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Sobre la formación de la Personalidad y la adquisición de la identidad personal a lo


largo de la vida. ¿Se detiene la formación de la identidad personal en la niñez?
Autor: Psicólogo Jorge Milton Cotrina Portal (jcotrina31@yahoo.es)
Fecha: 23 abril de 2019

I.- Introducción
La personalidad es un atributo inherente a la condición humana, implica un proceso de
adquisición de particularidades, habilidades, características, formas de reaccionar ante
los acontecimientos de la vida, estrategias de afrontamiento ante los problemas que se
presentan e inclusive el comportamiento ético o deshonesto. Se pretende demostrar en
este ensayo, que la identidad personal es una variable del constructo mayor que es la
personalidad, que esta engloba a aquella y que la misma tiene causas diversas de
formación, las cuales, para muchos teóricos de las ciencias de la conducta o del
comportamiento no están acotadas a un estadio de la vida humana, sino que es
permanente y que acompaña al ser humano durante todo el transcurrir de su vida,
implicando esto, desde lo intrauterino hasta la muerte. En tal sentido, se verificará, que
la identidad personal (en especial la dinámica) es un hecho que se encuentra en
edificación en la niñez y que no se agota en la misma, sino que es un largo proceso de
construcción y de desconstrucción.
II.- La personalidad
La personalidad es la peculiar manera de conducirse de un ser humano, es su sello
distintivo en su interacción con las demás personas, sólo los humanos tienen
personalidad, se ha discutido mucho acerca de su adquisición, pero a la fecha se han
superado los enfoques biologicistas o somatotípicos, los cuales argumentaban, por
ejemplo, que la estructura corporal determinaba la personalidad del sujeto o que los
genes eran la causante de la misma, dando lugar a una interpretación monocausal y
dejando de lado el importante proceso de humanización o de socialización del ser
humano en su discurrir por la vida:
Kretschmer y Sheldon. Según la psicología, la constitución física (también llamada biotipo o
somatotipo, esto es, la forma y el volumen de nuestro cuerpo) puede considerarse como la
porción de la organización del individuo que se deriva del genotipo, de las influencias
prenatales, así como de los primeros meses de vida, sin considerar el aprendizaje que se
adquiere a través de la experiencia humana. ( ) Basado en ello, E. Kretschmer (1921) partió
de la observación de que determinadas formas de enfermedades mentales (psicosis
maniacodepresiva y esquizofrenia) se presentan con preferencia en personas de un
determinado tipo corporal (pícnico, leptosómico). ( ) Unos años después, W.H. Sheldon
(1927) formuló también una tipología de la constitución corporal, pero sin partir de un plano
patológico sino de uno normal, cuyas variantes fundamentales son el tipo endomorfo-
viscerotónico, el mesomorfo-somatotónico y el ectomorfo-cerebrotónico. El concepto de
constitución corporal, tanto en Kretschmer como en Sheldon, incluye la totalidad de las bases
genéticas del individuo. Esto representa uno de los puntos más polémicos ya que no deja

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lugar a las influencias ambientales ni a las alteraciones de los determinantes constitucionales


mediante el aprendizaje, por ejemplo. (Alonso García, 2012. Pág. 320)

Hoy en día, luego de grandes aportes, especialmente de la psicología, la sociología, la


antropología se ha demostrado que el ser humano no nace predeterminado por la forma
de su cuerpo o por su herencia genética, sino que es el resultado de la interacción de su
potencial neurobiológico con el medio que lo rodea, adicionando a esto, la capacidad
que tiene de reestructurar las experiencias a las cuales es sometido en el transcurso de su
existencia, de esta manera el ser humano no nace con un destino ya decretado y sobre el
cual no habría nada que hacer sino que es la sociedad en la que se desenvuelve la que
posibilitará (según esta esté diseñada para desarrollar o no a sus habitantes, nos
referimos a las sociedades desarrolladas o subdesarrolladas respectivamente) un
constante progreso de las capacidades del individuo:
Al igual que todo proceso de transformación, el desarrollo psíquico del niño presenta
contradicciones que, en este caso, debido a la amplitud y diversidad de sus condiciones,
plantea problemas importantes. Partiendo de la lactancia – un estadio apenas superior al
parasitismo – tiende a un nivel que, referido al comportamiento de las otras especies animales
es apenas un comienzo, pues los motivos que pueden surgir de las circunstancias naturales se
encuentran cubiertas en el hombre por otros que proceden de una sociedad compleja e
inestable. La influencia que puede ejercer la sociedad presupone en el individuo un cúmulo
de aptitudes claramente diferenciadas y formadas como manifestación propia de la especie.
Es así como, en el niño, se contraponen y complementan mutuamente los factores de origen
biológico y social. ( ) Por contraste, no hay reacción mental que sea independiente, sino que
siempre, por lo menos en la actualidad, por su forma y contenido depende de las
circunstancias exteriores, de una situación del medio. (Wallon, 1977. Págs. 34,37)

Pero la personalidad es, sobre todo, un hecho dinámico, es decir, está en constante
formación, evolución y no es patrimonio únicamente de la niñez, sino que ella está en
permanente estructuración y reestructuración y esta se da en función del proceso de
socialización del ser humano. No es menos cierto que los primeros años de vida son
importantes y que logran dar una base psíquica consistente al sujeto, pero su proceso de
socialización seguirá a lo largo de su vida y en función de esta puede reacomodar a su
conveniencia (positiva o negativa) el desempeño de su actuar.
Nadie puede asegurar, que uno nace siendo una personalidad, pero si podemos asegurar que
se nace siendo una personalidad en formación. En efecto, nadie duda que, para llegar a ser
una personalidad madura, hay que pasar por un largo período de desarrollo formativo, por
una serie de fases o estadios durante los cuales, desde nuestro particular punto de vista, se
forman sucesivamente cada uno de los componentes de la personalidad. ( ) Hay acuerdo
unánime en que los hombres se forman en estadios sucesivos, el primero de los cuales
empieza al nacer y el último termina antes de llegar a la adultez. (Ortíz Cabanillas, 1997.
Pág. 100)

Si tenemos claro que la personalidad es un hecho dinámico y que es producto de la


interacción del exterior, se infiere que la misma es un reflejo de la realidad, en ese
sentido, implica un desarrollo, perfeccionamiento, complejidad y reestructuración de ese
mundo externo, el cual presupone varios planos, tales como, el familiar, el escolar,
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económico, coyunturas políticas, el aspecto cultural, posición de clase social, la


epigenética (que es una variación que se puede producir en la genética por influencia del
medio ambiente) y la socio cinética, es decir, son muchas las variables intervinientes
para formar la personalidad y el peso de cada una de ellas dependerá del procesamiento
al interior del sujeto, emitiendo este una personalidad ante la sociedad. El ser humano,
debido al desarrollo paulatino del intelecto y del pensamiento abstracto o hipotético
deductivo, es capaz de revertir sus condiciones, recrearlas y a partir de ellas producir
nuevas sociedades y auto modelarse para ser constantemente mejor.
No podemos pues seguir pensando que las personas se forman imitando sólo a su madre o a
su maestro de aula, ni siquiera a sus padres y maestros en general. La personalidad se
estructura en su propia actividad que se desenvuelve dentro de los procesos de la sociedad,
comunidad o institución donde se gesta, nace, crece y se desarrolla hasta el final de su vida;
es decir, dentro de las actividades interpersonales, culturales y económicas reales y presentes
en cada momento de su vida. Por lo tanto, una teoría de la formación de la personalidad no
sólo tiene que describir el desarrollo de las personas y formular una descripción promedio de
la persona en abstracto, sino que tiene que explicar los procesos epigenéticos y socio
cinéticos que determinan la estructura de la actividad de una persona individual que crece, se
desarrolla y se forma al interior de una sociedad en una cierta etapa de su historia. (Ortíz
Cabanillas, 1997. Pág. 102)

III. Socialización y personalidad


De lo anterior, se puede deducir, que el ser humano se hace en la interacción con otras
personas y con las instituciones que a lo largo del proceso de civilización de la
humanidad se han ido gestando y que tienen por finalidad la sana convivencia, la
búsqueda del bien común y el desarrollo de las diversas capacidades. Este proceso de
interacción es conocido como socialización, que consiste en la asimilación de las
normas, ideas, comportamientos del grupo social en el cual nacemos. La socialización
tiene dos misiones importantes, la primera consiste en trasmitirle al ser humano las
pautas necesarias de actuación con la finalidad de conducirse de manera productiva al
interior de la sociedad. La segunda, es la de seguir perpetuando a la sociedad, puesto
que, esta vía sus instituciones nos transmiten información social (todo el conocimiento
que la humanidad a codificado de manera extracorpórea y que es transmitido al nacer a
las diferentes generaciones) necesaria para nuestra continuidad como especie a lo largo
del tiempo. Queda claro también que la socialización no es estacional (exclusivo de la
infancia o de un período específico del desarrollo humano) sino que es un proceso
dinámico y que concluye con la muerte del ser humano.
Puede decirse que el ser humano desde que nace es un ser social, destinado a vivir en un
mundo social y que, para ello, necesita la ayuda de los demás. Ese ser social, además, se va
haciendo poco a poco a través de la interacción con los otros, en un proceso continuo de
socialización. Así, el proceso de socialización será el proceso de aprendizaje de a) las
conductas sociales consideradas adecuadas dentro del contexto donde se encuentra el
individuo en desarrollo junto con b) las normas y valores que rigen esos patrones
conductuales. Es más, a medida que los niños maduran física, cognoscitiva y emocionalmente
buscan su independencia de los adultos, por lo que el necesario paso del control externo al

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autocontrol hace imprescindible la interiorización de las normas y valores característicos de


la cultura donde deben insertarse. (Yubero Jímenez, 2003. Pág. 796)

Por lo tanto, lo que el ser humano evidenciará como comportamiento en la vida está en
buena medida mediatizado por su proceso de socialización, es decir, los diversos agentes
del mismo moldearan la manera de ser de la persona, y a eso se llama personalidad: “El
aprendizaje de la conducta social está determinado por varios agentes de socialización
(familia, compañeros, maestros, televisión, etc.), que sirven de modelos sociales o
agentes reforzadores y favorecen la socialización”. (Alonso García, 2012. Pág. 365)
IV. Identidad
La identidad en el ser humano es un fenómeno subjetivo, en el sentido que, implica una
peculiar manera de sentirse distinto con relación a los demás, es un darse cuenta de las
diferencias y similitudes que se tiene con relación a los otros. Es el estado emocional
que permite a los sujetos sentirse incluidos o no a un grupo de referencia o comunidad:
La identidad es el núcleo agencial de la personalidad mediante el cual los seres humanos
aprenden progresivamente a establecer diferencias y a ejercer control tanto respecto a sí
mismo como respecto al mundo. Da un sentido y una razón de ser a la vida y una perspectiva
a los esfuerzos humanos. Mediante ella, los individuos consiguen colocarse, por ejemplo, en
una situación de pertenencia a una “raza”, un lugar, un grupo étnico, una nacionalidad, un
sexo o una cultura particular. (Brooker, 2008. Pág 6)

El jurista peruano Carlos Fernández Sessarego luego de un prolijo estudio sobre la


identidad se refiere a la misma en el sentido que esta se conforma desde los planos
emocional y físico y que es un elemento diferenciador entre los individuos:
Entendemos como identidad personal el conjunto de atributos y características sicosomáticas
que permiten individualizar a la persona en sociedad. Identidad personal es todo aquello que
hace que cada cual sea “uno mismo” y no “otro”. Este plexo de rasgos de personalidad de
“cada cual” se proyecta hacia el mundo exterior y permite a los demás conocer a la persona, a
cierta persona, en su “mismidad”, en lo que ella es en cuanto ser humano”. (Fernández
Sessarego, 1992. Pág. 27)

Los estudios han demostrado que la identidad se va construyendo a lo largo de nuestra


vida, en ese sentido y por ello, la debemos entender como dinámica. Además, está sujeta
a los vaivenes de las condiciones de vida de las personas, y por lo tanto, el ser humano la
va adquiriendo en la medida que interactúa con los diferentes planos de su sociedad.
El desarrollo del sentimiento de identidad personal en los niños pequeños está estructurado
por su contexto social, cultural, y político. La importancia de la identidad en función del
género y la pertenencia étnica o religiosa ha sido ampliamente reconocida y refleja la
significación que se atribuye a dichos factores en el enfoque que rodea al niño. Cuando los
niños viven en una familia, comunidad o sociedad caracterizadas por desigualdades y/o
conflictos, ellos (y sus familias) pueden experimentar la exclusión o la discriminación, y estas
experiencias modelarán su identidad en crecimiento, su manera de sentir quienes son, a qué
lugar pertenecen y en qué medida se sienten apreciados y respetados. (Brooker, 2008. Pág 4)

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En el Perú, Carlos Fernández Sessarego es uno de los que más ha estudiado el concepto
de identidad y ha argumentado sobre los conceptos de identidad estática y dinámica,
atribuyéndole a la primera una connotación biológica, esto significa, que es
inmodificable en el tiempo; mientras que el segundo tipo de identidad es un producto del
proceso de socialización del ser humano, está asociada a lo que hemos y seguimos
interiorizando del contexto social en el cual nos desenvolvemos, el proceso de formación
de la identidad es una constante construcción y deconstrucción que los humanos realizan
a lo largo de su ciclo vital:
La identidad tiene dos tipos de componentes que constituyen una unidad inescindible. Ella
surge primariamente, como resultado de una información genética de base que, como se sabe,
es singular y única, por lo que permite identificar biológicamente a cada ser humano sin el
riesgo de confundirlo con otro. La clave genética y las huellas digitales son claros exponentes
de lo que constituye la identidad estática en cuanto ella, por principio es invariable… habría
que agregarle otros elementos de identificación del sujeto tales como el nombre, la fecha y el
lugar del nacimiento, la filiación, los caracteres somáticos en general, entre otros datos. (…)
El elemento dinámico de la personalidad está pues compuesto de las creencias, la cultura, los
rasgos propios de la personalidad, la ocupación, la ideología, la concepción del mundo y del
hombre, entre otros elementos. (Fernández Sessarego, 1997. Pág. 248)

Si la identidad dinámica es una permanente construcción, implica que, los seres


humanos tienen la capacidad de constantemente estarse reinventando y de adquirir
posturas o actitudes en función de sus intereses más subalternos o altruistas, o como
consecuencia de una necesidad de preservar la propia existencia. La identidad dinámica,
es un producto de las interrelaciones humanas y por ello, es inacabable. En ese sentido,
si aplicamos este concepto a los niños, estos no podrían tener una identidad dinámica
definida, toda vez que ellos, se encuentran en pleno proceso de construcción de la
misma:
Ella se forja a partir del pasado, desde el momento de la concepción donde se encuentran sus
raíces para, trascendiendo el presente existencial, proyectarse en el futuro. La identidad no es
algo acabado, finito. Por el contrario, es lábil, fluida, dinámica, como lo es la propia vida del
ser humano. La personalidad se perfila en el tiempo, se enriquece y se empobrece, se
modifica. (Fernández Sessarego, 1997. Pág. 249)

Ejemplos de conversiones, de cambios de posturas ideológicas, religiosas o políticas hay


miles, pero hay algunas que son notables en función de la importancia del sujeto que la
hace, Carlos Fernández Sessarego, deja entrever “un reciente e ilustrativo caso, por lo
demás público, vinculado con la fluidez inherente de la identidad dinámica.”, pone como
ejemplo la conversión ideológica de un excelso literato, que de apoyar, según sus
propias palabras, al régimen marxista – leninista de Fidel Castro, pasó con el transcurrir
del tiempo a convertirse y tomar posición “hacia un declarado y militante
neoliberalismo”, si bien, no menciona el nombre del insigne literato, no puede ser otro
que Mario Vargas Llosa.
En este caso de la vida real observamos la dinamicidad de uno de los aspectos de la
personalidad como es aquel referente a las convicciones ideológico-políticas de un

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determinado ser humano. Esta metamorfosis es explicable por el carácter de ser libre y
racional que distingue al ser humano”. (Fernández Sessarego, 1997. Pág. 249)
Lo anterior es un claro ejemplo de lo que verdaderamente es dinamismo, puesto que, implica
cambio, reinvenciones, innovación, dejar libertad a la creatividad y porque no decirlo a la misma
conveniencia que el ser humano pueda tener en determinados momentos de su vida.

V. Los niños y su identidad. ¿Esta concluye en la niñez? ¿La identidad dinámica se


detiene en algún momento?
Los niños son seres humanos en formación, tanto biológica como psicológica, adquieren
el desarrollo en diferentes estadios de su vida, siendo la biológica la que se detiene a
determinada edad (el crecimiento de los huesos es un ejemplo de ello), pero su
desarrollo emocional, la adquisición de su personalidad y su identidad, son procesos que
no pueden ser acotados por decreto, son constantes adquisiciones que el ser humano va
experimentando o adquiriendo en función de los acontecimientos de su existencia o de
las necesidades de la misma, así ha quedado establecido no por el suscrito, sino por
estudios realizados por investigadores abocados a la materia, entre ellas, el jurista
peruano Carlos Fernández Sessarego.
Por lo tanto, no se puede inferir de manera mecánica y distorsionada que la identidad
dinámica es una cualidad adquirida por un niño de siete años. Se estaría negando el
mismo concepto de dinamismo que implica, movimiento, variación, el ser cambiante, en
suma, ser un individuo que está en constante aprendizaje y desaprendizaje de
comportamientos en función de su proceso de socialización.
La identidad dinámica no admite cosas terminadas, puesto que, se funda y se adquiere en
la constante interacción que el ser humano tiene con su entorno. No se puede detener,
porque ello implicaría que es un proceso estático, que es inmutable en el tiempo y que
implicaría que el ser humano es incapaz de rehacerse o reinventarse en algún momento
de su vida, en función de sus necesidades e intereses. Ejemplos de personas que han
optado por nuevas formas de conducirse hay a millones en los diferentes campos de las
actividades humanas.
V. Conclusiones
- La personalidad es un atributo del ser humano y se adquiere vía un proceso de
socialización, es decir, el individuo interioriza de su entorno (familiar, educativo,
económico, político, ideológico, religioso, etc.) los estilos de comportamiento, manera
de resolver los problemas, formas de expresar afecto, entre otras características, que
emitirá en sus relaciones interpersonales. En ese sentido, la personalidad es el resultado
del concurso de varias variables, es dinámica y puede durar toda la vida.
- La identidad, se entiende como el sentido de pertenencia o no pertenencia que
establece el sujeto con relación a su entorno. Es un estado emocional, que integra la
personalidad y que determina que la persona se sienta única, diferente a los demás.
- La identidad, es parte transcendental de la personalidad, le da al ser humano un sentido
de individualidad, de diferenciación con respecto a los demás e implica aceptación de

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sí mismo, sentido de pertenencia a un grupo, es en buena cuenta, sentirse a gusto con


quien soy.
- La identidad, en especial la dinámica no concluye en la infancia, es un proceso
prácticamente permanente a lo largo de la vida del ser humano. Es una cualidad
inherente a nuestra especie y se adquiere en función del proceso de socialización. Por
lo tanto, puede cambiar en función de las experiencias o reacomodos que hacen las
personas en su largo camino por encontrar la felicidad o el sentirse bien con uno
mismo.
- Los niños, en general, se encuentran inmersos en el pleno proceso de adquisición de la
identidad dinámica, por lo tanto, no se puede decir que ya la tengan adquirida, pues
esta al ser dinámica, es cambiante como la vida.

VI. Bibliografía
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