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Datos del Autor: La autora de la obra es la filósofa judío-alemana Hannah Arendt, recibida en la

Universidad de Heidelberg. Durante el nazismo se vio obligada a desplazarse a Francia y luego a


exiliarse en Estados Unidos, donde colaboró en muchas revistas para posteriormente enseñar teoría
política en la School of Research de Nueva York. Conocida principalmente como ensayista política
también fue una crítica literaria. Su obra más conocida es “Los orígenes del totalitarismo” donde
muestra las causas del totalitarismo y el antisemitismo, y trata de mostrar que el nacionalsocialismo
y el bolcheviquismo son movimientos distintos al despotismo y la tiranía. Explica que el
antisemitismo no puede describirse como un simple odio a los judíos, sino que es consecuencia de
un proceso histórico más profundo y el distanciamiento de los hombres. Conceptos notables de su
obra son el pluralismo en el ámbito político, la inclusión del otro, la democracia directa, entre otros.

Estilo de Obra: El texto que abordaremos es un ensayo con el título de Sócrates y pertenece a un
libro más extenso llamado “Promesas de la política” Arendt utiliza conceptos comunes a la
conciencia colectiva para desarrollar una mirada nueva basada en su postura de la comprensión,
hace uso de un lenguaje cotidiano o informal, lo que favorece la comprensión del lector. La
estructuración es adecuada para un texto un tanto extenso. Los conceptos más complejos se
vuelven transparentes a medida que se avanza en la lectura, y las conclusiones a las que llega dan
pie para un debate profundo. Es destacable también su manejo de las comparaciones entre los
caracteres y entendimientos de los distintos filósofos, y la convicción con la que expresa sus ideas,
lo que muestra su compromiso con la tarea filosófica.

Contenido de la Obra: La tesis que sostendrá Arendt es que el abismo entre filosofía y política se
abrió con Sócrates, y este abismo luego se tradujo, a través de Platón, en la oposición entre verdad
y opinión, lo que fue la conclusión más antisocratica a la que pudo llegar.

Platón había perdido la fe en la opinión, pues la mayoría había condenado a Sócrates. La persuasión
(la forma política del discurso sin coacción, la retórica, el arte más elevado y verdaderamente
político) parecía ya no ser el mejor camino. A través de su crítica a la doxa Platón pudo contraponerle
la verdad, como un criterio absoluto. Uso las ideas para introducir criterios absolutos en el terreno
de los asuntos humanos, pues sino todo sería relativo. Platón pensó que los filósofos debían
gobernar la ciudad. Al filósofo no le interesaría lo que es bueno para los hombres, sino cosas que
van más allá. Esto no era un límite, el filósofo podía tener un papel político pues no era inútil. Platón
sostuvo que el filósofo debía gobernar porque conocía la idea de bien, lo que contrapuso a las ideas
bellas, justas y moderadas, pues la idea de bien era superior. Únicamente iluminadas por esta idea,
las demás ideas serian usadas para fines políticos, transformándolas en leyes humanas. Sócrates
había traspasado el límite que la ciudad imponía al sabio. El conflicto entre filosofía y política pidió
más a la primera, e hizo que Platón desarrollara su tiranía de la verdad eterna, no persuasiva sino
ley impositiva. La verdad corría el riesgo de volverse opinión si se sometía a las opiniones.

Aristóteles distinguía entre la persuasión y la dialéctica, la primera se dirige a una multitud, mientras
la segunda solo es posible en un dialogo entre dos. Sócrates se habría equivocado al querer utilizarla
frente la multitud. Platón interpretaba a la opinión como otra forma de gobierno; la persuasión era
la imposición de la propia opinión. A través de las narraciones de un mas allá, Platón busco imponer
la verdad. Sócrates, por su parte, no conocía esta distinción. Para el, la opinión era el discurso de “lo
que me parece a mí”, el mundo se mostraba de modo diferente a cada hombre, en función de la
posición que este ocupaba en él, y la objetividad del mundo estaba en el hecho de que todos
presenciamos el mismo mundo. No era arbitrario, ni absoluto o valido para todos. Declarar la propia
opinión era un mostrarse uno mismo a los demás. Ese era el privilegio de la vida pública. En la
privada se permanecía oculto. Sócrates nunca se retiró de esa vida pública pues buscaba que los
demás lograran, a su manera, encontrar la verdad en sus opiniones. Sócrates preguntaba porque de
otro modo no podía conocer la opinión del otro, de la misma forma que nadie puede conocer por sí
mismo y sin esfuerzo la verdad inherente a su propia opinión. Sócrates quería hacer más veraz las
opiniones de los ciudadanos, para hacer más veraz la ciudad. No deseaba educar, la conversación
era suficiente. Constituía una charla entre amigos, que compartían algo común. Buscó construir
lazos de amistad, pues de otro modo la ciudad estaba destinada a la ruina, por el odio y la envidia.

Para Aristóteles la comunidad estaba conformada por individuos diferentes, pero nacía de la
igualación. Así como comer no es vivir sino lo que nos permite vivir, la vida en la ciudad solo era un
medio para la vida buena. La amistad es que los amigos lleguen a ser compañeros en igualdad en un
mundo común. Es la amistad lo que constituye la ciudad y no la justicia. El amigo comprende al otro.
La virtud del hombre de Estado es la de comprender la mayor cantidad y variedad de realidades tal
como se muestran en las opiniones. El prerrequisito para esto es que el ciudadano tenga la
posibilidad de expresar su opinión. Sócrates parece haber creído que la función del filósofo era
ayudar a establecer ese mundo común de amistad que no precisa ningún gobierno. Para ello se
apoyó en dos ideas: “conócete a ti mismo” y “es mejor estar en desacuerdo con el mundo entero
que, siendo uno solo, estar en desacuerdo conmigo mismo” Solo puedo entender la verdad, pues
alcanzarla es imposible para los mortales. La opinión debía hacerse veraz para reflejar la verdad a
uno mismo y a los demás. El “solo sé que no se nada” vendría a ser “solo sé que no tengo la verdad
para todos” El hombre debe poder estar de acuerdo con uno mismo, no contradecirse. El miedo a
la contradicción se da debido a que al conversar con uno mismo parece que somos dos. Solo puede
ser amigo aquel que ha pasado por esta experiencia, pues no es de confianza alguien que se
contradice. No solo vivo con otros sino conmigo mismo, en tanto este vivo no puedo huir de esta
pluralidad. Solo hablando con otros vuelvo a ser uno, pues hablo con una sola voz. Vivir con los
demás comienza por vivir con uno mismo. De la segunda idea, surge la ética, pues de allí surge la
conciencia. Platón se preguntaba si un acto bueno era tal si incluso era desconocido u oculto a los
hombres y dioses. Sócrates postulaba “se tal y como te gustaría aparecer ante los demás. La
conciencia se manifestaba aquí; uno no mata a otro, debido a que no puede querer vivir junto a un
asesino por el resto de su vida. Observara a los demás a través de sus acciones. Si alguien pensaba
que se podía ser feliz y asesino, con tal que nadie lo supiera, esta persona estaba en un doble
desacuerdo consigo mismo, debido a que admite poder vivir con alguien así. Pues el ser humano es
un ser pensante y actuante, alguien cuyos pensamientos acompañan a sus actos. Teniendo esto en
cuenta, la soledad del pensamiento era necesaria para el buen funcionamiento de la ciudad, mejor
garantía que las leyes impuestas. El totalitarismo se preocupa por eliminar esta posibilidad.

La verdad puede destruir la opinión, esto muestran los diálogos platónicos. Pero no se coloca nada
en su lugar que satisfaga. Sócrates planto el conflicto filosofía-política porque trato de hacer la
filosofía relevante para la ciudad, y esto se resolvió con el desprecio de la filosofía a la ciudad. Con
Aristóteles los filósofos ya no sienten que tengan una obligación política. Esto separo al hombre de
acción y el hombre de pensamiento. Pero el filósofo sigue siendo un hombre. El conflicto se presenta
en el mismo filosofo. La distinción cuerpo y alma. Un filósofo se hacía más verdadero cuanto más se
alejaba del cuerpo, pero al no poder separarse de este, el alma esclavizaría al cuerpo. Lo mismo
sucedería si el filósofo llegara a gobernar. Platón interpretaba la relación filósofo-ciudad a partir de
su alegoría de la caverna; debía llegar a gobernar para evitar ser gobernado por ignorantes.

El asombro ante aquello que es tal y como es, es algo que se soporta, y esto es bastante distinto a
formar una opinión sobre algo. El asombro no puede expresarse en palabras, de aquí surge la
generalidad de las afirmaciones filosóficas. Se traduce en preguntas ultimas que no pueden ser
contestadas científicamente. El “solo sé que no se nada” ahora cambia su carácter negativo por;
“ahora sé lo que significa no saber” Esto define la naturaleza del hombre, es un ser que se hace
preguntas y por ellas continua la filosofía y la ciencia. Esta conmoción separa al filósofo de los demás,
porque estos no desean permanecer en el asombro. Forman entonces opiniones sobre cosas sobre
las que el sentido común no puede tener. Al carecer de palabras, el filósofo se sitúa fuera del terreno
político y la conmoción golpea su singularidad, y entonces se encuentra en conflicto con todo el
universo. Puesto que la mayoría se aleja del asombro, el filósofo entrara en conflicto con las
opiniones, y dado que su enmudecimiento solo genera preguntas y no respuestas está en desventaja
en la vida pública. Si comenzase a hablar siempre estará tentado a hablar sin sentido. Consciente de
esta incompatibilidad entre la experiencia filosófica y la política, el filósofo generaliza la conmoción
inicial. Se pierde entonces la posición socrática de participación en la vida pública, y la soledad
genera opiniones en el filósofo. Al mantenerse en el asombro evita el dogmatismo. No es un modo
de vida sino el medio por el cual basa su existencia singular, rompiendo la pluralidad dentro de sí.

¿Qué opinaría Arendt acerca del mundo de hoy?

Lo que trata de plantear Arendt en su obra es la necesidad de reinterpretar la forma en que los
filósofos han estado haciendo filosofía enfocada a la sociedad, no basta con que el filósofo se dedica
a pensar las cosas en soledad y luego las comunique en sus escritos para enriquecer la vida de otros,
como si se tratara de una enseñanza de parte del más ilustre. El filósofo debe retomar el dialogo
entre los seres humanos para encontrar el mejor modo de afrontar los problemas de la comunidad.
Tal pensamiento se ha vuelto mucho más urgente hoy. La mayoría vivimos llenos de contradicciones,
y sostenemos afirmaciones que no son fruto de nuestra reflexión.

El dialogo parece no ser posible en estos días de miedo, bloques, grupos, movimientos, mayorías y
minorías. Lo podemos ver claramente en las redes sociales. En Facebook los comentarios de las
publicaciones de páginas de política, filosofía, religión, cultura, chistes y demás muestran
discusiones, insultos, provocaciones, odio, envidia, orgullo; incapacidad para mantener una
conversación. La situación, de alguna forma, se flexibiliza un poco en Twitter.

La gente en las redes no quiere hablar, y menos mostrar sus pensamientos. Principalmente por
temor a que otros no concuerden con ellos, porque hoy eso implica aislar, minimizar, dejar lejos con
sus pensamientos al otro. En tal situación solo puede discutir consigo mismo sin lograr tener un
pensamiento claro, y hasta pensara que nadie lo entiende. Las redes no es el lugar común de este
tipo de personas sino de las demás, esa mayoría que se contenta con compartir palabras de otros
en lugar de las propias. Ello por una parte demuestra nuestra falta de reflexión, como señala Arendt.

Pienso también que, por otra parte, esta situación es producto, no de nuestra incapacidad, sino de
nuestra falta de libertad para el dialogo. Desde la niñez al niño se le enseña a tomar partido y “no
hablar con extraños” pues son peligrosos, esto es entendible. Pero si complejizáramos mas la
profundidad de estas palabras veríamos que ello nos condiciona a una determinada forma de vivir.
Asumiendo que el otro es peligroso, tampoco hay que contarle de nuestras desgracias pues “se
alegran” Ahora, en Facebook, no debemos compartir nuestros pensamientos porque el otro “se
divierte” (pero esto no es nuevo en la historia, hoy son los “memes” pero antes eran los trolls de
internet, las bromas virales, las llamadas de broma, etc.) “No cuentes nada a nadie” porque pueden
usarlo a su favor, o hablar mal de ti. Si todos fuimos educados de una forma similar, esto implica
que ese otro también puedo ser yo, entonces, como ya vengo tomando partido (no compartir mis
palabras con los demás), asumo mi rol en la sociedad y actuó como, tengo entendido, esperan los
demás que actué. Esto se resume en una cierta falta de libertad, lo que es paradójico con el hecho
de que Facebook es un medio de expresión.

Más allá de esto, cuando compartimos nuestros pensamientos estamos compartiendo nuestras
opiniones, al estar difundida la idea de que solo hay una verdad, y la misma se encuentra en nuestras
propias opiniones, las opiniones de los demás parecen perder valor, no interesan ni tampoco
importan, a menos que sumen a la concepción de verdad que ya tenemos. La forma en que
defendemos nuestras verdades en las redes son dos;

1). manifestamos nuestra opinión y luego la defendemos con uñas y dientes. Pues el otro, y suele
pasar, tiende a querer corregirnos. Nos resistimos porque, puede que nuestros pensamientos no
vengan de concordar con las palabras de otros, o que consideremos nuestros pensamientos como
verdades absolutas que no necesitan justificación (siguiendo a Arendt, esto se debería a que
concebimos que es necesario implantar nuestras verdades a los demás, y eliminar de ese modo
nuestras diferencias, siguiendo la tiranía de la verdad, y esto se da de ambas partes en general)

2). defendemos nuestras “verdades” sin siquiera participar de las discusiones, no forzarlas ni
ponerlas a prueba en las redes, pues, siguiendo a Arendt, si ponemos nuestros pensamientos a
disposición de los demás se volverán una opinión más entre las de todos, y estos individuos no
desean ni ser similares a los demás. Pues actualmente está difundido también ese espíritu agonal
de ser mejor que otros, del que nos habla Arendt. Ser mejor compartiendo las concepciones de los
demás y ser mejor sin ni siquiera meterse en esas discusiones, dejando a cada uno con sus
“verdades”, pues es más beneficioso para nosotros no preocuparnos por los demás. En parte
respondemos a la forma en que está estructurada nuestra sociedad, donde importan más nuestras
libertades individuales y menos nuestros deberes públicos.

Considero que estas peculiaridades que podemos ver en las redes no son propias de ellas. Es decir,
las redes sociales es verdad que funcionan bajo sus propias reglas, que nos dicen cuando
relacionarnos en ellas es correcto y cuando está fuera de lugar, pero ellas se derivan de nuestro
trato con los demás en el mundo real. Por ejemplo, es muy difícil que un alumno hable con un
profesor si no es para preguntar algo, o que un desconocido nos contacte si no es para ofendernos
o perjudicarnos, o buscar algo de nosotros. Es que el dialogo en las redes no es algo común de por
sí, es más un medio de contacto, de control, de comunicación, de difusión y de expresión acorde a
ciertas reglas. Al menos esto se podría decir de Facebook y Twitter. Estos, podríamos decir, son un
gran mecanismo desarrollado para que nunca estemos solos con nuestros pensamientos, y si no
logramos esto, para Arendt, nunca podremos crear lazos de amistad en el mundo real, pues no
podremos fiarnos de nadie. No estamos solos porque siempre estamos viendo lo que hacen los
demás o charlando con nuestros amigos, o acordamos con nuestros amigos para juntarnos en algún
lugar a pasar el tiempo en el mundo real. Luego cuando estamos solos no reflexionamos mucho,
sino que estamos pensando que tenemos que hacer del día a día, nuestras responsabilidades, o que
podríamos hacer mañana con nuestros amigos. No hay un momento para estar con uno mismo. Si
lo pensamos bien hemos aumentado nuestra relación con la sociedad a través de interactuar con
los demás en la vida real y también en las redes. Pero esto nos ha despojado de nuestros momentos
personales. Todo ello se ve reflejado principalmente en WhatsApp. Esto hablando en términos
generales pues hay quienes no usan las redes, o participan muy poco de ellas.

También podríamos sostener que la presencia permanente de la discusión, puede ser debido, si
seguimos a Arendt, a esa creación de dualidades que desencadeno Platón. Vemos, en las redes, que
siempre hay un tipo de personas y otro tipo de personas, unas buenas y otras malas, unas viejas y
otras jóvenes, unas tradicionalistas y otras progresistas. Esta tendencia no solo muestra nuestra
inclinación a participar, a formar parte de las masas, sino nuestros miedos a ser singulares. De
hecho, estos grupos no son los únicos que componen las redes. Dentro de esos dos grupos son
encasillados todas las opiniones tomándolas como partidarias de uno u otro, sin ver diferencias. Es
decir, o eres parte de uno u otro grupo, o no existes. Es bien sabido que las mayorías no necesitan
dialogar, se basan principalmente en el voto, la concordancia, el sentido común, la imposición de la
decisión por una u otra realidad. Esto es a su vez traducido al mundo real, aquel que no pertenece
a uno de los dos grupos rápidamente es tildado de apolítico, sin convicción de pertenencia, un
aislado, un “lobo solitario” Es cierto que algunos individuos gozan de esta imagen, pero otros son
arrojados a esa categoría. De este modo la pluralidad se muestra como oposición y no como
convivencia, competencia en lugar de cooperación, y la sociedad se impone sobre el ser singular.

Pero en internet existen terrenos comunes para el dialogo. Los “foros de internet” y sitios como
Reddit o 4chan. Espacios abiertos para la conversación, pero que siguen presentando las mismas
limitaciones que las redes, aunque desde otro enfoque. Estos sitios son foros de conversación, pero
el tema de la conversación es lo que determina la productividad de ella. En temas de política o
religión es muy difícil que las personas participen del todo, en cambio en temas como futbol, arte,
misterio, videojuegos, turismo o sexualidad se dan conversaciones largas y con mucha participación.
Lo que se presenta en realidad en estos foros es una cierta limitación autoimpuesta a participar por
el desconocimiento de los temas más que una falta de libertad para ello. Son también más anónimos
y la conversación se da en tiempos prolongados y no constantes como en las redes (por lo que hay
momentos para estar con uno mismo) Esto demuestra una cierta relación entre lo que publicamos
en las redes y la repercusión que ello tendrá en nuestras vidas. Los foros de internet son más bien
un medio de aclaración de dudas y de dialogo especifico, no buscan resolver problemas sociales sino
particulares. Lo que quiero resaltar es que en estos foros de discusión (que tienen la forma de
debate y no de defensa de la propia opinión) la participación es mayor que en las redes sociales
(incluidos los grupos de Facebook), por lo que constituyen un terreno propicio para el dialogo dentro
de internet. Y de hecho de estos espacios generan comunidades “nuevas” de lo más diversas. Por
último, aunque existen moderadores del foro, estos se dedican a censurar a los trolls, usuarios
títeres y spams, no puntos de vista, pues la comunidad en línea suele respetar por sobre todo la
libertad de expresión (cosa que ya no suelen hacer las redes sociales masivas) Pienso que Arendt
estaría feliz de ver esta parte del intercambio diario de opiniones que se da dentro de internet.

Juan Ulises Torta

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