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PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Puede que alguna vez nos hayamos sentido flotando en las nubes, o hayamos
sentido mariposas en el estómago, al ver a la persona que nos gusta. Lo atribuimos
a un hecho divino, mágico y hasta celestial, pero algunos dicen que el amor es como
una droga, y puede que no estén muy alejados de la realidad.
El amor, desde un punto de vista romántico o filosófico es algo de lo que poetas y
escritores nos hablan a diario. A todos nos encanta sumergirnos en estos universos
literarios donde se cree en un sentimiento que a veces, todo hay que decirlo, da
forma a más misterios que certezas.
Sin embargo, si nos ponemos a pensar en una explicación más científica, ¿Qué es
lo que pasa en nuestro cuerpo cuando nos enamoramos?
OBJETIVO
Identificar las reacciones químicas, físicas y biológicas que suceden en nuestro
cuerpo cuando nos “pica el bicho del amor”.
JUSTIFICACIÓN
Químicamente, cuando nos sentimos enamorados liberamos un coctel de hormonas
como lo son la dopamina, serotonina y oxitocina, por eso nos sentimos excitados,
llenos de energía y nuestra percepción de la vida es magnífica.
Biológicamente y aunque suene increíble, se sabe científicamente que nos sentimos
inconscientemente más atraídas por personas con un sistema inmunitario diferente al suyo. Es el
olor quien nos guía en este proceso, y si prefieren perfiles genéticos diferentes al propio es por una
razón muy simple: la descendencia con esa pareja daría paso a un niño con una carga genética más
variada.

Ya en la parte física, involucramos al científico Newton ya que, si comparamos algunas


de las principales leyes físicas de su autoría, podremos formular algunas leyes sobre la física del
amor:

La Primera Ley de Newton, llamada también Ley de Inercia, dice lo siguiente: “En
ausencia de fuerzas exteriores, toda partícula continúa en su estado de reposo o de
movimiento rectilíneo y uniforme respecto de un sistema de referencia inercial o
galileano”. Esta misma ley pero traducida a las leyes de la física del amor, podría
formularse como: “En la ausencia de fuerzas exteriores, toda mujer (u hombre) continúa en
su estado de enamoramiento rectilíneo y uniforme respecto de un hombre (o de una
mujer)”.

La Segunda Ley de Newton, o Ley de Fuerza, es tan válida para la mecánica newtoniana
como para las relaciones amorosas, esta ley dice: “La variación de momento lineal de un
cuerpo es proporcional a la resultante total de las fuerzas actuando sobre dicho cuerpo y
se produce en la dirección en que actúan las fuerzas”. Interpretada esta ley, de acuerdo a la
física del amor, resultaría: La variación del momento en que una persona decide aceptar
una propuesta de otra, depende de la cantidad de hormonas que estén actuando sobre dicho
cuerpo y se produce en la dirección de la felicidad, en la que se encuentren los sujetos.

La Ley de Acción y Reacción es la Tercera Ley de Newton y dice: “Por cada fuerza que
actúa sobre un cuerpo, éste realiza una fuerza igual pero de sentido opuesto sobre el
cuerpo que la produjo”. Esta es una de las leyes más bellas de la física del amor, que
podríamos traducir en: todo el amor que tú le des a tu pareja, te será devuelto de la
misma manera.

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