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desde inicio de los años 80’s en varios países, se presenta un proceso de desverticalización,
donde las actividades generación, transmisión y distribución deben realizadas por diferentes
empresas. Adicionalmente aparece un nuevo segmento, el de la comercialización,
promoviendo el libre acceso y competencia al mercado de energía eléctrica, abriendo una
nueva perspectiva en el funcionamiento de los mercados nacional y internacional de energía
eléctrica donde se propone que la iniciativa privada sustituya al Estado en algunas actividades
propias del sector, p asando el gobierno a ejercer una función fiscalizadora y reguladora.
Haciendo énfasis en nuestro país, para la misma decada el sector Eléctrico Colombiano entró
en crisis. Esta situación fue causada especialmente por los subsidios en las tarifas y por la
corrupción de empresas estatales, lo cual generó un desempeño deficiente de este sector.
Con este panorama, el país, a partir de la nueva Constitución de 1991, admitió como principio
clave para lograr eficiencia en los servicios públicos, la competencia y la libre entrada de
todo agente que estuviera interesado en prestarlos.
En los esquemas tradicionales, donde las empresas estatales eran las únicas que se
encargaban de la prestación del servicio público de energía eléctrica, el suministro de
potencia reactiva y soporte de tensión eran actividades implícitas de ésta, y su control se
realizaba en forma conjunta y centralizada, utilizando para ello todos los recursos de
generación y transmisión que tenían disponible, con el fin de mantener el equilibrio del
sistema y la calidad del servicio.
La empresa integrada no buscaba la reducción de estos costos sino que se limitaba a asegurar
la prestación del servicio. Antes, las redes podían diseñarse de una manera
sobredimensíonada, y servían para satisfacer las demandas locales; ahora, con el aumento de
la demanda de energía, y de las interconexiones nacionales e internacionales, las redes de
transmisión se han quedado cortas en su capacidad de transporte y la construcción de nuevas
es cada vez más difícil debido a sus costos, problemas medioambientales, y de servidumbres,
lo que hace necesario establecer unos criterios de eficiencia para un mejor aprovechamiento
de las redes.
En sistemas eléctricos de corriente alterna (C.A.), los flujos de potencia se pueden clasificar
en de los tipos: el primero hace referencia al de potencia activa asociada al trabajo mecánico,
producción de luz el calor, etc. (comúnmente llamado energía útil). El segundo tipo es el de
potencia reactiva, la cual se encuentra asociada a la producción de campos eléctricos y
magnéticos; dependiendo dentro de cual campo se acumule la energía, así existen
dispositivos donde sus campos magnéticos absorben energía reactiva (efecto inductivo) el
producen energía reactiva (efecto capacitivo).
Así, por ejemplo, una unidad generadora tiene la capacidad de absorber o generar potencia
reactiva, debido a la energía pulsante del campo magnético que rota dentro del generador. A
pesar de que la energía reactiva activa no está asociada directamente con la energía útil, es
indispensable para el correcto funcionamiento del sistema eléctrico.
El control de la energía reactiva es una preocupación en todos los sistemas eléctricos, ya que
como se explicará seguidamente influye de forma importante en los sistemas de potencia.
El control del voltaje y el manejo de la energía reactiva, son dos aspectos de una misma
actividad, la cual se orienta a la mejora en la calidad de la potencia de los sistemas,
reduciendo las pérdidas y el estrés sobre los elementos del mismo.
Existen tres razones por las cuales es necesario manejar la energía reactiva y controlar el
voltaje:
a) En primer lugar, tanto los equipos de los usuarios como los que forman parte del sistema
de potencia, están diseñados para operar dentro de un rango de tensiones que usualmente está
entre el +10% y el -15% del voltaje nominal. Cuando se opera con límites inferiores al
mínimo, los equipos tienen un desempeño deficiente: las bombillas proveen menor
iluminación, los motores de inducción tienden a sobrecalentarse y hasta pueden llegar a
dañarse y algunos equipos electrónicos pueden no operar del todo. Con niveles de tensión
superiores al máximo el aislamiento del equipo se deteriora: Las bombillas se queman y se
disminuye su vida útil, y los equipos electrónicos presentan fácilmente fallas internas.
Para penalizar el consumo de energía reactiva se debe de exceder el límite durante cualquier
período horario en más de diez (10) días en un mismo mes calendario.
Cuando esta condición se presente durante mas de 12 meses, se empezará a aumentar el costo
mes a mes hasta llevar a elevar la factura en un factor de 12 veces. Y para reducir este factor,
se debe de demostrar la reducción durante 6 meses consecutivos.