Está en la página 1de 5

Columnas

Los profesores y la
autoestima de los niños
POR MARÍA JOSÉ BUTTAZZONI / ILUSTRACIÓN: HOLLY JOLLEY 27 JUN 2019

En este gran rol de educar y criar existen también grandes y significativas


figuras en la vida de nuestros hijos: los profesores y profesoras que los
acompañan día a día durante todo un año, y a veces por varios años.
Estas pueden ser muy positivas y carismáticas o altamente negativas y
dañinas. Que levante la mano el que no tenga un profesor o profesora
que lo haya marcado en la vida, para bien o para mal.
En general, el niño o niña que le va bien en el colegio, que no conversa
en clases, que no “molesta” y que cumple con sus responsabilidades, no
tiene grandes inconvenientes con los profesores, pero el tema tiene que
ver con la relación que se produce entre profesores con aquellos niños y
niñas que son más distraídos, más conversadores, más inquietos, quizás
un poco desconcentrados y con un rendimiento promedio-bajo. Esos
niños que en el ambiente de educación tradicional terminan siendo un
constante inconveniente para el profesor y para el desarrollo de la rutina
en la sala de clases. Y hasta son considerados un obstáculo para el
colegio.

Son esos niños los que justamente necesitan más atención. Pero una
buena atención-interacción, no de constantes categorizaciones y
comentarios negativos que, además, ocurren al frente de los compañeros
y compañeras. Saldrán muchos profesores al camino a escudarse con
que la cantidad de niños imposibilita actuar de otra manera u otros que
dirán que son muchos los niños con la misma actitud y que no ven
cambios, lo que dificulta su labor diaria. Y sí, se puede llegar a entender
porque somos capaces de imaginar lo difícil que debe ser mantener
interesados a un grupo de preadolescentes inquietos y conversadores,
pero lo claro es que probablemente no van a llegar a ningún resultado ni
cambio positivo siguiendo el camino de la descalificación y de la
interacción que atenta directamente contra la autoestima, que, por cierto,
quizás ya está por el suelo. Porque generalmente el discurso interno y
externo de esos niños es en negativo, habla de sus incapacidades, de lo
que no pueden lograr, entregando una sensación de incompetencia e
inferioridad.
Más sobre crianza
 Postnatal
compartido: ¿Qué estamos haciendo
mal?20 JUN 2019

 El chupete20
JUN 2019

Los profesores y educadores jugamos un rol determinante en la


percepción y apreciación que un niño tiene de sí mismo. Y mientras
mejor se sienta un niño consigo, logrará mejores resultados en la sala de
clases. Lo mismo nos pasa a los adultos: mientras más confiados nos
sentimos en nuestras habilidades obtenemos mejores resultados al
momento de realizar un proyecto o completar una tarea. Como
profesores es imperante que nos cuestionemos, que nos miremos y
visitemos quiénes somos dentro de la sala, cómo están las interacciones
con nuestros alumnos y niños a nuestro alero. ¿Cómo les hablamos?
¿Vemos realmente a cada niño o los estamos tratando a todos como un
gran grupo?

Cuando los tratamos como un grupo homogéneo, pensando que es más


“justo”, podemos generar un impacto negativo en ellos y en su
autoestima, porque claramente en un grupo de 35 niños no son todos
iguales. Cuando un niño no tiene sus necesidades emocionales
satisfechas, puede no sentirse bienvenido y sentir que son una constante
desilusión ya que no pueden cumplir con las expectativas propuestas
para todo el grupo. Debemos encontrar el tiempo para realmente mirar y
ver a cada uno de nuestros alumnos, conocer y entender su contexto
familiar y ser capaces de ver su individualidad y necesidades
particulares. Es parte de nuestra labor como educadores el tratar de
darles algún grado de atención individualizada. Debemos establecer
expectativas realistas para nuestro curso y luego metas para cada uno.
Podemos incluso conversar con ellos sobre ser personas únicas y
explicarles que todos tienen necesidades diferentes, para que nadie
sienta un ambiente injusto.

Es urgente que también revisemos las palabras que usamos para


dirigirnos a nuestros alumnos. ¿Cómo es nuestro discurso? ¿Está en
negativo o en positivo? ¿Usamos palabras afectuosas o
descalificadoras? ¿Estamos etiquetando a los niños con atributos
negativos? Y aquí creo que, si nos encontramos en la categoría negativa
y estamos siendo tremendamente descalificadores con nuestros
alumnos, debemos parar en seco. Parar y evaluarnos, revisarnos y dejar
que otros nos revisen también. Porque el impacto de este trato en un
niño tiene poco y difícil reparo, además de ser muchas veces un daño
invisible a los ojos de los padres o de otros profesores. Tratemos de
siempre acentuar lo positivo, tengamos siempre en cuenta que la
autoestima de un niño es cuánto ese niño se siente valorado, apreciado,
aceptado y querido, y entendamos que jugamos uno de los roles más
importantes en cuan bien o mal se sientan.

Seamos esos profesores carismáticos e inolvidables, esos que un niño o


niña recuerdan para siempre. Y un profesor o educador que impacta
positivamente en la autoestima de sus alumnos debe ser paciente con
las necesidades y dificultades de cada alumno. No debemos nunca
avergonzarlos, menos al frente de sus compañeros. Debemos ganarnos
su confianza mostrándoles que confiamos en ellos. Debemos mostrarnos
receptivos y positivos. Evitar comentarios que hagan que no se sientan
inteligentes, escuchar sus preocupaciones e ideas. Convirtamos los
colegios y jardines en un ambiente positivo. Que aprender sea
entretenido.

María José Buttazzoni es educadora de párvulos y directora del


jardín infantil Ombú. Además, es co-autora del libro “Niños, a
comer”, junto a la cocinera Sol Fliman, y co-fundadora de Soki, una
plataforma que desarrolla cajas de juegos diseñadas para fortalecer
el aprendizaje y la conexión emocional entre niños y adultos.

También podría gustarte