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Panamá es el sexto país más desigual del mundo y la corrupción está generando aún más
desigualdad. En julio del 2017, un estudio de la Fundación para el Desarrollo de la Libertad
Ciudadana, Transparencia Internacional y la Alianza Ciudadana Pro-Justicia, reveló que la
lesión patrimonial era de 355 Millones de dólares. Esto solo en 20 casos de corrupción. La
procuradora afirmó que había más de 51 casos abiertos en aquel momento.
El Banco Mundial nos sitúa como tercer país de mayor crecimiento económico en
Centroamérica. Sin embargo, solo unas cuantas familias panameñas tienen la mayoría del
dinero y según Forbes, algunas de ellas figuran entre las más ricas de América Latina.
El sistema es un círculo vicioso que beneficia a unos cuantos, a los Gobiernos, a los
contratistas, al funcionario, al cambista y a las empresas constructoras, pero olvida las
necesidades del pueblo.
En vez de botar dinero en sobrecostos de megaproyectos y abultando la planilla estatal, el
Gobierno de Panamá debe invertir en el sector público, salud y educación. Debe darles
mayores oportunidades a los ciudadanos de bajos recursos.
Muchos mueren por no poder conseguir un simple medicamento, porque la Caja de Seguro
Social no lo tiene, o le aplazan la cita por milésima vez y el paciente no aguanta. A esto le
sumamos el desfalco de los 300 millones que agrava la situación del Programa de Invalidez,
Vejez y Muerte.
En demasiados países, las personas se ven privadas de sus necesidades más básicas y
se acuestan con hambre cada noche debido a la corrupción, mientras los poderosos y
corruptos gozan impunemente de una vida de lujos
No basta con realizar ajustes técnicos a leyes específicas contra la corrupción. Se necesita
implementar con urgencia reformas sistémicas profundas que puedan contrarrestar el
creciente desequilibrio de poder y riqueza, empoderando a los ciudadanos para que pongan
freno a la impunidad generalizada por la corrupción, exijan que los poderosos rindan
cuentas y realmente tengan voz en las decisiones que afectan su vida diaria.
Estas reformas deben incluir la divulgación, a través de registros públicos, de quiénes son
los verdaderos titulares de sociedades, así como sanciones para los profesionales que
facilitan estas operaciones y son cómplices en el movimiento de flujos de dinero corrupto
de manera transfronteriza.
Lavado Dinero en Panamá
La posibilidad de que el enquistado esquema de corrupción, sobornos y coimas investigado
en Brasil haya sido replicado en países de la región –incluyendo Panamá– ha generado
una nueva presión para América Latina.
En Panamá, la Fundación para el Desarrollo de la Libertad Ciudadana (capítulo panameño
de TI) presentó solicitudes de información a cinco entidades sobre contratos de obras
públicas a favor de la constructora Odebrecht, el mayor contratista del Estado al participar
en proyectos que suman unos $9 mil millones.
Las solicitudes de información, firmadas por Ramón Ricardo Arias, presidente de la
fundación, están dirigidas a los ministros de Salud, de Vivienda y Ordenamiento Territorial,
de Obras Públicas; al director del Metro de Panamá, S.A. y al administrador general de la
Autoridad Nacional de los Servicios Públicos.
Panamá juega un papel determinante en las investigaciones, debido a la línea de sucesos
que hablan de la importancia de este país para Odebrecht.
Por el tamaño, el monto de la inversión y la importancia de las obras a cargo de Odebrecht,
Panamá es territorio fértil de esta multilatina, cuyo líder y heredero, Marcelo Odebrecht,
está en prisión en Curitiva, Brasil.
En los gobiernos de Martín Torrijos, Ricardo Martinelli y ahora Juan Carlos Varela,
Odebrecht ha podido coronarse con obras insignia de cada administración.
Por otro lado, Panamá es una pieza neurálgica en el modelo que, según los fiscales
brasileños, habría usado Odebrecht para ocultar y lavar dinero los últimos 10 años.
Las pesquisas han concluido que Odebrecht utilizó el sistema financiero local para lavar
dinero y el sistema jurídico para crear empresas de papel por la que pasaba el dinero con
el propósito de “limpiarlo”.
La investigación judicial descrita en la denuncia a Marcelo Odebrecht detalla complejas
maniobras sospechosas a través de la sociedad Constructora Internacional del Sur,
constituida en Panamá, la cual fue supuestamente destinataria de coimas por $47.2
millones.
Esta información ha dado lugar para que los fiscales brasileños soliciten colaboración al
Ministerio Público de Panamá, aunque todavía no se ha dado respuesta a la asistencia
judicial que en marzo pasado presentó el país suramericano.