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1.1. Etimología
La evicción es definida por el art. 1491 como el acto por el cual “el adquirente
es privado total o parcialmente del derecho a la propiedad, uso o posesión de
un bien en virtud de una resolución judicial o administrativa firme y por razón de
un derecho de tercero, anterior a la transferencia” 19. Conforme a esta
definición, por la evicción el adquirente no pierde el bien o parte de él, sino
pierde todo o parte del derecho a la propiedad, uso o posesión de dicho bien, lo
que lo priva del poder de destinarlo a la finalidad de la adquisición. Podemos
decir que para el Derecho peruano no hay perturbación de derecho al
adquirente por la sola interposición y trámite de una demanda judicial o
administrativa de evicción, sino cuando el adquirente es privado, total o
parcialmente, del derecho adquirido20 por efecto de una resolución judicial o
administrativa firme dictada en un proceso de evicción. También en el Derecho
romano, el comprador debía esperar a que se le desposeyera efectivamente de
la cosa, para poder proceder contra su vendedor por daño derivado del
incumplimiento, cuando resultare haber recibido cosa ajena.
El derecho que el tercero accionante alega tener sobre el bien transferido y que
le es reconocido por resolución judicial o administrativa, puede ser real o
personal; derecho total o parcial; pretende ser propietario o usufructuario;
invoca o impugna una servidumbre; afirma que es arrendatario22, etcétera.
Como dice Barbero, así como un bien puede pertenecer a su titular en distinto
grado e intensidad, a saber, a título de propiedad (pertinencia tout-court) o de
copropiedad (pertinencia común) o a título de usufructo, uso, servidumbre, etc.
(pertenencias menores), así también la evicción como sustracción de
pertinencia puede ser de distinta extensión e intensidad; puede ser una
evicción de propiedad (evicción del derecho mayor), la que puede extenderse a
todo el bien (evicción total) o a una parte de él (evicción parcial), o puede ser
una evicción de un derecho de usufructo, servidumbre, etc. (esto es, en cuanto
a la reivindicación de un derecho menor), que puede ser también total o parcial.
Hacemos notar que para el derecho peruano las cargas y gravámenes no
aparentes existentes en el bien transferido no son casos de evicción, sino de
vicios ocultos. En resumen, la evicción puede ser total o parcial, según que el
adquirente pierda todo o parte del derecho que le fue transferido, o sólo alguno
o algunos atributos de ese derecho. Por ejemplo, el adquirente es privado de la
propiedad de todo el bien que compró (experimenta la evicción total de lo
adquirido) o solamente de parte de dicho bien, o el tercero evicente obtiene el
reconocimiento de un derecho menos pleno al de la propiedad como puede ser
el de uso o el de usufructo (el adquirente queda siempre con una parte de su
adquisición). Como dice Arias Schreiber, “la evicción es total cuando el
adquirente pierde todo el derecho que le fue transferido y es parcial, si sólo es
privado de parte de ese derecho. Un ejemplo de evicción total lo tenemos
cuando el tercero obtiene un fallo firme por el cual se declara que es el
propietario del inmueble transferido al adquirente. Habrá en cambio evicción
parcial, cuando lo que obtiene el tercero es el reconocimiento de un derecho
menos pleno o temporal, como sería el de ser usufructuario del derecho
transferido, en cuyo evento el adquirente sólo tendría el derecho a la
propiedad, pero no el uso y disfrute”.
Conforme al art. 1491 del Código civil vigente, el transferente sólo está
obligado al saneamiento por evicción, cuando el adquirente es privado, sin su
culpa, mediante resolución judicial o administrativa firme, de todo o parte,
temporal o definitivamente, de la propiedad, uso o posesión del bien adquirido,
en virtud de un derecho preexistente de un tercero.
No hay evicción por el solo hecho que el adquirente tome conocimiento que su
transferente no ha sido el titular del derecho que le transfirió. No hay obligación
de sanear si el tercero titular del derecho transferido no evicciona haciendo uso
de los mecanismos legales. Si el tercero verdadero titular del derecho
transferido despoja del bien al adquirente por las vías de hecho, el adquirente
se defiende solo por los mecanismos legales que la ley le franquea (interdictos,
desalojo por ocupante precario, denuncia penal por usurpación). El solo temor
del adquirente de ser eviccionado del bien no le da derecho al saneamiento. El
hecho de que un tercero promueva contra el adquirente acción judicial o
administrativa de evicción, sin que exista resolución pasada en autoridad de
cosa juzgada que prive al adquirente del derecho adquirido, no genera la
obligación de sanear del transferente. Solamente hay obligación de sanear por
evicción cuando el adquirente es despojado del derecho adquirido mediante
resolución judicial o administrativa firme que lo despoja, total o parcialmente,
del derecho adquirido.
Los requisitos para que funcione la obligación de saneamiento por evicción son
los siguientes:
Antes que el adquirente sea despojado del bien o del derecho sobre el bien, el
transferente no está obligado a ningún saneamiento por evicción; las
demandas que interpongan terceros alegando mejor derecho sobre el bien
transferido no obliga al transferente a defender judicialmente al adquirente. La
obligación de saneamiento por evicción es una sola, y consiste en resarcir
(obligación de dar) a su adquirente pagándole el valor que tiene el bien al
tiempo de la evicción y los demás conceptos previstos en la ley (art. 1495).
Hay obligación de sanear toda vez que exista una resolución judicial o
administrativa, pasada en autoridad de cosa juzgada, que reconozca a un
tercero el derecho o mejor derecho (que el del adquirente) a la propiedad, uso
o posesión del bien transferido, obligando al adquirente a abandonar dicho
bien, con lo que se frustra su interés de destinarlo a la finalidad de la
adquisición. Es decir, cuando el adquirente, por efecto de la evicción, no logra
alcanzar la finalidad para la que adquirió el bien, surge para el transferente la
obligación de sanear.
La ley exige resolución firme y ésta puede tener esa calidad por haber
quedado consentida, al no haber sido impugnada, o por haber quedado
ejecutoriada, cuando se han usado los recursos impugnatorios para que la
causa se resuelva en última instancia. Para que el adquirente tenga derecho al
saneamiento, basta que la sentencia quede consentida, porque el transferente
no puede exigir del adquirente una diligencia que él no ha observado, puesto
que fue notificado con la demanda de evicción.
La pérdida del bien por el accipiens debe tener un origen jurídico. El tradens no
está obligado a sanear a su adquirente por los despojos o perturbaciones de
hecho, sin derecho, realizados por terceros, como son las amenazas de
invasión o la invasión ya efectuada, los deterioros causados en el bien, la
ocupación precaria, el hecho de que el tenedor de la posesión se niega a
restituirle el bien; de estas perturbaciones o privaciones de hecho el adquirente
se defiende con los recursos que le franquea la ley, como es la defensa
extrajudicial a que se refiere el art. 920 o la judiciales a través de los interdictos,
las acciones posesorias, la reivindicatoria o, en su caso, las acciones
personales28.
El accipiens adquiere un derecho con todos sus atributos (cum omni sua
causa) que permitan destinar el bien a la finalidad para la cual es adquirido. El
derecho que se trasmite debe ser con todos sus atributos que permitan que el
bien pueda cumplir con sus fines, libre de todo derecho de tercero. Cuando el
adquirente es privado de alguno de los atributos del derecho adquirido por
virtud de una sentencia o resolución administrativa que reconoce el derecho de
un tercero, el transferente debe el saneamiento por el menoscabo del derecho
trasmitido, siempre que el derecho del tercero tuviera su origen mientras el bien
transmitido estuvo en el patrimonio del transferente o antes que él lo adquiriera,
nunca por causa posterior a la transferencia. Si, por ejemplo, el que compró
una casa es desalojado de ella como consecuencia de una sentencia que
reconoce a un tercero el derecho de usufructo, anterior a la compraventa, el
derecho de propiedad del comprador se ve disminuido, no es despojado de la
propiedad, pero sí del uso y disfrute de dicho bien; en este caso, el
transferente está obligado a sanear por el menoscabo del derecho de
propiedad que transmitió (evicción parcial).