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Fabulas deEconomía.

La Gallina de los Huevos de Oro

Erase una gallina que ponía/


un huevo de oro al dueño cada día./
Aun con tanta ganancia mal contento/
quiso el rico avariento/descubrir de una vez la mina de oro,/
y hallar en menos tiempo más tesoro.
Matóla; abrióla el vientre de contado; /
pero, después de haberla registrado,/
¿qué sucedió?. Que, muerta la gallina,/
perdió su huevo de oro y no halló mina./
¡Cuántos hay que, teniendo lo bastante,/
enriquecerse quieren al instante,/
abrazando proyectos/
a veces de tan rápidos efectos,/
que sólo en pocos meses,/
cuando se contemplaban ya marqueses,/
contando sus millones/
se vieron en la calle sin calzones!

El pueblo de los burros

Un señor se dirigió a una aldea donde nunca había estado antes y ofreció a sus habitantes 100 euros por cada
burro que le vendieran. Buena parte de la población le vendió sus animales.
Al día siguiente volvió y ofreció mejor precio, 150 por cada burrito, y otro tanto de la población vendió los
suyos.
Y a continuación ofreció 300 euros y el resto de la gente vendió los últimos burros. Al ver que no había más
animales, ofreció 500 euros por cada burrito, dando a entender que los compraría a la semana siguiente, y se
marchó.
Al día siguiente mandó a su ayudante con los burros que compró a la misma aldea para que ofreciera los
burros a 400 euros cada uno. Ante la posible ganancia a la semana siguiente, todos los aldeanos compraron
sus burros a 400 euros, y quien no tenía el dinero lo pidió prestado. De hecho, compraron todos los burros de
la comarca.
Como era de esperar, este ayudante desapareció, igual que el señor, y nunca más aparecieron.

La cigarra y la hormiga

Cantó la cigarra durante todo el verano, retozó y descansó, y se ufanó de su arte, y al llegar el invierno se
encontró sin nada: ni una mosca, ni un gusano. Fue entonces a llorar su hambre a la hormiga vecina,
pidiéndole que le prestara de su grano hasta la llegada de la próxima estación. "Te pagaré la deuda con sus
intereses", le dijo. "Antes de la cosecha, te doy mi palabra". Pero la hormiga no es nada generosa, y este es su
menor defecto. Y le preguntó a la cigarra: "¿Qué hacías tú cuando el tiempo era cálido y bello?" "Cantaba
noche y día libremente", respondió la despreocupada cigarra. "¿Conque cantabas? ¡Me gusta tu frescura!
Pues entonces ponte ahora a bailar, amiga mía". No pases tu tiempo dedicado sólo al placer. Trabaja, y guarda
de tu cosecha para los momentos de escasez.

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