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concepto
Según la definición que hay en la página de la policía “la entomología forense es una
ciencia que constituye un instrumento válido para determinar el tiempo en que el
cuerpo muerto ha estado expuesto a la actividad de los artrópodos, basándose no sólo
en su estudio, sino también en la influencia de factores ambientales, tales como la
temperatura y la humedad, que influyen, entre otros, en la tasa de evolución y
desarrollo de los mismos”.
Los insectos que más habitualmente se encuentran son los dípteros (moscas), los
coleópteros (escarabajos, adultos y larvas) y lepidópteros (polillas).
Fue hasta mediados del siglo XIX, en Francia, cuando la ciencia surgió como tal.
Orfila (1848), listó 30 insectos y otros artrópodos que colonizaron un cuerpo, sus
observaciones pueden ser las primeras en sistematizar el conocimiento de la
sucesión de artrópodos; aunque a Bergeret (1855) se le da el crédito de aplicar
este conocimiento a un caso criminal, por evaluación de la fauna de insectos,
determinó el IPM.
J.P. Mégnin amplió y sistematizó los estudios publicando “La fauna de las
tumbas” en 1887 y “la fauna de los cadáveres” en 1894, identificó ocho etapas
de descomposición humana; los estados de descomposición descritos fueron
seguidos por Leclercq (1969), Easton y Smith (1970). La ecología y el
comportamiento general de las moscas de importancia forense fueron tratados
extensamente por Greenberg (1973) y Putman (1983); la sucesión de fauna se
estudió en varias regiones en cadáveres no humanos, desde lagartos hasta
cerdos, entregando información de la estructura de la comunidad, orden de
colonización, estacionalidad y preferencias de oviposición de moscas de carroña.
6. Método de trabajo
7. ¿Cuáles han sido los casos más resonantes que la entomología forense peruana
ayudó a resolver?
Especies necrófagas: son los insectos que se alimentan del cuerpo, los más
significativos a la hora de estimar el intervalo postmortem cuando nos encontramos
en los primeros estadios de la descomposición. Incluyen dípteros y coleópteros.
Especies omnívoras: aquí podemos incluir insectos como las hormigas, las avispas
y algunos escarabajos que se alimentan tanto del cadáver como de los artrópodos
asociados a él. Si las poblaciones de estos insectos son muy numerosas, pueden
provocar un retraso en la tasa de descomposición del cadáver, ya que disminuye la
población de necrófagos.
Especies accesorias: incluye organismos que utilizan el cadáver como una extensión
de su propio hábitat natural, como las arañas, los crustáceos e incluso los ácaros.
El orden de los Dípteros es uno de los más grandes de insectos. Son lo que
comúnmente conocemos como moscas. Muchos de ellos están asociados a materia
orgánica en descomposición, mientras que otros son depredadores o parásitos de
insectos. Los más comunes en la descomposición cadavérica son los de las familias
Calliphoridae, Múscido y Sarcophagidae o, lo que es lo mismo, Califóridos, Moscas
y Sarcofágidos. Los encontramos tanto en etapas larvales como en etapas adultas,
siendo muy útiles para la determinación del intervalo postmortem. Unos ejemplos
son las moscardas de la carne, las moscas azules y las moscas domésticas.
Por último, los insectos del orden de los Lepidópteros son comúnmente conocidos
como mariposas o polillas. La mayoría de ellos tiene poco que ver con los cadáveres,
pero pueden aparecer, sobre todo en el caso de encontrarnos con un cadáver en el
campo, por lo que es importante tenerlos en cuenta.