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Ética pública y democracia: raíces ignacianas y vigencia del pensamiento de Camilo Ponce

Enríquez

“Para gobernar se necesita sin duda firmeza, pero también mucha flexibilidad, mucha paciencia, mucha compasión”.
Jean-Baptiste Henri Lacordaire

1912 en Ecuador es un año peculiar, apenas empezado el año el país vive una crisis política
terrible. Tras el fallecimiento del presidente Emilio Estrada, cinco semanas después, una
«chusma organizada» da muerte y arrastra por las calles de Quito a los líderes emblemáticos
del liberalismo Eloy, Medardo, y Flavio Alfaro, Ulpiano Páez, Luciano Coral, y Manuel
Serrano líderes de la ​Revolución liberal​ y quema sus cuerpos en un campo de la ciudad.

De manera sangrienta acaba el liberalismo radical y empieza una nueva manera de hacer
política: el fraude y la dominación bancaria.

En esos días de convulsión social nació Camilo Ponce Enríquez, y por cosas del destino su
infancia y juventud estarían marcadas por el espíritu histórico del desencanto y la angustia:
vio surgir y encumbrarse a la razón instrumental, aquella que se levanta para dominar a la
naturaleza y construir desde la técnica el mundo del hombre, esa razón instrumental que en
su pretensión por dominar la civilización, termina desatando la barbarie a través de dos
guerras mundiales, de las atrocidades de la guerra civil española, y también del despojo
territorial del Ecuador. Adulto ya, vería la respuesta del mundo a un destino de esperanza,
cuando con su firma respalda los esfuerzos del concierto internacional por la vigencia de
una conciencia mundial en favor de los nacientes derechos humanos positivos. ​Camilo
Ponce es sin duda un hombre en tiempos de transición.

Pero más allá de ese ambiente, o justamente por él, Camilo Ponce educa su personalidad,
mente y su espíritu con una estructura particular. No me refiero a una educación religiosa
católica genérica, no una educación religiosa pietista: sino al modo de ser que nutre la
tradición educativa de la Compañía de Jesús.

Ignacio de Loyola fue también un hombre de transición. Crece y se forja en los ideales de la
edad media, y es fruto también del humanismo renacentista. Presencia el surgimiento del
protestantismo, y es testigo de los descubrimientos geográficos que producen la primera
gran globalización. Y en aquel mundo de rupturas y de desafíos sociales y políticos
desarrolla una espiritualidad que responde creativamente a un cambio de época. Por eso es
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actual.

Cuatro siglos separan a ambos hombres. La experiencia espiritual de Ignacio lo vuelve un


hombre activo desde el interior, su identificación con el Cristo histórico y trascendente lo

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Granados Ospina, Luis Fernando S.J; RASGOS DE LA GESTIÓN DIRECTIVA AL ESTILO
IGNACIANO; PUJ-Cali, 2015
moviliza, lo transforma. La experiencia vital del joven Camilo le cuestiona, mueve sus
afectos, anima la inquietud de su intelecto, él mismo se exige una respuesta activa en el
mundo.

Característico de esta espiritualidad es activar el compromiso de la persona, desde su


intimidad, comprometiéndose con el mundo del afuera, hacerse contemplativo en la acción.
Esta experiencia compartida a través de los ejercicios espirituales va a marcar el derrotero
de la educación de la compañía de Jesús, cuando en la parte IV de las Constituciones de la
Compañía se traduce en una visión y un estilo propio de formar hombres nuevos,
conscientes, compasivos, competentes y comprometidos.

Surge entonces una pregunta necesaria: ​¿Hasta qué punto es posible rastrear rasgos de
esta espiritualidad ignaciana en la axiología y praxis políticas del gobierno de Camilo
Ponce?

En Ignacio lo íntimo se hace público desde una pasión por el servicio a los otros. Un servicio
hecho desde una conciencia purificada, libre, auténtica, coherente y en discernimiento. En
este mirar contemplativo va comprendiendo el valor y las implicaciones de sus opciones, el
sentido ético y estético de su compromiso con un mundo al que contempla desde la mirada
de un Dios compasivo que mirando desde la eternidad, dice : “hagamos redención del
género humano”.

En la Meditación de las dos Banderas y en el Llamamiento del Rey Eternal –momentos de


decisión manifiesta y compromiso consciente en los Ejercicios Espirituales- se presenta un
modo de proceder determinado: se afirma la bondad del mundo y también la necesidad de
transformación, una visión de hombre y de sociedad que han de ser redimidos en el aquí y
en el ahora.

Camilo Ponce, moldeado su espíritu en las aulas del Colegio San Gabriel, sin duda hace
propia la propuesta de Ignacio. En la meditación del Principio y Fundamento se descubre
individualizado, llamado por su nombre y amado particularmente. El adolescente va
comprendiendo que la transformación de la sociedad no es asunto del hombre individual, es
asunto de un sujeto histórico que vive su conversión como un compromiso con ese mundo
diverso que contempla en la Encarnación, profundamente necesitado de reparación,
redención y dignificación.

En la meditación de las dos Banderas se distinguen dos propuestas, por un lado, “la lógica de
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la autosuficiencia, de la seguridad, de una racionalidad sin misterios, triunfalista” , y por
otro “la lógica de la solidaridad, (...) desde el pueblo, desde abajo, (...) en un estilo de

2
​Codina, Víctor S.J.; “DOS BANDERAS” COMO LUGAR TEOLÓGICO; Apuntes ignacianos
(Centro Ignaciano de reflexión y ejercicios, CIRE, Bogotá), XIX-55 (enero-abril 2009), pág. 66-86
sencillez y pobreza alternativo al “sistema”, optando por servir antes que ser servido, una
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lógica de inclusión y de vulnerabilidad ante el sufrimiento del pueblo” . De aquí deriva,
entonces, el ideal de justicia como base de la lucha social, el seguimiento del Cristo el
discernimiento de los medios idóneos sobre la acción política, y el fin elevado de la paz y el
progreso que será la visión política del Presidente Ponce, se van formando en su fuero
interno durante su adolescencia gracias a este modo de entender su propia vocación.

En 2013 el Padre General Adolfo Nicolás presenta en su alocución en Valladolid tres


referencias básicas sobre el modo de encarnar un liderazgo que nace de inspiraciones
trascendentales. Desde ellas quiero abordar la visión y la práctica política del Presidente
Ponce.

En primer lugar, dice el P Nicolás, el esfuerzo de todo hombre comprometido con el cambio
social “tiene que reforzar y animar a los sujetos y comunidades a los valores y actitudes que
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consideramos evangélicas” .

Camilo Ponce hace una lectura de su momento histórico, es capaz de examinar y entender
los signos de los tiempos. El problema escatológico del mal en el mundo tiene un
responsable concreto, que es el propio ser humano y su libertad:

“...el imperio de la materia que nos circunda y nos ahoga, con la amenaza de las guerras de
exterminio, de las luchas clasistas, con las rivalidades y las aspiraciones hegemónicas, con el
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egoísmo y el desate semisalvaje de los odios y los rencores de los hombres.”

Su lectura de la historia manifiesta que la desigualdad y la injusticia social son obra del
hombre y de su egoísmo. En ejercicio reflexivo, encuentra las raíces de estos males dentro
de las dinámicas sociales:

“la rebeldía anárquica y la subversión constante ante toda autoridad...la falta de idealismo y
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de sacrificio, el craso positivismo utilitarista”

Y frente a ello, como en el Principio y Fundamento, que da luz al hombre que examina su
vida desde el ideal ignaciano, Ponce establece como lectura de lo que debe ser un mundo
inspirado en los grandes valores humanos. Su propuesta es un “...gobierno basado en la
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justicia, que tiene como método el derecho y que tiene como finalidad la paz y el progreso”

3
​Idem
4
​Nicolás, Adolfo S.J.; CONFERENCIA DEL PADRE NICOLÁS SOBRE EL LIDERAZGO
IGNACIANO; Valladolid, 6 de mayo de 2013
5
Tercer Congreso Eucarístico Nacional, Guayaquil, 23 de septiembre de 1958
6
Tercer Congreso Eucarístico Nacional, Guayaquil, 23 de septiembre de 1958
7
Al pueblo de Guayaquil, 17 de junio de 1958
“...trilogía moral, política y social. Haré mi gobierno sobre tres bases: la Justicia, el Derecho y
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la Paz”

Ahora bien, “...para que haya lógica en el planteamiento de la vida la paz ha de asentarse en
el derecho, en la misma proporción en que el derecho se asienta en la justicia. ​Cuando no
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hay justicia, no puede haber derecho ni tampoco puede haber paz​.” Es la ordenación
lógica de principios, medios y fines.

El conocimiento de sí mismo es un elemento esencial en la dinámica espiritual. Ante esta


tarea es importante que el hombre sea capaz de mirarse a sí mismo en sus limitaciones y en
sus potencias, reconocerse y examinar la propia vida.

“A veces, luego de días y de semanas de trabajo y de confrontamiento de miles de


problemas en toda la República (…) os confieso que el alma se abate. (…) el hombre que
sabe que tiene en sus manos la suerte de la República y contempla la complejidad de las
cuestiones que asedian al pueblo, llega a tener momentos de amargura, de tristeza, de
desaliento y a veces piensa en el por qué de ciertos aspectos de la vida en relación con lo
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público”.

Segundo punto acerca del liderazgo propuesto por el P. Nicolás: la autoridad del líder es
ante todo servicio.

La elección vocacional de Camilo Ponce se configura desde joven en la lucha por la libertad
electoral, la búsqueda comprometida por la democracia efectiva. Ve en el poder político
una posibilidad efectiva para servir al pueblo en la transformación de las estructuras de
injusticia. Conviene examinar la idea de ética pública que el Presidente Ponce concibe y
propone en su acción de servicio:

“El Gobierno es el resultado de una simple operación política que lucha contra el vicio y la
corrupción, que los frena, pero que carece de fuerza y medios para sustituir a aquello que
nace de las profundidades familiares e individuales, determinando el rumbo de las
sociedades...los gobiernos en extremo caso necesariamente tienen que llegar a expresar la
fisonomía y el perfil de su fuente de origen representativo. Si las mayorías los eligen, las
mayorías pronunciadas los conforman y los caracterizan. “​No esperéis gobiernos buenos en
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sociedades malas. Porque la política y la ética, querámoslo o no, se producen juntas​.”

Para ello, sabe que el deber fundamental del Estado debe enfocarse en que los ciudadanos,
los particulares, cada hombre y mujer sea en sí mismo una finalidad, y desde su

8
Al pueblo de Guayaquil, 17 de junio de 1958
9
Al pueblo de Guayaquil, 17 de junio de 1958
10
El Ángel, 30 de septiembre de 1959
11
Tercer Congreso Eucarístico Nacional, Guayaquil, 23 de septiembre de 1958
individualidad aunarse al crecimiento responsable en su conjunto como sociedad. La ética
pública está determinada y orientada por valores fundamentales que dignifican al hombre:

“El Poder Público...tiene que mirar ante todo por el régimen de libertad, para que no venga
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a menos el concepto de la dignidad de la persona y de la dignidad del ciudadano” Misión
del Gobierno será para Ponce Enríquez la dignificación de la persona “...a través de los
grandes principios de la verdad, del bien, de la justicia, de las instituciones republicanas, de
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la democracia representativa, de la exaltación del individuo y de la persona humana”

En este mismo sentido, hay límites dentro de los que el poder público debe ejercer su
acción, justamente para garantizar la conciencia personal. Esos límites son connaturales a
los derechos de las personas –inspiración fundamental de los Derechos Humanos:

“Hay que desesperar de las medidas coactivas que, en actos convencionales del Poder,
pretenden dar rumbo al pensar y sentir íntimos de los ciudadanos. El Poder puede y debe
estimular la reacción moral de la sociedad; pero ​los gobiernos no crean la libertad, sino que
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la canalizan, respetándola como atributo intrínseco de la persona​”

Sin embargo, la capacidad del Estado para lograr el progreso social, el avance en civilización
–como él insistentemente proclama en su discurso ideológico, debe contemplar al hombre
integral, y en esta búsqueda de los medios idóneos, es la familia el espacio sagrado de esa
primera construcción. Ya que “​La regeneración del espíritu no puede hacerse sino por
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medidas espirituales​” el Presidente Ponce anima a la responsabilidad de los hogares para
hacerse cargo de la alta responsabilidad de mirar desde su núcleo el porvenir de la sociedad.
Es categórico en ello, y de manera imperativa señala:

“Formad la conciencia de vuestros hijos, educadles conforme al imperativo de vuestras


convicciones y en goce de vuestra libertad moral y entonces esperad confiados el
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advenimiento de una era de esplendor para la Patria”

Un tercer elemento de la visión ignaciana del liderazgo –apunta el P. Nicolás- “es ayudar a la
comunidad a crecer en Cristo y crecer en Cristo es vivir para “amar y servir”. El servicio debe
llevar a la transformación de las personas y de la sociedad, a través de un proceso de
crecimiento.​ Libertad es ordenamiento hacia el progreso

Este proceso, en la visión política del Presidente, ha de tener como medios idóneos el
derecho y la institucionalidad de la democracia. Para él, la sociedad ecuatoriana “busca

12
Seminario Panamericano de Periodistas, 31 de marzo de 1960
13
Seminario Panamericano de Periodistas, 31 de marzo de 1960
14
Tercer Congreso Eucarístico Nacional, Guayaquil, 23 de septiembre de 1958
15
Centro Católico de Obreros, 19 diciembre de 1958
16
Tercer Congreso Eucarístico Nacional, Guayaquil, 23 de septiembre de 1958
afanosamente el institucionalismo democrático; el Ecuador -la Historia es testigo- no
permite, en manera alguna, el endiosamiento de los hombres y mucho menos que se
sientan dueños o propietarios de la gran heredad nacional…”

En democracia, es la ley inspirada por la justicia el marco que asegura el goce de libertades,
pero así como para Ignacio de Loyola la “ley interna de la caridad y del amor” es garantía
previa de la norma positiva, para Ponce será la justicia“...​el fundamento de la libertad
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política y de la redención social de nuestros pueblos​.”

Sin embargo es claro en distinguir que la libertad en sí misma no es un fin, es también un


medio para conquistas más elevadas e integradoras de la vida en común, y advierte

“...​no ahoguemos el progreso en nombre de la libertad​. Cuando la libertad se descanaliza,


cuando la libertad sale de sus cauces normales, ya no se trata de la aplicación de la libertad
moral sino del desenfreno del libertinaje, que ni acepta autoridad, ni acepta progreso, ni
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acepta evolución de las sociedades”.

Vivimos hoy en nuestra región una situación crítica de gobernabilidad justamente por la
confusión entre medio y fines. Como estadista y visionario, una sutil percepción de los
proceso políticos le hace prever ya hace seis décadas aquello que hoy podemos encontrar
en Venezuela, Ecuador, Chile, Colombia:

“Tengo temor, mirando el panorama de América y del mundo, e incluyendo dentro del
mundo y de América, como es obvio, al Ecuador, de los aletazos de la maldad, de los
exabruptos de las pasiones; pues veo el descontrol, quizás momentáneo de las
colectividades. Por allí donde la libertad empieza a frustrarse por abuso de la libertad, va la
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bestia del mal llevando en sus entrañas el engendro del despotismo y de la tiranía”

En visión ignaciana, la fe es una fe encarnada, que nace de un amor profundo por la


humanidad y que tiene como primer postulado la justicia. A partir de esta inspiración, en el
ideario del Presidente se insiste en ​el valor de la paz, fruto de la justicia:

“...los pueblos solo aprecian la paz y el orden cuando los pierden. Pero yo os aseguro, que si
os diera toda clase de bienes materiales que tuviese a mi alcance y, por otro lado, os quitase
la paz y el orden, no os daría nada, porque os daría un señuelo y un engaño para llevaros a
la muerte. ​La paz y el orden son la única base racional del progreso​, sobre la paz y el orden
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se levantan y se erigen los grandes monumentos de la historia”.

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Seminario Panamericano de Periodistas, 31 de marzo de 1960
18
Guaranda, 15 de mayo de 1959
19
Seminario Panamericano de Periodistas, 31 de marzo de 1960
20
Otavalo, 23 de junio de 1959
Para el Presidente Ponce ​el valor de la ley, consiste en ser conscientes de que ella es un
medio para el progreso. ​“La estabilidad de los Gobiernos, que se traduce en paz, orden y
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progreso, se afirma en lo constitucional” Pero lograr esta conciencia de la necesaria
reciprocidad de lo público común y lo privado desde la convivencia armónica es una tarea
difícil: “Este es acaso el mayor y más grande problema que debemos afrontar en nuestras
tierras...el equilibrio necesario entre los fueros de la autoridad y los fueros de la libertad de
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los hombres”

Hemos abordado a grandes rasgos la inspiración de la justicia como ideal, y el valor del
derecho y del orden público como medios para el progreso. Pero, ¿cuál es el gran objetivo
de la acción de gobierno? La visión de Camilo Ponce se orienta en ​la superación de lo
material, hacia una integralidad de la persona. ​Desde esta perspectiva, la obra pública solo
cobra sentido en cuanto sea factor de crecimiento social. Pero para ello, hay que mirar al
ser humano en todas sus dimensiones:

“No se puede resolver los grandes problemas del mundo con lo económico solamente.” “Y
que tampoco se los puede resolver con lo político y solo con lo político”

“Lo que digo es que no se puede prescindir de los factores concurrentes de la economía, la
política, la mora y por ende, la religión, para resolver los problemas de nuestro tiempo”

La educación de calidad en todos sus niveles fue objetivo explícito: escuelas, colegios,
universidades, alrededor de 600 obras educativas. Compromiso íntimo y vocacional que se
evidenció siendo Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Compañía de Jesús
en 1945, y docente universitario durante varios años en la Pontificia Universidad Católica.

Y en este propósito, nuevamente la tradición ignaciana de formar personas íntegras tanto


en virtud como en letras. Es así que para el Presidente “La vida no puede ser otra cosa que
la aplicación del poder moral del hombre en dos grandes campos, en dos grandes esferas. ​La
vida del hombre es una tensión hacia el conocimiento y una tensión hacia el bien. La
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ciencia y la virtud tienen que dominar fundamentalmente a la vida del hombre…”

En este mismo espacio, en la inauguración de este nuevo edificio del Colegio San Gabriel, el
Presidente Ponce reafirmaba su fe en la justicia, el valor de la paz, y la necesidad de
personas sólidamente formadas y comprometidas con la construcción de un mundo más
humano.

Por ello, quiero terminar esta breve reflexión sobre la inspiración ignaciana en el modo de
proceder del Dr. Camilo Ponce, citando sus palabras en el discurso de inauguración. En ellas

21
Mensaje al Congreso Nacional, 10 de agosto de 1959
22
Seminario Panamericano de Periodistas, 31 de marzo de 1960
23
12 de junio de 1958, Festejos del colegio Nacional Montúfar, Quito
se hace explícita la frase del P. Olivier Mannaerts, jesuita belga: “Vayan y prendan fuego al
mundo”.

Decía el Presidente en su discurso:

“Se está librando una colosal batalla de prevalencia entre el valor del espíritu y el valor de la
materia. Ahora por todas partes no se habla de otra cosa que de utilidades y placeres. Las
acciones de los hombres parece que se hubieren condensado en lo más bajo para conseguir
como única expresión de la humanidad el amor y el culto al becerro de oro, la conquista del
dinero, mediante la derrota de la virtud. Pero es menester regenerar a las sociedades, es
menester regenerar a los hombres y vosotros vais a ser los apóstoles de esa cruzada de la
patria de mañana (…)

Y finaliza con este mandato, ineludible para todo ciudadano comprometido:

vais a tener que salir a las Universidades, a los campos y a las ciudades, al parlamento y a
las magistraturas del Estado para rectificar los errores y para conseguir días más seguros y
puros para la Patria, para la familia, para el hombre, para todo lo que significa el valor
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moral de la vida​”.

Hernán Sevilla M.
26 de noviembre de 2019

24
Inauguración del nuevo local del Colegio San Gabriel, 12 de diciembre de 1958

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