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Módulo I
Docentes
Año 2015
Universidad Nacional Del Oeste
Fundamentación:
El presente espacio curricular propone estudiar el proceso histórico de
conformación del Area Metropolitana de Buenos Aires –en adelante AMBA-,
puntualizando su estudio en torno a las problematicas actuales que se
plantean en el ámbito del Gran Buenos Aires.
La comprensión de dichas problematicas, dada su complejidad, requieren
aproximaciones que integren la mayor cantidad de variables pertinentes a la
hora de desentrañar su desarrollo sociohistorico, ambiental, organizativo y
urbano, entre otros.
Como resultado de la dinámica socio-historica, nos encontramos con un objeto
de conocimiento complejo y atravesado por múltiples problemáticas. Sin
embargo, dentro de este mismo contexto complejo, se inscribe el surgimiento
del desarrollo local, como concepción metodológica de intervención que
apuesta a transformar la realidad y a incorporar al conjunto de la población en
un proyecto inclusivo.
De lo que se desprende de los párrafos precedentes, se apunta a ligar a los
estudiantes íntimamente con el desarrollo histórico del AMBA, y encauzar
posteriormente el estudio sobre las problemáticas regionales actuales. Para
transformar una “realidad” hay que “conocerla” profundamente, nadie
transforma lo que no conoce, a tal objetivo apunta este espacio curricular,
vislumbrando como prioritaria la importancia del fomento del desarrollo local y
productivo de la región atendiendo al propio ámbito de incumbencia
profesional.
MODULO 1
• Objetivo del módulo:
- Analizar los procesos de formación y transformación del AMBA en una
perspectiva histórica y teórico-conceptual.
- Identificar los diversos períodos de transformación del GBA.
- Establecer relaciones pertinentes entre los cambios político-económicos y su
impacto en la trama urbana.
METODOLOGÍA DE TRABAJO:
Clase 1:
• Conceptualización: AMBA. GBA. ARBA, Conurbano Bonaerense.
(Presentación Power Point. Apunte del INDEC ¿Qué es el Gran Buenos
Aires? 2003.
• Características del espacio geográfico. Diagnóstico de Bs As.
• Una mirada en perspectiva: Buenos Aires, un recorrido por su historia.
Desde la primera fundación a los tiempos actuales.
Bibliografía obligatoria:
• Apunte del INDEC ¿Qué es el Gran Buenos Aires? 2003.
Clase 2
Bibliografía
-Linares Santiago y Guillermo Velásquez, La formación histórica del sistema
urbano. En: Otero Hernán (dir) Población, Ambiente y Territorio. Colección
Historia de la Provincia de Buenos Aires. Tomo Nº 1, 1º ed. Buenos Aires,
Edhasa, 2012.
Anahi Ballent y Adrián Gorelik, País urbano o país rural: la modernización
territorial y su crisis. En: Alejandro Cataruzza (comp.) Colección Nueva Historia
Argentina. Tomo 7. Cap IV.
Torres, Horacio, El mapa social de Buenos Aires (1940-1990) . Difusión-
UBA/FADU, Buenos Aires.2006
Timerman Jordana y Dormal Magdalena Buenos Aires, ciudad de dicotomías:
un recorrido por su historia. En: Antonio Cicioni (comp.) La Gran Buenos Aires :
rompecabezas metropolitano. 1a ed. –Buenos Aires 2010.
-Aldo Ferrer, La Economía Argentina, FCE. 1996.
Torre, Juan Carlos y Elisa Pastoriza, 2002, “LA DEMOCRATIZACIÓN DEL
BIENESTAR” en Torre, J.C. (Director), Los años peronistas (1943-1955), (Tomo
VII de Nueva Historia Argentina), Sudamericana, Buenos Aires
Clase 3
Periodo de formación del Estado Argentino. La ocupación territorial. El
Modelo agroexportador su impacto en la región. La urbanización de la
ciudad de Buenos Aires. La política inmigratoria y sus consecuencias.
Las problemáticas socioeconómicas y ambientales de la época.
Bibliografía:
Brailovsky Antonio Elio, Foguelman Dina. Memoria Verde. Historia Ecológica de
la Argentina. Ed. Sudamericana. Primera Edición 1991. Décima Edición 1998
Brailovsky Antonio Elio. Historia ecológica de la Ciudad de Buenos Aires. 1º Ed.
Buenos Aires: Kaicron 2012
David Rock 1516-1987 desde la colonización española hasta Alfonsín (selección)
James Scobie, Buenos Aires: Del centro a los barrios 1870-1910. 1º Ed. Buenos
Aires: Solar 1997
Timerman Jordana y Dormal Magdalena Buenos Aires, ciudad de dicotomías:
un recorrido por su historia. En: Antonio Cicioni (comp.) La Gran Buenos Aires :
rompecabezas metropolitano. 1a ed. –Buenos Aires 2010.
-Aldo Ferrer, La Economía Argentina, FCE. 1996.
Clases 4 y 5
• La crisis del 30 y el inicio del proceso de industrialización por
sustitución de importaciones (ISI. Desde 1930 a 1976). Las
migraciones internas, industrialización y urbanización.
• Modernización de la Ciudad de Buenos Aires y la obra pública
• Suburbanización del primer cordón del Conurbano
• La irrupción del peronismo. Planes quinquenales
• Vivienda y peronismo. Planes de vivienda, planes urbanos. Vivienda
en altura y Ley de propiedad horizontal. Nacionalización y subsidios
al transporte. Ej: Ezeiza.
• Cuestiones socio-económicas y la suburbanización regional de los
años que transcurrieron después de 1955.
• El ambiente durante la fase de industrialización (1930-1976)
Bibliografía
Anahí Ballent y Adrián Gorelik, País urbano o país rural: la modernización
territorial y su crisis. En: Alejandro Cataruzza (comp) Colección nueva historia
Argentina. Tomo 7, Cap IV.
Brailovsky Antonio Elio, Foguelman Dina, Memoria verde. Historia ecológica de la
Argentina. Ed. Sudamericana. Décima edición 1998
Méndez Patricia (coord), Jorge Sabaté, Arquitectura para la justicia social. 1º Ed
Buenos Aires, CEDODAL – Centro de documentación de arte y arquitectura
latinoamericana. 2009
Torres, Horacio. El mapa social de Buenos Aires (1940-1990). Difusión
UBA/FADU, Buenos Aires, 2006
Anahí Ballent. Las huellas de la política: vivienda, ciudad, peronismo en Buenos
Aires, 1943-1955. Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2005
Brailovsky Antonio Elio, Historia ecológica de la Ciudad de Buenos Aires, 1º Ed.
Buenos Aires, Kaicron, 2012
Rapoport, M, 2005, Historia económica,política y social de la Argentina (1880-
2003), Emecé, Buenos Aires.
Torrado Susana (1994): Estructura social de la Argentina: 1945-1983, Ediciones
de La Flor, 2º Ed. Buenos Aires
Torre Juan Carlos y Pastoriza Elisa, 2002, “La democratización del bienestar” en
Torre, J.C. (director) Los años peronistas (1943-1955), Tomo VII de la Nueva
Historia Argentina, Sudamericana, Buenos Aires.
Clases 6 y 7
• Crisis del estado de bienestar y de la economía mixta. Liberalismo y
globalización. El modelo del ajuste (1976-2002)
• Las transformaciones sociales y territoriales
• Institucionalización de las problemáticas metropolitanas. Aparición
del concepto de AMBA
• Neoliberalismo y reformas del estado
• El proceso de desindustrialización, su impacto en el Gran Buenos
Aires. Negocios inmobiliarios, fiebre de construir en altura.
Urbanización sobre terrenos inundables. Autopistas urbanas. La
ciudad de los contrastes. Metropolización. Polarización y
fragmentación socio-territorial: country, asentamientos y villas
miseria. La “estigmatización territorial” y privatización del espacio.
• Colapso de los sistemas urbanos. Los rellenos sanitarios. Las obras
públicas
Bibliografía
Anderson Perry, Neoliberalismo: un balance provisorio. En: Emir Sader y Pablo
Gentili (comps.) La trama del neoliberalismo. Mercado, crisis y exclusión social.
Buenos Aires. CLACSO, 2003, 2º Ed.
Brailovsky Antonio Elio, Historia ecológica de la ciudad de Buenos Aires, 1º Ed.
Buenos Aires, Kaicron, 2012
Duarte Marisa, El consenso de Washington y su correlato en la reforma del
estado en la Argentina. Los efectos de la privatización. En: Más allá del
pensamiento único. Hacia una renovación de las ideas económicas en América
Latina y el Caribe. Buenos Aires. CLACSO, septiembre de 2003
Cravino María Cristina, Del Río Juan Pablo, Duarte Juan Ignacio. Magnitud y
crecimiento de las villas y asentamientos en el Área Metropolitana de Buenos
Aires en los últimos 25 años.
García Delgado Daniel (comp.) Rol del estado y desarrollo productivo-inclusivo. 1º
Ed. Buenos Aires, Ed CICCUS 2010
Prévot Schapira Marie. Fragmentación espacial y social. Conceptos y realidades.
Perfiles latinoamericanos, diciembre, número 019. Facultad latinoamericana de
Ciencias Sociales, Distrito Federal, México pp. 33-56. 2001
Torrado Susana. El costo social del ajuste. Tomo I. Edhasa Buenos Aires. 2010
Torres, Horacio. El mapa social de Buenos Aires (1940-1990). Difusión
UBA/FADU, Buenos Aires, 2006
Buzai Gustavo, Marcos Mariana. El mapa social de la aglomeración Gran Buenos
Aires como evidencia empírica de los modelos urbanos.
Castellani, Ana Gabriela. Implementación del modelo neoliberal y restricciones al
desarrollo en la Argentina contemporánea. En: Más allá del pensamiento único.
Hacia una renovación de las ideas económicas en América latina y el Caribe.
Buenos Aires, CLACSO, septiembre 2003
Rapoport, M, 2005, Historia económica, política y social de la Argentina (1880-
2003), Emecé, Buenos Aires.
Torrado, Susana. Ajuste y cohesión social. Argentina: el modelo para no seguir.
En libro: Revista Tareas, Nº 117, mayo-agosto. CELA, Centro de estudios
latinoamericanos, Justo Arosemena, Panamá, Rep. De Panamá. 2004, pp 15-24.
Disponible en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/tar117/torrado.rtf
Torres, H, 2001. Cambios socio territoriales en Buenos Aires durante la década
de 1990. EURE. Revista latinoamericana de Estudios Urbanos y Regionales,
XXVII.
¿Qué es el
Gran Buenos Aires?
REPÚBLICA ARGENTINA
MINISTERIO DE ECONOMÍA Y PRODUCCIÓN
Las publicaciones editadas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos se encuentran a la venta
en INDEC, Centro Estadístico de Servicios, Julio A. Roca 615 P.B., C.P. (1067), Buenos Aires,
Argentina.
Por cualquier consulta puede dirigirse personalmente al Centro Estadístico de Servicios, o bien
comunicarse a los Tel.: 4349-9650/52/54/62, al Fax: 4349-9621, o a través de correo electrónico
E-Mail: CES@indec.mecon.gov.ar, o en la página de INTERNET, http://www.indec.mecon.gov.ar
Horario de atención de 9:30 a 16:00.
¿Qué es el Gran Buenos Aires?
La expresión Gran Buenos Aires tiene múltiples interpretaciones en su uso corriente: los partidos
de la provincia de Buenos Aires cercanos a la Ciudad de Buenos Aires (“yo vivo en el Gran Buenos
Aires...”, “yo trabajo en la Capital” etc.); o bien el “aglomerado” que incluye a la Ciudad de Buenos Aires
y a todo el conjunto urbano unido a ella. A veces se habla del “Conurbano” o del “Conurbano bonaerense”;
y a veces del “Área metropolitana”, “AMBA”... y siempre queda poco claro si la Ciudad de Buenos está o
no incluida en el conjunto.
Para facilitar la interpretación de la información suministrada por el INDEC, indicamos aquí la termi-
nología que utilizará el Instituto a partir del 1º de agosto de 2003 referente a las jurisdicciones de la
provincia de Buenos Aires (partidos) cercanas a la Ciudad de Buenos Aires. Con esto tratamos de reme-
diar el hecho de que distintos programas de trabajo han utilizado en distintos momentos del tiempo
denominaciones no siempre uniformes.
Sin embargo, merece la pena hacer alguna referencia al uso que en algunos programas de trabajo
del INDEC se ha venido haciendo de la palabra “conurbano” y del uso que la prensa y algunos analistas de
información hacen de la expresión “primer cordón”, “segundo cordón”, etc. Cuando la Encuesta Perma-
nente de Hogares (EPH) presenta información referida a los conurbanos (el conurbano 1, 2, 3 y 4), lo que
hace es subdividir el ámbito de los Partidos del Gran Buenos Aires según un criterio de homogeneidad de
ciertas variables de tipo social y económico. Esto da como resultado grupos de partidos que no necesa-
riamente son contiguos, como puede verse en el mapa 4.
( 1)
De los 24 partidos del GBA, según el Censo de Población de 2001, cuatro de ellos tienen hasta 200.000 habitantes;
trece tienen entre 200.000 y 400.000 habitantes; y siete tienen más de 400.000 habitantes.
3
La noción de “cordón”, en cambio, tiene una connotación estrictamente de continuidad geográfica; el
“primer cordón” se representa en general como un anillo de partidos que rodean a la Ciudad de Buenos
Aires; y el “segundo cordón” como un anillo sucesivo que abarca partidos más alejados de la Ciudad de
Buenos Aires. También se habla a veces de un “tercer cordón”. En realidad, cuando se habla de las
características del primer o segundo cordón, también se da por supuesta una cierta homogeneidad de la
población en ellos incluida.
Pero el criterio de determinación de los cordones es diferente del criterio que utiliza la EPH para los
4 conurbanos. Este criterio se explicita en la página 6.
Con esta decisión volvemos a la forma clásica de hacer referencia al gran conjunto urbano constitui-
do por la Ciudad de Buenos Aires y los 24 partidos. De manera que la expresión Gran Buenos Aires
incluye a la Ciudad de Buenos Aires. Cuando nos referimos a los partidos, decimos Partidos del Gran
Buenos Aires.
Por eso, cuando nos referimos al área delimitada por la envolvente de población, nos encontramos
con que los partidos no siempre están incluidos por entero. Como puede observarse en el mapa 3, el
continuo de viviendas se va extendiendo principalmente a lo largo de las rutas.
El Aglomerado Gran Buenos Aires es el mayor conjunto urbano del país. Abarca la Ciudad de
Buenos Aires y se extiende sobre el territorio de la Provincia de Buenos Aires, integrando la superficie
total de 14 partidos, más la superficie parcial de otros 16 (esto sin contar una muy pequeña participa-
ción de los partidos de Cañuelas y La Plata). Véase el mapa 3 y el cuadro 1.
La diferencia entre el Gran Buenos Aires y el Aglomerado Gran Buenos Aires es que el primero
alude a un conjunto de partidos (más la Ciudad de Buenos Aires) tomados en su totalidad, mientras el
segundo alude a un área que se va moviendo con el tiempo y que incluye a algunos partidos de manera
parcial.
El concepto de aglomerado tal como se lo ha definido en este caso coincide exactamente con el
concepto de “localidad censal”. Una localidad censal, en el sentido técnico que se utiliza en los censos
de población, se define como “una porción de superficie terrestre caracterizada por la forma, cantidad,
tamaño y proximidad entre sí de ciertos objetos físicos artificiales fijos (edificios) y por ciertas modificacio-
(2
) En realidad, la definición que ha utilizado el INDEC hasta julio de 2003 en esos programas se corresponde exactamente con
la definición que estamos dando ahora de Gran Buenos Aires. Véase el mapa 2.
4
nes artificiales del suelo (calles), necesarias para conectar aquellos entre sí ”. Brevemente, puede decirse
que “una localidad censal es una concentración espacial de edificios conectados entre sí por una red de
calles” (3) . El Aglomerado Gran Buenos Aires es un ejemplo de localidad censal.
Los límites de las “localidades”, en el sentido que se da a la palabra en el habla corriente (“lugar o
pueblo”, 2da. acepción del Diccionario de la Real Academia Española), están habitualmente determina-
dos por las legislaturas de los partidos, sobre la base de la tradición histórica y el conocimiento de los
vecinos. Por ejemplo, Adrogué o Santos Lugares son localidades en este último sentido.
Para lograr uniformidad en las denominaciones se ha decidido utilizar también en esos casos la
expresión Gran Buenos Aires para denominar a la región. Por lo cual, la anterior Región metropolitana
pasará a llamarse Región Gran Buenos Aires. De manera que desde agosto de 2003 el INDEC no utilizará
en ningún caso el nombre Región metropolitana.
Con la Región Gran Buenos Aires ocurre algo muy especial, ya que el espacio así definido abarca
una cantidad de población inferior al Aglomerado Gran Buenos Aires, dado que el conjunto de partidos
que conforman el GBA permanece inalterado desde hace muchos años (salvo por la subdivisión que llevó
los 19 partidos a 24), mientras el Aglomerado Gran Buenos Aires se va extendiendo de manera continua
con el paso del tiempo.
Partidos del Gran Buenos Aires = los 24 partidos de la provincia de Buenos Aires que conforman
el Gran Buenos Aires
Gran Buenos Aires = Ciudad de Buenos Aires + los Partidos del Gran Buenos Aires
Partidos del Aglomerado Gran Buenos Aires = los 30 partidos que integran total o parcialmente
el Aglomerado Gran Buenos Aires
Información más detallada al respecto puede consultarse en INDEC (1998), Censo Nacional de Población y Vivienda 1991,
(3)
5
Cuadro 1.Partidos que integran el Aglomerado Gran Buenos Aires
Población en
Partidos componentes del Aglomerado Gran Buenos Aires
el Censo del 2001
Total del aglomerado (con la Ciudad de
Buenos Aires) 12.045.921
(Ciudad de Buenos Aires) (2.768.772)
6
Cuadro 2. De cómo los 19 partidos del Censo de 1991 devinieron 24
Los 19 partidos Los 24 partidos Origen de los nuevos partidos Origen de los partidos
1 Almirante Brown 1 Almirante Brown Fue fundado en 1873 con tierras prove-
nientes de Quilmes y San Vicente.
4 Esteban Echeverría 4 Esteban Echeverría En 1993 y 1994 cede tierras a Cañuelas y Se fundó en 1913, con tierras provenien-
para la creación de los partidos de Ezeiza tes de Lomas de Zamora y San Vicente.
y Presidente Perón.
5 Florencio Varela 6 Florencio Varela En 1993 cede tierras para la creación del Se fundó en 1891, separándose de
partido de Presidente Perón. Quilmes.
6 General San Martín 7 General San Martín Se fundó en 1864, separándose de San
Isidro. Hasta 1959 incluyó a Tres de Fe-
brero.
8 Hurlingham Se crea en 1994 con tierras del partido de
Morón.
7 General Sarmiento En 1994 desaparece, pasando a confor- Fundado en 1889, con tierras provenien-
mar los partidos de José C. Paz, Malvinas tes de Las Conchas (actual Tigre) y Pilar.
Argentinas y San Miguel.
13 Morón 17 Morón En 1994 cede tierras para los partidos de Se fundó en 1865 y hasta setiembre de
Hurlingham e Ituzaingó. 1945 se llamó Seis de Setiembre.
Pero sí puede hacerlo por grupos de partidos, para lo cual desarrolló entre 1991 y 1994(4) una
metodología específica para efectuar un agrupamiento en función de algunas variables socioeconómicas,
lo que permite mostrar mejor la heterogeneidad del aglomerado, facilitando la formulación de las políticas
públicas. A estos agrupamientos, que son cuatro, se los llama en el INDEC “conurbanos bonaerenses”.
La metodología utilizada está basada en la correlación de variables, que son las siguientes:
Como esta clasificación se realizó para los 19 Partidos del Gran Buenos Aires, los nuevos partidos
(cuando reemplazan a uno anterior, como es el caso de General Sarmiento) se consideran dentro del
mismo conurbano en que quedó ubicado el partido anterior, aun cuando no se ha estudiado si, analizados
de manera separada, alguno de ellos no hubiera integrado otro conurbano. Este es el caso del antiguo
partido de Morón, constituido ahora por Morón, Hurlingham e Ituzaingó; y también el de General Sarmien-
to, que ha desaparecido, dejando en su lugar los partidos de José C. Paz, Malvinas Argentinas y San
Miguel.
Véase MESSERE M. Y HOSZOWSKI A. (1994), Agrupamiento de los partidos del conurbano bonaerense, ponencia al
(4)
Congreso de ASET de 1994. También INDEC (1991), Conurbano bonaerense: aproximación a la determinación de
hogares y población en riesgo sanitario a través de la EPH, trabajo realizado por un equipo dirigido por Camila Morano.
8
1. Ciudad de Buenos Aires. División por distrito escolar
9
2. Gran Buenos Aires (concepto tradicional) Ciudad de Buenos Aires + 24 partidos
10
3. Aglomerado Gran Buenos Aires
11
4. Agrupamiento de partidos (conurbanos) establecidos por la EPH para los partidos del Gran Buenos
Aires
Nota: Este agrupamiento fue realizado por los Departamentos de Muestreo, Análisis y Desarrollo Temático de la EPH,
tanto a requerimiento de usuarios externos como a una serie de trabajos previos desarrollados por los equipos
técnicos.
12
Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Sistema de Información Científica
Rodolfo Bertoncello
Buenos Aires ¿quién es la Reina del Plata?
Población de Buenos Aires, vol. 1, núm. 0, julio, 2004, pp. 16-25,
Dirección General de Estadística y Censos
Argentina
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Notas
Rodolfo Bertoncello1
Resumen Summary
Desde una mirada geográfica y demográfica, el artículo se From a demographic and geographical point of view, the
inicia formulando la pregunta: ¿de qué se habla cuando article starts with the question: What are we talking
nos referimos a “Buenos Aires”? Para responderla, se about when we speak of “Buenos Aires”? To answer
exponen las principales definiciones que se utilizan en la this question the article goes through the main definitions
literatura científica para describir los asentamientos used by the scientific literature to describe urban settle-
urbanos de gran tamaño y se recorren criterios y defini- ments of large size, and then through the criteria and
ciones usados en el país para referirse a Buenos Aires, definitions utilized for the case of "Buenos Aires". The
precisando los más confiables como el de Aglomeración article ilustrates that the best definition is that of
Gran Buenos Aires o, simplemente, Gran Buenos Aires, Aglomeration of Great Buenos Aires or simply Great
pero destacando la ausencia o imprecisión de otros con- Buenos Aires, but emphasizing the absence or lack of
ceptos y definiciones. precision of other concepts and definitions.
El artículo plantea la necesidad de pensar a la The article discusses the need to think Great Buenos
Aglomeración Gran Buenos Aires como un conjunto Aires as a heterogeneous and dynamic aggregate. A large
dinámico y heterogéneo. Un gran ámbito urbano, en el que urban area, in whose framework should be explained the
deben interpretarse los roles que juegan el núcleo metropo- roles played by the metropolitan nucleus (the
litano (la Ciudad Autónoma) y las periferias (primero, Autonomous City) and it periphery (first, second and
segundo y tercer anillo). Finalmente, el artículo plantea third ring). Lastly, the article proposes a series of
una serie de reflexiones y desafíos para la investigación, en thoughts and research challenges regarding the need to
torno a la necesidad de repensar el conjunto urbano en su distinguish between the urban agglomeration as a whole
totalidad y en su diferenciación interna. and its internal differentiation.
Todos creemos tener en claro de qué hablamos • El criterio jurídico (o político), que remite a la exis-
cuando decimos “ciudad”, aunque a poco de tencia de un gobierno local. Según este criterio,
reflexionar algo más, esta claridad desaparece. una localidad se define como un municipio, esto
Estaríamos de acuerdo en decir “ciudad de es, una unidad de gobierno local.
Buenos Aires”, aunque quizás dudaríamos en
decir “ciudad de Quilmes” o “ciudad de San • El criterio físico, que se basa en la existencia de
Justo” pues algunos pensaríamos que estas últimas un conjunto de constructos materiales fijos al
forman parte de la primera. Conviene por lo territorio, normalmente un entramado de edificios
tanto aclarar algunas cuestiones. y calles. Según este criterio, una localidad se define
como una aglomeración.
En términos generales, podría aceptarse que
estamos hablando de una unidad de asentamiento La adopción de cualquiera de estos criterios per-
de población, un espacio en el que se concentra mitirá definir localidades, y sobre esta base se
población. Claro que esto requiere ser definido y podrá observar la realidad para detectarlas y
precisado aplicando algún o algunos criterios caracterizarlas: se podrá saber cuántas hay en un
fundamentados, a partir de los cuales poder territorio determinado (por ejemplo, un país),
observar la realidad y detectar aquello que fuera cuántos habitantes tiene cada una de ellas, a qué
definido por Tisdale (1942) como “un punto de se dedican estos habitantes, o qué condiciones
concentración de población”. presentan sus viviendas.
César Vapñarsky (1998) realizó aportes sustantivos Debe advertirse que la adopción de uno u otro
para aclarar estas cuestiones. Entre otros temas, criterio para definir localidades no es neutro, ya
el autor sistematizó tres grandes criterios para que dará lugar a definir objetos que, en rigor, son
definir lo que se denomina localidad, la cual, una diferentes. Definir una localidad como comunidad
vez definida, podrá ser clasificada como urbana, local es lo más adecuado para comprender la
rural u otra categoría. Estos aportes tienen el estructura y dinámica social, ya que remite a una
mérito de plantear la cuestión relacionándola con unidad socialmente significativa; su definición
asuntos relevantes para la comprensión de la práctica, es decir su captación y delimitación, en
sociedad; además, sirven para dar nombres cambio, es sumamente compleja. Una localidad
precisos, y para “operacionalizar” la definición, como aglomeración puede captarse y definirse
esto es, guiar nuestra observación de la realidad más fácilmente, por ejemplo sobre la base de car-
para poder captar aquello que hemos definido en tografía (si se cuenta con ella); es la mejor apro-
términos conceptuales. ximación si lo que interesa es el equipamiento o
Como puede observarse, la propuesta recoge los Estamos ahora en condiciones de precisar res-
dos grandes ejes que ya hemos utilizado para puestas a la pregunta inicial. Cuando hablamos de
abordar el tema. En relación con la aglomeración, Buenos Aires, de esta gran ciudad en la que vivimos,
mantiene el criterio propuesto por César nos estamos refiriendo a un conjunto urbano amplio
Vapñarsky que fundamenta la denominación de y múltiple, integrado por varios componentes y
“aglomeración Gran Buenos Aires”. que puede abordarse desde distintas definiciones.
Para el área comprendida por la Capital Federal y La definición conceptualmente más sólida y para la que
los partidos, que se viene denominando Área contamos con información confiable, es la de la aglo-
Metropolitana de Buenos Aires, en cambio, se meración, que corresponde denominar Aglomeración
propone otra denominación, la de “Gran Buenos Gran Buenos Aires o, simplemente, Gran Buenos Aires.
Aires”. Desconocemos cuáles son los funda- Su definición precisa se encuentra en el recuadro,
mentos en que se basa esta propuesta, pero pueden y no debe confundirse con lo que coloquialmente
hacerse algunas observaciones críticas al respecto. se ha denominado Gran Buenos Aires o conurbano.
Champion, Tony y Graeme Hugo (2004), New Forms of Vapñarsky, Cesar y Néstor Gorojovsky (1990), El creci-
Urbanization. Beyond the urban-rural dichotomy, Aldershot, miento urbano en la Argentina, Buenos Aires, Grupo Editor
Ashgate/IUSSP. Latinoamericano.
Hugo, Graeme y Tony Champion (2004), “Conclusions Villa, Miguel y Jorge Rodríguez, (1997), “Dinámica socio-
and Recommendations”, en Tony Champion y Hugo demográfica de las metrópolis latinoamericanas durante la
Graeme., New Forms of Urbanization. Beyond the urban- segunda mitad del siglo XX”, en Notas de Población, nº 65,
rural dichotomy, Aldershot, Ashgate/IUSSP, pp.365-384. Santiago de Chile, CELADE, pp. 17-109.
A LA búsqueda del "vaís urbano"
151
148 -
Con el edificio se creaba una nueva imagen pública de la institu-
ción, vinculada a la modernidad y el progreso, y a la creciente
intervención del Estado en la configuración del territorio; era una
consecuencia de su actividad a la vez que un símbolo de su pro-
grama institucional.
Los gobiernos provinciales, aunque de manera desigual de acuer-
do con sus recursos y su orientación política, avanzaron en senti-
dos similares al planteado por el gobierno nacional, en muchos
casos superando sus propuestas. El gobierno del Partido Demó-
crata Nacional en Mendoza (1932-43), por ejemplo, sobre todo
durante la gestión de Guillermo Cano (1935-38), además de desa-
rrollar una amplia protección a la industria vitivinícola, estimuló
la producción de cemento, el petróleo y el turismo, y propuso un
amplio plan de obras públicas donde se destacaban las áreas de
vivienda, salud y educación; en 1940 se llamó a concurso para la
concreción de un Plan Regulador para la ciudad de Mendoza. En
el caso de la provincia de Buenos Aires, el gobernador Manuel A.
Fresco (1936-1940) sólo redujo la ambición de sus planes provin-
ciales de obras públicas cuando el gobierno nacional negó autori-
zación para continuar emitiendo los empréstitos provinciales que
los financiaban. Una amplia acción de equipamiento para las ciu-
dades provinciales (cementerios, sedes gubernamentales, matade-
ros, aeródromos) coexistió con proyectos de vivienda urbana (se
creó el Instituto de la Vivienda Obrera) y rural (a través del Institu-
to Colonizador de la provincia, otra de las promociones de su go-
bierno) y con importantes obras ligadas al turismo.
El reconocimiento del valor de las obras públicas no era exclu-
sivo de los conservadores, sino que se extendía a muchos otros
grupos políticos. El bloquismo sanjuanino, durante el gobierno de
Federico Cantoni (1932-1934), impulsó la construcción de em-
presas con fúerte participación estatal (Bodegas del Estado, Azu-
carera de Cuyo y Marmolería del Estado), a la vez que se mantuvo
particularmente activo en áreas como vialidad, irrigación y vivienda
rural. Los gobiernos radicales de Córdoba (Amadeo Sabattini y
Santiago del Castillo, 1936-43), a través de su eslogan electoral
"Agua para el Norte, caminos para el Sur y escuelas para toda la
provincia", ponían también en primer plano las obras públicas.
A su vez, ciertas r e p a r t i c i o n e s estatales d e s a r r o l l a r o n n o t a b l e s
a m p l i a c i o n e s d e su p r o d u c c i ó n a nivel nacional. La D i r e c c i ó n de
I n g e n i e r o s Militares c o n s t r u y ó cuarteles en distintos p u n t o s del
país y obras de particular envergadura en Buenos Aires, cuyo inte-
rés trascendía el plano militar para insertarse en una renovación
más global de la producción arquitectónica. Fue el caso del barrio
de viviendas Sargento Cabral en Campo de Mayo, o del Hospital
Militar Central.
En la mayor parte de estos ejemplos se hace presente la explota-
ción de la capacidad simbólica y expresiva de la arquitectura mo-
derna por parte del Estado. Su lenguaje de formas geométricas,
techos planos, muros desnudos y blancos, expresaba mucho más
que cambios internos a la arquitectura: a través de imágenes, des-
plegaba un discurso que hablaba de progreso y de una transforma-
ción productiva basada en la técnica. Por otra parte, se trataba de
un lenguaje fuertemente asociado a lo urbano, cuya incorporación
al paisaje del campo o de las pequeñas localidades del interior
evocaba también las consecuencias deseables de tal transforma-
ción en la dimensión social y cultural; el progreso rescataría de su
atraso al habitante del interior. Campo y ciudad dejarían de ser
antagonistas, para que el primero se transformara en una suerte de
prolongación de la segunda.
Más allá de estos significados básicos que se reiteraban en las
propuestas modernizadoras estatales, existieron variantes en cuanto
a elecciones formales y a modelos de referencia. Así, la moderni-
dad que proponía la arquitectura de los planes de Fresco era más
audaz que el austero racionalismo de los planes mendocinos o el
elegante modernismo de las escuelas cordobesas. La especie de
expresionismo mal templado que caracterizó buena parte de los
edificios construidos en el interior de la provincia de Buenos Ai-
res puede ser juzgado, a primera vista, como mera extravagancia
formal, pero en realidad tensa y extrema una búsqueda de expresi-
vidad político-cultural de la arquitectura que fúe propia de buena
parte de la producción estatal de la década. La monumentalidad
modernista de las obras promovidas por Fresco se proyectaba como
una representación elocuente de modernidad y progreso, directa y
carente de ambigüedad. Cargada por un fúerte programa simbóli-
co, esta arquitectura parecía obligada a apelar a todos los recursos
para ser visible, construyendo nuevos hitos urbanos o territoriales
que señalaran la radical novedad de los programas económicos,
sociales o culturales que encarnaban. La extrañeza con respecto a
su entorno inmediato, en lo que atañe a forma, colores o dimensio-
nes, era deliberada, porque constituía la imagen de un cambio que
154
se iniciaba en el presente, a la v e z q u e c o n t e n í a u n a p r o m e s a d e
f u t u r o ; esta a r q u i t e c t u r a se erigía al m i s m o t i e m p o c o m o instru-
m e n t o y símbolo del cambio. La sólida alianza e n t r e a r q u i t e c t u r a
m o d e r n a y E s t a d o f u e central para la difusión de las f o r m a s y esté-
ticas m o d e r n i s t a s en la sociedad. Y a m b o s f u e r o n los h e c h o s ca-
racterísticos de los a ñ o s treinta, a u n q u e las rutinas del eclecticis-
m o no a b a n d o n a r o n los t a b l e r o s de d i b u j o de las reparticiones es-
tatales de un día para el otro.
Sin embargo, las acciones llevadas a la práctica fueron notable-
mente inferiores a las carencias que se detectaban. Hubo, por ejem-
plo, un notable atraso en el desarrollo de la infraestructura de ae-
ropuertos, ya que la construcción de uno para Buenos Aires fue
propuesta por el Congreso en 1932, pero los estudios sobre su lo-
calización tomaron más de una década, demorando la concreción
de la obra, que se inició recién en 1944 en la localidad de Ezeiza.
Otro caso fue el de diques y represas hidroeléctricas, que comen-
zaron a planificarse a fines de la década del treinta (El Cadillal en
Tucumán o El Nihuil en Mendoza), pero cuya construcción efecti-
va fue impulsada recién por el peronismo. Finalmente, la inter-
vención del Estado en la construcción de viviendas masivas, en-
tendida como un conjunto de acciones planificadas, sostenidas en
el tiempo y relevantes desde el punto de vista cuantitativo, fue
otro tema que se vio postergado en la práctica hasta que el pero-
nismo las encaró.
La modernización, entonces, encontraba sus límites. En ellos es
posible reconocer las huellas del conservadurismo político de sus
impulsores, sus dudas e incertidumbres frente a los grandes cam-
bios que estaban enfrentando, y su prudente apego a una política
fiscal equilibrada. Pero tales límites no afectan el impacto del vo-
lumen de lo realmente realizado, y esto se tradujo en el imaginario
social bajo la forma de un lugar común de larga duración, los go-
biernos conservadores "hacen obra". Esto significaba que "hacer
obra" a través de emprendimientos públicos era sinónimo de "buen
gobierno", en un argumento donde la política era entendida como
"progreso" en el "bienestar general", interpretación alentada por
los nuevos roles del Estado en la vida social. "Los conservadores
roban, pero hacen obra": gobiernos que fúeron sinónimo de co-
rrupción, fraude electoral o intimidación política, se legitimaban
en su capacidad ejecutiva a través de la obra pública. Desde este
punto de vista, la obra pública y sus imágenes adquirían una nueva
155
dimensión simbólica, ya que parecían tomar partido dentro de la
vieja alternativa administración/política. La obra pública permitía
a los conservadores presentarse como eficaces administradores
empeñados en una tarea amplia y patriótica, que buscaba el bien
común, y desvinculada generosa y asépticamente de los intereses
partidarios o sectoriales con los cuales identificaban a "la política".
La red de caminos
156
Como resultado de esa expansión, el transporte automotor co-
m e n z ó a producir una transformación en las comunicaciones. Ya a
mediados de la década del veinte se había intensificado un debate
sobre los medios de transporte, dentro del cual ocupaban un lugar
central las disputas de los productores rurales con los ferrocarriles
británicos por la incidencia de las tarifas de transporte en el costo
de la producción. La necesidad de desarrollar nuevos medios de
transporte era vista como una urgencia por los sectores que pro-
pugnaban una modernización de la infraestructura: Alejandro
Bunge y su Revista de Economía Argentina venían siendo ejem-
plos de esa actitud, observada con recelo por las empresas británi-
cas y, por esa razón, sin una acogida entusiasta en ámbitos ofi-
ciales.
Los prestigios del transporte automotor combinaban variados
argumentos, su modernidad técnica, su novedad empresarial (que
contraponía los éxitos de la industria norteamericana frente a la
decadencia irremisible de la británica), la ductilidad que le permi-
tía llegar con baja inversión a zonas alejadas, la posibilidad de
desarrollo de pequeñas empresas no monopólicas para el trans-
porte de carga, el desarrollo de industrias locales que proveían
parcialmente a las automotrices. Con esos argumentos, en Buenos
Aires toda la oposición progresista, y buena parte de la opinión
pública, se pronunciaban en contra del monopolio británico del
sistema de tranvías y subterráneos, y a favor de la revolución del
transporte urbano que había significado el surgimiento del colec-
tivo.
Así se generalizó desde los años veinte la oposición entre el
ferrocarril y los transportes de motor de explosión en todo el país.
Como resultado, el camino aparecía enfrentado a todo aquello que,
en la economía y el territorio argentinos, representaba el trazado
ferroviario, sinónimo de los males del país, especialmente de la
crisis de la producción rural y del crecimiento desacompasado de
las diferentes regiones argentinas. Por ello, la construcción de ca-
minos era entendida como una demorada reafirmación de la na-
cionalidad oprimida por la "tela de araña" que habían tendido los
intereses británicos sobre el mapa nacional. Tal interpretación es-
taba difundida en un amplísimo espectro político, que reunía des-
de la izquierda hasta los sectores nacionalistas, y que presentaba
al camino como un símbolo de la voluntad de desarrollo económi-
co nacional. Curiosamente, la acción gubernamental de la década
157
del treinta fue la que materializó aquellos núcleos ideológicos de
los que serían sus opositores.
En efecto, la construcción de carreteras tuvo por entonces un
desarrollo que no se igualaría por décadas. El principal impulso a
la vialidad tuvo lugar en los inicios de la presidencia de Justo a
través de la ley 11.658/32, que creó un nuevo fondo nacional de
vialidad destinado al estudio, trazado y construcción de caminos y
obras anexas, obtenido por un impuesto sobre la nafta y los
lubricantes. En el mismo año se había creado, dentro del Ministe-
rio de Obras Públicas, la Dirección General de Vialidad de la Na-
ción, sobre la base de dos reparticiones existentes. La ley 11.658
daría a este ente administrador de fondos, proyectista y ejecutor de
obras, una mayor autonomía, ascendiéndola a Dirección Nacio-
nal. Entre 1932 y 1939, durante la gestión del ingeniero Justiniano
Allende Posse, integrante del círculo más estrecho vinculado al
presidente Justo, Vialidad construyó la parte principal de la red
caminera que estructuraría por décadas las comunicaciones nacio-
158
nales. En 1932, el país disponía sólo de alrededor de 2.000 km de
caminos de tránsito carretero permanente; para 1944 la red nacio-
nal se había ampliado a casi 60.000 km, con más de 30.000 km de
caminos de tránsito permanente y más de 3.000 km en construc-
ción, a los que se sumaban aproximadamente 8.000 km de cami-
nos provinciales.
El plan integral delineado por la Ley de Vialidad preveía la unión
de las capitales y los centros de producción, y el acceso a los paí-
ses limítrofes, a los puertos y estaciones ferroviarias. El trazado de
la red nacional o troncal constituyó una preocupación inmediata:
Buenos Aires, Bahía Blanca, Rosario y Santa Fe en el litoral, Cór-
doba en el centro del territorio, Salta y Resistencia en el norte,
fueron los centros camineros del sistema. Las características espe-
cíficas de la región patagónica aconsejaron la construcción de dos
rutas paralelas de dirección norte-sur, vinculadas por rutas trans-
159
versales. En cuanto a la comunicación con países limítrofes desde
Buenos Aires, en la ruta 9 (Panamericana) hacia Bolivia se regis-
traron los progresos más rápidos, a la vez que se avanzaba de ma-
nera algo más lenta hacia Chile, Paraguay y Brasil. Para 1940, los
objetivos iniciales del plan se consideraban cumplidos. Privile-
giando la integración nacional, los trabajos iniciales se desarrolla-
ron en el interior del país, aunque ya a mediados de la década se
emprendió el plan de acceso inmediato a las grandes ciudades,
que comenzó con el trazado de la avenida de circunvalación Ge-
neral Paz en Buenos Aires, en 1936. Era éste un proyecto experi-
mental cuyos principios pensaban trasladarse más tarde a Rosario,
Córdoba y Bahía Blanca.
Las empresas británicas, ante la evidencia de que no podían
impedir el desarrollo vial, buscaron al menos que complementara
su propio trazado, proponiendo a las estaciones principales de fe-
rrocarril como cabeceras de subsistemas viales locales. Sin em-
bargo, vieron todas sus aspiraciones derrotadas, ya que la red ca-
minera se construyó en franca competencia, organizando una red
troncal paralela a las principales vías férreas nacionales. De tal
modo, el volumen de cargas por ferrocarril descendió hasta el bor-
de de la extinción a lo largo de la década. Y aquí aparece una de las
grandes paradojas presentes en el trazado vial, ya que la oposición
brutal entre ambos sistemas alejó el reclamo opositor y la política
del gobierno de toda posibilidad de planificación racional de un
trazado coordinado nacional que capitalizara la infraestructura ins-
talada (cuando se dispuso la "Coordinación de Transportes" fue
apenas un intento fallido por prolongar el control británico
monopólico). Y, sobre todo, duplicó en asfalto el problema ya exis-
tente en el riel: la configuración radial sobre Buenos Aires que,
pese a la potencial flexibilidad del camino y el motor, no tardaría
en estabilizarse con consecuencias de larga duración.
El petróleo
160
había sido creada durante el primer mandato de Yrigoyen y estuvo
comprometida con la campaña por la nacionalización del petró-
leo, uno de los conflictos agudos del segundo mandato, al punto
de que en la literatura de la época el golpe del 6 de setiembre fue
bautizado como "golpe petrolero". De hecho, notorios represen-
tantes de la Standard Oil, la competencia norteamericana, forma-
ron parte del gabinete de Uriburu y esa empresa consolidó su po-
der en Salta. Sin embargo, YPF experimentó un notable desarrollo
a lo largo de la década abierta en 1930.
En 1931, la tarea de extensión de la empresa había encontrado
un hito importante en el contrato firmado con la provincia de Men-
doza, que le permitió monopolizar toda la producción petrolera de
la región; en 1932 se aprobó la primera Ley Nacional de Petróleo
y en 1934 se limitaron las concesiones privadas y se convirtió todo
el país en reserva fiscal. La participación de YPF en el mercado de
combustibles, en expansión por el inicio de la red caminera, au-
mentó progresivamente entre 1931 y 1934. En este último año, la
empresa se lanzó a propagandizar su tarea con un fuerte contenido
ideológico, a la vez que ampliaba los cuerpos técnicos dedicados a
la proyección y ejecución de obras —Jorge De la María Prins,
responsable de la mejor producción arquitectónica de la empresa,
ingresó por entonces a la Oficina de Ingeniería—.
Entre las obras emprendidas se contó el barrio obrero para la
destilería de La Plata y la gran campaña de construcción de esta-
ciones de servicio, lanzada en 1936. En las estaciones de servicio,
el estilo moderno era utilizado como imagen establecida en los
modelos proyectados en serie desde la dirección central, que los
concesionarios debían respetar y reproducir. Las estaciones fun-
cionaban como una suerte de comandos de vanguardia tecnológi-
ca, sinónimos de progreso y modernización. La vocación didácti-
ca de la arquitectura elegida era evidente: un modernismo estiliza-
do, con claros motivos icónicos (formas náuticas, pilotes, superfi-
cies lisas y blancas). Contenido similar al del edificio de los labo-
ratorios de la empresa en Florencio Varela (una de las mejores
obras del período), la Destilería San Lorenzo, y el vasto complejo
industrial, residencial y recreativo de Comodoro Rivadavia, todos
iniciados en 1937.
Al mismo tiempo, el petróleo se convertía también en un com-
bustible fundamental para las industrias, de modo que todas las
derivaciones de la industria petrolera parecían desembocar natu-
• 161
raímente en la presenta-
ción de YPF como una
empresa modernizadora
y pujante, pionera en el
d e s c u b r i m i e n t o y la
atención de lejanas zo-
nas del país a las que
hacía llegar el progre-
so. "YPF hace caminos,
YPF hace patria", fue
una de las característi-
cas leyendas publicita-
rias que comenzó a usar
la empresa en los años
treinta, acompañada por
fotografías que mostra-
ban una brecha abierta
en la selva norteña, un
automóvil atravesando
veloz un nuevo camino
recién desbrozado o la
inauguración de una mo-
dernísima estación de
servicio en un pequeño
poblado provinciano, en
el que debía producir un efecto de modelo técnico y estético.
Esta imagen se apoyaba también en la relación de la empresa
con otras prácticas muy novedosas y llamativas, de exitosa expan-
sión social, como el deporte y el turismo. YPF impulsó a nivel
nacional el automovilismo, en su modalidad de Turismo Carrete-
ra, que funcionó durante las décadas del treinta y el cuarenta como
vertebrador social y cultural de muchos pueblos del interior, intro-
duciendo pautas modernizadoras y de integración regional. El
automovilismo realimentó también el desarrollo de una miríada
de pequeños talleres de autopartes, bases sobre las cuales se
expandiría en las décadas siguientes la industria automotriz local.
A su vez, YPF desarrollaba acciones que contribuyeron con la ex-
tensión a las clases medias del turismo, que dejaba de ser una prác-
tica de elite, convirtiéndose en el mecanismo privilegiado del "co-
nocimiento de lo propio" inseparable de la constitución de un ima-
162
ginario nacional. YPF realizó un verdadero amojonamiento de las
rutas del país: sólo en el plan que realizó juntamente con el Auto-
móvil Club Argentino, entre 1938 y 1943, construyó 180 estacio-
nes de servicio con sedes sociales en las principales ciudades, cam-
pings, servicios recreativos y técnicos.
Modernización, nuevas técnicas, nuevas prácticas sociales, in-
dustrialización, desarrollo del territorio. Todas esas valencias se
anudaban de manera inequívoca en la imagen que construía YPF.
Pero también, y muy especialmente, soberanía e interés nacional,
consolidando un imaginario nacionalista y favorable a la autono-
mía económica del país. En efecto, las implicancias telúricas del
petróleo como recurso natu-
ral propio, radicado en las
profundidades de lejanos
rincones de la nación, suma-
das a su creciente inciden-
cia en la producción indus-
trial y a las pujas interimpe-
rialistas por su control, se
prestaban adecuadamente
para campañas nacionalistas
que intentaban imponer los ® ® .f/ í*liando
p r o d u c t o s de la empresa Í Í
como quintaesencia de lo
argentino. |< s una verdad
tibie la
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argentinidad de
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lización del mismo con la tonal propio, que es argén- i <lt u< ron en su cese
trial a r g e n t i n a , y d i s t r i b u y e '*m"Iu"dlía'll * U i n
por apoderarse de los cam- productos con elementos '«.""'ÚT.'pid.
fono o carta "ó.'Iclí-
« VPF
163
planteando una paradoja similar a la de la construcción de la red
vial, sobre todo si se piensa en el modo en que ha quedado estig-
matizada la acción estatal de la década. Es que el "crear mercado"
tenía también implicancias ideológicas y culturales, más aún si se
atiende a la composición de un grupo de colaboradores íntimos
del presidente Justo. Todos ellos pertenecían, como él mismo, a
una corporación profesional con una matriz ideológica muy parti-
cular, la ingeniería, que desde finales del siglo XIX venía levan-
tando las banderas de un "nacionalismo técnico" de fuerte arraigo
en las oficinas públicas, donde se formaron los nuevos cuerpos
técnicos del Estado nacional. Las principales políticas de los go-
biernos conservadores, entonces, coincidieron casi puntualmente
en una suerte de "nacionalismo objetivo" con los principales
lincamientos que, por ejemplo, proponían los hermanos Irazusta
en La Argentina y el imperialismo británico, un libro fundador del
revisionismo que apareció en el mismo año de 1934, o con pro-
puestas posteriores de Scalabrini Ortiz. Se trataba en todos los
casos de promover una industrialización parcial para aumentar el
mercado interno y el desarrollo de la producción nacional de pe-
tróleo, de la infraestructura vial y del transporte automotor.
El turismo
Desde los años veinte, el turismo dentro del país había sido
impulsado como recreación masiva por periódicos modernizado-
res de los hábitos sociales como Crítica, que destinaba correspon-
sales en las zonas pintorescas del país. Se otorgaba al turismo una
función "civilizadora" de doble vía, vinculada al conocimiento del
país: "desprovincializar" a los habitantes del interior, para borrar
los rastros de "odioso regionalismo", y "argentinizar" a los porte-
ños, que "conocen en sus mínimos detalles el París elegante" pero
"ignoran paladinamente cómo se vive en el interior de su propia
tierra". Esos movimientos se creían indispensables para la consti-
tución de una "nacionalidad moral", como sostenía Critica en se-
tiembre de 1922. La expansión del turismo tenía dos vertientes: el
arraigo a los sitios argentinos del turismo de elite, inviniendo el
hábito prestigioso del viaje a Europa, y la incorporación de los
164
sectores medios y popula-
res al nuevo turismo ma-
sivo.
Las primeras ampliacio-
nes en ambos sentidos ha-
bían comenzado durante los
años de la Primera Guerra
Mundial, pero el progreso
más notable ocurrió en la
década del veinte, con la
consolidación de las clases
medias aunada a la difusión
del automóvil y a ciertas
políticas sectoriales, como
la de la comuna de Mar del
Plata controlada por el Par-
tido Socialista, tal cual de-
muestra Elisa Pastoriza. El
principal desarrollo se ex-
perimentó en esa ciudad y
en las sierras de Córdoba:
tanto la elite como las cla-
ses medias preferían, fren-
te a la sublimidad de cier-
tos escenarios naturales, la
suavidad y benignidad de los paisajes pintorescos, aquellos espa-
cios naturales colonizables por el hombre de manera relativamen-
te sencilla y que aludían a la naturaleza como sereno y confortable
marco de la vida social. Más aún, el veraneo de la elite tuvo siem-
pre una marcada predilección por aspectos mundanos y de
interacción social. La ruleta era un elemento imprescindible para
atraerla; clubes, cines, posibilidades de prácticas deportivas diver-
sas, confort, eran factores necesarios para satisfacer gustos sofisti-
cados y formas de sociabilidad complejas, que serían también adop-
tadas por los sectores medios.
Ese doble proceso de ampliación registró un salto cualitativo en
los años treinta. En el caso del turismo de elite, el viaje a Europa
se vería nuevamente postergado, en principio por la crisis y el con-
trol de cambios, más tarde por el clima bélico. En el caso del turis-
mo masivo, transformaciones legislativas como el sábado inglés
165
de 1932 o las vacaciones pagas, que se sancionaron por primera
vez para el sindicato de comercio en 1934, favorecieron la genera-
lización del hábito entre la clase media, alentando un proceso que
luego extendería el peronismo a los sectores obreros. Ciertas insti-
tuciones, como la Asociación Cristiana de Jóvenes, la Casa de la
Empleada y el Club Argentino de Mujeres, disponían de casas de
veraneo para sus asociados en Sierra de la Ventana, Cosquín y
Mar del Plata, comenzando a trascender así las posibilidades de
acceso individual al veraneo y esbozando las bases de lo que sería
más tarde el turismo sindical. En el mismo sentido, pero dentro de
la acción estatal, a fines de la década la ley 12.669 disponía la
construcción de hosterías y hoteles de turismo en San Luis, La
Rioja y Catamarca. El incremento del turismo en esos años puede
medirse a través del caso de Mar del Plata, donde las cifras de
turistas pasaron de 65.000 en 1930 a 380.000 en 1940, registrando
así casi el 500% de aumento.
El cambio fundamental que se produjo en los años treinta radi-
148 -
có en la actividad estatal en la cual la expansión de la red camine-
ra jugó un rol central. La pavimentación de la ruta 2 a Mar del
Plata, inaugurada en 1938, fue un hito en el proceso de ampliación
del turismo, del mismo modo que el nuevo equipamiento urbano
promovido por el gobierno provincial, como el balneario de Playa
Grande de 1935 y la nueva rambla con el Casino y Hotel Provin-
cial iniciados en 1938, todas obras de Alejandro Bustillo. Mar del
Plata se publicitaba entonces como "la ciudad de todos", en el
aparente convencimiento de que el avance de los sectores medios
podía no ser contradictorio con la permanencia de la elite, que se
mantendría fiel al carácter mundano de la ciudad si su equipa-
miento era modernizado e incrementado. Mar del Plata, entonces,
constituía la expresión más clara del doble sentido en que era pen-
sada la ampliación del turismo, y de la forma en que era usado lo
que se consideraba su también doble base material, rutas y equipa-
miento. Allende Posse, director de Vialidad, expresaba sintética-
mente en un artículo de la revista El Hogar el doble carácter de tal
base material: "El turismo —decía— necesita caminos... y coci-
neros."
En la presentación que hacía de su primer número extraordina-
rio dedicado al turismo, en noviembre de 1933, El hogar parecía
continuar las expresiones del diario Crítica de la década anterior:
"Fomentar el turismo es hacer obra patriótica [...] (El viaje a Euro-
pa debe dejar de constituir) el objetivo de los ricos y el ideal de los
pobres que aspiran a un mejor estado de fortuna para alcanzarlo".
Sin embargo, la diferencia sustancial entre los textos de las dos
publicaciones es que el autor de este último era Manuel R. Alvarado,
ministro de Obras Públicas: era el Estado quien ahora lideraba un
proceso que había sido reclamado anteriormente por sectores pro-
gresistas o modernizadores de la sociedad.
167
tomática y muestra una concatenación de ideas que vinculan dis-
tintos campos de acción sobre el territorio nacional. La Dirección
General de Parques Nacionales creada por ley 12.103 de 1934, se
encontraba en el ámbito del Ministerio de Agricultura, aunque go-
zando de una amplia autonomia; administraba parques o reservas
nacionales, definidos como "porciones del territorio de la Nación,
que por su extraordinaria belleza o en razón de algún interés cien-
tífico determinado, fueran dignas de ser conservadas para uso y
goce de la población de la República". La misma ley creaba los
parques nacionales de Nahuel Huapi e Iguazú, y por decreto
105.433/37 se crearon las reservas nacionales Perito Moreno, Los
Glaciares, Lanín, Los Alerces y Copahue para la constitución de
nuevos parques en el fúturo.
La característica central del programa, tal como fúe delineado
por Bustillo, no respondió tanto al concepto conservacionista de
reservas naturales (típico en los Estados Unidos) como al intento
de construcción de grandes enclaves modernizadores, relacionan-
do el turismo con la pavimentación, el transporte, la hotelería, pero
también con la transformación del hábitat rural y con nuevos em-
prendimientos económicos. La llegada del camino, el hotel y el
turista comenzaban a ser vistos como avanzadas de nacionaliza-
ción en las fronteras más alejadas, como puesta en práctica de la
soberanía territorial, objetivos coincidentes con los de Gendarme-
ría Nacional, creada en 1938. Los parques nacionales quedarían
marcados por ese origen vinculado al anhelo de consolidar zonas
de frontera, y buena parte de los emprendimientos modernizado-
res de los años treinta tendrían ese carácter estratégico. En verdad,
se trataba de otra vertiente del "nacionalismo objetivo" aplicado a
la transformación territorial, en alimentación mutua con los temas
económicos o de la identidad cultural.
Tanto la zona del Nahuel Huapi como la del Iguazú tenían una
historia como símbolos de soberanía nacional que se remontaba a
comienzos de siglo; ya se les había asignado un específico valor
geopolítico que presidiría toda la actividad de su ocupación. Pero
recién en la década del treinta tuvo lugar una acción decidida por
parte del Estado, basada en el objetivo de integrar la industria del
ocio y el turismo en la tarea de puesta en régimen y explotación
del territorio nacional. En tal sentido, el impulso brindado al Nahuel
Huapi superó notablemente los esfuerzos destinados al Iguazú, ya
que se juzgaba que el potencial económico del Sur era mayor que
168
el de la selva tropical, y que permitiría competir con el turismo
desarrollado en Europa.
El impulso en el Nahuel Huapi comenzó en 1934, cuando se
completó la línea de ferrocarril que lo unía con la capital. Poco
después, la Dirección Nacional de Vialidad construyó unos 300
kilómetros de pavimento dentro del parque y la navegación en el
lago quedó garantizada por la construcción del buque Modesta
Victoria. La arquitectura, encargada por Exequiel Bustillo a su
hermano Alejandro, jugó un papel destacado en la transformación
del área: desechando las imágenes que había desarrollado en Mar
del Plata, tanto el modernismo de Playa Grande como el clasicis-
mo del hotel y casino, Bustillo proyectó el hotel Llao-Llao en una
arquitectura pintoresquista de piedra y madera. Asimismo, realizó
una serie de obras menores en el Parque, redactó las normas gene-
rales de urbanización y fijó los estilos para Bariloche, a los que se
ajustó el centro cívico proyectado por Ernesto De Estrada, inaugu-
rado entre 1936 y 1940. Tal arquitectura pretendía armonizar con
el paisaje circundante a través del uso abundante de madera y pie-
dra y, por otro lado, se proponía civilizar su carácter agreste a tra-
vés de la presencia humana condensada en obras, configurando
definitivamente las imágenes adecuadas a la anhelada "Suiza ar-
gentina". Se promovieron instalaciones deportivas, especialmente
de esquí, se reforestaron áreas, se adaptaron nuevas especies de
valor comercial, se importaron ciervos y se introdujeron colonias
de salmón. La apropiación del territorio era esencialmente trans-
formadora, aunque se planteara en vinculación con valores inhe-
rentes al sitio.
La vasta operación territorial incluía también el fraccionamien-
to de ciertos sectores para su venta y la posterior organización de
villas de turismo; muchos lotes habían sido adquiridos previamente
por Exequiel Bustillo, en una operación francamente especulati-
va. Los 1.550 turistas de 1934 se incrementaban a 4.000 en 1940,
siempre dentro del universo del turismo de elite. Bustillo conside-
raba que sólo la explotación económica de las prácticas de elite
podía construir, consolidar e imponer los nuevos espacios libra-
dos al turismo; otros efectos de carácter social vendrían más tarde,
por añadidura, y en los meses estivales, lejos de los costosos equi-
pamientos del esquí. Así, su propuesta se diferenciaba netamente
de la que realizó Fresco para Mar del Plata, que apostaba a la am-
pliación del turismo masivo. Sin embargo, no eran vistas como
políticas contradictorias, sino como dos caras, la nacionalista y la
cosmopolita, que convivían en el eslogan de "crear mercado".
El w e e k e n d
170
Como ofertas para el weekend, a la tradicional opción de la vi-
vienda individual se sumaron nuevas p r o p u e s t a s d e vivienda agru-
pada, como los primeros country-clubs que comenzaron a surgir en
la época: el Tortugas en 1930 y el Hindú a fines de la década. Orga-
nizados a partir de instalaciones deportivas (en particular deportes
terrestres, polo y golf), vinculaban vivienda y deporte de una ma-
nera nueva, sobre la base de referencias norteamericanas que co-
menzaban a extenderse en algunas ciudades de Latinoamérica. Los
country-clubs de la década del treinta eran iniciativas de elite; for-
maban parte de una diversificación de los espacios del ocio selecta
y exclusiva, pero indicaban claramente el peso cada vez mayor que
las prácticas deportivas ganaban en el conjunto de la sociedad.
La ampliación a los sectores acomodados de las clases medias
de la práctica del weekend fuera de la ciudad se vinculaba con el
proceso de modernización de los modos y espacios del habitar
doméstico. Fue aquél un momento de intensa transformación de
las tipologías de vivienda, en el que cambió la disposición de los
ambientes; se abandonó la tradicional "casa chorizo" para adoptar
la moderna casa de "planta compacta". También se incrementó la
tecnificación del hogar, especialmente el equipamiento electrodo-
méstico y sanitario, mientras aparecían nuevas estéticas caracteri-
zadas por la simplicidad y la ausencia de ornamento. En 1933 co-
menzaba a publicarse la revista Casas y Jardines, representante de
estas nuevas tendencias y dedicada sobre todo a la vivienda subur-
bana, de weekend o de veraneo. La nueva publicación ilustró el
gusto del momento a través de sus protagonistas privilegiados, la
casa racionalista y el chalé californiano, variantes modernista y
rústica de un nuevo afán modernizador de los espacios del habitar.
Por primera vez un emprendimiento editorial podría sostenerse en
el tiempo centrándose en la arquitectura y la decoración dirigidas
a un público no especializado; el hecho es indicativo del interés
que despertaba la transformación de la vivienda dentro de un mer-
cado relativamente amplio y en expansión.
171
de los nuevos tiempos: la casa de renta o departamentos desarro-
llada en altura se imponía como parte de una modernización gene-
ral de la ciudad. Fue éste un proceso reconocible en los distritos
centrales de Rosario, Córdoba y Mendoza, ejemplos de gran des-
pliegue constructivo en edificios de altura. Pero, como en otros
aspectos de la modernización, Buenos Aires lo emblematizó de
modo más completo. En esa ciudad, durante los años treinta se
construyó la masa de edificios de renta que todavía hoy caracteri-
za áreas completas de su zona central. Su construcción compro-
metió una importante ola de inversiones privadas que se mantuvo
incluso durante los años de la crisis, ya que el alquiler de departa-
mentos se consideraba una renta segura. Estos edificios generali-
zaron en la ciudad un perfil modernista de rascacielos blancos y
en ese rubro se obtuvo en 1935 uno de los "récords" en que se
apoyaba el orgullo porteño: el Kavanagh, el rascacielos "más alto
de Latinoamérica". Se trataba de una transformación radical de
los hábitos domésticos basada en la modernización tecnológica
del habitar.
172
El edificio de departamentos de renta fue producto de una ecua-
ción, directamente relacionada con el cálculo económico del cual
es el producto más directo, que vincula el sobrio modernismo de
las fachadas con la compactación de las plantas de los departa-
mentos, la consiguiente reducción de la superficie de las habita-
ciones, la racionalización y simplificación de los diseños y la in-
corporación de nuevos dispositivos y artefactos de confort, res-
pondiendo acabadamente a lo que en los años treinta se denomi-
naba una "concepción de vida moderna". Además de las nuevas
formas, los nuevos artefactos y los nuevos equipamientos, ella
implicó la exasperación del carácter de mercancía de la vivienda,
ya que el negocio estaba implícito desde la construcción, y se ex-
presaba en la propia forma de las unidades y en los equipamientos
colectivos que proponían una disgregación individualista de las
funciones tradicionalmente agrupadas en el "hogar". En general,
se la concebía como vivienda transitoria, porque se compartía con
otra o porque sus habitantes eran familias en formación, en franco
contraste con el anhelo de permanencia emblematizado por la vi-
vienda individual autoconstruida típica de las décadas anteriores.
De tal modo, la casa de renta también encarnó unas relaciones
hombre-habitar más plenamente modernas, tema percibido y cele-
brado por los medios que formaban opinión entre las clases me-
dias y altas urbanas.
Si esta renovación privada fue posible y tuvo tal impacto fue
porque formó parte de una modernización urbana emprendida por
el Estado, con inversiones cuya intensidad y coherencia sólo resis-
ten la comparación con la obra del intendente Torcuato de Alvear
en los años ochenta del siglo XIX. De tal modo, en 1936 Buenos
Aires podía celebrar el cuarto centenario de su primera fundación
en el apogeo de una modernización que definió su perfil urbano,
social y cultural por varias décadas. El intendente Mariano de Vedia
y Mitre (1932-1938) buscó constituir ese acontecimiento en un
punto de llegada de la vida de Buenos Aires marcado por su obra y
coronado por las transformaciones decisivas que se estaban pro-
duciendo de modo vertiginoso. Durante su gestión se ensancharon
las avenidas transversales desde Callao hasta el río, se finalizaron
las diagonales norte y sur, se inició la avenida 9 de Julio, se finali-
zó la avenida Costanera, se completó la red de subterráneos, se
rectificó el Riachuelo y se reemplazaron todos sus puentes tradi-
cionales con estructuras modernas, se entubó el arroyo Maldona-
do, se trazó la avenida General Paz, se consolidó y completó la
estructura de calles con infraestructura de servicios. Aunque algu-
nas de esas obras correspondían en los hechos a otras reparticio-
nes nacionales como el Ministerio de Obras Públicas o Vialidad
Nacional, se integraban en un proceso liderado por el municipio
que venía a completar la modernización urbana.
Que el proceso pudiera ser leído como la culminación de un
impulso anterior no es un dato menor de la performance de De
Vedia y Mitre, ya que eso implicaba que había logrado colocar su
obra en la estela del proyecto para Buenos Aires del intendente
Alvear, iniciado cincuenta años antes. Gracias a la intensidad de la
obra pública y a sus logros publicitarios, De Vedia y Mitre consi-
guió restituir en Buenos Aires el imaginario dinámico de las ciu-
dades modernas, recuperando el sentido de espectáculo urbano que
había caracterizado a Alvear. A lo largo de 1936 se demolió y abrió
la avenida Corrientes desde Callao a Pellegrini, y al otro año des-
de allí hasta Alem; cada dos meses se realizaban las inauguracio-
148 -
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nes parciales con gran sentido ritual. En un tiempo similar se de-
molieron las cinco manzanas completas que fueron el comienzo
de la avenida 9 de Julio. Para celebrar el cuarto centenario se le-
vantó en 60 días la obra cumbre, desde el punto de vista simbóli-
co, de toda la operación, el Obelisco, diseñado por Alberto Prebisch
en la Plaza de la República, intersección de tres avenidas en cons-
trucción y de dos líneas de subterráneos que también estaban en
obra.
De tal modo, se produjo una concentración de transformacio-
nes modernizadoras que parecían convertir a la Buenos Aires de
los años treinta en el lugar de realización del sueño modernista.
Las fotografías de la época muestran una ciudad desventrada, tra-
bajando día y noche en marcha febril de progreso. Roberto Arlt,
que en sus ficciones había ya figurado una Buenos Aires radical-
mente modernista, fue su cronista entusiasmado, mostrando la
atracción que ejerce una ciudad que ha decidido acelerar el porve-
nir. "El Intendente [...] parece regocijadamente dispuesto a tirar
abajo la ciudad", escribía Arlt en su columna del diario El Mundo,
nada habituada al elogio de la clase política.
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Capítulo I.
Neoliberalismo: un balance provisorio
Perry Anderson
Comencemos con los orígenes de lo que se puede definir como neoliberalismo en tanto
fenómeno distinto del mero liberalismo clásico, del siglo pasado. El neoliberalismo nació
después de la Segunda Guerra Mundial, en una región de Europa y de América del Norte
donde imperaba el capitalismo. Fue una reacción teórica y política vehemente contra el Estado
intervencionista y de Bienestar. Su texto de origen es Camino de Servidumbre, de Friedrich
Hayek, escrito en 1944. Se trata de un ataque apasionado contra cualquier limitación de los
mecanismos del mercado por parte del Estado, denunciada como una amenaza letal a la
libertad, no solamente económica sino también política. El blanco inmediato de Hayek, en
aquel momento, era el Partido Laborista inglés, en las vísperas de la elección general de 1945
en Inglaterra, que este partido finalmente ganaría. El mensaje de Hayek era drástico: “A pesar
de sus buenas intenciones, la socialdemocracia moderada inglesa conduce al mismo desastre
que el nazismo alemán: a una servidumbre moderna”. Tres años después, en 1947, cuando las
bases del Estado de Bienestar en la Europa de posguerra efectivamente se constituían, no sólo
en Inglaterra sino también en otros países, Hayek convocó a quienes compartían su orientación
ideológica a una reunión en la pequeña estación de Mont Pélerin, en Suiza. Entre los célebres
participantes estaban no solamente adversarios firmes del Estado de Bienestar europeo, sino
también enemigos férreos del New Deal norteamericano.
En la selecta asistencia se encontraban, entre otros, Milton Friedman, Karl Popper, Lionel
Robbins, Ludwig Von Mises, Walter Eukpen, Walter Lippman, Michael Polanyi y Salvador de
Madariaga. Allí se fundó la Sociedad de Mont Pélerin, una suerte de franco masonería
neoliberal, altamente dedicada y organizada, con reuniones internacionales cada dos años. Su
propósito era combatir el keynesianismo y el solidarismo reinantes, y preparar las bases de otro
tipo de capitalismo, duro y libre de reglas, para el futuro. Las condiciones para este trabajo no
eran del todo favorables, una vez que el capitalismo avanzado estaba entrando en una larga
fase de auge sin precedentes su edad de oro , presentando el crecimiento más rápido de su
historia durante las décadas de los ‘50 y ‘60. Por esta razón, no parecían muy verosímiles las
advertencias neoliberales de los peligros que representaba cualquier regulación del mercado
por parte del Estado. La polémica contra la regulación social, entre tanto, tuvo una repercusión
mayor. Hayek y sus compañeros argumentaban que el nuevo “igualitarismo” de este período
(ciertamente relativo), promovido por el Estado de Bienestar, destruía la libertad de los
ciudadanos y la vitalidad de la competencia, de la cual dependía la prosperidad de todos.
Desafiando el consenso oficial de la época ellos argumentaban que la desigualdad era un valor
positivo en realidad imprescindible en sí mismo , que mucho precisaban las sociedades
occidentales. Este mensaje permaneció en teoría por más o menos veinte años.
Con la llegada de la gran crisis del modelo económico de posguerra, en 1973 cuando todo el
mundo capitalista avanzado cayó en una larga y profunda recesión, combinando, por primera
vez, bajas tasas de crecimiento con altas tasas de inflación todo cambió. A partir de ahí las
ideas neoliberales pasaron a ganar terreno. Las raíces de la crisis, afirmaban Hayek y sus
compañeros, estaban localizadas en el poder excesivo y nefasto de los sindicatos y, de manera
más general, del movimiento obrero, que había socavado las bases de la acumulación privada
con sus presiones reivindicativas sobre los salarios y con su presión parasitaria para que el
Estado aumentase cada vez más los gastos sociales.
Esos dos procesos destruyeron los niveles necesarios de beneficio de las empresas y
desencadenaron procesos inflacionarios que no podían dejar de terminar en una crisis
generalizada de las economías de mercado. El remedio, entonces, era claro: mantener un
Estado fuerte en su capacidad de quebrar el poder de los sindicatos y en el control del dinero,
pero limitado en lo referido a los gastos sociales y a las intervenciones económicas. La
estabilidad monetaria debería ser la meta suprema de cualquier gobierno. Para eso era
necesaria una disciplina presupuestaria, con la contención de gasto social y la restauración de
11
una tasa “natural de desempleo”, o sea, la creación de un ejército industrial de reserva para
quebrar a los sindicatos. Además, eran imprescindibles reformas fiscales para incentivar a los
agentes económicos. En otras palabras, esto significaba reducciones de impuestos sobre las
ganancias más altas y sobre las rentas. De esta forma, una nueva y saludable desigualdad
volvería a dinamizar las economías avanzadas, entonces afectadas por la estagflación,
resultado directo de los legados combinados de Keynes y Beveridge, o sea, la intervención
anticíclica y la redistribución social, las cuales habían deformado tan desastrosamente el curso
normal de la acumulación y el libre mercado. El crecimiento retornaría cuando la estabilidad
monetaria y los incentivos esenciales hubiesen sido restituidos.
Ahora bien, ¿qué hicieron, en la práctica, los gobiernos neoliberales del período? El modelo
inglés fue, al mismo tiempo, la experiencia pionera y más acabada de estos regímenes.
Durante sus gobiernos sucesivos, Margaret Thatcher contrajo la emisión monetaria, elevó las
tasas de interés, bajó drásticamente los impuestos sobre los ingresos altos, abolió los controles
sobre los flujos financieros, creó niveles de desempleo masivos, aplastó huelgas, impuso una
nueva legislación anti sindical y cortó los gastos sociales. Finalmente y ésta fue una medida
sorprendentemente tardía , se lanzó a un amplio programa de privatizaciones, comenzando
con la vivienda pública y pasando enseguida a industrias básicas como el acero, la electricidad,
el petróleo, el gas y el agua. Este paquete de medidas fue el más sistemático y ambicioso de
todas las experiencias neoliberales en los países del capitalismo avanzado.
La variante norteamericana fue bastante diferente. En los Estados Unidos, donde casi no
existía un Estado de Bienestar del tipo europeo, la prioridad neoliberal se concentró más en la
competencia militar con la Unión Soviética, concebida como una estrategia para quebrar la
economía soviética y por esa vía derrumbar el régimen comunista en Rusia. Se debe resaltar
que, en la política interna, Reagan también redujo los impuestos en favor de los ricos, elevó las
tasas de interés y aplastó la única huelga seria de su gestión. Pero, decididamente, no respetó
la disciplina presupuestaria; por el contrario, se lanzó a una carrera armamentista sin
precedentes, comprometiendo gastos militares enormes que crearon un déficit público mucho
mayor que cualquier otro presidente de la historia norteamericana. Sin embargo, ese recurso a
un keynesianismo militar disfrazado, decisivo para una recuperación de las economías
capitalistas de Europa Occidental y de América del Norte, no fue imitado. Sólo los Estados
Unidos, a causa de su peso en la economía mundial, podían darse el lujo de un déficit masivo
en la balanza de pagos resultante de tal política.
12
En el continente europeo, los gobiernos de derecha de este período a menudo de perfil católico
practicaron en general un neoliberalismo más cauteloso y matizado que las potencias
anglosajonas, manteniendo el énfasis en la disciplina monetaria y en las reformas fiscales más
que en los cortes drásticos de los gastos sociales o en enfrentamientos deliberados con los
sindicatos. A pesar de todo, la distancia entre estas políticas y las de la socialdemocracia,
propia de los anteriores gobiernos, era grande. Y mientras la mayoría de los países del Norte
de Europa elegía gobiernos de derecha empeñados en distintas versiones del neoliberalismo,
en el Sur del continente (territorio de De Gaulle, Franco, Salazar, Fanfani, Papadopoulos, etc.),
antiguamente una región mucho más conservadora en términos políticos, llegaban al poder,
por primera vez, gobiernos de izquierda, llamados eurosocialistas: Mitterrand en Francia,
González en España, Soares en Portugal, Craxi en Italia, Papandreu en Grecia. Todos se
presentaban como una alternativa progresista, basada en movimientos obreros o populares,
contrastando con la línea reaccionaria de los gobiernos de Reagan, Thatcher, Kohl y otros del
Norte de Europa. No hay duda, en efecto, de que por lo menos Mitterrand y Papandreu, en
Francia y en Grecia, se esforzaron genuinamente en realizar una política de deflación y
redistribución, de pleno empleo y protección social. Fue una tentativa de crear un equivalente
en el Sur de Europa de lo que había sido la socialdemocracia de posguerra en el Norte del
continente en sus años de oro. Pero el proyecto fracasó, y ya en 1982 y 1983 el gobierno
socialista en Francia se vio forzado por los mercados financieros internacionales a cambiar su
curso dramáticamente y reorientarse para hacer una política mucho más próxima a la ortodoxia
neoliberal, con prioridad en la estabilidad monetaria, la contención presupuestaria, las
concesiones fiscales a los capitalistas y el abandono definitivo del pleno empleo. Al final de la
década, el nivel de desempleo en Francia era más alto que en la Inglaterra conservadora,
como Thatcher se jactaba en señalar. En España, el gobierno de González jamás trató de
realizar una política keynesiana o redistributiva. Al contrario, desde el inicio, el régimen del
partido en el poder se mostró firmemente monetarista en su política económica, gran amigo del
capital financiero, favorable al principio de la privatización y sereno cuando el desempleo
alcanzó rápidamente el record europeo de 20% de la población económicamente activa.
Mientras tanto, en el otro extremo del mundo, en Australia y Nueva Zelandia, un modelo de
características similares asumió proporciones verdaderamente dramáticas. En efecto, los
gobiernos laboristas superaron a los conservadores locales en su radicalidad neoliberal.
Probablemente Nueva Zelandia sea el ejemplo más extremo de todo el mundo capitalista
avanzado. Allí, el proceso de desintegración del Estado de Bienestar fue mucho más completo
y feroz que en la Inglaterra de Margaret Thatcher.
La prioridad más inmediata del neoliberalismo fue detener la inflación de los años ‘70. En este
aspecto, su éxito ha sido innegable. En el conjunto de los países de la OECD, la tasa de
inflación cayó de 8,8% a 5,2% entre los años ‘70 y ‘80 y la tendencia a la baja continuó en los
años ‘90. La deflación, a su vez, debía ser la condición para la recuperación de las ganancias.
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También en este sentido el neoliberalismo obtuvo éxitos reales. Si en los años ‘70 la tasa de
ganancia en la industria de los países de la OECD cayó cerca de 4,2%, en los años ‘80
aumentó 4,7%. Esa recuperación fue aún más impresionante considerando a Europa
Occidental como un todo: de 5,4 puntos negativos pasó a 5,3 puntos positivos. La razón
principal de esta transformación fue sin duda la derrota del movimiento sindical, expresada en
la caída dramática del número de huelgas durante los años ‘80 y en la notable contención de
los salarios. Esta nueva postura sindical, mucho más moderada, tuvo su origen, en gran
medida, en un tercer éxito del neoliberalismo: el crecimiento de las tasas de desempleo,
concebido como un mecanismo natural y necesario de cualquier economía de mercado
eficiente. La tasa media de desempleo en los países de la OECD, que había sido de alrededor
de 4% en los años ‘70, llegó a duplicarse en la década del ‘80. También fue éste un resultado
satisfactorio. Finalmente, el grado de desigualdad otro objetivo sumamente importante para el
neoliberalismo- aumentó significativamente en el conjunto de los países de la OECD: la
tributación de los salarios más altos cayó un 20% a mediados de los años ‘80 y los valores de
la bolsa aumentaron cuatro veces más rápidamente que los salarios.
En todos estos aspectos (deflación, ganancias, desempleo y salarios) podemos decir que el
programa neoliberal se mostró realista y obtuvo éxito. Pero, a final de cuentas, todas estas
medidas habían sido concebidas como medios para alcanzar un fin histórico: la reanimación
del capitalismo avanzado mundial, restaurando altas tasas de crecimiento estables, como
existían antes de la crisis de los años ‘70. En este aspecto, sin embargo, el cuadro se mostró
sumamente decepcionante. Entre los años ‘70 y ‘80 no hubo ningún cambio significativo en la
tasa media de crecimiento, muy baja en los países de la OECD. De los ritmos presentados
durante la larga onda expansiva, en los años ‘50 y ‘60, sólo quedaba un recuerdo lejano.
¿Cuál es la razón de este resultado paradojal? Sin ninguna duda, el hecho de que a pesar de
todas las nuevas condiciones institucionales creadas en favor del capital la tasa de
acumulación, o sea, la efectiva inversión en el parque de equipamientos productivos, apenas
creció en los años ‘80, y cayó en relación a sus niveles ya medios de los años ‘70. En el
conjunto de los países del capitalismo avanzado, las cifras son de un incremento anual de
5,5% en los años ‘60, 3,6% en los ‘70, y sólo 2,9% en los ‘80. Una curva absolutamente
descendente.
Cabe preguntarse aún por qué la recuperación de las ganancias no condujo a una
recuperación de la inversión.
Los años ‘80 asistieron a una verdadera explosión de los mercados cambiarios internacionales,
cuyas transacciones puramente monetarias terminaron por reducir de forma sustancial el
comercio mundial de mercancías reales. El peso de las operaciones de carácter parasitario
tuvo un incremento vertiginoso en estos años.
Por otro lado, y éste fue el fracaso del neoliberalismo, el peso del Estado de Bienestar no
disminuyó mucho, a pesar de todas las medidas tomadas para contener los gastos sociales.
Aunque el crecimiento de la proporción del PNB consumido por el Estado ha sido notablemente
desacelerado, la proporción absoluta no cayó, sino que aumentó, durante los años ‘80, de más
o menos 46% a 48% del PNB medio de los países de la OECD. Dos razones básicas explican
esta paradoja: el aumento de los gastos sociales con el desempleo, lo cual significó enormes
erogaciones para los estados, y el aumento demográfico de los jubilados, lo cual condujo a
gastar otros tantos millones en pensiones.
Por fin, irónicamente, cuando el capitalismo avanzado entró de nuevo en una profunda
recesión, en 1991, la deuda pública de casi todos los países occidentales comenzó a reasumir
dimensiones alarmantes, inclusive en Inglaterra y en los Estados Unidos, en tanto que el
endeudamiento privado de las familias y de las empresas llegaba a niveles sin precedentes
desde la Segunda Guerra Mundial. Actualmente, con la recesión de los primeros años de la
década de los ‘90, todos los índices económicos se tornaron mucho más sombríos en los
14
países de la OECD, donde hoy la desocupación alcanza a 38 millones de personas,
aproximadamente dos veces la población de Escandinavia. En estas condiciones de crisis tan
aguda, era lógico esperar una fuerte reacción contra el neoliberalismo en los años ‘90.
¿Sucedió de esta forma? Al contrario: por extraño que parezca, el neoliberalismo ganó un
segundo aliento, por lo menos en su tierra natal, Europa. No solamente el thatcherismo
sobrevivió a la propia Thatcher, con la victoria de Major en las elecciones de 1992 en
Inglaterra; en Suecia, la socialdemocracia, que había resistido el embate neoliberal en los años
‘80, fue derrotada por un frente unido de la derecha en 1991. El socialismo francés salió
desgastado de las elecciones de 1993. En Italia, Berlusconi, una suerte de Reagan italiano,
llegó al poder conduciendo una coalición en la cual uno de sus integrantes era hasta hace poco
un partido oficialmente fascista. En Alemania, el gobierno de Kohl probablemente continuará en
el poder. En España la derecha está en las puertas del poder.
Sin embargo, más allá de estos éxitos electorales, el proyecto neoliberal continúa demostrando
una vitalidad impresionante. Su dinamismo aún no está agotado, como puede verse en la
nueva ola de privatizaciones llevadas a cabo en países hasta hace poco tiempo bastantes
resistentes a ellas, como Alemania, Austria e Italia.
¿Cómo explicar este segundo impulso de los regímenes neoliberales en el mundo capitalista
avanzado? Una de sus razones fundamentales fue, claramente, la victoria del neoliberalismo
en otra región del mundo. En efecto, la caída del comunismo en Europa Oriental y en la Unión
Soviética, del ‘89 al ‘91, se produjo en el exacto momento en que los límites del neoliberalismo
occidental se tornaban cada vez más evidentes. La victoria de Occidente en la Guerra Fría, con
el colapso de su adversario comunista, no fue el triunfo de cualquier capitalismo, sino el tipo
específico liderado y simbolizado por Reagan y Thatcher en los años ‘80. Los nuevos
arquitectos de las economías poscomunistas en el Este, gente como Balcerovicz en Polonia,
Gaidar en Rusia, Maus en la República Checa, eran y son ardientes seguidores de Hayek y
Friedman, con un menosprecio total por el keynesianismo y por el Estado de Bienestar, por la
economía mixta y, en general, por todo el modelo dominante del capitalismo occidental
correspondiente al período de posguerra. Esos líderes políticos preconizan y realizan
privatizaciones mucho más amplias y rápidas de las que se habían hecho en Occidente; para
sanear sus economías, promueven caídas de la producción infinitamente más drásticas de las
que jamás se ensayaron en el capitalismo avanzado; y, al mismo tiempo, promueven grados de
desigualdad y empobrecimiento mucho más brutales de los que se han visto en los países
occidentales.
No hay neoliberales más intransigentes en el mundo que los “reformadores” del Este. Dos años
atrás, Vaclav Klaus, Primer Ministro de la República Checa, atacó públicamente al presidente
de la Federal Reserve Bank de los Estados Unidos durante el gobierno de Ronald Reagan,
Alan Greenspan, acusándolo de demostrar una debilidad lamentable en su política monetaria.
En un artículo para la revista The Economist, Klaus fue incisivo: “El sistema social de Europa
occidental está demasiado amarrado por reglas y controles excesivos. El Estado de Bienestar,
con todas sus generosas transferencias de pagos desligadas de cualquier criterio, de esfuerzos
o de méritos, destruyó la moralidad básica del trabajo y el sentido de la responsabilidad
individual. Hay excesiva protección a la burocracia. Debe decirse que la revolución
thatcheriana, o sea, antikeynesiana o liberal, apareció (con una apreciación positiva) en medio
del camino de Europa Occidental, y es preciso completarla”. Bien entendido, este tipo de
extremismo neoliberal, por influyente que sea en los países poscomunistas, también
desencadenó una reacción popular, como se puede ver en las últimas elecciones en Polonia,
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Hungría y Lituania, donde partidos ex comunistas ganaron, y ahora gobiernan nuevamente sus
países. Pero en la práctica, sus políticas de gobierno no se distinguen mucho de las de sus
adversarios declaradamente neoliberales. La deflación, el desmantelamiento de los servicios
públicos, las privatizaciones, el crecimiento del capital corrupto y la polarización social siguen,
un poco menos rápidamente, por él mismo rumbo. Una analogía con el eurosocialismo del Sur
de Europa se hace evidente. En ambos casos se trata de una variante mansa al menos en él
discurso, aunque no siempre en las acciones de un paradigma neoliberal común tanto a la
derecha como a la izquierda oficial. El dinamismo continuado del neoliberalismo como fuerza
ideológica a escala mundial está sustentado en gran parte, hoy, por este “efecto de
demostración” del mundo post soviético. Los neoliberales pueden ufanarse de estar frente a
una transformación socioeconómica gigantesca, que va a perdurar por décadas.
El impacto del triunfo neoliberal en el Este europeo tardó en sentirse en otras partes del globo,
particularmente aquí en América Latina, que hoy en día se convierte en el tercer gran escenario
de experimentación neoliberal. De hecho, aunque en su conjunto le ha llegado la hora de las
privatizaciones masivas después de los países de la OECD y de la antigua Unión Soviética,
genealógicamente este continente fue testigo de la primera experiencia neoliberal sistemática
del mundo. Me refiero, obviamente, a Chile bajo la dictadura de Pinochet: aquel régimen tiene
el mérito de haber sido el verdadero pionero del ciclo neoliberal en la historia contemporánea.
El Chile de Pinochet comenzó sus programas de forma drástica y decidida: desregulación,
desempleo masivo, represión sindical, redistribución de la renta en favor de los ricos,
privatización de los bienes públicos. Todo esto comenzó casi una década antes que el
experimento thatcheriano.
Si Chile fue, en este sentido, una experiencia piloto para el nuevo neoliberalismo en los países
avanzados de Occidente, América Latina también proporcionó la experiencia piloto para el
neoliberalismo del Este pos soviético. Aquí me refiero a Bolivia, donde en 1985 Jeffrey Sachs
perfeccionó su tratamiento de shock, aplicado más tarde en Polonia y Rusia, pero preparado
originariamente para el gobierno de Banzer, y después aplicado imperturbablemente por Víctor
Paz Estenssoro, sorprendentemente cuando fue electo presidente en lugar de Banzer. En
Bolivia, la puesta en marcha de la experiencia neoliberal no tenía urgente necesidad de
quebrar a un movimiento obrero poderoso, como en Chile, sino de parar la hiperinflación. Por
otro lado, el régimen que adoptó el plan de Sachs no era una dictadura, sino el heredero del
partido populista que había hecho la revolución social de 1952. En otras palabras, América
Latina también inició una variante neoliberal “progresista”, difundida más tarde en el Sur de
Europa, en los años del eurosocialismo. Pero Chile y Bolivia eran experiencias aisladas hasta
finales de los años ‘80.
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Salinas, en México, en 1988, seguido de la llegada de Menem al poder, en 1989, de la segunda
presidencia de Carlos Andrés Pérez en el mismo año en Venezuela, y de la elección de
Fujimori en el Perú en el ‘90. Ninguno de esos gobernantes confesó al pueblo, antes de ser
electo, lo que efectivamente hizo después. Menem, Carlos Andrés Pérez y Fujimori, por cierto,
prometieron exactamente lo opuesto a las políticas radicalmente antipopulistas que
implementaron en los años ‘90. Salinas ni siquiera fue electo, apelando, como es bien sabido, a
uno de los tradicionales recursos de la política mexicana: el fraude.
De las cuatro experiencias vividas en esta década, podemos decir que tres registraron éxitos
impresionantes a corto plazo (México, Argentina y Perú) y una fracasó: Venezuela. La
diferencia es significativa. La condición política que garantizó la deflación, la desregulación, el
desempleo y la privatización de las economías mexicana, argentina y peruana fue una
concentración formidable del poder ejecutivo; algo que siempre existió en México, un régimen
de partido único. Sin embargo, Menem y Fujimori tuvieron que innovar con una legislación de
emergencia, autogolpes y reforma de la Constitución. Esta dosis de autoritarismo político no
fue posible en Venezuela, con una democracia partidaria más continua y sólida que en
cualquier otro país de América del Sur, y el único que escapó de las dictaduras militares y
regímenes oligárquicos desde los años ‘50. De ahí el colapso de la segunda presidencia de
Carlos Andrés Pérez.
A pesar de esto sería arriesgado concluir que en América Latina sólo los regímenes autoritarios
pueden imponer con éxito las políticas neoliberales. El caso de Bolivia, donde todos los
gobiernos electos después de 1985, tanto el de Paz Zamora como el de Sánchez de Losada,
continuaron con la misma línea, está ahí para comprobarlo. La lección que deja la larga
experiencia boliviana es clara. Existe un equivalente funcional al trauma de la dictadura militar
como mecanismo para inducir democrática y no coercitivamente a un pueblo a aceptar las más
drásticas políticas neoliberales: la hiperinflación. Sus consecuencias son muy parecidas.
Recuerdo una conversación en Rio de Janeiro en 1987, cuando era consultor de un equipo del
Banco Mundial y hacía un análisis comparativo de alrededor de veinticuatro países del Sur, en
lo relativo a políticas económicas. Un amigo neoliberal del equipo, sumamente inteligente,
economista destacado, gran admirador de la experiencia chilena bajo el régimen de Pinochet,
me confió que el problema crítico del Brasil durante la presidencia de Samey no era una tasa
de inflación demasiado alta como creía la mayoría de los funcionarios del Banco Mundial , sino
una tasa de inflación demasiado baja. “Esperemos que los diques se rompan”, decía. “Aquí
precisamos una hiperinflación para condicionar al pueblo a aceptar la drástica medicina
deflacionaria que falta en este país”. Después, como sabemos, la hiperinflación llegó al Brasil, y
las consecuencias prometen o amenazan confirmar la sagacidad de este neoliberal local.
Un balance provisorio
La pregunta que queda abierta es si el neoliberalismo encontrará aquí, en América Latina, más
o menos resistencia a su implementación duradera que la que encontró en Europa Occidental y
en la antigua URSS. ¿Será el populismo o el laborismo latinoamericano un obstáculo más fácil
o más difícil para la realización de los planes neoliberales que la socialdemocracia reformista o
el comunismo? No voy a entrar en esta cuestión; otros aquí pueden juzgarla mejor que yo. Sin
duda, la respuesta va a depender también del destino del neoliberalismo fuera de América
Latina, donde continúa avanzando en tierras hasta ahora inmunes a su influencia.
Actualmente, en Asia, por ejemplo, la economía de la India comienza, por primera vez, a ser
adaptada al paradigma liberal, y hasta el mismo Japón no es totalmente indiferente a las
presiones norteamericanas para desregular la economía. La región del capitalismo mundial que
presenta más éxitos en los últimos veinte años es también la menos neoliberal, o sea, las
economías de Extremo Oriente como Japón, Corea, Taiwán, Singapur y Malasia. ¿Por cuánto
tiempo estos países permanecerán fuera de la influencia de este tipo de regímenes? Todo lo
que podemos decir es que éste es un movimiento ideológico a escala verdaderamente mundial,
como el capitalismo jamás había producido en el pasado. Se trata de un cuerpo de doctrina
coherente, autoconsistente, militante, lúcidamente decidido a transformar el mundo a su
imagen, en su ambición estructural y en su extensión internacional. Algo mucho más parecido
al antiguo movimiento comunista que al liberalismo ecléctico y distendido del siglo pasado.
17
En este sentido, cualquier balance actual del neoliberalismo sólo puede ser provisorio. Se trata
de un movimiento inconcluso. Por el momento, a pesar de todo, es posible dar un veredicto
sobre su actuación durante casi quince años en los países más ricos del mundo, única área
donde sus frutos parecen maduros. Económicamente, el neoliberalismo fracasó. No consiguió
ninguna revitalización básica de capitalismo avanzado. Socialmente, por el contrario, ha
logrado muchos de sus objetivos, creando sociedades marcadamente más desiguales, aunque
no tan desestatizadas como se lo había propuesto. Política e ideológicamente, sin embargo, ha
logrado un grado de éxito quizás jamás soñado por sus fundadores, diseminando la simple idea
de que no hay alternativas para sus principios, y que todos, partidarios u opositores, tienen que
adaptarse a sus normas. Probablemente, desde principios de siglo, ninguna sabiduría
convencional consiguió un predominio de carácter tan abarcativo como hoy lo ha hecho el
neoliberalismo. Este fenómeno se llama hegemonía, aunque, naturalmente, millones de
personas no crean en sus promesas y resistan cotidianamente a sus terribles efectos. Creo que
la tarea de sus opositores es ofrecer otras recetas y preparar otros regímenes. Alternativas que
apenas podemos prever cuándo y dónde van a surgir. Históricamente, el momento de viraje de
una onda es siempre una sorpresa.
18
EL CONSENSO DE WASHINGTON Y SU CORRELATO
EN LA REFORMA DEL ESTADO EN LA ARGENTINA:
LOS EFECTOS DE LA PRIVATIZACIÓN
MARISA DUARTE*
PRESENTACIÓN
* Lic. en Sociología de la Universidad de Buenos Aires. Becaria de Conicet con Sede en Flacso de
Argentina.
143
MÁS ALLÁ DEL PENSAMIENTO ÚNICO
144
MARISA DUARTE
El trabajo intenta brindar elementos acerca “… del riesgo que implica, desde
el punto de vista de la cohesión social, la retirada del Estado, la imposición de las
leyes del mercado y el desmantelamiento del sistema de regulaciones vehiculiza-
das por el Estado social, con respecto al empleo asalariado - en tanto trabajo so-
cialmente protegido-, en el seno de la sociedad nacional” (Peñalva, 2000). El te-
ma fue tratado en lo que respecta a la privatización de las grandes empresas in-
dustriales (Somisa, Altos Hornos Zapla y el polo petroquímico), que se circuns-
cribían a un ámbito geográfico y social determinado. En este caso se abordará el
universo de las empresas prestatarias de servicios públicos que abarcan –directa
o indirectamente- un amplio espectro de la economía.
En definitiva, se intenta razonar en términos de las propuestas del Consenso
de Washington para el crecimiento, la forma en que se instrumentaron en la Ar-
gentina, y vincularlas con la aplicación práctica de una medida específica (la pri-
vatización de los servicios públicos) en dicho país.
145
MÁS ALLÁ DEL PENSAMIENTO ÚNICO
146
MARISA DUARTE
tes. Por un lado, el régimen democrático de gobierno no podía ser puesto en cues-
tión (la década del ochenta había demostrado la compatibilidad entre capitalismo
y sistema democrático); por otro, quien tenía la ofensiva en la lucha de clases era
una fracción de los sectores de la burguesía más concentrada. De tal modo, la dis-
puta no se desarrollaría en la arena política, ya allanada, sino a través de meca-
nismos de mercado: el fantasma de la inflación rampante del período radical era
entonces exhibido abiertamente contra Alfonsín, el futuro presidente, la pequeña
burguesía y el conjunto de los trabajadores.
La crisis hiperinflacionaria en que culminó el período alfonsinista constituyó
el marco de las contradicciones que llevarían al peronismo al gobierno. En el cen-
tro de los conflictos era esbozada la discusión acerca del papel que debía ocupar
el Estado en la economía.
A fines de la década del ochenta, en un contexto de estancamiento con infla-
ción, endeudamiento externo y deterioro de las estructuras productivas, comenzó
a expandirse el legado neoliberal como solución hegemónica a los problemas de
América Latina, promoviendo el desarme del Estado de Bienestar, el incremento
de los niveles de desempleo y la desigualdad como un valor impulsor de la eco-
nomía (Anderson, 1995). En mayo de 1989 Carlos Menem triunfó en las eleccio-
nes nacionales y asumió la presidencia en julio del mismo año, luego de la renun-
cia anticipada de Alfonsín. A menos de diez días de gobierno, el Poder Ejecutivo
envió al Congreso los proyectos de las leyes de Reforma del Estado (23.696/89)
y de Emergencia Económica (23.697/89).
En la primera se estableció, entre otras medidas, que las empresas públicas
podían ser privatizadas mediante decretos, dando la posibilidad a los acreedores
del Estado y/o sus empresas de capitalizar sus créditos. Disponía, entre otras me-
didas, los procedimientos para privatizar total o parcialmente o liquidar empresas
del Estado; establecía preferencias para la adquisición de las empresas; imple-
mentaba un Programa de Propiedad Participada para las empresas a privatizar;
autorizaba al Poder Ejecutivo Nacional a declarar nulos los contratos de obra o
consultoría aprobados antes de dicha ley.
La segunda tenía por objetivo reestructurar el gasto estatal (mediante la sus-
pensión de los subsidios del régimen de promoción industrial y todo otro benefi-
cio o exención al sector privado). Establecía, además, igual tratamiento al capital
nacional y extranjero; la suspensión del régimen de compre nacional; la autoriza-
ción al Poder Ejecutivo Nacional para declarar la prescindibilidad de los emplea-
dos designados sin concurso (Duarte, 1999).
La puesta en práctica de la reestructuración fue consolidando las característi-
cas de una nueva estructura social que se condice con los cambios iniciados por
la política de la dictadura de 1976 y con los preceptos neoliberales. Los últimos
se precisan en el apartado siguiente.
147
MÁS ALLÁ DEL PENSAMIENTO ÚNICO
EL CONSENSO DE WASHINGTON
Hacia fines de los años ochenta y principios de los noventa el Banco Mundial
y el Fondo Monetario Internacional (FMI) produjeron, a partir de los fundamen-
tos neoliberales, un conjunto de propuestas de política económica que fueron sis-
tematizadas bajo la denominación de Consenso de Washington (Williamson,
1990). Allí se estableció un conjunto de instrumentos de política destinados a re-
solver los problemas de inestabilidad de las economías latinoamericanas (Wi-
lliamson, 1990; Fanelli, Frenkel y Rozenwurcel, 1990):
• Déficit fiscal: fue presentado como la causa de los desajustes macroeconó-
micos y estaría asociado a la incapacidad de equilibrar los gastos y los ingre-
sos públicos.
• Gastos públicos: los subsidios debían ser eliminados de la actividad econó-
mica y dirigidos a la educación y la salud. La inversión del gobierno debía di-
rigirse a la infraestructura pública.
• Reforma impositiva: se recomendaba ampliar la base impositiva y moderar
la tasa marginal.
• Tasa de interés: debía estar determinada por el mercado; de esta manera se
desalentaría la fuga de capitales y aumentaría el ahorro privado.
• Tipo de cambio: la política de tipo de cambio no sólo debía asegurar un ni-
vel competitivo para este indicador, sino también garantizar su mantenimien-
to para estimular la confianza del sector privado. El crecimiento de las expor-
taciones era el propósito fundamental de esta política.
• Política comercial: sugería eliminar las barreras no arancelarias (licencias de
importación) y eliminar los impuestos a las exportaciones.
• Inversión externa directa: los países debían establecer una legislación que
favoreciera la inversión extranjera directa como forma de atraer capital y tec-
nología.
• Privatización: la reforma debía favorecer la privatización de las empresas
estatales para su manejo más eficiente por parte de agentes privados.
• Desregulación: un mayor nivel de competencia estimularía el crecimiento.
Son especialmente destacadas las políticas que apuntan a desregular los mer-
cados de trabajo.
• Derechos de propiedad: existía la convicción de que los derechos de propie-
dad eran notablemente inseguros en América Latina. Por ello, la legislación y
las instituciones deben ser adaptadas para garantizar la propiedad durante el
proceso de reforma estructural.
148
MARISA DUARTE
Para muchos autores existía una estrecha relación entre desregulación y com-
petitividad puesto que “la competencia fomenta el espíritu de invención, éste fo-
menta la innovación y la innovación fomenta, a su vez la productividad, así co-
mo la calidad de los productos y del servicio” (Sguiglia, 1994). El Consenso de
Washington se construyó a partir del fundamento de que América Latina era un
bloque homogéneo de economías similares, con problemáticas congruentes a las
cuales –en consecuencia- se daría respuesta en forma conjunta. Aquí cabe una ob-
servación: si bien es cierto que existía una mirada absoluta sobre América Lati-
na, también existieron en ciertos países del sur fracciones del bloque dominante
que internalizaron el mensaje como propio. En este sentido, la Argentina –a dife-
rencia de países como Brasil o Venezuela- constituyó un ejemplo extremo de ali-
neación automática con Estados Unidos, a pesar de la resistencia de amplios sec-
tores en contra del empobrecimiento y la exclusión social.
El punto siguiente extracta los principales conceptos de las leyes de Reforma
del Estado y de Emergencia Económica que recogieron el mandato del Consenso
de Washington.
149
MÁS ALLÁ DEL PENSAMIENTO ÚNICO
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MARISA DUARTE
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MÁS ALLÁ DEL PENSAMIENTO ÚNICO
152
SECRETARÍA DE EXTENSIÓN SECRETARÍA DE INVESTIGACIONES
SUBSECRETARÍA DE MEDIOS Y COMUNICACIÓN EN CIENCIA Y TECNICA
DIRECCIÓN DE PUBLICACIONES
Agradecimientos: Ana María Lang
©2006, EDICIONES FADU del Instituto de Arte Americano.
Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo
de la Universidad de Buenos Aires
Ciudad Universitaria, Pabellón III
C1428BFA Ciudad de Buenos Aires
Edición electrónica, 2006
Los textos pueden ser tomados y reproducidos por cualquier medio, por toda persona o institución
sin fines de lucro que lo desee siempre que se cite la fuente.
Horacio A. Torres
Prólogo
Jorge Ramos
El Mapa Social
de Buenos Aires (1940 . 1990)*
Horacio A. Torres
..
l. Introducción
3
modelo de estructuración urbana que implica un corte con el de periodos anteriores y que ]Ese enfoque -existiendo
en el interior del mismo una
va a ser la base del desarrollo futuro. variedad de posturas
diferentespuede ser
En el presente trabajo se estudia el desarrollo de ese proceso tratando separadamente las representado por los
siguientes etapas: (a) la situación inmediatamente anterior al proceso de crecimiento siguientes trabajos:
urbano y suburbanización que comienza durante la década de 1940, (b) Los importantes Derek Gregory y John Urry
(compiladores) (1985),
cambios que tienen lugar entre 1940 y 1960, (c) el periodo comprendido entre 1960 y
Social Relatioms amd
1980, cuando progresivamente dejan de tener vigencia los procesos socioespaciales Spatial Structures,
característicos del período anterior y (d) la década de 1980, cuando se manifiesta Macmillan, Londres.
Capítulos individuales de
nuevamente un cambio generalizado de las tendencias urbanas. Philip Cooke, Antony
Giddens, Derek Gregory,
David Harvey, Doreen
Massey, R.E.Pahl, Allen
Pred, Peter Saunders,
Desde el punto de vista de la perspectiva teórica que está en la base del trabajo que aquí Andrew Sayer, Edward
se presenta --continuando en esto el enfoque de otros que lo precedieronse reivindica la Soja, Nigel Thrift, 10hn
Urry, Richard Walker, Alan
naturaleza interactiva de las relaciones sociales y las estructuras espaciales. Este enfoque Warde.
-que es defendido por un significativo conjunto de autores a partir de la segunda mitad de
la década de 1 98()2- rechaza la postura que ve al espacio como un epifenómeno, como Mark Gottdiener (1988),
una mera reflexión de la estructura social. Por el contrario, siguiendo las reflexiones de The Social Production of
Urban Space, University
Gregory y U11)' (1985) acerca de la relación entre las relaciones sociales y las estructuras
ofTexas Press, Austin.
espaciales, puede afirmarse que "la estructura espacial no debe ser vista solamente como
Edward W. Soja (1989),
la arena en la cual la vida social se desarrolla, sino como el medio a través del cual las Postmodern Geographies.
relaciones sociales se producen y reproducen"3. Si bien este trabajo no se propone el The Reassertion ofSpace in
Critical Social Theory,
desarrollo sistemático de esta perspectiva teórica, ella está presente en la forma como es
Verso, Londres.
tratado un conjunto significativo de "procesos socioespaciales" que caracterizan el
desarrollo de Buenos Aires.
JGregory y Urry,
op.cit., pp. 2-3.
4
11. La estructura urbana a comienzos de la década de 1940: el fin del
modelo agroexportador.
Los "mapas sociales" correspondientes a 1943, 1947 Y 1960 (ver figuras 1,2 y 3) son los
tres primeros de la serie de cinco esquemas (se suman a los anteriores los
correspondientes a 1980 y 1991-figuras 4 y 5) que reflejan de manera dicotómica la
evolución de la estructura socioespacial de Buenos Aires durante el período considerado4.
4 Para una descripción
de las variables censales
En estos esquemas las zonas se agrupan en dos categorías: aquellas con índices
utilizadas, ver Torres sociohabitacionales superiores a la media (zonas "buenas") y las restantes (zonas
(1978, 1992). "malas"), entre las que, en algunos casos, se indican las zonas que
5
no pueden clasificarse netamente en algunas de las dos categorías (zonas próximas a la
media). En base a este agrupamiento, puede obtenerse una medida que permite precisar la
dimensión socioespacial del proceso de suburbanización posterior a 1940: la distancia
promedio al centro de cada uno de ambos grupos de zonas. En el mapa correspondiente a
1943, las zonas "buenas" y las "malas" se encuentran a una distancia promedio del centro
equivalente (9 Km en ambos casos); en 1960, en cambio (cuando el proceso de sub
urbanización del período 1940-1960 se ha completado, las zonas "buenas" se encuentran a
igual distancia que en el período anterior pero las "malas" han duplicado su distancia
promedio (18 Km). Lo anterior aporta un elemento más que permite caracterizar el
importante proceso de subur
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1943
NSE superior .Ia
media
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1 a 20.
Imtriros EocoIares
Parridos del GBA:
21. AImiranre
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24. Gral. Sannimto
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!lI 26. La Matanza
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29. San FcmandD-JO.
San Isfdro
31. VICente l6pe2
Figura l.
6
banización de Buenos Aires entre las décadas de 1940 y 1960 como un movimiento
"popular" hacia la periferia protagonizado fundamentalmente por los trabajadores
urbanos. En lo que sigue, este proceso es estudiado con cierto detalle, identificando los
aspectos socio espaciales que permiten caracterizado.
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Figura 2.
constituye un tipo muy difundido: el edificio de departamentos en horizontal 5 En 1925, la Municipalidad
de la Ciudad de Buenos
llamado "de pasillo descubierto"); las "casas de renta" de 6 plantas, con ascensor, Aires publica el "Proyecto
de mayor calidad constructiva y de más cuidado diseño (es la norma en este caso orgánico para la
urbanización del
la intervención de estudios de arquitectura), tienen una localización más central y
Municipio. El plano
se dirigen a los estratos superiores de los sectores medios. regulador y de reforma de
la Capital Federal". En
Desde el punto de vista de las acciones urbanas, desde poco antes de la década de 1929 Le Corbusier visita
1930 se toma conciencia del urbanismo como disciplina y de la unidad funcional Buenos Aires y esboza un
plan director para la
existente entre la ciudad como unidad político administrativa (la Capital Federal) ciudad que es completado
y su periferia (el "Gran Buenos Aires", en la jurisdicción de la provincia de en París, con la
Buenos Aires)5 . colaboración de dos
discípulos argentinos
siendo posteriormente
publicado (Le Corbusier,
1960 Ferrari Hardoy y
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Y1.TIo&cIe-
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\: Figura 3.
8
Kurchan, 1947). La década de 1930 es una etapa de grandes obras urbanas: la avenida de
Esta presentación es más
un ejercicio intelectual circunvalación General paz; el ensanche de calles con un intervalo de cuatro
que expresa una teoría cuadras, el comienzo de una avenida monumental de 100m de ancho que va a
sobre la "ciudad
atravesar el centro urbano (la Avenida 9. de Julio), en cuyo centro se erige en
contemporánea" que
una propuesta concreta 1936 uno de los monumentos que en el futuro van a simbolizar a la ciudad: el
para ser aplicada; sin obelisco.
embargo, la influencia
que ejerció sobre los
medios técnicos (y sobre 2. El transporte urbano
los estudios que se
estaban realizando en la
mU1{icipalidad de Buenos
Aires fue considerable.
Los transportes de la Capital estaban constituídos en la década de 1930 por una
Por otra parte, en 1927, red de tranvías eléctricos de 800 Km de longitud, tres líneas de subterráneos y una
Carlos María Della cuarta que se inaugura en 1941) Y líneas de ómnibus (el 80% de esa red es
Paolera, quien tenía un
título en Ingeniería en la propiedad de una empresa de capital británico). En 1933, como consecuencia de
Universidad de Buenos la restructuracion de las relaciones anglo-argentinas que se materializa mediante
Aires, completa sus el pacto Roca-Runciman, entran en discusión medidas de protección a los
estudios de urbanismo en
Francia con una tesis intereses británicos en el transporte urbano de Buenos Aires frente a la creciente
doctoral realizada en el competencia de una multitud de pequeños empresarios locales que animan la
Institut d'Urbanisme de
Paris, dirigida por el
rápida difusión de pequeños autobuses (los "colectivos").
teórico Marcel Poete Una breve historia del desarrollo del "colectivo" merece ser destacada.
("Contribution ti !'étude
d'un plan d'aménagement, Durante 1929-1930, como consecuencia de la reduccion de la demanda a causa de
d'embel/isement et la crisis, grupos de conductores de taxímetros habían decidido asociarse siguiendo
d'extension de Buenos
recorridos comunes, cobrando tarifas uniformes y llevando todos los pasajeron
Aires") (Novick y
Piccioni, 1989). Bajo el sentados que pudieran cargar en sus vehículos. Su éxito es tal que en 1934
influjo de Della Paolera transportan el 30% de los pasajeros de la Capital Federal y realizan en el país un
se crea en 1932 el
Servicio Técnico del Plan
carroza do especial de los vehículos para aumentar su capacidad. Esta
de Urbanización, la competencia suscita protestas de las grandes empresas, quienes aducen que a estos
primera oficina estable en la pequeños empresarios no sólo no les ha sido necesario realizar inversiones en
municipalidad dedicada
a estudios urbanos, que infraestructura
perdura entre 1934 y 1943 (tendido de vías, pavimentación de ciertos trayectos y de algunas bocacalles,
(cf Suárez, 1986).
iluminación de la vía publica) sino que aprovechan las obras existentes realizadas
9
por las grandes empresas. Argumentan además que esa situacion impedirá en el 6 Si bien la base de
esta línea de
futuro la mejora y expansión de los servicios6. argumentación
es real, no debe
La expansión de los "colectivos", sin embargo, estuvo erizada de obstáculos. En olvidarse otro hecho que
1936 y 1937 se dictaron varios decretos creando la Corporación de Transportes permite explicar el éxito de
de la Ciudad de Buenos Aires, ente del que formaban parte el Estado y las los colectivos: la libertad
en el trazado de los
grandes compañías. La Corporación tenía el monopolio del transporte en la itinerarios, lo cual les
Capital Federal y estaba autorizada a expropiar -{;on compensación monetaria- permite servir zonas
intersticiales alejadas de
todas las líneas de "colectivos" registradas después de 1934. La mayor parte de
los grandes ejes (dentroy
los propietarios de "colectivos" se resitieron a la expropiación, la cual, no fuera de los limites de la
obstante, fue finalmente ejecutada por la Municipalidad. Capital FederaQ,
contribuyendo de esta
manera al desarrollo de un
3. El carácter de la ciudad proceso de densificación en
esas zonas. Como factor
explicativo, no debe
olvidarse tampoco que la
Los cambios sociales y wb~os que se producen de manera abrupta en los años 40, han época de expansión de los
sido tratados por algunos autores desde el ángulo de la historia social y la sociología "coletivos" en Buenos
Aires se corresponde en
como el pasaje de la "ciudad de las élites" a la "ciudad de masas". José Luis Romero
general con la expansión
señala que entre. 1930 Y 1943 un "sentimiento aristocratizante" campea en la ciudad mundial del motor de
mientras el centro "prospera y se embellece"7. Manuel Mora y Araujo sostiene que la combustión interna en las
ciudades, sobre todo del
actividad de las clases medias --que permanecen en el centro, a diferencia de otras automóvilindividua~
ciudades, donde estos grupos emigran a la periferiaestá dirigida más a modificar, adaptar desarrollo que también
y transformar la ciudad que a cambiar radicalmente sus patrones8. Juan Carlos Torre, por adquiere un peso
importante en Buenos
su parte, hace notar que ''una ciudad que había crecido en los primeros años del siglo Aires. Todo lo anterior está
acompañada por la inescapable presencia de los enclaves proletarios en pleno centro" y más relacionado con las
inversiones
"modelada sobre la rotunda y confiada prosperidad de sus clases dirigentes" va a ver, a
norteamericanas
partir de la década de 1940, un proceso de integración .ecológica y aculturación (de los (vehículos, neumáticos,
enclaves proletarios urbanos), "facilitado por la trama urbana abierta de la ciudad" (sin combustible,
pavimentación) que con las
zonas vedadas ni espacios inaccesibles)9. Es sobre estos patrones que la "ciudad de las británicas (especializadas
élites" se va a transformaren la "ciudad de masas"IO. en el transporte sobre rieQ.
10
111. La estructura urbana entre 1940 y 1960.
1. El contexto.
8 M. Mora y ~:;8j; Cuadro 1. Población 1945, 1960. Tasas de crecimiento 1935-45, 1945-6012
12
En 1948, el gobierno peronista nacionaliza los ferrocarriles (80% británicos, 10%
franceses), incluyendo la importante red suburbana de Buenos Aires. La Corpora-
ción de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires (tranvías, ómnibus, subterrá-
neos, colectivos expropiados) es tambiénnacionalizada como medida complemen-
taria y es posteriormente disuelta; a partir de ese momento, la expansión de las
líneas de "colectivos" adquiere un ritmo acelerado, lo cual cierra un ciclo
comenzado en la década anterior. En efecto: entre fines de la década de 1930 y
comienzos de la de 1970, se ha producido un cambio radical en la gestión del
transporte urbano: del predominio de las grandes compañías privadas y la existen-
cia de un ente monopólico mixto, se ha pasado, por una parte, al transporte
nacionalizado y, por otra, al predominio de una multitud de pequeñas empresas
privadas: los colectivos. Frente a su notable expansión, el desarrollo del resto del
transporte público entra en un periodo de estancamiento y de degradación de los
servicios: los ferrocarriles suburbanos llegan a su expansión máxima en 1920
(820 Km); los subterráneos, que habían avanzado desde 7 Km en 1913, a 15 en
1930 y 26 en 1940, se estabilizan luego en 34 Km. La explotación que hace el
Estado de los ferrocarriles a partir de 1948 es deficitaria (hacia 1970, el 88% de
las transferencias del Estado a las empresas nacionalizadas está dirigido a los
ferrocarrilesfEn relación con los servicios suburbanos se produce una situación
contradictoria: por una parte, el nivel de los servicios decrece por falta de
inversiones y modernización; por otra, la red suburbana incrementa su papel
como espina dorsal de los desplazamientos cotidianos largos (en condiciones
máximas de falta de confort) contribuyendo a hacer accesibles las zonas
periféricas; en este tipo de desplazamientos los "colectivos" cumplen el papel
complementario de unir las zonas intersticiales con las estaciones de los grandes
ejes ferroviarios.
13
3. Los procesos socioespaciales, las políticas públícas y la difusión de la 14Torres (1975),
cuadro 8.
pequeña propiedad urbana.
14
extraordinariamente Para comprender el aumento masivo de la pequeña propiedad periférica es
económico y, por otra, de
ser poco eficiente necesario tener en cuenta que elloteo económico es al mismo tiempo la forma
(consumir mucho tiempo principal de acceso a la tierra y la vivienda de los sectores populares y una forma
en los desplazamientos).
Esto configura una
privilegiada para la colocación de inversiones especulativas. Los trabajadores se
situación que induce la constituyeron en demanda solvente para este tipo de operación no sólo debido al
suburbanización de los aumento de su poder adquisitivo en esos años -lo cual incrementa el consumo en
grupos de menores
ingresos y desalienta la de general- sino también a la disminución del tiempo de la jornada de trabajol5, lo
los de altos ingresos: para cual facilita la realización de prolongados desplazamientos cotidianos residencia-
los primeros es vital el
ahorro en dinero que
trabajo y la dedicación de un número determinado de horas a la construcción de
permiten las bajas tarifas la vivienda.
(al poder adquirir tierra
barata en la periferia), en En relación con esta expansión periférica, la nacionalización de los ferrocarriles
particular cuando es en 1948 permite fijar tarifas políticas para los trayectos suburbanos, cuyo aumento
posible sacrificar una
parte del tiempo libre Ó'
resulta insignificante comparado con el costo de la vida: entre 1939 y 1959 un
se está dispuesto a ello); trayecto en ferrocarril suburbano aumenta entre m$n 1,60 y m$n 7,50, mientras el
para los segundos, en nivel general del costo de vida aumenta entre m$n 2,60 y m$n 78,7 (es decir un
cambio, un transporte
público ineficiente aumento de 5 veces en el primer caso y de 30 veces en el segundo). Esta política
(sumado a la falta de de tarifas implicó en los hechos un subsidio a la tierra periférica del que resultaron
inversión pública beneficiados amplios sectores de los trabajadores urbanos 16. Para explicar por qué los
suficiente en autopistas),
significaría un consumo loteos económicos cuyos promotores otorgaban prolongados planes de pago en
excesivo e inaceptable del cuotas no indexadas pudieron convertirse en una actividad inmobiliaria rentable,
tiempo libre.
es necesario tener en cuenta qUe las grandes propiedades periféricas se habían
En un trabajo anterior valorizado (es decir, se habían tomado accesibles a una demanda potencial masiva
se presenta una
formalización de este y aptas para ser subdivididas), sin inversiones importantes ni por parte de los
modelo a partir de propietarios ni de los promotores inmobiliarios, lo cual fue posible -además de lo
consideraciones sobre
relacionado con el subsidio al transporte suburbano- debido a la falta casi absoluta
accesibilidad, renta
diferencial de la tierra de requerimientos "urbanísticos" durante los años de mayor expansióIfde los
urbana y -siguiendo a loteos.
1. Wingo- la
consideración del tiempo
El fraccionamiento periférico fue un simple trazado sobre el suelo -sin construc-
de traslado residencia
trabajo como parte de la ciones materiales, pavimentos, ni la provisión de ningún tipo de servicio- que
15
reproducía el amanzanamiento tradicional (subdividido en las parcelas mínimas:
lotes de 8,66m -las 10 varas históricas), sin la reserva de espacios de uso común o
público. Este tipo de fraccionamiento, que no puede ser calificado de "pirata"
porque no contravenía reglamentaciones (estas, simplemente, no existían), ha sido
definido como una subdivisión "salvaje". Como ya se dijo, resulta paradójico que
un sector económico (el dedicado a este tipo de "producción" de la tierra urbana)
-haya actuado en un clima de laíssez-faire que contradecía un modelo de
desarrollo que aumentaba el papel del Estado como conductor de la actividad
económica. Esta paradoja es sólo aparente; la urbanización "salvaje" llenaba en
realidad otra necesidad del mismo modelo: hacía posible -a un bajo costo
inmediato pero dejando planteados altos costos futuros (los relativos a la
provisión de servicios en zonas muy poco densas ocupadas solo parcialmente)- la
expansión del área metropolitana principal, donde se desarrollaba de manera
preponderante el proceso de industrialización sustitutivo de importaciones y tenía
lugar una proporción importante del consumo colectivo de bienes y servicios.
Además, el acceso masivo de amplios sectores populares a la pequeña propiedad
periférica no hacía sino reforzar las políticas de re distribución del ingreso, parte
inseparable del mismo modelo.
16
El submercado de la "propiedad horizontal" económica tuvo su auge en las
décadas de 1950 y 1960 Y estaba dirigido a todo el espectro de las clases medias.
Los empresarios eran frecuentemente profesionales de la construcción
(arquitectos, ingenieros) cuyas pequeñas empresas abarcaban todas las
actividades de ese sector: el proyecto, los aspectos financieros -cuyo eslabón
central era el aprovechamiento del crédito de los bancos oficiales- y la promoción
inmobiliaria. La forma de operar de este sistema -renovación urbana parcela por
parcela- produjo consecuencias importantes en la configuración del tej ido urbano
central-lo cual se trata más adelante.
Si bien durante el periodo tratado existen acciones urbanas directas (construcción
de importantes conjuntos residenciales) puede afirmarse que el conjunto de las
políticas urbanas "implícitas" mencionadas (préstamos subsidiados a la vivienda
individual, subsidio al transporte público, permisividad de las reglamentaciones
de usos del suelo urbano) representan durante ese período el factor de mayor
envergadura para explicar la forma adoptada por el proceso de expansión metro-
politana y suburbanización.
17
organizaciones de vecinos. El único transporte público que sirve a estas zonas -los
"colectivos"- negocian sus itinerarios para unir las zonas algo más densas con la red de
rutas troncales pavimentadas, a través de calles locales con pavimento o sin él. Lluvias
fuertes o inundaciones desarticulan esa red.
18
autoconstrucción, transmitiéndose de los vecinos establecidos a los recién
llegados tanto la experiencia adquirida como ciertas herramientas y utiles (por
ejemplo los andamios y encofrados) cuyo uso no es contínuo sino concentrado en
ciertas etapas del proceso constructivo. Este proceso puede prolongarse durante
años o aun indefinidamente; al trabajo en la obra durante el tiempo libre del
núcleo familiar del propietario, puede agregarse la colaboración esporádica de
otros familiares y de amigos y también la contratación de personal especializado
(poceros, techistas, etc.).
La desarticulación espacial del tejido urbano resultante de este tipo de desarrollo
en las zonas donde se produjo de manera predominante durante el período
19 El Código de la considerado (la parte externa de la primera corona y la parte interna de la segunda
edificación de 1944
reemplaza a las -ver mapa síntesis) puede ser considerada como un factor de deterioro de las
regulaciones más laxas de condiciones habitacionales comparable al representado por la falta de servicios.
1928. Aumenta la altura
posible de la fachada (que
se regula por el ancho de
la calle del frente y no por Cambios en el paisaje urbano central derivados de su renovación parcela por
criterios de densidad parcela.
máxima). Permite que las
habitaciones sean La forma de operar de este sistema y el tamaño reducido de las empresas, imponía que la
ventiladas e iluminadas
por "patios de aire y luz"
renovación del tejido urbano fuera realizada parcela por parcela, quedando excluidas las
de dimensiones grandes operaciones urbanas. La rentabilidad de las operaciones hacía necesario que los
reglamentadas. Según inmuebles adoptaran invariablemente las máximas alturas permitidas por el Código de la
algunos autores, este
código inicia la Edificacion de 194419 (por ejemplo de 8 a 12 pisos) y fueran construidos en parcelas de
"fragmentación" del medidas mínimas (por ejemplo de 8,66 m de ancho por 30 ó 40 m de profundidad). Esta
tejido urbano y produce
un mecanismo que
lógica se aplicaba de manera inflexible: tanto en una manzana saturada como en una con
"convierte el diseño de la edificación baja y un solo edificio en altura, este era construido a la máxima altura
propiedad horizontal en permitida, separándose de los IOtes linderos con grandes muros medianero s cerrados.
un mecanismo
automático" (Diez y otros, Una manzana que hubiera sido construida en su totalidad hubiera llegado a densidades del
1984). orden de las 3500
19
personas por hectárea; si este cálculo fuera extendido a la Capital Federal en su
conjunto, la cifra total de habitantes llegaria a los 50 millones. Sin embargo, la
población de la Capital -el ámbito principal de difusión de la "propiedad
horizontal"- se mantuvo prácticamente estable en 3 millones desde 1947; los
resultados de que la permisividad del Código se mantuviera durante 30 años, no
redundaron sin duda en la sobrepoblación de la Capital --como temían algunos
urbanistas2°- sino que se tradujeron en la posibilidad de actuación de empresas
pequeñas y medianas poco tecnificadas y la producción irrestricta de un tejido
urbano discontínuo y desarticulado, generándose un paisaje urbano sin interés en
el que predominan los muros medianeros de grandes dimensiones. Como contra-
partida, este sistema se constituyó en el principal vehículo que posibilitó el acceso
a la pequeña propiedad urbana de amplios sectores de las clases medias urbanas.
20
.
21
Durante largos períodos -particulannente durante la etapa inicial de expansión
industrial- las "villas" fueron toleradas en tanto brindaban soluciones "de
emergencia" al problema habitacional; existieron también de manera esporádica
planes de crédito y adjudicación de viviendas dirigidos específicamente a
habitantes de "villas", lo cual, sin embargo, no afectó de manerá significativa su
reproducción como fenómeno urbano. Es dificil construir series estadísticas de la
magnitud de la población involucrada, salvo para períodos recientes y para la
Capital Federal. Para apreciar su magnitud puede recurrirse a las estadísticas de
1976 para la Capital Federal (antes de los operativos masivos de erradicación),
que registran una población de 225.000 personas y al Censo de Villas de
Emergencia (1981, Provincia de Buenos Aires) que arroja, para el Gran Buenos
Aires, una población de 290.000 personas.
22
IV. Los cambios entre 1960 y 1980.
23
Con posterioridad a 1955 (al finalizar la "década peronista" 1945-1955) se asiste
en ténninos generales al fin de las políticas "redistribucionistas", acentuándose la
predominancia del mercado en la actividad económica; por otra parte, la inestabi-
lidad institucional (alternancia de regímenes civiles y militares) se va a prolongar
hasta 198323. En relación con las políticas de vivienda, la ley de alquileres deja
de tener vigencia y se desmantelan los mecanismos de subsidio que
caracterizaron a las políticas peronistas, suspendiéndose en 1959 el
financiamiento público (Banco Hipotecario Nacional) de la compra de viviendas,
el que queda en manos privadas. En 1970 se ponen en vigencia planes oficiales
que otorgan créditos para la construcción de grandes conjuntos residenciales
quedando reducido a un mínimo el crédito para la vivienda individual (20%
durante el gobierno peronista de 1973
1976)24.
Entre 1966 Y 1973 -durante un régimen militar que ha sido calificado de
"burocrático-autoritario"- se pone en práctica el "Sistema Nacional de P1anea-
miento y Acción para el Desarrollo" que convierte a la región metropolitana de
Buenos Aires en una de las áreas de p1aneamiento en que se divide al país. Entre
1976 y 1983, durante el régimen militar del auto denominado "Proceso de reorga- 13 Osz/ak (1991).
24
~
25
-
2) El "Esquema Director Año 2000"29 es elaborado entre 1967 y 1969 por un
organismo directamente dependiente del Poder Ejecutivo Nacional, el Consejo
Nacional de Desarrollo (CONADE), con el asesoranÍiento de un organismo 29 CONADE (1969).
francés, el IAURP3O. Su proposición básica se refiere a la definición de unos
"ejes principales de urbanización" cuyo propósito es encauzar linealmente el
30Institut d'Aménagement et ,,
crecimiento metropolitano en la dirección del Río de la Plata y el Río Paraná (lo d'Urbanisation de la
cual es definido como un "eje fluvial-industrial" de alcance nacional), incluyendo Région Parisienne.
la reestructuración completa del esquema de movilidad, incorporando sistemas
avanzados de transporte público (Red Expresa Regional o RER) y un sistema de 3/ CONADE,
autopistas. Este plan, luego de ser publicado en dos versiones (castellano y 1969 (versión
original);
francés) y haber servido de base para la elaboración de otros documentos, no es
IAURP, 1972 (versión
aplicad03!. Pareciera que el corte autoritario y la inclinación eficientista del francesa). El RER parisino,
régimen durante el cual el plan fue elaborado no fueron las condiciones suficientes una extensa red
expresa regional planeada
para garantizar su ejecución. sólo pocos años antes que el
3) El Estudio Preliminar del Transporte de la Región Metropolitana, emprendi-
RER de Buenos Aires, se
miento del Ministerio de Obras y Servicios Públicos de la Nación y de la completa como parte de la
Secretaria de Urbanismo y Vivienda (asistido por el Programa de las Naciones política urbana gaullista;
en América Latina, extensas
Unidas para el desarrollo, PNUD), publica en dos tomos un estudio técnico y redes subterráneas que
diagnóstico que culmina en propuestas que siguen las líneas del documento emplean tecnologías
"Buenos Aires 2000"32 y que en lo fundamental tampoco son aplicadas. francesas se construyen en
la ciudad de México y en
4) En 1977, la provincia de Buenos Aires, a través de la Secretaria de Estado de Santiago de Chile durante
la década de 1970,
Transporte y Obras Públicas, la Secretaria de Planeamiento Ambiental y, en el superando en extensión a la
nivel nacional, la Dirección Nacional de Planeamiento Ambiental, formulan el red de Buenos Aires, la más
"Sistema Metropolitano Bonaerense (SIMEB)", en coordinación con el programa antigua de América Latina,
cuya parte principal se t
CONHABIT de las Naciones Unidas. Esta gran estrategia metropolitana y
regional sigue el mismo camino que sus antecesoras: es archivada.
había completado entre
1913 y 1941. I
Las grandes estrategias regionales elaboradas entre 1958 y 1977 implicaron un \
impresionante despliegue técnico y la contribución de un nutrido y representativo
conjunto de planificadores urbanos; los resultados de este esfuerzo son productos 32 MOSP (1972).
26
que (en el papel) son comparables a ejemplos internacionales y constituyen en su
conjunto un material bibliográfico indispensable sobre el análisis y el diagnóstico
del sistema metropolitano de Buenos Aires. La forma de evolución de la región
metropolitana, sin embargo, ha seguido tendencias que no respondieron a los
principios contenidos en este gran urbanismo producido por organismos del
Estado'
(concebido en contextos político-institucionales disímiles), que fue prácticamente
ignorado por el discurso político y la opinión pública; la forma urbana de Buenos
Aires, porel contrario, se ha desarrollado en los hechos respondiendo a un
complejo conjunto de procesos de naturaleza "socioespacial" -no expresados
explítamente ni "voluntaristas"- generados en el seno de la sociedad civil.
Durante el régimen militar del "Proceso" son puestos en vigencia dos instrumentos
dirigidos explícitamente al ordenamiento territorial, marcando la existencia de
instrumentos de este tipo una diferencia sustancial con el período anterior. Uno de estos
instrumentos es el nuevo Código de Planeamiento Urbano de la ciudad de Buenos Aires
de 1977, que impone drásticos cambios en las formas de ocupación de la parcela -están
ahora reguladas porun "factor de ocupación total" y un "factor de ocupación del suelo"- y
disminuyen sustancialmente las alturas a las que es posible construir. Está dirigido
principalmente a la modificación gradual del tejido
33 Diez et al., op.cit. v
27
....
28
fueron realizadas sin aprobación municipal formalizándose la venta de las parcelas
solamente mediante un "boleto de compra-venta". Esta situación está difundida
principalmente en zonas que si bien no son francamente inundables, se encuentran
por debajo de las cotas mínimas establecidas como consecuencia de la implemen-
tación de la ley 8912, no pudiendo entonces ser objeto de un fraccionamiento
legal. En esas condiciones, los compradores de buena fe heredaron una situacion
ilegal que les impidió efectuar su escritura de dominio por no estar su parcela
debidamente inscripta en el catastro oficial. Estas situaciones han sido frecuentes a
fines de la década de 1970 y comienzos de la de 1980 -prolongándose sus
consecuencias para los afectados hasta el día de hoy- dando lugar a movilizaciones
de vecinos (pequeños propietarios pobres de barrios de autoconstrucción) que
requieren que su situación sea regularizada por algún tipo de reconocimiento por
parte de las autoridades municipales, lo cual se ha obtenido en algunos casos por
el reconocimiento municipal (no la aprobación) de la subdivisión de la tierra,
numerando las parcelas y registrando a sus propietarios. Este logro parcial, si bien
no permite a
éstos la obtención del título formal de propiedad, les permite en cambio realizar
acciones que implican pruebas formales de la "ocupación pacífica" de su propie-
dad, por ejemplo, pagar sus impuestos.
Ambos instrumentos legales-a diferencia de los "grandes planes"- tuvieron una
aplicación real. Sus efectos han sido evaluados desde distintas ópticas; trabajos
centrados en el análisis de las características de las decisiones políticas del período
del "Proceso" militar 1976-83, ponen en evidencia un intento"autoritario radica-
35 Oszlak (1991). lizado" de regular el derecho a la ciudad (lo cual resulta claro en la erradicación
manu militari de la mayor parte -39.000 familias- de las "villas" de la Capital
36 Cassagne, J.c., Duprat, Federal)35. Otros autores, centrándose en el análisis de los aspectos técnicos de la
J.E., Mendonfa Paz, A.E., legislación de usos del suel036, muestran que entre los planificadores urbanos
Reinhold, A.L., Scotti,
E.P. y Suárez, O. (1983). existió cierto consenso en el sentido de justificar medidas tendientes a
reglamentar el desarrollo urbano incontrolado.
29
Entre estos últimos, sin embargo, hay algunos37 que llaman la atención, desde el
punto de vista jurídico, sobre las dificultades insalvables que una ley (la 8912)
concebida en un contexto "de facto" iba a tener para ser aplicada en un marco
constitucional, haciendo notar especialmente la ausencia en la ley de mecanismos
de participación ciudadana (lo cual es un aspecto inseparable de los mecanismos
de implementación previstos en leyes similares dentro de la experiencia mundial
en este campo).
3
0
de personas por cuarto para el conjunto de la población de los partidos del Gran
Buenos Aires (índice de hacinamiento) aumenta de 1,7 en 1960 a 1,9 en 197038.
A la disminución relativa del precio del transporte anterior a 1960, sucede una
tendencia opuesta con posterioridad a esa fecha: considerando dos períodos
quinquenales, uno anterior y otro posterior a 1960, y teniendo en cuenta el costo
de vida, los salarios y el precio del transporte público, puede verse en el cuadro
siguiente que, entre 1952 y 1957, es el transporte público el que crece menos,
mientras que entre 1965 y 1970, por el contrario, es éste último el que más crece
(en el quinquenio intermedio, los valores reflejan también la misma tendencia
aunque más moderadamente).
31
La aparición de procesos de suburbanización de nuevo tipo.
Al nivel de los grupos de mayor poder económico, aparece una tendencia creciente
a la suburbanización residencial, que se manifiesta en la ocupación del espacio
periférico en aquellas zonas donde existen autopistas radiales que se integran con
una red de rutas secundarias y que permiten acceder al perímetro más externo de
la aglomeración. Las autopistas -sobre todo el Acceso Norte, cuyo tramo principal
queda habilitado en la segunda mitad de la década de 1960- representaron en este
caso para los grupos de mayores ingresos (poseedores de uno o más automoviles
privados por familia) el mismo factor inductor de un proceso de suburbanización
que el representado, para los grupos de menores ingresos, por los ferrocarriles
suburbanos con tarifas subsidiadas dos décadas antes.
En ambos casos, el potencial residencial que en un momento dado adquieren 40 La evidencia de la
mejora de las condiciones
sectores determinados de la corona periférica, se manifiesta de manera diferente de habitabi/idad de las
para los distintos grupos sociales, canalizándose tambien de esta manera la renta zonas intersticiales del
urbana generada. sector noroeste frente al
estancamiento y retroceso
Como consecuencia de la habilitación del Acceso Norte, todo el sector noroeste de zonas equivalentes del
seCtor sur, surge de la
mejora sus condiciones de habitabilidad entre 1960 y 1980"°, convirtiéndose lo comparacion de
que era un sector intersticial servido de manera deficiente por lineas secundarias indicadores censales a nivel
de fraccion de los censos
de transporte público (ferrocarril suburbano no electrificado y lineas locales de nacionales de 1960 y 1980
colectivos), en un eje radial principal bien servido por transporte automotor (cf HTorres, 1985).
(automovil privado y ramales troncales de las lineas principales de ~olectivos).
32
v. La década de 1980.
1. El contexto.
34
En este contexto, se imp lementan nuevas estrategias para superar la crisis en las
que se privilegia lo local (el municipio, el barrio, la manzana), lo operacional
(emprendimientos que requieran pocas inversiones) y lo gestionario (nuevos
actores, grupos autogestionarios ). Varios autores ponen en evidencia que la
década de 1980 está signada por nuevos actores y nuevos movimientos sociales
fuertemente territorial izados (municipios, barrios, organizaciones de la
comunidad, Iglesia, ONG), por un "desplazamiento del eje de la acción política a
lo social y lo urbano" en donde la "lucha por el espacio" centrada en la tierra
adquiere un peso predominante43.
Por otra parte, el discurso neo liberal predominante (libertad de mercados,
desregulación), tiende a ser asimilado en el contexto argentino como opuesto al
emprendimiento por parte del Estado de operaciones de ordenamiento territorial
(un punto de vista reminiscente de lo que Tribillon llama "post-urbanismo"44). Es
por este conjunto de razones que la formulación de grandes planes de alcance
metropolitano ha entrado en un período de eclipse. Esto no es un obstáculo para la
existencia de un conjunto de iniciativas puntuales urbanas (a nivel municipal), por
ejemplo, la rehabilitación de vivienda y provisión de servicios bajo sistemas
autogestionarios, la rehabilitación y reciclaje de edificios y zonas históricas y aun
la existencia de
grandes proyectos locales de renovación urbana (zona portuaria), con la condición
de que su rentabilidad esté garantizada y su financiamiento asegurado.
Algunos autores ven aquí una situación intermedia entre la ''villa'' y elloteo 1991, reportaje al grupo
organizador de un
popular"5. Son los pobladores los que comienzan a rechazar la denominación de asentamiento establecido
"villa", favoreciendo la de "barrio" y aceptando eventualmente la de en 1986.
"asentamiento"46. En los hechos, los "asentamien
36
tos" y las políticas del Estado dirigidas a su regularización, constituyen los únicos
procesos recientes que plantean fonnas de suburbanización de los grupos de
menores mgresos.
37
La cobertura periodistica relacionada con este tipo urbano es un fenomeno en
crecimiento: además de la oferta inmobiliaria, que requiere cada vez más espacio
periodístico, han sido tratados con frecuencia, por una parte, aspectos
relacionados con la segregación social que parece ser una característica
indisociable de este fenómeno y, por otra, la falta de seguridad (robos, asaltos)
derivada de su implantación en la periferia externa 47.
38
excluídos de la ley de alquileres, apareciendo entonces la denominación de "hotel
y pensión" como forma de disimular la existencia de residentes permanantes en
ese tipo de establecimientos, haciéndolos aparecer como pasajeros transitorios
(aparecen en un "libro de huéspedes" en lugar de tener un contrato; son objeto de
reglementaciones restrictivas que muchas veces dificultan o impiden la residencia
de familias con hijos) y pueden ser desalojados de manera inmediata. En esta
población predominan las personas de origen migrante reciente, los hogares
jóvenes sin hijos y las personas solas: el espacio por persona y la privacidad son
mínimos y el deterioro de las estructuras fisicas e instalaciones de los estableci-
mientos es máximo; los cambios de residencia son frecuentes aunque la
permanancia en un hotel pueda prolongarse durante varios años. Desde el punto
de vista ocupacional, predomina la inestabilidad laboral y la irregularidad de los
ingresos. Si bien la actividad de los "hoteles y pensiones" es legal desde el punto
de vista de la situación del inquilino, la violación sistemática de las disposiciones
municipales (seguridad de las estructuras, estado del edificio, existencia de
instalaciones sanitarias en número suficiente, iluminación y ventilación de los
locales) y la ausencia de contratos, configuran una situación que dificilmente
pueda ser calificada como legal en lo que respecta a los propietarios y encargados
48.
39
conventillos es más estable que la de los "hoteles y pensiones" (existen familias
residiendo durante más de una generación); desde el punto de vista laboral
predominan los empleados y se registra también una mayor estabilidad que en los
"hoteles y pensiones" (donde predominan los obreros), existiendo además muchas
personas jubiladas. En algunos casos, la situación de los inquilinos está
garantizada por contratos o recibos en debida forma; en muchos otros casos, sin
embargo, esto no es así, lo que da lugar a la arbitrariedad de los propietarios o de
los "inquilinos principales" (que tienen derecho a subarrendar). El deterioro de los 50 Cuenya, op.cit.
edificios es grande, viéndose los inquilinos forzados a hacerse cargo ellos mismos
de los trabajos de reparación, lo cual en muchos casos no es reconocido por los 51 Cuenya, op.cit., Rivas
propietarios 5°. (J 977).
40
-
(34.664 personas en febrero de 1980 y 50.945 en mayo de 1991), en el contexto
de una práctica estabilidad poblacional de la Capital (un aumento de sólo 32.173
personas para una población total -en 1991- de 2.955.002 habitantes). El aumento
se concentra en el distrito 1 (central-portuario), 5 (sud) y 19 Y 20 (sudoeste).
1980
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36. Sonloidro
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39. -Upez
Figura 4.
periferia: las fonnas típicas del deterioro central (conventillos) se implantan
durante el comienzo del período 1880-1930 en zonas del centro-sur anterionnente
ocupadas por la élite (de manera similar a lo que sucede durante el siglo XIX en
otras metrópolis); durante los procesos de suburbanización de los grupos de bajos
ingresos que tienen lugar durante las décadas de 1940, 1950 Y 1960, si bien el
centro-sur mantiene muchos de sus "conventillos", su peso en el total disminuye y
el crecimiento de las situaciones de deterioro habitacional se produce predomi-
nantemente en la periferia. Puede decirse entonces que la década de 1980 marca
una reactivación de los fenómenos asociados al deterioro central en Buenos Aires.
.
1991
NS!! sopezior
...media
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lI1IIllIHI ...media
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38. Ti¡¡oe
/39. T"..deFcbmo
4O.V_l.épeo
Figura 5.
42
VI. Resumen y conclusiones
Los períodos en los que se ha dividido este trabajo muestran en cada caso un
conjunto específico de procesos socioespaciales, que implican en todos los casos
formas de interrelación entre estructuras espaciales y procesos sociales. El efecto
agregado de esos procesos ha producido una configuración como la presentada en
el mapa síntesis (figura 6), que traduce el efecto de cambios periódicos en el mapa
social asociados a procesos más amplios de naturaleza demográfica, socioeconó-
mica y política.
Entre 1940 y 1960, en el contexto de una reactivación del crecimiento metropoli-
tano basado en las migraciones i~tenias, de un proceso de industrialización
sustitutivo de importaciones y de políticas tendientes a la "redistribución del
ingreso", se produce, por una parte, una marcada expansión de la periferia que
supera no sólo el núcleo central de la aglomeración sino también la primera
corona que ya se encontraba consolidada a su alrededor y, por otra, un importante
proceso de densificación central (edificios de vivienda en altura). Ambos procesos
constituyen los mecanismos por los que vastos sectores sociales acceden a la
propiedad de la vivienda: los trabajadores urbanos en el caso de los "Ioteos
económicos" periféricos y la amplia gama de los estratos medios en el caso de los
edificios en "propiedad horizontal" centrales. Por su parte, las ''villas miseria", en
tanto
. sectores fuera del mercado, encuentran su localización en terrenos
vacantes, algunos centrales, pero sobre todo en el vasto anillo que sigue las
cuencas inundables de. los ríos Matanza-Riachuelo y Reconquista (ver figura 6).
Durante las décadas de 1960 y 1970 dejan de tener vigencia varios factores que
habían incidido fuertemente sobre el desarrollo urbano durante las dos décadas
anteriores: la tasa de crecimiento metropolitano disminuye reduciéndose el peso
43
relativo de las migraciones; varias de las políticas del Estado que en mayor medida
afectaban los procesos de estructuración urbana cambian de sentido o desaparecen
(subsidios a la vivienda y al transporte, ley de alquileres). En relación con la difusión de la
pequeña propiedad urbana, el desarrollo expansivo de los loteos económicos se detiene y
el submercado de la "propiedad horizontal" se hace selectivo para los sectores de ingresos
medio-altos, estabilizándose el porcentaje de propietarios en los valores de fines del
periodo anterior. De manera consistente con el agotamiento del modelo de desarrollo
característico de las décadas de 1940 y
1950, el modelo de estructuración socioespacial de ese periodo muestra también
. señales de agotamiento.
44
de un tejido urbano periférico discontínuo y desarticulado, desprovisto de servi-
cios, que ocupaba por lo general las zonas intersticiales alejadas de los ejes
principales de transporte, en algunos casos en zonas anegadizas de las cuencas de
los ríos Matanza y Reconquista (ver la principal zona de expansión entre 1947 Y
1960, señalada con un rayado horizontal en el mapa síntesis -figura 6). Deben
también mencionarse los grandes planes urbanos formulados durante la década de
1960, que no fueron aplicados de manera efectiva ni tuvieron un lugar en el
debate político, como podría haberse esperado dada la magnitud de sus
propuestas. Cuando en 1977, bajo un gobierno militar, se establecen controles
sobre la expansión urbana (ley de usos del suelo de la Provincia de Buenos Aires),
estos chocan en tal medida con las prácticas de los promotores y los intereses
creados que resultan de muy dificil-o imposible- implementación. Finalmente, los
intentos realizados entre 1983 y 1989, luego de restaurarse el régimen
constitucional, para constituir una entidad jurídica formal (el AMBA) que actuara
como autoridad coordinadora del planeamiento metropolitano, resultaron
infructuosos debido al obstáculo planteado por los intereses políticos y
económicos divergentes de las distintas partes constitutivas de la región.
Se sostiene en este trabajo que las "políticas urbanas implícitas" han tenido en los
hechos un peso más decisivo en lo que respecta a la consolidación de la estructura
socioespacial característica de Buenos Aires que los documentos formales de
urbanismo. Por otra parte, las políticas que afectaron el sistema de accesibilidad
metropolitano tuvieron un efecto importante sobre los procesos de localización
residencial, al incidir de manera diferente y selectiva en los distintos estratos
sociales.
45
Zonas con /ndices SUpe-
1947 Y 1991
o catq¡oda
5 entre 10
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"""'""
Zonas doade se pcodujo
la expansión del
periodo
1947-60
O
PrmcipaIea Jocslizaciones
Principaleo Jocslizaciones
6
de 101 'country clubs'
Figura 6.
46
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Exploraciones sobre estructura social de la Argentina, Paidós, Buenos Aires.
50
,..~ ~'.
Este libro busca darle continuidad a una obra editada por La Crujía en el año
2009 denominada “Políticas sociales. Ideas para un debate necesario” en la que se
ponía como eje central el debate acerca de qué políticas de reducción de pobreza
tenía que encarar nuestro país.
“Las cuatro Argentinas” parte de la idea de que estamos frente a una nueva
estructura social, a otras formas de movilización y organización y, principalmente
7
que nuestro país no tiene una sociedad sino, al menos, cuatro realidades
diferentes.
Se podría decir que, frente al mundo del trabajo, nuestro país es una
sociedad de diferentes velocidades, con unos que trabajan con determinadas
condiciones (recibo de sueldo, obra social, jubilación, representación sindical, etc.)
y otros que se generan sus ingresos sin tener esas condiciones o que directamente
se encuentran en situación de extrema necesidad.
El lector podrá ver en “Las cuatro Argentinas” cómo nuestro país no es uno
sólo, cómo los diferentes sectores sociales (pobreza estructural, sectores
vulnerables, clase media y clase alta) tienen dinámicas, modos de vida,
relacionamientos con el Estado e intereses diferentes y, en algunos casos,
contrapuestos.
Esa idea central recorre todo el libro, tanto cuando se plantea en el capítulo
inicial la caracterización de estas cuatro realidades sociales, como cuando se
avanza en la descripción del sistema de partidos en Argentina, las formas de
8
organización social, las políticas de inclusión económica y los sistemas de
protección social en América Latina.
La década que viene debería ser la que nos permita generar condiciones
sociales y productivas para lograr una sociedad integrada.
Este libro tiene esa finalidad: ayudar a generar condiciones para que, en
este contexto económico favorable, logremos dar vuelta definitivamente la situación
social. Para que no tengamos “cuatro Argentinas” sino una.
Daniel Arroyo
9
Capítulo 1
Argentina, desde las décadas del 30/40 hasta el golpe militar de 1976, fue
considerado el país más europeo de toda América Latina debido a su clásica
estructura social tripartita:
10
chances de ser alguien”. Ese camino era la manifestación de una movilidad
ascendente y la manera de provocar un cambio real en la vida de las personas.
12
Además, en esta estructura social, el rol de la política no sólo era electoral,
el partido no se concebía como una mera “máquina productora de candidatos” sino
como un núcleo capaz de establecer maneras de mirar, de entender y de vivir. En
este sentido, el rol del candidato era menor, ya que tanto peronistas como radicales
votaban simplemente a quien fuera del partido al que pertenecían. Y más allá del
voto, la identidad fuerte la generaba la afiliación porque los militantes se sentían y
nucleaban al compartir una misma cosmovisión, una determinada manera de
percibir el mundo.
Este nuevo período del país puede ser visto de dos maneras:
13
de la pobreza: “Siempre fuimos pobres, vamos a seguir siéndolo”. De esta manera,
se produjo una ruptura con el mundo del trabajo y el educativo que,
inevitablemente, generó un quiebre con la posibilidad de movilidad social
ascendente. En este sentido, se efectuó un doble proceso: dejó de existir el camino
educativo y de haber un trabajo que permitiese tal movilidad. Si bien esta estructura
se pudo ver con claridad en los años 90, lo cierto es que su gestación se produjo a
mediados de los 70 y fue tomando cada vez mayor impulso.
14
interno), sino que concentraron la producción y diversificaron sus actividades.
Fueron menos y más concentrados. Eso también marcó un fenómeno nuevo en la
Argentina.
Ahora bien, en esta estructura social compleja, los sectores más pobres
fueron quienes generaron los movimientos de protesta contra el ajuste: la “Carpa
Blanca” docente, la primera etapa del conflicto en la provincia de Jujuy, con Carlos
“Perro” Santillán como líder, son algunos ejemplos. Lo destacable, en este
contexto, es que, en 1995, Carlos Menem logró su reelección gracias a una alianza
entre los sectores altos y bajos, un hecho sin antecedente en la historia de nuestro
país.
15
tienen las mismas dificultades. El trabajo y la educación aún no son las vías para
generar una movilidad social ascendente en el sentido de inclusión en el mundo del
trabajo. Justamente, uno de los grandes desafíos para el Estado es lograr
remplazar la asistencia directa por mecanismos que les permita generar auto-
ingreso.
Otro grupo que compone la estructura social vigente está integrado por los
sectores vulnerables vinculados al mundo del trabajo informal (Argentina tiene
entre 35% y 37% de informalidad económica), sea por trabajo no registrado o, la
mayoría, por ser cuentrapropistas (gasista, plomero, carpintero, etc.). Los sectores
vulnerables claramente se auto-sostienen económicamente y viven de su propio
ingreso, no tienen asistencia estatal directa aunque, en ocasiones, pueden ser
beneficiados por la Asignación Universal por Hijo. Lo que marca su modo de vida
es la precariedad, como primer concepto fuerte, y la falta de previsibilidad. Un
docente tiene idea de lo que va a ganar durante un año, puede proyectar sus
vacaciones si tiene o no ahorros. Es decir, tiene un horizonte de futuro bastante
claro. Contrariamente, los sectores vulnerables no gozan de esta posibilidad de
previsión. Pueden ganar más o menos que un docente, pero esa falta de
previsibilidad es, en gran parte, su preocupación. También paga más impuestos y
tiende a ver al Estado como generador de políticas para el sector de pobreza
estructural y no para sí mismo. Estos grupos, a diferencia del fenómeno de la
nueva pobreza, no están en un proceso de movilidad ascendente. Sin dudas están
mejor que en la década de los 90 y también tienen muchas dificultades de vida
cotidiana que les hace la situación más difícil.
16
Kirchner como el de Cristina Fernández de Kirchner. Los fenómenos de
concentración continúan siendo fuertes y el fortalecimiento de la actividad primaria
permite que el sector tenga mucha vinculación con el mundo de la producción
agrícola- ganadera y, especialmente, con la soja.
17
Notas de Opinión en medios de comunicación
Capítulo 1
18
de esta década la distribución equitativa de la riqueza a la que los argentinos
aspiramos.
19
Capítulo 2
Es cierto que ese sistema bipartidista ya venía mostrando sus grietas desde
la misma reapertura del sistema democrático. El surgimiento de terceras fuerzas
con proyección nacional –como el Partido Intransigente (PI), la Unión del Centro
20
Democrático (UCeDé) y el Frente Grande-, venía exponiendo, desde posturas de
centroizquierda o de centroderecha, que este modelo binario no lograba
representar a todo el arco de la opinión pública y dejaba mostrar sus fallas. Sin
embargo, a pesar de esas experiencias alternativas, un politólogo que observara la
realidad política argentina a comienzos de los años noventa, podía concluir, desde
una visión satelital, que había un sistema de partidos consolidado, con tibios
intentos de nuevas expresiones políticas, a veces por derecha, y otras por
izquierda.
21
propios por sobre el bien común. Mientras, el resto de la población tenía que
trabajar, sufrir y “deslomarse” para vivir.
22
programas sociales se dejó en manos de los gobiernos locales (incluidos los
servicios de salud y educación) y también de las organizaciones no
gubernamentales, que debían dar cuenta de gran parte de los problemas derivados
de la crisis de integración social y del aumento de la exclusión generados por el
propio ajuste estructural2.
4
Para ampliar las diferentes modalidades de categorización de las
organizaciones no gubernamentales, ver FILMUS, Daniel; ARROYO, Daniel;
ESTEBANEZ, María Elina, El perfil de las ONGs en la Argentina, FLACSO – BANCO
MUNDIAL, Buenos Aires, 1997.
24
jornadas de diciembre de 2001 y provocó fuertes variaciones sobre la forma de
ejercer la gestión pública. En una conjugación de elementos económicos
heterodoxos y ortodoxos, apostó al desarrollo de la obra pública, impulsó medidas
cercanas al keynesianismo y puso, como pilares de su gestión, el
desendeudamiento y el superávit fiscal. También convirtió a la defensa de los
derechos humanos en una política de Estado, encaró una profunda renovación de
los jueces de la Corte Suprema, desarrolló políticas sociales amplias, desde un
modelo de gestión propicio para la concentración de recursos.
5
Estas ideas fueron plasmadas en el libro de DI TELLA, Torcuato y KIRCHNER,
Néstor, Después del derrumbe: teoría y práctica política en la Argentina que
viene, Galerna, Buenos Aires, 2003.
25
De esta manera, una primera interpretación, sin la distancia histórica
necesaria, podría indicar que en la última década, el kirchnerismo supo advertir
ciertas demandas sociales que habían irrumpido en el 2001 y logró reconstruir
cierto paradigma de la representación política, pero sin terminar de recomponer el
escenario previo a la crisis institucional mediante la construcción de un nuevo
sistema de partidos. Así, después de 2003 se restableció el valor de la política
como elemento articulador de los conflictos económicos y sociales, pero no se
logró configurar un sistema vigoroso de partidos e instituciones políticas.
26
buenos” del radicalismo, el socialismo, partidos de centro o de izquierda y/o
expresiones independientes.
Sin embargo, ese sistema no logró cuajar con fuerza por una serie de
razones, sin duda, complejas; algunas coyunturales y otras más de tipo estructural.
En los años noventa, mucha gente que podría haber participado de forma
activa en la política, y haber trabajado de acuerdo a ese interés por lo público,
frente a la catástrofe de las instituciones estatales, derivó su intervención hacia las
organizaciones no gubernamentales, las sociedades de fomento, o los distintos
grupos de defensa de derechos sectoriales y/o ecológicos. Hubo un claro repliegue
de lo político hacia lo social. Esa participación sectorial o local es una característica
6
Zygmunt Bauman analiza las características que adquieren las relaciones
humanas en los tiempos contemporáneos en Amor líquido. Acerca de la
fragilidad de los vínculos humanos, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires,
2005. El sociólogo polaco sostiene: “Al igual que otros productos, la relación es
para consumo inmediato (no requiere una preparación adicional ni prolongada)
y para uso único, sin perjuicios. Primordial y fundamentalmente, es
descartable”. Es decir, no hay ya más “relaciones” sino, en todo caso,
“conexiones”, de fácil y veloz acceso, de fácil y veloz salida. “La moderna razón
líquida ve opresión en los compromisos duraderos; los vínculos durables
despiertan su sospecha de una dependencia paralizante. Esa razón les niega
sus derechos a las ataduras y los lazos, sean espaciales o temporales”, explica
Bauman.
27
de los años noventa, donde se observa una necesidad de volcarse al barrio, a la
ecología, a la radio comunitaria. Durante esa década, los jóvenes de clase media
tendían a vincularse con ese tipo de participación.
7
He trabajado con mayor amplitud este tema en ARROYO, Daniel, Políticas
sociales: ideas para un debate necesario, La Crujía, Buenos Aires, 2009.
28
La gran diferencia entre el trabajo de las organizaciones y el Estado es de
escala. Una organización tiene penetración barrial o temática, pero su tarea no
alcanza para modificar la realidad. El único actor que tiene esa capacidad de
transformación es el Estado. Así es que, si se desea, transformaciones masivas,
con la acción de la sociedad civil no alcanza.
29
cierto grado de incidencia en el debate público requiere tener presencia en los
espacios virtuales, radiales y televisivos8. Entonces, la acción de la política
adquiere una modalidad distinta a la de años anteriores. Hoy, en la elección de un
candidato o de un funcionario, también tiene injerencia que sean personas que
tengan una buena dicción, que sepan articular un discurso con impacto en la
sociedad. La política, entonces, se transforma en una profesión específica porque
requiere de mucho tiempo y preparación. Hay que estudiar para adquirir esas
nuevas habilidades requeridas por los medios, con códigos de lenguaje y maneras
innovadoras de comunicación.
Con el resurgimiento del debate político acontecido en los últimos años, gran
parte de la población está dispuesta a escuchar, a ver y a analizar las propuestas
que se presentan en la mesa de discusión. Pero, como dijimos, ese interés por la
8
Con respecto a la relación entre política y medios de comunicación,
recomiendo la lectura de BOURDIEU, Pierre, Sobre la televisión, Anagrama,
Barcelona, 1997.
30
política no debe interpretarse, de forma mayoritaria, como un retorno de la doctrina
partidaria como elemento constructor de identidades. La particularidad del
peronismo, al que todos los dirigentes parecen suponer como el instrumento
adecuado para llegar al poder, sin dudas introduce un elemento diferenciador en la
política nacional. El peronismo opera como una maquinaria electoral en general
muy eficiente, con muchos intendentes, estructuras consolidadas, unidades básicas
y trabajo territorial permanente. Muchos se sienten “peronistas”, pero se trata de
una marca identitaria fraccionada y diluida. Ya no es un movimiento que ocupa los
sentimientos y los espacios cotidianos de la vida de las personas, como sí lo fue –
junto al radicalismo- durante buena parte del siglo XX.
31
Capítulo I
Buenos Aires, ciudad de dicotomías:
un recorrido por su historia
A Juan de Garay se le dio la tarea de abrir una puerta directa al Atlántico y a España.
Buenos Aires fue fundada –una vez más– “para que las tierras, cerradas y remotas y apar-
tadas de trato y conversación, vengan a ser lo que éstas serán” (Orquera, 2000:33).
18 nal y sus siempre crecientes suburbios, que comenzó a manifestarse
con mayor intensidad en las primeras décadas del siglo XX. Para en-
Jordana Timerman y Magdalena Dormal
Fundaciones
La marginalidad de Buenos Aires dentro del temprano Imperio
español se debió al papel limitado de su puerto, alejado de las fuentes
de riqueza de la época, lo que lo mantuvo chico, escaso de recursos y
sin mayor presencia colonial (Romero, 2000:67). El dato ineludible de
los primeros años de vida de la ciudad fue su pobreza absoluta. Luis
Alberto Romero señala que “... la lucha por la libertad mercantil –que
era la lucha por la supervivencia– constituyó por más de dos siglos el
aspecto más importante de su vida económica” (Romero, 2000:61).
En cuanto a los aspectos sociales, Félix Luna señala el carácter ple-
beyo que tuvo la ciudad. No fue una ciudad de nobles, sino una urbe
constituida por personas obligadas a trabajar duramente (1985:14-
15). La escasez fue el dato ordenador de la vida política, social y
económica de la naciente ciudad periférica.
Revolución
Las crónicas de la época dan cuenta del entusiasmo con el cual
la ciudad vivió las declaraciones de independencia en América. El pro-
ceso capturó el imaginario porteño y se reflejó en apasionadas dis-
cusiones en los medios, los salones y los teatros. En esta línea, Tulio
Halperín Donghi sostiene que los años que siguieron a las frustradas
invasiones inglesas de 1806 y 1807 fueron aquellos en los cuales
“Buenos Aires nació para la política” (2000:174).
Conquista
Luego de la derrota rosista en la batalla de Caseros en 1852,
en Buenos Aires se acentuó la división entre separatistas –cuyos re-
presentantes demandaban la profundización de la autonomía– e inte-
gracionistas, que aceptaban la federalización de la ciudad y el finan-
ciamiento del Ejecutivo nacional con las rentas aduaneras. Dado el
predominio de los primeros, el acuerdo de San Nicolás fue rechazado
por la legislatura provincial. Así, mientras el presidente de la Confe-
deración Argentina, Justo José de Urquiza, daba inicio a un ciclo que
intercalaría políticas de seducción con acciones armadas –que inclui-
rían sitios de la ciudad–, en 1854 se aprobó la carta constituyente del
Estado de Buenos Aires, que reservaba para sí la soberanía hasta que
fuera expresamente delegada a una autoridad federal (Botana, 2000:
312). Fue una época de intensa politización, expresada a través de
clubes políticos –una suerte de proto-partidos caracterizados por su
falta de plataforma fija y por ser espacios de pasión política y orato- 23
ria– y de los diarios –se crearon 30 diarios sólo en 1852 y otros 55 en
En 1889 la legislatura bonaerense aprobó una ley que cedía los municipios de San
José de Flores y de Belgrano, lo que dio lugar a los límites definitivos de la Capital Fede-
ral, hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Despegue 25
Gorelik explica que fue justamente en esta época que echó raí-
ces el aún perdurable mito de la ciudad europea, justamente cuando
la nueva y gran expansión no la provocaban ya europeos sino “una
extraña ‘masa oscura’” (2004:92). Es decir, el mito cobró fuerza justa-
mente cuando dejó de ser verdadero, quizás como forma de enfatizar
una identidad deseada más que real. Esta narrativa dio también el en-
30 cuadre para una división cultural que, con relativamente pocas excep-
ciones, seguía nítidamente los límites de la avenida General Paz. Co-
Jordana Timerman y Magdalena Dormal
Fragmentación
Los años que siguieron al golpe de Estado de 1955 se caracteri-
zaron por el paulatino incremento de la inestabilidad política y econó-
mica. Breves años de democracia tutelada se alteraron con dictaduras
crecientemente violentas, mientras se mantuvo proscrito por largos
años al movimiento justicialista. Si bien la economía tuvo momentos
de expansión en las décadas del cincuenta y principios de los seten-
ta, la inflación, la gradual baja de la inversión y el debilitamiento del
ahorro comenzaron a afectar cada vez más el crecimiento. Fue en
esa época que comenzó a percibirse como definitivo el quiebre con la
imagen de la Buenos Aires próspera y abrumadoramente de clase me-
dia. En la capital, y sobre todo en el Conurbano, se extendieron cada
vez más zonas de extrema precariedad. Aquello que había sabido ser
un fenómeno relativamente aislado se fue convirtiendo en un paisaje
común, hasta modificar el aspecto, pero también la estructura social,
de la metrópoli.
32 Herederas sociológicas de los conventillos, las “villas miseria”
se localizaron principalmente en áreas inundables, por lo general en
Jordana Timerman y Magdalena Dormal
dio siglo se consolidaron para dar lugar a una nueva modalidad urbana,
típicamente latinoamericana. Se aceleró y consolidó la fragmentación
territorial y, con ella, la diferenciación entre la ciudad privatizada de las
clases altas y el resto de la población. El retiro del Estado redundó en la
multiplicación de escuelas y sanatorios particulares e incluso en el sur-
gimiento masivo de la seguridad privada. Los shoppings simbolizaron los
nuevos ámbitos de interacción social y los countries y barrios cerrados
terminaron de dar formar a la vida segmentada. En la Buenos Aires de
fines del siglo XX podía ya vivirse una vida primermundista, casi sin per-
cibir el vasto mundo de pobreza que seguía creciendo en el entorno.
La Buenos Aires de las últimas dos décadas es aún parte del pre-
sente y merece, por lo tanto, un análisis desde una óptica distinta. Hay
hitos que inevitablemente deberán ser parte del relato: los saqueos en el
Gran Buenos Aires en 1989 y 2001; la creación en 1991 del Fondo del
Conurbano y su virtual eliminación en 1996, y la creación de la Ciudad
Autónoma y la eliminación del Colegio Electoral en 1994. También, el
comportamiento electoral de la metrópoli que, salvo contadas excepcio-
nes, sostiene la hipótesis de fragmentación profunda aquí planteada.
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