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cuentos de oriente

EllagoEdiciones

Historia de Vessandar,
el jataka del rey generoso
Traducción de Elena Vilallonga

cuentos de oriente
Índice

Pág.

Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Vessandar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Primera edición: enero 2009
© de la traducción: Elena Vilallonga
Maquetación: Rosa Escalante Castro 1. Los diez deseos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
© de la edición 2. El bosque de Hemapán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Ellago Ediciones
C/ Perot de Granyana, 11, bajos - 12004 Castellón 3. El don de los setecientos objetos . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Tel. 964 227 051 4. El camino del bosque . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
ellagoediciones@ellagoediciones.com / www.ellagoediciones.com
(Edicións do Cumio, S.A.) 5. Chuchok . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
A Ramalleira, 5 - 36140 Vilaboa (Pontevedra)
Tel. 986 679 035 6. El pequeño bosque . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
cumio@cumio.com / www.cumio.com 7. El gran bosque . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede 8. El don de los niños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
reproducirse, almacenarse o transmitirse de ninguna forma, ni por ningún
medio, sea éste eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de 9. El dolor de Motri . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
fotocopia, sin la previa autorización escrita por parte de la Editorial. 10. El don de Motri . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
11. La recompensa de Chuchok . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
ISBN: 978-84-96720-46-6
Impresión: C/A Gráfica 12. La reunión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
Depósito legal: VG 1616-2008 13. El regreso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
Impreso en España

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Prefacio

La leyenda de Vessandar es la más célebre de los jatakas, unos


relatos acerca de las vidas anteriores de Buda destinados a
exaltar las principales virtudes búdicas. Esta leyenda ilustra
el don llevado al extremo con el fin de alcanzar el Nirvana,
mediante el desapego absoluto.
El origen preciso de estos relatos jatakas no se co­noce,
pero parece que se remontan a una antigua fuente indo­
europea ya que algunos presentan ciertas similitudes con
determinados episodios del Antiguo Testamento o con las
fábulas de Esopo. Pertenecieron durante mucho tiempo al
dominio de la literatura oral y han logrado sobrevivir gra­
cias a haber sido incluidos en las enseñanzas de Buda y
anotados por sus discípulos.
El canon pali, lengua del budismo Hinayana o Pe­
queño Vehículo, incluye 547 cuentos que nos muestran, de
existencia en existencia, la progresión hacia la perfección
del futuro Buda. Los diez últimos son los más importantes y
escenifican las grandes virtudes que son las prácticas mora­
les, la abnegación, la inteligencia, la energía, la paciencia, la

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veracidad, la determinación, la benevolencia, la ecuanimidad, reencarnaciones, es el mismo. La vía que proporciona Buda
y por supuesto, el don. será solamente una solución original a un problema común.
Durante el periodo de Angkor, los khmers ya estaban Las similitudes con la religión cristiana son indudablemen­
familiarizados con los jatakas, y algunos bajorrelieves de te menos evidentes, pero en ambos casos, nos encontramos,
Preah Khan y de Bayon contienen escenas en las que es po­ no obstante, con la idea de la salvación que aporta el sufri­
sible reconocer algunos héroes de estas historias, entre ellas miento. La agonía de Cristo para redimir los pecados de la
la de Vessandar. Más adelante, la epopeya del rey generoso humanidad equivale a los desgarramientos de Vessandar al
apareció pintada en las paredes de las pagodas y también sacrificar a su familia con el fin de alcanzar una iluminación
en las telas que todavía se ven colgadas cuando los mon­ que le permita enseñar a los otros el camino de la liberación.
jes recitan el Vessantara-Jataka. La escucha atenta de este ¿Acaso no se produce aquí una analogía entre Motri hundida
relato, que a veces puede prolongarse durante varios días, por la desaparición de sus hijos y María, muda de dolor, a los
permite a los fieles adquirir méritos. pies de la cruz de su hijo? Este aspecto un tanto sombrío, in­
Los textos religiosos de Camboya suelen estar redactados cluso masoquista, del budismo, es a menudo desconocido por
en pali y en el año 1931 el Instituto budista de Pnom Penn el gran público occidental que busca únicamente encontrar
llevó a cabo las primeras publicaciones bilingües, en pali y luz y dulzura en esta religión.
en camboyano, tarea concluida en el año 1968. Por tanto, Hijo mayor de un orfebre llamado Gnok Gham y de
hoy existen distintas versiones de Vessandar, pero la más su esposa Hieuk, Gnok Thaem nació en Battambang el 22
célebre y sobre todo la más poética es la de Gnok Thaem, es­ de abril de 1903. A los diez años sus padres lo confiaron a
crita en camboyano moderno salpicado de pali. El escritor, la tutela de su abuelo, el venerable San, bonzo de la pago­
que vivió muchos años en Bangkok a fin de perfeccionar da de Pothivieul. Cuando el viejo murió, un año más tarde,
sus conocimientos religiosos, no sólo se ha inspirado en la siguió con sus estudios de lengua khmer y de budismo bajo
versión original en lengua sagrada sino en las traducciones la dirección del jefe adjunto de la pagoda, Iv Toueut. Inició
thais. En esta aproximación estilística de trece capítulos se su noviciado a los quince años y aprendió el pali y la Disci­
revelan sin duda las diversas influencias. plina. En 1918 partió hacia Bangkok con el fin de profun­
El mito de Vessandar no carece de interés desde el punto dizar en el saber junto a un monje camboyano, el maestro
de vista de la historia de las religiones. Nos muestra, de en­ Preah Moha Yaou. Pronunció sus votos a los veinte años y
trada, de qué manera, al menos en su origen, el budismo es en 1929 obtuvo los diplomas de pali. Regresó a Camboya
solamente una rama del hinduismo. La intervención de Indra en 1930 y participó en los trabajos de la comisión de tra­
y de otras divinidades del panteón brahmánico es permanen­ ducción de los Tres Cestos (Tripitaka) del pali al khmer. En
te y el objetivo perseguido, saber cómo escapar del ciclo de las 1936 abandonó la orden y se casó al año siguiente con una

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joven de Oudong con quien tuvo siete hijos y cuatro hijas.
De 1942 a 1945 fue delegado del Secretario del Instituto
budista. Bajo este cargo, participó en la elaboración de los
programas de enseñanza religiosa. Tras una breve estancia
en Saigon donde desempeñó el oficio de traductor, en 1946
regresó a Pnom Penn donde fue nombrado profesor en la Vessandar
escuela Sisowath mientras seguía trabajando en el Instituto
budista. En 1957, cuando se jubiló, fue nombrado profesor
honorario de Enseñanza superior.
Fue uno de los fundadores de la Asociación de Escri­
tores khmers y recibió numerosas distinciones en Camboya,
en Laos y en Vietnam, entre las que se destaca el Dragón de
Annam. Murió probablemente en 1975 y dejó una veintena
de obras referentes al budismo, al pali y a la literatura.

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El Buda Gautama, una vez que alcanzó el despertar,
adquirió conocimiento del pasado, del presente y del
futuro. Deseoso de enseñar a sus discípulos la primacía
del don en el camino que lleva a la extinción de todo
sufrimiento, les contó un día la historia de su penúltima
encarnación.

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1

Los diez deseos


Después de múltiples reencarnaciones, Sobar se había
convertido en la esposa principal del rey de los dioses
y vivía con él en su paraíso, en unos jardines embal­
samados por una incesante lluvia de flores, donde se
alzaban unos elegantes pabellones cuyas gráciles co­
lumnas sostenían unos tejados aéreos cu­bier­tos de telas
multicolores. En este paraíso, las guirnaldas de jazmín
que traían las concubinas y las sirvientas nunca se vie­
ron marchitadas como tampoco se vieron manchadas
las fulgurantes y suaves sedas de sus hábitos. Jamás se
vio mugre adherida a sus cuerpos ni el sudor exudar de
ellos. Nunca, ni uno solo de ellos, acusó la menor fatiga
ni la más nimia indisposición. Ahora bien, ocurrió que
las orquídeas salvajes, con las que las atentas doncellas
habían ornamentado la cabellera de la diosa, perdieron
su resplandor, sus ropas se vieron deslustradas a causa
de las manchas y el desgaste, su piel nevosa adquirió
un tono grisáceo, y un néctar agridulce humedeció sus
axilas. Adelgazó y supo de la laxitud de los miembros

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y del espíritu. Indra, entonces, comprendió que Sobar los menesterosos y cuya reputación de generosidad y
había consumido su tiempo junto a él y que no tardaría sabiduría se extienda por todas las llanuras, colinas y
en morir y en descender al mundo de los hombres para montes del continente indio. Deseo asimismo, que du­
conocer una nueva vida. Le hizo sentarse a su vera en rante mi gravidez, mi vientre no se abulte ni un ápice
uno de los bosquecillos de palacio y le habló así: y permanezca plano como el carcaj donde los guerre­
—Esposa querida, cuya belleza y virtudes resplan­ ros guardan sus flechas. El sexto de mis deseos es que
decen como el oro, antes de que me abandones y em­ mis pechos no cuelguen ni provoquen la risa, pues qui­
prendas tu nuevo viaje, voy a concederte diez deseos. siera ser una reina cuyos senos perfectamente redon­
Sobar, que no había comprendido las señales que dos y firmes causen admiración. El séptimo, que con el
anunciaban su próxima partida, le respondió: azabache de mi cabellera no se mezcle nunca el blan­
—Divino Indra, dejad que vuestra servidora se pros­­­­ co y lo tiña. El octavo, que mi tez mantenga el color
ter­ne a vuestros pies y decidle, ¿qué pecado ha co­me­ del incensario de oro que los celebrantes celosos ha­
tido? ¿Por qué ha suscitado vuestra ira para ser apar­ brían lustrado para hacer desaparecer la menor em­
tada de esta manera, cual árbol desarraigado por un pañadura. El noveno de mis deseos es poder liberar,
furioso tornado, de estos lares de felicidad? como soberana magnánima, a los condenados que, car­
El rey de los dioses le respondió: gados con cadenas, esposas y picotas, serían conduci­
—No has cometido error alguno que pueda des­agra­ dos al suplicio. El último, vivir rodeada de numerosos
darme, pero sé que debes partir al mundo de los hom­ sirvientes, de enanos y de eunucos, músicos y acróba­
bres, pues es la ley del ciclo de los nacimientos y de las tas, cantantes y bailarinas y sabios consejeros, en un
muertes. Por este motivo te concedo estos diez deseos. palacio sobre el que vuelen incesantes torbellinos de
En aquel momento, la diosa tomó conciencia del cisnes inmaculados, pavos multicolores, flamencos de
destino que la aguardaba y aceptó con gratitud el don brillantes plumas y grullas de color ceniza cuyos can­
que Indra le ofrecía. Se prosternó y dijo: tos armoniosos encanten nues­tros sentidos.
—Poderoso Indra, maestro de todos los dioses, mi El maestro de los dioses concedió a su esposa desde
primer deseo es convertirme en la esposa del rey de el fondo de su corazón los diez deseos que formuló.
Chetodar. El segundo, poseer dos grandes ojos de cierva
de un negro muy oscuro, cercados por unas largas pes­
tañas curvadas cual arco de caza. El tercero, conservar
el nombre que poseía en vuestro paraíso. El siguiente,
dar a luz a un hijo que se convierta en el sostén de todos

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