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Estefany Medina Arias1, Josselyn Vicente Santos2, Jannet Portuguez Suarez3, Angela Solano Apolinario4,
Wendy Chacon Jeri5, Dayana Espejo Sarasi6
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1
Universitario, estudiante de segundo año de Obstetricia. Universidad Tecnológica del Perú (Lima, Perú)
Estefanymedina328@gmail.com
2
Universitario, estudiante de segundo año de Obstetricia. Universidad Tecnológica del Perú (Lima, Perú)
Josselynvicente719@gmail.com
3
Universitario, estudiante de segundo año de Obstetricia. Universidad Tecnológica del Perú (Lima, Perú)
Portuguezsuarezj@gmail.com
4
Universitario, estudiante de segundo año de Enfermería. Universidad Tecnológica del Perú (Lima, Perú)
5
Universitario, estudiante de segundo año de Enfermería. Universidad Tecnológica del Perú (Lima, Perú)
solyjuntas_@hotmail.com
6
Universitario, estudiante de segundo año de Enfermería. Universidad Tecnológica del Perú (Lima, Perú)
RESUMEN
La anemia de células falciformes (ACF) es la anemia hemolítica más frecuente en la población mundial, en
algunas regiones de España con incidencia de 1 en 5000 neonatos y en Estados Unidos con una incidencia
de 1 en 600 recién nacidos.
La transmisión de la ACF es autosómica dominante. Los homocigotos (SS) no sintetizan Hb A y poseen
eritrocitos con un 90 % de Hb S. El portador o heterocigoto (AS) tiene hematíes con Hb A mayor que 50 %
y Hb S de 20 - 40 % y son usualmente asintomáticos.
La Hb S se debe a una mutación en el gen de la cadena beta de globina, lo cual conlleva a la polimerización
de la Hb en condiciones de baja oxigenación, lo cual origina un cambio en la morfología del eritrocito que
adquiere la forma falciforme.
La sintomatología es secundaria a la anemia hemolítica crónica, el vaso-oclusión en los diferentes órganos
y la asplenia funcional, la cual predispone a la infección. Otras manifestaciones asociadas son el secuestro
esplénico, la aplasia eritroide y las complicaciones órgano-especificas, que disminuyen la calidad de vida y
predisponen a mayor mortalidad. Su manejo debe realizarse en centros donde haya un manejo integral, el
manejo inadecuado y sus complicaciones disminuyen la sobrevida, la cual no es superior a los 45 años según
reportes.
El propósito de este artículo es recolectar la información más relevante del tema de anemia de células
falciformes.
Palabras clave: síndrome falciforme, muerte en edad pediátrica, anemia hemolítica.
INTRODUCCIÓN
La anemia hemolítica más frecuente en la población mundial es la anemia de células falciformes (ACF) (1-
3). Las anemias hemolíticas se caracterizan por una disminución de la vida media del glóbulo rojo inferior
a 120 días, con un aumento de la eritropoyesis a nivel medular, que se expresa por incremento de
reticulocitos en sangre periférica (2, 4,5). Estos son un índice de respuesta medular con valores normales de
40 000 a 75 000, y cuando son superiores a 100 000 se asocian a hemolisis o sangrado (6).
La hemolisis puede ser extravascular, como ocurre de manera fisiológica cuando el glóbulo rojo cumple su
vida media y es atrapado por los macrófagos esplénicos, así como en algunas anemias hemolíticas asociadas
a defectos de membrana y las hemoglobinopatías; o intravascular, cuando los eritrocitos son destruidos en
la circulación, como en las transfusiones incompatibles, enzimopatías o el síndrome hemolítico urémico (5,
7-9). Existen diferentes variantes de hemoglobina (Hb) tantas como letras del abecedario y por nombres,
según el sitio de hallazgo (10). La hemoglobina está formada por 4 cadenas de globina, cada una con un
grupo hem y un átomo de hierro central (11-13). Hay 6 tipos de cadenas de globina humana: alfa, beta, delta,
épsilon, zeta y gamma, y de las combinaciones dos a dos se forman los diferentes tipos de Hb; las
combinaciones 2:2 de cadenas de globina alfa y beta constituyen la Hb A, que corresponde al 97 % en el
niño mayor de 1 año, la Hb A2, constituida por la proporción 2:2 de cadenas alfa y delta, con un 1 a 3.5 %,
y la Hb fetal (F), formada por 2 alfa y 2 gamma, que corresponde al 1 % o menos del total; esta última es
mayor en el menor de un año (4,11,14).
Las anemias hemolíticas pueden ser corpusculares o intrínsecas, usualmente congénitas, como las
anormalidades en la membrana, hemoglobinopatías y defectos enzimáticos; y extracorpusculares o
extrínsecas, generalmente adquiridas por mecanismos inmunes o no inmunes (4, 5,9). La ictericia no es un
hallazgo constante en la hemolisis, así como la esplenomegalia, la cual estará presente en relación con el
tipo de hemolisis (11).
Las hemoglobinopatías más frecuentes son las estructurales, en las que la alteración es cualitativa por un
cambio de 1 o más aminoácidos de la cadena de globina, como en la ACF; seguidas por las talasemias,
caracterizadas por la disminución o ausencia total de la síntesis de una o varias cadenas de globina, que son
defectos cuantitativos (11,15). Estas dos constituyen las alteraciones monogénicas más frecuentes en el
mundo (4). La ACF es la más frecuente, con una incidencia de 1/600 recién nacidos en Estados Unidos y
en algunas regiones de España con incidencia de 1/5000 neonatos; en Colombia no hay registros respecto a
la incidencia y prevalencia (14).
La transmisión de la ACF es autosómica dominante (4,14). Los homocigotos (SS) no sintetizan Hb A y
poseen eritrocitos con un 90 % de Hb S. El portador o heterocigoto (AS) tiene hematíes con Hb A mayor
que 50 % y Hb S de 20 - 40% y son usualmente asintomáticos (5,16).
La Hb S se debe a una mutación en el gen de la cadena beta de globina, en el cromosoma 11, en su sexto
codón, donde se sustituye adenina por timina, lo cual genera el cambio de ácido glutámico por valina; esto
conlleva a la polimerización de la Hb en condiciones de baja oxigenación; debido a lo cual se origina un
cambio en la morfología del eritrocito, que adquiere la forma falciforme (4, 5, 9, 11, 14, 17,18).
FISIOPATOLOGÍA
El evento primordial de la clínica y complicaciones en el paciente con ACF son producidas por la vaso -
oclusión y la isquemia tisular secundaria (4, 11,14).
La Hb S a bajas concentraciones de oxígeno es menos soluble que la Hb A, lo cual genera polímeros y
rigidez del eritrocito, que son menos deformables y causan su destrucción precoz. Los cambios constantes
de oxigenación-desoxigenación producen lesión en la membrana del hematíe, alteración de la bomba de
iones y deshidratación celular; lo anterior condiciona a destrucción intravascular temprana. Esta hemolisis
genera reducción del óxido nítrico y conlleva a vaso-oclusión y activación plaquetaria. La exposición de la
fosfatidilserina secundario al daño de membrana activa la cascada de la coagulación y se produce un
incremento en la viscosidad sanguínea local (21).
Otros factores que influyen en el vaso- oclusión e isquemia son la activación del endotelio, el incremento
de las propiedades adhesivas de células rojas y leucocitos reducen el flujo sanguíneo. Además, la
leucocitosis y trombocitosis habitual aumentan la viscosidad sanguínea (5, 11, 14, 17, 22-26).
La Hb S puede polimerizar con otros tipos de Hb; la Hb F es con la que polimeriza menos; esto es un
mecanismo protector en los pacientes con ACF que condiciona una mayor o menor severidad (4,14).
DIAGNÓSTICO
El hemograma en el SS muestra anemia normocítica normocrómica, usualmente leucocitosis y
trombocitosis, asociados a reticulocitosis. Si es S-beta talasemia, habrá microcitosis. La sedimentación
globular estará disminuida por la rigidez de los glóbulos rojos. Es usual en sangre periférica la
policromatofilia, normoblastos, células falciformes y dianocitos.
La siclemia es una prueba de tamizaje con metabisulfito de sodio que indica la presencia de células
falciformes pero no hace diagnóstico y es poco útil en recién nacidos y lactantes por el alto contenido de Hb
F.
La electroforesis de hemoglobina en el recién nacido es ASF, en el mayor de 1 año AS en los heterocigotos
y en el homocigoto será SS o SF. Ver (tabla 1) para los diferentes síndromes falciformes (4, 5, 22, 27).
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
La sintomatología es secundaria a la anemia hemolítica crónica, el vaso-oclusión en los diferentes órganos
y la asplenia funcional, la cual predispone a la infección, y es una causa importante de muerte en la edad
pediátrica. Otras manifestaciones asociadas son el secuestro esplénico, la aplasia eritroide y las
complicaciones órgano - especificas, que disminuyen la calidad de vida y predisponen a mayor mortalidad.
Usualmente el paciente sin crisis presenta palidez, ictericia, esplenomegalia, peso bajo por la hipoxia y
niveles de Hb entre 6 y 8 gr/ dl. La Hb S tiene poca afinidad por el oxígeno y no siempre hay sintomatología
de anemia con niveles bajos de Hb; sin embargo, se debe evitar la sobrecarga de volumen por el riesgo de
Cor anémico (4, 5, 25,28).
APLASIA PURA TRANSITORIA ERITROIDE
Es el freno en la producción de glóbulos rojos a nivel medular, asociado a infección generalmente por
parvovirus B19 y se presenta a cualquier edad. Se caracteriza por disminución brusca de la Hb, usualmente
inferior a 5 gr, y puede descender hasta 1 gramo, con reticulocitopenia. El recuento de leucocitos y plaquetas
son normales.
Esta puede persistir por 10 a 14 días; su manejo es la observación, el ácido fólico para prevenir la
megaloblastosis y la transfusión, si se requiere (4, 14, 29).
SECUESTRO ESPLÉNICO
Se presenta entre los 6 y 24 meses de edad, usualmente puede ser fatal. Se caracteriza por esplenomegalia
progresiva y masiva con atrapamiento de grandes cantidades de sangre en el bazo, la cual produce dolor
abdominal, náuseas y vómitos. El nivel de Hb puede caer bruscamente, seguido por shock hipovolémico y
muerte.
En el hemograma hay anemia, y puede haber trombocitopenia asociada. Se sospecha cuando aumenta la
necesidad de transfusión en forma repetida cada 30 a 45 días, debido a que estos pacientes requieren en
promedio de 2 a 3 transfusiones al año.
La esplenectomía es el tratamiento de elección si el episodio es mayor, asociado a falla multisistémica o
más de dos episodios menores (5, 11, 14, 29, 30).
CRISIS HIPERHEMOLÍTICAS
A pesar de ser una anemia hemolítica, estas crisis han sido descritas asociándolas a infecciones y ciertos
medicamentos, o durante una crisis vaso-oclusiva severa, los cuales aumentan la destrucción del glóbulo
rojo, con una marcada disminución de la hemoglobina, reticulocitosis y exacerbación de la ictericia (4, 5,
14, 28).
CRISIS VASO - OCLUSIVAS
Son las que generan las principales manifestaciones y complicaciones de esta patología. Entre las crisis
óseas encontramos la dactilitis, que es la primera manifestación en el lactante y se caracteriza por edema del
dorso de manos y pies, dolor, fiebre, derrame articular, leucocitosis con neutrofília, disminución del
movimiento secundaria al compromiso de las falanges, llanto e irritabilidad (4, 5). Es más común en las
estaciones frías y asociada a infecciones. Con el tiempo el tejido medular rojo es reemplazado por tejido
fibroso, el cual presenta menos demanda de oxígeno y puede perdurar en situaciones de anaerobiosis (16).
Por la injuria continua aparecen los dedos marfanoides o bradidactilia, además de las epífisis en cono y
metáfisis con cavidades (31).
Las crisis de dolor óseo, características de esta patología, son las más frecuentes, representadas por la
isquemia de la médula ósea. Afecta usualmente a huesos largos y también planos. Si hay fiebre, se deben
cultivos para descartar infección por Staphylococcus Aureus y Salmonella (5, 14, 32, 33).
Los dolores óseos son 50 veces o más frecuentes que la osteomielitis (16). La intensidad, duración y
características del dolor son variables, comprometen múltiples sitios a la vez. En caso de que se sospeche
de infección, debe completarse el estudio con imágenes diagnósticas y pruebas bacteriológicas que pueden
incluir la punción (31, 34).
Cuando los dolores óseos mejoran y de manera residual persiste dolor óseo único con o sin signos
inflamatorios, podemos estar ante la presencia de una infección o un infarto óseo (14, 35). El tratamiento
fundamental es la hidratación, evitando la sobrecarga de volumen, cuya tasa hídrica dependerá del nivel de
hemoglobina. Los dolores leves pueden ser tratados ambulatoriamente con líquidos orales, acetaminofén e
ibuprofeno (14,16). Si el dolor es moderado a severo, es prioritaria la hospitalización para evitar mayor
isquemia tisular a órganos blancos, y su manejo incluye líquidos parenterales a 1800 cc/m2sc/día o menos
inicialmente, dependiendo del nivel de hemoglobina, analgésicos por horario, como el tramadol 1 a 2
mg/kg/dosis intravenoso cada 6-8 horas, alternando con acetaminofén 15 mg/kg/dosis cada 6 - 8 horas o
ibuprofeno 5 - 10 mg/kg/dosis cada 6 a 8 horas.
La necrosis avascular es más frecuente en la cabeza femoral y en la segunda década de la vida, aunque puede
encontrarse en muñeca, y es menos común en los huesos tubulares largos. Hay reportes de osteonecrosis en
el talus y calcáneo (4). Es común en los SS, hemoglobinopatías S-alfa talasemia y en la SC. La cabeza
femoral, al ser parte de una articulación de carga, recibe el peso corporal, debido a lo cual se produce una
obstrucción de las sinusoides medulares, necrosis y colapso. El 50 % pueden ser asintomáticos, pero la
progresión genera dolor y alteración de la marcha, con limitación de la rotación interna (4, 14).
El diagnóstico temprano se hace con la resonancia magnética, detectando los cambios óseos incipientes en
pacientes asintomáticos o con poca clínica. El manejo general inicialmente incluye ortopedia y reposo de la
articulación para limitar el movimiento, antiinflamatorios no esteroideos y por último descompresión y
prótesis (4, 5, 14).
SÍNDROME DE TÓRAX AGUDO (STA)
Tiene su mayor incidencia en la adolescencia y con la infección son causas frecuentes de muerte y
hospitalización. Debe sospecharse ante dolor torácico, asociado a tos, disnea, fiebre, y es indistinguible de
una neumonía. Su etiología más frecuente en niños son las infec- ciones por Mycoplasma Pneumoniae,
Chlamydia Pneumoniae, seguida por Neumococo, Parvovirus B 19 y otros virus (5,14). Otras causas son la
embolización grasa secundaria a necrosis de la médula ósea posterior a una crisis vaso- oclusiva, por
oclusión vascular pulmonar (trombosis in situ) y por hipoventilación con hipoxemia y vaso-oclusión
subsiguiente como en el infarto costal o en la anestesia general (5).
Su tratamiento incluye hidratación, analgesia, antibioticoterapia de amplio espectro (cefalosporinas y
macrólidos), oxigenoterapia, que puede requerir ventilación mecánica, broncodilatadores, dexametasona y
transfusión o exanguinotransfusión (5,14).
DOLOR ABDOMINAL
El dolor abdominal es una manifestación común que puede semejar un abdomen agudo quirúrgico. Puede
producirse por obstrucción de vasos mesentéricos o por infarto hepático, esplénico o de nódulos linfáticos
(4,14).Otras causas son la necrosis papilar renal, infarto vertebral y costal. Una causa importante es la
colelitiasis, que se puede presentar en edades tempranas. El dolor abdominal con fiebre, ictericia obstructiva
y aumento de enzimas hepáticas lleva diagnosticar de colestasis intrahepática (4, 5).
HPFA: Hemoglobina fetal persistente aumentada; T: Talasemia; RET: Reticulocitos; E.: Electroforesis
Fuente: Cela (2010) Y Lanzkowsky (2011).
Tabla 2. Resultado Doppler Transcraneal
Ultimo resultado de Intervalo para
DTC cm/seg realizar DTC
Normal: < 170 Anual
Condicionante bajo: 3 - 6 meses
170 - 184
Condicionante alto: 6 semanas a 3
185 - 199 meses
Anormal: 200 - 219 Repetir en 2
semanas
Anormal alto: 220 o Iniciar
mayor tratamiento
cm/seg: Centímetros por segundo.
Fuente: Cela (2010) y Lanzkowsky (2011).
Tabla 3. Esquema Recomendado de Vacunación
Vacuna Edad de Aplicación
Hepatitis B 0, 2, 6 y 12 meses
Influenza 6 meses, luego anualmente
Haemophilus Influenzae 2, 4, 6, 12 - 15 meses
tipo b
Meningococo
9 - 23 meses: 2 dosis de 0,5 ml
Vacuna polisacárida >2 años: 1 dosis de 0,5 ml
<1 año: 3 dosis de 0,5 ml
Vacuna conjugada >1 año: 1 dosis de 0,5 ml
Neumococo
2 - 6 meses: 3 dosis con un intervalo de 8 semanas; 4ta
dosis a los 12 - 15 meses de edad.
7 - 11 meses*: 2 dosis con un intervalo de 4 semanas:
3ra dosis a los 12 - 15 meses de edad.
Vacuna conjugada de 13
valencias
12 - 23 meses*: 2 dosis con un intervalo de 8 semanas.
24 - 60 meses*: 2 dosis con un intervalo de 8 semanas.
Luego una dosis de vacuna polisacárida de 23 valencias
por lo menos 2 semanas después de la última dosis de
la vacuna conjugada de 23 valencias.
Refuerzo entre los 3 - 5 años para todos los niños que
hayan completado el esquema con la vacuna conjugada.
Vacuna polisacárida de 23
Luego continuar refuerzo cada 5 años.
valencias
Tomado de: Telfer (2011).