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El SISTEMA INMUNITARIO
En su sentido clásico, se entiende por inmunidad el estado en el cual el
organismo se protege de agentes causantes de enfermedad. En un sentido
más amplio, inmunidad es el resultado de la reacción del organismo frente a
la diversidad de agentes, causantes o no de enfermedad. A la sustancia capaz
de inducir inmunidad se le denomina antígeno (Ag). Las células y las
moléculas que confieren inmunidad constituyen el sistema inmunitario, y la
actividad coordinada de estos elementos para generar inmunidad se
denomina respuesta inmunitaria. En este apartado se destacan algunos
aspectos fundamentales de la respuesta inmunitaria, haciéndose especial
referencia a aquellos fenómenos que son objeto de la actividad de los
fármacos inmunomoduladores.
Fase de reconocimiento
Los organismos superiores han desarrollado un excelente sistema de
discriminación entre las estructuras propias del organismo y las ajenas. Este
sistema da una gran especificidad a la respuesta inmunitaria, y por tanto
permite disminuir el daño que el sistema inmunitario causa a los tejidos
propios y lo capacita para elaborar una respuesta que optimiza la destrucción
del antígeno. Este reconocimiento se produce debido a que en el organismo
existen multitud de clones de linfocitos T y B, que disponen de receptores en
su superficie capaces de identificar cientos de millones de determinantes
antigénicos distintos. Los receptores de reconocimiento antigénico son
receptores TCR en los linfocitos T y anticuerpos de superficie (BCR) en los
linfocitos B. Los linfocitos rastrean el organismo y se sitúan en lugares
estratégicos para detectar la presencia de estos determinantes antigénicos.
Los antígenos interactúan con el receptor de alguno de los clones linfocíticos
y los activan; estos antígenos se pueden localizar extracelularmente (para
atacar, p. ej., bacterias extracelulares) e inducir la inmunidad humoral, o estar
dentro de una célula del huésped (virus, bacterias intracelulares) e inducir la
inmunidad celular.
Existen tres poblaciones celulares capaces de reconocer un antígeno: dos de
ellas son linfocitos T o células T (clasificados como C04 y C08), que
participan en la inmunidad celular, y la tercera son los linfocitos B o células
B, que desencadenan la inmunidad humoral.
Fase de activación
Tras el reconocimiento del antígeno se produce la activación linfocítica. La
activación supone la proliferación y diferenciación de uno o varios de los
tres clones de linfocitos específicos. Una característica común a la activación
de cualquier linfocito es que requiere al menos dos señales inductoras: la del
antígeno por un lado y otra que procede predominantemente de los mismos
linfocitos T. Éstos son, por lo tanto, células clave para la activación de
cualquiera de las tres poblaciones de linfocitos específicos, puesto que
también contribuyen a La activación de los linfocitos Te y de los linfocitos
B. Gran parte de esta activación se genera por mensajes a través de las
citocinas, por ejemplo la interleucina 2 (IL-2). Ésta ejerce un efecto
autocrino, pues actúa sobre las propias células productoras e induce su
proliferación y diferenciación. Además, la IL-2 y otras citocinas generadas
por los linfocitos T activados son las responsables de la activación de otras
células T (Te) y de los linfocitos B.
Conviene destacar asimismo al interferón gamma (IFN· y), que participa
también en la activación de linfocitos T y B. Por último, la ll.rl producida
por los macrófagos durante la presentación de antígeno contribuye a la
activación de las células T.
Fase efectora
En la fase efectora, los linfocitos ya diferenciados promueven la destrucción
del antígeno. La eliminación del antígeno se produce mediante diversos
mecanismos en función del tipo de inmunidad (humoral o celular) y del tipo
de célula T activada. Las células plasmáticas producen y liberan anticuerpos
específicos de antigeno (factores humorales) que, junto con la acción de
mediadores inmunitarios, activan su destrucción por los macrófagos y el
sistema del complemento. Las células Te son capaces, por sí solas, de lisar
las células portadoras del antigeno en cuestión. Los linfocitos T, una vez
activados, producen dtocinas que activan a su vez elementos destructores del
antigeno.
BIBLIOGRAFIAS