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“(…) el editor que busca una portada –lo sepa o no– es el uú ltimo, el maú s humilde y oscuro

descendiente de la estirpe de aquellos que practican el arte de la eú cfrasis, pero aplicada esta vez a
la inversa, es decir tratando de encontrar el equivalente o el analogon de un texto en una sola
imagen. (…) se trata de un arte cargado de una ardua esclavitud. La imagen que seraú el analogon
del libro no debe ser elegida en síú misma, sino tambieú n y sobre todo en relacioú n con una entidad
indefinida y amenazante que actuaraú como juez: el puú blico. No basta que la imagen sea la
adecuada. Deberaú ademaú s ser percibida como adecuada por muú ltiples ojos extranñ os, que por lo
general no saben nada todavíúa de lo que se encontraraú n en el libro. Situacioú n paradojal, casi
coú mica en su incomodidad: hay que ofrecer una imagen que despierte la curiosidad y mueva a un
desconocido a tomar en sus manos un objeto del que sabe excepto el nombre del autor (que con
frecuencia ve por primera vez), el tíútulo, el nombre del editor y la solapa (texto siempre
sospechoso, porque estaú escrito pro domo). Pero al mismo tiempo la imagen de la portada deberíúa
resultar adecuada incluso después de que el desconocido haya leíúdo el libro, aunque soú lo sea para
que no piense que el editor no sabe lo que estaú publicando. Dudo de que muchos editores se
hayan dedicado a razonar sobre esta cuestioú n. Pero seú que todos, indistintamente, desde los
mejores hasta los íúnfimos, se hacen cada díúa una pregunta que soú lo en apariencia es sencilla: ¿esa
determinada imagen vende o no vende? Si se la observa de cerca, la pregunta es maú s afíún a un
kōan que cualquier otra cosa. Vender indica un proceso como míúnimo oscuro: ¿coú mo suscitar
deseo por algo que es un objeto complejo, en buena medida desconocido y en otra gran medida,
elusivo?”
“El arte de la eú cfrasis al reveú s necesita tiempo –mucho tiempo– para desarrollarse, expandirse y
respirar. Su objeto es un red de imaú genes que no soú lo responden cada una a un uú nico objeto (el
libro para el cual seraú n utilizadas), sino que ademaú s se correspondan entre síú, de modo no muy
distinto a como los distintos libros de la coleccioú n pueden corresponderse entre síú.”

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