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FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

EL DERECHO FRANCO

PRESENTADO POR:

CABRERA ALLPAS, DAVID


GOMEZ OTAYZA, FERNANDO

DOCENTE:

MG. RUFINO MELÉNDEZ, ROGER MANUEL

HUÁNUCO – PERÚ
2019
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DEDICATORIA

Este trabajo está dedicado a todos aquellos abogados que tienen la necesidad de conocer

ampliamente sobre el derecho franco.

También dedicamos esta monografía a todos aquellos docentes y especialistas que sienten un

compromiso hacia el desarrollo integral de los estudiantes y buscan con diferentes recursos de

distintas maneras de brindarnos conocimientos.

Los Autores
iii

AGRADECIMIENTO

Agradecemos a Dios por darnos vida y permitirnos trabajar en este hermoso trabajo, que va

ayudar a muchas personas.

Agradecemos el apoyo incondicional de nuestras familias, quienes representan nuestro mayor

apoyo y bendición en la vida.

Los Autores
iv

RESUMEN

En el presente trabajo se realiza una explicación profundizada sobre la evolución del Derecho

Franco.

Analizaremos como surgieron y desaparecieron los Francos; fueron una comunidad de pueblos

procedentes de Baja Renania y de los territorios situados inmediatamente al este de Rin

(Westfalia), que igual que muchas otras tribus germánicas occidentales entro a formar parte del

imperio romano.

Veremos cuáles fueron sus antecedentes históricos, que era la Ley Sálica y la Ley Ripuaria a su

vez en que se diferenciaban estas ambas leyes.

Los impactos que tuvo el imperio Carolingio como surgió y que podemos resaltar de estos

hechos históricos. Asimismo haremos mención que eran los campos de Mayo.

Por finalizar explicaremos y analizaremos detalladamente todo referente al Derecho Franco.

Palabras clave: Derecho Franco, Ley Sálica, el Imperio Carolingio, Ley Ripuaría y los Campos

de Mayo.
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ÍNDICE

DEDICATORIA ....................................................................................................................... ii

AGRADECIMIENTO ............................................................................................................ iii

RESUMEN ............................................................................................................................... iv

ÍNDICE ..................................................................................................................................... v

INTRODUCCIÓN ................................................................................................................. vii

MARCO TEÓRICO ................................................................................................................ 1

1.1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS ...................................................................................... 1

1.1.1 PUEBLO FRANCO ................................................................................................ 1

1.1.2 POBLACIÓN .......................................................................................................... 1

1.1.3 LOS PRIMEROS FRANCOS Y SU EXPANSIÓN ........................................................ 2

1.1.4 LOS FRANCOS EN EL IMPERIO ROMANO .............................................................. 4

1.1.4.1.1 CLODOVEO I: ................................................................................................... 5

1.1.5 BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................ 30

CAPÍTULO II

MARCO TEÓRICO

CAPÍTULO III

DISCUSIONES

CONCLUSIONES………………………………………………………………...64

RECOMENDACIONES……………………………………………………….....65
vi

BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………….66
vii

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo hace mención del Derecho Franco sus antecedentes históricos donde nos

habla que los francos fueron una confederación de pueblos germánicos que, agrupados en torno a

dos grupos principalmente los salíos y los ripuarios, se hallaban establecidos al este del río Rhin

en tiempos del emperador Juliano (355-363). Luego, cruzaron el limes y se convirtieron

en foederati del Imperio Romano, ocupando las tierras situadas al norte de la actual Francia.

A su vez explicaremos en qué consistía la Ley Sálica y la Ley Ripuaria, la Ley Sálica era

ley secular que debe su nombre a los francos salíos quienes la compilaron y publicaron

en latín en el siglo V (Comienzos de la Alta Edad Media) por orden de su rey Clodoveo I para

que fuese inteligible a todos sus vasallos mientras la Ley Ripuaria constituían los ripuarios un

pueblo en íntima relación con los francos, a cuyo grupo en realidad pertenecían. Salíos y

ripuarios fueron aliados del Imperio romano.

Hacemos mención del Imperio Carolingio y los Campos de Maya.

Y por finalizar daremos conclusiones y recomendaciones y evaluaremos lo aprendido del

tema con participaciones.


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MARCO TEÓRICO

I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
1.1 PUEBLO FRANCO
Los francos (del latín Franci o gens Francorum) fueron una comunidad de pueblos

procedentes de Baja Renania y de los territorios situados inmediatamente al este

del Rin (Westfalia), que al igual que muchas otras tribus germánicas occidentales entró a formar

parte del Imperio romano en su última etapa en calidad de foederati, asentándose en

el Limes (Bélgica y norte de Francia actuales). Las poderosas y duraderas dinastías establecidas

por los francos reinaron en una zona que abarca la mayor parte de los actuales países de Francia,

Bélgica y Países Bajos, así como la región de Franconia en Alemania.

La palabra franco (Frank o Francus) significa «libre» en la lengua de los francos, ya que los

francos no estaban dominados por el Imperio romano ni por ningún otro pueblo. Dado que la

raíz frank- no es una raíz germánica conocida, se piensa también que podría derivar

de freirancken (libere vacantes) que significa libres viajeros.

1.2 POBLACIÓN
Ferdinand Lot en Les Invasions germaniques dice que solo los salíos eran 100.000 a 150.000.

Dominique Jamet en 1996 dice que los ripuarios eran cerca de 100.000, de los que un cuarto eran

combatientes.

Algunos calculan que pudieron ser en total entre ciento cincuenta y doscientas mil personas

las que conquistaron un territorio poblado por seis o siete millones. Posiblemente solo 30.000

fueran guerreros. Según Jean Décarreux ambos grupos francos sumaban 100.000 a 150.000

gentes, con un total de 30.000 guerreros, posiblemente muchos menos.


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1.3 LOS PRIMEROS FRANCOS Y SU EXPANSIÓN

No se sabe mucho de los inicios de la historia de los francos. El cronista galo-

romano Gregorio de Tours, autor de la Historia Francorum (Historia de los francos), que cubre

el período hasta el año 594, es la fuente principal. En ella cita a su vez como fuentes a Sulpicio

Alejandro y a Frigerido (los cuales serían desconocidos de no ser por él), además de aprovechar su

propia relación personal con muchos francos insignes. Aparte de la Historia de Gregorio, existen

otras fuentes romanas anteriores, como Amiano y Sidonio Apolinar.

Los estudiosos modernos dedicados al período de las migraciones han sugerido que el pueblo

franco podría haber surgido de la unificación de grupos germánicos anteriores más pequeños

(usípetes, téncteros, sicambrios y brúcteros), que habitaban el valle del Rin y los territorios

situados inmediatamente al este. Esta unión podría estar relacionada con el aumento del caos y

las insurrecciones acontecidas en la zona como resultado de la guerra entre Roma y los

marcomanos, que había comenzado en el año 166, así como de los conflictos derivados de ésta

durante la segunda mitad del siglo II y el siglo III.

La primera vez que los autores clásicos de la antigüedad nombran al territorio de los francos

es en la recolección de relatos laudatorios de emperadores romanos Panegyrici Latini (Panegíricos

Latinos), a principios del siglo IV EC. En esa época tal territorio se correspondía con el área

situada al norte y al este del Rin (la Renania actual), con unos límites difusos encerrados en el

triángulo entre las ciudades de Utrecht, Bielefeld y Bonn de hoy día. En el citado territorio se

situaban las tierras de la confederación de pueblos francos de los sicambrios, los salíos,

téncteros, usípetes, vindélicos, brúcteros, ampsivaros, camavos y catos. Algunas de estas tribus,

como los sicambros y los francos salios suministraban tropas a las fuerzas romanas que protegían

el limes (las fronteras del imperio).


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En un principio, se dividían en dos grupos, cuyos nombres derivarían, según algunas

interpretaciones, de sus asentamientos en torno a dos ríos:

Los francos salíos habitarían, a mediados del siglo III d. C., el valle inferior del río Rin, en los

actuales Países Bajos y noroeste de Alemania. Su nombre estaría vinculado, según unos, al

río Ijssel (forma antigua Isala, como otros cursos de agua: Isère, Yser, Isar); según otros, al

vocablo germánico «see» (mar), o también al germánico «i sala» (aguas oscuras).

Los francos ripuarios habitarían el curso medio del río Rin, y su nombre derivaría del vocablo

latino «ripa» (río), en el sentido de la gente del Rin.

Ya en el siglo IX la división entre ambos era prácticamente inexistente, pero durante algún

tiempo continuó siendo aplicada en el sistema legal que definía el origen de las personas.

Por su parte, Gregorio afirma que los francos vivieron originalmente en Panonia, pero que

más tarde se asentaron a las orillas del Rin. Existe una región al noreste de la actual Holanda (al

norte de lo que una vez fue la frontera romana) que lleva el nombre de Salland, y podría haber

recibido ese nombre de los salíos.

Hacia el año 250, un grupo de francos, aprovechándose de la debilidad del Imperio romano,

llegó hasta Tarragona (en la actual España), ocupando esta región durante una década antes de

que las fuerzas romanas los doblegaran y expulsaran de territorio romano. Unos cuarenta años

después, los francos tomaron el control de la región del río Escalda (actual Bélgica), interfiriendo

en las rutas marítimas de Bretaña. Los romanos pacificaron la región, pero no expulsaron a los

francos.
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1.4 LOS FRANCOS EN EL IMPERIO ROMANO

Entre los años 355 y 358, el emperador Juliano intentó dominar las vías fluviales del Rin bajo

el control de los francos, y una vez más volvió a pacificarlos. Roma les concedió una parte

considerable de la Gallia Belgica, momento a partir del cual pasaron a ser foederati del Imperio

romano, aunque el emperador forzó el retorno de los camavos a Hamaland (un distrito

ahora holandés en la actual Güeldres). De este modo, los francos se convirtieron en el primer

pueblo germánico que se asentó de manera permanente dentro de territorio romano.

El holandés hablado en Flandes (Bélgica) y Holanda tiene su origen en las lenguas de origen

germánico habladas por los francos, también el limburgués tendría el mismo origen.

Algunos francos prosperaban en suelo romano, como Flavio Bauto y Arbogastes, militares que

apoyaban la causa de los romanos, mientras que otros reyes francos, como Malobaudes se

oponían a los romanos dentro del Imperio. Después de que la caída de Arbogastes tras su

suicidio en la Batalla del Frígido, su hijo Arigio logró establecer un condado hereditario

en Tréveris, y después de la caída del usurpador Constantino III, algunos francos apoyaron al

usurpador Jovino (411).

A pesar de ser aliados de Roma —de hecho contribuyeron a defender las fronteras tras el paso

de las tribus germánicas por el Rin en el 406— desde la década de 420, los francos aprovecharon

la decadencia de la autoridad romana sobre la Galia, para extenderse al sur, de manera que fueron

conquistando gradualmente la mayor parte de la Galia romana al norte del río Loira y al este de

la Aquitania visigoda.

La invasión de los francos presionó hacia al suroeste, más o menos entre el Somme y la

ciudad de Münster (en la Renania del Norte-Westfalia actual), y avanzó por la región parisina,
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donde terminaron con el control romano que ejercía Siagrio en el 486, y prosiguió hacia los

territorios al sur del río Loira, de donde se expulsó a los visigodos a partir del 507.

1.4.1 LOS REYES FRANCOS MEROVINGIOS

Según la historiografía tradicional, Faramundo fue el primer rey de los francos salios y el

fundador, por tanto, de la dinastía merovingia.

Los reyes merovingios tomaron el nombre de Meroveo (448-457), nieto de Faramundo, que

luchó muy probablemente al lado de los romanos frente a Atila en los Campos Cataláunicos en

451. Los merovingios gobernaron hasta el año 751, en que Pipino el Breve destituyó a Childerico

III.

1.4.1.1 CLODOVEO I:

(481-511), nieto de Meroveo, inició una hostil política de expansión del Regnum Francorum por

toda la Galia.

Durante los primeros años de su reinado, combatió a Siagrio, jefe romano que se había

coronado a sí mismo rey tomando bajo su dominio un territorio de la Galia comprendido entre

los ríos Somme y Loira, y le arrebató el reino.

También combatió a los alamanes, un conjunto de tribus germánicas establecidas en el curso

medio del río Elba, en la actual Alemania.

Casó con Clotilde, hija del rey de los burgundios, y se convirtió al catolicismo en un hecho

de trascendental importancia, porque se abría así un larguísimo período de muy estrechas

alianzas entre la monarquía franca y la Iglesia. Además, fue ungido por el obispo Remigio de

Reims, lo cual también le otorgaba legitimidad en el trono frente a sus súbditos.

Por último, derrotó a los visigodos en la Batalla de Vouillé, cerca de Poitiers, y los expulsó

de la Galia, adquiriendo su poder sobre la zona del sur de la actual Francia.


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Bajo el reinado de Clodoveo I, el territorio francés, casi en su total conjunto, quedó sometido al

dominio franco, siendo, por ese motivo, considerado por muchos el verdadero precursor de la

nación francesa. A su muerte, el reino se dividió entre sus cuatro hijos.

Una de las costumbres que tenían los monarcas merovingios era la de repartir sus territorios

entre sus descendientes y, de esta manera, cada vez que moría un rey, se producía una nueva

división del reino en reinos más pequeños cuyas fronteras no tenían, a menudo, nada que ver con

las que se habían formado en el período precedente.

Las guerras y las luchas fratricidas fueron una constante en los 270 años que duró la dinastía.

1.4.1.2 LOS TRES SUBREINOS

Poco a poco, dentro del reino franco, se fueron configurando tres subreinos que mantendrían

entre ellos fuertes disputas por la supremacía total del Regnum Francorum: Austrasia, Neustria y

Borgoña.

Austrasia comprendía las tierras situadas en las cuencas de los ríos Rin, Mosa y Mosela, y

sus ciudades principales fueron las actuales Rheims (la capital), Metz, Colonia o Tréveris.

Neustria, que al principio se llamó Soissons, surgió mucho más tarde que Austrasia y

abarcaba el territorio del noroeste al norte del río Loira, con París, Orleans y Soissons como

ciudades más importantes.

Por último, Borgoña fue el antiguo territorio del reino de los burgundios, pero ampliado

considerablemente hacia el norte y este de la actual Francia y la mayor parte de la Provenza.

(Bajo el reinado de Dagoberto I (623-639) el ducado de Aquitania se convirtió en un

otro subreino, y en él se libraron innumerables batallas, dando mucho que hablar en los

sucesivos siglos.
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1.4.1.3 EL MAIOR DOMUS PIPINO DE HERISTAL

Las pugnas entre Neustria y Austrasia para dominar el reino franco en su totalidad, fue lo que

caracterizó el largo período merovingio, y no fue hasta la época en la que los mayordomos de

palacio (del latín maior domus) comenzaron a adquirir verdadera autoridad política, que pudo

empezar a atisbarse algún signo de unidad. Y ésta aún se haría difícil de ver en los siglos

posteriores.

El cargo de maior domus era el más importante después del de monarca, y quien lo ostentaba

detentaba realmente el poder político del reino. Pipino el Joven, también conocido como Pipino

de Heristal (653-714), de la casa de los Arnulfo, fue un poderoso magnate de la aristocracia

austrasiana, y no tenía nada que ver, por tanto, con los monarcas merovingios.

Desde su elevado rango aristocrático, y siendo maior domus de todo el reino, alcanzó tanto

poder que terminó nombrándose a sí mismo dux et princeps francorum.

Durante los años que duró el gobierno del poderoso mayordomo arnulfiano, el reino franco se

vio inmerso en importantes luchas militares contra otros pueblos del norte, como los frisones o

los alamanes, lo que hizo que toda la Galia meridional quedara lejos de la influencia de los

pipínidas.

El dux Eudo de Aquitania supo aprovechar esta circunstancia y adquirió totalmente el

liderazgo político sobre dicho territorio.

1.4.1.4 EL MAYORDOMO DE PALACIO CARLOS MARTEL

Cuando Pipino el Joven murió (714), los problemas sucesorios sobre quién ocupaba la

jefatura del reino provocaron una guerra civil que asoló el Regnum Francorum y los duques

provinciales se desvincularon de la influencia de los pipínidas.


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Uno de los hijos de Pipino, Carlos, logró ocupar el puesto de mayordomo de palacio, a pesar

de que era hijo bastardo y, por lo tanto, ilegítimo. Tuvo que enfrentarse a Plectrude, la viuda de

su padre, quien pretendía hacerse cargo de la regencia de su nieto Teodoaldo, hijo

de Grimoaldo II.

Tras unos problemas con los sajones, que habían invadido Austrasia, y una serie de revueltas,

primero en Neustria y Aquitania, y después nuevamente en Austrasia, Carlos se erigió en

vencedor y consiguió reunificar totalmente el reino franco. Destronó a Chilperico II (primer

reinado: 715-717) e instaló en el trono a Clotario IV (717-719), al tiempo que él se reservaba

para sí el título de mayordomo.

Al morir Clotario II, Carlos se vio obligado a reconocer a Chilperico II (segundo

reinado: 719-721) como rey, y a la muerte de éste al año siguiente (720), designó sucesor

a Teodorico IV (721-737).

Después de esto, Carlos hubo de intervenir en Bavaria, contra el duque Agilolfing y después

en Alemania, contra el duque Lantfred.

Sin embargo, toda esta larga sucesión de conflictos, con ser serios, eran pecata

minuta comparados con la terrible tormenta que se había desatado al sur de los Pirineos. Los

musulmanes, que unos diez años atrás se habían ventilado de un soplo a todo un reino soberano

como era el de los visigodos en Hispania, estaban dando muestras de querer traspasar el umbral

pirenaico, y hasta habían llegado a aliarse con el dux Eudo de Aquitania.

La Batalla de Poitiers, acaecida en 732, es, sin duda alguna, el hecho más renombrado de

Carlos, que obtuvo a consecuencia de ella el sobrenombre de Martel ("martillo"). Carlos fue

implacable derrotando a los ejércitos musulmanes, que hubieron de regresar a Al-Andalus y ya

no volvieron a intentar cruzar los Pirineos.


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El resto del gobierno de Carlos Martel hasta su muerte fue una sucesión de combates

victoriosos. Primero, nuevamente contra los frisios, a los que consiguió dominar definitivamente

y logró que se convirtieran al catolicismo; a continuación, contra los sucesores de Eudo de

Aquitania. Después, expulsó a los musulmanes que quedaron en Narbona.

Tan grande era el poder que Carlos Martel había llegado a adquirir que, en 737,

murió Teodorico IV y él ni siquiera se preocupó de buscar a un sucesor, cuando el hacerlo era

algo que estaba dentro de sus funciones de gobierno.

Gobernó todo el tiempo como si fuera un rey, pero sin llegar nunca a serlo y sin tener el

derecho para hacerlo. Pero lo hizo.

Hasta el Papa Gregorio III solicitó su ayuda para defenderse de los lombardos, y esto a pesar

de que Carlos Martel no era demasiado apreciado por el clero, puesto que una de las estrategias

que había seguido desde el principio para atraerse a los miembros de la nobleza adversos a su

causa había sido el otorgarles propiedades territoriales agrarias de la Iglesia (este hecho es

conocido como la "secularización de Carlos Martel").

Carlos Martel murió en el año 741.

1.4.1.5 POITIERS

Esta batalla es también conocida como la de Tours, para diferenciarla de la que se produjo en

el mismo lugar en el año 1356, dentro de la Guerra de los Cien Años.

Poitiers y Tours son dos ciudades situadas en el centro de la actual Francia y por sus cercanías

tuvo lugar en el año 732 la famosa batalla entre el ejército de Carlos Martel y el de los

musulmanes andalusíes.

Fue tan famosa como la Batalla de Guadalete, pero su resultado fue diametralmente el

opuesto, ya que los musulmanes sufrieron una de las peores derrotas de su historia. Toda Europa
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occidental, totalmente dividida como se hallaba, se libró de ser engullida por el Islam. Y para las

poblaciones situadas en los valles pirenaicos, la consecuencia principal es que la influencia

musulmana, tanto étnica como cultural, fue totalmente nula.

Una vez que los musulmanes habían conquistado Narbona (Arbuna, en árabe) en 720 y toda la

Septimania visigoda, pacificándola y librándola de las continuas amenazas que siempre había

sufrido por parte del reino de los francos, una expedición musulmana al mando del walí Al-

Samh al-Jawlani quiso al año siguiente tomar Tolosa.

Durante dos meses la sitió y a punto estuvo de asaltarla cuando el dux Eudes de Aquitania,

regresando a la ciudad con los refuerzos que había conseguido reunir, cayó sobre las fuerzas del

emir y lo derrotó.

Sin embargo las aceifas continuaron, y en 725 los musulmanes llegaron hasta la ciudad de

Autun, en el corazón de Borgoña.

El dux Eudo se prestó a negociar con uno de los jefes andalusíes, Uthman ibn Naissa,

conocido también como Munuza, un tratado por el cual Eudo entregaría la mano de su hija a

Munuza y éste se comprometía a no seguir realizando razias. Munuza era un bereber que había

participado en la conquista de España se convirtió en gobernador de la zona noreste de la

Península en 714. Poco después quedó al mando de las tropas que habrían de penetrar en el reino

de los francos.

Munuza no tardó en sublevarse contra al walí de Al-Andalus, Abderramán al-Gafiqí. Por

ello, éste último, al mando de un ejército andalusí, penetró en el territorio franco y se dirigió a la

ciudad de Burdeos, lugar en el cual Eudo se había recluído con su ejército. Eudo fue derrotado,

Burdeos fue tomada y saqueada y las aguas del río Garona fueron cubiertas con la sangre de
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miles de cristianos, según las fuentes cristianas de la época (Gregorio de Tours y el anónimo

continuador de la Crónica de Fredegario).

Eudo consiguió huir y acudió a solicitar ayuda a Carlos Martel, el cual vería ahora la

oportunidad de someter a su autoridad al dux Eudo y a toda la Aquitania, una de las pocas zonas

que, hasta el momento, escapaban a su dominio. Como es bien sabido, toda la zona cercana a la

ciudad de Burdeos fue arrasada y devastada por las tropas musulmanas.

Según la Continuación de la Crónica de Fredegario, las riquezas que encerraba la Abadía de

San Martín en Tours fue lo que atrajo la atención del emirato en aquellos momentos, y el pensar

que si había resultado tan sumamente fácil tomar el control sobre la zona de la Gascuña, tal vez

el camino hacia el interior del Regnum Francorum estuviese también despejado, como había

ocurrido en España unos años antes.

En 732, un ejército musulmán, al mando del mismo walí Abderramán al-Gafiqí, se dirigió

hacia Tours desde la Septimania.

Carlos Martel, enterado de esta nueva incursión sarracena, reunió a un amplio ejército, y,

desde Austrasia, marchó al sur.

En pleno otoño del año 732, y posiblemente entre las localidades de Tours y Poitiers, tuvo

lugar la batalla. Durante una semana, los ejércitos se vigilaron y sólo se realizaron ligeras

escaramuzas. El ejército franco se componía principalmente de soldados de infantería, mientras

que el sarraceno lo formaba una caballería armada con lanzas largas y espadas.

Los francos, bien preparados para el frío, conocedores del terreno y en posiciones defensivas,

esperaron a que fueran los andalusíes quienes iniciaran la batalla final. Y los andalusíes,
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inferiores en número de combatientes, pero confiando en la superioridad que les proporcionaba

la caballería, cargaron al séptimo día.

Las bien posicionadas fuerzas de Carlos Martel pudieron rechazar la carga, y la caballería

del dux Eudeo, que esperaba oculta en los bosques cerca de la posición de las tropas de Carlos,

dio el golpe de gracia a las tropas enemigas, sobre las que cayó con la fuerza de un

auténtico martillo, destrozándolas.

Los musulmanes supervivientes no volvieron a presentar batalla al día siguiente y regresaron

a su lugar de origen. Carlos continuó con su labor de expulsar a los musulmanes del interior de

su reino y el reino franco no se convirtió en un nuevo emirato.

II. LA LEY SÁLICA

La Ley Sálica (Lex Salica) es una ley secular que debe su nombre a los francos salios quienes

la compilaron y publicaron en latín en el siglo V (Comienzos de la Alta Edad Media) por orden

de su rey Clodoveo I para que fuese inteligible a todos sus vasallos, quienes entendían esta

lengua por haber estado bajo el dominio del Imperio romano hasta principios de ese siglo. Fue la

base de la legislación de los antiguos reyes francos hasta su extinción y la aparición del moderno

reino de Francia entre los siglos IX y X. Se le conoce más por la regulación de la sucesión

monárquica a favor de los varones pero regulaba también otros aspectos y asuntos

de herencia, crímenes, lesiones, robo, hechicería o maleficio, etc., y habría sido un importante

elemento aglutinador en un reino como el franco, compuesto por varios grupos y etnias.

2.1 PENAS POR CRIMENES Y HECHICERÍA

En las normas sálicas que regulan los castigos por crímenes no hay castigos corporales e

incluso los homicidios o asesinato eran penados con multas monetarias. Por ejemplo el que

asesinara a un obispo debía pagar 900 sueldos en oro equivalentes a doce mil reales de plata del
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siglo XIX o aproximadamente a dieciocho euros actuales. Sin embargo la práctica de la

hechicería sí era penada severamente, y las personas halladas culpables eran condenadas al

ahorcamiento o a la hoguera.

2.2 LA LEY SÁLICA Y LA SUCESIÓN MONÁRQUICA

Una parte muy concreta de este código habría sobrevivido, aparentemente, a los reyes

francos, y pervivió en la historia europea durante varios siglos: se trata de aquella que prohibía

que una mujer heredara el trono de Francia, e incluso que pudiese transmitir sus derechos al

trono a sus descendientes varones. Actualmente la ley sálica no está en vigor en ninguna

monarquía europea y para determinar la sucesión lo que opera es en favor de la persona de más

edad, con independencia de su sexo, es decir por primogenitura estricta; aunque la Monarquía

Española y el Principado de Mónaco son las excepciones, actuando en este momento la llamada

ley "agnaticia" (una ley diferente de la Ley Sálica) que sitúa a las mujeres en la sucesión al trono

detrás de sus hermanos varones, aunque éstos sean de menor edad.

La Ley Sálica original otorgaba, en realidad, un papel preponderante a un jefe de guerreros en

la sucesión al trono: establecía que el acceso al mismo correspondía al hijo varón de la hermana

del rey, siendo éste un medio de asegurar un jefe de guerreros en el poder; en efecto, siguiendo la

lógica sálica, nunca se podía estar completamente seguro de si el hijo de la mujer del rey llevaba

realmente la sangre del rey y tampoco era seguro que el hijo de la hermana del rey llevara sangre

real, pues la madre del rey también podía haber sido infiel a su padre al concebir a su hermana.

La razón debe buscarse en que los varones de la nobleza recibían entrenamiento en el manejo de

las armas desde temprana edad y en aquella época el rey, el primero de los nobles, combatía al

frente de sus tropas con cierta frecuencia. Esto hacía preferible a un supuesto varón de la familia

real frente a una supuesta hija del rey.


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III. LA LEY RIPUARIA

Constituían los ripuarios un pueblo en íntima relación con los francos, a cuyo grupo en

realidad pertenecían. Salios y ripuarios fueron aliados del Imperio romano, al menos en la época

de Accio, bajo cuyo mando lucharon contra los hunos. Un enjambre de reyezuelos lo gobernaba,

hasta que Clodoveo ocupó el trono de Tournai, quedando consolidados y asentados en los

territorios comprendidos entre el Rin y el Mosa, en las inmediaciones de Colonia y de Bom. Su

nombre parece derivarse de riparius (soldado vigilante de las orillas de los ríos), y en último

término de ripa (ribera, orilla), sin duda por ocupar preferentemente las riberas de los citados

ríos.

La Ley que vamos a dar a conocer pertenece al grupo franco, siendo posterior y de menor

importancia que la Ley Sálica con la cual tiene una evidente analogía. Como aquélla, se inspira

en gran parte en sus costumbres y comienza a notarse un mayor influjo de la Iglesia, que más

tarde adquiere un predominio casi absoluto. Regula, de modo especial, el Derecho penal y el

procedimiento, constituyendo en gran parte una verdadera tabla de delitos y penas, reducidas casi

siempre a penas pecuniarias; admite como la Ley Sálica la mutilación, las ordalías, la prueba a

cargo del acusado, los cojuradores y la composición. Destacan entre sus preceptos de orden civil

los que hacen referencia a las ventas y, sobre todo, el curioso procedimiento para recordar y

probar, en su día, la tradición.

En esta Ley, como en la anterior, apenas si se puede hablar de método, ni de orden,

apareciendo mezcladas las disposiciones de orden penal, de procedimiento y de carácter civil.

Carece esta Ley de prefacio y de epílogo, y parece ser que ha sido modificada en el transcurso de

los siglos VII y VIII. De ella existen dos ediciones: la de Heroldi y la de Liudembrogio,
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constando la primera de 91 títulos y la segunda de 89. Los dos títulos que aquélla tiene de más

son una ampliación del título 30 de ésta.

Entrando en el examen de la Ley se observa que los primeros 29 títulos son todos de carácter

penal; vienen a corresponderse, una gran parte, con otros de la Ley Sálica, y fijan sus sanciones

en sueldos.

El título 30 trata de la interpelación y presentación de los siervos, y dispone que el ripuario

que fuere interpelado en juicio por causa de alguno de sus siervos que hubiere incendiado o

cometido hurto, cuando no tuviere seguridad de cuál de sus siervos fuese el culpable, al ser

interrogado se expresará diciendo: «Yo ignoro si tal siervo es culpable o inocente del delito de

que se le acusa.»

En consecuencia, añade el título 31 de la edición de Heroldi, según la Ley Ripuaria debe

presentar al siervo acusado en plazo de catorce noches ante la Asamblea para la prueba del

fuego, y en presencia de la misma y con la festuca en la mano debe comprometerse y obligarse

en forma que si el siervo mete la mano en el fuego y la saca herida se considere culpable y

responda del hurto o daño de su siervo. El 32 de Heroldi, continuación del anterior, prevé el caso

de que el siervo acusado se diere a la fuga, subsistiendo la obligación de presentarlo o de

responder por él. Si el siervo se fugare después de acordar la Asamblea la prueba de fuego, su

dueño debe acudir a la misma con tres testigos y jurar en sitio sagrado que aquel siervo que debía

haber presentado para la prueba del fuego, contra su voluntad y conocimiento había huido. En tal

caso se le concederá un nuevo plazo de cuarenta noches para que lo busque y presente, y si no lo

hiciere responderá por él.


16

IV. EL IMPERIO CAROLINGIO

El Imperio carolingio es un término historiográfico utilizado para referirse al reino

franco que dominó la dinastía carolingia del siglo VIII al siglo IX en Europa occidental. Este

período de la historia europea deriva de la política de los reyes francos, Pipino el

Breve y Carlomagno, que supuso un intento de recuperación de la cultura clásica en los ámbitos

políticos, culturales y religiosos de la época medieval. La coronación de Carlomagno como

emperador en Roma fue un hecho relevante e importante como símbolo de restauración de facto

del Imperio romano de Occidente, que en realidad sirvió para legitimar el poder de la etnia

germánica que había invadido el territorio que antiguamente correspondía a los romanos. Tras su

partición por el Tratado de Verdún en 843, sería sustituido un siglo después por el Reino de

Francia en su parte oeste, y por el Sacro Imperio Romano Germánico en el este.

En su apogeo, el imperio tenía una población de diez a veinte millones de personas y una

extensión de 1 112 000 km².

4.1 HISTORIA

La dinastía deriva del matrimonio de los hijos de Arnulfo de Metz y Pipino el Viejo, ambos

descritos por Fredegario como los señores más importantes de Austrasia. La familia consolidó su

poder desde el segundo tercio del siglo VII consiguiendo que el oficio de mayordomo de

palacio fuese hereditario, y convirtiéndose así en los verdaderos gobernantes de los francos;

mientras que los reyes merovingios quedaban reducidos a un papel nominal, es por ello que se

les denomina «reyes holgazanes».

El mayordomo de palacio de todos los reinos merovingios, Pipino el Breve (hijo del

mayordomo Carlos Martel y descendiente de Pipino el Viejo), logró destronar a su

rey merovingio Childerico III en 751, y fue reconocido rey de los francos con apoyo del
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papa Zacarías, y posteriormente ungido como rey por el papa Esteban II en 754. Así, aunque

Pipino fue rey electo, aseguró su legitimidad divina a través del papa.

En efecto, Pipino consolidó su posición en 754 al fraguar una alianza con el papa Esteban II,

quien obsequió al rey de los francos una copia de la Donación de Constantino en París, y le

ungió a él y a su familia en una majestuosa ceremonia en Saint-Denis, declarándolo patricius

Romanorum ('protector de los romanosi). El año siguiente, Pipino cumplió la promesa hecha al

papa y recuperó el exarcado de Rávena, recientemente perdido ante los lombardos,

entregándoselo al papa en lugar de devolvérselo al emperador bizantino. Pipino entregó también

los territorios reconquistados en los alrededores de Roma, dando pie a la creación de los Estados

Pontificios en la Donación de Pipino, que dejó en la tumba de San Pedro. La reconstruida

monarquía franca proporcionaría una base de poder leal (potestas) en la creación de un nuevo

orden mundial, en que el liderazgo religioso-espiritual del papa acrecentó su dosis de poder

político-terrenal.

4.2 CARLOMAGNO

A la muerte de Pipino en el año 768, se repartió (siguiendo la tradición franca) entre sus

hijos Carlos y Carlomán, recibiendo el primero la Aquitania marítima, parte de Neustria y

Austrasia, y zonas fronterizas de Frisia; mientras que el otro obtuvo las áreas marginales de

Alemania, Alsacia, Aquitania interior, Borgoña, Provenza y Septimania. Tras diversos

enfrentamientos entre ellos, la muerte de Carlomán (711) dejó a su hermano Carlos como único

rey, quién posteriormente pasaría a ser conocido como Carlomagno. Era un personaje poderoso,

inteligente y relativamente culto, que se convertiría en una leyenda para la historia posterior

tanto de Francia como de Alemania. Carlomagno restableció un equilibrio de poder entre el

emperador y el papa.
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A partir del año 772, Carlomagno emprendió una larga guerra en la que conquistó y derrotó a

los sajones para incorporar sus territorios al Imperio franco (las últimas incursiones de

Carlomagno sobre los territorios sajones está datada en 804 por los Annales regni Francorum).

Esta campaña se sumó a la práctica de líderes cristianos no romanos que provocaban la

conversión de sus vecinos por la fuerza. Los misionarios católicos francos, junto a otros

de Irlanda y de la Inglaterra anglosajona, habían penetrado en territorio sajón desde mediados del

siglo VIII, resultando en un aumento de los enfrentamientos con los sajones, que se resistían a los

empeños misionarios acompañados de incursiones militares. El principal oponente sajón de

Carlomagno, Widukind, aceptó ser bautizado en el 785, como parte de unos acuerdos de paz,

pero otros líderes sajones continuaron con la lucha. Tras su victoria en el 782 en Verden,

Carlomagno ordenó la matanza masiva de miles de prisioneros sajones paganos. Tras varios

levantamientos más, los sajones sufrieron la derrota definitiva en el 804. Esto expandió el

Imperio franco hacia el este, hasta el río Elba, algo que el Imperio romano solo intentó una vez, y

en lo que falló en la batalla del Bosque de Teutoburgo (año 9 d. C.). Para poder cristianizar con

más efectividad a los sajones, Carlomagno fundó varias diócesis, entre las que se cuentan las

de Bremen, Münster, Paderborn y Osnabrück.

Al mismo tiempo (773-774), Carlomagno conquistó a los lombardos, incluyendo de esta

manera el norte de Italia en su esfera de influencia. Renovó el donativo al Vaticano y la promesa

al papado de continuar la protección por parte de los francos.

En el 788, Tasilón III, duque de Baviera, se rebeló contra Carlomagno. Tras aplastar la

revuelta, este incorporó Baviera a su reino. Además de expandir los horizontes de sus dominios,

redujo de manera drástica el poder y la influencia de los agilolfingos (la familia de Tasilón), otra

de las familias influyentes de entre los francos y sus potenciales rivales. Hasta el 796,
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Carlomagno continuó expandiendo su reino todavía más hacia el sureste, hasta la

actual Austria y a partes de Croacia.

De esta manera, Carlomagno creó un reino que alcanzaba desde los Pirineos al suroeste,

incluyendo de hecho una zona del norte de la península ibérica (Marca Hispánica tras 795),

pasando por casi toda la Francia moderna (a excepción de Bretaña, que nunca fue conquistada

por los francos), y al este la mayor parte de la actual Alemania, incluyendo el norte de Italia y la

actual Austria. En la jerarquía de la Iglesia, los obispos y abades buscaban la protección del

palacio del rey, fuente tanto de protección como de seguridad. Carlomagno se había erigido en

líder de la cristiandad occidental, además de impulsar un «Renacimiento carolingio» en la cultura

literaria, gracias a su apoyo a monasterios como centros de enseñanza.

El día de Navidad de 800, el papa León III coronó a Carlomagno como «Emperador que

gobierna el Imperio romano», en Roma, en una ceremonia presentada como inesperada, puesto

que Carlomagno no deseaba encontrarse en deuda con el obispo de Roma, y a su hijo Carlos el

Joven como rey de los francos. Se trataba de uno más de los gestos llevados a cabo por el papado

para definir los papeles de auctoritas papal y potestas imperial; así como para considerarle como

sucesor de los emperadores romanos. Esto originó una serie de disputas con los bizantinos por el

nombre de Imperio romano. Tras una primera protesta por la usurpación, en 812, el emperador

bizantino Miguel I Rangabé reconoció a Carlomagno como emperador (basileus), pero no como

emperador de los romanos (Βασιλεύς των Ρωμαίων), título que se reservó el bizantino como el

verdadero sucesor de los emperadores romanos. La coronación sirvió para dar una legitimidad

permanente a la primacía carolingia entre los francos.

Tras la muerte de Carlomagno el 28 de enero de 814 en Aquisgrán, fue enterrado en

su Capilla Palatina.
20

4.3 CAROLINGIOS POSTERIORES

Carlomagno tuvo varios hijos, pero solo uno le sobrevivió. Fue Luis el Piadoso, quien

sustituyó a su padre al frente del imperio unificado. Pero el hecho de que heredase el puesto fue

más un asunto de azar que intencionado. Tras tres guerras civiles, Luis murió en 840, y sus tres

hijos supervivientes decidieron repartirse el territorio en el tratado de Verdún, en 843:

Al hijo mayor de Luis, Lotario I, emperador desde el año 817, le correspondió los

francos centrales con las capitales imperiales Aquisgrán y Roma. A su vez, sus hijos

se dividieron este imperio en Lotaringia, Burgundia e Italia (septentrional). Estas

zonas desaparecerían más tarde, integrándose en el Imperio germánico.

2. El segundo hijo de Luis, Luis el Germánico, pasó a ser rey de los francos del este.

Esta zona sería el origen de lo que más tarde fue el Sacro Imperio Romano

Germánico, que con el tiempo llegó a ser, aproximadamente, la actual Alemania.

3. Su tercer hijo, Carlos el Calvo, pasó a ser rey de los francos del oeste, en disputa

con su sobrino Pipino II de Aquitania. La zona que ocupó llegaría a ser la actual

Francia.

Más tarde, mediante el tratado de Mersen (870) y Ribemont (880) se realizó una nueva

división de los territorios, en detrimento de Lotaringia.

El 12 de diciembre de 884, tras una serie de fallecimientos, el emperador Carlos III el

Gordo reunió la mayor parte del Imperio carolingio, solo Bosón de Provenza resistía como rey

en Vienne.

A finales de 887, su sobrino Arnulfo de Carintia se sublevó y se hizo con el título de rey de

los francos del este (actual Alemania). Carlos se retiró y murió poco después, el 13 de enero

de 888. Italia, y las dos Borgoñas tuvieron reyes propios. En la Francia occidental, Eudes, conde
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de París fue elegido rey y fue coronado al mes siguiente, pero en Aquitania Ranulfo, conde de

Poitiers, se autoproclamó rey de Aquitania (el título fue abandonado tras su muerte) y tomó bajo

su protección al joven Carlos el Simple, tercer hijo de Luis el Tartamudo, de siete años. Diez

años más tarde, los carolingios recuperaron el poder en Francia, donde gobernaron hasta 987,

año de la muerte del último rey de la dinastía carolingia Luis V.

4.4 CAUSAS DE LA DISGREGACIÓN DEL IMPERIO CAROLINGIO

Carlomagno no logró dotar a su Imperio de una organización política que pudiera subsistir por

sí misma a las amenazas que se cernían sobre él. Toda la organización del Imperio descansaba

sobre una condición necesaria: la fidelidad de los nobles al Emperador y Rey de los Francos y de

los lombardos. Todo ello en un contexto económico y social en el cual los condados se volvían

cada vez más autónomos: en principio, como resultaba muy costoso mantener a un guerrero a

caballo con todo su equipamiento, solo los grandes propietarios podían permitírselo y los

restantes hombres libres no tenían otra alternativa que encomendarse a un señor como vasallos.

Hay que destacar que no existía un ejército permanente en el Reino de los Francos sino que se

realizaban levas de armas y cada guerrero debía equiparse por su cuenta. Se vivía en una

sociedad rural cuya economía era la agricultura de subsistencia, las ciudades estaban despobladas

y reducidas a su mínima expresión y el comercio había prácticamente desaparecido. La burguesía

aún no había surgido como clase social y las provincias tenían que subsistir con sus propios

recursos.

Así, entre el Emperador y los hombres libres cada vez cobró más fuerza la casta intermediaria

de los nobles ante quienes sus vasallos debían responder. Era solo cuestión de tiempo que en un

Imperio tan extenso en el cual las comunicaciones eran tan escasas y deficientes, los vasallos

respondieran más ante sus señores locales que ante el Emperador.


22

Mientras Carlomagno vivió, su extraordinario prestigio, su mano firme y su férrea voluntad, y

los beneficios que reportaban a la nobleza las conquistas territoriales, hicieron que se le

obedeciera por encima de la desintegración que estaba en ciernes. Únicamente si su sucesor

hubiera sido un rey con los talentos de Carlomagno hubiera tenido el Imperio posibilidades de

sobrevivir. Pero su hijo Carlos, quien tenía un gran talento militar y a quien Carlomagno había

confiado algunas de sus misiones más difíciles, no le sobrevivió.

Ya en vida de Carlomagno se había producido un hecho que permite deducir que algo malo

estaba pasando con la fidelidad sobre la base de la cual estaba erigido el esqueleto del Imperio.

En el verano del año 807, muy pocos de los señores y guerreros convocados a la asamblea anual

se presentaron y, por primera vez, la asamblea no pudo realizarse. Fue un hecho sin precedentes.

Carlomagno lo interpretó como una rebelión a su autoridad, envió a los missidominicci a

investigar cada condado y castigó con edictos esa creciente deserción.

Muerto Carlomagno y dado el poco talento político de su hijo y sucesor Luis el Piadoso, los

hechos se precipitaron. Las guerras civiles entre el monarca y sus hijos acabaron con el prestigio

del Emperador. La fidelidad que solo se mantenía por la extraordinaria figura de Carlomagno

desapareció y el Imperio, ya herido de muerte, terminó de naufragar merced a la exacerbación de

los ataques de los nórdicos, dando paso al pleno auge del Feudalismo.

El Imperio era inviable dadas las condiciones económicas, políticas y sociales de la época y

solo la fortísima personalidad y el talento de Carlomagno habían podido sostenerlo.

4.5 EL LEGADO CAROLINGIO

La unificación de la mayor parte de lo que hoy conocemos como Europa central bajo el

mando de un solo líder sirvió de sustrato para la continuación de lo que se conoce como

«Renacimiento carolingio». A pesar de las guerras internas casi constantes que tuvo que soportar
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el Imperio carolingio, la extensión del gobierno franco y la cristiandad romana en un territorio

tan vasto aseguró una unidad fundamental los francos dependían en gran medida de cada uno de

los líderes y de sus objetivos. Objetivos que cambiaban tan fácilmente como las alianzas

políticas entre las distintas familias francas. De todos modos, esas familias, incluidos los

carolingios, compartían todas las mismas creencias básicas e ideas de gobierno. Ideas y creencias

que tenían sus raíces en un pasado proveniente tanto de la tradición germánica como romana.

Una tradición que se remonta a mucho antes del ascenso de los carolingios y que se prolongó en

cierta medida de las muertes de Luis el Pío y sus hijos.

4.6 POLÍTICA INTERIOR

Carlomagno dividió el territorio en condados, marcas y ducados:

Condados: eran la unidad de la circunscripción administrativa encomendada a

un conde con el fin de cumplir las disposiciones reales, presidir el mallus judicial,

dirigir los contingentes militares, cobrar impuestos y ordenar el gasto. Eran nombrados

por el rey, que les otorgaba poder militar, administrativo y judicial.

Marcas: en las zonas fronterizas el mando militar de varios condados se unifica en

manos de un marqués, aunque los condes conservaban el resto. Así ocurría en las

marcas de Gotia, Bretaña, Friul, Nordalbingia, Venda, Marca Hispánica o la Marca

Ávara.

Ducados: podían designar un título de prestigio que aludiese a una categoría de mando

elevada, sencillamente a un marqués, o a algún territorio autónomo o externo al

imperio.

El máximo poder del Imperio residía en el emperador, que tenía poder para convocar las

armas, administrar justicia y designar a los nobles que gobernaban los territorios.
24

El palacio o corte era el núcleo de la Administración y estaba dirigido por

un chambelán (sucesor del cargo de mayordomo de palacio). A su cargo estaban el copero,

responsable de la bodega; el mariscal, responsable de la caballería y el establo; y el senescal,

responsable de los asuntos de la corte. Las otras instituciones de la Administración eran

la cancillería, que dirigía los asuntos civiles y eclesiásticos, así como el tribunal palatino, que

aplicaba las leyes a los habitantes del Imperio.

Los condes percibían como pago a su gestión las rentas o usufructo de una parte de fisco que

la monarquía tenía en el condado, a esto se llama honor. Dada la gran extensión del territorio

imperial y el deficiente nivel técnico de los medios de comunicación, los condes se

aprovechaban y abusaban de su poder para aumentar sus propiedades territoriales radicadas en el

condado y emparentar con familias poderosas del condado. Los inspectores de palacio o missi

dominici eran los encargados de que los marqueses y los condes gobernaran según las directrices

del Emperador, para ello acudían en parejas a los territorios a comprobar el cumplimiento de las

leyes. Sin embargo, los condes salían de un ámbito reducido de terratenientes aristocráticos, y de

la misma forma los missi, de manera que aunque actuaban fuera de su esfera de influencia,

compartían los intereses de aquellos a quienes inspeccionaban.

Cuando la realeza fue fuerte, pudo imponer su autoridad sobre los condes, pero cuando la

realeza carolingia decayó en poder militar por las guerras civiles y los saqueos normandos,

sarracenos y magiares, resultó más difícil desproveer a un conde de la jurisdicción del territorio

asignado.

4.7 CARACTERÍSTICAS DEL IMPERIO CAROLINGIO

Las características más interesantes del Imperio Carolingio son las siguientes:

Su figura máxima o superior era el emperador.


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Se basaba en la lealtad al rey del imperio Carlomagno, el cual favorecía esta lealtad

con favores, uno de los más conocidos era dar terreno a los que pertenecían a la

nobleza.

Contaba con los trabajos de esclavos, los cuales tenían como dueño a la nobleza estos

decidían las labores que desarrollarían.

Las ciudades pertenecientes al imperio se dividían en tres a saber los condados, los

ducados y las marcas.

4.8 CULTURA DEL IMPERIO CAROLINGIO

Para poder conocer la cultura del Imperio Carolingio impuesto por Carlomagno como rey,

debemos dividirlo en la religión y la economía, las cuales analizaremos a continuación.

4.8.1 RELIGIÓN

La religión o forma de adoración que profesaban los que pertenecían al Imperio Carolingio

era la católica. Esto se debe a que Carlomagno tenía una estrecha relación y era devoto

al catolicismo, por lo que en su reinado tuvo buenas relaciones con el papado, el cual le daba

reconocimiento divino a los encargados de la política de este imperio, a cambio de que los

militares y las autoridades los mantuvieran en seguridad.

El objetivo era ir evangelizando religiosamente a todos los sitios que conquistaba, en algunos

casos lograron influenciar los territorios con las creencias católicas pero en otros como en el caso

de España donde la mayoría era musulmana, no obtuvieron el éxito que pensaban.

4.8.2 EDUCACIÓN

En el primer tiempo del Imperio Carolingio la educación estaba en un estado

deplorable, habían desaparecido la mayoría de las escuelas más importantes. Pero luego con la
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llegada de Carlomagno se empezaron a crear nuevas escuelas las cuales eran dirigidas por los

sacerdotes.

Estos sitios educativos convirtieron el imperio en un centro intelectual, desde

jóvenes hasta personas mayores pudieron educarse de forma exitosa. Cabe destacar que la

educación estaba al mando de la Iglesia Cristiana.

4.9 ESTRUCTURA SOCIAL

La sociedad carolingia se encontraba socialmente dividida en dos grandes grupos:

 Privilegiados: Entre los que se hallaban el emperador, cargos de la iglesia y caballeros.

 No privilegiados: Eran los artesanos, campesinos, pequeños comerciantes, siervos y

esclavos.

4.10 ECONOMÍA DEL IMPERIO CAROLINGIO

La economía del Imperio Carolingio estaba basada en la producción agrícola sobre todo en

la producción de cereales. Además, la sociedad también practicaba la ganadería.

La importación o exportación era inexistente por lo que los mismos territorios del

imperio producían lo necesario para poder alimentar a sus habitantes.

El imperio basaba su economía en la subsistencia, lo que le trajo graves consecuencias de

hambrunas y epidemias ya que no existían reservas de alimentos.

V. LOS CAMPOS DE MAYO

Eran asambleas anuales que celebraban todos los hombres armados del Imperio, eran

llamadas Campos de Mayo porqué se reunían en este mes, y en ellas cualquiera podía apelar

directamente a la justicia de Carlomagno. Todo el poder residía en este hombre cuya capacidad y

cualidades de gobernante le permitieron que sus Capitulares u ordenanzas se cumplieran

fielmente.
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5. 1 CAPITULAR

La capitular (en castellano, capitulación o capitulaciones) es un acto legislativo de la época

carolingia. Se encuentra dividido en pequeños capítulos denominados capitula.

Estas leyes reanudaban las decisiones tomadas en el Campo de mayo, asamblea de hombres

libres también llamada alegato.

Existe más de un centenar de capitulares, que forman una fuente importante sobre las

instituciones del Imperio carolingio; algunas de las más importantes son:

 Bajo Carlomagno (768/814)

782: Capitulaire De partibus Saxoniae

789 : Admonitio generalis

800 :Capitulaire De Villis

 Bajo Carlos el Calvo (840/877)

843: Capitulaire de Coulaines

877: Capitulaire de Quierzy


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CONCLUSIONES

Se llegó a las siguientes conclusiones:

El Imperio Franco fue el apogeo del Imperio Constantinopla.

Sus leyes como Salica y Ripuaria eran leyes muy estrictas en el periodo

establecido del Imperio Franco como también influencio al Imperio

Carolingio y a otros países.

Existían Asambleas donde se reunían apelar directamente a la justicia de

Carlomagno a esto se llamaban los campos de Mayo.

En cuanto a la organización de la sociedad estaba dividida de acuerdo a

los rangos esto a su vez se encontraba dividida en dos grupos que eran los

privilegiados y no privilegiados.
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RECOMENDACIONES

Para poder explicar y llegar a su total esplendor de entendimiento a

nuestros compañeros compartiremos en clases un pequeño video sobre el

Imperio Franco.

Realizaremos un pequeño debate en el aula con preguntas y respuestas

sobre el tema mencionado.

Describiremos todos los puntos acotados en el presente trabajo

monográfico, esperemos que pueda servir de mucha ayuda y conseguir

conocimientos sobre el tema tratado.


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BIBLIOGRAFÍA

Ruiz Rodríguez Historia, México 1979, Ed. Purrua .Instituto de Investigaciones jurídicas (

UdG)

López Vergara Jorge.Historia del Derecho.México . Instituto de investigaciones jurídicas (UdG)

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Badillo, R. (2015). Historia del derecho General. Recuperado el 28 de junio del 2019 de

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1982 : Robert Fossier.- Le Moyen Âge.- Armand Colin, Paris, [1982].

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