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Los educadores, toman como un hecho la idea de que la habilidad de leer y escribir
empieza con la escolarización. Sin embargo, estudios realizados demuestran que
el proceso de aprender a leer y escribir empieza en la casa, antes de que los niños
vayan a la escuela. En este sentido, el educador debe direccionar la práctica de la
lecto-escritura que se desarrolla en los hogares y pueden incorporar en sus
prácticas de enseñar lo que sus estudiantes ya conocen.
Por tal motivo el docente debe tener en cuenta los conocimientos previos de los
alumnos y así realizar una serie de ejercicios y actividades preoperatorios dentro y
fuera del salón, por ejemplo:
También dentro de la práctica se ha confirmado que los alumnos que cuentan con
una coordinación motriz gruesa y fina, se ubican de manera adecuada en el
cuaderno, tienen precisión y presión en el movimiento de la mano agarrando el lápiz,
los trabajos son de mejor calidad, con más rapidez y limpieza.
Los alumnos que no traen una coordinación motriz gruesa y fina tienden a tener
problemas en la realización de sus trabajos y estos les resultan aburridos, tediosos
y optan por realizar otras actividades que están fuera de lo planeado y como
resultado un atraso.