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A la pregunta de si un filósofo puede ejercer el trabajo de un psicólogo, hay que responder:

¡no!

La filosofía no sana, destruye, y lo último que la sociedad necesita son personas que piensen
por sí mismas.

El propósito fundamental de la psicología como una práctica clínica no es otro que el bienestar
humano y su adecuada adaptación social.

Si hablamos de la psicología teórica, aquella que cuestiona, que argementa, que se apropia de
una metafísica para hablar del hombre, entonces no hablamos de cosas distintas con la
filosofía, ya que ambas pueden ocuparse de trabajar en ciencias cognitivas, es decir, aquellas
ciencias que tiene de principio el estudio de los fenómenos mentales en distintas áreas.
Ciencias cognitivas son ciencias que estudian la mente, la conducta y el cerebro; relación
interteorica de disciplinas.

Ahora bien, cuando digo que la filosofía es destructiva no lo digo en un mal sentido, al
contrario, no es una receta para la felicidad que ya esté hecha, sino que depende bastante de
qué tanto uno esté dispuesto a dejar atrás maneras comunes de pensar, quizá, más sanas o no.
La filosofía no garantiza que serás mejor o que podrás incorporarte a una sociedad con un
control emocional, así como lo proponen algunas prácticas psicológicas. Al contrario, la
filosofía te implanta dudas que tambalean tus principios y todo aquello que concibes como
verdadero. El carácter meramente destructivo de la filosofía se encuentra en la naturaleza
propia de que la filosofía no se está conforme con teorías o descripciones científicas o
religiosas, es decir, siempre está en un profundo cuestinomiento. La filosofía no es idiologia,
no es, a este respecto, un serie de pasos para ser feliz, no es autoayuda o un dogma que
debamos seguir. La filosofía busca, por supuesto, el mejor modo de vida posible, que, si no mal
recuerdo las lecciones de los grandes, no es otra cosa que buscar la verdad. Y por lo general, el
camino a la verdad no es el camino más cuerdo, sano y constructivo que exista, pero si el más
digo de la felicidad.

Quién hace filosofía aspira a la sabiduría y a la verdad, y quizá en ese proceso logré adaptarse
de mejor manera al medio, es decir, mejor que muchos otros que en consecuencia tienen que
ir al psicólogo. La filosofía empieza siendo la matrona de la psicología, así como de otras
ciencias, pero mientras éstas ciencias no tengan un carácter autocrítico, jamás serán dignas de
entablar una conversación con la filosofía.

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