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- Museologia y museografia 008276 NM 2. Memoria, interpretacién y relato. Pasado y evolucién del museo 1a historia y la evolucién del museo estén inti- ‘mamente ligadas a la propia historia humana. Es- pecialmente, a la necesidad que el hombre de to- os los tiempos, culturas y lugares ha sentido de coleccionar los mas diversos objetos y de preser- varlos para el futuro. Esta constante ha produci- do después de miles de afios de gestacién el naci- ‘miento del museo, que explic sectores importantes de esa evoluicién humana en miltiples facetas de su desarrollo sociocultural, técnico y cientifico Una institucién que completa el proceso histér co general de la humanidad, proveyéndola de otros elementos diferentes alos expresados por la historia escrita. Los objetos coleccionados y conservados en Jos museos son elementos fundamentales para el conocimiento de aquellos periodos a los que per- tenecen, pero también necesarios para el desa~ rrollo sociocultural del mundo moderno. Con las bibliotecas y los archivos, los museos son los depositarios de la mayor parte de los testimo- nos més preciados de la creacidn humana a tra~ vés de los siglos, como se reconoce unénime- mente.! Fl museo, en cuanto institucién pablica ac- cesible a toda clase de visitantes, es una realidad ‘0 fenémeno reciente. No asi sus origenes etimo- logicos y las primeras formulaciones patrimonia- Jes y socioculturales, como hemos visto. Hasta fi- rales del siglo xvm, la cultura y el arte no eran ‘mis que un adomo en la vida de los prvilegiados, bien como elementos de exaltaci6n religiosa, bien como cutiosidad superior reservada a los poten- tados y la nobleza. Iglesias y palacios guardaban celosamente la casi totalidad del patrimonio his- t6rico-artistico que la humanidad habia produci- do hasta entonces. En consecuencia, el museo tal y como hoy lo conocemos es un invento nacido curiosamente bajo el entusiasmo y la visiGn de las élites Hustra- das del siglo xvm, Pero {ue convertido en institu- cién piiblica y disefiado como un instrumento moderno de culturizacién por diversos factores determinantes del espiritu enciclopedista det siglo de las luces y, sobre todo, por decisién e imposi- cién de la Revolucién Francesa. Bajo el titulo genérico de El testimonio histéri- codel museo, intentaremos sintetizar su origen y de- sarrollo desde una doble perspectiva: desde la clé- sica concepcién de su «evolucién histérico- objetivay -lo que incluye incluso un desarrollo conceptual a través de los diversos términos em- pleados en su denominacién- y desde «la evolt- ‘én cultural de la humanidad», que implica con sideraciones de carécter més sincrénico y enfoques fundamentalmente emolégicos. 1. El tiempo que pasa, el tiempo que perdura y el Gran Tiempo Afirma Germain Bazin, en su clésico sobre el ori- igen histérico objetivo de la institucién museisti- a Bl tiempo de los museos? que «describir el tiem- po de los museos es tanto como narrar la historia del concepto “museo”, aiiadiéndole, ademés, la historia del concepto “tiempo”. Sobre ese punto, nuestra época ha acumulado los estudios metafi- sicos, psicolégicos, psicoanaliticos, sociol6gicos, etnolégicos y cientificos; salvo los tiltimos, que atafien a otro aspecto del problema, todos con- ducen més 0 menos a la presencia en la concien- ‘Ga humana de dos nociones del tiempo: la del tiempo que pasa y la del tiempo que perdura. Las ivilizaciones arcaicas que rechazan la historia s6lo conocen la segunda, la que los etnélogos han Tamado “el Gran Tiempo”, al que se refieren los. ‘primitivos, los cuales, mediante el ritual y el mito, Tlegan a anular el tiempo que pasa; la existencia esté entonces tan fntimamente integrada al gru- po que es un antecedente natural que no se dis- tingue en nada de la continuidad del universo. ‘Todo hombre puede redescubrir en sf mismo la huella de ese “Gran Tiempo, intentando apre- ender de nuevo los recursos de su infancia, en la que el juego tenia el mismo papel que el mito para los primitivos, cuando crecia al abrigo de toda sensacién de transcurso del tiempo. El paso del tiempo se agravé cuando la hu- manidad tomé conciencia de un destino propio ‘un destino profano- aceptandose como respon sable de las resgestae, cuando el individuo, des prendido del grupo, se concibié como causa y 20 como efecto [..]- Erigido en absoluto, el pasado se convierte también en refugio; es entonces cuan- do los hombres sienten transcurrir una iviliza~ cidn y se interesan por su historia, y la fuerza de las ideas no se les revela més que cuando su rei- no va a terminar. Hegel decia que el pajaro de Mi- nerva sélo aparecia en el creptisculo, El helenismo cobra conciencia de sf mismo mientras hace his- toria, se busca y se analiza, se consultan los archi- vos, se recopilan los documentos, se acumulan los ‘esctitos en bibliotecas colosales que compiten mu- tuamente, como Jas de Alejandria y Pérgamo, y, en fin, se retinen en los museos los testimonios artis- ticos de ese clasicismo, juzgado inimitable, e in- luso existe un interés por los balbuceos que le han precedido. El hombre se consuela de su pre~ sente por lo que fue su pasado»? Sabemos que el tiempo no perdona lo que se ha hecho sin contar con él. Los pueblos y cviliza~ ‘Gones, las comunidades 0 cualquier grupo étnico cultural, que tienen clara concfencia de que el pa- trimonio conservado por el museo ¢s mucho mas que una inestimable herencia del pasado 0 una excelente representacién escenografica, son capa- ces de comprender no sélo la raz6n del ser del tiempo pasado como exponente y testigo de la produccién de una época o explicativo de sectores importantes del desarrollo de la humanidad, sino también de interpretar la inexorable accién del tiempo que pasa, y por qué el «Gran Tiempo» pue- de y debe ser un ingrediente importante a la hora de potenciar Ja memoria colectiva. Sin el tiempo, sin su inmarcesible acci6n, no puede haber ni pa- sado ni memoria ni patrimonto. Por tanto, tampoco interpretaci6n ni relato. Conocer, interpretar y re~ Tatar el pasado en el presente es sin duda la forma de mayor garantia para asegurar el permanente porvenir del pasado, Y en esta beneficiosa accién los museos han ejercido y ejercen un importante pprotagonismo: el de su testimonio hist6rico en la evolucién cultural de la humanidad. 2. El testimonio histérico del museo. Origen y evolucién histérico- objetiva del museo Los origenes del museo enraizados en la propia ci: vilizacion griega avalan, reiteramos, desde la e ‘mologia misma y el contexto cultural, la génesis y el desarrollo de una institucién que fundamen ta sus principios y testimonia con su realidad la propia evolucién cultural de la humanidad. ¥ aun- que, como veremos, antes de la época elésica grie~ ga coleccionar objetos preocupaba a otros mu- tchos pueblos y culturas, ha sido Grecia -sobre todo a partir del Helenismo- la civilizacién que convirtié casi en obsesi6n sagrada su afén de reu~ ni y conservar en los templos y otros edificios variados productos de la creacién humana, espe- ialmente objetos artisticos y otros de valor y sig~ nificacién diversa, La creaci6n artistica se consti- ‘tuy6 para ellos en elemento esencialintegramte del conocimiento y la préctica en las diversas disci- plinas. ¥, en todo caso, fue Grecia la que puso las bases incuestionables para la invencién, consoli- dacién y exportacién europea del museo casi vein- titrés siglos después. _a Casi todos los es{uerzos precedentes encami- nados a evidenciar la historia cultural bumana a través del museo se congregaron a finales de la dé- tada de los sesenta, insistimos, en el trabajo de investigacin hist6rica realizado por Germain Ba- zin en Le temps des musées"(El tiempo de los muuseos) Gitado, Se convirtié en el «estudio» imprescindi- ble y por antonomasia desde ese planteamiento historico-objerivo de los origenes y la evolucién del museo. Elenfoque desde la «evolucién cultural de la jhumanidad» se lo debemos, especialmente, a Hu- gues de Varine-Bohan. Sus publicaciones, mani- festaciones y trabajos sobre la institucién museis- tica han impulsado posteriores estudios en esta direccién por parte de numerosos defensores de Jas nuevas tendencias de la investigacién museo- 1égica. En cualquier caso, ambos planteamientos re- sultan positivamente complementarios para des- ‘velar lasignificaci6n y relevancia del museo como testigo especialmente cualificado para explicar el desarrollo de la historia humana. ¥ no excluyen ‘cualquier otra posicién de andlisis ritico —hist6- rico, téenico-muscol6gico, y hasta psico/socio/lin- gilfstico- sobre los origenes y evoluci6n del mu- 5e0 y sobre otros aspectos de su valoracién como testimonio de ese proceso cultural humano, 'No slo los hechos, sino también los térmi- ‘nos empleados para designar en el tiempo y en el espacio la institucién museistica (precursores, si mailares y anélogos incluidos) muestran aspectos determinantes en la configuracién real del mu- seo y ena fijacion (y evolucién) de su concepto. Su definicidn etimol6gica y de contenidos ad- quiere asi, a la luz de la consideracién hist6rica, su sentido més completo. Los orfgenes griegos del museo estan relacio- rnados con la esencia misma de la cultura clésica, como queda apuntado. Por ello también con al- gunas de sus figuras relevantes, no sélo con el substrato mitol6gico y sociol6gico.. Pierre-Maxime Schubl comenta la intencién de Platén de que, con objeto de «facilitar Ja con- ‘emplacin de las obras maestras provenientes de la inspiracién de las Musas (.), prevé, junto alos templos, instalaciones provistas de un personal atento para recibir alos turistas que hacen una pe- regrinacién artistica».* Desde aquellos antiguos mouseion griegos has- ta los museos de nuestro tiempo, parte de la his- toria de la humanidad ha quedado salvaguarda- da y resumida por estas instituciones. El afén de coleccionismo y la acumnulacién de objetos de va~ lor realizados en las distintas etapas histéricas y en las diferentes civilizaciones han estado ligados desde el principio de los tiempos a factores muy diversos, Entre ellos, los de la propia subsistencia del hombre, la curiosidad y la admiractén (cuan- do no la sorpresa) por lo raro, lo bello o lo miste rioso. Lo mistérico y lo religioso ~especialmente esto tiltimo— ha presidido el mayor porcentaje de los objetos coleccionados y conservados por el hombre como creaciones representativas 0 esen~ ales de una civilizacién, cultura o periodo de- terminado que habia que transmitir a la poste- ridad. ‘Aunque el hébito del coleccionismo, que seré transcurriendo los siglos causa e ingrediente in- dispensable para la creacién del museo, se re~ monta como hemos indicado a épocas y situacio res muy anteriores y distintas de la griega -a la prehistoria inclusive, como ha apuntado André Leroi-Gourhan? y nos lo han recordado, entre otros, Georges Henri Riviére® y Germain Bazin=7 el determinante en el origen histérico-objetivo de la institucién es el que parte de Grecia. ‘Muchos de los términos empleados por la ci- vilizacion helénica contintian siendo validos hoy ‘en dfa para expresar las diferentes tipologias 0 es- ‘pecialidades del museo. ¥ sobre todo, algunas con- servan esericialmente su significacion originaria. ‘Consolidados estos términos por Roma, que los re~ ‘dbi6 del Helenismo, ademds de museo (en su ma- tizacién actual), entre los més significativos debe- ‘mos citar los de pinacoteca, dactiloteca, gliproteca y tesoros. En el siglo v a.C., los Propileos de la Actépo- lis de Atenas, construidos por Pericles ~y de cuyos pormenores nos da cuenta Plutarco-,* estaban Tesoro de los Atenienses en Delos dotados de una pinakorhéke en una de sus alas, como describe Pausanias.” ‘La descripcién de Pausanias (c. 120-128 4.C.) de esta pinacoteca ateniense inciuye, como po~ demos constatar, obras de Polignoto y de otros artistas. Pero, a la ver, en esta referencia ala Act6- polis de Atenas, el escritor se detiene Iuego en Protaciones de cuantas riquezas arquitecténicas y escultoricas encuentra a su paso, salpicadas de Consideraciones historicas, mitol6gicas y arqui- tecténicas interesantes. ‘Com las dos instituciones de la antigitedad cla sica griega citadas, el mouseion y la pinakothéke, se fespecificaron ya desde tan lejanos tiempos dos Vertientes complementarias que hoy confluyen ‘en la concepcién del museo actual. ‘hn el mouseion, haciendo honor a su origen eximolégico, los griegos intentaron recoger los co- ‘hocimientos y el desarrollo de la humanidad. En la pinakothéke, guardaban no sélo las pinvuras, las ‘obras de arte antiguo, las tablas... sino también los cestandartes, los trofeos y cuantos objetos y C50 ros podrian identificar o cualificar la realidad pa- trimonial y cultural de la poli. 1a pinakothéke representa, por tanto, desde el punto de vista del origen historico, wna institu- tin mas cercana a la concepcién de nuestro mu- Seo tradicional. El mouseion, en especial a partir del enfoque alejandrino, se presenta como el pre: Cedente mas claro de algunos planteamientos que Jos centros pluridisciplinales de nuestros dias in- tentaban establecer y practicar ~con un sentido integral~ en el Ambito de la cultura y las artes ac~ tuales. ‘Términos como gliptoteca (coleccién o mu- ‘seo de piezas de gliptica; en sentido amplio, mu- Seo de esculturas) 0 dactiloteca, entre otros tér- jninos de procedencia griega, fueron transmitidos por los romanos ~por ejemplo, dactiloteca apare~ be ya en Plinio-, y utilizados en el renacimiento (dactiloteca pas6 a designar colecciones de cama feos) y se potenciaron en el periodo neoclésico ‘con ¢] nacimiento del museo moderno. El término y el concepto tesoro (thesauris), POF su parte, nos ha Ilegado con una precisién y rigu~ Toso sentido clasico griego, confirmando que no solo fueron el mouseion y la pinakothéke las institu- Giones que, desde un dngulo objetivo, determina- Fon el nacimiento hist6rico de los museos. Porque, ‘aunque en tigor puedan reducirse todos al prime fo de los citados, los tesoros acumulados estén en Ip rafz nutricia de aquéllos. ¥ si antes nos hemos re~ ferido a Ja influencia religiosa en la labor de acu mulacién y salvaguarda de los bienes histéricos y ulturales -a lo largo de la historia este influjo es Constante y determinante-, el ejemplo griego de Tos resoros de los templos fundamenta por si solo el origen hist6rico objetivo de los museos. 3. Precedentes y precursore: de los museos en la antigi edad, _antes de Grecia clasica y Roma_ Elnacimiento y desarrollo de los museos, su au- téntica historia, estan en todo caso inexorable- mente unidos a la del hombre en su trayectoria sO- ciocultural. ¥ el hombre, como nos recuerda el pensamiento moderno, practica igualmente la es- peranza y esa otra wesperanza ala inversa» que es Ja nostalgia. De ella, y de un-espiritu religioso in- negable, estén tefiidos tanto los orfgenes como la evolucidn de los museos, y acaso desde el paleo- Iitico a nuestros dias. Antes de inventarse el mu- seo, el museo ya existia, no s6lo como vocacién intencional de todos los pueblos y culturas en to- das las épocas, sino como una realidad patente e incluso desarrollada intensamente en muchos de ellos, aunque fuera de modo muy diferente a ‘como terminé por configurarse en Grecia clésica y Roma. 3.1, Bl cercano Oriente En las antiguas civilizaciones, la actividad colec- ionista fue debida sobre todo a la preocupacién por la vida del més allé. De este modo, los egip- cios llegaron a formar enormes depésitos de ob- jetos preciosos, que son verdaderos museos fu- nerarios, como advierte Bazin. ‘Hace més de medio siglo nos explicé Andrés Ovejero!® que los precedentes de los actuales mu- seos se encuentran en el Antiguo Oriente, donde en el afio 1176 a. C, los elanitas, después de ha- ber saqueado toda la regién de Babilonia, reu- nieron la totalidad de este botin de guerra y lo ‘expusieron en el templo de la ciudad de Inxuxi- nak. Algo més tarde, en el siglo xa. C., se formaria otro museo de trofeos bélicos en la gran puerta oc- cidental de la ciudad de Assur. ‘También en el palacio de Nabucodonosor se cexpuso una gran coleccién de piezas de guerra destinadas «a que las contemplaran todos los pue- los», que recibié la denominacién de Bit Tavrét ‘Nirim (gabinete de maravillas de la humanidad). Este intento de Nabucodonosor puede ser califi- cado ya-en cierto modo y salvando las distancias ‘cronol6gicas~ como museo, puesto que no se tra~ ta de una recoleccién de objetos expuestos para el deleite de un mimero reducido de personas, lo que constituye la caracteristica propia de las co- lecciones, sino que, como indica el propio apela- tivo que en aquella época se le asigné a la exhi- bicién, ésta llevaba implicito el deseo de ser con- templada a nivel populai Para Geodffrey D. Lewis, el desarrollo hacia la {dea del museo sucede a buen seguro alrededor del segundo milenio a.C. en Larsa, Mesopotamia, donde se realizaban copias de las viejas inscrip- ciones para su uso en las escuelas. Pero la idea incluye también la interpretacién del material ori- ginal. Los eriterios han sido fijados por sir Leo- nard Woodley en los descubrimientos de los ni- veles de la ciudad de Ur en Babilonia, en el siglo via. C, Sus hallazgos indican que los reyes Nabu- codonosor y Nabnides coleccionaron antigiie~ dades en su dias. Inclusive, en una sala cercana a un no desenterrado templo-escuela se ha encon- trado no sélo una colecci6n de antigtiedades sino también una tabla deseribiendo inscripciones del siglo xxi a. C, Woodley ha interpretado la tableta como el rétulo de un museo. Este descubrimien- to parece sugerir que Ennigal-di-Nanna, hija de Nabénides y sacerdotisa que dirigia la escuela, tuvo un pequeiio museo didéctico allt.” 3.2 Analogias en el lejano Oriente Sis cierto que el museo ¢s un fenémeno tipica- ‘mente europeo, también lo es ef hecho de que ‘estas instituciones han desbordado sus propios I mites originarios y se han convertido en impres- Cindibles indicadores del desarrollo de importan- tes sectores de la historia cultural dela humanidad, de aquellas culturas incluso que en principio apa~ recen profundamente diferenciadas de la euro- pea (0 europeas), como la japonesa o la china; 0 las africanas, sudamericanas y ocenicas. En el caso de estos tres tltimos grupos de culturas, el re- sultado museol6gico-museografico es fruto del colonialismo europeo. El culto al pasado y a los personajes famosos también condujo en paises del Oriente a la for- macién de colecciones de objetos. Sabemos que pinturas y caligraffas adornaban los palacios im- periales de China en el siglo wo mtd. C. Mas tar Fe em el siglo vn d. C., se construyé en Nara, Ja- pon, el Todaii, templo residencia del Gran Buda {Daibutsu), una colosal estatua sedente de bron Ce. Los tesoros del templo podian ser contempla- ddos en el depésito de Shds6-in, en Nara. En este sentido, también algunas comunida- des islémicas formaron colecciones de reliquias Gn las tumbas de sus recientes médrtires. La idea de vvnaf formulada por el propio Mahoma, segiin Ia ual la propiedad era entregada para bien pitbi- Co y pata fines relighosos, también contribuyé ale formacién de colecciones. En concreto, por lo que se refiere a Japén y China, cuyos criterios mas primigenios sobre la Conservacién de la obra de arte, del colecciontsmo incluso de la propia concepcién de arte han di- ferido notablemente de la idea europea, han ter- rninailo por asimilar la propuesta museol6gica del Viejo continente. Y aunque parezca extraflo, no Solo por una evidente asuncién de influjos colo~ nialistas, sino por haber llegado a coincidir—pese los largos perfodos y etapas de sus longevas cul- furas_en su evolucién con un tipo de desarrollo andlogo al europeo.”” 4, El testimonio de la memos * Colectiva. El «porventr del pasadon EI fendmeno del coleccionismo ha sido en todas Tn calturas el germen de los museos, trascendien- Ho un origen puramente curopeo, para ser uni Versal-¥ ello, porque el museo es, entre otras mu- Thas cosas, el certificado de antigiiedad de los paises algo asi como el acta notarial que testifica Texistencia del inconsciente colectivo de un pue~ lo a lo largo de su historia, «Todo lo que real- cnente conacemos sobre nosotros mismos y $o- pre nuestro mundo proviene del pasado. ¥ todo Toque comocemos verdaderamente del pasado es quella parte que ha sobrevivido bajo la forma de Sbjetos materiales. Solamente una pequea frac- Gian de nuestra historia esté consignada en Ja lie eratura, y la literatura esté sujeta a los errores —=—— | de interpretacién humanos. Sélo los especimenes materiales de la historia natural y humana son indispensables, ya que son la materia prima de la historia, os hechos innegables, la verdad sobre el pasado, La conservaciOn es el medio a través del Buel preservamos. Es un acto de fe en el futuro. a principal tarea de un museo es preservar aque ios objetos del pasado que estén a su cargo para las generaciones presentes y futuras.»” Estas razones de la «memoria colectivan y «¢l porvenir del pasado» son las que impulsan. por Gjemplo, desde hace més de una década a un pais Ge culturas milenarias como China a intentar re- onstituir por completo sus riquezas artisticas:* Sirin, a acoger de nuevo hace algunos afios en Te- herdn el tesoro de Dario como primera medida e identificacién con su grandioso pasado. sta es también la razén por la que Hungria reabid en 1977 de manos del entonces secretario de estado norteamericano Cyrus Vance, 1a cor0- tna de oro de San Esteban, preciado tesoro que en ‘lsigho we donara el papa al pueblo hingaro. Un fesoro que, desde tiempos Iejanos, ha constituido {1 simbolo por excelencia del pueblo magiat. ¥ {que es el exponente més claro del poder aghuti- Mlante que la obra artistica ejerce sobre el entor- fo natural humano que la ha posiblitado. Cada pats, cada pueblo se identifica con su pasado por rmerlio de las creaciones del patrimonio hist6rico antistico que el museo Tecoge, estudia y expone para su conttemplacién por el pablico. (Lo com= probaremos mejor en las paginas que siguen.) 5. Museos vienen de Musas. Grecia clasica, Perfodo helentstico _ La Grecia clasica ha dado al mundo del coleccio- rnismo y los museos no sélo el origen etimol6gt- ‘fo y la significacion més primigenia del patrimo” into histérico artistico, ademas de los fundamentos ‘y muchas de las mejores realizaciones de la civi= Tizacién occidental. Su calidad y proteica capac dad creadora ha consagrado ¢ impulsado también hacia el futuro un fendmeno comin a muchas ouras dvilizaciones, como hemos visto, pero que {partir de su tratamiento y concepeién termina- Hi con el corter de los siglos siendo médulo ejem- plar de cardcter universal. En este sentido, cuando hacemos referencia a Grecia no podemos evitar ser reiterativos. Son rnuuchos 10s hechos y los conceptos generados que nos obligan a ello, especialmente los provenien- tes del pensamiento y el arte. ‘A diferencia de las culturas y civilizaciones ‘mesopotémicas (como la asiria 0 la babilénica), y de otras predecesoras suyas en el Egeo (la micé- nica y la cretense), Ia griega trataré de evitar la norma del orden autocratico, y ello permitiré in- ‘dluso una concepcién més democratica del colec- cionismo de obras de arte y de otras integrantes de sus tesoros. Sabemos por sus historiadores —Herodoto, en- tre ellos- que en la mayoria de los peristilos de los templos famosos (Atenas, Olimpia, Delfos, Ffeso, Samos...) los griegos ofrecian a la admiracién pi blica las reliquias artisticas del pasado. Algunos, ‘como el santuario de Juno en Samos 0 el tesoro de los Atenienses en Delfos alcanzaron un re- nombre y atraccién comparables alo que, en otro sentido, ejercia la pinacoteca de los Propileos. “Aquellos templos se convirtieron, en todo caso, en lugar de peregrinacion y visita de turistas,"? y la pinacoteca de los Propileos atenienses en un +€s- {ablecimiento cultural» de primer orden. Con in- dependencia de lo que nos ha transmitido Pau- sanias, en tiempo de Pericles el arte poseia en Grecia un gran sentido social y formaba parte de Ja vida cotidiana, hasta tal punto que los artistas incluidos en la pinacoteca "los més reconocidos en- tonces- prestaban gran atencin a los juicios que el pueblo emitia sobre sus composiciones, que lle- gaban a influir en su estilo. ‘Los tesoros implicaban otros aspectos. Y nadie mejor que Germain Bazin para recordérnoslos con precisi6n: Formados por una acumulacin lenta de exvotos le- ‘yados por os files, los tesor0s de los temples fueron {en Grecia los primeros depSsitos de obras de arte que fe visitaban pagando wn dboto al sacrstan, después de Proplleos Acrpalide Atenas, donde se encntrab ls famosa Pinkotnke del sito de Perce. ‘haber hecho sus devociones ante la divinad. Los sa- cerdotes, encargados de la custodia de los templos, tran sus responsebles y su tarea no era una sinecura, {Los archivos ~en mérmol- de muchos templos,y ¢5- pedalmente de Apolo en Delfos, que han llegado bas- {a nosotros muy completos, nos informan sobre la ad~ ‘ministracién de los santuarios y principalmente sobre Ta gestacion de colecciones; eran, segin la fortuna de les donadores, objetos mas o menos lujosos hechos de ‘oo, plata, bronce o de alguna otra materia preciosa, f incluso cuadros u oynakts. Esta obras solian estar firmadas con los nombres de los mas grandes artistas {de Grecia. Los sacerdotes se encargaban de los in- \entaros: ast Tlegada, los exvotos se consignaban ext tin registro de entrada y las obras eran catalogadas en el siguiente inventario general. Las estatuas se stua- ban en los atrios del santuario, las estatulllas y obje- tos, dspuestos en el prodomos o e! naos sobre estan- tes en los que se acurnulaban; los ms preciosos 0 los mas frdpiles se ponian en joyeros. De vez en cuando eprocedia an arrelo general y a una comprobacion {el inventario, comprobacion que se llevaba 2 cabo Sempre con ocasién de un cambio de magitratura un inventario contradictorio tenia entonces a la vez el valor de un reconocimiento para el sacerdote entrante un descargo para el saliente, Al igual que los de Fhuestros museds de hoy, los inventarios eran muy fetallados y comprendian el nombre del objeto, la ‘materia, el peso, 10s signos particulares, el nombre {deldios al cual se habia hecho la ofrenda, la ocasiOn de a dedicacin, la fecha, el nombre y la nacionalidad el donador, “Algunas veces, alrededor del mismo templo los Dabitantes de una ciudad construfan un pequefio mo- ‘mumento o eapillavotiva (thesaurus) destinado a re- aerrgus donaciones, El santuario de Delfos ha con- sevade muchos y uno de ellos, el de los atenienses Have unos afis se ha podidoreedificar." Hemos comentado ampliamente'* la utiliza- eéén que en la época helenistica (siglo ata. C.) ize del término mouseion Tolomeo Filadelfo para Gesignar su centro cultural de Alejandrfa. ‘aquel recinto, donde fraternizaban artistas, poctas ysabios en una especie de cooperacién its Pectual, contaba con un observatorio, salas de Feunién, laboratories, jardines zoolégicos y bo~ {inicos y, sobre todo, com la famosa biblioteca en Ja que se guardaban unos ochocientos mil ma, a eritos. Era, sin duda, una especie de ciudad Universitaria que no sélo concedfa importancia Sl cultivo del intelecto, ya que la naturaleza era considerada como elemento indispensable para fe formacion humana. Asi, el acceso al edificio, por ejemplo, estaba flanqueado por grandes ave Pidas de Arboles {rondosos. Aunque Tolomeo Filadelfo materializ6 este conjunto, fue sin em- pargo su padre, Tolomeo I, quien con ayuda de Demetrio de Falera haba concebido la idea de llegar a realizar un westablecimento de culturay, Lerbiblioteca de Alejandria leg6 a ser un ge Kuino museo, pues en ella, junto a los volsime- hes literarios se conservaban innumerables obras Je arte que la dinastia de los Tolomeos habia coleccionado a través del tiempo. ‘En la epoca helenistica, otros principes del Oriente griego, no s6lo Tolomeo Filadelfo, con su. fnmensa riqueza, reunieron ademés de los volt= vnenes que constituian las obras de las bibliotecas, piezas maestras de arte de la escultura y pinturs friegas de todas las €pocas, inchuida la arcaica- ais en Pérgamo se ha encontrado al mismo tiem- po que la herencia de su famosa biblioteca parte de Trenteccién de escultura formada en els. 112. C. Por iatalo, En este perfodo, las colecciones artisticas Superan las areas de 10s templos y santuarios, nician las actividades de los marchantes que fa- Gitan los intercambios de las obras y comienza la critica de arte. 6. El museum latino. Los origenes del coleccionismo en Roma ‘Los romanos heredaron la aficion por el colec- onismo de obras de arte de los griegos. Aunque En el caso de propietarios pudientes ¢ ilustres spompeyo, Cicer6n o Julio César, por ejemplo Se enorgullecieran de sus colecciones como sig- So externo de poder ¢ influencia social, no sélo como manifestacién de distincién personal, oF- tpato de sus villas y amor a las artes. En otros ca Jos, los conocidos saqueos de Siracusa (212 a. C.) ¥ de Corinto (146 a. C.) sabemos que sirvieron para lenar los templos de Roma de obras de arte sriegas. ‘Con ello, el coleccionismo inicia entre los ro- manos una {6rmula nueva, que practicarén otras ‘ealturas y paises posteriormente: el coleccionismo formado con los botines de las armas victoriosas, tan lo conquistado por los cOnsules o con la apro~ piadén y exportacion de piezas valiosas por Par qe de gobernadores de las diferentes provincias romanas. "ademas de con su produccién autéctona, Roma puso en marcha con los expolios sriegos te comercio hasta entonces inusitado de obras Ue arte,)® y también un habito de culto puiblico @ Tos trofeos conquistados. Cada vez que se ane- ‘conaba un nuevo tersitorio se hacia imprescin- ‘ible celebrarlo con su exhibicién en lugares PO- pulares como los pérticos de Catulo, Metelo, Pompeyo, Livia o el trio de la Libertad, ete ‘Famosos expolios fueron los de Marcelo en siracusa (212 a. C.), con abundantes cuadros esculturas griegas requisadas: el también citado Ge corinto (146 a, C.), que puso ala venta el cOn- sul Mumio, triunfador en Grecia;!? olas exporta- Giones atribuidas a Sila, conquistador de Atenas, {gue negociaba a gran escala con obras de arte © aidas de Epidauro, Delfos ¥- Olimpia, ademés de qa confiscacion en el Pireo de una rica biblioteca (que, al parecer, contenfa la obra completa de Aris” thyeles. (El transporte maritimo de Grecia a Roma produjo numerosos hundimientos, cuya recupe- preign en tiempos recientes ha dado lugar al ha- lazgo de obras tan llamativas como los bronces de los «guerreros de Riace»). ‘Otras veces, despojos como el levado a efec- 10 por el propretor Gaio Verres en Jos templos de Sialia, hizo reaccionar al propio Cicerén con su cé- lebre alegato.”? - En Roma ef coleccionismo adquiere, ademas de una intensificacién de su cardcter «privado» en. relacién con el periodo helenista, una dimensién ri- gurosamente econdmica, como un valor susceptl- ble de comerciarse, como una inversién rentable so- cioeconémicamente hablando. Ello provocé una gan avidez hacia todo tipo de curiosidades de la na- furaleza y de las obras de arte griegas. Cuando no podian adquirir las originales, encargaban copias Ge las obras maestras escultéricas 0 pictoricas. Y ‘aunque plazas y otros lugares piilicos se llenaron. de esculturas y otras obras de arte, destac6 sobre todo la aficién de cardcter privado. ‘Durante el itimo siglo de la Repablica, Roma posefa ya célebres colecciones particulates, como fa de Liiculo. Julio César hizo donacién de la suya “ja famosa dactyloteca, que contenia seis coleccio- nies de piedras grabadas— al templo de Venus Ge- netrix para que fuera admirada piblicamente, y ‘Asinius Pollio quiso también que el pueblo ad- mirara los objetos por é1 recopilados. Segin Vi- {rubio,?' las pinturas eran colocadas en magni cos gabinetes orientados hacia el norte, por contraposicin a las bibliotecas, que se situaban en. la parte oriental de los edificios. En la época del Imperio las pinacotecas le garon incluso a tener funcionarios encargados fe su vigilancia, al menos desde la época de los ‘antoninos. Quizé la personalidad mas destaca~ da de todo el periodo imperial, desde el punto de vista museolbgico, fuera Marco Agripa, quien hho sblo abrid sus colecciones al puiblico sino que tenia la firme conviccién de que el arte debia ser patrimonio de la comunidad. Entre los deberes Gel estado para con el pueblo, Agripa considera- ta de fundamental importancia la educacién ar- tia, insistiendo en las teorias ya formuladas por Platén a este respecto. El emperador romano no Gudé en defender tales tesis en sus discursos, uno de los cuales versaba sobre la utilidad de exponer piiblicamente los cuadtos y las estatuas ten lugar de tenerlos relegados en los jardines y en los palacios de los particulares.”? Excepciones aparte, los romanos como hemos indicado, aunque no crearon una instituciOn espe- dal para contener y conservar las colecciones piblicas [el musewn latino estaba dedicado a santuarios con- sagrados a las musas, a escuela filos6ficas 0 a cen tos de ensefianza e investigacin, siguiendo la con- ‘epcién del «museo Gentifico» prolomeico; era sobre todo un lugar para las discusiones filos6ficas y teo- réticas, como hemos adelantado al definir el museo}, {que convirtieron sus palacios y, sobre todo, sus tu josas villas en auténticos museos de obras origina Tes 0 copias griegas, pinturas, objetos variados de orfebreria piedras preciosas -verdaderas dactilo~ tecas, las que formaban-, propiciando al tiempo un intenso mercado del arte y una gran actividad en los talleres de reproducciones. ‘En cualquiera de las tres épocas ~clésica grie- ga, helenfstica y romana-a que nos hemos referi- do, los ejemplos sobre coleccionismo, acurmulacién ide tesoros, creaci6n incluso de centros para la ex- posicién y conservacion de las obras de arte son Pumerosos. El propio Pausanias nos habla de cémo fn el Poeclo de Atenas se untaban de per. 105 es- ‘Gudos votivos para evitar la corrosi6n; 0 cémo la ‘Atenea Partenos de Fidias se protegia en el Parte~ fnén de la sequedad de la atmésfera colocando a Sus pies depdsitos de aceites para evitar Ia disgre~ gacion de su estructura cnselefantina. En Pérga- fo, ademés de las salas para la conservaci6n de tos libros, la biblioteca tenfa otra de honor para las reuniones académicas, conteniendo esculturas de fildsofos, poetas ehistoriadores. «Era —segiin Bazin= tuna especie de pequefio museo histérico, tradicign que volverd a usar la Italia del renacimiento.»” 7, Del thesaurus a los tesoros y relicarios. Gristianismo, edad media y Bizancio Después del edicto de Milan en el 313, la Iglesia potencié la utlizacin de formas pléstcas propias frente a las paganas heredadas, pero continuan- do con el enfoque didéctico que Roma habia ins- pirado, ys perder de vista clertos hébitos ¥ cos Piimbres procedentes de la época griega. Ast, Teconocemos un paralelismo mas que mimético Tate el thesaurus griego -es decir, aquel pequefio crymumento o capilla votiva construidos por los Tabitantes de una ciudad en torno a un santua who, destinado a recibir donaciones, como el fa Thoso de ellos y las capillas, ermitas y santua- Mos eristianos, siempre abiertos a las donaciones ‘yofrendas de los feles, enriquecidas constane- Y ente con objetos de culto, exvotos y relicarios na costumbre que ha llegado incolume a nues- Ub: fies, El coleccionismo, en cualquier caso, fue trensformandose asf desde la antigledad en Tos amados tesoros eclesidsticos que adquirieron gran desarrollo en la alta edad media. "purante este primer periodo, iglesias y mo- masters lenaron sus espacios de gran cantidad de peas de arte y objetos de metales y pledras Pre= owas, pero s6lo de uso litrgico (eruces, cOponeS: ceales relicaris), que @ menudo eran profanados, ‘Mutilados y robados de los camarines, y a veces Tundidos para obtener monedas. En cambio, nota- pes piezasprocedentes del paganismo eran tambien as Pyidas cuando no podian transformarse en ob fetos de cult cristiano. El contraste estavo Pro's: fyonizado por las series de colecciones de objetos sone piedras bezoar, colmills de elefante 0 cO- ‘ourilos disecados, etc.) a los que se atribuian ¢s- ‘peciales poderes mégicos 0 milagroso ‘in la baja edad media, desaparecida la preo- ccupacién det milenarismo € impulsado el desa- srailo de las ciudades, volvieron la estimaciGn por Joe valores mundanos y Tas costumbres coleccio- wetas de los objetos bellos, que contribufan a un Jnayor bienestar dela vida. Se formaron en Europa Trandes colecciones de sefiores feudales,arist§- erptasy principes, y continuaron las de la Iglesia {a algunos casos, coincidian estos dos aspectos ‘enuna misma colecci6n. ‘Ya en los siglos vis-ix, el emperador Carlo- smagno (768-814), creador del Sacro Imperio Ro” saano-Germénico legé a reunit tna fabulosa co- leccién de obras de arte, especialmente romano, y otros numerosos tesoros. Ente ellos ot cape ¥ flo por el duque de Fru aTos humos, el borin de guerta conseguido por Alfonso I el Casto (701 #42) a los musulmanes en la toma de Lisboa! (O° pada en el 715), ¥ los presentes que el calla Ha- Pin Al-Rachid (786-809) enviara desde el Oriente ‘yaue fueron divididos entre un niimero de casas Teligiosas a comienz0s del siglo % Los puertos mediterraneos de Lombardia y 1a ‘Toscana, unidos ala influenda y significado ecle- Tal de Roma produjeron un gran movimiento de sintigitedades. Se dice que Henry de Blois, obisr ae Winschester, habia comprado antiguas escul- Gras durante la visita a Roma realizada en 1151, ¥ para enviarlas a Inglaterra ruvo que realizar 0p Ye de alrededor de un mes. Pero, como adviey- Wap. LewisH «el movimiento de antigtedades ee redujo a las de Italia, Material ex6tico de irae dreas que entraba en os puertos pronto en contraba su destino en colecciones reales, ef tan- fo que la paricipacin veneciana en laTV Cruz. Bat comienzos del siglo x1 consiguié trasladar {os famosos caballos de bronce a la Basflica de San Marcos de Veneciar. ‘Ouro de los templos y monasterios famosos que acurmularon rico patzimonio durante! edad sia, ademas de San Marcos de Venecia, fue ol Je Saint-Denis de Parfs. Los tesoros de ambos a ituyeron verdaderos conjuntos musesticos de Shras de arte. Como lo fueron otras colecciones ovraievates famosas. Asi, en Francia, a mediados Tel siglo xv, el rey Carlos V el Sabio y sus her- eanos Luis de Anjou (rey de Napoles y Sicilia), Sham (duque de Berry) y Felipe el Aevido (dv- jue de Borgotia) se dedicaron a reunir gra 9° sesso de obras de arte, alcanzando a formar co- Teeciones auténticamente impresionantes. El eespititu de coleccién» y el deseo de mos: iar los bienes culturales no prevalecieron, sin visbargo, en el medioevo a causa, sobre todo, de Crrenepcién vigente del mundo y dela vida; la Weltanschawung (vision del mundo) teocrética me- Yeval consideraba la vida humana y todas sus mnanifestaciones como algo secundario. De este modo, los objetos artisticos estuvie- ron guardados, por ejemplo en Espaiia, durante ‘asi dicz siglos en los monasterios y en los templos, ‘aunque estos objetos se limitaban la mayor parte de las veces a los legados escritos y a las arquetas Gionde éstos reposan. Desde el siglo vr el lugar des- tinado a servirles de receptaculo fue el abside; @ partir del siglo 1x se conservan ~especialmente en Jas construcciones pertenecientes al arte asturia~ no-en una eémara situada sobre el santuario, en 1 dbside central de la iglesia, que se llamé por cello «cdmata del tesoror. En otras ocasiones los ob- jetos de valor se resguardaban bajo fuertes bove- {das 0 en los angulos de los claustros cistercienses, Por tiltimo, en Bizancio, que habia sido ador- nado con numerosas obras de arte clésico por Constantino cuando la capital llevaba su nombre y donde se habia refugiado el saber, la cultura y ‘elarte después de la caida del Imperio Romano de ‘Occidente (en el 410 fue la toma y saqueo de Roma)-tuvo tres espléndidas wedades de oro» y, por tanto, acumulacién de patrimonio histérico- artistico. Pero especialmente por obra de uno de su emperadores, Constantino VII Porfirogeneta, destacado arquedlogo y coleccionista de objetos ax- tisticos, que no s6lo mostraba a veces a sus invi- tados en los banquetes y reuniones, sino que or- denaba se expusieran en la vitrina llamada pentapyrgion durante las fiestas religiosas y politicas. 8. Colecciones especiales, cémaras de Jas maravillas, gabinetes y galerias. Renacimiento y barroco Suele reconocerse a la Italia del renacimiento el mérito de haber impulsado, mediante el desarro- To del humanismo y la investigacién en los testi- ‘monios del arte de la antigitedad, sino la creacién del concepto de museo moderno, sf al menos el de su precedente histérico més relevante. Las obras y antigiledades expuestas adquirieron entonces Jin valor ejemplar tanto pata los colecctonistas y yumanistas como para los artistas. En la segunda mitad del siglo xv comenzé a wtilizarse el térmi- sta de los janes y del corte de! Belvedere en Roms (1589), (ea ntr Henctick van Cleve etal dl aac ptado Sesra de un cibuo reaizado en oma entre 1550 1555 iroente Bazin, 1967). ‘no museo con tun sentido cercano al actual, al apli- ‘arlo Cosimo de Médicis a su coleccién de c6dices y curiosidades. Un sentido diferente al global he~ lenistico y romano, como expresi6n que deno- rinaba un centro del saber general humano, como era el stemplo de las musas». Junto al descubrimiento de los monumentos, las piezas de arte escult6rico 0 los textos de 1a Roma antigua, las cortes renacentistas italianas Hlenaron sus palacios y sus ocupaciones con la apasionante aficién de recuperar la antigiedad. El coleccionismo anterior habia puesto las ba- ses del llamado coleccionismo erudito del renaci- niento, consecuencia en parte de «una concien- Gia hist6rica de la civilizacién pasada y de una Conciencia extia del presente». Después dela en trega de este periodo a la recuperacién del pasa~ do, no tendrian ya solucién de continuidad la for- macién y el enriquecimiento de las grandes Colecciones,% que habrian de constituir pasado el tiempo los museos més importantes. Se producta ‘asf uno de los puntos claves en ese proceso his t6rico objetivo de la creacidn de las instituciones museisticas que proventa del pasado remoto. Hugues de Varine-Bohan resume la trayec- toria seguida desde su momento embrionario has- tala situacidn actual con este sencillo trazado: Este origen tan esquemético se ha transformado, des fe la aatigledad, en los liamados tesoros: primero, Tos tesoros ecesistios, cuando la Iglesia eta el lugar tfc estudio y de conservacién de los conocimientos humanos: después, los tesoros reales, en las cortes, consideradas éstas como los centros de las relaciones {nternacionales: por kltimo, los tesoros lamados »ga binetes de curiosidadese dela gran burguesa y de los rstocratas wcultose, que en shtima instaneia posefan I privilegio de transmit los conocimientos ¥ a cul fhya De este modo se leg6 en el siglo xvm ala crea- {Gan de los museos insiicionales, abietos a un er fo tipo de pibico, En los siglos xx y xx los museos 3¢ “bren definitivamente a todos los publics.” as influencias que guiaron al renacimiento ‘europeo estén presentes ya en el quehacer de Ita- Tia, cuyas consecuencias fueron la formacién de las primeras grandes colecciones. El despertar del in- Galeria hstrca de erator del Casto de Seauregard (1627, Beeler cence de Bois Francia Fuente: Bazin, 1267) terés por la herencia de la Roma cldsica y el ascenso de familias comerciantes y banqueras en ¢] area del Mediterréneo norte produjeron tanto la crea Gin de impresionantes colecciones de antigiie- dades como un relevante patronazgo de las artes. ‘Igual que ocurre con los restantes aspectos de la cultura, la historia de los museos se identifica du- rante el renacimiento fundamentalmente con Ita~ lia, El hombre pasa a ser el centro del universo ¥ ‘como consecuencia se yuelven a admirar todas sus ereaciones. Ademés, la aparicién de las mo- narqufas absolutas y el capitalismo de nobles ¥ banqueros contribuyen también a fomentar, in- sistimos, el coleccionismo y el mecenazgo. ‘En la Florencia del siglo xv, como hemos ade- lantado, Cosme el Viejo de Médicis (1389-1464)* inicio sus colecciones, alas que llam6 museo. La co- leeci6n fue desarrollada por sus descendientes has- ta su donacién al Estado en 1743 para ser accesi- ble «al pitblico de la Toscana y de todo el mundo». Los ideales del mecenas renacentista desc en una variable que se inicia en el afan de Ja construccién de grandes obras hasta terminar, ¢n generaciones siguientes, en la sola condicién de coleccionistas. La historia de los Médicis ‘cularmente ejemplar en este sentido, y el cin- ‘quecento sefala, por otra parte, el momento élgido fen ambos aspectos. En contraposicion al quat- trocento, el siglo xvi muestra un coleccionismo sis~ temético, apareciendo incluso los expertos en esta materia que aytidardn al desarrollo de la historia del arte y de la ciencia, e instituciones museol6- icas. ‘En este tiempo, los Médicis de Florencia ad- mitfan visitantes en sus palacios y hasta reco- mendaban a sus servidores que proporcionasen tun trato atento y agradable a cuantos decidfan contemplar sus colecciones. Lorenzo el Magnifi- co (1449-1492), nieto de Cosimo, leg a reco nnocer que el disfrute del arte era un deseo comin a toda la humanidad.>” Contraté incluso al pri- mer conservador de nombre conocido -Bertoldo, ‘escultor, arquedlogo y discipulo de Donatello, (que habia recibido la asesoria de este tiltimo)- para que cuidara, ordenase y protegiera las piezas de su gabinete de medallas antiguas, bajorrelieves, piedras grabadas, bustos, etc., ademas de sus co- Jecciones de esculturas del siglo xv (Donatello, Verroeehio, etc.) y pinturas de Paolo Ucello, fra An~ gelico, fra Filippo Lippi, Boticelli, los hermanos Van Eyck... €ntre otros maestros de entonces. El gran duque Cosme I (+ 1574) encarg6 en 1559 la construccién de los Uffizi (1564) a Giorgio Vasa- Hi, Histéricamente, puede considerarse como el primer edificio proyectado para museo, puesto que las colecciones de arte fueron instaladas en la primera planta (Cosme I la habia previsto para Jos artesanos), dejando la planta baja para «ofici- nas» administrativas de la ciudad de Florencia.®® La Galeria de los Uffizi pudo ser visitada por el piiblico en 1582, apareciendo incluso en las gufas, para turistas de la época.”! ‘Ademés de los Médicis, otras familias de Flo- rencia -como los Rucellai, los Strozzi o los Qua- tatesi- reunieron en sus palacios auténticas co- lecciones de museo, En otras ciudades o reptiblicas itatianas las familias principescas guardaron en sus palacios riquisimas colecciones de obras fa- ‘mosas, Asi, Jos Montefeltro en Urbino, los Gonzaga en Mantua, los Visconti en Milén, los de Este en Ferrara, los papas en Roma. En esta tiltima Gudad, los papas rivalizaban en ‘este sentido com los principes y reyes europeos. El An tiquarium, fundado por Sixto TV en 1471, fue abier~ to al piiblico en el Capitolio romano. Fra Angélico fue promocionado por Nicokis V; Paulo Tl crea su ex- traordinaria coleccién de gliptica; Julio Il el museo del Belvedere” y Le6n X, ayudado por Rafael —quien realiza una Memoria sobre los monumentos anti- ‘guos-, organiza los museos del Vaticano. Hubo también excepciones entre los papas en cuanto a la aficién por el coleccionismo. Asi al- sgunos de ellos, como Pio V y Sixto V, retiraron de su recinto gran niimero de obras que fueron a parar, bajo la imputacién de «paganismo», al Ca- pitolio de Roma, Otras, como doce bustos de em- peradores romanes, fueron recogidas por el em- perador Maximiliano; y los Médicis florentinos procuraron escoger para su coleccién cuantas obras pudieron.”? La Tribuna dela Galera de las Uf (1780 Seguin deo de Johan Uotfany (el Real de Windsor). La Tribuna dels Util, Florencia, en a actslided. En suma, durante el renacimiento, al mismo tiempo que la institucién del mecenazgo hacia florecer el gusto por la coleccién, se renové el concepto de museo confiriéndole un matiz erudito y humanista, El mecenas trataba de engrandecer su coleccién proporcionando al artista los medios necesatios pata que trabajase a su servicio. El tipo de este personaje qued6, por antonomasia,fijado ‘en El principe de Maquiavelo y, sobre todo, en El cortesano de Baliasar de Castighione.* ‘El modelo de Italia fue seguido por los demas paises europeos. Durante los siglos xv y xvt* los eyes, los atistécratas, las altas jerarquias de la Iglesia y la burguesfa pudiente se convirtieron en apasionados coleccionistas, y colocaron las bases de los futuros museos nacionales.* ‘En Holanda, por ejemplo, fue la burguesfa la {que desarrollé el coleccionismo, mientras que en Flandes ere6 las grandes colecciones la aristocra~ ca, que contribuiria a enriquecer ademés las de los reyes de Espatia ‘En Francia, el renacimiento conté con un ex- perimentado coleccionista, el rey Francisco 1, cu- yas piezas eran conocidas por el gran piiblico so~ Jamente a través de los rumores que circulaban en lanacién, calificéndolas como les merveilles de Fon- tainebleau, por sex éste el lugar donde estaban al- bpergadas. Segin el historiador Christian Aula- rier” este palacio se reconstruy6 reemplazando a {a primitiva fébrica medieval, entre otfas razones para acoger las colecciones del rey. Invit6 para {Estos objetivos a famosos artesanos y artistas fran cceses ¢ italianos, que construyeron y embellecie~ ron este chateau situado en un bosque con abun dante caza a unos 50 km al este de Paris. Monarcas sucesores y algunas otras personalidades de la po~ Titica y la Iglesia ampliaran de modo més eclécti- co la coleccién clasicista de Francisco Ly el con- junto terminarfa formando los museos nacionales franceses. Luis XIV (1638-1715), a instancias de su mi- nistro Colbert, trasladé la coleccién de Francisco 1 desde Fontainebleau al palacio del Louvre, don- de hizo que se establecieran varios artistas para que asi tuvieran la oportunidad de completar su for- madi6n estética al contacto con las grandes obras. Sin duda detrés de tan desinteresada accion se ‘ocultaba el enorme pragmatismo de Colbert, quien considerd que asf se libraria de los impuestos de ctros paises. Bajo su mandato las colecciones rea~ tes crecieron sorprendentemente con la adquisi- cién de la coleccién de la corona inglesa, puesta fen venta tras Ja muerte de Carlos en 1649, y de Ja coleccién del banquero francés Jaback, que por dificultades financieras se vio precisado a des- prenderse de sus mejores piezas. A esto hay que afiadir otras dos colecciones mas, la del cardenal ‘Mazarino y la del abad de Marolles, que le fueron regaladas al rey. En 1692 la Academia de Pintu- ra y Fscultura se instal6 en el palacio, transfor méndose una vez al afio el Sal6n de Sesiones del ‘mismo en sala de exposiciones. Al final del reinado {de Luis XIV la coleccién se trasladaria a Versalles. “Los reyes de Espaia reunieron la coleccién de pintura més importante de Europa, Iniciada por Carlos 1c] emperador Carlos V-y por su hijo Felipe Il (1527-1598), los peniiltimos Austrias, Felipe IIT Felipe IV, enriquecieron los tesoros de aquellos mediante obras de arte compradas y trai- ddas de Flandes, Napoles y Milén. Para este traba- jo encargaban a sus virreyes o se'valian de agen- tes especiales. Velazquez mismo fue enviado a Italia en 1649 con esta encomienda. Estas colec- ciones fueron la base del actual Museo del Prado «Gl edificio fue construido en 1785-, y dejaron de Ser propiedad real para pasar a ser patrimonio del Estado. ‘in general, como s¢ ha indicado, las colec- ciones reales de toda Europa crecieron muy deci- sivamente en los siglos xv1 y xv sobre las inicia~ ddas en la centuria anterior.” El rey Matias I (Matias Corvino) de Hungria (1458-1490) fundamentaria Jas del reino magiar a partir de sus pinturas con- servadas en Buda y guardando antigiiedades ro- ‘manas en el castillo de Szombathely. Por su parte, Maximiliano I de Austria (1459- 1519) adquirié una coleccién para su castillo de Viena. Fernando de Habsburgo -el archiduque de ‘Austria, Fernando del Tirol (1529-1599) formé ‘una variada coleccién que inclufa marfiles y pin turas de China. Reuni en su castillo de Ambras ‘cercano a Innsbruck més de mil cuadros, una bi- blioteca de cuatro mil voliimenes, grandes canti- dades de medallas, bronces, cerdmicas y tapices, cercanos estos altimos al millar. Esta coleccién, gsi como la de Rodolfo T, yerno de Carlos V, que hhabia reunido en Praga. fue trasladada a Viena. Pero el verdadero fundador del museo de Viena Second Chage Pants del PaloiaSchénbrann (Belvedere), Vena. fue el archiduque Leopoldo Guillermo, quien nombré conservador de sus colecciones al pintor flamenco David Teniers el Joven, del que dejé testimonio en su famoso cuadro. Estas colecciones fueron trasladadas al palacio del Belvedere, de Viena, y abiertas al piblico por orden del empe- rador José Il en 1783. 9. Siglos xvmi y xn de la coleccion y el gabinete de curiosidades al museo moderno Segtin se admit a finales del siglo xvi se produce ‘una revoludén intelectual, la lamada «crisis dela conciencia europea», que conlleva la sustitucién. de los viejos conceptos tradicionales por el predo- rminio de la razén. Esta caracteristica, es decir, el co- nocimiento a la luz de la razé6n, se materializaré durante el siglo xv en el espiritu enciclopedista. ‘La nueva concepcién racionalista del mundo conduce indefectiblemente al desarrollo de la in- vestigacién y de la critica; 1o que junto con los descubrimientos de las ciudades romanas de Her- culano y Pompeya desembocaré en una mayor valoracién de las civilizaciones de Ia antigtiedad y en un florecimiento mas extendido del coleccio- nismo. ‘En el aspecto museol6gico el siglo xvur apor- ta un deseo de especializaci6n en lo que se refie- re a las diferentes materias museables, alcanzan~ “fo la ideologia difundida por la tustracién tanto sa eritica de arte como a las diferentes manifes- taciones estéticas.”” Los valores culturales, politicos y pedagosi- ‘cos del museo empiezan a resaltarst con especial stento, Se produce un cambio respecto al espiri- qu del coleecionismo: la coleccién deja de set un Glemento de ostentacidn y prestigio para su PrO~ pietaro, y en cambio se exaltan primordialmet- roses valores de la historia nacional de cada pais. ‘Simuseo se convierte asf en. un aula permanen- qe de lecciones histérieas. Una historia que habré {de estudiarse con criterios cronolégicos cada vez nds rigurosos. Por ello, se imponen unas ode haciones museograficas de orden cronol6gico muy rigido, que convierte a la exbibicén, 16gicamer® een instrumento de aprendizaje, sustituyendo tn este sentido la labor de las academias, y reuti- Twandose de este modo como medio de conoci- miento y exaltaci6n de los valores hist6ricos na~ cionales. Francia fue el pais donde los valores del siglo xy ban a ser especialmente estimados. Seria También el que destacara en su preocupacién Por qos museos. La IlustraciOn, la Enciclopedia y el pro pio Diderot estaban convencidos de que el pueblo fra eapaz de apreciar las obras de arte. Gliraslado efectuado por Luls XIV a Versalles jpermitié la contemplacién de la coleccion real Tncorte y a algunos artistas privilegiados. En 1750 deddié Luis XV enviar ciento diez pinturas al pa~ Jacio de Luxemburgo de Paris, que fue ablerto dos ‘fas por semana. Madame Pompadour presion6 al rey para que la colecciOn fuera mostrada res Tanmente al puiblico, pero los cortesanos se OPU- sieron a esta idea y el palacio se cerr6. ‘En 1765, Diderot,” haciéndose eco de los de- seos del pueblo que desde mediados del siglo xm aeenia soliitando la posibilidad de contemplar los whndros dela realeza, disefié en el tomo 1X de la Snoxcopedie” un programa museol6gico Para el Touvre, cuyos fundamentos estaban inspirados nel mouseion de Alejandiria. En este proyecto se pretendia crear un templo de las artes y de Jas ciencias al que pudieran tener acceso incluso las comunidades de escolares. “Aunque es cierto que el museo public Fue MO- tivado especialmente por los cambios sociales del sevin, eomo derecho de acceso de todos a Ja cultu- yay al arte, también lo es que ya en el siglo at habia habido inquietudes entre escritores, inte- Tectuales y coleccionistas para que sus propietarios fadlitasen la apertura al publico."? En 1778 se piensa seriamente en la creacién de un museo de pintura y esculcurat y, posteriormente, las obras pon trasladadas al Louvre donde el conde D’AN- giver, director con Luts xv de las Construceio~ ay Resles, comenz6 las gestiones para el acte~ eemtamiento de los fondos del futuro museo, cuya sede serfa la Gran Galeria del Palacio. D’Angivillier efendia, con un sentido museol6gico loable, que Gebjan ser adquiridos aquellos objetos que fue fan precisos para cubrit las lagunas existentes con ifn de mostrar al pablico un panorama com- pleto de ls diferentes escuelas. La atencion 7- Feolégica y museogréfica propicié incluso que en ‘734 ge nombrase un conservador para el culda do general de las pinturas y para que su adeevar da nstalacén gozara también de una perfecta ilu- rminacién cenital-* ‘Con la Revolucién Francesa de 1789 —una re vyolucion ideolégica y social-, se consagré en la Prdetica Ta teoria de que el arte era creacion del Pueblo, Su dsfrute, por tanto, no podia ser pri, Fegio de una case socal potentada, Ello impuls6 eee el desarrollo del museo como institucion pu- Tlica, El gobierno republicano decidis en 1791 Ia Instalacién definitiva de las colecciones en el Lou we ¥, mediante decreto, abrié el museo al psb- vel 10 de agosto de 1783, pudiendo ser visitado, En prinaipo, tres dias de 1a «década» (semana de 10 alas establecida por la Repiblica) Durante la época de Napoleén ~que ademas ade enriquecer considerablemente tos fondos del ruseo los reorden6 y catalog6-, el Musée Napo- Jeon y el convento de los Petits-Augustins fueron las dos principales instituciones que recogicron Ins mumerosas obras de arte que llegaban enton: teem paris Hl responsable de haber convertido cl ctl ‘convento en una reserva y salvaguarda de las tumbas reales de Saint-Denis fue el pintor Ma- rie-Alexandre Lenoir.** Después de la revolucién de 1848 el Museo del Louvre y sus colecciones pasaron a ser propiedad nacional. ‘A pesar de que ef primer museo puiblico de Europa fue el British Museum de Londres,” el ejemplo francés repercutié en el resto de los pat- ses, en especial, como decimos, en aqueéllos que, como Espaiia, estaban emparentados por razones de la monarquia y por las relaciones y vicisitudes hnabidas en la época napolednica. ‘Como después analizaremos, las colecciones de los reyes de Espatia estuvieron instaladas en el desaparecido Alcézar madrilefio de los Austria, en #1 Escorial, en el Casén del Buen Retiro y en otros palacios, como el de El Pardo, La Granja o de ‘Aranjuez. Podian visitase las colecciones con per- miso especial, salvo aquellas pocas obras cedidas aiiglesias (como la de San Pascual de Madrid, que en el siglo xvm albergé la coleccién de los almi- rantes de Castilla), donde podian ser admiradas por 1 piblico, Debido a las ideas de la Tustracién ya las estrechas relaciones con Francia, en el siglo ‘xvi cuajé la necesidad de instalar un museo pti- blico en Espatia. Bl afrancesado marqués de Ur- quijo (1768-1817) defendié el proyecto de un ‘museo nacional ante el rey José Bonaparte, quien dispuso su fundacién mediante decreto de 20 de diciembre de 1809. Lo formarian las colecciones reales, las pertenecientes a érdenes religiosas su- primidas y otras de propiedad privada.** Sin em- argo fue Fernando VII quien se hizo cargo de la realizacién del museo, disponiendo primero para su ubicacién el palacio madrilefio de Bella Vista, pero decidiendo por tltimo su instalacién en el edi- ficio que Juan de Villanueva habia construido en tiempos de Carlos Il, Bl Prado (1785), para mu- seo de ciencias naturales. El museo nacional de El Prado se inaugur6, como se ha dicho, en. 1820, pa- sando sus obras a ser propiedad nacional en 1868. En toda Europa va a desarrollarse esta ten- dencia de convertir sobre todo las colecciones rea- les en museos puiblicos. Por ello, el siglo xvm pue- de considerarse como el creador del concepto ‘modemo de museo, el museo puiblico, que tendria su consolidacién en el siglo xix, y su maximo de- sarrollo (con sus crisis sonadas y alternativas) en elxx? En Austria, el emperador Carlos VI trasladé las colecciones de la Corona (debidas principalmen- tea las comentadas de Rodolfo Il y el archiduque Leopoldo Guillermo) con el concurso del conde Althann al antiguo arsenal de Stallburg, cuyas instalaciones duraron desde 1720 a 1728, y cuyo Inventario es un ejemplar tinico museolégico.>° En 1776-1778 José Il encarga la instalaciOn de las colecciones en el castillo del Belvedere al pintor Rosa, quien es sustituido en 1778 por Chétien de Mechel; mas experto. En 1784 publicé en Basilea el catélogo del museo, que debié abrirse hacia 1781, en que se permitié la entrada al piblico tres ‘veces por semana. La reforma acometida por Me~ chel fue muy positiva museograficamente y radi- calmente distinta a la planteada por Rosa. Una ordenacién museografica que no gust6 a todos, centre ellos Von Ritterhausen, quien lleg6 a afirmar: ‘Bl que desee escribir una historia del arte, pue- de entrar; pero el hombre sensible debe perma- necer fuerav.™! Otros, como el viajero francés L. Viardot, apredaron en el museo al menos un cier- to orden en las colecciones.*= En Alemania, donde la Galeria de Prusia admitié ya en el siglo xvi la visita de estudiantes dela Aca- demia de Arte, en 1797 Federico Guillermo II or- ddené que los mejores cuados de los palacios rea~ les fueran al Castillo de Berlin y admitié desde esta fecha visitas limitadas. Estudié con el profesor de arte antiguo de Berlin A. Hirt un proyecto para el ‘Museo de Berlin, promulgéndose en 1810 la fun- dacién del primer museo piblico en Alemania, ‘cuya instalacin se realizé en 1830 con un riguro- so programa museol6gico, como vereos, Entre 1780 y 1781 el duque de Baviera, Karl Theodor, instala un museo piblico en la Hofgar- tengalerie, un edificio construido sobre las arca~ ‘das del patio. En Munich, las colecciones acumu- Jadas por el archiduque Guillermo IV (1508-1550) fueron aumentadas por Alberto V- darian origen ala Alte Pinakotheke, que habria de conseguir «qu méximo esplendor a partir del siglo xvm. EL Jendgrave de Cassel abrirfasu galeria al piilico en 1760. La Galeria de Dresde, que podfa visitarse desde tiempo atrés previa solicitud, adquiere a srediados del xv una fama bien ganada. Recor- Hlemos que Goethe, como hemos comentado, la vi Sita por primera vez en 1786, causdndole una honda impresién que qued6 reflejada en su obra Poesia y verdad (1811) 10. Colecciones y museos priblicos. ‘Asentamiento y consagracion, ‘del museo zen la génesis de la construccién del museo mo- demo que, como queda indicado, no puede ¢ lifcarse rigurosamente asf hasta su consolidacion ‘como entidad de funcién pitblica y social, inter- vienen factores provenientes del establecimiento de otras colecciones piiblicas® que precedieron a Ja conformacién de los grandes modelos citados. Junto a los ricos conjuntos (gabinetes de arte y de ‘curiosidades) reunidos durante generaciones por Jas monarquias europeas, las colecciones de otros sectores de la nobleza, Ia Iglesia o la burguesia pudiente van a integrar los fondos de los museos puiblicos, pero también muchos de ellos servirdn de ejemplos previos. Recordemos que en un orden cronol6gico ¥ ‘con un concepto riguroso, no sélo como prece~ dente significativo, la primera institucién en la {que convergen una siglo antes de la Revolucion Francesa de 1789 casi todos los elementos desa- rrollados del musco moderno es el Ashmolean Museum de Oxford. Bl primero de los excep- cionales museos que un pais como la Gran Bre~ tala, proclive desde el siglo xvu a su creaci6n (no tanto a permitir las visitas pablicas en los prime- os momentos), va a organizar a partir de enton- El establecimiento de algunos otros museos famosos, aunque en sentido estricto se organicen en el xvi, Ilevaba ya incluso siglos gestandose. fs el caso de Jos museos del Vaticano, cuyas ¢O- lecciones papales constituyen, como hemos visto, tuna constante desde el siglo xv.% 0 el de los pa~ radigmaticos ejemplos ya comentados de Fran- cia, Espafia, Alemania 0 Austria. ‘Un fenémeno ilustrado que va a trascender 10s limites continentales europeos antes de fina- lizar el siglo, extendiéndose precisamente por aquellos terrtorios por los que circularian los al- res de ansia de libertad, antes incluso de la inde~ pendencia real de las metr6polis. Nos referimos a Ios paises de las dos Américas, pero también a otras latitudes de Asia, Africa u Oceanfa, aunque tl mayor desarrollo de estos museos tendré lugar Gurante los siglos xxx y xx. Con su establecimien- to se desarrollara también un especial espiritu na- CGonalista y el peril de institucién expresiva de tesa identidad nacional, promovidos precisamen- te por la Ilustracién y pot los ideales de la Revo~ Jucién Francesa de 1789. En este sentido, debemos constatar el hecho de que ya en 1771 la Charleston Library Society dde Carolina del Sur anuncié su intencién de for- mar un museo con fines didacticos: promover el mejor conocimiento de la agricultura y plantas medicinales en aquélla. © que otro de los prime- qos museos americanos, el Peale Museum, fue fundado en Filadelfia por el pintor Charles Wilson Peale en 1786.” Ta influencia europea del museo llegé también antes de finalizar el siglo xvnt a otras colonias, no Solo a las americanas. En la antigua Batavia (hoy Yakarta, capital de Indonesia en la isla de Java), por ejemplo, en 1778 se inidié la coleccién de la Batavia Society of Arts and Science, que legarfa a ser el Central Museum of Indonesian Culture. En otras latitudes, como la India, los orfgenes de algunos museos fueron similares. Ast, el Indian Museum de Calcuta, basado en las colecciones iniciadas en 1784 por la Asiatic Society of Bengal. Yel Prince of Wales Museum of Western India, en Bombay. ‘Pero el asentamiento del museo en tierras ‘americanas ~como en Europa y otros pafses- tuvo Su momento expansivo, insistimos, desde co- mnienzos del siglo xrx. En América del Sur, en una Museo de Yogyakarta, Indonesia primera fase, Argentina funda en 1812 su Museo fe Ciencias Naturales en Buenos Aires. Brasil, ba~ sdndose en la seleccién de pinturas donadas por el rey de Portugal, abrié al piblico en 1818 su Mu~ seo Nacional, en Rio de Janeiro. Colombia inau- {guraria en Bogota su Museo Nacional, en 1824; en 1830 lo haria Chile con su Museo de Historia Na~ tural, en Santiago; Uruguay abrirfa también su Museo de Historia Natural en Montevideo, en 1834, En el norte, la coleccidn zoolégica de la Pic- tou Academy en Nova Scotia, en Canada, quedé abierta al piblico hacia 1822; la del National Mu- Seumn of Canada se inicé como parte del Geological Survey en 1843 -trasladéndose a Ottawa en 1880; el precursor del Royal Ontario Museum de To~ tonto, el Ontario Provincial Museum, seria fundado en 1855. rin Sudsfrica, en 1825 se cre6 tun museo en Ciudad del Cabo, basado en la coleccién zoolégi- a de sir Andrew Smith. En tierras de Australi, a {hicatva del aficionado naturalista Alexander Mac- Teay se abrié en 1827 lo que legasia aser el Aus- thallan Museum de Sidney; el National Museum of Victoria, fundado en Melbourne en 1854, fue se guido por la National Gallery of Victoria en 186), por el Science Museum of Victoria, en 1870. En Ione de Africa, concretamente en Egipto, ain Starve del arquedlogo francés Mariette se fund ‘en 1857 el Museo Egipeio.”* va segunda mitad del siglo xx va alanzar de- finitivamente la creacidn de museos en los Esta- flos Unidos, desde la iniciativa privada. En este Sspecto, es importante la Smithsonian Institution de Washington, D.C.” una entidad de la que de- peniden en Ta actualidad numerosos museos, €P- peels 1a National Gallery (1937). La primera {Teas sedes hist6ricas de museos,tipica en ls Es- eos Unidos, fue la Hasbrouck House, en New bungh, Nueva York, que sirvid como timo cust tel general a George Washington en la guerra de Ie tndependencia, Fue adquirida en 1850 por ee tado de Nueva York.” ‘consecuencia del impulso privado, uno de Jos primeros museos americanos, el de la Uni- eridad de Yale, tiene su origen en el legado {ue en 1867 realiz6 James J. Jarves de sus cO- JSsones, Otros muy conocidos, que provienen tanto de la iniciativa privada como de la partici bctén de las autoridades pablicas, nacidos todos Pigs a finales dels, xx, estan ubcados: dos en Sheva York, el American Museum of Natural Mistory (creado en 1869) y el Metropolitan Mu- Foam of Art (inaugurado en 1870); otro en Bos- ‘gn. el Museum of Fine Arts, fundado en 1870 tp euyo edifielo se temin6 en 1909; y el Art Ins- ¥ fate de Chicago, creado en 1879, que comen- Mo ls construccion de su sede en 1895. Después, “Ratan el siglo xx el crecimiento de los muscos alee Estados Unidos ha continuado de modo es- pectacular. ven una segunda fase, Iberoamérica ha expe- rimentado tambien desde finales del siglo xc un crecimiento notable de museos, que ha prosegui- do durante el siglo xx. Nacidos unos con el perfil regional, provincial 0 local, como el Museo y Bi- blioteca Municipal de Guayaquil (1862), en Ecua~ dor, el de Ouro Préto (1876), en Brasil, el Museo Hualpen (1882), en Chile, 0 los Museos Regio- niles de Cérdoba (1887) y Gualeguaychu (1898), fen Argentina; promovidos algunos por Universi- ddades, como el Museo Geol6gico de Lima, en Pert, ‘o el Museo Geografico ¢ Geol6gico de Sao Paulo, ten Brasil; dedicados otros a un tema especifico, como el Museo Maritimo de Tigre, en Argentina, fandado en 1892, seguirdn potenciéndose los mu seos especializados nacionales y se consagrarén a veces a la memoria de sus personajes histéricos {como e| Museo Bartolomé Mitre, 1906, de Bue- nos Aires, al que fuera presidente de Argentina), (a héroes continentales, como el Museo Simén Bolivar (1911), erigido en Caracas, Venezuela, a Ja memoria del Libertador. Fl fenémeno del museo Tlegé también en su asentamiento a otras latitudes geogréficamente Alejadas del viejo continente, acaso no tan cerca~ yas a su influencia cultural. En Japén se inaugu- 16 ya en 1872 un museo representativo del desa- rrollo de st floreciente industria y de sus recursos naturales, que constituird las bases de sus actua- les Tokyo National Museum y National Science ‘Museum. En Bangkok, las colecciones deposita- das en 1874 en el Gran Palacio se convertirfan ‘medio siglo después en el Museo Nacional de Tai- landia. En China, donde pueden contabilizarse numerosas instituciones desde finales del siglo sax, debemos resaltar como el primero en sentido iguroso el Museo Nantong, en la provincia de Kiangsu, creado en 1905, al que seguirian en la dé- cada siguiente el Museo de la historia de China, ‘en Pekin, y el Museo del Territorio del Norte, en ‘Tiengtsin. La antigua Ceilén (hoy Sri Lanka) abrié al piblico en 1877 su Museo Nacional; y en 1906 lo hizo el Pesawar Museum, en el Pakistan. En el continente africano, durante las titimas 1 er mos aos de este siglo en su modernizacion wa Sigg y soctocaliural, Ua centro culcral veel servicio de todos y wilizado por togos ave vvcade la llamada enueva museologian/> Y¥ d¥e proviene de una situacion especialmente sensi- prow a misién y funciones del musco desde la s¢- ‘gunda posguerra mundial erin que, al considerar la evolucion de Jos nuseos con posterioridad a 1945, defensove © impulsores de las nuevas corrientes museolgi- imp aeno André Desvallées enfoquen el anisss a seta postion cercana, sino comprometday srjas enfoques antropologicos, etmolOgicos ¥ Fo. a Mggicoe” Una situacion similar parece Aare co ntton en el caso de Danielle Giraudy y Hen tame © over Impey y Arthur Mac Gregor.” Bou ere Jeudyt 0 Ludmilla Jordanova!> vero, sin duda, ademés de la extraordinasi® labor rodrica y préctia de Georges Henti Riviere rae el Angulo especialmente sociol6gico ¥ Sologico-etnogréfico,* uno de los autores ha mo gis con mayor profuncided la hstoria de 68 aoreos 2 partir del enfoque sociolégico ha sido Mauseh Hudson. «Les guste 010%, nos advier” rr te, sen la actualidad todos los museos sean del tipo que sean, son, en mayor o menor medida, imuseos de historia social, en el sentido de que todo To que poseen o exponen tiene implicaciones Sociales, Algunos pretenden negar este hecho ~los touseos de arte son especialmente culpables de {que persista esta especie de vana ilusi6n sobre sf eryqmos-: sin embargo, las “implicaciones sociales” Henen muy distinta significacion para Jos museos grandes que para los pequefios.»* «Creo que e& aexeramente posible ~recalca en él prefacio del {timo de los libros ctados- que el dia del museo ‘canografico ha llegado ya y que, en los afios que Gienen, los habitos del hombre serén presenta- NOTAS AL CAPITULO 2 1 Los divers especies en colecdo~ hismo y patrimonio musestico que {dada alguna al respecto.Tampoco, ¢l ‘abi minimamsente informado.Ro- Perio ROIAS, bajo titulo 91 muse testimonio de a historia humana lo elena en 1973 con estas paras Stas colecones de objets conten Thos museos son un elemento de fundamental importancia ene dese fll eutural del raundo modern. {Los museos junto con Tas biliowecas ‘los archivos, contienen fos testimo ‘ow dl tabajo realizado por enor brea través de toda su historia, Pero papel quejegan los useos es qu amis amplio que el dels bibbotens ‘archivos para conocer historia de Tp actividad creadora humana desde Tos erigenes, Desde ace aos en elec: fo, se considera que la cvlizacén del ‘bjeto y del signo es ms vasa y com plea que a dela palabra excite, pus fo que la cular humana no comen phon a escitra nse reduce 8 ll ‘como se habia supuest, Spor otra parte, ls condiciones de a ‘Guilzecén contemporsnes, basse fen los modernos medios de comunt= ‘aeign de masas(publicacionesius- frada, cine y television), que fun 1952, pig. 249. den sobre todo imagenes y sign0s, Conceden una nueva lmportandia & conceden via To cue fonmasu- 7 G.BAZIN coments: ¥El gusto por 8 prema esel art» (En Lasmustor on ‘mundo, op cit, 1973, pag: 23) 2 Tradueldo a Tos principales ilomas, qa edicin orignal en francés (Lica ¥ ‘Bruselas, 1967) fue segulda porla de pars (1968...y 1984),Daimon (Bar ‘elona, 1963) To publicé en espanol ‘Como se ha indicado (Siempre que {Stemos esta obra To haremos reti- tlendonos ala ealcién de Daimon. ¥ mediante: BAZIN, G. opt PAR) 3 dem, pigs. 3 ¥ 6 4/SCHUHL, PM. Plton et es Muss Mélangesdetheiue etd see de art (ier 8 rene Sourcu, Pats, Nite 5 véase Priore de VArtosdental, Po Fis, 1965, Anota Leroi-Gourhan la feistencia de un instinto de colec- jonista en et hombre 6 Bn La Mastologi selon. pig 48, n- fe comente la conviecion de Lerol SGourhan.¥ afr expresamente: «Se Shverva este fendmeno en lugares Cu opens y en elt extrem del mun- {dor Dillon Ripley ba podido estudiar ‘anifestaciones variadas en una t+ Du de Nueva Goinea que permat tenia edad de pled. En estos orge- pes de la humanidad aparecen cle ‘ones, productos de nsinto animal dos dentro de un total entorno contextual (..)»¥7 ‘La perspectiva de lo social es determinante para el andlisis adecuado de los museos desde la ver tiente de la evolucién cultural de la humanidad. Considerados de este modo, 0 parece que Sv PTO~ Geo haya obtenido ~al menos a mediados dela dé- cada de los setenta y segtin opinién de Varine- Bohan’®- el desarrollo deseado. Lo que no impide valorar este método de analisis sobre el origen ¥ tvolucign de los museos como extraordinaria~ snente postivo, hasta el punto de que fundamenta qos mayores avances museol6gico/muscogratices leanzados en las dos 0 tres ultimas décadas de nuestro siglo. de poseer y de la idea bumana de crear el saber elec es sin dda muy antiguo:en Elpaleoltico, ya reunia el hombre Series de comehas, gaijaros, hues de imales que podian servic de ado hoe a las vestments y que const: faye los primeros stesorose. (ola tnustologies, art. cit, Enoylapaedia Univeral, 1968, PAR. 447.) 8 En Vas Paralelas (6.1154. Les monumentos se elevaban con und [andeze que imponia, con una belle ey une graca inmitables(.) Laad> trian por ls monumentos de Pet Tes exec. puesto que fueron hechos fen poco tempo y destinados 9 una large duracin (Los Propiles des “Acropolis fueron terminados en cinco ‘os por el arquitecto Mnesicles» {éase PLUTARQUE, Vie tomo Ul Pariles-Fabine Maxis: Alabiade Co olan, Percs, Paes. Sodeté dition Tes Belles Lees, 1969, 13.1816, jigs. 29a 32) Respetamas en ls ‘alos que inlsires Ia tadveséin ale pafol de Fuentes y documents pare Tsoi del re, Barcelona GG 1982, WoL fa cargo de Jose Parch et al hla iequierda de ls Propileos ~es ibe Pausanias- hay un eifcio ve ‘Smine pntures. yen ss que e tem porno ha sido causante de que est histérco. cscuras:aparecen Dlomedes y Odi feo, el uno robando el arco de Floc- fetes en Lemnos, y lotro en Tho la ‘atenca, Alen as pinturas, se en= uentra también a Orestes matando {Egisto.yPlades als bij de Nau plo, que vinieron en ayutla de Egs- for cerca dela tumba de Aquils etd Polixens, punto de ser degollada, y -lomera hizo muy ben en omitir acto tan erly aimismo me parece bien fave haya cantado la toma de Esciro por Aquiles y no como ls que dicen fue Aajulles hizo vida en Esc entre Jas muchachas cosa que, predsamen- te, también pint6 Poignoto.Y pints también a Odiseo junto al ro pre sentindose a Nausicay asus compa- Fras, todo conforme a como lo dice Homer. ‘Hay también, entre otras pincuras, Te de Alcibiades y en la pintura se representa cl emblema de la vic: fla de sus caballos en Nemeas y se ve a Perso cuando fue recbido en Selita y presenta a Poliectes la ca- bera dela Medusa. De lo relative a Medusa, no quiero Ihablar mienteas rato del Ate. En- tne las pinturas,« continuacién del niio que leva las hirias ye ucha- dor gue pinté Timéneto,esté Mu ‘sco: yo he leido poesas en las que se dice que Musco recibl6 de Béce- fs, como regalo, el poder volar, y me parece que eso Jo ijo Onomécrito; {de Museo ninguna obra es segura, excepto el himno en honor de De- eter escrito para los Licémidas.» APausanias, Desipién de Grecia At tay Laconia, Madr, Aguilar, 1968, pigs. 95 ysis) 10 Gj, OVEJERO, Andrés, «Concepto ‘actual del Museo Artiticon; Discur- ‘0 de ingreso del Académico eleco 18.0, Madrid, Sucesores de Rivade- peyta, 1934 (Discurso de ingreso en Ja Academia de Bells Artes de San. Fernando de Madrid, En «Museums, The New Enoxlopa dia Britannica, vol 24, 15th edition, 1988, pig. 479. 12 Como explica Bazin, wos stiles co- Teecionises de China y Japén evo 1 can alos prinipes y cardenales de Tos silos xv y xv, La aficén alas colecciones se remonta alos prime- res orgenes del Imperio chino y rs- ponde a esa veneracién por el pasa- {40 clegi por los clestes, para los cuales To que fue es la garanta de lo ‘que esy de lo que ser, Rendian cul- to a los grandes hombres de otro tiempo los emperadores miicos. os sabi y los filésofos que crearon los Cimientos de la cvlizacin y supie fon captar las fuerzas de Ta energla ‘universal, concisindose con los ele- ‘mentos por la invencién dele astro- ‘noma, de la adivinacién del calen- dari, dela irgacién, del ido dela eda, de la agricultura, de la'mist cn, de la danza y de las artes, for- tmulando los princpias eternos que ‘igen as relaiones entre el Cielo la “Terra por una parte y los hombres por otra. Al contratio que en Occ- fence, siempre movi por una fuer- ‘a interna hacia el porvenir, las ge- hneraciones sucesivas segufan mirando hacia e pasado, considera- fd como el modelo a seguir. ‘Los chinos tuvleron muy pronto el Sentimiento de la historia (.) En luna época en que el mundo occi- ‘ental se hundla en la barbarie, ha {aya sigloe que los chinos practca- ‘ban el wamateurismos. Sin duda los imeros coleccionistas fueron los “Emperadores:caligrafs ellos mismos, ‘tnimaron este are queen China era tan apreciado como lapintua. Esl cdo suponer que Tsin Che-Huang-Tl (259-210), elgranacxparador de tie- tras, fundador del Imperio chino y ‘sdministrador genial, encarg6 call- trafis pinturas para el espléndido palaio que se hizo eiflear en Hieng- Yang. La dinasia de los Han elevaré mas ain el cero de las artes la pin- tora y la caligralia se pratcaron ali como especulacionesfilesétcas. EL femperador Wu (siglo m a. C.) insti ‘uyo una Academia imperial en don- de ean las pinturs ls caligraios Inds renombradas de todas as pro- ‘incas de China EI limo empera- or chino de la dinastia de los Han. ien- (190-220), organiz6 una es- pecie de galeria nacional con retatos fe sus ministrs agrupados en una ‘sal, llamada la Sala del Unicornio {animal fantéstco de buen auguro) ‘que recuera los gabinets de reiatos fontempordneos que se formaban en Europa en los silos 0 y x. ¥ he hilo que serécl siglo x7 en Occ Gente, el wgabinete de as damase: un sucesor del rono de los Han encarg Al pintor Mao Yen-Chu, especial en el género del erato, las efigies de as (damas de a core ‘Bin una de sus palacos, Hamad de Tas Dos Misteriosas Terrazas, elem= perador Yang, dela dinatia de los Sue (589-604) habja instituldo dos galeria: una, llamada La Mistriosa ‘Caligrai, guardaba mumerosas obras rmaestras de este arte la otta, Los ‘recioso Vestilos, estaba consagra- dda los pinturas. Pinturay caligrafia ‘ban siempre emparejadas ‘Los Tang na fueron conguistado- {es protegieron las ates, incluso las practicaban cuando tenfan ocasién, Como el emperador Hiuan, Tsong. fue fue pinto y ealigrao. Bajo la inastia de los Song (950-1260) los temperadores se slian interesar por {as letras y por las artes més que por Ia politica, y ese exceso de refina- lento aca por costarles etimpe- rio: muchos de ellos se dedicaron a sa pintura. ‘Es la gran época de Ia erftca del arte en China: los coleccionistas se {isputaban las obras maestras de los laristas del pasado o del lempo pre sent; sobre ess pnturas, delicades fvanesoetes,insertan sus sell, ns- {biendo a menudo incluso sus apre- daciones,exta costumbre, que pro- ‘Seguitd en las dinasias siguientes, ‘cabaré por desigurar las pinturas Chinas, concedl precio a la genea- Togfa de las pintura yal igual que Ihoy, el hecho de haber pertenecido ‘a coleccionisias eflebres aumentabs fel valor de una ob. nla époea Song, el Japén, ya en ‘Contacto on China desde hacia mu: thos silos imité el ejemplo de éta vy promoviéeloletonismo, Hasta fos: aad singlamnene Se 2g urn 1434, Cosme de Medic puso fn ypromovi Gain depésis de rador Misi quien) 09 pC nT negimen sstenido por varia 8¢- Sa rede coania i) J si ae ree ee al Te a burguesiaconvitiéndo cas ore tcsonados aponeses canons dommoio, C7He Me sede hecho, aunque no de nombre, temp Tonapieciderosobas haber suse Pv 08 Biefe dela cudad, cuya prospet congue radcs arias de ‘ero el pablo romano sMestede dd ya estaba declinando. (..) Los oar gy eedzrespeuossque ‘omanca ch conta Qe 20 fed una de as mss poderoses la cpoca Song) poe guna, oii agranes gis es Aris de mercaderes, que prom Ba: tfc poner en elas sus el Apontomend YL PO to i de converte en la primera de ey Se peearion ua an ea ce yey in tester pay Telia en fo que ala banca se rele selon o au ncrvadas hoy en las wor. (Véase FLINE, HE NET Te) La casa de Florencia se dedi- esas obras, lacs dell Ne-_—_‘f, ans Frmln Didt (rs {ba sobre todo a operaciones bat coleciones enicetgpeiaimente ce bras 1865.0 TS {el auge de los Medi comenzs seteesans Quen Gn oP Gl Paes, XIV A pl. 07S) on Ta asociacién financera del p 2627) 25 BAZIN, opt pig. 15 Gre de Cosme, Giovanni com la Cu- 1 eT pun eta commeresincel 24 LEWIS GD at ct (1988 pig. tia) aleomercio.-» (ANTAL FET event del pasadon, Museum, vol 479 muro lorentino y su ambiente saa XXIV, mim. 1, 1982, pa. we caNO, %,«Colleconisme € Madrid, Guadarara, 1969 (1787) ERI ape cuss, meat, en Eeidpeie Foot! pigs. 25 9 57.) Ven lm vol XI Re, ste 2/0 Min 197 i Begin Eilean HOOPER-GREENHILL, fim. 4, 1980, 105, Erprimer museo de Europa fue el 15 Véase texto y nota, ae eeirandescoleedones dearehan Palade Riad de os MO op Flo" 16 BAZIN, G., op cit p65 14 Las grades monte analiadas por fel 1440, obra MCAS 16 BALIN, Gmina romaptyla dives epesaly Ac Setpmer museo de Europa, eho tenn de eon diver ees ennop ok, garelaal Medic coo GOT 1 eG iret eames nics oe temmarnsseats PAE Ts {fe su dominio socal, cultural y PO- whos csciOG Sri auvenaly olen ax aa, Erase, ST Iiico en Focencia.» Muscums and he Maca tad ls stil de SALERNO Ts (en coaDonneles ‘Shopng of Kuowiedge, Londres, Rw Seneca ve esecconita. (@ _BARBINL G- ARIAS P. F, WAT ledge. 1992, pg, 25. (GF cap. 2 Te BAZIN, op cit. pig. 17.) SAR MARCENARO, C),rMusei © _ fnimcum of HPC To, 25-46) Deer rey Nalizo una oles collet. en Breda OT ag Véase BOCCHL MF. Le belleca de sea ccacrmosporumciae eel rte, 1 FSTnG, 1003 Tac di Freee, Horenca, M.G. Cr 1a es que fomaba ponte OPER D. Le grande ces 7 nel, 1677. Se A cnc tums Paine ne een oe, so véose también PRINL P. ola FO 16), a ae a mrad ee eee Ti aes ee ces a0 vase CICERON, M., Diu, ss: The Anatomy ofr TaN Ts Buropa del siglo xn, en Mise, ye rc ccion cone vers; Angi te Feet Da one ol XXXL mim. 2, 1981, Pigs. 9% Lor Ved are lly IL Poe 1967 (1960; IMPEY, O/Macer ns. Mr iatbaon sesBelestet- COR A cis, The rie Tae 31 Fromdsco [ reaia6 una nueva cast tres, 1927, pigs 8:10. COR TSESITAYLOR..B Prin. cain de Is clecsones or an eee tri, ML, Lvl aces and Ars: Parone reo fa intaladin en os Mit 2 Buon yee ee garclona Biol a Fur Fabry Cov, 970% ‘tent quien han decora as galerss delaarqenrs Pr cemplo c+ 1976, tan muscs y cleans: ¢& pinturas originales. Con su do Teri See zea encl ‘Bap, ademds de ao. cin a Estado en siglo x aU tee Loanierh natees CDs |) SME PASION Fan i edge darom Jos Ulf convertios en inst que formes arustabiacone), especialmente por 2 #008 fucidn publica. En 1993. tos ii lamanesndePijencia perpateuca).. NUR, en Hula su ooo ‘recon on teribleatentado con 22 ints Mignon deus cuesiones sos Bp Mai, 968 (O20 Significativs desperfetes, perms Pini el omo ea Lsipo era Yea pat dee Soe Setjendo ebiertas durante Tos tres sree jgyexlcema yabenecs basin Me Informacion TUM Moos siguientes slo 34 salas, La 1s Tetoontes clesctarque hlzomés 1970. Construceén y plan de ampliaién dicho ams cei hombre 27VARINE-BOHAN,H de-endedare iu primera fase propicié a ape obra ea nco Agia atiaco- ones Pee Kr, lato aca al pablice de 16 nuevas seas el gue se rua Mi dane desusbo- end, ep. A 197. PAE 10 Se de septiembre de 1996 con la —— | 2 2 38 posiién +L°0Micna de a Manieza Pihomenaje a un dable 500° ani Steesario de lo pintores Jacopo Ca- {race llamado Pontorm, y Giovan- 1 Batista di Jacopo, Hamado Rosso Fiorentino, que se habia cumplidoen 10995, pero que no pudo celebrarse por los desperectos del atentado, Bramante fue el encargado de pro- yectar los planos para el Belvedere, flonde se albergarian més tarde e5- talturas importantes de a época cs- Sica. Unido mediante una galeria al palacia, se constituys ell Cortiles, flonde desembocaban doce corredo- rex cada uno de ello con una visi6n de Europe y presiidas por et Lao- coonte, una escultura de Apolo y fotras figuras de marmot. Cortese cer al fin. Durante dos ientos aos su realidad perviviéso- Tamenteenel recuerdo de grabadosy ‘vaciados. En esta stuacin lo encon- {16 Byelyn en su viaje a Roma en 1645. El Belvedere queds al cuidado el méaio papal M. Merea, quien ‘valor solamente aquells esculturas caidas por su condicién material. como mérmol de la mejor calidad, Durante el papado de Clemente XIV volvié a renacer el Antquarlum. En Corte ne pudieron, sin embargo, ‘exponerse aquellas obras detetiors- fdas, redudléndose a pocas pleras de corativas de escultura pequei, al fgunos sare6fagos, en una nueva faerie reconstrulda or otra pate, los tempranos mu~ seospiblicos del Vaticano carecan de fdecuada accsibildad. Para poder visitarlos habia que recur a algu- ‘na persona famllarizada cone! ugar as que un sentido claro de museo, lenacimlentotallano acu y 6 fl concepto de coleec6n, cuyo €0- ‘metido més relevante era el de en ‘andecerpersonalmente asu pose: flr. de acuerdo con elco ncepto de Yaloracisn del individuo, centro y medida del univeso. G. BAZIN estudia el coleccionismo teuropeo de ls sigs xv y x en el fap. 4 Las cimaras de las maravi- Tae, yeldel naten e5 ttulado +E arte reals, de a p. ct (1967) igs 55-81 y 83-106, especivamente 36 Como punta Bain en oto lugar, la ‘ampliacion del eampo de los conoc- Inientos humanes, el eultoa Tos hom- bres usres ya los multiples descu brimientos que se ealizan en el siglo von (arte y letras antiguas, cena, c= ‘ilzaones extanjeras en Ocsdent), ian a esiular la creacin de toda suerte de museos de historia, de arte, de historia nawral, de Gencis. En ‘Alemania, etérmino Wunderkemomer Gesigna una coleccién de curiosida- des de la naturaleza y el término [Kunathammer una olecién artistic. En Franca se dce un “gabinee" “g2- inet deraezae, cuando se rata de bjetos inslitos proporcionats por la naturaleza 0 de objetos precosos sta palabra adqulere en el siglo x90 tun valor internacional, término “euroso” empleado para designar 2 tum aficinado (amateur) aparece en el siglo wm, En al, se did en el siglo beacons y en espafiol fiona. nel curso de ossighs nv xv y xv se forman algunas de las grandes co Jecclones prinapescas,naconalizadas nds tae, que constituyen los fon- os de un certo nimero de museos fe hoy diasle delos papasen Roma, Iasdelos Médici en Florencia, de los ‘abeburgoen Viena y Mads, de los Wittelsbach en Munich, de los Ho- hhenaollem en Bes, de los Bordon Parma en Népoles, dos Valois yBor- bones en el Louvee, de los Romanoff fen San Petersburgo. Inglaterra fue privada de este orgen porlas ventas, entre 1650y 1653 de las colecciones {e Carls I. que habla tendo el més bello gabinete de pinturas de Euro- pa Peron este paissedesarrolla muy pronto la concep del museo pa- bic, reunido par servr al progreso {de los conocimientos humans: Ash rmolean Museum de Oxford (1677), British Miuseum de Londres (1753) (Articolo «Museologie» Git, 1968.) 37 Véase AULANIER, Ch., Histoire du Palas etd Musée di Louvre, Paris. Ges Musées Nationaux, 1947-1995. 38 Modelos aa vez de material cient fico y are reunieron acai totalidad de las monarquies 0 pincipados ex- ropeos. Asse caracterizaron las con- {eidasen las «b6vedas verdes» del Palaca de Dresde de Federico de S jonia (1670-1733) 1589-1571 A> 2, erigi6 en cones, El rey de Polonia Segismun- Go TL Augusto alberg6 su colecen fenel castillo Wawel en Cracovia. 39 En rigor, ls modernos museos se forman en fos siglos va y x. Fue- ron los cambios sodas los que plan {earon en ese momento el problema fel acceso de todos a a cultura y al 40 Ocwresexhitigus, Paris, Eltions P ‘Verne, 1968. Salons (edicin ext tic), 3 vols, Oxford, 1957, 1960 y 1963. Bibliogratia erftica sobre Di- derot puede verse en SCHLOSSER. J von, La literatura aréstice, Madi, Chtedra, 1976, pigs, 565-366 Diriglda por D’Alemberty el propio Diderot, el tomo aparecé en Paris fen 1751, y concluyé su publican, fen 1773. Diderot ta26 este progra- ma en su ariculo Louvre 42. Asi, A. Olearus lo demuestra en el prélogo que escbi6 en 1674 para el, fatdlogo de Ia coleccin del duque Schleswig- Holstein y Gottor. Et ana- tomico Frederick Ruysch permitia sempre la vista de personalidades 3 fs coleecones. Era, evidentemente, tuna apertura lta. Actitud que re- Sulfaba comin a otras eoleciones de ‘otros ples. Slo a nobeza o perso nalidades, diplomsticos. militares de falta graddacén, et, teniam acceso a fas colecciones de Mr. Townley en Tondres de la evlla romana 443 Véase al respecto G. BAZIN, op. ct. pigs. 150 y sis 44 Fue nombrado el pintor Hubert Ro- bert, quien nos ha dejado numero- sos cuadtos que fepresentan tanto [proyectos para la Gran Galeria del Louvre, como lenzos que muestran vistas del museo desputs de su aper- tora en 1793. 445 oEl gobierno Irencés dela Conven- Gdn nacionaliza las obras prove rientes de ls coleccones reales, 15 fglesis los bienes de los emigrados constituye depésitos, después mi Seo prineipalmente el Museo cen~ tral de las artes, abierto en la gran tileria del Louvre el 10 de agosto de 1793, el museo de los Monumentos franceses, museo de histori, abieto tenel Convento de los Peti- Austins fn 1795, el Conservatoro de ls a- fs 7 ofieios, Museo de la clenci, ‘Geatlo en 1793 y ablero en Saint ‘Martin-des-champs en 1798, € Mu feo de historia natural, abierto en el fnuiguo Jardin de Plants del Rey en 1793. Ai mismo tempo, la Conven= ‘dn Inaugera un nuevo proced ‘ent de enriquecimientoaristico dente: la cntebucion de a gue Tra dels nacionesvencidas, método practicado por Napoleén que le daré Ja magnitud de una pltca europe, fuseitando la ereacin de museos en fos reinos vazallos y practicando Tos aumbis entre estas diversas instar ‘ones, Bajo el imperio, la adminis tracion de as Bells Artes es confiay tds a Denon Vivant, nombrado en 1802 director del Museo central de fas artes que, en 1803, e5 llamado muse Napolens (BAZIN, at. ct pig. 148. Véase sobre toto su op i 11967), pigs. 129-190). «46 Véase LENOIR, M.A. Muses des 0 uments Fangs om Description sor puet ronlogique de Sateen mare Fron brome, Barrels et Tobe des ‘omames et der Bones les, our Mr BU Hise de France cele de At $ vols. Par, imp. Guillet, 1800- 1806. Musée Impérial des Monuonens Praga Resales graveures POM ‘rd Histoire ds Arsen France, Pats Imp. €Hacquart 1811, ‘47 Fundado en 1753 con la colecelén ‘el fisic sit Hans Sloane, se abr al pablco en 1759, bien es verdad ave fas vistas se ralizaban en contadas 44g Eldecreto de a fundacén del museo “Tosefino To reproduce Mariano de [MADRAZO en su Historia de Museo {ie Prado: 1818-1868, Madd C. Ber mej, 1945, pgs. 53-54 49 Para flentl FOCILLON (vase Le ‘altura romania, Ivesigaions sobre Ta hoa de las formas, Madi Akal 1987 (1931); La vida de ls formas, ‘Mal, Korat, 1983 (1934); Arte de Davdenie Le edad media romania y fotica, Madrid, Allanza, 1988 {1938}), el museo es una creacion retusa de igo de lasTuces, bien te verdad que continuando Ia 13> ‘idan renacentsta de los gabinetes ‘de antigtedades y curiosidades. En ‘cambio, para otros autores. como ‘Rndrés OVESERO (en. Concepto a tual del mses arts (1934) eo sna creacién dela cia ale jandrina, que se engrandeci6 con 8 Crudicn humanist y se abré al Ducblo gracias a Revolucion Fran- {lo cierto es que en su creadién in- flayeron estas y otz0s factores im portantes como a labor de Diderot ya Eada; la Critics dl juiio (1790), de E_KANT (version en espaol, Espa- fa Calpe, Madrid, 1977); la Aesthetic (1730-1758) de A. G. BAUMGAR™ [TEN (Olms,Hlldesheim, 1961) y las Campaiias arqueoldgicas de 3 |WINCKELMANN y 0 Historia del art tla antigiedad (1764), la primers historia del arte esrta (En espaol, ‘areclona era, 1967). También Jt posicén de W. GOETHE 50 Realizdo por Althann y decorado ‘om las copias de todas las obras en Sniniatura por el pintor Femando Storer, consta de ies volimenes 1720, 1730 y 1733). La dsposicion Se las salas se conoce gracias 10s Sguafuertes de F. von STAMPART y ‘Rvon PRENNER, titulados Prodo- srs Theatr arts pictoriae, PUB dos en 1735. 51 En Batrachtngen ier die Kats [SngicheBldergaleriezu Wien 785. (Gk por G, BAZIN op. ct pig. 159) 5 Weave Les Musées de Allemagge et de Fuse, Pars, Hachette, 1644. 53 Como la que en 1523, en Ta Rept ‘ice de Veneda, constuyS el epado fe ls hermanos cardenales Dome- ‘coy Antonio Grima (ompleta {hams tarde por los heredevos en 34 5 56 1583) al parecer para promover 18 eagle y lavorecerla sede del 20 ‘emo, © como la que s¢ form €” ‘arich en els. 27 a eefble st Ta- ‘nicio coleciones eceséstias. ES ‘eset, fa dad de Basen ta bien formé una coleccién pablica ‘cuando edquiré en 1661 el co ga pinete de Basilio Amerbach, que iba ser exportado, Nueve afios despues To intl para su exhibicion en lab botees universtaria, En 1694, el td de Salnt-Vineent de Besancon. (Francia) dond sus colecciones de pinturas y medallones 2 a abadia ara formar tina coleclén pablica in general en todos ls ples ¥ 50° ‘Gedades las colectiones pablcas s€ ‘jeronfavorecidas por aumentos &€ Tos Tegadosy diversas vicstades tan to de sus propietaros como de sus ‘dcacendientes. Bs este el e250, Por emplo, entre tantos otros, de la CO- {eecion Olaf Worm, que en 1655 fue transferda al Real Gabinete de Co- Demague, a causa del conflcto de Tarereses entre Ios herederos. des- pus de la muerte de su propietari. Basado como nucleo esencial en el ‘Musa Tradesantaru (1656), 1a Universidad de Oxford erg el edi Hao que el 21 de mayo de 1683 nau gurl Principe de York (Edificio ioe quedd como sede del Museum of Fistry of Science, una vex © cons fray inaugur6 el nuevo en 1839). Inigo mas tarde que Oxford (¥ que Tondres con el British Museum, 1759), la ciudad universitala de Cambridge ba a contar con tun mux Seo importante: el Ftzwiliam Mu Seum, debido al legado de lord Fits- ‘william of Meryon. Graduado en. Trost por su Tenity Hall College ¥ rmuerto en 1816, donaria ala famo- Te ludad y univesida de Inglaterra ‘Sus importantes colecciones. ‘sl reorganizarse las coleeciones, €® 73d se forman Jos museos del Ca- pitolo, et Palazzo dei Conservatori Fe convierte en 1749 en galeria d& pinturasy, en 172, se abre al pie Biico como sede de una amplisima oleceldn de antigiedades el Museo —— is ‘Contenido, fue emulada por nume- rosos pases de Europa 57 Elerecimiento de su colecciones fue ins répido que el espacio disponi- ble, por lo que fue instalado en el Independence Hall Lego, y tras mu serosa vicistudes, a mediados del Siglo mse dspersaron las coleccio- ines no sin antes haber formado en Londres su hermosa coleccién de {China una gran exposiin. 58 Instalado piruero en la localidad de ss Bula por Maret, el xipt6logo st cesar de aquel, G. Maspero, lo tas Jad6 a El-Ghiza yen 1902, pasé de finitivamente a El Cairo, al eificio (que actualmente ocupa. I caballero inglés James Smithson Tego un millén y medio de détares para que se esableieraen Ios Esta- fos Unidos una inttucion «para el ldumentoy la difusin del saber en tte los hombres. Después de mu ‘has controversias, en 1846 el Con- [preso americano acept6 el legado y flict legislacin estableciendo la ‘Smithsonian como una insituciGn ‘cocargada de repesentar «todos los bjetos de ate einvestigaciin de cu rosidades de historia natural, plan tas yespectmenes geologicos y mi heralese pertenecentes los Estados ‘Unidos. El United States National ‘Museum se abrié en 1858 como par- fe del programa cientifico de Is Smithsonian, cousttuyendo el prt mero de sus numerosos muses, 18 ‘mayoria de los cuales esti situados ‘lo largo del conocido Mall dela ca- pital federal norteamericana, 60 Con ello introdujo el precedente 6 de que las autordades pablics pro vyeen y mantienen el edifo de Tos ‘museos,mlentas que un cuerpo de ‘administrador asume la responsa- ‘iia sobre ls coleccones ye ea po profesional. Entre ellos, ls de Grahamstown (1837), Por zabeth (1856), Bloem- fontein (1877), Durban (1887), Fre tora (1893) y Pietermaritzburg (2903), 462 En 1901 se fundan los Museos Na cionales de Bulawayo y de Harare, antigua Salisbury 463 Ademds del Museo Egipcio dtado, a prinepos de siglo se cean otros dos: El Museo de Arte Islémico (1903) ¥ 1 Museo Copto (1908) 64 FI Uganda Museum (1908) tiene su origen en las colecciones reunidas por los British District Commissio- 65 El National Museum of Kenya, en ‘Nairobi Jo ini en 1909 ln East Ae a and Uganda Natural History SO- ery 466 El primero de Mozambique fue el ‘Museu Dr Alvaro de Castro, funda~ do en 1913 en Maputo. (67 El primer periodo seflalado com- prende desde la Revolucin France- Ele 1789 hasta el facaso de as re- ‘oluciones europeas de 1848-49. En 148 se publicé el «Manifisto co runistae de Marx y Engels, Francia asd a ser Replica ytuvieron lugar revolucones en Alemania y Austria En el segundo (1850-1914), s€ pro- ducen entre otros acontecimientos histérico-clturales la primera ex- posien mundial en Londres (1851) ia segunda seria en Paris, en 1855 Y después de un tepidante fin de Siglo, los acontecimientos precipita~ an elestalido de a Primera Guerra Mundial (1914-1918). {68 Como ejemplo, ctemos Gran Bret fia donde antes de 1850 habia unos 59 museos, creéndose 295 nuevos entre esa fecha y 1914, 69 Recorders algunos ejemplos cen- trocuropeos el Museo Nacional de ‘iungra (1802), fundado en Pest por a Asamblea hingara con las colec- tdones del conde Ferenc Széchenyl: fl Muieo de Praga, que en 1818 fue trganizado con las colecelones de historia natural de los condes de Sternberg y de otras familias como atirmacin de dentidad nacional: et ‘Museo de Moravia en Bro (1918) y los de Zagreb y Livbliana (1921). ‘ademas de los del antiguo Imperio ‘Austto-Hiingaro en Viena y estados ‘ela actual Alemania ya citados, 70 7 2 Ccentroeuropa hevié materialente fon la fundacin de museos en Po- Janka (el Museo Nacional. ideado en 1775 se creGen 1862; el de Pulawy. cerca de Varsovie, de le princesa Czartoryska, slo duré unos ocho aos princpios del siglo x): Gre- {a instalarfa en 1829 su Museo Ar ‘queoligce Nacional. en gina: mien- ttas que una confederacin de patses {desaparecida hoy dia), como Yu soslavia, no fundara su Museo At ‘queokglco Nacional de Belgrado bas- {2 mediados del siglo xx, en 1944. ‘Comenzaron a diferenciarse el emu- seo nacional (mado también bis- ‘Gricor) del emuseo de clenciss, del imiseo etmol6gior, del «museo de nes industrials, ete. Se produc fan grandes avances museogticos YY mseol6glcos, como se vers més adelante. Ponera fue Sueca,en este sentido, ils que siguieron los Paises Bajos fon su museo al aire libre de Am- then (1912) y, mas tarde Cardi en ‘Gales, con el Welsh Folk Museum (sary Ta gran importan de los museos se terdresaltada en as Estados Unidos tte America desde 1900 gracos alos textraordinaros egados yfundacio- pes tealizados par los magnates de tn industi el comerco, ls finanzas 1a prensa, ete. Nombres como An- few Mellon, Samuel H. Kress, Ben= Jamin Altman, J. Perpont Morgan, Hrenry C. Prick, entre otros muchos, estan desde entonces unidos a la Creacidn de museos como los de ‘Ailanta, Houston, Denver, Nueva Orleans, Kansas City tc. 0 Tos dela Universidad de Harvard (1928) ola ‘ya Giada National Gallery de Was- ington (1937) 6G. BAZIN, defendiendo el origen des- tle los colecciones de I reales, si teiaa asilasfases del »museo publi- Cov: tla primera fase puede ser Tlamada warqueolégica”; se abre con el itansporte a Londres por lord El- ign de mirmoles del Parcenén, a ‘ulsidos por el British Museum er 1816, y sigue con los grandes des cubsimientos de as grandes cilia ‘Cones eliscas 0 prelisieashabidas tenel Medio Oriente, bajo el erito {fo del inmenso imperio tuo, som Tealizados por alemanes, inalses ¥ franceses, EL museo tiende 2 servi fos Intenciones plitias de Tos sobe> anos, prinopamente los museos de hustovis: Museo de Versalles,conss- trad a todas las gloria de Francia aor el rey Luls Felipe (1852); Mus Teo de los Soberanos del Louvre, yl Ihrusco de las Antigitedades nacio- ales de Saint-Germain, creados por ‘Napoleda I; en Viens, Museo 8 "Ramada, construldo entre 1850 ¥ tise, el Tesoro imperial, abierto en 1871, Ea el curso de la segunda mi tad de siglo, el interés se lleva hacia fa pinturay son cresdos los m™mseo8 fdeare industial 0 de ate aplicado is industria, llamados todavia de rte decorativo, nacidos det sent {niente de inguietud que provocs oncenela de una deeadencia del fesanaorel primero ese] Victoria & ‘albert Museum de Londres en 1851 fl roismo desarrollo industrial que faba hecho nacer los museos de ae flecoraivo acarrea en el fn de siglo fa aparicién de museos destinados & reservar las creaciones del arte po- ular en via de desapericin répida Pruseos de folklore, museos a aire Tire (Nordiska Musee, fundado e” stocolmo en 1873 pore doctor Art Frur Hazelius), Esta clase de musco ‘conocera una gean brilantez en as tlemocrecias populares. En Francis, Ia lneatva de la organizacin me- tGaica de los museos de ares t8- Uictones populares se remonta aun ‘deere de 1937, ditado por un £0° biero dl frente popular. Hl dese rato de las cendias y las tenicas dba hecho macer museos especiales (gue tendran un gran favor del pi ‘hice en los Estados Unidos de Amé- tea, Uno de los mas antguos €3 Deuesches Museum de Munich fan- dado en 190. SA finales del siglo x todos loses ‘invonios de la natoralezay dea 3c tividad humana encuentran ast st ” 16 tugar en los museos. A paride 1870, fecha de le fondacin del Metropo~ Iitan Museum de Nueva York, EEUU. esta tna particular ar3c- ‘aa por este modo de frmacion cul tural que es la instiucion museold= fan. (-) En este pais, se deben los fnuveos en su mayor pare funda- ‘Sones prvadas, aleniados por ls des travacones de mpuestos que ac0eT- {i el isco alos donants, Raros son Tos que pestenceen ales colecvi des piblicas como la National Ga- ery de Washington, propiedad del {stado Federal: indusoésta ba nac- fo dela donacién realizada por e Seoador Andrew Mellon de 50s co Iccones y de la cantidad necesaria pora eonstruir wn museo, presente Zr que vendtian épidamente a unit- elas donaciones de Kress y Wiede- nner (Art. eMuséologien cit Ds 448), ‘Fesoros de la mente -osllama John ‘tz Maurice MILLS-, 0 sea, un me- dig por el que se pueda establecer tan leno de unién con el pasado det hombre, que nos orient hacia el des ‘Cobimiemto de una nueva einesPe- ada iqueza que contibuya aa me jor comprensidn de Ia historia Fpummana, Y en este sentido, 10s al Dergues de tes0r05 son, hoy en dia Tor museos..» (Las omservadores de bras de arte San Sebastin, CIM, 1977 (ec ingles, Londres, Als Books Limited, 1973) ps7), teSon Jos museos la memoria del mi be», se preguntaba Dominique POULOT « principios de os 80, pa- Sando a analiza después e problema {el museo desde un punto de vista fandamentalmente sociol6peo, (En ‘Liavenir du passe, Les musées en Tnouvernente, en Débat, mim 12 mayo 1981, pigs. 105-115.) En tan” fo que Jean-Paul ARON, en na €n- {revista reaizada por Philippe Da- gen. venfa a calfcar al museo come ina agresion contra la memorian, (Gan Le Monde, Pris, 141-1989.) RRecordemos gue fue presidente del TCOM de 1966 a 1975. Su pense- lento ha quedado expresado ear n ticulos como «Museum», Enoelopae: tia Brternca, Londres. BB. Ic 974, pags. 649-662; +n musée cate le Musée de Thome et d€ Tndustrie —Le Creusot Montceat Jer Mines, en Museu, Pris, UNES- (CO, vol. XXV, nim. 4, 1973, Bass Setzas; eLe musée moderne, en ‘Mase, vol XXVI, nm. 3, 1976, page, 127-139; wl écomuséer, ‘Garente, vol. XI, mim. 2, Ottawa, 978, pgs. 29-40: La participation ‘de la population. Princpess, en La udlogiseon..p-cit(1989), DABS. 312315. Fin ia ctada entrevista concedida & perme Kister, publicada en Los mir Jessen el mundo, op cit E] use610~ fo describe textualmente: «Desde Ha aproximacién fundamental- enteetnoldgica podemosconside- rar tres etapas: Una etapa preindustrial, en la que {a iniativa cultural est dfosa en el eno de 1a poblaciéa, donde eada hombre y eda grupo social es Tea flor de cultura. En esta situacion preindustrial, Ia palabra culture no Existe.¥ excepto para un pequeis tite, sin imporanclacaltural el con ‘epto de museo no puede exist. NO fay teorvacin de a cultura, por de- finicién es una cosa viva: por es0 00 fe habla de ella mi tampoco s€ act mula, ni tan so se Ia conserva ‘te segunda etapa esTarevolucion Y volun industsales, que dura has ola Guerta Mundial En esta €P0- fa asistimos al taspaso de 10s ce fos de decisién, de poder, y de os fque yo lama “centros de iniitiva ‘Mjturel’, 2 las eudades. Se da un Cinpobreciiento en el sentido de (Que el eampo pied en gran parte fh inicatva cultural y abandona su ‘ceatvidad, que se concentra en 1 cdudades. a terceractapa ese! periodo post ndusteal (ne refiero aqua tos Pat ‘es industralizados): Los poderes Thicos,econémicos y culturales 5€ ‘concentan elas metropolis yl i ‘Gatva cultural desapareceexs total ‘nent. Fs ssituida pola innova tecnolégia: cualquier problema vital (foe anterormente era solucionado por y para la gente ahora se resuel Pemedlante a gestion de ofcnas de “Grudos,laboratorios y administra- doves es decir, los problemas se so- thionan también para a gente, pero no son solucionados pola gente. Ent ‘st radia la innovacin 17 Esta esa stuacidn en los passes ac fualmente desarrollados. En los pl Ses que han tenido més o menos un nism tipo de desarrollo, aunque no Torzosamente paralelo, como Japén {y Ching, las estapas historias que hos hemos referido son similares. "A partie de principios del siglo ldesrtollo de los museos en el res- to del mundo es un fendmeno pu: ramente colonialista. Han sido los paises europeos los que han im puesto @ Tos paises no europeos su metodo de andlsis del fenémeno y petrimonio cultuales; han obliged as lites de estos pases y alos pue- Dlos aver su propia cultura con ojos ceuropeos Por tant, los museos dele Iayorfa de las naciones son crea ‘Gones de la etapa colonialist, ta descolonizacin ha sido politica, ‘eto no cultural: por consguiente 5€ puede decir que el mundo de los mu- feos, en tanto que institucion y en tanto que método de conservacion y de comnicaciéa del patrimonio cultural de la bumanided, es un fe inémeno eurapeo que se ha extend ddo porque Europa ba producio la cultura dominant y los museos son ‘una de las instituclones derivades de fsa culra.s (Pigs. 10-13) 79 Blrecorrdo que hace Varine-Bohan Sobre la historia de Tos museos es, por tanto, esencialmente sintnico hho con la materialidad cronolégica Ge los hechos (que H6lcamente re sulta el soporte de cualguer tipo de ‘ndlss), sino con el esp que ani tna ydesarolilaevolucén cultural de a sociedad. Parte del supuesto geocultorel que ‘conforma e]érea mediterrénea pars Selatar el orgen del colecionismo {y los museas, como un fenémeno evolutivo de los rasgos que defini ron la eivilzacién clisica greco-lo- tina, Consecuentemente con ello, snaliza la jnfluencia tanto del exs- tionismo y del expt rligioso dela ‘ead media como, sobre todo, la ha- bida desde et comienz0 del renaci- ‘miento hasta el apogeo del class= imo, con la segmentacién de le tristiandad y la secularizacion de Ja educacién: y la decisiva epora- ‘dn de la arstocracia y de la bur- fesia cultivada en la creacién del folecconisma sstematco. Esiglo wi lo contempla Varine-Bo- han como el lempo de las primeras colecciones publics, ene que sein- ‘uye el comienzo investigador 50- ‘re los objetos del museo, su coo: servacign y restauracién. Pero también, como el iempo en que e5- tas ideas se extienden por el mundo tsavo y por Norteamérica Flperiodo comprendido entre 1790 y 1850 -es dec, préclcamente des- fe la Revolucion Francesa lo ana Tiza desde el punto de vista de la na- cionalizacion de las colecciones privadasylaecosin de los museos fn la Buropa occidental. «Una ex- plosién museoldglca-esibe= coin Eidente con la Revolucién indus- tal, que preservaré una parte importante de los valores del mun~ do antiguo, que de otra manera po- ‘rian indudablemente haberse des- truldo @ causa del progreso téentco {yeconémico y de las nuevas modas etéteas.e {Le etapa 1850-1950 esta mareada por una serie importantes de fené- menos: continuacion de la revolu~ idm industrial en Europa y los EEUU. de América: contraste dele instituckéa musefstca en los resi mene democriticos y en los dicta torlales; las fundamentalestransfor~ ‘maciones en as denis y el progreso téenicoy la expansin colonizadora teuroamericana, econémica o polit- faa todo el mundo; la ascensin de Tos medio de comunicacin: Ia de- rmocratizacién de Ia educacion y 12 cultura... Nacen nuevas tipologis de nuseos y comienzan a cuajar las di- ferentes asociaciones en los pafses esarrollados.Y, junto a esta expan sién museolégica ala par que la ec- roligica y 1a cientifies,hechos tan relevantes como la revolucion bol Chevique de 1917 0 las dos guerras fundales van a protagonizar com: bios profundos en las colecciones y Tos miuseos algunos, destruidos-, ¥ centre otras consecuendias inmediatas {de aquela stuacén eabe comtar Ia ‘expansién del fenémeno musefstico fen los Estados Unidos, muchas ve esa costa de grandes adquisiciones fen palses devastados 0 empobreci- tlos por la guerra. (Se traslad tam- bina captlidad atstca del arte de Paris a Nueva York) La enovaci6n de los miseos amerianos repercutrs tenn viaje de ida y vuelta sobre 1a enovacin de los museos europeos {ye ortos muchos pases del érea oc cident Califia Hugues de Varine Bohan el perfodo 1950-1970 (recordemos que lartcul se publica en 1974) como fide la eorganizaci6n de los mu- Seose, ent cuya labor serdn impor {antes Ja modernizacin técnica Y 50 ‘Gal-pedagégica de los museos en los paises del norte y sodalistas europe~ ‘bs (con otro sentido ala expansién Seclerada de los norteamericanos) ¥ 2 impulbo otorgado por el ICOM y Sus diferentes y especializados co tnités internacionales. En la moder- pizacin y ofganizadin de los mu ‘eos iene su eso espectcn la acién ddelas Asacacones nacionales de los museos, el estudlo univesitario de Ta museologia que se pone en mar cha con certo relieve en wniversi- Sades como las de Brno (Checoslo~ ‘quia, Leicester (Inglaterra), Pats, Boulder (Colorado, EE.UU,), Nueva ‘York y en ottas partes. «La invest pecidn moseoldgca y museogréica Eifrma-, Tos estudios de conserva ‘ny los exmenes soiolbgcose- ‘rados fuera sobre el pblico se han Tmultiplcado, expresando todos ellos nsiedad y deseo -ansiedad de un ‘museo que experimentan en si mis: a ‘mo cambiado,crtcado yalcanzado pore progreso de a cultura ya s- Gledad: deseo, por el contraro, de ‘Maptatlo al mismo y encontrar nue: wos métodos.» Termina reliriéndose [los museos de Asia, Alia, Latino fimésca y otras latitades (un fen6- meng teria expansivo tanto a= tele ereacin de estas insiuciones ‘Como desde la funcién ralizads por {trabajo de formacién de personal ‘spedalzedo) y al porvenir-un por ‘reir de muchos problemas tal como catisbaba a prinipios dels seten- te que les espera en la sociedad ac- fal «Socaimente precisa, el mur feo no acepta distinciones de ease, oca o edad. invita ala apertura del ‘Spi, al constante conocimiento {de los problemas delayes <1 hoy ye smafana, Bs finalmente y ademds de {odo lo anteror, un elemento ese ‘dale entomno cultural del hombre presente y futuro.» ‘ease en el cap. Fel epgrae La mue- va mse. [Expresiones y contenkdos desarto hhados por Desvallées en sv articulo Nouvelle mouséologles (Enero- paedia Universalis cit, ed. de 1989, ‘igs. 921-924), como «Apertura de tin dmbito de investigacon cient fea, ola investigacion de un lene dguajer, La puesta en cuestinn, ‘aca una nueva tipologias, xLa “animaclén participantey, «La reve> 22 83 cy 85 87 tacién del patrimoniow, «La con- ‘denca comunitaria yelecomuseo Gabe la conservacion al banco de (Satose, se refieren laramente a e5- tas preacupaciones. [Le must eta vit, Pais, Documenta- tion Francaise, 1977, ‘The Origins of Muzewm, Oxford, Cla- tendon Press, 1987. ‘Memares du socal, Pais, POF (Co ection Sociologie d/aujord"hui). 1986, Guanvo enfocasurflexn sobre os ‘museos desde una pespectva imi fla que hemos tratado, en so esti dio sObjecs of Knowledge: A His: torial Perspective on Museum Pus bicado en The New atusology (1989) it, pigs. 22-40. ease Le mustolgie selon... (1989) op. ‘Kenneth HUDSON, que ha sido des: fe asistente en la Universidad de Biisol hasta productor de la BBC y profesor de la Universidad de Bath fn Inglaterr, ha adgi ‘Gmiento internacional por Sts Pur blieaciones sobre arqueologia in- dustrial y patrimonto industrial britanicos, Pero se ha consagrado ‘como experto en museologi a Par tr dela poblicacin en 1975, junto ‘con An Nicholls, de The Direcory of ‘Museums (London, Macmillan), 08 futéntica enciclopedia de los mu eos del mundo. Son fundamenta- a8 89 Tes desde un enfoque sciollgio, 505 (Speass Social History of Museums, Londres, Macmillan, 1975, 210 pies fom iste Museums for the 19808: & ‘Sirveyof world trends (con Petacio de (Qrorges len Riviere). Londres! Pa {Gs Macmilan/UNESCO, 1975, 128 page, com lusts Museums offen Pr cambridge, Cambridge Univer fity Press 1987, 220 pags. com ilus> tracones. HUDSON, K., «El museo como cen- fro socal, Leta Internacional, Ma- Gna, 15/16, otofo/invierno 1989. (73-76) pie. 73. HUDSON. K., Museums of influence, pit pg. VI ‘Kote la pregunta: «Ha habido al~ guna evoluciin en este modo de com Eiger el fenémeno de los mses?» por pate deP Kiser, Varine-Bohan. Pontesa: «Fundamentalmente 0. Si eliminamos la excepdién que con- firma toda regla, podemosafirmar “que no hay nig cambio. Casio {Tos tos museos del mundo se han ‘Maptado alas nuevas y diversas s fuaciones progresivamente, Yo aE ‘elo contraio abrian muero,peTO (qucdan todavia muy lejos de lo que ‘Seberian ser, Desde el punto de vi fa enltral no ban evelucionado. Han Segui la moda, con 200 25 ais de feuraso,segim el pais. (Entrevista (Gen Los muses ene mundo (1974, igs. 13-14)

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