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The Stranger PDF
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1
ANNA BANKS DARK GUARDIANS
THE STRANGER
2
EL LEGADO SYRENA #0.4
ANNA BANKS
ANNA BANKS DARK GUARDIANS
SINOPSIS
3
ANNA BANKS DARK GUARDIANS
G
alen agita el collar enfrente de su hermana, moviendo pedacitos de alga
marina en el agua que los rodea. —Es mío —le dice, y lo sacude más cerca
de su cara—. Si vuelves a tomarlo, le diré a padre sobre todos tus tesoros
humanos.
—Deja a Toraf fuera de esto —Galen arrastra las palabras—, aún está 4
aprendiendo sus habilidades de rastreador —Nota que a Toraf no le gusta que
minimice sus habilidades, pero no es lo suficientemente orgulloso para admitir su
participación en el asunto, así que mantiene la boca cerrada. Como un buen
piscardo—. Además —continúa Galen—, Toraf es mi mejor amigo, ¿por qué te
contaría algo?
Rayna sujeta el antebrazo de Toraf y lo jala hacia ella. Toraf hace una mueca,
dividido entre el placer de que la princesa Tritón lo jale en su dirección y el dolor de
que lo vuelvan a poner en medio.
—¡No es verdad! —insiste Rayna—. Dile, Toraf, dile que eres mi mejor amigo.
Galen dice con voz cansina—, el punto es que me robaste este collar y yo lo robé de
vuelta.
—Yo lo encontré —dice Galen complacido—. Fue lo único que encontré en ese
viejo naufragio. No puedo evitar que fuera lo mejor, tú te fuiste nadando con casi más
de lo que podías cargar, creo que eres tú la que está siendo egoísta.
El labio inferior de Rayna sobresale y amenaza con temblar. —Yo fui la que lo
limpió e hizo que brillara de nuevo. No lucía ni la mitad de bonito cuando tú lo tenías.
Galen no tiene idea de lo que significan las líneas; aún tiene que salir el tema
con su mentor, Romul, durante sus lecciones en la Cueva de las Memorias; pero la
Cueva es vasta y la memoria colectiva de los Archivos como Romul lo es aún más.
Romul no necesitaría ver el collar para saber qué significan los símbolos. Lo que es
excelente, ya que padre me pondría un grillete en la cola si supiera que exploré un naufragio
humano... y especialmente si descubre que dejé a Rayna que me acompañara.
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Rayna aprieta los dientes. Galen sabe que su hermana es adorable, pero cuando
aprieta los dientes luce como un pez globo agitado. —Te lo intercambio, por cualquier
cosa que quieras de mi cueva.
—Ni lo pienses.
Pero eso no significa que tiene que andar por ahí trayéndolo puesto como una
especie de humano remilgoso. Toraf tiene razón, sí luce ridículo. Galen se gira para
alejarse nadando, y resiste la urgencia de quitárselo. —Es un collar —dice, casi para sí
mismo—. Se hizo para que lo usen.
Galen se detiene y Toraf también. Rayna no los siguió; obviamente confía que
Toraf cumpla sus deseos. Lo que irrita a Galen aún más.
—Significa más para ella que para ti —dice Toraf tranquilamente—. ¿Por qué
no se lo das?
Galen levanta una ceja. Ha visto hacerlo a su hermano mayor, Grom, y siempre
lo hace lucir más intimidante. —Debiste haber pensado en eso antes de ayudarme a
tomarlo.
Toraf hace una mueca. —Bueno, lo voy a regresar. —Se dirige a Galen.
—No lo harías.
No, definitivamente no. Su hermana podía ser infinitamente molesta, pero esas
cosas humanas habían sido una de las pocas fuentes de felicidad para ella desde que su
madre murió. Galen nunca le quitaría eso.
Aun así, no lastima darle a Toraf algo en lo que pensar, además, está el asunto
de realmente atrapar a Galen. Es verdad que la cola de Toraf es más grande que la
suya, pero el joven rastreador sabe que Galen es más rápido. Tan rápido que Toraf
sabe que emplearía mejor su tiempo confortando a Rayna que persiguiendo una cola
que pronto estará fuera de vista.
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***
Galen hace el viaje familiar que rodea la Isla Larga y entra en las aguas cálidas
de lo que su único amigo humano—el doctor Milligan—llama el Golfo de México.
Está ansioso por mostrarle su descubrimiento; decidió que sería mejor mostrarle el
collar al doctor Milligan que contarle a Romul sobre él. Después de todo, el doctor
Milligan es un humano, debería saber lo que significan las marcas del collar. ¿Por qué
arriesgarse a despertar la curiosidad de Romul—o peor, sus sospechas—con preguntas
incriminatorias?
Cuando cree que el bote pasará de largo, se ralentiza y detiene por completo.
Galen se presiona contra la arena turbia, espantando de paso a unos cuantos cangrejos
y a un lenguado. Galen no tiene que esperar mucho antes que los humanos revelen sus
intenciones.
Y hacen lo impensable.
La salpicadura de agua es inmensa, no causada por un ancla, una red, una jaula
de cangrejos o el cebo que arrojan por la borda para atraer peces. Es la salpicadura de
un humano, no un buceador, ni un nadador, ni un surfista. Un humano que está atado
a un gran peñasco de roca cuadrada. Un humano que tiene un parche plateado de algo
sobre la boca, para amortiguar sus gritos.
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El zumbido del bote empieza de nuevo y acelera para alejarse. Desaparece tan
rápido como llegó.
Galen observa con horror cómo el humano hembra se revuelve como un pez
atrapado, mientras se hunde más, más y más. Sus brazos están atados detrás de la
espalda, las piernas juntas y atadas, no puede patalear, no puede agitar los brazos; todo
lo que puede hacer es gritar, retorcerse y gritar un poco más.
Así que coletea hacia ella y deja la arena danzando a su paso. Le da atención
inmediata al parche de la boca; si habla el mismo lenguaje humano que el doctor
Milligan, tal vez pueda ayudarlo a descubrir cómo salvarla.
Se lo arranca y ella grita. Luce como si fuera a decir algo, pero se detiene, luego
abre muchísimo los ojos. Galen se pregunta si ha cometido un error al ayudarla, al
mostrarse ante esta humana que no conoce. Pero la última vez que ayudó a un
humano—el doctor Milligan—resultó ser para bien.
Pero para bien o para mal, no puede observar cómo muere esta humana, no si
puede evitarlo. Jala los nudos que la atan, que son fuertes y apretados. Su piel aún no
es tan gruesa como el de un Syrena adulto, así que la piel de sus dedos empieza a
desprender sangre por jalar con demasiada fuerza.
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Por su parte, la humana se queda quieta. Parece entender que intenta ayudar, y
va a dejarle hacer. De hecho, parece que se ha calmado. Ahí es cuando Galen se da
cuenta que no es que se haya calmado.
No. Sin pensarlo, Galen le suelta una vigorosa bofetada. Eso la revive y le tose
agua salada a la cara—lo que probablemente es la cosa más desagradable que ha
experimentado nunca. Se imagina que ahora están a mano, ya que, después de todo, la
abofeteó. 10
—¿Estás ahogada? —pregunta.
Responde con más tosidos. Es difícil mantenerle la cabeza sobre las olas con el
peso extra bajo ellos. —Tengo que desatar esos nudos. —le dice.
***
Galen nunca ha estado tan feliz de ver tierra en su vida. La Tierra Larga
hubiera sido un viaje corto si estuviera solo, si no tuviera un par de brazos humanos
envueltos precariamente alrededor del cuello, un cuerpo humano desplomado contra la
espalda y el sonido rasposo de la respiración inestable de un humano en la oreja.
Varias veces el sonido rasposo se detuvo y tuvo que asegurarse que siguiera con vida.
Incluso ahora, duda que lo logre; incluso con su piel gruesa puede sentir lo frio que se
ha puesto el cuerpo de ella. 11
Y no puede dejar de temblar.
Los rayos del atardecer iluminan su camino a aguas superficiales. Galen se gira
y jala con cuidado a la humana. —Creo que el agua es lo suficientemente baja para
que te pares. —El poderoso músculo de su cola se separa y sus piernas humanas se
estiran y toman forma bajo él. Instintivamente sus pies se anclan en la arena, e hincan
los talones. Las suaves olas le llegan a la cintura, y si ha juzgado correctamente la
altura de ella, su cabeza debe llegarle al hombro cuando se pare.
Ella asiente, pero Galen se da cuenta que su habilidad para pararse no tiene
nada que ver con la profundidad del agua. En vez de soltarla, la jala todo el camino
hasta la orilla. Se queda tendida de espaldas, su pegajoso cabello negro matizado por la
arena de la playa. Sus respiraciones salen en cortos silbidos.
Galen la mira durante un largo rato. Debería irse, debería volver a sumergirse
en las olas y nadar hasta las Cavernas Reales y decirle a su padre lo que ha hecho. —
Voy a encender un fuego, —le indica.
***
Pero cuando empezó a gritar: —¡Ayúdenme! —no tuvo más opción que
intervenir; la conmoción podría atraer a otros humanos. No estaba en forma para
defenderse por sí sola si otros de su especie decidían terminar el trabajo que habían
comenzado en el océano. Y Galen no estaba de humor para permitir que todo su duro
trabajo fuera deshecho tan fácilmente. Se había deslizado tras ella en la arena, envuelto
los brazos a su alrededor y la había acunado adelante y atrás, igual que su madre solía
hacer con él cuando sus pesadillas parecían brotar de su imaginación y entrar en la
cueva donde dormía.
Dudaba que sus pesadillas pudieran compararse con los sueños que
atormentaban a esta desconocida. Se imaginó que sería egoísta no confortarla cuando
difícilmente le requería algún esfuerzo. La parte más impresionante de ella era su
abrumador desastre de cabello oscuro: enredado en algunos lugares, rizado en otros,
cayendo sin particular orden, por todos lados. Aparte de eso, esta humana era
pequeña; sería muy fácil cargarla y mecerla hasta que dejara de gimotear, susurrarle 13
palabras de consuelo al oído hasta que dejara de revolverse, sostenerla hasta que sus
terrores se ahogaran en la profundidad de su sueño.
Al mirarla ahora, al otro lado del fuego, Galen no lamenta haberse involucrado.
Claro, sus ojos están pesados y su estómago vacío y sus piernas anhelan sentir el agua
salada, estirarse y retorcerse en su cola poderosa, pero Galen recuerda los ojos de ella,
lo asustados y aniñados que habían lucido sus ojos oscuros la primera vez que lo había
visto. Tenía que volver a ver esos ojos. Lo había decidido durante la noche, durante
una de sus pesadillas más violentas. Tenía que saber cómo lucían sus ojos cuando no
destilaban terror.
Así de irracional como suena, Galen quiere asegurarse de que ella estará bien.
No sólo que despierte, o respire, o coma y beba. Por supuesto, todos esos son buenos
signos, pero no es suficiente. Incluso las criaturas más simples del océano pueden
hacer esas cosas sin pensarlo, sin esfuerzo—las hacen sin alegría o emoción, las hacen
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para existir—pero Galen quiere más que eso de esta minúscula mujer. Por alguna
razón, quiere saber que no sólo existirá, sino que vivirá realmente, que volverá a ser
feliz.
Galen remueve el fuego con el largo palo que encontró. ¿Qué tal si en primer lugar
nunca fue feliz, idiota? E incluso una pregunta mejor sería, ¿por qué te importa?
Porque hay algo más en esos ojos: fuerza. Y no sólo eso, también planificación.
Nota que sus pensamientos están vislumbrando el futuro, evaluando la situación,
haciendo planes.
Él asiente.
Ella se aclara la garganta y le lanza una débil sonrisa. —Resulta que amo el
pescado. 15
Galen no puede decidir si sus palabras tienen un doble significado. Esta
humana podría ser más de lo que creyó. —Regresaré enseguida.
Camina por la playa, se aleja lo suficiente para que no pueda verlo quitarse su
cobertura en la oscuridad. Cuando se sumerge en el agua y su cola se retuerce para
tomar forma, suspira con alivio. Se siente bien estirarse, sacarse de encima la pegajosa
arena, sentirse más ligero. En tierra a veces se siente como una roca con piernas, muy
pesado y lento. Aquí abajo, se siente como parte de la corriente, moviéndose sin
esfuerzo, girando con facilidad.
paciencia y quedarse quieto; dos cosas que Galen está más que dispuesto a dar ahora
mismo.
Salir del agua sería inútil ahora que Toraf se ha enfocado en su pulso. Además,
con las habilidades de rastreador de Toraf, ha percibido a Galen mucho antes que
Galen lo percibiera a él. No le importa que su amigo lo encuentre; de hecho, le vendría
bien su asistencia en esta situación especialmente rara; pero ¿por qué Toraf tuvo que
traer a Rayna?
Toraf se para junto a él, lo suficientemente cerca para gotearle agua salada en
las piernas. —¿Aún traes puesto ese collar, piscardo? Y ¿por qué estás todo cubierto de
plantas?
Galen se pasa una mano por el cabello. —No tuve tiempo de quitarme el collar.
Lo que quiero decir es que no tuve tiempo de ponerlo en otro lado. —Se le ocurre a
Galen que los dos lo estaban siguiendo precisamente por esa razón; con la esperanza
que intentara ocultar el collar para que pudieran robarlo. Ese juego podría durar una
temporada entera si lo permitiera.
Rayna se cruza de brazos. —Claro que tuviste, si tuviste tiempo de hacerte una
red de hojas de palmera.
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—No es una red, sólo la hice porque... —Galen se para—. Vengan a ver de qué
estoy hablando.
El amanecer aparece rápidamente sobre las olas, pero aún hay suficiente
oscuridad para ver con claridad la luminosidad de enfrente. Cuanto más se acercan al
fuego, más ansioso se pone Toraf. Cuando ve a la desconocida acurrucada en la arena,
más allá de las llamas, sus ojos casi se le salen de las cuencas. —¿Vas a emparejar con
una humana?
Galen rueda los ojos. —Por el tridente de Tritón, ¿Cerrarán sus bocazas? No-
vamos-a-emparejar. La salvé de ahogarse, aliento de calamar. Me quedé con ella la 17
noche anterior para asegurarme que vivía. —Bueno, mayormente.
Galen resopla. —¿En serio? Tal vez podrías decirme qué comen, ya que has
decidido que vivirá.
Toraf asiente, poniéndose todo serio. —Los humanos comen arena, es por eso
que pasan tanto tiempo en tierra.
Antes que Galen pueda responder, un haz de luz se refleja en los ojos de Toraf.
—¿Quién está allí? —llama una voz desde atrás. La humana desconocida ha
encendido un palo con el fuego y está acortando la distancia entre ellos. Galen está
sorprendido que finalmente tenga la fuerza para pararse. Tal vez sí vivirá después de
todo. —¿Eres tú...? Uh, supongo que en realidad no conozco tu nombre, —pregunta—
. ¿Niñito?
—Oh, allí estás —dice—. ¿Encontraste algo comestible? Daría mi dedo gordo
por una pizza y mi pie entero por una botella de agua.
Galen no está seguro de lo que sea una pizza, pero el hecho de que esté
preguntando por comida lo hace sentir culpable. Aun así, la parte del agua lo tiene
preocupado. —Aún no, —responde y siente como su rostro se contorsiona por la
mentira—. Pero si necesitas agua, está justo allí. —Cabecea hacia las olas en lo que
espera no sea una forma condescendiente.
Galen parpadea. Le parece que ella y los otros humanos no se llevan bien.
Ella le guiña el ojo. Su comportamiento se está haciendo más extraño con cada
bocanada de aire que toma. —¿Quién sabía que los ángeles guardianes tenían colas en
lugar de alas?
Se ha vuelto loca, excepto por la parte de las colas. Había estado esperando poder
convencerla de que había alucinado esa parte, pero ella sabe lo que vio. Antes que
pueda protestar, ella levanta la mano. —No, no, no te preocupes por eso. No sé quién
eres, o qué eres, y no me importa, ni un poco. No le diré ni a un alma sobre ti. Lo juro.
peligro que representa, la amenaza que plantea, ahí parada diciendo que sabe su
secreto, que recuerda todo.
Toraf lo golpea en el hombro. —¡Idiota! Has dejado que esa sucia humana
secuestre a Rayna. Haz algo.
—Vamos —Galen dice entre dientes apretados—. Ve a sentarte con ellas. Voy a
encontrarle a la huma... eh, a Rachel algo para comer. No dejes que se alejen del
fuego.
—No me digas.
***
—Nunca antes había probado cangrejo cocido —dice Rayna y arroja el último
caparazón de cangrejo en la sustancial pila de restos que han creado en el transcurso de
su comida. Las gaviotas graznan su interés en un volumen muy alto.
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—¿Y por qué lo habrías probado? —pregunta Galen—. El cangrejo vivo sabe
mejor. —Sus nervios están a punto de rebelarse. Rayna no ha parado de hablar, Toraf
no ha parado de fulminarlo con la mirada y Rachel no ha parado de evaluarlo con ojos
entrenados. Es la comida más larga que ha tenido en su vida, y está listo para que
termine.
Rayna le dirige a Rachel una mirada de disculpa. —Galen puede ser denso a
veces, no aprecia lo sofisticados que son los humanos.
Rachel atrae sus rodillas hasta la barbilla y estruja los dedos de los pies en la
arena. —Ya veo —mira fijamente el fuego decreciente, al sol de media mañana su
cuerpo emite una pequeña sombra a su lado. Incluso la sombra tiene cabello 20
ingobernable—. Esperaba que pudiéramos llegar a conocernos mejor, todos nosotros.
Las amistades empiezan basadas en mucho menos que...
—No —se pasa una mano por el cabello—. No, pero quedarme en tierra así,
encender un fuego... no es lo que hacemos.
—¿Exactamente qué hacen? —Le echa un vistazo a su collar para dar énfasis.
Galen lo aprieta. Luce mal, lo sabe. Traer puesto un collar humano y proclamar
que no pasa tiempo en tierra, pero es la verdad. Frunce el ceño. —No lo robe, si eso es
lo que quieres decir.
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Rachel se para inmediatamente. Tan rápido que Toraf pone un brazo protector
alrededor de Rayna, lo que le gana un codazo en las costillas. —Siento andarme con
rodeos —dice Rachel—. Sólo estoy... intentando entenderte, eso es todo —Se pasa el
embrollo de cabello a un lado—. Y no tenía la intención de meterme en tus asuntos,
cien por cien que no; pero si tengo que adivinar, siendo quien... o lo que... eres, diría
que encontraste ese collar en algún lugar del océano. ¿Tal vez un naufragio? —Cuando
la boca de Galen se abre de golpe, sonríe—. Y si ese es el caso, entonces podría valer
muchísimo dinero.
—Para los humanos es muy bueno —dice Rachel—. El dinero es el poder aquí
en la tierra.
Galen cruza los brazos. —No necesitamos poder humano, como dije, no
pasamos mucho tiempo en tierra.
—¿Por qué no pasan mucho tiempo en tierra? ¿No les importa lo que los
humanos estén haciendo? Porque créeme, a ellos les importará mucho si averiguan
sobre ustedes —Agita la mano restándole importancia cuando él da un paso atrás—.
Oh bomboncito, eso es algo que tendrás que aprender de mí, soy una experta en
guardar secretos.
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Galen siente que el corazón le late en la garganta. Necesita que Rayna y Toraf
entren al agua ahora. Rachel parece percibir su inquietud. —Galen —dice con
suavidad—, tú salvaste mi vida, ¿por qué te pondría en peligro? —Vuelve a sentarse
como para parecer menos imponente. ¿Cómo, en principio, una humana tan pequeña
podría parecer tan imponente? es algo que rebasa a Galen. —Creo que podría
ayudarte, sabes. Rayna me contó sobre sus leyes, que el contacto con humanos está
estrictamente prohibido.
Rayna se muerde el labio, pero Galen sabe que sólo finge vergüenza. No hay
vergüenza auténtica en las venas de Rayna, nunca la ha habido. —Lo comprendo
totalmente —continúa Rachel—. La ley los protege, y creo que es buena idea para la
mayoría de tu especie respaldarse con ella.
—¿El doctor Milligan? —dice Rachel. Galen observa que se está aprendiendo el
nombre. No le gusta—. Bueno, no sé nada sobre el doctor Milligan, por supuesto.
Asumo que es otro humano que sabe sobre ustedes, ¿Cuántos de nosotros hay?
Ella asiente. —Bien, mira, estoy segura que el doctor Milligan tiene buenas
intenciones y todo, y estoy segura que sí los ayuda a vigilar el mundo humano, pero
vigilar es sólo la mitad de la batalla, bomboncito.
—Lo que quiero decir es, digamos que el doctor Milligan se topa con algunos
humanos que averiguaron sobre ustedes, ¿qué haría él al respecto?
—Me diría —De hecho, algunos humanos sí saben sobre ellos, así es como
conoció al doctor Milligan en primer lugar, buceaba con algunos amigos humanos, que
luego habían visto y capturado a Galen. El doctor Milligan lo salvó, lo protegió de los
humanos, pero esa no es una historia que Rachel necesite saber. 23
—¿Y tú qué harías al respecto?
Galen se cruza de brazos. —Le diría a mi hermano, va a ser rey algún día. Él
sabría qué hacer.
—Realmente lo dudo, bomboncito. Estoy segura que algún día será un gran rey,
pero si no sabe mucho sobre los humanos, no será capaz de proteger a su especie
contra ellos.
—El dinero no, pero sí el poder que compra el dinero. Yo podría hacer contacto
con esos humanos que hayan averiguado sobre ustedes, podría descubrir cosas sobre
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ellos, investigar dónde viven, quiénes son sus familias. Podría sobornarlos para que
mantengan la boca cerrada. ¿Sabes lo que es un soborno?
Rachel sonríe. —Seguro que sí, pero soy una buena mentirosa y sólo hago
tratos con gente que no hace muchas preguntas.
—Si eres una buena mentirosa, ¿por qué deberíamos confiar en ti? —pregunta
Toraf. Galen no está seguro si desea aplaudir a su amigo o golpearlo en la boca.
Habría agradecido su ayuda al principio de la conversación, pero ahora que el asunto
está prácticamente acordado, no logra imaginar por qué Toraf querría incitar
problemas al hacer más acusaciones.
—Una vez que me deshaga de lo que queda de mi antigua vida y todo, puedo
estar operativa en dos semanas, sin problema.
***
Galen baja la red de algas marinas lo suficiente para ponerse el bañador que
escondió debajo de una roca tras la nueva casa de Rachel; ella le compró varios, pero
le gusta la forma en que estos le ajustan mejor que el resto. Y si es honesto, también le
gusta el brillante color rojo. Vuelve a agarrar la red llena de tesoros humanos y avanza
sobre la costa. Un cálido brillo de luz que proviene de las ventanas ilumina su camino
por la playa. El sabroso olor de pescado asado danza en su nariz y hace que su
estómago proteste de hambre.
Galen sonríe para sí mismo. Ha pasado una temporada entera desde que los
humanos arrojaron a Rachel por la borda. Ella dice que los humanos tienen un dicho:
"La basura de un hombre es el tesoro de otro". Cuando ella le dijo eso, se refería a
algunas latas que tenía la intención de reciclar—lo que sea que signifique eso—pero
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Galen siempre ha aplicado ese dicho a la misma Rachel. Lo que los humanos tiraron
resultó ser un tesoro invaluable para él.
Estará complacida con mi botín, piensa conforme sube los escalones del pórtico
trasero, mientras las reliquias humanas tintinean una contra otra en la red que cuelga
sobre su hombro. Especialmente cuando vea el cofre lleno de monedas de oro que tuve que dejar
en aguas superficiales. Hará un segundo viaje a la playa una vez que haya dejado su red
llena de valores.
Se lava en el fregadero las manos llenas de limón. —Sí, los trajo esta mañana.
Ooh, ¿qué me trajiste?
—¿Incluyendo esto? —Toraf dice desde la puerta trasera. Gruñe cuando intenta
maniobrar el cofre de monedas sin chocar con ningún mueble. Algunas monedas; y
agua marina; caen al suelo de la cocina. Los ojos de Rachel se abren como platos, lo
que normalmente es una buena señal.
flota española de la que me hablaste, rastreé toda la ruta que discutimos y me topé con
un naufragio que podría ser ese. También hay un montón de otras cosas allí, pero
primero quería saber si esto reportaría ganancias.
Rachel se pone la mano sobre el corazón. —Esto podría ser algo grande,
inmenso. Te lo digo, es algo grande, sea o no la flota española. De verdad vas a ser el
no-humano más rico del planeta.
Galen se sienta en una silla de la cocina y Toraf se le une. —¿No dijiste que
tenías una sorpresa para Galen? —dice Toraf.
—Me estás haciendo esperar a propósito, —dice Galen y cruza los brazos.
—Tengo que admitir —dice Toraf— que se siente como tortura y ni siquiera es
mi sorpresa.
Él se las regresa. —No quiero un coche. —Sabe que suena como un alevín
lanzando un golpe. Rachel se lo toma con calma, como se lo toma todo.
—Sé que es un gran paso, bomboncito, pero creo que necesitas aprender a
conducir. Creo que necesitas pasar algo de tiempo en el mundo humano.
Ella asiente, atenta. —Es cierto, nos tienes. Y si fuera por mí, no cambiaría
nada, pero nosotros somos diferentes a ti, bomboncito. Los humanos morimos, y por
como hablan ustedes, nosotros morimos mucho antes que los Syrena.
—Por supuesto que no —dice ella desdeñosa—. Una dama nunca es vieja, pero
un día seré... veterana, un día moriré y todo nuestro trabajo duro por proteger a tu
especie se lo llevará el viento.
Grom sabe más de lo que ella le da crédito, piensa; mucho más. La prometida de
Grom, Nalia, murió hace mucho tiempo en una mina humana acuática. Galen no
necesitaba investigar en ninguna computadora para saber de qué eran capaces los
humanos. Puede verlo a diario en el rostro de su hermano, pero no es una historia que 30
esté listo para contarle a Rachel. Aún no.
Extiende la mano para aceptar las llaves. Ella se las pone en la palma, con
gentileza. —No tiene que ser ahora mismo, dale algo de tiempo. Piensa en ello, eso es
todo lo que pido.
—Tengo algo más para ti. —Ella rebusca en el bolsillo trasero de sus vaqueros y
saca una tarjetita. Se parece a la que ella guarda en su bolso.
Excepto que esta tarjeta tiene una foto de su rostro, y su nombre. —¿Qué es
esto?
—Es una licencia de conducir, no puedes conducir un auto sin una licencia.
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—Mm, no, los humanos tienen que quemarse las pestañas para conseguir una
licencia de conducir.
La idea suena absurda e irrazonable, quemarse las pestañas y eso, pero Galen
ya ha decidido que los humanos son demasiado complicados de entender. —¿Qué es
esa palabra junto a mi nombre? F-O-R-Z-A. —Rachel le enseñó a utilizar el alfabeto
humano para formar algunas palabras humanas, pero esta no es una que reconozca.
—Bueno, los humanos tienen dos nombres. Los del doctor Milligan son Jerry y
Milligan, ¿recuerdas? Los míos son Rachel y Cullotta. Bueno, al menos es el nombre
que uso; cuando has estado casada un par de veces como yo, heredas toda clase de
nombres. Aquí dice que tu apellido es Forza, Forza significa "fuerza" en italiano.
Rachel le guiña el ojo. —También puedo hacerte una a ti. —Pero Toraf se pone
considerablemente pálido ante la sugerencia.
Galen decide salvarlo. —Parece que ambos necesitamos algo de tiempo para
ajustarnos a la idea de tener una identidad humana. —No le gusta como suena, como
si de alguna forma se hubiera vuelto parte humano. En cierta forma le hace sentir
como que está traicionando su herencia.
Tener una identidad humana, conducir un coche humano... No está seguro que
esté listo para eso. Por supuesto, Rachel probablemente tiene razón—siempre la
tiene— pero no significa que tiene que decidirlo ahora mismo. No significa que por
Grom no pueda llevar a cabo la idea, sin importar lo que Rachel piense. Después de
todo, hay una fina línea entre vigilar a los humanos y fingir ser uno. Tal vez algún día
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habrá una razón lo suficientemente urgente para fingir ser humano, pero hoy no es el
día.
Le tiende a Rachel tanto las llaves como la licencia. —Guárdalos aquí, hasta
que esté listo.
Rachel suspira. —Ok, bomboncito. ¿Alguna idea de cuánto tiempo será eso?
►◄
32
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Agradecimientos
Traductora
o Azhreik
Diseño
o Pamee
Si quieres saber más sobre los Syrena, visita el foro de Dark Guardians
para seguir su historia.
33
1 – Of Poseidon
Próximamente 2 – Of Triton