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COLECTIVEROS

Castillo Carrión, José Carlos

OPINA.

¿Los colectiveros se sienten valientes para bloquear calles y paralizar nuestra ciudad porque el
sistema formal de transporte no funciona? Siempre y cuando las personas no los necesiten a
diario, va a ser difícil que dejen de existir.

Me parece descabellado lo que ellos reclaman, su “formalización” es decir acabamos de


presenciar una marcha vandálica de personas que rompen las reglas del transporte reclamando
algo que no les corresponde.

No es que los tengamos muchas opciones para movilizarnos dentro de la ciudad sin perder el
día, más aún para las personas que viven en Chosica o en comas por poner un ejemplo no les
queda más que tomar un auto colectivo para poder llegar a tiempo a su trabajo y
simultáneamente pasar tiempo con su familia.

Pero también analizando esta situación, podemos ver a diario en los distintos paraderos de
buses de transporte público a estos señores que descaradamente se estacionan en estos
espacios hasta llenar sus autos y recién poder moverse de ese lugar, muchas veces por no decir
siempre ocasionando el tráfico vehicular que tanto odiamos y por lo cual perdemos demasiado
tiempo a diario en movilizarnos.

Si en algo coinciden distintos estudios sobre transporte informal, es que este servicio existe a
partir de la incapacidad del transporte formal de cubrir la demanda de las personas, es cierto
que tomando un auto colectivo vamos a llegar en un tiempo menor que al que nos tomaría en
un transporte formal, pero esta no es la solución, tenemos que ir en busca de un transporte más
eficiente y ordenado ya que lima se encuentra sobrepoblado de autos y es casi imposible
movilizarse con tranquilidad.

La fiscalización contra los colectiveros es fundamental, sobre todo si hay riesgo de accidentes en
el medio, pero es insuficiente. Si de un día a otro retiramos los colectivos, ¿cómo hace alguien
que los usa todos los días para llegar a tiempo en la mañana al trabajo y en la noche a ver a sus
hijos? Sin alternativas, se castiga al usuario.

La receta ya la conocemos todos, pero no está demás volver a mencionarlo: la única forma de
enfrentar esa informalidad es asegurando un transporte público de calidad y a bajo costo.

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