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I

El estudio previo al socialismo de Ramón Ramos Torre inicia con la afirmación de que
Durkheim fue protagonista en la creación del espacio epistemológico, académico y social de la
sociología. En tal sentido es al éxito de la sociología durkheimiana que la sociología no solo haya
obtenido un lugar entre las ciencias naturales y humanas (espacio epistemológico) sino que también
haya empezado ocupar un puesto importante en las universidades (espacio académico) y que haya
cobrado relevancia social aquella emergente figura profesional denominada como ‘sociólogo’.

Posteriormente, Ramos Torre se pregunta por el éxito de este proyecto intelectual más para
responder al mismo se plantea la inevitable cuestión de retroatraerse al contexto histórico en el cual
surge, se desarrolla y, finalmente, se concreta. Es entonces cuando empieza una descripción de la III
República Francesa, la transición de esta nación hacia una sociedad industrial en la cual la pequeña
burguesía esta cobrando un rol protagónico como clase dominante, desplazando a la aristocracia y a la
gran burguesía. Dentro de ella, además, la figura del académico universitario tiene una relevancia
enorme, sobre todo en lo referente a la formación de cuadros políticos que influyen sobre el gobierno.

Ahora bien, vale aclarar que ta como lo plantea Ramos Torre, el proyecto durkheimiano
responde a las solicitaciones del contexto. Francia viene de una derrota militar en Sedán ante otra
nación, Alemania. También ha sufrido una Guerra Civil a raíz de los sucesos de la Comuna. Por último,
el introductor a la obra también menciona el carácter de compromiso y provisional en el que surge la III
República francesa, de lo cual se entiende que se trató de un régimen frágil o que, al menos, en sus
comienzos fue experimentado de esa manera, con fuertes tendencias a la disolución.

La necesidad de ordenar la naciente república constituye el telón de fondo. Sin embargo, otros
factores relacionados con los anteriores pueden ser analizados con más detalle y es, justamente, lo que
Ramos Torre hace al analizar las cuestiones que este contexto de inestabilidad inaugura, o que al menos
terminan yuxtaponiéndose al mismo: la cuestión del laicisimo y la reforma educativa, la cuestión
obrera y la conflictividad social, y por último la necesidad de regenerar intelectual a la nación.

Respecto al primer punto lo que se menciona es que las identidades políticas que están formadas
para el momento en que se formula el proyecto sociológico de Durkheim son las de los conservadores y
los progresistas. Los primeros adoptan una postura clerical y antirepublicana mientras que los segundos
se unifican en contra de la Iglesia Romana como el principal enemigo del progreso a la par que hallan
en la idea de República un punto de convergencia. En las locuciones de la época en el ámbito
intelectual llega a decirse que ningún enemigo a la izquierda (probablemente Buisson) y que, a su vez,
el verdadero enemigo no era otro que el clericalismo, de modo que para alcanzar la unificación moral
de Francia, se debía lograr mediante una reforma educativa: Un nuevo sistema educativo que abarcase
la mayor cantidad de ciudadanos para introducir un código moral laico, racionalista, favorable al
progreso y a la ciencia pero además, sobre todo con un fuerte carácter nacionalista. Sobre este último
punto, se retomaba el ideario político de 1789 y a pesar de ser reconocido como un aporte de alcance
universal, se identificaba con un ideario nacional. Asimismo, República y Nación se presentaban como
una misma cosa dentro de este nuevo código que aspiraba a difundirse.

Respecto al segundo punto, la cuestión obrera, debido a la relativa nivelación de Francia, en un


sentido industrial, con Inglaterra y Alemania, empiezan a emerger los elementos propios de una
sociedad industrial: grandes fábricas, espacios de trabajo con miles de obreros no cualificados,
intensificación del conflicto (las huelgas se hacen más frecuentes y no solo eso, también se hacen más
intensas, duraderas y efectivas), la aparición tanto de organización sindical como de partidos políticos
que se presentan como puntas de lanza de los procesos revolucionarios. Sobre esto resulta necesario un
breve comentario: surge la SFIO, la sectión francaise de l’internationale ouvriére, la cual llega a tener
el peso suficiente para competir con la izquierda reformista y, en general, como una fuerza capaz de
dirigir a la nación y de enfrentar también el conservadurismo clerical.

Por último, la idea de reconstruir Francia intelectualmente es sumamente fuerte. Algunos


intelectuales de la época adjudican la derrota en Sedan justamente a la inferioridad académica de
Francia ante Alemania, se dice incluso que fueron las universidades alemanas la clave de su victoria,
así como que el problema francés no se halló en el corazón sino en la cabeza. La ciencia también se
relaciona, en consecuencia, con las necesidades patrióticas. Asimismo, y en relación con el punto
anterior sobre los cambios revolucionarios, se cifran las esperanzas en la ciencia para atemperar esta
clase de impetus mediante la consideración detenida de los hechos. La ciencia servirá entonces tanto
para el manejo de los asuntos externos (estar a la par de otras naciones) como internos (el control del
cambio social).

En resumen: inestabilidad e incertidumbre político, necesidad de un nuevo orden moral,


reconstrucción intelectual de la nación, transición hacia la sociedad industrial con un aumento
correlativo del conflicto social cuyo tono lo marca un sindicalismo agresivo, la idea de República como
punto de confluencia entre los progresistas. Todos estos elementos forman parte del paisaje en el cual
surje el proyecto de Durkheim. Ahora toca responder cómo este responde a su contexto y, más
importante, en qué medida tuvo éxito con su propuesta de ciencia social. Lo indudable es que, haya
tenido éxito o no según su presupuesto, el proyecto durkhemiano marcó a la ciencia social posterior
profundamente.

II

Ramos Torre tiene claro que el objeto de sus disertaciones es el cómo un discurso científico se
desarrolla en un contexto determinado, más precisamente por ello afirma que no basta con pintar un
escenario o, cómo el mismo menciona la simple reconstrucción del marco social general. Por ello
procura precisar aún más como se conecta el contexto con la propuesta durkheimiana. Para ello inicia
reflexionando sobre los efectos de la reforma educativa sobre las universidades.

De forma concreta lo que la III República hace, aunque suene perogrullesco, no es otra cosa que
republicanizar la educación superior. Tal “hacer a la medida” de la República consiste en contrariar
algunas prácticas, valores, modos de hacer en vigencia, los cuales son enunciados por Ramos Torre
como los siguientes: tendiente al clasicismo (orientación hacia el estudio del pasado) y al fomento del
espíritu literario y diletante. En contraposición la República requiere ciencias favorables al progreso,
tales como las que están ya vigentes para aquellos años en Alemania: Derecho constitucional e
internacional, economía política, sociología, ciencias de la educación y psicología.

Sin perder de vista las cualidades de lo que llamaremos el aparato académico tradicional, ya con su
enunciación puede preverse que las reformas deben proponer el estudio de la actualidad (en contraste
con la grimpola clasicista) un estudio especializado (en contraste con la diletancia) y un discurso
responsable y/o riguroso. No obstante, todo esto demuestra que la aparición de estas disciplinas y
especialmente de la sociología, no fue una cuestión de consagración.

Ramos Torre es esclarecedor sobre este punto. No se trató ni de una consagración de un cuerpo
epistemológico existente, ni en los recientes trabajos hechos por un intelectual destacado. La
sociología, tal como afirma Karady (autor citado por Ramos) no fue otra cosa que una innovación
desde arriba, es decir, nació del espíritu de reforma, de una voluntad política antes que de una
necesidad pura o netamente intelectual. Este es un hecho de vital importancia para comprender a la
sociología en general y el proyecto durkheimiano en forma particular, dado que sin la justa valoración
de este hecho se pierde de vista como lo político determina los objetivos de la naciente social.

Detengámonos un momento en la elección de Durkheim para este proyecto. Todo comienza con la
voluntad reformista del entonces director de Educación Superior, Liard. Dada la interacción entre estos
dos hombres, Liard y Durkheim, el primero se convence del espíritu republicano del segundo, así como
de su cualificación como científico. Antes de que se le asignase la responsabilidad de dictar el curso de
Sociología en Burdeos, becado por Liard, Durkheim había sido enviado a Leipzig, Alemania a estudiar
las orientaciones, organización y resultados de las universidades alemanas, experiencia que marcaría el
perfil intelectual del protosociólogo, pero que también influiría sobre la organización de la Anne
Sociologique. Al hecho de que se trató de una innovación desde arriba se suma aquel otro de que el
positivismo era un proyecto epistemológico caído en descredito, según por las extravagancias de los
comtianos y saint-simoneanos, y además, esta tradición era percibida como un peligroso enemigo
dentro de lo que ya he denominado como el aparato académico tradicional.

Se trato de pues, de una tarea difícil. El surgimiento de la sociología estuvo sobredeterminado


políticamente siendo su objetivo la renovación en los estudios de la moral. De ese modo se buscaba no
solo encontrar una nueva metodología1 sino, y ante todo, nuevas temáticas. Como ya mencionó, en
contraste con el clasicismo, el tema de interés (y de necesidad) no sería otro que la actualidad moral “y,
más en concreto, el problema que se nucleaba alrededor de la reforma educativa y, en última instancia,
de la antes descrita “question morale”.” es decir, la coexistencia de dos Francias y el proyecto de
unificación moral en base a un código laico, racionalista y nacionalista.

Tras la publicación de dos artículos (La filosofía en las universidades alemanas y La ciencia positiva
de la moral en Alemania) producto de la beca otorgada por Liard, Durkheim regresa ya como el
hombre adecuado para concretar la reforma en la universidad y así dar respuesta a las necesidades
políticas que el proyecto republicano estaba presentando y requería solventar con urgencia. Durkheim
se halla por lo tanto en una situación problemática: debe tanto dignificar (verbo de Ramos) académica
y epistemológicamente a la sociología, tanto como definir un proyecto de investigación acorde a las
necesidades políticas republicanas. Se trata de dos proyecto co-dependientes, el éxito de uno depende
de que el otro cumpla con su parte y no fracase en el intento. La consciencia de Durkheim y su claridad
respecto al reto que asumió fue grande: reconoció, incluso abiertamente, los nexos del discurso laico y
1 Buscaba superar el deductivismo tradicional
republicano con la sociología, tanto como su situación de indigencia. Esta situación, ligada con la
fuerte oposición conservadora imperante en la academia tradicional, cuya aversión fue grande ante el
nuevo discurso, sin embargo, no detuvo la concreción del proyecto durkheimiano. [No obstante, tener
consciencia de todo esto ayuda a entender la orientación ideológica 2 de la teoría durkheimiana
partiendo del cómo la fuerza política que propició su aparición determinó su universo temático.
Parafrásis de la página 20]

En resumen: La sociología durkheimiana surge como un proyecto sobredeterminado políticamente. En


tal sentido debe satisfacer las necesidades (teóricas) del proyecto político repúblicano, es decir,
otorgarle las herramientas para que sea exitoso. Su aparición se trató de una innovación desde arriba y
se halló en serias controversias con el medio académico tradicional 3. Durkheim fue electo para tal tarea
no solo por su compromiso político, sino también por su cualificación como intelectual.

III

En resumen: Se sigue la idea de que el proyecto durkheimiano fue una respuesta, exitosa por demás,
ante la inexistencia de una ciencia que se solicitaba y hacia urgente para la naciente república. Al joven
profesor se le presentan dos vías para lograr este cometido, una “tradicional” y larga que consiste en
construir la ciencia a partir de aportes pequeños y constantes y otra más corta, que es desarrollar
indicaciones metodológicas que demuestren tanto la posibilidad como la legitimidad epistémica de una
naciente ciencia social. El proyecto de Durkheim no es el único existente, hay que aclarar, puesto que
compite con otras escuelas tales como la de Le Play, la de los estadísticos sociales donde figuraba Tarde
y la escuela organicista representada por Worms. Cada uno de ellos se nucleaba en torno a diversas
revistas, no obstante, tales competidores no tuvieron el éxito de Durkheim por dos motivos
fundamentales: 1) eran en cierto sentido contrarias a los intereses de los republicanos que, además,
cobraron mayor fuerza política. 2) Durkheim fue quien demostró la posibilidad de la sociología de un
modo que la hacía bastante evidente, dueña de un espacio hasta entonces inexplorado. Además,
siguiendo la metáfora usada por Ramos Torre, Durkheim no solo aporto el nuevo continente (el nuevo
espacio a investigar) sino también el mapa y la brújula para explorarlo.

2 El discurso científico durkheimiano fue, por lo tanto, republicano, laico y progresista. Dependia de que el proyecto
republicano progresista crease hegemonía política, y a su vez estaba determinado a proporcionarle herramientas para
lograr dicho cometido.
3 Janet, un filósofo espiritualista y conservador, fue severo en la presentación de Durkheim de la División del Trabajo
Social, la obra con la cual se doctoró.
El proyecto Durkheimiano tiene éxito gracias a su astucia, incluso hablaría de cierta trampa. Más el
éxito particular de Durkheim aunque tardío fue un final feliz en comparación al de su aporte, puesto
que la sociología francesa quedaría estancada en varios sentidos. Principalmente en un sentido político,
puesto que esa misma fuerza que la apoyó en su nacimiento, lo hizo para que estuviese ajustada a sus
intereses, de modo que no podía ir más allá, aspirar a ser autónoma, puesto que esa no fue la idea según
la cual se le otorgó apoyo, debía ser un simple instrumento en la consolidación de la República, pero no
más. Asimismo, debido a la estrecha identificación entre Sociología y Durkheimismo, este último se
absolutizó en Francia como LA sociología, arrastrando todas las limitaciones de la perspectiva
estructural-funcionalista de Durkheim. El más grande problema fue su estéril separación tajante entre
individuo y sociedad, así como su tendencia hacia el sociologismo (considerar que la sociología es LA
ciencia social y que las otras “supuestas” ciencias son tipos de sociologías) quizá heredado de la
tradición comteana. Estos obstáculos se arrastrarán hasta después de la II guerra mundial, cuando la
sociología francesa verá por fin, una modificación sustancial que la ayude a superar el estancamiento.

IV

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