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EL SALARIO

En la sociedad capitalista, el salario del obrero se pone de manifiesto como precio del trabajo, como determinada
cantidad de dinero que se paga por determinada cantidad de trabajo. Se habla del valor del trabajo, y a la expresión
dineraria de ese valor se la denomina precio necesario o natural del trabajo. Asimismo, se habla, de los precios de
mercado del trabajo, esto es, de precios que oscilan por encima o por debajo de su precio necesario.

Siendo el valor de una mercancía común, la forma objetiva del trabajo social gastado en su producción y cuya
magnitud de valor está dada por la magnitud del trabajo que contiene. Entonces, ¿cómo se determina el valor de
una jornada laboral de 8 horas? Por las 8 horas de trabajo contenidas en una jornada laboral de 8 horas, esto es
tautología (repetición inútil y viciosa).

David Ricardo señala que el valor de una mercancía depende de la cantidad de trabajo empleada
en la producción. Si nos adherimos a este principio se desprende que el valor del trabajo depende
de la cantidad de trabajo empleada en producirlo, lo cual evidentemente es absurdo. Ante ello,
Ricardo, hace un viraje, señalando que el valor del trabajo dependa de la cantidad de trabajo
requerida para producir los salarios; y entiende por esto la cantidad de trabajo requerida para
producir el dinero o las mercancías de subsistencia dadas al trabajador.

Prescindiendo de esta contradicción, un intercambio directo de dinero esto es, de trabajo objetivado por trabajo
vivo, anularía la producción capitalista que se funda precisamente en el trabajo asalariado. Por ejemplo, si la
jornada laboral de 8 horas representa un valor dinerario de 80 soles. Si se intercambian equivalentes, entonces el
obrero percibe 80 soles por el trabajo de 8 horas. El precio de su trabajo sería igual al de su producto, y, en este
caso, no produciría plusvalor alguno para el capitalista, su dinero adelantado en salarios no se convertiría en
capital, el fundamento de la producción capitalista se desvanecería. Pero, es precisamente sobre ese fundamento
que el obrero vende su trabajo y que éste es trabajo asalariado. Percibirá por las 8 horas de trabajo menos de 80
soles, esto es, valor por menos de 8 horas de trabajo.

En el mercado, lo que se contrapone directamente al poseedor de dinero no es en realidad el trabajo, sino el obrero.
Lo que vende este último es su fuerza de trabajo. No bien comienza efectivamente su trabajo, éste ha cesado ya
de pertenecer al obrero, quien, por tanto, ya no puede venderlo. Entonces, el trabajo es la sustancia y la medida
inmanente de los valores, pero él mismo no tiene valor alguno, pues no es mercancía.

"Si denominamos mercancía al trabajo, no es como a una mercancía a la que primero se la produce
para intercambiarla, y luego se la lleva al mercado, donde tiene que intercambiarse por otras
mercancías conforme a las cantidades respectivas que de cada una existan en el mercado en ese
momento". ("Observations on Some Verbal Disputes...", pp. 75, 76.)

La expresión "valor del trabajo", es una expresión imaginaria, como, por ejemplo, valor de la tierra. Estas
expresiones imaginarias, son categorías para las formas en que se manifiestan relaciones esenciales, surgen de las
relaciones mismas de producción y que se manifiestan a menudo de manera invertida.

La economía política clásica si bien tomó prestada de la vida cotidiana la categoría "precio de trabajo", sin
someterla a crítica, para luego preguntarse: ¿cómo se determina ese precio? Este precio que predomina sobre los
precios oscilantes en el mercado, y que los regula, el "precio necesario" (fisiócratas) o "precio natural" del
trabajo (Adam Smith), seria, como en el caso de las demás mercancías, su valor expresado en dinero determinado
por los costos de producción. ¿Pero cuáles son los costos de producción o reproducción del obrero? Ante ello, lo
que la economía clásica denomina valor del trabajo, es en realidad el valor de la fuerza de trabajo que existe en la
personalidad del obrero y que es tan diferente de su función, del trabajo, como una máquina lo es de sus
operaciones.

Veamos ahora, cómo el valor y el precio de la fuerza de trabajo se presentan en su forma transmutada (mudar o
convertir algo en otra cosa.) como salario.

Como se sabe, el valor diario de la fuerza de trabajo se calcula sobre la base de cierta duración de la vida del
obrero, la cual corresponde a cierta duración de la jornada laboral. Supongamos que la jornada laboral habitual
sea de 8 horas y el valor diario de la fuerza de trabajo ascienda a 40 soles, expresión dineraria de un valor en el
que se representan 4 horas de trabajo. Si el obrero percibe 40 soles, percibe el valor de su fuerza de trabajo
mantenida en funcionamiento durante 8 horas. Ahora bien, si ese valor diario de la fuerza de trabajo se expresara
como valor del trabajo efectuado durante un día, obtendríamos el resultado siguiente: el trabajo de 8 horas tiene
un valor de 40 soles. El valor de la fuerza de trabajo determina así el valor del trabajo o, expresándolo en dinero,
el precio necesario del trabajo.

Como el valor del trabajo no es más que una expresión irracional para designar el valor de la fuerza de trabajo, se
desprende que el valor del trabajo tiene que ser necesariamente menor que su producto de valor, pues el capitalista
siempre hace funcionar a la fuerza de trabajo durante más tiempo que el necesario para que se reproduzca el valor
de la misma. En el ejemplo aducido anteriormente, el valor del trabajo o fuerza de trabajo mantenida en
funcionamiento durante 8 horas era de 40 soles, un valor para cuya reproducción aquélla requiere 4 horas. Su
producto de valor, en cambio, es de 80 soles, porque en realidad funciona durante 8 horas, y su producto de valor
no depende del valor mismo de la fuerza de trabajo, sino de la duración de su funcionamiento. Llegamos así al
resultado, absurdo, de que un trabajo que crea un valor de 80 soles, vale 40 soles.
Cfr. "Zur Kritik...", p. 40: "¿Cómo la producción fundada en el valor de cambio, determinado a su vez
meramente por el tiempo de trabajo, arroja el resultado de que el valor de cambio del trabajo es menor
que el valor de cambio de su producto?"

Vemos además lo siguiente: el valor de 40 soles en que se representa la parte pagada de la jornada laboral, esto
es, el trabajo de 4 horas, aparece como valor o precio de la jornada laboral total de 8 horas, que contiene 4 horas
impagas. La forma del salario, pues, borra toda huella de la división de la jornada laboral entre trabajo necesario
y trabajo excedente (plustrabajo), entre trabajo pago e impago. Todo trabajo aparece como trabajo pagado. La
relación dineraria encubre el trabajo gratuito del asalariado.

Se comprende, por consiguiente, la importancia decisiva de la transformación del valor y precio de la fuerza de
trabajo en la forma del salario, o sea en el valor y precio del trabajo mismo. Sobre esta forma de manifestación,
que vuelve invisible la relación efectiva y muestra lo opuesto de dicha relación, se fundan todas las nociones
jurídicas tanto del obrero como del capitalista, todas las mistificaciones del modo capitalista de producción, todas
sus ilusiones de libertad, todas las pamplinas apologéticas de la economía vulgar.

En un principio, el intercambio entre el capital y el trabajo se presenta a la observación exactamente de la misma


manera que en el caso de la compra y venta de todas las demás mercancías. El comprador entrega cierta suma de
dinero, el vendedor un artículo diferente del dinero. La conciencia jurídica reconoce aquí, cuando más, una
diferencia material que se expresa en las fórmulas jurídicamente equivalentes: do ut des, do ut facias, facio ut des
y facio ut facias [doy para que des, doy para que hagas, hago para que des y hago para que hagas]. Fórmulas
clásicas del derecho romano consignadas en el "Digesto" (libro XIX, tít. 5, 5), en un texto del jurisconsulto Julio Paulo, que
vivió hacia el año 200 d.n.e.

Añádase a ello que al obrero se le paga después que ha suministrado su trabajo. Por último, el "valor de uso" que
el obrero suministra al capitalista no es en realidad su fuerza de trabajo, sino su función, un trabajo útil
determinado (concreto): trabajo sastreril, de zapatero, de hilandero, etc. Que ese mismo trabajo, desde otro ángulo,
sea el elemento general creador de valor, una propiedad que lo distingue de todas las demás mercancías, es un
hecho que queda fuera del campo abarcado por la conciencia ordinaria.

El valor de su fuerza de trabajo puede variar, con el valor de sus medios habituales de subsistencia, de 30 a 40
soles, o de 30 a 20 soles; o, si el valor o precio de su fuerza de trabajo se mantiene igual, a consecuencia de una
relación variable de la oferta y la demanda, puede aumentar a 40 soles o disminuir a 20 soles, pero el obrero
proporciona siempre 8 horas de trabajo. De ahí que todo cambio en la magnitud del equivalente que recibe
(salario), se le aparezca como cambio en el valor o precio de sus 8 horas de trabajo.

Por otra parte, se observa que el capitalista quiere obtener la mayor cantidad posible de trabajo por la menor
cantidad posible de dinero. A él sólo le interesa la diferencia entre el precio de la fuerza del trabajo y el valor que
crea el funcionamiento de la misma. Pero procura comprar todas las mercancías al precio más bajo posible y por
eso, en todos los casos, cree encontrar la razón de su ganancia en la simple ventaja de comprar la mercancía
corriente por debajo del valor y vender por encima de éste.

El movimiento efectivo del salario muestra fenómenos que parecen demostrar que no se paga el valor de la fuerza
de trabajo sino el de su función, el trabajo mismo. Podemos reducir estos fenómenos a estos casos.
Primero: variación del salario cuando varía la extensión de la jornada laboral. Pareciera que no se paga el valor
de la máquina sino el de su funcionamiento, puesto que es más costoso alquilar una máquina por una semana que
por un día.
Segundo: la diferencia individual entre los salarios de diversos obreros que ejecutan la misma función.
EL SALARIO POR TIEMPO
El salario adopta formas sumamente variadas, siendo dos formas básicas predominantes.

La venta de la fuerza de trabajo siempre se verifica, por espacios de tiempo determinados. La forma transmutada
en que se representa directamente el valor diario, el valor semanal, etc., de la fuerza de trabajo, es la del "salario
por tiempo", o sea jornal, etcétera.

La distinción entre el valor de cambio de la fuerza de trabajo y la masa de los medios de subsistencia en los que
se convierte ese valor, aparece como distinción entre el salario nominal y el salario real. Nos limitamos por ello a
indicar unos pocos puntos que caracterizan el salario por tiempo.

La suma de dinero que percibe el obrero por su trabajo diario, semanal, etc., constituye el importe de su salario
nominal, o sea, el salario según el valor. Según la extensión de la jornada laboral, en la determinación del salario
diario o semanal, es necesario precisar el precio medio del trabajo (hora de trabajo), como cociente que resulta de
dividir el valor diario de la fuerza de trabajo (salario) entre el número de horas de la jornada laboral. Por ejemplo,
el valor diario de la fuerza de trabajo es de 40 soles (el producto de valor de 4 horas de trabajo) y la jornada laboral
es de 8 horas, el precio de una hora es de 5 soles.

La hora de trabajo, hallado de esta manera, servirá de unidad de medida del salario por tiempo.
En sus "Three Lectures on the Rate of Wages", Londres, 1850, Nassau William Senior afirma: "El obrero [...] está
interesado principalmente en el monto de los salarios" (p. 15). ¡O sea que el obrero está interesado principalmente
en lo que recibe, en el monto nominal del salario, no en lo que entrega, en la cantidad de trabajo!

Si en la relación del valor de la hora de trabajo: valor diario de la fuerza de trabajo


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jornada laboral

aumenta el denominador, el numerador aumentará aún más rápidamente, pues la fuerza de trabajo acrecienta su
desgaste con la mayor duración de su funcionamiento. El aumento en el precio del trabajo al prolongarse la jornada
legal, es la forma en que el obrero ante el bajo salario percibido, si quiere obtener un salario suficiente, trabaje
horas extras, incluso mejor remuneradas.
"La sobrepaga por el tiempo extra" (en la manufactura) "es tan pequeña, [...] 1/2 penique [...], etc., por hora, que
contrasta penosamente con la amplitud del daño inferido a la salud y a la fuerza vital de los obreros... A menudo,
además, les resulta forzoso gastar en alimentación extra el pequeño excedente ganado de esa manera."
("Children's..., Second Report", p. XVI, n. 117.)

Un método para reducir el precio del trabajo sin necesidad de rebajar el jornal o el salario semanal nominales, lo
constituye el considerar los ingresos de la familia obrera, o sea, a la cantidad de trabajo suministrada por el jefe
de familia se le aumenta el trabajo de los miembros de la familia.

Ley general: si la cantidad del trabajo diario está dada (8 horas), el jornal o salario dependerá del precio del
trabajo, que a su vez varía con el valor de la fuerza de trabajo o las desviaciones de su precio respecto a su valor.
Si, en cambio, está dado el precio del trabajo, el jornal o salario diario dependerá de la cantidad del trabajo diario
o semanal.

EL SALARIO A DESTAJO (PAGO POR PIEZAS)


El pago a destajo es la forma transmutada del salario por tiempo, así como el salario por tiempo es la forma
transmutada del valor o precio de la fuerza de trabajo.

En esta forma, parece como si el valor de uso vendido por el obrero no fuera la función de su fuerza de trabajo,
sino trabajo ya objetivado en el producto. Como si el precio de ese trabajo lo determinara la capacidad de
rendimiento del obrero y no la fracción del cálculo de la hora de trabajo.

Ambas formas del salario coexisten, yuxtapuestas, en las mismas ramas industriales. Sin embargo, la diferencia
de forma en el pago del salario no modifica la esencia de éste.

Supongamos que la jornada laboral normal es de 8 horas, de las cuales 4 son pagadas y 4 impagas, y que su
producto de valor es de 80 soles. Considerando que un obrero, trabajando con el grado medio de intensidad y
destreza, o sea, gastando en realidad sólo el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de un
artículo produce en 8 horas un total de 16 piezas. El valor de esas 16 piezas, descontando la parte del capital
invertido en elementos materiales contenida en ellas, es de 80 soles, y siendo el valor de 5 soles de cada pieza, al
obrero a destajo solo se le paga 2.50 soles.

Así como en el caso del salario por tiempo, donde el obrero percibe 40 soles por las 8 horas de trabajo, es
indiferente decir que el obrero trabaja 4 horas para sí mismo y 4 para el capitalista, o que de cada hora trabaja la
mitad para sí mismo y la otra mitad para el capitalista, aquí también tanto da decir que de cada pieza singular la
mitad está pagada y la mitad impaga o que el precio de 8 piezas sólo reemplaza el valor de la fuerza de trabajo,
mientras que en las otras 8 piezas se corporifica el plusvalor.

De esta manera, el valor referencial por pieza se asume para el pago al obrero a destajo. Aquí el trabajo que ha
gastado el obrero se mida por el número de piezas que ha producido. En el salario por tiempo el trabajo se mide
por su duración directa; en el pago a destajo, por la cantidad de productos en que se condensa el trabajo durante
un tiempo determinado.

Consideremos las siguientes peculiaridades que caracterizan el pago a destajo:


 La calidad del trabajo está controlada por la obra misma, que debe poseer la calidad media para que se pague
íntegramente el precio de cada pieza. En este sentido, el pago a destajo se convierte en fuente abundantísima
de descuentos salariales y fullería capitalista.
 Le brinda al capitalista una medida rigurosamente precisa de la intensidad del trabajo, pues, la cantidad de
mercancías fijada por la experiencia, cuenta como tiempo de trabajo socialmente necesario y se lo remunera
como tal. El interés personal del obrero estriba en emplear su fuerza de trabajo de la manera más intensa posible
y la con la mayor jornada posible, para percibir mayor remuneración.

La práctica permite establecer cuál es el rendimiento productivo medio de una hora. En caso el obrero carezca de
la capacidad de dicho rendimiento, si, por consiguiente, no puede ejecutar cantidad mínimo de obra diaria, se lo
echa a la calle.

Como la calidad e intensidad del trabajo están controladas por la forma misma del salario, ésta vuelve superflua
gran parte de la vigilancia del trabajo, siendo el pago a destajo la forma del salario más adecuada al modo de
producción capitalista.

Este sistema presenta dos formas fundamentales. Por un lado, facilita la interposición de parásitos entre el
capitalista y el obrero, el subarriendo del trabajo (services). La ganancia de esos intermediarios deriva,
exclusivamente, de la diferencia entre el precio del trabajo pagado por el capitalista y la parte de ese precio que
percibe el obrero. Por otra parte, el pago a destajo permite al capitalista acordar con un obrero principal en la
manufactura con el jefe de un grupo, en las minas con el picador de carbón, en la fábrica con el maquinista
propiamente dicho un contrato a razón de tanto por pieza, a un precio por el cual el obrero principal mismo se
encarga de contratar y pagar a sus auxiliares. Esto es la explotación del obrero por el obrero.

Al variar la productividad del trabajo, varía también el pago a destajo, ya que éste es la expresión del precio de
un tiempo de trabajo determinado. En el ejemplo anterior, en 8 horas se producían 16 piezas, el producto de valor
de las 8 horas era de 80 soles, el valor diario de la fuerza de trabajo de 40 soles, y el salario por pieza de 2.50
soles. Cada pieza había absorbido 1/2 hora de trabajo. Ahora, si a causa de una duplicación en la productividad
del trabajo la misma jornada laboral produce 32 piezas en lugar de 16 y todas las demás circunstancias se
mantienen inalteradas, el salario por pieza bajará a 1.25 soles, puesto que cada pieza representa ahora únicamente
1/4 de hora de trabajo, en vez de 1/2 hora. En otras palabras: la tarifa del destajo disminuye en la misma proporción
en que se acrecienta el número de las piezas producidas en el mismo lapso, o, por tanto, en que decrece el tiempo
de trabajo empleado en la misma pieza.

Esta alteración en la tarifa del destajo, aunque puramente nominal, provoca conflictos constantes entre el
capitalista y los obreros. O bien porque el acrecentamiento en la fuerza productiva del trabajo va acompañado de
una mayor intensidad del mismo. O bien porque el obrero toma en serio la apariencia del pago a destajo, como si
se le pagara su producto y no su fuerza de trabajo.
La República 16/02/2018

La República 15/02/2018

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