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FACTICA:

Historia corta infantil de Esopo: El


cuento del adivino
Instalado en la plaza pública, un adivino se entregaba a su
oficio. De repente se le acercó un vecino, anunciándole que las
puertas de su casa estaban abiertas y que habían robado todo
lo que había en su interior.
El adivino levantose de un salto y salió corriendo hacia su
casa, desencajado y suspirando, para ver lo que había
sucedido.
Uno de los que allí se encontraban, viéndole correr le dijo:
–Oye, amigo, tú que te vanaglorias de prever lo que ocurrirá a
los otros, ¿por qué no has previsto lo que te sucedería a ti?
El adivino no supo qué responder.

https://narrativabreve.com/category/historias-cortas

Experiencia intercambio académico internacional Universidad Mayor, Chile Desde que


inicié a estudiar en la Universidad del Norte, concebí la idea de realizar un intercambio
académico en otro país durante mis estudios. Llegó el momento, y emprendí el viaje para
vivir esta nueva experiencia en Santiago de Chile con mucha incertidumbre e interrogantes.
La experiencia llegó y se fue tan rápido, fueron 5 meses en la Universidad Mayor. Hoy,
después de regresar, puedo decir que fue una de las mejores experiencias de mi vida, vivir
en otro país, vincularme a la educación, a su cultura, conocer personas de diferentes partes
del mundo, pasear, etc. Estar inmerso en otro contexto, me ha permitido ver más allá, y
mirar la vida de otra manera. Este tiempo conmigo misma, me ayudo a descubrirme y a
atreverme hacer muchas cosas. La experiencia en lo profesional, fue muy significativa.
Durante este periodo, hice unas prácticas en una institución educativa en Chile, en la cual
pude conocer de cerca un poco la realidad educativa de ese país. Por otro lado, traté de
aprovechar al máximo las diferentes oportunidades que se me presentaron fuera de la
universidad, y que me aportaron en lo profesional. Una de esas experiencias, fue la
participación activa en ACHLI (Academia Chilena de literatura infantil- Juvenil) en donde
hice varias intervenciones de manera voluntaria y pude poner en práctica todo lo aprendido
en Uninorte. Después de haber realizado mi intercambio académico, puedo afirmar que la
Universidad del Norte y el programa de Licenciatura en pedagogía infantil, han aportado
mucho en mi formación y en lo que soy ahora, esto se hace visible cuando uno se encuentra
frente a otro contexto. Me siento orgullosa de ser Uninorteña, y tener el sello del programa
de Licenciatura en pedagogía infantil. Después de 5 meses, al regresar a Uninorte, fui
seleccionada por el programa de Merito estudiantil para una beca sostenimiento por haber
realizado una experiencia de Intercambio académico y por mi desempeño académico.
Agradezco a Uninorte por promover este tipo de incentivos y los invito a que vivan
experiencia enriquecedoras como lo es, un intercambio académico, las cual les podría traer
muchos beneficios!! Paola Sinning Estudiante 7mo semestre de Licenciatura en Pedagogía
Infantil Uninorte Intercambio realizado en el primer semestre año 2015

https://www.uninorte.edu.co/documents/13946/c9c04cdd-325c-4739-98ed-7da0722bb593

Carlos y el viaje a Astúnduru


Esta es la historia de un piloto de cohetes, Carlos, que amaba su trabajo. Le
encantaba salir al espacio exterior y pasar horas observando la tierra y las
estrellas.

Uno de esos días de viaje, su visión fue interrumpida por una mano verduzca
y un rostro largo con enormes ojos oscuros.

Carlos saltó del susto y sus copilotos le preguntaron qué había pasado. A
Carlos le vergüenza confesar lo que había visto. Ni siquiera estaba seguro de
qué era lo que había visto, así que no dijo nada más.

Pasado un rato se armó de valor y volvió a asomarse a la ventana. No vio


nada.

Siguió con sus tareas rutinarias dentro de la nave, hasta que se olvidó de lo
ocurrido y de nuevo volvió a su tarea favorita: contemplar el paisaje por la
ventanilla.

Mientras observaba el espacio, vio de nuevo a la figura, pero esta vez no


sintió tanto temor, sino curiosidad.

Observó con atención los largos dedos de la criatura, que más bien era
pequeña, y que usaba una especie de traje ajustado de color verde que le
cubría desde los pies a la cabeza.

Tenía una cara pálida y estaba descubierta, por lo que sus grandes ojos
negros destacaban aun más. En el torso llevaba una especie de cadena muy
larga que lo sujetaba a lo que parecía ser su nave.

Pero a Carlos le llamaba la atención la expresión de sorpresa curiosa que


podía distinguir en el rostro del ser, que para su sorpresa le hizo señas con
sus manos. Señas que no entendió.
Sin embargo, sin que nadie más lo notara, se las ingenió para salir de la nave
y ver de cerca a ese personaje.

Cuando estuvo frente a él le saludó con un lentísimo:

-Hoooo-la.

A lo que el personaje respondió con una sorpresiva naturalidad:

– Hola, ¿qué tal? Soy Eirika Spinklin. Llevo tiempo observándote y me


gustaría que fuéramos amigos.

– ¿Cómo es que entiendes mi lengua y la hablas? – preguntó un sorprendido


Carlos.

– Larga historia que se resume en: he tenido muchos amigos humanos.


¿Quieres ver algo asombroso? He notado que admiras el espacio exterior.

– ¡Claro! – respondió Carlos sin dudar, aunque enseguida notó que no tenía
ni idea de lo que eso podía significar.

Erika lo tomó de un brazo y lo llevó hasta lo que parecía ser una nave
espacial. No tenía propulsores ni nada. Era como si flotara y se deslizara en
el éter, al mismo tiempo.

En el interior de la nave, había mucha luz y un espacio tan amplio que era
imposible pensar que estaban dentro de una nave. De hecho, no había
cables, botones o palancas a la vista.

Erika le indicó que podía sentarse y solo cuando lo hizo, pudo notar que la
realidad frente a él cambiaba. De la nada, surgió una especie de gran pantalla
con un mapa con símbolos e imágenes que nunca había visto.
De forma automática salió un cinturón de energía que lo obligó a sentarse
derecho y que se sellaba en su cintura.

– No te asustes. – se apresuró a decir Eirika al ver la reacción de Carlos-


Nuestros sistemas de seguridad con humanos son muy similares a los que
los humanos usan. En unos segundos estaremos en la estrella K2G56.

– ¿Segundos? – alcanzó a decir Carlos antes de sentir un fuerte vértigo y


notar un leve movimiento en la nave.

En ese momento se desactivó el cinturón y Eirika lo condujo de nuevo a la


puerta, pero al abrirla, no podía creer lo que veía.

Era todo luz. Frente a él, se levantaban enormes torres de luz incandescente
y flotaban burbujas dentro de las cuales parecía haber criaturas diminutas
que lo observaban.

– Bienvenido a K2G56 – le explicó Eirika-. Es una estrella que sirve de


estación de recarga de energía para nuestras naves y para muchos
organismos del universo. La cascada del fondo es excelente para aliviar las
tensiones de un viaje turbulento. ¿Quieres comer algo?

– ¿Coméis?

– Claro, ¿cómo crees que obtenemos energía? Espero que hayan


perfeccionado las pizzas. Mi último amigo humano, sugirió algunos cambios
en la salsa. Esperemos que te guste.

Carlos no lo podía creer; otros astronautas antes que él, habían visto esto y
nadie lo sabía. Estaba en una especie de estación de servicio espacial
universal y, de paso, comería pizza.
Después de comer vorazmente la mejor pizza napolitana que había probado,
le escuchó decir a Erika: astúnduru.

– ¿Astúnduru? – Preguntó Carlos.

– Son las palabras mágicas de nuestro sistema. La usamos para honrar a


quien ha cumplido su función y nos ha beneficiado al hacerlo.

– ¡Ah ya! Es como decir: gracias.

– Sí, es como el gracias de los humanos. Hablando de humanos, creo que


debemos regresar antes de que noten tu ausencia.

– ¿Notar mi ausencia? Claro que lo hicieron. Ya hace mucho que salí de mi


nave.

Y no había terminado la frase cuando se vio otra vez frente a la ventanilla de


su nave. Sintió un leve dolor de cabeza y tuvo que enderezarse porque se
había liberado del cinturón.

Al hacerlo, notó que tenía un papel en su mano y escuchó que al fondo el


teniente Rush le increpaba:

– Carlos ya has visto suficiente esa ventana. Vente que necesitamos que
hagas algo.

Al responder que ya iría observó el papel. Era una nota que decía:
¡Astúnduru!

https://www.lifeder.com/cuentos-ciencia-ficcion-inventados/

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