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Hades

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Hades

En la mitología griega Hades (en griego antiguo ᾍδης Hadēs, originalmente Ἅιδης
Haidēs o Ἀΐδης Aïdēs, de origen incierto,1 aunque se suele asociar con ἀ (privativa) +
ἰδεῖν (‘ver’), es decir, ‘el que no ve’ o ‘el invisible’)2 alude tanto al antiguo inframundo
griego como al dios de los muertos. La palabra hacía referencia originalmente sólo al
dios; ἐν o εἰς ᾍιδού (‘en [el lugar de] Hades’) era una abreviatura para su morada y
finalmente el nominativo llegó también a designar la morada de los muertos.

Hades también era conocido con la perífrasis Plutón (en griego antiguo Πλούτων
Ploutōn, del verbo πλουτέω, ‘enriquecerse’), y así fue conocido, además de como Dis
Pater y Orcus, en la mitología romana. El dios etrusco equivalente era Aita. «Hades» es
a veces usado por los cristianos para referirse al lugar en el que residen las almas que
han caído en desgracia.

Tabla de contenidos
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 1 Hades, la morada de los muertos
 2 Hades, señor del inframundo
o 2.1 Culto
o 2.2 Representaciones artísticas
 3 Hades en la mitología griega
o 3.1 Perséfone
o 3.2 Orfeo y Eurídice
o 3.3 Mente y Leuce
o 3.4 Teseo y Pirítoo
o 3.5 Heracles
 4 Notas
 5 Enlaces externos

o 5.1 Mapas del Hades

Hades, la morada de los muertos [editar]


Había varias secciones en el Hades, incluyendo los Campos Elíseos (en contraste con el
Paraíso o Cielo cristiano) y el Tártaro (similar al Infierno cristiano). Los mitógrafos
griegos no son totalmente consistentes sobre la geografía de la otra vida.

Un mito sobre la otra vida completamente opuesto se refiere al Jardín de las Hespérides,
con frecuencia identificado con las Islas de la Bendición.

En la mitología romana, una entrada al Inframundo estaba localizada en el Averno, un


cráter cercano a Cumas que fue la ruta usada por Eneas para descender a él. Por
sinécdoque, «Averno» puede usarse como referencia a todo el inframundo. Los Inferi
Dii eran los dioses romanos del inframundo.

Los fallecidos entraban al inframundo cruzando el río Aqueronte, porteados por


Caronte, quien cobraba por el pasaje un óbolo, pequeña moneda que ponían bajo la
lengua del difunto sus piadosos familiares. Los indigentes y los que no tenían amigos ni
familias se reunían para siempre en la orilla cercana. El otro lado del río era vigilado por
Cerbero, el perro de tres cabezas derrotado por Heracles (Hércules para los romanos).
Más allá de Cerbero, las sombras de los difuntos entraban en la tierra de los muertos
para ser juzgadas.

Los cinco ríos del Hades eran Aqueronte (el río de la pena), Cocito (lamentos),
Flegetonte (fuego), Lete (olvido) y Estigia (odio). El Erídano era también considerado
un río del Hades por Virgilio (VI, 659). El Estigia formaba la frontera entre los mundos
superior e inferior.

La primera región del Hades comprendía los Campos de Asfódelos, descritos en La


Odisea XI, donde las almas de los héroes vagan abatidas entre espíritus menores, que
gorjean a su alrededor como murciélagos. Sólo la ofrenda a ellos de libaciones de
sangre en el mundo de los vivos pueden despertarlos durante un tiempo a las
sensaciones de humanidad (compárese con los vampiros).

Más allá quedaba el Érebo, que puede usarse como un eufemismo para el Hades, cuyo
nombre era temido. Había en él dos lagos: el de Lete, a donde las almas comunes
acudían para borrar todos sus recuerdos, y el de Mnemósine (‘memoria’), de donde los
iniciados en los Misterios preferían beber. En el antepatio del palacio de Hades y
Perséfone se sentaban los tres jueces del Inframundo: Minos, Radamantis y Éaco. Allí,
en el trivium consagrado a Hécate, donde los tres caminos se encontraban, las almas
eran juzgadas, volviendo a los Campos de Asfódelos si no eran virtuosas ni malvadas,
enviados al camino del tenebroso Tártaro si eran impías o malas, o al Elíseo con los
heroicos o los benditos.

Hades, señor del inframundo [editar]


En la mitología griega, Hades (el ‘invisible’), el dios del inframundo, era un hijo de los
Titanes Crono y Rea. Tenía tres hermanas mayores, Hestia, Deméter y Hera, así como
dos hermanos menores, Poseidón y Zeus. Juntos constituían la mitad de los dioses
olímpicos.

Tras hacerse adulto, Zeus logró obligar a su padre a que regurgitase a sus hermanos.
Tras ser liberados, los seis jóvenes dioses, junto con los aliados que fueron capaces de
lograr, desafiaron el poder de sus padres y tíos en la Titanomaquia, una guerra divina.
Zeus, Poseidón y Hades recibieron armas de los tres Cíclopes como ayuda para la
guerra: Zeus una lanza de truenos, Poseidón un tridente y Hades un casco que
proporcionaba invisibilidad al que lo llevase. En la noche anterior a la primera batalla
Hades se puso su casco y, siendo invisible, se infiltró en el campamento de los Titanes y
destruyó sus armas. La guerra duró diez años y terminó con la victoria de los jóvenes.
Tras esta victoria Hades y sus dos hermanos menores, Poseidón y Zeus, echaron a
suertes los reinos a gobernar. Zeus se quedó con el cielo, Poseidón con los mares y
Hades recibió el inframundo, el reino invisible al que los muertos van tras dejar el
mundo, así como todas las cosas bajo tierra.

Hades obtuvo su consorte definitiva, Perséfone, mediante artimañas, en una historia que
conectaba los antiguos misterios eleusinos con el panteón olímpico. En muchos de los
tratados de mitología griega no se afirma que Hades y Perséfone tuvieran descendencia.
Sin embargo, en otros se dice que son los padres de las Erinias: Tisífone, Megera y
Alecto.

A pesar de las connotaciones modernas de la muerte como «maldad», Hades tenía en


realidad un carácter más altruista en la mitología. A menudo se le retrataba más como
pasivo que como malvado: su papel era a menudo mantener un relativo equilibrio.

Hades reinaba sobre los muertos, con la ayuda de demonios sobre los que tenía
completa autoridad. Prohibió estrictamente a sus súbditos abandonar sus dominios y se
enfurecía bastante cuando alguien intentaba abandonarlos o si alguien intentaba robarle
alguna de sus presas.

Aparte de Heracles, las únicas personas vivas que se aventuraron en el Inframundo


fueron todas héroes: Odiseo, Eneas (acompañado por la Sibila), Orfeo, Teseo y Psique.
Ninguno de ellos estuvo especialmente satisfecho con lo que presenciaron en el reino de
los muertos. En particular, el héroe griego Aquiles, a quien Odiseo se encontró en el
Hades (aunque algunos creen que Aquiles habita en las Islas de la Bendición), dijo:

No me hables con dulzura de la muerte, glorioso Odiseo. Preferiría servir como mercenario a
otro antes que ser el señor de los muertos que han perecido.

Alma de Aquiles a Odiseo. Homero, La Odisea xi.488

Culto [editar]
Hades, etiquetado como Plouton, ‘el rico’, porta una cornucopia en un ánfora ática de
figuras rojas, c. 470 adC.

Hades, dios de los muertos, era un personaje temible para aquellos que aún vivían. Sin
prisa por encontrarse con él, eran reticentes a prestar juramentos en su nombre. Para
muchos, simplemente decir la palabra «Hades» ya era espantoso. De esta forma, se
buscó un eufemismo que usar. Dado que los minerales preciosos venían de las
profundidades de la tierra (es decir, del «inframundo» gobernado por Hades), se
consideraba que tenía también el control de éstos, y se referían a él como Πλουτων
Plouton (‘riqueza’ en griego), de donde procede su nombre romano: Plutón. Sófocles
explicaba el hábito de referirse al Hades como «el rico» con estas palabras: «el sombrío
Hades se enriquece con nuestros suspiros y lágrimas». Además, se le llamaba Clímeno
(Κλυμενος, ‘célebre’), Eubuleo (Ευβουλεος, ‘buen consejero’) y Polidegmon
(Ρολυδεγμων, ‘que recibe a muchos’).

Aunque era un olímpico, pasaba la mayor parte del tiempo en su oscuro reino. Temido y
odiado, Hades personificaba la inexorable finalidad de la muerte: «¿Por qué odiamos a
Hades más que a cualquier dios, si no es por ser tan adamantino e inflexible?», se
preguntaba retóricamente Agamenón (La Ilíada ix). No era, sin embargo, un dios
malvado, pues aunque era severo, cruel y despiadado, era no obstante justo. Hades
gobernaba el Inframundo y por ello era con mucha frecuencia asociado con la muerte y
temido por los hombres, pero no era la Muerte: la personificación real de ésta era
Tánatos.

Cuando los griegos apaciguaban a Hades, golpeaban sus manos con fuerza contra el
suelo para asegurarse de que pudiera oírles. Animales negros, como ovejas, le eran
sacrificados, y se cree que en algún momento incluso se le ofrecieron sacrificios
humanos. La sangre de los sacrificios a Hades goteaba a un pozo para que pudiera llegar
a él. La persona que ofrecía el sacrificio tenía que apartar su cara. Cada cien años se
celebraban festivales en su honor, llamados los Juegos Seculares.

El arma de Hades era un cetro de dos puntas, que usaba para destrozar todo lo que se
cruzase por su camino o no fuera de su agrado, igual que Poseidón hacía con su tridente.
Esta enseña de su poder era un bastón con el que conducía las almas de los muertos
hasta el mundo inferior.

Sus pertenencias identificativas incluían un famoso casco, que le dieron los Cíclopes y
que hacía invisible a cualquiera que lo llevase. Se sabía que a veces Hades prestaba su
casco de la invisibilidad tanto a dioses como a hombres (como a Perseo). Su carro
oscuro, tirado por cuatro caballos negros como el carbón, siempre resultaba
impresionante y pavoroso. Sus otros atributos ordinarios eran el narciso y el ciprés, la
Llave del Hades y Cerbero, el perro de múltiples cabezas. Se sentaba en un trono de
ébano.

Representaciones artísticas [editar]

Hades es raramente representado en el arte clásico, salvo en las representaciones del


Rapto de Perséfone.

También se le menciona en La Odisea, cuando Odiseo visita el inframundo como parte


de su viaje, si bien aquí se alude al lugar más que al personaje.

Hades en la mitología griega [editar]


Perséfone [editar]

Fuente de Proserpina, Polonia

La consorte de Hades, y reina arcaica del Inframundo por derecho propio, antes de que
los olímpicos helénicos se estableciesen, era Perséfone, presentada por los griegos como
hija de Zeus y Deméter. Perséfone no se sometió a Hades voluntariamente, sino que fue
raptada por éste mientras cogía flores con sus amigas. Hades amaba a Perséfone tan
profundamente que no le permitió salir del inframundo. Su madre la echaba tanto de
menos que lanzó una maldición a la tierra, produciendo una gran hambruna. Hades
engañó a Perséfone para que comiese seis (o cuatro, según las versiones) semillas de
granada, lo que hizo que no pudiese abandonar el inframundo ni con la ayuda de Zeus.
Perséfone supo de la depresión de su madre y pidió a Hades que le dejase volver a la
tierra de los vivos, con la condición de que pasaría con él un mes por cada semilla que
había comido. Cada año Hades volvía con Perséfone en su carro al inframundo. La
hambruna (el invierno) ocurría en los meses en los que Perséfone estaba con Hades, al
retirar Deméter sus dones del mundo. En la primavera, cuando Perséfone se volvía a
reunir con ella, Deméter hacía que la cosas crecieran de nuevo.
Orfeo y Eurídice [editar]

Hades sólo mostró clemencia una vez. Debido a que la música de Orfeo era tan
arrebatadoramente hermosa, permitió que éste se llevase a su esposa, Eurídice, de vuelta
al mundo de los vivos con la condición de que ella caminase tras él y él nunca intentase
mirarla a la cara hasta que estuviesen en la superficie. Orfeo accedió pero, cediendo a la
tentación de mirar atrás, fracasó y volvió a perder a Eurídice, con quien sólo se reuniría
tras su muerte.

Mente y Leuce [editar]

Como su hermano Zeus y otros dioses antiguos, Hades no era el más fiel de los maridos.
Según Ovidio, persiguió y amó intensamente a la hermosísima ninfa infernal Mente,
asociada con el río Cocito. Una vez, su esposa Perséfone los encontró juntos y, presa de
un ataque de celos, lanzó furiosa a la ninfa al suelo y la pisoteó. Hades transformó sus
restos en la planta de la menta para que Perséfone no pudiera tomar más represalias
contra ella.

De forma similar, la ninfa Leuce, a quien también había violado, fue metamorfoseada
tras su muerte natural por Hades en un álamo blanco. Otra versión cuenta que fue
transformada por Perséfone mientras estaba junto a la fuente de la Memoria.

Teseo y Pirítoo [editar]

Hades encarceló a Teseo y Pirítoo, quienes habían prometido desposar a hijas de Zeus.
Teseo eligió a Helena, la secuestró con la ayuda de Pirítoo y decidió retenerla hasta que
tuviese la edad de casarse. Pirítoo eligió a Perséfone. Dejaron a Helena con la madre de
Teseo, Etra, y viajaron al inframundo. Hades fingió ofrecerles hospitalidad y preparó un
banquete. Tan pronto como la pareja se sentó, las serpientes se enroscaron en torno a sus
pies, atrapándolos. Teseo fue finalmente rescatado por Heracles.

Heracles [editar]

El último de los doce trabajos de Heracles fue capturar a Cerbero. Primero viajó a
Eleusis para ser iniciado en los misterios eleusinos. Hizo esto para absolverse a sí
mismo de la culpa por haber matado a sus propios hijos y para aprender cómo entrar y
salir vivo del inframundo. Encontró la entrada al inframundo en Tanaerum. Atenea y
Hermes le ayudaron en la ida y vuelta del Hades. Heracles pidió permiso a Hades para
llevarse a Cerbero. Hades accedió siempre que Heracles no le hiciese daño, aunque en
algunas versiones, Heracles disparó una flecha a Hades. Cuando Heracles arrastró al
perro fuera del Hades, pasaron por la cueva Aquerusia.

Notas [editar]
1. ↑ Hades. En Oxford University Press (Ed.), The Oxford English Dictionary (2ª ed.).
(1989).
2. ↑ Un concepto análogo, la palabra hebrea para la morada de los muertos, She'Ol,
también significa literalmente ‘invisible’.
Enlaces externos [editar]
 Commons alberga contenido multimedia sobre Hades.
 «Haides» en Theoi Project (inglés)
 «Haides» en Greek Mythology Link (inglés)

Mapas del Hades [editar]

 Mapa en Greek Mythology Link


 Mapa en www.thanasis.com (inglés)
 Mapa en virgil.org (inglés)

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Hades"
Hades

Tras haber eliminado a Cronos, los tres hermanos triunfantes, Zeus, Poseidón y Hades,
tuvieron el problema de repartirse el imperio; pusieron en el interior de un yelmo tres
símbolos y confiaron en la suerte. Al primero le correspondió el cielo, al segundo el mar
y al tercero los Infiernos. Tierra y Olimpo, en cambio, se consideraron territorio común
a los tres. Veamos cómo nos relata Homero el sorteo, en palabras de Poseidón:
Tres hijos varones nacieron de Cronos y Rea:
Zeus, yo y el tercero, Hades, que reina sobre los muertos. El mundo se dividió en tres
partes, una para cada uno de nosotros: a mí me tocó en suerte habitar siempre en el
mar que blanqueó la espuma; a Hades, en cambio, las sombras y la niebla, y a Zeus el
inmenso cielo, en el éter siempre entre las nubes, en tanto que la Tierra y el Olimpo
nos pertenecen en común a los tres.
(Ilíada, XV, 187 y sig.)
En una antigua ánfora griega se puede ver a los tres hermanos en el momento del sorteo:
Zeus tiene en sus manos el rayo, Poseidón el tridente y Hades el yelmo que lo vuelve
invisible. El pintor del recipiente, al no poder representar la invisibilidad, nos lo muestra
con el rostro vuelto hacia la parte opuesta. Efectivamente, la palabra hais, o haides o
hades significa «invisible», y también «aquel que vuelve invisibles a los demás». Allá
abajo, en los Infiernos, estaba absolutamente prohibido mirar a la cara a Hades o a su
esposa Perséfone: quien transgredía esa prohibición se volvía, a su vez, invisible.
Intentemos ahora describir el reino de la Ultratumba, teniendo en cuenta las distintas
descripciones de los pricipales «infiernólogos". Nunca se ha sabido bien dónde se
encuentra su entrada. Los que han tenido la suerte de hacer alguna visita más o menos
rápida, para salir luego «a ver nuevamente las estrellas»,' es decir, Orfeo, Heracles,
Teseo, Ulises, Eneas y Dante Alighieri, nunca han sido demasiado explícitos al
respecto. Hay quien habla de 'un bosque de blancos chopos a orillas del río Océano'
(Pausanias, X, 28 1), o de «umbríos sitios del Tenaro, promontorio de la Laconia»
(Biblioteca de Apolodoro, II, 5 16), o de «una profunda caverna de vasta abertura,
protegida por un lago negro y las tinieblas de los bosques» (Virgilio, Eneida, VI, 236),
o, por último, de 'una selva oscura' (Dante, Infierno, 1, 2).

Con las palabras «luego salimos a ver nuevamente las estrellas» cierra Dante el canto
xxxiv y último del Infierno en su Divina Comedia.
En lo que todos están de acuerdo es en que justamente donde empieza el Más Allá está
el Aqueronte, río tenebroso, con un barquero más tenebroso todavía, llamado
Caronte, que, además, pretende que le paguen el viaje. Por eso, los griegos tenían la
costumbre de poner una moneda en la boca de los cadáveres, a fin de que estuvieran en
condiciones de pagar el transporte.

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