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ÍNDICE

1 LA HISTORIA REPUBLICANA DEL PERÚ .................................................................... 3


1.1 Iniciación de la República (1821 – 1842)................................................................ 3
1.2 La Anarquía (1842 – 1844) ....................................................................................... 4
1.3 Era del Guano (1845 – 1866) ......................................................................................... 5
1.4 Crisis Hacendaria (1867 – 1879) .................................................................................... 6
1.5 Guerra del Pacífico (1879 – 1883) ................................................................................. 7
1.6 Reconstrucción Nacional (1884 – 1895) ................................................................. 7
1.7 República Aristocrática (1895 – 1919) .................................................................... 9
1.8 Oncenio de Legía (1919 – 1930) ........................................................................... 11
1.9 Regímenes Fascistas (1930 – 1939)..................................................................... 12
1.10 Democracias Endebles (1939 – 1948) .................................................................. 14
1.11 Ochenio de Odría (1948 – 1956) ........................................................................... 15
1.12 Reformismo Civil Moderado (1956 – 1968) ................................................................ 16
1.13 Reformismo Militar Radical (1968 – 1980) ........................................................... 18
1.14 Época del Terrorismo (1980 – 2000) ..................................................................... 20
2 LA EVOLUCIÓN DE LIMA .............................................................................................. 25
3 ETAPAS ............................................................................................................................. 25
3.1 Época Prehispánica ................................................................................................. 25
3.2 Época Virreinal .......................................................................................................... 25
3.3 Época Republicana .................................................................................................. 26
4 EVOLUCIÓN URBANA DE LIMA .................................................................................. 26
5 DEL DOMINIO Y OBJETO DE LA HISTORIA URBANÍSTICA ................................. 27
5.1 El barrio como unidad básica de historización..................................................... 27
5.2 Urbanismo limeño y tradiciones urbanísticas....................................................... 30
5.3 El barrio urbanístico. Criterios de clasificación .................................................... 33
5.4 Tipos de habilitación ................................................................................................ 33
5.4.1 Por la fase de inicio de la habilitación Habilitación ex novo ...................... 34
5.4.2 Por el grado de habilitación u ocupación del lote Lotización urbanizada 35
5.4.3 Por el tipo de habilitación según los reglamentos ....................................... 35
5.5 Dimensión espacial, morfológica y vecinal ........................................................... 38
5.5.1 Sistema vial ....................................................................................................... 38
5.5.2 Espacios públicos ............................................................................................. 38
5.5.3 Barrios según ubicación, formato y relación con contexto preexistente .. 39
5.5.4 Retícula urbanística.......................................................................................... 39
5.5.5 Orden formal...................................................................................................... 39
5.5.6 Teoría o modelo urbanístico ........................................................................... 39
5.5.7 Manzana predominante ................................................................................... 39
5.5.8 Escala de integración vecinal ......................................................................... 40
5.5.9 Trama parcelaria de la manzana ................................................................... 40
5.6 Historiografía de la cuestión del dominio empírico ............................................. 41
5.7 A propósito de una primera base de datos del urbanismo limeño republicano
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1 LA HISTORIA REPUBLICANA DEL PERÚ

1.1 Iniciación de la República (1821 – 1842)


San Martín, tras proclamar la independencia del Perú, asumió el mando político militar de los
departamentos libres del Perú, bajo el título de Protector, según decreto dado el 3 de agosto
de 1821. Dio también al flamante Estado Peruano su primera bandera, su primer escudo, su
himno, su moneda, así como su inicial estructura y sus primeras instituciones públicas.
San Martín, no pudo, sin embargo, culminar la guerra contra los españoles. Si bien todo el
norte del Perú se había sumado voluntariamente a la causa patriota, el centro y el sur del país
permanecían ocupadas por las tropas virreinales. San Martín consideró necesaria la ayuda
militar externa y en pos de ella fue a entrevistarse en Guayaquil con el libertador Simón
Bolívar, que al mando de la Expedición Libertadora del Norte, había logrado la independencia
de los actuales territorios de Venezuela, Colombia y Ecuador, este último, con ayuda de tropas
peruanas. En la entrevista de Guayaquil, realizada entre los días 26 y 27 de julio de 1822, los
Libertadores discutieron tres importantes cuestiones:

 La suerte de Guayaquil, que siendo territorio peruano, fue anexado por Bolívar a la
Gran Colombia.
 La ayuda que debía prestar Bolívar para el fin común de la independencia del Perú.
 La forma de gobierno que debían adoptar las nacientes repúblicas hispanoamericanas.
La entrevista no llegó ningún resultado concreto. En lo que respecta al primer punto, Bolívar
ya había decidido que Guayaquil perteneciera a la Gran Colombia y no admitió ninguna
discusión al respecto. En cuanto al segundo punto, Bolívar ofreció enviar al Perú una fuerza
auxiliar grancolombiana de 2000 hombres, que San Martín consideró insuficiente. Y en lo
referente al tercer punto, Bolívar era decididamente republicano, contraponiéndose así al
monarquismo del Libertador rioplatense.
Desilusionado, San Martín retornó al Perú, ya convencido de que debía retirarse para dar pase
al Libertador del Norte.
La Junta Gubernativa quiso acabar la guerra de la Independencia por cuenta propia y organizó
la Primera Campaña de Intermedios, que culminó en fracaso, tras las derrotas
en Torata y Moquegua. Temerosos de un avance realista a la capital, los oficiales del Ejército
se sublevaron en el llamado motín de Balconcillo y presionaron al Congreso para que
destituyera a la Junta y nombrara como Presidente del Perú a José de la Riva Agüero (28 de
febrero de 1823).
Riva Agüero quiso también derrotar a los españoles que aún resistían en el centro y sur del
Perú, y organizó una Segunda Campaña de Intermedios, cuyo mando encomendó a Andrés
de Santa Cruz. Los patriotas avanzaron hasta el Alto Perú, y tras ganar la batalla de Zepita,
emprendieron una desordenada retirada hacia la costa, culminando así, esta expedición
igualmente en fracaso.
Desacreditado ante la opinión pública, Riva Agüero tuvo una abierta disputa con el Congreso.
Se trasladó a Trujillo, donde instaló su gobierno, mientras que en Lima el Congreso nombraba
como nuevo Presidente a José Bernardo de Tagle, más conocido como el marqués de Torre
Tagle. El Congreso, vista la crítica situación, acordó llamar a Bolívar y a su Ejército
Libertador.
El único obstáculo para Bolívar era Riva Agüero, que instalado en Trujillo con un ejército de
3000 hombres, dominaba toda la región aledaña. Sin embargo, los mismos oficiales de Riva
Agüero, apresaron a éste y lo enviaron al destierro. Así se pudo finalmente unificar el mando
del país en manos de Bolívar.
El 5 de febrero de 1824, se produjo un motín en las fortalezas del Callao, de resultas del cual
los realistas recuperaron este importante bastión. Ante tal delicada situación, el Congreso dio
el 10 de febrero un memorable decreto entregando a Bolívar la plenitud de los poderes para
que hiciera frente al peligro, anulando la autoridad de Torre Tagle. Se instaló así la Dictadura.
Tras reunificar el mando del país, Bolívar instaló su cuartel general en Trujillo y organizó la
campaña final de la Independencia, contando con la ayuda decisiva de los peruanos, tanto en
soldados, como en dinero, abastecimientos y recursos de toda índole.
Tras las batallas de Junín y Ayacucho, el 6 de agosto y 9 de diciembre de 1824
respectivamente, se logró derrotar definitivamente a las tropas realistas del Perú. Los últimos
episodios de esta guerra fueron la campaña del Alto Perú.
Consumada la guerra de la independencia, la ciudadanía peruana esperaba el final de la
dictadura bolivariana y la instalación de un gobierno auténticamente peruano. Pero Bolívar
se mantuvo en el poder, empujado por su deseo de gobernar sobre todas las naciones por él
liberadas, bajo su mando vitalicio. El Libertador delegó sus funciones ejecutivas en un
Consejo de Gobierno. Sin embargo, la influencia bolivariana finalizó en enero de 1827,
cuando una reacción liberal y nacionalista.
Establecido formalmente el Estado Peruano bajo el molde republicano, los primeros años de
vida independiente se desarrollaron entre luchas caudillescas organizadas por
los militares para alcanzar la presidencia de la naciente República.
Este primer gobierno de Gamarra (1829-1833) estuvo marcado por numerosas rebeliones
internas. En el plano internacional, puso fin a la guerra con la Gran Colombia, firmando un
Tratado de Paz, Amistad y Límites o Tratado Larrea-Gual por el que se mantuvo el statu
quo fronterizo previo al inicio de hostilidades (1829).
Gamarra, como presidente provisorio, convocó a un Congreso General en Huancayo, el
mismo que dio la Constitución Conservadora de 1839. Luego Gamarra se hizo elegir
presidente constitucional en 1840. Obsesionado con la idea de reunir nuevamente a Bolivia
con el Perú, invadió dicho país, pero fue derrotado y muerto en la batalla de Ingavi, el 18 de
noviembre de 1841. Las tropas bolivianas invadieron el sur peruano pero fueron contenidas
por el pueblo peruano organizado en guerrillas. La paz entre Perú y Bolivia se firmó en Puno,
el 7 de junio de 1842.

1.2 La Anarquía (1842 – 1844)


Tras la muerte de Gamarra estalló un período de anarquía. Numerosos caudillos militares
entablaron la lucha por el poder. Atendiendo al descontento popular, en el Sur, más
precisamente en Tacna y Moquegua, se sublevaron los generales Ramón Castilla y Domingo
Nieto, en defensa de la constitucionalidad (1843). Se propusieron devolver el mando de la
República a quien legítimamente le correspondía, es decir a Meléndez. Estalló así la guerra
civil. Castilla y Nieto, al mando de milicias, derrotaron a las fuerzas regulares del gobierno
en los combates de Pachía y San Antonio.
Después de la guerra civil, Castilla y Elías se pusieron de acuerdo y devolvieron el poder a
quien constitucionalmente le correspondía: Manuel Menéndez. A su vez, éste convocó a
elecciones, en las que triunfó Castilla.
1.3 Era del Guano (1845 – 1866)
Se conoce como la Era del Guano a un período de estabilidad y prosperidad que vivió el Perú
entre 1845 y 1866, cuando el Estado Peruano fue sostenido por los importantes ingresos
generados por la exportación del guano, principalmente hacia Europa, donde se desarrollaba
la revolución agrícola. La fecha de inicio de la Era del Guano se fija comúnmente en 1845,
año en el que Castilla comenzó su primer gobierno. La ascensión al poder del general Ramón
Castilla como presidente constitucional el de 20 de abril de 1845 significó el comienzo de
una etapa de calma institucional. Aunque las luchas personales continuaron en las décadas
siguientes, la habilidad política de Castilla logró que disminuyeran los brotes conspirativos y
las guerras civiles.
Castilla completó tranquilamente su período presidencial de 6 años, siendo el primer
presidente del Perú en hacerlo. En las elecciones de 1850 se postularon tres candidatos que
representaban a los tres grupos en que estaba dividida la sociedad peruana. Uno de ellos era
el general José Rufino Echenique, apoyado por Castilla; el otro fue el general Manuel Ignacio
de Vivanco, antiguo enemigo de Castilla; y el tercero era el agricultor y empresario Domingo
Elías, la primera candidatura de un civil en la historia republicana peruana.
El triunfo correspondió a Echenique, quien asumió la presidencia el 20 de abril de 1851. La
situación política del país era estable y había una idea de progreso material que estaba muy
arraigada en la población. El gobierno de Echenique realizó muchas obras y supo rodearse de
hombres muy capaces. Sin embargo, se vio envuelto en un escándalo de corrupción
relacionado con la llamada Consolidación de la Deuda Interna, por el cual el Estado pagó la
deuda que tenía con particulares desde los días de la independencia, pero desgraciadamente
muchos se hicieron pasar por acreedores sin serlo. Estalló entonces una revolución de
1854 encabezada por Castilla y apoyada por los liberales, quienes auspiciaron, en pleno
conflicto, dos medidas importantísimas: la abolición de la esclavitud y del tributo indígena.
Echenique fue derrotado en la batalla de La Palma, el 5 de enero de 1855, debiendo renunciar
a la presidencia y abandonar el país.
Descontentos con el régimen liberal que se iba implantando, los conservadores se alzaron
en Arequipa, en torno al caudillo Manuel Ignacio de Vivanco, viejo rival de Castilla. Estalló
una sangrienta guerra civil, que culminó con el triunfo de Castilla tras la toma de Arequipa (7
de marzo de 1858).
En las elecciones de 1862 Castilla apoyó al general Miguel de San Román, quien ganó y
asumió la presidencia el 24 de octubre de 1862, pero murió meses después, víctima de una
enfermedad (3 de abril de 1863). Lo sucedió el primer vicepresidente, general Juan Antonio
Pezet, quien debió enfrentar un conflicto con España motivado por la presencia hostil de la
Escuadra Española del Pacífico en las costas sudamericanas.
Pezet fue acusado de traidor a la patria por negociar con los españoles y firmar el
humillante Tratado Vivanco-Pareja, del 27 de enero de 1865, por el cual se indemnizaba a los
españoles por los gastos hechos durante su campaña naval y se establecían las bases para el
pago de la deuda de la independencia, pago éste que se había acordado en la capitulación de
Ayacucho de 1824. Una revolución liderada por el coronel Mariano Ignacio Prado tomó el
poder y Pezet se embarcó hacia Europa. Prado se proclamó Dictador, declaró nulo el tratado
Vivanco-Pareja, formó la Cuádruple Alianza con Chile, Ecuador y Bolivia y le declaró la
guerra a España.
En el combate del 2 de mayo de 1866. En 1871, por mediación de los Estados Unidos, se
firmó un pacto de tregua y en 1879 quedó suscrito el definitivo tratado de paz en París. La
deuda de la independencia no fue pagada.
Los gastos ocasionados por la guerra con España afectaron severamente a la economía del
Perú. El llamado “boom guanero” empezaba ya a declinar.

1.4 Crisis Hacendaria (1867 – 1879)


Tras la guerra contra España, el dictador Mariano Ignacio Prado se convirtió en presidente
provisorio. Pese a las críticas, Prado se presentó como candidato a la presidencia sin
abandonar el poder, obteniendo el triunfo.
Convocó también a un Congreso Constituyente, que se encargó de dar una nueva
Constitución: la Constitución Liberal de 1867. Pero una revolución acaudillada por el
general Pedro Diez Canseco en Arequipa y por el coronel José Balta en Chiclayo, trajo abajo
a su régimen y restituyó la Constitución de 1860, a principios de 1868. Diez Canseco ejerció
un gobierno interino y convocó a elecciones.
El gobierno de Balta se inició con una lenta tarea de reorganización. El problema más
acuciante era el económico, principalmente por los gastos generados por la guerra contra
España. Balta nombró como ministro de Hacienda al entonces desconocido joven Nicolás de
Piérola, quien logró un acuerdo con la Casa judía-francesa Dreyfus Hnos. de París para la
explotación del guano, firmándose el llamado Contrato Dreyfus (5 de julio de 1869).
Posteriormente se hicieron algunas ampliaciones. En teoría este contrato era muy conveniente
para el Estado Peruano y ponía fin a los abusos de los consignatarios peruanos, hasta entonces
intermediarios en el negocio guanero. Estos demandaron ante la justicia al Estado por daños
y perjuicios, pero el contrato terminó por ser aprobado por el Congreso y el gobierno siguió
adelante en su ejecución.
Un año antes del término legal de su mandato, Balta convocó a elecciones en medio de una
gran crisis económica. Varios candidatos se presentaron, pero entre todos destacó la figura
de Manuel Pardo y Lavalle, líder del recién fundado Partido Civil, el primer partido
propiamente dicho fundado en el Perú como respuesta al predominio militar en la política
peruana y que agrupaba a profesionales liberales, comerciantes, empresarios, hacendados,
que conformaban la naciente burguesía nacional. Pardo triunfó, pero faltando pocos días para
que asumiera el poder, Balta fue derrocado y apresado por los coroneles Gutiérrez.
Estos fueron incitados a realizar tal acción pues temían perder sus privilegios castrenses con
la ascensión al poder del civilismo. El mayor de dichos hermanos, Tomás Gutiérrez, se
autoproclamó Jefe Supremo; unos días después Balta era asesinado en la prisión (26 de julio
de 1872), lo que provocó una violenta reacción de la ciudadanía, que asesinó en las calles a
tres de los Gutiérrez (entre ellos Tomás) y restituyó la constitucionalidad.
Durante el gobierno de Pardo se firmó el Tratado de Alianza Defensiva entre Perú y Bolivia,
el 6 de febrero de 1873, que luego sería usado como pretexto por Chile para desatar la Guerra
del Pacífico.
En 1876 la transmisión del mando se produjo sin incidentes. Los principales candidatos eran
el ex presidente Mariano Ignacio Prado y el contralmirante Lizardo Montero. El triunfador
fue Prado.
Durante su gobierno, Prado enfrentó el problema de la cuantiosa deuda externa y la galopante
crisis económica y hacendaria. Tratando de paliar la situación, Prado declaró disuelto el
Contrato Dreyfus y firmó un nuevo contrato para la venta del guano con la firma inglesa
Raphael e Hijos, el llamado Contrato Raphael, pero no tuvo éxito.
Para colmo, Prado tuvo que enfrentar la oposición de Nicolás de Piérola, que acaudilló dos
revoluciones, que si bien fueron sofocadas, causaron un gasto a la ya exhausta caja fiscal.
El asesinato de Manuel Pardo, entonces presidente del Senado, el 16 de septiembre de 1878.
Al año siguiente estalló la guerra con Chile, pese a los intentos de Prado de evitarla
diplomáticamente. Chile, con su característica perfidia, esperó el momento adecuado para
atacar al Perú, es decir cuando éste se hallaba en plena bancarrota y prácticamente desarmado.

1.5 Guerra del Pacífico (1879 – 1883)


Está fuera de duda de que la causa principal de la guerra fue el expansionismo chileno: Chile
ambicionaba los yacimientos peruanos y bolivianos de salitre, y adicionalmente, los de
guano, que por entonces alcanzaban precios ingentes en el mercado mundial. Pero no se
habría lanzado a una aventura como ese si no hubiera sido movido, armado, preparado y
animado por las potencias europeas, principalmente Inglaterra. Las razones por las que las
potencias europeas se pusieron contra el Perú fueron las siguientes:

 La política salitrera peruana, contraria al liberalismo propiciado por Inglaterra y otras


potencias.
 Las maniobras antiperuanas de los acreedores del Perú, principalmente Dreyfus.
 La interrupción de los servicios de la deuda externa peruana.
En cuanto al pretexto esgrimido por Chile, fue el famoso impuesto de 10 centavos por quintal
de salitre exportado, que Bolivia impuso a la Compañía de Salitres y Ferrocarril de
Antofagasta, empresa con capitales chilenos asentada en el litoral boliviano.
El gobierno chileno no aceptó la mediación peruana y adujo que acababa de descubrir la
existencia del Tratado de Alianza Defensiva entre Perú y Bolivia de 1873. Sin embargo, la
cruda realidad era que el Perú no tenía ningún interés en ir a la guerra, ya que se hallaba
sumido en una total bancarrota y era consciente de su inferioridad bélica.
Chile exigió al Perú que se mantuviera neutral en el conflicto, a lo cual el Perú se
negó pues el Tratado de 1873 lo obligaba a ayudar a Bolivia. Acto seguido, Chile
declaró la guerra al Perú el 5 de abril de 1879; ya Bolivia lo había hecho a Chile, el
14 de marzo.
A partir de este momento dio comienzo la guerra, en la cual se pueden distinguir cinco
fases.
 La Campaña Marítima
 La Campaña de Tarapacá
 La Campaña de Tacna y Arica
 La Campaña de Lima
 La Campaña de la Breña
Tratado de Ancón
El Tratado de Ancón, firmado el 20 de octubre de 1883, reconoció la derrota peruana y dio
por terminada la guerra con Chile. El Perú cedió a Chile perpetua e incondicionalmente
la provincia de Tarapacá, y las provincias de Tacna y Arica quedaron sujetas a la legislación
chilena por un período de diez años más, tras el cual se debía realizar un plebiscito para
decidir su destino final. Por otra parte, en 1884, se firmó un Pacto de Tregua entre Chile y
Bolivia, en el que se estipuló una paz no definitiva.
1.6 Reconstrucción Nacional (1884 – 1895)
Tras la guerra del Pacífico, se inició un período de Reconstrucción Nacional, es decir, de
resurgimiento económico, político y social.
Esta etapa es también conocida como la del Segundo Militarismo, pues los caudillos
militares volvieron al ruedo político, pero ya no como héroes triunfadores, sino como
vencidos. No obstante, eran los únicos que poseían la fuerza suficiente para ejercer el poder
ante la desastrosa situación en que quedó el sector civil luego de la derrota ante Chile.

 Gobierno provisional de Andrés Avelino Cáceres


Pese a que el país recién había salido de una guerra desastrosa se desató la guerra civil.
En 1884 Cáceres logró “huaripampear” o poner fuera de juego al ejército principal de
Iglesias en la sierra central, en una brillante estrategia militar, luego de lo cual atacó
Lima, donde puso sitio al Palacio de Gobierno, en noviembre de 1885. Iglesias,
derrotado, renunció a la presidencia.
 Gobierno provisional de Antonio Arenas
El poder quedó provisoriamente en manos del Consejo de Ministros presidido
por Antonio Arenas. Éste convocó a elecciones en las que ganó abrumadoramente
Cáceres.
 Gobierno de Remigio Morales Bermúdez
Finalizando el período de Cáceres, se convocaron a elecciones en 1890, en las que
triunfó el coronel Remigio Morales Bermúdez, que pertenecía al mismo partido de
Cáceres (el Partido Constitucional o cacerista), y por lo tanto, significó el continuismo
político. Morales Bermúdez llevó a cabo un discreto gobierno y debió enfrentar la
negativa de Chile a convocar el plebiscito que debía decidir el destino final de las
provincias de Tacna y Arica, tras haber finalizado en 1894 el plazo de 10 años
estipulado en el Tratado de Ancón de 1883. Chile fue prorrogando la realización de
dicho plebiscito indefinidamente; finalmente nunca se realizó.
 Gobierno provisional de Justiniano Borgoño
Víctima de una enfermedad, Morales Bermúdez murió el 1 de abril de 1894, antes de
concluir su mandato. Lo sucedió el segundo vicepresidente Justiniano Borgoño, en
desmedro del primer vicepresidente Pedro Alejandrino del Solar, que fue marginado
por oponerse al cacerismo. Borgoño allanó el camino para la vuelta al poder del general
Cáceres y convocó a unas elecciones que fueron muy cuestionadas. Con el apoyo del
gobierno, Cáceres triunfó en dichos comicios.

 Segundo gobierno de Andrés Avelino Cáceres

Por segunda vez Cáceres asumió la presidencia, el 10 de agosto de 1894. Pero carecía
de legitimidad y popularidad, por lo que era inevitable que surgiera la guerra civil. El
anticacerismo formó la Coalición Nacional, integrada por los demócratas y civilistas,
que eligieron como líder a Nicolás de Piérola (jefe de los demócratas), entonces
desterrado en Chile. En todo el Perú surgieron partidas de montoneros que se sumaron
a la causa de la Coalición. Piérola retornó al Perú, desembarcó en Puerto Caballas
(costa de Ica) y pasó a Chincha donde dio un Manifiesto a la Nación, tomando el título
de Delegado Nacional, y poniéndose de inmediato en campaña sobre Lima, al frente
de los montoneros. Estos atacaron la capital del 17 al 19 de marzo de 1895, desatando
una lucha muy sangrienta. Al verse desprovisto del apoyo del pueblo, volcado
masivamente hacia los coaligados, Cáceres renunció y partió al exilio.

 Gobierno provisional de Manuel Candamo

Se instaló una Junta de Gobierno tras el triunfo en Lima de las montoneras de Piérola
y la partida de Cáceres al exilio, Candamo fue elegido presidente de una Junta de
Gobierno, a la que no pertenecía, encargándosele del ministerio de Relaciones
Exteriores; en ese cargo estuvo seis meses, del 20 de marzo al 8 de septiembre de 1895,
cuando entregó el mando a Piérola, triunfador de las elecciones.
Presidió nuevamente la Cámara de Comercio (1896-1903) y participó en la creación
de la Sociedad Anónima Recaudadora de Impuestos
1.7 República Aristocrática (1895 – 1919)
Con el advenimiento al poder de Nicolás de Piérola en 1895, se dieron las condiciones para
la formación de la República Oligárquica, llamada también República Aristocrática,
término éste acuñado por Basadre. Se extiende desde el 8 de septiembre de 1895 hasta el 4
de julio de 1919, período en el que se sucedieron una serie de gobiernos elegidos
democráticamente, con excepción del período de 1914-1915. Fue entonces cuando se
materializó una política pluto - oligárquica, con unas clases alta y media que vivían
acomodadamente y un pueblo llano con diversas carencias.
El malestar de las clases populares se manifestó en el surgimiento del movimiento obrero
anarcosindicalista y el estallido de huelgas.

 Segundo gobierno de Nicolás de Piérola


Las principales fuerzas políticas eran el Partido Demócrata o pierolista y Partido
Civil o civilista, que se habían aliado en la coyuntura de 1894-1895. A partir de 1903
predominaría el civilismo en el gobierno, lo que se conoce como el Segundo
Civilismo, por distinción del primero de 1872-1874.
El gobierno de Piérola (1895-1899) fue notable, contando con el apoyo de demócratas
y civilistas. Piérola convocó a los más capaces para ocupar funciones en el gobierno,
sin tener en cuenta antecedentes partidarios; respetó escrupulosamente la Constitución;
fortaleció las instituciones públicas e impulsó el desarrollo integral del país. Destacan
las importantes reformas en el campo económico y financiero, como la implantación
de una nueva moneda (la Libra peruana), la primera ley normativa de la ejecución
presupuestal, la creación de la Compañía Recaudadora de Impuestos.
Asimismo, fomentó y protegió la industria nacional, impulsó el desarrollo de la
Amazonía, llevó a cabo un plan de obras públicas sin recurrir a los empréstitos, impulsó
la prolongación de caminos y ferrocarriles y la modernización de ciudades. En el
aspecto de la defensa nacional, contrató a una misión francesa para que modernizara al
Ejército, fundó la Escuela Militar de Chorrillos y estableció el servicio militar
obligatorio. En el aspecto material, continuó la expansión urbana de Lima,
construyendo el Paseo Colón e iniciando la Avenida de la Colmena, hoy
llamada Avenida Nicolás de Piérola.

 Gobierno de López de Romaña


Continuó el desarrollo de la agricultura, la minería y la industria; promovió la
colonización de los valles interandinos y zonas orientales, hasta entonces aislados;
promulgó el Código de Minería, el nuevo Código de Comercio y el Código de Aguas;
creó el Estanco de la Sal para financiar la recuperación de las provincias de Tacna y
Arica en poder chileno; y afrontó los problemas derivados de la política de
chilenización en dichos territorios, que buscaban perpetuar la ocupación. Al término
de su mandato, una nueva alianza, ahora entre los civilistas y el Partido Constitucional
de Cáceres,

 Primer Gobierno de José Pardo


El primer gobierno de José Pardo (1904-1908) apoyó firme y eficazmente a la
educación pública, fomentó la cultura e inició la legislación social. Se preocupó
también por defensa nacional, repotenciando al Ejército y la Marina. En el aspecto
internacional enfrentó conflictos limítrofes con Colombia, Ecuador y Bolivia. Pero el
problema que más demandaba entonces la atención de la Cancillería peruana era el
enfrentado con Chile, país que retenía ilegalmente las provincias peruanas de Tacna y
Arica. El gobierno chileno no solo prorrogó indefinidamente la realización del
plebiscito estipulado en el tratado de Ancón, sino que acentuó su desalmada política
de «chilenización» contra los peruanos de Tacna y Arica, así como los que residían en
Tarapacá. En las elecciones de 1908 el candidato oficialista fue Augusto B. Leguía,
quien ante la ausencia voluntaria del pierolismo, pudo ganar fácilmente.

 Primer gobierno de Augusto Leguía


El primer gobierno de Leguía (1908-1912) enfrentó problemas limítrofes con los cinco
países vecinos, de los cuales sólo logró solucionar definitivamente aquellos que
mantenía con Brasil (8 de septiembre de 1909) y con Bolivia (17 de septiembre del
mismo año). Con Ecuador hubo un conato de conflicto en 1910, con Colombia se libró
el conflicto de La Pedrera (1911) y con Chile se rompieron las relaciones diplomáticas,
ante el recrudecimiento de la desalmada política de chilenización en Tacna y Arica.
En el orden interno, Leguía afrontó también mucha perturbación. Enfrentó con valentía
una intentona golpista promovida por Carlos de Piérola, Isaías de Piérola y Amadeo de
Piérola. En las elecciones presidenciales de 1912 Leguía quiso imponer a su
candidato Ántero Aspíllaga pero surgió entonces la candidatura opositora del ex
alcalde de Lima Guillermo Billinghurst, que pronto obtuvo una rápida y arrolladora
popularidad.

 Gobierno de Guillermo Billinghurst


Billinghurst (1912-1912) quiso favorecer a la clase obrera, lo que le ganó la oposición
de los elementos conservadores. Tuvo una pugna tenaz con el Congreso, dominado por
los civilistas y leguiístas, sus enemigos políticos. Se propuso entonces disolver el
parlamento y convocar al pueblo para realizar reformas constitucionales
fundamentales, lo que provocó el levantamiento militar del coronel Óscar R.
Benavides, héroe de La Pedrera, que derrocó a Billinghurst el 4 de febrero de 1914.

 Primer gobierno de Óscar Benavides


Benavides asumió el poder, primero a la cabeza de una Junta de Gobierno y luego
como presidente provisorio designado por el Congreso (1914-1915). Enfrentó el
problema monetario y se comprometió a restaurar el orden legal. En 1915 convocó a
una Convención de los partidos civilista, liberal y constitucional, para que lanzaran una
candidatura unificada. El elegido fue el ex presidente José Pardo, del Partido Civil,
quien ganó abrumadoramente las elecciones de ese año, derrotando a la simbólica
candidatura de Carlos de Piérola, del Partido Demócrata.

 Segundo gobierno de José Pardo


El segundo gobierno de José Pardo (1915-1919) se caracterizó por la violencia política
y social, síntoma del agotamiento del civilismo y de la crisis mundial. Por efecto de
la primera guerra mundial se agravó la condición económica de la clase trabajadora y
se preparó el campo para el desenvolvimiento de la acción sindical. Se produjeron
sucesivas huelgas que tenían como exigencia el abaratamiento de las subsistencias y la
implantación de la jornada de las «8 horas de trabajo»; esta última fue concedida
finalmente, por decreto del 15 de enero de 1919. En el sur andino, los abusos de los
hacendados y gamonales sobre la población nativa y campesina motivaron muchas
sublevaciones de indígenas, como la encabezada por Rumi Maqui en 1915.
Pardo convocó a elecciones en 1919, en las que postuló el ex presidente Augusto B.
Leguía, que enfrentó a la candidatura oficialista representada por Ántero Aspíllaga.
Los comicios, que no fueron muy limpios, dieron por ganador a Leguía, pero en el
recuento oficial se le anularon numerosos votos. Ante el peligro de que fueran anuladas
las elecciones y que estas se trasladaran al Congreso, donde los civilistas tenían
mayoría, Leguía y sus partidarios dieron un golpe de estado, contando con el apoyo de
la gendarmería (4 de julio de 1919). Finalizó así la «República Aristocrática» y se
inició una nueva etapa en la historia republicana del Perú.
1.8 Oncenio de Legía (1919 – 1930)
 Segundo gobierno de Augusto Leguía
Este segundo gobierno de Leguía se prolongaría por once años, ya que, tras sendas
reformas constitucionales, se reeligió en 1924 y en 1929. Por eso se le conoce como el
Oncenio y también como la «Patria Nueva», pues pretendía modernizar el país a través
de un cambio de relaciones entre el Estado y la sociedad civil.
Fue una época en que se restringieron las libertades públicas. El diario La Prensa,
donde se había parapetado la oposición, fue asaltado y confiscado. Se barrió también
con la oposición en el parlamento, que quedó sometido al Ejecutivo. Se puso fin a las
municipalidades elegidas por voto popular, siendo reemplazadas por organismos con
personal designado por el gobierno. Los opositores políticos fueron perseguidos,
presos, deportados y hasta fusilados.
La preocupación esencial de Leguía fue la modernización del país, lo que quiso
imponer a paso acelerado. Suceso notable de este período fue la celebración pomposa
del Centenario de la Independencia en 1921, cuyo acto central fue la inauguración de
la Plaza San Martín, en el centro de Lima. Un gigantesco programa de obras públicas
fue financiado con empréstitos obtenidos del exterior. Se arreglaron y pavimentaron
muchas avenidas, calles y plazas limeñas, se abrieron varias avenidas a fin de ampliar
el radio urbano, como la Avenida Progreso (hoy Venezuela) y la Avenida Leguía
(hoy Arequipa).
Fueron creadas la Escuela de la Guardia Civil y Policía (a cargo de instructores
españoles), la Escuela de Aviación de Las Palmas y el Ministerio de Marina (el cual
en 1929 pasó a llamarse de Marina y Aviación).
En el aspecto internacional, se firmaron dos tratados internacionales muy polémicos:
 El Tratado Salomón-Lozano, con Colombia, el 24 de marzo de 1922, que fue
aprobado por el Congreso en 1927. Ello significó ceder a Colombia una porción
territorial comprendida entre los ríos Caquetá y Putumayo y el llamado
"Trapecio Amazónico", donde se hallaba la población de Leticia. Este tratado fue
considerado excesivamente entreguista y generó resistencia entre los peruanos
que habitaban las zonas afectadas.
 El Tratado Rada Gamio-Figueroa Larraín, con Chile, firmado el 3 de junio de
1929, en Lima (por lo que se le conoce también como Tratado de Lima). Puso
término a la cuestión limítrofe con Chile, tras más de 40 años de la firma
del Tratado de Ancón de 1883. Ambas partes renunciaron a la realización del
tantas veces postergado plebiscito de Tacna y Arica, y acordaron el siguiente
arreglo: Tacna regresaría al seno de la patria peruana, pero Chile se quedaría con
Arica.
En el aspecto económico, se incrementó notablemente la dependencia hacia los
Estados Unidos debido a los fuertes empréstitos contraídos a los bancos
norteamericanos para realizar obras públicas; la deuda llegó a los 150 millones de
dólares en 1930. Ello provocó una aparente bonanza, que finalizó al estallar la crisis
mundial de 1929 afectando directamente a la población, siendo el factor que aceleró
la caída de Leguía, sumado al descontento por la evidente corrupción administrativa y
por la firma de los tratados con Colombia y Chile con cesión territorial.
El 22 de agosto de 1930 el comandante Luis Miguel Sánchez Cerro, al mando de la
guarnición de Arequipa, se pronunció contra Leguía. El movimiento revolucionario se
propagó rápidamente por el sur del país. También en Lima el ambiente era favorable
para la revolución. Para dominar la situación Leguía pretendió formar un gabinete
militar, pero en las primeras horas de la madrugada del 25 de agosto la guarnición de
Lima lo obligó a renunciar. Finalizó así el Oncenio de Leguía.
1.9 Regímenes Fascistas (1930 – 1939)
El fin del Oncenio trajo consigo la irrupción de los militares en la vida política, fenómeno
que Basadre ha denominado el “Tercer Militarismo”, el cual surgió a consecuencia del
vacío político (al estar los partidos tradicionales debilitados o en trance de extinción) y ante
los peligros que aparentemente, acechaban al Estado y a la nación como consecuencia de
la crisis mundial. El historiador también resalta otros fenómenos descollantes de este
período: el comienzo de la irrupción de las masas organizadas en la política y el crecimiento
de las clases medias.

 Gobierno provisional de Ponce Brousset


Tras la renuncia de Leguía, el poder quedó en manos de una Junta Militar de
Gobierno presidida por el general Manuel María Ponce Brousset. Pero éste no
contaba con popularidad. La ciudadanía se inclinó por el caudillo de Arequipa, el
comandante Luis Sánchez Cerro, que el 27 de agosto arribó en avión a Lima, siendo
recibido apoteósicamente.
 Gobierno provisional de Sánchez Cerro
En el acto, Sánchez Cerro constituyó una Junta Militar de Gobierno bajo su presidencia.
Leguía, que había zarpado en un buque de la armada rumbo al exilio, fue apresado y
obligado a desembarcar. Murió 16 meses después, en prisión.
La situación del país era crítica; se produjeron disturbios obreros, universitarios y militares.
Sánchez Cerro dictó una serie de medidas, como la creación del Tribunal de Sanción
Nacional para juzgar los casos de enriquecimiento ilícito durante el Oncenio, la derogación
de la ley de conscripción vial, el matrimonio civil obligatorio, la disolución de
la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), de inspiración comunista.
Para remediar la crisis económica contrató una misión de expertos financistas
estadounidenses, encabezado por el profesor Edwin Kemmerer, que sugirieron la
aplicación de una serie de medidas, de las que solo se acogieron parcialmente unas cuantas.
Sánchez Cerro prometió convocar a elecciones, pero cometió el error de querer postular a
la presidencia estando en el poder. Una nueva rebelión que estalló en Arequipa lo obligó a
dimitir el 1 de marzo de 1931.
 Gobierno provisional de Mariano Holguín
Interinamente, por unas horas, asumió el poder el jefe de la iglesia católica peruana,
monseñor Mariano Holguín, como presidente de una junta de notables, que
inmediatamente dio pase a una Junta Transitoria presidida por el presidente de la Corte
Suprema Ricardo Leoncio Elías
 Gobierno provisional de Leoncio Elías
Arequipa y el sur peruano se negaron a reconocer la junta transitoria; en esa zona, el
caudillo popular era David Samanez Ocampo. Tampoco el teniente coronel Gustavo
Jiménez (que había sido enviado al sur para reprimir a los rebeldes) quiso acatar la
autoridad de Elías y decidió retornar a Lima por vía marítima. El día 4 de marzo de 1931
Elías convocó en Palacio de Gobierno una reunión de ciudadanos distinguidos, con quienes
acordó entregar el mando a Samanez Ocampo. Pero al día siguiente Jiménez desembarcó
con sus tropas en el Callao y se dirigió a Palacio, ordenando a Elías a que abandonara dicho
lugar
 Gobierno provisional de Gustavo Jiménez
Gustavo Jiménez. no tenia de apoyo, la presión popular impuso al viejo líder
apurimeño David Samanez Ocampo como presidente de una Junta Nacional de Gobierno,
con representación de todo el país (11 de marzo de 1931).
 Gobierno provisional de Samanez Ocampo
Samanez pacificó momentáneamente al país y convocó a elecciones para Presidente y
los representantes de la Asamblea Constituyente. Con tal fin dio un nuevo Estatuto
Electoral y creó el Jurado Nacional de Elecciones. Estas elecciones generales se
realizaron el 11 de octubre de 1931 y fueron las primeras elecciones modernas de la
historia peruana. Los principales candidatos fueron Sánchez Cerro, por la Unión
Revolucionaria, y Víctor Raúl Haya de la Torre, por el Partido Aprista Peruano.
Sánchez Cerro, auroleado por ser el caudillo que derrocó a Leguía, triunfó en las urnas
por un amplio margen, pero los apristas no reconocieron el resultado y denunciaron
fraude. El país quedó así dividido, con el germen de la guerra civil.
 Gobierno de Sánchez Cerro
Sánchez Cerro asumió como presidente constitucional el 8 de diciembre de 1931. Ese
mismo día se instaló el Congreso Constituyente cuya misión primordial sería dar una
nueva Constitución al país. El nuevo gobierno contaba con mayoría parlamentaria. Los
diputados apristas elegidos tomaron posesión de sus escaños y conformaron en una
combativa minoría opositora al gobierno.
En 1932 ocurrieron una serie de sucesos sangrientos provocados por los apristas: un
atentado criminal contra la vida del mismo Sánchez Cerro, que se salvó fortuitamente
(6 de marzo); una rebelión de la marinería de la escuadra del Callao (7 de mayo), que
fue sofocada severamente, siendo fusilados ocho marineros; y la llamada revolución
aprista de Trujillo (7 de julio), que fue reprimida sangrientamente por el gobierno.
Trujillo fue tomada por el ejército, que en represalia por la masacre de los oficiales
prisioneros en el cuartel O’Donovan, fusiló a un número no determinado de
ciudadanos, que desde entonces fueron considerados como los “mártires del aprismo”.
Al año siguiente estalló una sublevación militar en Cajamarca encabezada por el
comandante Gustavo Jiménez, quien al ser vencido en Paiján se quitó la vida
disparándose un tiro en la cabeza (14 de marzo de 1933).
Obra importante del gobierno sanchecerrista fue la promulgación de la Constitución
Política de 1933, el 3 de abril de 1933. Otras obras importantes fueron el otorgamiento
a los obreros de vacaciones y el descanso remunerado por el día del trabajo, la creación
de los restaurantes populares, el equipamiento de las Fuerzas Armadas, la continuación
de la carretera Central, etc.
Estando precisamente Sánchez Cerro pasando revista a los reclutas en el Hipódromo
de Santa Beatriz (hoy Campo de Marte, en Lima), el 30 de abril de 1933, cuando fue
víctima de un atentado: un individuo, llamado Abelardo González Leiva, se le acercó
y le disparó varios tiros, que le cegaron la vida. Se supo después que el magnicida se
había afiliado al partido aprista años antes, pero no se sabe hasta hoy si actúo solo o
formó parte de un complot. Ese mismo día el Congreso, violando la Constitución,
nombró presidente de la República al general Óscar Benavides, para que completara el
período del difunto presidente, o sea hasta 1936.
 Segundo gobierno de Óscar Benavides
La tarea inicial de Benavides fue buscar el fin del conflicto con Colombia, país con el
que se llegó a un acuerdo de paz en mayo de 1934, previo compromiso del Perú de
respetar el Tratado Salomón-Lozano. En el aspecto interno, Benavides dio la Ley de
Amnistía General, el 9 de agosto de 1933, que favoreció a los apristas. Pero tras un
intento revolucionario aprista en Lima (la llamada conspiración de El Agustino), se
reinició la persecución antiaprista. Los apristas respondieron con actos terroristas en
todo el país. El 15 de mayo de 1935 ocurrió el asesinato del director del diario El
Comercio, Antonio Miró Quesada de la Guerra, y el de su esposa, a manos de un
militante aprista. La represión recrudeció. Tanto el Partido Aprista como el Comunista
fueron proscritos según ley por ser partidos “internacionales”.
Las elecciones generales se realizaron el 22 de octubre de 1939. El candidato del
gobierno, el banquero Manuel Prado Ugarteche (hijo del presidente Mariano Ignacio
Prado), ganó con facilidad a su contrincante, el abogado José Quesada Larrea. Se habló
de fraude electoral.

1.10 Democracias Endebles (1939 – 1948)


 Primer gobierno de Manuel Prado
Manuel Prado asumió la presidencia el 8 de diciembre de 1939, iniciando lo que sería
su primer gobierno (1939-1945). Político hasta entonces casi desconocido, se vaticinó
que no duraría mucho en el cargo, pero desplegó una combinación de astucia táctica,
flexibilidad estratégica y encanto personal, que le permitió gozar de respaldo. Su
gobierno continuó en gran parte la obra realizada por el general Benavides,
manteniendo fuertes vínculos con la oligarquía. Fue de una relativa democracia.
Mantuvo proscrito al Partido Aprista y recibió el apoyo del Partido Comunista.
Durante una reunión extraordinaria de cancilleres realizada en Río de Janeiro, a
principios de 1942, fue la actitud peruana la que inclinó a los representantes de los
demás países americanos a apoyar a Estados Unidos.
 Gobierno de Bustamante y Rivero
Bustamante y Rivero resultó triunfador y asumió la presidencia el 28 de julio de 1945,
gobernando con un apego a las leyes inusual en la historia peruana. Hecho notable de
su gestión fue extender la soberanía peruana en una extensión de doscientas millas
marinas, por Decreto Supremo expedido el 1 de agosto de 1947. En el aspecto
económico se produjeron serias dificultades. La inflación creció y los salarios
perdieron su poder adquisitivo. Frente al malestar social, que se manifestó en huelgas,
Bustamante aplicó una política de asistencia social, de inspiración aprista. En el
aspecto político, Bustamante perdió pronto el apoyo del aprismo, pues se negó a
someterse a su influencia.
El 27 de octubre de 1948, el general Manuel A. Odría, a la cabeza de la guarnición
de Arequipa, se levantó en contra del gobierno, proclamando una “Revolución
Restauradora”. Otras guarniciones importantes, como la del Cuzco, dudaron en
plegarse, pero el triunfo del movimiento se decidió cuando la guarnición de Lima, al
mando del general Zenón Noriega se sumó a Odría. Bustamante, que se negó a
renunciar, fue deportado hacia Buenos Aires, Argentina. Nuevamente el país se sumía
en una dictadura militar de derecha.
1.11 Ochenio de Odría (1948 – 1956)
El período conocido históricamente como el Ochenio de Odría se divide en dos fases: la
Junta Militar de Gobierno (1948-1950) y la Presidencia de la República (1950-1956).
Algunos lo definen como una “dictadura de derecha”, para otros fue solo un gobierno
autoritario y popular en que se construyeron numerosas obras públicas, grandes unidades
escolares y varios colegios militares. Retornaban así los militares al poder, tras ocho años
de gobierno civil. Depuesto el presidente José Luis Bustamante y Rivero, los militares
golpistas instauraron una Junta Militar, presidida por el general Manuel A. Odría, quien
impuso un gobierno autoritario, enérgicamente antiaprista y anticomunista.

 Primer gobierno provisional de Zenón Noriega


Al efectuarse el pronunciamiento militar de Arequipa del general Manuel A. Odría, el
27 de octubre de 1948, Noriega se hallaba en Lima, desde donde observó atentamente
el desarrollo de los acontecimientos. Finalmente, optó por quitar su apoyo al presidente
Bustamante y así decidió el triunfo de la llamada “revolución restauradora”, asumiendo
interinamente la presidencia de una Junta Militar de Gobierno el 29 de octubre de 1948.
Poco después Manuel Odría llegó a la ciudad de Lima y asumió la presidencia de dicha
Junta, en la que Zenón Noriega pasó a ser ministro de guerra y primer vicepresidente
de la República.

 Primer gobierno provisional de Manuel Odría


Se suprimieron las garantías individuales, consagrada indefinidamente con una
arbitraria Ley de Seguridad Interna, dirigida con especial dureza contra el APRA.
Cerebro de la represión fue el director de gobierno, Alejandro Esparza Zañartu (luego
ministro de Gobierno). Los líderes apristas fueron encarcelados o deportados. Haya de
la Torre fue perseguido y Bustamante, deportado. Haya se refugió en la embajada
de Colombia en Lima en la que estuvo cinco años asilado puesto que la dictadura
odriísta se negaba a otorgar el salvoconducto para que saliera del país. La Junta Militar
decidió convocar las elecciones generales de 1950. Odría sería el candidato, pero
existía un problema formal: de acuerdo a la constitución, el ciudadano que aspirara a
la presidencia no debía ejercer al mismo tiempo el poder, al que debía renunciar,
mínimo, seis meses antes de las elecciones. Odría dio entonces su famosa “bajada al
llano”: faltando apenas un mes para las elecciones dejó el poder al general Zenón
Noriega el 1 de junio de 1950.

 Segundo gobierno provisional de Zenón Noriega


La oposición, reunida en una Liga Nacional Democrática, presentó a su vez la
candidatura del general Ernesto Montagne Markholz. En protesta, estalló la rebelión
de Arequipa que fue reprimida sangrientamente por el gobierno. Montagne fue
apresado y desterrado, quedando así Odría como único candidato y vencedor de las
elecciones generales del 2 de julio de 1950, convertidas en una auténtica farsa.

 Gobierno de Manuel Odría


Odría juró como Presidente Constitucional el 28 de julio de 1950. De su gobierno
merece destacarse la gran obra educacional y de seguridad social, así como la relativa
recuperación económica y financiera del país, favorecido en parte por una beneficiosa
coyuntura internacional: la guerra de Corea, que trajo un aumento las exportaciones y
el repunte de sus precios. Se formaron grandes Oligopolios en todo el litoral costero
que se dedicaron a la extracción y exportación de matéria primas, sin embargo las
ventajas económicas no se distribuyeron uniformemente lo que ocasionó
un centralismo en términos políticos, económicos y sociales, también hubo un
centralismo dentro de los mismos departamentos.
Odría decidió convocar las elecciones generales de 1956, anunciando a la vez que no
se presentaría como candidato. Se presentaron tres candidatos: Hernando de Lavalle,
inicialmente apoyado por el gobierno y por el recientemente fundada Democracia
Cristiana; el ex presidente Manuel Prado Ugarteche, por el Movimiento Democrático
Peruano (MDP); y el arquitecto Fernando Belaúnde Terry, lanzado por un improvisado
Frente Nacional de Juventudes Democráticas, cuya inscripción fue impuesta al Jurado
Nacional de Elecciones, tras una protesta memorable realizada en el centro de Lima,
conocida como el “Manguerazo” el 1 de junio de 1956. Como el partido aprista se
hallaba impedido de participar en las elecciones, los votos de sus militantes serían
decisivos en la contienda. Los dirigentes apristas decidieron negociar sus votos, a
cambio de la mejor oferta que hicieran los candidatos. Lavalle ofreció un estatuto de
partidos que otorgaría la legalidad al APRA en fecha no determinada, lo que para los
apristas no era suficiente. Fue Prado quien tuvo la habilidad de ganarse el apoyo de los
apristas, a quienes prometió levantarles la proscripción no bien iniciado su gobierno,
prometiendo derogar la famosa Ley de Seguridad Interior. El gobierno también optó
por apoyar a Prado, con quien convino el llamado el Pacto de Monterrico, a cambio de
una total impunidad en lo que respecta a los casos de corrupción del Ochenio. Las
elecciones se realizaron el 17 de junio de 1956 y dieron por ganador al expresidente
Manuel Prado.

1.12 Reformismo Civil Moderado (1956 – 1968)


para los apristas no era suficiente. Fue Prado quien tuvo la habilidad de ganarse el
apoyo de los apristas, a quienes prometió levantarles la proscripción no bien iniciado
su gobierno, prometiendo derogar la famosa Ley de Seguridad Interior. El gobierno
también optó por apoyar a Prado, con quien convino el llamado el Pacto de Monterrico,
a cambio de una total impunidad en lo que respecta a los casos de corrupción del
Ochenio. Las elecciones se realizaron el 17 de junio de 1956 y dieron por ganador al
expresidente Manuel Prado.

 Segundo gobierno de Manuel Prado


Manuel Prado Ugarteche asumió el gobierno por segunda vez el 28 de julio de 1956.
Cumpliendo la promesa hecha a los apristas, derogó la Ley de Seguridad Interior,
comprendiendo en la amnistía subsiguiente a todos los presos políticos y a los que se
hallaban exiliados. Por ello esta nueva gestión fue llamada el «período de la
convivencia», ya que se produjo un entendimiento entre el pradismo y el aprismo.
El segundo gobierno de Manuel Prado se desarrolló en un clima de agitación motivada
por tres razones principales:
 Por la crisis económica, originada por la recesión producida en Estados Unidos
en 1957. Se depreciaron notablemente los productos de exportación y los
dólares escasearon, por lo que se devaluó la moneda peruana.
 Por la agitación que surgió en el campo a favor de la realización de la reforma
agraria; y
 Por la enérgica campaña de alcance nacional a favor de la recuperación de los
yacimientos petrolíferos de La Brea y Pariñas que ilegalmente seguía
explotando la compañía norteamericana International Petroleum Company.
Al aproximarse el final del gobierno de Prado, el descontento popular era innegable.
Menudearon las huelgas y se hicieron protestas bulliciosas y hasta violentas en las
calles. En medio de ese ambiente se convocaron a las elecciones generales de 1962,
siendo los principales candidatos los siguientes:
 Víctor Raúl Haya de la Torre, por el Partido Aprista.
 El arquitecto Fernando Belaúnde Terry, por el partido Acción Popular.
 El general y ex presidente Manuel A. Odría, por su partido Unión Nacional
Odriísta.
 Gobierno provisional de Pérez Godoy
El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, presidido por el general Ricardo Pérez
Godoy, exigió al gobierno la anulación de las elecciones. Al recibir una respuesta
negativa de parte del Jurado Nacional de Elecciones, los militares depusieron al
presidente Prado en la madrugada del 18 de julio de 1962, cuando faltaban solo once
días para finalizar su mandato presidencial. Se conformó una Junta Militar de Gobierno
que anuló las elecciones y convocó a otras nuevas. Se ha dicho que el móvil verdadero
de este golpe fue el antiaprismo muy arraigado todavía entre los militares. Cabe
destacar que la acción de las Fuerzas Armadas fue de carácter institucional y no de tipo
caudillesco, como habían sido hasta entonces todos los golpes de estado de la historia
republicana del Perú.

Entre las medidas adoptadas por esta junta militar, destacan las destinadas a la
planificación estatal y a la promoción cultural:

 La creación del Sistema Nacional de Planificación del Desarrollo Económico


y Social del Perú, que, posteriormente se denominó Instituto Nacional de
Planificación (INP). Su finalidad fue proyectar el desarrollo del país de
manera orgánica.
 La creación de la Comisión Nacional de Cultura, el 24 de agosto de 1962,
entidad autónoma encargada de la promoción, desarrollo y difusión de las
manifestaciones culturales del país, que en 1971 empezó a llamarse Instituto
Nacional de Cultura (INC), hoy Ministerio de Cultura.

 Gobierno provisional de Nicolás Lindley


En marzo de 1963, Pérez Godoy fue desalojado del Palacio de Gobierno por su
segundo, el general Nicolás Lindley López porque, al parecer, empezaba a mostrar
inclinaciones a continuar en el gobierno por más tiempo que el planeado originalmente.
Lindley cumplió con la convocatoria de nuevas elecciones generales, que se realizaron
el 9 de junio de 1963, con la participación de los tres candidatos importantes de la
anteriores elecciones, es decir Haya de la Torre, Belaúnde y Odría. Pero esta vez
funcionó en contra de Haya de la Torre la teoría del “voto perdido”: para muchos era
muy probable que si ganaba nuevamente el APRA los militares insistirían en no
reconocer el resultado, por lo que apostaron por Belaúnde, que resultó así triunfador.
Los resultados oficiales fueron los siguientes:
 Belaúnde, 708 662 votos (39.1 %).
 Haya de la Torre, 623 501 votos (34.4 %).
 Odría, 463 085 votos (25.5 %).
 Primer gobierno de Fernando Belaúnde
El arquitecto Fernando Belaúnde resultó así elegido Presidente Constitucional para el
período 1963-1969. Su obra estuvo orientada mayormente a las grandes obras públicas:
construcción de carreteras (principalmente la Marginal de la Selva), aeropuertos,
conjuntos habitacionales, reservorios, etc. Así mismo, restituyó el origen democrático
de las autoridades municipales. Sin embargo, su labor fue obstaculizada
constantemente en el parlamento por la oposición de los partidarios del
general Odría (agrupados en la ultraderechista UNO) y del APRA; estos dos partidos,
que años antes habían sido encarnizados enemigos, formaron la llamada COALICIÓN,
poniendo en minoría parlamentaria a los representantes de los partidos de gobierno:
Acción Popular y la Democracia Cristiana, que formaron la llamada ALIANZA.
Belaúnde inició la reforma agraria que afectaba principalmente a los latifundios no
cultivados de la sierra y la costa, pero sin tocar a los que tenían un rendimiento
eficiente, como los agroindustriales de la costa. Trató también de resolver el asunto del
petróleo con la International Petroleum Company (IPC). El 13 de agosto de 1968 se
suscribió el Acta de Talara, por el cual todos los campos petroleros pasaban a poder de
la estatal Empresa Petrolera Fiscal (EPF), mientras que la IPC conservaba la refinería
de Talara, el sistema de distribución nacional del combustible y las
llamadas Concesiones Lima.
En efecto, el 3 de octubre de 1968 el general Juan Velasco Alvarado encabezó el golpe
de estado contra Belaúnde, quien fue sacado a la fuerza de Palacio de Gobierno y
desterrado a Argentina. Se inició así el llamado Gobierno Revolucionario de las
Fuerzas Armadas.
1.13 Reformismo Militar Radical (1968 – 1980)
El autodenominado Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, también conocido
como el reformismo militar radical, se instaló el 3 de octubre de 1968, tras el golpe de
estado contra Belaúnde, este se divide en dos fases, la primera estuvo encabezada por el
general Juan Velasco Alvarado (1968-1975) en la que se aplicó el “Plan Inca” de
índole estatista y nacionalista y la segunda fue impulsada por el general Francisco Morales
Bermúdez (1975-1980) en la que se aplicó el “Plan Túpac Amaru" de
índole institucionalista y progresista. Durante la década de 1970 el Perú asumió un carácter
claramente de izquierda nacionalista, socialista, agrarista y antiimperialista.

 Gobierno de Velasco Alvarado


El general Juan Velasco Alvarado se alzó contra el reformismo de los gobiernos
anteriores y se propuso realizar cambios sustanciales en las estructuras del país. Su
gobierno se reclamó nacionalista, antiimperialista, (especialmente anti-
estadounidense) y antioligarca, claramente orientado hacia la izquierda, lo que lo
diferenciaba del resto de las dictaduras latinoamericanas, que por lo general eran de
derecha. Su plan de gobierno lo expuso en el llamado “Plan Inca”.
Las principales reformas que realizó el gobierno de Velasco fueron las siguientes:
 La toma de las instalaciones de la IPC en Talara, el día 9 de octubre de 1968,
la misma que la realizaron las fuerzas de la Primera Región Militar con sede
en Piura, al mando del general Fermín Málaga. Este hecho puso fin al viejo
problema de La Brea y Pariñas y tuvo un gran impacto favorable en el país,
ayudando al gobierno a consolidarse en el poder. Para dirigir la política
petrolera nacional se creó un nuevo organismo, Petróleos del
Perú (PETROPERÚ).
 Se dio la ley de Reforma Agraria, el 24 de junio de 1969, que modificó el
régimen de tenencia de la tierra, proscribió el latifundio, promovió la
integración de minifundios y su cultivo en armonía con el interés social. Se
expropiaron los fundos agroindustriales de la costa y se crearon las
Cooperativas Agrarias de Producción (CAP).
 Estableció la Comunidad Industrial, por medio de la cual los trabajadores
participarían corporativa e individualmente en las utilidades, gestión y
administración de las empresas y la propiedad misma.
 Se reformó el sistema bancario, creándose la Banca Comercial Asociada. Se
puso bajo control directo del Estado al Banco Central de Reserva del Perú. Se
prohibió a los bancos extranjeros la apertura de nuevas sucursales y se trató de
captar mayor ahorro a través de la Corporación Financiera de Desarrollo
(COFIDE).
 Se estatizó la industria pesquera, creándose para tal efecto la entidad
PESCAPERÚ. Se creó el Ministerio de Pesquería.
 Se dio la ley general de minería para promover la actividad minero-
metalúrgica, con participación estatal. Para tal efecto de creó la entidad
MINEROPERÚ. Los centros mineros de Cerro de Pasco fueron expropiados,
creándose la entidad CENTROMIN PERÚ. También se crearon las entidades
de HIERRO PERÚ (para la explotación del yacimiento de Marcona) y SIDER
PERÚ (para la producción de acero en Chimbote)
 Se creó el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (1970). Se promulgó
la ley general de telecomunicaciones que permitía la intervención estatal en la
radio y la televisión. Se creó el organismo ENTELPERÚ como ente rector de
las comunicaciones. En las postrimerías de este gobierno, fueron confiscados
todos los diarios de la capital, en la medianoche del 27 de julio de 1974.
También se confiscaron diarios en provincias.

El 29 de agosto de 1975, el general Francisco Morales Bermúdez,


entonces Presidente del Consejo de Ministros, lideró un golpe de estado
incruento desde la ciudad de Tacna, acción conocida como el Tacnazo.
Morales Bermúdez lanzó un manifiesto al país, el cual estaba respaldado
por las Fuerzas Armadas y Policiales, y donde explicaba que su propósito
era “eliminar los personalismos y las desviaciones” que el proceso
revolucionario venía sufriendo. Velasco, que desde hacía meses se hallaba
enfermo, e incluso había sufrido la amputación de una pierna, abandonó
pacíficamente Palacio de Gobierno y se retiró a su residencia de
Chaclacayo. Oficialmente se le consideró “relevado” del alto mando. No
volvió a intervenir en política y falleció en 1977.
 Gobierno de Francisco Morales Bermúdez
Morales Bermúdez enfrentó el descontento y presión popular para retornar a la
democracia. En el plano económico continuó la crisis financiera, caracterizada por las
continuas devaluaciones de la moneda. El 19 de julio de 1977, se realizó un paro
nacional impulsado por la CGTP, central sindical de tendencia comunista, que
reclamaba un aumento general de sueldos y salarios de acuerdo con el alza del costo
de vida. Este paro tuvo un masivo apoyo de parte de la ciudadanía. Lima quedó
paralizada durante 24 horas de un modo nunca antes visto. Luego vinieron diversas
movilizaciones nacionales. Morales Bermúdez convocó entonces a una Asamblea
Constituyente, como un primer paso para el retorno a la legalidad. Dicha Asamblea se
instaló el 28 de julio de 1978 y fue presidida por el líder aprista Víctor Raúl Haya de
la Torre. Tras un año de debates se promulgó la Constitución de 1979, bajo cuya
regencia se convocó a las elecciones democráticas de 1980, en las cuales triunfó el líder
de Acción Popular y ex presidente Fernando Belaúnde Terry, que volvió así
nuevamente al poder, retornando la democracia.
1.14 Época del Terrorismo (1980 – 2000)
Al finalizar el gobierno militar, el Perú retornó a la democracia. Sin embargo, durante la
década de 1980, enfrentó una fuerte crisis política, económica y social, agravada por el
inicio de la época de terrorismo en el Perú, conocida por el Estado peruano como
el conflicto armado interno.9 Este fue iniciado por los grupos terroristas Sendero
Luminoso y el MRTA, liderados por Abimael Guzmán y Víctor Polay
Campos respectivamente, los cuales buscaban derrocar al gobierno para formar un Estado
comunista bajo la doctrina marxista-leninista-estalinista-maoísta, empleando tácticas
subversivas y propaganda terrorista.

 Segundo gobierno de Fernando Belaúnde


Inaugurado el segundo gobierno de Fernando Belaúnde Terry, el Estado restituyó los
medios de comunicación expropiados a sus propietarios, pero rechazó revertir la
expropiación de las tierras hechas al amparo de la reforma agraria. El Estado también
convocó a elecciones municipales y restauró el origen democrático de los gobiernos
locales. En el aspecto internacional, Belaúnde se enfrentó a Ecuador en el conflicto del
Falso Paquisha en 1981. Perú denunció el ataque a una de sus aeronaves en la cordillera
del Cóndor y descubrió 6 puestos militares ecuatorianos que fueron destruidos por el
ejército y la fuerza aérea peruanos.
Pese a tener mayoría en el Congreso, el segundo gobierno belaundista no colmó las
expectativas de la ciudadanía y enfrentó el agravamiento de la crisis económica, cuyo
signo más notorio fue la continua inflación que ocasionó una oleada de huelgas y paros
laborales a nivel nacional. Sin embargo, el suceso negativo más relevante de su
administración fue el surgimiento de grupos terroristas de inspiración comunista
(Sendero Luminoso y el MRTA) que pretendían instaurar un nuevo Estado mediante
la lucha armada.
Estos iniciaron la época del terrorismo con dinamitar torres eléctricas, el ahorcamiento
y cuelgue de perros muertos en los postes de alumbrado público, y el uso de
explosiones con coches bomba. El líder terrorista Abimael Guzmán adoctrinó a su
organización con el pensamiento Gonzalo, cuya base era el maoísmo. Abimael sentía
una obsesión por la revolución cultural que Mao Zedong había implementado en China
y quería implementarla en el país.
Además, ocurrieron miles de asaltos a puestos policiales, emboscadas a patrullas
militares y masacres de poblaciones enteras. Ante estos hechos, Ayacucho fue
declarada en estado de emergencia: se suspendieron las garantías constitucionales y el
Ejército ejerce una brutal represión contrasubversiva.
El gobierno construyó las represas de Condoroma y Gallito Ciego, terminó una etapa
más de la central hidroeléctrica del Mantaro, empezó la construcción de la central
hidroeléctrica de Carhuaquero, continuó la carretera marginal de la selva; construyó
hospitales, postas sanitarias y colegios al nivel nacional. Sin embargo, durante este
lapso de tiempo, Sendero Luminoso empieza a tomar varias universidades. Por su
parte, el MRTA incendia varios locales públicos y privados e interfieren en las señales
de radio y televisión. Sendero Luminoso intercepta el auto del presidente del JNE,
Domingo García Rada y le disparan dos balas en la cabeza. El desgaste sufrido por la
centroderecha, aseguraron el triunfo del APRA, al mando de Alan García, en
las elecciones presidenciales de 1985 y poco antes que asuma la presidencia el MRTA
hace estallar un coche bomba en el Ministerio del Interior.

 Primer Gobierno de Alan García


El primer gobierno de Alan García contó al principio con un masivo apoyo popular.
Anunció modificaciones en la política antisubversiva y, en el aspecto económico,
rompió relaciones con los organismos internacionales de crédito al anunciar que solo
destinaría el 10 % de las exportaciones al pago de la deuda externa.
Así mismo, se produjo el aumento de la actividad terrorista de Sendero Luminoso y el
MRTA. Los terroristas comenzaron a adentrarse en Lima y se expandieron por toda la
sierra, en donde continuaron con los genocidios. Esta crítica situación, a su vez,
desencadenó una desmedida represión militar como la masacre de Accomarca el 14 de
agosto de 1985 en Ayacucho, en donde una patrulla del ejército comandada por el
subteniente Telmo Ricardo Hurtado violaron y ejecutaron a 62 campesinos.
Un comando de Sendero Luminoso asesinó al contralmirante Carlos Ponce Canessa y,
luego, varias unidades terroristas toman por completo los departamentos de Ayacucho,
Junín, Huancavelica y Apurímac. También, se formaron escuadrones de la muerte,
como el autodenominado Comando Rodrigo Franco. El 19 de junio de 1986, se produjo
la Matanza en los penales en distintos centros penitenciarios de Lima: los terroristas se
amotinaron y tomaron como rehenes a los guardias de las cárceles y a tres periodistas.
Ante esta crisis, el ministro del interior Agustín Mantilla autorizó al comando conjunto
de tomar la Isla El Frontón, en donde se libró un duro combate con fusiles y granadas.
Horas más tarde, los 124 senderistas atrincherados yacían muertos junto a 176 presos
comunes en las distintas cárceles, lo que ocasionó un despliegue de violencia en todo
el país. Luego, el ejército realiza la Matanza de Ayaorcco. El 4 de mayo de 1987, varias
torres eléctricas del Mantaro son derribadas por Sendero y, como consecuencia, nueve
departamentos del país quedan en la oscuridad total. En Lima, al tiempo de iniciarse el
apagón, se producen quince atentados a agencias bancarias. Frente a la gran inflación,
el gobierno de Alan García impuso el dólar MUC, un tipo de cambio del dólar por
debajo del precio real para ayudar a los «inversionistas privados».

 El fujimorato
• Primer gobierno
El gobierno de Alberto Fujimori, también denominado «el fujimorato», inició
el 28 de julio de 1990. No obstante, el partido oficialista Cambio 90 no obtuvo
mayoría en el Congreso frente a las mayorías relativas del APRA y el
FREDEMO, en medio de la expectativa general para enfrentar la crisis política,
económica y social. El 8 de agosto de 1990, el presidente aplicó el llamado
«Fujishock» bajo las directivas del Fondo Monetario Internacional. En el
aspecto político, desarrolló un discurso contra los partidos y los políticos
llamándolos «tradicionales», a los que culpó de la calamitosa situación del
país. Utilizando ese argumento como pretexto y, en medio de denuncias de
corrupción contra miembros de los parientes presidenciales, el 31 de diciembre
de 1991 el GEIN asaltó la casa en la que vivía Abimael Guzmán en la calle
Buenavista Nº 265, en Chacarilla del Estanque, en Lima. Sin embargo,
Abimael logró escapar junto a otros terroristas porque una orden superior del
ejército paralizó el operativo, además que algunos agentes encubiertos
deslizaron una carta bajo la puerta de la casa en donde se refugiaba Guzmán.
Fujimori le brinda estatuto legal a las rondas campesinas para intensificar la
lucha antiterrorista en la serranía. Sin embargo, el Congreso no llegó a una
mayoría y muchas de las sesiones claves no contaban con el consenso
suficiente para aprobar los decretos del presidente. Dada esta situación, el 5 de
abril, Fujimori encabezó el autogolpe de 1992 con apoyo de las Fuerzas
Armadas, mediante el cual disolvió las dos cámaras del Congreso e intervino
al poder judicial. El ejército cerró los locales principales del APRA y Acción
Popular. Así, el gobierno inició una fuerte represión contra los principales
opositores políticos, mientras Fujimori dirigía una dictadura autocrática. El
ejército secuestró al periodista Gustavo Gorriti debido a que sus
investigaciones ponían en peligro al gobierno. El 15 de febrero de 1992,
terroristas de Sendero Luminoso convocan a un paro armado en todo el distrito
de Villa El Salvador. Ante este hecho, María Elena Moyano, junto a varias
mujeres salieron a las calles a desafiar contra Sendero, quienes deciden
asesinarla para, luego, dinamitar su cadáver.
Luego, ocurre una oleada de cientos de secuestros y asesinatos en todo el país,
perpetrado por unidades terroristas. El Grupo Colina realiza las masacres
de La Cantuta, Barrios Altos, del Santa, Pativilca, entre otras. En ellas, varios
estudiantes, profesores y pobladores fueron secuestrados y asesinados por
dicha agrupación paramilitar al ser señalados como senderistas. Poco tiempo
después, el 16 de julio de 1992, Sendero Luminoso ejecuta el Atentado de
Tarata en la avenida Larco de Miraflores, el cual mata a 25 personas y hiere a
155. La explosión destruyó y dañó 183 viviendas, 400 negocios y 63
automóviles estacionados. En simultaneo, los terroristas perpetran decenas de
explosiones en distintos bancos de Lima que terminaron en múltiples asaltos,
luego de los sucesivos atentados una huelga causó 52 muertes y bloqueo los
accesos a la capital.
El 12 de setiembre de 1992, tras meses de seguimiento, el GEIN ejecutó la
Operación Victoria y capturó a Abimael Guzmán, junto a otros integrantes
terroristas de Sendero Luminoso, en la casa de Maritza Garrido-Lecca en
Surquillo. Un mes después de su detención, la brigada antisubversiva captura
a Martha Huatay y a otros siete cabecillas de Sendero Luminoso, así como
también se da la recaptura de Víctor Polay Campos, líder del MRTA. Tras
estos hechos, comenzó el declive de la acción subversiva y los terroristas
fueron reducidos paulatinamente hasta el VRAEM.
El 29 de diciembre, el gobierno promulgó la Constitución de 1993, que
significó la definitiva cancelación del modelo político, económico y social
dirigido por el Estado desde la época del reformismo militar. Esta nueva
constitución tuvo un carácter neoliberal y proempresarial, con la eliminación
del inti y el modelo desarrollista de industrialización por sustitución de
importaciones y, en su reemplazo, se creó el nuevo sol y se aplicó el modelo
neoextractivo exportador, que plantaron los cimientos necesarios para la
recuperación de la golpeada economía peruana y su posterior despegue.
• Segundo Gobierno
El Gobierno puso en funcionamiento un programa de esterilizaciones forzosas
para las mujeres indígenas, esencialmente del pueblo quechua, con el nombre
de «Plan de salud pública». Un informe del ministro Fernando Carbone
concluyó que, aproximadamente, unas 300 000 mujeres fueron esterilizadas.
En 1995, estalló la Guerra del Cenepa contra Ecuador. En la cordillera del
Cóndor, se producen varias escaramuzas fronterizas entre ambos ejércitos,
liderados por el peruano Nicolás Ríos y el ecuatoriano Paco Moncayo,
respectivamente. Estos enfrentamientos dejaron decenas de muertos en ambos
bandos, pero la diplomacia internacional logró que Perú y Ecuador delimiten
la frontera en un tramo de 78 kilómetros de acuerdo a un dictamen que finalizó
con la declaración de la Paz de Itamaraty.
El 17 de diciembre de 1996, 14 miembros de la organización terrorista MRTA
dirigidos por Néstor Cerpa Cartolini, tomaron como rehenes a cientos de
diplomáticos, oficiales del gobierno, militares de alto rango y hombres de
negocios que asistían a una celebración en la residencia del embajador de
Japón, Morihisa Aoki, en Lima. Durante la crisis, el Estado actuó en busca de
una salida pacífica y logró que liberen gradualmente algunas de las 500
personas secuestradas hasta mantener cautivas solo a 72 de ellas. El ejército
cavó túneles para poder ingresar a la residencia y, simultáneamente,
continuaron el diálogo con los terroristas. No obstante, con el pasar de los días,
las negociaciones se volvieron más hostiles y, el 22 de abril de 1997, el
gobierno ejecuta la Operación Chavín de Huántar: 148 comandos irrumpieron
disparando por varios accesos, en esta acción militar, fueron liberados 71 de
los rehenes y todos los emerretistas fueron abatidos. Sin embargo, el
autoritarismo y la inmensa red de corrupción que tejió su principal
asesor Vladimiro Montesinos, jefe del Servicio de Inteligencia Nacional,
acabaron por socavar al régimen fujimorista.
El gobierno ejerció un neopopulismo en los comedores populares y
organizaciones sociales de supervivencia. Además, financió a los diarios
chicha, periódicos controlados cuyo propósito era difamar a los opositores.
Además, Montesinos compró los principales canales de televisión abierta del
país, al Congreso, al Poder Judicial, a la ONPE y al JNE.
En las elecciones del 2000, Fujimori se presentó por tercera vez consecutiva
como candidato presidencial contra el economista Alejandro Toledo, pero
como estas elecciones estaban manipuladas, Toledo decidió no ir a la segunda
vuelta. La oposición, conformada por varias organizaciones civiles se unieron
para intentar evitar la juramentación de Fujimori. Del 26 al 28 de julio, Toledo
lideró la marcha de los Cuatro Suyos organizada por el antifujimorismo.
Durante la protesta, ocurrieron varios actos vandálicos que ocasionaron en
pérdidas materiales en millones de soles, así como la explosión y el incendio
de una sede del Banco de la Nación en la que murieron seis empleados. Tal
hecho fue atribuido a agentes del gobierno para culpar a los manifestantes. Sin
embargo, las protestas continuaron.
• Tercer Gobierno
Seis semanas después, el 14 de septiembre, Canal N difunde
los vladivideos donde se mostraba a Montesinos sobornando a políticos,
periodistas y empresarios para que favorecieran al gobierno. El escándalo de
corrupción desencadenó muchas protestas sociales en todo el país, como
el levantamiento de Locumba. Frente a la gran inestabilidad, Vladimiro
Montesinos, a bordo del velero Karisma, huyó del país, zarpando a Panamá
para finalmente llegar a Venezuela, donde posteriormente sería capturado y
extraditado. Fue recluido en la prisión de la Base Naval del Callao. Por su
parte, aprovechó el permiso para asistir a la cumbre de la APEC en Brunéi para
huir y refugiarse en Japón, país del cual era ciudadano y desde el cual renunció
por fax. Sin embargo, el Congreso no aceptó su renuncia y, luego de la
aprobación de la destitución presidencial, Fujimori fue inhabilitado para
ejercer todo cargo político por diez años. Martha Hildebrandt fue censurada de
la Presidencia del Congreso y, después de la renuncia de Luz Salgado, el
abogado Valentín Paniagua fue investido como nuevo Presidente, ante la
renuncia de los dos vicepresidentes Francisco Tudela y Ricardo Márquez
Flores el 22 de noviembre del 2000. Este hecho da inicio a la república
empresarial.
2 LA EVOLUCIÓN DE LIMA
Lima (del quechua Lima) es la ciudad capital de la República del Perú. Se encuentra situada
en la costa central del país, a orillas del océano Pacífico, conformando una extensa y populosa
área urbana conocida como Lima Metropolitana, flanqueada por el desierto costero y
extendida sobre los valles de los ríos Chillón, Rímac y Lurín. En 2007, Lima Metropolitana
contaba con más de 8,5 millones de habitantes,3 el 30% de la población peruana, cifras que
la convierten en la ciudad más poblada del país.
El 18 de enero de 1535, se efectuó la fundación española con el nombre de la Ciudad de los
Reyes en la región agrícola conocida por los indígenas como Limaq, nombre que adquirió
con el tiempo. Fue la capital del Virreinato del Perú y la más grande e importante ciudad de
América del Sur durante el régimen español. Después de la Independencia pasó a ser la capital
de la República.
En la actualidad se le considera como el centro comercial, financiero, cultural y político del
país. A nivel internacional, la ciudad ocupa el quinto lugar dentro de las ciudades más
pobladas de América Latina y el Caribe y es una de las treinta aglomeraciones urbanas más
pobladas del mundo.4 Por su importancia geoestratégica, ha sido definida como una ciudad
mundial de «clase beta».
Jurisdiccionalmente, la metrópoli se extiende mayoritariamente dentro de la provincia de
Lima y en una porción menor, hacia el oeste, dentro de la provincia Constitucional del Callao,
donde se encuentran el puerto marítimo y el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Ambas
provincias cuentan con autonomía regional desde 2002.

3 ETAPAS
3.1 Época Prehispánica
Aunque la historia de la ciudad de Lima se inició con su fundación española en 1535, el
territorio conformado por los valles de los ríos Rímac, Chillón y Lurín estaba ocupado por
asentamientos preincas. La cultura Maranga y la cultura Lima fueron las que se
establecieron y forjaron una identidad en estos territorios. Durante esas épocas se
construyeron los santuarios de Lati (actual Puruchuco) y Pachacámac.
Estas culturas fueron conquistadas por el Imperio Wari durante el apogeo de su expansión
imperial. Es durante esta época que se construyó el centro ceremonial de Cajamarquilla.
Ante la declinación de la importancia Wari, las culturas locales volvieron a adquirir
autonomía, destacando la cultura Chancay.
Posteriormente, en el siglo XV, estos territorios fueron incorporados al Imperio Inca. De
esta época podemos encontrar gran variedad de huacas a lo largo de toda la ciudad, algunas
de las cuales se encuentran en investigación. Las más importantes o conocidas son las de
Huallamarca, Pucllana, Mateo Salado y Pachacámac.
3.2 Época Virreinal
En 1532, los españoles y sus aliados indígenas (de las etnias sometidas por los Incas) bajo
el mando de Francisco Pizarro tomaron prisionero al Inca Atahualpa en la ciudad de
Cajamarca. Aunque se pagó un rescate, fue condenado a muerte por razones políticas y
estratégicas. Luego de algunas batallas, los españoles conquistaron su imperio. La corona
española nombró a Francisco Pizarro gobernador de las tierras que había conquistado.
Pizarro decidió fundar la capital en el valle del río Rímac, luego del intento fallido de
constituirla en Jauja.
Consideró que Lima estaba estratégicamente ubicada, próxima a una costa favorable para
la construcción de un puerto pero prudencialmente alejada del mismo como para prevenir
ataques de piratas y potencias extranjeras, sobre tierras fértiles y con un conveniente clima
fresco. Así, el 18 de enero de 1535 se fundó Lima con el nombre de Ciudad de los Reyes
sobre territorios que habían sido del Curaca Taulichusco.
Francisco Pizarro, con la colaboración de Nicolás de Ribera, Diego de Agüero y Francisco
Quintero trazaron personalmente la Plaza de Armas y el resto de la cuadrícula de la ciudad,
construyendo el Palacio Virreinal (hoy día transformado en el Palacio de Gobierno del
Perú, que de ahí conserva el nombre tradicional de Casa de Pizarro) y la Catedral, cuya
primera piedra puso Pizarro con sus propias manos.
3.3 Época Republicana

Proclamada la independencia del Perú en 1821 por el general San Martín, Lima se convirtió
en la capital de la flamante República del Perú. Así, fue la sede del gobierno del libertador
y sede también del primer Congreso Constituyente que tuvo el país. Los primeros años de
la historia republicana peruana se caracterizaron por el constante enfrentamiento entre
caudillos militares, que tenían como objetivo gobernar el país y para lo cual intentaban
tomar la sede de gobierno.
Así, Lima sufrió varios asedios y enfrentamientos armados en sus calles. Desde el punto
de vista urbanístico, el constante crecimiento que experimentó la ciudad dio lugar a un
fenómeno de modernización. En 1862 se dio inicio al proceso de cambio en la
nomenclatura urbana de la ciudad y en 1868, por disposición del presidente José Balta, se
dispuso la demolición de las murallas que la circundaban, dando paso a las primeras
grandes avenidas.

4 EVOLUCIÓN URBANA DE LIMA


Como toda ciudad importante y compleja, Lima es una urbe que ha sido, y continúa siendo,
permanentemente historiada. Por ello, las reinterpretaciones de viejos tópicos, como la
incorporación en el análisis de nuevas dimensiones de su existencia, se mantienen todavía
como una constante. La producción bibliográfica de los últimos años así lo confirma, con
esa fecunda y deslumbrante exploración de nuevos horizontes temáticos como los de la vida
cotidiana limeña, la historia de la gastronomía, el ámbito de los imaginarios urbanos, el tema
de la cultura obrera en la ciudad, el uso de los espacios públicos y los ritos de la diversión
colectiva, así como el tema de la salud pública, el de la historia de las infraestructuras
técnicas (agua, luz eléctrica, etc.), o el tema del poder y el género en la gestión de la ciudad,
o el de las relaciones entre arquitectura y arte, por citar algunas de estas nuevas
aproximaciones. Lima se ha vuelto un objeto privilegiado de estudio.
Existe un rasgo característico en esta renovada fase de creciente producción historiográfica
sobre la capital peruana que se produce en los últimos años: que esta se ocupa principalmente
de historiar los espacios aún azarosos del período de la República. Y dentro de él,
especialmente, el que corresponde al fundante siglo XIX. En esta perspectiva, los estudios
recientes de María Emma Mannarelli, Gabriel Ramón Joffré, Alicia del Águila, David
Parker, Fanny Muñoz, Rosario Olivas Weston, Elio Martuccelli, por mencionar a algunos,
son una extraordinaria contribución a una investigación que había hecho preeminente en
cierto modo el conocimiento de los períodos de la Lima prehispánica y colonial.
Sin embargo, no obstante estas nuevas aproximaciones destinadas a indagar y desvelar la
realidad histórica limeña, lo que queda aún por formular es una historia con un campo de
estudio específico: el urbanismo, campo en el cual algunos aspectos han sido hasta ahora
inexplorados sistemáticamente, aunque el urbanismo sea, en alguna medida, aquello que le
da sentido de ciudad a la ciudad misma. Lima no cuenta aún con una historia urbanística de
su propio devenir.
Esta referencia a la inexistencia de una historia urbanística de la Lima republicana (que
abarque el período desde 1821 hasta la actualidad) escrita específicamente con este fin podría
parecer una observación en cierto modo infundada, si nos remitimos a esa serie de
importantes estudios dedicados a indagar sobre la evolución de Lima en materia de desarrollo
urbano y producción edilicia. Ciertamente, no se pueden desconocerlos aportes de Ricardo
Tizón y Bueno, Alberto Alexander, Juan Bromley o José Barbagelata, para mencionar al
grupo de los precursores de la historiografía urbana limeña del período republicano. O la
contribución de Luis Ortiz de Zevallos, Juan Gunther, Jean Paul Deler o Eberhard Kross, por
nombrar, entre otros, a quienes han hecho aportes específicos en torno al conocimiento de la
evolución del urbanismo limeño del siglo XX.
Sin embargo, en este caso el problema no reside en la existencia o ausencia de una tradición
historiográfica referida al estudio de los aspectos urbanos de la ciudad de Lima. La cuestión
principal alude a la dimensión específica del dominio de estudio que sirve de base a cada una
de estas contribuciones. En la mayoría de los casos este dominio alude a una de las
acepciones más extensivas de la idea de urbanismo: el urbanismo entendido como
planificación de la ciudad antes que como construcción de ella. De ahí que en estas historias
la ciudad y el urbanismo aparezcan más como espacios difusos de implantación de usos de
suelo, líneas de transporte, movimiento poblacional y la urbanización del suelo como simple
proceso de expansión de la ciudad. Una excepción interesante puede ser observada en las
contribuciones de Jean Paul Deler en su Lima 1940-1970. Aspectos del crecimiento de la
capital peruana (1975) y de Eberhard Kross y su Die Barriadas von Lima.
Stadtentwicklungsprozesse in einer lateinamerikanishen Metropole (1992), donde el
urbanismo se revela como una forma concluyente de constructo urbano a partir del cual se
observa el desarrollo y la evolución de la ciudad y la sociedad.
En el caso de la historiografía urbana peruana referido al caso de Lima, existen tres impasses
o vacíos que aluden al desarrollo de la investigación urbanística sobre la historia republicana
de la capital peruana. El primero de ellos alude a un aspecto central de todo trabajo histórico:
la definición precisa del dominio de estudio correspondiente a una investigación histórica en
el campo del urbanismo. El segundo se refiere a un asunto conectado estrechamente con el
primero: el qué de la investigación de este dominio. ¿Qué objetos –como parte de las tres
tradiciones del urbanismo limeño mencionadas– debían ser considerados, a efectos de su
estudio, como parte del mencionado dominio? Y, finalmente, el tercer impasse se refiere a
la ausencia y a la necesidad de determinar los criterios para establecer una periodificación y
una caracterización de ella acorde con la especificidad de lo urbanístico y las particularidades
del proceso histórico limeño.

5 DEL DOMINIO Y OBJETO DE LA HISTORIA URBANÍSTICA


5.1 El barrio como unidad básica de historización
Si la investigación en arquitectura puede asumir al edificio como el objeto base de toda
indagación teórica e historiográfica, si es que así se plantea como propósito, bajo el dominio
de lo urbanístico, la presente historia de Lima admite al barrio como el objeto principal de
estudio. Aquí la noción de barrio es tomada en su dimensión urbanística y no necesariamente
sociológica, antropológica o político-administrativa. El barrio es un componente esencial de
la ciudad. Es su unidad básica de estructuración que reproduce su misma complejidad. Por
ello, es una realidad dinámica y multidimensional.
El barrio, desde el punto de vista urbanístico, es un espacio pensado y planificado
previamente como construcción de ciudad, incluso cuando se trata de barrios constituidos
por acción espontánea de sus habitantes. En muchos casos, según sus dimensiones y
envergadura, puede coincidir, rebasar o ser contenido por los límites del “barrio político-
administrativo” o del “barrio antropológico”. Sin embargo, en cualquiera de los casos, el
barrio delimitado en sentido urbanístico preexiste como una suerte de hito histórico material
e ideológico, una suerte de momento cero.
Los barrios, en sentido urbanístico, comprenden distintas situaciones en términos del destino
funcional previsto. Existen barrios comerciales, residenciales o de servicios, por señalar
algunos casos. En el presente texto, el tipo de barrio que se asume como la base del dominio
de estudio es el barrio residencial en toda su diversidad tipológica y social. Se debe reconocer
que este tipo de barrio se constituye en la principal unidad básica de formación de la ciudad.
No solamente porque la ciudad resulta casi un sinónimo de habitar viviendas, sino porque en
gran medida se debe en su formato y significado a la cantidad, emplazamiento o
configuración de los barrios de uso residencial. El barrio residencial tiene un valor
equivalente a su importancia social y práctica para la supervivencia de una ciudad.
¿A qué designamos en el Perú con el término barrio? En realidad, en el caso peruano no
existe un consenso explícito, tanto en la utilización del término mismo de barrio, cuanto en
su propia conceptualización. Es más: no existe una sola palabra que pueda designar
genéricamente a esta realidad acotada por la idea de barrio, en el sentido con el que opera en
el contexto europeo, no obstante, la existencia simultánea de otros vocablos coincidentes o
alternativos en su significado.
En el caso de Lima, durante los últimos cincuenta años se han ido creando y sedimentando
diversos términos para designar situaciones específicas de esta realidad genérica designada
por la palabra barrio, que en el caso limeño presenta una polisemia compleja. Los otros
vocablos que han conseguido un grado importante de implantación en el habla corriente y
profesional son los de urbanización y conjunto habitacional, agrupamiento, barriada, pueblo
joven, asentamiento humano, unidad vecinal o conjunto residencial. Estas son, entre otras,
denominaciones también empleadas, pero que no han alcanzado un nivel de legitimación
importante.
Las diferencias entre una urbanización, una barriada o un conjunto habitacional como formas
particulares de un barrio se resuelven precisamente en las disparidades de contenido y forma
que comportan los distintos sistemas de producción encarnados por cada uno de estos
modelos. Vale aclarar que todos ellos poseen una especificidad que hace que se reconozcan
como pertenecientes a una forma particular de existencia de la ciudad y sus componentes.
Un primer criterio de organización del conjunto de los barrios que configuran la ciudad de
Lima ha sido el de identificarlos según su pertenencia a alguno de los tres actores principales
que están detrás de manera preeminente en la promoción, financiamiento o gestación del
barrio mismo: el Estado, el sector privado y el sector barrial. El primero está dedicado al
registro de la producción urbanística fomentada por el Estado (gobierno central y
municipalidades); el segundo, referido a la producción urbanística privada (urbanizadores
privados); y el tercero, centrado en el registro del urbanismo de las barriadas o asentamientos
humanos.

Esta clasificación no es ciertamente determinante. Comparto la observación de algunos


colegas en lo referido a que, por ejemplo, los terrenos y viviendas del mundo barrial se
definen finalmente en estricto sentido bajo el régimen de propiedad privada. De acuerdo con
esto, resultaría correcto adjudicarle al urbanismo barrial la categoría de una forma específica
de urbanismo privado. Podría decirse lo mismo del urbanismo estatal, cuyas viviendas
terminan siendo siempre bienes de propiedad individual. La clasificación que propongo no
desconoce este escenario y sin duda lo acepta como un hecho de facto y de jure.
El factor considerado para inferir una categorización de la producción de barrios como la
planteada no es el régimen de propiedad final, sino más bien la procedencia del actor social
que eroga la “fuerza” inicial para el surgimiento y desarrollo de una determinada experiencia
urbanística. En este sentido, aun cuando las razones de interés colectivo esgrimidas sean
apenas una coartada para encubrir intereses individuales o privados, no hay barriada que no
haya estado motivada en su origen por una acción comunal, asociativa o de grupo. Incluso
si el régimen final de toda barriada (o para el caso, todo conjunto estatal) concluye en la
lógica de la propiedad privada, por lo menos hasta este instante la producción urbanística
barrial peruana registra una especificidad reconocible frente a la experiencia del urbanismo
privado y estatal.
Estos tres grupos de barrios constituyen, para el caso de la capital peruana, aquello que he
venido a denominar como las tres principales tradiciones del urbanismo limeño: la tradición
del urbanismo estatal, la tradición del urbanismo privado y, finalmente, la tradición del
urbanismo barrial.
En el caso peruano, la producción urbanística del Estado se expresa en barrios identificados
generalmente bajo distintas denominaciones: barrio obrero, conjunto habitacional, unidad
vecinal, urbanización popular de interés social (UPIS), entre otras. Ante esta diversidad, el
urbanismo privado se estructura casi exclusivamente con un solo tipo de barrio denominado
urbanización. En el caso de la tradición urbanístico barrial, es la barriada o también la
reconocida como pueblo joven o asentamiento humano.
5.2 Urbanismo limeño y tradiciones urbanísticas
Las diferencias entre una urbanización, una barriada o un conjunto habitacional como formas
particulares de un barrio, se resuelven precisamente en las diferencias de contenido y forma
que comportan los distintos sistemas de producción encarnados en cada una de estas formas
particulares de barrio. Porque es evidente que en estos casos los procesos de producción,
intercambio y consumo mantienen su propia especificidad, su propia lógica, como rostros
diversos de un mismo fenómeno: la producción de una ciudad subdesarrollada del
capitalismo dependiente.
Posiblemente, el dato físico en sí mismo no sea un elemento que permita una clara distinción
entre las distintas versiones de barrio: después de todo, hoy en Lima puede ser difícil advertir
las diferencias entre una pujante barriada y una urbanización de clase media deteriorada,
como entre un estatal conjunto habitacional y alguna de las nuevas agrupaciones privadas de
vivienda.
Si existen elementos de diferenciación, estos se dan en el carácter mismo de los procesos de
producción, intercambio y consumo. Y, dentro de estos, es en el ámbito de las secuencias
operativas, que van desde la decisión de constituir un barrio hasta la acción de habitarlo,
pasando por las fases del diseño y la construcción, donde estas diferencias se tornan más
evidentes.
En el caso de la producción urbanística estatal la secuencia resulta precisa. En términos
generales, esta secuencia puede ser enunciada del siguiente modo: la toma de decisión sobre
la existencia de un barrio corre por cuenta del Estado mismo, ya sea como consecuencia de
estudios previos (Planes de Vivienda y otros) o como respuesta a demandas de coyuntura.
La propiedad del terreno puede ser estatal o privada (adquirida por el Estado previa
expropiación u otros medios) y su localización puede ser decidida por un estudio previo o
por la simple existencia de un terreno de disposición “libre” . La formulación del “programa
urbanístico y arquitectónico”, así como el diseño del barrio, corre por cuenta de los
especialistas del organismo estatal encargado, si es que no ha sido sujeto de concurso
arquitectónico público.
Es interesante advertir que la calificación del proyecto siempre es interna, no hecha por los
organismos de control pertinentes (por ejemplo, la Oficina de Urbanizaciones), ni sujeta a
las prescripciones reglamentarias: todo proyecto estatal tiene siempre el carácter de
“Proyecto Especial”. Con relación a los trabajos de habilitación del terreno (red vial y las
instalaciones de agua, desagüe y luz) y la construcción de las viviendas o lotes y servicios,
estos corren por cuenta de las empresas privadas de construcción. Generalmente, la
financiación de estos trabajos se realiza con dineros del tesoro público o provenientes de
empréstitos del exterior. La fase final de esta secuencia culmina con la entrega de las
viviendas a los beneficiarios, a través de múltiples procedimientos, como los sorteos o
precalificaciones, según el grado de necesidad. En esta clase de barrios, el estatus (o
reconocimiento) legal se da casi en el preciso momento en el que el Estado se decide por la
realización de este.
En las urbanizaciones privadas, la secuencia operativa no consigue alterarse sustancialmente
respecto al caso anterior. Salvo que en esta oportunidad esta secuencia puede plantear
caminos alternativos en función de ciertas condiciones. Es evidente que las diferencias
importantes se presentan en el tipo de actores y en el contenido de las acciones. Aquí ya no
será el Estado la instancia que decida la existencia de un barrio. Lo hará una empresa privada
(conocida más como empresa urbanizadora) o alguna forma de asociación o cooperativa de
vivienda. En este caso, la formulación del sistema de proyecto como la ejecución del diseño
urbano mismo (puede incluir el diseño de los “modelos de vivienda”), corre por cuenta de
profesionales independientes contratados para tal efecto.
A diferencia de lo que acontece con los barrios del Estado, el diseño de la urbanización debe
sujetarse a la reglamentación existente: su aprobación oficial depende de este hecho. Esta
primera fase concluye generalmente con los trabajos de urbanización culminados. A partir
de este momento se presenta una secuencia operativa con una serie de posibilidades de
desarrollo. Puede darse el caso de urbanizaciones que incluyen la construcción simultánea
de viviendas, por lo que la adjudicación-ocupación y el inicio del habitar en el barrio coincide
con la entrega formal de la vivienda acabada al usuario. O en su defecto, puede darse el caso
de que la construcción de la vivienda corra por cuenta del propietario, por lo cual lo primero
que se le adjudica es el lote de su propiedad, para luego empezar la fase de construcción de
la vivienda y después ocuparla y empezar a habitarla. Obviamente, existen otras tantas
posibilidades en el desarrollo de la secuencia mencionada.
Entre la constitución de los barrios estatales y privados existe una diversidad de semejanzas
y diferencias. Tal vez una de las divergencias más evidentes consiste en el tipo de objetivos
que acompaña la gestación de un barrio. Porque mientras en el caso del Estado el afán de
lucro se supedita a la resolución de las necesidades de habitabilidad de un sector de la
población, el afán de lograr una alta rentabilidad se constituye en la razón principal para la
creación de una urbanización privada. Otra diferencia tiene que ver con el hecho de que el
estatus legal de los barrios del Estado viene dado casi desde su mismo origen, mientras que
la aprobación oficial o el reconocimiento legal de la urbanización contempla varias etapas
que van desde la aprobación legal de los planos, la autorización oficial para la venta de los
terrenos, hasta el reconocimiento legal de su existencia en la ciudad.
Si existe un rasgo de semejanza entre los barrios estatal y privado, este tiene que ver con una
puesta urbanística compartida. Por un lado, en ambos casos se trata de un urbanismo
“consciente de sí mismo”, para decirlo en palabras de Christoper Alexander (1976), que se
asienta sobre normas, teorías o una precéptica capaz de reelaborarse conscientemente; es el
urbanismo de los arquitectos y urbanistas. Y, por otro, se trata de un urbanismo del
establishment, gestado desde el poder y acotado legalmente por él. Pablo Macera diría que
es un urbanismo del “Perú oficial”. Es el urbanismo de un tipo de formalidad históricamente
constituida.
El caso de la barriada es un fenómeno esencialmente distinto a los dos casos anteriores. Aquí
la secuencia operativa se altera radicalmente para constituirse en un fenómeno totalmente
inverso a las convenciones existentes. Esta vez, la decisión para la creación de una barriada
no es tomada ni por el Estado, ni por una empresa privada: corre por cuenta de un grupo de
pobladores unidos por diversos lazos e intereses. La inversión de los procedimientos empieza
con la ocupación colectiva (invasión) del terreno en el que se erigirá la barriada, antes de que
haya algún diseño previo o de que se hayan realizado los trabajos de habilitación o construido
las viviendas.
Posteriormente, la simultaneidad de las acciones se torna en la característica central en el
desarrollo de las etapas que constituyen la secuencia operativa. Porque aquí la ocupación del
terreno, así como la adjudicación de los lotes, sucederá casi al mismo tiempo que la
elaboración de una lotización esquemática. Como que el habitar del lote implicará en
sincronía la construcción gradual (e interminable) de una vivienda, así como de las
instalaciones de los servicios y el equipamiento necesario (o posible) para el funcionamiento
de la barriada. Pocas veces (o casi nunca) el diseño de la barriada concluye en esa lotización
esquemática. Por lo general, la barriada se amplía o debe ser “remodelada” a efectos de su
reconocimiento legal. Se trata en esencia de un diseño a posteriori: a veces una simple
reproducción ideográfica de una realidad ya constituida totalmente. Obviamente, el proceso
es mucho más complejo que lo aquí descrito como una generalidad.
En oposición al “urbanismo oficial” encarnado por la tradición urbanística de los conjuntos
habitacionales y las urbanizaciones privadas, las barriadas han sido vistas –más allá de los
enfoques “positivos” o “negativos” de ella– como una especie de fenómeno urbanístico
resuelto al margen del establishment, con una lógica y un funcionamiento distintos. En todo
caso, se trata de un urbanismo “inconsciente de sí mismo”, nuevamente al decir de
Alexander, en la medida en que su constitución responde más a una cultura urbanística
dominada por la experiencia empírica, antes que teórica. Y, además, carente de una
capacidad de reelaboración crítica, con tipos urbanísticos que varían escasamente en el
tiempo y un sentido pragmático-topológico en la implantación residencial.
Existe una corriente de opinión que sostiene que los conjuntos habitacionales, las
urbanizaciones y las barriadas encarnan a tres tradiciones urbanísticas separadas, diferentes
entre sí. Es más, en el inconsciente colectivo limeño estas disparidades se tornan claras:
mientras al hablar de urbanización se alude a un hecho urbano que connota algo “más
construido”, “más estable”, que cuenta con todos los servicios y donde vive la gente de “clase
media para arriba”, que está “dentro” de la ciudad, que tiene parques, las casas tienen retiro
y garajes propios, etc., la barriada se asume como un hecho emplazado “fuera” de la ciudad,
que no tiene “ni agua ni desagüe ni luz” y donde viven “puros serranos”. Allí no existen áreas
verdes y las calles son de tierra, “no son rectas” y no hay carros. Las casas son de esteras y
tienen problemas legales; allí hay mucha pobreza. Mientras que la idea de conjunto
habitacional del Estado está más vinculado a una “mezcla” de todo.
Aquí la gente vive en “edificios”, hay mucha suciedad, robos, mucha bulla, no se puede
“hacer fiestas”, es un lugar donde “todo se sabe y todo se ve”. En todo caso, la gente no tiene
aún una opinión desarrollada sobre este tipo de barrio, ya que apenas son episodios aislados
en la ciudad: la gente no los internaliza, aún no son parte frecuente del paisaje urbano.
Sin embargo, más allá de la realidad física exterior y de los rasgos particulares que cada tipo
de barrio posee, existen entre ellos una diversidad de relaciones de mutuo condicionamiento
y puntos de encuentro.
En los hechos existen, pues, más relaciones y puntos de encuentro entre cada una de estas
tradiciones urbanísticas de lo que se piensa. No solo porque de por medio está el hecho de
que todas forman parte de una misma matriz productiva: la producción de la ciudad y el
hábitat humano, sino también porque, en un sentido ontológico, tanto el conjunto
habitacional, la urbanización, cuanto la barriada constituyen una misma realidad: un barrio.
Aquí las diferencias entre ellas no se producen en virtud de su condición de ser un tipo de
barrio, sino de las condiciones sociales, materiales y los diversos intereses políticos,
económicos, culturales o ambientales que participan en la producción de la ciudad y sus
distintos barrios.
Una premisa de base debe ser considerar estas tres tradiciones como constitutivas de una
misma matriz productiva. Bajo este criterio se conciben el urbanismo estatal, privado y
barrial como fenómenos diversos pero integrados por una misma matriz productiva. En este
sentido, carece de legitimidad, por ejemplo, aquella idea de que el urbanismo barrial resulta
siendo “otra” realidad, radicalmente distinta de la del urbanismo estatal o privado. Mientras
que, desde otra óptica, se concebía al urbanismo estatal o privado como experiencias
totalmente independientes en su estructuración y funcionamiento.
5.3 El barrio urbanístico. Criterios de clasificación
Para el análisis de cada barrio en sus formas específicas de urbanización, barriada y conjunto
habitacional, se ha considerado una combinatoria de variables correspondientes tanto a la
reglamentación existente sobre el particular, cuanto a nuevos criterios de calificación y
clasificación de ellos.
Aparte del tiempo, la ubicación, la institución promotora, el número de lotes o de viviendas,
el área y los aportes respectivos o las densidades bruta y neta como variables de clasificación,
se ha optado por otras referidas a la localización y al grado o tipo de habilitación.
5.4 Tipos de habilitación
Según los reglamentos de 1964 y 1970, toda “habilitación” implica un cambio de uso de la
tierra a través de diversas acciones, entre las que se encuentra la “subdivisión” de la tierra y
la ejecución de las obras básicas necesarias para la existencia de cualquier tipo de barrio. Se
considera toda subdivisión, como su propio nombre lo sugiere, como una forma de división
o partición de un terreno determinado. Esta partición puede dar como resultado la creación
de parcelas o lotes. En el primer caso se trata de una “parcelación”, donde las parcelas por
sus dimensiones están dedicadas a fines agrícolas. El segundo caso designa a la “lotización”
como una modalidad de partición de un terreno para fines de vivienda.
Según esta definición, los tipos de habilitación pueden clasificarse a su vez según
diversos factores. En este caso se ha considerado como criterio las características de
transformación del lote y de la vivienda a ser construida.

5.4.1 Por la fase de inicio de la habilitación Habilitación ex novo

En principio, toda urbanización, conjunto habitacional o barriada implica una forma de


lotización ex novo. Es decir: es una habilitación que empieza a desarrollarse en un terreno
vacío, se inicia desde cero. En este caso se identificó como un tipo de habilitación
particular en razón de que existe, sobre todo en el ámbito de las “barriadas” y de muchos
planteamientos formulados desde el Estado, la modalidad tanto de la barriada producto
de una “invasión”, como la barriada sujeta a “remodelación”, así como la barriada gestada
por una “reubicación” planificada en terrenos vacíos. En este caso existe un plan previo
o una traza ex novo como sería el caso de muchas reubicaciones programadas o de otras
diseñadas desde cero, como es el caso de Villa El Salvador, San Gabriel, Año Nuevo y
otras.
Habilitación por renovación
Este tipo de intervención alude a formas específicas de transformación de un barrio
preexistente. Se da Figura 7. Unidad Vecinal nº 3 (1945). Planta general. Fuente: Oficina
Nacional de Planeamiento y Urbanismo (1958) mayormente en el caso de las barriadas,
en las cuales, para efectos de su reconocimiento legal, el Estado exige la confirmación
del plano de lotización o, en su defecto, de su remodelación. Este hecho implica a veces
una verdadera refundación de la barriada, ya que en este caso no solo pueden aumentarse
o reducirse lotes, sino que a veces puede implicar la ejecución de programas
complementarios de Lotización Urbanizada, de Lotes y Servicios u otras modalidades.

5.4.2 Por el grado de habilitación u ocupación del lote Lotización urbanizada

Es el tipo de lotización que corresponde mayormente al caso de las urbanizaciones. Aquí


la lotización implica también la existencia de las instalaciones de agua, desagüe,
electricidad, veredas y vías pavimentadas, así como otros servicios. Es decir: se trata de
una habilitación con las obras de urbanización o infraestructura por lo general concluidos.
Lotización tizada
Es el tipo de lotización que pertenece a la mayoría de las barriadas en su origen. Se trata,
como su propio nombre lo indica, de una simple lotización trazada en el suelo (con yeso,
piedras u otros materiales). Es una forma de ocupación que no está acompañada en su
origen por ningún tipo de servicios complementarios. Es la lotización 91 de las
invasiones, pero también del Estado en su promoción de algunos programas de vivienda
popular bajo esta modalidad de lotización.
Lotización con núcleos básicos
Se trata de una lotización que en general puede contar con la instalación básica de los
servicios de agua, desagüe y electricidad. Su particularidad estriba en el hecho de que
cada lote cuenta con un “núcleo” base constituido por un baño y un ambiente, a partir del
cual los propietarios pueden construir gradualmente su vivienda. Lotización con servicios
Es el tipo de lotización que incluye la instalación general de los servicios de agua, desagüe
y, a veces, electricidad. Los lotes están solo tizados y no existe ningún trabajo de
pavimentación ni afirmado de vías o veredas. Es una modalidad frecuente en el caso de
las barriadas en su fase de remodelación.
Habilitación con vivienda simultánea
Se trata de barrios donde la habilitación incluye no solo los trabajos de urbanización, sino
también la construcción simultánea de viviendas. Es una modalidad frecuente en el caso
de los programas de vivienda del Estado. Y menos frecuente en el caso de las
urbanizaciones privadas.

5.4.3 Por el tipo de habilitación según los reglamentos

En este caso se consideran los distintos tipos de habilitación consignados por los
reglamentos, desde que el reglamento de 1964 optara por el término “habilitación” en
reemplazo de “lotización” con el cual el reglamento de 1955 había definido las
lotizaciones de clase A, B y C. En adelante, todos los tipos de habilitación serán incluidos
en una serie de la cual solo serán exceptuadas las parcelaciones rústicas.
Los tipos considerados son los siguientes: Parcelación Semirústica, Habilitación
Semiurbana (Habilitación Semiurbana con fines de Vivienda-Categoría A, la Habilitación
Semirubana con fines de Vivienda-Categoría B) y la Habilitación Urbana (Habilitación
Urbana-A, Habilitación Urbana-B, Habilitación Urbana-C, Habilitación Urbana-D).
Otros tipos considerados son los de la Urbanización Popular, las Urbanizaciones
Populares de Interés Social y los Proyectos Especiales. Bajo el último caso se encuentran
comprendidos, por ejemplo, todos los Barrios Obreros, Barrios Fiscales, Unidades
Vecinales o diversos conjuntos habitacionales construidos por el Estado.
Los tipos aquí mencionados han sido enunciados en los distintos reglamentos. En esta
oportunidad aparecen todos juntos, luego de su depuramiento en el caso de aquellos que
pese a registrar denominaciones diferentes, tienen modalidades duplicadas.
Categorización de los barrios
Pueden existir diversos criterios para optar por una categorización de los barrios. Estos
no son uniformes ni tienen una validez universal, sobre todo cuando de incluir el aspecto
cultural se trata. En este sentido, el criterio cuantitativo puede ser uno empleado para
establecer un primer nivel de categorización de los barrios en función del número de
habitantes. Jörg C. Kirschenmann y Christian Muschalek han planteado la existencia de
tres tipos de barrios: el barrio tipo A (más de 5,000 habitantes), el barrio tipo B (1,000-
7,000 habitantes) y el barrio tipo C (menos de 2,000 habitantes). En cada caso los autores
explican estos rangos superpuestos y de una gran oscilación por la consideración de otros
factores como la relación entre número de habitantes y equipamiento, que define otros
dominios de referencia (Kirschenmann y Muschalek 1980: 61). Aun cuando se trata de
una clasificación general, como los propios autores reconocen, esta se apoya en
parámetros funcionales a la experiencia urbanística europea. Sin embargo, no es posible
extenderla mecánicamente al caso de ciudades como Lima, con un urbanismo que registra
mayor diversidad y complejidad en términos de tamaño y formato tipológicos.
En el caso limeño, la escala de construcción y magnitud de los barrios es otra distinta. El
rango principal de fluctuación de los barrios según el número de habitantes oscila apenas
entre 250 y 2.000 habitantes; es decir, entre 50 y 400 viviendas. Existen en contadas
oportunidades casos que rebasan este rango. Por otro lado, en el caso peruano, la
existencia de servicios complementarios por barrio resulta equívoca e inoperativa como
norma de clasificación, toda vez que en la gran mayoría de ellos es posible advertir su
inexistencia. Lo contrario podría implicar una clasificación con un universo reducido de
barrios. En el urbanismo limeño la norma es que los barrios se planifiquen o carezcan del
equipamiento respectivo. La excepción, como sucede con el urbanismo estatal, es que lo
consideren y posean.
Un rango esencial de la experiencia urbanística peruana, como la de cualquier otro país
de similar desarrollo, alude a la existencia legítima de barrios desprovistos de la sustancia
edilicia y urbanística tradicionalmente consideradas como imprescindibles para la
existencia misma de un barrio como tal. En el Perú los barrios como experiencia humana
y urbanística pueden ser tales, aun sin contar con una lotización definida o alguna señal
de vivienda acabada: en la mayoría de los casos se inician en un terreno vacío, carente de
todos los servicios y signos de barrio consolidado.
Este es un fenómeno a partir del cual pueden establecerse diferencias marcadas entre una
experiencia urbanística y otra, sobre todo en comparación con un medio como el europeo,
donde la relación entre barrio, viviendas acabadas y equipamiento constituido representa
una misma realidad, un hecho indivisible. No existe barrio como tal sin estos
componentes. La clasificación de Kirschenmann y Muschalek refleja esta realidad. En el
Perú se considera la existencia de un barrio no solo en cuanto conjunto de viviendas
concluidas en su construcción, sino también en tanto habilitación “vacía” o conjunto de
lotes en formación.
La experiencia urbanística limeña requiere de parámetros específicos y un rango más
amplio de posibilidades que permitan registrar con pertinencia la diversidad y
complejidad de las tradiciones urbanísticas estatal, privada y barrial. Se ha propuesto la
siguiente clasificación según el número de lotes o viviendas acabadas que constituyen
indistintamente cada barrio.

 Barrio Tipo A (más de 5.000 lotes/viv).


 Barrio Tipo B (2,500 – 4.999 lotes/viv).
 Barrio Tipo C (1,000 – 2.499 lotes/viv).
 Barrio Tipo D (500 - 999 lotes/viv).
 Barrio Tipo E (100 - 499 lotes/viv).
 Barrio Tipo F (50 - 99 lotes/viv).
 Barrio Tipo G (menos de 49 lotes/viv).
5.5 Dimensión espacial, morfológica y vecinal
Otra de las dimensiones de existencia del barrio consideradas para una adecuada
clasificación del mismo alude a aquellos rasgos básicos identificables con la estructura
espacio-funcional, la estructura morfológica y sus referentes conceptuales en términos de
la teoría o el modelo urbanístico de base. Para ello se han seleccionado –como parte de
un conjunto mayor de aspectos– las siguientes variables: el sistema vial, espacios
públicos, morfología del barrio, teoría o modelo urbanístico, así como las variables
referidas a la manzana predominante, escala de integración vecinal y la trama parcelaria
de la manzana. En este caso se ha omitido, por razones prácticas, el registro de los
aspectos vinculados al análisis del paisaje urbano (perfil urbano, secuencias espaciales,
color y otros). La razón: al ser el barrio en planos (y no el barrio construido) la principal
fuente de investigación, resultaba imposible prever la altura final o el color definitivo de
las viviendas y el barrio.
En ninguno de los casos es posible advertir la existencia de tipos perfectamente puros.
Por ello la identificación del barrio y sus componentes con uno u otro tipo debe ser
evaluada a partir del criterio de predominancia de ciertos aspectos sobre otros. Por ello,
los resultados de cualquier encuesta tienen inevitablemente un carácter relativo que no
aspira a registrar hechos absolutos, sino tendencias o preeminencias relativas. Esta
solución se hizo previsible toda vez que el urbanismo limeño es en esencia un urbanismo
de mezclas y procesos sorprendentes de hibridación tipológica.

5.5.1 Sistema vial

Uno de los aspectos esenciales en la configuración del tejido urbano, desde el punto de
vista espacial y morfológico, lo constituye la red de ejes viales. Esta red, junto a los de la
trama parcelaria, de manzanas y la red de espacios libres, definen en esencia la trama o
retícula urbanística del conjunto. Se han considerado los siguientes tipos de red vial según
su configuración: trama lineal, trama en parrilla, trama orgánica, cul de sac (individual o
en sistema), concéntrico-radial, perimétrico (barrios-manzana o macromanzana), trama
irregular, trama en racimo, sistema en cruz (vehicular o peatonal), sistema patio (vehicular
o peatonal). Como en todos los casos, se considera la posibilidad “trama especial” para
registrar algún caso no previsto

5.5.2 Espacios públicos

Junto al área destinada a la vivienda, el área libre correspondiente al uso público del
espacio urbano se constituye como un componente esencial del uso y la estructura
urbanística de todo barrio. En este caso, en el rubro de espacios públicos se consideran
dos ámbitos: primero, el espacio destinado como “área verde” constituido por parques,
jardines y otras modalidades. Y en segundo lugar, el espacio público no verde constituido
de plazas, plazoletas y otras modalidades. Por razones operativas no se ha considerado en
este caso a la “calle” en su acepción de espacio público, sino como sistema vial.
En relación a las áreas verdes, la encuesta considera los siguientes tipos: barrios con un
sistema de parques o jardines, barrios con fragmentos de parques o jardines, parques
especiales, parques-jardines modernos, jardín manzana-bloque (barrios manzana y
barrios-casa), barrios sin parques o jardines, caso especial. Y en referencia a los tipos de
plazas y otros espacios del mismo género, se han considerado las siguientes posibilidades:
barrios con plazas-parque residencial, barrios con plaza cívica, plaza moderna (conjuntos
habitacionales modernos), barrios con vías-espacios públicos (alamedas, malecones y
otros), barrios sin plazas y otros espacios públicos, caso especial.

5.5.3 Barrios según ubicación, formato y relación con contexto preexistente

La forma y la estructura urbanística de los barrios dependen en gran medida de la


ubicación de estos respecto a la ciudad. Según la ubicación de la trama preexistente, se
han considerado tres posibilidades: barrios dentro de la ciudad, barrios-ensanche de la
ciudad y barrios fuerza de la ciudad consolidada. Según el formato o, propiamente, la
forma del contorno del barrio, se han considerado barrios de forma regular, barrios-retazo
(forma irregular) y barrios mixtos. Por la ubicación respecto a un hito natural o artificial,
las posibilidades registradas son las siguientes: barrios en torno a una plaza, barrios en
torno a una avenida, barrios en torno a un hito natural (cerro, río, mar), barrios en torno a
un hito artificial (ducha, laguna, parque), barrios en torno a centros de servicios o trabajo
y barrios como parte de un barrio (como etapas de un conjunto).

5.5.4 Retícula urbanística

Definido por la disposición y configuración de todos los componentes constitutivos del


barrio como realidad espacial, la retícula urbanística es uno de los indicadores más
importantes en términos morfológicos. Para su caracterización se registraron las
siguientes posibilidades: retícula ortogonal regular, retícula orgánica, retícula mixta,
retícula compuesta, retícula radial, retícula en racimo, retícula concéntrica, retícula
periférica, caso especial.

5.5.5 Orden formal

Todo barrio tiene, desde el punto de vista morfológico, un orden formal, que se constituye
como expresión de la interrelación de todos los componentes del conjunto. Las
posibilidades consideradas para la identificación del barrio en cuanto totalidad formal son
las siguientes: barrio unitario (geometría autocontrolada sobre la base de un orden
preestablecido), barrio no unitario (simple estructura aditiva) y barrios mixtos.

5.5.6 Teoría o modelo urbanístico

Toda realización urbanística encarna una idea de ciudad y de urbanismo. Por ello, no
existe barrio alguno (sea estatal, privado o barrial) que en la elección, composición y
funcionamiento de sus componentes no refleje de manera consciente o inconsciente, de
modo literal o reinterpretado, una teoría o un modelo urbanístico de base. Para identificar
a los barrios según sus fundamentos teóricos o el modelo de referencia, se han
considerado las siguientes posibilidades: barrio neobarroco, barrio jardín, barrio
pragmático, barrio moderno, barrio sectorizado, barrio espontáneo, barrio-condominio-
club, barrio-manzanabloque-lote (edificio ciudad), barrio-manzana (manzana lotizada),
barrio postmoderno, caso especial.

5.5.7 Manzana predominante


Desde el punto de vista espacial, el tejido urbano se constituye como resultado de las
relaciones entre la calle y la manzana delimitada. La dialéctica entre ambas realidades
resulta esencialmente dinámica: las calles crean manzanas, como estas crean a su vez las
calles. La forma de la ciudad y los barrios depende en gran medida del formato de las
manzanas y la trama que estas generan en su relación con otras. Se han considerado dos
tipos de barrios según el tamaño de las manzanas: barrios de manzanas (dimensiones de
tradición hispánica) y barrios de macromanzanas. Para ambos casos y según la
predominancia de un cierto tipo, se han considerado en la encuesta las siguientes
posibilidades: barrios de manzana (o macromanzanas) cuadradas, barrios de manzanas o
(macromanzanas) rectangulares, barrios de manzanas (o macromanzanas) irregulares,
barrios de manzanas (o macromanzanas) mixtos, barrios sin ninguna manzana (o
macromanzana), caso especial. Los barrios sin manzanas o macro manzanas son aquellos
que por el área del terreno (no más de 1/2 hectárea) o por la disposición de los lotes (a lo
largo de una vía o terreno sin parcelas) no consiguen definir una manzana.

5.5.8 Escala de integración vecinal

Uno de los rasgos que definen un tipo de barrio desde el punto de vista urbanístico es
aquel que se refiere a los límites y las características del dominio social y espacial de
convivencia de una comunidad urbana. Los barrios con una apreciable identidad vecinal
resultan substancialmente distintos a aquellos que no poseen este atributo. Para identificar
estos rasgos, se han considerado en la encuesta las siguientes posibilidades: barrios-
ciudad (lo vecinal-urbano como forma de organización), barriosconjuntos habitacionales
(lo vecinal como célula de organización espacial) y barrios-manzana-ciudad (lo
vecinalfamiliar como célula de organización espacial) y barrios indeterminados (espacios
indeterminados desde el punto de vista vecinal).

5.5.9 Trama parcelaria de la manzana

Los lotes y viviendas son las células básicas de constitución espacial de un barrio. Por
ello, las relaciones entre tipos de vivienda o lotes y el formato de las manzanas y el barrio
como totalidad, son más que interdependientes. Existe entre todos estos componentes y
escalas un mutuo condicionamiento. Según la trama parcelaria de cada manzana (o
macromanzana), se han considerado las siguientes posibilidades: manzanas con trama
parcelaria regular, manzanas con trama parcelaria irregular, manzanas con trama
parcelaria mixta, manzana sin trama parcelaria (macromanzana moderna), casos
especiales.
Para el caso del urbanismo estatal, dada su interesante diversidad tipológica, se debe
proceder a una clasificación según tipos urbanísticos (barrios obreros, unidades vecinales,
etc.). El resumen final consta de una ponderación contrastada entre los datos obtenidos
por cada sector (estatal, privado y barrial). La conclusión final se basa en la identificación
integrada de estos datos como los constitutivos del perfil urbanístico de Lima.
Toda la información debe ser ordenada en función del tiempo y con base en la separación
de los casos por décadas. Este es el parámetro a partir del cual se debe proceder a realizar
algunas operaciones de síntesis estadística. En este caso –entre diversas posibilidades– se
debe optar por utilizar las variables de valores máximo, valor intermedio y valor mínimo
para identificar los datos registrados por cada década y el período global de estudio. Las
sumas parciales y totales deben basarse, así mismo, en la separación por décadas.
5.6 Historiografía de la cuestión del dominio empírico
¿Cómo escribir una historia del urbanismo limeño sin contar con registro o inventario de
las intervenciones urbanísticas realizadas y no realizadas en Lima?, ¿cómo definir
períodos, tendencias, variantes o invariantes urbanísticas, si se carece de lo esencial: la
base documental que da cuenta de la realidad a historiar? El problema inherente a esta
pregunta alude el segundo de los problemas antes mencionados: qué barrios y cuántos de
ellos debían ser seleccionados como parte del dominio de estudio.
Si hay un aspecto que caracteriza a la historiografía urbanístico-arquitectónica peruana y
latinoamericana, es el de establecerse en mayor o menor medida como un discurso
especulativo que alude a la realidad de manera difusa. Una especie de metafísica urbana
desprovista de realidad y de toda referencia empírica a los hechos.
Entre la historia filológica de Juan Bromley y José Barbagelata y la historia en clave de
crónica precisa o discurso especulativo de Luis Ortiz de Zevallos o Emilio Harth-Terré,
la historiografía urbana de Lima ha terminado más cerca del ensayo literario que de la
investigación histórica propiamente dicha, o, en el mejor de los casos, en formas de una
ensayística personal sobre algunos hechos puntuales. Ha sido, y es, además, una
historiografía cuyo dominio de referencia pocas veces pudo evadir el estudio de unas
pocas (y casi siempre las mismas) obras conocidas. Una especie de lugar común sobre
otros lugares comunes. Una casuística restringida al análisis de un pequeño y exclusivo
grupo de obras, todas ellas signadas como “grandes obras”, ya sea por su obvia
significación pública o su pertenencia a la firma de un “gran arquitecto”.
Lo criticable de esta apuesta no es siquiera, en este caso, el hecho de dotarse de un
restringido ámbito empírico de referencia, sino de hacerlo de manera deliberada para
luego inferir generalizaciones de orden mayor, como si la determinación de los rasgos de
esas pocas obras (casi todas ellas ubicadas en Lima y en determinados distritos, e
identificadas con los usos de ciertos estratos sociales) pudiera hacerse extensiva al
conjunto de la producción urbanística en la capital o el resto del país.
El interés de superar esos déficits y de no repetir aquello que nos parece criticable, nos
ubicó, antes de empezar la investigación, frente a una dramática constatación: que salvo
algunos registros parciales de información primaria, el urbanismo limeño (y con él, Lima)
se encontraba desprovisto en gran medida de memoria documental.
La única alternativa para resolver estas carencias debe ser confeccionar una base de datos
tan amplia como sea posible, sin discriminaciones o valoraciones excluyentes desde el
punto de vista social, cultural o de calidad urbanística. Tarea descomunal, habida cuenta
de los antecedentes. Sin embargo, no había otra alternativa si es que se pretende escribir
una historia del urbanismo sustentada no en el análisis de un reducido y excluyente
conjunto de obras, sino en la más extensa y detallada consideración de todas las
intervenciones realizadas en Lima. De ahí que la base de datos a confeccionarse debe, en
lo posible, registrar todo (o casi todo) el conjunto de obras urbanas realizadas desde el
inicio de la República, sin tomar en cuenta ningún criterio valorativo de exclusión.
De los hechos y fuentes
Probablemente Lima sea una de esas pocas ciudades que aún se mantienen desprovistas
de una memoria urbanística documental. A diferencia del más o menos atendido
inventario de bienes inmuebles, Lima no cuenta todavía con un registro sistemático,
completo y detallado de las intervenciones urbanísticas realizadas sobre su suelo por
agentes como el gobierno, el sector privado o la iniciativa de los propios pobladores.
Este déficit no es sino consecuencia, entre otras razones, de una realidad no menos
dramática: la inexistencia de un sistema archivístico unificado y la lamentable situación
en la que se encuentran aquellos “archivos” en Figura 13. Barriada Mendocita (La
Victoria) 1949. Fuente: SAN 3533-367. 19.12.1949. 97 los que teóricamente debería
conservarse la memoria urbanística de Lima. Me refiero al Archivo de Urbanizaciones de
la Municipalidad de Lima Metropolitana, al Ar - chivo del antiguo Ministerio de Vivienda
y Construcción, que conserva en diferentes lugares y de modo desordenado lo poco que
quedó del valioso archivo del Ministerio de Fomento y Obras Públicas. Así mismo, a los
diferentes archivos de municipalidades distritales en los que se conservan aún diversos
expedientes de urbanizaciones y habi - litaciones urbanas.
Desconocemos, por ejemplo, el número total y el tipo de urbanizaciones for - madas en
Lima desde que aparecieron a mediados del siglo pasado. La situación con respecto a la
producción urbanística estatal no es más alentadora: en este caso, las pro - pias
instituciones del Estado (gobierno, municipalidades u otros organismos) carecen de la
información pertinente sobre el número y el tipo de intervenciones urbanísticas
promovidas por este sector en Lima desde el inicio de la República.
Si bien esto sucede con los datos existentes en torno a los agentes formales de producción
urbanística, la información disponible acerca del urbanismo de barriadas resulta aún
limitada en la medida en que, entre otros aspectos, no permite definir con exactitud el
perfil urbanístico de estas, por citar un aspecto. Si bien se trata del sector informal y
espontáneo de la producción urbanística limeña, se debe reconocer que, no obstante, estos
rasgos, ha mantenido desde los años cincuenta una permanente y sistemática
investigación estadística sobre su devenir.
Una de las principales consecuencias del proceso de disolución disciplinal del urbanismo
y de la consiguiente merma de la investigación urbanística peruana en las últimas décadas
ha sido sin duda la ausencia del desarrollo de una base empírica pro - pia sobre el dominio
específico de estudio. En trance de disolución, la investigación urbanística ha ido
perdiendo no solo muchas de las ideas-fuerza que motivaron el intenso debate de los años
cuarenta (una especie de década de oro del urbanismo peruano del siglo XX), sino la
capacidad de dotarse de su propio referente empírico. Los pocos e importantes trabajos
que constituyen la única base de datos actualmente existente para la investigación de Lima
provienen (o han sido creados) desde intereses disciplinales distintos a los del urbanismo.
Y este hecho no es sino responsabilidad exclusiva de los urbanistas.
Una investigación que en realidad significa un referente de primer orden en la
formulación de una amplia y sistematizada base de datos abocada específicamente a Lima
en su dimensión urbana y edilicia es, sin duda, Lima en cifras (Allou, 1990). Hasta la
publicación de este trabajo, la base de datos utilizada por la mayor parte de la inves -
tigación urbana de Lima provenía de una inferencia directa de los datos de los Censos
Nacionales referidos a Lima o correspondía a la información de censos especiales y a
trabajos de procesamiento particulares realizados por diversas instituciones públicas,
como el Instituto Nacional de Desarrollo Urbano (INADUR), el Instituto Metropolitano
de Planificación (IMP) o dependencias como la Dirección Municipal de Asentamientos
Humanos, para referirme a solo algunas de ellas.
Desde mediados de los ochenta es posible advertir el surgimiento de una es - pecie de
“moda estadística” en la investigación urbana de Lima. Tal vez el impacto de trabajos
como los promovidos por Hernando de Soto a través de El otro sendero (1986) y su
Instituto Libertad y Democracia (ILD), así como la investigación estadística desa -
rrollada por organismos gubernamentales fomentada por diversas agencias internacio -
98 enero - diciembre de 2006 nales, hayan sido los factores desencadenantes de este
fenómeno. Lo cierto es que, en los últimos años, aparte del mencionado aporte de Serge
Allou, los estudios sobre la realidad limeña han visto aparecer una serie de trabajos
estadísticos y bases de datos de diverso formato, temática y proyección.
¿Cuán útiles son para la investigación urbanística esta sucesión de fuentes estadísticas
confeccionadas a propósito de la realidad limeña? ¿Es posible obtener de ellas
información, por ejemplo, sobre el número de urbanizaciones privadas existentes en
Lima, o sobre las distintas tipologías de estructuración morfológica de los barrios
limeños, entre otros datos requeridos específicamente para una lectura urbanística de la
ciudad? ¿Son suficientes estas bases de datos para fundamentar una nueva relectura de la
historia urbanística de Lima?
La respuesta a estas preguntas no puede ser terminante. Ciertamente, trabajos como los
de Lima en cifras de Serge Allou y otros de su género resultan una inestimable referencia
para cualquier estudio sobre esta ciudad. Pero también se tiene que reconocer que no son
suficientes para servir de fundamento estadístico para la investigación del urbanismo en
sentido estricto. Y, particularmente, para la investigación historiográfica del urbanismo
limeño de períodos anteriores a la década de los sesenta.
5.7 A propósito de una primera base de datos del urbanismo limeño republicano
La base de datos del urbanismo limeño republicano confeccionada como fundamento
empírico del libro Lima. Historia y urbanismo, 1821-1970 tiene su origen, antes que en
la búsqueda de la información por la información misma, en una apuesta por historiar la
evolución urbanística de Lima desde bases epistemológicas distintas de la tradicional. Por
ello, se trata de una base de datos funcionalizada al objetivo de contar en detalle la historia
urbanística de Lima, antes que describir estadísticamente este proceso.
En este caso se trataba de escribir una historia del urbanismo limeño sustentada no en el
análisis de un reductivo y excluyente conjunto de obras, sino en la más amplia y detallada
consideración de todas las obras e intervenciones urbanísticas realizadas en Lima.
La base de datos contribuyó decisivamente a enfrentar la historia a narrar como una
posibilidad de reencuentro con la realidad de los hechos y con los hechos de esta realidad.
No existe en esto afán alguno de celebración positivista o empirismo ingenuo. Con un
criterio de unificar las variables, pero aceptando al mismo tiempo la existencia de
especificidades, la historia que entonces me imaginé narrada debía sostenerse en una base
de información lo más amplia posible al incorporar esa otra ciudad de cientos de
urbanizaciones anónimas, de los pequeños conjuntos habitacionales de los años treinta o
las grandes y pequeñas barriadas que Lima vio nacer desde la década de los cuarenta. Es
decir, toda la realidad urbanística limeña sin exclusiones de ningún tipo.
Al igual que la historia urbanística narrada en los siguientes volúmenes, la presente base
de datos se organiza en función de aquello que he denominado como las tres principales
tradiciones del urbanismo limeño: la tradición del urbanismo estatal, la tradición del
urbanismo privado y la tradición del urbanismo barrial. Por ese motivo, el libro se divide
en tres grandes partes. La primera, dedicada al registro de la producción urbanística
fomentada por el Estado (gobierno central y municipalidades); la segunda, referida a la
producción urbanística privada (urbanizadores privados), y la tercera, dedicada al registro
del urbanismo de las barriadas o asentamientos humanos.
Una premisa sustancial del trabajo fue considerar estas tres tradiciones como constitutivas
de una misma matriz productiva. Bajo este principio, tanto el urbanismo estatal, privado,
cuanto el barrial se conciben como realidades diferentes, pero todas integradas bajo una
misma matriz productiva, sujetas a una dialéctica obvia de relaciones y oposiciones. Aquí
de lo que se trataba era de demostrar la precariedad argumental de aquellas posiciones
que conciben, por ejemplo, al urbanismo barrial no solo como “otra” realidad
radicalmente distinta a la del urbanismo estatal o privado, sino como una experiencia
abstracta plena de signos renovadores. O, por el contrario, como una manifestación
elocuente de barbarie urbanística y reducto de los peores males de la ciudad. O, en
referencia a otro ámbito urbanístico, se concibe que el urbanismo estatal o privado son
experiencias totalmente independientes en su estructuración y funcionamiento.
Teniendo por premisa la existencia de una sola matriz productiva como el origen de las
tres tradiciones urbanísticas antes mencionadas, la base de datos fue formulada bajo un
criterio de unificación de variables. Salvo la consideración de algunas particularidades
por cada tradición urbanística, todos los casos fueron registrados bajo el empleo de la
misma tabla de variables. En total se definieron 55 variables, desde la consideración del
año de constitución, hasta la clasificación según la pendiente del terreno, pasando por la
identificación del número de lotes o vivienda, la densidad constructiva o los porcentajes
de aporte de área (parque, vías, etcétera). La encuesta diseñada considera, así mismo,
variables como el tipo de estructura morfológica del barrio, la pertenencia a alguna teoría
urbanística, así como el tipo de relación con el centro y la periferia, entre otras.
El principal objetivo para la confección de la presente base de datos fue tratar de ejecutar
una especie de primer y más completo inventario de la obra urbanística producida en
Lima desde la fundación de la República, tanto por el Estado peruano cuanto por la
iniciativa privada (llámese urbanizadores privados). Y, en referencia al urbanismo barrial,
se trataba en este caso de la ampliación –con información específicamente urbanística–
de la importante información preexistente a nivel del estudio de las barriadas.
El ordenamiento temporal y tipológico de la información recogida ha sido otro de los
criterios asumidos para la administración de los datos seleccionados por cada sector. En
este sentido, la estructuración por años y décadas me ha permitido registrar con
objetividad la evolución y las relaciones existentes entre los distintos ciclos de expansión
y construcción urbanística de la ciudad. Así mismo, he podido obtener un registro
aproximado de los distintos formatos de urbanización, conjunto habitacional y barriada
desarrollados en Lima. Otras referencias esenciales tienen que ver con el comportamiento
histórico de los aportes por concepto del área verde y del área construida. Algo similar
ocurre con la evolución de las densidades en función del incremento y de la disminución
del área de lote de vivienda, entre otros datos.
En total, entre urbanizaciones, conjuntos habitacionales del Estado y barriadas, se
contabilizaron 1 186 casos entre los años 1821 y 1970. De esta cantidad, los casos
encuestados fueron 363, lo que representa una apreciable muestra de 30,61%. Estas cifras
globales se desglosan del siguiente modo:
• Sector estatal: 149 casos y 75 encuestas (50,3%).
• Sector privado: 609 casos y 206 encuestas (33,83%).
• Sector barrial: 428 casos y 82 encuestas (19,16%).
Debo señalar que en este caso la variación del número y porcentaje de casos encuestados
por cada tradición urbanística no obedece a una decisión planificada. Salvo una preliminar
distribución proporcional por distritos y períodos de tiempo, el número de casos
registrados es el que corresponde al número de casos que finalmente se pudo encuestar
durante el período planificado para la recolección de datos. La razón principal para este
hecho fue la imposibilidad de contar previamente con una información relativamente
confiable que me permitiera definir proporcionalmente porcentajes razonables de casos
encuestados. Al carecer de esta información y al encontrar muchos archivos no
catalogados, opté por registrar todo lo que pudiese y encontrase.
Para la recolección y selección de toda la información se recurrió también a todas las
fuentes primarias y secundarias posibles existentes en Lima y el extranjero. En cada caso
registrado se procedió no solo a analizar la información técnica respectiva, sino a evaluar
importantes documentos, como las memorias descriptivas, los planos de cada
urbanización, barriada o conjunto habitacional, así como la información producida en
torno a cada caso en artículos periodísticos o estudios particulares.
En referencia al resultado final, se puede afirmar que en lo que atañe al sector estatal, la
presente base de datos trae la primera y más completa relación que se tiene hasta el
momento sobre todos los programas de vivienda e intervenciones urbanísticas
promovidas por el Estado peruano entre 1900 y 1970 en las ciudades de Lima y el Callao.
La relación precedente (Osterling, 1978) poseía algunas omisiones importantes (las obras
de la Municipalidad de Lima entre 1910 y 1914, los trabajos de las Sociedades de
Beneficencia Públicas de Lima y el Callao en las décadas de los veinte y los treinta, así
como las obras de la Municipalidad del Callao en los años veinte, entre otras), que he
tratado de completar en esta oportunidad. Así mismo, las listas parciales de obras
promovidas por entidades del sector público y las elaboradas como una importante
contribución por Juan M. Gutiérrez Gonzales (1983), Manuel Ruiz Blanco y Mariagrazia
Huaman Bollo (1990), para el caso de las obras de la Beneficencia Pública de Lima han
sido ampliadas con obras no registradas y completadas con información más detallada de
cada caso.
El registro de las urbanizaciones privadas construidas en Lima y el Callao entre 1900 y
1970 es, en cambio, la primera relación integrada de este tipo urbanístico que se formula
para el caso de Lima. Un primer inventario referido a las urbanizaciones de las décadas
de los veinte y los treinta fue la publicada por J. Bromley y J. Barbagelata en Evolución
urbana de la ciudad de Lima (MPL, 1945). En este caso es perceptible la ausencia de
información sobre las primeras urbanizaciones limeñas que abren el siglo XX, así como
las de los años comprendidos entre 1910 y 1920.
En referencia a algunos hallazgos de carácter documental que tendrán, sin duda, un
impacto en la necesaria revisión de algunos preceptos hasta hoy mantenidos en torno al
desarrollo urbano de Lima, debo mencionar la documentación revisada sobre el “primer”
empresario urbanizador en el sentido moderno y la urbanización La Chacrita (1859), una
especie de primer caso de urbanización privada que se constituye en Lima en el año de
1859, antes de que las murallas de Lima fueran derruidas en 1872. Hasta el momento se
pensaba que el fenómeno de las primeras urbanizaciones de Lima se dieron tras la
demolición de la muralla y luego de iniciado el siglo XX.
De igual modo, han sido registrados los planos originales de las urbanizaciones limeñas
construidas entre los años veinte, treinta y cuarenta, desconocidos hasta el momento. Así
mismo, creo interesante la información encontrada en el Ibero-Amerikanischen Institut
de Berlín sobre el ingeniero italiano Luis Sadá, autor en 1872 de esa especie de primer
plan director de desarrollo urbano de Lima. Hasta ahora se le creía francés (J. Bromley y
J. Barbagelata) o catalán (E. Harth-Terré) y se desconocía la importante obra por él
ejecutada en Santiago de Chile, antes de su presencia en Lima.
Por otro lado, esta investigación estadística y de fuentes ha permitido reconstruir de
manera documental el intenso debate público sobre las condiciones de la vivienda obrera
que tuvo lugar en Lima entre finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. Un logro
significativo ha sido la conformación de un registro visual de los documentos (textos y
planos) de las primeras “casas de obreros” experimentales construidas en Lima a partir
de 1911. Todo esto es importante porque hasta el momento se pensaba que el debate sobre
la “vivienda obrera” y las primeras construcciones de este tipo tuvieron lugar en Lima
recién a partir de los años veinte y, particularmente, en la década de los treinta, cuando el
gobierno peruano decidió construir los poco conocidos “barrios obreros”.
Hasta el momento, la investigación estadística de las barriadas, el sector más y mejor
estudiado, no había establecido un levantamiento pormenorizado de las características
urbanísticas de cada caso. Bases de datos anteriores y recientes, como las elaboradas
regularmente por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), no han
conseguido registrar aún información referida, por ejemplo, a las características
dimensionales de los lotes y los aportes de área (vivienda, equipamiento, vías, área libre,
etc.) correspondientes a cada barriada en particular. Valiosa información sin la cual se
hace imposible conocer, entre otros indicadores, las densidades habitacionales y
constructivas, el valor asignado a los espacios públicos, o el tipo de estructura
compositiva de la barriada desde el punto de vista urbanístico. En otras palabras: se vuelve
inaplicable el desarrollo de una interpretación urbanística del fenómeno de las barriadas.
El único medio para obtener esta información se encuentra en los planos de habilitación
presentados por cada asociación formada en cada barriada, a efectos de obtener el
reconocimiento legal respectivo. Se trata de una fuente inestimable y valiosa por su
relativa actualidad e información detallada, la cual no había sido trabajada mayormente
hasta el momento.
Al concentrarse la encuesta en el análisis de la información técnica registrada en los
planos de cada barriada elegida como parte del universo muestral, uno de los principales
aportes de la base de datos confeccionada es la información referida a los aportes de área
y dimensiones de lotes desarrollados como expresiones del urbanismo barrial.
Más allá de las diferencias obvias, lo que los datos registrados nos sugieren como lectura
inevitable, es que una misma idea de ciudad parecería estar presente tanto en el nivel de
las racionalizaciones urbanísticas promovidas desde la esfera del urbanismo académico,
como en aquella “ciudad de la mente” llevada en el in - consciente colectivo de los
habitantes de una barriada y los de una urbanización. En todo caso, los transvases resultan
más frecuentes de lo que se estima: el “damero” urbanístico aparece y reaparece en
muchas barriadas, así como la estructura topo - lógica y orgánica de las primeras barriadas
en pendiente resultan recreadas por el urbanismo institucional de la última generación.
Entre las tres tradiciones urbanísti - cas mencionadas, las vinculaciones tipológicas y
productivas son más estrechas de lo que comúnmente se cree.
En referencia al resultado final, se puede afirmar que en lo que atañe al sector estatal, la
presente base de datos trae –con excepción de los programas urbanísticos y de vivienda
producidos por el Estado para el sector de las Fuerzas Armadas y Policia - les,
considerados como “información reservada” y que se hizo imposible registrar– el primer
y más completo índice que se tiene hasta el momento sobre todos los pro - gramas de
vivienda e intervenciones urbanísticas promovidas por el Estado peruano entre 1821 y
1970, en las ciudades de Lima y el Callao. La relación de urbanizaciones privadas
construidas en Lima y el Callao entre 1900 y 1970 es, en cambio, la primera memoria
integrada de este tipo urbanístico que se formula para el caso de Lima.
El fenómeno barrial limeño resulta, paradójicamente, el más desarrollado y or - denado
respecto a las otras dos tradiciones, en materia de registro estadístico. Sin embargo, hasta
la elaboración de nuestra base de datos, este sector no contaba aún con información que
permitiera hacer un levantamiento sobre el perfil urbanístico de la barriada limeña. Sin
información sobre las densidades habitacionales y constructi - vas, el valor asignado a los
espacios públicos, o el tipo de estructura compositiva de la barriada desde el punto de
vista urbanístico, para mencionar algunos indicadores, se hace imposible describir y
analizar la dimensión urbanística de la barriada limeña. La información que contiene el
volumen Lima. Historia y urbanismo en cifras, 1821-1970 trae consigo una especie de
primer levantamiento estadístico y cartográfico del perfil urbanístico de la barriada
limeña.
Lima ha sido concebida tradicionalmente como una ciudad escindida entre fragmentos
urbanísticos dispersos. Una ciudad hecha de muchas ciudades diversas, desencontradas o
sin conexión alguna. Pero vista a la luz de una base de datos en la que los sectores
urbanísticos estatal, privado y barrial son analizados como un solo con - junto bajo las
mismas consideraciones y variables, la idea de una sola Lima, integrada por variaciones
relativas, se abre paso. La capital se revela como una sola construcción urbanística hecha
de diversidad y complejidades. Ni las urbanizaciones constituyen una realidad tan alejada
del formato de las barriadas, ni estas últimas se revelan como “otra” realidad distinta del
urbanismo gubernamental (bajo el criterio de la teoría de la Neighborhood Unit), ni las
evidencias urbanísticas del Estado resultan tan “modernas” como tampoco tan
“progresistas” algunos rasgos del urbanismo barrial.
Esta base de datos, por su estructura y presentación, no debería ser valorada como una
obsesión estadística originada en la búsqueda de la información por la información
misma.
En realidad, en sus motivaciones se trata –como ya se ha mencionado– de una apuesta
por historiar la evolución urbanística de Lima desde bases epistemológicas diferentas de
la tradicional. Es una información funcionalizada con el objetivo de contar en detalle la
historia urbanística de Lima, antes que describir estadísticamente este proceso. Esta base
de datos es la respuesta a la necesidad de narrar una historia que debía sostenerse en una
extensa base de datos, al incorporar esa otra ciudad de cientos de urbanizaciones
anónimas, de los pequeños conjuntos habitacionales de los años treinta, o las grandes y
pequeñas barriadas que Lima vio nacer desde la década de los cuarenta. Es decir, de la
misma realidad urbanística limeña sin exclusiones de ningún tipo.
A decir verdad, lo esencial de la información recogida sobre la producción urbanística
limeña del período 1821-1970 y expuesto en el primer volumen, procede del trabajo
efectuado en la primera etapa de la investigación de fuentes entre 1992 y 1994. Así
mismo, el análisis y la evaluación de las condiciones de la información existente y
encontrada en las diversas fuentes primarias y secundarias trabajadas corresponden a la
información disponible a mediados de los noventa, cuando empezó a ser escrita gran parte
de los cuatro volúmenes.
Aun cuando en los últimos años han ido apareciendo nuevos datos y se han producido
importantes avances en el conocimiento de la realidad limeña, debo señalar que en cuanto
a los intereses temáticos de nuestra historia urbanística, la situación no se ha alterado
sustancialmente. Por lo menos no tanto como para modificar de manera significativa toda
la información hallada y registrada entre 1992 y 1994.
Hay una serie de preguntas cuya respuesta no puede sino apoyarse en un registro
pormenorizado de la realidad. Una de las principales preguntas tiene que ver con el grado
de aporte material y social de cada sector a la determinación del perfil urbanístico
histórico de Lima. Otra, con los principales rasgos que caracterizan tanto a la urbanización
privada, gobernada por la lógica de la máxima rentabilidad y la especulación urbana,
cuanto al conjunto habitacional estatal regido por cierto paternalismo asistencialista y a
la barriada comunal sustentada en ancestrales formas de trabajo colectivo.
¿Cómo han evolucionado estas características en el tiempo? ¿Cuáles son y qué tipo de
relaciones existen entre las distintas tradiciones del urbanismo limeño? ¿Qué teorías y
qué concepciones de la vivienda y ciudad están en la base del desarrollo histórico de estas
tradiciones? ¿Cómo es que los distintos cambios políticos, económicos, sociales o
culturales sucedidos en la sociedad peruana han repercutido en el desarrollo y en la
orientación de la producción urbanística limeña? ¿De qué modo se han visto reflejados
en el escenario limeño los intereses ideológicos, sociales y económicos de los diversos
sectores sociales que se asientan en su espacio? ¿Cómo es que se expresa en términos
urbanísticos la enorme brecha social existente entre los pobres y los sectores pudientes
que residen en Lima? ¿Cuáles son, finalmente, los rasgos propios y ajenos, los aportes
creativos o las reiteraciones miméticas del urbanismo limeño con relación a la producción
urbanística internacional? ¿De qué modo el urbanismo limeño ha resuelto los problemas
derivados del encuentro entre tradición y modernidad?
La respuesta a estas y otras preguntas del mismo género supone la necesidad de asumir
una estructura básica de periodificación acorde con las motivaciones y el contenido
principal de la historia urbanística limeña entre 1821 y 1970. Este desafío tiene que ver
con ese tercer impasse que señalábamos líneas arriba: el de definir un esquema de
periodificación afín con la especificidad del urbanismo limeño.
ANEXOS

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