Está en la página 1de 91

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

RELACIÓN ENTRE PARENTALIDAD, ABUSO DE ALCOHOL Y


CONDUCTAS ANTISOCIALES EN ESTUDIANTES

TESIS QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE:

LICENCIADA EN PSICOLOGÍA

PRESENTA

ARACELI GUTIÉRREZ GONZÁLEZ

DIRECTOR DE TESIS:

LIC. JORGE AMETH VILLATORO VELÁZQUEZ

REVISORA:

DRA. EMILY ITO SUGIYAMA


AGRADECIMIENTOS

En primer lugar quiero agradecer a la Universidad Nacional Autónoma de México


por permitirme ser parte de ella y darme la formación necesaria para cumplir con
mis proyectos y sueños.

En segundo lugar a la Facultad de Psicología por acogerme y así formar parte de


mi, como mi segundo hogar.

A todos mis maestros de la Facultad de Psicología que me enseñaron a amar esta


profesión y por brindar su conocimiento sin condiciones, especialmente a los que
marcaron mi formación e inclinación académica: Rafael Luna Sanchéz, Miriam
Camacho Valladanes, Verónica Alcalá, Héctor Lara Tapia y Pablo Fernández
Chirstlies.

De manera muy especial, agradezco a mi director de tesis Jorge Ameth Villatoro


Velázquez, como persona y como profesional, por la gran oportunidad, el apoyo,
la confianza y sobre todo por las enseñanzas que me ha dado ya que me ha
dejado huella en mi vida.

A la licenciada Midiam Moreno por la dedicación, confianza y apoyo brindados


para la realización de este trabajo.

A la Dra. Emily Ito le agradezco enormemente el apoyo incondicional y la gran


confianza tanto en mí como en el presente trabajo. Admiro su gran dedicación y
compromiso como profesionista, pero más aun esa calidad humana para
expresarse.

1
Así mismo agradecer a mis amigos su amistad incondicional y los momentos de
alegría y de tristeza compartidos: mis padres a quienes los amo eternamente y mi
hermana a quien adoro con toda el alma.

Un agradecimiento especial a la Secretaría de Desarrollo Institucional de la


UNAM, al Programa Transdisciplinario en Investigación y Desarrollo para
Facultades y Escuelas, a través del Macroproyecto: “Desarrollo de Nuevos
Modelos para la Prevención y el Tratamiento de Conductas Adictivas”

Especialmente al proyecto MP6-7 “El consumo de alcohol, tabaco y otras drogas


en la UNAM”. Singularmente un sincero agradecimiento al Lic. Jorge A. Villatoro
Velázquez y al Instituto Nacional de Psiquiatría, División de Investigaciones
Epidemiológicas y Sociales.

2
DEDICATORIAS
Con gran dedicación por el gran apoyo que siempre ha estado sin titubear son mis
padres que solo tengo una palabra para describir lo que siento por ellos: “amor”,
gracias por los valores que me han inculcado hasta este momento, esa confianza
para la toma de decisiones; así mismo, el amor con el que crecí al lado de mi
hermana Jaki que adoro, no tienes idea del cariño que siento por ti, recuerda que
siempre estaré ahí para lo que necesites y sé que me respondes de la misma
manera.

Cabe resaltar que el presente trabajo es además, un ofrecimiento por apoyarme y


escucharme en todo momento Sandy, Martha, y en esta etapa de mi vida aunadas
Tania y Valeria ya que nuestras sesiones han hecho historia para fortalecernos
como mujeres, amigas, hermanas; no sin olvidar el apoyo y los buenos concejos
de mi admirable amiga Leticia y Katia, que a pesar de la distancia la confianza y
alegría alimenta nuestra gran amistad. Humberto gracias por todo el apoyo
incondicional, vales mil, solo se paciente que pronto llegará lo que tanto añoras.

No me gustaría dejar a nadie fuera de los agradecimientos, solo quiero agradecer


a cada una de las personas que han dejado huella en mi vida y que me recuerden
con cariño, por que hasta este momento agradezco por los grandes aprendizajes y
los momentos felices que hemos disfrutado.

Con gran emoción brindo el presente escrito, a esa niñez y ternura que me rodea,
por compartir y provocar una sonrisa en mi rostro, por brindarme esa linda
inocencia. Pero muy en especial dedicatoria con todo el amor de mi corazón para
Frida, ya que llegara tu momento y mejor aun el momento en el que puedas leer la
tesis de tu mami.

Espero siempre encontrar la moneda del amor…


Te doy este presente porque formas parte de mi vida además de ser un pilar
primordial para que siga adelante.

3
INTRODUCCIÓN

ÍNDICE
RESUMEN 6
INTRODUCCIÓN 8

CAPÍTULO 1. EL CONSUMO DE ALCOHOL 12


1.1 Perspectiva Histórica sobre el consumo de alcohol 14
1.2 Historia del consumo de alcohol en México 16
1.3 Definición de abuso y dependencia al alcohol 22
1.4 Patrones de consumo 24
1.5 Encuestas de hogares y de estudiantes 26

CAPÍTULO 2. ENTORNO FAMILIAR Y PARENTALIDAD 30


2.1 La familia 32
2.2 Aspectos generales de la familia mexicana 33
2.3 Parentalidad 34

CAPÍTULO 3. CONDUCTA ANTISOCIAL DEL ESTUDIANTE 38


3.1 Conducta antisocial 41
3.2 Factores asociados con la conducta antisocial 43

CAPÍTULO 4: MÉTODO 49
4.1 Objetivo general 49
4.2 Objetivos específicos 49
4.3 Hipótesis conceptual 49
4.4 Variables 50
4.5 Población y muestra 52
4.6 Instrumento 54
4.7 Procedimiento 68
4.8 Análisis de datos 59

4
CAPÍTULO 5: RESULTADOS 61
5.1 Características sociodemográficas 61
5.2 Conductas antisociales y abuso de alcohol 64

CAPÍTULO 6: DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES 69

BIBLIOGRAFÍA 78

APÉNDICES 84
1. Definición y clasificación de bebidas alcohólicas 85
2. Estrategias preventivas en el ambiente familiar 86
3. Estrategias preventivas en el grupo de estudiantes y pares 88
4. Cuestionario para estudiantes 89

5
RESUMEN

El presente trabajo forma parte de la Encuesta sobre Consumo de Drogas en


Estudiantes de la de Nivel Medio Superior y Superior (MACROPROYECTO) que
se levantó en 2007.

El objetivo principal es analizar la relación entre abuso de alcohol, estilos de


parentalidad y actos antisociales en estudiantes de nivel medio superior y superior
que forma parte de una muestra realizada en el D.F. y área metropolitana.

Se presenta la descripción del método utilizado, así como una visión general
acerca del consumo de alcohol (en nuestro país) en jóvenes estudiantes de nivel
medio superior y superior.

Se presenta una aproximación al concepto de parentalidad en cuanto al


monitoreo, involucramiento entre otros factores, abuso de alcohol en México y sus
jóvenes estudiantes y la influencia que esta tiene en el desarrollo de los jóvenes
en cuanto a sus actos antisociales.

Los hallazgos demostraron que en estudiantes que consumen alcohol, es más


probable el riesgo de cometer actos antisociales graves a comparación de actos
antisociales leves. En cuanto al nivel educativo, existe una diferencia ya que
quienes estudian el bachillerato son más propensos a cometer actos antisociales
graves. Esto podría deberse a los cambios emocionales e influencias del entorno
social y a falta de una buena interacción familiar. En los estudiantes de nivel
licenciatura, quienes cometer actos antisociales leves, la formación en valores y
ética que reciben en la profesión propicia en ella una mayor estabilidad emocional.

Las variables predictoras como abuso de alcohol, falta de involucramiento familiar,


presencia de monitoreo excesivo, falta de aliento positivo por parte de los padres,

6
presencia de disciplina inconsistente, se relacionan notablemente para que los
estudiantes corran el riesgo de cometer actos antisociales, por la falta de
supervisión adecuada de los padres. Además de que los más propensos a tener el
riesgo de cometer dichos actos son los hombres.

Palabras clave: Consumo de alcohol, actos antisociales, parentalidad,


estudiantes, familia, drogas legales, nivel bachillerato y licenciatura.

7
INTRODUCCIÓN

La mayoría de los autores que han escrito acerca de las adicciones y sus causas
(Medina-Mora 2004, 2006; Villatoro 2003, Natera 2000, Rojas 1999) coinciden en
pensar que no existe un único motivo que pueda considerarse responsable de la
adicción a las drogas, sino que es la suma o interacción de diversos factores lo
que puede determinar la incidencia y prevalencia de consumo de sustancias
legales e ilegales, conducta que se inicia durante la adolescencia.

La etapa de la adolescencia se caracteriza por cambios drásticos y rápidos en el


desarrollo físico, mental, emocional y social, que provocan ambivalencias y
contradicciones en el proceso de búsqueda del equilibrio consigo mismo y con la
sociedad a la que el adolescente desea incorporarse (Rodrigo et al., 2004). Por
ello, puedo decir que los adolescentes y en este caso estudiantes, de alguna
manera, son moldeables y receptivos, además de que están muy abiertos a las
influencias de los modelos sociales y de los entornos de vida que frecuentan. La
adolescencia es una etapa decisiva en la adquisición y consolidación de los estilos
de vida, ya que pueden fortalecer algunas tendencias de comportamiento
adquiridas en la infancia y se incorporan otras nuevas provenientes de dichos
entornos de influencia.

Rodríguez (1985) señala que las conductas humanas son, como la misma
naturaleza, algo que está en continuo cambio y sujeto a múltiples influjos. El uso
de drogas sería, por lo tanto, "el resultado de toda una constelación de elementos,
algunos de los cuales son incluso imprevisibles, y que gravitan sobre un sujeto o
grupo de individuos en un momento de su historia personal o social" (Sanz et al.,
2004).

Actualmente, el alcohol aunque generalmente no se considera como una droga, es


una sustancia psicotrópica (droga legal) muy fuerte y altamente consumida en el
mundo. El alcohol actúa principalmente como depresor, pero se experimenta como

8
una droga que estimula la sociabilidad ya que su consumo es permisible. Esto se
debe a que el alcohol tiene un efecto depresivo sobre los mecanismos inhibitorios
del cerebro, con lo cual se desinhiben las emociones (Moya, 2007).

El consumo abusivo de bebidas alcohólicas está claramente relacionado con el


desarrollo de discapacidad y de distintas enfermedades, así como con violencia,
maltrato infantil, marginación y conflictos con la familia y en la escuela. El alcohol
está presente en una proporción muy importante de accidentes de tráfico,
laborales y domésticos (Moya, 2007).

En cuanto el panorama epidemiológico en México, desde hace algunos años, han


sido varias encuestas sobre consumo de drogas legales e ilegales que se han
conducido en el país, además de investigaciones específicas sobre el tema.

La Encuesta Nacional de Adicciones 2002 (ENA 2002), las encuestas estatales de


estudiantes de secundaria o preparatoria en Aguascalientes, Baja California,
Sonora, Querétaro, Nuevo León, Yucatán, Campeche, Tlaxcala (Villatoro et al.,
2003, 2007, en prensa), la encuesta de consumo de drogas en estudiantes del
Distrito Federal (Villatoro et al., 2007) y Tamaulipas (Gaither et al., 2004), son
algunos de los estudios que se han realizado sobre esta temática y que nos
brindan un marco de cambios en el contexto nacional de las adicciones entre
otras problemáticas (en proceso la ENA 2008, encuesta de estudiantes de Jalisco
y la encuesta del Estado de México).Además de estos estudios, se siguen
realizando investigaciones en conjunto con varias instituciones trabajan en esta
temática como la prevención y tratamiento.

En la encuesta de estudiantes en Ciudad de México, que se realizó en el 2003,


cabe resaltar lo que ha ocurrido en nuestro país en cuanto al consumo de drogas
legales. Hay un incremento en el consumo especialmente en alcohol, le siguen las
drogas ilegales (mariguana y metanfetaminas), aun cuando el índice general de
consumo se ha mantenido estable. Trabajar siendo menor de edad, junto con

9
llevar más tiempo haciéndolo, ha incrementado la probabilidad de consumir
drogas, aún y cuando el adolescente se encuentre estudiando (Villatoro, 2005).

En la encuesta estatal del 2003 Aguascalientes, se encontró una problemática


muy fuerte en el abuso de alcohol, que alcanza al 40% de la población de
bachillerato (Villatoro, 2007).Por otra parte, se sigue observando que las mujeres
han incrementado su consumo de drogas. De manera específica, el reporte de la
encuesta del 2007 muestra que en alcohol en conjunto con el tabaco en algunas
delegaciones de Ciudad de México, hay mayor prevalencia de mujeres que las
consumen (Villatoro, 2007).

El consumo de alcohol se ha venido incrementando en forma consistente y el nivel


de consumo es de más del 60% para el alcohol (Villatoro, 2007). Este resultado
debe llamar nuestra atención, a fin de incluir un módulo importante en los distintos
programas de prevención sobre el tema, además de que tradicionalmente hemos
sido una sociedad con una alta tolerancia ante el uso y abuso del alcohol, así que
este puede ser el inicio al consumo de drogas ilegales.

La investigación científica ha tratado de identificar los factores que influyen en que


algunas personas usen drogas y en este caso, una de las drogas legales como es
el alcohol; como los personales, los interpersonales y los del medio ambiente
social y cultural. Pero hay pocas explicaciones sobre por qué la mayoría de los
individuos que las prueban después las abandonan, mientras otros las continúan
usando. Tampoco hay absoluta certeza sobre los factores que hacen que la mayor
parte de la población no las consuma jamás, a pesar de estar igualmente expuesta
al estrés social, a la disponibilidad de las sustancias y a otras realidades adversas
en su vida personal y colectiva.

Si bien se requiere un análisis más detallado sobre el abuso del alcohol y las
conductas que siguen los estudiantes, ya que investigaciones anteriores muestran
que el consumo y abuso de drogas legales e ilegales está vinculadas con
conductas antisociales tanto en los hombres como en las mujeres; y lo

10
relacionaremos con la relación parental que tengan estos estudiantes. En este
sentido la presente investigación, lejos de aspirar a crear un modelo teórico que
explique íntegramente el consumo alcohol, pretende confirmar la existencia de
factores de riesgo y factores de protección que afectan y actúan sobre la conducta
antisocial. Se trata de una contribución al conocimiento científico que, desde una
realidad basada en datos epidemiológicos, contribuya de distintas maneras y se
sume al planteamiento de hipótesis sobre las interacciones entre los factores de
riesgo y los factores de protección dentro del contexto de las influencias
ambientales, todo ello guiado por un marco teórico que dé sentido a los
fenómenos observados y los resultados obtenidos en el cuestionario como parte
de una encuesta de estudiantes.

11
CAPITULO I. EL CONSUMO DE ALCOHOL

En este apartado conoceremos el origen e historia del alcohol, así como sus
mecanismos de acción; además de las repercusiones a la salud en el corto y
largo plazo que trae consigo el uso y abuso de esta sustancia.

El consumo de alcohol no es una conducta nueva; desde antigüedad ha sido una


constante en muchas civilizaciones, apareciendo unido en diferentes culturas a
ritos, ceremonias o reuniones de festejo (Villatoro et al., 2005). El consumo de
alcohol en nuestro tiempo se extiende prácticamente a todas las sociedades, y
está presente de manera cotidiana y natural en comidas, fiestas y actos sociales
diversos.

Los problemas derivados del alcohol surgen cuando el consumo de esta sustancia
llega a ser excesivo, registrándose situaciones que resultan perjudiciales para el
individuo y su entorno social y familiar. En este sentido, se alude al síndrome del
alcoholismo, enfermedad caracterizada por un consumo elevado de alcohol, una
dependencia del mismo y un conjunto de patologías derivadas de la ingesta
abusiva y constante (Gil, 2008).

Parte de los estudios sobre el consumo de alcohol por los jóvenes estudiantes se
ha centrado en identificar variables relacionadas con este fenómeno. Algunas de
estas variables aparecen como factores de riesgo, es decir situaciones objetivas o
disposiciones subjetivas que propician o refuerzan el consumo de alcohol,
mientras otras son estudiadas como factores de protección, o variables que
contribuyen a prevenir, reducir o modular el consumo y que hacen a los individuos
menos vulnerables ante los factores de riesgo (Félix, 1992 como se citó en Gil,
2008).

La edad de inicio en el consumo es un elemento importante para decidir en qué


momento se deben programar estrategias de intervención dentro de la población,

12
y de esta manera, prevenir problemas posteriores que hacen más difícil su
tratamiento.

En México, los estudios realizados sobre las adicciones en poblaciones escolares


de enseñanza media y media superior establecen ya una trayectoria, lo que ha
permitido que se conozcan algunos riesgos que se asocian con el abuso de
alcohol. No obstante, la investigación sobre el abuso de alcohol en población
universitaria ha sido un campo menos explorado, particularmente en lo referente a
la identificación de las variables que predicen el consumo excesivo de alcohol.
Según investigaciones internacionales recientes (Mora-Ríos, Natera y Juárez,
2005) sobre los factores asociados con el abuso de alcohol en esta población,
indica que es entre los universitarios donde el consumo alto o explosivo tiende a
ser mayor, inclusive entre los jóvenes que no asisten a la universidad, y que el
periodo de mayor consumo se da entre los 18 y 21 años de edad.

El proceso por el que se obtiene el alcohol, componente básico de las bebidas


alcohólicas, es la fermentación anaeróbica de los hidratos de carbono, proceso
conocido como “fermentación alcohólica”. Este proceso se lleva a cabo por la
transformación del azúcar en etanol mediante la actuación de unas levaduras
sobre ciertos frutos o granos, como la uva, la manzana, la cebada o el arroz. Se
utiliza la palabra “alcohol” cuando nos referimos al alcohol etílico o etanol (CH3-
CH2-0H); líquido claro, incoloro, volátil, inflamable, de infinita solubilidad en agua y
miscible en cloroformo y éter. Su liposolubilidad es unas 30 veces menor que su
hidrosolubilidad. En lo relacionado con su valor nutritivo, 1 gramo de alcohol
aporta al organismo 7.1 Kcal.; este aporte energético no se acompaña de un
aporte nutritivo como minerales, proteínas o vitaminas. (Moya, 2007).

En cuanto a la farmacología y metabolismo del alcohol por vía oral se absorbe


mayoritariamente en el tramo proximal del intestino delgado (más del 80%) y
menos en el estómago (hasta un 20%). La velocidad de absorción del alcohol
determina la magnitud de sus concentraciones plasmáticas así como la intensidad

13
y duración de sus efectos farmacológicos. Esta velocidad depende de muchos
factores. Así, es más rápida si se administra en ayunas o con el estómago vacío
(concentración máxima a los 30-60 minutos) y más lenta en presencia de
alimentos. La concentración de alcohol en la bebida también influye, siendo la
absorción más veloz cuando tiene una graduación alcohólica del 20-30% en
comparación con bebidas del 3-10%. Si se administran bebidas del 40% o más el
vaciamiento gástrico disminuye. Las bebidas alcohólicas que contienen gas
carbónico (por ejemplo el cava) o mezcladas con bebidas carbónicas (soda)
presentan una absorción más rápida. Los alimentos retrasan la absorción,
produciendo concentraciones mucho menores de etanol en sangre que cuando se
toma en ayunas. En cuanto a la distribución del alcohol, es una molécula
altamente hidrosoluble y por ello se esparce por toda el agua corporal, siendo las
concentraciones similares a las de la sangre en la mayoría de tejidos y órganos.
Debido a su pobre liposolubilidad no difunde bien en la grasa. Tras administrar una
misma dosis ajustada al peso, las concentraciones sanguíneas de alcohol son
mayores en las mujeres que en los hombres (Moya, 2007).

1.1 Perspectiva Histórica sobre el consumo de alcohol

A partir de la aparición de la cerámica, a principio del periodo neolítico, el hombre


tiene la posibilidad de realizar el proceso de fermentación de jugos vegetales y el
almacenamiento de sustancias líquidas, más adelante el procesado de los
cereales.

En cuanto el origen de las bebidas alcohólicas, los primeros destilados se


conocieron con el nombre de "aguavite" o sea, aguardiente (Berruecos, 2007).
Hasta hace aproximadamente un siglo, sólo se extraía el alcohol del vino o del
orujo. Sólo en Reino Unido se extraía de la cebada, tomando en cuenta que en la
época prehispánica se obtenía el pulque de los magueyes.

14
La creciente demanda y la diversidad de usos, obligó a buscar esta sustancia en
los más variados productos vegetales y hoy ocupa primerísimo lugar el alcohol de
cereales y de caña o melaza de azúcar.

De acuerdo con la literatura, entre los años 4000 y 3500 a .c. Y se utilizaban las
bebidas (cerveza y el vino) en las civilizaciones de Egipto, China y en la cultura
Mesopotámica, adquiriendo el uso de sustancias en la mayoría de los casos un
carácter ritual, mágico – religioso (Barnato, 2002 como se citó en Labal, 2005).
Esta misma tendencia por el pueblo griego, quienes identificaron a las bebidas
alcohólicas con figuras mitológicas.

Más adelante, en la Edad Media, en el siglo IX, aparece la destilación, lo que


probablemente facilitó la disponibilidad de bebidas alcohólicas de alta
concentración poder de intoxicación Difundiéndose esa técnica rápidamente a
toda Europa. El descubrimiento y la colonización, ayudaron a la expansión de
bebidas alcohólicas en ambos continentes entre América y Europa, lo que llevó al
uso masivo de alcohol en situaciones que no estaban dentro del contexto ritual
mágico y religioso. Sin dejar a un lado, que el pulque ya existía antes de la
conquista (Barnato, 2002 como se citó en Labal, 2005).

El consumo de bebidas alcohólicas es un hábito ampliamente extendido y


culturalmente aceptado en la mayoría de las sociedades. En la actualidad, beber
alcohol no es un hábito exclusivo de la población adulta, los jóvenes también lo
hacen y cada día son más los adolescentes que acostumbran hacerlo,
especialmente durante el tiempo que dedican al ocio durante el fin de semana.
Actualmente, el consumo de alcohol es uno de los principales factores que se
relacionan con la salud de los individuos y de las poblaciones y sus consecuencias
tienen un gran impacto tanto en términos de salud como en términos sociales. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido de la magnitud de los
problemas de salud pública asociados al consumo de alcohol, y ha enfatizado su
preocupación ante las tendencias de consumo y abuso de sustancias que se ha

15
observado en investigaciones pasadas entre la etapa de la adolescencia en la
sociedad (Medina-Mora, 2005).

1.2 Historia del consumo de alcohol en México

En lo que concierne al consumo de alcohol en territorio mexicano, éste tuvo sus


inicios en la época prehispánica, donde existían reglas muy claras acerca de quién
podía beber, en qué cantidad y en qué ocasiones. La bebida más popular (en las
antiguas poblaciones con testimonios materiales de que se cultivaba 6500 a.C y
puesto que esa región es muy seca, por tanto se puede suponer que se buscaban
sustitutos del agua para beber moderadamente), era el pulque u octli (bebida
fermentada obtenida del maguey), cuyo uso era comunal y estaba asociado con la
agricultura, la religión y los ciclos vitales como nacimientos, matrimonios y muerte.
La ebriedad que se producía durante los actos religiosos era aceptada
socialmente (Berruecos, 2002; Medina-Mora, 1998; Soberón, 1998).

En cuanto al problema del consumo de alcohol y el alcoholismo en México,


sabemos que no es un fenómeno nuevo en tanto que ha sido documentado desde
el siglo XVI: había una gran variedad de bebidas fermentadas que eran
consumidas por los diferentes grupos indígenas que vivían en el país.

Los sacerdotes, celosos de su tarea mediadora con lo divino, prohibieron a la


población el uso de la sustancia sagrada fuera de ciertas ceremonias. La
prohibición era clara pero no universal. Había matices y diferencias: los castigos
más severos estaban dirigidos a la élite gobernante y los estratos populares
recibían penas menores; en cambio, los ancianos mayores de 50 años podían
beber pulque a placer, según creían para, calentar la sangre y poder dormir sin
excederse.

En esa época, de acuerdo con las investigaciones de Berruecos (1986, 2002 y


2006), las nociones de moderación parecían centrarse en las ocasiones en las que

16
se podía beber, en quién podía hacerlo y menos en cuánto se consumía. En
ocasiones rituales, en las que estaba permitido el consumo de alcohol, los
hombres adultos aparentemente podían beber hasta el estupor sin vergüenza.
Este mismo autor identifica dos patrones de consumo primordiales: consumo sólo
por parte de la nobleza, con fuertes penas para los transgresores, y consumo
popular en ocasiones rituales asociadas con la agricultura, la religión y los ciclos
de la vida, como el nacimiento, el matrimonio y la muerte, con penas menores a
quienes violaban estas disposiciones.

Otros investigadores sugieren la existencia de normas diferentes para grupos de la


población y de acuerdo con las ocasiones de consumo. Según otros autores,
((Medina-Mora, 1998; Berruecos, 2002) el permiso de intoxicarse durante ciertas
fiestas se extendía a las mujeres; al respecto, también el Códice Mendocino
señala la edad de 60 años para que hombres y mujeres empezaran a beber sin
restricciones, si los jóvenes bebían más de lo permitido o en situaciones
prohibidas, cometían una ofensa grave y se les castigaba o apaleaba hasta la
muerte en casos extremos. Cuando incurrían en el exceso por primera vez eran
rapados en la plaza pública y en caso de reincidir, se les derribaba su casa,
dándoles a entender que quienes lo hacían no eran dignos de tener casa en el
pueblo, pues este castigo era un aislamiento social, medida que resultaba muy
eficaz. Con esas medidas, la sociedad pudo tener control sobre el consumo de
pulque durante un periodo prolongado, hasta la conquista (Medina-Mora, 1998),
en cambio cuando esto pasaba con un noble el que se emborrachaba era
acreedor a golpes secretamente

Posterior a la época prehispánica, en el periodo colonial, el consumo de alcohol se


modificó en toda la población. Estas modificaciones fueron en dirección al abuso,
hasta llegar al punto de volverse un gran problema para la Nueva España.

La conquista española trajo consigo la modificación de los patrones tradicionales


de consumo, éstos cambiaron de un uso ocasional, limitado a ciertas festividades,
a otro profano indiscriminado. Más tarde se introdujeron las bebidas destiladas y la

17
cantidad de personas que bebían y se intoxicaban se incrementó. De acuerdo con
Berruecos esto se asoció con tres factores: 1) la inclusión de una proporción
mayor de aquéllos que formaban parte del grupo social de estrato social menor,
esto es, los más pobres, llamados "macehuales", en el grupo de bebedores; 2) el
ajuste de la intoxicación ritual a las numerosas festividades del calendario
cristiano, y 3) a la comercialización del pulque. Otras razones pudieron estar
relacionadas con la ausencia de normas que restringían el uso con la disminución
de la autoridad de los líderes indígenas y de la ausencia de una normatividad
efectiva de las nuevas autoridades (Medina-Mora, 1998 y Berruecos, 2002).

Estos cambios tienen varios orígenes. Entre ellos se comenta el uso


indiscriminado de alcohol; ya que entre los aztecas el uso estaba restringido.
Además, se trajeron de España las bebidas destiladas, que contienen una mayor
concentración de alcohol. El índice de comercialización del pulque y embriaguez
aumentaron considerablemente. La antigua embriaguez exclusiva de los ritos
aztecas se ajustó a las numerosas festividades de la iglesia católica
convirtiéndose en una forma de evasión de la realidad avergonzante de su
sometimiento al conquistador. Además, de que las autoridades indígenas ya no
ejercían ningún control para evitar el abuso.

En efecto casi todas la bebidas alcohólicas que se elaboraban en el México


colonial fueron consideradas por las autoridades como nocivas para la salud, no
solo por que provocan embriagues al ser consumidas en exceso sino porque a
muchas de ellas principalmente el pulque se les agregaban raíces y hierbas para
fortalecerlas como el ocpatli o cuapatle, popotle, la cal viva, la frutilla del árbol de
Perú, cascaras de manzana, limones, palo de timbre, la raíz del árbol de xixique,
chile y gusano de maguey (Medina-Mora, 1998).

A pesar de que la cultura católica prescribía restricciones para el consumo del


alcohol, tanto en las celebraciones rituales, como en la vida cotidiana; estas no
resultaron efectivas en la práctica. Es así que, las etnias, libres de las antiguas
restricciones, aumentaron su consumo. Por todos estos factores que coincidieron
18
en el tiempo, se incrementa la ingesta de alcohol y comienzan a surgir los
problemas sociales derivados de esta ingesta. Se han encontrado relatos en los
que según las autoridades, el vino era el responsable de parte de los desordenes
sociales, las sanciones que se llegaron a aplicar y cómo podían aumentar en
función de la edad y posición social.

En el periodo de la Independencia, proliferó la fabricación del pulque. A tal grado


llegó esta industria a ser importante, que muchas de las familias que formaron
parte de la gran aristocracia mexicana, debían sus fortunas a la fabricación de
esta bebida, o al cultivo del maguey en sus extensas haciendas.

Durante la época del Porfiriato, además de las grandes haciendas pulqueras,


florecieron sembradíos de vid, hubo mucho auge en la fabricación de tequila y en
igual forma, la industria cervecera comenzó a tener importancia (Argüelles, 1991).
Actualmente, el consumo de alcohol entre los diferentes grupos indígenas es muy
variado. Entre los chamulas, por un lado, está integrado en todos los aspectos de
la vida; en otro extremo están los tarahumaras, quienes lo restringen a ocasiones
especiales (Escotto, 1999; Medina-Mora, 1998).

Aun cuando existen reportes de estudios médicos enfocados a los efectos del
consumo en el organismo humano que datan de finales del siglo XIX, la
investigación psicosocial y cultural sobre este problema se remonta apenas a los
años setenta con el surgimiento del Instituto Nacional de Psiquiatría y su División
de Investigaciones Epidemiológicas y Sociales, sin dejar atrás los estudios y los
cuadernillos de Centro Mexicano de estudios en Salud Mental (CEMESAM) en la
década de los sesentas, instancia que más estudios realizado en el tema.

El consumo de drogas legales e ilegales es un problema que ha trascendido en


diversos campos, personales, sociales, económicos y políticos, hoy en día es
difícil encontrar un país en el que no se observe este fenómeno.

19
En México, a partir de la década de los años 70, se establece el estudio continuo
del uso y abuso de drogas, iniciándose las primeras encuestas en hogares, así
como los estudios periódicos en población estudiantil y grupos vulnerables;
posteriormente, en la década de los 80, se amplía el Sistema de Registro de
Información en Drogas (SRID) en Ciudad de México, para incluir los casos
detectados en instituciones de salud y de procuración de justicia. Durante los años
90 se establece el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones
(SISVEA) y se lleva a cabo un estudio de menores trabajadores en espacios
abiertos en 100 ciudades. Finalmente, al iniciar la primera década de este siglo, se
plantea la necesidad de disponer de información actualizada, sistematizada y
obtenida con métodos comparables, por lo que se crea el Observatorio
Epidemiológico en Drogas (CONADIC, 2002).

La definición de droga propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS)


se refiere a todas las sustancias psicoactivas como: "cualquier sustancia que, al
interior de un organismo viviente, puede modificar su percepción, estado de
ánimo, cognición, conducta o funciones motoras". Esto incluye el alcohol, el tabaco
y los solventes y excluye las sustancias medicinales sin efectos psicoactivos.

Las convenciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el


control de drogas no establecen una distinción entre drogas legales o ilegales;
sólo señalan el uso como lícito o ilícito. Pero en general, se emplea el término
droga ilegal o ilícita al hablar de aquéllas que están bajo un control internacional,
que pueden o no tener un uso médico legítimo, pero que son producidas,
traficadas y/o consumidas fuera del marco legal.

El alcohol y el tabaco, en estas organizaciones internacionales, son generalmente


mencionados como sustancias más que drogas, debido a que no están sujetas al
control político internacional, con lo que se trata de pasar por alto que, además de
sus fuertes propiedades adictivas, son las que causan mayores daños a la salud
individual y pública en prácticamente todo el mundo (Tapia, 2007).

20
El proceso de la adicción al alcohol aparece tras el consumo crónico de
cantidades abusivas de alcohol y, al igual que el resto de las adicciones a drogas,
es el resultado de la interacción entre las características farmacológicas de la
sustancia (en este caso el alcohol), el individuo que la consume (variables
individuales, como por ejemplo características genéticas) y la sociedad (hábitos de
consumo de alcohol, disponibilidad y accesibilidad a las bebidas alcohólicas, etc.).
(Moya, 2007).

“La experimentación del adolescente con sustancias psicoactivas está


determinada en buena medida por los efectos del modelamiento simbólico, con el
grupo de iguales o la propia familia” (Moral, Ovejero y Pastor, 2004), como
principales baluartes psicosociales de tendencias que se unen. Motivadores y
hábitos de consumo ligados a semejantes dependencias representan factores, ya
sea de riesgo o de protección, en función de sus indicadores.

En relación con el índice de consumo de alcohol de los adolescentes, se reporta


que cerca del 65.8% ya ha usado alcohol alguna vez en su vida, y el 35.2%
reportó consumo en el último mes. Sumándose a esto, las Encuestas Nacionales
de Adicciones (ENA) evidencian una tendencia ascendente de prevalencia global
del consumo de alcohol a través de los años, siendo que para los hombres en
1998 y 2002 se encontró una prevalencia de un 27% y 35% para el año 2002, y
para las mujeres 18% al 25% en estos mismos años. También se señalan
diferencias respecto al nivel educativo, se estima que el 24.4% de los estudiantes
de secundaria habían consumido alcohol en el último mes, esta proporción se
duplica en el nivel de bachillerato (51.7%) (Villatoro, cols., 2005).

En los párrafos anteriores se dio una visión general de los orígenes del consumo
de alcohol en distintas épocas. Estos son algunos de los antecedentes remotos
del consumo de alcohol y a partir del siguiente apartado se analiza el problema del
consumo que se tiene constantemente o permanente. Además, se señalan los
criterios definidos sobre lo que se entiende por abuso y dependencia al alcohol.

21
1.3 Definición de abuso y dependencia al alcohol

Los manuales de diagnóstico internacionales de clasificación (DSM-IV y CIE-10)


diferencian entre “abuso” y “dependencia” del alcohol. Por un lado, existen
individuos que consumen alcohol reiteradamente de forma excesiva, pero que
nunca llegan a mostrar el síndrome de abstinencia (cuadro sintomático que
aparece en una persona consumidora de alcohol debido a la disminución de los
niveles en sangre de la sustancia); por otro lado, hay personas que, abusando
igualmente del alcohol, muestran síntomas de abstinencia cuando dejan de beber.
Estas diferencias definen el abuso y la dependencia.

El término abuso o uso inadecuado puede tener diversos significados en distintos


países de acuerdo con lo que se considera un problema de abuso de drogas en
una cultura específica. Además, la expresión abuso de drogas no hace una
distinción entre los que las consumen de manera ocasional, habitual o presentan
dependencia hacia las sustancias. En general, se ha optado por emplear
indistintamente los términos usar o consumir; el concepto de abuso incluye un
daño a la salud física o mental del consumidor, o se aplica a un patrón de
consumo que es frecuente e interfiere con otros aspectos de la vida, o se presenta
de manera ocasional en periodos de consumo intenso (Tapia, 2007).

En cuanto a la tolerancia y dependencia, de acuerdo con la OMS, tolerancia es la


necesidad de recurrir a cantidades crecientes de la sustancia para alcanzar la
intoxicación (o el efecto deseado) o una notable disminución de los efectos de la
sustancia con su uso continuado a las mismas dosis. La tolerancia desde la
perspectiva del sistema fisiológico, se explica por la proliferación de las
membranas lisas del retículo endoplásmico, de las células hepáticas, las cuales
incrementan su capacidad para metabolizar etanol. La tolerancia suele disminuir
después de varias semanas sí se consigue un periodo de abstinencia
(liberaddictus.org).

22
En conjunto con lo anterior, el síndrome de dependencia es definido como el
conjunto de fenómenos conductuales, cognitivos y fisiológicos que se
desarrollarían después del uso repetido de una sustancia. Usualmente estos
fenómenos incluyen un fuerte deseo de tomar la sustancia, pérdida de control
sobre su uso, consumo persistente a pesar de sus consecuencias perjudiciales,
priorización del uso de drogas por encima de otras actividades y obligaciones,
tolerancia incrementada y síndrome de abstinencia cuando el uso de la droga es
interrumpido(OMS, 1994). La dependencia que el consumo de etanol produce, es
tanto de habituación psíquica como física, las cuales tienen relación con los
diferente patrones de consumo que van desde la ingestión regular diaria de
grandes cantidades de alcohol, hasta largos intervalos de sobriedad mezclados
con periodos de embriaguez cotidiana (liberaddictus.org).

Aunque estos dos patrones de consumo parecen evidentes y pueden ser


observados independientemente en la población, hoy en día no se tienen
suficientes datos para defender su existencia como categorías totalmente
separadas. Uno de los problemas es la eventualidad, es decir, no sabemos si un
individuo que abusa del alcohol necesariamente se convertirá en un individuo
dependiente o si el abuso no lleva inevitablemente a la dependencia. Lo que sí es
evidente es que para desarrollar dependencia del alcohol, es necesario abusar de
él. Además, ambos síndromes presentan características comunes (Valdez, 2005).

Ambas clasificaciones mencionan la presencia de tolerancia, abstinencia, deterioro


del control, negligencia en las actividades, aumento del tiempo centrado en la
bebida, beber a pesar de las consecuencias perjudiciales, compulsión por la
bebida, uso en situaciones peligrosas (por ejemplo, antes de accionar maquinaria
pesada, antes de manejar) y presencia de problemas legales. Se puede detectar
que estos criterios incluyen los cambios en las reacciones fisiológicas hacia el
alcohol, el patrón de consumo y las consecuencias adversas. Así pues, la
dependencia al alcohol provoca reacciones fisiológicas y cambios en la conducta
(que va a estar enfocada en conseguir y consumir alcohol) que generan problemas

23
en la salud física y mental, además de las consecuencias familiares y sociales
negativas.

Cabe mencionar que el alcohol es considerado como una droga legal, o sea que
es permitida por las leyes (pero a partir de los 18 años), por lo que su uso no
amerita un castigo. Su consumo es aceptado en negocios que de dedican a
permitir el consumo, como bares, discotecas, restaurantes, por lo cual se ha
llegado a asociar con la falsa idea de que “si su uso está permitido y es
socialmente aceptado, entonces no hace daño”. El consumo de esta droga legal
es promovido en los medios de comunicación relacionándolo con valores
deseables como el poder, el dinero, la juventud, la elegancia, etc. (Medina-Mora,
Natera y Borges, 2002).

1.4 Patrones de consumo

En México, la investigación científica sobre los patrones de consumo podríamos


decir que es un tema reciente (un par de décadas) a raíz de su reconocimiento
como problema de salud pública. Esto se agrava en aquellos donde sus efectos se
conjugan con graves retrasos en lo económico y social: ése es el caso de nuestro
país (Berruecos, 1988).

Se puede decir que este tipo de conductas es el conjunto de factores arriba


mencionados que determinan una forma particular de uso: tipo de sustancia
psicoactiva de impacto, de inicio, edad de inicio, frecuencia, cantidad, vía de
administración, tiempo de exposición, episodios de consumo e intoxicación,
contexto del consumo y problemas asociados.

Abordando el punto de los patrones de consumo, la cantidad y la frecuencia de


alcohol que se ingiere marcan la diferencia entre el consumo moderado, el abuso,
hasta llegar a la dependencia. En investigaciones nacionales, se menciona que el

24
patrón de consumo más característico es imprevisto y en cada ocasión se ingieren
grandes cantidades de alcohol (Medina-Mora, 2002).

Es por ello que, además de los criterios internacionales para establecer un


diagnóstico preciso entre abuso y dependencia, en las investigaciones nacionales
se han establecido patrones de consumo específicos. Esta delimitación señala
criterios claros y libres de ambigüedades para clasificar el tipo de consumo en
función al número y frecuencia de copas ingeridas.

En el caso específico de estudiantes, dado su rango de edad en el que aún no


desarrollan una dependencia o un consumo consuetudinario, de acuerdo con la
ENA y encuestas para estudiantes, la forma regular en como se ha clasificado el
consumo para analizar el abuso ha sido la siguiente (Villatoro et al., 2005):

a) No bebedor: Aquella persona que no ha consumido una sola copa de alcohol en


su vida.

b) Bebedor: Aquella persona que ha consumido por lo menos en una ocasión una
copa completa de alcohol.

c) Abuso: Aquella persona que por lo menos en una sola ocasión en el último mes
ha tomado 5 ó más copas de cualquier bebida alcohólica (Villatoro et al., 2001).

De acuerdo con la clasificación que reporta la Encuesta Nacional de Adicciones,


en su estudio de 1998, se consideran 8 patrones de consumo de alcohol:

a) Abstemios: son las personas que no consumieron alcohol en el último año, o a


las que han consumido antes del último año, sin importar la cantidad por ocasión.

b) Bebedores poco frecuentes de bajo nivel: son las personas que reportaron
consumir en el último año, pero nunca 5 copas o más por ocasión.

25
c) Bebedores poco frecuentes de alto nivel: son las personas que han consumido
en el último año, en alguna ocasión bebieron 5 copas o más, pero no en el último
mes.

d) Bebedores moderados de bajo nivel: son las personas que consumieron en el


último mes y nunca bebieron 5 copas o más.

e) Bebedores moderados de alto nivel: son las personas que consumieron en el


último mes y, en el último año o en el último mes, bebieron 5 copas o más en
alguna de las ocasiones.

f) Bebedores frecuentes de bajo nivel: son las personas que consumieron en la


última semana pero nunca bebieron en el último año 5 copas o más.

g) Bebedores frecuentes de alto nivel: son las personas que consumieron en la


última semana y en el último año o en el último mes bebieron 5 copas o más, en
alguna de las ocasiones.

h) Bebedores frecuentes consuetudinarios: son las personas que consumieron en


la última semana y en una de esas ocasiones tomaron 5 copas o más (Medina-
Mora et al., 2003).

1.5 Encuestas de Hogares y de Estudiantes

Se cuenta con información referente al índice de consumidores de drogas a través


de la aplicación de la cuarta Encuesta Nacional de Adicciones (ENA), en el año
2002. Dicho estudio señala una ligera tendencia al mantenimiento de las
prevalencias de consumo de drogas, con relación a 1998. Entre las encuestas
más recientes están la encuesta de estudiantes 2006 y ahora también los
resultados publicados de la ENA 2008. Dentro de los resultados, siguen

26
destacando como principales drogas de consumo entre los estudiantes las de tipo
legal: alcohol y tabaco.

Datos de la Encuesta Nacional de Adicciones de 1998 (CONADIC, 1999) señalan


que 29% de las mujeres adultas, habitantes de zonas urbanas del país y que
tienen o han tenido pareja, han sufrido violencia física por parte de ésta. En 60%
de los casos de este tipo de violencia, el alcohol estuvo involucrado. En una
encuesta de hogares llevada a cabo en la ciudad de Pachuca, Hidalgo (Natera,
López, 1997), se encontró que a mayor intensidad de la violencia, mayor es la
participación del alcohol, con índices que oscilaron entre 8% en el caso de la
violencia verbal, 23% y 26% cuando la violencia incluyó golpes y 52% cuando se
forzó a una relación o contacto sexual. En esta misma ciudad, se estimó que en
uno de cada tres ingresos a las agencias del Ministerio Público había estado
involucrado el alcohol durante el acto de violencia. El riesgo de que una persona
con patrón de consumo frecuente ingrese por lesiones a una de esas agencias a
hospitales de urgencias, es cuatro veces mayor comparada con la probabilidad de
que sea detenido (Natera; López, 2000). Se observó que además de ser joven,
consumir alcohol y reportar eventos de celos en la relación con la pareja,
explicaban el 52% de la varianza de los actos de violencia que se cometen en
contra de la pareja (Natera, Tiburcio, Villatoro, 1997).

De acuerdo con la encuesta en hogares del 2002, existen en nuestro país poco
más de 32.3 millones de personas que consumen bebidas con alcohol; de éstos,
22.7 millones reportan que la cerveza es su bebida de preferencia, 14.7 millones
los destilados, 7.3 millones los vinos de mesa, 3.8 las bebidas preparadas como
los “coolers” y una proporción menor que es 2.4 millones bebidas como los
aguardientes, el pulque o el alcohol de 96° ingerido como bebida alcohólica que
son consumidos con más frecuencia en poblaciones rurales (SSA, CONADIC, INP,
DGE, INEGI, 2004).

27
Así mismo, siguiendo los hallazgos de esta encuesta, se menciona que los
adolescentes parecen estar desarrollándose en un ambiente en donde se tolera y
hasta podría decirse, se promueve el consumo de alcohol, desde pequeños, en su
ambiente. Los datos de la encuesta reportan un incremento en el índice de
consumo entre los adolescentes, de 27% en 1998 a 35% en 2002 entre los
varones y de 18% a 25% respectivamente en las mujeres. En su mayoría, el
patrón de consumo es poco frecuente e ingieren de una a dos copas por ocasión;
sin embargo, 10.5% de los varones reportan consumir altas cantidades de alcohol
(5 copas o más por ocasión de consumo en el último mes) (INEGI, 2004).

A pesar de que la mayor parte de los adolescentes no tienen problemas con el


consumo de alcohol, las consecuencias del abuso reportadas con mayor
frecuencia fueron: problemas con la policía suscitados mientras usaban bebidas
alcohólicas, iniciar peleas mientras la persona estaba tomando y haber sido
arrestado mientras conducía después de haberse tomado unas copas (INEGI,
2004), esto nos lleva a relacionar la conducta antisocial que presentan con el
abuso en el consumo del alcohol.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Juventud 2005, más del 60% de los
jóvenes admiten consumir actualmente algún tipo de bebida alcohólica, el 42% de
ellos reporta que ha bebido alguna vez en su vida, y que en casi el 20% consume
de 6 a 10 copas por semana (Webmaster, 2009).

En cuanto a los resultados de la encuesta de estudiantes 2006 en Ciudad de


México, indica que 25.2% de los estudiantes consumen 5 copas o más por
ocasión de consumo, al menos una vez al mes, porcentaje similar al reportado en
la encuesta anterior que fue de 23.8% (Villatoro et al., 2007).

El consumo de alcohol representa mayores proporciones que el de tabaco. El 65%


de los estudiantes en general, reportó haber consumido alcohol alguna vez en la
vida, mientras que el 35.2% dijo haber consumido alcohol en el último mes, de
acuerdo con los reportes de CONADIC de 2010.

28
Otro indicador elocuente es el de la organización denominada Centros de
Integración Juvenil (CIJ). De enero de 2007 a junio de 2008, 82.4% de los niños
que acudieron a tratamiento por adicciones en sus servicios de rehabilitación,
consumieron alcohol alguna vez, mientras que 30.4% llegó ahí específicamente
por alcoholismo. De estos últimos, 29.5% provienen del Distrito Federal.

El principal detonador de abuso de alcohol durante la secundaria, revelan cifras de


Centros de Integración Juvenil, es la convivencia frecuente con consumidores
habituales (así ocurre en 71% de los casos de los adolescentes adictos).

De esta manera, nos podemos dar cuenta con las encuestas que se han realizado
paulatinamente, que a lo largo de la historia el consumo del alcohol de ha ido
incrementando a tempranas edades y en diferentes niveles estudiantiles. Por lo
que es necesario buscar las estrategias pertinentes para la prevención del
consumo a edades tempranas.

Así mismo, se busca la reducción de las grandes estadísticas en nuestro país, con
el fin de mejorar la calidad de vida en los estudiantes y sus familias.

Como es posible observar, el panorama de consumo de alcohol a nivel mundial,


pero en especial México, entre estudiantes no es muy alentador, pues a través de
los diversos resultados aquí expuestos, se muestran las repercusiones en la
permisibilidad sobre el consumo de bebidas alcohólicas en estudiantes.
Resultado de ello, durante las últimas tres décadas el consumo de drogas ha ido
en creciente ascenso y con marcadas variaciones referentes al tipo de sustancia
que se consume, incrementando en abuso de alcohol; lo que esto podría
ocasionar involucrarse en conductas de riesgo; resaltando la influencia de los
amigos, y especialmente el papel de la familia como primer agente de
socialización y transmisor de un sano desarrollo.

29
CAPÍTULO 2. ENTORNO FAMILIAR Y PARENTALIDAD

Si bien ha habido numerosas investigaciones que han detectado múltiples factores


de riesgo familiar, éstos tienen que ver con la composición familiar (familias
numerosas, desintegradas o monoparentales), el estatus socioeconómico bajo, la
existencia de una historia familiar de problemas de conducta y un funcionamiento
familiar caracterizado por la baja cohesión, el conflicto, las pobres interacciones
entre padres e hijos, el estilo de socialización negligente y la disciplina coercitiva
(Domenech, 2002, 2003; Pons, J. Berjano, E, 1997; Villatoro, 2006).En este
capítulo se revisarán algunos aspectos relacionados con la familia, las escalas de
parentalidad, sin dejar de lado el entorno familiar de nuestro país y el estudiante.

La familia desempeña, entre otras, una función psicológica esencial para el ser
humano (en este caso para el adolecente estudiante): la socialización. A través de
la socialización, las personas se integran a la sociedad, interiorizan las normas
que regulan las relaciones sociales y se forman una imagen de lo que son y del
mundo que les rodea. La familia propicia en el niño las bases de su identidad y le
enseña a apreciarse a sí mismo, es decir, desarrolla su autoconcepto y su
autoestima (Lila y Marchetti, 1995, Amador, 2003). En términos generales, los
estilos parentales apoyadores y afectivos, al contrario que los cohercitivos y
reprobadores, desarrollarán en los hijos confianza en sí mismos, alta autoestima y
capacidad de autocontrol. Cuando, con la llegada de la adolescencia, se
incremente la importancia del juicio de los iguales para valorarse a uno mismo, el
adolescente educado en los términos anteriores podrá ser menos vulnerable a la
presión grupal, variable que ha sido ampliamente relacionada con el consumo de
alcohol (Parra, 1994, como se citó en Pons, 1997). El sistema familiar, por otro
lado, juega un papel fundamental para explicar la aparición de numerosas
conductas “desadaptativas” que causan una inestabilidad en los hijos. Los padres,
intencionadamente o no, son la fuerza primordial en la vida de sus hijos, además
de la influencia de otros contextos sociales (medios de comunicación, grupo de
iguales, escuela).

30
En efecto, se observa que la calidad de las relaciones familiares puede operar en
un doble sentido: potenciando la capacidad del adolescente para desarrollar
relaciones de apoyo dentro y fuera de la familia cuando las relaciones familiares
son positivas, o bien inhibiendo esas capacidades cuando las relaciones son
problemáticas. En este sentido, de acuerdo con otros autores (Sanz, 2004), unas
relaciones positivas en la familia se relacionan con un mayor desarrollo de
recursos personales y sociales del adolescente.

La adolescencia se caracteriza por cambios drásticos y rápidos en el desarrollo


físico, mental, emocional y social, que provocan ambivalencias y contradicciones
en el proceso de búsqueda del equilibrio consigo mismo y con la sociedad a la que
el adolescente desea incorporarse. Por ello, los adolescentes son una “materia”
moldeable y receptiva que está muy abierta a las influencias de los modelos
sociales y de los entornos de vida que frecuentan. La adolescencia es una etapa
decisiva en la adquisición y consolidación de los estilos de vida, ya que se
consolidan algunas tendencias de comportamiento adquiridas en la infancia por la
propia familia y se incorporan otras nuevas provenientes de dichos entornos de
influencia.

Numerosos estudios indican que la influencia de la familia trasciende hacia la


relación del adolescente con los iguales. Así, la escasa presencia física o
accesibilidad de los padres y la falta de supervisión de éstos, acompañada por una
ausencia de comunicación con los hijos en relación con las actividades de la vida
diaria, se asocian con una mayor tendencia a relacionarse con iguales conflictivos
y a realizar conductas de riesgo o de carácter antisocial (Muñoz et al, 2002;
Alvarado 2004). Asimismo, un mayor apoyo percibido de la familia se asocia a un
menor consumo de tabaco, alcohol (Pons y Berjano, 1997) y drogas en el/la
adolescente, incluso cuando su grupo de iguales presenta un consumo mayor. No
obstante, determinados ambientes familiares pueden favorecer las conductas de
riesgo en los adolescentes. Así, la existencia de normas explícitas en la familia
que prohíben solo el uso de drogas ilegales predice un mayor riesgo de consumo

31
de alcohol y tabaco. Probablemente, los hijos entienden que las drogas legales
son menos peligrosas o menos dañinas para la salud, al no ser expresamente
rechazadas por los padres (Muñoz-Rivas y Graña, 2001).

Se ha encontrado que las variables que predicen el consumo excesivo de alcohol


son un inicio temprano del consumo, tener muchos hermanos (un factor que se
suele asociar a familias multiproblema), baja supervisión parental, bajas
expectativas académicas y un mayor número de síntomas de externalizar, como
impulsividad y agresividad. Asimismo, la pauta de embriaguez en las chicas (no la
simple experimentación) está relacionada con sentimientos de infelicidad y
dificultades en la comunicación familiar. La dificultad de comunicación con los
padres se asocia con la dificultad de comunicación con los amigos, con tener
malestar físico y psicológico y con un mayor consumo de tabaco y alcohol desde
edades tempranas (Rodrigo et al., 2004).

2.1 La familia

De las diversas influencias socializadoras, los padres o tutores ejercen los efectos
más poderosos sobre la mayor parte del desarrollo social de los niños. Para bien o
para mal, actúan como modelos, articulan actitudes y creencias, y comunican y
aplican demandas conductuales. De esta forma, los niños adquieren muchas de
sus actitudes y valores que con el paso del tiempo se han ido arraigando. Además,
las creencias y prácticas paternas de crianza de los niños ejercen efectos de largo
alcance en el desarrollo social de los niños (Good y Brophy, 1996).

Durante la fase de la adolescencia, se dan una serie de cambios dirigidos a la


búsqueda de una identidad personal; el adolescente está dedicado a la tarea de
afrontar los cambios inherentes a la pubertad, este proceso podría verse matizado
por el contexto sociocultural en que se desarrolla cada individuo.

32
La familia ha ido teniendo cambios drásticos. En la actualidad, el niño desde
pequeño comienza su “educación” asistiendo a la guardería. La convivencia entre
padres e hijos es mínima y ya no es obligatorio que los hijos participen en los
cultos familiares, además, de que la pareja tiene que trabajar y permanece mayor
tiempo fuera de casa, y esto lleva a que en general, se vayan perdiendo las
tradiciones (Vieyra, 2007).

2.2 Aspectos generales de la familia mexicana

Desde la época prehispánica, se hizo énfasis en la educación de los hijos y lo que


a cada miembro le correspondía dentro de la familia, dejando claro el trabajo
respecto al género; es decir, en el hogar, el padre educaba a los varones y la
madre, a las mujeres, formándose así un conjunto específico de valores en los
hijos (Vieyra, 2007).

La familia reproduce patrones culturales en el individuo, en este sentido es


importante considerar que, tanto la estructura como las funciones de la familia se
han ido transformando a lo largo de la historia (Alvarado y Cruz, 2004).

La familia mexicana se ha visto que es una unidad relativamente sólida y


dependiente de la estructura social global. De esta última, retoma sus
características propias, así como sus diversos valores fundamentales; de modo
que la modificación y la variedad macroestructural por lo general determinan el
tipo y el cambio de la vida familiar (Velasco y Sinibaldi, 2001).

Para López (2001), en México existe una larga tradición de estudios sobre familia
desde distintas disciplinas y enfoques teórico-metodológicos, lo que ha permitido
contar con información sobre el tamaño y estructura de los grupos familiares; ésta
proviene tradicionalmente del análisis que la demografía hace de censos y
encuestas de hogares. Sin embargo, pese a su enorme potencialidad, estos

33
análisis no permiten estudiar a la familia como una estructura social
cualitativamente diferente y más compleja que la simple adición de sus miembros
individuales.

Varios estudios de carácter social y demográfico en México, constatan que en el


transcurso de las últimas dos décadas han ocurrido profundas transformaciones
en los hogares y las familias mexicanas, entre las cuales destacan: el incremento
de hogares ampliados y compuestos frente a los nucleares; la reducción del
número de hijos por familia; el aumento de hogares formados por la pareja sin
hijos; la creciente proporción de los hogares encabezados por mujeres; el
incremento de familias monoparentales; el mayor número de familias
reconstituidas y, la mayor proporción de hogares formados por personas que viven
solas (López, 2001).

2.3 Parentalidad

Hoy en día, el hogar es el espacio social de la reproducción cotidiana y


generacional de la población, a su interior ocurren hechos vitales y situaciones
familiares que afectan positiva y negativamente la salud mental de sus integrantes,
teniendo mayor peso en el desarrollo social de los niños.

A este respecto, Baumrind (en Santrock., 2002) sostiene que los padres no deben
ser punitivos ni huraños, más bien, deben desarrollar reglas para que los niños las
cumplan, siendo al mismo tiempo apoyadores y nutridores. Baumrind (Amador y
Cavero, 2004) opina que los estilos de crianza pueden clasificarse en cuatro tipos
principales:

• El estilo paternal autoritario es restrictivo y punitivo. Los padres autoritarios


exhortan a sus hijos a que los obedezcan y respeten; establecen límites y
controles firmes en sus hijos y permiten muy poco intercambio verbal. Los hijos de

34
estos padres a menudo se comportan de maneras socialmente incompetentes.
Tienden a mostrarse ansiosos ante las comparaciones sociales, fracasan al iniciar
una actividad y cuentan con destrezas pobres de comunicación.

• El estilo paternal autoritativo impulsa a los niños a ser independientes, pero aún
impone límites y controles sobre sus acciones, se permite la negociación verbal y
los padres son cálidos y apoyan a los hijos. Los hijos de estos padres tienden a
comportarse socialmente de forma adecuada, tienden a ser independientes, saben
posponer la gratificación, se llevan bien con sus compañeros y muestran una alta
autoestima.

El estilo paternal autoritario está asociado con prohibición, más de cerca con la
poca confianza de las habilidades y un bajo autoestima y orientación del niño
hacia los demás, poco competente. En tanto que el estilo paternal autoritativo,
está relacionado más de cerca con el desarrollo de iniciativa, autonomía y
aceptación en los niños. Las combinaciones de estas conductas paternas
predisponen a los niños hacia patrones de desarrollo social diferentes.

Así mismo, cabe mencionar que éste ultimo estilo de parentalidad, son padres que
responden a las demandas y preguntas de sus hijos mostrando atención e interés,
explican las razones de las normas que establecen, reconocen y respetan su
independencia, negocian con ellos y toman decisiones en conjunto. Ponen límites
a sus hijos de manera racional, haciéndoles entender la utilidad de un cierto
control y las consecuencias de la conducta, este estilo fomenta el intercambio
verbal y utiliza como disciplina básicamente la inducción y algún uso de la fuerza.
La meta es conseguir que el joven acepte las reglas de los demás sin perder su
independencia.

• El estilo paternal indiferente es una forma permisiva de ejercer la paternidad, en


la cual los padres no se involucran en la vida de sus hijos. Los niños de padres
indiferentes a menudo se comportan socialmente de formas inadecuadas. Tienden

35
a tener un pobre autocontrol, limitan la independencia y no están motivados hacia
el logro.

• El estilo paternal permisivo es un estilo en el que los padres se encuentran muy


involucrados con sus hijos pero les imponen pocos límites o restricciones sobre su
comportamiento. El resultado real es que estos niños por lo general, no aprenden
a controlar su comportamiento. Este tipo de padres no toma en cuenta el
desarrollo total del niño. Muchos de los hallazgos sobre la conducta paterna y los
efectos en los niños están organizados alrededor de dos dimensiones importantes
de conducta paterna: amor – hostilidad y restricción – permisividad.

Retomando los dos últimos estilos de parentalidad, se puede decir que la mayoría
de los padres no son extremos en ambas dimensiones, de modo que ejercen
influencias menos extremas, aunque en las direcciones indicadas. Determinar cual
patrón de conducta es óptimo requiere hacer juicios de valor respecto a los
resultados deseados en el niño. Para obtener un óptimo desarrollo infantil es
necesario un equilibrio entre la restricción y la permisividad. De esta manera evitar
el desarrollo los niños egocéntricos e indisciplinados.

Por otro lado, la dinámica no es la misma en todas las familias, ya que esta se
encuentra diferenciada por el número y tipo de componentes, nivel cultural y
económico; Dulanto (2000, como se citó en Alvarado y Cruz, 2004) considera que
la familia tiene muchos problemas y dificultades relacionados con la educación y
formación familiar lo que lleva a que atraviese por graves conflictos que suelen
orillarla a crisis. La primera dificultad que se presenta en las familias con
estudiantes es el reajuste emocional en el que obligadamente entran los hijos por
el proceso de maduración emocional, que los transforma y les separa
gradualmente de la familia, como la única fuente de convivencia e intercambio
afectivo.

36
A este respecto, Conger (1980, como se citó en Alvarado y Cruz, 2004) señala
que es durante esta etapa cuando los padres y los hijos adolescentes deben
aprender a establecer nuevas clases de relaciones mutuas. La adaptación a esta
nueva clase de relación será más difícil para algunos padres – y adolescentes -
que para otros. Es importante recordar que en esta etapa, la autoestima es
trastocada por los ajustes globales propios del estudiante.

Prácticas de parentalidad

En México, hay un vacío en la investigación de la función compartida por familia


específicamente parentalidad de forma conductual, abuso de alcohol y la conducta
antisocial (actos leves y graves) de los adolescentes. En cuanto a este último se
abordara a continuación.

López (como se citó en Juárez, 1999), afirma que el papel de los padres, durante
la adolescencia, es el de estar ahí para que el hijo pueda cuestionar las actitudes
de los padres y para servir de punto de referencia en la búsqueda para encontrar
sus valores y ambiente propio. Los padres ejercen cierto control, pero en realidad
la conducta del adolescente dependerá de qué tan bien fueron incluidas normas y
valores en su repertorio conductual durante los primeros años de vida, es casi
imposible enseñarle esas pautas de comportamiento de manera tardía o
espaciados, después de la pubertad.

Hemos visto, que el consumo de alcohol así como el ambiente social y familiar
influyen en la conducta del estudiante. Se observó que los ambientes
problemáticos pueden generar conductas problemáticas, concretamente el riesgo
de presentar actos antisocial, la cual ha sido definida desde diferentes
perspectivas teóricas. Algunas de ellas serán definidas en el siguiente capítulo.

37
CAPÍTULO 3. CONDUCTA ANTISOCIAL DEL ESTUDIANTE

Los datos de distintos estudios señalan que el desarrollo de habilidades sociales


en los estudiantes y los estilos de parentalidad positiva son factores que protegen
en forma importante ante las conductas, así mismo los estudiantes pasan por una
serie de cambios tanto físicos y psicológicos. Dichos cambios pueden llegar a
tener una falta de estabilidad en la etapa de la adolescencia, que es cuando se
pueden tener conductas antisociales (Quiroz, 2006).

De acuerdo con el crecimiento de los estudiantes, se observa un período de edad


crítico para el comienzo de los cambios físicos, éstos se presentan en forma
precipitada y no en la misma edad para todos/as, ya que el crecimiento corporal
ocurre de forma asimétrica, y frecuentemente no coincide con la madurez
emocional y sexual.

Resulta un tanto complicado en la adolescencia, identificar cuándo el


comportamiento está entrando en un proceso antisocial (hasta qué punto entra en
la “norma social”), sobre todo si tomamos en cuenta que éste es un periodo de
grandes cambios biológicos, psicológicos y sociales que se han caracterizado por
una inconsistencia y fluctuaciones en el comportamiento, los cuales algunas veces
no están al alcance de la comprensión de los adultos que rodean al estudiante, sin
dejar de lado la presión social que se vive tanto en escuela como en casa.

Esta conducta se puede dar en los jóvenes estudiantes por el proceso de


búsqueda de identidad, la cual genera una experiencia de individuación compleja,
donde los esfuerzos resistentes, opuestos, rebeldes, las etapas de
experimentación, el probar y caer en excesos tendrán un beneficio positivo en el
proceso de autoaceptación (Alvarado y Cruz, 2004). El Inconveniente de esta
conducta en el estudiante es que causa inestabilidad y conflictos en muchos
casos, el proceso es tan amenazador para algunas personas, que consideran

38
“anormal” a un hijo ante cualquier desviación de los valores parentales, aun que
en algunas familias sí se toleran.

La conducta antisocial en general, ha sido estudiada como síntoma de un


trastorno antisocial de la personalidad, el cual también ha recibido otras
denominaciones como trastorno psicopático de la personalidad. Con estos
términos se intentó resaltar la influencia del temperamento y las características
mentales del sujeto en el primero y de la sociedad en el segundo, a través de la
evaluación del daño que la conducta desviada del sujeto provoca a la sociedad
(Alvarado y Cruz, 2004). Por otro lado, la conducta antisocial es un término amplio
que engloba rasgos que en mayor o menor medida, se pueden dar en muchos
estudiantes en algún momento de la vida. El trastorno de carácter antisocial, es en
cambio, una determinada expresión de la conducta antisocial que se establece ya
como una forma patológica de personalidad y que no debe ser diagnosticada
como tal antes de los 18 años. El trastorno antisocial se da en una proporción de
doble a uno para los varones en comparación con las mujeres.

Los trastornos en los que las conductas antisociales forman los síntomas
predominantes son el Trastorno Disocial y el Trastorno Antisocial de la
Personalidad. El primero se diagnostica durante la infancia y, sobre todo, a
principios de la adolescencia; el segundo, por definición, corresponde a la edad
adulta. Sin embargo, ambos comparten un cuadro sintomático que varía poco;
incluso, se asegura que los niños que han padecido un Trastorno Disocial, es muy
probable que evolucionen a un Trastorno Antisocial de la Personalidad. Parece ser
que el Trastorno Negativista Desafiante, antecede a la aparición de un Trastorno
Disocial en la adolescencia (Alvarado y Cruz, 2004).

Cabe mencionar que Muñoz (2002) da tres grupos de teorías acerca del trastorno
de carácter antisocial: las psicogenéticas, las orgánicas, las ambientales mismas
que pueden superponerse y asociarse.

39
Las paternidades adolescentes, las familias grandes, los hogares deshechos e
incluso la pobreza u otros, influyen negativamente más por las situaciones de
discordia, depresivas o conflictivas que generan, que por la situación en sí misma.
La crianza es el factor crítico de riesgo. La hostilidad, el maltrato, la falta de
atención, entre otros, tienen un efecto importante sobre los vínculos y sobre el
proceso conductual del estudiantes. El padre está ausente o fuertemente
desvalorado, no aparece en ningún caso como representante de la autoridad, ni
de la ley. La madre es una figura ambivalente, pasa de la sumisión a la
agresividad, del afecto a la indiferencia, de la rigidez moral a la complicidad.
Genera una situación caótica que impregna la vida del niño desde muy pequeño.

Aunque la asociación entre consumo de alcohol y violencia es conocida, las


investigaciones realizadas no presentan datos concluyentes. Decir que el alcohol
causa violencia es una simplificación; existen muchos ejemplos de que también
puede darse la relación contraria: una situación violenta facilita y mantiene el
consumo de alcohol y, hasta algo que parecería extraño, las víctimas de la
violencia de otro tienden a consumir alcohol de forma peligrosa, cuando antes no
lo hacían (Moya, 2007).Es decir, la adolescencia se convierte en una etapa de
vulnerabilidad y facilitadora para el inicio de conductas de riesgo como es el
consumo de drogas.

El fenómeno de las drogas es altamente complejo, multicausal que no reconoce


límites territoriales, ni sociales, tampoco de edad. En esta línea, cabe destacar los
nuevos patrones de consumo de los estudiantes, manteniendo una prevalencia
incrementada de consumo de drogas en los últimos años. Por sus características
evolutivas, como la búsqueda de identidad personal e independencia, el
alejamiento de los valores familiares y el énfasis en la necesidad de aceptación
por el grupo de iguales, la adolescencia se convierte en una etapa de
vulnerabilidad y facilitadora para el inicio de conductas de riesgo como es el
consumo de drogas (Fraile, Riquelme, y Pimenta, 2004). El contacto de los
estudiantes con las drogas aparece cada vez a edades más tempranas.

40
Sugiriendo que presentar conductas antisociales en la niñez y adolescencia puede
ser un factor de predisposición para una mayor inadaptación social en la adultez,
resaltando la importancia de identificar la conducta antisocial precozmente en las
primeras etapas tempranas de desarrollo, a fin de prevenir problemas como el
consumo de drogas.

En México, a finales de los 90´s se estima, que en uno de cada tres ingresos de
los adolescentes a las agencias del Ministerio Público, había estado involucrado el
alcohol durante el acto de violencia. El riesgo de que una persona con patrón de
consumo frecuente ingrese por lesiones a hospitales de urgencias, es cuatro
veces mayor comparada con la probabilidad de que sea detenido (Natera y López,
2000).

Es importante señalar que el consumo de alcohol se ha venido incrementando en


forma consistente y que el nivel de consumo es muy elevado, con más del 60%
para el alcohol en estudiantes, de acuerdo con la Encuesta de Estudiantes 2006.
Esta situación está relacionada con dos aspectos muy importantes; se observan
bajos niveles de percepción de riesgo y una alta tolerancia social, en comparación
con el uso de drogas ilegales.

Si bien se requiere un análisis más detallado sobre los senderos que estas
conductas siguen en los adolescentes, los datos muestran que el consumo de
drogas está altamente vinculado con conductas antisociales (Villatoro et al., 2004).

3.1 Conducta Antisocial

El concepto de conducta antisocial es poco común en el campo de la


psicopatología, pues básicamente no se define en términos de rasgos psicológicos
anormales, sino de características de comportamiento que contravienen las
normas sociales (Rutter, 2002). El comportamiento antisocial se refiere a una

41
amplia gama de manifestaciones conductuales que incluye robar, mentir, vagar,
desafiar a la autoridad, actuar agresivamente, conductas que violan principios,
normas y expectativas sociales. Por ende, se define como la conducta que atenta
contra el orden social establecido (Quiroz, 2006).

Durante la etapa de adolescencia temprana, se presenta un cierto grado de


rebelión contra los adultos y sus valores, narcisismo interno, dependencia hacia la
subcultura formada por el grupo de edad, intensificación de urgencias y
sentimientos sexuales, incremento de la agresividad, así como las capacidades
intelectuales y emocionales, además de conductas y actitudes que son intentos
para experimentar situaciones nuevas (Juárez, 1999).

En este ámbito, estudios centrados en el análisis de rasgos de personalidad en la


infancia y adolescencia que pudieran estar implicados en el posterior consumo de
sustancias tanto legales como ilegales, han señalado repetidamente la relevancia
de determinadas variables psicológicas como son un pobre control de las
emociones, la inconvencionalidad y la introversión social (Brook, como se citó en
Muñoz 2002) así como la timidez, la agresividad y la personalidad depresiva
(Kellam, como se citó en Muñoz 2002).

Si la conducta agresiva presente en la infancia persiste en la adolescencia, es un


potente predictor de abuso de alcohol, del abuso de drogas y de la conducta
agresiva en años posteriores (Muñoz, Graña, Peña y Andreu, 2002). Los niños
irritables, fácilmente distraibles, con frecuentes rabietas y peleas con los hermanos
y con conductas que predicen a la delincuencia tienen mayor probabilidad de
consumir alcohol y otras drogas en la adolescencia (Muñoz, Graña, Peña y
Andreu, 2002).

A continuación, se hace una semblanza de los estudios psicosociales realizados


sobre la conducta delictiva y actos antisociales en población de estudiantes, así
como de las variables que se han asociado a este tipo de conductas.

42
Varios estudios realizados a partir de 1985, como la escala de actos antisociales
en el nivel medio superior, que reporta que los hechos delictivos más frecuentes:
la participación de riñas, seguido por golpear y dañar cosas que no le pertenecían,
golpear o herir a personas y tomar un auto sin permiso del dueño, en un rango de
5.5% a 13.9% de alumnos que los cometieron en el año previo a la aplicación del
instrumento (Castro, 1990 como se citó en Juárez, 1999); hacer evidente cómo va
en aumento la conducta delictiva.

3.2 Factores asociados con la conducta antisocial

Numerosas investigaciones de CONADIC han demostrado que los hogares


desintegrados y los cambios familiares (divorcio y separación) se asocian con la
delincuencia, pero las pruebas sugieren que es fundamentalmente una función de
la asociación con las desavenencias familiares (Quiroz, 2006).

De las muestras estudiadas en décadas pasadas, pocos estudiantes desarrollaron


conductas agresivas físicas al final de la infancia o la adolescencia si es que no
habían desarrollado ya tales conductas en una temprana infancia. La mayoría de
ellos en cambio, superaron las conductas agresivas iniciales. De cualquier modo,
los datos parecen señalar que si la conducta agresiva continúa hasta el comienzo
de la adolescencia (13 años), puede ser considerada como un potente predictor
del abuso de sustancias como el alcohol y de la conducta agresiva en los años
posteriores (Muñoz, Graña, Peña y Andreu, 2002).

Se ha visto que son muchos los orígenes de la conducta antisocial y por lo tanto la
idea de que una sola disciplina o un solo modelo teórico es suficiente para
comprenderla y tratarla, resulta ilusorio. Dicha conducta puede ser multicausal.
Para comprender al joven estudiante violento hay que tener en cuenta el área
cognitiva, emocional, conductual y social, de acuerdo con los hallazgos de las
investigaciones presentadas.

43
La etapa de la adolescencia es un periodo de profundos cambios psicológicos. En
definitiva, una etapa de incertidumbre a la espera de alcanzar la identidad en que
el “yo” frágil e inseguro teme quedar “pegado” a la situación infantil y achaca al
entorno sus dificultades para progresar. El adolescente ataca buscando unos
límites externos que lo contengan. Otras veces por miedo anticipado al fracaso,
busca como identidad una posición donde no hay exigencias, ni peligro de
fracasar, porque es la identidad del fracaso mismo (fracaso escolar, adicciones,
marginalidad, violencia). Así, la conducta violenta (podríamos decir antisocial) es
una defensa ante amenazas externas e internas. Estos procesos forman parte de
la adolescencia considerada normal. Es inevitable el conflicto generacional. Pero
lo inquietante es la posibilidad de que este proceso derive, por una combinación
de factores, hacia el trastorno antisocial y la psicopatía, de acuerdo con perfiles
clínicos.

De acuerdo con Juárez (1999), existen variables que facilitan que un joven se
involucre en ese tipo de conductas. Los precursores de los problemas han sido
descritos como factores de riesgo, ocurren antes de que aparezca la conducta y
están estadísticamente asociados con un aumento en la probabilidad de su
ocurrencia, una aproximación basada en su riesgo busca prevenir conductas
problema través de una eliminación, reducción o mitigación de sus antecesoras.

Por otro lado, los factores protectores median o moderan los efectos de la
exposición al riesgo, ya que ésta afecta a la vulnerabilidad del individuo mientras
que la presencia de factores de protección aumenta su resistencia. Entonces, será
menos probable que el favor que se vea involucrado en conductas problemáticas
aun cuando esté expuesto a ellas. La presencia de factores de protección
explicaría la diferencia en los logros de los sujetos involucrados en los mismos
riesgos y en este sentido, la conceptuación del factor protección es mucho más
amplia que la simple ausencia de riesgo.

44
En este contexto, la conducta antisocial resulta cuando:

1) La socialización prosocial se rompe.

2) La presencia de vínculos prosociales muestra una ganancia para la acción


ilícita.

3) Un niño está vinculado a una unidad de socialización inmediata (familia,


escuela, comunidad o pares) que tiene creencias o valores antisociales que lo
llevan a creer consistentemente en las normas y valores de estos grupos
(Catalano y Hawkins, 1996 en Amador, 2004).

Las características relacionadas con las prácticas educativas de los padres se han
centrado particularmente en las prácticas de crianza que ejercen los padres,
especialmente con estilos excesivamente permisivos y basados en la amenaza y
en la hostilidad, además del poco apego entre padres e hijos con un menor grado
de supervisión de los padres hacia los hijos (Bartolo, como se citó en Quiroz
2006). Finalmente, los modelos de conducta que se observan en el ambiente
familiar ejercen cierta influencia en la conducta problemática del adolescente.
Diversos investigadores han sugerido que la práctica de conductas violentas, los
antecedentes de conducta delictiva y el consumo de alcohol y drogas entre
miembros de la familia (padres y hermanos) se asocia a conductas problemáticas
en los estudiantes, principalmente con las conductas agresivas, autodestructivas y
adictivas (Farrington como se citó en Bartolo 2002). Los hermanos, especialmente
los hermanos mayores y aquellos con patrones de conducta problemática, pueden
actuar como modelos reales para el reforzamiento de ciertas actitudes y
conductas, como el uso de sustancias y la delincuencia (Bartolo, como se citó en
Quiroz 2006).

En este sentido, la familia y el hogar en el que habita el joven estudiante


constituyen ámbitos de relaciones sociales de naturaleza íntima, donde conviven e

45
interactúan personas de distintos sexos y generaciones, los individuos le atribuyen
distintos significados e importancia, los cuales se evocan en un conjunto de
imágenes y representaciones que se expresan cotidianamente a través de los
sentidos (Quiroz, 2006). Es decir, cada individuo posee una imagen o percepción
particular de la familia y particularmente, de la forma en que interactúa el sujeto
con cada uno de los miembros de ella.

Existen diversos factores denominados deformantes y destructivos, que van


deteriorando el hogar hasta hacerlo una simple y forzada reunión de personas, los
cuales pueden aumentar la posibilidad de ser generadores en potencia, de
conductas antisociales en los adolescentes, principalmente se asocian a otros
factores negativos (López, 2001).

El equipo de Appalachia Educational Laboratory (como se citó en Juárez, 1999) ha


analizado y resumido los factores relacionados con la conducta antisocial
dividiéndoles en tres áreas principales:

ØFactores de riesgo individuales: son aspectos genéticos, de personalidad,


temperamento y habilidades cognoscitivas. Se encuentran características de
impulsividad, incapacidad para comprender las consecuencias de propia
conducta, incapacidad de regular emociones, necesidad de estimulación y
excitación, baja tolerancia a la frustración, predisposición a la conducta agresiva,
baja general de aptitudes e inteligencia, exposición a la violencia y al abuso,
rebeldía, asociación de pares con conductas problemáticas, abuso de alcohol y
drogas, y presencia temprana de problemas de conducta.

ØFactores familiares y del ambiente social: privación económica, historia familiar


de conducta problemática, actitud familiar y la comunidad positiva hacia la
conducta antisocial, disciplina inconsistente, poca supervisión, escasa educación
de los padres, conflictos familiares, vivir en la calle, débil unión entre el niño y la
familia, altas tasas de vandalismo y violencia en la escuela y el lugar donde viven.

46
ØFactores relacionados con la escuela: fallas académicas, bajas aptitudes
académicas, ausentismo, no creer ni cumplir las reglas, conductas agresivas, débil
de apego hacia los maestros, bajas aspiraciones y metas, asociación con pares
problemáticos, desorganización escolar, falta de adaptación a la escuela -
evidenciada por castigos y expulsiones-, asignación a grupos especiales, rechazo
a la escuela, falta de esfuerzo y castigo.

El momento de aparición de la conducta antisocial es otro aspecto importante que


afecta el tipo y grado de conductas antisociales que se presentan. Por ejemplo, el
modelo de Oregón (Oregón 2005) supone que las primeras detenciones policiacas
son el resultado conjunto de las interrupciones del proceso de crianza y la
participación precoz con un grupo antisocial, acompañados de tiempo libre sin
supervisión; supuestamente, la crianza interrumpida genera niños antisociales,
cuanto más antisocial es el niño, más pronto se mezclará con compañeros
problemáticos. Los resultados demuestran que los muchachos que inician los
comportamientos antisociales en la niñez se distinguen en términos de su
vinculación con contextos más riesgosos (pobreza, divorcio, padre o madre
antisocial y con prácticas de crianza mucho menos eficaces), lo que aumenta el
potencial de evolución que conduce de la conducta antisocial infantil a la detención
temprana y a la delincuencia violenta crónica. La frecuencia general de los ciclos
antisociales es el mecanismo que predice la deficiencia en las destrezas y el
riesgo de detención temprana.

Al llevar acabo un análisis acerca de los posibles factores que intervienen en la


conducta antisocial, se puede encontrar un común denominador, los agentes y su
peso en el estudiante y la relación con el ambiente o entorno familiar, las
interacciones que se presentan entre los miembros, el tipo de relación, todo lo que
involucre a la familia y al adolescente afecta la presencia o bien ausencia de
conducta antisocial, por lo que es importante analizar la relación que existen entre
estos dos aspectos.

47
Asimismo, el abuso de drogas legales e ilegales está relacionado con
delincuencia, embarazo adolescente, problemas de conducta escolar y deserción,
entre otros conflictos.

A la vez, muchos de los niños y adolescentes bebedores que se ven obligados a


procurarse una forma de subsistencia, la encuentran violando la ley, según
muestran los reportes del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones:
19.2% de la muestra de menores infractores incluidos en dichos reportes ingiere
alcohol de manera regular y de este universo, 47.9% afirmó hacerlo una vez por
semana y haberse iniciado entre los cinco y los nueve años de edad, en tanto que
45.8% mencionó haber infringido la ley bajo los efectos del alcohol.

Estos factores nos permiten ayudar a prevenir la presencia de conducta antisocial,


analizando los contextos parentales y tratando de eliminar todas estas situaciones
que causen conflictos, con la finalidad de mejorar la calidad de vida de los
estudiantes y sobre todo para evitar la presencia de altos niveles de conductas
antisociales, por lo que es importante crear conciencia en los padres para que
puedan percatarse de las con secuencias que ocasionan ciertos comportamientos
dentro del ámbito parental.

48
CAPÍTULO 4. MÉTODO
Planteamiento del problema
¿Qué tanto influye el abuso de alcohol que tienen los estudiantes de nivel medio
superior y superior sobre sus actos antisociales y la relación parental?

4.1 Objetivo general


 Analizar la relación entre parentalidad, abuso de alcohol y actos antisociales en
población escolar de nivel medio y medio superior.

4.2 Objetivos específicos


 Conocer los aspectos de la parentalidad que predicen la presencia de actos
antisociales en la población indicada.

 Conocer si el consumo y el abuso de alcohol afecta la presencia de actos


antisociales en la población de interés.

4.2 Hipótesis conceptual


La literatura sobre el consumo de alcohol en estudiantes, como por ejemplo las
investigaciones de adicciones en el instituto nacional de psiquiatría, dice que se
bebe tener un estilo parental pertinente, demostrando cierto monitoreo en los
estudiantes, de no ser así, tendrán mayor consumo de sustancias; además de que
también se ve afectada la conducta pues se tienen impulsos de actos antisociales.

De esta forma la hipótesis central del presente estudio es que a mayor interés
parental (monitoreo), los estudiantes tendrán menor consumo excesivo de alcohol,
además de que se tendrá mejoría en la conducta y disminuirán los actos
antisociales. Así mismo el estudiar es un factor protector ante el consumo de
alcohol.1

Los datos obtenidos y analizados para este estudio, provienen de la base de datos de la encuesta
“El Consumo de alcohol, Tabaco y otras drogas en población de enseñanza media superior y
superior” (Villatoro et. al 2007).

49
4.4 Variables

Definición conceptual de variables


Variables Predictoras:
Prácticas parentales
Una comunicación eficaz en la familia es un determinante crucial para un bienestar
personal, además, es menos probable que los adolescentes que experimentan
afecto y cercanía en sus familias sean influenciados por un grupo de amistades y
se involucren en problemas de conducta (Villatoro et al., 2006).

Estilos de parentalidad
 Involucramiento parental: los padres se interesan por los gustos y
actividades de sus hijos/as, los apoyan y ayudan en cualquier cosa que
ellos/as requieran (Shelton, Frick y Wootton como se citó en Doménech,
2005; Lira 1999; Villatoro, 2006).

 Monitoreo parental: estar al pendiente de las actividades y relaciones de


los/las hijos/as (Shelton, Frick y Wootton como se citó en Doménech, 2005;
Lira 1999; Villatoro, 2006).

 Educación parental evasiva: los padres se demuestran más bien


indiferentes, permisivos y pasivos, respecto de la relación con sus hijos
(Shelton, Frick y Wootton como se citó en Doménech, 2005; Lira 1999;
Villatoro, 2006).

 Aliento parental: los padres mantienen relaciones afectuosas con sus hijos,
motivándolos en todas sus actividades y halagan cuando hacen las cosas
bien (Shelton, Frick y Wootton como se citó en Doménech, 2005; Lira 1999;
Villatoro, 2006).

50
 Educación parental inconsistente: los padres utilizan la amenaza verbal y
las privaciones dirigidas hacia los menores para mantener la disciplina al
interior de la familia, sin cumplir los castigos o premios que les prometen a
sus hijos (Shelton, Frick y Wootton como se citó en Doménech, 2005; Lira
1999; Villatoro, 2006).

Abuso de alcohol
Cuando en una sola ocasión en el último mes, la persona ha tomado 5 ó más
copas de cualquier bebida alcohólica (Villatoro et al., 2001).

Conductas antisociales
Conductas que se alejan de las expectativas normativas de un grupo y que
provocan reacciones interpersonales o colectivas dirigidas a aislar, corregir o
castigar a los individuos involucrados en dichas conductas (Schur, como se citó en
Juárez 1999).

La conducta antisocial en estudiantes, es una problemática que afecta el


desarrollo del individuo y de la sociedad, por lo que, es importante su estudio. En
la presente investigación, se aborda la conducta antisocial desde la perspectiva
psicosocial, con la finalidad de conocer algunas de las variables que se relacionan
con estos actos.

Definición operacional de variables


Practicas parentales

La escala de estilos de parentalidad está compuesta por 5 sub escalas que


conforman el cuestionario de Alabama de estilos de parentalidad (Villatoro y cols.
2006), y que son:
Escalas de Estilos de parentalidad; Involucramiento parental, Monitoreo parental,
Educación parental evasiva, Aliento parental, Educación parental inconsistente.

51
Variable Criterio:
Consumo de alcohol
Se analiza el consumo de alcohol alguna vez en la vida, la edad de inicio en el
consumo, frecuencia de abuso (tomar 5 o más copas por ocasión) (Villatoro et al.,
2001).

Conductas antisociales
Conjunto de actos antisociales y/o delictivos cometidos en los últimos 12 meses
por parte de los estudiantes de nivel medio superior y superior participantes. La
escala original de conducta antisocial fue elaborada por la Addiction Research
Fundation de Canadá (como se citó en Castro et al., 1988) y consta de 13
preguntas.

La presente es una encuesta probabilística estratificada y por conglomerados.

4.5 Población y Muestra

La población de análisis sobre la cual se obtuvo información la constituyen los


estudiantes de enseñanza media superior y superior inscritos en el ciclo escolar
2007-2008 de escuelas públicas en el Distrito Federal y área metropolitana.

Se consideraron dos dominios de estudio:


Estudiantes de bachillerato
Estudiantes de licenciatura

El marco muestral se elaboró con base en los registros oficiales de los estudiantes
inscritos en enseñanza media superior y superior del ciclo escolar 2008 en
escuelas de Distrito Federal y Área Metropolitana. Fue sometido a validaciones y
depuraciones, para lo cual, se obtuvo una muestra aleatoria en todas las escuelas,
en las que se validó la información del marco muestral, con la finalidad de

52
disponer de información lo más confiable posible para evitar inconsistencias en las
estimaciones.

El diseño de la muestra plantea la estimación de las tendencias sobre el uso de


drogas en los estudiantes de enseñanza media superior y superior, en Ciudad de
México y Área Metropolitana, especificando el grado de contribución de cada
escuela o facultad a la magnitud del problema.

Para la estimación del tamaño de la muestra, se consideró la distribución del uso


de drogas por sexo, grupos de edad, nivel escolar y tiempo dedicado al estudio.

Se consideró a la variable con el mayor CV (Coeficiente de Variación), de acuerdo


con los estudios previos en Ciudad de México a nivel bachillerato y un efecto de
diseño de 2, igual al de las encuestas anteriores. Con estos parámetros, se
consideró una tasa de no-respuesta del 20%. El nivel de confianza de la muestra
fue del 95%, con un error absoluto promedio del 0.004. La prevalencia más baja a
considerar fue del 2%. Con base en estos parámetros, se calculó una muestra
aproximada de 1,600 estudiantes con representatividad según sexo, dependiendo
de la proporción del mismo en cada facultad o escuela.

El diseño de muestra fue estratificado y por conglomerados, la variable de


estratificación fue la escuela, con posibilidad de postestratificar por sexo, en las
facultades o escuelas donde los porcentajes de ambos sexos son similares. La
unidad de selección fue el grupo escolar al interior de cada escuela. Se planeó por
conglomerados (grupos) con la finalidad de optimizar los tiempos de los/as
encuestadores/as y disminuir costos de trabajo de campo. La muestra obtenida de
grupos y alumnos/as es ponderada por escuela, con objeto de realizar la
estimación y el procesamiento de datos.

53
Debido a que la selección de la muestra parte de un esquema ponderado de
grupos y alumnos/as, se estableció lo siguiente:

Se calculó una fracción de muestreo general para aplicarse en los estratos


que conformaron cada escuela.
Se realizó el acumulado de grupos al interior de cada escuela.
Se seleccionaron nuevos puntos de "arranque" aleatorios al interior de cada
escuela para lograr la selección independiente de los grupos escolares.
El punto de "arranque" aleatorio se obtuvo al azar entre el número cero y el
intervalo de selección calculado.

La muestra total del estudio fue de 42,827 estudiantes.

4.6 Instrumento

La información se obtuvo mediante un cuestionario estandarizado, donde la mayor


parte de sus escalas han sido aplicadas en encuestas anteriores y han sido
previamente validadas (Medina-Mora, Gómez-Mont y Campillo, 1981; Mariño,
Medina-Mora, Chaparro y González, 1993; López, Medina-Mora, Villatoro, Juárez,
et al. 1998; Villatoro, Fleiz, Medina-Mora, Reyes, 1996; Juárez, Berenzon, Medina-
Mora, Villatoro, et al. 1994, Villatoro et al, 2002, 2005).

Debido a la extensión del instrumento, se usaron cuatro formas que incluyen


diversas secciones, de esta manera, las páginas 1-14 del cuestionario fueron
iguales para todos los estudiantes; en tanto que las páginas 15 y 16 corresponden
a cada forma que sólo se aplicó a una cuarta parte de la muestra.

De esta manera, las secciones que se mantienen iguales para todos los sujetos y
contienen las variables señaladas en el modelo son:

54
a) Datos Sociodemográficos: incluye preguntas sobre sexo, edad, año que cursa,
tiempo dedicado al estudio, si ha tenido trabajo remunerado y el nivel de
escolaridad del jefe de familia.

b) Situación económica familiar: preguntas generales sobre sus posibilidades


económicas.

c) Consumo de alcohol, tabaco y drogas, en esta sección se pregunta sobre las


drogas más comunes a estudiar como anfetaminas, tranquilizantes,
mariguana, cocaína, crack, alucinógenos, inhalables, metanfetaminas,
heroína y sedantes. En el caso del alcohol, se pregunta sobre las ocasiones
de consumo, las prevalencias de alguna vez en la vida, en el último año y
en el último mes. Frecuencia con que ha consumido 5 copas o más y
frecuencia de embriaguez.

d) Problemas relacionados con el consumo de drogas: todos aquellos


comportamientos de ingesta de alcohol y drogas ilegales, que
impliquen una alta probabilidad de consecuencias físicas, psicológicas
o sociales para el estudiante, que pueden ser consideradas negativas
o dañinas; o bien, cuando su uso reiterado genere riesgos físicos.

e) Conducta Antisocial: donde se indaga sobre la frecuencia con que el estudiante


ha realizado ciertos actos delictivos como tomar dinero, golpear a las
personas, robo de autos, etc.

f) Ámbito Social: corresponde a preguntas sobre la tolerancia social, desajuste


social, la disponibilidad y la percepción del riesgo del consumo de drogas,
de alcohol y de tabaco; así como qué tanta desorganización social
(delincuencia y violencia), percibe el sujeto en la zona donde vive.

55
g) Ámbito Interpersonal: sobre la familia: composición familiar del sujeto y los
estilos de parentalidad presentes en la familia. En cuanto al grupo de pares,
se incluyen preguntas sobre el consumo de drogas y alcohol de los amigos
del entrevistado, en diferentes contextos. Se pregunta sobre la asertividad
con la que resuelven problemas y toman decisiones y la satisfacción con la
calidad de su vida.

h) Ámbito Personal: en esta sección se explora el nivel de autoestima, nivel de


estrés, si ha tenido relaciones sexuales, ideación e intento suicida, abuso
sexual y si le han ocurrido eventos negativos importantes.

Por otra parte, cada forma incluye lo siguiente:

En la forma A se incluye conducta alimentaria de riesgo, indicadores de depresión


y ansiedad así como apoyo social.

Las secciones de la forma B contienen preguntas sobre el costo económico y


social asociado al consumo de drogas, distribución del tiempo libre, rendimiento
académico y situación escolar, razones para dejar de asistir a la escuela.

En la forma C, las secciones son sobre percepción de consumo de drogas en la


UNAM, problemas asociados al uso de sustancias, tratamiento para dejar de
consumir alcohol, tabaco y drogas, razones por las cuales no ha solicitado ayuda y
creencias sobre el tratamiento.

En la forma D, las secciones adicionales son sobre percepción de inseguridad en


el entorno, opinión sobre los espacios libres de humo de tabaco, oportunidades y
hábitos de consumo de sustancias y el costo aproximado de éstas en la calle.

56
Para el presente estudio, se utilizaron las siguientes secciones:
Sección de abuso de alcohol: la cual abarca desde que edad tomaron la primera
copa, la frecuencia en que toman 5 o más copas, con qué frecuencia se ha
emborrachado, la frecuencia de tomar en el último año, último mes, en donde y
cómo compran sus bebidas. Sección de actos antisociales, en la que toma
aspectos delictivos. Sección de monitoreo de los padres. En la presente
Investigación, se trabaja solo con consumo de alcohol en su uso alguna vez en la
vida.

Conducta antisocial: Para el análisis de esta sección se utiliza el cuestionario


general en donde aparece este apartado. Consta de 12 reactivos, los cuales tratan
de medir y conocer el tipo de conductas antisociales que realizan los estudiantes
con preguntas como: tomar un auto sin permiso, tomar dinero, golpear o herir a
alguien a propósito, hacer lo que quiera aunque afecte a los demás, atacar a
alguien con un cuchillo, etc., y conocer la edad de inicio de estas conductas. La
sección de actos antisociales está divida en tres áreas:

a) actos graves, en los cuales se contemplan tomar dinero o cosas con valor de
más de $500, forzar cerraduras, atacar a alguien usando algún objeto como
cuchillo, arma, etc., vender drogas y usar un cuchillo o pistola para obtener algún
objeto de otra persona;

b) actos leves, en los que se incluye tomar dinero con valor de $50 pesos o
menos, tomar mercancía de una tienda sin pagarla y sin causar daños, golpear o
dañar algo, golpear o herir a alguien a propósito, tomar parte en riñas o peleas y
prender fuego a propósito a objetos.

c) actos antisociales, en los cuales se incluyen todas las conductas mencionadas


anteriormente.

57
Se utilizó la escala adaptada de parentalidad de Alabama, la escala original consta
de 42 reactivos los cuales miden las prácticas de crianza de los padres,
involucramiento paterno, aliento, monitoreo y supervisión, y prácticas
inconsistentes y evasivas (Shelton, Frick y Wootton, citado por Doménech, 2005).
La escala muestra buena consistencia interna y validez (medida usando múltiples
informantes y métodos), especialmente cuando se consideran los reportes de los
padres sobre sus prácticas de crianza (Shelton,Frick y Wootton, citado por
Doménech, 2005). Para fines de esta investigación se utilizaron únicamente 17
reactivos de la versión en español y se adaptó para ser contestada por los
estudiantes en forma autoaplicada.

4.7 Procedimiento

El diseño operativo de la encuesta incluyó a dos coordinadores, 5 supervisores/as


y 40 encuestadores/as quienes fueron capacitados/as. El curso de capacitación
tuvo una duración de 12 horas, e incluyó aspectos conceptuales relacionados con
las adicciones, antecedentes y los objetivos del proyecto, el manejo del
cuestionario y las instrucciones para su aplicación y para la selección de los
grupos.

Se puso especial cuidado en que los/as encuestadores/as supieran transmitir


instrucciones que garantizaran a los/as alumnos/as la confidencialidad y el
anonimato de sus respuestas.

La coordinadora fue responsable del control del trabajo de campo, de la entrega


de materiales y del ejercicio financiero. Los/as supervisores/as vigilaron el trabajo
de campo en las escuelas o facultades; además, ayudaron a los/as
encuestadores/as a solucionar problemas como negativas de aplicación en
algunos grupos, reprogramación de aplicaciones, etc. Los/as encuestadores/as
realizaron la aplicación de los cuestionarios en los grupos preseleccionados.

58
Después de la aplicación, para fines de codificación, el grupo de codificación
crítica hizo una verificación adicional con el fin de:
i) clasificar las sustancias reportadas por los estudiantes,
ii) verificar que se trataba de una droga y que se usara con motivos de
intoxicación y
iii) detectar, corregir, o en su caso, eliminar cuestionarios inconsistentes.

Para la captura y validación de la información, se ajustó el programa de cómputo


del INPRFM a las necesidades de este estudio y se verificó la congruencia de las
respuestas. Finalmente, se llevó a cabo una nueva depuración a través de
programación para la revisión directa de los cuestionarios que presentaran
inconsistencias en la captura.

4.8 Análisis de datos

En primer lugar, se realizó un análisis descriptivo; es decir, las características de


los estudiantes que cometen actos antisociales, esto de acuerdo con el sexo del
sujeto, respecto al nivel educativo que cursan y sobre cuánto tiempo comparten
con sus padres.

En segundo lugar, se estudiaron las posibles diferencias en la conducta antisocial


por nivel educativo al interior de cada sexo; para dichos análisis se utilizó la X2 con
un nivel de significancia menor a 0.05.

En tercer lugar, también con la X2, se analizaron las diferencias en cuanto al


abuso en el consumo de alcohol entre los que cometen actos antisociales y los
que no los cometen, de acuerdo con el nivel educativo, tanto en hombres como en
mujeres.

59
En cuarto lugar, para hacer la comparación de los estilos de parentalidad entre los
que cometen actos antisociales y los que no los cometen, se utilizó la prueba t de
Student (p<0.05), esto se hizo tomando en cuenta el nivel educativo y sexo del
sujeto.

Por último, se realizaron dos regresiones logísticas (una para actos antisociales
leves y otra para actos graves), con la finalidad de conocer el impacto de las
variables de estudio (parentalidad y abuso de alcohol) y variables
sociodemográficas como sexo y nivel educativo en la presencia de conducta
antisocial.

60
CAPÍTULO 5. RESULTADOS
5.1 Características sociodemográficas

Con la finalidad de cumplir con los objetivos planteados en este trabajo, se


llevaron a cabo varios análisis mismo que se presenta en este capítulo. En primera
instancia, se realizaron análisis descriptivos, con el propósito de dar a conocer un
perfil de quiénes cometen los diferentes tipos de actos antisociales (graves o
leves). Así, se tiene que por cada mujer que comete actos leves (15.5%), hay 2
hombres que cometen ese tipo de actos (32.9%); para actos graves, esta relación
es de 1 a 2.8 (Tabla 1).

Asimismo, podemos decir que en cuanto al nivel de estudio, los alumnos de


bachillerato cometen más actos leves (27.1%) en comparación con los de
licenciatura (21.7%); de igual manera sucede con los actos graves puesto que en
bachillerato se cometen más estos actos (4.7%) que en licenciatura (3.5%).

Al comparar la convivencia con los padres y la relación de los actos antisociales,


se puede decir que quienes conviven entre una y dos horas con el padre tienen un
mayor porcentaje de actos leves (26.9%), seguidos por quienes mencionaron no
convivir o no tener padre (25.8%); en contraste, quienes no conviven o no tienen
padre presentan más actos graves (5.4%) seguidos de los que conviven entre una
y dos horas con el padre (4.8%). En cuanto a la convivencia con la madre y la
relación de los actos antisociales, sucede lo mismo aquellos que conviven entre
una y dos horas con su mamá cometen más actos leves (29.0%), seguidos de
aquellos que no conviven o no tienen mamá (27.4%); y quien en el caso
anteriorcon respecto a los actos graves, no convivir o no tener madre tiene un
mayor peso (6.2%), seguido de convivir entre una y dos horas con la madre
(5.5%), cabe mencionar que entre mayor sea la convivencia con el padre o la
madre hay menor posibilidad de cometer actos antisociales (leves o graves) (Tabla
1).

61
Tabla 1 Características de los estudiantes que cometen actos antisociales

Actos graves Actos leves

N % X2 p N % X2 P
Sexo
Hombres 7027 6.0 38438 32.9
411.536< 0.001 1764.785< 0.001
Mujeres 2598 2.1 18775 15.5
Nivel escolar
Bachillerato 4950 4.7 28284 27.1
41.738 < 0.001 168.924 < 0.001
Licenciatura 4675 3.5 28929 21.7
Convive con papá
5 o más horas 1629 3.1 10280 19.6
3-4 horas 2105 3.0 16514 23.6
118.319< 0.001 166.110 < 0.001
1-2 horas 2986 4.8 16576 26.9
No convive o no tiene 2699 5.4 12879 25.8
Convive con mamá
5 o más horas 4030 3.2 26932 21.4
3-4 horas 2667 4.4 15985 26.1
1-2 horas 1738 5.5 113.128< 0.001 9173 29.0 212.212 < 0.001

No convive o no tiene 1022 6.2 4496 27.4

En cuanto a la comparación de actos, las mujeres de bachillerato (17.9%) cometen


más actos leves que las de licenciatura (13.7%) (X2= 73.936, p<0.001), respecto a
los actos graves, no hay diferencias estadísticamente significativo en bachillerato
(2.3%) respecto a las de licenciatura (2.0%) (X2= 3.097, p<0.78). Asimismo, en el
caso de los hombres que cursan el bachillerato, cometen mas actos leves (36.3%)
que los de licenciatura (30.2%) (X2= 88.227, p<0.001); mientras que, los de nivel
de bachillerato cometen más actos graves (7.1%) que los de licenciatura (5.1%)
(X2= 38.255, p<0.001) (Tabla 2).

Al interior del nivel escolar de bachillerato, las mujeres cometen menos actos
antisociales leves (17.9%), que los hombres (36.3%). De hecho, hay poco más de
dos hombres por cada mujer que comete algún acto antisocial leve. De la misma

62
manera, para los actos antisociales graves, las mujeres presentan porcentajes
más bajos (2.3%), en comparación con los hombres (7.1%), se puede decir que
por cada mujer hay tres hombres que cometen este tipo de actos (Tabla 2).

De manera semejante, en el nivel licenciatura las mujeres cometen la mitad de


actos antisociales leves (13.7%) que los hombres (30.2%). La misma distribución
se da en el caso de los actos antisociales graves, de manera que las mujeres
cometen menos actos graves (2.0%) que los hombres (5.1%) (Tabla 2).

Tabla 2 Actos antisociales según sexo y nivel escolar


Con Actos Con Actos
Leves Graves
% N X2 p % N X2 P
MUJERES
Bachillerato 17.9 9381 2.3 1228
73.936 <0.001 3.097 <0.78
Licenciatura 13.7 9394 2.0 1370
HOMBRES
Bachillerato 36.3 18903 7.1 3722
88.227 <0.001 38.255 <0.001
Licenciatura 30.2 19534 5.1 3305

En la tabla 3, se muestran los datos de los estudiantes que han cometido actos
antisociales y abusan en el consumo de alcohol (5 copas o más por ocasión de
consumo). En este análisis se encontró que las mujeres de bachillerato que
cometen actos leves tienen un abuso de alcohol mayor (44.1%), que las que no
cometen este tipo de actos (23.7%, X2 = 292.74, p < 0.001).

Asimismo, aquellas que cometen actos graves, tienen un abuso mayor (54.0%),
que aquellas que no cometen este tipo de actos (26.7%, X2 = 80.07, p < 0.001). En
el caso de los hombres que cursan el bachillerato, se encuentra un resultado
similar, de manera que el abuso de alcohol es mayor en los que cometen actos
leves (48.2%) que en los que no los cometen (26.6%, X2 = 452.69, p < 0.001).De

63
igual forma, los hombres que cometen actos graves tienen un abuso mayor
(58.0%) que aquellos que no cometen este tipo de actos (32.6%, X2 = 178.50, p <
0.001).

5.2 Conductas antisociales y abuso de alcohol

En el caso de las mujeres de licenciatura, se encuentra un resultado similar, de


manera que el abuso de alcohol es mayor en las que cometen actos leves (50.5%)
que en las que no los cometen (34.2%, X2 = 167.78, p < 0.001).Sucede lo mismo
con aquellas que cometen actos graves pues tienen un abuso mayor (56.0%) que
aquellas que no cometen este tipo de actos (36.0%, X2 = 41.26, p< 0.001).

En el caso de los hombres que cursan la licenciatura, se encuentra un resultado


similar, de manera que el abuso de alcohol es mayor en los que cometen actos
leves (68.6%) actos graves que en los que no los cometen (48.2%, X2 = 412.53, p
< 0.001).

De la misma manera sucede con aquellos que cometen actos graves ya que
tienen un abuso de alcohol mayor (66.9%), que aquellos que no cometen este tipo
de actos (53.7%, X2 = 39.47, p < 0.001).

Tabla 3 Abuso de Alcohol y actos antisociales según sexo y nivel escolar


Actos Leves Actos Graves
Sí No Sí No
2
% % X p % % X2 P
MUJERES
Bachillerato 44.1 23.7 292.74 <0.001 54.0 26.7 80.07 <0.001
Licenciatura 50.5 34.2 167.78 <0.001 56.0 36.0 41.26 <0.001
HOMBRES
Bachillerato 48.2 26.6 452.69 <0.001 58.0 32.6 178.50 <0.001
Licenciatura 68.6 48.2 412.53 <0.001 66.9 53.7 39.47 <0.001

64
Una representación gráfica de lo anterior, se muestra en la figura 1, donde se
presentan los datos en bachillerato de abuso de alcohol de acuerdo con los tipos
de actos antisociales según sexo. Y se puede observar que quienes cometen
actos graves, abusan más del consumo de alcohol que quienes no cometen estos
actos; esto ocurre tanto en hombres como en mujeres. En los actos leves, también
quienes no cometen actos leves abusan menos del alcohol, esto en ambos sexos.

Figura 1 Diferencias de actos y abuso de alcohol por sexo en bachillerato

Hombres Mujeres
58.0
60 54.0

48.2
50 44.1

40
32.6

26.6 26.7
30
% 23.7

20

10

0
Actos graves No actos graves Actos leves No actos leves

En la figura 2 se presentan los datos de licenciatura de abuso de alcohol de


acuerdo a los tipos de actos antisociales según sexo. De esta manera, se puede
observar que quienes cometen actos graves abusan mas al ingerir alcohol que
quienes no cometen este tipo de actos, esto ocurre en ambos sexos. En los actos
leves, también quienes no cometen actos leves abusan menos del alcohol, esto
sucede tanto en hombres como en mujeres.

65
Figura 2 Diferencias de actos y abuso de alcohol por sexo en licenciatura

Hombres Mujeres

66.9 68.6
70

60 56.0
53.7
48.2 50.5
50

40 36.0
34.2
%
30

20

10

Actos graves No actos graves Actos leves No actos leves

Finalmente, se realizaron dos regresiones logísticas para conocer el impacto de


estas dos variables (consumo de alcohol y parentalidad) junto con los indicadores
de sexo y escolaridad, sobre el tipo de actos antisociales que han cometido los
estudiantes.

Actos Leves
En este análisis, se encontró que los hombres tienen 100% más riesgo de cometer
actos leves en comparación con las mujeres y, que lo estudiantes que cursan el
bachillerato presentan 72% más riesgo de cometer este tipo de actos antisociales
que los que están en licenciatura. Asimismo, se observó que los que presentan
abuso de alcohol, tienen 97% más riesgo de cometer actos antisociales leves en
comparación con los que no abusan del alcohol.

En cuanto a las variables de parentalidad, la presencia de monitoreo excesivo y


una disciplina inconsistente incrementan en un 38% el riesgo de cometer actos
leves, mientras que la falta de involucramiento parental incrementa en un 24% el
riesgo de llevar a cabo este tipo de actos (tabla 4).

66
Así también, la falta de aliento parental aumenta en 15% el riesgo de cometer
actos leves. Cabe mencionar que en este modelo, una educación evasiva en los
estudiantes, no resultó significativa para cometer actos antisociales leves (tabla 4).

Tabla 4 Regresión logística de los factores asociados a los actos


antisociales leves

Actos Leves Razón de Momios P IC95%

Hombres 2.094 <0.001 1.972-2.223


Bachillerato 1.723 <0.001 1.614-1.838
Abuso de alcohol 1.967 <0.001 1.850-2.092
Falta de involucramiento 1.243 <0.001 1.189-1.301
Monitoreo excesivo 1.384 <0.001 1.334-1.436
Educación evasiva 1.024 0.481 0.958-1.096
Falta de aliento 1.149 <0.001 1.106-1.195
Disciplina inconsistente 1.380 <0.001 1.326-1.437

Actos Graves
En este análisis, se encontró que los hombres tienen 100% más riesgo de cometer
actos antisociales graves con relación a las mujeres. Asimismo, se observó que
los/as jóvenes que cursan el bachillerato presentan un riesgo 77% más alto de
cometer actos antisociales graves.

En cuanto al abuso de alcohol, este incrementa en un 94% el riesgo de cometer


actos antisociales graves en comparación de los que no abusan del alcohol.

Con respecto a las variables de parentalidad, la presencia de monitoreo excesivo


incrementa en un 42% el riesgo de cometer actos graves, mientras que la falta de
involucramiento parental incrementa en un 38% el riesgo para actos graves (tabla
5).

67
Tabla 5 Regresión logística de los factores asociados a los actos
antisociales graves
Actos Graves Razón de Momios P IC95%

Hombres 2.097 <0.001 1.821-2.415


Bachillerato 1.771 <0.001 1.534-2.045
Abuso de alcohol 1.940 <0.001 1.696-2.220
Falta de involucramiento 1.377 <0.001 1.248-1.520
Monitoreo excesivo 1.421 <0.001 1.314-1.537
Educación evasiva 1.464 <0.001 1.320-1.624
Falta de aliento 1.174 <0.001 1.078-1.279
Disciplina inconsistente 1.282 <0.001 1.177-1.396

Una educación evasiva en los/as jóvenes, incrementa en 46% el riesgo de


cometer actos antisociales graves. Asimismo, la falta de aliento y apoyo parental
afectan este tipo de actos en un 17%. Mientras que la presencia de disciplina
inconsistente acrecienta en un 28% la probabilidad de presentar actos antisociales
graves (tabla 5).

Finalmente, los datos del estudio señalan una comparación de los niveles tanto
de consumo de alcohol como la relación parental, se puede decir los estilos de
parentalidad positiva son factores que protegen en forma importante ante el
consumo de alcohol, aun cuando haya exposición a la oportunidad de su
consumo.

Esta política social debe considerar que en muchos hogares ambos padres
trabajan y que un alto porcentaje son monoparentales, lo que complica el que
haya una con-vivencia armoniosa y mejores oportunidades para la mayor parte de
la población.

68
CAPÍTULO 6. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES.

Al comparar los resultados por sexo, con otros estudios anteriores se encuentra
que los índices de actos cometidos van en aumento para ambos sexos (Villatoro y
cols., 2001, 2006; Amador y Cavero, 2004).

Cabe destacar que en los estudiantes de licenciatura, es menor la incidencia de


actos antisociales tanto leves como graves. Los datos indican en los actos
antisociales leves, que en el bachillerato la prevalencia es de 17.9% a diferencia
de licenciatura con un 13.7% esto en cuanto a las mujeres. En cuanto a los
hombres, de un 36.3% en bachillerato disminuye a 30.2% en la licenciatura.
Respecto a los actos antisociales graves en las mujeres, son similares en
bachillerato (2.3%) y en licenciatura (2.0%) y, en cuanto a los hombres, el
decremento es de un 7.1% en bachillerato a un 5.1% en licenciatura. Podría
decirse que el que los actos antisociales disminuyan en el nivel licenciatura, se
debe al nivel de madurez que se alcanza a esta edad y el dejar la etapa de la
adolescencia; o bien que los actos antisociales que se comenten a mayores
edades implican aspectos distinto al rompimiento de reglas sociales menos
complicadas.

Los resultados de la presente investigación corroboran una tendencia que genera


una seria advertencia para la salud pública del país (Mora-Rios, Natera y Juárez;
2005), ya que recordemos que el inicio temprano en el consumo de sustancias
legales como el alcohol se ha identificado como un predictor importante del
consumo de drogas ilegales.

En lo que concierne a las diferencias encontradas entre el grupo que comete actos
antisociales y los que no lo hacen, los resultados son claros y sustentan las
hipótesis planteadas al inicio de esta investigación, donde los grupos que
presentan actos antisociales, tienen menor presencia de estilos parentales
saludables. La concordancia con diversos trabajos empíricos que han sostenido la

69
idea de que el entorno familiar ejerce gran influencia en el desarrollo de la
conducta antisocial es amplia (Alvarado y Cruz, 2004; Moya, 2007;Villatoro, cols.
2006).

También los datos nos muestran que el grupo que comete actos antisociales (ya
sea leves o graves), convive menos tiempo con su madre o su padre. Cabe
destacar que de acuerdo con los resultados, a los jóvenes que no conviven con la
madre, les afecta más en su comportamiento, a diferencia de los que no conviven
con su padre.

En relación con este hallazgo, es importante señalar que el hogar es el espacio


social en el cual se van forjando distintos valores y costumbres, además de
constituir los patrones culturales y sociales en el que se desarrollan los individuos
(Silva, 2003). Las situaciones que ahí ocurren afectan positiva o negativamente la
salud mental de sus integrantes, teniendo un gran peso en el desarrollo de la
identidad de los estudiantes.

Baumrind (en Santrock., 2002) sostiene que los padres no deben ser huraños,
sino todo lo contrario, deben desarrollar reglas y límites para sus hijos, siendo al
mismo tiempo apoyadores y curtidores en su desarrollo físico y mental.

Los aspectos familiares afectan en forma más directa a las mujeres, tanto las
cuestiones positivas como las negativas: valores, costumbres, reglas y todo tipo
de obligaciones que se transmiten de padres a hijos (Silva, 2003).

Asimismo, al ser este estudio una encuesta probabilística permite lograr la


representatividad de una gran parte de la población adolescente y debido al
tamaño de la muestra se puede trabajar con grupos de consumidores de alcohol
en comparación con los que cometen actos antisociales ya sean leves o graves y
tener una muestra suficiente para describir las variables a estudiar, sin embargo,
se tiene como limitaciones el que no se pueda obtener un diagnóstico y un

70
panorama amplio sobre la relación parental como el que se tiene en la práctica
clínica y, por otro lado, este es un estudio transversal que por su diseño, no nos
permite ver las trayectorias de los probables problemas de salud mental en los
estudiantes tanto de bachillerato como de licenciatura.

Aún con ello, los resultados de esta tesis, son acordes a los descritos en la teoría,
enfatizando a la familia como el principal agente socializador y como el agente
principal de enseñanza de los aspectos de interacción social, valores, costumbres,
etc.

Adicionalmente, las investigaciones que se han realizado sobre la relación de


parentalidad y la conducta antisocial se han llevado a cabo analizando el papel
que desempeña la familia como mediadora de la conducta y la sociedad (Silva,
2003).

Por otro lado, también hay que resaltar que el simple hecho de vivir en un
ambiente hostil o ambiente parental negativo, no es la causa directa para
presentar conductas antisociales, sino que les da mayores posibilidades de
relacionarse con amistades problemáticas. Sin embargo, es importante señalar
que existen algunos aspectos claros en el ambiente familiar los cuales están
constantemente asociados a la aparición de la conducta antisocial en estudiantes:
la falta de monitoreo, falta de involucramiento, educación evasiva, falta de aliento y
la inconsistencia por parte de los padres (Shelton, Frick y Wootton citado por
Doménech, 2005; Lira 1999); por ende, que se deben de considerar para mejorar
el ambiente familiar o parental.

Hoy en día se debe de hacer mucho para que las familias establezcan ambientes
favorecedores para sus miembros. Debemos crear conciencia de las
consecuencias que puede llegar a tener un ambiente familiar poco favorable, ya
que, como se ha ido mencionando los problemas de parentalidad, aunado a un

71
entorno poco favorable como el abuso de alcohol (adicciones), otorga mayores
posibilidades de cometer actos antisociales.

De acuerdo con algunas investigaciones ya señaladas, algunas variables


aparecen como factores de riesgo, es decir, situaciones objetivas (personales) que
propician o refuerzan el consumo de alcohol, mientras otras son estudiadas como
factores de protección, o variables que contribuyen a prevenir, reducir o modular el
consumo y que hacen a los individuos menos vulnerables ante los factores de
riesgo (Félix, 1992 como se citó en Gil, 2008).

“La experimentación del adolescente con sustancias psicoactivas está


determinada en buena medida por los efectos del modelamiento simbólico, con el
grupo de iguales o la propia familia” (Moral, Ovejero y Pastor, 2004). Si el patrón
característico en México es el de tomar grandes cantidades por ocasión de
consumo (Medina-Mora, 2002) entonces, lo que los y las niñas observan, es un
alto grado de consumo, relacionado con alta permisividad dentro de la familia.

La conducta antisocial está también muy relacionada con el uso de drogas, por
esto hay que empezar a trabajar para mejorar el ambiente familiar y el entorno
general de nuestros adolescentes. Por lo tanto hay que trabajar en investigaciones
futuras para mejorar las relaciones familiares y las interacciones que se dan dentro
del núcleo familiar, para mejorar la interacción y la calidad de ésta.

En cuanto a los aspectos familiares, deben mejorar y si es posible erradicar las


conductas problemáticas en los adolescentes. A su vez, en el ámbito social
también hay mucho que hacer, ya que no debemos olvidar que los seres humanos
somos seres sociales, por lo que además del apoyo familiar debemos considerar
también el aspecto escolar en la formación de los jóvenes ya que como es sabido,
la escuela es otro factor determinante en la socialización y formación, por lo que
debe ser un factor de prevención de conductas antisociales, que las escuelas
ayuden a fortalecer los aspectos positivos y formativos del desarrollo de los

72
jóvenes. Sin dejar al olvido a los pares con los que se desarrollan los jóvenes,
ayudarles y enseñarles a convivir con redes sociales que les brinden aspectos
positivos para su desarrollo, que la influencia de estos sea sana (Juárez, 1999 y
2002).

Desde mi perspectiva, los resultados del estudio llevan a sugerir la importancia de


que se realicen campañas de prevención e información en donde los propios
estudiantes de ambos niveles educativos (bachillerato y licenciatura) participen,
eligiendo los temas de interés y la jerarquía de estos, además de que ellos
mismos lo difundan de manera creativa, y lo relacionen con la familia y los
problemas que puedan surgir dentro de ella. No hay que perder de vista que para
que la medida pueda ser efectiva, se debe sensibilizar y responsabilizar al
adolescente para que se involucren con sus pares.

De la misma forma, resulta necesario sensibilizar a las autoridades e instituciones,


frente a la problemática, además, de que busquen y favorezcan soluciones
creativas, de común acuerdo con la comunidad de interés, incrementando las
oportunidades en la escuela, para así darles opciones de desarrollo a los y las
adolescentes.

Estos elementos llevarían, entre otras cosas, a desarrollar campañas para evitar el
abuso en el consumo del alcohol y promover diferentes estilos de vida saludable
entre los jóvenes.

Los resultados de este estudio resultan útiles como insumo en el diseño de


estrategias de prevención y reglamentación sobre el consumo de alcohol y los
daños asociados a nivel nacional y regional, así como planificar los recursos para
implementar y evaluar estrategias con mayor educación, considerando, las normas
sociales, nivel educativo o/y los niveles de comprensión acerca del impacto del
alcohol sobre la población en general.

73
Asimismo, se pueden retomar algunas estrategias muy concretas, como incluir en
la educación básica programas de prevención para que más adelante, al momento
de enfrentarse a estos acontecimientos en la etapa de la adolescencia, y se tenga
desarrolle una óptima toma de decisiones, que puede ser de utilidad para la
creación de acciones que sean instrumentadas por los programas preventivos ya
existentes en el ámbito educativo y, de esta manera ir difundiéndolos en diversas
instituciones, al igual que el interés en el impulso de la capacitación profesional, la
investigación y el desarrollo de nuevos modelos terapéuticos.

Hoy en día se debe y puede hacer mucho para que las familias establezcan
ambientes favorecedores para sus miembros. Debemos crear conciencia de las
consecuencias que puede llegar a tener un ambiente familiar poco favorable, ya
que, como se ha ido mencionando los problemas como el consumo de alcohol en
los estudiantes, aunado a un entorno negativo (drogas, pares antisociales, etc),
otorga mayores posibilidades de cometer actos antisociales.

En la actualidad en nuestro país se tienen limitantes como la independencia que


cada individuo, además de que busca con los grandes avances de la tecnología, la
autosuficiencia, por los que en ocasiones se van perdiendo y/o evitando espacios
para tener una mejor comunicación. Sin dejar de lado de llevar acabo encuestas
con mayor frecuencia, para poder detectar las necesidades, pero más aun reitero,
incluir en la educación para no tener que enfrentar en la adolescencia estos
acontecimientos.

De alguna manera, para llegar a esto se debe enfrentar para delimitar las
necesidades que causan mayor conflicto para atacarlas y realizar programas de
ellos y para ello se han realizado gran cantidad encuestas por lo que se tiene
conocimientos de las necesidades claras que se deben cubrir, y de esta manera
tener una transformación en todos los sentidos dentro de nuestro país tanto
económicos, sociales y culturales (Nieves y Cols, 2007), ya que en los últimos

74
años ha disminuido la percepción del riesgo asociado al consumo de bebidas
alcohólicas.

Por otro lado, la dinámica no es la misma en todas las familias, ya que esta se
encuentra diferenciada por el número y tipo de componentes, nivel cultural y
económico (Dulanto, 2000 como se citó en Alvarado y Cruz., 2004); después de
consultar y comparar, se puede decir que la familia tiene muchos problemas y
dificultades relacionados con la educación y formación parental lo que lleva a que
atraviese por graves conflictos que suelen orillarla a crisis o desintegración. La
primera dificultad que se presenta en las familias con adolescentes es el reajuste
emocional necesario, entran los hijos por el proceso de maduración emocional,
que los transforma y les separa gradualmente de la familia, como la única fuente
de convivencia e intercambio afectivo.

Lo que se pretende es contar con óptimas estrategias de prevención, al igual que


en el resto de las drogas, el objetivo último de la prevención sería disminuir la
prevalencia, retrasar la edad de inicio y reducir los daños asociados al consumo
de alcohol.

Se debe disminuir el consumo de alcohol en la medida de lo posible. En el caso de


esta sustancia, que no percibe los riesgos asociados a su consumo, es necesario
asumir enfoques poblacionales con medidas tendentes a reducir el consumo en la
población general para lograr reducir el daño producido por el alcohol, y de forma
prioritaria en los menores de edad ya que se inicia a muy temprana edad el
consumo (Mora García, 2005).

También es necesario identificar conductas muy concretas que está asociado con
de la mayor parte de costos sociales y familiares que pueden ser englobadas
dentro del concepto de conductas de abuso de alcohol.

75
Por esto, otro objetivo final de la prevención consiste en reducir estas conductas
de riesgo, interviniendo para ello desde diferentes entorno, en los distintos niveles
académicos. Ayudar a crear una cultura preventiva genérica y por lo tanto, a
conseguir mayor efectividad de reducción del consumo.

Conseguir todo lo anterior implica poner en marcha estrategias de prevención que


ayuden a crear condiciones necesarias para implantar programas que generen
una conciencia pública de apoyo; aumenten la información, modifiquen actitudes
que favorezcan el consumo abusivo, refuercen normas sociales contrarias al
consumo problemático o abusivo, disminuyan la accesibilidad y disponibilidad,
potenciando el desarrollo de habilidades y competencias personales y sociales e
incrementando habilidades y resistencia como factores de protección en los
adolescentes.

Es importante mencionar que se desea idear la aplicación de dichos objetivos en


los diferentes ámbitos de actuación: educativo, familiar, comunitario, laboral y
normativo, señalando también la importancia de la participación de los medios de
comunicación.

Retrasar la edad de inicio de consumo es otro objetivo importante de la prevención


en el caso del alcohol. No sólo por el daño que ocasiona su uso en los menores de
edad, sino también porque este factor está relacionado con el avance del consumo
y con los daños provocados por el mismo, de manera que cuanto antes se
empieza a consumir más probabilidad existe de abusar del alcohol y,
probablemente, también de otras drogas. La edad de inicio es un importante factor
para pronósticar en el tratamiento del consumidor.

El país tiene una problemática importante de consumo y abuso de alcohol, las


tendencias en sustancia indican que cada vez se consume y abusa mas del
mismo, sin que medien conductas para prevenir sus consecuencias sociales
asociadas, como lo es la conducta antisocial. En este ámbito, se cuenta con pocos

76
elementos de prevención para disminuir y controlar estas conductas, situación que
debe ser retomado y mejorado por las autoridades y tomadores de decisiones en
la política de salud y educación nacional.

De la misma forma, recién se ha comenzado a trabajar en el desarrollo de


estrategias parentales adecuadas dirigidas a los padres de familia, acción que
está creciendo y debe tener un mayor presupuesto para su aplicación amplia. Los
resultados de estos programas son muy positivos, por lo que su aplicación y
diseminación deben ser apoyados ampliamente para lograr el desarrollo de
familias más saludables.

Estos elementos, como las sugeridas en apéndice 2, deben ser pautas para el
desarrollo de acciones preventivas que conlleven a una calidad de vida mejor de la
población de nuestro país.

77
REFERENCIAS

Amador, N. y Cavero, M. (2004). El consumo de cocaína en los adolescentes y su


relación con el ambiente familiar, el grupo de pares y la autoestima. Tesis de
Licenciatura. Facultad de Psicología, México: UNAM.

Berruecos L. (2007).Las bebidas indígenas fermentadas y los patrones de consumo de


alcohol de los grupos étnicos en México.Revista Liberaddictus, Número 97,
Volumen XIV

Castro S. M.E., García Z. G., Rojas, E., y de la Serna, J. (1988). Conducta antisocial y
uso de drogas en una muestra nacional de estudiantes mexicanos. Salud Pública
de México. 30, 216-226

Domenech M., Villatoro,J., Gutierréz M. (2007)Escala para medir el estilo de solución de


problemas en familias mexicanas,.Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la
Fuente Muñiz. México, D.F.

Fraile DCG, Riquelme PN, Pimenta CA. Consumo de Drogas lícitas e ilícitas en escolares
y factores de protección y riesgo. Rev. Latino-am Enfermagem; 2004, 12:345-51.

Gaither, L., Pérez, R., Ávila, R. (en prensa). Encuesta sobre el Consumo de Drogas en la
Comunidad Escolar de Enseñanza Media y Media Superior. Tamaulipas 2004.

Gil, J., (2008) Consumo de alcohol entre estudiantes de enseñanzas secundarias.


Factores de riesgo y factores de protección. Revista de Educación, 346. Sevilla,
España pp. 291-313

Good, T., Brophy, J. (1996). Psicología Educativa Contemporánea. México: Editorial


McGraw-Hill.

78
http://www.salud.gob.mx/unidades/cdi/documentos/CDM1.html(1 de 10) 6/21/2007.

Javier Pons Diez y Enrique Berjano Peirats. Análisis de los Estilos Parentales de
Socialización Asociados al Abuso de Alcohol en Adolescentes Psicothema, 1997.
Vol. 9, nº 3, pp. 609-617

Juárez, G.F. (1999). Predictores de la conducta antisocial y su relación con el uso de


drogas en una muestra nacional de estudiantes de enseñanza media y media
superior. Tesis deLicenciatura, Facultad de Psicología, UNAM.

Juárez F, Villatoro J, Fleiz C, Medina-Mora ME, Carreño S, Amador N, and Bermúdez P.


(2002). Conducta antisocial, ambiente familiar e interpersonal en estudiantes
adolescentes del Distrito Federal. AMEPSO (editor). La Psicología Social en
México. 305-311.

Juárez, F. Villatoro, J. Gutiérrez, ML. Fleiz, C and Medina-Mora, M.E. (2005). Tendencia
de la conducta antisociales estudiantes del Distrito Federal: medición 1997 2003.
Salud Mental 28(3).

Labal, E., González P. 2005 www.carlosparma.com

Lila, M.S. y Marchetti, B. (1995). Socialización familiar. Valores y autoconcepto.


Informació Psicològica, 59, 11-17.

Lineamientos para la Prevención del Consumo de Drogas en la Escuela Mexicana


http://www.conadic.salud.gob.mx/pdfs/publicaciones/lineamientos.pdf

López, R.A. (2001). El perfil sociodemográfico de los hogares en México 1976-1997.


México: Consejo Nacional de Población.

79
Medina-Mora, M. Natera, G. y Borges, G. (2002). Alcoholismo y abuso de bebidas
alcohólicas. En: Observatorio mexicano en tabaco, alcohol y otras drogas. (15-25).
México: CONADIC.

Medina-Mora, ME. Cravioto, P. Villatoro, J. Fleiz, C. Galván, F. Tapia, R. (2003).


Consumo de drogas entre adolescentes: resultados de la Encuesta Nacional de
Adicciones, 1998. Salud Pública de México 45 (1)

Medina-Mora, ME., Fleiz, C., Villatoro, J. (2006). Encuesta de Consumo de Alcohol,


Tabaco y Drogas, 2005. Ciudad Juárez, Monterrey, Tijuana y Querétaro. Reporte
ejecutivo.

Muñoz, M.J., Graña, J.L., Peña, M.E., Andreu, J.M.Influencia de la conducta antisocial
en el consumo de drogasilegales en población adolescente ADICCIONES, 2002,
VOL.14 NÚM. 3, Págs. 313/320

Mora-Rios, J., Natera, G. y Juárez, F., (2005). Expectativas relacionadas con el alcohol
en la predicción del abuso en el consumo en jóvenes. Salud Mental 28(2)

Moral, M., Ovejero, A. y Pastor, J. (2004.)Modelado familiar y del grupo de iguales sobre
la experimentación juvenil con sustancias psicoactivas Boletín de Psicología, No.
81.2004, 33-68

Moya C. Consumo de alcohol en los jóvenes. Evid Pediatr. 2007; 3:2.

Moya, C.G. (2007) Comisión clínica de la delegación del gobierno para el plan nacional
sobre drogas, informe sobre alcohol Febrero de 2007. Cuadernillo Alcohol España
ISBN: 978-84-920522-2-6

80
Natera G., López J.L., Tiburcio, M., Martín R.M., León, P.J. (2000) Violencia y alcohol,
una relación peligrosa. En: Una propuesta desde la educación y la salud para la no
violencia. FUNSALUD, México, 305-333.

Natera G., Mora J., Tiburcio M., (1999) Barreras en la búsqueda de apoyo social para las
familias con un problema de adicciones. Salud Mental. Número Especial: 114-120.

Parra, J. (1994). Los adolescentes y su cultura del alcohol y de la noche. En: Alcohol y
adolescencia. Hacia una educación preventiva. Madrid: CCS.

Quiroz N. (2006). La familia y el maltrato como factores de riesgo de conducta antisocial.


Tesis de Licenciatura. Facultad de Psicología, México: UNAM.

Rojas, E. Fleiz, C. Medina-Mora, ME. Morón, M. Doménech, M. (1999). Consumo de


alcohol y drogas en estudiantes de Pachuca, Hidalgo. Salud Pública de México 41
(4).

Rodrigo, Mª J., Máiquez, Mª L., García, M., Mendoza, R., Rubio A., Martínez A. y Martín
J. (2004) Relaciones padres-hijos y estilos de vida en la
adolescenciaPsicothema.16 (2), pp. 203-210

Rutter, M. (2002). Comportamiento antisocial: perspectivas del desarrollo de las


psicopatologías. En D. Staff, J. Breiling y J. Maser (comp.). Biblioteca de
Psicología.

Conducta antisocial, causas, evaluación y tratamiento: Vol. 1. pp. 142-164. México:


Oxford.

Sánchez, L. Llerenas, A. Anaya, R. Lazcano, E. (2007). Prevalencia del uso de drogas


ilegales en función del consumo de tabaco en una muestra de estudiantes en
México. Salud Publica 49 (2).

81
Santrock, J. (2002). Psicología de la Educación. México. Editorial McGraw-Hill.

Sanz, M., Martínez, A., Iraurgi, L., Muñoz, A., Galíndez, E., Cosgaya L. y Nolte M., (2004)
El conflicto parental y el consumo de drogas en los hijos y las hijas. AEFFA –
Asociación para el Estudio del Funcionamiento Familiar (proyecto INV-
200300/0012) de la Dirección de Drogodependencias del Gobierno Vasco

Tapia Conyer Roberto. www.salud.gob.mx El consumo de drogas en México.


Diagnóstico, tendencias y acciones.

Velasco, M.L., y Sinibaldi, J.F. (2001). Manejo del Enfermo crónico y su familia.
(Sistemas, historias y creencias). México: Manual Moderno.

Villatoro, J. Andrade, P. Bautista, C. Medina-Mora, ME. Reyes, I and Rivera, E.(1997). La


relación padre-hijo: una escala para evaluar el ambiente familiar. Salud Mental
20(2).

Villatoro, V.J., Medina-Mora, M.E., Rojano, C., Fleiz, C., Villa, G., Jasso, A., Alcántar,
M.I., Bermúdez, P., Castro, P., Blanco, J. (2001). Consumo de Drogas, Alcohol y
Tabaco en Estudiantes del Distrito Federal: medición otoño 2000. Reporte Global
del Distrito Federal. INP-SEP. México.

Villatoro, V.J., Hernández, I., Hernández, H., Fleiz, C., Blanco, J., y Medina-Mora, M.E.
(2004). Encuesta de consumo de drogas de estudiantes III. 1991-2003. SEP-
INPRFM. Discocompacto. SEP-INPRFM. México. ISBN 968-7652-43-8.

Villatoro, J. Medina-Mora, ME. Hernández, M. Fleiz, C. Amador, N. Bermudez, P. (2005)


Encuesta de estudiantes de nivel medio y medio superior de la ciudad de México:
Noviembre 2003. Prevalecías y evolución del consumo de drogas. Salud Mental
28 (1).

82
Villatoro, J. Quiroz, N. Gutiérrez, M. Díaz, M. Amador, N. (2006) Encuesta de Maltrato
Infantil y Factores Asociados 2006 Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la
Fuente Muñiz”

Villatoro, J. Gutiérrez, M. Quiroz, N. Díaz M, Moreno, M. Gaytán, L. Gaytán, F. Amador


N, Medina-Mora, ME (2007) Encuesta de Consumo de drogas en estudiantes
2006. Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz. México, D.F.

Villatoro, J., Arias, R., Gutiérrez, ML., Quiroz, N., Amador, N., Medina-Mora, ME., Gaytán,
L. (en prensa). El consumo de drogas en estudiantes de 10º a 12º grado del
Estado de Aguascalientes.

Villatoro, J., González, R., Gutiérrez, ML., Vásquez, S., Pech, G. (en prensa). El consumo
de drogas en estudiantes de 7º a 12º grado del Estado de Campeche.

83
APÉNDICES

84
Apéndice 1
Definición y clasificación de bebidas alcohólicas

Se entiende por bebida alcohólica aquella bebida en cuya composición está


presente el etanol en forma natural o adquirida, y cuya concentración sea igual o
superior al 1 por ciento de su volumen (Moya, 2007).

Existen dos tipos de bebidas alcohólicas

Fermentadas Destiladas
Las bebidas fermentadas son las Las bebidas destiladas se consiguen
procedentes de frutas o de cereales eliminando mediante calor se separa al
que, por acción de ciertas condiciones alcohol de otros componentes menos
como humedad, temperatura y tiempo. volátiles, a través de la destilación, una
Estas sustancias microscópicas parte del agua contenida en las bebidas
(levaduras), el azúcar que contienen fermentadas. El principio básico de esta
se convierten en alcohol. Las bebidas acción reside en que el alcohol se
fermentadas más comunes son el evapora a 78 grados y el agua a 100
vino, la cerveza, el pulque y la sidra. grados, por consiguiente tienen más
alcohol que las bebidas fermentadas,
entre 30-50 grados.
Las bebidas destiladas más comunes
producidas son el brandy, el ron, el
tequila y el mezcal.

Otro tipo de bebidas son los licores que se producen a partir de bebidas con
alcohol destiladas, a las que posteriormente se añaden aroma o sabor con
diversos ingredientes y aditivos, resultando por ejemplo, licores de café, de
naranja, de cereza, de almendra o de anís.

También han incrementado en México los cocteles, que son bebidas cuya base es
un destilado o un fermentado y que se mezcla con jugos, refrescos o agua
mineral. Hay cocteles ya envasados que se conocen como coolers y tienen como
base un fermentado natural de manzana, durazno, uva u otras frutas, mezclado
con agua y bióxido de carbono o agua carbonatada (Valdez, 2005).

85
Apéndice 2
ESTRATEGIAS PREVENTIVAS EN EL AMBIENTE FAMILIAR

COMUNICACIÓN
• Establecer al menos un momento de convivencia familiar
• Escuchar respetuosamente a cada miembro.
• Evitar calificar las opiniones como buenas o malas.
• Evitar las interpretaciones y expresar cualquier duda sobre el tema.
• Comunicar abiertamente los desacuerdos en un ambiente cordial y empático.
• Animar a los adolescentes a pensar de forma independiente y a expresar sus
puntos de vista.

MANEJO DE AFECTOS
• Favorecer la expresión de emociones negativas y de forma asertiva.
• Ser congruentes al expresar nuestras emociones.
• Enseñar a expresar y nombrar sus diversas emociones y sentimientos.
• Demostrar frecuentemente de forma verbal y física el amor a toda la familia.
• Procura no reprobar a la persona, sino ser solidario.
• Reconocer los logros académicos, personales y sociales de todos los miembros
de la familia.

MEDIDAS DISCIPLINARIAS
• Establecer normas y límites claros de forma conjunta con los hijos (incluido el
consumo de drogas).
• Establecer previamente las consecuencias de transgredir las normas y límites.
• Discutir las consecuencias positivas y negativas de ciertas decisiones.
• Evitar el castigo físico y las agresiones verbales para sancionar.
• Premiar con elogios o concesiones las conductas positivas o favorables de los
hijos.
• Señalar y discutir las conductas negativas para evitar su repetición.
• Fomentar la responsabilidad en los hijos.

86
APOYO FAMILIAR
• Permitir que los hijos encuentren por sí mismos alternativas viables a los
problemas.
• Involucrarse de manera general en las actividades e intereses de los miembros
de la familia sin transgredir la individualidad.
• Incluir a los hijos en la toma de decisiones familiares.
• Facilitar la participación de cada uno de los miembros de la familia en actividades
cotidianas.

87
ESTRATEGIAS PREVENTIVAS EN EL GRUPO DE ESTUDIANTES Y
PARES

 Procurar conocer a los amigos de los hijos (tener sus números telefónicos y
direcciones).
 Proporcionar alternativas de actividades recreativas que favorezcan su
desarrollo físico y mental.
 De ser posible orientar o buscar ayuda para los amigos de los hijos que
consuman alguna droga, ya sea legal o ilegal con el fin evitar el consumo.
 Fomentar la realización de foros de discusión en los que los jóvenes
expongan y discutan problemas o vivencias propias de su edad.
 Involucrar a los jóvenes en actividades para otros jóvenes que promuevan
estilos de vida saludables.
 Resaltar la importancia de convivir con los adultos en un ambiente de
intercambio y aprendizaje mutuo.

Aún cuando sabemos de la dificultad de la participación conjunta de padres y


docentes, debido a diferentes circunstancias, es preciso considerar la inclusión de
estrategias de prevención en la escuela y en el ambiente familiar, como parte de
una iniciativa educativa que tenga como propósito crear ambientes de mayor
monitoreo y desarrollar personas con un pensamiento crítico y un mejor nivel de
cultura preventiva, desde edades tempranas.

De esta manera, se puede lograr que estas acciones trasciendan a la comunidad,


desarrollando en los estudiantes habilidades sociales (manejo de emociones,
resolución de conflictos, comunicación asertiva, etc.), que reduzcan la probabilidad
de involucrarse en el consumo de drogas legales e ilegales y así, evitar estar
involucrados en actos antisociales.

88
Apéndice 3: Secciones específicas del Instrumento

1. Datos sociodemográficos.
1. Eres Hombre............................................................………………….1
Mujer...............................................................………………….2
2. ¿Qué edad tienes? Años..................................................…………………….

ACTOS ANTISOCIALES.
La escala cuenta con doce reactivos, los cuales evalúan dos tipos de actos
antisociales: robos y violencia (reactivos b, e, f, i, j, k), y actos antisociales graves
(c, d,g, h, l). Cada reactivo tiene un nivel de medición nominal; sin embargo, al
sumar los diferentes reactivos de la escala, para saber cuántos diferentes actos ha
cometido, tenemos una variable intervalar. Para fines del análisis de regresión
logística, este trabajo consideró únicamente si el sujeto había cometido actos tipo
robos, actos tipo graves, o cualquier tipo de actos.

53. ¿Has realizado las siguientes actividades en los últimos 12 meses? Si No


(Marca una opción para cada respuesta).
a) Tomar un auto sin permiso del dueño 1 2
b) Tomar dinero o cosas con valor de $50 pesos o menos que no te 1 2
pertenecen
c) Tomar dinero o cosas con valor de $500 pesos o más que no te 1 2
pertenecen
d) Forzar cerraduras para entrar a algún lugar que no sea tu casa 1 2
e) Tomar mercancía de una tienda sin pagarla (sin causar daños) 1 2
f) Golpear o dañar algo (objeto o propiedad) que no te pertenece 1 2
g) Atacar a alguien, usando algún objeto como: arma, cuchillo, palo, navaja, 1 2
etc.
h) Vender drogas (como la mariguana, cocaína, etc.) 1 2
i) Golpear o herir a propósito a alguien, sin contar los pleitos o discusiones 1 2
con tus hermanos
j) Tomar parte en riñas o peleas 1 2
k) Prender fuego a propósito a objetos que no te pertenecen 1 2
l) Usar un cuchillo o pistola para obtener algún objeto de otra persona 1 2

89
CONSUMO DE ALCOHOL

Ahora, quisiéramos hacerte algunas preguntas sobre tus hábitos de consumo de


bebidas alcohólicas-

34. ¿Alguna vez en tu vida has tomado una copa completa de alguna bebida Si………..1
alcohólica, como cerveza, vino, ron, “coolers”, brandy, vodka, o bebidas preparadas
con este tipo de licores, como “piña colada”, o “medias de seda”?
No………2

35. ¿De cuál de las siguientes bebidas alcohólicas has tomado una copa Si No Nunca he
completa? (Marca una respuesta para cada inciso). bebido
alcohol
a) Vino (blanco, tinto, rosado) 1 2 3
b) Bebidas como “coolers”, “viña real”, etc. 1 2 3
c) Cerveza 1 2 3
d) Brandy, vodka, tequila, ron, whisky, etc. 1 2 3
e) Bebidas preparadas en lata como “Presidencola”, “Q-bitas” 1 2 3
f) Pulque 1 2 3
g) Alcohol puro o aguardiente 1 2 3

36. ¿Qué edad tenías la primera vez que tomaste una


copa completa de alguna de las bebidas anteriores? Edad.........................................................____
Nunca he tomado alcohol........................____
37. ¿Con qué frecuencia has tomado 5 ó más copas de Nunca en el último año................................1
cualquier bebida alcohólica en una sola ocasión? Por lo menos 1 vez en el último año..........2
Una vez en el último mes............................3
De dos a tres veces en el último mes.........4
Una o más veces en la última semana.......5
No bebo alcohol...........................................6
38. ¿Con qué frecuencia te has emborrachado? Nunca en el último año................................1
Por lo menos 1 vez en el último año..........2
Una vez en el último mes............................3
De dos a tres veces en el último mes.........4
Una o más veces en la última semana.......5
No bebo alcohol...........................................6
39. ¿Con qué frecuencia tomaste en el último año, 1 o Menos de una vez en el último año.............1
más copas de cualquier bebida alcohólica en una sola De 1 a 2 veces en el último año...................2
ocasión? (cerveza, brandy, ron, vodka, pulque, etc) De 3 a 11 veces en el último año.................3
De 1 a 3 veces en el último mes...................4
Una o más veces en la última semana........5
No bebo alcohol............................................6
40. ¿Con qué frecuencia en el último mes tomaste una Nunca en el último mes................................1
copa completa de bebidas alcohólicas como cerveza, Una vez en el último mes.............................2
vino, brandy, ron, tequila, vodka o bebidas preparadas De dos a tres veces en el último mes..........3
con este tipo de licores como “piña colada”, o “medias Una o más veces en la última semana........4
de seda”? No bebo alcohol...........................................5

90

También podría gustarte