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Versión:
Mg. Gonzalo Jiménez Mahecha
UNIVERSIDAD DE NARIÑO
SAN JUAN DE PASTO
2011
ARGUMENTO
Un viejo compra a una lirista, pues cree que es su hija; a él lo engaña un esclavo, que lo
burla por segunda vez, al hacer pasar como amante del hijo a otra lirista que utilizó ese día.
El joven recibe la plata y la utiliza para comprar a su propia hermana, sin conocerla. Pronto,
la madre, que busca a su hija, y el soldado, que busca a su amante, enteran al viejo que lo ha
hecho; pero se reconoce a la hija y esta dicha le vale al esclavo su libertad.
PERSONAJES
1
Bromas habituales sobre las huellas de los latigazos.
TESPRIÓN
¡Por Pólux!, pasaron al enemigo.
EPÍDICO
¿Sus armas?
TESPRIÓN
Y rápido.
EPÍDICO
¡Lo dices en serio!
TESPRIÓN
En serio, te lo digo. El enemigo las tiene.
EPÍDICO
¡Qué vergüenza, por Pólux!
TESPRIÓN
No es el primero, y por eso va a tener una recompensa.
EPÍDICO
¿Cómo es eso?
TESPRIÓN
Como tantos otros antes que él.
EPÍDICO
Las armas de Estratipocles, creo, las forjó Vulcano; las mismas volaron hasta donde el
enemigo. Ese es un hijo de Tetis; para su gusto, puede perderlas; las Nereidas le van a traer
otras. Sólo es necesario que la materia no les falte a los fabricantes de escudos, si él le
entrega al enemigo en cada campaña sus despojos2.
TESPRIÓN
En esto una tregua.
EPÍDICO
Puedes ponerle fin cuando quieras.
TESPRIÓN
Entonces, deja de preguntarme.
EPÍDICO
Dime dónde está Estratipocles.
TESPRIÓN
Él tiene un motivo para no atreverse a llegar al mismo tiempo que yo.
EPÍDICO
¿Cuál?
TESPRIÓN
Todavía no quiere que su padre lo vea.
EPÍDICO
¿Por qué?
TESPRIÓN
Vas a saberlo. En la venta del botín compró a una cautiva de una apariencia noble y
encantadora.
EPÍDICO
¿Qué oigo?
TESPRIÓN
Lo que te digo.
EPÍDICO
¿Con qué idea la compró?
TESPRIÓN
Para agradar a su corazón.
2
Todo este aparte, que halagaba los rencores del menudo pueblo movilizable, es muy curioso.
EPÍDICO
Entonces, ¿cuántos corazones tiene este hombre? Te aseguro que antes de partir para el
ejército, me había encargado que le comprara a un intermediario una lirista que a él le
agradaba; cumplí con su deseo.
TESPRIÓN
Epídico, en el mar la vela gira según el viento.
EPÍDICO
¡Ah, qué desgracia la mía, miserable!, él es mi perdición.
TESPRIÓN
¿Qué pasa; qué tienes?
EPÍDICO
¿Qué tengo?, esa cautiva, ¿cuánto pagué?
TESPRIÓN
No caro.
EPÍDICO
Eso no es lo que pregunto.
TESPRIÓN
Entonces, ¿qué?
EPÍDICO
¿Cuántas minas?
TESPRIÓN, lo dice con sus dedos.
Esto.
EPÍDICO
Cuarenta minas.
TESPRIÓN
Y, además, pidió prestada esa plata a un usurero tebano: una didracma por mina y por día.
EPÍDICO
¡Oh, oh, qué peste!
TESPRIÓN
Y el usurero lo acompaña para venir por su plata.
EPÍDICO
¡Dioses inmortales, qué despellejado estoy!
TESPRIÓN
Pero, en fin, ¿qué te ocurre, Epídico?
EPÍDICO
Él es mi perdición.
TESPRIÓN
¿Quién?
EPÍDICO
El que perdió sus armas.
TESPRIÓN
¿Pero cómo es eso?
EPÍDICO
Porque me enviaba todos los días del ejército unos mensajes… (Aparte.) Pero es mejor callar.
Un esclavo debe saber más de lo que dice, si es prudente.
TESPRIÓN
Por Pólux, hay algo que te inquieta, Epídico. Estás turbado, tu rostro me lo anuncia. Para mí,
tienes el aspecto de haber hecho algo malo, durante mi ausencia.
EPÍDICO
¿Si quisieras no enfadarme?
TESPRIÓN
Me voy.
EPÍDICO
Espera, no quiero que me dejes.
TESPRIÓN
¿Por qué me retienes?
EPÍDICO
¿A él le agrada esa cautiva que compró en la venta del botín?
TESPRIÓN
¿Lo preguntas? Está loco por eso.
EPÍDICO
Mi espinazo va a ser despojado de su piel.
TESPRIÓN
Más le gusta a él que nunca le agrades.
EPÍDICO
¡Que Júpiter te fulmine!
TESPRIÓN
Ahora déjame. Me prohibió que entrara en la casa. Me envió aquí a la casa del vecino
Queríbulo, y me ordenó que lo espere allí. Él debe volver por su lado.
EPÍDICO
¿Por qué estas precauciones?
TESPRIÓN
Te lo voy a decir. Es para que su padre no lo encuentre y no lo vea, antes de conseguir la
plata que debe por su bella.
EPÍDICO
¡Ay, ay, qué confusión!
TESPRIÓN
Déjame; es necesario que me vaya en seguida.
EPÍDICO
¿Y cuándo va a saber el viejo todo esto? Mi barca no puede dejar de naufragar como es
preciso.
TESPRIÓN
¡Qué me importa de qué modo perezcas!
EPÍDICO
No quiero morir solo, es preciso que mueras conmigo; un amigo no abandona a su amigo.
TESPRIÓN
Vete a la horca más funesta y déjame con tus propuestas.
EPÍDICO
Ya no te detengo, si tienes asuntos más urgentes.
TESPRIÓN
Nunca he encontrado a nadie al que le diga adiós de mejor gana. (Sale.)
EPÍDICO, solo.
Él se va, ahora estás solo. Considera tu situación, Epídico. A menos de que en ti mismo
halles recursos, estás aniquilado. Ves qué tormenta está cerca de estallar sobre tu cabeza: si
no tienes un sólido refugio, vas a sucumbir; un diluvio de males se abaten sobre ti. ¿Cómo
hacer para manejarme en esta cruel dificultad? No sé con quién contar. El viejo al que he
engañado con mis mentiras creyó que había recuperado a su hija; él compró para su hijo a
esa lirista que el loco me había recomendado cuando partió. Y ahora ocurre que nos trae a
otra del ejército por las necesidades de su corazón, todo a costas de mi piel. Pues el viejo
antes va a creer que se lo hizo para engañarlo y me va a pulir el lomo con fuertes
correazos… Pero piensa en protegerte. ¡Bah!, eso nada avanza. En verdad, mi cabeza está
muy enferma. Eres un pobre diablo, Epídico. — ¿Por qué este antojo de injuriarme? —
Porque te abandonas a ti mismo. — ¿Y qué hacer? — ¿Me pides consejos?, antes los tenías
para servir a otros. Es necesario encontrar algo. Pero sin tardar más vamos a ver al joven
para que me entere de los hechos. Ahí está él mismo. Está sombrío; Queríbulo, su
compañero, está con él. Retirémonos de este lado para oír con tranquilidad su plática.
ESTRATIPOCLES
Lo sabes todo como yo mismo, Queríbulo; te he contado todo a lo largo de mi desolación y
de mi pasión.
QUERÍBULO
Para un hombre de tu edad y de tu carácter, Estratipocles, eres muy tonto. ¡Allí estás todo
avergonzado por haber comprado en la venta del botín a una cautiva de buena familia!
¿Quién te lo va a censurar?
ESTRATIPOCLES
Todos los que envidian mi felicidad me tiran la piedra. Sin embargo, nunca he forzado su
pudor, de ningún modo la he deshonrado.
QUERÍBULO
Es muy bueno para ti, hallo, que sepas moderar tu amor.
ESTRATIPOCLES
No es hacer nada distinto sino dar por todo consuelo palabras a un hombre desesperado. El
verdadero amigo es el que, en los momentos difíciles, cuando se necesita una ayuda real, en
efecto la da.
QUERÍBULO
¿Qué quieres que haga?
ESTRATIPOCLES
Que me des cuarenta minas, para devolverlas al usurero que me las prestó con interés.
QUERÍBULO
Por Hércules, si las tuviera…
ESTRATIPOCLES
¿De qué sirve ser halagador con las palabras, si con las acciones ha muerto tu generosidad?
QUERÍBULO
A mí, por Pólux, las griterías me aturden, me agotan.
ESTRATIPOCLES
A amigos como tú, antes quisiera verlos acribillados por los golpes que por las deudas3. Por
tener aquí a Epídico, no sé lo que daría ahora. A él, lo voy a enviar muy calado de correas a
casa del molinero, si no me trae hoy cuarenta minas de buena plata, antes de que hubiera
pronunciado la última sílaba de la palabra.
EPÍDICO, aparte.
¡Qué maravilla! Él es bueno para las promesas; espero que las cumpla. Aquí hay un regalo
preparado para mis hombros sin que me cueste una blanca. Hablémosle. (En voz alta.) ¿A su
regreso de la tierra extranjera, Estratipocles, amo, quiere aceptar los deseos y las
felicitaciones de su esclavo Epídico?
ESTRATIPOCLES
¿Qué hace?
EPÍDICO
Está a tus órdenes. Estoy muy alegre de ver que has regresado con buena salud.
ESTRATIPOCLES
Eso te lo creo como a mí mismo.
EPÍDICO
¿Siempre te has encontrado bien?
3
Literalmente: antes verlos en la hoguera que en el foro. Aquí al foro se lo considera como el mercado. Un
hombre arruinado estaba mersus foro (ahogado en el foro). Pero, por otra parte, a veces se ahogaba a los esclavos
en un horno caliente. Juego de palabras.
ESTRATIPOCLES
El cuerpo libre de enfermedad, pero el corazón herido.
EPÍDICO
En lo que de mí dependía, preparé remedio para tu mal; tu encargo se cumplió, compré la
esclava por la que me escribiste tantas veces.
ESTRATIPOCLES
Trabajo perdido.
EPÍDICO
¿Cómo, perdido?
ESTRATIPOCLES
Ya no la quiero; ella me desagrada.
EPÍDICO
¿Por qué darme unas órdenes tan urgentes?, ¡por qué esas cartas!
ESTRATIPOCLES
Entonces la quería; ahora otro amor se ha apoderado de mi corazón.
EPÍDICO
¡Qué desdicha, por Hércules, no contentar a las personas, cuando se ha obrado bien! Todo lo
que hice bien está mal hecho, porque el capricho ha vuelto.
ESTRATIPOCLES
Había perdido el juicio, cuando te escribía esas famosas cartas.
EPÍDICO
Entonces, ¿es necesario que me sacrifiques para expiar tu locura? ¡Tu locura quiere que mi
espalda la supla!
ESTRATIPOCLES
¿Para qué hablar tanto? Necesito eso, muy caliente, cuarenta minas para pagarle al usurero, y
sin tardanza.
EPÍDICO
¿Si quieres decirme de dónde las voy a tomar, a qué banquero me dirijo?
ESTRATIPOCLES
Al que tú quieras. Pues si no tengo mi plata antes del ocaso, no vuelves a la casa, vas
derecho hasta el molino.
EPÍDICO
Libre de peligros y de inquietudes, con el espíritu despejado, hablas muy a tu gusto. Yo,
conozco nuestro mundo. Cuando me hostigan, yo lo siento.
ESTRATIPOCLES
¡Y bien, entonces!, ¿vas a permitir que me mate?
EPÍDICO
No hagas nada de eso. Me agrada más tomar la ocasión y pagar con audacia.
ESTRATIPOCLES
¡Qué bien, bravo!
EPÍDICO
Voy a soportar todo por ti.
ESTRATIPOCLES
¿Qué haremos con la lirista?
EPÍDICO
Ya nos imaginaremos algo. Voy a hallar algo oportuno, voy a inventar una artimaña.
ESTRATIPOCLES
¡Tienes la mente tan fecunda!, te conozco.
EPÍDICO
Aquí hay un soldado de Eubea, muy rico, lleno de oro; desde cuando sepa que tienes una y
has traído esta otra, en seguida va a venir a rogarte que le cedas la primera. ¿Pero dónde está
ella, la bella que trajiste contigo?
ESTRATIPOCLES
Estará aquí en seguida.
QUERÍBULO, a Estratipocles.
¿Qué hacemos por el momento?
ESTRATIPOCLES
Entremos en tu casa y pasemos este día en hacer la fiesta. (Salen.)
EPÍDICO
Vayan. Yo, para mirar por las finanzas, voy a convocar en mi cabeza al senado de mis
pensamientos; vamos a decidir a quién debo declarar la guerra, a quién voy a despojar. Abre
el ojo, Epídico, en este caso, te han cogido desprevenido. No es el momento de dormir, ni el
medio de contemporizar… Vas a atacar todavía al viejo; sobre eso se detuvo la idea. Entro
para decirle al joven, al hijo de nuestro amo, que no salga, que su padre no pueda hallarlo en
ninguna parte. (Entra en casa de Queríbulo.)
ACTO II
APÉCIDES
Casi todos los hombres que tienen escrúpulos allí cuando no se debe, ya no conservan uno
solo cuando deberían tenerlos, cuando usualmente se los tiene. Tú eres de esa clase.
¡Entonces, qué!, ¿es vergonzoso casarse con una mujer pobre, pero de buen origen, sobre
todo cuando tuviste de ella, como dices, la hija que ahora está en tu casa?
PERÍFANES
Eso es por respeto a mi hijo.
APÉCIDES
Yo creía, por Pólux, que era por respeto a la memoria de tu difunta. Después de que la
enterraste, no pasas una sola vez ante su tumba sin hacer, en seguida, un sacrificio a Plutón.
Y eso es justicia, pues te dio la oportunidad de sobrevivirlo, de alcanzar esta victoria.
PERÍFANES
¡Oh!, yo era un Alcides todo el tiempo que ella vivió. Alcides, en el sexto de sus trabajos, ya
no tuvo que soportar tantos males como yo.
APÉCIDES
¡Una rica dote es un don precioso, por Pólux!
PERÍFANES
Sí, si ella no viniera acompañada por una esposa.
EPÍDICO, que habla con las personas que están dentro de la casa.
¡Shtt!, silencio! No se inquieten. Salgo con un cielo sereno, con presagios favorables y tengo
un cuchillo muy afilado para cortar la bolsa del tío. Pero allí mismo lo veo ante la casa de
Apécides. Bien, aquí están nuestros dos viejos juntos, como los quiero. Es necesario
metamorfosearme en sanguijuela para chuparles la sangre, a estas dos columnas del senado.
APÉCIDES, que acaba de hablar en voz baja a Perífanes.
Cásalo muy pronto.
PERÍFANES
El consejo es bueno.
APÉCIDES
Oí decir que una pasión lo ataba a no sé qué lirista.
PERÍFANES
Eso me aflige.
EPÍDICO, aparte.
Por Hércules, todos los dioses me ayudan, me protegen, me favorecen. Los mismos buenos
viejos me ofrecen el medio de sacarles la plata. Vamos, alístate, Epídico. Tu manto echado
sobre el hombro, haz cara de haber buscado a tu hombre en toda la ciudad. ¡Ligero!, manos a
la obra. (En voz alta.) Dioses inmortales, hagan que encuentre a Perífanes en casa. Estoy
cansado de correr tras él por toda la ciudad, en las farmacias, en los negocios de los
barberos, en el gimnasio, en el foro, con los carniceros 4, con los perfumeros, los banqueros;
estoy ronco de tanto preguntar por él. Se necesita poco para que me caiga de fatiga.
PERÍFANES, que lo llama.
¡Epídico!
4
Sí, aun a los carniceros, pues Plauto hace que fuesen al mercado sus personajes de buena condición.
EPÍDICO
Luego, ¿quién quiere detener a Epídico?
PERÍFANES
Soy yo, Perífanes.
APÉCIDES
Yo, Apécides.
EPÍDICO
Y yo, Epídico, en verdad. ¡Ah, amo, feliz encuentro!, qué a propósito los encuentro a los
dos.
PERÍFANES
¿Qué hay?
EPÍDICO
Espera, déjame respirar.
PERÍFANES
¡Oh!, descansa.
EPÍDICO
El corazón me falla. Necesito volver a respirar.
APÉCIDES
Tómate el tiempo para calmarte.
EPÍDICO
Préstenme atención. Licenciaron al ejército; todos regresan de Tebas.
APÉCIDES
¿Quién te dio esa novedad?
EPÍDICO
Yo lo digo.
PERÍFANES
¿Estás seguro?
EPÍDICO
Seguro.
PERÍFANES
¿Cómo es eso?
EPÍDICO
Acabo de ver las calles llenas de soldados que regresan. Traen armas, tienen caballos de
carga.
PERÍFANES
Son unos valientes.
EPÍDICO
¡Y cautivos, lo que tienen! Muchachos, muchachas, uno dos o tres, el otro cinco. ¡Hay un
mundo en las calles! Hay prisa, cada uno va delante de su hijo.
PERÍFANES
¡Por Hércules, la bella campaña!
EPÍDICO
Y luego, cortesanas en masa, todas las que la ciudad cuenta, corrían, con sus bellos atavíos,
al encuentro de sus amantes. Ellas buscaban tomarlos en el afán; y hasta, al mirar allí de
cerca, vi que la mayoría de ellas llevaban unas redes bajo sus vestidos. Cuando llego al
puerto, el primer objeto que llega a mi vista, es la bella que hacía de centinela, en compañía
de cuatro flautistas.
PERÍFANES
¿Qué bella, Epídico?
EPÍDICO
La que tu hijo ama tanto desde hace varios años, por la que muere de amor, y con la que se
afana para perder su reputación, su bien, y tú mismo con él. Ella lo esperaba en el puerto.
PERÍFANES
¡Vean a la envenenadora!
EPÍDICO
¡Qué vestido tenía, qué joyas, qué atavío elegante, gracioso, nuevo!
PERÍFANES
¿Qué aspecto tenía, era de una real, o de una mendiga?
EPÍDICO
Una pluvial, pues ellas no saben qué nombres inventar.
PERÍFANES
¿Quieres que ella lleve una pluvial?
EPÍDICO
¿Eso te asombra?, ¿como si no estuvieran llenas de eso las vías, que llevan en atavíos
haciendas enteras? Cuando llega la orden de pagar el tributo, se excusa, no se puede eso.
Pero se les puede pagar a ellas cada vez mayores tributos. También, cada año, ¡cuántas
modas nuevas, cuántos nombres nuevos! Túnica transparente, túnica gruesa, el linón en
franjas, la simple camisola, la adornada, la flor del cuidado, la azafranada, el por debajo o
bien el sin arriba abajo, la cinta, la real o la extranjera, la verdemar, la recamada, la amarillo
cera, la amarillo miel… y otras mil sandeces 5. ¿No se ha puesto incluso un nombre de perro?
PERÍFANES
¿Cómo?
EPÍDICO
Sí, ¡la de Laconia!6 ¿Qué ocurre con todas estas novedades? Los ciudadanos se arruinan y
venden su patrimonio.
APÉCIDES
¿Pero si tú seguías tu historia?
EPÍDICO
Otras dos doncellas detrás de mí se pusieron a platicar juntas. Sé agarrarme de ahí, me alejé
un poco de ellas y puse el aspecto de no ocuparme de lo que ellas decían. Había partes que
se me escapaban, pero, sin embargo, seguía la charla.
PERÍFANES
Tengo curiosidad de saber de qué hablaban.
EPÍDICO
Una de ellas le dice a su compañera, al ir en camino…
PERÍFANES
¿Qué le dice ella?
EPÍDICO
Cállate, si quieres oírlo. Cuando vieron a la que gira la cabeza hacia tu hijo: ¡Qué feliz es!,
dice una; ¿qué hizo ella, te pregunto, para hallar a un amante que quiere liberarla? — ¿Quién
es ese?, replica la otra. Entonces, ella le nombra a Estratipocles, hijo de Perífanes.
PERÍFANES
¡Estoy perdido, por Hércules! ¿Qué oigo?
EPÍDICO
La verdad. Eso me despierta; me acerco a ellas sin sentirlo, cambiando de rumbo de aquí, de
allá, como si la multitud me empujara hacia su lado a pesar mío.
PERÍFANES
Entiendo.
5
¿Cómo distinguir, con tantos siglos de distancia, estas partes o variedades del vestuario femenino? Mme. Dacier
se esforzó en ello vanamente aunque muy bien. Mejor démonos el gusto de aumentar la lista, con ayuda de
Catón, de Tácito, de Pomponio: redecilla, sujetador, faja de los senos, mantillas, falda de hilo, flor de malva,
verde púrpura, blanda, sígame joven, etc., etc.
6
La Laconia proveía los molosos que los poetas latinos cantaron con mucha frecuencia.
EPÍDICO
¿Por qué lo sabes?, le dice la segunda a la primera; ¿quién te lo dijo? — ¿Quién? Llegó hoy
una carta del mismo Estratipocles, en que anunciaba que pidió prestada plata a un usurero de
Tebas, y que toda la suma está lista, que él la da.
PERÍFANES
Sigue. Él me mata.
EPÍDICO
Ella sabía todo eso por la bella, y había visto la carta.
PERÍFANES
¿Qué hacer ahora? Aconséjame, Apécides, te lo ruego.
APÉCIDES
Es necesario encontrar ahí, ahora mismo, algo oportuno; pues, sin duda, ¡él va a llegar, por
Hércules!, si ya no lo ha hecho.
EPÍDICO
Si pudiera permitirme tener más espíritu que usted, daría una opinión de las mejores, que
usted aprobaría, creo, una y otra.
PERÍFANES
¿Luego, cuál, Epídico?
EPÍDICO
Y muy acomodada a la circunstancia.
APÉCIDES
¿Por qué tardar en decirla?
EPÍDICO
A usted primero, a nosotros en seguida; usted lo sabe más.
APÉCIDES
¡Eh, eso!, explícate, vamos.
EPÍDICO
Usted se va a burlar.
APÉCIDES
¡No, no, por Pólux!
EPÍDICO
Por otra parte, si halla la idea buena (a Perífanes), la ejecuto; si no, halle una mejor. Aquí para
mí no se siembra y se cosecha; no deseo sino tu satisfacción.
PERÍFANES
Conozco tu buena voluntad. Haznos partícipes de tu prudencia.
EPÍDICO
Sin pérdida de tiempo, es necesario hallarle a tu hijo una esposa, y que la lirista, que quiere
liberar, y que lo molesta, sea debidamente castigada; que se cuide de tenerla en servidumbre
hasta su última hora.
APÉCIDES
Eso es lo necesario.
PERÍFANES
Todo lo que quieras, ojalá se haga.
EPÍDICO
¡Y bien!, este es el momento de obrar, antes de que tu hijo llegue, pues él va a estar aquí
mañana: no llega hoy.
PERÍFANES
¿Cómo lo sabes?
EPÍDICO
Lo sé. Alguien que de allí llegó me dijo que estaría aquí desde mañana.
PERÍFANES
¿Así, entonces, qué vamos a hacer? Di.
EPÍDICO
Propongo esto: Que hicieras como si quisieras liberar a la lirista para tu gusto, como si la
quisieras con pasión.
PERÍFANES
¿Para qué?
EPÍDICO
¿Lo preguntas? Es para que hubieras comprado y pagado a la bella antes de la llegada de tu
hijo, y que ella crea que quieres ponerla en libertad.
PERÍFANES
Entiendo.
EPÍDICO
Una vez comprada, la vas a enviar a cualquier lugar lejos de aquí, a menos que tengas alguna
otra idea respecto a ella.
PERÍFANES
No, eso está muy bien.
EPÍDICO
¿Qué dices, tú, Apécides?
APÉCIDES
¿Yo, qué puedo decir, sino que tu habilidad me encanta?
EPÍDICO
Así, entonces, el asunto del matrimonio está resuelto; ya no temas que él se oponga a tus
deseos.
APÉCIDES
Hablas como la prudencia. Lo apruebo.
EPÍDICO
Ahora, debes obrar con diligencia.
PERÍFANES
Dices la verdad, por Hércules.
EPÍDICO
Imagino una forma para alejar de ti la sospecha.
……
PERÍFANES
Dímela.
EPÍDICO
La vas a saber; oye.
APÉCIDES
Qué tesoro espiritual es este muchacho.
EPÍDICO
Vamos a necesitar que alguien vaya a contar la plata para la compra de la lirista. Tú no debes
mostrarte.
PERÍFANES
¿Por qué?
EPÍDICO
Por temor a que ella sospeche de que se obra contra tu hijo…
PERÍFANES
¡Muy prudente!
EPÍDICO
Con la intención de separarlo de ella. No es necesario que la sospecha haga surgir
dificultades.
PERÍFANES
¿A quién vamos a hallar que sea propio para esta ocasión?
EPÍDICO, que señala a Apécides.
Este es el hombre soñado. Él va a saber tomar las precauciones necesarias, él que conoce el
derecho y la costumbre.
APÉCIDES, con un tono irónico.
Mil gracias, Epídico.
EPÍDICO
Yo, voy a llevar el asunto con prudencia. Voy a ir a ver al hombre que tiene a la lirista, y te
la voy a traer; y luego, con Apécides, le voy a llevar la plata.
PERÍFANES
¿Cuánto es lo menos que ella puede costar?
EPÍDICO
¿Ella? No se la va a tener por menos de cuarenta minas. Pero si das más, te voy a devolver lo
que sobre; allí no puede haber sorpresa; y, por otra parte, no van a pasar diez días sin que tu
plata vuelva.
PERÍFANES
¿Cómo es eso?
EPÍDICO
Hay un joven que está enamorado de esta mujer con locura, un saco de oro, un gran
guerrero, un rodio, secuestrador de despojos enemigos, verdadero fanfarrón. Para tenerla, no
va a mirar el precio. Cierra el trato; ¡este sí es un negocio!
PERÍFANES
Al menos lo pido a los dioses.
EPÍDICO
Ellos te complacen.
APÉCIDES
¡Y bien!, ve a tu casa a traer la plata. Yo voy a dar una vuelta al foro: tú te vas a reunir allí
conmigo, Epídico.
EPÍDICO
No te marches antes de que me reúna contigo.
APÉCIDES
No me moveré hasta cuando llegues. (Sale.)
PERÍFANES, a Epídico.
Sígueme a mi casa.
EPÍDICO, con una apariencia maliciosa e irónica.
Ve, cuenta siempre, no te voy a hacer esperar. (Perífanes entra en su casa.)
ACTO III
Escena 1 – EPÍDICO
EPÍDICO, solo.
No, no hay, creo, en todo el territorio del Ática, una finca de tierra tan fértil como lo es
nuestro buen Perífanes. Él puede tener su baúl bien cerrado, bien sellado, de allí siempre
saco la plata con mi fantasía. Pero si él llega a instruirse, ¡por Pólux!, temo que él me dé
como parásitos unos ramos de olmo, que me van a frotar del bello modo. ¡Bah!, lo único que
me preocupa y me inquieta es tener una lirista para el viejo Apécides. Aquí estoy. Esta
mañana, el viejo me ordenó que le buscara una para acompañar el sacrificio que proyectaba 7.
Se va a buscar una y se le va a indicar su papel para que engañe sutilmente al anciano.
Entremos y vamos a recibir la plata del pobre viejo que se arruina por nosotros.
ESTRATIPOCLES
Me devora la impaciencia, mis entrañas van a vaciarse en la espera de la consecución de las
promesas halagüeñas de Epídico. Esto es corroerse mucho tiempo. En fin, quiero saber lo
que es, algo o nada.
QUERÍBULO
Con esa bella ayuda, no tienes sino que buscar ayuda en otro lado; lo he pensado mucho
desde el comienzo, en seguida, que ninguna ayuda había en él para ti.
ESTRATIPOCLES
Por Hércules, estoy perdido.
QUERÍBULO
Es una tontería atormentarte así.
ESTRATIPOCLES
¡Por Hércules!, si alguna vez llego a atraparlo, le voy a enseñar a no jugar con nosotros
impunemente, a ese esclavo listo. (A Queríbulo.) ¡Eh!, ¿qué quieres que haga?, cuando tú, que
tienes en tu casa tesoros, no tienes una dracma que ofrecerle a un amigo, y no le eres de
ninguna ayuda.
QUERÍBULO
Si tuviera, ¡por Hércules!, sería un placer prometértelo. Pero hay alguna esperanza de que
por alguna vía, de algún modo, de algún lado, gracias a alguien, la fortuna me va a llegar.
ESTRATIPOCLES
¡La peste te ahogue, sabihondo!
QUERÍBULO
¿Por qué te atreves a insultarme?
ESTRATIPOCLES
Porque me disgustas con tus «por alguna vía, de algún modo, gracias a alguien», y todas tus
bromas. No dejo que nada entre en mis orejas, y para ayudarme eres tan bueno como si
nunca hubieras nacido.
7
Los ritos requerían un acompañamiento musical para los sacrificios.
Escena 3 – EPÍDICO (con una bolsa de plata al hombro), ESTRATIPOCLES, QUERÍBULO
PERÍFANES, solo.
Sería bueno que cada hombre tuviera su espejo, no sólo para mirar su rostro, sino para ver en
el fondo el estado de su alma, y la parte que tiene de prudencia y de razón; luego que, hecho
el examen, reflexione sobre la vida que ha llevado en su juventud. Mi espejo sería, creo, un
mueble muy útil. ¡Primero sería bueno para mí, que me avise sobre mi tormento respecto a
mi hijo, como si lo volviera culpable para conmigo; o como si yo no hubiera cometido todas
las equivocaciones posibles a su edad! En verdad, nosotros los viejos a veces desvariamos.
¡Pero aquí está mi amigo Apécides!, que regresa con su botín. Salud para el buen
comprador; bienvenido. ¿Qué ocurrió?
APÉCIDES
Los dioses y las diosas te protegen.
PERÍFANES
Acepto el augurio.
APÉCIDES
Feliz mortal, todo te sale bien. (Le muestra a la lirista.) Haz que la lleven a tu casa.
PERÍFANES
¡Vaya!, que venga alguien aquí. (Se presenta un esclavo.) Lleva a esta mujer hasta la casa.
Aún oye.
EL ESCLAVO
¿Sí?
PERÍFANES
Ten cuidado de que no hable con mi hija, e incluso que no la vea. ¿Me entiendes? Quiero
que se la encierre en ese pequeño cuarto arriba. Una virgen y esta pícara no se portan igual.
APÉCIDES
Así habla un hombre prudente y muy providente: nunca se podría tener el suficiente cuidado
con la virtud de su hija. ¡Por Pólux!, con justeza nos adelantamos a tu hija en la compra de la
bella.
PERÍFANES
¿Cómo es eso?
APÉCIDES
Me dijeron que ya habían visto a tu hijo en la ciudad. ¡Por Pólux!, él tramaba el negocio.
PERÍFANES
¡No hay duda de eso, por Hércules!
APÉCIDES
Allí tienes un esclavo perfecto, que vale su peso en oro y más. ¡Cómo supo ocultar a la
picarona que la compraban para ti! Ella también era atrevida y risueña cuando venía con él.
PERÍFANES
¡Es sorprendente! ¿Él cómo lo tomó?
APÉCIDES
Él dijo que te proponías hacer un sacrificio a los dioses, en tu casa, en honor a tu hijo, por su
feliz retorno de la tierra tebana.
PERÍFANES
Lo dijo bien.
APÉCIDES
Aun la persuadió de que la alquilaba para que te acompañe durante el sacrificio; y yo,
adoptaba una apariencia inocente, me hacía el tonto.
PERÍFANES
Y tenías razón.
APÉCIDES
Deciden en este momento en el foro el negocio importante de uno de mis amigos; pidió mi
ayuda, quiero ir hasta allá.
PERÍFANES
Te lo ruego, apenas estés libre, regresa pronto.
APÉCIDES
Aquí estaré en seguida. (Sale.)
PERÍFANES, solo.
Nada hay más amable que un amigo presto a servir: sin que le dé pena, lo que se desea lo
hace. Si hubiera encargado de este asunto a un hombre menos prudente y menos entendido,
nos hubieran engañado de buena forma; mi hijo se reiría de mí y mostraría todos sus dientes,
¡y tendría de qué! Es una locura mía censurar en él lo que yo no dejaría de hacer a su edad,
cuando prestaba mi servicio en el ejército; ensordecía todas las orejas cuando contaba mis
escaramuzas, cuando hacía eso. ¿Pero quién es este hombre que veo venir, y que hace ondear
su clámide con su discontinuo paso?
EL SOLDADO, a su esclava.
Ve de puerta en puerta, sin dejar una sola, y pregunta dónde vive Perífanes de Platea, un
anciano. Regresa aquí con algo seguro.
PERÍFANES
Joven, ¿si te hago ver al que buscas, me lo agradecerías?
EL SOLDADO
Yo, con valentía y mis armas, lo merezco; a mí, todos los mortales me deben homenajes de
gratitud.
PERÍFANES
No elegiste, joven, una escena adecuada para exponer con tiempo tus virtudes; pues cuando
unos mediovalientes le quieren contar a un más valiente que ellos, él no tiene sino que hablar
para eclipsar sus hechos destacados. Ese Perífanes de Platea que buscas, soy yo, para
servirte.
EL SOLDADO
¿Tú llevaste las armas en casa de los reyes en tu juventud e hiciste una gran fortuna con tu
valor guerrero?
PERÍFANES
Y además, si oyeras el relato de mis proezas, huirías con los brazos tendidos hacia la tierra,
hasta tu casa.
EL SOLDADO
¡Por Pólux!, necesito más hallar a alguien que me oiga, que pasarlo con alguien que alardea.
PERÍFANES
Te has equivocado al venir hasta aquí. Ve, ve a buscar a otras personas a quienes les vendas
tu ropa usada.
EL SOLDADO
Óyeme, para que sepas el motivo de mi visita. Me dijeron que habías comprado a mi ama.
PERÍFANES, aparte.
¡Ah, ah!, ahora sé quién es; este es el soldado que Epídico me anunciaba luego. (En voz alta.)
Joven, dices la verdad; la compré.
EL SOLDADO
Desearía decirte dos palabras, si no te contraría.
PERÍFANES
No sé aún, ¡por Pólux!, si me contrarías; empieza por decirme lo que quieres.
EL SOLDADO
Que me la cedas, mediante plata.
PERÍFANES
¡Sea!, la tienes.
EL SOLDADO
No hay motivo para que disimule contigo: mi intención es liberarla hoy para convertirla en
mi concubina8.
PERÍFANES
Te voy a decir todo en pocas palabras, ella me costó cincuenta minas; si me das sesenta, ella
va a poder darte bellos domingos, siempre que tú te vayas de la región.
EL SOLDADO
¿Ella es para mí en esas condiciones?
PERÍFANES
Es tuya. Haces un negocio excelente. (A personas de su casa.) ¡Vaya!, traigan aquí a la lirista
que llevaron hasta la casa. (Al soldado.) Te voy a dar incluso la lira que trae, añadida al trato.
(Un esclavo acerca a la lirista que Epídico acaba de traer en alquiler.)
PERÍFANES
Ten, recíbela.
EL SOLDADO
¿Qué te perturbó la cabeza; con qué tinieblas me cubres; vas a ordenar que traigan de allá
adentro a la lirista?
PERÍFANES
¡Y bien!, esta es, la lirista; no hay otra en mi casa.
EL SOLDADO
No me vas a pagar con bagatelas. Es necesario que hagas venir a la lirista, a Acropolistis.
PERÍFANES
Esta es, te digo.
EL SOLDADO
8
Estas uniones sin matrimonios que muchos ciudadanos contraían con una de sus libertas, simples
cohabitaciones, sin embargo no se las consideraba mal; pero la ley no reconocía a los hijos que de allí nacían.
No es ella, te digo. ¿Crees que no conozco a mi ama?
PERÍFANES
Ahí está, te digo, la lirista de la que mi hijo estaba prendado.
EL SOLDADO
No, no es ella.
PERÍFANES
¿Cómo, no?
EL SOLDADO
No.
PERÍFANES
¿De dónde sale esta muchacha, entonces? ¡Por Hércules!, di plata por ella.
EL SOLDADO
Lo diste como un tonto, por lo que veo, y te engañaste mucho.
PERÍFANES
¡Eh!, no, es ella: encargué de esto al esclavo que acompaña siempre a mi hijo; es el mismo
que indicó a esta lirista.
EL SOLDADO
¡Te picó y te hizo polvo, anciano!, tu esclavo.
PERÍFANES
¿Qué quiere decir, me picó?
EL SOLDADO
¡Oh!, nada, no es sino una sospecha. Recibiste a esta muchacha en lugar de la lirista,
anciano. Te engañaron bonito y bien.
PERÍFANES
Necesito encontrarla, donde esté. Guerrero, adiós. (El soldado sale.) Qué maravilla, qué
maravilla, Epídico. Eres un honesto muchacho; te ganaste unos golpes: está bien que le
hayas dado una lección a un viejo dormilón, al tonto que soy. (A la lirista.) ¿Apécides no te
compró donde el intermediario?
LA LIRISTA
Nunca hasta hoy he oído nombrar a ese hombre. No me hubieran podido comprar hoy, aun
con todo la plata del mundo: hace más de cinco años soy libre.
PERÍFANES
Entonces, ¿qué vienes a hacer a mi casa?
LA LIRISTA
Oye, me pidieron que acompañara con mi lira a un anciano que debía ofrecer un sacrificio.
PERÍFANES, aparte.
Reconozco que entre todos los atenienses que viven en el Ática, no hay tonto más grande
que yo. (A la lirista.) ¿Conoces a la lirista Acropolistis?
LA LIRISTA
Como a mí misma.
PERÍFANES
¿Dónde vive?
LA LIRISTA
Desde cuando la liberaron, no podría decir exactamente dónde vive.
PERÍFANES
¡Oh, oh!, ¿ella es libre; quién la liberó?, quiero saberlo, si tú lo sabes.
LA LIRISTA
Te voy a decir lo que me dijeron: me contaron que era Estratipocles, hijo de Perífanes, el
que, durante su ausencia, se ocupaba de hacer que la liberaran.
PERÍFANES
Estoy perdido, por Hércules, si dices la verdad, perdido para no volver. Epídico cortó mi
bolsa.
LA LIRISTA
Eso fue lo que me dijeron. ¿Ya no tienes nada que ordenarme?
PERÍFANES
Salvo que vayas a hacer que te cuelguen y que me libres de tu presencia.
LA LIRISTA
¿No me devuelves mi lira?
PERÍFANES
Ni lira, ni flauta. Apresúrate a huir si los dioses te protegen.
LA LIRISTA
Me voy, pero habrá un escándalo para ti y vas a estar muy obligado a devolvérmela. (Ella
sale.)
PERÍFANES, solo.
Y bien, yo que tengo mi nombre ligado a tan grandes deliberaciones en el senado, ¿voy a
dejar al bribón sin castigo? Debiera él costarme aún otro tanto, por ello voy a hacer el
sacrificio de buen corazón, antes de ser impunemente burlado, despojado por estos
graciosos. ¡Haber dejado que jueguen así, presente y viendo!... ¿Pero soy más tonto que ese
oráculo de la jurisprudencia, ese ilustre legislador? ¡Está aun orgulloso de su prudencia! El
martillo, lo he visto, advierte al mango.
ACTO IV
ACROPOLISTIS
Aquí estoy, padre. ¿Por qué me haces venir frente a la casa?
PERÍFANES
Para que veas a tu madre, que le hables, que la saludes a su llegada y la abraces.
ACROPOLISTIS
¿Cómo, mi madre?
PERÍFANES, que muestra a Filipa.
La misma, que te busca moribunda de inquietud, que quiere verte.
FILIPA
¿Quién es esta mujer que quieres que abrace?
PERÍFANES
Tu hija.
FILIPA
¿Ella?
PERÍFANES
Ella.
FILIPA
¿Yo, que la abrace?
PERÍFANES
¿Por qué no, ya que nació de ti?
FILIPA
Hombre querido, dices disparates.
PERÍFANES
¿Yo?
FILIPA
Tú mismo.
PERÍFANES
¿Cómo?
FILIPA
Esta muchacha, no sé quién es, no la conozco y no la he visto en mi vida.
PERÍFANES
Entiendo la causa de tu error, es el cambio de vestido y de atavío.
FILIPA
El perro y el jabalí se distinguen por el olor. Te aseguro que no la conozco.
PERÍFANES
¡Oh dioses, oh fe de los hombres!, ¿por qué hago el oficio de intermediario, para tener en mi
casa a quien no me pertenece y lanzar mi plata por la ventana? (A Acropolistis.) Y tú que me
llamas tu padre y que me abrazas, ¡y bien!, ¿te quedas allí como un mojón, sin decir palabra?
ACROPOLISTIS
¿Qué quieres que diga?
PERÍFANES
Ella dice que no es tu madre.
ACROPOLISTIS
Se le permite a ella, si no quiere serlo; ella no va a impedirme que siempre sea hija de mi
madre. Pero no se la podría obligar a que me llame su hija, si no lo desea.
PERÍFANES
¿Y por qué me llamabas tu padre?
ACROPOLISTIS
Ese es tu error, y no el mío. ¿Cómo no llamarte mi padre, desde el momento en que me
llamas tu hija? También ella, si me llamara su hija, yo le diría: Mi madre. Ya que dice que
no soy su hija, ¡y bien!, ella no es mi madre. En fin, ese no es mi error; hice mi papel como
me lo enseñaron. Epídico me dio la clase.
PERÍFANES
¡Estoy perdido!, volqué mi carro.
ACROPOLISTIS
¿Estoy en el error esta vez, padre?
PERÍFANES
¡Por Hércules!, si una vez más te oigo que me llamas padre, te voy a matar.
ACROPOLISTIS
No lo entiendo. Cuando quieras serlo, selo; cuando no lo quieras, ya no lo seas.
FILIPA
¿Qué, la compraste porque creías que ella era tu hija; con qué señales la habías reconocido?
PERÍFANES
Ninguna señal.
FILIPA
¿Quién te hizo creer que era nuestra niña?
PERÍFANES
Mi esclavo Epídico me lo dijo.
FILIPA
Pero si a él le hubiera gustado decir otra cosa, ¿tú no podías reconocer a tu hija?
PERÍFANES
¿Y cómo?, puesto que la vi una vez, y después nunca más.
FILIPA
¡Estoy perdida, pobre de mí!
PERÍFANES
No llores, mujer; entra y recupera el valor, la vamos a volver a encontrar.
FILIPA
Un hombre de aquí, un ciudadano de Atenas, la compró; un joven, por lo que me dijeron.
PERÍFANES
La voy a hallar, estate tranquila. De todos modos, entra a la casa y vigila a esta Circe, esta
hija del Sol9. Yo, sin asunto a la mano, me pongo a buscar a Epídico, y, si lo descubro,
puede contar conmigo: este es el último de sus días. (Salen).
9
Circe: hechicera y envenenadora. Hija del Sol indicaba a las personas que salían sin rumbo fijo.
ACTO V
ESTRATIPOCLES
Ese usurero me impacienta, pues no viene a buscar su plata, y no me trae a mi ama, que
compré en la venta del botín. Pero veo a Epídico. ¿Qué pena le arruga la frente?
EPÍDICO, sin ver a Estratipocles.
Aunque Júpiter viniera con los otros once grandes dioses en persona, se unirían en vano para
salvar a Epídico del suplicio. Vi que Perífanes compraba correas; Apécides lo acompañaba.
Sin duda, ahora me buscaban. Entendieron, saben que los engañé.
ESTRATIPOCLES
¿Cómo estás, mi buena fortuna?
EPÍDICO
Como el desdichado que soy.
ESTRATIPOCLES
¿Qué tienes?
EPÍDICO
Antes deberías equiparme de inmediato para la huída, antes de que me maten. Las dos
cabezas calvas corren detrás de mí por toda la ciudad, con las manos armadas de correas.
ESTRATIPOCLES
Llénate de valor.
EPÍDICO
En efecto, se me asegura la libertad en el mundo, ¿verdad?
ESTRATIPOCLES
Voy a velar por ti.
EPÍDICO
Y los otros aun mucho mejor, por Pólux, si me encuentran. (Al ver a Telestis, que llega con el
usurero.) ¿Pero quién es esa mujer que viene con el viejito?
ESTRATIPOCLES
Él es el usurero, y ella, mi ama, que compré en la venta del botín.
EPÍDICO, que señala a Telestis, asombrado.
¿Ella?
ESTRATIPOCLES
Sí. ¿No es lo que te dije?, mírala, contémplala, Epídico; no es sino gracia y encantos desde la
punta de los dedos a la punta de los cabellos. ¿No es cierto? Mira; vas a ver un retrato
magnífico.
EPÍDICO
Al seguir lo que dices, mi lomo en seguida va a parecerse a un modelo acabado; pues los
dos, un Zeuxis y un Apeles, van a pintarlo con pinceles de olmo.
ESTRATIPOCLES, al usurero.
¡Dioses inmortales, qué maravilla! Como dicen, un pulmón hubiera marchado más rápido
que tus pies10.
EL USURERO
¡Ella me retrasó, por Pólux!
ESTRATIPOCLES
Si a causa de ella, y para agradarle, te retrasaste, aun estás aquí muy rápido.
10
El texto de esta parte es incierto. Sin embargo, un proverbio de este tipo existía, al estar el pulmón siempre en
movimiento sin cambiar de lugar.
EL USURERO
Vamos, vamos, terminémoslo, y cuéntame la plata. No quiero hacer que esperen las personas
que me acompañaron.
ESTRATIPOCLES
Ya se contó todo.
EL USURERO
Aquí está mi bolsa; viértelo allí dentro.
ESTRATIPOCLES
Te has precavido, está bien. Espera, te entrego la plata.
EL USURERO
Manda.
ESTRATIPOCLES
Está en mi casa. (Él sale.)
EPÍDICO
¿Mis ojos me sirven fielmente, o me engañan? ¿Veo a la niña de Filipa, la tebana? ¿Telestis,
la pequeña nacida en Epidauro, la hija de Perífanes?
TELESTIS
¿Quién eres tú, que nombras a mis padres y sabes mi nombre?
EPÍDICO
¿No me conoces?
TELESTIS
No que yo sepa, al menos.
EPÍDICO
¿No te acuerdas que te di, para tu cumpleaños, una media luna de oro, con un anillito dorado
para que lo pusieras en tu dedo?
TELESTIS
Sí, amigo mío. ¿Eres tú?
EPÍDICO
Yo mismo, y ese joven (muestra a Estratipocles que regresa) es tu hermano, nacido de una
madre diferente, pero del mismo padre.
TELESTIS
¿Qué, mi padre, está vivo?
EPÍDICO
Aleja el temor y la pena de tu alma; estate tranquila.
TELESTIS
Los dioses me sacan del abismo y me salvan, si dices la verdad.
EPÍDICO
No tengo ningún motivo para mentirte.
ESTRATIPOCLES, que sale de la casa de Queríbulo.
Toma esta plata, usurero; allí hay cuarenta minas. Si hallas algunas piezas dudosas, te las
cambiaré.
EL USURERO
¡Perfecto! Pórtate bien.
ESTRATIPOCLES, a Telestis.
¿Entonces, eres mía, ahora?
TELESTIS
Sí, por Pólux, como una hermana, para que a tu vez lo sepas. Salud, hermano.
ESTRATIPOCLES
¿Ella está bien de la cabeza?
EPÍDICO
Lo está, si es a su hermano al que le habla.
ESTRATIPOCLES
¡Qué!, ¿en el tiempo de ir y volver, he llegado a ser su hermano?
EPÍDICO
Este es un feliz acontecimiento; guarda el secreto para ti y alégrate.
ESTRATIPOCLES
Me pierdes al encontrarme, hermana.
EPÍDICO
Insensato, cállate. ¿No tienes un ama que te espera en nuestra casa, la lirista que te traje,
como traje a tu hermana la libertad por mis buenos cuidados?
ESTRATIPOCLES
Epídico, eso es cierto.
EPÍDICO
Entra, y haz que le calienten el baño11. Te voy a contar el resto en detalle, cuando tengamos
tiempo.
ESTRATIPOCLES
Sígueme por aquí, hermana.
EPÍDICO
Le voy a enviar a Tesprión. Pero no olvide, si los ancianos están muy crueles, de venir en mi
ayuda con tu hermana.
ESTRATIPOCLES
Allí no vamos a faltar.
EPÍDICO, que va hasta la puerta de Queríbulo.
Tesprión, sal por el jardín, y ven a la casa a ayudarme; este es un gran acontecimiento.
(Regresando al frente de la escena.) Más que nunca, tengo con qué desafiar a los dos ancianos.
Entremos, para asistir a los huéspedes que nos llegan. Al mismo tiempo, voy a decirle a
Estratipocles lo que sé. Renuncio a la huída; estoy decidido a no dejar la casa. El anciano no
me va a acusar de haberlo desafiado a la carrera. Entremos, el tiempo se pierde en la plática.
(Sale.)
PERÍFANES
¡Aquel hombre nos ha burlado a ambos, pues somos dos viejos decrépitos!
APÉCIDES
¡Y, entonces, me asolas, por Pólux, con tus asoladoras historias!
PERÍFANES
Paciencia; sólo déjame que lo alcance.
APÉCIDES
Te lo digo, para que lo sepas; vas a hacer bien en pescar a otro para que te siga; pues, a
fuerza de correr contigo, mis pobres rodillas están muy hinchadas por la fatiga.
PERÍFANES
¡El gracioso cómo se ha burlado de mí, y también de ti; cómo ha arrancado las entrañas de
mi baúl más seguro!
APÉCIDES
¡Lejos de mí ese bribón!, es un hijo del furioso Vulcano; todo lo que toca, lo quema: por
poco que se lo tenga cerca, da calor, mucho calor.
EPÍDICO, que sale de la casa de Perífanes. Aparte.
Todos los inmortales que viven en el Olimpo, además con doce dioses, me asisten, me
defienden y combaten conmigo. Cualesquiera fueran mis perjuicios, tengo mi defensa y mi
seguridad lista en la casa. Pisoteo a cualquiera que quiera hacerme el mal.
PERÍFANES
¿Pero de qué lugares sacarlo?
11
Se daba el baño a los viajeros. — «Te avisaré de mi llegada, para que el baño esté listo.» (CICERÓN.)
APÉCIDES
Con tal que lo busques sin mí, te permito que lo busques hasta en el fondo del mar.
EPÍDICO, a Perífanes.
¿Por qué buscarme, por qué darte tanta pena?, ¿por qué molestarlo, a él? Aquí estoy. ¿He
huido, he desaparecido de la casa, me he ocultado a tus miradas? No te pido un favor.
Quieres encadenarme, aquí están mis manos. Tienes correas, vi que las compraste: ¿qué
esperas? Amárrame.
PERÍFANES
Todo está dicho; él me lo pide.
EPÍDICO
¿No me amarras?
PERÍFANES
¡Por Pólux, pillo descarado!
EPÍDICO
Con seguridad, Apécides, la voy a pasar bien con tu intercesión.
APÉCIDES
No te voy a contrariar, Epídico.
EPÍDICO, a Perífanes.
¡Y bien!, ¿qué quieres hacer?
PERÍFANES
¿Tu deseo, tal vez?
EPÍDICO
Sí, sí, por Hércules, mi deseo, y no el tuyo. Es necesario que me ates las manos en seguida.
PERÍFANES
No me agrada, no te las voy a atar.
APÉCIDES
Te prepara un buen dardo, dirige contra ti alguna treta.
EPÍDICO
Pierdes tu tiempo al dejarme en libertad, átame, amárrame.
PERÍFANES
Yo, quiero mejor que tengas las manos libres mientras te interrogo.
EPÍDICO
Pero no vas a saber nada.
PERÍFANES, a Apécides.
¿Qué debo hacer?
APÉCIDES
¿Qué debes hacer?, ceder ante él.
EPÍDICO
Tú, eres prudente, Apécides.
PERÍFANES
Entonces, dame tus manos.
EPÍDICO
Ellas no piden sino que las ates. Aprieta con fuerza; no te moderes.
PERÍFANES, que le ata las manos y le pregunta a Apécides al mismo tiempo que él.
Puedes ver cómo me la paga.
EPÍDICO
Está bien. Ahora comienza la averiguación; hazme todas las preguntas que quieras.
PERÍFANES
¿Quién te autorizó para que sostuvieras que la lirista que compré antes de ayer era mi hija?
EPÍDICO
Así me gustó; esa es mi autorización.
PERÍFANES
¿Cierto, así te gustó?
EPÍDICO
Sí. ¿Apostemos, si quieres, que es tu hija?
PERÍFANES
¿Cuando su madre no la reconoce?
EPÍDICO
¡Y bien!, apostemos que ella es la hija de su madre, yo una didracma, tú un talento.
PERÍFANES
Esa es una trampa. Vamos, ¿quién es esa mujer?
EPÍDICO
La ama de tu hijo, si quieres saberlo todo.
PERÍFANES
Esas treinta minas que te di, ¿no eran para mi hija?
EPÍDICO
Reconozco el depósito y que con esa plata compré a la ama de tu hijo, en lugar de tu hija.
Eso hace treinta minas que te pillé por ese conducto.
PERÍFANES
¿Y no me engañaste aun por esa música mercenaria?
EPÍDICO
Sí, es cierto, por Hércules, y no me jacto de ello.
PERÍFANES
¿Y qué hiciste con la última plata que te di?
EPÍDICO
Te lo voy a decir. Lo di a alguien que no es ni cruel, ni bueno, a tu hijo Estratipocles.
PERÍFANES
¿Y por qué te atreviste a dárselo?
EPÍDICO
Porque eso me gustó.
PERÍFANES
¡Qué insolencia, bribón!
EPÍDICO
¡Gritan aún detrás de mí como detrás de un esclavo!
PERÍFANES
Entonces, ¿eres libre?, me encanta eso.
EPÍDICO
Lo merezco.
PERÍFANES
¿Lo mereces?
EPÍDICO
Entra a ver, te vas a dar cuenta de que es verdad.
PERÍFANES
Luego, ¿qué ocurre?
EPÍDICO
Los hechos van a hablar por mí; sólo entra.
PERÍFANES
Oh, oh, hay algún misterio. Apécides, no lo pierdas de vista. (Sale.)
APÉCIDES
Entonces, ¿qué ocurre, Epídico?
EPÍDICO
Que me hacen una injuria de las más flagrantes, de amarrarme así, a mí que encontré a la
hija de mi amo.
APÉCIDES
¡En verdad!, ¿encontraste a su hija?
EPÍDICO
Si, y ella está en la casa. ¡Pero qué duro es hacer el bien y por eso no recibir sino el mal!
APÉCIDES
¡Y ambos nos cansamos hoy buscándote por la ciudad!
EPÍDICO
Ustedes se fatigaron buscando; yo, me cansé encontrando.
PERÍFANES, que habla con sus hijos dentro de la casa.
¿Por qué tantos y tantos ruegos? Lo mereció, lo siento, que lo traten de acuerdo a sus
méritos. (A Epídico.) Dame tus manos, que las desate.
EPÍDICO
No me toques.
PERÍFANES
Da.
EPÍDICO
No.
PERÍFANES
Te equivocas.
EPÍDICO
No, ¡por Hércules!, si hoy no me pagas los daños e intereses, no dejo que me desates.
PERÍFANES
Eso es muy justo y muy razonable. Te voy a dar unas botas, una túnica, un manto.
EPÍDICO
¿Y qué más?
PERÍFANES
La libertad.
EPÍDICO
¿Y luego?, el nuevo liberto necesita comer.
PERÍFANES
Lo va a tener. Te voy a alimentar (Va a desatarlo.)
EPÍDICO
¡Por Hércules!, nunca te voy a permitir que quites mis lazos, a menos que ahora me ruegues.
PERÍFANES
Te lo ruego, Epídico, perdóname si te ofendí con mi error, en la ignorancia en que me
hallaba. En recompensa, eres libre.
EPÍDICO
A pesar mío, te perdono, pero lo hago plenamente; entonces, desátame los lazos, por favor.
EL JEFE DE LA COMPAÑÍA
Este gracioso ganó la libertad con su astucia. Aplaudan, y adiós. Enderecen sus riñones y
váyanse.*
*
TOMADO DE: PLAUTE. Epidique (trad. de Henri Clouard), de: Plaute, liste des oeuvres traduites en français, en:
http: //remacle.org/bloodwolf/comediens/Plaute/epidique.htm, link:
http://remacle.org/bloodwolf/comediens/Plaute/poenus. htm