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Mora García Sarah Itzel

Historia Mundial I

LA CONDICIÓN DE SERVIDUMBRE VOLUNTARIA EN LA ÉPOCA DEL


ABSOLUTISMO EUROPEO.

“La libertad [...] no es la libertad de los hombres particulares, sino la libertad del Estado, que
coincide con la que cada hombre tendría si no existieran leyes civiles ni Estado”
-Thomas Hobbes, Leviatán.

Nuestro concepto de libertad ha estado sometido a varias interpretaciones a lo largo


de la historia, cada una de ellas responde a determinadas coyunturas sociales,
políticas y económicas. El humano contemporáneo percibe la libertad como un
derecho inherente a su ser, un derecho que no le fue otorgado sin contraposición
alguna, pues las diversas luchas que ha disputado por ella le llevan a creer que es
una conquista más que un “regalo”. Defender la libertad ha sido concebido como un
acto de mera naturaleza humana, nadie dice estar dispuesto a intercambiarla por
algún bien o servicio, pero es importante tener en cuenta que esto no siempre ha
sido así, diferentes grupos sociales a lo largo de la historia han tenido que recurrir a
la renuncia de sus libertades para su subsistencia, ello se ve reflejado en las
estructuras políticas y sociales de sus respectivas épocas.
Para los antiguos griegos la libertad era equivalente a poseer derechos políticos,
influir y ejercer la voluntad individual en la conformación de la vida en la polis, por lo
tanto, ni las mujeres ni los esclavos podían considerarse como personas libres
(Constant, 1819)1. Con el paso del tiempo esta concepción griega fue permeando en
la construcción del nuevo pensamiento occidental, múltiples autores se dedicaron a
recuperar las ideas griegas más importantes para así plasmarlas en sus obras; es
curioso notar que algunos aspectos de la concepción griega de la realidad seguían
siendo vigentes dentro del contexto de estos nuevos autores. Uno de los más
relevantes fue Étienne de La Boétie, un escritor francés quien desde su juventud se
interesó en recuperar las ideas más relevantes del pensamiento griego, es menester
tomar en cuenta los sucesos políticos y sociales que le rodeaban al momento de
escribir su obra más notable (“Discurso sobre la servidumbre voluntaria o el Contra
uno”), pues el periodo histórico que vivió —siglo XVI— corresponde a la formación

1
Benjamin Constant, Sobre la libertad de los antiguos comparada a la de los modernos (discurso),
(París, 1819).

1
de un régimen, el cual es considerado como uno de los más restrictivos, en cuanto a
libertades, de la historia en Occidente: el absolutismo europeo.
La Edad Moderna trajo consigo muchos cambios a nivel mundial, el conocimiento
generado —junto con sus diferentes enfoques— giraba en torno a un eje
individualista gracias al auge del humanismo en Europa Occidental, éste consistía
en la revalorización del hombre como rector de su realidad, misma en la que la
voluntad individual se convierte en el punto de partida para las acciones humanas,
conjuntar las voluntades individuales dará como resultado una sola voluntad general
y ésta establecerá los límites que regirán la vida en colectivo. En la época del
absolutismo europeo se entendía que la voluntad general de la población —y por lo
tanto, el poder— estaba depositada en la figura del Rey, la legitimación de su poder
estaba fundamentada en dos componentes: 1) el religioso, pues su poder era
designado por mandato divino, mismo que no era posible refutar; 2) el personal,
pues el gobierno estaba designado únicamente para un linaje determinado, la
“sangre” era la proveedora de esa exclusiva distinción.
Los Estados absolutistas se caracterizaron por sustentar la perpetuación del
régimen en una estructura sumamente desigual, al concentrarse el poder de manera
unipersonal era evidente que las posibilidades de acceso a determinadas
oportunidades eran restringidas, el porvenir era una añoranza o una ambición que
se veía limitada por la formación de la estructura social, arriba de todo, el tirano;
abajo de todo, la servidumbre. La servidumbre responde a un impulso de obediencia
generado por el miedo, miedo a la represión ejercida por todo lo que se sitúa encima
de ella, ergo, adoptar una posición sumisa ante el arrebato de sus libertades es una
manifestación de un intento de supervivencia en el status quo. Con el paso del
tiempo esta condición se va normalizando, vivir bajo el yugo de la tiranía pasaría a
formar parte de la naturaleza de aquellos nacidos para ser siervos (La Boétie, 2008,
p.60) 2 ; no obstante, observaremos que esta condición de desigualdad se ve
reflejada no sólo en las relaciones siervo-amo, sino en las relaciones de toda la
estructura político-social del régimen.
El sistema administrativo de los regímenes absolutistas estaba conformado por
una burocracia permanente, esta forma impedía las posibilidades de ascenso dentro
del mismo sistema, sin mencionar que era imposible aspirar a ocupar el puesto del

2
Étienne de La Boétie, Discurso sobre la servidumbre voluntaria o el Contra uno, (Argentina:
Terramar, 2008), p.60.

2
Rey, a menos que se perteneciera su círculo familiar y se estuviera en condiciones
para heredar su cargo. Podemos entonces afirmar que, se vivía, en su totalidad,
bajo la posición de superioridad de una sola persona; no obstante, aunque se
intente ver a esta condición total de inferioridad como un elemento que pudo aportar
a la homogeneización de la sociedad, es necesario reafirmar que, la desigualdad
siempre fue la base principal del sostenimiento absolutista. El mismo La Boétie
sostiene que “es el resorte y el secreto de la dominación, el sostén y fundamento de
la tiranía” (La Boétie, 2008, p.67) 3.
Pero ¿qué “obligaba” a todas estas personas a ceder su libertad a la figura de un
solo soberano?, debemos remitirnos a otra de las características fundamentales del
absolutismo europeo, la cual es el fortalecimiento de la unificación nacional, gracias
a esto se sientan las bases de la construcción del Estado-nación, forma organizativa
bajo la cual seguimos viviendo hoy en día. Se asume al Estado como un ente
regulador, al cual el hombre cede sus libertades a cambio de su propia salvaguarda,
de la seguridad y armonía en la vida en colectivo; los Estados se definían por sus
centros, y esto, para algunos autores, explica la facilidad con la que los reinos
podían asegurar control total sobre poblaciones sumamente desiguales (Anderson,
1993, p.39) 4. El mantenimiento de esta cohesión social fue posible, en gran parte,
gracias al uso monopolizado de la fuerza en manos del Estado con ejércitos
permanentes, la lealtad incondicional de los ejércitos hacia su soberano era un
reflejo más de la condición de subordinación imperante en las estructuras del
régimen absolutista; el anhelo impulsado por la ambición de una oportunidad de
ascenso en la jerarquía para lograr disminuir —o, erróneamente, eliminar— la
brecha de desigualdad existente entre el individuo y el soberano, era aceptar
voluntariamente la condición de servidumbre (La Boétie, 2008, p.69)5.
Como hemos podido observar, la concepción occidental de la libertad en la Edad
Moderna estaba completamente permeada por una visión contractualista, y aunque
los regímenes absolutistas hoy en día son considerados como premodernos por su
idiosincrasia, es prudente realizar un ejercicio constante de reflexión acerca de
nuestras condiciones de libertad actuales, ¿de verdad hemos logrado conquistar el
punto más álgido de la libertad junto con todas sus manifestaciones?, ¿o
3
Étienne de La Boétie, op. cit., p.67
4
Benedict Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del
nacionalismo, (México: Fondo de Cultura Económica, 1993), p.39.
5
Étienne de La Boétie, op. cit., p.69

3
simplemente hemos cedido nuestras libertades voluntariamente a actores
completamente diferentes?. La heterogeneidad sigue siendo una condición vigente
en nuestras nuevas formas de organización política y social, por lo tanto, la
desigualdad también lo es; intentar ocultar estas condiciones aún vigentes bajo un
discurso de extrema tolerancia provoca una privatización total del acto individual, el
caer en la extrema relativización de todo acto representa un obstáculo para el logro
de acuerdos, los actos individuales no deben considerarse como una esfera
autónoma de la vida social, pues cada uno de nuestros actos tiene una repercusión
en el sistema dentro del cual estamos inmersos.

4
BIBLIOGRAFÍA

● Anderson, Benedict. 1993. Comunidades imaginadas. México: Fondo de


Cultura Económica.

● Constant, Benjamin. 1819. Sobre la libertad de los antiguos comparada a la


de los modernos (discurso). París.

● De La Boétie, Étienne. 2008. Discurso sobre la servidumbre voluntaria o el


Contra uno. Argentina: Terramar.

● Hobbes, Thomas. 1985. Leviatán, o La materia, forma y poder de una


república eclesiástica y civil. México: Fondo de Cultura Económica.

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