/ misma haga lo que queria que hiciese sin necesidad de dicha presién, 4©En este ejemplificacién separa las concepciones que podrian elaborar los tedlogos 0 os filosofos, pora ‘asumir lo de los creyentes como material de reflexién. Horizontes del imaginarlo. Hacia unreencuentro con sus tradiciones Investigativas No obstante, es importante sefialar que Castoriadis concibe a la politica también como actividad explicita —Iticida, reflexiva y deliberativa—: ndose como objeto la instivucién de la sociedad como tal. Asi pues, supone una puesta al dia, ciercamente parcial, del instituyente en persona (draméticamente, perono de manera exclusiva, ilustrada por los momentos de revolucién). La creacién dela politica tiene lugar debido a que la institucién dada de la sociedad es puesta en duda como tal y en sus diferentes aspectos y dimensiones (lo que permite deseubrit tdpidamente, explicitar, pero también articular de una manera distinta a la solida- tidad), a parcir de que una relacidn inédita hasta entonces, se crea entre el instituyente y el instituido [ibid]. Yeuestiona lo institucional que operaba ya de manera “natural”, internalizada, hecha sentido comin. ; Quizd se pueda cuestionar la fuerza dotada al instituyente en deterioro de lo institucional en la propuesta de Castoriadis, pues son mayoritarios los casos de adecuacién que los de cuestionamiento —-como alguna ver lo sefialé Bourdieu—, no obstance, el esquema ¢s itil para entender no solamente los cambios (0 sus pretensiones) estructurales —o en determinados niveles— sino también para entender la insatisfaccién, la inconformidad y el descontento. a 2. Imaginarios: ta facultad de lo posible Gilbert Durand ha planteado para el estudio de los imaginarios un enfoque que articula lo social con lo psicoldgico y pretende ampliar Ia colaboracién interdisciplinaria en las ciencias humanas, Para fines de este capttulo, presentaré tres conceptos que son significativos entre los aportes de este pensador y antropélogo francés, El primero, el del “trayecto antropolégico”, pretende dar cuenta de la necesaria articulacién entre las facultades innatas del sapiens y los constrefiimientos deo social; en segundo lugar el de “fuente semantica”, donde formula de manera metaférica los procesos de construccidn de lo socio-cultural, y finalmente la definicién del imaginario, en cuyo andlisis describiré su conceptuacién del simbolo, a. “Trayecto antropolégico” Es uno de los conceptos centrales de su propuesta y lo define como el camino de conjuncién, que sigue la emergencia de los simbolos e imaginarios, entre las rafces innatas en la representacién del sapiens” y, por otro lado, las presiones y condicionamientos que compone el entorno, en un ir y venir (va-et-vient) incesante. _53 Abilio Vergara Figueroa Para evitarel debate entre una ontologtapsicoldgicay la ontologtaculturalista, que segtin él se resuelve “en un intelectualismo semiolégico”, propone situarse “deliberadamente en lo que llamaremos el trayecto antropoldgico: es decir, el sncesante intercambio que existe en el nivel de lo imaginario entre las pulsiones subjetivas y asimiladoras y las intimaciones objetivas que emanan del medio césmico y social” [Durand, 1982:35]; y que ambas trabajan en una génesis recfproca, viajando del gesto pulsional al entorno social y a la inversa. TRAYECTO ANTROPOLOGICO [Dwans, 1994. Cédigos, planes, programas ‘ SURMOI 3 Se tiende a organizar-racionalizaf - ‘llements MOI Estratificaciones sociales ruissel “TInconsciente colectivo” “Atado” a la estructura psico-fisiolégica del animal social Imagenes arquet{picas, “confusas” Recorrido cfclico Este recorrido, dice, se establece por “una ley” que muestra de manera clara la complementariedad, en la formacién del imaginario, “entre el estatuto de las aptitudes innatas del sapiens, la reparticién de los arquetipos verbales en grandes Horizontes del maginarlo, Hacla un reencuentro con sus tradiciones Investigativas sectores ‘dominantes’ y sus complementos pedagégicos”. Durand lo ejemplifica de la siguiente manera: la exigencia de la posicién vertical tiene necesidad, para convertirse en simbolo, del aporte imaginario césmico (la montafia, el precipicio, Fascension...) y, sobre todo, cultural (todas las pedagogfas de la elevacién, de la calda, de lo infernal...). Reciprocamente, precipicio, ascensién, infierno o cielo no toman su significacién que por la estructura de posicién innata del nifio (1994:60]. Estacondicién original serfa trabajada por dichos “complementos pedagégicos”. Los esquemas productives se relacionan con la actividad psicomotriz a través de tres dominantes reflejas, (“eslabones intermedios entre los reflejos simples y los reflejosasociados”): 4) posturales, 6) de tragamiento y ¢) ritmicos. Esta integracién se da con mayor naturalidad si algunos esquemas perceptivos vienen aenmarcary asimilarse alos esquemas motores primitivos, se encuentran en concordancia con los datos de ciertas experiencias perceptivas. A este nivel, los grandes simbolos van a formarse mediante una doble motivacién que le dard ese aspecto imperativo desobredeterminacién tan caracterfstico (Durand, 1982:46). De esta forma, la articulacidén con los simbolosasume una cierta “espontanei- dad”, que recorre el “trayecto antropolégico” de la naturaleza a la cultura (y viceversa), cuya Frontera ha sido debilitada, Con un uso metaférico de los planteamientos de Sigmund Freud, Durand “aplica” elanalisisfreudianoa lo social: proponeutilizar elesquema para ubicar (topolégicamente) los momentos y “lugares” de! trayecto antropolégico. Reconoce en el desarrollo del esquema fieudiano unaimportante diferenciacién al pasar del dualismo (inconsciente- consciente) a una triparticién, que complica el esquema en tres niveles al dividir el consciente en “yo” y “stiper-yo”: estas instancias coinciden con las dos “partes” del tra- yecto antropolégico; inconsciente (“ga”) es antes que todo una “parte” innata del trayectos “yo” y “stiper-yo” se sittian al nivel “educado” [1994:61]. Asf, el “ga” (inconsciente) serfa el dominio donde se suscitan las “imagenes arquet{picas”, vagas 0 confusas en cuanto a su figura, sin embargo, precisas en cuanto a su estructura. Este “inconsciente colectivo” se “entrelaza” o articula casi en estado natural‘! con las imagenes simbilicas del entorno, especialmente condicionadas por los roles y los personajes (méscaras) del juego social.” Ubica el “yo” social como lazona de las estratificaciones sociales: clases, castas, rangos de edad, sexo, parentesco. Dice que allf se estructuran 0 modelan roles 4! *Como el yeso en el molde", sefiala “®Aqut podrla cuestionarse esa aparente relacién demasiado directa, dependiente de lo “tisico", de lo percibido. 55 Abilio Vergara Figueroa valotizados y marginalizados. Los primeros se institucionalizan, son coherentes y formulan sus cédigos propios; mientras que los segundos son dispersos y tienen una existencia “centelleante”. Este cardcter podrfa ser lefdo en una doble dimensién: por un lado Durand valora su fuerza iluminadora, pero por otto ubica su presencia “intermitente”, como en una eterna efimeridad. Considera que, a pesar de ello, son estas imagenes “el fermento, bastante andrquico, del cambio social y del cambio del mito director” de una época. Finalmente, ubica el “siper-yo”, donde se racionalizan —en cédigos, planes, programas, ideologias, educacién o “pedagogias”— los roles positives del yo sociocultural. Si el “¢a” (ello) estd {ntimamente ligado a la estructura fisica-psicolégica del “animal social”, el “stiper-yo” se afana en construir los “ornamentos” del yo y se dedica a racionalizarlos. En este proceso, reconoce Durand, se da un empobrecimiento del imaginario en provecho de su presentacién racional(ista). El recorrido por los tres “estamentos” tiene un duracidn “mediana”: Es entonces cuando, en un recorrido temporal, los contenidos imaginarios (suetios, deseos, mitos, eteétera) de una sociedad nacen en un centelleo confuso, pero importante; se consolidan “teatralizéndose” (Jean Duvignaud, Michel Maffesoli) en. empleos “actanciales” (Algitdas Greimas, Yves Durand) positivos o negativos, que reciben sus estructuras y su valor de “confluencias” sociales diversas (apoyos politicos, econdmicos, militares, eteétera) para finalmente racionalizarse, yentonces perder su espontaneidad micogénica, en los edificios filoséficos, ideologtas y decodificaciones [1994:63)." Las imAgenes y sintagmas de imagenes que no logran inclusién en estos procesos de sistematizacién y reconocimiento son marginalizados; no obstante asedian intermitentemente y contribuyen a sus transformaciones. Uno de los espacios donde los imaginarios encuentran concrecién es en el mito, cuya realizacién expresa las formas en que esquema y arquetipo producen: Nosotros entenderemos por mito un sistema dindmico de simbolos, de arquetipos y de esquemas, sistema dindmico que, bajo el impulso de un esquema, tlende a componerse en un telato, El mito es ya un esbozo de racionalizacién, puesto que utiliza el hilo del discurso, en el que los simbolos se resuelven en palabras y los arquetipos en ideas, El mito explicita un esquerna.o un grupo de esquemas. Asfcomo 1 arquetipo promovia la idea y el simbolo engendrabael nombre, puede decirse que el mito promueve la doctrina, el sistema filoséfico, como bien ha visto Bréhier, el lacién que establecela cultura popular con la hegeménica, los imaginarlos no son exclusividad de una clase, aunque social “2 Aquiparectera resolverel problema deltipo de rel ‘aunque lo cuestiénse plantea de manera diferente: fos hageménicas estén més cerca de los “ornementos” que se esfuerzon en producir el “sper yo" Horizontes del imaginario, Hacia un reencuentro con sus tradiciones investigativas relato histérico y legendario. Es lo que ensefia de forma notable la obra de Platén en a que el pensamiento racional parece constantemente despertarse de un sueito mi{tico y en ocasiones lamentarlo [Durand, 1982:56]. Es un proceso en el que, alejéndose de los centelleos, se sistematiza y encuentra permanencia, incidiendo a su vez en ellos, complementandose y contraponiéndose sin cesar, pues también el mito yo imaginario son constitutivos c instaurativos “del comportamiento especifico del sapiens”. b. “Cuenca sem4ntica” La “cuenca semdntica” ubica el funcionamiento de las tres instancias deseritas anteriormente y tiene caracteres sistémicos, pues remite a regulares interinfluencias. Por una parte, “conduce el ‘inconsciente’ imaginatio a su empobrecimiento en el ‘stiper-yo’ institucional”, pero por otra parte destaca y subraya la capacidad de este “inconsciente” de suspender y erosionar el “siper- yo” por los centelleos abundantes del “sa” inconciente- marginalizado. Durand utiliza la metéfora fluvial para exponer las fases de este movimiento: __,}: Los centelleos, que son la emergencia permanente de imaginarios en el a” (inconsciente), que opera como fuente o manantial, 2. La “divisoria de aguas”, que muestra la competitividad de los elementos surgidos, que denomina también “querellas de escuelas”, 3. Las confluencias de estas “aguas” que competian y que surgen por las adhesiones y por el reconocimiento de algunas de ellas. 4. Bl nombre del rfo, que significa el reconocimiento de mayor significado en la nominacién a través de un “padre” fundador o un representante como reconocimiento de un proceso de institucionalizacién. 5. El arreglo de las riveras, que supone una consolidacién tedrica y la definicién de las fronteras. __ 6, Las deltas y los meandros, cuando por efecto de saturacién, el mito que el imaginario porté durante todo el trayecto espera el c{clico centelleo que viene y “se dejan penetrar, poco a poco, por dioses a venir”. Cada ciclo, cuya frontera esta marcada por el inicio —que aparece “como el agua de un rlo”— y fin del conjunto de estas seis fases, puede durar entre 150 y 180 affos. Justifica esta duracién porque considera necesarias aproximadamente cuatro generaciones para que se extiendan “de boca a oreja”, los “rumores” familiares del bisabuclo, abuelo, hasta los nietos, lo que aproximadamente se darfa en 120 afios, alos cuales hay que sumar los afios de la “institucionalizacién pedagégica de cincuenta a sesenta afios” que permitirla a un imaginario local o familiar convertirse en imaginario colectivo, gracias a presiones externas al 57 Abillo Vergara Figueroa grupo, como el desgaste de la cuenca seméntica vigente, cambios politicos, guerras, etcétera, Esta periodicidad nos parece arbitraria y no incorpora las diferencias internas de los grupos sociales, culturales o étnicos, cuyos ritmos de cambio son diferentes. Esta propuesta de “mediana duracién”, requiere argumentarse mejor siguiendo los ciclos de surgimiento y “muerte” o saturacién de los imaginarios dominantes. Asimismo, pareciera necesario introducir mayores elementos que puedan dar cuenta de los factores que llevan a un imaginario a imponerse frente aotros que compiten en el mismo periodo, asf como observar més detenidamente los cambios de velocidad en los procesos sociales y culturales: cada vez mds la humanidad acelera sus procesos y el intercambio entre el sapiens y la “sociedad- ambiente” se modifica por procesos de adquisicién tecnolégica que a su vez impactan en la duracidn de los cizcuitos sefialados en el trayecto antropolé Cabe sefialar que Durand reconoce las variaciones en el ritmo y la velocidad impuestas por la comunicacién y la tecnologia actuales, sin embargo su alcance atin me parece marginal. Se impone ahora el reflexionar acerca de las modificaciones que esta situacién introduce en la produccién de imaginarios, puesto que es la imagen (su “materia prima”), la que actualmente es objeto dela mayor transformacién productiva, en una sociedad que algunos califican “civilizacién de la imagen”. Pero no ¢s solamente la imagen “fisica” Ia que sufre estos cambios: al operarse de manera masiva, “excesiva” (Augg), ¢s posible que los centelleos modifiquen su ritmo, “contenido”, sensibilidad, “objetivos”, etcétera, al transformarse la “sociedad-global-ambiente”, la “semidsfera” :1as imagenes masivas de los medios decomunicacién, se dice, van asfixiando nuestra propia produccién de imagenes. La propuesta de Gilbert Durand define la produccién imaginaria y simbélica a partir de las siguientes categorfas: gesto-esquema-arquetipo-simbolo-estructura- régimen: ‘Ast es como 2 los esquemas de la ascensiém corresponden inmutablemente los arquetipos de la cima, del jefe, de la luminaria, mientras que los esquemas diairéticos se sustantifican en constantes arquetipicos, tales como la espada o el ritual bautismals el esquema del descenso dard el arquetipo de lo hueco, dela noche, del “Guilliver”, cexcétera, ¥ el esquema del acurrucamiento provocatd todos los arquetipos del seno y de la intimidad. Precisamente lo que diferencia el arquetipo del simple s{mbolo es generalmente su falta de ambivalencia, su universalidad constante y su adecuacién al 7 Por ejemplo, en su libro El sacrificio indiil vrabaja el trance como proceso y situacién a-estructural, una experiencia convenida, donde los participantes intervienen (creéndolo) en un rol imaginario, donde la danza y sus movimientos “disuelven” las estructuras funcionales de la sociedad que los alberga,** entrando en una situacién de liminalidad sin destino, cuya imprecisién y ambigtiedad le es caracterfstica. En estos encuentros, Duvignaud remarca la importancia de la espera —que se trabaja con un ritmo y muisica reduncantes y reiterativos—, que abstrae los miisculos de sus movimientos definidos y pone al cuerpo en disponibilidad, como un espacio también liminal, “sin sentido” preciso —sin una mirada hacia...—, creado por cada quien en colectividad —trabajando en ese espacio imaginario—, sin ser necesariamente comunidad. Esta fase de la actividad del trance se complementa por la accién de “traficar” con objetos provenientes de las més diversas licurgiasy también deo cotidiano, por el libre nombramiento de estos objetos simbélicos hibridados que produce un “efecto de alejamiento” en relacién con los roles estructurados, asf como la accidn de adscribir nuevas significaciones —en el acto y en comunién con los otros— a dichos objetos, reorganizando “lo real con lo imaginario”. Siendo que el trance libera el yo social de los iniciados, remarca la temporalidad de la construccién del “mundo imaginatio”, que abriéndose como un paréntesis sirve para incorporar a los “nacidos” del rito a las estructuras que el “momento” niega. Lo remarcable de la propuesta de Duvignaud es su concepcién de lo imaginario como un espacio de dinamismo excepcional, una esfera de transformacién intensa de la significacién social, que en el trance “desemboca en la disolucién momenténea de la vida social organizada” y del yo, cuyo proceso también se despliega, intermitentemente, en las ensofiaciones, las esperanzas, las utopias, etcétera, pero también en la accién En el quechua cusquesio hay una palabra que significa este estado: qochay, que viene dela palabra gocha (laguna) y remite a su quietud, una suerte de no espera, de intemporalidad a que se somete la persona que simplemente "se deja estar”. Como un espacio de “dislocacién del mundo funcional” [Arroyo, 1995:39). 67 Abilio Vergara Figueroa situada en lo estructural, cotidiana, puesto que “la experiencia social cx fide tanto con lo posible como con lo real [..]” [Duvignaud y Corbeau, 1981: ie En ese espacio construido, en la “antesala” del trance, “ya no se trata de determinarse en funcidn de esa “mirada de los demds” sino de dejarse ver o de ; : i Como si nos hubiésemos actuar como si esa mirada ya no tuviese importancia. librado del juicio comin: ese juicio que me impone ser lo que soy, en una funcién, en un oficio, una “situacién”, un trabajo” [Duvignaud, 1986:25], como pasando del reino del cédigo a una “regién indefinida”,” un “estado discreto”, pero también como posibilidad colectiva, como anticipacin y ensuefio ut6pico: la libertad colectiva camina mediante las metéforas, las imagenes, los slagnor [ibid.:42] que se procesan en un estadio de desprendimiento creador. Frente al racionalismo y el tercio excluido que le es concomitante, sefiala de abe semejante a Lupasco y Durand, que la “vivencia social” de los hombres recubre diversas Igicas” y que ellas incluso podian ser contradictorias entre sf, 0 cuando menos divergentes, de suerte tal quelaexperiencia visible combinara, medianteun “remiendo” permanente ytorpe, un fidgil haz de proposiciones discordantes [..] [Duvignaud y Corbeau, 1981:12]. Otro espacio en el que el imaginario se pone en cuestidn es en el de la “diferencia cultural” queabisma lo popular-hegeménicoen detrimento del primero, quede alguna forma he sefialado en Iz historia de las mentalidades y las propuestas de Moscoviei y seguidores. Michel Maffesoli sefiala que hay un reconocimiento generalizadoa la emergenciaactual dela otra cultura y plantea que delo que se trata ho es de desconocer sus diferencias, muchas veces “infranqueables”, pero s{ de “vivir su tensién paraddjica”. pee Retomando a Durand, Maffesoli sefiala que es la escisién entre lo “filoséfico- racionalista” y lo“populo-mitoldgico” la que cuestion6 el “trayecto antropolégico” que integraen un ir-y-venir culturay naturaleza. Esta distincién —pretenciosacomo toda distincién— sustentaba un poder polttico™ del que recibia también su fee y legitimidad que, operando bajo el mecanismo de la disyuncién, hacia de ee i esttategia metodoldgica omniabarcadora, Su poder de extructracin organizaba mundo bajo el orden del concepto, de orientacién generalizadora, marginal endo al “apego a los particularismos", prestigiando el ocuparse de lo lejano, de la perspectiva histérica en contra de lo préximo, lo cotidiano, de lo micro. A Jo seme rstrucci6n del dibujo, que antecode a éste s icona {1998:53] sefalo un espacio semejonte en la construccion d 4 : anes co ie aldod,especoen el que, “el abtante no habla de Tocubaye sinocon Tocuboyo. 3 ‘f..} euonto més razonable desee ser el Estado, tendré mayor ecto de une sinrazén susceptible de tratamiento 0 de yque noes tampoco la “realidad”; & Jean Starobinski sefiala este parentesco: tendencia a considerar la infraccién a las leyes como ef re-educacién" (1974:192]. Horizontes del imaginario, Hacia un reencuentro con sus tradiciones investigativas Frente a esta perspectiva Maffesoli propone una “fenomenologia compleja que sepa integrar la participacién, Ia descripcién, las natraciones vitales y las distintas manifestaciones de los imaginarios colectivos”, [1990:264 y s] a partir de reubicar las relaciones definidas por “sistemas de conjunciones” y que considere la nocién de comprensién que establece un conocimiento “directo, intuitivoy global lavez” y que conjunta los elementos que separé la racionalidad, para ahora aceptar una caracteristica de toda sociedad: “la armonfa conflictiva” donde los contrarios viven juntos “aunque sea de manera contradictoria”, Un elemento que merece ser subrayado y que ha asistido a lo largo de este escrito, ha sido el dela “temisién analégica” como recurso de conocimiento y de la imaginacién, Este mecanismo habia sido degradado por el racionalismo, pero fue recuperado por la retérica, Maffesoli lo destaca cuando dice que la “vida social descansa en un deslizamiento insensible, pero rec{proco, de experiencias, situaciones y fendmenos [...] que remiten analdgicamente unos a otros” y s¢ despliegan en “un vaivén entre lo objetivo y lo subjetivo, entre la busqueda de convivialidades y el enfoque metaférico” [sbid.:267] en un proceso continuo de “contaminacién”, retrotrayendo, al parecer, ese “holograma” metontmico y metaférico” multidireccional, que gobierna la produccién simbélica, activada por la imaginacién. Otras miradas también han trabajado esta disposicién estructurante —que abordaron historiadores, psicélogos sociales, antropdlogos y socidlogos—, los que retomaremos muy rdpidamente para mostrar, aunque sea a vuelo de pdjaro, su complejidad. Para el medievalista Jacques Le Goff, el imaginario interactia en tres campos: el de larepresentacién, lo simbélico ylo ideoldgico. El imaginario forma parte del campo de la representacién, atribuyéndole no solo la capacidad de teproduccién o de traduccién, sino la capacidad creadora, “poética en el sentido etimol6gico”. Este autor sefiala queno hay mayores diferencias entre lo imaginario y las mentalidades: “la historia de las mentalidades se sita en el punto de conjuncién de lo individual con lo colectivo, del tiempo largo y de lo cotidiano, de lo inconsciente y lo intencional, de lo estructural y lo coyuntural, de lo marginal y lo general” (Le Goff y Nora, 1974:85], donde también se ubica el imaginario, que abarcaria la historia de lo simbélico, de las representaciones globales de la sociedad, como las religiones 0 “producciones del espiritu”. Es necesario, para Le Goff, subrayar la concepcién del imaginario como un fenémeno colectivo y social. *En otro trabajo remite a esto potencia epistemolégica: “se trota de emplear los conceptos como metéforas que permitan experimentar la vida y los hechos en toda su conerecién”[1993:159]. Agregaria que estambién tuna constante Interrelacién entre la contiguidad y el distanciamiento que realizamos en la vida cotidiana y nuestras ensofiaciones, | | Abilio Vergara Figueroa Jacques Lacan aborda la problemética del imaginario articuléndolo a lo simbélico y a lo real, proponiendo que los dos primeros constituyen al viltimo. Esta diferencia y relacién es importante, en tanto que lo simbélico integra al individuo alo cultural y lo imaginario a la relacién con otros hombres, con la otredad, sefialando que si bien lo simbélico permite establecer una armonfa con lo real,“ cl imaginario los traspone, aunque en este proceso incorpora lo real para recrearlo, reconstruitlo y otorgarle un nuevo valor. En este proceso, cl papel del lenguaje es sumamente importance para Lacan, pues sin él no es posible constituir ni losimbélico nilo imaginario ni lo real, Aqu{se establece una diferencia significativa con Durand y Castoriadis, en tanto que para estos dos autores, la simbolizacién y la nominacién son ya una forma proyectiva de ser del imaginario, que si bien es su concrecién, no ¢s su nacuraleza, pues alli procesa su “paso” a lo social, densificdndose en materialidades simbélicas, abriendo el camino a lo instituido 0 hacia los ornamentos y sistematizacién del “siiper yo social” o a lo instituido. En este sentido, Castoriadis define la génesis de toda actividad humana en Jo imaginario, en cuyo centro ubica la poiesis, que [uJ contiene en sf misma lo légico y lo no-légico, lo racional y lo a-racional, !o separado y lo indiferenciado, No es amalgama, sino el magma portador en side todo aquello ala vez solidario y antagonista (Morin, 1993349). De esta forma integra las dimensiones de la realidad (0 niveles) cuyo fancionamiento separé de manera radical el racionalismo, planteando el fundador de Sacialismo o barbarie, su mutua necesidad y complementariedad. Hay aqu{ un lazo subrayable con el trayecto antropolégico durandiano y una distancia frente a determinadas propuestasde a representacién social como fragmentariedad eimitacién. En este punto, el cardcter sistémico de las producciones imaginarias y simbélicas se concepttian mAs que como coherencias entre las “partes”, como potencialidades estructurantes, en el sentido de esquema, dispositivo,*! pues el individuo social se constituye interiorizando el mundo (Castoriadis, Berger ¥ Luckmann, Turner, Durand) a través de los cédigos creados por la sociedad, Sjnteriorizando explicitamente fragmentos importantes ¢ implicitamente su totalidad virtual por los reenvios interminables que ligan magmaticamente cada fragmento de este mundo a los otros” (Castoriadis, 1993:29]; donde magma puede ser interpretado como el régimen sintético de Durand y los reenvios, © podria decir que en un determinado memento se vincula con lo instituide, que a veces se detiene o permanece —como simbolo— en 10 instituctonal, para usar la terminologia de Castoriadis. © En ambos cosos nas evoca al hébitus de Pierre Bourdieu. Horizontes del imaginario. Hacia un reencuentro con sus tradicionesinvestigativas significar el trayecto antropolégico que realiza la “fuente semdntica”, asi como a la “mentalidad” como esquema productor. Existe una interinfluencia de diversos poderes o factores de creacién: dispositivo-esquema-codificacién-fusién con la memoria que se expresan en modelos formadores insertos en el sistema simbélico, que hacen productivo el encuentro entre la informacién nueva, las imagenes que brotan, los estimulos, la memoria y el proyecto: el s{mbolo que concretiza estas conjunciones asf traza su multidireccionalidad espacio-temporo-social-ps{quico, cuyo constructor es el dispositivo imaginario. Es en este sentido como se puede entender el uso intencional del imaginario y sus simbolizaciones por el poder, por ejemplo, en las denominadas campafias psicosociales, pues “ejercer un poder simbélico no significa agregar lo ilusorio a un poderfo ‘real’, sino multiplicar y reforzar una dominacién efectiva por la apropiacién de s(mbolos, por la conjuncién de relaciones de sentido y de poderfo” [Baczko, 1991:16], yes en los poderes centralizados que han construido de lo politico un campo auténomo donde esta conciencia se actecienta y su manipulacién se convierte en trabajo de especialistas. Estos, atentos a las formulaciones imaginarias y simbélicas, pueden encontrar los espacios para producir escenarios —de hecho los analistas politicos juegan a proponerlos en situaciones de crisis 0 eleccionarias— y poner el acento en aquellos que alimenten expectativas, los temores y el miedo o la esperanza, pues, como dice Baczko, “la ideologta, factor real de los conflictos sociales, sélo opera gracias alo irreal e ilusorio que hace intervenit” [bid.:20]. En los imaginarios hay, ademds, un cierto pragmatismo que no tiene (ni exige) conciencia de esta condicién; no obstante opera como referencia espectfica en el sistema simbélico que se produce colectivamente y a través del cual ella clasifica, se percibe, se diferencia y forma comunidad, proyectay elabora sus finalidades, ademés designa su identidad elaborando una representaci6n de sf misma; marcala distribucién de los papeles y las posiciones sociales; expresa ¢ impone ciertas creencias comunes, fijando especialmente modelos formadores como el del “jefe”, el del “buen siibdito”, el del “valiente guerrero”, el del “ciudadano”, el del “militante”, etcétera (/bid.:28) La historia de las mentalidades ha encontrado otros modelos: el monéstico y el aristocrético (ordenados en torno a las nociones de soledad y el ascetismo, y de la generosidad, la hazafia, la belleza y la fidelidad, respectivamente) [Le Goff, 1979:59]. Sin embargo, de una diferencia relativa de criterios, ambos se orientan hacia el descubrimiento de esquemas generadores que estructuran —una de cuyas expresiones es concentrar alrededor de algo— todo un estilo que implica un sintagma especifico de ideas, creencias, vestimenta, valores, relaciones, etcétera. mt: Abilio Vergara Figueroa Cuando el sujeto expresa el sentido de (que adjudican a) msipetracin pe ubica en su pertenencia social, como miembro de una comunidad. En este proceso no solamente interviene la informacién que “emite” o “da” (Goffman, 1989] sino también el imaginario en tanto prejuicios, sintaxis de informaci6n con imégenes y simbolos demarcatorios y asimilativos. En este sentido, el antropélogo, como ¢ historiador, tiene la obligacién de estar conciente de las presiones de su época, a defenderse de su cosmovisién cuando aborda su “objeto”. : Un ejemplo de una manera diferente de conceptuar las relaciones gal esdecir, uno delos componentes dela “racionalidad”, nos lo proveela asociacién que se desarrolla al prohibir que el padre de un nifio pequefio pueda ingerir e pescado llamado matrinchao. Este es considerado pescado fuerte y como el nifio y el padre son de la misma sustancia, si éste lo come, los efectos irdn isan ns hijo. Dan Sperber sefiala que las interpretaciones que realizamos en la socieda casisiempre son parciales y especulativas, pero son ellas las que ad los otros (Sperber, 1997]. Esta estructuracion alégica, basads en el principio de participacién, ha sido interpretada por algunos antropélogos como mecanism: e control o validacidn de Ja paternidad, sin comprender ese dispositive que va mds all de su funcionalismo, Los nexos, las posibilidades Loitracional, lo trivial, lo afectivo, lo ambiguo, lo “indeterminado”, hasido objeto de estudio secundario o de mencién ilustrativa de la antropologia y 1a hii muchos personajesy entidades significativas de estas disciplinas se han consti desde esta Sptica, y los han presentado como singularidades diferencia cf mientras que la historia de las mentalidades los ubieé en una condicién central, emblematica, de sintesis social y de periodos histéticamente determinables. Si realizamos un recuento de los “temas” que abordaron los historiadores de las mentalidades, observaremos que sus nexos con los procesos de simboinacién y titwalizacién que conducen a conformar una cosmovisién, tienen profundas Correlaciones con las probleméticas de la antropologia, la sociologia y la psicologta. Alli, en una enumeracién répida, desfilan desde la construccién cultural de la nificz, los suefios, el cuerpo, los olores y perfumes, las mujeres, los valores, los festivales, fa muerte, la familia y a naturaleza de la autoridad parental, la sexualidad, elamor,el miedo, l pecado, lavidaemocional deloscampesinos las peregrinaciones, las historia de la religién, magia, brujerfa, lo maravilloso, los carnavales 0 como Lucien Febvre decfa, la historia de “las sensibilidades”, entre otros. Estamos pues simLolizacién y posibilitan establecer anteprobleméticas que son nucleares para la : is los espacins para acceder a los imaginatios y las representaciones sociales. eR onearcset Horlzontes del imaginarlo, Hacla un reencuentro con sus tradiciones Investigativas Una caracterfstica fundamental de este tratamiento es la tendencia hacia la “historia analftica orientada pot un problema”, misma que se desarrolla “en colaboracién con otras disciplinas” [Burke, 1999:11]. Es decir, el eje conductor de la investigacién es un determinado problema que se articula a los diferentes factores que intervienen en su desarrollo, difiriendo sustancialmente de los estilos monogréficos, permitiendo desarrollar observaciones més detenidas y establecer relaciones mas especificas en los diversos campos. Desde una perspectiva antropolégica, esta historia tiene muchos elementos que aportar: laidea de un viaje hacia la antropologia hizo dela historia una fuente imprescindible para los antropélogos, pues transformaron los hechos que trataron, “devolviéndole” los “materiales” con una plusvalfa significativa, en la que, por cjemplo, la cultura (como Ia lengua) puede verse como “una jaula flexible ¢ invisible para ejercer dentro de ella la propia libertad condicionada” [Ginzburg, 2000:25], y esto vale tanto para las prdcticas como para la investigacién. Los estudios del imaginario, las tepresentaciones sociales, tienen en comin observar al hombre en una dimensién miltiple y acudir alas disciplinas vecinas para conducir su trabajo, asf, la psicologta, la sociologfa, la antropologta, el psicoandlisis, la neurologfa, la geografla, Ia lingiifstica, Ia econom(a, se comple- mentan en un proyecto que, siguiendo a Edgar Morin, podrfamos llamar complejo: es un proceso en el que los historiadores ofician, en palabras de Burke, como antropdlogos, socidlogos, gedgrafos. La produccién del imaginario es un acto cotidiano que consiste en integrar las imagenes que fluyen “de nuestro interior” en un sintagma que da como fruto una suerte de “discurso” que las integra, permitiendo la recreacién de las propias imagenes que pueden convertirse en signos 0 simbolos articulados por dicha “aecién” productiva, que encuentra su concrecién en el s(mbolo. Esta accién recupera el pasado en la circunstancia de la produccién, sin por ello dar una prioridad conscientea una temporalidad, Laintencionalidad histérica o proyectiva puede reformular esta aseveracién; sin embargo, en la produccién del imaginario, la supeditacién del pasado no significa su negacién sino su “reuso” o “reciclaje”; tampoco significa su reproduccién, sino su reinvencién. En el Ambito metodolégico, las mentalidades estructuraron redes que se tejen del individuo al conjunto. Las representaciones sociales dinamizaron la relacién individuo-colectividad, mientras que los estudios del imaginario encontraron en 4l un mediador entre Ja naturaleza y la cultura, reintegrando el proceso mutual, El imaginario, entonces, se concibe no como la negacién de lo racional sino como su incorporacién; no opone lo funcional a lo seméntico, sino que lo integra, tampoco subjetividad frente a objetividad, ni conciente-inconsciente, sino los ubica complementariamente, no obstante que reconoce sus 73 74 Abillo Vergara Figueroa, contradicciones y hasta antagonismos. Es el imaginario el “espacio” donde coinciden estos opuestos y procesan sus interacciones, cuya concrecién fundamental es el simbolo. Se puede dejar para lo racional al signo como su forma de expresién mds caracterfstica y para el inconsciente, la imagen, sirviendo el simbolo no solamente como mediador sino como estructurador que modifica a ambos. Esta definicién no obvia la tensa disputa que detectaron los fundadores de la teorfa del imaginario,# entre la denominada ontologfa dindmica y fusional contra la ontologia estitica de cardcter Iégico y racional, cuya base se estructura bajo significados un{vocoscuya expresin se designa semiolégicamente, mientras que el imaginatio produce una significacién basada en la ambigitedad, plastica y telacionante. Invocar, en este escrito, a las propuestas de andlisis que se incorporan en el presente capitulo no significa olvidar sus diferencias y limitaciones, sino que busca entregat las rutas que han seguido las diferentes disciplinas para desarrollar el abordaje del imaginario y el simbolismo. En este sentido, la historia de las mentalidades, la de las representaciones sociales y del imaginario, abren humerosas puertas tanto en el orden de la problematizacién como en el de las metodologfas para entender esa facultad del simbolismo para acercar lo distante y separar lo cercano y posibilitar nuestro acceso a lo indecible, por lo que opera como fundante de lo real y factor de accidn e interpretacién. En este sentido, se reafirma la complejidad (con Morin, Bateson, Durand) delo humanoylanecesariacomplementariedad del abordamiento interdisciplinar, mediante la colaboracién entre la filosofia, la ética, la retérica, la antropologia, lasociologfa, la psicologfa, la historia, la literatura, entre otras, Podemos agregar distintas éreas de conformacién humana, espacial y temporal como las pedagogfas, la arquitectura, el arte, la poesia, la musica. ‘Asimismo, si bien las representaciones sociales y las mentalidades resisten el embate de quienes afirman la diferencia sobre ia uniformidad social —no obstante que algunas posturas en ambas reconocen, por ejemplo, la coexistencia de “diversas mentalidades” inclusive en “el mismo individuo”— es en la circulacién de los modelos (parciales que articulan una atmésfera de época) que se puede vislumbrar la comprensién de la diferencia, la que ya no seré entendida de manera especular: popular-copia-hegeménica, sino en la mutua interaccién, que no anulando el conflicto la hace convivir entrela adecuacién y la resistencia, como su caracter{stica. Ver por ejemplo, en este mismo libro, el articulo de Michel Matfesoli; igualmente a Castoriadis, Durand, Bostide, entre otros. Horizontes del imaginario. Hacia un reencuentro con sus tradiciones investigativas Bronislaw Baczko sefialaba que “la mitologia nacida de un acontecimiento, amenudo prevalece sobre el acontecimiento mismo”. En el habla popular se dice que “recordar es vivir’. La gente muere por sus dioses, patria y antepasados, y demarca los estratos que separan su piel y sus fronteras de los otros —con la mirada, el tacto 0 el olfato— bajo simbolos que hacen permanecer mds alld esas sensaciones y percepciones, que a su vez activan imagenes que dan vigencia a esos simbolos, demarcaciones, sensaciones, etcétera, y asf sucesivamente. En este cap(tulo del libro se desarrolla un intento por entreabrir los caminos —ya seguidos, por vias separadas— para escudrifiar al simbolismo; pero esa es una historia a seguir, aun cuando la separacién que establecemos al detenernos aqui s6lo sea posible con una finalidad expositiva, pues, como dice Leslie White: Asi, (con simbolos) el hombre construyé un nuevo mundo dénde vivir, Sin duda, todavia pisaba la tierra, sentia el viento contra sus mejillas o lo ofa suspirar entre los pinos; bebia en arroyos, dormfa bajo las estzellas y se despertaba para saludar el sol. jPero no era el mismo sol! Nada era ya lo mismo. Todo estaba ‘bafiado en luz celestial’, y habfa ‘insinuaciones de inmorcalidad’ en cada mano. El agua no era meramente algo para apagar la sed; podia conceder la vida eterna. Entre el hombre y la naturaleza colgaba el velo de la cultura, y él no podia ver nada, salvo a través de ese medio. Todavia utilizaba sus sentidos. Tallaba Ia piedra, cazaba el ciervo, se apareaba y tenfa progenie. Pero permedndolo todo estaba Ia esencia de las palabras: los significados y valores que hay més alld de los sentidos. Y es0s significados y valores lo guiaron —ademds de sus sentidos— y a menudo tuvieron precedencia sobre ellos [en Sahlins, 1988:108-109]}. Esta bella construccién sirve también para repensar algunos posicionamientos de quienes consideran al imaginario como un espacio prescindible en la investigacién antropoldgica; puede servir también para tener una mejor relacién con estos temas que todavia hoy algunos cali 75 76 Abillo Vergara Figueroa Bibliografia Abric, Jean-Claude (dir.) 2001 Practicas sociales y representaciones, México, Ediciones Coyoacén. Agulhon, Maurice 1994 Historia vagabunda, México, Instituto Mora. 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Al margen delas modificaciones que este conocimiento ha suftido y de las miiltiples voces que la problematizan, interesa su forma de pensar esta relacién entre la “naturaleza” del sapiens y las “intimaciones” del entorno. El paleoencéfalo se caracteriza por ser el centro de la agresividad “reptilinea” y el mesoencéfalo, centro de la emotividad “mamifera”, Sefiala que es el “tercer cerebro” (éroisidme cerveau), que ocupa las dos terceras partes de la masa encefilica, que “por sus ligazones neurolégicas controla toda la informacién filtrada por las otras esferas del sistema nervioso”, La riqueza de sus articulaciones permite no sélo laligazén simbélica entre objetos distintos, sino articulaciones simbélicas ilimitadas, y en particular “la ligazén entre dos sistemas representativos”: visual y auditivo, [Durand, 1994:27], permitiendo sonorizar una imagen o convertiren imagen una figura musical. Estas facultades (anatémicas y fisiolégicas) son “trabajadas” en el largo proceso de socializacién, produciéndose una suerte de “construccién” del cerebro y sus facultades, pues es el hombre el nico set cuya “maduracién lenta le permite al medio social jugar un gran rol en el aprendizaje cerebral” [Paul Chauchard, en Durand, 1994:30]. Por otro lado, Paul Chauchard confirma los trabajos de otros investigadores, entre ellos R. Sperry (premio Nobel de medicinaen 1981) y localiza los procesos mentales y de simbolizacién en dos hemisfetios: 1- Circunvalacién frontal izquierda o hemisferio izquierdo: all{ se ubica el pensamiento verbalizado, la conciencia reflexiva, el aspecto sintéctico de la escritura, 2- El hemisferio derecho, llamado también “cerebro mudo”, seria la base o asiento de los pensamientos y lenguajes no ldgicos (musical, icénico, etcétera) de representaciones cargadas de afectividad del esquema corporal. Estos dos “cerebros” son articulados 0 ligados por el “cuerpo calloso” (corps calleux) producido por la cultura y la educacién. De lo imaginario a lo «ficcional total» Marc Augé* El término “imagen” tiene varias significaciones que es necesario distinguir, aunque no sean completamente disociables unas de otras. En una primera aproximacién se pueden distinguir cuatro clases de imégenes o modalidades de la imagen: 1, Una imagen es, ante todo, una forma material —gréfica, pldstica, arquitectnica—, 2. Esta forma puede ser la representacién, directa o indirecta, inmediata o transpuesta, de un reference material, moral o intelectual. 3. Las imdgenes mentalles, ligadas a las percepciones 0 a los efectos de la imaginacién, estén asociadas a las palabras y a los conceptos; se autonomizan relativamente en los fantasmas, las alucinaciones o en los suefios. 4, Diferentes de lassimples representaciones, los registros de lo real —fotograflas, peliculas de cine— vuelven complejala relacién entre lo real y su representacién, o entre las relaciones de lo real y la ficcidn. Por otro lado, actualmente podemos preguntaros si la imagen virtual constituye una quinta categorfa o si no es més bien el resultado de una mezcla de esas categorfas que se encuentran ligadas entre sf. Una forma “pura” puede suscitar imagenes mentales o tomar valor de simbolo (crear de alguna manera su propio referente). La calidad de una representacién nos reenvia a una experiencia de percepcién directa (apreciacién de una similitud, de una visién en el espacio). La calidad de una simbolizacién nos reenviaa una experiencia socioldgica (por ejemplo, porsu capacidad de movilizacién) 0 a una experiencia psicoldgica (por su aptitud para provocar imagenes mentales). La tematica del simbolo (que no es simbolo de cualquier cosa mientras no sea simbolo para algunos) se inscribe dentro de esta perspectiva. Las imagenes mentales pueden suscitar claboraciones formales y eventualmente artisticas. El registro de lo real puede ser mas o menos subjetivo, pero es siempre parcial, pues reenvia al imaginario de quien toma las imagenes y al imaginario del receptor de las mismas. A partir de este inventario esquemético pueden plantearse dos tipos de problemas: E] primero trata sobre las ventajas y los inconvenientes del recurso de la imagen en el marco de la practica cientifica. Este no es un tema que concierna directamente a la etnologfa, en la medida en que las figuras y los esquemas no juegan otro papel sino el de simple ilustracién. La dificultad para * Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, Paris Mare Augé el etndlogo se encuentra en la necesidad que tiene a veces de traducir términos por intuicién, sin que posea el concepto preciso, en los cuales, asummiendo una posicién de militante (por ejemplo, cuando es misionero), substituye imagenes brestadas a sus propias referencias, hablando por ejemplo de “alma”, de “dngel didn” cuando traduce nociones que corresponden a otra esfera semantica de Ta realidad diferente ala de su propia cultura. : Elsegundo problema, estrechamente ligado al primero, es nuestra relacién con las imagenes y alas técnicas contemporéneas dela imagen. La condena que se hace al mundo medidtico no tiene siempre consistencia y puede crear un efecto boomerang con contraataques estercotipados. Por un lado tenemos los andlisis de Paul Virilio, quien nos advierte que la comunicacién ala velocidad dela luzes una amenaza para la realidad de los Estados y para los fundamentos de la democracia. Estos andlisis pueden parecer abusivamente apocalipticos. Por otro lado, los desarrollos sobre la televisidn, que sc ha convertido en una especie de nueva dgora, y los desarrollos sobre la socializacién indirecta, inducida por la referencia a una cultura televisiva compartida, pecan de cierto angelismo tecnolégico, = La etnologia se encuentra en buena posicién para abordar de manera original esas nuevas interrogantes. Esta ciencia ha trabajado sobre las imagenes de los otros, sus relaciones con el suefio, los rituales de posesién y la ficcién. Por otro lado, su objeto central es el de las relaciones de identidad y de alteridad y sobre todo, la manera en que la identidad individual o colectiva, en contextos diferentes, se construye a través de la simbolizacién de las relaciones con ¢l otro; frecuentemente a través de acontecimientos que pueden ser interpretados, como el sucfo, el trance o la posesién, es decir, a través de imagenes. Unsuefio debe ser interpretado; una posesién, identificada. Los historiadores dela Edad Media (Le Goff, Schmitt, Ginzburg) han estudiado la manera cémo los suefios y sobre todo aquellos a través de los cuales son representades los muertos, son la base de la subjetividad literaria. Interrogar al imaginario actual puede permitimnos identificar ciertos desafios de la vida social contemporsnea. La ficcidn, desde un punto de vista antropolégico, es interesante por tres razones: por sus relaciones con la imaginacién individual que la concibe o que la recibe; por sus relaciones con el imaginario colectivo que puede utilizar y contribuye también a ensiquecer y a modificar; finalmente, con respecto a las relaciones que mantiene con el exterior, y que esté ligada de una u otra manera a la historia, la psicologta, a lo social, lo religioso, etcétera, Recordemos la f6rmula de C, Metz [1997]: ‘Ante todo, la ficeién no es solamente Ia capacidad de inventar una ficcién; es la existencia, histéricamente constituida y mucho més generalizada, de un régimen de fancionamiento ps{quico socialmente reglamentado, que llamamos, justamente, ficcién. Deloimaginario ato «ficcional total» O sea que el régimen de ficcién, si se puede utilizar esta expresién sintética, tiene consecuencias institucionales, sociales y prdcticas de todo orden. La existencia de una industria cinematogréfica, por ejemplo, tiene influencia sobre los gustos y los imaginarios que la han hecho posible. Por otra parte, es evidente que los medios de comunicacién y los avances tecnolégicos ejercen una influencia considerable sobre la organizacién del guidn, sobre la posicidn de los actores y de cierta manera, sobre el estatuto dela ficcién. Esto da como resultado un régimen de ficcién especifica. Quisiera tratar aquf de forma relativamente precisa la cuestién de saber si un exceso de imagenes puede convertirse en enemigo de la imaginacién, la cuestién del estatuto de lo imaginario, privilegiando el desarrollo de la ficcién. Este paso a lo “ficcional total” desborda el espacio de los medios decomunicacién y, por tanto, corre el riesgo de quitarle el sentido alla distincién realidad/ficcién. Para responder aeste interrogante, voy acomenzara definir tres nociones instrumentales operatorias: el triéngulo del imaginario, la guerra de los suefios y el estadio de la pantalla, antes de examinar lo que son actualmente las principales modalidades de recepcién y fabricacién de la imagen. Primero abordemos las nociones: Con sridngulo de lo imaginario, se representa la corriente ininterrumpida que circula en los dossentidos, entre imaginacién y ficcidn, pero también entre individuo y colectividad. Se pueden distinguir tres polos: imaginario individual, imaginario colectivo y ficcién como creacién. Para ser mds precisos, diremos que el suefio sesitta en el polo del imaginario individual, que l mito se encuentra en el polo del imaginario colectivo y la novela en el polo ficcién como creacién. Por supuesto que podrfamos dat otros ejemplos con tespecto a cada uno de los polos. Estos se influencian reciprocamente, dando como resultado, histéricamente, formas hibridas del imaginario que no tienen una relacién exclusiva con ninguno de los tres polos. Para reforzar la idea de una circulacidn intensa en ambos sentidos entre los tres polos, vamos a utilizar ciertos testimonios. En L‘Inquiétante étrangeté et autres essais, Freud trata de establecer una relaci6n entre la literatura, el juego del nifio y el fantasma del adolescente. El creador literario, como el adolescente que fantasea, toma en serio su fantasfa, pero como el nifio que juega, él no abandona su imbricacién con la realidad. Lo que lo diferencia del adolescente que fantasea, es que separa su mundo de fantasfa y la realidad. En “Le Delire et les réves dans la gradiva de W. Jensen”, Freud insiste sobre el hecho de que la materia prima del psicoterapeuta y la del creador literario son las mismas. La diferencia se ubica en el hecho de que el escritor dirige su atencién a su propio inconsciente, mientras que el terapeuta observa el de los otros. Sise admite facilmente que el imaginario individual es una fuente importante de la ficcién, no hay que subestimar el papel de lo imaginario y de la iniciativa individual en la conformaciédn del imaginario colectivo. Leiris [1996] sefiala que 87 88 ‘Marc Augé el mito del zar se enriquece con las historias de los acontecimientos terrestres a los cuales les atribuye su paternidad, Devereux [1972], dice a propésito de los indios mohaves, que el mito es eficaz porque ha sido previamente sofiado. El imaginario colectivo informa siempre de una manera més 0 menos acentuada, al imaginario individual. De ahf la posibilidad de hacer intervenir lo simbélico cultural en la interpretacién de los suefios individuales. Pero hay que prestar arencién también a los estrechos lazos que unen el imaginario colectivo alas formas literarias que, contrariamente a la evidencia, no son exclusivos de la invenci6n individual: epopeyas, leyendas o cuentos en los cuales Freud veta los “vestigios deformados de las fantasfas del deseo pertenecientes a naciones enteras, a los suefios seculares de una humanidad joven”. Més alld de la belleza de la expresién de Freud, se puede sefialar la atencién que se prestaalajuventud yalainfancia. Lo que hay de colectivo en los uefios dela humanidad, jovenone, puedeser unaimagen del comienzoy dela infancia, quesin dudacsinseparable de la imagen de la muerte. En muchas sociedades, los niffos son considerados como portadores de elementos que provienen de los muertos; todo nacimiento es una reencarnacién parcial. Sabemos que en cualquier individuo sus recuerdos de la infancia se encuentran asociados a los recuerdos de los muertos, que en esa época vivian, lo rodeaban y lo protegian. Los historiadores de la Edad Media como J. Le Goff y Jean Claude Schmitt han mostrado, a partir de numetosos ejemplos, cémo las historias autobiogréficas que hablan de los aparecidos o las historias de los suefiosy de las visiones, han contribuido ala formacién del yo y de la subjetividad literaria. Carlo Ginzburg se ha intetrogado, en su libro Le Sabbat des sorcidres, sobre la generalizacién en toda Europa de temas chaménicos —al limite de una difusién histérica o de un efecto de estructura—y pregunta, finalmente, si no habria que considerar la experiencia real o imaginaria de ia muerte como la materia prima de toda historia posible, sola En cuanto al polo de a ficcibn, es evidente que repercute sobre los imaginarios individuales y colectivos. Ademés, nos podemas preguntar si la existencia de las historias de ficcidn, por el juego que introduce en su relacién con el mito, establece con él una relacién a la vez de distancia y de proximidad: una ambigiiedad, que es la condicién problemdtica de toda adhesién. Es un poco lo que sugiere J. P. Vernant [1996] cuando habla de las ereencias y dela ficcién como dos polos opuestos, pero en cierta forma complementarios. Los primeros poctas son los eds inspirados, que constituyen de una cierta manera la memoria del grupo, tecapitulan su saber, son los que permiren la unién social; luego el estatuto dela poesfa cambia, pero la confianza no se pierde, aunque se sabe que lo que dice no es la realidad absoluta: [..] Cuales la relacién entre esta confianza otorgada alos poetas, esta confianza que yo diria fundamental —la confianza en sf misma, en su propia cultura, en su propia ‘manera de pensar— y el hecho de que, répidamente, aparece la idea de que todo esto constituye lo que se llama la ficcién, cosas imaginarias que no son lo real? Deloimaginario alo «ficclonal total» La segunda nocién instrumental operatoria es la guerra de los sueftos (guerre des réves), que puede servirnos para situar el problema de la imagen en su contexto de enfrentamiento y dominacién. Sabemos que las sociedades viven también a través de lo imaginario—un imaginario que no tiene que ver con la ficcién gratuita sino con la necesidad de simbolizar el mundo, el espacio y el tiempo para comprenderlos—, por 30, en todos los grupos sociales, la existencia de los mitos, de las historias, de inscripciones simbélicas, son referencias queorganizan las relaciones entre unosy ottos. En las situaciones de contacto cultural y de colonizacién, uno de los terrenos de encuentroy de enfrentamiento es, por lo tanto, el del imaginario. Las estrategias de conversién se parecen a una guerra de imagenes que es necesario ganat para disminuir el nticleo dela iiltima resistencia, Los historiadores ya citados dela Edad Media han estudiado las estrategias de la Iglesia para consolidar en Eutopa la base del cristianismo. Pero S. Gruzinski, sobre todo en su libro La Guerre des images nos muestra, de la forma mds comprensible posible y baséndose sobre el ejemplo de México del siglo xvry de los siglos siguientes, cémo se opera este tipo de estrategia, quede manera literal es una estrategia de sustitucién. Las érdenes religiosas mendi- cantes y mds tarde los jesuitas, trataron de reemplazar con las imagenes ctistianas las imAgenes sofisticadas de la tradicién india, también muy elaboradas (estatuas, pictografla, la coleccién oficial de las formulas farmacéuticas, los atuendos, la religidn ensefiada alos nifios de la nobleza en colegios especializados). En todos los casos, laestrategia empleada, por diferentes medios, era la de empujar el imaginario colectivo de los indios hacia la posicién de la ficcién (donde el imaginario puede reconvertirse en forma de leyenda, de folclor, de curiosidad y de color local) implantando en el polo de lo imaginario colectivo las nuevas imagenes ligadas a las nuevas creencias, al cristianismo. Vamos a dejar de lado esta vieja historia. Ella provoca todavia resistencias y teinterpretaciones, por ello aparece un fenémeno de superposicién de imagenes; el cambio nunca es completo. La Iglesia nunca est segura de la sumisidn de los indios, y ellos, con el paso del tiempo, imprimen su imaginacién en el catolicismo hispano-romano. La figura del “desencantamiento del mundo” forma parte del mistno dispositive: tratade evacuar la religién cristiana y los restos del paganismo hacia el polo de a ficcién ¢ imponer sus propios mitos, su visién del futuro, a los mitos del pasado. Esto es, al menos, el modelo. Se sabe que en la realidad no hay sustitucién pura y simple, sino fendmenos de superposicién de imagenes, ligadas a las resistencias de los unos, a las derrotas de los otros y a la coexistencia necesaria de estos tres polos del imaginario, En definitiva, podrfamos preguntarnos si la situacién actual no tiene algo de inédito, de no superable. Algo de inédito porque aparece un nuevo fendmeno de substitucién incompleta: los mitos de la modernidad (las grandes historias, los mitos del futuro ligados ala idea de progreso) son bien eliminados por el lado dela ficcién, 89 90 ‘Marc Auge peronadallosreemplaza. Porotrolado, lastuacién de postmodernidad estécaracterizada por una sobreabundancia de imagenes que no pretenden trazar un bosquejo deun nuevoimaginario colectivo. Algo de insuperable, a causa dela coexistenciainmovilizada dleese vacfo del imaginario colectivoy del exceso deimagenes. Se podria decir demanera diferente: podemoscreer que estamos colonizados perosin saber por quién; colonizados por la imagen, pero sin saber de dénde viene y ni siquiera saber lo que representa. Para precisar este ultimo punto, se puede invocar la tercera nocién instrumental, el estadio de la pantalla, " i :Quése entiende por esto? Segin Christian Mets, no es el equivalence alors di del espejo, porque no es mds una imagen de mi propio cuerpo en la pantalla, En cuanto al fenémeno de identificacién, en donde el cine ocupa ese lugar, se construye menos alrededor de un sujeto-objeto (ese yo que es otro), que alrededor de un sujeto puro, de un sujeto, dice Met, “que ve todo y es invisible, que se siti en el punto de fuuga de la perspectiva monocular retomada ala pintura por el cine”. Es clsporive cinematogréfico mismo, esa mirada sin cara, ala que se identifica el espectador. ‘Meta, sirviéndose de una comparacién entre estado filmico y estado onfrico, propone dos observaciones que llaman nuestra atencién. En la primera nos propone observat, en la actitud del espectador de cine, una regresién narcisista y tine disminucién de las defensas del Yo. La segunda observacién, al contrario, induce un efecto que se distingue al mismo tiempo dela identificacién a la pelfcula como dispositivo, como “instancia visible” y de la identificacién secundaria a los personajes: el sujeto que percibe reconoce entonees la existencia del Otro andlogo fs{ mismo, andlogo al yo-sujeto de la percepcién. El efecto mismo del cxadio del espejo se inviert. En el estadio de la pantalla, por principio excepcional, porque Jas imégenes son los instrumentos y porque ¢! fancasma de los otros, comiinmente nos retiene poco, es el Otro lo que se transforma en un Yo. “a Cuando el espectador toma conciencia de que las imagenes cinematograficas responden a sus fantasmas, escribe Metz, [uu] la satisfaccién —el sentimiento de un pequefio milagro, como en el estado de pasién amorosa cuando es compartida— provoca un efecto raro de encontrar, que puede definirse como la ruptura de una soledad ordinasia (..]. Laficcién, como lo vernos en esta versidn optimista y excepcional del estadio ie la pantalla, puede set, para Ia imaginacién y la memoria de un individuo, la oportunidad de sentir la existencia de otros imaginarios ademas. del suyo, pero andlogos al suyo. Pero esa experiencia se alcanza.alavver en laexistencia de una iin reconocida como tal (de una vista sobre lo real que no se confunde con él ni con los imaginarioscolectivos quelo interpretan)y sobre la existenciade un autor reconocido Com tal, con sus caracter(sticas singulares einstituyendo de ese hecho, con cada uno de los que constituyen el pablico y quizAs entre ellos, una ligazén de socializacién. | Delo imaginarioa lo«ficcional total» Actualmente, ¢s sobre estos dos puntos (el estatuto dela ficcidn y el lugar que ocupa clautor) que podrfamos plantearalgunas preguntasapartir dedos puntos complementarios: con tespecto a la recepcidn de las imagenes y con respecto a su concepcién. Elpaso alo “ficcional total” correspondeal vacto de los dos polos imaginario- colective y creacién-ficcién: el imaginario individual, fascinado, no tiene frente as{sino una imagen-ficcién (ficcién sin autor ¢ imagen desprovista de simbélica colectiva), Una vez més estamos evocando aqu{una situacién-l{mite (Ia sociologia, afortunadamente, es més compleja que los modelos), que sin embargo da cuenta de una serie de tendencias. El cardcter familiar de la televisién tiene efectos “regresivos” particulares: suscita ante todo la no distincién entre las categorfas de lo real y de la Ficcién (confusién personaje/actor, acontecimientos organizados para ser “vistos” en la televisién, como el desembarco en Somalia) y tiende a disolver Ja nocién de autor, eliminando al mismo tiempo la posibilidad de los fenémenos de identificacién correspondientes al “estadio de la pantalla”, En este mundo “ficcional”, todo “testigo” puede ser visto como representativo (“el consumidor furioso” o “el joven de las barriadas” no son més que siluetas en el teatro de sombras que dimane del espectéculo que es el mundo). Este espectdculo (en imAgenes) se encuentra en las transformaciones del espacio (referenciaalos parques de atracciones —entertainment—, a Disneylandia yalaideologia del curismo en general, sobre todo al papel que juegan las cdmaras filmadoras en la prictica turfstica). El mundo se divide cada vez mds entre los que miran y los que son mirados, pero no necesariamente vistos. Las ilusiones del exotismo no han muerto a los ojos de los turistas que recorren la tierra; todavia les sirven para distinguir esos lugares que forman parte de sus suefios, de sus habitantes, quienes, por causa de los movimientos migratorios contempordneos, terminan por desembarcar en sus propios pafses. Los emigrantes (al menos una parte de ellos) se sienten, en sentido inverso al del turista, fascinados por una cierta imagen del occidente rico. Todos son receptores de imagenes y, especialmente, todos miran las mismas series producidas en los Estados Unidos. Pero los turistas se encuentran mds sumergidos en la ideologia de la imagen: ellos mismos son fabricantes de imagenes, como si el espacio que recorren no tomara sentido sino a través de su reproduccién y la distancia que se instala no solamente entre el sujeto y el objeto de la observacién, sino entre el sujeto y él mismo; que el sujeto mismo no se percibe sino como una mirada y es més, como una mirada diferida o en retrospectiva, ¢s una mirada incapaz de situarse en el presente de s{ mismo. Habrfa que retomar esos elementos de andlisis para situarlos en una relaci6n con el tiempo. Hasta ahora hemos privilegiado, alrededor de la nocién de imagen, una referencia al espacio. Y es justamente el espacio el que aparece en cuestién cuando evoco la fascinacién por la imagen (inmovilizacién ante una 91 ‘Marc Augé. pantalla) 0, a través de los “no-lugares”, la desimbolizacién del espacio. Llamo ho-lugar a.un espacio donde no puede leerse identidad ni relacién ni historia. Eridentemente, no olvidamos que las modificaciones del espacio corresponden a las modificaciones semejantes en la percepcién del tiempo. Pero es sobre ests correspondencia que vale la pena insistir ahora, para comprender el_ paso de lo imaginario alo “ficcional total”, que es caracterfstico (al menos a titulo de amenaza, devirtualidad) de la época y el mundo contempordneos. Puede ser que gracias esta “nsistencia” lleguemos a precisarel sentido del calificativo “virtual”, utilizado hasta ahora de manera confusa: las imagenes llamadas “vireuales” no lo son, en efecto, en tanto queimagenes son imagenes actuales yciertas de as realidades que representan, ademés, son también actuales; en cambio, todaslas ficciones alas que da forma, todos Jos “muindos” que representan (como en Jos juegos de video), ne son forzosamente “Virtuales?, ene sentido de que no tienen ninguna oportunidad, ninguna posibilida de convertitse en “actuales”, de realizarse, no son realidades “en potencia’. Lo que ¢s virtual, en cambio, 2 la manera le amenaza, es el efecto de la fascinacién absolute, de reenvio reefproco de la imagen a la mirada y de la mirada a la imagen, que ¢ desarrollo de las tecnologfas de la imagen puede ocasionar. i Tncentemos caracterizar en tétminos de tiempo los elementos de andlisis uf. Pr Togslo imaginario individual-colectivo-deficei6n supone idealmence unaespecie de sincronia, una dobley armoniosa circulacién por la cual cada polo itiga ls otros dos y a la vere itrgado por ellos. Pero esta sincronfa no es més que una apariencia, porque fuera de toda crisis histérica, el trdngulo de 'o imaginatio define més un espacio en expansién continua que una superficie plana. Este espacio en expansién ¢s plural al mismo tiempo, comandado por Velocidades diferentes. Al nivel del imaginario colectivo, hemos sefialado que un ritual puede evolucionar bajo la accién de iniciativas individuales y que los mitos también evolucionan bajo la influencia contingente de algunos azares individuales: recordemos que los posetdos, descritos por Leiris, posefdos por los zares “que se les parecen” y cuyas incidencias de vida, las aventuras, pueden enriquecer y modificar al volver la imagen de aquellos que los poseen —que son, ademés, jes de un panteén, figuras miticas—. ees tmito sobre la historia es més general yno existe, desde este punto de vista, diferencia esencial entre las cosmogontas, los mitos mds “hist6ricos” que evocan la fandacién de una ciudad o el paso de un 1f0, 0 los embriones de una historia donde a encuentran implicados personajes legendatios, personajes histbricos o los héroes de la actualidad, quesona ha vezpotencias" que poseen’”, por ejemplo, enloscultosamericanos como el Umbanda brasilefio o el culto de Marfa Lionza en Venezuela, a El imaginario de ficcidn puede ser considerado, si releemos los andlisis de Vernant, como una fuga fuera del mito. La paradoja de la religién seria que no Delo imaginario alo «ficcional total» cesa de desmitificarse al paso de su “transformacién en historia”. El concepto de religidn, “del fin de la religién”, reservado por Marcel Gauchet solamente al cristianismo, podrfa, en esa hipétesis, aparecer como la paradoja de la religién misma, una paradoja de toda religién. Podemos encontrar una réplica inversa y simétrica de esta deriva (deriva insensible como la de los continentes) en los intentos de unos novelistas de retorno al mito 0, lo que es més, retorno a la anterioridad absoluta, a lo pre-social y a lo pre-narrativo (es un fantasma que Conrad utiliza en la metéfora del viaje “en el corazén de las tinieblas”). Finalmente, todos sabemos por simple experiencia que el imaginario individual esta sometido ala accién del tiempo que pasa y que la sociedad podrfa, desde este punto de vista, definirse como la coexistencia o la cohabitacién de individuos y de grupos que no tienen las mismas nostalgias ni las mismas esperanzas ni los mismos temores. En resumen, ninguna de las polaridades del tridngulo de lo imaginatio define tuna posicién estable y compartida: los suefios tienen una edad (la edad de aquellos quelos suefian), los mitos tienen una historia, laficcidn tiene sus génetos y sus modas. Estas evoluciones tienen ritmos bien diferentes, pero no tan lejanos que no puedan dejar su impronta en las interrelaciones efectivas entre los tres polos del imaginario. Con la guerra de los suefios, realidad histérica por excelencia, la dimensién temporal es esencial, ya que pertencce al lenguaje de la guerra, Los esfuerzos que realizan los representantes del nuevo imaginario colectivo para hacer del antiguo imaginario una ficcién y un folclor, se expresan naturalmente en términos temporales; los viejos odres nunca han servido para guardar el vino nuevo. El nuevo imaginario habla menos delaverdad y del error que deactualidad o de modernidad, opuestas al cardcter conservador o retrégrado de aquellos a quien desplaza al polo dela ficcién. Bl carécter cruely chocante de toda colonizaci6n delos espfritus (toda colonizacién es también colonizacién de los esp{titus), es lo que hace saber a los jévenes de una misma generacién que sus padres no solamente estaban en el error, sino que pertenecfan a otra época, a una prehistoria. La segunda fundacién, la fundacién colonial, tiene que pasar necesariamente por el desprecio que va aafectar al individuo en su misma identidad individual la que, como toda identidad, pasa primero que nada por la relacién a sus padres—. {Qué pasa con eso que he llamado estadio de la pantalla? Ese estadio indiscutiblemente corresponde a una “destemporalizacién” de la percepcidn de lo social. La historia se convierte en moda, pero es una historia copiosamente puesta en ficcién: encontramos esta tendencia en las reivindicaciones de las poblaciones que fueron colonizadas y siempre sociolégicamente minoritarias, a pesar, algunas veces, de su demograffa mayoritaria (que hacen un Ilamado, para reivindicarsu originalidad, aun pasado oa una religién ampliamente reconstituidos). También encontramos esta tendencia en los pafses occidentales como Francia, 93 94 Mare Augé donde el culto ala conmemoracién, como lo ha precisado Pierre Nora en su libro Lieux de mémoire, se substituye a una préctica efectiva de la memoria. La idea, sepiin la cual Ja historia no tiene sentido y el futuro no es considerado como la columna vertebral del presente, completa esta “destemporalizacién” del pasado y contribuye a situar el presente entre dos vacfos temporales. Esta ideologizacién del presente (que se acomoda bien de los efectos dela instantaneidad inducidos por el progreso de las tecnologfas) oscila entre dos posiciones intelectuales: 4) Una posicidn nihilista que hace del presente la sola realidad, pero una realidad definitivamente liberada de todo peso, escapando a toda Srbita: una deriva que, en todo rigor, no tiene nada que decirs y b) Unaposicién conservadora quelo interpreta como el final dela historia, el resultado de un movimiento por fin detenido, el momento de la gestién que se expresa mas facilmente en términos espaciales que temporales. El mundo se divide entre los que se encuentran in, de una manera o de otra, que estén dentro del sistema, y aquellos que estén ois, exeluidos, fuera de juego, y cuyos pretendidos intentos por cambiar las reglas del juego son considerados arcaicos, fuera de moda y fuera de propésito. La tensién caracterfstica de nuestra época —de nuestra época concreta que no se identifica con ninguno de los modelos que intentan interpretarla— es que se encuentra entre una tensién “moderna”, definiendo una sociedad plural de tiempos orientados ¥ una concepcién “postmoderna”, definiendo un tiempo homopéneo y una sociedad dividida. Por su parte, el individuo oscila entre el deseo de construirse a través de las identificaciones sucesivas 0 acumuladas, que no dejan de ser sujeciones y la fascinacién por la indeterminacién total —la atraccién del sentido y el vértigo de la libertad—. En pirrafos anteriores hemos sugerido que, a través de su actividad de “tomador deimégenes”, el turista—arquetipo de a civilizacién del tiempo libre—no aprehende su presente sino través del futuro o del pasado. Podemos concluir, sugiriendo que ese fututo anterior esla vinica pero ilusoria s{ntesis entre la atraccidn del sentido y el vértigo dela libertad: el presente no adquiere sentido (porla relacién imaginada a otros lugares ya otras presencizs) sino en el futuro que lo suprime como presente, transforméndolo en pasado relatado, en historia, algunas veces en nostalgia y siempre en imagenes. Desdeun punto de vista antropolégico, no obstante, la identidad individual o colectiva se ha construido siempre a través de la relacién con el otro: no se conoce ninguna sociedad que pueda escapar a esta obligacién minima de simbolizacién que torna la relacién con los otros pensable y manejable. Esta construccidn se inscribe en el tiempo; es necesaria y todos los regimenes politicos que han pretendido ignorarla o relativizarla se han hundido. El ultraliberalismo de la globalizacién y de la ideologfa de la ubicuidad/instantaneidad no escaparén a esta necesidad socioldgica. Es realista recordar la necesidad ética y la intima solidaridad del suefio individual, del mito compartido y de la creacién personal. De lo imaginario a lo «ficcional total» liografia Devereux, George 1972 Exhnospychanalyse Complémentariste, Paris, Flammarion. Freud, Sigmund 1907 y 1986 Le Delive et les réves dans la gradiva de W. Jensen, Pasis, Gallimard. 1985 _L'Inguitsante ésrangeté et autres essais, Paris, Gallimard, Gruzinski, Serge 1990 La Guerre des images, Paris, Fayad. Leiris, Michel 1996 La possession et ses aspects théatraux chez les Ethiopiens de Gondar, Paris, Gallimard. Metz, Christian 1977 Le signifiane imaginaire, Patls, Burguois. Vernant, Jean-Pierre 1996 “Formes de croyance et de rationalité en Gréce”, en Archives de Sciences Sociales des Religions, 1987; Entre Mythe et Politique, Paris, Seuil. 95 El imaginario social Michel Maffesoli* El imaginatio social es el fundamento de toda sociedad. A lo largo dela historia, las posturas concernientes a la imagen expresan, como un hilo rojo, ese miedo alo sensible que se opone ala razén pura. Por lo tanto, la imagen es la que delinea fo real, que activa la vida social. El mundo “imaginal” constituye de hecho la post-modernidad: es la “cosa mental” que relaciona teforzando el vinculo social. Estando atentos a los “signos de los tiempos” y sabiendo interpretar todos estos eventos puntuales, un poco cadticos, de fuerte carga emocional, que constituyen Ia vida de todos los dias, es como podemos ser capaces de apreciar la fuerza del imaginario social. Si seguimos Ja lenta evolucién, nos daremos cuenta que en esta fuerza se halla el fundamento de toda sociedad. Esto es perceptible en el renacimiento del sentimiento comtin (otra manera de llamar al mito), que tiende a expresarse de manera mds o menos perversa y que sobre todo no tendrd nada de racional, 0 que es dificilmente integrable en el esquema racional que ha prevalecido durante toda la modernidad. Brevemente, podemos decir que la imagen, lo simbélico, lo imaginario, la imaginacién, regresan a escena y son llevados a jugar un rol de primera magnitud. Es este conjunto, que izquierdizando un poco un término de Gilbert Durand o de H. Corbin, yo propongo llamar un mundo “imaginal”. Una antigua desconfianza Sin embargo, quiz no sea inutil volver, aunque sea por un instante, sobre esta actitud del espiricu que tiende a minimizar ¢ incluso a negar el rol que puede jugar la imagen en la vida social, dando la impresién de que sea una banalidad hablar de tal iconoclasia. Bajo esta consideracién, es suficiente recordar que existe una antigua y fundamental desconfianza de la tradicién judeo-cristiana frente a este fenémeno. Ciertamente, podemos encontrar notables excepciones a lo largo de tres o cuatro milenios que forman esta tradicién. Las luchas, guerras, combates entre iconéfilos e iconoclastas enmarcan tiempos dificiles: el Antiguo Testamento y el problema de los idolos, Bizancio ysus persecuciones, la Reforma y el culto de los santos, etcétera, todo esto muestra con holgura que el debate jamds fue fécil, sin embargo en su esencia el mundo fenomenolégico * La Sorbonne, Parfs-V, Parls Michel Maffesoli siempre ha sido visto separado de Dios. No olvidemos que surge del pecado original y queda, por este hecho, en la impiedad total. Retomando una expresién de la teologfa cristiana, “el mundo fenomenolégico no es concebible sino en estado de aversién hacia Dios” [cét. en Benda, 1931:43]. La anterior es una expresidn fuerte en su ubicacién, pero que traduce bien la tajanteseparacién, es decir, la diferencia de naturaleza, la diferencia cualitativa que existe entre la perfeccién (Dios) y la imperfeccién (el mundo). En seguida, por decirlo de una manera brusca, esa separacién se va reencontrar entre la sana razén, asiento dela perfeccién, germen de Dios en la naturaleza humana, y la imaginacién rapidamente asimilada a la sin raz6n, que representa todo lo que en el hombre reenvfa a Ja animalidad, a lo infra-humano, en una palabra al mundo subterréneo y demoniaco, frente al cual es necesario tomar distancia o intentar redimirlo. , Desde luego, el miedo “laanimalidad” ya quienes considerado “infrahumano’ no se presenta en estado puro. De hecho, anda escondido, enmascarado. Consi- dero que la desconfianza hacia las imagenes es una de estas mdscaras. Podriamos, ciertamente, encontrar miiltiples ilustraciones teolégicas y filoséficas de esta desconfianza, porque después de todo la psicologia o la sociologta no son, en este sentido, mds avaras. Es suficiente recordar que esto reposa esencialmente sobre el deseo, algo utdpico, de un buen funcionamiento del espiritu_ humano, desembarazado de los diversos remanentes oscurantistas o primitivos. La imagen es del niimero, lo sabemos por Descartes, pero también lo podemos encontrar igualmente en Francis Bacon, de quien viene la influencia, la que volvemos a encontrar hasta Wittgenstein, y esté lejos de ser desdefiable. ‘Ahora bien, en el Novum Organum [1620], existe todo un despliegue de los diferentes {dolos: “idola sribus, idola specus, idola fori...” que enturbian el conocimiento sano y el juicio justo [cit. en Le Rider, 1990:61].! De hecho, el fdolo es una produccién humana, pero es una produccién menor y peligrosa porque se enrafza en esta “parte maldita”, este “instante oscuro”, que nos jala hacia abajo, que nos acerca a los animales 0, a eso que no es lo mejor, a esos espiritus chtoniens, poseedores de la energfa més temible. Es Déonisos, la divinidad arbustiva, el emblema de los placeres vividos aqu{ y ahora, de lo sensible, quien se opone a Apolo, el Dios ouranien, porta-antorcha de la luz celeste, aquélla de la razén pura. La Imagen puestaen relacion En efecto, por oposicién a esto uiltimo, la imagen o el fendmeno no buscan la exactitud ni la verosimilitud. No es m4s que un vector de contemplacién, de 'Citado en otro contexto. Elimaginario social comunién con los otros, Es lo que podrfamos llamar la funcién icdnica, no tiene mas validez. que en sf misma, sin embargo, es esencialmente evocacién o, mejor, soporte de otras cosas con relacién a Dios, a los otros, ala naturaleza. En resumen, la imagen es relativa, en el sentido que no pretende lo absoluto. Es precisamente este relativismo que la hace sospechosa, puesto que no posibilita la seguridad que engendra el dogma o también el buen razonamiento abstracto que no se confunde con las contingencias factuales, sensibles, emocionales 0 con otras situaciones “fefvolas” de las que la existencia cotidiana es amasada. Lo sabemos, la raz6n pura sigue la “via recta” de la utilidad, de la eficacia. Segiin un simbolo bien conocido, es una espada que corta, que distingue y separa. Este simbolismo ha sido bien analizado por Gilbert Durand, quien en las estructuras antropolégicas del imaginario habla de los “esquemas diairéricos”, en los que “la espada viene de doblegar al espectro”; nosotros podemos decir que el saber deviene o confirma el poder. Es esto mismo que hace que “el régimen diurno devenga la mentalidad directriz de occidente” (Durand, 1965:168]. Es esto quizé lo que hace la fuerza de este ultimo: la biisqueda y la adquisicién directas de la verdad han hecho de la imagen algo ttil y eficaz. Conocemos las consecuencias cientificas, tecnoldgicas y productivas de este tipo de mentalidad. Es completamente diferente el modo a veces lascivo, errante y perezoso de la funcién icénica del imaginario: no se dedica a sefialar lo que “deberfa ser” y se conforma con lo que es, o aquello que vuelve a s{ mismo, aquello que podria sets de alli el lado ficcional que tiende a favorecer. Tenemos siemprela impresién de que la funcién icénica cuenta historias, mas que hablar de la Historia. Sigue los meandros de la vida, su agitacién, aquello que la hace poco seria para una actitud intelectual que confunde fécilmente el “sentido” y la “finalidad”. Mientras quelarazén tiene por consecuencia la voluntad activa en la ruta que ella misma se ha fijado, el imaginario es, antes que todo, una manera de rendir cuentas, del dejar hacer o dejar ser, que es lo distintivo de todo vitalismo. En este sentido la imagen constata un elan vital, una estética (aisthésis) emocional en todos sus afectos, as{ sean refinados, de mal gusto, desenfrenados, fitschs, explosivos o conformistas. Es este “dejar ser” de la funcién icénica lo que la hace sospechosa para la ideologia “activista” del Aomo faber quien, al margen de las tendencias, ha marcado el pensamiento occidental. Ast, el sensualismo de la imagen es dificilmente admisible para el intelectua- lismo con el que somos modelados. Y para terminar répidamente con esta antologfa de la desconfianza o de la aversién a la apariencia, podemos recordar toda la crftica del espectéculo, inaugurada con vigor y pertinencia por los situacionistas durante los afios sesenta y que ahora es ampliamente difundida en los diversos dominios. Ni los medios, la politica, el pensamiento o la religién, 99 Michel Maffesoll. nada escapa en verdad a la influencia del espectéculo. No obstante, atin aqui la critica moralista del espectaculo, en nombre de una realidad puramente racional, parece inadecuada. Ejemplo paroxistico de una posicién como ésta es el andlisis de G, Agemben [1990:81] quien, llevando hasta el fin la Logica de la Sociedad del espectdculo, muestra que ésta “no es més que la forma pura dela separacién: alli donde el mundo real se transforma en imagen y donde las imagenes devienen reales”? Podemos interrogarnosacercade esta nocién delo “real”, préctica, construible, racional y pensable; concepcién bien limitada que, por lo menos, deja de lado la eficacia de lo irteal: simbélica, imaginaria o mitica. Pero sobre todo, lo que esta exftica no permite ver es que, por un proceso de inversién, la imagen deviene un vector de comunién y entonces sobrepasa la “separacién”, que es el concepto clave de la critica del espectéculo. Lo realcontemporéneo De hecho, en la senda de la iconoclasia occidental, el pensamiento radical con- temporineo ha debido integrar mal todo aquello que es del orden de lo no consciente, de lo no racional o inclusive, lo que pertenece al vasto dominio de la comunicacién no verbal. Desde Pareto y Max Weber, podemos decir que lo que es no légico noes ilégico, o lo que es no racional ne es itracional, pero puede tener su Iégica 0 su racionalidad propia. Ta imagen, el fenémeno, la apariencia, forman parte de aquello que no teniendo una finalidad precisa ni una “racionalidad instrumental”, no quiz4 porqueno tienen nilo uno nilo otro, experimentan esta “hiper-racionalidad” de la que hablaba el utopista Charles Fourier: hecho de suefio, de lo hidico, de lo onitico y de fantasmas y que parecen de lo mas pertinentes para describir lo real 0 “lo hiper-real” que hace la vida social. En aquello que podemos llamar el mundo “imaginal”, que es como una matriz donde todos los elementos del orden del mundo entran en interaccién, resuenan concertadamente o de maneras multiples y en una reversibilidad constante. En este sentido, podemos decir, sin paradoja, que el mundo imagina, de forma realista, toma en serio cada uno desus elementos, no importando cudles sean y, de esta forma, va a constituir lo real contempordneo 0 posmoderno. El punto central o la funcién esencial que podemos reconocer en la imagen de nuestros dias es aquello que conduce a la reliance, a aquello que Durkheim lama lo “divino social”. Es sorprendente ver que fuera de todas las doctrinas y 7 Es necesario también referirse o G. Debord [1989]. Elimaginario sociat sin organizacidn, existe una “fe sin dogmas”, o mds bien una serie de “fe sin dogmas”, expresando mejor el reencantamiento del mundo que impresiona de diversas maneras a todos los observadores sociales. Por mi parte, en El stempo de as sribus (1988], he hablado de religiosidad que contamina, poco a poco, toda lavida social. En efecto, no es el dominio religioso lo que lo causa sino todas estas teligiones, que “por analogia” podrian ser el deporte, los conciertos musicales, las concentraciones patridticas o lo mismo las ocasiones de consumo. Ahora bien, en cada uno de estos casos, podriamos multiplicar a gusto la lista, la reliance se hace en torno a imagenes que compartimos con otros. Puede tratarse de una imagen real, de una imagen inmaterial o inclusive de una idea en torno a la cual comulgamos, poco importa. Lo que me interesa, por el contrario, es que esta “cosa mental” tiene una eficacia que no podemos negar més. Una “conciencia colectiva” Comentando a Durkheim, Serge Moscovici habla inclusive de una “resurreccién de imagenes” que va actuar profundamente sobre el cuerpo social. Esto podré ser el emblema o el simbolo convencional, un signo en principio banal, un objeto trivial, una palabra anodina, que de un golpe o a la ocasidn de un rito particular, se transforman en éétems, “imagenes de cosas sagradas” [Durkheim]. Pero en un movimiento de reversibilidad, estas imagenes a la vex. retoman vida y regeneran el cuerpo social: sociedad o pequefio conjunto tribal, que le sirve de soporte. La bandera ‘chiffon bariolé”, va suscitar en determinado momento un intenso sentimiento colectivo. Tal palabra anodina va cumplir una “funcidn-signo” y serd un medio de reconocimiento o serviré como signo de identificacién. En cada uno de estos casos, una imagen refuerza el vinculo social que reencuentra as{ su “vigor original” [Moscovici, 1988:74; Ferrarotti, 1992]. La referencia a Durkheim no es intitil, su nocién de “conciencia colectiva” (sino la convertimos en un concepto intangibley una clave universal) es del todo pertinente para comprender la sociedad contemporénea y sus diversas cfervescencias, las que se efectian en torno 0 a partir de sentimientos, de emociones, de imagenes, de simbolos, causas y efectos de esta “conciencia colectiva”. Dicho esto, la posicién de Durkheim es muy clara. Para él, cosa curiosa para alguien que conocemos como un positivista, la sociedad no esté \inicamente constituida por estas cosas materiales, como son el suelo que ocupan los individuos ni por las “cosas de las que se sirven” o “por los movimientos que ellos realizan sino por la idea que se hace de ella misma”. [gualmente, un poco 2 Yo mismo he tratado el problema de la religiosidad, en Moffesoli [1988]. 101 102 Michel Maffesoll mis lejos, para precisar la importancia y la fuerza impositiva de esta idea, es preciso que “la conciencia colectiva no sea sdlo un epifenémeno de su base morfolégica; como la conciencia individual que tampoco sea sélo una simple eflorescencia del sistema nervioso”. Ella est hecha de una “sintesis sui géneris” y suscita sentimientos, ideas, imagenes que “una vez que nacen, obedecen las leyes que le son propias” (Durkheim, 1968:604 y 5]. ‘Asi, viendo a la religién como algo esencialmente social, Durkheim no desmerita la especificidad y la autonomia del ideal colectivo, que es necesario entender aqu{ como un aura inmaterial que, siendo un resultado, va constituir y confirmar toda la vida en sociedad. Encontramos allf las nociones légicas de “causa y efecto” 0 de “accién-reaccién” utilizadas a propésito de las sociedades contempordneas y que permiten, si no invalidar, al menos matizar o relativizar el mecanismo causal que ha prevalecido durante toda la modernidad. Debe ser bien entendido que la religién de la que habla Durkheim es, antes que todo, pulsién que me une al otro; lo que con Bolle de Bal podemos llamar reliance, es decir, este cemento misterioso, no-Idgico, no-racional, que no esté hecho Ginicamente de momentos excepcionales: fiestas, liturgias, rituales, donde acreditamos la religién sino que se inscribe precisamente en aquello que lo cotidiano considera mds insignificante. Es lo que llama “La irresistible autoridad del hébito”, Durkheim va mas lejos en el orden de Ja banalidad, al precisar que una “sociedad sin prejuicios parecerfa un organismo sin teflejos: serfa un monstruo incapaz de vivir” [Durkheim, 1970:196]+ Como ya lo he indicado antes, en el devenir cfelico del mundo, tal vez, es mejor decir en el devenit “espiralesco” del mundo, esta cosa “arcaica”, que es la necesidad de reliance, la pulsién de estar con el otro, la atraccién social reviene delante de la escena con su cortejo de imagenes agregativas. En este sentido, podemos hablar del renacimiento de un Homo religiorus que no serfa més que una variante del Homo aesthticus, es decir, de un individuo social y de una sociedad que reposa no mds sobre una distincién con el otro, no més sobre un contrato racional que me liga al otro, sino sobre una empatia que me pone con el otro, parte indisoluble de un conjunto més vasto, contaminado de extremo a extremo porlas ideas colectivas, de emociones comunes, y deimagenes de todo orden. Es esto lo que podemos llamar un mundo “imaginal”. 4 Sobre la “reliance”, ver Bolle de Bol [1986]. Elimaginario social Bibliograffa Agamben, G. 1990 La communauté qui vient, Paris. Benda, J. 1931 Essai d'un discours cohérent sur les rapports de Dieu et du monde, Paris. Bolle de Bal, M. 1986 La tentation communautaire, Bruxelles. Debord, G. 1989 La socited du spectacle, Parls. Durand, Gilbert 1965 Les structures anthropologiques de V'imaginaire, Parts. Durkheim, Emile 1968 Le formes élémentarires de la vie religieuse, Paris, 1970 La science sociale et Vaction, Pats, Ferrarotti, F. 1992 La foi sans dogme, Patls. Le Rider, Jacques 1990 Madernité viennoire et crise de Videntité, Parls. Maffesoli, Michel 1988 Le temps des tribus, Livre de poche, Parts. Moscovici, Serge 1988 La machine a faire des dieux, Paris. Parte INVESTIGACIONES Imaginarios: estética ciudadana Armando Silva* Reflexionar sobre conductas sociales desde los imaginarios implica concebir unas matrices preconceptuales desde las que se percibe el mundo. El parentesco entre los imaginarios y lasestructuras profundas de la mente es apenas natural, lo mismo que entre el lenguaje (mediador cultural) y la sociedad, 0 entre libertades individuales y expresiones colectivas, tanto como entre medios modernos de comunicacién y gustos personales. Todas esas instancias que tocan losbordes entre psiquis individual y estados colectivos son constructores imaginarios, quizds uno de los téminos més reveladores para seftalar hoy en dia el encuentro de los fantasmas colectivos con los sentidos y los saberes sociales. Por esto mismo, se puede afirmar una relacién estética entre ciudadanos y ciudad y que si hoy estamos frente a un fenémeno novisimo como es la no correspondencia entre ciudad y urbanismo (pues el urbanismo excede los cascos citadinos), los imaginarios aparecen como una estrategia (més de nacuraleza temporal, precisamente, que espacial) para dar cuenta de procesos urbanizadores que no son sélo manifestaciones de una ciudad, sino también del mundo que se urbaniza. Mientras la ciudad concentra multitudes de ciudadanos dentro de limites geogrdficos mds o menos precisos y territoriales, lo urbano viene desde afuera para romper los limites fisicos de la ciudad y, de cierta manera, desterritorializarla. Lo urbano, as{ entendido, corresponderfa a un efecto imaginario sobre todo eso que nos afectay nos concibe para hacernos ciudadanos del mundo: los medios, el internet, los sistemas viales, la ciencias, el arte y, en fin, las tecnologias. Los estudios sobre imaginarios se *Universidad Nacional de Colombia, Bogotd. Filésofo y analista urbano y del arte contemporéneo. Uno de los proponentes latinoamericanos de la teoria de los imaginorios en ciencias sociales. Autor del libro Imoginorios urbanos, Tercer Mundo, Bogoté con cinco ediciones y tres reimpresiones y director del proyecto Culturas urbanas en América y Espafo desde sus imoginarios urbanos, donde porticipan 14 ciudades que siguen su metodologio para un equipo continental que sobrepasa las rescientos personas, entre investigadores, co-investigadores, fotégrafos, artistas, instaladores, videdgrafos y ensayistas. Sumetodologia de Imaginarios urbanos concibe un conjunto de téenicas pare explorar la constiuccién de los fantasias ciudadanas, sintetizadas asi: estadisticas cualificadas, toma de fotos de emblemas ciudadanos, elaboracién de clips para televisién, programas de representaciones paralelas por radio, prensoyy televisién, e intervencién de miradas oficiales de las ciudades a través del estudio de tarjetas postales y de dlbumes de familia. Esta investigacién internactonal cuenta con la gestién del Convento Andrés Bello (Pacto Andino), 1a coordinacién académica de la Universidad Nacioncl de Colombia, donde Silva dirige el Instituto de Estudios de Comunicacién (eco). ‘Ademds, porticipan en las regionales entidades como la Universidad Auténoma Metropolitana (ua), la vss de Buenos Aires, la Universidad de $60 Paulo en Brasil y la de Lima en Peri; Fundaciones como fAcso en Ecuador o la Nesco en Panama. Préximamente entrarén en circulacién libros y otros productos culturales ‘que recogen los resultados de este amplio proyecto intemmacional. 108 Armando Silva dedicardn a entender cémo construimos, desde nuestros deseos, modos grupales de ver, de vivir, de habitar y deshabitar nucstras ciudades, En esa direccién, se ha dicho por parte de distintos pensadores, que poco afortunado ha sido el modo tradicional de ensefiar el arte como si fuese una ilusin diferente de la realidad. Esa ilusién tambign es realidad. Si el mundo del arte es creado por los seres humanos y es un universo dentro del cual vivimos, lo mismo se puede decir de los imaginarios, en los modos que predetermina el uso o la evocacién de una ciudad. El miedo al asalto callejero en una ciudad, por ejemplo, es verdadero, pero las conductas para evitarlo estén en la mente de quien sufre sus previos efectos, lo cual condiciona que se elija una calle sobre otra o un horario diurno sobre el nocturno. Sao Paulo, una de las ciudades de nuestra refle- xidn americana, tiene muchos colores, pero la mayoria de sus ciudadanos la ven gris y asf la tratan. No existe prueba cientifica para pronosticar el color de una ciudad, pues ésta es una elaboracién cultural. Por esto es culturalmente significa- tivo, como se ha dicho en otros estudios [Silva, 2000], que el fuerte colorido de los nordestinos que uno encuentra en su arquitectura y en la vida cotidiana de su regién original, no tenga representacidn colectivaen Sao Paulo, la ciudad que ha recibido la més fuerte emigracién de esazonaen los iltimos afios. Los imaginarios serfan una manera subjetiva y grupal de llamar culturas. Se advierte entonces que los procesos imaginarios se construyen segdin distintos “puntos de vista urbanos” y asf habré una ciudad delas mujeres, conforme Jos puntos de vista femeninos, 0 una ciudad juvenil o de mayores de acuerdo con los “puntos de vista” de jévenes 0 ancianos. Cada urbe, hablando culturalmente, ser4entendida como la suma hipotética de los distintos puntos de vistaciudadanos. Losimaginarios, as/ entendidos, no son el mismo arte, pero ambos participan de naturaleza estética. Mientras el arte obedece a una actividad creativa a veces especializada, pero en todo caso necesaria en todos seres humanos como expre- sién, los imaginarios apuntan a una categoria cognitiva para referirnos a la experiencia humana de construir percepciones desde donde somos sociales, no s6lo por conveniencias, sino por deseos, anhelos o frustraciones. As{ como los imaginarios no son el arte (aunque s{ conviene lo uno en lo otro), tampoco corresponden al espacio piblico, pero cada vez entendemos la estrechez en la mira actual entre lo uno y lo otro, pucstos en un horizonte estético. Entonces, este escrito parte de una valoracién estética de las culturas urbanas de fin de siglo en su modo puiblico de ser, vistas a partir de reflexiones nacidas en la buisqueda de entender el scr urbano en las ciudades americanas. 1 El mismo E. Gombrich se arrepintié de titular su misma obra Art and Iilusion, pues cree que ha conllevado Imprecisiones [Ver entrevista a Ernest Gombrich, en Eribo, 1993] Imaginarlos:estética cludadana oO e pretende explorar dos ideas en esta btisqueda por los imaginarios contemporéneos: la relacién entre ciudad y arte, y lo urbano como un nuevo acontecimiento mas alld de la ciudad. Se argumenta que la ciudad es arte, en su sentido espacial, por ser la arquitectura un arte visual, o también por que la historia de las formas arquitec- ténicas corresponden a la historia del arte de la ciudad. Sin embargo, explorando otro camino, consecuente con la filosofta de los imaginarios urbanos: cémo los habitantes de una ciudad, bajo el nuevo paradigma temporal, inventan formas de vida urbana para crear su ciudad en calidad de acontecimiento estético y politico. Naturalmente que las formas externas de la ciudad en ocasiones encuentran su punto de unidn con la dimensién profunda del ser colectivo urbano en los grandes intérpretes de las ciudades: cémo no reconocer, en la estética urbana latinoamericana, el color de las construcciones de Barragdn en México; basta pensar en el Museo Moderno de Monterrey, prdcticamente impuesto de los de “abajo hacia los sectores altos” que terminaron admirandolo; © el manejo de los materiales y del espacio del colombiano Rogelio Salmona, como las Torres del Parque hechas “musicalmente” con ritmo marcado por la texturay la forma del ladrillo, en Bogoté; 0 la modernidad asimilada serenamente por la poblacién en las construcciones de la Ciudad Universitaria de Caracas y otras, del arquitecto Villanueva. Por otra parte, se puede afirmar que en el mundo actual algo urbano se extiende por el mundo mis alld de las ciudades. Ello es evidente si uno toma en consideracién la presencia simultdnea de los medios, como la televisién y sus cadenas mundiales y el uso de satélites, las redes mundiales de informacién; rasgos comunes de los movimientos juveniles la industria de la musica y el uso extendido de nuevos modos interactivos de comunicacién como el correo electrénico y la aparicién del hipertexto; las industrias de servicio doméstico suburbanas, entre otras actividades afectadas por el computador y las tecnologias digitales. Todavia asi, ¢dénde hallar dimensiones culturales contempordneas que sin desconocer las influencias mundiales, digan algo de América Latina, de nuestra dimensién histérica y nuestras modalidades de participacidn? ;Redescubrimos en los tiltimos afios en la ciudad sus temporalidades y cierca forma del arte y desde esta dimensién se etn planteando lasidentidades grupales? ;Cémo trazar alguna Ifnea imaginaria que haga parentesco entre tantas maneras de hacerse las tan vatiadas culturas urbanas continentales en América Latina? La invencién de una forma profunda es propia de quien hace arte, es cierto. Por esto, uno de los historiadores del arte, Lionello Venturi [1980], dijo que una obra de arte es tinica: “las formas del arte son infinitas y no existe la perfeccién de la forma”. Cuando se dice que una forma es perfecta se quiere decir que la 109 110 Armando Silva imaginacidn creadora de un artista esté allf completamente expresada, Tratar la ciudad como forma del arte quiere decir como forma inventada que rivaliza, interrogay dialoga con las formas materiales de losarquitectos, de os disefadores, en fin, de sus operadores fisicos. Pero tal forma es validada colectivamente por sus habitantes en maravillosos ejercicios grupales que hacen de cada ciudad una gran experiencia estética construida desde su diario vivir. El logico P. F. Strawson [1952], al respecto determind que el acto lingifstico es “esto que decimos en el hacer esto que decimos”, Revirtiendo la fSrmula, se puede afirmar el artc es esto que hacemos en el decir esto que hacemos; el arte dice porque hace. El arte, légicamente hablando, es un hacer. El artista manipula una materia, cualquiera que sea, en busca de nuevos y enigmaticos sentidos. No intenta expresat una proposicién en términos de: “? es a x > lo que x es a a”. En el arte el hombre, en principio, rehuye el sentido. No quiere decir algo especifico, sino que deambula, vaga alrededor de los limites del lenguaje, sobre todo, pero también por las fronteras de lo ya conocido, de la literatura, de la ciudad, del mundo. Loanterior quiere decir que dl sentido delarte es una construccién. Todo sentido —y por supuesto también el sentido estético— se consttuye histéricamente, Toda actividad mental es fuente de conocimiento y por ello el arte conoce. Pero cuando decimos, en la propuesta de los imaginarios que la ciudad puede estudiarse bajo los signos del arte ja qué atendemos? El homohabitants no produce arte porque vive bajo aretéricade las formas delaarquitecturay de la ciudad. En tal caso, elarte urbano sigue siendo estudiado como consecuencia deun objeto producido porun especialistade una materia ala cual le saca forma de arte, y es arte sin duda, pero no desde el ciudadano. Habr4, entonces, otra forma de estudiar la estética urbana: aquélla donde la forma es construida por sus moradores. Mis no se trata de que todos salgamos ala calle adibujar Jos mutos y ahacer arte, no aludimos a ello, Se trata de comprender la construccién de formas imaginarias, en el alto sentido de reconocerlas formas que habitan en las mentes de los ciudadanos por segmentacién e interiorizacién de sus espacios vividos y su proyeccién mediante croquis grupales. Me refiero a una temporalizacién de sus espacios vitales, a un tiempo recorrido, a un habitante ciudadano. Cuando los habitantes de Bogoté concluyen en sus mundos imaginarios, que la calle Carrera 15 es femenina, mientras la Avenida Caracas es masculina (Silva, 2000], estén constrayendo dos caracteres opuestos bajo el mundo de una forma humana, Bajo los signos del arte no estudiamos el objeto en su materialidad, en gu esencia de cosa, sino en su manifestacidn sensible, como objeto estético de la cultura, Las calles descritas son mujer y hombre no porque sobre una u otra no transiten los del sexo opuesto sino porque los bogotanos le han asignado formas sensibles, han antropologizado un espacio, han hecho dela calle un signo de otra cosa: del sexo de la ciudad. Y cuando indagamos qué es hombre y qué mujer para SATS At pe eg armen pea Imaginarlos:estética cludadana los bogotanos, entonces el mapa mental se amplia: la mujer es aquel sujeto imaginario que huele bien, es bonita, se muestra como una vitrina, se deja caminar y se goza mirando. El hombre, triste episodio urbano, sigue siendo, para varios habitantes de Bogotd, lo que despide malos olores, es identificado con ferreteriay herramientas, agresivo como un chofer de autobiis, velozy pendenciero. Por su parte Caracas, intrépida y moderna, es quiz4, de las ciudades del continente, la que mds daa sus moradores lasensaci6n sefialada por el socidlogo Tulio Hernéndez [1998] de “estarse haciendo”, de “promesa irrealizable de una ciudad siempre inconclusa”, Estos atributos de lo nuevo, de “no histérica” que le otorga también el escritor José Ignacio Cabrujas al considerarla tan s6lo la “maqueta de una ciudad universal, incapaz hasta ahora deencontrarsu funcionamiento”, corresponden a designaciones evocativas con las que el afecto (patristico 0 ciudadano) expresa el deseo al contrario: el amor por el terrufio dicho con venganza. Algo parecido ocurre, como actitud literaria, en el México de Carlos Monsivais, siempre expresando su afecto al revés, por el malestary el rechazo, por negacién a las infamias que nos toca vivir en nuestras ciudades. Interesante, para otro capitulo, ese amor al revés de tantos escritores y estudiosos de las ciudades de América Latina, que a través de la prensa y otros medios se lanzan contra sus propias ciudades para expresar cudnto la aman y cudnto desean que sea otra. He allf los efectos literarios de unos imaginarios sociales que son reinterpretados por Ia escritura de algunos autores. Al respecto, es ejemplar cémo en las tiltimas encuestas que adelanta el equipo de investigacién sobre Culturas Urbanas, [1999-2002] se ha mostrado que en Bogotd una gran parte de sus ciudadanos afirman y expresan el odio contra su ciudad, pero también reconocen que no la cambiarfan por ninguna otra. Este mismo espacio es el sustento de la novela sobre Medellin del joven escritor José Franco [1999], quien concluye, por boca de su narrador, que “algo muy extrafio nos sucede con ella porque a pesar del miedo que nos mete, de las ganas de largarnos que todos alguna vez hemos tenido, a pesar de haberla matado muchas veces, Medellin termina ganandoJ...] piadosa y posesiva pero también puta exuberante y fulgurosa”. Los anteriores ejemplos recurren a una verdad que mueve los imaginarios, una especie de pragmdtica urbana mediante la cual la ciudad est4 expuestaa una permanente actualizacién de su poética ciudadana. Una pragmatica urbana que atiende a la interiorizacién de los usos de la ciudad para que cada urbe la “acometa” como acto ciudadano, Quiz sea la forma de establecer un parangén sostenible entre el ciudadano y el artista: mientras el arte ptiblico de hoy habla de “intervenciones” o de “performances”, los ciudadanos, desde siempre, hacen la ciudad interviniéndola. O, ge6mo descifrar al caraquefio que hace su ciudad, en sus imaginarios, la mds “veloz” (como lo dicen Hernandez o Cabrujas) 0 la Armando Silva més “modernista” (cuando se asocia a la Caracas del escultor Soto con el Op Art 5 io” de Caracas)? : Pel care at de nuestras ciudades, desde los espacios pitblicos, - 7 plazas, en el centro de la ciudad o en los parques, entonces la imaginacién tambic : responde. Con excepciones cada vez mds reducidas de ciudades americanas (quiz Buenos Aires, Montevideo y otras pocas) que cuentan todavia con espacios y calles generosas usadas para caminatas y pascos urbanos, los otros centros de las grandes ciudades del continente por lo general estan casi abandonados. “La gente de bien se hha marchado” y han llegado otros moradores: pordioseros de Lima, vendedores de flores quetoman Santiago, “rastras” que pasean aterrorizandoa bogotanos, “Piadores que recorren muros paulistanos llenéndolos con sus extrafias graffas de escrituras cirilicas, indigenas sin trabajo quese han instalado cn la Plaza de Comercio de Quito, los carros disparados por las calles de Caracas por sobre los puentes del Centro Bolivar, desfiles sindicales a toda hora que trancan y hacen imposible recorrer a La Paz. en Bolivia, Aquellos que tenfan el poder y vivian en los centros, sehan pee en btisqueda de més orden, silencio y tranquilidad. Al respecto las corre, i estudio que realiz6 el antropélogo Ratil Nieto sobre marginalidad en la ciudad de México, en el que se ocupa de evaluar cbmo sus habitantes califican o interpretan su nivel de vida asociado al uso de la ciudad. Segiin las respuestas obtenidas, en general (aunque con excepciones) los nivelesde vida son reconocidos entre regulazesy malos, “siendo las respuestas negativas predominantes” [Nieto, 1998]. Pero el panorama cambia cuando se trata de evaluar las fiestas 0 reuniones informales que se realizan entre vecinos, sobre las cuales se encuentran expresiones de aprecio, confianza y bienestar. Se deja ver en ello algo que posiblemente es constante en el sooo ¢s.cémo lo grupal se valora sobre lo piiblico y cémo lo micro (el ee colonia) adquiere importancia sobre Io macro (la ciudad total), que mas bien ieth gp espacio de anonimato. Asi que los centros de las ciudades se desocupan ayaa de bien”, pero tampoco los “marginales” lo coman como suyo, como sf lo hacen a sus barrios 0 colonias. / nee de todo, en los iltimos afos, quizd también paralelo a la evolucién a nuevo arte publico, se vuelve a mirar la ciudad como conjunto y entonces les llamados espacios puiblicos, ahora por accidn de autoridades oficiales, se cornan objetos de embellecimiento funcionalidad y as seapuntaala ciudad Ee ae decualquier evento. Sevillay lacelebracién de los Quinientos aos o Barcel ae Juegos Olimpicos; el centro de Manhatean y su nueva visi6n turistica de Nueva York, © més recientemente en Sudamérica los centros de Bogoté, Santiago, Rio o Guayaquil, entre otras, se “recuperan” para fines sociales y lidicos. ss Las ciudades, pues, tienen sexo, lugares prohibidos o permitidos que se transforman, lugares abandonados y recuperados, sitios y momentos de terrors Imaginarios: estética ciudadana todo ello ocurre mucho més, bajo la forma del arte, aquélla que esté en movimiento, antes que bajo la forma arquitecténica, estdtica. El proceso parece al contrario. Es la forma del arte, la percepcién imaginaria, la que afecta la arquitectura. Las formas del arte, las inventadas por los artistas 0 por los ciudadanos en fancién estética colectiva, pueden ser iitiles para estudiar la ciudad. Y de esta manera la ciudad cambia, como cambia la vida y sus puntos de vista urbanos se transforman bajo los efectos de la imaginacién y la vida diaria. Asi comola ciudad rompe sus fronteras y lo urbano se crece sobre ella afectandola en muchas nuevas formas, al arte le pasa lo mismo y se sale de los museos; aparece tecuperando una funcién ptiblica, proyectando su quehacer con el contacto directo ciudadano al intervenir la ciudad desde el arte. Arte y ciudadano se feencuentran desde esta funcién imaginariade nuestra cotidianidad que estamos destacando. En Bogoté, en 1998 una compafila italiana fue contratada para iluminar el edifico més alto de Bogotd, la torre Colpatria; su “intervencién” con uces que cambian de color y la instalacién de unos bindculos para ver la ciudad desde sus terrazas, Ja han convertido en atractivo turistico y, por tanto, los ciudadanos la han vuelto a mirar y descubrir, Las visitas masivas a la mencionada torre para mirar Bogoté la instituyen como nuevo “punto de vista” de la ciudad yun nuevo hito que podria estar mds cerca de una experiencia audiovisual, ;Este gjercicio es del arte o dela arquitectura? Diria que sus fronteras han desaparecido, Quien visite Cochabamba, en Bolivia, puede asombrarse con un detalle, mientras los campesinos se visten con fuertes colores en sus ponchos y hacen artesanfa policromada atractiva y vital, las fachadas de sus casas, casi sin excepcisn, tienen un color tierra, triste y higubre. Sus casas reciben la tierra que el viento transporta ¢ impregna en sus frentes, Cochabamba tiene el color de la tierra volada por el viento. ;Cudl camisa de fuerza haimpedido alos cochabambinos expresarse en sus casas como lo hacen en sus trajes? ;Se trata de repetidas intervenciones gubernamentales? Lo tinico que rompe el tranquilo y agreste paisaje cochabambino es Ja casa alemana que edificd uno de los “Kjarkas”, famoso grupo musical que inventé el tema més exitoso que dio origen al ritmo de la lambada, Este muisico se casé con una joven alemana y cuando regresd a.su ciudad natal, Cochabamba, le regalé un “castllito” alemdn au enamorada y hoy se ha convertido en sitio turfstico a donde van los ciudadanos a sefialarlo con el dedo como muestra de admiracidn, ya que corta el ambiente y el paisaje local: la metéfora de lo diferente. Pero hay un importante antecedente. En una pequefia ciudad boliviana cerca de Cochabamba, llamada Zarata, uno de sus ricos hacendados, Malgerejo, a principios de siglo mandé construir un pequefto y hermoso puente, innecesario por supuesto, para que su amada no se mojata los pies cuando entraba a la casa. Hoy también es otro formidable sitio turistico, Armando Silva Deeste modo, no silo esté laciudad fisica ino la consituecién de una mentalidad urbana que la acompafiz, Nada mis impresionante que ver las inmenses vallas colocadas en los grandes edificios de la también magnifica Séo Paulo, Tantos calificativos de grandeza para hablar de una ciudad gigante donde cualquier aviso, para Je su tamafio natural, Sdlo despues de convivir en que sea visto, tiene que aumentérse por qué sus habitantes esta ciudad se comprende por qué sus vallas son tan grandes; jmaginan que So Paulo, a pesar de ser ya la més mumerosa y amplia entre todas las iudades de América Latina, tiene el doble de su poblacién de la realmente existente, Séo Paulo, no sdlo es grande, sino que sus ciudadanos se la imaginan més grande delo gue es y si, entonces, la fantasta no sélo produce aectos en la percepeién, sino que nranifiesta y exige un tipo de expresién en sus calles y en su entorno cotidiano. La construccién de la imagen de una ciudad en su nivel superior, aquél en el cual se hace por segmentacién y cortes imaginarios de sus moradores, 0 sea la ciudad subjetiva, conduce a un encuentro de especial afecto con la ciudad: ciudad vivida, interiorizada y proyectada por grupos sociales que la habitan y que cn sus relaciones de uso con Ia urbe no sélo la recorren sino a interfieren dialégicamente, reconstruyéndola como imagen urbana, De este modo, la ciudad puede proyectarsecomo un cuerpo humano, con sexo, corazén, miembros, pero también con sentidos: huele, sabe, mira, oye y se hace oft. Son atributos que leben ser estudiados encada ciudad, comparando unacon otrao cada una dentro de sus fragmentaciones territoriales 0 sus impulsos hacia la desterrivorializacién internacional, que no significa algo distinto que instaurar otro cuerpo simbélico que impregna al primero. Decir todo eso, preguntarnos sobre as construcciones Jimbilicas, la paradoja de si estamos adentro o afuerade la ciudad, sobre su color osu construccién mediada, preguntar lo que estamos interrogando, todo eso no ts menos importante que descubrir las figuras geométricas de plano, cerrada, montafiosa, o alta y baja. Son definiciones nacidas del uso social. Se trata de la dimensidn estética de la ciudad: nacida ahora sf de sus mismos inoradores. “Asi la ciudad correspondea una organizacién cultural de un espacio fisico, medidtico y social, pues tiene que vésselas con la construccién de sus sentidos, De acuerdo con lo dicho, habria varios espacios, que se puntualizan del siguiente modo para una divisién fundamental: un paisaje natural afectado por lo construido; una dimensidnistérica, que setelacionacon lacompetencia para viviren una ciudad, con acapacidad para entenderla tensu desarrolloyen.cadamomento; un espacio hdptico que serelaciona con kapercepcibn dlelcuerpo humano con el cuerpo dela ciudad y con otros objetosque lecircundan y que algunosllaman fisicosun espacioimaginatio, dondeatendemosasustutopias asus deseos, asus fantas(as que se realizan con la vida diatia. De todos esos espacios, tiene especial importancia el cuarto, el imaginario, sin desconocer sus {ntimas relaciones con lo geogrsfico, lo hist6rico y lo fisico: ocurre rs Imaginarios; estética cludadana que cuando hablamos de lo imaginario todo se resuelve en su propia dimensié ya que el hombre fantasmagérico, 0 en funcién fantasiosa del undisatvelo imaginado como real: es el fandamento cognitivo de su realidad social. sia Una ciudad no sélo es topografia, sino también utopia y ensofiacién. U: ciudad es lugar, aquel sitio privilegiado por un uso, pero también es ly 7 excluido, aquel sitio despojado de normalidad colectiva por un sector social. Una ciudad es dia, lo que hacemos y recorremos y es noche, lo que recorremos a dentro de ciertos cuidados o bajo ciertas emociones nocturnas. Una ciudad es Limite, hasta donde llegamos, pero también es abertura, deste donde eSuenion Una ciudad es imagen abstracta, aque nos hace evocar alguna de sus parte: ii también es iconografia, en un cartel surrealista ona vitrina que esac desde una imagen seductora, Una ciudad es una suma de opciones de espacios, desde lo fisico a lo abstracto y figurativo, hasta lo imaginario, que hoy pasa también por su construccién medidtica-digical. cards ean Algunos recientes filmes (desde Blade Runner o Scape from New York hast ihe Matrte.o, Abre los ofa) n08 muesttan a: énalogia(en ie elliundon etal urban (construido por los computadores) los espacios de una ciudad donc Ibjproplamente iica:y palpable.es vivide desde la clonaciéa reenolégica’ Eley: pues, cuando la ciudad en su avance desterritorializador, en ese ecise chal por varios estadiosos, donde las fronteras que “patectan acotarla como espacio definido y que en su condicién de tal demarcaban el afuera del adentro”? (Echevarria, 2000}, llega al punto en el que To urbano le impone desde aluera para acabar siendo ella un espacio sin fronteras. Es decir, otra ver lo tae excede la ciudad, situacin que hace del peradigma de la ciudad imaginada su Fs fucrte ropstro: a cludad peas ter aqudllacanicebeia'en los eroqiirncialed de sus moradores, Mis silo pensamos, en la actualidad pareciéramos asistir ak Pic algunos denominan lxeraide la culeuty, doattela video silinia ae cheat aita anegada por la “cultura de la empresa”, a “cultura de los j6venes” 0 Ta del trabajo”, como parte de ese nuevo gran emblema de la globalizacién y culeura Lo imaginario marca en la ciudad un principio fundamental de percepcién: ln fantasfa ciudadana hace efecto en un simbolismo concteto, como el Tridel chiste, el nombre de un almacén, la seleccién de un programa televisivo, la aye gacién por ineemet ola corida de los mites urbanos. Aqut vale la pena, a tesla de reconocimiento, recordar el nombre evocador de ciettos lugares de la ciudad, por ejemplo, el restaurante bogotano ubicado en la calledeen frentedel Cementerio Central de Bogor, llamado, sin més, “CkimaLagrima’,olaesculeuracl “Caballo Minarilo" en'la ciudad de México, poderoma figura hedtia eh bitizo e inataladuen 2 Ver también: Montoya [1998). Armando Silva el Paseo de la Reforma, supuestamente ubicada en el lugar de donde salfan olores nauseabundos de las alcantatillas, actuando como tubo de escape, y que hoy sirve como agradable sitio de referencia visual, parte de la retorica urbana. El socidlogo ecuatoriano Fernando Carrién demostré que en Quito los nombres de las calles pasan por tres mentalidades en su historia: comenzé por llamérselas segiin el nombre de lo que ocurria en el sitio, por ejemplo la Calle de la Quebrada o del Sastre, o¢l nombre de algiin distinguido personaje espafiol ocriollo quela habicara, segiin el recuerdo ciudadano siguié con el nombre de una conmemoracién, como Calle de la Independencia o de la Revolucidn; mientras hoy las calles se nombran por niimeros: calle Numero 5 con la Avenida 3. La funcionalidad gana terreno frente al recuerdo social [Carrién, 1999]. * Un bello ejemplo de cémo lo imaginario se propone para un cambio de percepcién de los limites “reales” de una ciudad, lo he visto en el proyecto que presentd a finales del afio 2000 la Fundacidn Proa, curado por la critica francesa Catherine David y titulado City Edirings. Alli concci los limites de Buenos Aires. Propone la recuperacién del valle del Riachuelo-Matanzas y su integraci6n al resto de la ciudad para que ésta no se divida, que no sea una ciudad hasta el rio de la Plata y otra sea, entendida despectivamente, la provincia. El hecho de que Buenos Aires se haya hecho de espaldas al rfo, merece una rectificacién histérica y volver la ciudad parte cultural del rio. El proyecto imagina para este nuevo territorio un parque lineal por donde corre el rio y una variedad de programas urbanos como vivienda social, huertas, jardines, negocios y arte. ‘A su veo, renacen los espectros de ciudad en la marca de un lugar como sitio territorial, y de esta manera lo urbano se transporta como la imagen de una forma de ser. Laconstruccién imaginatia pasa asi por miiltiples estandartes de narracién ciudadana, pero por debajo de todos sus relatos, corre, como fuente primaria de un acontecimiento psiquico, la figura oscura y densa del fantasma social. El fantasma, segtin el psicoandlisis, aparece en estructuras ternticas como agresién © amor, bajo inexpugnables sentidos. De este modo, la nocién de fantasma estd detrés dela produccién del inconsciente: los suefios, los actos fallidos, los sfntomas. Descubrir Jos fantasmas conduce al acceso del “sentido” del deseo, el cual genera distintas conductas, aparentemente “sin sentido”, En otras palabras, se busca saber del “fantasma” pata encontrar los sentidos disfrazados, 0 sea sentidos desplazados, 0 como dirlaLacan, el efecto del significante en otro significante, que reactiva compor- tamientos indescifrables unidos a fantasfas, delirios 0 neurosis de los seres humanos. En relacién con la vida interior y su ambiente colectivo, el antropélogo Edmund Leach [1976] habla de las segmentaciones del tiempo y del espacio social en Ja vida cultural. Cuando introduce la nocién de ritual, sostiene que marca la transicidn (rito de pubertad, de funeral, de curacién...); es un “intervalo Imaginarios: estética cludadana de intemporalidad social”; I{mites entre el espacio y tiempo normales con lo anormal, con lo sagrado o lo intemporal: el cambio de un estatus social a otto, siempre se rodea de rituales. “De esta manera, si bien nuestra capacidad para modificar el medio ambiente exterior ¢s muy limitada, tenemos una capacidad virtualmente sin limites para jugar con la versién interiorizada del medio ambiente que llevamos en nuestras cabezas”. La nocién de fantasma, entonces, Hevadaalo urbano, puede poser interesantes demostraciones en el desplazamiento de la vida social. En la vida psiquica de la sociedad y en su ejercicio de la vida diaria acontecen fenémenos inexplicables 0 extrafios que generan actitudes ciudadanas. O sino extrafios, sf caprichosos, o de extrema subjetividad, que slo sehacen explicables haciendo funcionar critetios como los queseestin recordando. He llamado fantasma urbano a aquella presencia indescifrable de una marca simbélica en la ciudad, vivida como experiencia colectiva, de todos o de una parte significativa de sus habitantes, por la cual nace o se vive una teferencia de mayor carécter imaginario que de comprobacién empitica. De este modo, en la vida ciudadana existen hechos, ideas 0 proyectos que dan un mayor margen para la produccién imaginaria queotros. Los fantasmas, igualmente, estarfan muy ligados, en mi terminologta, a las isotopfas, descritas por J. A. Greimas [1986], como proyeccién fantasiosa que llamé metaforas urbanas, para asf hacer nacer una nueva retérica ciudadana, La ciudad es permanentemente poblada por los misterios de la incertidumbre, aun en épocas de méxima eficacia en su habitabilidad. Serd fantasmagérica cualquier escena que represente una ptoduccién social del fantasma. El escenario de fondo, actuando como penumbra de la memoria y de las pricticas sociales, corresponderd a la ciudad y su realizacién, como ente fantasioso que afecta una conducta ciudadana, corresponde al efecto imaginario sobre el acontecer cotidiano de la ciudad. Del mismo modo, puede suceder que haya un buen conocimiento de un hecho social, por ejemplo, los mexicanos saben que su comida suele ser picante en extremo o que hay un alto grado de contaminacién en su ambiente; 0 bien los bogotanos saben que la mayorfa de su poblacién proviene dela zona lim{trofe Cundinamarca-Boyaci, y estas circunstancias de “justo saber” hace que se produzcan menos fantasfas al respecto. En otras palabras: el buen conocimiento empirico de un hecho subestima la produccidn fantasmagérica. Distinto alo anterior, lo ocurrido en Bogoté en épocas en las que se llega un racionamiento obligado de luz en 1993 y durante la administracién del presidente Gaviria, en medio de las calles oscuras la gente empezé a “inventar” sobre el peligro y el aumento de la delincuencia, Al averiguar, acompafiado con unos estudiantes, directamente en comisarfas de policia sobre el aumento de tal criminalidad, nos evamos la sorpresa que en vez de aumentar el asalto y el robo callejero en las estadisticas de varios centros policiacos, se habfa reducido, en promedio, mds del 118 Armando Silva treinta por ciento [Universidad Nacional de Colombia, 1989]. La razén posibl Jagente andaba mds prevenida, salfa mds temprano desus sitios de trabajo, recorria rutas més seguras ¢ instauraba nuevas. Asi, la invencién de peligro social, debido al terror frente a la oscuridad, habla conducido al otro lado del previsto: una reduccién de la criminalidad. Se puede decir entonces, que en la produccién fantasmal impera el orden imaginario. Siempre que un fantasma onde por la ciudad hay un orden fantasioso que marca un comportamiento 0 una reaccién ciudadana. Estos fantasmas se rotan, se transforman y viven el proceso de urbanizacién. Con el tiempo, las calles més importantes cambian de usos y mentalidad ciudadana, como hoy la Calle Hidalgo en la ciudad de México, convertida en gran mercado ambulante a pesar de haber sido una de las mas solemnes y finas de la capital mexicana. O al contrario, la calle Augusta en Sao Paulo, convertida en “sitio in”, dela burguesfa, cuando era sencillamente una calle corriente de mercado. Todo ello est4 asociadoa la aparicién de nuevos imaginarios, como aquellos de la modernidad o del pasado, o de la “recuperacién” posmodernista. Con los ejemplos mencionados aparece la necesidad de sistematizar una nueva definicién del ritual para acomodarlo a la cultura moderna y, a su vez, aprovechar los aportes de algunas disciplinas que en este siglo se han ocupado de la consteugcidn de lo simbélico y que, por tanto, pueden darnos aportes en favor de comprender el oficio del antropdlogo urbano. Nuevos ritos urbanos Segtin lo que hasta aqui se sostiene, estamos en la obligacién de volver a pensar nuiestras ciudades, ahora desde otras dimensiones culturales. Intento comprender yevidenciar una naturaleza abstracta, simbélica, para ejercitarnos en los modos como seestructura la realidad social. Deben existir lazos profundos que relacionan os croquis grupales y las metéforas urbanas, a aquella operacién social de segmentacién y representacién de un espacio urbano con los modos ciudadanos de vivir y asumir, “realizando” una urbe. La memoria urbana se construye a través de sus metéforas. Comprender lo urbano de una ciudad, pasa por el entendimiento de ciertos sentidos de urbanizacién, La comprensién del simbolo urbano, entendido éste como construccién social de un imaginario, requiere de un esfuerzo de observacién y segmentacién en cuanto experiencias que emergen de la misma cotidianidad, Al buscar una “metacategorfa” que dé el sentido de nudo y de reparto desde dénde tejer esa significacién urbana y colectiva, he encontrado la de ritual. Me aparto as{ de lo expresado por Mary Douglas en su texto Los stmbolos naturales y quien Imaginarios:estética ciudadana parte de la relacién rito-simbolo, cuando afirma que “uno de los problemas més graves de nuestro tiempo consiste en la falta de adhesién a unos s{mbolos comunes” [Douglas, 1978]. Creo, al contrario, que estamos ante una reorientacién del rito. Al caso recuerdo la definicién dada por Marcel Mauss al rita: se trataba de actos tradicionales que versan sobre cosas llamadas sagradas. Peto jno es acaso un momento donde lo sagrado puede ampliarse a distintas practicas que mantengan como lazo de unién y de accién lo simbdlico? Para ello lo simbélico habrfa de entenderse como lo correspondiente a una semidtica de las pasiones en la cual los afectos, las emociones, la sensibilidad, en fin, hace que los ciudadanos nos expresemos con actos rituales. Parece que setfa la direccién adecuada para introducir los cambios en los modos de ver el ritual de otras disciplinas (que llegan a la cultura como espacio de encuentro del quehacer social), Estamos frente a un nuevo paradigma y alli donde se ponfa el lenguaje, que hizo florecer la lingiifstica como ciencia tutelar de otras disciplinas sociales en los afios anteriores, ahora tenemos Ja cultura y las disciplinas humanisticas de las culturas. $i algo posee de suyo el mundo moderno essu conciencia de movilidad, aspectos que ya han tomado cuerpo especial en las obras de varios pensadores contempordneos que han tratado de estructurar su pensamiento en torno a la sociedad como proceso antes que como estado. Es el caso de la enmienda que le hace el Iégico Peirce a Kant, cuando dice que el hombre actual no se guia por las estrellas, entidades fijas, sino por las nubes, objetos celestes en permanente movilidad. Apunto entonces hacia cuatro enfoques que propongo retomar para enriquecer la nocidn de rito como jugada social que eleva la accién social a ceremonia grupal. De un lado, para entender los nuevos rituales, estarfan los aportes de las disciplinas narratolégicas para las que la sociedad se cuenta o narra, Las publicaciones de G. Genette y A. J. Greimas han contribuido a su desarrollo hasta el punto en el cual el mismo estudio de la historia pasa a ser entendido como “historia de las mentalidades”, donde el hecho social no existe per sé sino como una estrategia de narracién sometida a una compleja red de construcciones virtuales y sociales. De aqu{ tomo una caracteristica que cabe darle al ritual, en cuanto a meta narracién y ficcién del hecho social. Estas nartatividades pueden entenderse, aprovecho algunas ideas de Victor Turner en La selva de los simbolos, quiien sugiere los rituales como “acciones dramiticas y la raslacién y experimentacién al teatto de recursos de accién percibidos en los rituales” [Turner, 1971]. Deall(se desprende que el teatro, en sus multiples variedades, no ha “surgido como imitacién de la conformacién compleja del drama social, sino como imitacién especifica del proceso ritual”. As{ se explican las relaciones dadas por Turner entre ritualy juego, yjuegoy teatro. Elrritual, de estamanera, planteard un guién ¢ indicard a cada personaje social el rol que interpreta o que debe interpretar. 119 120 Armando Silva En segundo lugar, una visién performativa del rito, serfa la manera en la que han concebido el lenguaje los estudiosos de la pragmética, entendida ésta como el conjunto de conocimientos que los hablantes poseen del sistema de reglas y principios que hacen posible poder utilizar una lengua a partir de ciertas intenciones comunicativas. No sélo el mensaje verbal sino los cédigos no verbales y los elementos propiamente paralingiifsticos aparecen como inherentes a los procesos de comunicacién y parte del estudio pragmético. Austin y Serle hablaban de ilocucién, lo que implica la carga del sujeto en lo que dice, pero también sefialaron las perlocuciones, para aludir a los efectos del lenguaje en el interlocutor. Cuestién que se ha entendido como una sociologia de los efectos de los actos del habla: el rito como acto ritual, Por estas vecindades intelectuales es como Georffrey Leech y otros lingiiistas propusieron incluir en la teorfa pragmatica la retérica interpersonal en la que se hace implicito, ademds de un principio de cooperacién, el de cortesla, de clatidad, economfa ¢ inter-didlogo. De tal suerte que esta pragmatica nos conduce, igualmente,arevalorar el ritual en las ciudades ahora como cooperacién ciudadana. O sea que decir es una forma de hacer y de hacer cambiar una conducta en una sociedad. Pero no sélo se dice cuando nos comunicamos sino que, agregarfa: hacemos y hacemos hacer pata ubicarnos en la modalizacién de las conductas. Por todo ello, el rito es un sistema de intercomunicacién que actiia entre los ritualistas y que compromete a los demés cercanos, como a los integrantes de grupos o los vecinos de la ciudad. Habria una tercera cualidad del rito urbano, ademés de la narrativa- teatral y la accién performativa, que tiene que ver con la memoria. Freud insistié en su célebre libro Psicopatologia de la vida cotidiana que en ¢l olvido se trata de la perturbacién delos temas. La repugnancia a recordar (caso de uno de sus pacientes) se referfa a un objeto, y la incapacidad surgié respecto a otro: Los nombres sustitutivos no aparecen ya tan injustificados y aluden, como en una especie de transaccidn, tanto a lo que querfa olvidar como 2 lo que queria recordar, mostrando que la intencién de olvidar algo no ha triunfado por completo ni tampoco fracasé en absoluo (Freud, 1981]. Para Freud existe una profunda relacién entre el nombre buscado y el tema reprimido; aspectos que volverin a salir en cuanto se piense el tema dela ciudad como memoria, Sobrelas tres cualidades mencionadas: narracién, performatividady memoria, paso a entender ahora el rito en calidad de una accién colectiva que hace que otros hagan, que va accediendo a formas ceremoniales pero, a su vez, representa un meta-comentario y una actualizacién de la memoria ciudadana. Me reubico, Imaginarlos: estética ciudadana ahora sf, en el tema que me interesa, segtin la propuesta he adelantado de los imaginarios urbanosy suelto la pregunta central: ;cémo se articulan losimaginarios urbanos con los rituales ciudadanos? Topografta americana Me propongo tomar algunos casos concretos de mis investigaciones, visitas 0 Jecturas de estudios a ciudades de América y de tales observaciones deducir los puntos que he subrayado de una ritualidad ciudadana. Pongo a consideracién los tres tipos de problematicas rituales que describ{ antes. La primera, que destaca experiencias de ritos sobre practicas visuales en Argentina alrededor de las Madres de Mayo, en la cual subrayo la teatralidad. La siguiente, en relacién con representaciones de nuevos actores sociales mediadas por la televisién de figuras marginadas y despreciadas que, no obstante, aparecen como nuevos ¢ importantes actores de Ja vida cotidiana en Perti, o nuevas figuraciones de protesta en calidad estética, como en experiencias venezolanas brasilefias y en las cuales destaco su accién performativa. Y un ltimo grupo en donde pongo en realidad a funcionar la idea de memoria transferida, como ocurre en los nuevos dispositivos de la vida urbana de fin de siglo. Aunque en todos los casos caben las distintas cualidades del rito urbano, me esfuerzo por distinguir una w otra para verlas en funcionamiento social. Y en todas las cualidades opera la funcién de “meta comentario” social alentando el rito. La teatralidad en el ritual de las Madres de (a Plaza de Mayo en Buenos Aires En la dimensién de resistencia simbélica es ejemplar lo ocurrido en Argentina Iuego del 24 de marzo de 1976, cuando se inicia el proceso de “Reorganizacién Nacional”, lanzado por la Junta Militar que se hace cargo del gobierno. Durante su mandato los ciudadanos son sospechosos de subversivos. Se trata de reorientar la sociedad Argentina bajo el lema: un cambio de mentalidad; nada menos que esto. La misma junta introduce unos componentes imaginarios que vale la pena tener en cuenta en la reaccién que ocasiona. Quizé lo visual como denuncia no habla adquirido, como en la Argentina de entonces, una dimensién tan colosal, pues abarca a casi toda Ja sociedad civil. La comunicadora Miryan Casco fue redactando dentro de un seminario a mi cargo,? una descripcién de los més importantes ritos visuales de las Madres de la Plaza de Mayo, que juzgo interesante reubicat para este ensayo. 2 Universidad Nacional de Colombia, 1990, Armando Silva Antela imposibilidad de ser escuchados los reclamos por las vias tradicionales: juzgados, comisarfas, etcétera, los familiares de los desaparecidos van creando formas alternativas y piden explicaciones a la dictadura desde el tinico espacio donde se pueden hacer escuchar: la calle. La situacidn es original. Ante el silencio obligado por la dictadura, las madres responden con lo mismo: no hablan. Se busca mostrar su presencia real, no desaparecida. La calle adquiere el sentido urbano de testimonio que, como lo concibe la critica literaria chilena Nelly Richard [1998], esté lamado a desempefiar un rol estratégico en los contextos de violencia y destruccién sociales, de huchas histéricas “porque su convencién de objetividad acredita una verdad delos hechos”, se trata deun “documentalismo en primera persona”, como veremos en los siguientes elementos: + La ronda de las madres alrededor de la Pirdmide de Mayo, Monumento nacional que recuerda la lucha de independencia, ubicado justo en el centro de la Plaza de Mayo, famosa por ser el nucleo de importantes manifestaciones populares y sindicales. Las rondas son situales para mostrarse, como bailando solas en silencio. Alli aparecen todos los jueves a las cuatro de la tarde, como fantasmas que se han yenido eivejeciendo. Ahora ya no son madres, sino abuelas. Recordemos que un general las bautiz6, como las “locas de la Plaza de Mayo”, Increfble metafora urbana para deshacerse de la racionalidad de una protesta”. La ronda es doblemente eficaz: urla la censura, puesto que habla con sus demostraciones, pero también entra en el paisaje urbano para instalarse como presencia. Fl transetinte las ve; las tiene que ver. Bllas hacen ver y ocasionan una perturbacién en la calle. + Las madres llevan un pafiuelo blanco en forma triangular con nombres escritos: el del desaparecido y su fecha de exclusién. Cuando se encuentra por la calle un paiuelo de esos, ¢s como un graffiti o un aviso de conciencia, Se trata de un recurso performativo. * Las madres solian caminar con personas que se cubrian el rostro con méscaras blancas, sin ofificios y asilos ojos permanecfan ocultos. Los documentos fotogréficos existentes recogen el impacto que producen unas méscaras sin ojos frente a unas madres con pafiuelos en su cabeza, reclamando por sus hijos. Este recurso teatral es interesante: aparece teatralmente una persona que encarna al desaparecido, La mascara es un recurso de protesta simbélica, pero tambien de marcas arqueoldgicast nos reenvia a un origen desapacible y desconocido. + Enos muros de Buenos Aires y en algunas otras ciudades del pats se han dibujado siluetas de tamafo aproximado al natural, Dentro de tales silueras aparece también el nombre del desaparecido. La silueta también reemplaza, por metonimia, al ausente. Estamos frente a una accién eliptica: mostrar por ausencia. Ocurre que “si Ia silueta estaba dibujada en el suelo, los transetintes evitaban pisarla”, en respeto al cuerpo desaparecido. Quien las pisase estarfa de acuerdo con la dictadura militar y cen consecuencia, estamos frente a un verdadero pacto de cooperacién ciudadana. +En otras manifestaciones callejeras las Madres han llevado carteles con fotos ampliadas de sus seres querides que nunca més volvieron a ver. Esto para que no se olvide al desaparecido: construccién de la memoria ciudadana. Imaginarios: estética ciudadana * Las madres, en las rondas y en otras manifestaciones, llevan en el pecho y la espalda fotos de sus 8, que van colgadas de un alfiler 0 de un cordén. El mismo recurso de avivar la memoria. + En publicaciones diferentes que se ad aparecer las fotos de las victimas, en testimonio grifico de un ser que no descansa rierona la causa de los desaparecides suclen en paz para sus familiares. El efecto es duro, expresivo y sobre todo, masivo; lo cual contrasta con el poco espacio que se da en varios paises continentalesa la informacién urbana como hecho de ritualidad diaria Fachas y performatividad ciudadana en Pera En Pert, luego de del cierre del poder legislative por parte del presidente Fujimori en 1992 —lo que le dio una mayor potestad en su ejercicio presidencial—, hemos visto acciones en los medios bastante espectaculares. Abimael Guzman, el “presidente Gonzalo”, fue capturado y mostrado en una tueda de prensa como un tigre enjaulado. Su vestido a rayas horizontales negras y blancas, que podrfan ser las de la tradicional cebra de los prisioneros, por su exagerado tinte y dimensién se tornan caricaturescas y burlonas. Las discusiones sobre sus actos terroristas que lo hicieron hablar y defenderse fueron promovidas por personal del gobierno y presentadas como criticas espontdneas de los ciudadanos. Se trataba en realidad de un ritual para los medios debidamente preparado, como una pieza de teatro y con la cual el presidente Fujimori quiso cobrar venganza contra acciones no s6lo violentas y despiadadas de los senderistas, sino contra un ejercicio estético de los mismos, tal cual apagar la luz de Lima para que los ciudadanos sientan la oscuridad, 0 esconder sus rosttos y desaparecer 0 esfumarse terminada cualquier accién militar. i El escritor peruano Abelardo Sanchez‘ propone algunas nuevas fachas en la iconografia urbana del Pera, que reelaboré con observaciones que se han hecho sobre Colombia: los animadores de televisién, los informales, la figura del narcotraficante, el subversivo y el secuestrador. Todos los anteriores personajes poscen ciertos rasgos comunes en cuanto carecen de mediadores, pero no obstante hacen fuerte presencia en la vida cultural limefiay de otras ciudades del Pert. Se trata de personajes que refutan el modelo ideal de la clase media educada, de buenas maneras, afrancesada y que es movida por, digamos, un imaginario educado. “La imagen de un cholo fornido vestido de guayabera, bigotes y patillas, al interior de un vehiculo tiltime modelo, est4 ampliamente propagada, Es mds: no podria haber un cholo con plata sin que no sea narcotraficante”. “Ponencia en Seminario en Vito del Mor, Chile, marzo de 1992. 123 124 Armando Silva Debe uno reconocer que estos personajes surgen en medio del caos social en América Latina. Y también es verdad que los medios, a fuerza de los hechos, deben registrarlos. Los Ilamados informales aparecen permanentemente en paros o distintas acciones sobre la ciudad. Las telenovelas y otros programas de latelevisin los retratan y recrean permanentemente. Lo cierto es que en Lima, quizé mds que en ninguna otra ciudad de los paises con mayores conflictos bélicos en América Latina, los olvidados, como dirfa Bufiuel, se hacen ver y sentir. Incluso las estrategias de guerrilla, como la de los senderistas, pasé por tocar estos elementos simbélicos, como apagar la luz para que aparezca el sendero. La barahtinda de los pobres que se enriquecen y que se hacen ver en las ciudades es muy clara en sitios como Cochabamba, Cuenca, Ecuador, Medellin y Cali. Con el tiempo deben analizarse estos fenémenos tan sugerentes, pues si bien siempre estuvieron vistos como problema de orden piiblico, no deja de ser inquietante comprender otros ejercicios como el cultural, social y el estético. Pero hacerse sentir y ver en los medios no es s6lo de las fachas subversivas. La verdad es que Peri posee una de las televisiones més populares del continente Via satélite uno puede quedar sorprendido dela toma que se hace de los sectores con mayor marginalidad: en concursos, programas de opinién, en programas de humor. Por este medio uno puede ver sus pintas, sus vestidos, sus colores. Todo dentro deun ambiente entre pueblerino y ciudadano que deja la sensacién de una avalancha popular, sobre todo si uno lo compara con las pintas bien educadas y bien mosteados por la televisién de los paises vecinos: Colombia y Venezuela, paises més bien de reinas de belleza. Al mismo tiempo, desde lo estético se debe pensar un andlisis politico del nuevo autoritarismo, detrés de las presencias marginales en los patses andinos. Abilio Vergara, llama la atencién de este autoritarismo en el Pert de Fujimori (Vergara, 1993]. Tanto Abimael Guzman, en su discurso de 19 de abril de 1980, un mesantes de iniciar su lucha armada, lo titulé: “Somos los iniciadores”, como el discurso del presidente Fujimori al dirigirse a la nacién luego del autogolpe del 5 de abril de 1992, en ambos casos los epitetos violentos, jerarquizados y excluyentes, son muestras del autoritarismo. Estos discursos “funcionan como programas para la accién, caracterfstica del discurso politico y especialmente del autoritario: su cotidiana pretensién de ordenar, nosolamente las palabras sino las acciones ciudadanas. Se busca no sélo que el discurso sea un modelo de otros discursos, sino que los reemplace”. En fin, se trata nuevamente del otro excluido, en medio de un ambiente de pluralidad internacional publicitada. Imaginarios: estética cludadana Rito de cuerpo ante memoria negada en las nuevas ciudades americanas* La fundacién de algunas ciudades del sur de California, apenas unos cuarenta afios atrds, fue precedida por cierta propaganda hecha a la medida de los nuevos deseos por crear una auténtica urbe, tan cercana a la perfeccién como fuera posible. Asf lo manifiesta el texto redactado por su oficina gubernamental: “Orange County es lo més parecido al cine, a los suefios, [...], sus carros son nuevos, sus almacenes, colegios, montafias, también son nuevos. Incluso la tierra yelocéano lucen nuevos. No hay otro ugar como Orange County més parecido a su nuevo hogar”. Dentro de las varias pequefias ciudades que conforman el condado de Orange County hay una que sobresale en especial por su sentido de higiene y eficiencia. Se trata de Irvine, una de las primeras ciudades-corporacidn en la historia de la humanidad; “pensada como modelo para el futuro desarrollo de la civilizacién occidental por compafifas como Irvine Company, Mobil Oil Corporation, Henry Ford II y otras”, segtin lo expresé para la revista Fortuna (diciembre, 1989) el senador Zalamic. La familia Irvine todavfa mantiene cerca del cincuenta por ciento de las propiedades de la ciudad. Irvine también es duefia de un estilo de viday gestora de una nueva utopfa republicana que combina cierto régimen socialista, fascismo y democracia capitalista. El régimen autoritario lo puede descubrir cualquiera que allf viva. Los colores de las casas no pasan de tres tinicas variantes en evocaciones pastel renacimiento; en varias zonas se vende la casa pero no la tierra, que sigue siendo propiedad de la corporacién; el pasto debe cortarse a una exacta medida en toda la ciudad; los espacios de circulacién son marcados estrictamente, las zonas de comercio y sus destinos fueron concebidos desde su inicio. La propaganda oficial que hace la Camara de Comercio invita a vivir en Irvine como “La ciudad donde los miedos no son parte de su vida diaria”. El plan original se convierte, entonces, en documento reglado queen cualquier momento alguien le hace valer a su vecino, si no sigue el estricto comportamiento ciudadano. La regla de oro que todos deben saber es una: el trabajo da el sentido urbano. Uno podrfa estar tentado a voltear aquella maxima marxista de que la religién es el opio del pueblo por una nueva muy californiana: el trabajo es todo, incluyendo a Dios. Algo asf como el frenes{ de la vida diaria. Al lado del trabajo, la industria desarrolla sus planes de apoyo. El objeto mds preciado de todos es el mismo cuerpo. Pero en Orange County el cuerpo es sélo una extensidn del trabajo. Se mantiene para mejor produccién. La gimnasia se torna algo parecido a una nueva religién. Uno se levanta temprano en la mafiana y descubre varios cuerpos ¥ Del texto publicado originalmente en inglés en Davison [1997]. 125 ‘Armando Silva, atléticosen busca dela pureza terrenal, hombres y mujeres corriendo, desesperados muchas veces por algtin kilo de més que rapido puede ser censurado. El cuerpo merece atencién y quizé la industria mds exitosa, después de la electrénica, es la que vende ejercicios para cada parte anatémica, cada edad y momento, pues tanto cuerpo humano como de la ciudad se presentan en magistral fragmentacién. No es por azar que en Irvine no vivan ancianos, pues su cuerpo no oftece la vitalidad y desaflo que exige esta ciudad de jévenes atletas. Después del cuerpo, el otro elemento que llena el espiritu en Irvine es la religién. Todo el mundo sigue alguna religién, secta, creencia, cualquier forma es Optima para hablar con Dios. No es extrafio que los tinicos promotores que pueden circular con facilidad por sitios cerrados, como el campus universitario (Verano Place) sean los hermanos y sacerdotes de todas las religiones, quienes Hlegan a invitar a la lectura de sus libros sagrados. La religién, como el cuerpo, es otra gran aliada de la verdad laboriosa. Prefigura una persona con salud y buenas intenciones. Carecet de Dios en Irvine puede ser sospechoso. Los ateos no tienen puesto, pues parte del control social se ejerce por las mismas iglesias. El tema politico por excelencia son las migraciones, pues al fin y al cabo Irvine es hecha con forneos. ‘Como puede verse, tanta limpieza sélo puede tener una raza dominante, que no es otra que la blanca, pues se trata de valorar como legftimas las primeras migraciones. Las que vienen después, la asidtica, la latina, son impropias, si bien con algunas graduaciones. Los asidticos son mejor asimilados que los latinos, hablemos mejor de mexicanos, por varias razones que podrfa sintetizar asf: los orientales trabajan, son silenciosos, no protestan, estén més dispuestos a olvidar su pats de origen y cuando son ticos, como varios coreanos que llegaron luego de Jos vietnamitas pobres, traen dinero fresco. Los mexicanos son lo contrario: no olvidan su tierra, son pobres, insisten en hablar espafiol, ademas de que en la historia real fueron los verdaderos duefios de California. Se levanta entonces, como consecuencia de esta ideologfa purista y excluyente, un enorme muro en toda California para defenderse de los mexicanos, que comien7a a edificarse en febrero de 1996, en visperas de elecciones presidenciales, lo que ya mostré su dimensidn politica de este tema caliente. La idea de una cultura blanca dominante no es ocasional, sino que opone el “color como etnia frente al blanco como transparente”, dice Dean MacCannell [1992]. Se da entonces una forma de racismo, pero no evidente, sino como parte de lo que llamé ¢l plan original, el cual s6lo permite legitimidad al blanco 0 quienes no lo son pero se adecuan a su modo de sez, pues ser blanco, no es tanto la raza sino una evocacién cultural. Cualquier conducta indescada es inmediatamente asociada a los otros, como ha ocurrido con la patética historia Amaginarios:estética ciudadana de los ritos de cuerpo originados por un “defecador anénimo” e instalador urbano que enloquecié a las autoridades del campus universitario de Irvine al tratar de identificarlo como aun criminal en 1996. Al seguir sus procedimientos podemos descubrir claras distinciones ideolégicas en los modos de ver a los habitantes, clasificarlos y usar la ciencia y técnica para fines policiacos puritanos. Examinemos la picante historia: Desde finales de 1995 empezaron a aparecer muestras sueltas de heces en distintos lugares del campus. Estas continuaron a pesar de varios llamados de atencién en el periddico de la comunidad: Verano Gazzete, editado por la administracién. Poco a poco las quejas aumentaron al no poder ser descubierto el defecador fantasma. Al contrario, te se tomé nuevos sitios y algunas mafianas los restos amanecfan atin mas despreciables. La edicién del 26 de enero de 1996, en numero extraordinario, escribe en espafiol, chino y vietnamita (los tres grupos pobres que allf moran y a pesar de que en el campus hay hablantes de muchas otras lenguas) el mensaje titulado “URGENTE [...]” En la parte de espafiol dice: “Alguien ha estado defecando [...] solicitamos su inmediata cooperacién para poner alto a esta inaceptable conducta”. En la edicién del 2 de febrero ya muestran algunos resultados de Laboratorio y de observacién continua y sistemdtica, como hacen los cientificos sociales. Escriben asf: Reportes sobre los excrementos indican que el tiempo de la defecacién varia, pero la mayorfa de depésitos ocurren en las mafianas. Las heces son ahora cubiertas con servilletas 0 papel higiénico, adomando su forma: la mayoria han sido localizadas en estos lugares [...] No sabemos todav{a si se trata de muestra de nifios o adultos, algunas son muy largas y otras muy pequefias [..] Pero el siguiente paso fue el mas revelador. La oficina de administracién llegé a una conclusién no publicable por sus resultados: el defecador fue identificado como oriental, pues el Iaboratorio mostré un tipo de verduras que consumen ellos y ademés por la forma de las heces, muy extendidas por efecto de una dieta oriental que limpia el estémago con verduras, El siguiente paso consiste en inventar un quimico que explote para que el defecador andnimo sea atacado en sus partes nobles cuando haga la fechorla y le quede una especie de rasquifia que haga implacentera su accién ilicita. También se piensa en cdmaras ocultas de televisién para prevenir futuros defecadores, animados por el éxito del inatrapable original. Ast concluye la historia de una respuesta ritualizada frente a una de las ciudades que ha hecho de la higiene neurdtica un estilo de vida diaria y un modelo de ciudad para ser imitado: la “irvinizacion del mundo”. 128 Armando Silva Bibliografia Cartién, Fernando 1999 “Gobierno de ciudad y comunicacién”, en Eicenario de la comunicacién, Quito, Flacso, Convenio Andrés Bello y Universidad Nacional de Colombia 1999-2002 Extudio sobre Culturas Urbanas de América Latina y Espana desde sus imaginarios sociales, Bogoté, en proceso. Davison, Cinthia (edit.) 1997 Any Body, Nueva York, Mtt Press, Douglas, Mary 1978 Los simbolos naturales, Madrid, Alianza Editorial. Echevarrfa, Javier 2000 Los seriores del aire, Barcelona, Paidés. Eribo, Didier 2000 Lo que nos dice la imagen, Cali, Norma. Franco, José 1999 Rosario Tiferas, Bogoté, Plaza y Janés. Freud, Sigmund 1981 Psicoparologia de la vida cotidiana, Madrid, Alianza. Gombrich, Ernest sif Art and Illusion, Oxford, Phaidon Press. 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El principal procedi- miento metodolégico se basé en el anélisis de dibujos elaborados por los habitantes de Tacubaya. Recogimos 24 dibujos con sus tespectivas narraciones. Apartir dela pregunta central; “;Cémo era Tacubaya?” los habitantes elaboraron dibujos del lugar, por lo quelaevocacién y el trazo gréfico fueron la informacién principal utilizada para el trabajo de investigacién. El dibujo es un intento por significar gréficamente al territorio, Se propuso alos consultados que hicieran tun dibujo de cémo era Tacubaya, se les proporcioné lapiz y papel; juntos tbamos platicando sobre lugares, hechos, personajes, calles; paralelamente trazaban rasgos grdficos en el papel. Los dibujos son muy desiguales en su forma grafica, también nos percatamos que éstos no se entendfan sin su correspondiente testimonio oral. Metodolégicamente, los dibujos son productivos si tenemos claridad sobre el tipo de dato que proporcionan, sientendemos que son.una forma de representacién, una construccién hecha desde la memoria [Licona, 2001]. Los dibujosy el testimonio proporcionaron mucha informacién sobre lugares, hechos, calles y acontecimientos en Tacubaya, as{, conceptuamos al dibujo como dato etnogréfico. * Benemérita Universidad Auténoma de Pueblo, Puebla. \Tacuboya se encuentra ublcada al poniente de la cluded de México, rumbo a la salida a Toluca. Oficiaimente, hoy es una colonia, pero en la época prehispdinica fue un vaste territorlo teponeca que pass al dominio mexica, que la nombré Atlacuthuayan. En la época colonial fue parte de! Marquesado dal Volle ye distingulé por ser productora de trigo. Deé de ser municipio en el aio de 1928 yactualmente pertenece 0 la delegacién politica Miguel Hidalgo. 132 Ernesto Licona Valencia Eneste articulo analizamos varios dibujos con su correspondiente testimonio oral y reflexionamos sobre la construccién de una imagen de identidad, Itmites construidos y retorizaciones, es decir, discutimos el proceso de imaginibilidad de un tettitorio, El texto esté organizado en tres apartados: Los dibujos, Limites, y La construccién de una imagen de identidad de Tacubaya. Los dibujos No todos los consultados tienen la misma capacidad técnica para claborar un dibujo. Su elaboracién depende de los elementos culturales con que cuenten, Parece que la simplicidad del dibujo conlleva a que la expresién oral sea mayor, y la mayor complejidad de los trazos y de las figuras provoca que se silenciela voz. Del conjunto de dibujos seleccionamos los representativos del proceso de fabricacidn. De ellos, escogimos dos como modelos paradigméticos; el primero como ejemplo de signo-objeto y que llamamos De trenazos y accidentes y el segundo como tipo de signos-relleno? y que denominamos La casa de la crus. El primero fue escogido como muestra de una simplificacién y el segundo como ejemplo de una complejidad. De trenazos y accidentes Jacinta Vazquez, murié recientemente a la edad de 83 afios. Llegé a Tacubayaen 1929;su esposo, quien nacié en 1905 y fue originario de Hidalgo, llegé en 1913. Se establecié a un costado de la barranca, antiguo rio de Barranquilla, La sefiora cursé hasta el tercer afio de primaria, tuvo 15 hijos, delos cuales viven diez. Vivié en Tacubaya 66 afios, Su dibujo se caracteriza por estar elaborado con lineas-objeto y en menor medidacon Iineas-contorno. Destaca un lugar que denominé “otro trenazo” ast como también a la ex-fabrica Cove, Treborco (tienda de ropa), un altar ubicado en los portales de Cartagena y “La Canada”, que es el anuncio de una zapaterfa que sustituye al edificio Ermita. 2 Técnicamente, los dibujos son representaciones de un objeto en una superficie plana, cuya bose es lalinea, no hay dibujos sin linea y ésta cumple tres funciones en el dibujo: a) lo inea puede representar ella misma tl cuerpo del objeto (linea-objeto o signo-objeto), par efemplo, una linea que represente una calle o el brazo deuna persone); b) también puede representar el contarna de un objeto (linea-contorno 0 signo-contorno), porelemplo, un cuadrode puede representar una cosa oun circulouna glorieta; yc) la linea puede ser usada para crear relleno (Iinea-relleno o signo-relleno), por ejemplo, lineas pera representar velocidad, cansancio ‘6 luminosidad de un objeto [Barbieri, 1993:27), -La imaginabilidad de un territorio a partir de la oralidad y el dibujo En este dibujo podemos identificar dos sintagmas amplios. El primero, un conjunto de signos que representan stcesos y acciones de personajes famosos de Tacubaya. Con respecto a éstos, se pueden mencionar los siguientes: “Otro trenazo” fue un accidente de tren que iba a La Venta y se le compara con otro muy comentado y que también sucedié en Tacubaya al parecer en los aos cuarenta, Dice “se vino desde arviba desbocado", ocasionando muchas muertes La quemazén” hace referencia aun incendio della fabrica de vestuarios militares amada Cove. Al “Treborco” se le recuerda como sitio donde se “estrellaban los camiones que tomaban vuelo desde Observatorio”. “La cantina” es recordada porque ahf cantaba Javier Solis, cantante famoso que vivié en Tacubaya y desde pequefio fue “morrongo” en una carniceria del mercado Cartagena, “El Altar” hace referencia a un sitio sagrado dedicado a la virgen de Guadalupe donde se realizaban misas y se le asocia a un bote donde se depositaba la limosna, ____ Hl segundo gran sintagma agrupa los siguientes signos: “Barranquilla” “Milpas”, “Angel Anguiano” (una escuela primaria de la si») y dos Areas que se identifican como “La casa Amarilla” y “Los Portales", escribiendo: “Arcos” ‘expendio”, “Casa Amarilla” (que estd a trescientos metros del lugar que seiala nuestra consultada). Sl epap halgnese Fel Copuden’ CemsAiy Ferra ca — Ernesto Licona Valencia. Por otro lado, observamos marcas y calles como “vfa del tren”, “desnivel nuevo”, “Parque Lita”, “Barranquilla” y“Constituyentes”. En el margenizquierdo del dibujo también resalta otra rea que esté nominada como “caballerizas” y “feria ganadera” y que se refiere a la parte del bosque de Chapultepec. Visualmente es un dibujo escueto, a esta consultada le costé mucho trabajo dlaborarlo, ya que su bagaje escolar es muy escaso. En su conjunto el dibujo representa el centro de Tacubaya y Ia parte poniente, en donde ella vivia. Lacasa de la cruz Este dibujo fue elaborado por una maestra de primaria de 45 aifos deedad, quien cuenta con casa propia, auto y su hija va a una escuela particular. Desde hace cinco afios ya no vive en Tacubaya pero trabaja en la zona de estudio y va diario a comer a la casa de su mamé, que vive alli. La mayor parte de su vida vivi6 en Tacubaya actualmente por su trabajo se sigue relacionando con la zona. Su dibujo, a diferencia del anterior, es mds elaborado, con més signos icénicos y de alguna manera muy complcjo. En este dibujo se elaboraron 27 signos icdnices, otros tantos lingiifsticos y 24 donde se hace un recuadro y se escribe el nombre de los lugares, asf como las calles importantes del drca. Destaca porque en el centro de la hoja dibujé su casa y la resalt6 con lineas relleno que semejan luz brillante del objeto y es alrededor de ésta que se dibujé al resto de Tacubaya. Es un dibujo que representa a una Tacubaya de los aftos sesenta en donde no aparecen los Portales de Cartagena o Jos “trenecitos”, porque la edad delaconsultada no le permitié ese conocimiento. El rfo Tacubaya aparece entubado bajo la nominacién de “Viaducto” ,asimismo, el Periférico forma parte o es integrante de la geografia. Muchos de los lugares mencionados estén rodeados de arboles, basura o de terrenos baldfos. Los edificios muestran sus signos distintivos que son las antenas de televisién. Los espacios vigilados y prohibidos, como la casa presidencial “Los Pinos”, se subrayan con dos soldados armados y los lugares desconocidos, como el “hogar para varones”, aparecen vacfos sin signos-relleno y sélo con lineas- objeto y de contorno, se escribe: “muro alto”. Dibujé todas las iglesias de Tacubaya, excepto la de San Miguel y todas tienen un signo: la cruz. La estacién de bomberos esta significada con un “carrito” en movimiento sobre la calle. Los bafios “Edén” resaltan por el humo gue expiden. La tienda de pianos es significada por un teclado, la concesionaria de automéviles Volks Wagen por un “vochito”. Con una Iinea-objeto subraya el lugar “donde cantaba la llorona’”y con un drbol, una cuerda y una tabla significa un columpio. Dibujé dos Iineas-contorno que son dos escuelas y que resalean Latmaginabilidad de unterritorio.a partir dela cralidad yeldibujo a ss Tehelmne ee MT, ees porque ha dibujado en ellas la bandera nacional. Dibujé oficinas de gobierno centros de educacién media superior y la avenida Jalisco como zona comercial por excelencia, Visualmente es un dibujo cargado de I{neas-telleno sin dejar de utilizar las otras Iineas. Y Los dos dibujos son ejemplo, el primeto, de una simplicidad y el segundo, ide una complejidad. Uno elaborado principalmente-coailfneas-objeto y el otro con lineas-rlleno; uno con menos bagaje escolar que el otro; uno con poco movimiento y cl otto mis dindmico. Es en los exitemos de estos dos dibujos que Rbicamps'ajlossiouldtres: . Por alld Tacubaya La sefiora Martha Mactfas es ama de casa con siete hijos, todos casados. Ella llegé a Tacubaya en 1939 procedente del centro dela ciudad de México. Vivié su nifiez yadolescencia en las calles de Perd, a la vuelta de la plaza de Garibaldi. Fue hasta que se casé, a la edad de 24 afios, que se trasladé a Tacubaya y desde entonces vive alli. Cursé hasta el sexto afio de primaria. Su dibujo muestra dos grandes sintagmas: el centro de Tacubaya, que aparece como lejano (encerrado en un cfrculo), “por allé” y con pocos signos; y 135__ _136 Ernesto Licona Valencia el que llamamos el del domicilio, donde los signos son mds abundantes ¢ incluso ocupan mayor espacio fisico en la hoja de papel. La imagen inmediata de la zona representa un lugar despoblado, con terrenos de cultivo con bosque donde subraya un signo que dice: “la casa de La Forestal”. Por otro lado hay otros signos como: “la Cove”, “el Observatorio”, “La Con- chita” (iglesia), “La sep” (se refiere a una escuela primaria), “Los Pinos” (la casa presidencial) y “el cambio de Dolores”, que es significado por flores. Hay otros signos como: “E] Puente”, “rfo Barranquilla”, “la calzada de Made- reros”, “camino de los Toros”, “Arzobispado”, “Montesinos”, “calle de Observatorio”, “Av. Parque Lira”, “tren de Cuernavaca” y “Chapultepec”. Todo lo anterior se refiere al ambito inmediato de residencia de nuestra consultada. Lo interesante es que la totalidad del dibujo (que abarca la mayor parte de la hoja) sélo representa a unas cuantas calles. En la parte superior izquierda destaca otra cadena sintagmatica que estd encerrada en un citculo pequefio y que tiene como titulo: “Centro de Tacubaya”. Aqui destacan tres signos: “El Rastro”, “Hospital Infantil” y una serie de cuadros que representan un asentamiento urbano y en medio de ellos se lee: “Mercado”. Asf, aparecen dos espacios: el “centro de Tacubaya” alejado, apretado, habitado y el otro: “aca”, deshabitado, vacto. La aglomeracién est “alld” y el domiciliario esta “aca”. Es una Tacubaya dividida gr4ficamente. La Imaginabilidad de un territorio.a partir de la oratidad y el dibujo Hasta la Alameda pasando por el Chorrito La sefiora Cecilia Maya de Cervantes llegé a Tacubaya a los cinco afios de edad procedente del pueblo de los Reyes la Paz, Estado de México, Ha vivido 62 aftos en la vecindad que es de su propiedad. Hoy en dfa participa activamente en el Instituto Nacional de la Senectud y sigue asistiendo a la escuela para terminar sus estudios de primaria, Su esposo, ya fallecido, se dedicé a la venta de leche y ella misma atendié durante muchos afios una de las lecherfas que tenfan. Dice: Alas 11:30 de la noche de 1935 yo Ilegué, tenfa cinco afios, no habla luz, drenaje, no habia banquetas, no habla drboles, coda la colonia estaba desastrosa, fue la primera colonia que, segsin se dice, nacié aqu{, Al lado de aqué la calzada se llamaba Madereros, ahora le pusieron Constituyentes, Pasaban sefiores a caballo y en burro porque no habla camiones [...}- wr , peliclo Kinvabe’ | wie OT fend on lu ciown i, 137 Ernesto Licona Valencla_ Este dibujo fue elaborado como un recorrido que parte desde su casa y finaliza en el edificio “Ermita” pero constantemente hay regresos. En éste se van sefialando calles, lugares 0 zonas més amplias. Visualmente es pobre, no as{ en Jo oral, ya que sélo existe un signo icénico y los dems son de cardcter lingiifstico, Es un dibujo que habla del centro de Tacubaya de manera minuciosa, de hecho podemos afirmar que todo el dibujo expresaria un sintagma amplio. Entonces ya para acd, por ejemplo, es calzada de Tacubaya [...] aquf esté el puente de la Morena, asf lo recuerdo yo que viene siendo éste. Entonces aqu{ el puente era completamente delgadito, un pasamanos de un tipo as{, no muy anche no muy gordol...]. Era el puente mentado, entonces aqui esté, vamos a suponer de este lado, esté la alameda de Tacubaya que era ésta que también habfa un reloj y aqut estd la Candelaria, si esté aqu{ la Candelaria y aquf estabala de policta, ahi estaba, entonces ya para ach. Mixcoac, Revolucién, porque en esta calzada no pasaba nada, ni un coche. Es un dibujo elaborado con mucha dificultad, donde predominan las lineas- objeto aunque aparecen Iineas-contorno y estén ausentes las Iineas-relleno. En este dibujo destacan los signos de “Los Portales”, ‘La Alameda”, “El Trenecito” y las calles principales de Tacubaya. La Real Vieja Tacubaya Pablo Ortiztiene 64 afios de edad y los mismos de vivir en Tacubaya, Actualmente trabaja en un taller de reparacidn de llantas. Ha tenido trabajos de diversa indole, fue lider de la colonia en los afios ochenta representando a un partido de oposicién. Cursé hasta el tercer afio de secundaria. Su dibujo parte de su casa, donde esté la vulcanizadora, y de ah{ empieza a describir muy certeramente su rumbo para continuar bajando hasta Tacubaya. El dibujo se divide en dos grandes sintagmas: el primero se refiere a su rumbo domiciliario, es decir, al Ambito més inmediato asu hogar, quees visto como una totalidad (actualmente esta dtea fue dividida por el Periférico) donde destaca una subfrea que denomina “Laguna”, que es el sitio donde su padre construyé la casa para Ia familia, Esto de la“Tacubaya Real”, aqui estaba lo que era la cartetera de Constituyentes que era angosta hasta lo que eta el cambio de Dolores, a partir de aquf era un lago 0 Jaguna que fue siendo rellenada con basura, fue comiéndose todo esto, Esaera Ia casa aproximadamente asf que habitamos ahora [..]. Desde aqui parte para enumerar otros signos que son los que definen a esta rea: “la Estacién de Ferrocarril”, “el Parque Lira”, “la Casa de la Bola”, “la Casa La imaginabilidad de un territorio a partir de ta oralidad ye! dibujo Amarilla”, “el Hogar pata Varones”, “el Sindicato de Materiales de Guerra”, “el Cine Unién’”, “el ex-Arzobispado”, “el Arbol Bendito” y “el cambio de Dolores”. También resalcan: “el puente de 20 metros de profundidad”, “Trenecito Observatorio” y calles como “Barranquilla”, “Rocha”, “Echegaray”, “Rincén Gallardo”, “Madereros”, “Parque Lira”, laescuela “Costa Rica” y la casapresidencial “Los Pinos”. Estadrea urbana de'T'acubayaestd perfectamente trazaday aprehendida mentalmente y, por lo tanto, conocida. El otro sintagma amplio y que denominamos ef centro de Tacubaya, estd hecho al otro lado de la pagina y destacan los siguientes signos: “Alameda”, “la Candelaria”, “Mercado Tacubaya”, “Portales de Tacubaya”, “Jardin Cartagena”, “Mercado Cartagena”, “la escuela Militarizada”, “el Rastro”, “la Capilla de la casa de la familia Mier y Pesado”, “el slo Tacubaya”, que cruzaba sobre el mercado, y “trenecito a La Venta”. Aparecen las calles més importantes del centro de Tacubaya, que son avenida Jalisco y su continuacién que se llama Camino Real a Toluca, Aqu{ subraya los elementos constitutivos del centro de Tacubaya: Estos eran los famosos portales de Cartagena, asi eran. Estaba una cantina muy famosa, un cabaret muy famoso, aquf una cerveceria muy famosa que hoy est actualmente en avenida Jalisco y Guadalupe Covarrubias, es “La Ajusco”, estaba aqui en la mera esquinita junto con estos portalitos [...], pero aqul estaba lo que es el antiguo jardin Cartagena, hoy ocupado por el metro, aqui estaba el mercado Cartagena (...], aquientraba el trenecico, daba vuelta, entraba por aqui, daba vuelta y volvia a salir por avenida Jalisco. Bajar a Tacubaya Samuel Nava es un sefior de 72 afios de edad y tiene 71 de vivir en Tacubaya. De oficio granitero (tallador de piedra), que ejercié durante cincuenta afios y dejé en 1985. Vivey ha vivido toda su vida en la colonia Bellavista, su casa se localiza a unos quinientos metros del centro de Tacubaya: [uJ] yo nacf ahf por el metro Sevilla en una casa de partera y ahi habia baldfo cuando nact. En Avenida Judrez habia mucho terreno baldio y Reforma no estaba construido, habfa mucho bald{o. Hace muchos afios México estaba muy chiquito, yo todavia conoci México muy chiquito [...], yo ibaa trabajar al Hospital Milicar cuando se hizo, como no habia muchos camiones, muchas rutas yo me iba andando por la via del tren, pasaba por la Hacienda de los Morales y luego pa‘arribita me subla, estaba chico todavia. Habla que caminar, como aqui no habia camiones, hasta el puente porque pa’arriba estaba muy feo, pa’abajo estaba empedrado. Hasta el puente subjan los camiones [...] arriba pura milpa. Atravesaba unos caminitos [...] bajando la bajada 139 Ernesto Licona Valencia. de Canario a Ia derecha estaba una pulcata, ah{ esté la via, se llamaba “La Pachuquefia”, se metfa uno dando la vueltecita, ah{ se metia uno y salfa al Tordo, ah{ también estaba otra pulquerfa, Cuando fbamos a la escuela Guillermo Prieto bajaba por Canario o por acd arriba, nos metfamos por |a iglesia la Santisima y agarrdbamos todo para abajo para llegar a la escuela. A Tacubaya siempre acostumbrébamos ir caminando porque estabamos impuestos 2 caminar a Tacubaya [..J yo soy de Bellavista, donde la gente es lista y carterista. En su dibujo, destacan los siguientes signos: “Rastro”, “Alameda”, “La Candelaria” (iglesia), “Reloj”, “Los Portales”, “El Pierrot” (cabaret), “La Floresta” (alén de baile) y “el r{0”. Las calles trazadas son “Jalisco” y “Revolucién”. Inicia con Bellavista, que es el lugar donde vive, es un dibujo que gréficamente no tiene signos lingiifsticos que hagan referencia a lugares, pero su testimonio esta cargado de historias y anécdotas. Se enfoca fundamentalmente en el centro de Tacubaya. La cerrada y tas amigas Sergio Silva estudié hasta el tercer afio de arquitectura y hoy se dedica a la venta de refacciones para automéviles, Nacié y sigue viviendoen Tacubaya. Lo particular de este dibujo es que nos muestra la parte oriente hacia la avenida Patriotismo y hasta la glorieta de Chilpancingo en avenida Insurgentes. Vivié muchos afios en la actual calle Benjamin Franklin, esquina con la calle Ciencias, hoy junto al metro La Imaginabilidad de un territorlo a partir dela oralidad y el dibujo Pattiotismo. Narré que su ruta de trabajo era hacia la glorieta de Chilpancingo y su ruta de diversién hacia el centro de Tacubaya en la cerrada de Antonio Maceo, donde jugaba fiitbol y visitaba a sus amigas. Ensu dibujo destacan los cines “Tacubaya”, “Hipédromo”, “Ermita”, “Jalisco”, “Cartagena” y “Primavera”. Es un dibujo que se refiere fundamentalmente a esa zona, destaca el “Tren Cima”, que pasaba por la actual calle Benjam{n Franklin y antiguamente avenida Primavera. Subraya como signos al monumento a Miguel Hidalgo, “la Busch”, “Sumesa”, “el Colegio Gordon”, “La Prevo-2”, “la Cantina Ledn de Oro” ya iglesia de la “Candelaria”. Es un dibujo fragmentado que rescata lugares y calles del oriente de Tacubaya y est elaborado fundamentalmente con Itneas-objeto y Ifneas-contorno. CWE fiPooReMa =i Fears BOO Baan 3, : eave it | ae 0 Tse s] go nsbinenen ertzgve de ‘ _i e Pig rece eae arg 8 Bera trance ——— Rete . Bofors cw ara bat const Dini cs —— 2 Bigeen Gn ta canes: ; SRE A er oe A seit i “, cing, 2 Faiaweien pits ° end eee eee : pea et cen arias geet 5 [opti ae Sanur PEC Tenfamos nuestros Portales “Pues mi edad, 65 tengo, de habitar acé 65, oriundo de Tacubaya cien por ciento”. Gregorio Lépez Macfas siempre ha vivido en Tacubaya. De joven se dedicé ala danza, bailabacon un grupo de concheros y de danza folclérica. Desde hace 25 afios se dedica ala mecdnica de automéviles. 141 142 Ernesto Licona Valencia Su dibujo se caracteriza por la combinacién de Iineas-objeto y de contorno, as{ como de signos lingiifsticos. Enfatiza las cicatrices urbanas que fueron las que cambiaron a Tacubaya y nos refetimos al Periférico y al paso a desnivel (avenida Observatorio y Parque Lira). Por otro lado, subraya alos Portales como el centro de Tacubaya, Remarca lugares como: “Cartagena”, “Mercado de Rufina”, “Mercado de Tacubaya”, “el Justo Sierra” (escuela), “la Parroquia” (iglesia de la Candelatia), “la Delegacién”, “la Casa del ex-Arzobispado” y la ruta de tren “La Venta-Observatorio”. Podemos afitmar que es un dibujo grificamente pobre por la ausencia de iconos, pero oralmente hace un rico uso de Tacubaya. Al referirse al lugar donde nacid, lo hace escribiendo: “nacido y criado en la colonia Garza”. Desde aqui mira y dibuja a Tacubaya en el resto de la hoja, principalmente su centro. Tenfamos nuestros famosos Portales, Portales de Tacubaya. Yo me acuerdo perfectamente de Tacubaya de los afios 39-40 que ya tengo uso de razén, Cémo era Tacubaya, tenfa una pequefia Alameda que se llamaba Cartagena, rodeada de unos Portales, unos Porcales que estaban en la avenida Parque Lira y Observatorio y de ah{ partfa Tacubaya. Tacubaya y sus Portales comenzabaen el mero centro de lo que era la plaza de Cartagena, Avenida Jalisco subfa hasta Camino Real de Toluca y la Parque Lira porque tetminaba exactamente ahf, porque no habfa continuacién, tenfamos el mercado delo que era Tacubaya yel mercado Rufina donde hacfan unos bales en las tardes, entonces la delegacién de Tacubaya estaba situada en avenida @ in alter h,, pee dive Lpert Ferrey y Ozer gous pa of ZyvEe Par, Cara tet 7" Yasuste Sa desnive d i See 3 % Ray Adbsn Shoe Leia La imaginabilidad de un territorio a partir de ta oralidad y el dibujo Revolucién y tenfa su Alameda y su escuela el famoso rio de Tacubaya que después viene a ser el Viaducto. En el mero centro de Tacubaya teniamos unos trenecitos, uno que daba vuelta en los Portales para subir a observacorio y luego artificios y Belem que era un paseo bastante bonito de aquella época [...]- Tacubaya recorrida El dibujo del doctor Eduardo Jiménez Sandoval fue construido de otra manera. Por tuna incapacidad visual él empezé a delincar trazos en el aire, agarré un mapa de Tacubaya de 1899 y con su lupa inicié el recorrido. Con su dedo fue sefialando calles al mismo tiempo que iba natrando sus caracterfsticas y con ello algunas anécdotas. Su testimonio se remonta hasta los afios veinte y llega hasta la actualidad; es el testimonio con trazo “grafico” mas minucioso y “exacto” que tenemos. Con una envidiable memoria reconstruyé calles enteras sefialando los comercios que existfan € incluso los nombres 0 apodos de sus dependientes. Escribié lo siguiente: [..] situado al poniente dela Plaza Cartagena puede afirmarse que el jardin Zaragozacra, en realidad, una ampliacién de ella, hacia lacualestabaampliamenteabierto. Este jardin, mds bien pequeffo que grande, era de forma cuadrangular; a uno y otro lado estaba limitado por edificios dedos pisos provistos de amplios ventanales. Al fondo, este espacio estaba cerrado por la amarilla fachada de estilo colonial de la Casa de la Pila, vetusta y enorme casa de vecindad. En el centro del jardin se levantaba un modesto monumento en cuya parte superior se hallaba un busto del general Ignacio Zaragoza. En torno al monument, lucia el verde césped de los prados, vfccima permanente del descuido y de Ia estulticia del populacho. Hubo una época en la que en este lugar solfan reunitse las familias que vivfan en las cercanlas para disfrutar de la tranquilided del ambiente en los domingos; pero posteriormente, las banquetas y los carriles de circulacién que existlan a lo largo de los flancos del jardin, fueron invadidos poco a poco, las primeras por vendedores ambulantes y los segundos por camiones de carga, a los que conducfan las grandes barticas de pulque que se vendfan en las varias pulquerfas que existian en el cercano callején de Rufina y que eran propiedad de Conrado Zepeda que, en Tacubaya, era considerado como el mandamés de los pulqueros. Sobre el espacio ocupado por la banquetay elcarril situado en el lanco meridional del ardin, seestablecfan temporalmente carpas en las que se ofrecfan su divertido especticulo al médico precio de dos tandas por un boleto, Elm4s notable de estos populares centros de especticulos fue la Carpa Ofelia. Su testimonio es rico en la descripcién de los espacios, particularmente del centro de Tacubaya, ahf es donde él vivia y vive actualmente. Es el tinico que muestra el proceso de transformacién de Tacubaya desde los afios veinte hasta la actualidad. Es médico de profesién, lector de la historia de México y escribe sus recuerdos sobre Tacubaya. Tiene 83 afios de edad y 75 de habitar en Tacubaya. Yo nacf en 1914 y vivo desde el afio de 1923 en Tacubaya. Yo vivi en la casa donde vivia mi abuela y mis tfos que estaba en la calle de Altamirano ntimero 8. Esta era 143 144 Ernesto Licona Valencia. tuna calle peatonal, hasta habfa un tubo para impedir que subieran los muy pocos coches que habia en aquella época, Hasta aquise ha presentadoun encuentro con los dibujos. Seinsistié en los autores como personas que despliegan ciertos recursos culturales y escolates para elaborarlo. Los Umites Ante la pregunta: {Cudles eran los limites de Tacubaya? los consultados la evocaron, fabricaton recorridosy con ello nombraron lugares fronterizos. Lo que interesa presentar es cémo los consultados territorializan a Tacubaya a través de la memoria, es decir, cémo un territorio estrecha sus I{mites y se diferencia de otros. Armando Silva [1992:53]nombra a este proceso “territorializacién de los Itmites”. En los testimonios existe un claro intento de presentar a Tacubaya en oposicién a la ciudad de México y en oposicidn a otros pueblos como Mixcoac, San Angel, Tacuba y Azcapotzalco, se dice por ejemplo “Tacubaya es més barata y San Angel més cara”. Aqufel territorio se cierra y expresiones como: “Tacubaya empieza aca”; “Tacubaya acababa aqui”; “Tacubaya se acaba hasta donde..."; “hasta aqul es dondeestd Tacubaya”; “de este lado llegarfa Tacubaya”, “hacia acd estodavfa Tacubaya”; “hastaallillegaba el Tacubaya”, son intenciones ingifsticas de dematcar el tertitorio. Es un acto que busca y encuentra fronteras, objetos limttrofes donde las nociones de centro y periferia son fundamentales. La expresién “de dénde a dénde es ‘Tacubaya” sintetiza un proceso, un intento imaginatio de enmarcar y fronterizat el tertitorio. = ; Las expresiones: “y por acd esta calle.” “pot alld..”s “por ah{ colinda.."s “por alld viene siendo..."; “por un lado y el otro lado...”; “del otro lado incluye...; “y acé hasta..."; “de este lado hasta...”; “de aqut hasta..." “el limite hastael...”; “por alld del otro lado de la calle..”;“de abt estaba...”s “y mds alld..”s “hacia allé...”; “hasta alld..”; *ya mas alld..”; “a la altura del..”s “ah{ era el Lmite..."; “ ."s “y por alld...” posibilitan un territorio diferencial, marcado, vivido y reconocido. : El limite esté asociado con la préctica del espacio —uso del espacio—, esto posibilita una compleja geografia de bordes que estructuran el territorio diferencial. Con ellos, los consultados estén familiarizados con el territorio, ahf se inscriben y narran sus recorridos [4bid.]. A continuacién testimonios sobre ello: Para mf es de Revolucién para acé, ahora de este lado Ilegarfa Tacubaya hasta Martires dela Conquista porque ahi colinda el Puente de la Morena, y de este lado La imaginabilidad de unterritorio a partir dela oralidady el dibujo ellimite vendela siendo Camino Real, entonces aqul ya se cerrarfa Tacubaya. ¥ aqui en este lugar viene siendo a donde estén ahorita el mercado y los juegos. En 11 de abril ere el Ifmite de Tacubaya; no, Tacubaya se acaba hasta donde estd Gigante Mixcoac, ah{ era San Pedro de los Pinos. Agarra Escandén, todo eso y luego Escandén agarra donde estaba el cine Primavera, Benjamin Franklin para alld €s Condesa, es una cuadrilla esa que es Nuevo Leén, alld Espafia (se refiere al actual parque Espafia) ahi donde esté el Plaza y para alld en Pedro de los Santos en San Miguel Chapultepec. Hasta aqui donde esta Tacubaya, Avenida Chapultepec, el Chorrito, Consticuyentes. Tacubaya empieza acé desde Bucareli, luego agarra esta otra Cuauhtémoc lo que era la Piedad y toda esta franja que viene siendo Reforma, estaba el Caballito, avenida Chapultepec, todo eso era la colonia Judrez. Es enorme el Tacubaya que recuerdo, el Capulin era parte de Tacubaya, Palmas, la Amética,el camino las minas. Esteera el rfo Tacubaya, esto erael camino alas minas, aqué no habfa nada, en la actualidad estd Artificios. Palmas era todo esto, ahora es Bondojo, estaba la famosa Fabrica de tabique era una serie de hornos, era de tabique ahi actual mente la ocupa la central de autobuses y esa parte es el metro, de este lado es Parque Lira, esa parte San Miguel Chapultepec, de este lado Becerra, Tacubaya era hasta las vfas, esto es lo que viene siendo avenida Revolucién, es un ltmice, aqui estaba la Onceava Delegacién, aqui estaba un lider muy famoso que tuvimos, Rojo Gémez, de este lado hasta Palmas, de aqul hasta rio Tacubaya, avenida Revolucién y Constituyentes, esto era lo que realmente era Tacubaya. [...] aqui el limite hasta el bosque de Chapultepec llegando a Constituyentes ya seva para la colonia Roma del otro lado dela colonia Judrez. Los limites dondeestaba ta gloriera donde estd precisamente el metro Chapultepec, ahf Ilegaba Tacubaya de abf hasta la Alameda de Tacubaya después ya venia San Pedro de los Pinos. El principio de Tacubaya el I{mite era la Alameda, porque ahora ya hicieron el Viaducto, Periférico pero antes no existfa. Yhacfa el sur, bueno hacia alld entonces hasta alld quedaba pasando lo que es el terreno del Parque Lira, dando vueltaa la derecha habfa tna calle muy ancha que casi estaba llena de verdaderas_montafias de pedaceria y ahf esta el cuartel. Los limites del territorio diferencial de Tacubaya son imprecisos, son inciertos en el sentido que cada consultado los fabrica desde la evocacién y el recuerdo. En algunos consultados los Ifmites son vagos y en otros aparece doble © triple frontera, Como consecuencia de las dudas que manifiestan sobre el nombre de los lugares, cada dibujo y testimonio aportaron elementos que son diferentes unos de otros, la presentacién de los limites es recortida y cada uno de los consultados parte de diferentes puntos para nombrat los limites. Asimismo, cada punto fronterizo aparece asociado a otros as{ tenemos, por ejemplo, una frontera con tres lugares fronterizos y en otra con dos o una sélo, Esto expresarfa la intencién de remarcar el mite con el mayor mimero de elementos que se pueda, cerrar el lugar y con ello diferenciarlo ain mds. Un consultado subrayé 145 Ernesto Licona Valencia. una frontera con Constituyentes, el Bosque de Chapultepec y l Pantedn de Dolores. Otro consultado, establece los Ifmites en Constituyentes y tres colonias; otro sélo en Los Pinos. Las fronteras no son percibidas de la misma forma, como ejemplo de su reforzamiento, tenemos la siguiente cita: ‘Atrds del cuartel més al poniente quedaba la Cove, la cooperativa de obreros de vestuario yequipo; yaal extremo quedaba el convento de San Diego, estaba ocupado por la Cove y ya mas alld del convento de San Diego estaba la estacién del tren, estacién de ferrocarril que va a Cuernavaca [...] y un poquito més hacia el sur quedaba lo que es el templo dela Santfsima y ya pasando el tren quedaban las ruinas todavia del Molino de Valdés, mas arriba el terreno que ahora esta ocupado por el condominio de los empleados de Sears, Entonces podrfamos decir que por el poniente quedaba limitada por la via del tren. Ms alld habfa unas casuchitas de adobe pero habfa milpass eran las tierras de cultivo, generalmente cultivo de mafz, muchos nopales, érganos, muchas cactéceas que nacen en lugares donde nose esté cul ando. En realidad, como afirma Silva, son bordes visuales, es decir, los lugares evocados y nombrados funcionan come nudes del territorio diferencial en la medida en que “hasta ll{se llega, pero también de alll se parte”. Es decir, hay una clara intencién de cudndo se entra a Tacubaya y cudndo se sale de ella, en este sentido lo siguiente es ejemplificador: “Tacubaya acababa aqui en el Periférico pa’bajo y sube aqui de la terminal de los camiones hasta el 13, kilémetro 14, luego baja a las lomas de Chapultepec [...]”; “San Antonio hacia acd es todavia Tacubaya”; “Eso ya pertenece a Cuajimalpa y ahora es Alvaro Obregén”; “Ya se senifa de aquel lado aunque Becerra realmente pertenecfa a Tacubaya”. Los bordes visuales (los elementos fronterizos) permiten evocaciones y su evolucién deja distintos bordes [#6id.]. Efectivamente, cada elemento nombrado posibilita un recuerdo, una anécdota y recortido que son como los “adornos” del lugar Itmite. Ejemplos hay muchos: se cuenta la biografia del politico Rojo Gémez que fue juez y ministerio ptiblico y que “hizo carrera en Tacubaya’s recortidos hasta el Toreo; un establo donde jugaban cartas toda la noche y en la mafiana los jugadores tomaban leche fresca recién extrafda de las vacas rememoraciones hist6ricas cuando se menciona la Cove; se n irra cuando corrfan alasecundaria a admirar a las muchachas; cuando en el Parque Lira los espafioles organizaban sus fiestas en honor a la virgen de Covadongs: “donde fbamos a jugar cada semana”, Sobre una frontera se dice: [un] una cosa que yo me pregunté siempre: en ese rumbo haba un boquete muy grande, bastante profundo que no sé que habria sido. Estaba aqui derecho subiendo por José Moran, subiendo mas 0 menos por donde va el camino lo que hoy es el Periférico poquito antes para acd donde esté Parque Lira”. La imaginabilidad de un territorlo.a partir deta oralidad y el dibujo Del Parque Lira se tecuerda que tenfa una barda muy alta de piedra de “matatena” y se pregunta el consultado sobre el destino de dicha barda. Se evoca la calle por donde bajaba una corriente de agua; sobre la tienda donde iban a comprar caramelos. E] I{mite siempre va asociado con descripciones minuciosas de lugares anexos o de narraciones que refuerzan mentalmente la frontera. En laconstruccién de los limites se usa el pasado y el presente indistintamente. Loslugaresactuales son el punto de partida para rememorarlos sitios desaparecidos oviceversa. Es una estrategia del pensamiento que se confundan los tiempos y los espacios actuales y pasados. Asf se hilvana una continuidad histérica del lugar; un antes y un después. Ahora hacia el oriente, muy fécil, se me estaba complicando la cosa, hacia el oriente era Patriotismo qué era antes Patriotismo? Era la via del tren, Era el tren que venia por Baja California y venta y daba vuelta en Patriotismo, era el tren que iba a Tizapdn, San Angel, ahi era el limite claro mdsal oriente de Patriotismo, s{quedaban algunas casuchas, no estaba disefiada todavia Marti hasta alld. ¥ por allf existia una iglesia, la iglesia del Espfritu Santo pero todavia no habfa nada, era el rio que iba cortiendo, iba en bruto, iba corriendo con sus riberas. Otra estrategia de territorializacin de los Iimites es la construccién de “micro tegiones” al interior del territorio con fronteras especificas, que estrecha atin més los Itmites inmediatos. Es un proceso que construye Ambitos mds domésticos y sentidos con més intensidad. Por ejemplo, las nociones de “Tacubaya poblada y la despoblada”; la “Tacubaya de arriba y la de abajo”; “el centro de Tacubaya”, expresan una zona de pocas cuadras y con ello una “micro regién” practicada, evocativa y experencial. El testimonio de una consultada limita sus evocaciones a un perfmetro de aproximadamente 12 cuadras y que denominé “mi tercer imperio”. Es un microtertitorio que se subraya con limites precisos y elementos que lo distinguen: tres escuclas primarias, la iglesia de San Miguel, “la Fabrica de canicas”, “la Bush” (concesionaria de autos Ford que se distinguia por los animales disecados que exhibla), “la casa de los Hagenbeck” (actualmente Gigante), una casa conocida conel nombre de “la casa de los Perros” que debe su nombre a las cabezas de canes que tiene su fachada, un convento que fue internado y que se escuchaban las voces de los coros, “tres casas maravillosas”, la catequista, el local del sastre que tenia pésters de mujeres “encueradas”, del policfa que le nombraban el “giiero Policfa” (que segiin nuestra consultada se gané el respeto porque todo el vecindario lo saludaba, el paletero que hacfa coplas a los clientes),? los helados » Hoy plas, palttas, tas hoy grandes ylas hy chigitos de esa para Terso, delimén por Simén, de pifia para fa nitio" 3 Ernesto Licona Valencia “Parle”, cuyo duefo se conoce todavia como el “sefior de la Paris” (famosos helados en toda Tacubaya), el taquero de carnitas, el vendedor de meleacha. Para nuestra consultada, la evocacién la llevé a delimitar su territorio: “mi tercer imperio partia de la segunda calle de José Ceballos y comprendia las avenidas Parque Lira, Agustin Vicente Eguia y Revolucién; las calles de José Morn, Gelati y Juan Cano”, Otro consultade menciona una Tacubaya poblada y otra deshabitada, cada zona descrita con limites especificos. ‘Armando Silva dice que hay bordes visuales y bordes urbanos. Los primeros serfan, en nuestro caso, esos elementos que permiten fabricar y enmarcar a un tertitorio diferencial con espacio practicado, usado. Lo segundo se refiere a aquellos bordes que ayudan a claborar croquis de la ciudad. En el caso de Tacubaya, los dos aparecen indistintamente, porque por un lado se subraya lo local y por el otro no se olvida su vinculacién con el centro de la ciudad 0 su percenenciaa un dmbitometropolitano. Hay sitios que constantemente recuerdan (Portales, Periférico, Viaducto, Metro, Casonas...) porque “nombrar los limites es una elaboracién simbélica que no se cansa de apropiar y volver a nombrar las cosas en caracter{stico cjercicio existencial-lingiifstico, aquello que vivo lo nombro; sutiles estrategias del Lenguaje” [[did.:54]. La construcci6én de una imagen deidentidad ‘Aqui mostraremos la naturaleza y el proceso de construccién de una imagen identitaria,* figura que se fabrica con lugares-memoria que habitan en la geografia de lo imaginario y que conforman un capital-memoria, Entiendo por identidad de Tacubaya, y aqui sigo a Armando Silva, la evocacién que realizan sus habitantes con la intencién de caracterizar su lugar de residencia sobre el supuesto de diferenciarlo de otros lugares [ibid.:167]. Es decir, van a desciftar Ja imagen de identidad de Tacubaya, lugares que se evocan y palabras que la retorizan. Los consultados desplegaron un capital-memoria, que es una simbélica urbana que se estructura fundamentalmente a partir de lo ausente y en menor medida de lo presente. La caracteristica principal de las imdgenes-memoria es perpetuar un territorio, configurar una imagen patrimonial del lugar. El eapital- memoria es un corpus de imagenes que hacen referencia a objetos locales que son los que posibilican edificar una imagen identitaria, Entendemos por imagen 4 |magen de identidad ¢ identided de un lugor no son lo mismo. El primer concepto hace referencia @ un proceso de imaginibilidad sobre un territorio que es el que interesa desarrellar equi, La imaginabilidad de un territorio a partir deta oralidad y el dibujo ‘identitaria el conjunto de representaciones comunes, puntos de coincidencia que son producto de la interaccién que tienen los vecinos con Tacubaya. Elcapital-memoria Los vecinos consultados aportaron 73 elementos y sitios, los cuales agrupamos en sendas, bordes, nodos y mojones.’ Sendas Son caminos, vias, accesos que un habitante usa normalmente, ocasionalmente 0 potencialmente [Lynch, 1970:48]. En nuestros consultados, las sendas que erigen la imagen de identidad son: Camino a Tacubaya, Camino Real a Toluca tren La Venta, Répidos Ermita y l terraplén, Estas se pueden resumir en dos: el Camino a Tacubaya (que contintia por los Répidos Ermita y llega a San Angel); éste mismo se bifurca en la Ermita y adquiere el nombre de Camino Real a Toluca; y el otto es el definido con el nombre de tren de La Venta, El capital-memoria muestra algunas sendas, que las hace tener enorme significacién en la medida que posibilitan erigir un sistema. Lo mésimportante de este sistema es que remite a las nociones de adentro y afuera, lo primero estarfa representado por el Camino Real, que iniciaba en ia interseccién de las actuales avenidas Revoluci6n y Jalisco (donde se encontraba la antigua Ermita). A partir de este punto se entraba a Tacubaya, cuando se sentfa la calle empe- drada que sugerfa cierta estrechez eminentemente peatonal. Esta senda estarla comunicando viajes peatonales, un espacio cefiido y un sentimiento de estar en RTecubays. La senda Camino a Tacubaya (que continuaba con la denominacién Répi- dos Ermita) remitia a cierta fluider asociada fundamentalmente 2 los teanvias con ciertaanchura y altura (expresada en el terraplén), aun sentimiento de paso, 2 estar afuera de Tacubaya. Esta senda tambign adquiié significacién por su vinculacién con la ciudad de México, asf aparece una imagen de aledasio en la medida que la senda es la prolongacién de un camino que venta desde la ciudad. pasaba por Tacubaya y llegaba a San Angel. Contar con una calzada 0 camino, 5 £1 urbanista Kevin Lynch ereé una ipolagia de elementos estructurantes del espacto urbono, su plan yo ex umclisco, Su obletno en La imagen dela cued [1970] fue determinaslos tomentoe sec pole ot hombre en el laberinto de la cludad. Afiemé que la representacin cognitiva que cada persona tiene de su entomno, es un conjunto de elementos ‘isicos y tangibles, pero también de otros o:pectos, como la significacién de la zona, su funcionalidad, su historia o incluso su nombre, Estos elementos fsicns son los qu Usamos en nuestro andlisis: sendas, bordes, nodos y mojones. a 149 150 Ernesto Licona Valencia que nace en el centro dela ciudad, proporcioné una sensacién de rclacién a pesar de ser lindante. El tren a La Venta era una senda eminentemente local, propia y exclusiva de ‘Tacubaya, Era un trenecito que hacfa un recorrido pequefio, donde su punto de partida y llegada era Tacubaya: era un viaje interno de y para Tacubaya. En este sentido, las sendas estaban perfectamente reconocidas en cuanto a su origen y destino. La otra, venfa de México y legaba a San Angel (ésta misma se bifurcaba al llegar a Tacubaya y conclufa en Santa Fe), y posibilicé que fueran atrapadas, distinguidas y conocidas y permitieran configurar una imagen que estrecha los lazos con el rumbo, que apuntala las relaciones con el territorio. [Las sendas tenfan un curso, una trayectoria perfectamente identificable. El derrotero de la senda Camino a Tacubaya-Rapidos Ermita era de la capital hacia el sur, asf aparecié una imagen de una senda alineada, en linea recta (aunque en la realidad no sea asi). Enel caso de la senda tren aLa Ventasu direccién era hacia arriba, subiendo por la loma. Esta presentaba una curva o semi-glorieta que detenia la fluider, paraba en Tacubaya para luego seguir su tortuoso camino hacia arriba, Cabe mencionar que actualmente estas dos sendas siguen existiendo con las modificaciones que el tiempo les ha impreso. Bordes Son los limites entre dos elementos que separan una regién de otra, son elementos fronterizos cuya funcidn principal es mantener juntas las partes de una zona {ibid.]. Los bordes que habitan en la memoria y que los consultados expresaron fueron: rio Tacubaya, rfo Becerra, la Barranca, las Lomas, las Minas, el puente de Cartagena y la estacién de ferrocarril Tacubaya. Unos bordes separan y otros unen. Los primers funcionan como puntos limferofes de dos zonas que dan una imagen de barrera (lomas), de confin (minas), de orilla (rf0 Becerra). Los tres en su conjunto inscribieron la i{nea fronteriza de Tacubaya, son bordes que se ubicaron geograficamente hacia los puntos cardinales, quedando ausente la referencia hacia el oriente. Los otros bordes distancian, pero ante todo retinen en la medida que son bordes de funcionalidad interna que conformaron un recinto. El rfo Tacubaya aparecié como una cicatriz. que seccionaba un mismo lugar, no encontramos alguna expresién que hablara 0 caracterizara las margenes de fo, por lo que consideramos que su funcién como borde fue fragmentaria en el sentido de que no dividié sino unid. Asociado aeste borde de significacién importante, esté el puente de Cartagena, que funcioné como una verdadera sutura en la medida que une a las secciones mencionadas, e incluso adquirié el cardcter de senda. Su imagen noes de La Imaginabilidad de un territorio a partir de la oralidad y el dibujo un Limite fronterizo —en estricto sentido— sino de marca natural sobre la cual, primero en torno a ella y luego sobre ella, se edificé Tacubaya. La Barranca, también como marca topogréfica, no sélo unificé sino que reunié la zona norte con el centro de Tacubaya y agrupé, porque la barranca nunca fue una barrera (es decir no es una barranca como las de la parte poniente del Valle de México que tienen gran profundidad). Se recuerda que sobre ella corrié un riachuelo que funciona como referencia obligada en el capital memoria de igual forma fragmentario, a diferencia de la estacién de ferrocarril que sf funcionaba como divisién de dos segmentos, entre la Tacubaya de arriba y la de abajo. Nodos Son los puntos estratégicos de una ciudad. Son nticleos donde sus habitantes pueden ingresar, puntos desde donde se parte o encamina. Los nodos pueden ser lugares de confluencia o de concentracién cuya caracterfstica puede estar determinada por un uso especifico, como una esquina o una plaza publica [ibid.:49]. Los nodos que nombraron los consultados son: 1. Portales de Cartagena, de San Juan y de la Magdalena. 2, El rastro. 3, El mercado. 4, Jardin de los Martires, a de Cartagena, 6 Primavera, ¢ Hidalgo, d Morelos (en Escandén) y ¢ Parque Lira. 5. La Alameda. 6. Cines Hipédromo, a Primavera, 6 Unién, «Jalisco, d Hollywood, e Tacubaya y ‘fExmita. 7. Cabarets Montealbén y Pierrot. 8, El saldn de baile el Floresta o la Floresta. 9, Teatro Apolo. 10. Alberca Edén. 151 Ernesto Licona Valencia 11, Panteén Dolores. 12, El Observatorio. 13. Central Telefénica. 14. Escuelas Justo Sierra, @ Luis Savifion, & Luis Vives y c El Instituto Espafiol San José. 15. El Hospitalito (Hospital Escandén). 16. Las iglesias de San Diego, a Santisima, 6 Candelaria, cSan Miguel, dSan Juan y e La capilla del Santo Nifio de las Suertes. 17, La Casa de la Pila. 18. El Arbol Bendito. a Las rejas de Chapultepec. 6 El reloj. 19. La primera toma de agua. 20, La Ermita. 21. El Chorrito. Estos nodos son memorables porque son pequefios puntos de referencia que tienen una enorme semioticidad; son espacios donde se experimenta estar en Tacubaya. Dentro de este sistema destaca un espacio que concentra ocho nodos, que esa Plaza de Cartagena (agrupa dos cabarets, un cine, dos colegios, un jardin, una casa y un hospital). En su alrededor inmediato aparecen tres iglesias, la alameda, el mercado, otraescuclay el rastro, La Plaza de Cartagena y su inmediatez expresatfan el centro de Tacubaya y es al mismo tiempo un nodo de confluencia y de concentraci6n; ahi llegaba lasenda interna (Camino Realy de aht partfa hacta arriba) y es un punto de concentracién de actividades comerciales, educativas, de ocio o de diversién. Este nodo y su red constituirfan el foco del rumbo, es decir, el espacio con mas carga semidtica que irradia su influencia y que se constituye como simbolo del lugar, es aqui donde verdaderamente se experimenta estar en Tacubaya. Los restantes nodos conformarfan un sistema de acceso, pero al mismo tiempo, expresarfan un uso social determinado, un tipo de concentracién tematica. Por ejemplo, en Tacubaya hay nodos religiosos, para pasear, de diversién, comerciales, educativos, de servicios, cicatrices como la Primera _La imaginabilidad de un territorlo a partir de ta oralidad y el dibujo Toma de Agua, la Casa de la Pila, el Chorrito y nodos que remiten a hechos maravillosos como el Arbol Bendito. Del total de nodos sefialados, 38 tienen limites claros, espacialmente localizables y los otros siete no tienen un comienzo claro, porque su ubicacién es més difusa, pero en unos y otros la conexién con el lugar es nitida, Mojones Los mojones son los puntos de referencia que se consideran exteriores al habitante. Su uso implica la seleccién de un elemento entre varios; es decir, que se les ve desde muchos dngulos y distancias. Se trata de claves de identidad e incluso de estructuras urbanas que son frecuentemente usadas y son elementos esenciales para caracterizar un barrio o emprender un recorrido [ibid.:39]. Recogimos los siguientes: + Fabricas: Cove y de calzado Excélsior. * Casonas: Escandén, Hagenbeck, Mier y Pesado, Casa de la Bola, Casa de la Condesa. * Molinos: de Valdés, de Santo Domingo, de Rosas y Molino del Rey. © La Casa de las Bombas. De este conjunto destacan ocho que se configuran por su viejo esplendor; se ha seleccionado fundamentalmente su pasado, su historia decimonénica, el mito de la Tacubaya veraniega (las casas de campo). Las casonas funcionan como puntos referenciales identitarios a pesar de que no son usadas por los habitantes comunes de Tacubaya, pero han sido vistas y narradas, y con ello han posibilitado alimentar una imagen. Para distinguirlas se subrayan sus grandes jardines y huertas, sus capillas, los lagos interiores, las casas principales, las enormes salas, los viajes de sus duefios, etcétera; todo aquello que expresarfa un estilo de vida aristocritico o de clase pudiente. También se eligié un aspecto de ellas para distinguirlas, por ejemplo, el trenecito delacasa de los de Teresa y la capilla (que es reproduccién de una que esté en Roma) dela familia Mier y Pesado. También la forma fisica determiné una denominacién, como es el caso de la Casa de la Bola, que se le nombra asf porque desde afuera se vefa solo la capula de la capilla semejando precisamente una bola. Podemos concluir, ante la carencia actual de un esplendor en Tacubaya, que los consultados han optado por el significado vetusto de las casonas. La distincién del conjunto de molinos es muy ambigua; también se ubicaron como lugares dentro de la imagen de Tacubaya, se les nombré como referencia obligada, En el caso de la Casa de las Bombas destacé por su presencia fisica, porque estaba ubicada precisamente a la entrada de Tacubaya. La fabrica 153 Ernesto Licona Valencia Excélsior se distinguié como lugar por la labor humanitaria de su duefio, Carlos B. Zetina (actualmente existe una calle con ese nombre) hacia sus obteros, a quienes daba casa, educacién y los preparaba en el oficio de Ia produccién de zapatos. La Cove, fabrica de vestuario para militares, daba trabajo aun gran miimero dehabitantes del rumbo ¢ incluso actualmente existe una colonia con ese nombre. Este mojén es significative porque de él se ha seleccionado la tienda de consumo popular. Esta fabrica, que era cooperativa, tenfa una tienda de viveres, enseres y vestuario que vendfa a precios muy econédmicos ademas de ser el punto obligado para ira la parte alta del lugar, asi como para bajar a Tacubaya. : Este conjunto de mojones estén impregnados de una anécdota, una historia o deun signo, permiten configurar un territorio, son cercanos paralos consultados no sdlo como puntos de orientacién para encaminarse sino como claves referenciales de la imagen de identidad del territorio. Por ejemplo, las casonas adquieren un nivel simbélico en la medida que remiten a un estilo de vida que actualmente no se tiene, en la medida de que es dificil armar una imagen identitaria de Tacubaya sin la participacién de éstas. ‘A continuacién mostramos un diagrama donde se ubicaron las sendas, los bordes, los nodos y los mojones. Lacentralidad Los lugares anteriores —sendas, bordes, nodos y mojones— no estén aislados, estructuran una totalidad. Tacubaya tiene en su interior una estructura de sendas, nodos, mojones y bordes que estén relacionados entre sf, que estructuran intimamente a Tacubaya y agudizan su imagen de identidad como conjunto. Las sendas mantienen relaciones estrechas con todos los elementos; en los nodos de confluencia se producen las principales intersecciones y éstos son afianzados por la presencia de mojones. Por ejemplo, dice Kevin Lynch, las sendas adquieren presencia por su ritmo y naturaleza, por sus confluencias nodales, por los bordes Gue la recorren y los mojones colocados a lo largo de su extensién [bid.:79 y 6. En Tacubaya, destacé la pareja sendz-nodos porque se edificé la imagen de centro, que junto con otros diios (sendas-mojones, sendas-bordes) conformarfan el sistema total, es decit la imaginabilidad de Tacubaya. Entendemos por imaginabilidad a aquellos atributos, caracteres de una ciudad que suscitan imagenes enérgicas a cualquier habitante, son propiedades de un barrio o calle que posibilitan la produccién de imégenes mentales de su entorno urbano, que son vividamente identificadas, poderosamente estructuradas y de suma utilidad [i6id.:18]. En Tacubaya, la senda interior La Imaginabitidad de un territorio a partir dela oralidad yel dibujo concentré 15 nodos, dos mojones y dos bordess$ la senda exterior reunié L1 nodos, dos mojones y un borde, De esta manera, ambas configurarfan la imagen patrimonial del centro de la localidad. En otros términos, las redes que configuran las sendas interiores y exteriores estructuran un centro. Aqu{ hay que subrayar que este conjunto de redes organizé un drea central que iba de la Ermita al rastro (en su direccién norte-sur) y de la iglesia de la Santisima a la Parroquia de la Candelaria (de poniente a oriente); un area que denominaremos territorio central de Tacubaya porque concentré 26 nodos, cuatro mojones y tres bordes. Fue la Plaza de Cartagena la que ocupé una posicidn estratégica en la configuracién del centro. Lo més significativo de la Plaza fueron los Portales. Fue el centro comercial por excelencia porque se encontraba toda clase de mercancfas que venfan de pueblos como Cuajimalpa, Huixquilucan, Ocoyoacac y de la ciudad de Toluca. Se podfa adquirir toda clase de mercancfas como verduras, huaraches, chorizos, prendas de vestir, pulque, velas, carbén, lefia, alimentos y demas enseres que se utilizaban para el hogar. Los Portales estaban iluminados y a través de la avenida Parque Lira corrfan los postes que daban luz a los vecinos del barrio de Santiago. Los Portales eran terminal de los tranvfas que venfan del centro de la ciudad, ahi daban vuelta para regresar al Zécalo y también de ah{ subfan los trenecitos para La Venta. Eltertitorio central es un lugar que compendia la memoria colectiva y genera una sensacién de estar o vivir en Tacubaya; es un lugar de referencia para los que habitaron y habitan ahi. Es un centro urbano que designa un lugar geogréfico y un contenido social: “El centro es un espacio que, debido a la caracteristica de su ocupacién, permite una coordinacién de las actividades urbanas, una identificacién simbélica y ordenada de estas actividades y por consiguiente, la creacién de las condiciones necesarias a la comunicacién entre los actores urbanos [...]” [Arroyo, 1994:88].7 El territorio central de Tacubaya es un lugar urbano en la medida que posee un espacio central, formal y simbélicamente establecido como micleo y centro de una totalidad [ibid.:91]. Su centralidad albergé espacios comerciales, de culto, educativos, de recreacién y paseos que permitieron edificar una imagen de cardcter metropolitano. ®Nodos: Lo Ermita, cine Hipdromo, cine Tacubaya, escuela Luis Vines, cabaret Montealban, cabaret Pensot, E! Hospitalito, Iglesia dela Santisima, Portales de Cartagena, Mercado, Jardin Cartagena, Casa de {a Pila, Portales de San Juan, Iglesia de San Juan y el Rastro. Mojones: Casa de los Escandén, Casa de los, Mier y Pesado. Bordes: Rio Tacuboya y puente de Cartagena. 7 Manuel Costells [cit. en Arroyo, op. cit.:88). 155 Ernesto Licona Valencia. Elcentro de Tacubaya Actualmente, el centro de Tacubaya esta fragmentado, a diferencia de otros antiguos pueblos como Azcapotzalco, Tlalpan 0 Coyoacén, que conservan en lo fundamental la vieja estructura urbana (plaza, oficina de gobierno, iglesia); en Tacubaya ha sido rota. Las vialidades de alta velocidad han cercenado el centro, han ocasionado que Tacubaya no conserve su vieja estructura. En este siglo ha sido objeto de tres grandes heridas urbanas: Jas construcciones del edificio Ermita, del Periférico-Viaducto y la del Metro. A pesar de ello, el centro de ‘Tacubaya sigue siendo un sitio con mucha carga simbdlica, generador de valores, signos y seffales. Sigue siendo centro porque detenta muchas funciones que satisfacen necesidades para sus habitantes y sus alrededores. Un centro ejerce més fuerza en la medida que sus funcionesse diversifican y por lo tanto, lacirculacién, lainteraccién y la actividad se intensifican entre él y sus habitantes; entre ély sus alrededores. Es centro porque su estructura ejerce atraccién, porque posibilita viajar hacia él. El centro de Tacubaya no ha perdido valor para sus habitantes, slo se ha transformado. Sigue siendo el corazén comercial, financiero y sitio de intercambio de bienes y servicios, lugar hidico, espacio de encuentro y de citas; Ambito obligado para conducitse por la ciudad, recinto donde se llevan a cabo acciones urbanas primordiales. Fl centro de Tacubaya es un lugar especial no por su tamafio sino porque es un espacio central, niicleo de un trozo de ciudad, porque sigue cumpliendo una funcién, hoy de cardcter metropolitan. El centro de Tacubaya en la actualidad puede dividirse en cinco zonas y tres calles, cada una con caracteristicas especiales, con éstas no se agota el espacio central; aqui sélo sefialamos las més significativas para Ja definicién actual del centro de Tacubaya. Estas son las siguientes: Cartagena,* que se define por su ® Cartagena sigue siendo el lugar primordial de la centralidad, cunque su cardcter ha cambiado. Es una zona que ocupa lo que se llamaba Portales de Cartagena, que fueron nombrados asf en recuerdo de Don Juan Romirez de Cartagena, quien llevé ef agua a Tacubaya desde los manantiales de Santa Fe, Es un érea ‘compuesta por el mercado, Gonzalo Pea Manterola y por el jardin Charles de Gaulle, que fue lldmado os! porque el general de Gaulle, quien se distingué en la Segunda Guerra Mundial, estuvo en México por unas horas, suvisita fue breve pero significetiva para borrarde la plaza el nombre de Cortagena, Oficialmente estos son sus nombres pero los habitantes conocen la zona con su antigua nominacién: Cartagena. Segiin un consultado “esa calle era ancho, sombreada y romantica y sus drboles rebasaban con creces la altura de las casos vecinas". En lo alto del Portal de Cartagena habia viviendas y en los bajos, comercios. ‘Abt habfa una ponaderta cuyo duefo era precisamente Juan Ramirez de Cartagena. Este sefior fue duefio de tierras en Cozcacocc, actualmente Lomas de Chapultepec y duefio de vorios molinos, inventé un sistema de mollenda que aprovechoba de mejor manera el grano y vivié en los altos del Portal, Para Tacubaya, de los Ramirez de Cartagena importan: el padre, el hijoy ol nieto. El nombre de éstos sirvié pera bautizar ol Portal ya la Plaza Cortagena. La imaginabitidad de un territorio a partir de la oralidad y el dibujo ritualidad; la Alameda, por ser de descanso; el Parque Lira, por familiar; El Barrio de Santiago, por antiguo; Becerra, por lugar de abastecimiento doméstico; Jalisco, por ser peatonal; Revolucién, vehicular y Marct por ser una calle para mirar. Sin embargo, hoy este centro ha sido “descentrado” por el surgimiento de otros sub-centros de Tacubaya. Al poniente se ha desarrollado una plaza comercial que alberga bancos, cines y tiendas de diversa indole. Ha generado el cambio de prdcticas, por ejemplo, si anteriormente era necesario “bajar a Tacubaya” para realizar transacciones bancarias ahora, para un gran ntimero de personas, esta plaza comercial ha permitido evitar la “bajada” y realizar sus actividades bancarias ah. Incluso uno de nuestros consultados recomienda esta plaza, por ser facil el acceso y poco aglomerados sus bancos, a diferencia del centro de Tacubaya, que siempre esté lleno de personas. Sin embargo, sobre este aspecto habrfa que desarrollar otra investigacién. De acuerdo con algunos entrevistados, todavia en los afios treinta de este siglo se vefon pasar pore! Portal recuas, jinetes, cargadores, torlilleras y comerciantes en pequefio. Muchos se dirigian hacio el sur, pasaban por el barrio de Nonoatco para llegar a Mixcoac y San Angel; otros tomaban el Camino Real para Toluca y ‘otros més hacian comercio ena ploza Cartagena. Era unazona con olora pulque. Ena actual calle de Rufina y Jalisco se encontraba un altar a la virgen de Guadalupe, que en el periodo de la guerra cristera fue roto a culotazos, lo que propicié un levantamiento de los pobledores de Tocubaya Lo interesante de la plazo, hoy convertida en jardin y mercado, es que ho adquirido la funci6n de una plazo, la aptitud de lugor de reunién, de ser un recinto donde sus boncos, guarniciones y piedras invitan a detenerse. Alberga des entradas del metro por lo que es bostante transitada en el dia; en la noche es muy peligroso, en ella se cometen constantes asoltos. Los dominges adquiere una fisonomia especial porque es poblado por trabajadoras domésticos, soldados y trabajadares de la construccién. Desde muy temprano hasta las diez de la noche se convierte en un espacio ritual Cada domingo, ta zona de Cartagena y en particular el jardin de Gaulle es invadide por migrantes que han decidido trobajory viviren lo cludad de Méaico. Sus usuorios, principalmente mujeres que trabajon como sirvientas en Las Lomas y Polanco, soldados y abreros de la construccién, deciden pasear y disfrutar el dia de descanso en Tacubaya. Reproducen los habitos de los pueblos, uson el espacio de manera recurrente, es decir, como no es estrictamente una plaza con kiosko y un andador circular donde las mujeres cominan en tun sentido y los hombres en otro; oqut caminan indiferentemente, pero pasan recurrentemente por los mismos recovecos y recintos que ofrece el jardin. En su mayoria son mujeres que llegan bafiadas, arregladas, luciendo su vestido “dominguero. Los vecinos del lugar han denominodo a esta puesta en escena como "la fiesto del listén” y “gatear” significa organizar un grupo de jévenes e ir en dia domingo a Cartogena a conseguir novia. Es un viaje de vacile y cotorreo pora ellos, de estas incursiones se conocen muchas historias ¥ anéedotas que son claras expresiones de la segregacién socio! de que son objeto estas mujeres. Estigmatizados como “Marias”, “indias", “nacas", “pueblerinas", son un grupo social que se opropia del lugar y que deja una fuerte derrama econémica que beneficia @ locotarios del mercado e infinidad de comercics y servicios que se oferton en Cartagena. El jardin cuenta en su costado norte con comercios como pollerias, tacos, loncherlas, venta de casetes y discos compactos y paralelamente a éstos, formando un pequerio callején, hay puestos de reporacién de zopatos, que son muy concurridos. Coda domingo, en las bancos se ven mujeres y hombres quehan decidido arreglar su calzado, renovando suelas o medias suelas, sustituyendo tapas y tacones 0 pintando las zapatillas de otro color cosiendo el moito suelto; los zapateros remendones son varios y estén muy solicitados ese dia, En el extremo opuesto, en el sur, esté instalada una feria, que ya es permanente porque lleva muchos aos. Con distintos juegos y diversiones para nifios y adultos sebreviven cada domingo, que es su mejor dia. Hacia el poniente se encuentra el mercado llamado Cartagena, que en vor de los locatarios, tiene mejores 157 Emesto Licona Valencia Imagen identitaria de Tacubaya De este conjunto de lugares se encuentran completamente desaparecidos 41, dos existen en el abandono (la alberca Edén y el cine Jalisco), dos se han urbanizado (Las Lomas y las Minas) y 12 tienen actualmente otra funcionalidad.'° Actualmente existen atin 16: fébrica de hielo, jardin de los Martires, jardin Morelos, el Parque Lira, la Alameda, el cine Ermita, la central Telefénica, el Panteén Dolores, la escucla Justo Sierra, la escuela Luis Savifién, el Hospitalito y las iglesias La Sant{sima, La Candelaria, San Miguel, San Juan y la capilla del Santo Nifio de las Suertes. ‘Afirmamos que la imagen identitaria de Tacubaya se organiza fundamentalmente con 41 lugares desaparecidos y con 28 que atin existen o que han adquirido otra funcionalidad. ;Qué imagen se fabrica? El capital-memoriaes un sistema de imégenes-sefial que evoluciona para construir, en términos de Charles §. Pierce, un objeto inmediato, una representacién que progresa para fabricar un imaginario. Son las evocaciones de los lugares, el recuerdo que deviene posibilita la fabricacién de una imagen, la de base. Seguin nuestros ventas fos domingos. Los vestides, blusas, ropa interior, zapatos, petacas, pantalones son los mds vendidos. ‘También un comeicioinformal-ambulante se instala en ellugar vendiendo dulces, cigarros, cintas de casetes, tacos y diversos articulos importados. Dos entradas del metro permiten el flujo mayor y constante hacia el jardin. Hay boleros, puestos de periddicos globeros y vendedores de chucherfas. Para ellos es un lugar digno para fotografiarse, pasear, conversar, comer en una fonda en uno banca, caminor dando wueltes por el stfo,ligar, encontrarse con el peisano o paisana, conseguir trabojo, iral cine, hacer novia 0 novio, surtirse de una prenda de vestir, gastar su salarlo, dormir en el pasta, sentarse y s6lo rmirar, sublise a la rueda de lo fortuna, encontrarse con alguien; en fin, para consumir el domingo en ‘compoiifa de omigas o en la soledod. A pesar de que es hoy una plaza o jardin descuidado y sucio, es unlugar ritual. Por estos caracterfstices, el jardin en domingo es una plaza que cumple una funcién: luger de reunién pora migrantes. Para oto tipo de personas es la posibilidad de apropiarse de estos usuarios; me refiero o los merolicos, fotégratos, predicadores religiosos, comerciantes y asaltantes. Al mercado, que oficialmente se llama Ingeniero Gonzalo Pefia Manterola, se le denomina mercado “Cartagena”. * Lugores desaparecidos: Portal de Cartagena, fébrica de pélvora, fabrica de calzado, ¢f rastro, jardin Cartagena, jardin Zaragoza, jardin Primavera, jardin Hidalgo, cine Primavera, cine Unién, cine Holliwood, cine Tacubaya, cobaret Monteolbén, cabaret Pienot, salén de boile Ia 0 el Floresta, Teatro Apolo, Instituto San José, escuela Luis Vives, estacién de tren Tacubaya, el Terraplén, la terminal de La Venta, la estacién de los Répidos Ermita, la Barranca, la Casa de los Escandén, la Casa de los de Teresa, la Caso de los Mier y Pesado, la Casa de la Pila, el Arbol Bendito, Puente de Cartagena, rejas de Chapultepec, e! Reloj, 1a Primera Toma de Agua, la Ermita, el Chorrito, Molino de Valdez y Molino Rosos. 1? Lugares con otra funclonalidad: Ia fébrica Cove se convirtié en ciudad habitacional pare soldados, pero hoy 6 ese lugar se le sigue nombrando “La Cove". Los Bombas, se desbaroté y se trasiadé a Tlalpan, ‘octualmente es la casa de cultura de Tlalpan; | cuartel militar estaba donde luego se edificé la fébrica Cove; ‘el cbservatorio se destruyé y actualmente es Ia preparatoria nimero 4 de la UNAM; el rio Tacubaya y el rio Becerra se entubaron y forman el actual Viaducto Miguel Alemdn; la Caso de fa Condesa es actualmente lo ‘embajada Rusa; la Coso de la Bola hoy es un museo; la iglesia de San Diego fue utilizado por el INAH como bodega de archivos muertos y hoy es un museo de SEDENA; el molino de Santo Domingo es uno privada ‘exclusiva y en el Molino del Rey se encuentran los guardies presidenciales. La imaginabilidad de un territorto a partir de la oralidad yel dibujo consultados, es una ‘Tacubaya encerrada, enclaustrada en s{ misma, Es una imagen donde se subrayan las marcas que le son suyas, donde sc evocan lugares que son suyos y no de otro lugar. Son 73 lugares, redes que construyen y combinaciones que albergan; es lo que posibilita estructurar una estrategia de apariencia, es decir, un espectéculo local, teatro primitivo que se manifiesta en las siguientes figuras: Tacubaya comercial (como lugar de intercambio de mercancfas); Tacubaya moderna (que cuenta con equipamiento urbano); Tacubaya hidrdulica, en el sentido de quesu conformacién urbana se realiza en relacién al rfo y que la mayorfa de sus cicatrices tienen que ver con el agua; Tacubaya veraniega (las casonas le dan ese cardcter); Tacubaya cristiana (todos sus templos son cristianos); Tacubaya triguera (esta figura es elaborada completamente desde la pérdida, dado que en la actualidad no existe ningiin molino en funcionamiento pero aparecen como lugares significativos).. Estas figuras se anclan en dos momentos temporales de Tacubaya, unas se instalan en un pasado decimonénico expresado por la Tacubaya veraniega y otra se posesiona de una Tacubaya moderna con equipamiento y ocio de cardcter urbano, imagen que da cuenta de un centro urbano que transita hacia la modernidad citadina que se incorpora al sistema metropolitano. Las dos situaciones aparecen expresadas por un lado, por los Portales, Jos rfos, las casonas, los molinos ¢ iglesias que conformarfan la imagen de una Tacubaya palaciega, veraniega, de clima envidiable; es una Tacubaya encerrada sobre si misma. Por otro lado, una Tacubaya abierta, incorpordndose a los cambios, alo urbano, al sistema metropolitano expresado por el ferrocarril, la central telefénica, los Répidos, las escuelas, el hospital, los cines, el cabaret y el salén de baile. Son imdgenes opuestas y complementarias que participan en la construccién del territorio de Tacubaya. Este corpus de imagenes expresa otra oposicién: lo popular y lo aristocratico. Lo primero representado por el uso y consumo de los lugares ptiblicos que se encuentran en todos los lugares sefialados, excepto en las casonas. Lo segundo se sintetiza en éstos y Ia vida familiar que despliegan, declaran una Tacubaya aristoctdtica; esta imagen, paraddjicamente, ejerce un dominio en las retorizaciones. Ambas imagenes participan en el juego o construccién de una imagen identitaria de Tacubaya. Dentro de las retorizaciones podemos sefialar las histéricas: Tacubaya de los Martires (que hace referencia a una matanza de médicos y civiles en el sigho xix); las que hacen referencia a un estilo de vida: Tacubaya privilegiada, de “gente distinguida’, “de clase” y “carizaristocrético”, de “vastedad sefiorial”, de “aristocracia porfiriana”, de “grandes mansionesveraniegas”, ciudad de “aristocracia porfiriana”, de “mansiones exquisitas”, de “Castillos donde vivian virreyes”. 159 160 Ernesto Licona Valencia Hoy, Tacubaya ya no es un lugar de veraniego. Ya no es la Versalles de la ciudad de México 0 el sitio donde se edificaron grandes mansiones aristocrdticass yanoees|a villa que era objeto de elogios por su “envidiable” clima, sus huertos y por su altura que permitfa una vista sin igual del Valle de México. Ya no existen las condiciones materiales que alimentan las retorizaciones de Tacubaya, pero paradéjicamente, en el émbito de la enunciacién y para todos los consultados, la vieja Tacubaya sigue existiendo como lugar aristocratico. Incluso aquellas retorizaciones en sus diversas versiones ("Por mal o bien que te vaya vive en Tacubaya”; “Por mal o bien que te vaya regresa a Tacubaya” o “Por mal o bien que te vaya s6lo Tacubaya”) sigue remitiéndonos a un viejo esplendor. Esta afirmacién habria que relativizarla diciendo que el capital-memoria se conforma deimagenes que petmiten edificar un tercitorio con lugares que tienen distinca significacién para cada uno de los consultados. Asi por ejemplo, signos como los cines, los cabarets 0 el salén de baile son significativos para los consultados hombres y para las mujeres, el rastro, el mercado, la alameda. La percepcién de lugares es diferente pero paraddjicamente el discurso loscentraliza. Son las retorizaciones las que ejercen un imperio en la imagen de base, de identidad de Tacubaya. Amanera de conclusion Los dibujos muestran el modo de frecuentar un espacio a través del recuerdo y la memoria, lo que Michel De Certeau [1987] llama las ‘précticas del espacio”. Estos dibujos muestran la manera individual de reapropiacién del lugar, como. vivieron el espacio y con ello la familiaridad que adquirieron como habitantes de la ciudad ; / me Dibujar, caminar, hablar o ir de compras son acciones sociales que posibilitan, segiin De Certeau, dos procesos: a) un proceso de reapropiacién y 6) te realizacién espacial del sitio [ibid.:81]. El primero se refiere al proceso del caminante-consultado que manipula el sisterna Tacubaya al igual que el albur se apropia de la lengua. El segundo, insiste sobre el proceso que concibe al habla como la realizacién sonora de la lengua, es decir, la representacién fabricada por el caminante-consultado, como la consumacién del espacio, } Tacubaya estd estructurada y oftece una serie de espacios que la caracterizan como cualquier otro barrio o zona de la ciudad. Alberga jardines para “dominguear”, calles para jugar fitbol, cerradas para bailar, mercados, iglesias, plazas para concertar una cita, cines para divertirse, establecimientos donde se llevan a cabo compras, sitios prohibidos como la residencia presidencial, centros para hacer deporte y demds lugares para realizar actividades financieras 0 el pago La Imaginabilidad de un territorlo apartir dela oralidad y el dibujo de algtin servicio. Efectivamente, el caminante-consultado las utiliza, pero fundamentalmente le inventa otras caracterlsticas porque al dibujar y recordar modifica los rasgos espaciales. Asi como el juguete del nifio, que en el acto del juego sus rasgos fisicos son rebasados y a partir de un cartito construye otro objeto que se vuelve avién o submarino en la tina de bafio. Los consultados transforman en algo diferente el significante espacial. Potencian las cualidades de los espacios; asf, una calle aparece para un consultado como ruisefiora, un tiradero es un sitio donde aparece la llorona, una casa es lugar para espantar, un negocio es recinto en donde se “estrellan los camiones”. Barthes sefiala en este sentido: el usuario de la ciudad la actualiza en secreto. Hacer memoria y dibujar el espacio es una forma de practicar el lugar. Este proceso supone preferir algunos significados del espacio pero también forjar otros. De Certeau habla de ejecutar “giros espaciales”, “raros”, “accidentales” o “ileg(timos” que no es otra cosa que una retérica del andar [:bid.:82]. Son re- apropiaciones o “desvios”, son figuras de estilo, es un arte que combina un estilo yun uso. El primero define una estructura lingtifsticay el segundo, un fendmeno social; ambas sintetizan una “manera de hacer”. Ambos se estructuran para componer un estilo de uso: “maneras de set y maneras de hacer” [ibid.]. A juicio del autor, La préctica del espacio alberga dos figuras de estilo. Por un lado, un elemento que posibilita sustituir una totalidad, por ejemplo, cuando las casas de descanso sustituyen a toda Tacubaya; la fruta del membrillo a un pueblo como Iztapalapa; un aparador de joyasa una calle entera, como en el caso de la calle Marti, La otra funciona sobre las ausencias, es decir, que el espacio se rememora por un fragmento; De Certeau lo entiende como reliquias. Como ejemplos, tenemos el Orv0 trenazo que se refiere a un accidente de ferrocarril, y un anuncio “La Canada”, que sustituye a un edificio entero. Una subraya los detalles para sustituir una totalidad y la otra la parcela. Asf, el espacio usado por la memoria, por un lado exagera singularidades y por el otro presenta “isloves” inconexos [ibid.:84], concluye De Certeau, asf se construye la identidad simbdlica ¢ imaginaria de un lugar. Es necesario subrayar que cuando se habla de espacio" lo principal son los actotes sociales que actiian sobre éste. El espacio nunca es una pagina en blanco, siempre se presenta en interaccién con grupos sociales o con individuos, Afirmamos que se establecen determinadas relaciones entre nuestros consultados y Tacubaya y/o la ciudad. "El espacio fue entendido tradicfonalmente como un prablema exclusivamente geogréfico, como un sitto exclusiva de residencia, como un lugar donde se asienta un pueblo. De esta manera, se concibié al espacio como un lugar ya dado que se asocia con lo muerte y lo inmévil [Criado Boado, sif.:64]. 161 Ernesto Licona Valencia. Existe un uso diferenciado de los espacios en Tacubaya, aunque ced hay una determinante social en todos ellos. “Ningdn expacio ex percibide z utilizado de la misma manera y de forma undnime por todos los hal = pluralidad social, los gustos individuales, el peso de las eis aie aptitudes fisicas hacen que cada uno tenga una practica espect! uaa cane sea posible descubrir las grandes I{neas de las actitudes place Hee Bertrand, 1981:73]. Es decir, el vinculo con el espacio cam ia pe i eal social, la religién, la pertenencia a un partido pol{tico; o sea, segt Oe cultural adquirido. Pero también es necesario abeosrde aE es son “grupos sociales en el papel” ms que grupos sociales “movilizados”, save como dice Pierre Bordieu, éstos tiltimos transforman el espacio piataars espectfica y activas [Frangois, 1994 y Lezama, 1990] por supuesto, no de nuestros consultados. La imaginabilidad de unterritorio a partir deta oratidad y et dibujo Bibliograffa Arroyo, Eduardo 1994 El-cenero de Lima. Uso social del espacio, Pert, Fundacién Friedrich Ebert, Barbieri, Danidle 1993 Los lenguajes del cdmic, Barcelona, Paidés. Bertrand-Jean, Michel 1981 La ciudad cotidiana, Madrid, Instituto de Estudios de Administracién Local. Criado Bosdo, Felipe sit “Construccién social del espacio y reconstruccién arqueoldgica del paisaje” en Bolettn de antropologta americana, Instituto Panamericano de Geografia e Historia, nim. 24, diciembre, De Certeau, Michel 1987 “La invencién de lo cotidiano”, en Espacios, nim. 5, México, BUAP. Frangois, Tomas 1994 “La ciudad y las estrategias socio espaciales", en Revista mexicana de sociologla, ao Lyi, ntim. 4, México, UNAM, octubre-diciembre. Licona, Ernesto 2000 “El Dibujo, lacalle y construccién imaginaria”, en Ciudades, nim. 46, Pucbla, RNIU, abril-junio, 2001 Dibujos de un barrio: entre el signo y el icono, Puebla, BUAP, Lezama, José Luis 1990 “Hacia una revaloracién del espacio en la teorla social”, en Socioldgica, afo 5, nim. 12, México, UAM-A, enero-abril. Lynch, Kevin 1970 La imagen de la ciudad, Buenos Aites, Infinito, p. 48. Silva, Armando 1992 Imaginarios Urbanos. Bogotd y Sao Paulo, Cultura y Comunicacién urbana en América Latina, Tercer Mundo. 163 Ciudad de presencias: dimensiones evaluativas y sensoriales en las evocaciones de la ciudad de México! Miguel Angel Aguilar, Rauil Nieto y Ménica Cinco* Introduccion Enel presente texto se busca analizar algunos aspectos relevantes en la configuracién de imaginarios urbanos en Ia ciudad de México. Se presentaré informacién originada en una encuesta y en grupos de discusién, sobre aspectos sensibles, evocatives y de uso de la ciudad, para de ahi realizar inferencias sobre qué tipo de imagenes e imaginarios estén presentes en la experiencia y memoria urbana. El concepto de imaginario urbano ha sido util para abordar dimensiones de la cultura urbana que se encuentran cercanas a una experiencia subjetiva de la ciudad, ya que el concepto permite reunir elementos iednicos, cognitivos y simbdlicos del entorno espacial habitado. Desde esta capacidad heurfstica de lanocién de. imaginarios urbanos es posible abordar un mundo material de referencia, es decir, aquello sobre lo que es posible generar una imagen mental —edificio, bartio, un recorrido: en suma, una forma—, lo, mismo que saberes y valoraciones asociados a esta forma. En todo caso, se podria postular que lo particular del imaginario no es poseer una légica tinica y precisa en donde a partir de un conjunto de postulados se llegue a una conclusién previsible, sino que aquello que lo compone es una suerte de indeterminacién flotante en donde un valor simbélico puede anclar o adherirse a uuna forma particular a partir de operaciones de sentido no siempre transparentes o evidentes. Ast, puede ocurrir que una edificacién convoque elementos relacionados con lo femenino o masculino, 0 con los jévenes 0 personas de la tercera edad, o también puede ocurrir lo inverso: que ante la necesidad de definir o experimentar un espacio como seguro, un usuario del lugar se vuelva hermeneuta de las sefiales de su entorno, y asigne un valor a elementos aparentemente neutros que en una situacién particular aparezcan cargados de sentido (por ejemplo, escudrifiar los rostros de los demas pasajeros en el transporte ptiblico, en esta m{nima comunidad mévil). Del mismo modo, podemos postular, 2 partir de trabajos anteriores, que: El imaginario urbano constituye una dimensién por medio de la cual los distintos habitantes de una ciudad representan, significan y dan sentidoasus distintas précticas * Universided Auténoma Metropolitana-Iztapelapa, México. " Este trabajo es parte de una investigacién més omplia sobre imaginarios urbonos en América Latina, ropuesta por Armando Silva desde la Universidad Nacional de Bogatd, Colombia. 166 Scidianas en el acto de habitat: consticuye una dimensién en la que se establecen distintas identidades pero, también, se reconocen diferencias [Nieto, 1998: 125]. En diversas investigaciones sobre imaginarios urbanos han sido relevantes Jos andlisis sobre el papel de la imagen, la representacién mental y social de la ciudad y los espacios locales, las dimensiones simbélicas asociadas a ellas, lo mismo que las multiples mediaciones que circulan en la conformacién de los imaginarios: memoria, imaginacién, poder, institucién, practicas, usos, identidades (Silva, 1992; Fuentes, 2000; Licona, 2000]. Por otra parte, en el texto se buscard seguir diferentes Iineas de discusién de lainformacién, una de ellas consistird en sefialar que lo imaginario en la ciudad se recrea y constituye a la manera de presencias que sirven como referente, escenario, contexto o personaje, para dar sentido, enunciable o no, al espacio y lo que en él se realiza, Proponemos que el imaginario urbano tomaa la ciudad como presencia miltiple y recutrentes siempre esta ahi, pero no como cosa inerte, sino come algo con lo que se dialoga, a lo que se le atribuyen intenciones y nimos, alo que se le concede capacidad de influenciarnos y sobre lo que se puede actuars es, reiteramos, tuna presencia. A partir de esto la dimensién de lo imaginario restituye sentidos apenas insinuados, genera una imagen de fondo en los mapas en los que sdlo hay pedazos de ciudad, y al hacerlo une de manera inesperada en una misma trama, argumental 0 visual, lo que parecerla sélo opacidad del espacio. Del mismo modo, al examinar la informacidn que presentaremos, emergié un principio de interpretacidn que pudiera ser interesante como hipétesis: de manera general el imaginario urbano posee una légica de estructuracién que podria asemejarse a una poética, vale decir, un conjunto de principios que lo organizan y le proporcionan un cardcter expresivo particular. ‘A la manera del trabajo ya clasico de Gaston Bachelard [1983] sobre la pottica del espacio en donde en la casa hay tantos espacios/objetos —el sétano, el cajén, los cofres, los armariosyy los tincones— que poseen un sentido y capacidad de evocacién que va mésalld de sta mero uso instrumental, pensamos que la poética del imaginario urbano se estructura, mds que a partir de elementos particulares, desde los amplios ejes presencia-ausencia y visibilidad-opacidad. Estos ejes 0 dimensiones permean las imagenes y experiencias de la ciudad de manera consistente y se les podrfa pensar como pertenecientes a una dimensién constitutiva del imaginario. Por otra parte, la informacién que sirve de base al texto proviene de una encuesta aplicada durante el afio 2000" a una muestra de 170 personas en ¢l érea 2 Enloaplicaciénde esta encuesta participaron os siguientes olumnos de los Departamentos de Antropolegia y Sociologia de la UAM-lI: Luis Aguilar, Montserrat Escaméz, Anabel Diaz, Victor Nava, Mogdalena del Rosal, Gucdolupe Galindo y Roque! Alba. Ciudad de presencias: dimensiones evaluativas y sensoriales en las evocaciones de la ciudad de México metropolitana de la ciudad de México. Debido al numero de cuestionarios aplicados, sc puede ubicar esta investigacién como de tipo exploratorio, ya que en términos estadisticos nose cuenta con la posibilidad de realizar generalizaciones. La muestra es del tipo no probabilistica y se aplicé mediante el procedimiento decuotasaun conjunto de personas estratificadas por edad, sexo, nivel econdmico y lugar de residencia. La encuesta pretend{a que los entrevistados respondieran lo mésesponténea- mente posible alas preguntas que les formulamos mediante un cuestionario que contenfa cuatro partes. La primera parte registré datos sociodemograficos del entrevistado (lugar de nacimiento, edad, género, escolaridad, etcétera), asi como su lugar de residencia y aquél donde realiza sus actividades principales fuera de casa, La segunda parte, dedicada a los usos de la ciudad, exploraba las practicas y tecnologias que utiliza el ciudadano para comunicarse, desplazarse por la ciudad y aquéllas otras presentes durante su tiempo libre; en esta seccién se recuperaron también algunos aspectos de su vida privada, La tercera parte, dedicada a la evocacién, inclufa un conjunto de preguntas que intentaban tecuperar las percepciones y valoraciones del entrevistado sobre temas tan diversos como los lores, los sonidos, la cromatica, la temperatura, el cardcter y laclimética urbana. demas, incluyé evaluaciones acerca del la calidad de la vida, las necesidades, los problemas, las presencias, las ausencias, el futuro y el pasado de la metrépoli. En otras preguntas se pretendfa explorar la satisfaccién 0 insatisfaccién que el ciudadano experimenta en su vida cotidiana en la urbe. Por iltimo, 1a cuarta parte del cuestionario buscaba registrar un conjunto de imagenes, ideas, lugares, personas y otros calificativos con los que los entrevistados pudiesen asociar otras ciudades latinoamericanas sin importar si han estado en ellas 0 no. En este trabajo sélo estamos utilizando materiales de la tercera parte. ySubjetividad y encuesta? ;Cémo reunir en una misma estrategia de investigacién la exploracién de s{mbolos y significados presentes enlaexperiencia de la ciudad y al mismo tiempo abordar esto desde la estructura rigida de un cuestionario? Por un lado, se puede argumentar el cardécter exploratorio de este trabajos se buscan las grandes tendencias més que representar a detalle los diversos tipos de imaginarios que existen en las multiples maneras de estar en la ciudad. Por otra parte, al analizar tépicos que no son comtinmente reflexionados (colores, personajes, lugares) se espera tener imagenes y sensaciones que, dentro de su carécter fragmentario, puedan remitir a constelaciones de sentido més amplias. Asi, se pretende registrar el conjunto de imagenes que las personas han construido sobre la ciudad, a través de una lectura global de las respuestas obtenidas; es decir, no interesan tanto las respuestas en sf, sino de lo que en conjunto elaboran, de su posibilidad de reflejar y provocar un discurso. 167 Miguel A. Aguilar, Raul Nieto y Ménica Cinco El trabajo se compone de cuatro secciones. Comienza con la evaluacién que se hace delas caracteristicas visibles de la ciudad (tréfico, contaminacién, seguridad, etcétera) y de alt aborda las cualidades sensibles (colores, sonidos, presencias). La tercera parte la constituye una aproximacién cualitativa a las imagenes del Centro Histérico, espacio fundamental en el imaginario urbano, para finalizar con una lectura de la informacién desde la valencia genérica de la ciudad. Definir una cludad: tépicos comunes, necesidades y preferencias Una pregunta simple: gqué es una ciudad para quien la habita? Probablemente es, entre muchas otras cosas, un objeto reflexionado en comtin, un lenguaje que es hablado con otros y por otros. Es el nombre que se le pone ala experiencia de la velocidad o la lentitud, a los afectos y asombros, a las dificultades y al gozo. Se quiere decir con esto que la construccién del objeto publico ciudad requiere de procesos de nominacién social, de focalizacién de experiencias, de elaboracién y aprendizaje de discursos que crean un mundo de sentido comtin al cual se recurre consistentemente y con legitimidad. Este objeto publico, en tanto que parte de un mundo de sentido comin, est en buena medida preconstruido [Bourdieu, 1995] y el habitante apela a él situacionalmente, contextualmente, para dar sentido alo vivido yalo comunicado. Asf, lo que en términos cotidianos se designa como experiencia urbana supone un cierto proceso de traduccién o categorizacién de un conjunto de sensaciones, cogniciones, prdcticas, en términos que son socialmente reconocidos como pertinentes. De aqu{ entonces que en un primer acercamiento a las maneras de evaluar la ciudad se tenga informacién en cierto sentido previsible, ya que se pregunta implicitamente qué tanto sabe la persona sobre lo que todos saben. Respecto a la evaluacién de aspectos generales de la ciudad, se pidié que fueran calificados tépicos como: calidad de vida, salud, medio ambiente, tréfico, belleza, seguridad, educacién, aseo, recreacién y transporte ptiblico. Se solicits una evaluacién en donde el ntimero 1 fuera el valor mas negativo (muy malo) y 5 el mas positivo (muy bueno). Los promedios para cada indicador, ordenados de negativo a positivo son los que se muestran en el cuadro 1. Los indicadores que hacen referencia a la ciudad usada, recorrida, son todos ellos negativos en algin grado. La vida cotidiana en la ciudad es vivida como dificulrad y carencia. Los aspectos evaluados negativamente son aquéllos en los que la ciudad no puede mirarse con plenitud: la inseguridad impide mirar el espacio puiblico, ya que convoca rutinas del encapsulamiento y desconfianza de lo no conocido; el tréfico evoca los autos, las aglomeraciones vehiculares y la percepcién est4 puesta en las vialidades saturadas y no en la ciudad que estd Cludad de presenclas: dimensiones evaluativas y sensoriales en las evocaciones de la cludad de México —_—_ Cuacro 1 EVALUACION DE INDICADORES SOBRE SATISFACTORES URBANOS InpicaboR PromeDio DesvinciOn EVALUACION ESTANDAR Seguridad 1.60 88 —_| Evaluacién negativa extrema Tréfico 1.84 1.20 Medio Ambiente 1.92 96 Limpieza 2.27 91 Evaluacién negativa Transporte piiblico 2.46 1.12 Salud 2.69 91 Calidad de vida 2.70 82 Educacién 2.70 1.0 Recreacién 3.16 1.06 Evaluacién positiva Belleza 3.65 1.01 FUENTE: ENCUESTA “IMAGINARIOS URBANOS”, —_ alrededor de ellas; el medio ambiente plausiblemente refiere a lo gris del aire, a los efectos de respirar el color gris y a la ciudad casi invisible en esta atmésfera, Los indicadores evaluados positivamente hacen referencia a otra dimensién de la ciudad, que no es la del uso instrumental, sino la del placer y lo ltidico. En concordancia con lo anterior, al preguntar ;qué necesita la ciudad? las respuestas se centraron preponderantemente en dimensiones que atafien a la calidad de vida como lo son los servicios péblicos y equipamiento, la seguridad, la limpieza y mantenimiento de lo ya existente. EQUE NECESITA LA CIUDAD? Servicios, equipamiento 30.5% Seguridad publica 22.9% Limpieza, mantenimiento, aseo 10.4% Mejorfa econémica 48% Planeacién urbana 42% Honestidad de gobernantes 3.8% Respeto, amabilidad 3.6% Educacién 3.2% Mas espacio 2.0% Espacios recreativos 1.8% FUENTE! ENCUESTA "IMAGINARIOS URBANOS”. 170 Miguel A. Aguilar, Rail Nieto y Ménica Cinco Igualmente llaman la atencién en el cuadro anterior, si bien numéricamente marginales, aquellas dimensiones que se refieren a una socialidad urbana, como esel caso del respeto y la educacién, temas que se apartan de las agendas puiblicas y medisticas sobre la ciudad, lo mismo que los temas relacionados con el requerimiento de més espacios de diversa indole. Al indagar sobre lo mas y lo menos gustado de la ciudad [ver cuadros 3 y 4] emerge la ciudad como un espacio puiblico que es evaluado en dos planos distintos, En el primer plano esté una ciudad que gusta por la calle, por los espacios publicos y lo que ellos ofrecen (oferta cultural, comercial), y por el contacto con los otros. Los cinco aspectos preferidos sefialan el gusto por saberse imaginariamente en una ciudad con multiples opciones de actividades que siempre estén presentes, aun cuando por las distancias, el tiempo, los costos, 0 la situacién particular de las personas, no siempre se acuda a ellos. El gusto por tuna ciudad que creemos con una gran variedad de oferta no implica que en efecto esta oferta cultural esté realmente disponible y sea usada, Gusta porque la sabemos variada independientemente de que hagamos uso 0 no de esa diversidad, asi, laidea de oportunidad y variedad esta presente como un valor de vida urbana. Al responder sobre lo més gustado se tuvieron dos tipos de respuestas. Por un lado se hace referencia a un espacio particular de la ciudad como lo es el Centro Histérico, por otro, se mencionaron dimensiones no ancladas a ningin lugar (espectéculos, oferta de actividades, gente). Esto repite, de otra forma, lo ya mencionado por los entrevistados en el sentido de que es la multiplicidad lo que aparece como atractivo, y asi no es un lugar lo que gusta sino la posibilidad urbana de transitar entre ellos. Los aspectos menos gustados tratan igualmente de lo puiblico, pero hacen referencia a aspectos relacionados con la calidad de los recorridos por la urbe, es decir, marcan al espacio ptiblico como dificultad: la inseguridad, la contaminacién y el tréfico. Al comparar los aspectos més gustados con los menos gustados, aparece uno de tantos contrastes que dan forma a esta ciudad: para disfrutar las actividades que mds gustan —pascos, recortides, viajes— es necesario exponerse a aquello que mas molesta —inseguridad, contaminacién, ruido—. Es también interesante hacer notar que los aspectos mencionados como gustados son més “personales” en el sentido de que no reflejan visiblemente agendas mediticas y atafien a experiencias sociales menos estructuradas. En contraste, lo menos gustado, tiene un rango menor de opciones de respuesta y se concentra notablemente en aquellos tépicos que forman parte de la mirada de los medios de comunicacién sobre la ciudad. Asi, el “sentido comtin dela ciudad” esté mucho més aglutinado en las dificultades que en las virtudes urbanas. Al preguntar cémo se percibe la ciudad, siete de diez. respuestas enfatizaron aspectos negativos como: peligrosa (42.8%), cansada (20.2%) y triste (9.7%); Ciudad de presenclas: dimensiones evaluativas y sensoriales en tas evocaciones dea cludad de México CuapRo 3 ‘ASPECTOS WAS GUSTADOS DE LA CIUDAD 1, Centro Histérico (Zécalo, Bellas Artes) 11.9% 2. Espectéculos y acceso a la cultura (antros, museos, diversion) 11.9% 3. Oferta miiltiple de actividades 9.1% 4, Gente (convivencia, hospitalidad solidarios) 85% 5, Espacios verdes 74% 6, Otros lugares no céntricos 74% 7. Estética (arquitectura) 6.3% 8. Historia 4.0% 9. Cosmopolita, grandeza 34% 10. Posibilidad de moverse 3.4% 11. Vitalidad, libertad 2.8% 12. Monumentos coloniales 2.8% 13, Costumbres, tradiciones 1.7% 14, Calidad de vida 1.1% 15, Tecnologias, comunicacién 6% 16, Politica urbane adecuada 6% FUERTE: ENCUESTA "TMAGHARIOS URBANOS™” mientras que s6lo mencionaron como aspectos positivos alegrfa (17.5%) y vitalidad (9.7%). ; Estos resultados dejan ver que la ciudad es percibida principalmente por aquello que la desluce, Nuestras percepciones sobre la urbe, construyen una imagen de ciudad que habla de que somos més sensibles a percibir el espacio urbano por las caracter{sticas que a la vez la vuelven invisible. En este sentido, las percepciones negativas de la ciudad, construidas de la realidad sensible y trasladadas al imaginario, influyen nuevamente en nuestra manera de verla, sentitla y usarla, Si afirmamos que la ciudad se vuelve invisible porque la percibimos peligrosa, sucia o ruidosa, es porque estas percepciones nos alejan fisicamente de ella, impidiéndonos ver otras de sus caracteristicas. Para finalizar esta seccidn cabe apuntar que la ciudad no sdlo se representa a través de aquello que es visible, sino también apelando a aquello que le hace falta. Los datos mostrados en este apartado, sefialan que la ciudad de México es evaluada justamente por aquellas caracteristicas que la hacen ver como un espacio con dificultades para mirarse més all4 de una cierta grisura; como si la experiencia sensorial de la vida en la ciudad organizara una imagen de opacidad- invisibilidad que pusiera en otro registro, tal vez en otro lugar, la posibilidad de vivirla y habitarla con un énfasis en lo placentero y lo ltidico. 17 Miguel A. Aguilar, RaulNieto y Monica Cinco Cuaono 4 “ASPECTOS MENOS GUSTADOS DE LA CIUDAD 1. Inseguridad 26.3% 2. Contaminacién 17.7% 3, Tréfico 10.3% 4. Modos de vida (agresivos, caéticos, valores, egoismo) 8.6% 5. Basura 7.4% 6. Ambulantes 4.6% 7. Ruido 2.3% 8. Clima 1.7% 9. Degradacién 1.1% 10, Malas condiciones de vida 1.1% 11. Discriminacién racismo 6% 12. Marchas 6% FUENTE: ENCUESTA “IMAGINARIOS URBANOS” Enesta forma de expresar la dimensién de lo imaginatio, lo ausente se vuelve evidente, descable ¢ ideal, mientras que lo real tangible se vuelve indeseable. ‘Aclaremos Jo anterior con dos reflexiones: 1) Si una de las necesidades més evidentes dela ciudad es la seguridad, porque la existente es evaluada como muy mala, y uno de los aspectos que menos gustan de ella es la inseguridad, resulta obvio entonces, que lo que se desea es una ciudad segura; 2) Si el ambiente de la ciudad no aparece como una de las caracteristicas de la ciudad que mds gustan, pero sf como uno de los aspectos menos gustados, y lo que se demanda es limpicza, mantenimiento y mejor ambiente (ya que el asco y el ambiente de la ciudad son calificados como muy malos), es claro que gustarfa tener es un espacio urbano limpio. ‘Al comparar la forma en la que la ciudad fue evaluada en distintos aspectos surgen, en palabras de Silva, fantas‘as proyectadas: “que dan como resultado que (ésta) ciudad sea también el efecto de un deseo o de muchos deseos que se resisten a aceptar que la urbe no sea también el mundo que todos quisiéramos vivir” [Silva, 1992:23]. La imagen de la ciudad que en este apartado hemos querido mostrar es la de una ciudad que se piensa por lo que desea, que se evaliia por lo que le hace falta, pero que se vive y experimenta por lo que tiene. Se podrfa proponer as{ que la ciudad de México es una ciudad ideal, porque a través de sus imaginarios se proyecta en un futuro atemporal que sdlo existe en el mundo de las teptesentaciones, no por ello menos reales; pues como afirman Nifio y Lugo [1998:4]: “este capital pensado o repertorio que porta todo individuo, se ubica (Cludad de presencias: dimensiones evaluativasy sensoriales en las evocacion como elemento determinante en el establecimiento de las relaciones con otros individuos y con el espacio”. Cualidades Aspectos sensibles/sensoriales Elconjunto de aspectos sensibles que configuran la percepcién de la ciudad tiene la caracteristica de reproducir/ mostrar una imagen “establecida” de ella que se ha conformado seguramente desde experiencias personales, masivas y medidticas, aunque se encuentran también distancias frente a esta imagen, Para ilustrar el caso de las imagenes consolidadas, el tema del color puede ser un buen ejemplo: al preguntar con qué color se identifica a la ciudad, en menos de la mitad de los casos el gris fue la respuesta dominante. En las referencias ala contaminacién hay una percepcién de ésta como alta (el 90% de las personas calificé Ia contaminacién atmosférica como muy alta y alta, lo mismo que la contaminacién auditiva, que fue calificada de la misma manera por el 77% de las personas). El cardcter de los ciudadanos también fue descrito por menos de la mitad de las personas como agresivo (45%), y la percepcién de la ciudad, como ya se sefiald, fue descrita como peligrosa por un porcentaje similar (42%), cansada (20%) y triste (10%). Este aglomerado de indicadores permite insistir en la idea de que existe una imagen socialmente consolidada de la ciudad a la que se apela para evaluar cualquier elemento particular, esta imagen se podrfa formular como la del deterioro o la degradacién, al tener como componentes fandamentales lo gris, contaminado e inseguro. Como sila falta de relieve de las cosas en la ciudad, una cierta opacidad, una brumao neblina relacionada con la contaminacién, impidiera mirar a los otros y de ahf la inseguridad o el riesgo es algo permanente.t Igualmente esto plantea el tema de la existencia de un imaginario ya establecido sobre la ciudad que inercialmente se reproduce en situaciones de interaccién “En relacién con la falta de transporencia en la ciudad se podria hacer un parangén interesante. En las primeras y magistrales paginas de lo novela Cosa Desolada (Bleak House} de Charles Dickens se describe la nieblo sobre Londres; cémo recorre los lugares y cémo, més que delinear fa ciudad, se detella lo que impide mirorla, Lo cusencia de trensporencia permea también la trame de la novela, en donde interminables olegates legales poseen la misma bruma que hay en la ciudad [ver Nabokov, 1997]. Percibir una ciudad contemporénea desde el gris, actuor como si no pudiera ser mirado, tal vez suponga que sus asuntos y habitantes también son impenetrables. 173 174 Miguel A. Aguilar, Radl Nieto y Ménica Cinco cotidiana y que a partir de su comprensién o eficacia comunicativa, se vuelve un punto de referencia conservador para juzgar el espacio habitado. Con todo, no todas las sensaciones remiten a esta primera gran narrativa de la ciudad. Regresando a los colores, la gama cromatica de aquellos que no son el gris, abarca el verde (13%), azul (9%), rojo (5%), negro (5%), blanco (4%), amarillo (3%) y otros colores que totalizan un 18%. Como hipétesis, puede decirse que aqui entra en juego una experiencia personal en donde en algin momento la ciudad ha sido percibida desde referentes que no son los “macro o panordmicos” en donde no hay detalles y ha emergido algin rasgo particular que la dota de un color distintivo. Resulta también interesante sefialar que los colores mencionados en el segundo y tercer lugar en orden de importancia poseen un alto grado de codificacibn social: el verde remite a la naturaleza, lo arbolado y el azul al cielo, alo alto. As{ se puede pensar que estos colores expresan una mirada particular sobre el entorno, mirar con agudeza lo que no est presente de manera continua, tal vez como expresando el deseo de hacer visible aquello que est ausente.? En la misma Iinea de las percepciones alternas se tiene que la ciudad es también descrita en términos de vitalidad (20%) y alegre (17.5%), y el cardcter de los ciudadanos como alegre (16%) y melancélico (10%). La parte del dia que identifica a la ciudad es reconocida en partes iguales (39%) como la mafiana ya tarde, la nochees una referencia menor (21%). Llama la atencién el que sean mujeres quienes identifican mayormente a la mafana como parte del dfa mds asociada con la ciudad y para los hombres sea la tarde; en la tiltima seccién del trabajo se abundard sobre esto. El tiltimo elemento sensorial que se podria mencionar en este apartado es el que tiene quever con el sonido, en particular, la mtisica. En primera instancia llama la atencién la heterogeneidad de opciones mencionadas al responder a la pregunta :Con qué tipo de musica asocia a la ciudad? La atmésfera sonora de la ciudad, de acuerdo con los entrevistados, est4 constituida principalmente por la misica ranchera y mariachi (32%), seguida del rock (2196), misica popular mexicana (159%) y tropical (129). En este mapa sonoro resalta Ja alternancia de géneros tradicionales (tanchera, miisica popular) con miisica asociada con los jévenes y lo contemporaneo, 0 sise quiere, una oscilacién sensorial que irfa de la nostalgia al presente. La preeminencia de género ranchero y del mariachi estarfa posiblemente vinculada a una visidn de la ciudad que se gesté en la década de los cuarenta y los. cincuenta durante la llamada “época de oro” del cine mexicano. En particular, las ® Aunque la cromética urbana se puede intersectar con la personcl: alguien en la cluded gris ve la vide color de rosa mientras espera ol principe azul (Cludad de presencias: dimensiones evaluativas y sensoriales en as evocaciones de ta ciudad de México cintas cuya accién transcurrfa en el campo y empleaban mtisica ranchera, se vinculan con la ciudad no por su tema sino por la ubicacién de los espectadores: es el campo visto y ofdo en Ia ciudad por migrantes. La televancia de la muisica tropical se puede ubicar como una fuerte presencia delo popularen la ciudad. Es mtisica asociada con los trabajadores, con las mitologfas del barrio y el baile, con el movimiento corporal que sigue un ritmo particular, a la manera en que también se mueven los cuerpos en Ia ciudad. Del mismo modo, este conjunto de elementos sensibles, colores y sonidos, también puede analizarse como la expresidn de un estado de dnimo, la expresin de una afectividad colectiva, donde el sonido 0 el color no es lo més significativo sino la emocidn que antecede dichas definiciones. Presenclas humanas: personajes, juventud, tercera edad, dirigentes ‘Mis alllé de las presencias sensibles —aquellas que evocan de una manera oblicua rasgos de la ciudad—se tiene también la presencia humana, que dotan al entorno urbano de figuras que lo representan en algiin aspecto 0 temporalidad. Al requerir directamente aalgiin personaje emblemético de la ciudad, las respuestas se refitieron a tres ejes principales: poder politico, figuras puiblicas medidticas y referencias histdricas. Por un lado, y el mas relevante cuantitativamente hablando, estén todas aquellas figuras ptiblicas que desde el ejercicio del pader conferido por procesos de eleccidn se asume que son los representantes de los ciudadanos. Es el caso de Presidente de la Reptiblica y Jefes de Gobierno de la ciudad (Cuauhtémoc Cérdenasy Rosario Robles) que aglutinan un 30% delas respuestas. Por otra parte, actores, actrices y cantantes de moda son mencionados en un 9% de los casos. Actores y cantantes de la década de los cincuentas y sesentas también tienen un porcentaje relativamente alto (7%), ¢ intelectuales y artistas un 5% de respuestas. En total, este conjunto de figuras pubblicas retine el 22% de referencias a personajes emblemdticos de la ciudad, Las referencias de corte histérico forman también un grupo significativo de respuestas (15% del total). Personajes que van desde Lazaro Cardenas hasta los antecas, pasando pot Francisco Villa y los héroes de la independencia se incorporan a este abanico de presencias urbanas formadas desde la memoria civil. Destaca aqui la preponderancia del presente de la ciudad respecto al pasado para definir los personajes més significativos, lo cual darfa pie a formular la hipétesis de que la ciudad es vivida en tiempo presente; sin embargo, como se verd mas adelante con el Centro Histérico, la ciudad también se vive evocando un pasado afiorado y deseado, y como se mostré en el apartado de las evaluaciones, proyectando deseos en un futuro ideal. 175 176 Miguel A. Aguilar, Raat Nieto y Ménica Cinco El resto de las respuestas (27%) remitié a personajes dificiles de agrupar (mariachis, el Angel de la Independencia, un policfa, un vendedor de jugos 0 el taquero de la esquina). Esta es una galerfa de personajes dificiles de clasificar que da cuenta, en todo caso, de la heterogeneidad de experiencias rutinatias de la vida en la ciudad. Por ultimo, un 6% de los entrevistados no consiguieron evocar un personaje. Frente a estos personajes asociados de manera libre a la ciudad, los jévenes como presencia urbana poseen otros rasgos, mds cercanos a imagenes sociales sobre maneras de habitar la ciudad. Cabe sefialar también que al momento de hacer las entrevistas para el presente trabajo, la universidad més grande el pals (la UNAM) se encontraba en un periodo de suspensién de actividades o huelga estudiantil, promovida por alumnos descontentos con la propuesta de las autoridades para incrementar el costo de los servicios educativos. Plausiblemente al momento de responder a las preguntas en el cuestionario vinculadas con los jévenes, se filtraron algunos ecos de las imagenes medidticas generadas sobre el conflicto estudiantil. Del conjunto de respuestas obtenidas ante la pregunta {Qué evoca la palabra juventud? se podrfa proponer que ellos son descritos desde dos ees: el exceso y la ausencia. El exceso atafie a aquello vinculado con la fiesta, el reventén, el destrampe, la rebeldfa (13%) y lo vinculado ala idea de vitalidad, libertad, diver- sién (20%). Asf, Ia juventud serfa imaginada como poseedora de una suerte de energfay movimiento acorde con el de la ciudad. El ser desubicados, desorientados, decepcionados (25%), remite ahora a lo que no se tiene y es valorado: una estabilidad 0 lugar social preciso. Como si en el mismo movimiento la imagen del exceso provocara también la de la ausencia. En otra lectura de la misma informacidn se tiene que los rasgos negativos asociados con los jsvenes tienen un peso mayor que los positivos. La visibilidad social de los jévenes hace que los atributos de la ciudad también lo sean de ellos: vitalidad-agresividad, belleza-consumo de drogas. En este sentido, los jévenes podrfan pensarse como una imagen sintesis de rasgos urbanos. Al cuestionar sobre la relevancia de los jévenes en diferentes Ambitos de la vida social en la ciudad (moda, musica, lenguaje, violencia, consumo de alcohol y drogas), llama la atencién el gran peso que se les asigna en los tépicos sobre los que se indagé. De manera previsible, es en los temas del consumo de alcohol, drogas y violencia en donde se concentra con més intensidad la opinién de que los jévenes son actores relevantes en estas actividades (80% de las respuestas). El lenguaje, la musica y la moda son también esferas en donde los jévenes participan de manera significativa (70%). Aparece de nueva cuenta una cierta ambivalencia al juzgar a los jévenes: participan en prdcticas sancionadas socialmente y también son vistos como parte relevante de la cultura cotidiana de la ciudad. (Cludad de presencias: dimensiones evaluativas y sensorlates en las evacaciones dea cludad de México Siguiendo con el recuento de presencias, al preguntar sobre las personas de la tercera edad, se tiene de manera preponderante la mencién de rasgos positivos como: experiencia, tranquilidad, serenidad (44%). Otros rasgos como la soledad, desamparo, tristeza, representan el 21% de las respuestas. Esta caracterizacién es claramente distinta a la de los jévenes, sin embargo, establece un didlogo con ella al plantear dimensiones contrastantes. Frente a la serenidad de la tercera edad estd el exceso atribuido a los jSvenes; a la soledad y desamparo le corresponde la vitalidad, estableciendo asf un conjunto de caracteristicas personales en funcién de la edad. Por tiltimo, una presencia significativa sobre la que se indagé en el cuestionario es la de los dirigentes de la ciudad. Una vez mds la ambivalencia ronda a estos personajes, ya que al tiempo en que para muchos habitantes pueden ser embleméticos de la ciudad, son igualmente mirados de manera crftica en cuanto a sus habilidades como gobernantes. De manera consistente, entre el 40 y el 55% de los entrevistados juzgan que el manejo de las insticuciones, la elaboracién de programas sociales, la planeacién y la gestin de servicios ptiblicos en la ciudad son entre malos y muy malos. Un rubro que concentra mayor unanimidad es el de la corrupcién de los dirigentes de la ciudad, ya que es evaluada como alta (algo y mucha) por el 86% de los entrevistados. La percepcién de la ciudad como un entorno en donde existen amplias carencias lleva también a mirar de forma critica la accién de aquellos que son responsables de la gestién de la ciudad. Lo que mds llama la atencién es el consenso sobrelaamplitud de la corrupcidn. Tal vez este conjunto de apreciaciones puedan sintetizarse en que los politicos son una presencia urbana ampliamente importante, el cambio de la jefatura de gobierno de la ciudad es significativo, pero todo esto no puede escapar de la gran aura que rodea a la politica y que es la corrupcién. Presencias arquitectonicas y espaclales: sitios representativos Del mismo modo en que hay personajes y grupos que resultan significativos en cuanto a maneras de habitar la ciudad, y que también se convierten en depositarios de valoraciones asignadas al entorno urbano, también las marcas arquitecténicas y espaciales pueden pensarse como presencias urbanas. Ellas representan puntos donde ancla la memoria colectiva e individual, los espacios que dentro de la inmensidad de la metrdpolis pueden definir qué es la ciudad para los habitantes, no en funcién de criterios urban{sticos 0 demogréficos, sino a partir de un conjunto de imagenes y s{mbolos, cuya capacidad es la de 177 178 MiguetA. Aguilar, Radl Nieto y Ménica Cinco. nombrar un espacio que representa mucho mds de lo que pueda haber en él mismo. Aqui, el imaginario urbano probablemente opere a manera de una metonimia en donde la parte, un indicio, representa un todo. El lugar tenderia aserun pequefio aleph que en su interior alberga multiplicidad de otros lugares que sintetizan y multiplican sensaciones, afectos, puntos de referencia y memoria, Al preguntar sobre los sitios, edificios, zonas, que mejor representan la arquitectura de la ciudad, la mirada de los entrevistados se dirigié hacia el Centro.* En efecto, el 70% de los edificios sefialados como representativos de la ciudad se encuentran dentro del perfmetro del denominado Centro Histérico. Los edificios més mencionados fueron el Palacio de Bellas Artes, la Catedral Metropolitana, la Torre Latinoamericana, Palacio Nacional, el Zécalo y el Centro en general. Todos ellos son lugares que a pesar de un uso que pudiera ser intenso en el presente remiten a una dimensién hist6rica. Entre aquellos lugares no centrales los ms relevantes fueron el Castillo de Chapultepec, el centro de Coyoacén, el alto y masivo edificio del World Trade Center y la Basflica de Guadalupe. Estos espacios comparten mayormente su cardcter monumental y el estar integrados a iconografias y rutinas urbanas. También llama la atencién los Ambitos de significacién diversos a los que remiten estos iconos: lo histérico, lo provinciano, los negocios en inglés, la religiosidad popular. Los sitios que identifican la ciudad fueron también ubicados de manera predominante en el Centro, en este caso el 57% de las referencias remiten a ese espacio. De entre ellas las més relevantes fueron: el Zécalo, Bellas Artes y el Centro Histérico en su conjunto. A diferencia del punto anterior, en donde se preguntaba sobre la arquitectura, en este rubro, lugares identificatorios, aparece un mayor ntimero de hitos y por tanto con un porcentaje menor. Mas all del Centro los lugares recurrentes fueron el Bosque de Chapultepec, el Angel de la Independencia, la Basilica de Guadalupe, Coyoaciny el Museo de Antropologfa. Tal y como ocurre en el rubro anterior, las marcas identitarias se encuentran ubicadas en la ciudad central. De hecho, es visible una suerte de corredor de marcas simbélicas que va del centro de la ciudad, atraviesa Paseo de la Reforma (en donde se ubica el Angel de la Independencia) para llegar a Chapultepec y al Museo de Antropologfa. La presencia de mojones en el sur (Coyoacén) y el norte (Basflica) dibuja un plano mas amplio de la ciudad. © Cabe resaltar aqui que la pregunta sobre arquitectura generé de manera preponderonte respuestas sobre edificaciones particulores, tal 0 cual edificlo © monumento, sin embargo también hubo respuestas que remitian a éreas de la ciudad en donde existe clerta homogeneidad en la imagen urbana. Asi, la pregunta sobre arquitectura remite tanto a sitios como a dreas. Cludad de presencias: dimensiones evaluativas y sensorlalesen las evocaciones dela cludad de México Del mismo modo, lugares que en su dimensién arquitecténica tenfan un numero de menciones relativamente bajo, al mirarse bajo la perspectiva de espacios que identifican la ciudad aumentan significativamente su importancia; tal es el caso del Zécalo, que pasa del 5% al 22% de menciones totales. Un tema de andlisis al que remiten estos datos es el del papel del Centro en la conformacién de una imagen y un imaginario de la ciudad. De las multiples vias de reflexidn al respecto proponemes tres: el Centro como la coherencia de una ciudad dispersa y fragmentada; el Centro como espacio de vinculacién entre pasado y presente; y derivado de lo anterior, el Centro como presencia comin frente ala opacidad de Ja experiencia urbana individual 0 sectorializada. Esto da paso a la siguiente seccién sobre otras dimensiones del centro de la ciudad, La ciudad del Centro A partir de la informacidn anterior, donde el rea central de la ciudad de México era mencionada recurrentemente por su arquitectura y sus marcas emblemdticas, lo mismo queen otras secciones del cuestionario aparecfa sefialada en relacién con lomis feo, lo mas bello, lo més inseguro, es que decidimos a realizar, con una intencién exploratoria, un conjunto de entrevistas semi estructuradas a propésito de este espacio. En particular, se realizaron cuatro entrevistas colectivas para explorardiferentesdimensionesasociadascon el centro de la ciudad (uso, valoracién, comparacién con otras dreas de la ciudad, perspectiva a futuro); igualmente se emplearon fotografias para provocar comentarios sobreellas, asf comola evocacién de otras imagenes. En total participaron 35 personas en todos los grupos, 21 mujetes y 14 hombres. Cabe sefialar como una caracteristica de los grupos que las personas participantes en ellos fluctiian en un rango de edad de 18 a 40 afios, y son profesionistas o estudiantes de nivel econémico medio o medio alto” La idea de la multitud, de lo excesivo y abigarrado, es recurrente en las entrevistas y sefiala una cualidad predominante del centro dela ciudad, consistente en la oferta miltiple de casi cualquier cosa: patrimonio histético, mercancfas, personas, olores, recuerdos, precios. Esta gran densidad hace que el Centro ejerza tuna fuerza gravitacional a nivel simbélico sobre el resto de la ciudad ya que esta aglomeracién y la sensibilidad necesaria para sentirse atra(do o repelido por ella, nunca indiferente, es parte de la definicién experiencial misma, de qué es la ? En particular fo técnica utlizada para realizar las entrevistos se puede definir como “grupos focales”, consistente en permitir e flujo libre del didlogo entre los participantes a partir de preguntas formuladas por el coordinador de la sesién, La ideo es permit el surgimiento de lenguajes, asoctaciones y valoraciones, es decir, una légica discursiva propia del grupo con el que se traboja. 180 Miguel A. Aguilar, Raul Nieto y Ménica Cinco ciudad. Proporciona también la nocién de simultaneidad, muchas cosas pasando al mismo tiempo en un espacio acotado; es el persistente rumor de los otros. En los usos del Centro se puede apreciar mejor esta densidad ya sefialada. Lo que se hace recurrentemente ahi tiene diferentes vertientes. Por un lado, se encuentra el aspecto comercial en donde la oferta multiple es valorada ampliamente y se le caractetiza por su abundancia, los bajos precios y la concentracién por tipos de mercancta. En los estudiantes de ingresos altos; ir de compras al centro fue caracterizado como “chacharear”, es decir hacerse de cosas de escaso valor, sdlo por el gusto de ir de compras. Otto uso muy claramente delineado es el que se refiere a la asistencia a museos 0 paseos con fines recreativos. La concentracién de museos y edificios de interés histérico genera la conformacién de paseos o excursiones los fines de se~ mana, donde generalmente no se acude sdlo a un lugar 0 museo, sino que se realizan diversos recorridos que incluyen compras eventuales y comer en algdn testaurante tradicional. Esta concentracién de patrimonio histérico en el centro hace que este espacio sea diferente al resto de la ciudad. En los testimonios recopilados en los grupos, la vinculacién entre el Centro y lahistoria es recutrente (“me siento como en el pasado” y al compararlo con las ciudades norteamericanas: “aqui en México el centro esté lleno de una riqueza cultural impresionante”). No se trata sélo de la historia de la ciudad, las evocaciones remiten a la historia nacional, a lo mexicano, de tal forma que la centralidad que se cumple no sélo es urbana, sino que remite a todo el pats. Este nacionalismo urbano, si bien estd presente en la mayor parte de los discursos, es més palpable en los grupos de estudiantes de sectores sociales altos. Los argumentos son del tipo de “ahi estd el verdadero México”, “los verdaderos mexicanos”, “el Centro ensefia la convivencia, a no menospreciar a la gente” y en estos argumentos no sdlo se definen las caracteristicas de un lugar sino también el posicionamiento de un grupo social respecto a éste, En este caso particular, si el Centro es visto como diferente, lo es con relacién a précticas espaciales que tienden a desarrollarse en un entorno de homogeneidad social: estar entre iguales, As(, el Centro como espacio urbano privilegiado, provoca tanto una definicidn de s{ mismo y de los espacios usados en la ciudad, como un acercamiento a la heterogeneidad vivida como otredad (ja qué nacionalidad pertenece lo que no esté ahf?). El uso nocturno del Centro, si bien es resefiado principalmente como recreativo (asistencia a bares o “antros” usados por jévenes), también es contado desde el acercamiento a la sexualidad: bares gay, bares con striptease, cines en donde se podfan. tener relaciones sexuales. Esta nocturnidad se relaciona con las otras caracterfsticas que se le atribuyen, como son la multitud y el anonimato, la abundancia de oferta Cludad de presencias: dimensiones evaluativas y sensoriales enlas evocaciones dela ciudad de México cultural, patrimonial y de objetos. Este lugar fuera de lo comtin urbano marca una pauta de otredad urbana, en donde lo distinto se acerca a lo prohibido. En los usos del Centro hay también Ia evocacin de un lugar recorrido con otras personas, Ir de compras con la madre (“me llevan”), comidas familiares los domingos, visitar museos con la pareja y en lainfancia tomarse una fotograflacon los Santos Reyes en la Alameda, o perseguir palomas en el Zécalo, son todas ellas manetas de integrar un espacio alos acervos familiares de costumbres y recuerdos. Dentro dela gran categorfa de “Centro Histérico” existe unaamplia referencia a lugares particulares en donde se combina tanto una mirada que recupera el detalle (cierta esquina, restaurantes pequefios, danzantes afuera de la Catedral) al tiempo que recurre a grandes puntos de referencia (Bellas Artes, Zécalo). Esta es probablemente otra de las dimensiones que hace atractivo al Centro Histérico, su capacidad de ser evocado en miiltiples escalas: de lo m{nimo alo monumental. De los miiltiples lugares mencionados en esta gama posible, dos de ellosson recurrentes y poseen diversas dimensiones de imaginabilidad:* Bellas Artes y el Zécalo. El primero representa una construccién sui generis en el drea, no posee éngulos, su color es predominantemente blanco, no existen edificaciones que colinden directamente con él, lo cual permite su visibilidad desde todos los Angulos, y tiene un “adentro” amplio y monumental. Por el contrario, el Zécalo, como plaza que es, est4 todo “afuera” constituido por lineas rectas que se intersectan, la visibilidad de ese espacio es la de las edificaciones que lo rodeany por tinico mobiliario urbano hay una inmensa asta bandera. Es un espacio vacto que sin embargo se encuentra ubicado en el rea de la ciudad pensada como multitudinaria, tal vez esto ocurra Porque su arquitectura imaginaria es humana y se le evoca como lugar de celebraciones c{vicas o manifestaciones sociales. La inseguridad es también un tema comun al hablar del centro. Se relatan experiencias de asaltos en el mismo Zécalo o bien en La Merced. Se identifican zonas de peligro (San Pablo o La Alameda)’ y a continuacidn se habla de la suciedad, de la basura, narrando as{ una atmésfera de decadencia en donde ambos elementos se relacionan. Otra versién de la inseguridad sefiala a los vendedores ambulantes como aquellos que gobiernan la zona y establecen sus * Término usado por el urbanista Kevin Lynch [1984:19] que hace referencia a “eso cualidad de un objeto fsico ue le da una gran probabtidod de suscitar una imagen vigorosa en cualquier observador de que se trate”. Ver el siguiente cidlogo sobre la Alameda en uno de los grupos de discusién, en donde el lugar fotogratiado na s¢ corresponde con el lugarimaginado: G: “Siporque en le Alameda esyo peligroso andar por chi B: "Si, porque en qué momento tomaste esa foto por que la Alameda no esté asi? (en referencia a una de las fotos mostradas al grupol/ B. "No, no esté os etd sGper sucio..." /G: "Note puedes nisentor un rato...” /S: “Las rates, las ratas te caminan” /G: "O de cuctro patas éno?"/B. "Olas de dos” / S:"Y los novios en el parqui, yo luego he pasado ¥."/ 6:*Dejadelas rotes, yaccobasde sentarte y ya estén ahi vendiendéte lo que seo, desde..."/B: "Te acuerdas ue te decia éno? El servicio doméstico ya se aduefé de la Alemeda” / G: “St los domingos, no" 181 182 Miguel A. Aguilar, Raat leto y Ménica Cinco propias reglas frente a las cuales los ciudadanos se encuentran expuestes y en desventaja. De hecho, la idea del Centro como lugar inseguro es la que se tiene més presente al responder sobre qué aparece en Jos medios de comunicacién con relacién a ese espacio, Esta informacién privilegia lo relacionado con conflictos, enfrentamientos entre diversos grupos de comerciantes y autoridades por el tema del comercio ambulante y también es sefialado el cardcter politizado de la zona, la cual es pensada como uno de los principales espacios en los que se dirimen conflictos entre diversos partidos y grupos politicos, a partir de que el Jefe de Gobierno pertenece a un partido politico distinto al que ha gobernado al pafs en fas tiltimas décadas. Visto en una dimensién temporal, se recuerda al Centro en términos mas positivos quesu vivencia actual, Ahorahay mis gente, mds tréfico, mésambulantes, esta mds sucio y mds inseguro que en el pasado. Al hablar sobre la perspectiva a futuro, éstaes pesimista: més caos, més hundimiento del suelo (es decir, el futuro estar4 més enterrado y por lo tanto es menos visible). Aunque también existen voces que piensan que el futuro del Centro esté en rescatar la tradicién de ir de compras y paseos, en devolver al lugar su cardcter de espacio de experiencias y descubrimientos personales: Esperemos quese rescaten las tradiciones gno?, porque se estéolvidando la cradicién de iral Centro, generalmente porlo queestamos diciendo, la inseguridad, el eréfico que hay, como que ya no tedan las ganas de ir como antes, como acostumbraban nuestros padres, nuestros abuelos, pero yo espero que no se olvide eso, que no se destruya. Para finalizar con esta seccidn, quisiéramos rescatar un punto de vista que se externé al pensar al Centro dela ciudad en relacién con el resto de los espacios urbanos, yes que el Centro es auténtico, que frentea dreas de la ciudad disefiadas bajo la dptica del consumo (centros comerciales) 0 bien de un urbanismo para clautomévil, hay ahfunaatmésfera que no puede ser replicada, En laaglomeracién azarosade usos, recuerdos e imagenes hay una experiencia urbana distintivay que sirve como punto de referencia para mirar el resto de la ciudad, La valencia genérica de la cludad En esta parte del trabajo queremos hacer relevante una lectura de los resultados dela encuesta que fueron significativos paraentender cmos elabora, representa y asocia el género en distintos procesos de evocacién de la vida urbana, Para ello analizaremos las respuestas a algunas preguntas que se diferenciaron dependiendo del género de quien las contest6. Propondremos algunas pistas que expliquen Cludad de presencias: dimensiones evaluativas y sensorlales.en las evocaciones de la cludad de México por qué existen tales diferencias, estadisticamente significativas, en las respuestas obtenidas. Por ahora bdstenos con afirmar que si el género afecta a lo que con testan las personas es porque en esas evocaciones se habla precisamente de asuntos ligados al género. En la parte de evocacién de nuestra encuesta sobre imaginarios urbanos y retomando la pregunta de: “Cuando piensa en la ciudad jcon qué color la identifica?” casi la mitad de los encuestados (46%) respondicron que su color era elgris; al dar esta respuesta précticamente no habia diferencia significativa entre los géneros de los entrevistados ni en el repertorio de otras respuestas crométicas que propusieron. Es obvio que en este caso el género no explica la predileccién cromética. Pero esto no es la norma en todas las respuestas. En efecto, al preguntar por el clima que identifica a la ciudad encontramos que 24% de las entrevistadas respondicron que era célido mientras que slo. 15% de los varones contestaron en ese mismo sentido. No sobra advertir que la mayorfa (67%) contesté que la ciudad era identificada con el clima templado; sin embargo, mientras que 72% de los varones asf la consideraron, sdlo 62% de las mujeres estaban de acuerdo con esa respuesta. ;Por qué esta diferencia asociada al género en las respuestas? ;Qué hace que las mujeres perciban 10% menos templada la ciudad que los varones 0 que casi un 15% de ellas la perciban mas célida que aquellos? En suma jqué es lo que hace que contesten de manera diferente? ‘Antes que proponer que los dispositivos perceptuales o sensoriales de manera innatason diferentes en las personas dependiendo desu sexo, o bien que las mujeres —sobre todo en edad menopdusica— modifican la percepcién de la temperatura propiay del ambiente, se nos antoja sugerir que las palabras frio, templado o cdlido, que como opciones cerradas les propusimos en el cuestionario, evocan otros dominios seménticos que no son los que se miden con un termémetro. Enefecto, desde Aristételes schan asociado las temperaturas y otras propiedades “naturales” con el género; de tal suerte que en el sistema clasificatorio presente en el pensamiento cldsico, la valencia de lo masculino y lo femenino se corresponden con lo caliente y lo frio; lo seco y lo hvimedos lo activo y Lo pasivo; la potencia y la materia, respectivamente. La etndloga francesa Frangoise Héritier [1996] ha estudiado estas asociaciones y ha agregado a cllas otros pares de oposiciones conceptuales que igualmente se encuentran asociados entre diversas culturas (los samo, de Burkina Faso, los baruya de Nueva Guinea, entre otras) de tal suerte que lo masculino y lo femenino se corresponden con el esperma y la leche materna; los huesos y la carne. Si bien los sistemas clasificatorios de la antigtiedad clasica y los de las sociedades etnogréficas pueden diferir, lo que nos propone esta autoraestruc- turalista es que existe una suerte de continuidad simbélica que subyace en la estructura profunda de las sociedades y que hace consistente una reflexidn que la 184 Miguel A. Agullar, RaulNleto y Monica Cinco humanidad se ha hecho desde la antigiedad clisica acerca del cuerpo y de sus diferencias sexuales y genéticas y que aun tal sistema est presente entre nosotros, en el propio occidente y entre otro tipo de sociedades. Si continuamos la pista que propone Héritier, podemos pensar que en los procesos de evocacién propuestos a los entrevistados, la ciudad resulté neutra genéricamente para la mayorfa de ellos, independientemente de su sexo, ya que no es ni célida ni fifa, sino templada. Sin embargo, para un sector significativo delas mujeres la ciudad es més bien masculina y por ello la perciben como menos templada y mds caliente por ser este un atributo ascciado a los hombres; podemos proponer que para ellas la ciudad aparece como un dmbito que puede ser representado por lo masculino. Por otro lado, otras de las acepciones de la palabra cdlida remite al afecto y el término filo evoca indiferencia. En este sentido, sin duda ésta serfa otra pista que valdrfa la pena explorar. Por otra parte, para caracterizar la ciudad el cuestionario exploraba también en su parte de evocacién con qué temporalidad se identificaba més la ciudad y propusimos tres opciones: mafiana, tardey noche. Alrespondet acerca de la parte del dia con que asociaban a la ciudad, la respuesta se polarizé por géneros; ast entre los entrevistados varones la tarde era la opcidn preferida (44%), sin embargo, las mujeres en un porcentaje similar prefirieron asociar la ciudad con la mafana. Esta diferenciacién en las respuestas asociadas al género merece también ser problematizada: la ciudad encierra en s{ misma otra oposicién distinta de las que hemos sefialado y que remite también al género. Es la que el antropélogo brasilefio Damatta [1987] ha identificado como la existente entre la casay la calle, es decir, entre cl Ambito privado y el Ambito puiblico. En efecto, en su andlisis de la sociedad brasilefia, mientras la calle aparece asociada a los atributos masculinos, la casa es por definicién femenina. ;Qué tiene que ver la calle y la casa, lo ptiblico y lo privado con la mafiana y la tarde? Para poder acercarnos a alguna hipétesis debemos hacer algiin tipo de rodeo. Podemos intentar una respuesta: el trabajo de manera estereotipada es lo que acontece en las mafianas para la mayorfa de la poblacién urbana y en ese sentido la ciudad —entendidacomo espacio puiblico— se usa, se disfrutaose padeceen latarde. Por decirlo de algunia manera, la ciudad existe de manera predominante en la tarde, cuando el trabajo ya no domina al tiempo personal, cuando la temporalidad urbana ¢s para nosotros. Esto es particularmente cierto para muchos hombres. : Sin embargo, es conocida también la invisibilidad del trabajo femenino (sobre todo el doméstico) y éste también se realiza fundamentalmente en la mafiana. Suinvisibilidad eslo que permite que no sdlo los quehaceres domésticos, sino que también otras formas de trabajo remunerado realizadas por las mujeres se deslaboralicen y socialmente no sean percibidas como trabajo, En suma, lo que Ciudad de presencias: dimensiones evaluativas y sensoriates en las evacaciones de la cludad de México explica las distintas opciones de las respuestas es lo que podrfamos denominar como la valencia diferencial del trabajo de hombres y mujeres. Tal valencia permite que las actividades que realizan las mujeres, las mds de las veces en la mafiana (limpieza, preparacién de alimentos, abasto, cuidado y atencién de nifios y ancianos ¢ incluso otras actividades laborales remuneradas), no tengan el mismo reconocimiento social que las tareas realizadas por los hombres. Adicionalmente, estas actividades propician cierto uso intenso del espacio urbano local (en una dimensién barrial o vecinal). Tal vez podrfamos agregar que el “encierro doméstico” que padecen cientos de miles de mujeres es percibido por ellas sobre todo como un evento matutino, siguiendo la Idgica de que en la mafiana no trabajan y donde empieza a hacerse visible su trabajo es en la tarde, cuando en muchos hogares ha llegado el esposo del trabajo y los hijos de la escuela. La ciudad para ellas existe en Ia mafiana, porque es el momento en que entran en la esfera piiblica. La tarde es la casa, lo privado. Para ellos la tarde es a ciudad porque es cuando salen del trabajo, cuando la vida empieza. La ciudad no se percibe o se registra de igual manera por todos. Otras diferencias significativas entre los géneros las encontramos en los registros de lo que gusta mds de la ciudad, las dos principales respuestas se diferenciaban claramente por género: asi 17% de las mujeres coincidieron en que lo que mas les gusta de esta ciudad es la oferta de espectdculos, actividades culturales y espacios de acceso a la diversi6n y la cultura. Mientras que para los varones esa opcién sdlo significé el 6% yen cambio optaron enun 12% por ubicar al Centro Histérico o alguna otra marca urbana, arquitecténica o monumental cercana a éste, como su preferencia. Es interesante esta diferencia en lo que podriamos denominar una especie de ciudad deseada: mas identificable con marcas urbanas concretas para los varones, es decir, una ciudad accesible y tangible, la del centro, mientras que para las mujeres la opcién es més abstracta, més diversa, més plurisituada y por tanto menos definible en términos de un locus. Otro asunto en el que resultan diferentes las respuestas de hombres y mujeres se refiere al futuro de la ciudad; ambos géneros coinciden en imaginarlo de una manera negativa, sin embargo, los adjetivos para describirla difieren: mientras que un 22% de los hombres la imaginan castica, desordenaday catastréfica, sélo 9% de las mujeres proponen tales calificativos, Ellas prefieren (21%) imaginar asu ciudad como sobrepoblada o explosiva (calificativos que sdlo utilizaron 8% de los hombres). No sobra advertir que estas marcas pudieran estar asociadas al cardcter reproductivo de las mujeres En la capacidad, estilo y tipo de marcas que se asocian cuando se evoca el pasado, también son observables algunas diferencias mds sutiles en las que el género hace su aparicidn, En efecto, a nuestras entrevistadas y entrevistados les 185 Miguel A. Aguilar, Raul Nieto y Ménica Cinco pedimos que identificaran cudl era el acontecimiento més importante en la Giudad durante el dltimo afio (1999-2000), durante los ultimos treinta afios (1970-2000) y durante toda sw historia, Las respuestas alas tres preguntas fueron “abiertas” y después las codificamos. Como resultado, obtuvimos que los y las entrevistadas respondieron que cn el tiltimo afio el evento mas importante era el paro dela UNAM. Hombres y mujeres en porcentaje idéntico (53%) dieton esta como la principal respuesta. Sin embargo, si nos detenemos podemos advertir que como segunda opcidn escogida las mujeres en un 10% seleccionaron la visita del Papa mientras que los hombres tuvieron como segunda opcidn, con mds de 8%, las fiestas del milenio. El género se hace manifiesto en lo que podrfamos denominar la segunda opcién. ‘Al explorar el hecho més importante de los tiltimos treinta afios, mujeres y hombres en porcentajes muy parecidos, 34 y 32% respectivamente, seleccionaron al Terremoto de 1985 como su primera opcidn, Sin embargo la segunda opcién de ellas fueron las devaluaciones (8%) y la de ellos fue el Mundial de Futbol (10.6%). Por tiltimo, como evento mds importante en la historia de la ciudad, Ia primera opcién, es decir la més evocada en todos los cuestionatios fuc la independencia (17%) y la segunda el movimiento de 1968 (12%). Sin embargo, las preferencias por género no fueron similares: mientras que la independencia fue evocada por 22% de las entrevistadas, sélo lo fue por 13% de los hombres. Inversamente, el movimiento de 1968 fue en realidad la primera opcidn de los hombres con més de 15% de las respuestas mientras que las mujeres slo en un 9% Jo seleccionaron. {Cémo interpretar estos matices presentes en los que podrfamos denominar “las segundas opciones”? En la evocacién del pasado se mezclan historia y biografia con género. Asl, mientras que los hombres evocan a las fiestas del milenio, al mundial de fiitbol yal movimiento del 68, las mujeres han seleccionado la visita del Papa, las devaluaciones y la independencia. Paraentender estos conjuntos podemos proponer que una oposicién profano/ sagrado, se articula a la ya vista publico/privados de esta manera se hace entendible que las fiestas, las contiendas futbolisticas y la protesta social son eventos que se desarrollan en el Ambito publico, todos son profanos; todos se dan fuera de casa y de manera compartida. Por su parte, la visita del Papa y la devaluacién son eventos, que aunque puiblicos y politicos, se experimentan en el territorio deo {ntimo, en el mundo de las practicas y creencias religiosas, de las incertidumbres cotidianas domésticas donde se experimenta la microeconomia, Sin embargo, el término Independencia parece no encajar enlainterpretacion propuesta. Silo consideramos en su contexto, es decir en Ia memoria de a large Guracién, parece ser que mientras que los hombres prefieren evocar una (Cludad de presencias: dimensiones evaluativas y sensoriales enlas evocaciones dela ciudad de México profundidad histérica de apenas 33 aftos, las mujeres optan por un evento de mas de 190 afios. {No seré que el término Independencia evoca, ademés de la épica patria, una demands histérica del feminismo? Por otra parte, en un cuestionario sobre la ciudad, gmencionar la Independencia no remitirfa a uno de los iconos urbanos més “duros” y fundamentales dela capital: el Angel de la Independencia? Detengémonos un poco gqué es literalmente el Angel? Podemos responder que es la figura de una mujer con el torso desnudo, alada, que se sostiene en un solo pic.!® No sobra recordar que esta obra —parte de a monumentalistica de la ciudad de México— se encuentra sobre Paseo de la Reforma a un costado dela Zona Rosa. Ambos lugares adquirieron en otras respuestas de nuestro cuestionario connotaciones femeninas. Finalmente, en la parte de escenarios urbanos solicitamos a nuestros entrevistados que mencionaran una calle o zona que consideraran como la més transitada por mujeres 0 por hombres. Es interesante esta pregunta porque independientemente de la realidad, aparecicron en el imaginario social un conjunto de zonas y avenidas en las que los entrevistados pensaban que se concentraban hombres 0 mujeres. En el caso de las mujeres la opcién més relevante fue para todos los cuestionarios la avenida Insurgentes. Para los hombres fuc la zona del Centro Histérico. Sobre la densidad, centralidad ¢ historicidad de esta parte de la ciudad tal vez ya no sea necesario agregar més, sin embargo, sobre la avenida Insurgentes se pueden hacer algunos comentarios que surgen de otras respuestas del cuestionario. En efecto, podemos proponer la idea de que Centro Histérico —el Centro— y la avenida Insurgentes —sobre todo su tramo sur— constituyen en el imaginario urbano un sistema que metaforiza la relacién entre los géneros. El primero es una zona fija y con fronteras no muy definidas. La segundaes una avenida claramente definida que literalmente divide en dos ala ciudad, Veamos las propiedades imaginarias de este sistema: Insurgentes fue considerada como la avenida de més movimiento por sélo el 9.7% de los cuestionarios, mientras que el Centro Histérico ocupé el primer lugar con 32%. Es decir, mientras que el centro es representado como activo (propiedad masculina), la avenida Insurgentes es percibida como pasiva (es decir femenina). Alla avenida Insurgentes se le considera més transitada por jévenes queal Centro Histérico (10 y 5% respectivamente). Si expforamos la oposicién joven/viejo, vemos que la avenida Insurgentes aparecié en los cuestionarios como la segunda seleccién ty zuchos ito orate ocurt wy pepe comin le descalzo u obligado a montenerse sobre un solo pie, descalzo o no [...] se tata de una actitud ritual de plegaria a los dioses con objeto di ri le fertilidad de la tlerra y le fecundided humana” [Héritier, 1996: 183]. ou 187 188 Miguel A. Aguilar, Rati Nieto y Ménica Cinco donde se imaginan los entrevistados transitan los jévenes (s6lo después de la Zona Rosa) con 10.3 % de las clecciones, mientras que el Centro no aparece como un espacio de évenes. Inversamente, el Centro ocupael segundo lugaren el que nuestros entrevistados piensan que estin los viejos con 12.6% de las respuestas (sdlo después de los parques), adicionalmente, el parque de la Alameda Central que marca una de las fronteras posibles del Centro, obtiene la tercera posicién; mientras que la avenida Insurgentes no apatece como opcién para los viejos. Si exploramos la oposicin alegre/triste tenemos que la avenida Insurgentes fue la segunda opcidn considerada como més alegre (s6lo después de Garibaldi) con casi 7% de las respuestas y comparativamente superior en mds de un punto que el Centro (6.9 y 5.196). En otra pregunta, el Centro (o lugares incluidos en 4) ocupé el primer lugar como calle o zona més triste. Por otra parte, mientras que el Centro Histérico fue identificado por casi el 119 de los entrevistados como la zona més sucia de la ciudad, la avenida Insurgentes no sumé més del 1.2% de las asociaciones. Adicionalmente, el Centro Histérico o lugares que estan dentro de sus linderos, obtuvicron otras de las peores marcas: resulté el lugar mds peligroso. Si consideramos la percepcién de la peligrosidad, la avenida Insurgentes obtuvo sélo un punto porcentual menos que el Centro como tal (4 y 5% respectivamente), pero Tepito ocupé el primer lugar con casi 30% de las referencias). El Centro ademds resulta el lugar que peor huele (solo la zona de La Merced concentré 14.3% de las referencias). Si consideramos los puestos de comida, el Centro ocupa el primer lugar — incluso arriba de las estaciones del Metro— con 17.7 de las respuestas, mientras que la avenida Insurgentes ocupa el dltimo lugar (0.6%). En otra parte del cuestionario invertimos el procedimiento y ya no les pedimos a los entrevistados que nos propusieran lugares sino que preguntamos sobre las ideas o palabras que se asociaban con lugares especificos. Asi, indagamos sobre Insurgentes Sur y sobre el Centro Histérico y mas alld de su representacién estadistica, el conjunto de asociaciones que nos propusieron entrevistados y entrevistadas hacen evidente un sistema que representa de manera diferente y opuesta, ambas zonas de la ciudad. En fin, si recapitulamos las ftecuencias estadisticas ya vistas y agregamos a estas las distintas tramas conceptuales con que se identificaron ambos espacios, podemos observar que existe un sistema de oposiciones que puede representarse como dos cadenas simbélicas que organizan el sentido, la valencia diferente de tales lugares, ver cuadro 5. ‘A manera de conclusién para este apartado, podemos proponer que la relacién que guardan las tramas de significado esquematizadas en el cuadro anterior, establecen una compleja relacién entre la avenida Insurgentes y el ‘Cludad de presencias: dimensiones evaluativas y sensoriates en las evocaciones de la cludad de México Cuapro 5 SISTEMA DE OPOSICIONES INSURGENTES-CENTRO INSURGENTES. CENTRO *Pasivo °Activo sJoven Viejo *Alegre Triste *Limpio *Sucio *Seguro ©Peligroso *Huele Bien *Huele mal Restaurantes *Tréfico vehicular, embotellamientos *Centros comerciales *Centros nocturnos, cabarets, antros, vida nocturna, alegria, fiesta, reventon *Puestos de comida callejeros *Gente, multitudes *Ambulantaje *Museos, cultura, arqueologia, Templo Mayor, aztecas, antiguo, monumentos. magia, virgen de Guadalupe *Bandera *Zécalo, Catedral, Palacio Nacional *Asta Bandera *Edificios grandes, World Trade Center, Estadio Azteca *Cosmopolita, progreso, nice, fresa, snob *Lejania *Pedregal, lujo, mejores colonias. Grboles, vegetacién *Bonita, agradable ‘Angel de la Independencia” *Tradicién, historia *Coraz6n *Pobreza, Monte de Piedad *Belleza *Desfiles, independencia FUENTE: ENCUESTA "IMAGINARIOS URBANOS” Centro Histérico, que podrfamos pensar reclabora de manera metaférica la relacién entre el centro y la periferia urbanos; también en tal relacidn se encarna, por asi decirlo, la valencia genérica en la ciudad. Reflexiones finales En la lectura general que se ha realizado de la informacidn obtenida, se han podido ubicar grandes tendencias en cuanto a la manera de imaginar a la ciudad de México. Una de ellas tiene que ver con una gran atmésfera que la envuelve, constituida por las constantes menciones a carencias, que a su vez elaboran el deseo y son esas ausencias lo que vuelve a la ciudad algo incompleto, No hay una "' Sorpresiva e imaginariamente ubicado en la avenida Insurgentes y no en Reforma. 190 Miguel A. Aguilar, Raul Nieto y Monica Cinco totalidad que se pueda mirar con plenitud, mas bien, lo que hay son contornos, formas difusas, que en esta poética del imaginario adquieren la dureza de las imagenes comunes, pero no por ello claramente delineadas. En lo comuin del imaginario se encuentran ecos de formas de produccién de conocimiento de lo cotidiano que no estén directamente relacionadas con la experiencia personal o caraa cara. Lo que podrfamos llamar la agenda ciudadana, sobre la urbe se encuentra fuertemente emparentada con agendas formuladas por medios de comunicacién, temas actualidad que se sedimentan en, precisamente, el imaginario colectivo, creando una uniformidad en temas y valoraciones. Gilbert Durand [199479] ya advertia este empobrecimiento de la creatividad social al sefialar que la imagen medidtica extingue el imaginario al nivelar los valores grupales. En el conjunto de imagenes sobre la ciudad, el Centro Histérico aparece como espejo y nticleo de ésta, contiene su heterogencidad y las referencias al origen; aparece como lugar de la tradicién histérica y premoderna, como el ordenador del sentido de la mirada y los recorridos. Ciertamente, lo anterior puede estar relacionado con Ia estrategia metodolégica seguida, recoleccién de informacién principalmente a partir de cuestionarios estructurados, sin embargo, tal dispositive también podria dar cuenta de heterogeneidades y diferencias. En este sentido puede ser interesante explorar otros imaginatios “tangenciales”, es decir, emplear una mirada que se pregunte por la diferencias y no por las unanimidades, por formas particulares de estar en la ciudad que convoquen imagenes desde la diferencia. Del mismo modo, al preguntar sobre lo metropolitano, no ha emergido con fuerza el ambito de local, que plausiblemente puede convocar imaginarios més estructurados desde la memoria y la experiencia. Seria interesante contrastar qué dimensiones estarian emparentadas con lo metropolitano y cudles presentarfan rasgos particulares. Cludad de presencias: dimensiones evaluativasy sensorial jen las evocaciones de la ciudad de México Bibliograffa Bachelard, Gastén 1983 La poétiea del espacio, México, FCE. Bourdieu, Pierre 1995 Respuestas. Por una antropologta reflexiva, México, Grijalbo. Colombo, Eduardo (comp.) 1993 El imaginario social, Montevideo, Nordan Comunidad/Editorial Altamira, Damatta, Roberto 1987 Aca da rue Epope,cindadania, mulher e morte no Brasil Rio de Joneto, Rditora jwanabara, Durand, Gilbert 1994 L'imaginaire. Essai sur les seientes et la philosophie de Vimage, Parls, Hatier. Fuentes, José 2000 “Imagenes ¢ imaginatios urbanos: su utilizacién en los estudios de las ciudades”, en Ciudades, ntim. 46, México, Red Nacional de Investigaci6n Urbana, Garefa Canclini, Néstor 1993 El consumo cultural en México, México, Grijalbo. Heéritier, Frangoise 1996 Masculino/Femenino. El pensamiento de la diferencia, Editorial Ariel, Barcelona. Licona, Ernesto 2000 “El dibujo, la calley la construccié: Nacional de Investigacién Urbana. imaginaria”, en Ciudades, ntim. 46, México, Red Lynch, Kevin 1984 La imagen de la ciudad, México, G. Gili. Nabokov, Vladimir 1997 Curso de literatura europea, Barcelona, Ediciones B. Nieto, Rail 1998 “Loimaginario como articulador de losérdenes laboral y urbano”, en Alteridades, afio 8, nim. 15, México, AMI. Nifio, Soledad, Nelson Lugo, et. ad. 1998 Territorio del miedo en Santafé de Bogotd. Imaginarios de los ciudadanos, Tercer Mundo Editores, Bogotd. Silva, Armando 1992 Imaginarios urbanos, Bogots, Tercer Mundo Editores. 191 Cludad de presencias: dimensiones evaluativas y sensoriales en las evocaciones de la cludad de México Apéndice1 ESTRUCTURA DE LA MUESTRA Edad A 13-24 | 25-40 | 41-65 | Mdsde | Tort alos | afios | afios | 66.afios sexo [Femenino | _7 4 5 5 Alto Masculino| 6 6 6 6 4 Tor, B 10 Ti i Femenino | 9 rt 6 8 s § | Medio| °° | Masculine] 7 TI 6 6 ac 3 Tom, 5G D 1 us 3 Femenino 8 ll 7 7 Z| pajo | Sx [Masculine | 8 i 9 6 "TotaL 16 a Leal 193 Construyendo imaginarios y simbolos urbanos desde los «lugares»: la Plaza Grande o Principal y el Centro Comercial Plaza Dorada de Mérida, Yucatén José H. Fuentes Gomez* Introduccion Este trabajo forma parte de los resultados de una investigacién mds amplia enfocada al estudio y andlisis de las prdcticas urbanas que realizan los actores de dos lugares publicos de la ciudad de Mérida: la Plaza Grande o Principal y el centro comercial Plaza Dorada. Trata de comprender y explicar sus caracterfsticas, funciones, similitudes y diferencias; quiénes son sus usuarios, sus comportamientosy motivos que los evan a ellos, Paralelamente, seinvestigaron sus imagenes e imaginarios urbanos relacionados con los dos espacios puiblicos y cémo desde éstos seleccionan los s{mbolos de Mérida. El propésito, entonces, fue comprender la ldgica detrds de los imaginarios como representaciones simbélicas de actores sociales que motivan practicas y formas particulares de relacionarse con ciertos lugares de la ciudad. Y cémo estas précticas, junto con otros factores, influyen en las formas de usar el espacio y en a construccién de las imAgenes urbanas. Eneste capitulo se propone un objetivo més acotado: describir y explicar los imaginarios urbanos de los pobladores no sobre el lugar de sus prdcticas rutinarias y cotidianas, que hemos presentado en otro trabajo,! sino sobre el “otro lugar”. Intento comparar las representaciones de quienes utilizan un espacio respecto al otro, lo tradicional con lo moderno, el “adentro”, con el “afuera”; mostrar cémo imaginan al centro comercial los de la plaza publica y cémo ésta es imaginada por los que acuden al primero. Asimismo, interesa explicar cudles son, segtin los actores, los simbolos representativos de Mérida. La hipétesis propuesta es que el posicionamiento social, relativamente diferente de los dos colectivos estudiados, y su ubicacién particular en el espacio urbano, junto con sus practicas urbanas y los discursos de diversas instituciones, influyen en fa construccién sociocultural de sus imaginarios urbanos y en la seleccién de lo que consideran los principales hitos o emblemas que distinguen asu “Ciudad Blanca”. * Universidad Auténomo de Yucatin, Mérida. Enel articulo de Fuentes Gomez y Rosado Lugo [2001 ] ofrecemos informacién sobre las prdcticas urbonas y las representaciones sociales de los actores que utillzan los centros comerciales de Mérida, Yucatén, José H. Fuentes Gomez Se busca descubrir en los discursos de los actores sus representaciones sobre dichos lugares y sobre su ciudad. No se trata de verificar si éstas son verdaderas o falsas —los imaginarios, a pesar de ser construcciones sociales colectivas, son también resultado de cuestiones subjetivas ¢ idiosincrasicas—, sino de ubicarlas como parte del repertorio que conforma sus imaginarios urbanos.? En la Plaza Grande entrevistamos a 112 personas y en el centro comercial a 134, aplicando dos modelos de formulario-encuesta. Estos incluyeron preguntas abiertas, cuyas respuestas podfan ser contestadas de forma libre para recabar datos tanto de tipo cuantitativo como cualitativo. Este instrumento, inspirado en las propuestas metodolégicas de Armando Silva [1992 y 1993], ha demoserado su validez para recabar los discursos y puntos de vista de amplias colectividades. En los lugares examinados usamos formularios que incluyeron cerca de treinta preguntas relativamente similares, poniendo especial atencién en el registro dela diversidad y riqueza de usos, actores y funciones dela Plaza Grande y el Centro Comercial. Para ello seleccionamos personas de diferentes sexos, edades y ocupaciones, que entrevistamos en diversos horarios, diariamente durante varias semanas del verano y otofio de 2000. Ubicando el contexto: “lugares” y “actores” Este trabajo propone el estudio de las imagenes urbanas de usuarios de dos espacios publicos representativos de las ciudades mexicanas y latinoamericanas contempordneas: la plaza tradicional y el moderno centro comercial. Para entender las representaciones delos actores sobre estos lugares, con caracterfsticas y fanciones relativamente similares, pero al mismo tiempo diferentes, es necesario ubicarlos como parte del espacio urbano en una escala mayor: la ciudad de Mérida. Veamos a continuacién cémo los procesos sociales que han modificado la estructura urbana han dejado su impronta en las caracteristicas, funciones y actores actuales de los lugares estudiados. Los tiltimos cuatro lustros del siglo xx fueron testigos de amplios procesos de transformaciones sociales y econémicas que impactaron en la organizacién de la 2Para una discustén sobre el concepto de imaginarios urbanos se puede consultar: Silva (1992], Pinheiro 11996], Nieto [1998], Fuentes [2000], entre otros, ' 2En este articulo se presenta s6lo la informacién y andlisis de las preguntas relativas a las imagenes de los entrevistados sobre la otra sede y los simbolos urbanos de Mérida. Construyendo imaginarios y simbolos urbanos desde los «lugares» estructura territorial de la ciudad de Mérida.‘ La expresién de dichos procesos se manifesté en cl crecimiento dela superficie ocupada,$ abandono y estancamiento de bartiosy colonias de varios distritos urbanos, construccién de nuevos fraccionamientos y colonias, escuelas y universidades privadas, tiendas departamentales, plazas comerciales y establecimiento de franquicias de diversos sectores. Todos esos cambios produjeron nuevas formas de usar y habitar la ciudad, incrementando la segregacién y segmentacién de la poblacién en el tertitorio urbano. En Mérida, hasta 1970 la zona central y los antiguos barrios que la circundaban concentraban [a mayorfa de las oficinas administrativas, talleres, comercios de todo tipo, mercados, hoteles, restaurantes, consultorios médicos, hospitales, escuelas, cines, teatros, edificios para el culto religioso y una gran cantidad de viviendas, El centro era el foco neurdlgico, concentrador de los principales soportes de las actividades econémicas, polfticas, financieras, educativas, comerciales, ltidicas y simbélicas; pero ahora ha perdido la relevancia enalgunas de esas actividades. La funcién de vivienda ha sido desplazada por usos comerciales y administrativos, ocasionando la reduccién del ntimero de familias que habita en la zona. Esto se ha reflejado en una disminucién del papel protagénico de los espacios pblicos tradicionales del distrito central, como plazas, alamedas y parques, mercados y zonas comerciales; que antes convocaban a la mayor parte de los meridanos de diversas clases sociales. En contraparte, se observa la emergencia y expansién de nuevos “espacios puiblicos”, de cardcter privado, como las grandes tiendas departamentales y centros comerciales, ubicados principalmente en el norte de la ciudad. Los pobladores de clases media y alta, consumidores de estos nuevos espacios, han reducido sus desplazamientos al Centro Histérico, La situacién anterior no es privativa de Mérida, desde hace varios afios ha sido advertida por varios investigadores en otras ciudades latinoamericanas. Desde la arquitectura, Roberto Segre [1996:13-23] explica los procesos de segregacién de las clases sociales, durante la segunda mitad del siglo xx, en las metrépolis brasilefias; Gormsen y Klein-Lupke [5/f] también encuentran estos procesos en dos ciudades mexicanas y Liliana Lépez Levi [1999:22] lo sefiala, sin profundizar, para el caso de la ciudad de México. 4Para informacién sobre las principales caracteristicas de ia estructura urbana de Mérido y los factores que influyeron su conformacién actual revisar: Fuentes Gémez [1990 y 1993]; Garcia y Tello (19930, 1993b, y 1995}; Gousset [1997], entre otros. °En 1970 la ciudad de Mérida ocupaba 6 308 hectéreas, en 1990 ia superficie se increments a 13 552 hectéreas y desde el 2000 se extiende sobre 17 641.5 hectéreas, Para informacién sobre el crecimiento de su superficie ocupada ver: Fuentes Gémez [op. cit.] y Garcia y Tello [op. elt. 197 198 JoséH, Fuentes Gomez. Es en este contexto de profundas transformaciones del espacio urbano, en el que debemos ubicar y analizar el papel, funciones y usuarios que actualmente tienen la plaza tradicional y el centro comercial. Veamos a continuacién las principales caracteristicas y funciones de estos espacios de la ciudad de Mérida. La Plaza Grande o Principat Con més de 458 afos de existencia, la Plaza Grande o Principal ha sido durante varios siglos el centro neurdlgico de la ciudad, epicentro geogréfico, econdmico, politico y cultural que condensa una gran parce de Ia historia de Mérida y del estado de Yucatdn. La plaza constituye un espacio urbano piiblico privilegiado con caracter(sticas de front region (Giddens, 1995:155-158], es el escenario que Jos meridanos presentan con orgullo a sus visitantes como lugar que sintetiza el geniuos loci de la ciudad, sefialado por urbanistas y arquitectos [Lynch, K. 1985]. Resulta dificil presentar de manera sintética los procesos histéricos sociales més relevantes de este lugar. Se prefiere, en cambio, sefialar que ha sido sede de multiplesacontecimientos, desde lafundacién delaciudad (1542), elajusticiamiento del indio maya Jacinto Canek (1761), las luchas federalistas que levaron a la separacién de la peninsula del resto del pais (1821) y de lasacciones revolucionarias del general Salvador Alvarado (1915-1918). Utilizada también como teatro privilegiado de los fastuosos eventos para agasajar a la emperatriz Carlota Amalia (1864) y al general Porfirio Diaz (1906), en las dos tiltimas décadas del siglo xx recibié a diversos representantes de la realeza contempordnea y personajes como el Papa Juan Pablo 11y el presidente norteamericano William Clinton. La Plaza Principal es también el lugar de importantes manifestaciones sociales y politicas, actividades culturales y artisticas, efemérides y actividades que convocan a miles de meridanos. Ademés de su importancia histérica y simbélica, todavla conserva gran parte de las funciones y significados, como lugar de los intercambios sociales que originalmente le fueron asignados, y de otros que sus actores construyeron a lo largo de varios siglos de uso cotidiano. La Plaza posee los atributos sefialados por Marc Augé [1992:83] para ser considerado “lugar”: tiene una identidad, es relacional ¢ histérica. Convoca a gran cantidad de actores sociales diversos y heterogéneos quienes interacttian, comparten y se apropian del lugar a través de un amplio repertorio de précticas urbanas. Estas reflejan, en buena medida, la forma como estd organizada la sociedad meridana y su expresidn en el espacio urbano. Las principales caracterfsticas urbano-arquitecténicas de esta plaza son las siguientes: se extiende sobre un drea de aproximadamente cien metros por lado, con una superficie total de diez mil metros cuadrados, de los cuales 7 047 Construyendo imaginarios y simbolos urbanos desde los «lugares» corresponden a calzadas y explanada central y 2.953 a jardines. Est rodeada por 3 560 metros cuadrados de aceras 0 banquetas y esté delimitada por las calles siguientes: al oriente la 60, al norte la 61, al poniente la 62 y al sur la 63. La Plaza se encuentra rodeada de edificios de gran valor histérico y arquitecténico: la Catedral, el Ateneo Peninsular, los Palacios de Gobierno y del Ayuntamiento y la Casa de Montejo, debido a que fue el espacio a partir del cual se trazé Mérida. Esta ubicacién como manzana central desde donde irradia la ciudad, le confiere un significado simbélico redundante, centra a la ciudad y es centro de su centro, que es a su vez —desde 1986 segtin la legislacién urbana municipal—, Centro Histérico de la Ciudad de Mérida. La Plaza Grande es, por tanto, eje geogréfico y de la memoria histérica. En su centro se encuentra un pequefio z6calo o basamento que aloja el asta bandera, de éste irradian ocho calzadas a todos los puntos cardinales. Estas dividen su superficie en ocho dreas de dimensiones similares que albergan jardines con setos, arbustos con plantas y flores y afiejos arboles —de la especie Ficus Indica—, de grandes copas que proporcionan sombra y fresco al lugar y palmas de varias especies. Tiene, ademas, cuatro calzadas mas amplias que las anteriores que rodean la plaza —paralelas a las aceras—, que se unen con las que corren en direccién a la parte central. Ademds de sus funciones de plaza civica, en cuyo epicentro se realizan las ceremonias y honores a la bandera, es usada como parque central destinado al descanso, paseo, convivencia y recreacién. Por ello incluye el mobiliario urbano necesario para estas actividades: farolas de alumbrado, basureros, casetas telefénicas, bancas de madera y hierro fundidoy los caracteristicos “confidentes” —asientos para dos personas en forma de S—, que propician la conversacién. Respecto a los actores que visitan la plaza encontramos que la mayor parte (el 75%) son del sexo masculino y el 25% del femenino. Esto se explica por razones histéricas, asociadas a las pautas culturales tradicionales, segun las cuales las mujeres deberfan permanecer en el Ambito privado (el espacio doméstico), mientras el hombre podfa tener libertad para utilizar los espacios puiblicos, recorrer y explorar la ciudad. La menor cantidad de mujeres obedece también aque la representacién cultural de los pobladores de uno y otro sexo—sobre esta plaza—, permanece anclada en el tiempo en que era lugar de trabajo de prostitutas. Este hecho condujo a la construccién de un particular imaginario urbano asociado a la decadencia moral y concupiscencia. Los usos y funciones asignados al lugar influyen, en gran parte, en la mayor presencia de hombres en ella. Es utilizada como una gran “oficina de contrataciones” que reine gran cantidad de varones albaiiiles, clectricistas, pintores, plomeros, etcétera, quienes esperan a contratistas y clientes. Es conocida 199 200 José H. Fuentes Gomez comositio idéneo para encontrar personas con actividades particulares, como los toreros y mtisicos, sin olvidar que aloja vendedores de artesan{as y hombres de diversas profesiones que realizan negocios en ella o en los cafés de los alrededores. Con la informacién proporcionada por los entrevistados sobresus actividades, ocupacioges y lugar de procedencia, se puede elaborar el perfil de éstos. El lugar es visitado mayoritariamente por personas de sectores socioeconémicos de clase media baja y popular, la presencia de las clases media alta y alta es muy reducida. La proporcién de usuarios con ocupaciones profesionales es muy escasa y, en contraparte, los asiduos a la plaza son trabajadores de poca calificacién y de bajos ingresos. Lo anterior se confirma al observar las zonas de la ciudad donde residen y el medio de transporte que utilizan para acudir ala Plaza. Se trata de meridanos de los barrios centrales, habitados en su mayor parte por familias de ingresos bajos, as{ como de las colonias mas pobres de la zona sur y de individuos de pucblos y comisarias, de origen rural y de rasgos mayas. El 70% de los usuarios utiliza el transporte publico, el 17% lo hace a pie y sélo el 7.19 usa vehiculo automotor de su propiedad. La proporcién de actores de clase media y media alta, de las colonias del norte de la ciudad es muy baja. Los pocos que se presentan son personas con altos niveles de escolaridad —algunos intelectuales—, que aprecian el ambiente cosmopolita de la zona y los eventos culturales que ahf se desarrollan. La mayorfa de los entrevistados acude con bastante regularidad a la Plaza: el 32.14% va de 19 a 22 veces al mes, yen segundo lugar con idéntica proporcién (14.28%) quienes asisten de 15 a 18 veces y de 11 a 14 veces por mes. Esto de- muestra que a pesar de la construccién de nuevos espacios ptiblicos en otras partes de la ciudad —como las plazas comerciales—, el espacio central meridano mantiene su atraccién entre un importante sector social, cuyas caracterfsticas ya se han delineado. El Centro Comercial Plaza Dorada ‘Veamos ahora las caracteristicas y funciones del centro comercial’ y de quienes lo visitan. Plaza Dorada ocupa una superficie de 55 mil metros cuadrados, 35 mil del edificio cubierto y 20 mil destinados a estacionamiento; ocupa el segundo lugar por sus dimensiones entre los centros comerciales de Mérida. Tiene 190 “En Mérido, el primer centro comercial (Plaza Oriente) fue inaugurado en 1982, le siguieron Plaza Buenavista (1982), Plaza Fiesta (1988), Plaza Doroda (1991) y Gran Plazo (1994); en 2001 obririn sus puertas Ploza Las Américas y la segunda etapa de Gran Plaza. Construyendo imaginarios y simbolos urbanos desde los «lugares» establecimientos con 46 giros diferentes, incluyendo supermercado, tiendas de- partamentales, bancos, cines y restaurantes. Se distingue del resto de las otras plazas comerciales de Mérida por su amplia agenda Iidica, que incluye especticulos artisticos y culturales gratuitos para nifios, adolescentes e incluso para personas de edad avanzada. La utilizacién de los espacios en Ia plaza comercial reproduce elementos urbanos del Centro Histérico como las “calles”, en cuyos costados se ubican las tiendas, panaderias, restaurantes, etcéteras y de los parques ptiblicos: jardines, fuentes, bancas, botes de basura, postes de alumbrado, casetas telefénicas. Todo ello sirve para simular un escenario donde los sujetos puedan disfrutar de la experiencia gratificante de un paseo urbano, pero sin sus inconvenientes. La plaza comercial es un espacio piiblico, pero no en el mismo sentido que la Plaza Principal, el cardcter piiblico de la primera es una simulacién porque no estd abierto a cualquiera ni a cualquier hora. Como propiedad privada, controla el acceso de los usuarios, no es accidental que sea un edificio cerrado y con su propio sistema de vigilancia dedicado a la seguridad del lugar. En Plaza Dorada estén ausentes los vendedores ambulantes, limosneros, travestis, indigenas, chavos-banda, homosexuales ligando, en fin, la clase de personas que eventualmente puede uno encontrar en un lugar publico, como un parque o alameda, donde lo piibtico significa libertad de acceso, sin restriccién para nadie. Enel centro comercial la gente no se comporta como si estuviera en la Plaza Principal, o en cualquier parque meridano. “La simulacidn de espacio piiblico permite un minimo de actividades que lo caracteticen como tal, manteniendo el control de un entorno privado interior” [Lépez Levi, op. cit.: 213]. Plaza Dorada se localiza en el norponiente de Mérida (Distrito vu), en una drea rodeada de varias docenas de fraccionamientos de clase media, donde habitan poco més de 40 mil familias. Su ubicacién determina el tipo de consumidores que atrae, no estd enfocada a los grupos sociales de mas altos ingresos como las plazas ubicadas en el extremo norte de la ciudad, sino a familias del sector medio y medio alto. Los actores que encontramos en el centro comercial difieren notablemente de los que hallamos en la plaza publica. El 30.32% de los que vai a Plaza Dorada tienen de 13 a 22 afios, es decir se trata de adolescentes o adultos muy jévenes. Las personas que se ubican en esas edades en el caso de la Plaza Grande representan el 17.9%. Asimismo, la tiltima recibe un 19.6% de personas de 43 452 afios, contra un 13.4% en ¢l caso de la plaza comercial. Como se puede apreciar, hay una tendencia a que los jévenes de ciertos grupos sociales opten por el centro comercial y las personas de mayor edad por los lugares como Ja plaza publica. Esto obedece a las caracterfsticas, usos y 201 202 JoséH, Fuentes Gomez. funciones particulares que oftece cada uno de los sitios. El primero es el Ambito del consumo preferido por adolescentes de los sectores socioeconémicos de clase media en adelante; la Plaza Principal carece dela oferta de est{mulos y amenidades —como mtisica moderna, objetos de moda, espectaculos, etcétera— que convoquen a éstos y atrae principalmente a personas de mayor edad. En cuanto alos datos sobre el lugar de residencia de quienes asisten ala plaza comercial, se obtuvo informacién que ayuda a ubicar su perfil. Més de la mitad (53.3%) proviene del Distrito vi, la zona norponiente. Resulta interesante destacar que, ademds, la mayoria vive en colonias y fraccionamientos aledafios al establecimiento comercial; en segundo lugar esté el grupo de personas que reside en el Distrito vi con el 12.7%, e inmediatamente después los del Distrito vin, quienes representan el 8.2% del total de usuarios de la plaza. Estos tres distritos urbanos engloban el 74.2 % de los encuestados. En contraparte, los distritos que incluyen los extremos de las capas sociales aparecen en forma escasa: el Distrito 1 (Montejo) donde se hallan los pobladores de elevados ingresos aporta un coral de 3% de consumidores a este centro comercial. La presencia de los meridanos del sur dela ciudad, la més empobrecida, es también muy reducida, el Distrito 111 y el Distrito v est4n representados con el 3.7% y el .7%, respectivamente, Complementamos el perfil de los actores de la plaza comercial con datos sobre el medio de transporte que utilizan para visitarla y la actividad u ocupacién que reportaron. La mayorfa de las personas (49.3%) usa veh{culo automotor de propiedad particular, en segundo lugar (21.6%) estan los que recurren al transporte piblico y la tercera opcién (14.2), incluyea las personas que utilizan ambos, dependiendo de las circunstancias. Respecto a las categorla ocupacionales, en primer lugar aparece a de empleado con el 33%, —con niveles de mayor calificacién que los de la Plaza Grande—, en segundo lugar se ubican los estudiantes con el 24% y en tercero las amas de casa con el 8%. Con la informacién ya adelantada, a continuacién se explicard cémo cada uno delos colectivos estudiados construye sus imagenes relativas la plaza publi desde la plaza comercial y viceversa. Los centros comerciales Imaginados por tos actores de la Plaza Grande Segrin Rossana Reguillo, los grupos sociales, entendidos como actores colectivos, construyen discursos particularcs sobre los espacios o lugares [1996:94]. Si bien dichos discursos no son homogéncos, pueden presenta regularidades debidoaquelosactores comparten ciertas variables demograficas y/oculturales. A través de las respuestas de los actores de la plaza publica encontramos que Construyendo imaginarios y simbolos urbanos desde los «lugares» imaginan alos centros comerciales como espacios particulares contrapuestos y diferentes a la plaza publica. De esta forma, una parte de los entrevistados enfatizé en el tipo de ambientes y experiencias que obtienen en un lugar y no encuentran en el otro. Otro segmento mencioné los atributos relevantes de éstos sin compararlos. La categorfa que incluyé al mayor porcentaje (36.6%) comprende cuestiones asociadas a las condiciones materiales y ambientales. De esta proporcién el 10.7% percibe el centro comercial como un lugar cerrado, con arquitectura moderna y muy bonita, como espacio cémodo, muy limpio e iluminado, con aire acondicionado, muchas tiendas, tecnologia y elevadores. Pero también con pocos lugares para sentarse a descansar, con un ambiente de mucho bullicio, mucha gente comprando, alejados del centro de la ciudad y, por tanto, distantes. El 25.9% restante de la categoria asociada a condiciones materiales y ambientales, expresé tales caracteristicas evaludndolas en forma mas critica € incluso negativa. Para este grupo, la calidad de las condiciones ambientales y experiencias del centro comercial resulta menor comparada con la que ofrece la plaza publica. En ésta encuentran brisa, sombra, los sonidos de pajaros, asf como la sensacién de libertad, de espacio abierto, de libre acceso y una vista muy atractiva. Esto se expresa claramente en el comentario de una entrevistada quien sefialé: “Esto [la plaza publica] es otra cosa, aqui hay naturaleza y allf [centro comercial] es pura cosa construida por el hombre” (25 afios, ama de casa]. Los actores de la Plaza Grande destacaron la importancia de los espacios abiertos como paisajes culturales asociados a la libertad, donde puedan admirar lo interno y lo externo—el adentro y el afuera—y que facilita entrar y salir. Una de las caracterfsticas del centro comercial, su espacio cerrado, fue considerada en forma negativa ya que produce sensacién de reclusién, a diferencia de la de libertad que encuentran en una plaza ptiblica. El disefio cercado del centro comercial parece funcionar en el sentido de alejar a los sectores sociales de bajos ingresos. Esto coincide con las observaciones de Lépez Levi, quien propone que para dichos grupos “los muros y paredes son mds que estructuras fisicas y concretas, pueden ser vistos como estructuras simbélicas que funcionan como barreras sociales y econémicas” [op. cit:109]. En segundo lugar estd el conjunto de personas que sefialaron entre sus imdgenes las diferencias de usos y funciones que tienen cada uno de los lugares. Ast, el 24.196 indicé que a la plaza comercial se va a comprar, a usar los bancos, a los cines, a comer, a mirar precios. Es decir, las perciben como lugares con fines instrumentales asociados al consumo de bienes o servicios, no como espacios piblicos para descansar o relajarse. 203 204 JoséH. Fuentes Gomez Esta percepcidn implica una representacién o imagen parcial y estereotipada de los centros comerciales que no coincide completamente con todas sus fanciones. Estos y particularmente Plaza Dorada no son sdlo espacios de circulacién de mercanclas, ofrecen una gran diversidad de actividades, incluyendo eventos y especticulos gratuitos y piiblicos, que anuncian por la prensa. Sin embargo, la mayoria de entrevistados no los consideré en primera instancia como lugares de diversién. Laescasa asociacién de estos establecimientos, como alternativas paral ocio y esparcimiento, parece ser resultado de una poca identificacién y arraigo de los usuarios de la Plaza Grande con dichos espacios, a causa de sus bajos niveles socioeconémicos que no les permiten acudir a un sitio donde todo tiene que comprarse. En contraparte, consideraron la Plaza Grande como idénea para descansar, conversar, reunirse con gente conocida ¢ igual a ellos y ver a los payasos y mimos. En tercer lugar se ubica el 14.2% de los entrevistados que imagina al centro comercial definido por el tipo de individuos que lo frecuentan. Lo conciben como sitios utilizados por gente de mayor nivel econémico, de clase media en adelante, donde no van personas humildes, a diferencia de lo que sucede,en la plaza publica. Dos ejemplos de las respuestas que explican las diferencias en cuanto al tipo de gente que usa los centros comerciales son las siguientes: Las plazas [comerciales] son totalmentedistintas [a las plazas publicas), porque la Plaza Principal es para todo el mundo, en cambio en un subusbio donde estan las plazas comerciales es absurdo que unos indigenas se vayan a sentar dentro de un edificio que no les va a reportar ningun tipo de emocién [hombre de 41 afios, electricista]. En el mismo sentido otro entrevistado explicé: Yo he ido a la Plaza Fiesta, no se siente igual, la diferencia es que aqui ves personas de todas edades y todas clases, en cambio en una plaza de esas, només ves a esa gente. Noes igual la gente, es la misma gente, bueno son los mismos humanos, pero no ves el movimiento de los trabajadores, de los venteros, tu vas a comprar alli y nada més, agarras tu camién y te quitas. La gente no se queda a sentarse como aqui [hombre de 64 afios, velador]. El reconocimiento entre los entrevistados de que las plazas comerciales estén dirigidas a pobladores de mayores recursos econémicos, se refleja en una sensacién de desagrado entre quienes no cubren dicho perfil. Ast, dela proporcién que se ubica en tercer lugar (14.2%), la mitad delos actores comenté que cuando estén en el centro comercial se sienten incémodos, fuera de lugar, con la sensacién de ser observados ¢ incluso algunos llegan a sentirse acomplejados. Un ejemplo de ello se aprecia en siguiente comentario: Construyendo imaginarios y simbolos urbanos desde los «lugares> Es distinto porque alll esté cerrado, acd no, estds al aire libre, estés andando de aqui paraalld, yno pues en un comercio como se dice. En un comercio como que te andan vigilando o algo ast por el estilo, y eso pues a la persona, a nadie le gusta que lo estén vigilando (Hombre de 63 afios, jubilado). Otro de los consultados se expresé en forma similar: Yo generalmente no voy a esos lugares, la sensaci6n no es la misma, primero porque estén muy alejadas, ademés hay una cosa que me chives, como es un lugar comercial ya ve que las tiendas tienen muchos productos de valor y todo{...] y tengo el temor de que vayan a pensar de que si estoy sentado mucho rato, sin comprar, sélo viendo los comercios, se me acerque un vigilante para preguntarme algo. No me gustarfa que esto me pase a m{ [hombre de 41 afios, sastre]. Por otra parte, la categoria de imagenes del centro comercial que se ubica en cuarto lugar con el 8.9% incluye las representaciones de estos establecimientos como espacios de poca importancia cultural, donde las actividades y eventos son escasos y poco atractivos. A pesar de que reconocen que varios centros co- merciales organizan festivales y espectéculos, los entrevistados no parecen sentirse identificados con la oferta Itidica que ofrecen y sefialaron que ésta no se compara con la calidad ni diversidad de la que se lleva a cabo en la plaza ptiblica. Como se aprecia con la informacién expuesta, la mayor parte de los entrevistados se imaginan el centro comercial como un conjunto de imagenes en Jas que contrastan sus caracter(sticas, usos y funciones, ambiente social y tipo de personas, con las de espacios ptiblicos como la Plaza Grande. A través de la comparacién evaltian ambos sitios y manifiestan sentirse més a gusto con la clase de sensaciones y experiencias que ofrece la plaza puiblica. El posicionamiento de los entrevistados, la localizacién de sus viviendas en distritos urbanos alejados de los centros comerciales y Ia influencia de las representaciones sociales asociadas a éstos, influyen en la escasa proporcién de sus visitas a dichos lugares. A la pregunta sobre su asistencia a éstos, el 60% respondié que no los visita, el 25% dijo hacerlo cuatro o cinco veces al afio y el 15% entre cinco y ocho veces al afio, proporciones muy por debajo de las registradas respecto a la asistencia a la Plaza Grande o Principal. La Plaza Grande imaginada por los actores de Plaza Dorada Veamos ahora los discursos de los entrevistados de Plaza Dorada sobre la Plaza Principal de Mérida. Esta aparece representada a partir de los contrastes que encuentran al compararla con la sede de sus précticas urbanas: el centro comercial, que conocen bastante bien por la frecuencia de sus visitas. 205 206 José H. Fuentes Gomez En primer lugar con el 28.4% destaca la proporcién de personas que eligieron aspectos relacionados con las condiciones materiales y ambientales de Ia Plaza Grande. Asi, se la imaginan por sus caracterfsticas principales como sus dimensiones, el conjunto de edificios que la circundan, las condiciones y calidad del mobiliario urbano, limpiezachigiene. También refirieron el aspecto ambiental, temperatura, la existencia de arboles y jardines que proporcionan sombra, aroma y son refugio de palomas y otras aves. De este 28.49 sdlo el 10% de los actores evalué estas condiciones en sentido positivo, Resulta importante sefialar que la mayorfa de quienes consideraron las. condiciones ambientales en forma positiva fueron individuos masculinos de cincuentaafios en adelante. Estos comentaron que el ambiente natural contribuye a la construccién de un espacio agradable, desde el punto de vista estético, que motiva usos asociados a la contemplacién, el paseo, la charla. Ejemplo de esta imagen es el siguiente comentario: Ena Plaza Grande hay érboles, una arboleda preciosa, respiras el fresco, eso me hace estar contento, es més, como hay sombra no se siente tanto calor [hombre de 65 afios, piloto aviador, jubilado). Se ha sefialado que la mayor parte de los entrevistados que se expresaron en forma positiva sobre la Plaza Principal son de edad madura, lo que refleja la importancia de la variable cronolégica —edad del actor— en la construccién de sus imégenes. Esto, sin embargo, noes absoluto, aunque en muy escasa proporcién, encontramos personas mas jévenes cuyos discursos permiten apreciar su opinién sobre dicho lugar. Elambiente de la Plaza Grande es diferente, porque el entorno es distinto, alld hay mucha vegetacién, respiras algo de antigiedad, aquf [Plaza Dorada], todo es més moderno, esto ¢s muy materialista, estas plantas no son iguales que las de all4, mira se estén muriendo, las ves amarillentas, Es mejor estaren un parque piblico {hombre de 29 afios, agente del Ministerio Puiblico}. La mayor parte de los entrevistados (18.49%) que comentaron cuestiones relativas a las condiciones materiales y ambientales, se expresé en forma critica sobre ellas. Destacaton sus aspectos negativos como el excesivo calor durante el dtay parte de la tarde, la desventaja de que es un espacio descubierto, lo que hace que cuando Ilueve las bancas se mojen, se manchen con excrementos de las palomas o frutos de los Arboles. A diferencia de la comodidad, funcionalidad y clima agradable del aire acondicionado de las plazas comerciales. Ejemplos de este tipo de representaciones negativas sobre las condiciones ambientales son los siguientes discursos: Construyendo Imaginarios y simbolos urbanos desde los «lugares» Como hay mucho calor en la Plaza Grande, resulta mds agradable estar en un centro comercial por el aire acondicionado. La Plaza Grande como esté en el centro tiene mucho smag, muchos camicnes y ruido, mucha gente, si vas y te sientas alld estas respirando todo eso hombre de 41 afios, empleado). En le Plaza Grande no nos sentartamos por el calor, alld hay mucha gente, mucho polvo, ruido, no hay donde estacionarse, los claxonazos. Aqui [Plaza Dorada] no se escucha nada de eso {hombre de 42 afios, comerciante].. La categorfa de condiciones materiales y ambientales que se ubica en primer lugar, fue también seleccionada como primera porlos usuarios dela plaza publica respecto a los centros comerciales. Sin embargo, entre éstos entrevistados representa mayor proporcién (36.6%) que la registrada por los usuarios de Plaza Dorada (28.4%) respecto a la Plaza Grande. Lo anterior demuestra que los ultimos otorgan menor peso a las caracter{sticas materiales y ambientales en sus imégenes y le dan mayor importancia a otros aspectos como el tipo de ambiente y personas que la utilizan. En segundo lugar se ubicé la categoria que incluye imagenes referidas a sensaciones y experiencias, tanto positivas como negativas, con el 23.9% de los casos. De este porcentaje, la tercera parte mencioné como atributo relevante la sensacién de libertad que se percibe en la Plaza Grande, debido a que es un lugar publico, abierto y de grandes dimensiones. De forma similar a lo que expresaron Jos entrevistados de la plaza publica, los del centro comercial también enfatizaron las facilidades que hay para desplazarse, entrar y salir a voluntad, estar el tiempo que uno desee. Las experiencias incluyen el estado de tranquilidad, ambiente ideal para relajarse, conversar, admirar a la gente y los espectéculos que se realizan en la principal plaza publica de Mérida. Pero precisamente porla libertad de acceso para cualquier persona, la mayor parte —dos terceras partes del 23.9%—, consideré a la Plaza Grande como espacio ptiblico donde existen condiciones objetivas de inseguridad y peligro. Los entrevistados se la representan como un sitio donde estin expuestos a situaciones imprevistas, que permiten la posibilidad de ser abordado por individuos que pueden agredir en forma fisica o verbal a los visitantes. De hecho, las sensaciones asociadas a la inseguridad son mayores que las relacionadas con experiencias positivas. Una entrevistada comenté una situacién desagradable que le ocurrié en la Plaza Grand Yo tuve una experienc i estaba vestida muy estrafalaria o fuera de lo comiin, mi costumbre es siempre andar ra(da, sin pintura, con mi cabello asf, pues ese dia nosé dije, pues voy a salir a sentarmea la plaza, fueen la noche, como a las ocho, saliendo dela escuela, me quedé en verme con una persona. De pronto se me acereé un tipo, 207 208 JoséH. Fuentes Gomez pero asi, no tanto porsu aspecto, sino por su vulgaridad y sus palabras tan soeces que empleé al ditigirse a mi, Se acereé y me dijo cuando vamos al hotel? Asf tan desfachatado, me molesté muchisimo, agarré y le dije: creo que se equivocé de persona, y me alejé [mujer de 23 afios, estudiante]. El fantasma de la inseguridad y el miedo generado a través de experiencias negativas 0 de comentarios de otras personas predomina entre las imagenes asociadasa la Plaza Grande, generando lo que Katia Mandoky [1998] denomina un “imaginario maléfico”. Sin soslayar la posibilidad de que efectivamente enella pueden darse casos de agresién fisica o verbal, conviene sefialar que no es un espacio particularmence inseguro. Su ubicacidn frente a la sede del Ejecutivo Estatal y Municipal hace que tenga suficiente personal de vigilancia, sin embargo, la imagen de zona peligrosa esté presente y parece estar influida por la violencia simbélica que los entrevistados atribuyen a determinados usuarios. Relacionado con la inseguridad, el 16.4% de los actores, proporcién que se ubica en tercer lugar, destacé como aspecto principal de sus imagenes sobre la plaza ptiblica a cierto tipo de personas que la frecuentan. Los entrevistados consideraron en forma negativa la presencia de los borrachos, mendigos, gente de aspecto sucio y desalifiado, homosexuales, chavos-banda. Estos son los sujetos que encarnan las imagenes de desagrado, repulsion, riesgo, inseguridad y miedo. Son los que “contaminan socialmente” a la plaza piiblica. Un comentario que refleja esta percepcién es el siguiente: Casualmente, hace como ocho dias fui al centro. Creo que ahi estd el estrato social ms bajo, ves éla gente pidiendo caridad, limosna, enferma, con problemas de la piel yes algo que quizé no te guste ver [mujer de 46 afios, profesora].. En otto orden de ideas, debido a su importancia cultural ¢ histdrica, reforzada por el discurso de la prensa local, Ia Plaza Grande meridana todavia es valorada como espacio representativo, simbolo urbano por excelencia. Esto se apreciaen la proporcidn de actores que se la imaginan como espacio emblematico, que condensa la tradicién ¢ historia de la ciudad. La categorfa que aparece en cuarto lugar por el ntimero de casos (14.2%), incluye las representaciones de la Plaza Grande como lugar histérico, simbélico y cultural. Una entrevistada expresa claramente este tipo de imagenes: En [a plaza estén tus origenes, tu cultura, tu identidad, alld ves la jarana, los edificios antiguos [mujer de 21 afios, obrera]. Otro entrevistado lo formuld en términos similares: El Centro Histérico y especialmente la Plaza te hace revivir tus rafces, las plazas comerciales son adecuadas a la modernidad [hombre de 60 afios, agente aduanal). Construyendo imaginarios y simbolos urbanos desde los «lugares» Finalmente, un 6% de los actores respondié que imaginan la Plaza Grande como un sitio con escasa oferta de cosas, atracciones y servicios. Para ellos, la plaza es un lugar que tinicamente sirve para estar sentado y no ofrece opciones, estd desfasada, anticuada, sélo resulta atractiva en forma breve cuando es sede de eventos y espectéculos. Por tanto, no la consideran agradable ni funcional. En esta representacién emerge la comparacién con la sede de sus précticas urbanas: el centro comercial. Este es un establecimiento cerrado, con muchas tiendas y restaurantes en poco espacio, lo que evita tener que estar caminando varias cuadras bajo el sol y el calor. Tiene sanitarios, mayor seguridad, comodidad, es més practico y oftece diversién. Segtin los entrevistados del centro comercial éstos son los “nuevos espacios piiblicos”, son opciones mds atractivas que las plazas tradicionales. De acuerdo con sus discursos, podemos concluir que sus representaciones sobre la Plaza Principal son, en su mayor parte, de tipo negativo, aunque no Ilegan a serlo de manera absoluta, Todavia existen personas —de edades no muy jévenes— que imaginan a la plaza piblica como espacio importante y atractivo desde el punto de vista histérico, estético y simbdlico, Para estos entrevistados es el lugar que condensa una parte de sus rafces y su identidad, lo que los define como metidanos. iCémo influyen esas imagenes en el uso de este soporte? El 23% de los entrevistados de Plaza Dorada indicé que no asiste ala Plaza Grande desde hace varios afios; el 10% respondié hacerlo raras veces, con frecuencias deunavez.cada dos o tres meses; y el 65% declaré que si asiste pero en forma més esporddica, solamente cuando resulta indispensable, cuando reciben visitas que no conocen Mérida y le ensefian los atractivos de la ciudad. En contraparte, a la pregunta sobre su asistencia a los centros comerciales, el 60% de los entrevistados de la Plaza Grande respondié no visitarlos, el 25% dijo hacerlo cuatro 0 cinco veces al afio y el 15% declaré que va entre cinco y ocho veces al afio. Sicomparamos la asistencia de los entrevistados de Plaza Dorada ala Plaza Grande, con la registrada por los usuarios de esta ultima a los centros comerciales, se observa que los primeros reportan mayores visitas al otto sitio. Esto parece reflejar que los usuarios del centro comercial —debido a su mayor nivel econémico y mayor disponibilidad de vehiculos privados—, cuentan con més alternativas para realizar sus précticas urbanas y no han desechado totalmente su asistencia ala plaza piiblica, aunque la han reducido notablemente. La seleccién de los actores para asistir a una u otra sede, estd en funcidn de sus consideraciones y expectativas sobre cual resulta més apropiada de acuerdo a sus necesidades, intereses e imagenes, relacionadas con cada uno de los soportes urbanos. 209 210 José H. Fuentes Gomez Stmbolos y lugares representativos de Mérida Mérida, como se sabe, es una ciudad con reconocida vocacién turistica. Entre sus variados atractivos estén los soportes urbanos producidos en diversos periodos de su historia: Colonia, Porfiriato, siglo xx, etcétera. Cada uno de éstos ha dejado importantes ejemplos de arquitectura civil y religiosa, monumentos, paseos parques, etcgtera, que actualmente forman parte destacada de la estructura urbana y de la imagen arquitecténica y visual que distingue a la ciudad. La construccién y preservacién de la imagen urbana —desde la perspectiva monumental ¢ histérica—, es resultado de la intervencién de diversos actores y agentes: autoridades del gobierno municipal y estatal, empresarios, intelectuales, attistas, petiodistas y ciudadanos, cuyos intereses y propésitos pueden ser similares oencontrados, En el caso que nosataiie, por la importancia de laactividad turfstica en la economia local, las autoridades del gobierno municipal y estatal y los empresarios vinculados al turismo, tienen un papel central en la conformacién de una imagen urbana asociada a los valores histéricos y culturales de ciertos edificios y lugares de la ciudad. Estos soportes son elegidos por dichos agentes como los simbolos representativos de Mérida, que condensan la historia, tradicién y cultura meridanas, y por tanto, identifican alaciudad en el €mbito nacional einternacional. Los mensajes de los agentes conformadores delas im4genes urbanas difunden un discurso con el propésito de fomentar imagenes homogenizantes dela ciudad. Este es el caso de toda la parafernalia generada para difundir en el Ambito local, nacional e internacional el nombramiento de Mérida como “Capital Americana de la Cultura del 2000”,” El Ayuntamiento local, con el auxilio de publicistas y disefiadores, se preocupé por forjar y proyectar una imagen urbana acorde con la importante distincién conferidaa Mérida. El contenido dedicha imagen fue deliberadamente selectivo, destacando aquello que se querfa oficializar como representacién de la ciudad. Se traté de una imagen fundamentalmente turistica que enfatizaba lugares, objetos o sensaciones —como el romanticismo o la amabilidad— que pueden ser objeto de promocién y consumo. La ciudad que se construye a través de este discurso es imaginaria no por irreal sino porque prescinde u omite hechos 6 lugares que pueden ser molestos 0 poco agradables para los turistas. 7Deforma similor el caso delas ciudades eurepeas, la Organizacién Intemacional no Gubernamental "Capital dela Cultura", consedeen Barcelona, convocaa lasciudades americanas pora competi por el nombrarsiento de Capital Americana de la Cultura. Seleccionada entre veinte ciudades de todo el continente, la capital de ‘Yucatén fue la primera en recibir esta distinci6n en el afio 2000, Dicho nombramiento implicé une amplia difusién nacional einteractoncl de Mérida y su compromiso dellevar a cabo un vasto programa de actividades culturales @ lo largo de todo el afo. Construyendo imaginarios y simbolos urbanos desde los «lugares» ___ Asf, las imagenes de los pobladores sobre sus simbolos urbanos seencuentran influidas por los discursos de los agentes sefialados. Pero considerébamos que en su construccién intervienen también la informacidn histéricay la relacidn actor- ciudad, via précticas urbanas rutinarias y cotidianas. En este contexto results interesante saber cudles eran los objetos espaciales que los entrevistados ubican como simbolos o hitos representativos e importantes. Con este propésito pre- guntamos {Cudles son las cosas que distinguen a Mérida? Esta pregunta se planted en forma libre, no se indicé que respondieran sobre algtin tipo de soporte urbano en particular, sino sobre lo que ellos consideraran que define a su ciudad, Una primera constatacién es que la abrumadora mayorfa seleccioné objetos urbanos de tipo monumental. Las respuestas incluyeron un conjunto de 20 opciones de lugares, edificios, vialidades y monumentos, en el caso de los actores de la Plaza Grande y de 22 entre los de Plaza Dorada. En virtud de que algunos simbolos estin representados en forma muy escasa, elegimos aquellos que obtuvieron los siete mayores porcentajes. De esta forma, los sitios representativos de Mérida, segiin los entrevistados, son los siguientes en orden descendente: Cuaoro | COMPARACION DE LOS SIMBOLOS E HITOS URBANOS ELEGIDOS POR LOS ACTORES Seleccionados por los actores cfonados por los a Seleccionados por los actores de Plaza Dorada 1+ PlazaGrande Principal 32.1% ~ Catedral 179% 2 Catedral 16.1% 2 Paseo de Montejo 17.2% 3 Monumento a la Patria na% 3+ Plaza Grandeo Principal 14.9% oala Bandera 4- Monumento a la Patria 4.- Casa de Montejo 80% oala Bandera 119% 5. Paseo de Montejo 6.3% 5~ Monumento de Antropologia 8.2% 6 a) Palacio de Gobierno 5.4% ict ») Palacio Municipal Ba 6- Plazas comerciales 5.2% 7 Monumento de Antropologia 4.5% 7= Parque Z Palacio Cantén, eS del Centerant A ‘Totales 889% | Totales: 88.9% FUENTE: ENCUESTA “IMAGINARIOS UREANOS” * Los porcentajes no an 100 Ne i , sum Yo que sélo consideramos los simbelos que tenian los siete mayores Proporciones, EI 11.1 % restante del primer grupo y ef 20.2% del segundo, incluyen a mds de ung decata de lugares y edificios diferentes con proporciones sumamente bajes. 212 JoséH. Fuentes Gomez. Como se aprecia, para los actores de la Plaza Grande, es justamente ésta la que se ubica en primer lugar. No debe sorprender su seleccién, para el colectivo social enttevistado ésta es escenario de sus précticas urbanas y desus interacciones sociales cotidianas. El uso habitual y frecuente de este lugar, parece reflejar en alguna forma sentimientos de arraigo, identidad y orgullo, que influyen para considerarlo como lo que identifica a Ia ciudad. En segundo lugar se encuentra la iglesia Catedral. El valor simbélico de la religién catélica, aunado a su monumental arquitectura y dimensiones, son factores que la hacen resaltar como un importante hito urbano. La prensa local conttibuye al mantenimiento de su importancia y significado emblemético a través de la publicacién de reportajes histéricos relacionados con diversos aspectos de dicha iglesia. El conjunto escultérico conocido como monumento a la Patria —o a la Bandera—, ocupa el tercer lugar. Esta construccién de piedra tallada es un hemiciclo ubicado en la tercera glorieta del Paseo de Montejo. Uno de sus frentes recrea la historia de México incluye a la mayor parte de los personajes que participaron en diversos hechos histéricos. La parte posterior muestra una alegoria de la fundacién de Tenochtitlan, con el éguila de la bandera mexicana. Este monumento ha sido utilizado tradicionalmente como sitio donde concluyen o inician desfiles civicos, militares y paseos carnavalescos. Desde 1990 ha sido apropiado —principalmente por los jévenes clasemedieros— como espacio idéneo para reunirse y celebrar eventos que consideran trascendentes, como el triunfo de la seleccién mexicana en partidos del Mundial de Futbol, los resultados de las elecciones, etcétera, En cuarta posicién, los actores de la Plaza Grande seleccionaron como stmbolo urbano la Casa de Montejo. Esta construccién, localizada frente a la Plaza, destaca por el refinado estilo plateresco de su fachada, pero su significado simbélico obedece al hecho de haber sido construida por el conquistador de la ciudad para alojar a su familia. Su magnifico pértico de piedra tallada recuerda a los entrevistados la imagen del fundador de Mérida, El Paseo de Montejo, hermosa avenida de estilo francés, construida durante el Porfitiato, fue elegida como quinto simbolo de la ciudad por los entrevistados de la Plaza Grande, Esta vialidad durante vatias décadas del siglo xx fue la preferida por Jaburguesia henequenera para construir sus mansionesy palacetes debella arquitectura. ‘Aunque actualmente es una avenida ocupada principalmente por hoteles, restaurantes y comercios; todavia muestra alguna de las residencias construidas a principios de siglo, Suimportancia como hito urbano semanifiesta en el cuidadoy mantenimiento quele brindan las autoridades municipalesy en su reiterada difusién en lapropaganda sobre la ciudad en el dmbito local y nacional. Construyendo imaginarios y simbolos urbanos desdelos «lugares» En sexto lugar, con idéntico porcentaje, los entrevistados de la Plaza Grande escogieron los edificios del Palacio Municipal y de Gobierno, ambos localizados en derredor de la Plaza Grande, en el costado poniente y en el costado norte respectivamente. El primero destaca por la altura de la torte del reloj que se aprecia desde varias cuadras antes de llegar a la Plaza, el segundo es sede del Salén dela Historia, que retine en un conjunto de pinturas murales, parte de la historia yucateca y de algunas figuras de héroes mexicanos. Ambos edificios son considerados importantes atracciones turisticas. Finalmente, el Palacio Cantén, sede del Museo Regional de Cultura Maya, fue elegido como séptimo emblema urbano. Edificio de grandes dimensiones y de arquitectura afrancesada, es uno de los palacetes que atin existe en el Paseo de Montcjo y su imagen es reproducida continuamente en tarjetas postales, carteles y propaganda turistica. Los objetos urbanos seleccionados por los actores dela Plaza Grande reflejan imporeantes cuestiones. Coinciden completamente con los que desde hace varios afios son promovidos como principales atractivos turfsticos dela ciudad. Por ello sus imagenes se difunden ampliamente en periddicos, revistas, television y folletos turisticos. Resulta notable que los entrevistados no escogieran entre sus simbolos edificios como el mercado Lucas de Gélvez, con sus bellos portales, el edificio del siglo 20x, la antigua penitenciaria o las diversas iglesias coloniales de los barrios del Centro Histérico. Lo anterior refleja que sus imagenes urbanas estén fuertemente influidas por los mensajes y discursos de los agentes encargados de fomentar un tipo particular de representacién asociada al turismo, Por otto lado, si analizamos la ubicacién en la estructura urbana de los objetos considerados representativos por los entrevistados de la plaza publica, se observa que seconcentran en dos espacios privilegiados que coinciden con los circuitos turisticos. Estos son el micleo central con epicentro en la Plaza Grande que aloja cinco de los soportes: la propia plaza, la Catedral, la Casa de Montejo y los dos palacios. Este eje concentra el 67% de las preferencias. El segundo eje es el Paseo de Montejo, que se ubica a poco menos de un kilémetro de la Plaza Grande, en direccién norte. Esta avenida es sede de tres s{mbolos meridanos: el mencionado paseo, el Monumento ala Patria y el Palacio Cantén: aloja al 22.4% de los emblemas. La seleccién de los objetos urbanos representativos de Mérida concentrados en dos ejes, segmenta claramente el espacio urbano en eje norte —de la calle 45 en adelante— y porcién central, limitada a las calles 60, 61, 62 y 63. Dejando fuera importantes monumentos localizados en los barrios del sur, oriente y poniente del Centro Histérico. De esta forma, la ausencia de objetos representativos, atin dentro del Centro Histérico, refleja una segmentacién dela 213 214 JoséH. Fuentes Gomez ciudad donde lo importante y atractivo, lo digno de tomar en cuenta no incluye lugares, edificios 0 monumentos fuera de los dos ejes mencionados. Por otra parte, en relacién con los simbolos representatives 0 cosas que identifican a la ciudad, las respuestas de los actores entrevistados en los centros comerciales arrojaron resultados similares a los del grupo de la plaza publica, aunque con algunas variantes. Los primeros no incluyeron en su relacién la Casa de Montejo, ni los Palacios de Gobierno y Municipal; en cambio, propusieron como simbolos urbanos el Zoolégico del Centenario y las plazas comerciales. El Centenario se localiza en la Avenida Itzdes, en el extremo poniente del Centro Histérico. Inaugurado en 1910, para albergar al zooldgico de la ciudad, incluye entre otros atractivos un parque, zona de juegos infantiles, lago artificial y un pequefio ferrocarril que recorre el lugar. Aunque ahora sus dimensiones resultan modestas, ha sido durante cerca de un siglo un pequefio Chapultepec, visitado por familias de todos los sectores sociales. Como se aprecia, esta relacién —con pocas excepciones— no difiere mucho de la obtenida en el caso dela columna de actores dela Plaza Grande. Esta relativa homogeneidad en cuanto a la seleccién de los hitos urbanos de Mérida, resulta significativa, sobre todo porque se trata de grupos que, como vimos al explicar el perfil de los dos colectivos estudiados, pertenecen a diferentes niveles socioeconémicos y, en general, residen en distritos urbanos separados. Apesar de lo anterior parece que la influencia de los factores que intervienen en la construccién de las imagenes representativas de la ciudad: el turismo, la prensa, la televisién, funcionan como filtros que reducen la importancia de las diferencias sociales y permiten cierta homogeneidad en cuanto alla representacién de los simbolos meridanos. Sin embargo, conviene aclarar que ésta es relativa, aunque los objetos urbanos son similares, existen variaciones en cuanto al orden de importancia que les asignan cada uno de los grupos entrevistados. La Catedral, seleccionada en primer lugar por los usuarios del centro comercial con el 17.9% de los casos, aparece en segunda posicién entre los visitantes de la plaza publica con el 16.1%. El Paseo de Montejo, segunda preferencia del primer grupo con el 17.2%, aparece en quinta posicién entre los de la Plaza Grande con el 6.3%. La Plaza Grande o Principal, escogidaen tercer sitio con el 14.9% por las personas dela plaza comercial, ocupa la primera posicién con ef 32.1%, en el colectivo dela plaza publica. Este tiltimo porcentaje supera en més del doble al primero. El Monumento a la Patria fue ubicado en el cuarto sitio en orden de preferencia entre las personas del centro comercial y en el tercero entre los entrevistados de la plaza puiblica, aunque en ambos grupos los porcentajes son muy similares: 11.9% y 11.19% respectivamente. Construyendo imaginarios y simbolos urbanos desde los «lugares» Los entrevistados de Plaza Dorada seleccionaron en quinta posicién con el 8.2% al Musco del Palacio Cantén, éste imponente edificio de estilo francés — localizado en el Paseo de Montejo—, alberga la coleccién arqueolégica de la cultura maya més importante de Mérida. Entre los entrevistados de la Plaza Grande este museo aparece como séptima preferencia con el 4.5%. La mayor importancia que atribuye el primer grupo al Palacio Cantén, podrfaser resultado de sus caracteristicas arquitecténicas y sus funciones simbélicas, al reunir valiosos objetos histéricos y culturales. También puede expresar, en cierta forma, el deseo del grupo por mostrar una imagen de personas sensibles ¢ interesadas en el arte y el conocimiento. Los dos simbolos meridanos elegidos en los lugares sexto y séptimo por los entrevistados de Plaza Dorada: los centros comerciales y el zoolégico del Centenario, no fueron considerados por las personas de la plaza publica, quienes optaron porlos Palacios de Gobierno y Municipal el Museo de Ancropologta para dichas posiciones, Conviene recordar que ambos paiacios se localizan en derredor de la Plaza Grande. Cabe mencionar que ni el parque zoolégico ni los centros comerciales reciben la misma importancia que se otorga a las otros atractivos que ocupan los primeros lugares como simbolos meridanos. Sin embargo, aunque en menor medida, reciben alguna difusidn. Los arcos que distinguen al zooldgico aparecen en postales y en varias paginas de internet del Gobierno del Estado, el Ayuntamiento de Mérida y de Cityview, En éstas también se incluyen imagenes de la Gran Plaza como ejemplo de los modernos centros comerciales que existen en la ciudad. Los entrevistados de Plaza Dorada ubicaron a los centros comerciales en sexta posicién, por encima de lugares tradicionales como el parque zooldgico ¢ incluso de edificios histéricos como el Palacio Municipal, el Palacio de Gobierno y la Casa de Montejo, que no fueron seleccionados entre los primeros lugares. Esto refleja que para ellos los centros comerciales han logrado modificar sus concepciones asociadas a lo que debe consideratse representativo de su ciudad. Tales establecimientos poscen ya un estatus que les permite formar parte de los emblemas urbanos y sus imaginarios. Por otro lado, a pesar de la escasa variedad en cuanto a los s{mbolos meridanos, que en los dos grupos resulta similar, se presentan importantes diferencias en cuanto a la importancia que asignan los entrevistados a los mismos. Si analizamos la localizacién de los objetos urbanos seleccionados por los entrevistados en la plaza comercial, se observa que se concentran en los ejes y niicleos que explicamos anteriormente. El primero tiene como epicentro la Plaza Grande que aloja dos soportes: Catedral y Plaza Grande; este nticleo reine el 32.8% de las preferencias. El segundo es el Paseo de Montejo, avenida que es sede de tres simbolos de Mérida: el Paseo de Montejo, el Monumento a la Patria 215 216 José H, Fuentes Gomez y el Museo de Antropologia Palacio Cantén, éste concentra el 37.3% de los objetos urbanos. Los consultados del centro comercial incluyeron dos objetos urbanos: el zooldgico del Centenario, localizado a un kilémetro en direccién poniente de la Plaza Principal ylos centros comerciales ubicados en diversas partes de los distritos urbanos I, 1! y Vil, que, como se ve, no forman parte de los dos ejes anteriores. Entre los actores de la Plaza Grande, el nticleo central concentra el 67% de los objetos urbanos representativos de Mérida, esta cifra rebasa en més del doble al 32.8% que encontramos entre el colectivo del centro comercial. La mayor representacién de|azonacentral como sededelos principalesemblemas meridanos en el primer grupo, implica, como es de esperar, una menor proporcién del eje Paseo de Montejo. Este concentra el 22.4% de los simbolos urbanos, proporcién mAs reducida que el 37.3% registrada entre los encuestados de la plaza comercial. Las diferencias en cuanto a la importancia de cada uno de los ejes concentradores de los principales objetos representativos de Mérida, parece ser resultado de la relacién que establecen los pobladores con ellos. Los actores que utilizan en forma cotidiana ciertos espacios, como en el caso de quienes visitan laPlaza Grande, pueden llegar aestablecer vinculos afectivos con estas “regiones” [Giddens, op. cit.] que pasan a formar parte del escenario de sus prdcticas cotidianas. Si dicha “regién” es un eje privilegiado en cuanto ala localizacién de edificios y soportes histérico monumentales, el entorno y el “entornado” pueden Hegar a ser “semiotizados” 0 conocidos [Mandoky, 1998] por sus usuarios, quienes los consideran como parte desus imagenes urbanas. Ese parece ser el caso de los usuarios de la Plaza Grande, quienes dan menor importanciaa los objetos urbanos localizados en el Paseo de Montejo. En cambio, los entrevistados del centro comercial, menos familiarizados con la zona central, seleccionan sus principales objetos simbélicos de Mérida en proporciones similares entre los dos jes. Ademds, incluyen objetos urbanos fuera de éstos como son el zoolégico y las plazas comerciales. Aunque ubicadas en sexta posicién, la seleccién de estas tltimas refleja la jerarquia que han adquirido en poco menos dedos décadas, como importantes elementos distintivos de la ciudad pata aquellos que Jas utilizan. Reflexi6n final Hemos planteado que los espacios publicos de Mérida no deben considerarse entidades inmutables y ajenas a los cambios que afectan el espacio urbano en su escala més amplia: la ciudad. Factores como el crecimiento demografico, la expansién dela mancha urbana y la construccién incesante de nuevas zonas para Construyendo Imaginarlos y simbolos urbanos desde los «lugares» vivienda, comercio y servicios ha propiciado la pérdida relativa del papel protagénico de la zona central. Sostengo que en el caso de Mérida resulta dificil aceptar que estemos ante un proceso de desurbanizacién o un “vaciamiento de los espacios publicos”, como proponen algunos estudiosos de otras ciudades [Garcfa Canclini, 1994:19]. Se observa mas bien una transformacién en las formas de utilizacién de estos lugares, motivada por laconstruccién de “nuevos espacios ptiblicos” de tipo privado: los centros comerciales, Una primera constatacidn de estas modificaciones se advierte en la menor diversidad de los actores que utilizan los espacios ptiblicos tradicionales. Si bien la segregacién del espacio urbano, motivada por diferencias econémicas, étnicas, y culturales ha estado presente en Mérida desde hace mucho tiempo [Fuentes y Rosado, 1993], la construccién de nuevos espacios la ha incrementado. La Plaza Grande, sitio histérico y tradicional de un tipo de socialidad urbana que estuvo presente por varios siglos, ha visto reducir notablemente la heterogencidad social que la caracterizaba. Las familias de mayores recursos econémicos la frecuentan cada vez menos y la mayor parte de quienes ahora la visitan son meridanos de clases media baja y baja, pobladores de origen rural y turistas. Los ciudadanos de mayores ingresos, de clase media y media alta, prefieren asistir a los centros comerciales, donde encuentran mayor comodidad, una amplia oferta de mercancias, servicios y espectéculos. ¥ lo més importante, un Jugar para satisfacer sus deseos de reconocimiento y de estar con personas similares a ellos, Es decir, buscan otro tipo de experiencias, ambientes y actores, relacionados con el consumo de acuerdo a su clase social. El uso de distintos tipos de espacios ptiblicos, por actores urbanos con perfiles sociales y econémicos diferentes, motiva diversas formas de relacién con los lugares que son sedes de sus précticas rutinatias y cotidianas, generando imégenes de familiaridad, arraigo identificacién con ellos. Los discursos formulados por los entrevistados de la Plaza Grande sobre los centros comerciales, permiten apreciar imagenes poco favorables al compararlas con la sede de sus practicas urbanas: la plaza ptiblica. Los entrevistados de los centros comerciales se refirieron a éstos en forma mds positiva que a la Plaza Grande, lo cual expresa una pérdida de arraigo a este tipo de lugares. De esta manera, la familiaridad de los actores con los lugares que utilizan influye en la construccién de sus imagenes y Fepresentaciones sobre los mismos y sobre los otros espacios, Asimismo, vimos la importancia de varios agentes, entre los que destaca el Gobierno Municipal, en la conformacién de imagenes homogenizantes sobre la ciudad. Un claro ejemplo de éstas son los discursos utilizados para promover el nombramiento de Mérida como primera “Capital Americana de la Cultura”. La agencia que la comisiona elige el tipo de imagen que le conviene a su proyecto 217 José H. Fuentes Gomez politico y la difunde entre los pobladores, considerados como un colectivo de actores poco diferenciado social y culturalmente. Sin embargo, aunque este tipo de mensajes influye en las imagenes de los entrevistados, encontramos diferencias como resultado de sus perfiles socioculturales y de los espacios que utilizan en forma cotidiana para realizar sus prdcticas urbanas. Lo anterior se refleja en la seleccién de lo que cada grupo estudiado considera simbolos representativos de Mérida respecto alalocalizacién de los mismos en determinadas zonas y ejes de la ciudad. Con lo anterior, se puede concluir que las imagenes sobre los simbolos meridanos estén influidas por los discursos de diversos agentes entre los que destacan las autoridades del gobierno municipal y estatal, periodistas, antrop6loges, historiadores, artistas, personas relacionadas con el turismo, entre otros, Pero no dejan de estar influidas por la relacién que establecen los agentes con su ciudad a través de sus précticas urbanas. Finalmente, propongo que el estudio de los discursos de los actores sobre los espacios urbanos piblicos —sus funciones, caracteristicas, actores, usos sociales—, puede ayudar a conocer y explicar cémo Jos ciudadanos viven ¢ imaginan su ciudad. Y cémo la préctica y la representacién influyen en la construccién de sus stmbolos urbanos, mésall4 de los discursos que proyectan las imagenes turisticas. Imagen de la Catedral y la Plaza Grande Construyendo Imaginartos y simbolos urbanos desde los «lugares» Edificlo del Palacio de Gobierno del Estado 219 JoséH. Fuentes Gémez Construyendo imaginarios y simbolos urbanos desde los «lugares» Fachada plateresca de |a Casa del Conquistador Francisco de Montejo, calle 63, por 60 y 62 Vista de ta fachada sur del Monumento a la Patria o. ala Bandera 220 221 JoseH, Fuentes Gomez Construyendo imaginarios y simbolos urbanos desdelos «lugares» \ Ubicacion de los ejes ynodos que concentran los simbolos urbanos seleccionados por los entrevistados Imagen del Paseo de Montejo 4 t Nombre de tos simbotos urbanos del recuadro: 1. Plaza Grande o Principal 2. Catedral 3. Palaclode Gobierno 4:Palaclo Municipal 5. CasadeMontejo Palacio Cantén, sede del Museo de Antropologfae Historia Fursne: exaponano ron W, Concus V. J. Fuenres Gowez, 2000. 222 José H. Fuentes Gomez Eje Paseo de Montejo que incluye varios s{mbolos urbanos seleccionados por los entrevistados de la Plaza Grande y Plaza Dorada 1 Torre Banorte 2 Monumento a la Patria 3 Casa De Regil Monumento a Justo Sierra 5 Casa Medina Monumento a Felipe Carrilo Puerto 7 Casas Camara Museo de Antropologia e Historia Remate del Paseo Montejo Ver mapa del centro de la ciudad Ver sitios de los alrededores en la ciudad Fuente: http://www.cityview.com.rmdmerida /eludad/pmontejo.htm Construyendo imaglnarlos y simbolos urbanos desde los «lugares> Bibliografia Aguilar Diaz, M. 1998 “Espacio piblico y prensa urbana”, en Garcfa Canelini, Néstor (coord.), Cultura y comunicacién en la Ciudad de México. La ciudad y los ciudadanos imaginados por lor medios, México, VAM-1/Grijalbo, pp. 85-125. Augé, Marc 1992 Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropologta de la sobremodernidad, Barcelona, Gedisa. Cerasi, Maurice 1990 El espacio colectivo de la ciudad. 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