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Melloni, Javier & Panikkar, Raimon (-) La Visión Cosmoteándrica - El Sentido Religioso Emergente Del Tercer Milenio PDF
Melloni, Javier & Panikkar, Raimon (-) La Visión Cosmoteándrica - El Sentido Religioso Emergente Del Tercer Milenio PDF
2. La que es propia de la modernidad, pero que abarca también un gran período anterior.
Se caracteriza por el análisis de la realidad y la introspección. Lo divino se desvincula
cada vez más del mundo y va emergiendo la conciencia individual, que, a su vez,
también se va desvinculando de lo divino y del mundo. Este segundo estadio de la
conciencia se distingue, pues, por un proceso de discriminación y de individualización.
b) La comunidad humana empieza a verse como algo más que un mero conglomerado
de individuos.
c) La dimensión vertical se proyecta cada vez menos hacia "otro ser" y se concibe cada
vez más como la dimensión infinita de esta misma realidad.
Es decir, está emergiendo el ideal de una sinergía (acción común) entre lo divino, lo
humano y lo cósmico que implica una nueva concepción de la realidad.
RAIMON PANIKKAR
Todo ello explica fenómenos como el sincretismo religioso, la crisis de las iglesias
tradicionales, la búsqueda confusa de la juventud.
Cada vez somos más conscientes de que no existe :ningún conocimiento neutro. No sólo
porque el sujeto pensante queda afectado, sino también porque el pensamiento modifica
el objeto que conoce. La medida altera lo que mide, altera los instrumentos de medida y
altera también la mente del que mide. No existe un mundo "exterior" de puros objetos,
ni una esfera "interior" de puros objetos, sino que la interacción es recíproca, y no existe
ninguna visión de una cosa que no modifique la cosa vista y a aquél que la ve. No existe
ninguna ciencia sin presupuestos previos, como no existe ningún sujeto de
conocimiento sin historia personal, sin hábitos, sin modelos ni inclinaciones.
RAIMON PANIKKAR
Esto- significa que, a la hora de plantear una cuestión, no sólo hemos de poner en juego
el enfoque interdisciplinar, sino que además debemos ser conscientes de que ningún
problema es meramente objetivo y que todo planteamiento está hecho por -y referido a-
sujetos determinados, a los que les afecta de un modo particular. Por ejemplo, ante el
problema de una enfermedad, un enfoque interdisciplinar no sólo significa la
concurrencia de perspectivas médicas, bioquímicas, físicas y biológicas, sino que
también incluye aspectos antropológicos, sociológicos, psicológicos, metafísicos y
teológicos. Y todo ello no sólo para analizar tal o cual aspecto de la enfermedad, sino
también para profundizar en el ho mbre al que le afecta, tanto si es paciente como
agente.
Sólo así podremos superar el cientifismo acrítico que se cree libre de cuestiones "a-
científicas" que considera periféricas. Y sólo así podremos superar la grieta
epistemológica entre sujeto y objeto que nos aboca al dilema insuperable entre el
idealismo y el realismo.
La conciencia humana no avanza linealmente, sino en espiral. Esto significa que los
diferentes estudios que ahora describiremos no se suceden uno al otro, sino que los
encontramos simultáneamente en culturas coexistentes e, incluso, dentro de una misma
sociedad. Y surgen en circunstancias propicias que pueden fomentarlos y acogerlos. Por
eso los llamo momentos kairológicos.
El período ecuménico
Se da un proceso de diferenciación, pero sin que ello implique una separación del
hombre respecto de su entorno natural. La conciencia tiende a personificar las fuerzas
naturales para hacérselas propicias. La naturaleza se concibe como la gran
engendradora, como el principio dinámico de todas las cosas (physis en griego).
El período económico
Cuando Copérnico desplaza a la tierra del centro del universo, el hueco lo ocupa el
hombre. El centro de gravedad ha pasado del cosmos al hombre. Estamos en el período
de los humanismos, en plena concepción antropocéntrica de la realidad.
El interludio ecológico
RAIMON PANIKKAR
Vivimos un tiempo de crisis, porque estamos apurando las consecuencias del período
anterior: nos encontramos vagando en un espacio vacío entre un Dios inaceptable, que
planea sobre nosotros, y un mundo inerte bajo nuestros pies. Nos sentimos ajenos a
ambos extremos: los Dioses han huido y un Dios solitario nos resulta superfluo. Pero
tampoco nos sentimos cómodos ante una Materia que los científicos no saben definir y
cuyo origen y fin desconocemos. Del progreso también estamos desencantados y nos
sentimos amenazados por él.
Aunque, si miramos más a fondo, podemos percibir los inicios de un cambio más
profundo, que no sólo tiene una dimensión ingenua o contemplativa, sino que también
comporta una voluntad de acción. Es lo que podemos denominar tecnicultura: no es ni
agricultura ni tecnología, sino que supone una nueva sensibilidad respecto del cuerpo, la
materia, la sociedad y el mundo entero. La misma ciencia contemporánea trata de
superar la dicotomía objetividad subjetividad. Podemos hablar de una visión
antropocósmica actual de la realidad. Pero esto no puede detenerse aquí.
Un período global
La función de los sabios consiste en hacernos ver la visión de conjunto, integrando las
aportaciones que las visiones parciales suponen para la globalidad. De hecho el hombre
de hoy comienza a percibir que muchas de las convicciones tradicionales son, en
realidad, parciales. Pero tampoco se atreve a saltar por encima de ellas hacia una visión
que las integre todas. Teme perder la clarificación de ámbitos que con tanto esfuerzo ha
logrado discernir. Cierto, no se trata de volver a una indiscriminación infantil de la
realidad ni de caer en un relativismo agnóstico que elimine toda certeza y que suprima
todas las diferencias, sino de vivir en una relatividad radical, fundamentada en la
conciencia cosmoteándrica: la visión unitaria del universo.
Todo lo que existe presenta esta constitución una y trina, expresada en estas tres
dimensiones:
Este ser de las cosas es lo que les hace participar de la naturaleza cosmoteándrica de la
realidad. Ello no significa que todo modo de ser sea indiferente, porque cada cosa tiene
su especificidad y ocupa un lugar determinado en el conjunto de las relaciones que se
RAIMON PANIKKAR
Incluso las religiones que afirman con más contundencia la trascendencia diferenc ia- de
Dios respecto de sus criaturas, admiten también una identidad de Dios con su creación,
al afirmar que Dios es más inmanente a toda criatura que la propia identidad de ésta. Si
Dios se separase de ella, la criatura caería en la nada absoluta.
2) La segunda objeción está basada en la falacia de pasar del ámbito lógico de un "no
puede ser" al ámbito real del "no es". Una cosa es pensar teóricamente que un ser pueda
existir totalmente al margen de otro y otra cosa es pretender que tal posibilidad
realmente se de en la realidad. Puede pensarse que Dios existiera sin su creación, pero,
de hecho, sólo conocemos a Dios con su creación. Teóricamente, Dios no necesita a las
criaturas para ser real, pero, de hecho, el Dios auténtico que existe lo conocemos junto a
sus criaturas. También puede pensarse en un mundo sin seres humanos, pero este
pensamiento es irreal, porque el único mundo que conocemos está habitado por seres
humanos.
Por otro lado, no es posible ningún concepto sobre Dios ni sobre el mundo que no sea
pensado par el hombre que habita en el mundo.
Descripción de la intuición
Aquí estamos tratando de presentar la realidad según una triple dimensión: la física o
empírica, la espiritual o noética y la trascendente o metafísica. Hablábamos de
dimensiones reales de una misma realidad para no caer en la tentación monista de un
universo en el que las cosas no son más que modos de una única sustancia, variaciones
sobre un único tema, ni en la tentación pluralista, según la cual la realidad está
constituida por ámbitos irreconciliables.
Según esta visión, el mundo ya no es una parte externa del hombre, sino que se
convierte en el gran cuerpo del cual cada hombre forma parte. La relación que el
hombre tiene con el mundo pertenece a la misma relación que la que mantiene consigo
mismo: se comunican vida, ser, historia y destinos mutuos. El mundo se realiza a través
del hombre y el hombre se realiza en el mundo.
Este más también se encuentra en el cosmos, como su dinamismo más íntimo, a partir
del cual se va desplegando, en relación con el crecimiento del hombre y de su
conciencia.
Sólo así creemos que tienen explicación los impulsos sobrehumanos del hombre, el
poder creativo del cosmos, la tendencia humanizadora de lo divino. Sólo así se puede
explicar que el hombre no se haga menos humano cuando descubre su propia vocación
divina, que los Dio ses no pierdan su divinidad cuando son humanizados y que el mundo
no se "desmundanice" cuando desborda de vida y de conciencia. ¿No será acaso que el
hombre se halla en la encrucijada donde confluyen estas tres direcciones? Porque toda
existencia real es un único nudo de esta triple red.
Mirando las inquietudes que palpitan: en diferentes partes del planeta; se confirma la
validez de la intuición cosmoteándrica: la mayor parte de la juventud está insatisfecha y
espera un cambio; los que están técnicamente avanzados se preocupan de la salvación
espiritual, y los que están espiritualmente avanzados buscan soluciones técnicas; las
religiones de Occidente se sienten atraídas por la interioridad de Oriente, pero también
Oriente se siente atraído por la figura mesiánica de las religiones occidentales.
Sin duda está emergiendo en todo el planeta una forma nueva de conciencia que es
eminentemente religiosa, en el sentido estricto de la palabra, ya que no se satisface con
aspectos parciales -sociales, filosóficos o científicos-, sino trata de iluminar todos los
ámbitos de la vida humana. El hombre moderno ha matado a un Dios aislado y distante,
la Tierra está matando a un Hombre ávido y sin piedad y los Dioses han abandonado al
hombre y al cosmos a su propia suerte. En esta coyuntura, la intuición cosmoteándrica
representa el sentido religioso emergente en el tercer milenio. Porque en la sensibilidad
ecológica actual vibra una tensión mística, en la autocomprensión del hombre está cada
vez más presente la abertura hacia lo infinito y en el corazón de lo divino late desde
siempre un impulso hacia el tiempo, el espacio y el hombre.