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RESUMEN DE LECTURA I
El texto se centra en una discusión entre Licencio y Trigecio bajo la tutela de San Agustín. Los
dos discípulos se enredarán en una disertación que iniciará preguntando por la conveniencia del
conocimiento de la verdad. El desacuerdo se instala cuando Trigecio descree de la posibilidad
de vivir dichosamente con sólo buscar la verdad, mientras que Licencio establece ---apoyado en
la tradición--- que para alcanzar una vida dichosa basta la investigación de la verdad.
Planteado el tenor del dialogo, se desprenden varios ejes de discusión. Licencio nos dice: ¿por
qué no puede ser dichoso quien busca la verdad aun sin hallarla? Para Trigecio, el hombre feliz
será aquel sabio en todas las cosas. Seguidamente, y atacando el argumento de Licencio,
propone que, aquel que busca, no puede ser perfecto. En contraposición, Licencio argumentará
bajo la sombra de cuatro proposiciones: p1) al sabio solo le resta la rebusca diligentísima de la
verdad; p2) si diera asenso a cosas inciertas, aun siendo verdaderas por casualidad, no podría
verse libre de error; p3) el sabio es necesariamente dichoso; p4) la sola investigación de la
verdad es el empleo más noble de la sabiduría. A ello, la conclusión que deviene propone la
vida dichosa puede resultar de la simple investigación de la verdad.
Luego se introduce el error como eje principal de la discusión. Para Trigecio quien yerra ni vive
según la razón ni es dichoso. Entonces, yerra aquel que siempre busca y nunca halla. Asimismo,
habría que demostrar lo siguiente: a) que errando se puede ser feliz y b) que el que siempre
investiga la verdad sin hallarla no yerra. En la otra orilla, Licencio asume que el hombre feliz no
puede errar. Tampoco yerra el que busca pues, para no errar, indaga con muy buen método.
Licencio culminará este primer segmento de la discusión ---dividido en dos disputas---
aseverando que errar es andar siempre buscando sin atinar en lo que se busca.
Otro eje de discusión que se dará en el retiro agustiniano, girará en torno a la deliberación sobre
la cuestión de la sabiduría. ¿Qué es la sabiduría?
En este punto volverá a discrepar Trigecio, pues considera que el arte del personaje introducido
por Licencio es contrario a lo que podríamos considerar como ciencia. De esta forma dirá: no
llamo yo ciencia aquella en que se engaña quien la profesa. Pues la ciencia consta de cosas
comprendidas, y de tal modo comprendidas que ene ellas ni debe engañarse nunca ni vacilar
por cualquier objeción que se presente. Además, ¿cómo llamar sabio a quien dice cosas falsas
con frecuencia; aquel desconocedor de la ciencia de las cosas humanas asociadas a la virtud: la
luz de la prudencia, la hermosura de la templanza, el vigor de la fortaleza o la santidad de la
justicia? Entonces, Albicerio no posee el conocimiento de las cosas divinas y humanas.
Licencio concluirá que sabio es aquel que investiga, y por ser sabio, es dichoso, ya que aparta su
mente de los lazos corporales y se concentra en sí mismo.
Finalmente, suspendida la discusión, san Agustín buscará sintetizar lo dicho aunando la dos
posturas: pues deseando alcanzar la felicidad, ora consista en el hallazgo, ora en la diligente
investigación de la verdad, dejando a un lado todas las otras cosas, si queremos ser dichosos,
es necesario buscarla